“Esas misteriosas Estrellas” *

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“Esas misteriosas Estrellas” *
La astronomía es la rama de la ciencia que estudia el Universo en general, y en particular a los
elementos que componen ese todo (estrellas, planetas, y cuerpos más extraños aún como los
púlsares y los quasars, descubiertos en tiempos recientes). Se divide a su vez en dos ramas: la
astronomía y la astrofísica. La primera se ocupa de determinar la posición y el movimiento de
los astros. La segunda, surgida en el s XX, estudia el origen, composición y evolución de los
astros en particular y el Universo en general.
La curiosidad y el deseo por desentrañar los misterios que nos rodean no son privativos del
hombre moderno: se han encontrado indicios de observaciones hechas alrededor de 30.000
años A.C.. El más antiguo Zodíaco de Signos se encontró en África, en el río Susfana, y tiene
una antigüedad de alrededor de 12.000 años. Aunque el Sol es el astro fundamental para la
vida en la Tierra, los primeros calendarios estaban basados en la Luna, porque ella se vincula
en forma directa con los períodos de gestación, con las mareas, los movimientos de los
animales y la caza.
La Astronomía es, por tanto, una de las actividades humanas más antiguas y aparece en todas
las culturas por igual.
Todas estas observaciones pasaron a conformar el pensamiento mágico de las primeras
civilizaciones, y de ellas surgen los mitos cosmogónicos de la creación del universo y el hombre
(como el Mito de Alchera en Australia, el de Olorun en África, los Cinco Soles de los Aztecas, el
Huevo Cósmico de la cultura china, o el Popol Vuh de los mayas, entre muchos otros).
Es a partir de este momento que los caminos de la astronomía y la astrología comienzan a
separarse. Según definen March y McEvers, "la astrología es la ciencia que estudia la acción de
los cuerpos celestes sobre los objetos animados e inanimados y la reacción de éstos ante esas
influencias. Estudia también los ángulos entre planetas y sus efectos visibles sobre la
humanidad". Los babilonios, por ejemplo, usaban sus conocimientos astronómicos para hacer
predicciones basados en la posición de la Luna y los planetas. Sin embargo, estas predicciones
no estaban referidas a personas sino a acontecimientos tales como inundaciones, cosechas o el
futuro del reino. Hacia el año 700 a.C. nace el Zodíaco y alrededor del 300 a.C. se empiezan a
hacer predicciones personales, basadas en la misteriosa influencia de los astros en la vida de
los seres humanos. Esta tradición astrológica se da también en otras civilizaciones como los
egipcios o los griegos. Esto no debe resultar extraño, ya que en todas ellas el estudio de la
naturaleza circundante, incluyendo el cielo, estaba íntimamente ligado al misticismo.
No fue sino hasta el siglo VII a.C. que los primeros filósofos griegos dieron un enfoque científico
al estudio de los astros y esbozaron las primeras teorías sobre la forma y dimensiones de la
Tierra y postulados acerca del universo que los rodeaba. Algunos de los más notables fueron
Aristarco de Samos (quien intentó calcular la distancia de la Tierra al Sol), Ptolomeo de
Alejandría, quien logró determinar la trayectoria de algunos astros, e Hiparco de Nicea que
elaboró el primer catálogo de las estrellas.
Los griegos y romanos fueron los primeros en dar nombre a las estrellas. Generalmente éstos
se referían a dioses, héroes y seres mitológicos. Ya en el medioevo, fueron los árabes quienes
contribuyeron al avance de los estudios astronómicos: tradujeron el Almagesto (tratado escrito
por Ptolomeo), inventaron nuevos instrumentos de observación como el astrolabio, catalogaron
nuevas estrellas (también con nombres propios como Aldebarán, Rigel, etc.) y tradujeron
nombres griegos al árabe. Al-Battani, Al-Sufi y Al Farghani se encuentran entres los más
famosos astrónomos árabes de la época. Sus descubrimientos llegan a Europa con las
invasiones turcas.
Con el tiempo, y a medida que aumentaba el número de nuevas estrellas, se hizo necesario
otro sistema de denominación. En 1603 el alemán Johannes Bayer, publicó un atlas de mapas
estelares llamado Uranometría, en el que se utilizaba las letras del alfabeto griego para
denominarlas. La primera letra designaba a la más brillante (a simple vista) y así sucesivamente
hasta la última letra. Pero con nuevas estrellas descubriéndose todo el tiempo, este sistema
probó ser insuficiente. En 1712 el astrónomo inglés John Flamsteed recurrió al empleo de
números en lugar de las letras. Este número, asignado a cada estrella, correspondía con una de
sus coordenadas celestes. En 1859, el astrónomo alemán F.W. A. Argelander en el Observatorio
de Bonn, compiló una lista gigantesca, la Bonner Durchmusterung (Prospección de Bonn).
Incluía 324.188 estrellas de hasta magnitud 9.5. El sistema más común de nominación de
estrellas en la actualidad es probablemente el SAO, Catálogo de Estrellas del Observatorio
Astrofísico Smithsoniano. Este catálogo incluye 258.997 estrellas de hasta 9a magnitud. La
última y mas grande lista de estrellas es la del Catálogo Guía de Estrellas del Telescopio
Espacial Hubble (GSC).
El sistema de catalogación por números es el único aceptado internacionalmente en la
actualidad. Sin embargo desde 1979 la empresa estadounidense International Star Registry
otorga, por una pequeña suma de dinero, certificados en los que consta que hay una estrella en
el universo que lleva el nombre de quien se suscribe. Algunas personalidades famosas que ya
tienen su propia estrella son Arnold Schwarzenegger, Cary Grant, Bruce Lee, Brad Pitt, la
Princesa Diana, Elvis Presley y Martin Luther King, entre otros que componen una larga lista.
Por supuesto que esto es totalmente simbólico y carente de cualquier validez oficial, pero
¿quién podría resistirse a la emoción de ver su nombre escrito en las estrellas?
Del cuento Anochecer, de Isaac Asimov. “Primero el eclipse, luego la Tiniebla universal y,
quizás, esas misteriosas Estrellas... después la locura y el final del ciclo.”
http://www.starregistry.com/
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