Hinduismo

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Hinduismo, religión originaria de la India donde la mayoría de sus habitantes sigue profesándola hoy en día.
También es practicada por aquellas familias que han emigrado de la India hacia el resto del mundo (en
especial al sur y este de África, al sureste y este de Asia y a Inglaterra). La palabra hindú deriva de la palabra
en sánscrito sindhu ('río', de forma más explícita el río Indo); durante el siglo V a.C., los persas utilizaban ese
nombre para referirse a aquéllos que vivían en las tierras del Indo. Los hindúes se definen a sí mismos como
"aquéllos que creen en los veda" o "aquéllos que siguen los cuatro tipos (varnas) de caminos (dharma) y
etapas de la vida (ashramas)".
El hinduismo es una de las religiones más extendidas e importantes del mundo, no sólo por su número de
miembros (estimados en más de 700 millones), sino también por la profunda influencia que ha ejercido en
muchas otras religiones durante su larga e ininterrumpida historia, que comenzó más o menos en el 1500 a.C.
Es preciso destacar igualmente la correspondiente influencia que el hinduismo ha recibido de esas otras
religiones (el hinduismo posee una extraordinaria capacidad para absorber e integrar elementos foráneos).
Esto ha contribuido de forma notable al sincretismo de la religión y a la asimilación de una gran variedad de
creencias y prácticas religiosas. Es más, las bases geográficas, más que las puramente religiosas (que
consisten en todo lo que el pueblo de la India ha creído y ha hecho), le han otorgado el carácter de sistema
doctrinal y social que se extiende a todos los aspectos de la vida humana.
Principios fundamentales
Las normas o cánones del hinduismo se definen en relación con lo que las personas hacen, más que con lo que
piensan. Por consiguiente, dentro de los hindúes se encuentra una mayor uniformidad de acción que de
creencias, a pesar de que hay muy pocas creencias o prácticas que sean compartidas por todos. La mayoría de
los hindúes cantan el himno del gayatri al amanecer, pero casi no existe acuerdo sobre qué otras oraciones
debieran cantarse. Muchos hindúes veneran a Siva, Visnú y la diosa Devi, pero también adoran a cientos de
otras deidades menores, propias de ciertos poblados o incluso particulares sólo de algunas familias. Hay
prácticas que observan casi todos, como son: el reverenciar al Brahmán (casta) y a las vacas; la prohibición de
comer carne (en especial la de vacuno), y el matrimonio sólo con un miembro de la misma casta (jati) con la
esperanza de tener un hijo varón heredero. A pesar de que los hindúes creen y practican ciertas cosas que
parecen contradictorias (no sólo con respecto al resto del mundo sino dentro de su misma religión y de su
vivir cotidiano), cada individuo percibe un modelo a seguir que confiere orden y sentido a su vida. Dentro del
hinduismo no existe una jerarquía doctrinal ni eclesiástica, pero la complicada estratificación social,
inseparable de la religión, le da a cada persona la sensación de tener una posición dentro de este enorme grupo
humano.
Textos
La última autoridad canónica para todos los hindúes son los cuatro Veda. Entre ellos el más antiguo es el
Rig−Veda, escrito en una de las formas más antiguas de la lengua sánscrita del noroeste de la India. Este texto
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fue escrito entre el 1300 y el 1000 a.C. y consta de 1.028 himnos dedicados a un panteón de dioses, ha sido
memorizado sílaba por sílaba, conservándose así hasta hoy. Al Rig−Veda le fueron agregados otros dos Veda,
el Yajurveda (el libro del sacrificio) y el Samaveda (contiene los himnos). Un cuarto libro, el Atharvaveda
(una colección de hechizos mágicos), lo más probable es que haya sido incluido alrededor del 900 a.C. Por
aquel entonces también fueron escritos los Brahmanas, extensos textos escritos en sánscrito, donde se exponen
los rituales que practican los sacerdotes y todos los mitos que los componen. Más o menos a comienzos del
600 a.C. se compusieron los Upanisads, que son meditaciones místico−filosóficas con respecto al significado
y a la naturaleza del Universo.
Los Veda (dentro de los que se incluyen los brahmanas y los Upanisads) son considerados las normas
reveladas (shruti, 'lo que ha sido oído de los dioses'), y no se les puede cambiar ni siquiera una sílaba. Sin
embargo, el contenido actual de estas normas es desconocido para la mayoría de los hindúes. El compendio
más práctico del hinduismo, y que por tanto utilizan, está contenido en el smriti ('lo que se recuerda'), resumen
que también se transmite en forma oral. No obstante, no existen prohibiciones con respecto a improvisar
ciertas variaciones, cambiar algunos nombres o sugerir interpretaciones del smriti. En él se encuentran las dos
obras épicas sánscritas más importantes, el Mahabharata y el Ramayana, los puranas escritos en sánscrito,
entre los que se incluyen los 18 grandes puranas y varias docenas de puranas de menor importancia. También
contiene los numerosos dharmashastras y dharmasutras (libros de texto referentes a la ley sagrada), de los que
sobresale uno, que habría sido escrito por el sabio Manu, que se cita con mayor frecuencia.
Las dos obras épicas están construidas alrededor de una historia central. El Mahabharata relata la guerra civil
entre los hermanos Pandu, liderados por su primo Krishna (dios) y sus primos los Kauravas. El Ramayana
cuenta el viaje que hizo Rama para rescatar a su esposa Sita que había sido raptada por el demonio Ravana.
Las historias están adornadas por historias procedentes de otros cuentos y discursos de filosofía, leyes,
geografía, ciencias políticas y astronomía, por lo que el Mahabharata (que consta de unas 200.000 líneas
escritas) constituye una suerte de enciclopedia o completa colección literaria, y el Ramayana (con más de
50.000 líneas escritas) le sigue en importancia. A pesar de que es imposible darles una fecha fija, lo más
probable es que los capítulos centrales del Mahabharata y del Ramayana hayan sido escritos entre el 300 a.C.
y el 300 d.C. Sin embargo, ambos fueron ampliados, incluso después de la época medieval, periodo en que
fueron traducidos a las lenguas comunes de la India (como el tamil y el hindi).
Los puranas fueron escritos después de las obras épicas, y muchos de ellos son tan sólo prolongaciones de los
temas tratados en las obras épicas (por ejemplo, en el Bhagavata−Purana se describe la niñez de Krishna, un
tema que no había sido desarrollado en el Mahabharata). Entre los puranas también se incluyen mitos
secundarios, himnos de alabanza, filosofía, iconografía y rituales. En la mayoría de ellos predomina una
naturaleza sectaria; los más importantes (y algunos secundarios) están dedicados al culto de Siva, Visnú o
Devi; muchos de los puranas auxiliares están dedicados a Ganesha, Skanda o el sol. Muchos puranas también
contienen material que no es sectario, escritos cuyo origen quizás sea más antiguo, como las "cinco señales" o
tópicos (panchalakshana) de los puranas: la creación del Universo, la destrucción y recreación del Universo,
las dinastías de los dioses lunares y solares, la genealogía de los dioses y de los sabios santos, y las edades de
los padres fundadores de la humanidad (los Manus).
Filosofía
Dentro de su rica literatura incorpora una cosmología muy compleja. Los hindúes creen que el Universo es
una gran esfera encerrada, un huevo cósmico dentro del cual hay muchos cielos concéntricos, infiernos,
océanos y continentes, y que la India está en medio de todos ellos. Creen que el tiempo es a la vez
degenerativo desde la época dorada o Krita Yuga, a través de dos periodos de dioses decadentes, hasta los
tiempos actuales o Kali Yuga y cíclico: al final de cada Kali Yuga el Universo es destruido por el fuego y las
inundaciones, comenzando así una nueva época dorada. La vida humana también es cíclica: después de morir,
el alma deja el cuerpo y renace en el cuerpo de otra persona, animal, vegetal o mineral. Este imparable
proceso se llama samsara (véase Transmigración). La calidad de la reencarnación viene determinada por el
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mérito o la falta de méritos que haya acumulado cada persona como resultado de su actuar o karma, de lo que
el alma haya realizado en su vida o vidas pasadas. Todos los hindúes creen que el karma funciona así; sin
embargo, también piensan que esto se puede contrapesar con la práctica de expiaciones y de rituales
(ejercitándose a través del castigo o de la recompensa), logrando así aminorar o hacer más fácil (moksha) todo
el proceso del samsara, previa renuncia de todos los deseos terrenales.
A los hindúes se les divide en dos grupos: quienes buscan las recompensas sagradas y profanas de este mundo
(salud, dinero, hijos y una buena reencarnación), y aquéllos que buscan liberarse del mundo. Los principios
del primer sistema de vida fueron extraídos de los Veda y hoy en día están representados en los templos
hindúes, en la religión de los brahmanes y en el sistema de castas. La segunda forma de vida, explicada en los
Upanisads, se manifiesta no sólo en los cultos de renuncia (sannyasa) sino también en los fundamentos
ideológicos de la mayoría de los hindúes.
Al principio, el aspecto del mundo hindú estaba compuesto por tres Veda, tres clases de sociedades (varnas),
tres etapas en la vida (ashramas), y tres "metas de un hombre" (purusharthas); el tema de las metas o
necesidades de las mujeres rara vez se menciona en los textos antiguos. A los tres primeros Veda les fue
agregado el Atharvaveda. Las primeras tres clases (brahmán o sacerdotal, kshatriya o guerrero, y vaishya o
pueblo llano) derivaban de la división tripartita de la antigua sociedad indoeuropea, tal y como aparece en las
culturas griegas y romanas. A estas tres clases se les unió la de los shudras o sirvientes, después que los arios
se establecieran en el Punjab y comenzaran a desplazarse hacia el sur, hacia el valle del Ganges. Los tres
ashramas originales eran el estudiante casto (brahmachari), el amo de casa (grihastha) y el habitante del
bosque (vanaprastha). Se decía que tenían tres deudas o deberes: estudiar los Veda (esto se lo debían a los
sabios); un hijo (a los ancestros) y sacrificarse (deuda que tenían con los dioses). Las tres metas u objetivos
eran el artha (éxito en cuanto a bienes materiales), dharma (recto comportamiento social) y kama (placeres
sensuales). Al poco tiempo de haber sido compuestos los primeros Upanisads, durante el surgimiento del
budismo (siglo VI a.C.), se les sumó un cuarto ashrama y su meta correspondiente: el que renuncia (sannyasi),
cuya meta es la de liberarse (moksha) de las etapas, metas y deudas antes mencionadas.
Cada uno de estos dos modos de actuar de los hindúes desarrollaron sus propios sistemas metafísicos y
sociales interactivos. El sistema de castas y la filosofía de svadharma que lo sostiene (el dharma de cada uno)
se desarrollaron dentro del modo de vida mundano. El svadharma considera que cada persona nace para
realizar un trabajo específico, para casarse con una cierta persona, comer cierta comida y engendrar ciertos
niños, y que ésta es la mejor manera de cumplir con su propio dharma antes que con la de cualquier otro
(incluso si el propio dharma es bajo y reprochable, como es el de la casta de harijan, los intocables, cuya sola
presencia, en ciertas ocasiones, llegó a ser considerada contaminante para las otras castas). La principal meta
del hindú mundano y común es la de tener y criar un hijo para que sirva de ofrenda a los ancestros (la
ceremonia shraddha). Por otro lado, el segundo camino de renunciación del hinduismo se basa en la filosofía
upanisádica de la unidad del alma individual o atmán con el brahmán, el alma universal del mundo o
divinidad. Se cree que si el fiel logra la total realización de esto, sería suficiente para que se liberara de la
reencarnación; mirado así, nada podría ser más perjudicial para la salvación de los individuos que el
nacimiento de un niño. Muchas de las metas e ideales de renunciación del hinduismo han sido incorporadas al
hinduismo mundano, en especial el dharma eterno (sanatana dharma), un código ético absoluto y general cuyo
máximo sentido lo encuentra en la trascendencia, adhiriéndose a todos los dharmas secundarios, relativistas y
específicos. Para los hindúes, el principio más importante del sanatana dharma es el ahimsa, la ausencia del
deseo de hacer daño, el que se utiliza para justificar el hecho de que sean vegetarianos (sin embargo, este
dogma no prohibe la violencia física contra seres humanos o animales, o que se practiquen sacrificios de
sangre en los templos).
Además del sanatana dharma, se han hecho numerosos esfuerzos para lograr reconciliar los dos hinduismos.
El Bhagavad−Gita describe tres caminos para lograr la realización religiosa: el sendero de los trabajos o
karma (aquí se mencionan actos de sacrificio y rituales), el sendero del conocimiento o jnana (la meditación
Upanisádica de la divinidad) y el sendero de meditación, una apasionada devoción por Dios o bhakti, un ideal
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religioso que vino a combinar y a hacer de los otros dos senderos, una vía más trascendente. En términos
generales, se pueden encontrar huellas del bhakti en las obras épicas, incluso en algunos de los Upanisads,
pero su manifestación más completa no aparece hasta después del Bhagavadgita, cobrando impulso a partir de
los cantos y poemas escritos en lengua común, dedicados a las deidades locales, en especial a los Alvars,
Nayanars y Virashaivas del sur de la India y los fieles bengalíes de Krishna.
Los hindúes han logrado pues conciliar su monismo vedántico (véase Vedanta) con su politeísmo védico:
todos los dioses hindúes individuales (de los que se dice son saguna, 'con atributos'), están sometidos a la
divinidad (nirguna, 'sin atributos'), a partir de la cual emanan todos. Por lo tanto, la mayoría de los hindúes
rinden tributo (a través del bhakti) a dioses a quienes adoran en los rituales (a través del karma) y a los que
entienden (por medio del jnana) como aspectos de última realidad, el reflejo material de que todo es una
ilusión (maya) realizada por Dios con mucho esfuerzo, pero con un espíritu de juego (lila).
Dioses
A pesar de que los hindúes reconocen la existencia e importancia de muchos dioses y semidioses, la mayoría
de los fieles son, en primer lugar, devotos de un solo dios o diosa; dentro de éstos, los más populares son Siva,
Visnú y la Diosa (Devi).
Siva encarna los aspectos en apariencia contradictorios del dios de los ascetas y del dios fálico. Es el dios de
los que han renunciado, en especial de las muchas sectas que lo imitan: kapalikas, que llevan calaveras para
reconstruir el mito en el que Siva decapita a su padre, el incestuoso Brahma, condenándole a que lleve su
calavera hasta que encuentre el fin de este castigo (en Benarés logró la libertad); pashupatas, seguidores del
culto a Siva Pashupati, Señor de las bestias, y aghoris, 'para quien nada es horrible', yoguis que comen
inmundicias o carne cruda, con el fin de demostrar que son totalmente indiferentes ante el placer o el dolor.
Siva también es aquella deidad cuyo símbolo fálico (linga) constituye el santuario central de todos los templos
y el santuario personal de todos los propietarios de una casa que son sus seguidores; se dice que su priapismo
fue el resultado de su castración, con el consecuente culto de su símbolo fálico sin cuerpo. Además de esto, se
dice que Siva se habría hecho presente en la tierra bajo distintas formas humanas, animales y vegetales,
estableciendo muchos santuarios locales.
Visnú es adorado como un dios que está por todas partes (dios supremo para sus adoradores), el dios desde
cuyo ombligo brotó una flor de loto, dando a luz al creador (Brahma). Visnú creó el Universo, separando el
cielo de la tierra; más adelante, y en muchas ocasiones, tuvo que ayudarlo a sobrevivir. También se le adora
bajo la forma de muchos dioses decadentes (véase Avatar) o, por lo menos, burdas reencarnaciones de éstos.
Muchos de ellos son animales que suelen aparecer en la iconografía hindú: el pez, la tortuga y el cerdo. Otros
son los enanos Vamana (quienes se transformaron en un gigante para engañar a Bali, el demonio, y expulsarlo
así del Universo); el hombre león Narasimha (quien destripó al demonio Hiranyakashipu); el Buda (quien se
encarnó con el fin de enseñarles una doctrina falsa a los demonios piadosos); Rama con un hacha
(Parashurama, quien decapitó a su madre porque no era casta, matando luego a toda la clase de los Kshatriyas
para vengar a su padre), y Kalki (el jinete del caballo blanco, que vendrá a destruir el Universo al final de la
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era de Kali). Pero, con diferencia, los más populares son Rama (el héroe del Ramayana), y Krishna (héroe del
Mahabharata y del Bhagavata−Purana); se dice que ambos son encarnaciones de Visnú, a pesar de que en un
comienzo fueron héroes humanos.
Junto a estos dos grandes dioses masculinos, hay muchas diosas objeto de profunda devoción. A veces se dice
que constituyen los distintos aspectos de la Diosa, Devi. En algunos mitos, Devi es la primera que propone el
movimiento, la acción, liderando el grupo de dioses masculinos para que realicen las labores de creación y de
destrucción. También se muestra como Durga, a la que no se le puede acercar, quien en la gran batalla mata a
Mahisha, el demonio búfalo; o Kali, la diosa negra, quien danza en forma frenética sobre los cadáveres de
quienes ha asesinado y luego se ha comido, adornada con las calaveras que aún gotean y las manos tiesas de
sus víctimas. Los shaktas (devotos de Sakti, el poder femenino) también adoran a la Diosa. Esta secta surgió,
junto con los tantristas, durante la época medieval. Los tantristas celebraban ceremonias esotéricas con misas
negras, en las que aquellas cosas que estaban prohibidas (como la carne, el pescado y el vino) se hacían, al
igual que practicaban, a modo de ritual, actos sexuales que por lo general no se les permitía realizar. En
muchos cultos tántricos, a la Diosa se le identifica con Radha, la consorte de Krishna.
También hay representaciones más pacíficas de la Diosa, generalmente bajo la forma de las esposas de los
dioses más importantes: Lakshmi, la sumisa, la dócil esposa de Visnú que se muestra como una fértil diosa;
Parvati, esposa de Siva e hija del monte Himalaya; Ganga la gran diosa del río (el Ganges), a quien también se
le adora en forma independiente, se dice que es una de las esposas de Siva; a Sarasvati, la diosa de la música y
de la literatura y esposa de Brahma, se la asocia con el río Saraswati. Muchas de las diosas locales de la India
(como Manasha, la diosa de las serpientes en Bengala, y Minakshi en Madurai) están casadas con dioses,
mientras que a otras como Shitala, diosa de la viruela, se les rinde culto por sí mismas. A estas diosas solteras
se les teme por sus indomables poderes y mal carácter, y por sus arranques de cólera.
Hay algunos dioses menores que están incluidos dentro del panteón central, porque se les identifica con los
dioses más importantes o con sus hijos o amigos. Hanuman (el dios mono) aparece en el Ramayana como el
ingenioso asistente de Rama en el sitio de Lanka. Skanda (el general de las fuerzas armadas de los dioses) es
hijo de Siva y de Parvati, tal y como Ganesha (el dios con cabeza de elefante) dios de los escribas y
mercaderes, quien ayuda a eliminar los obstáculos y es objeto de fervorosos cultos al comienzo de cualquier
negocio importante.
Culto y ritos
Desde el más importante hasta el menos trascendente de los dioses hindúes es adorado en una serie de círculos
concéntricos de personas, como también en ceremonias privadas de gran devoción. Dadas las bases sociales
del hinduismo, las ceremonias más importantes son aquéllas en las que se incluyen ritos de pasajes
(samskaras) las cuales comienzan al nacer y cuando el niño come por primera vez comida sólida (arroz). Entre
los ritos que vienen a continuación, se incluye el primer corte de pelo (para un niño) y la purificación después
de la primera menstruación (para una niña), el matrimonio, y la bendición para las embarazadas, para que
tengan un hijo varón y para asegurar así un parto sin dificultades y que el niño sobreviva los seis primeros días
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después del nacimiento, que son los más peligrosos (para lo cual se encomiendan a Shashti, la diosa del Seis).
Las últimas ceremonias son las de la muerte (cremación, y si es posible que las cenizas sean esparcidas por el
Ganges, el río sagrado) y el ofrecimiento anual a los antepasados muertos. De estos últimos, el más notable es
el del pinda, una bola de arroz y de semillas de sésamo que entrega el hijo mayor del difunto, para que el
fantasma de su padre pueda salir del limbo y renacer.
Dentro del ritual diario de los hindúes (por lo general realizado por la esposa, quien se supone tiene más poder
para interceder ante los dioses) se hacen ofrecimientos (puja) de frutas y flores ante un pequeño altar instalado
en la vivienda. Ella también les hace ofrendas a serpientes locales, árboles o a espíritus oscuros (benevolentes
y malévolos) que moran en su propio jardín, en cruces de caminos o en otros sitios considerados mágicos del
pueblo. Muchos poblados y ciudades de diferentes tamaños tienen templos donde los sacerdotes celebran
ceremonias durante todo el día: rezando al amanecer y emitiendo ciertos tipos de sonidos para despertar al
dios que es santo entre los santos (la garbagriha o casa matriz); lavando, vistiendo y abanicando al dios, y
alimentándolo y distribuyendo los restos de la comida (prasada) entre sus adoradores. El templo también
constituye un centro cultural donde se cantan canciones, se leen los textos sagrados en voz alta (tanto en
sánscrito como en lengua común) y se celebran rituales al anochecer. A los laicos se les permite estar
presentes en la mayoría de las ceremonias. En muchos templos, en especial en aquellos dedicados a diosas
(como el templo a Kali, el Kalighat en Calcuta), y en ciertas ocasiones especiales, sacrifican cabras (chivos).
Por lo general, los sacrificios son llevados a cabo por una casta especial de sacerdotes, de bajo nivel, y se
realizan fuera de los límites del templo. Existen miles de templos locales, que son sólo una pequeña casa de
piedra en la que se guarda una efigie sin forma, envuelta en telas, o edificaciones un poco más grandes, que
cuentan con un pequeño estanque para bañarse. Además, la India cuenta con muchos templos de gran tamaño
e, incluso, con algunas ciudades templo. También los hay esculpidos a la salida de cavernas (como los de
Elefanta y Elora) y otros construidos en grandes bloques monolíticos, como los de Mahabalipuram. Hay otros
que están levantados con bloques de piedra importados y que han sido esculpidos con esmero, tal y como lo
muestran los templos de Khajuraho, Bhubaneswar, Madurai y Kanjeevaram. Por lo general, una vez al año y
durante ciertos días especiales, la imagen del dios recorre todo el complejo de culto sobre unas magníficas
carrozas de madera tallada (ratha).
Muchos lugares sagrados o santuarios, como el de Rishikesh en el Himalaya o el de Benarés en el Ganges, son
objeto de peregrinaje de fieles que provienen de todas las zonas de la India; otros no son más que santuarios
locales. Ciertos lugares sagrados se visitan más que otros, según los festivales especiales que se celebran
durante el año. Por ejemplo Prayaga (el lugar donde se unen los ríos Ganges y Yamuna en Allahabad) es
siempre sagrado, pero cada mes de enero se llena de peregrinos durante el festival de Kumbha Mela, llegando
a saturarse con los millones de visitantes que asisten a la ceremonia especial que se celebra cada doce años.
En Bengala, la visita que hace la diosa Durga a su familia y luego su retorno al lado de Siva, su marido, se
celebra cada año en Durgapuja. Se reproducen imágenes de la diosa en papel maché, figuras a las que se les
rinde culto por diez días, y más tarde, en una dramática ceremonia que se celebra a medianoche, son arrojadas
al Ganges. Todo esto va acompañado del retumbar de tambores y la luz de las velas. Algunos festivales se
celebran en toda la India: Dìvalì, el festival de las luces a comienzos del invierno, y Holi, el carnaval de la
primavera, en el que los diferentes miembros de todas las castas se mezclan, sueltan sus cabellos y se mojan
unos a otros con cascadas de polvo rojo y agua, lo que probablemente simboliza la sangre que quizás
utilizaban siglos atrás.
Historia
Las creencias y prácticas religiosas básicas de hinduismo no pueden entenderse fuera de su contexto histórico.
A pesar de que resulta imposible situar los primeros textos y eventos, su desarrollo cronológico general se
puede seguir con mucha claridad.
La civilización védica
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En el valle del río Indo floreció, alrededor del 2000 a.C., una civilización muy desarrollada, en las
proximidades de las localidades de Harappa y Mohenjo−Daro. Más o menos en el 1500 a.C., cuando las tribus
arias invadieron la India, esta civilización cayó en decadencia. Según los vestigios actuales resulta imposible
saber si estas dos civilizaciones tuvieron o no algún tipo de contacto significativo. Sin embargo, muchos
elementos del hinduismo no presentes en la civilización védica, como el culto fálico y el dedicado a las diosas,
el bañarse en los estanques de los templos y las posturas del yoga, pueden ser derivadas de la civilización del
Indo. Véase Civilización del valle del Indo.
Hacia el año 1500 a.C., los arios ya estaban asentados en el Punjab, llevando consigo su panteón de dioses
indoeuropeos, que era principalmente masculino, y una sencilla ética guerrera que, además de ser muy
religiosa, era vigorosa y mundana. Los dioses del panteón védico sobrevivieron en el hinduismo tardío, pero
ya no volvieron a ser objeto de culto: Indra, rey de los dioses y dios de la tormenta y de la fertilidad; Agni,
dios del fuego; Soma, dios de la soma (planta sagrada y con cuya bebida se embriagaban). Más o menos en el
900 a.C., el uso del hierro hizo posible que los arios pudieran desplazarse hacia el sur, al rico valle del río
Ganges, donde desarrollaron una civilización y un sistema social mucho más sofisticado. Durante el siglo VI
a.C., el budismo comenzó a dejar sus huellas en la India, lo que se transformaría a lo largo del milenio en una
interacción muy fructífera con el hinduismo.
La civilización hindú clásica
Más o menos desde el 200 a.C. hasta el 500 d.C. la India fue invadida por muchos grupos que venían del
norte. Entre los que causaron un mayor impacto están los sakas (escitas) y los kushanas. Fue un periodo de
continuos cambios, gran crecimiento, sincretismo y definición para el hinduismo; durante esta época se
terminaron de escribir las obras épicas dharmashastras y dharmasutras. Bajo el Imperio Gupta (entre el 320 y
el 480 d.C.), gran parte del norte de la India estuvo bajo el mando de un único poder, encontrando el
hinduismo clásico su máxima expresión: se codificaron las leyes sagradas, se comenzaron a construir los
grandes templos y se preservaron los mitos y los rituales en los puranas.
La aparición de movimientos devotos
Durante el periodo siguiente de la dinastía Gupta, surgió un hinduismo menos rígido y más ecléctico, formado
por sectas más disidentes, movimientos vernáculos y otros de gran devoción. Muchas de las sectas surgidas en
el periodo que va entre el 800 y 1800 son movimientos que aún perduran en la India.
Se dice que la mayoría de los movimientos bhakti fueron fundados por santos, los gurúes, a partir de quienes
la tradición se ha ido transmitiendo del gurú a su discípulo (chela) sin interrupciones. Esta cadena, junto a los
cánones escritos, constituye la base para la autoridad de la secta bhakti. Otras tradiciones están basadas en la
enseñanza de los escritos de filósofos como Shankara y Ramanuja. Shankara fue el principal defensor del
monismo puro o no dual (Advaita Vedanta), y de la doctrina de que todo lo que parece real no es más que
mera ilusión. Ramanuja estaba comprometido con la filosofía del no dualismo calificado (Vishishta Advaita),
un esfuerzo por tratar de reconciliar la creencia en una divinidad sin atributos (nirguna), con la devoción hacia
un dios con atributos (saguna), y como un esfuerzo por subsanar la paradoja que implica el amar a un dios que
es idéntico a uno.
Las filosofías de Shankara y de Ramanuja se desarrollaron en el contexto de las seis grandes filosofías
clásicas (darshanas) de la India: el Karma Mimamsa (investigación activa); la Vedanta (el fin de los Veda), en
cuya tradición incluiríamos la obra de Shankara y de Ramanuja; el sistema Sankhya, que describe la oposición
entre el principio de un espíritu masculino inerte (purusha) y un principio femenino activo material o natural
(prakriti), subdividido en las tres cualidades (gunas) de bondad (sattva), pasión (rajas) y oscuridad (tamas); el
sistema Yoga, y los elevados sistemas metafísicos de Vaisheshika (una especie de realismo atómico) y Nyaya
(lógico, pero de naturaleza extremadamente teística).
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El hinduismo medieval
De forma paralela a estas complejas investigaciones filosóficas en sánscrito, se compusieron canciones
escritas en lengua común, que se transmitían en forma oral (se preservaron en algunas localidades del país).
Fueron compuestas por los alvars, nayanars y los virashaivas durante los siglos VII, VIII y IX en Tamil y en
Kannada, y durante el siglo XV por el poeta de Rajasthani, Mira Bai, en el dialecto braj. En Bengala, durante
el siglo XVI, Chaitanya fundó una secta de misticismo erótico para celebrar la unión de Krishna y Radha en la
teología tántrica, en la que estaba muy presente la influencia del budismo tántrico. Chaitanya creía que él
encarnaba tanto a Krishna como a Radha, y también pensaba que el poblado donde creció Krishna
(Vrindaban) una vez más se había manifestado en Bengala. La escuela de los gosvamins, discípulos de
Chaitanya, desarrollaron una elegante teología de participación estética en el ritual que representaba la vida de
Krishna.
Durante el siglo XVI, estas representaciones rituales también se desarrollaron en los alrededores del poblado
de Vrindaban; los poetas hindúes eran quienes las celebraban. El primer gran poeta místico hindi fue Kabir, de
quien se decía era hijo de un musulmán y estaba muy influido por el islam, en particular por el sufismo. Sus
poemas desafiaban los dogmas canónicos tanto del hinduismo como del islam, venerando a Rama y
prometiendo la salvación si se cantaba el santo nombre de Rama. Fue seguido por Tulsi Das, quien escribió
una bella versión hindi del Ramayana. Surdas fue contemporáneo de Tulsi Das y autor de poemas a propósito
de la vida de Krishna en Vrindaban; esto sirvió para establecer las bases de los ras lilas, dramatizaciones
locales de mitos de la niñez de Krishna, representaciones que todavía desempeñan un importante papel en los
servicios al culto de Krishna en el norte de la India.
Los siglos XIX y XX
Durante el siglo XIX se realizaron importantes reformas bajo el auspicio de Ramakrishna, Vivekananda y de
las sectas de Arya Samaj y de Brahmo Samaj. Estos movimientos buscaban reconciliar el hinduismo
tradicional con las reformas sociales y las nuevas ideas políticas que estaban surgiendo. Por ello, los líderes
nacionalistas Sri Aurobindo Ghose y Mahatma Gandhi trataron de extraer del hinduismo todos aquellos
elementos que mejor pudieran servir para lograr sus propósitos políticos y sociales. Por ejemplo, Gandhi usó
su estilo propio de ahimsa, transformándolo en una forma de resistencia pasiva; buscaba que se crearan
reformas que favorecieran a los intocables y que ayudaran a expulsar a los británicos de la India. De forma
similar, Bhimrau Ramji Ambedkar revivió el mito de los brahmanes que descendieron de casta, y la tradición
de que el budismo y el hinduismo alguna vez fueron una sola fe; esto lo hizo con el fin de evitar que los
intocables pudieran recobrar su dignidad al reconvertirse al budismo.
En tiempos más actuales, muchos autoproclamados maestros de las enseñanzas de la religión de la India han
emigrado a Europa y a los Estados Unidos, donde han sido la inspiración para numerosos grupos de
seguidores. Algunos de ellos, como la secta Hare Krishna fundada por Bhaktivedanta, dicen inspirarse en las
prácticas del hinduismo clásico. En la India, el hinduismo se ha ido desarrollando a pesar de los numerosos
cambios y reformas que conlleva la gradual modernización y urbanización de la vida en el país. Los mitos
siguen existiendo en el cine hindú y los rituales sobreviven no sólo en los templos sino también en las
memorias familiares o en ritos sociales. Es así como el hinduismo, religión que ayudó a que la India se
sostuviera por siglos a pesar de la invasión extranjera y de sus problemas internos, sigue teniendo una función
vital por el apoyo que ofrece y por lo que significa en las vidas de los hindúes de hoy.
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