Trabajadores enfermos piden indemnización a ingenio

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Trabajadores enfermos piden indemnización a ingenio
GERARDO REYES
El Nuevo Herald 6 maggio 2007
Cuando Alvaro Bermúdez, el director administrativo del ingenio azucarero San Antonio, escucha un
inventario que le hace un reportero de El Nuevo Herald de las denuncias de los ex trabajadores de ese
central en relación con la Insuficiencia Renal Crónica (IRC) que los está diezmando, reacciona con una
mezcla de indignación y disgusto.
''Nos duele y nos molesta'', dijo, ''que precisamente en el tema al que nos hemos abocado durante
muchos años, que es la salud de los trabajadores, ahora haya alguien que diga que hemos causado este
problema tan triste, porque es triste'', afirmó en una entrevista en un vieja casona enclavada en el
corazón del enorme central azucarero de Chichigalpa donde trabajan en tiempos de zafra unos 4,500
empleados.
Como prueba de su interés por el personal, el directivo del ingenio aseguró que ésta fue la primera
empresa agrícola de Nicaragua que estableció un sistema de pensión para trabajadores del campo; la
única que paga el 60 por ciento de alimentación a sus empleados y su núcleo familiar y que cubre la salud
no solo del empleado sino de su familia.
El ingenio cuenta con un hospital con salas de cirugía y materninad y ofrece, entre otros servicios,
urgencia, pediatría, ortopedia y laboratorio clínico, como lo pudo constatar El Nuevo Herald en una
visita al centro asistencial, guiada por su director, el médico Alejandro Marín.
A la entrada del complejo, un grupo de ex trabajadores exigen, desde hace tres meses, un diálogo con
los directivos en búsqueda de una indemnización por la enfermedad, que, según ellos, adquirieron cuando
trabajaban en sus campos y como consecuencia del uso de agroquímicos y la contaminación de las aguas.
El equipo de médicos del ingenio sostiene que no hay ningún estudio científico que permita concluir que
la enfermedad fue desencadenada por esas causas.
Marín explicó a El Nuevo Herald que desde hace unos 40 años, cuando visitaba esta región con su padre,
quien también era médico, existía un alto índice de pacientes con deficiencia renal.
En esa época, agregó el médico, los cultivos de caña de azúcar era pequeños y la zona estaba dominada
por las plantaciones de algodón, en las que se usaron pesticidadas fuertes y hoy prohibidos. Marín no
descarta que esos químicos tengan un efecto residual en el ecosistema pero no tiene pruebas
científicas de ello.
Hace tres años el ingenio reconoció una ayuda humanitaria de más de $2 millones a unos 1,100 ex
trabajadores afectados con la Insuficiencia Renal Crónica.
La pregunta es si lo hará de nuevo.
''Sucede siempre, la gente se atrinchera, porque cada vez que uno da un apoyo o una ayuda, existe el
riesgo que te tomen que estás pagando por algo y la posibilidad de que lo usen en los juicios que te están
llevando y eso te puede debilitar legalmente'', afirmó Bermúdez.
La palabra más delicada en ese tema es indemnización. ''Esa palabra, que no la quiero ni usar en mi boca,
es el peligro que existe'', aseguró Bermúdez. ``En el pasado hemos apoyado, preferimos ahora gastar
dinero en la solución de investigaciones, preferimos apoyar en medicinas al Ministerio de Salud para
ayudar, lo que no podemos aceptar es causa-efecto porque no es cierto''
El directivo insistió en que la enfermedad es un problema de salud pública, y no del sector privado.
``No podemos sustituir al Estado, podemos apoyar a la comunidad en la que estamos insertos y lo
hemos hecho en el pasado, pero no somos ministerios de Salud''.
Consultado sobre este punto, el médico del Ministerio de Salud de Nicaragua, Edwin Reyes, explicó que
el gobierno está preparando un estudio a fin de obtener biopsias de unos 20 pacientes para establecer
si hay o no residuos químicos en los riñones.
Reyes explicó a El Nuevo Herald que hasta ahora no existe ningún estudio concluyente sobre las causas
de la enfermedad.
Lo que sí hay, aclaró, es una tendencia a que se reporte en sembrados de caña de azúcar pues el
fenómeno se presenta en los ingenios San Antonio, Montelimar y Monte Rosa de Nicaragua y en El
Salvador, pero hay también campesinos que trabajan en otras tareas agrícolas e incluso personal de
oficina que también han contraído la enfermedad.
A falta de estudios definitivos, algunos de los representantes de la comunidad científica de Nicaragua
y entidades del gobierno han dicho que el origen de la enfermedad es ``multicausal''.
Pero Reyes sostiene que esa es una forma de eludir la solución. ``Decir que son múltiples factores es
lavarse las manos y decir: ``Toda la vida va a existir este problema, así que acostumbrémonos a vivir
con él''.
El nefrólogo explicó que si bien algunos herbicidas pueden producir la insuficiencia renal, hasta que no
se practiquen las biopsias no se pueden sacar conclusiones.
Por su parte, Augusto Madriz, jefe de recursos humanos del ingenio Santa Rosa, en Chinandega, explicó
que la empresa no tiene responsabilidad en la epidemia. La posición del ingenio es que se trata de una
enfermedad ``multifactorial''.
Entre las causas posibles Madriz mencionó ``factores genéticos, ingesta de aguas contaminadas y de
alcohol adulterado, abuso en el uso de fármacos, mala alimentación y falta de hidratación''.
Los nuevos procesos judiciales, entre tanto, avanzan lentamente.
Bermúdez criticó la forma como los políticos y algunos abogados están utilizando a los ex empleados del
ingenio.
Según Bermúdez, la IRC fue declarada por ley como enfermedad laboral en Nicaragua, porque los
diputados cedieron a las presiones de los ex trabajadores para salir del paso y sin tener ninguna base
científica.
''En su necesidad [los trabajadores] acuden adonde políticos y a donde abogados'', dijo, ``y usted
puede o dirigir bien o maldirigir, en este caso, cuando los dirigen en contra nuestra, están haciéndolo
mal porque no están encontrando la verdad, porque la verdad de su problema no está aquí, no está en
nosotros, entonces no van a encontrarla''.
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