2.- LA NATURALEZA EN EL ESPACIO URBANO. 2.1.- LOS SISTEMAS NATURALES O NATURALIZADOS. Es bien conocido que el emplazamiento de una ciudad no es algo azaroso, su propio diseño original suele ser el resultado de una lógica de ocupación del espacio que asume e interioriza la conformación de los caracteres naturales del territorio sobre el que se asienta. Este equilibrio de fuerzas entre una sociedad que pretende ocupar el territorio de acuerdo a sus necesidades demográfica, productivas y comerciales y una trama natural con sus peculiaridades funcionales; fertilidad edáfica, red hídrica, inestabilidad del sustrato, disponibilidad de agua potable, etc., ha estado vigente hasta hace escasas decenas de años en el caso de Sevilla. Es a partir de los años sesenta cuando la ciudad definitivamente toma la iniciativa y desborda sus limites históricos, en un proceso en gran medida desordenado, ocupando la fértil llanura y culminando el alejamiento del río que le proporcionó la razón de ser. En ese proceso de intenso crecimiento, - que todavía se alienta aun cuando la población ha dejado de crecer -, se rompió la relación secular que ligaba a la ciudad con su vía fluvial. El control del régimen natural de este espasmódico río ha ido conduciendo en la práctica a su progresiva negación; se le ha expulsado del espacio urbano, se ha ninguneado su existencia, la de su estuario y la vida natural a ellos ligada, se le ha arrebatado su lecho natural constriñéndolo entre diques, se ha dilapidado la calidad de sus aguas al utilizarlo como cloaca (ELIMINAR). En definitiva la relación entre el río y la ciudad se ha saldado, momentáneamente, con el despilfarro de su más valioso recurso natural, histórico y cultural. Por otra parte sus alrededores ocupados por huertas y olivares, - se decía tradicionalmente que las buenas aceitunas de mesa se daban en los olivares desde donde se podía divisar la Giralda -, han desaparecido sepultados por la alfombra de edificaciones y el hacha del propietario que veía en la urbanización un modo de enriquecimiento rápido, legal y socialmente admitido. La transición de la ciudad, - lo construido -, con el medio natural, -el "vacío urbano"-, se ha vanalizado hasta el extremo. En este nuevo ámbito suburbano coexi sten en una amalgama desordenada la obra pública inacabada, (terraplenes, escombreras, restos de infraestructuras, etc.) con retazos de explotaciones aún productivas, basureros, industrias de todo tipo, solares, graveras, suelos contaminados, chabolas, desguaces de coches, parques de maquinarias, naves de almacenamiento, subestaciones eléctricas, tendidos de alta tensión, etc., y de fondo el río. Los ríos de Sevilla. Como consecuencia de la profunda desconfianza que el río Guadalquivir ha sembrado en el imaginario sevillano, la ciudad "goza" en la actualidad de dos ríos; uno urbano, tan domesticado que sólo conserva de su estado original el nombre y algún que otro trozo de cauce y otro, el río funcional, que a cambio de mantener su función se ve constreñi do en un canal artificial rodeado de diques y sin conexión alguna, funcional o incluso visual con el territorio circundante durante gran parte de su travesía por el término municipal de Sevilla. El "río urbano" Las últimas obras de restitución del trazado histórico en el sector de Chapina, y la consiguiente independencia total de la red hídrica, han permitido la existencia de un largo brazo ciego - aproximadamente unos 15 kilómetros - en el que desarrollan procesos propios de un lago o embalse antes que de un río. Existe una estratificación vertical de la masa de agua muy acusada durante una parte importante del año, por la que las propiedades del agua de las capas superiores son muy distintas que las de las zonas más profundas. Aquí durante el verano se dan fenómenos de descomposición de la materia orgánica en ausencia de oxígeno, perfectamente conocidos y de consecuencias indeseables, entre otras la expulsión de los peces y de cualquier organismo que necesite del oxígeno para vivir a las capas superiores. De otra parte, este brazo se comporta como un gran cristalizador en el que el agua evaporada se sustituye en gran medida por otra procedente del freático con unas características fisico-químicas claramente distintas. Se ha de recordar que la diferencia entre el aporte de agua de lluvia y las perdidas por evaporación fluctúa sobre los 500 litros por m3 y año, es decir, anualmente se repone el equivalente a una capa de agua de medio metro de altura en toda la lámina del brazo cegado. La calidad de las aguas del río histórico se ven afectadas por un riesgo adicional frente al que existen pocas medidas de defensa; la actividad portuaria. Esta se localiza justo en la entrada de la única y exigua comunicación con el río funcional que representa la exclusa, es por tanto un factor de riesgo que afecta a la totalidad de la masa de agua del brazo ciego incapaz de renovarse si no es por el extremo por donde le pueden venir los problemas. La normal actividad portuaria con la estancia y trasiego de los barcos represe nta, en si misma, un importante aporte de materia orgánica que de momento se resuelve con los mecanismos de autodepuración propios de la masa de agua aún a costa de una perdida de calidad de la misma. El ejemplo más claro de que el río no ha sido incorporado por la ciudad a su diseño, lo constituye el estado de sus orillas, de las que únicamente se salva la actuación que con motivo de la EXP0'92 se realizó en la margen izquierda del meandro de San Jerónimo. La orilla de la Cartuja, si bien presenta la vegetación natural mejor conservada de todo el río, no es accesible al público. En el sector histórico ¿qué decir?. La orilla derecha se ha privatizado con actividades inadecuadas al espacio como bares, restaurantes, etc., o con otras de mayor relevancia soci al como los clubes deportivos, pero con el resultado final de haber hurtado a la ciudadanía el acceso a la lámina de agua y a su disfrute. El paradigma del despropósito está representado por la trasera de la fábrica de tabacos, situada en un lugar que debería ser emblemático de la ciudad. La margen izquierda se usa como aparcamiento de vehículos, reflejo de que el espacio goza de la consideración de residual para la ciudad y sus habitantes. El río funcional. Como se dijo, el Guadalquivir, en tanto que río, ha sido expulsado de la ciudad, reconociéndose con ello la incapacidad para encontrar un espacio de coexistencia entre un proceso natural, la corriente fluvial, y otro cultural, la construcción de la ciudad: Con esta expulsión se incurre, no obstante, en los mismos errores que la motivaron; se pretende hacer desaparecer el cauce natural de avenida propio de un río de clima mediterráneo. El cauce de estiaje se convierte en el único cauce posible recreciendo sus márgenes con diques artificiales hasta cotas de salvaguarda apropiadas. Tal actuación tiene varias consecuencias indeseables que podrían resumirse en las siguientes: Rompe todas las conexiones naturales del principal elemento territorial de la zona con su entorno. El río se convierte en un canal cuya única función es la hidráulica. Podríamos preguntarnos en este sentido y como ejemplo de esa desconexión ¿cuántos sevillanos saben que la carrera de mareas en Sevilla llega a veces a superar los dos metros de altura?, ¿cómo se utiliza este recurso natural y cultural, único en una ciudad a decenas de kilómetros del litoral, que ya causo perplejidad en los geógrafos romanos que nos visitaron? Al convertir el cauce natural en canal, la morfología y vegetación natural de las orillas desaparece. El canal debe quedar libre de cualquier obstáculo que suponga un reno al libre discurrir de las aguas, por ello los árboles y la vegetación natural se consideran como un error de la naturaleza, una intromisión en la obra humana que debe ser eliminada. Se asume un riesgo añadido que no por improbable debe ser obviado. La reducción del espacio natural del río, su llanura de inundación implica que en condiciones de avenidas seculares o milenarias las obras de protección adoptadas deben funcionar correctamente de acuerdo con unas predicciones que no admiten fallos. Por último aunque no menos importante se impide al ciudadano el reconocimiento del territorio. El ciudadano de Sevilla vive su ciudad como si no hubiera río - en la práctica diaria así es - lo que no deja de ser un ejercicio profundamente equivocado de negación de las propias raíces. La llanura de inundación. La historia nos ha enseñado que la Sevilla original se situó en un pequeño cerro situado en una extensa llanura regularmente anegada por las avenida del no, por la ventaja estratégica que implicaba la capacidad de control del tráfico de esta importante vía fluvial. La ciudad, por consiguiente, ha ido ocupando en su proceso de crecimiento porciones cada vez más importantes de la llanura de inundación con los consiguientes episodios de inundaciones por todos conocidos. El último sector significativo de este espacio que aún conserva la ciudad es la antigua dehesa de Tablada, gran reserva de suelo inundable y última oportunidad para restablecer los lazos de la nueva ciudad que ha surgido - la Sevilla metropolitana – con el nuevo río, el Guadalquivir "extraurbano". El incremento en la capacidad reguladora del régimen irregular del río con la proliferación de embalses por toda la cuenca, las actuaciones en el cauce con numerosas "cortas" en la zona de Sevilla y también aguas abajo, el aumento de calado con la creciente profundización de su cauce y las detracciones de caudales cada vez más importantes, han permitido plantearse por algunos la urbanización de este espacio fluvial. Esta tendencia representa la continuación acrítica de las actuaciones comenzadas a finales dei XIX, responde a la misma fllosofía desarrollista, ya caduca, y se coloca completamente al margen del nuevo discurso de la sostenibilidad y el uso racional de los recursos que debe inspirar a una sociedad que se pretende moderna y avanzada. Si esta actuación urbanizadora llega a desarrollarse significaría la pérdida de la única pieza con dimensiones para reequilibrar la política territorial de Sevilla y su área metropolitana, además de negar el conocimiento acumulado sobre la ciudad durante el último siglo. Secundariamente introduciría un factor de riesgo añadido a las poblaciones ribereñas situadas aguas abajo y a la propia eficacia de las medidas defensivas de la ciudad. Así mismo condenaría definitivamente a la zona entre muros a ser una superficie con un único y excluyente uso; la evacuación de las aguas corrientes sin posibilidad de cualquier otro modelo de uso que implique la implantación de una infraestructura por modesta que sea, incluyendo en ella la reforestación. El río subterráneo De todos es sabido que el subsuelo de la ciudad esta impregnado en agua. Basta con abrir una zanja de pocos metros de profundidad para que ésta aflore en gran cantidad. Es un recurso en gran medida olvidado por las instituciones competentes en un ejercicio que sólo se entiende cuando se identifica agua con agua potable. (AÑADIR: Esta tendencia ha sido corregida en gran medida por los Ayuntamientos de Sevilla y su entorno, estableciendo el empleo de agua no potable para aquellas actividades propias que no lo requieren, disponiendo puntos de suministro público de estas características, e incluso prohibiendo los usos privados de gran consumo que pueden prescindir de la potabilidad). Difícilmente puede explicarse la ausencia de referencia en el modelo general de gestión del agua en la ciudad a enormes volúmenes de agua útiles para una gran cantidad de usos en una ciudad que se queja persistentemente de una escasez estructural del recurso. Una consecuencia, no por lógica menos sorprendente, es la ausencia de información sobre el comportamiento dinámico de este manto y sobre su calidad, fuentes de contaminación etc. Son conocidos los casos de edificios que se ven obligados a evacuar permanentemente agua de sus sótanos para mantenerlos a salvo de las inundaciones, o cómo en las proximidades del río el nivel del manto freático oscila con la apertura de la exclusa o con el régimen de lluvias. 2.2.- LOS ESPACIOS VERDES: LA BIODIVERSIDAD. Los espacios verdes representan en la ciudad, o al menos así debería ser, algo más que espacios públicos para el uso de sus ciudadanos. Deberían ser espacios donde la naturaleza encontrara reductos para expresarse con una adecuada diversidad de especies y de formas de manera que fueran ejemplo y presencia del orden natural al que en última instancia todos nos debemos. Los espacios verdes por consiguiente no sólo satisfacen las necesidades de esparcimiento de la población y mejoran el microclima de la ciudad atenuando las temperaturas y retirando contaminantes de forma activa, sino que también tienen una función educadora porque facilita el contacto con los sistemas físico-naturales que son los que nos proporcionan los recursos necesarios para la subsistencia. A las anteriores, habría de añadírsele otra función más difusa pero no menos imiportante que se puede concretar en la necesidad del humano de la vivencia estética y existencial de la naturaleza. En wn medio cada vez más artificializado, se necesita "sentirse" dentro de un sistema natural o que lo parezca con una cierta frecuencia, o al menos, saber que esa posibilidad aunque no se utilice está ahí a nuestro alcance. Esta necesidad atávica, relacionada sin duda con nuestra evolución como especie, está en la base de muchas actitudes que van desde la inocente comida en el campo para "oxigenarse" y tomar el sol, hasta el auge del senderismo y los deportes de riesgo en la naturaleza. Sevilla, en este como en otros casos, ofrece una imagen contradictoria. Son muchos los visitantes que se llevan la impresión de nuestra ciudad como una Sevilla "verde", con numerosos árboles, jardines, fuentes, etc., no obstante cuando se recurre a las cifras se comprueba como alcanzamos a duras penas el valor de 4 m2 de zona verde por habitante, muy lejos de los promedios europeos y de lo que se considera como deseable que se establece entre los 25 y los 30 m2 por habitante. Sin dudas esa falsa impresión debe estar motivada por la proliferación de árboles en las calles y muy especialmente en los espacios más emblemáticos de la ciudad. Sin embargo la situación real es bien distinta, la superficie de zona verde no es efectivamente exigua, sino que está mal repartida y no responde en todos los casos a los requerimientos que se le supone. Se contabilizan como zonas verdes, rotondas y medianas asociadas a la ordenación del tráfico, pequeños parterres, superficies libre de uso, etc., que difícilmente pueden funcionar como tales. En el sistema jerárquico que debe organizar el sistema general de espacios públicos de una ciudad, Sevilla ha perdido, en la práctica, el escalón más básico constituido por la plaza. Este elemento ha sucumbido al ataque de los automóviles que le han disputado y arrebatado a los peatones espacios cada vez más importantes y que con sus ruidos, gases y peligros han deteriorado el restante hasta extremos de hacerlos inhabitables. Son infinidad los ejemplos de plazas tanto en el centro de la ciudad como en los barrios que dejaron de cumplir las funciones tradicionales que en ellas se desarrollaban. La eliminación, en muchos casos, de los elementos vegetales característicos de estos espacios confirma su desaparición como lugar de encuentro y ocio. La plaza lugar de juegos, de conversación y de disfrute del sol invernal y de la sombra reparadora en el estío ha sido sustituida por la sala del televisor para convertirse en un aparcamiento de coches. Su recuperación se debe plantear como un objeto prioritario de la política de espacios libres, en donde la cantidad y la calidad de los mismos sean referentes inexcusables de la acción política. El siguiente nivel jerárquico estaría constituido por lo parques y jardines de tamaño medio capaces de dar respuesta a modalidades de ocio más activo asó como ofrecer posibilidades para el desarrollo de especies vegetales y animales silvestres. Los parques existentes en la actualidad son claramente insuficientes, están necesitados de un mantenimiento más exigente tanto en la reposición de árboles viejos o afectados por plagas como de equipamiento, bancos, farolas, etc. En este sentido es conveniente destacar los efectos que la ausencia de servicios públicos en estos espacios llamados a acoger un importante número de personas puede ocasionar. Su falta no presupone que no se produzca la actividad que los justifica, de ahí la conservación de parques y jardines se complique aún más. Por sus dimensiones estos espacios admiten diseños en los que el papel de la flora local sea cada vez más importante. Aunque es de reconocer los avances que se han producido en este sentido en las últimas intervenciones en nuestra ciudad, también es necesario reconocer que es mucho lo que queda pro hacer. En la medida en que los elementos autóctonos entren a formar parte en la vegetación de los parques, se logrará la presencia de una fauna estable, abundante y variada. La presencia de especies vegetales y animales silvestres en el tejido urbano es una señal inequívoca de calidad medioambiental de fondo. Funcionan en ese sentido como especies indicadoras que sintetizan su presencia la calidad del aire, la presencia de lugares de reposo dentro de la ciudad, la disponibilidad de agua limpia y la existencia de unos alrededores igualmente propicios para el mantenimiento de la vida silvestre. Es por ello interesante desarrollar un plan que determine las especies clave y siga su evolución en el tiempo. Por último el tercer nivel del sistema estaría constituido por los grandes parques metropolitanos. En ellos los ciudadanos se introducirían en un espacio naturalizado con una dotación mínima en infraestructuras, aquí los sistemas naturales adquirirían su máximo desarrollo impulsados y protegidos por el hombre pero manteniendo un papel subsidiario frente a los procesos naturales. Hay que advertir que Sevilla carece en la actualidad de espacios de esta naturaleza. Existen dos enclaves que cada uno a su manera, pretenden acercarse a esta idea, aunque por distintas razones no lo consiguen. El Parque del Alamillo es por la filosofía que lo inspiró y los criterios para su desarrollo, con un confesado deseo de reproducir los ecosistemas o formaciones vegetales de nuestra geografía una iniciativa merecedora de elogios, el éxito de visitantes confirma lo acertado de la propuesta. No obstante, la densidad en equipamientos, infraestructuras y servicios así como la fragilidad de algunos elementos como las praderas cespitosas y se reducida extensión lo aproximan más a un parque urbano que a un gran espacio de carácter metropolitano. El Parque de la Corchuela por su configuración se aproximaría más a la idea de sistemas naturalizados, poco intervenidos. En este caso de nuevo la extensión y la localización actúan en su contra para impedir que desempeñen esa función metropolitana. Los espacios llamados a responder a estas exigencias dentro de un Sistema General de Espacios Libres de ámbito metropolitano son sin dudas los ligados a los dos río que atraviesan el término municipal; el Guadaira y el Guadalquivir. En el primero ya está prevista una actuación en este sentido, aunque de momento no ha pasado del papel, aunque es el espacio fluvial del Guadalquivir el que por su superficie y posición central está abocado a desempeñar un papel fundamental en el Sistema General de Espacio Libres, la fertilidad de sus suelos, la disponibilidad de agua, su conexión con el río con consecuencias importantes tanto desde el punto de vista de la fauna y la flora como del acceso son cualidades que lo hacen candidato idóneo para tal fin. El cauce del río se convertiría así en un verdadero corredor verde o biológico, que facilitaría el ascenso por el valle del Guadalquivir de la fauna silvestre presente en las marismas del Guadalquivir y los campos de Doñana, hoy dificultada por el "tapón" que supone la metrópolis cerrando con sus construcciones el paso al vaile interior. De ese corredor irradiaría hacia sus márgenes diversidad biológica lo que garantizaría la adecuada conexión entre las distintas piezas que constituirían el Sistema. De otra parte la presencia de una importante masa forestal el sur de la ciudad influiría en el microclima de la misma atenuando principalmente las elevadas mínimas veraniegas. Otras áreas de interés El término municipal de Sevilla por su dependencia de las red hídrica no presenta zonas de interés naturalístico fuera del ámbito fluvial, no obstante son dignos de mencionarse dos espacios que se deben a la acción del hombre y que no obstante o quizás debido a ello han adquirido un interés faunístico y ecológico fuera de toda duda. Las graveras localizadas en la terraza media, en el norte de la ciudad suponen unos puntos donde aflora el agua del freático que en épocas de estiaje adquieren una importancia elevada para un variado número de especies de la avifauna. Su papel es sin embargo muy inferior a su capacidad por la acción desordenada del hombre que impide ya sea con su presencia incontrolada o por los aportes de escombros y otros residuos que terminan contaminando el agua, la permanencia de las especies. Muchas de estas antiguas graveras podrían cumplir una función muy importante tanto desde el punto de vista ambiental como educativo con poco esfuerzo. En este sentido hay que destacar el papel del encauzamiento del río Guadaira como filtro verde natural surgido espontáneamente al amparo de los aportes de agua residual (SUSTITUIR POR: los aportes de agua depurada) procedente de las estaciones depuradoras de Ranilla y Copero. La materia orgánica aportada con el agua, ha facilitado la implantación de un cinturón de plantas palustres a cuyo abrigo se han desarrollado una infinidad de aves pertenecientes a variadas especies, muchas de ellas se encuentran en las listas de especies en peligro de extinción. En las épocas de sequía el cauce del Guadaira es uno de los pocos elementos que permanecen con agua y con vegetación, lo que le asegura a las aves un refugio frente a los cazadores y posibilidades de alimentación aseguradas. La potencialidad ecológica, científica y económica del espacio no han sido apenas exploradas por las administraciones competentes. 3.- LOS CICLOS DE LA MATERIA. 3.1- EL AGUA EN SEVILLA. CANTIDAD, CALIDAD Y CRITERIOS DE GESTIÓN. El abastecimiento de agua a la ciudad de Sevilla ha experimentado no pocas dificultades a lo largo de la historia, sobre todo en los últimos cien años. Estas dificultades se han centrado en el crecimiento de las necesidades, el agotamiento de los recursos accesibles y la práctica de una mayor cobertura territorial por expansión de la propia ciudad. Al mismo tiempo, se ha constatado un importante incremento en el consumo por habitante y día a lo largo de dicho periodo (AÑADIR: que se detuvo en 1991, situándose en la actualidad en los niveles de 1983) Es importante tener en cuenta que la Directiva Marco de Agua será la referencia, en cuanto a legislación de aguas en el futuro más inmediato. Ésta fijará las directrices de obligado cumplimiento en el ámbito comunitario. En ella se hace especial hincapié en garantizar la calidad ecológica de las aguas y los ecosistemas acuáticos, así como propiciar un uso sostenible del agua. En la idoneidad ecológica de los cursos, será la depuración unos de los aspectos claves, junto con el respeto a los caudales ecológicos que los sistemas naturales precisan para su correcto funcionamiento. Otro avance no menos importante es que asume la cuenca hidrográfica como elemento funcional de referencia. Con todo ello, se ha de reflexionar sobre el ciclo hidráulico como sistema al que es preciso nutrir de energía para que funcione. En efecto éste es un proceso (SUSTITUIR POR: éste es un servicio) que requiere un alto coste en energía, recursos materiales y recursos humanos que deben ser tenidos en cuenta en el planeamiento de la gestión del agua y su relación con el Medio Ambiente, (AÑADIR: continuando con la implantación de sistemas recuperadores de energía, que minimizan o anulan dichos efectos consuntivos). El ciclo del agua en Sevilla Las ciudades se caracterizan por ser grandes consumidoras de recursos materiales y energéticos. El agua es uno de los recursos materiales clave a la hora de considerar la ciudad desde una óptica medioambiental y de sostenibilidad. Los cánones de consumo actuales, en el marco del despilfarro, (ELIMINAR) imprimen la necesidad de establecer criterios de gestión acordes con su situación de recurso estratégico. El suministro a los ciudadanos del recurso agua en cantidad y calidad requiere que se asuman mecanismos de captación, potabilización y distribución. Una vez ha sido utilizada debe someterse a una depuración para su ulterior reintegro a los sistemas naturales. A) Captación Sevilla y su área de influencia (abastecimiento para 1.2q0.000 habitantes) se nutre del agua captada en cinco embalses (Aracena, Zufre, La Minilla, Gergal y Cala), (SUSTITUIR POR: agua captada en cuatro embalses (Aracena, Zufre, La Minilla y Gergal) aprovechando además los recursos no planificados del embalse de Cala) con una capacidad total de regulación de 448 Hm3. Sólo en situaciones de déficits severos se ha acudido a tomas de emergencia del no Guadalquivir, aguas que, por otro lado, poseen una muy baja calidad. Para disponer de este agua embalsada ha sido preciso someter a una situación de cautividad (SUSTITURI POR: regulación) a dos ríos destacados de las sierras del Norte: el Rivera de Huelva y el Rivera de Cala. En el momento presente se anuncia la construcción de (SUSTITUIR POR: En el momento presente, está en vias de construcción) un nuevo embalse, el de Melonares, con lo que se conseguiría cautivar un tercero, el río Viar. Análisis realizados desde diferentes disciplinas señalan en la actualidad un balance positivo en la disponibilidad de recursos hídricos, incluso si no se consideran las tomas de emergencias desde fuentes subterráneas o del propio río Guadalquivir. Dicho balance se refleja en unos recursos disponibles para Sevilla y su zona de influencia de 173,5 Hm3/año y la demanda en alta de 133 Hm3/año. Otros documentos procedentes de la administración, como el POTAUS, insisten en la suficiencia de los recursos disponibles, siempre que se asuman las medidas adecuadas de gestión y ahorro. (ELIMINAR) Estas consideraciones ponen en entredicho la necesidad de construcción de una nueva infraestructura hidráulica para la captación de nuevos recursos, es decir, de nuevos embalses. Hemos de saber que la última sequía se produjo antes de la entrada en servicio del embalse de Zufre (en 1991), y antes de la adscripción del de Cala al abastecimiento urbano. Además existe la posibilidad, que por otro lado siempre ha estado presente, de emplear el embalse del Pintado en situaciones de emergencia en el abastecimiento como mecanismo de refuerzo. (ELIMINAR) Recientemente, además, se han producido acuerdos con el Consorcio de aguas del Huesna para el intercambio de recursos. Con todo ello se puede concluir que los recursos disponibles son más que suficientes en el momento presente dada la población servida por Emasesa. Sin embargo, es necesario señalar que la política de expansión de dicha empresa (SUSTITUIR POR: Con este plantel de recursos, las inversiones efectuadas y las herramientas de gestión de la demanda puestas en marcha se ha conseguido un equilibrio precario del sistema. Sin embargo, es necesario señalar que una planificación metropolitana expansionista) puede dar al traste con esta situación, dado que un aumento de la población abastecida pone en peligro la perdurabilidad en el tiempo del suministro, si no se planifica la obtención de nuevos recursos. Esta política de expansión que puede ser entendida bajo un estricto criterio empresarial, puede cuestionar, sin embargo, el sentido prioritario de toda empresa municipal, es decir, el ofrecer un servicio público en condiciones de calidad y cantidad suficientes (ELIMINAR) B) Potabilización Una vez el agua es captada, es preciso que sea adecuadamente potabilizada (Estación del Carambolo, municipio de Camas), es decir que se le impriman características de tipo sanitario y organolépticas que la hagan adecuada para el consumo de boca. Los parámetros técnicos que definen la calidad del agua que se suministra a la población son, a todas luces, adecuados siguiendo las normativas de calidad de agua vigentes. Aclaración que nos permite incidir en lo inadecuado de emplear agua de buena calidad para usos que no requieren esta naturaleza, como riegos de jardines, muchas actividades de carácter industrial o empleo en actividades de carácter doméstico como el lavado de ropa y otros enseres (SUSTITUIR POR: ...,etc., en la línea de lo dispuesto por las autoridades municipales abastecidas desde esta planta) Un ejemplo de esta ceguera a los diversos usos del agua que demandan distintos niveles de calidad, lo constituye el caso de fluor (SUSTITUIR POR: la obligación reglamentaria de fluorar al agua). Es sabido que al agua tratada se le añade este elemento, al objeto de prevenir caries dentales en la población infantil. Esta medida sólo es funcional para un sector de la población muy determinado, mientras que su aplicación afecta a la totalidad de la población sin distinción. C) Distribución. El agua captada y potabilizada debe ser luego distribuida. La Empresa Municipal de Aguas de Sevilla, EMASESA, cuenta con un total de 4.626 Km de redes, de las que poco más del 60% se ocupan del abastecimiento a los ciudadanos. Con esta red se cubre de forma adecuada, con independencia de desajustes puntuales, a la totalidad de la población en condiciones normales. Pero en la distribución queda por resolver el que se asuman criterios de racionalidad de uso, como el diferenciar distintas calidades de agua para distintos usos domésticos, y sobre todo industriales (ELIMINAR) De todas formas, el problema más grave es la ocurrencia de importantes pérdidas a la hora de distribuir el recurso. El rendimiento hidráulico del sistema de abastecimiento (porcentaje de agua facturada en baja respecto al total de agua bruta desembalsada o captada) es de 60%. Las pérdidas por la red se sitúan hoy en una estima de 20m 3/Km/día, lo que supone un total de 92.520 m 3/día. Es necesario precisar que ello equivale al consumo de una población aproximada de 308.400 habitantes, es decir, más del 40% de la población de Sevilla. (AÑADIR: está proximo al 75%, objetivo establecido para el horizonte 2003). El rendimiento hidráulico debería, a corto plazo, ser elevado hasta el 75%, según está comprometido, lo que representaría una inyección de recursos extra. En el escenario actual de sequías periódicas, el conseguir un rendimiento hidráulico elevado debe de ser (SUSTITUIR POR: está siendo) uno de los ejes prioritarios en lo que se refiere a la mejora de las infraestructuras y la gestión hidráulica en general. Esta fase de revisión del planeamiento urbano es, además, una oportunidad inmejorable para reflexionar sobre las expectativas de abastecimiento que generarán nuevas áreas urbanas a las que hay que dotar los servicios necesarios, incluido el hídrico. D) Depuración. Una vez el agua ha sido utilizada, su capacidad se verá mermada adquiriendo la condición de residual, por lo que será preciso su depuración. El grueso del agua residual pasará por algunas de las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) existentes en la ciudad: Ranilla (para el este de Sevilla, y las industrias de Sevilla-Alcalá y Alcalá de Guadaira), Tablada (para el oeste de Sevilla, Triana y Los Remedios), San Jerónimo (para el norte de Sevilla), y el Copero (la zona Sur y Dos Hermanas). Habiéndose tratado en el año 1999 un total de 73 Hm 3. Esta cifra tan reducida con respecto a la captación en alta (recordemos, 133 Hm3/año) solo puede ser entendida bajo la influencia de tres hechos: el bajo rendimiento hidráulico de la red de abastecimiento (léase pérdidas en la red); el vertido directo de ciertos caudales sin ser depurados; y el puenteo realizado en las instalaciones de depuración cuando llueve. (ELIMINAR) La depuración es un proceso de enorme coste ambiental ya que requiere el consumo de mucha energía. Más, si cabe, con el modelo de depuración convencional actualmente presente en Sevilla. Este hecho se verá amplificado si se asumen unos criterios de calidad cada vez más respetuosos con el medio natural en cuanto al agua ya supuestamente depurada. (SUSTITUIR POR: Los beneficios ambientales que genera la depuración llevan aparejados un cierto coste ambiental en razón al consumo energético que precisan. Afortunadamente los tratamientos convencionales con el nivel de tecnificación adecuado son aptos para eliminar dicho coste, al aprovechar energías renovables como el biogás, autogenerado en el proceso. Además, minimizan el efecto de ocupación de terrenos de alto valor ecológico, tales como las riberas , donde necesariamente han de ubicarse estas instalaciones). A ello se une la mezcla que se realiza de la aguas industriales con las procedentes de los núcleos de población ordinarios, lo que provoca no pocos problemas de gestión y funcionamiento en las plantas depuradoras. (AÑADIR: Unicamente soslayables mediante una adecuada gestión a través de ordenanzas y policía) Como resultado de la depuración, buena parte de lo extraído del agua se convierte en lodos. Estos residuos, a su vez, deben ser debidamente gestionados y la realidad de su existencia debe ser tenida en cuenta. No en vano se generaron un total de 33.740 Tm en el año 1999 por las cuatro depuradoras de la ciudad. Parte de estos lodos pueden ser aprovechados como elementos fertilizantes para suelos, especialmente en los jardines de la ciudad o en cultivos, no obstante su origen y el potencial contenido en metales pesados dificultan su reintroducción en el ciclo productivo ((AÑADIR: Aunque la falta de compromiso de estos agentes productivos hace fútil en muchos casos el esfuerzo de los responsables por la reutilización de tales subproductos. El reintegro de las aguas ya depuradas se hace al río Guadalquivir, seguido en importancia por el Guadaira. El que este reingreso en los sistemas naturales sea más o menos idóneo no sólo depende el esfuerzo depurador que haya practicado, existen una serie de condicionantes físico-ambientales que lo condicionan. Un relieve especialmente llano, la escasez de lo caudales circulantes y la influencia mareal impiden, en no pocas ocasiones, el que se produzca una adecuada mezcla del agua cargada de residuos o parcialmente (ELIMINAR) depurada con la del río. En el caso del Guadaira puede afirmarse que en condiciones de normalidad el caudal circulante por el termino de Sevilla, esta formado en su integridad por agua procedente de las EDAR de Ranillas y Copero Esta situación de base puede verse agravada por episodios climatológicos, como sequías prolongadas, que complican la gestión del agua contaminada al incrementarse la concentración de lo disuelto en ella y requerir así un mayor esfuerzo en los procesos de depuración de las EDARs. En este sentido, es recomendable que el estándar de depuración de las instalaciones se realice teniendo como objeto de comparación a la calidad del agua que deberían tener los cauces donde se vierte el caudal depurado y no la calidad del caudal de entrada en la estación depuradora. (ESTE PARRAFO CONTRADICE AL 2.2. Y DEBE ELIMINARSE) En la "declaración de Zaragoza" (véase el Anexo) se afirma: "Desde las estrategias expansionistas de la oferta, basadas en el principio de maximizar el agua disponible mediante grandes obras hidráulicas, se impone la necesidad de evolucionar hacia modelos de gestión de la demanda, basados en la incentivación [del ahorro y] de la eficiencia en un marco de restricciones ambientales y económicas>) (LA DECLARACIÓN DE ZARAGOZA NO HABLA DEL AHORRO) Este párrafo resume el reto más importante que tiene Sevilla en lo que se refiere a la gestión del agua, es decir, pasar desde una situación en la que sólo cabe aumentar la oferta de recursos, frente a una creciente demanda que no se controla, a empezar a influir en esa demanda para modularla y adecuarla a los recursos disponibles (SUSTITUIR POR: influir en esa demanda mediante ordenanzas, tarifas, campañas de concienciación y medidas de ahorro estructural, para modularla y adecuarla a los recursos potenciales disponibles. Ello significa adoptar una "Nueva cultura del agua" cuya principal característica es el convencimiento de que la demanda no es un parámetro fíjo sino que puede y debe ser modulada bajo la fílosofia del ahorro en los consumos finales e intermedios y en la eficiencia en la distribución y en la depuración. Pero esta nueva cultura exige también implicar a los propios ciudadanos en la gestión de los recursos hídricos. Es necesario, por tanto, crear sistemas de información adecuados para que la población sepa cuál es el estado y las tendencias del sistema de aguas de Sevilla. Estos sistemas deberían incluir aspectos hasta ahora inéditos en la difusión de la información hidráulica en Sevilla, tales como el desglose de consumos de agua por sectores, el porcentaje de eficiencia en la distribución o los consumos por persona y día según la ubicación geográfica del consumidor. (ELIMINAR). Con el análisis realizado es posible proponer algunas líneas de actuación tales como: Asumir la idea de la Gestión de la Demanda como concepto básico en todo el ciclo hídrico de la ciudad. Ello implica adoptar las medidas necesarias para garantizar el abastecimiento en las condiciones de calidad y cantidad adecuadas sin aumentar (SUSTITUIR POR: balanceadas con la) la disponibilidad de recursos primarios básicos Minimizar las pérdidas, mejorando el rendimiento hidráulico, en principio hasta el objetivo del 75% (SUSTITUIR POR: hasta el objetivo ya fijado del 75%), pero con el convencimiento de que éste puede ser elevado al 85%. Minimizar las “mermas de explotación” (purgas del agua acumulada en las tuberías en periodos de restricciones). (ELIMINAR) Analizar la potencialidad de las aguas subterráneas presentes en el término municipal como alternativa al consumo de agua procedente de los embalses para determinados usos. (SUSTITUIR POR: Continuar el fomento de empleo) Asumir en el diseño de las nuevas urbanizaciones criterios de racionalización en el uso del agua, diferenciando las canalizaciones entre el consumo de boca y otros usos menos exigentes en cuanto a calidad. (AÑADIR: estableciendo redes internas para consumos no domésticos que no requieran el empleo de agua potable) Ajustar el binomio uso-calidad: Diseñando en los nuevos polígonos industriales las infraestructuras precisas para diferenciar el agua bruta (de escasa calidad) de aguas tratadas con destino al consumo de boca. Adoptando medidas de reutilización de las aguas, al principio y al final de tubería, en los sectores en los que así sea posible, tales como la industria o ciertos usos urbanos (baldeo de calles o riego de jardines). Minimizando los denominados "consumos gratuitos" (jardines, bocas antiincendios, baldeo de calle), empleando en su lugar aguas de calidades inferiores a las del consumo de boca (aguas residuales depuradas y empleo del acuífero aluvial del Guadalquivir). Rediseñar zonas ajardinadas con vegetación mediterránea poco exigente en recursos hídricos, como buena muestra es el Parque del Alamillo. Continuar con las campañas de concienciación a la población para que se produzcan los valores de consumo equivalentes a los que se dan en períodos prolongados de sequía. Planificar y ajustar la política urbanística con el objeto de ahorrar y mejorar la eficiencia en el uso del recurso (estudio de las tipologías urbanísticas y zonas verdes con esta premisa). Optimizar los procedimientos de depuración hacia sistemas más eficaces a los utilizados en el momento presente, en la línea del lagunaje, filtros de turba, biofiltros de vege tación, etc. Rediseñar la red de aguas residuales para no mezclar aguas residuales con características diferentes. (ELIMINAR) Minimizar las fugas de aguas cargadas con potencial contaminante antes de que entren en los circuitos de depuración. Frenar la política de expansión empresarial de Emasesa y adecuar su acción a la estricta consecución de ofrecer un servicio público adecuado. (ELIMINAR) Consorciar el abastecimiento en un sistema integrado para el area metropolitana de Sevilla. (ELIMINAR, pues no se ha razonado) Proseguir en la línea estratégica de imputación y responsabilidad individual de los consumos, fomentando la extensión del Plan CINCO, y estableciendo un horizonte para su obligatoriedad. Adoptar una política de precios progresiva que penalice especialmente los usos suntuarios del recurso, tanto privados como públicos. Ello implica reducir el tramo del precio final del agua correspondiente a gastos fijos y aumentar el coste de forma progresiva en los consumos elevados (ELIMINAR)