¿Por que enferman nuestras aves?

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¿Por qué enferman nuestras aves?
Por Carlos A. Cuenca
Aficionado a las aves
Estimados compañeros de afición:
La respuesta a esta, en principio simple interrogante, resulta mucho más
compleja de lo que cabría imaginar y su desarrollo iría más allá de las pretensiones
de este modesto artículo.
¿Nunca os habéis preguntado el porqué las aves silvestres son tan robustas y
sanas, y en cambio las cautivas, son tan extremadamente enfermizas? ¿No será que
estamos haciendo las cosas mal?
Al decir verdad, las condiciones en que alojamos y realizamos el manejo de
nuestras aves, con los métodos de cría tradicionales, en poco o nada se parecen a
las que les ofrece la Naturaleza en libertad. Tampoco nuestros propósitos son ni
siquiera parecidos a los de la Naturaleza. La Naturaleza busca en todo momento
seleccionar aquellos ejemplares que mejor se adaptan a las condiciones
medioambientales, a aquellos ejemplares más sanos, fuertes y resistentes, a
aquellos que logran superar las dificilísimas pruebas de la Selección Natural.
Los criadores por contra utilizan sistemas de cría que en poco promueven
esta selección natural, más interesados por la manipulación genética en busca de
mutaciones e híbridos, que no son otra cosa que aberraciones genéticas que de
producirse, por la razón que fuere, en estado salvaje, la misma Naturaleza se
encarga de eliminar. Estas aberraciones fijadas en la mayoría de los casos
mediante la consanguinidad, llevan implícitas multitud de anomalías,
malformaciones y disfunciones, creando estirpes a medio plazo absolutamente
susceptibles de enfermar.
Sólo nuestro snobismo justifica estos fines. Ávidos de cualquier nuevo
híbrido o mutación, los criadores industriales se esfuerzan más y más en
ofrecernos, conocedores del lucro que ello les redundará, nuevas mutaciones,
llevando al límite las posibilidades genéticas y creando verdaderos “monstruos”
por los que tantos Euros pagaremos después.
En este punto cabe también reflexionar sobre los sistemas de cría mediante el
uso de nodrizas, donde una vez más se elimina cualquier mecanismo de selección
natural, permitiendo la perpetuación de estirpes poco saludables y/o con
comportamientos aberrantes.
He aquí la primera parte de la respuesta a nuestra cuestión: La
Manipulación Genética favorece estirpes débiles.
En segundo lugar deberíamos abordar un factor tan fundamental como es la
alimentación. ¿Acaso es posible un estado saludable con una alimentación
deficitaria?
Nada mejor para evaluar la calidad de la alimentación de nuestras aves que
comparándola con la que ellos mismos reciben en libertad. Para ello nos
basaremos en un reciente estudio de campo realizado sobre la alimentación del
jilguero (carduelis carduelis)
Lo primero que resalta de dicho estudio es la inmensa variedad de
ingredientes que componen dicha dieta. Entre ellos destacar los más de 70 géneros
de plantas herbáceas, distintas especies de árboles frutales, coníferas y otros, así
como distintos géneros de insectos (coleópteros, hemípteros, lepidópteros, dípteros,
etc). De las plantas ingieren sobretodo semillas verdes y germinadas, brotes, hojas,
yemas y flores. También destaca el informe la estacionalidad de la alimentación, o
sea, que cada estación ofrece muy diferentes ingredientes a la dieta, siendo ésta por
tanto muy variable a lo largo del año. Tanto es así que es la razón de que la fecha
de reproducción coincida con la estación de mayor abundancia, cuantitativa y
cualitativa, la primavera.
De otro lado, también revela que la ingesta de insectos crece desde el 2/8%
hasta el 28/60% en la época reproductora. Otro dato destacable es el escaso
consumo de semillas secas, limitándose éste al estío, tras agotar todos los demás
recursos. No obstante, cabe indicar que las semillas secas que ingieren en nada se
parecen a las que nosotros suministramos a nuestras aves en lo que se refiere a
grado de madurez. En la Naturaleza se trata de semillas recién maduradas
mientras que en cautividad ignoramos siquiera a que temporada corresponden,
preocupándonos nosotros más por el precio que por la propia calidad de dichas
semillas.
¿Pueden por medios artificiales (complementos) suplirse las deficiencias
nutricionales? En mi opinión, tan sólo eventualmente, pero no a medio o largo
plazo.
Y yo ahora pregunto: ¿Existe el más mínimo parecido entre la dieta natural
y la dieta cautiva?. Creo que con esto deducimos en segundo término nuestra
interrogante: Suministramos una dieta insuficiente, incompatible con un estado
saludable.
Otro punto a abordar, en tercer lugar es el alojamiento y condiciones
ambientales.
Evidentemente, la jaula no es ni con mucho, lo más parecido al alojamiento
ideal para aves. En ella se priva al ave de algo tan fundamental como es el vuelo y
las repercusiones que esto implica sobre su salud. Un ave reducida al espacio de
una minijaula de exposición todo lo más que puede hacer es estar sentada y saltar
de un palo al otro. Ni que decir tiene que un ave alojada así está condenada a
sucumbir, a corto o medio plazo, ante la enfermedad. Ya no sólo por causa física,
sino también psíquica, derivando en función de la especie en comportamientos
compulsivos y neuróticos, que luego tanta gracia nos hacen: “Mira... Parece que
baila”, pero en realidad sufre una neurosis.
De la misma manera, los jaulones de cría en los que se alojan a 20
ejemplares, representan otro importante baluarte en las afecciones patógenas. El
hacinamiento provoca una constante lucha por el posadero, por la comida ...,
sufriendo el acoso de los ejemplares más dominantes. Los sumisos no tardarán en
debilitarse, tanto por el estrés causado como incluso por inanición.
Otro aspecto a destacar y que afecta directamente sobre la salud de nuestros
pájaros es que rara vez, en los criaderos convencionales, las aves disfrutan de luz
solar directa y baños directos de sol. Poco se sabe aún sobre las ventajas de estos
baños de sol pero sí está constatado que provocan la estimulación de la glándula
uropigial, que segrega aceites con los que el ave se acicala el plumaje y contiene
precursores de la vitamina D3, fundamental en la metabolización del calcio. Así
mismo, el sol directo actúa como bactericida y parasiticida.
Tampoco disfrutan las aves cautivas de baños de tierra, a penas de baños de
agua y por supuesto tampoco de ácido fórmico, como hacen sus congéneres
salvajes, yéndose a los hormigueros a ser “atacados” por las hormigas, liberándose
así de molestos parásitos.
Tampoco disfrutan en cautividad de viento, de lluvia, de diferencias
térmicas,... Nada más nocivo para la robustez de un ave que estar
permanentemente a temperatura alta y estable. Estas aves se inmunodeprimen y
son altamente susceptibles a la enfermedad.
Encontramos pues, con esta exposición la tercera de nuestras respuestas:
condiciones ambientales antinaturales equivalen a aves enfermizas y débiles.
Llegamos al cuarto punto que va a provocar no directamente enfermedad,
pero sí una elevada predisposición a ella. Me refiero a los fármacos.
Nada más contraindicado, incluso en medicina humana, que un uso rutinario
y abuso de fármacos, especialmente antimicrobianos y también en nuestro caso
antiparasitarios. El uso de fármacos requiere de un conocimiento profundo sobre
sus propiedades y contraindicaciones y sólo el clínico especialista debería de
prescribirlos. ¿Acaso si nuestro hijo presenta diarrea le preguntamos al vecino? Es
justo lo que ocurre en nuestra afición.
Los fármacos son todos tóxicos, a corto, medio o largo plazo, y mal
administrados ignoramos los daños en diferentes órganos que podemos causar. De
la misma manera, debe de restringirse su uso a casos de patología cierta, pues su
administración rutinaria va a generar resistencias a dichos fármacos. Al tiempo
son inmunorupresores, es decir minimizan las defensas naturales de las aves,
haciéndolas más débiles ante cualquier ataque patógeno.
Nada más incorrecto e inconveniente que la medicación rutinaria de
reproductores previa a la cría, o la medicación rutinaria en la misma cría de
pollos. No nos quejemos luego cuando en el replume comencemos a tener bajas.
Por el contrario, sí es recomendable el chequeo rutinario de dichos
reproductores para conocer su estado de salud general. Bastarían simples tomas de
diferentes muestras y su envío a laboratorio para tener un diagnóstico bastante
aproximado de la salud de nuestras aves y actuar en consecuencia, tratando con
certeza a las enfermas y evitando tratamientos dudosos a las sanas.
El criador industrial preferirá en todo caso obtener la mayor producción
posible de sus reproductores, sin evaluar la conveniencia de sus manejos por
cuanto dichas aves sólo serán reproductores durante uno o dos años a lo sumo,
siendo sustituidas por otras más jóvenes, vendiéndolas luego junto con los pollos.
Por tanto, nuestra cuarta respuesta podría resultar: El uso rutinario de
fármacos y sin criterio, es un factor predisponente a la enfermedad, pudiendo
ocasionar daños a corto o medio plazo, inmunosuprimiendo a las aves, y generando
resistencias a dichos fármacos, inutilizándolos para cuando en verdad puedan ser
necesarios.
En resumen, el presente artículo no pretende juzgar ni criticar ningún
método o hábito de cría y tan sólo evaluar los factores predisponentes a la
enfermedad en dichos hábitos. Debemos tomar conciencia que criar aves con fines
productivos implica un costo ineludible sobre su salud y por tanto debemos
asumirlo y/o definir nuestras prioridades. Así, por ejemplo, administrar
carotenoides de síntesis para los canarios de factor rojo es destrozar literalmente
su hígado. Nadie juzga ni critica y será criterio de cada cual el utilizarlos para
concurso o no.
Mi recomendación final sería apostar por el asesoramiento de profesionales
en todo caso. La profesión veterinaria comienza a dar buenos especialistas en aves
en nuestro país y su consejo y ayuda, sin dudarlo, nos serán siempre de gran
utilidad.
Por último, tan sólo referir que en Europa y también en nuestro país,
comienza ya a haber gente que practica una cría alternativa, con fines distintos y
por supuesto con métodos opuestos: La Cría Biológica.
Fdo. Carlos Acosta Cuenca
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