AL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

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Solicitada suspensión cautelar urgente
AL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
DOÑA MERCEDES RODRÍGUEZ PUYOL, Procuradora de los
Tribunales, de DOÑA MJ.M.A y de sus hijos M,, R, y C, de 7,4 y 2 años
de edad respectivamente, representados todos ellos por su madre, conforme
acredito con la Primera Copia Autorizada de la Escritura de Poder que
acompaño señalada de número 1, comparezco y como mejor en derecho
proceda, digo:
Que a medio del presente escrito y bajo la dirección del abogado Don Luis
Bertelli Gálvez, adscrito con el nº 40.988 al Ilustre Colegio de Madrid,
interpongo recurso de amparo contra las siguientes resoluciones judiciales
y por las concretas violaciones de derechos fundamentales que a
continuación se exponen:
A) Contra todas las actuaciones practicadas en los autos de juicio de
Separación (transformado en divorcio) nº 791/2005 y que dieron lugar al
Auto de 27/07/05 y posterior Sentencia de 30/11/05 dictadas ambas
resoluciones por el Ilmº Sr. Magistrado-Juez del Juzgado de Primera
Instancia nº 4 de Jaén Don Luis Shaw Morcillo y contra la Sentencia de
fecha 29/05/2006 recaída en el Rollo de apelación 164/2006 de la Sección
Primera de la Audiencia Provincial de Jaén, pronunciada por Sus Señorías
Ilustrísimas Don Pío Aguirre Zamorano, Doña Esperanza Pérez Espino y
Doña María Jesús Jurado Cabrera, por entenderse vulnerados:
1
1) El derecho a la asistencia letrada de la recurrente en amparo,
garantizado en el art. 24.2 CE.
La inexistencia de una efectiva fiscalización de la Magistratura y la
negativa del Parlamento a poner fin a esta situación -aportamos bajo
documento nº 2 la Petición de Control del Poder Judicial presentada ante el
Congreso de los Diputados con fecha 25/10/1994 sin ser la misma
atendida-, ha conllevado que un elevadísimo porcentaje de abogados,
conocedores del omnímodo poder de nuestros jueces, eviten el
enfrentamiento eligiendo la vía de la resignación y dejando con tal proceder
a sus clientes a merced del capricho y voluntarismo de muchos
jurisdicentes, ocasionándoles con tal proceder la más grave indefensión
material que imaginarse pueda.
Y a ese Alto Tribunal le rogamos ante el flagrante caso de injusticia que
hoy ponemos en su conocimiento:
a) Que no ponga el acento en la pasividad de los abogados para negarle a la
recurrente su derecho a la tutela judicial efectiva que ha sido múltiples
veces y desde numerosas vertientes lesionada, porque ellos se sienten
igualmente desprotegidos por sus Colegios profesionales y temen a las
represalias que saben les aguardan si intentan poner freno a decisiones
judiciales arbitrarias -de cuestionarse esta realidad pedimos el recibimiento
a prueba para demostrarla cumplidamente-.
b) Que constate que el núcleo de la cuestión es que la recurrente tenía un
innegable derecho constitucional a ser defendida de manera eficaz por
sus abogados y estos, al no desarrollar una labor efectiva por la justificada
razón expuesta, quebraron el sentido y contenido de este derecho
fundamental cuya finalidad en un Estado de Derecho es garantizar una
asistencia real y operativa que permitiese en este concreto proceso judicial
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que impugnamos en su totalidad, denunciar las otras violaciones de los
derechos básicos habidas que pasamos a explicitar:
2) Derecho a no padecer indefensión -art. 24.1 CE-, íntimamente
conectado con el anterior, al no habérsele permitido a la recurrente en
amparo alegar y probar en el proceso judicial en el que se vio envuelta lo
concerniente a sus derechos e intereses, exigencia esta que contiene un
mandato dirigido al legislador y a los jueces para que promuevan dicha
defensión, según ha venido manteniendo esa Alta Corte desde sus inicios
-STC 9/1981, de 31 de marzo- hasta la época más reciente -STC 262/2005,
de 24 de octubre-, derecho del que no puede ser privada imputándosele tal
indefensión a la pasividad de sus abogados, por encontrarse estos
imposibilitados de ejercer su auténtica función ante la negativa del Poder
Legislativo a garantizar el ejercicio libre e independiente de la abogacía en
nuestro país, lo que conlleva la necesaria protección de sus componentes
para poder estos hacer frente a los abusos de una Magistratura actuante
extramuros de la legalidad.
3) Derecho a un proceso con todas las garantías -art.24.2 CE-, que
asegura a los ciudadanos que cuanto acontece en un procedimiento judicial
va a estar presidido por la más estricta legalidad y que las facultades que la
ley concede a los jueces estos deben verlas, no solo como poderes sino
también como deberes, con prohibición de realizar actividades reñidas con
la dignidad judicial y exigiéndoseles que toda la causa se tramite dentro de
la más estricta normalidad, sin intrigas de pasillo, intromisiones o
recomendaciones que propicien ese strepitus fori de tan nefastas
consecuencias para nuestra Justicia.
3
4) Derecho a que los jueces no se excedan en el ejercicio de su función,
dado que conforme a las SSTC 43/1988, de 16 de marzo, FJ 6; 173/2002,
de 9 de octubre ó 212/2003, de 1 de diciembre, FJ 6: “una actuación al
margen de la Ley que habilita su actuación constituye un exceso de
jurisdicción que vulnera el derecho a la tutela judicial efectiva sin
indefensión (art. 24.1CE)”.
En democracia no existen -no deben existir- poderes absolutos y la
legitimidad de la potestad atribuida al Poder Judicial por el art. 117 de la
Carta Magna tiene su límite en el sometimiento de sus componentes al
imperio de la Ley, el cual consideramos se ha traspasado sobremanera en el
seno del procedimiento judicial objeto del presente amparo, como
demostraremos puntualmente y ello ha supuesto la quiebra del 24.1 CE
que denunciamos.
5) Derecho a no padecer arbitrariedad judicial, reconocido igualmente
en el art. 24.1 CE.
Todo el proceso judicial, como vamos perfectamente a acreditar, no ha
sido, en palabras de ese Tribunal Constitucional -STC 173/2002, de 9 de
octubre, FJ 6-: “expresión de la administración de Justicia sino simple
apariencia de la misma por ser un mero voluntarismo judicial...”, lo que
ha originado que los tres hijos menores de edad hayan sido alejados de su
madre que los criaba, concediéndosele la guarda y custodia al padre que
arrastra desde hace años graves trastornos mentales que le incapacitan para
tenerlos junto a sí, por más que lo desee por el amor que les profesa -lo que
no cuestionamos en absoluto-, peligrando la integridad física y moral de
esos menores, lo que ha acontecido por ese actuar sin razones formales ni
materiales que define la arbitrariedad judicial de la que nos quejamos -STC
164/2005, de 20 de junio, FJ 3-, al no verse frenado por la injustificable
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pasividad de cuantos lo presenciaron y permitieron se consumara tamaña
monstruosidad.
6) Derecho a utilizar los medios de prueba pertinentes para su defensa,
enunciado en el art. 24.2 CE.
No resulta constitucionalmente admisible que las únicas pruebas que
tuvieron acceso al proceso fuesen las que pretendían perjudicar a la
madre -sin por supuesto conseguirlo-, que no se tuviese en cuenta el
informe psicofamiliar sobre el que el Juzgador anunció que apoyaría su
decisión definitiva sobre la guarda y custodia de los menores, que se
impidiese demostrar esa incurable enfermedad del progenitor, ni mucho
menos que los jurisdicentes no practicasen la exploración de la menor
María, en edad de ser oída y cuya declaración dejaría bien patente que los
corazones de sus hermanos y el suyo propio dejaron de latir a ritmo normal
desde que esa separación “en Justicia” les privó de la constante ternura y
amor de su madre que en ningún momento anterior de sus vidas les faltó.
7) Derecho a la tutela judicial efectiva desde la vertiente de la
proscripción de desigualdad de armas en el proceso, en estrecha
relación con el anterior al vulnerarse el mismo según la doctrina de este
Tribunal Constitucional, si: “se dispensara un trato de favor en
materia de prueba a la parte contraria” -STC 226/2000, de 2 de
octubre-, que es lo que desgraciadamente ha acontecido en el presente
supuesto que nos ocupa, produciéndose un patente desequilibrio entre las
respectivas
posiciones
procesales
hasta
llegar
a
desvirtuarse
completamente tal principio de igualdad de armas, que ni siquiera
tolera limitaciones -SSTC 47/1987, 66/1989, 186/1990, 186/1990, 76/1999,
178/2001...-.
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8) Derecho a obtener resoluciones judiciales motivadas y fundadas en
derecho sin tacha de arbitrariedad -art. 24.1 CE-, porque a diferencia de
lo que aconteciera en el antiguo régimen donde el Juez no tenía por qué
explicar las motivos de su decisión: “en un Estado de Derecho hay que dar
razón del Derecho judicialmente interpretado y aplicado” -STC 116/1998,
de 2 de junio , FJ 4-, faltando en las tres resoluciones que decidieron sobre
la guarda y custodia de los menores, los elementos y razones de juicio que
nos permitiesen: “conocer cuales han sido los criterios jurídicos que
fundamentan la decisión” -STC 8/2005, de 17 de enero, FJ 3-, como
también esa motivación fundada en derecho: “que debe ser consecuencia
de una exégesis racional del ordenamiento y no fruto de la arbitrariedad
(SSTC 61/1983, de 11 de julio y 5/1986, de 21 de enero entre otras)”,
arbitrariedad esta presente en dichas resoluciones por: “expresar un
proceso deductivo irracional o absurdo” -STC 173/2002, de 9 de octubre,
FJ 6, con cita de otras muchas-.
9) Derecho a la integridad física y moral de los menores y de la madre art. 15 CE-, que protege la inviolabilidad de la persona frente a posibles
ataques que puedan lesionar su cuerpo o su espíritu, sin que para poder
apreciar esta vulneración en relación con los hijos sea: “preciso que la
lesión de la integridad se haya consumado, sino que a efectos de que el
derecho invocado se estime lesionado basta con que exista un riesgo
relevante de que la lesión pueda llegar a producirse” -SSTC 221/2002, de
25 de noviembre, FJ 4 ó 220/2005, de 12 de septiembre-, pudiendo verse
dañado este derecho a la integridad física, como continúa manifestando la
última de las Sentencias citadas: “no solo por acciones, sino también por
omisiones de los poderes públicos”, en este caso particular por no valorar
los órganos judiciales la magnitud del peligro que ha supuesto el conceder
la guarda y custodia al progenitor mentalmente enfermo, incluyéndose
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como pedimos a la madre en este derecho fundamental violado, por el
sufrimiento sostenido y de especial intensidad que ha provocado y provoca
en ella una sensación de frustración e impotencia, al verse desplazada de
su permanente función de guarda y custodia de sus hijos ejercida en todo
momento con ejemplaridad y devoción, extendiéndose el daño hasta alterar
su propia dignidad, valor jurídico fundamental que como se señalara desde
la temprana STC 53/1985, de 11 de abril, FJ 8, se halla íntimamente
vinculado con este derecho a la integridad física y moral.
10) Derecho a la tutela judicial efectiva sin indefensión de los menores,
al haber sido privados estos de la presencia e intervención del
Ministerio Fiscal -art. 24.1 CE-, vulneración que denunciamos por la vía
del art. 43.1 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, toda vez que
como manifiesta la STC 88/2003, de 19 de mayo, FJ 5: “no cabe duda de
que, ciertamente, en cuanto poder público, puede ser sujeto de la
atribución de la lesión de un derecho fundamental”.
El Ministerio Fiscal debió formular la oportuna protesta y recurrir por
haber sido privado como exigía el art. 749.2 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil de su intervención preceptiva en el proceso que afectaba a la esfera
personal y familiar de los menores hasta llegar incluso a ese Tribunal
Constitucional, como aconteciera en la STC 17/2006, de 30 de enero en la
que se reconoce que no fue solo: “el Ministerio Fiscal quien ha podido ser
vulnerado su derecho a la tutela judicial efectiva sin indefensión, sino
también las hijas menores de las partes enfrentadas en el proceso
matrimonial, menores por cuyo interés prevalente debe velar el Ministerio
Fiscal en virtud de su posición institucional, siendo precisamente esta
segunda perspectiva, la defensa del interés superior de las menores, la que
cobra especial relevancia a efectos del presente proceso constitucional”.
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B) Ad cautelam y por si ese Alto Tribunal decidiese volcar exclusivamente
la culpa en los abogados de la recurrente, para hacer decaer sus precedentes
quejas por no haber denunciado los mismos durante la sustanciación del
procedimiento las violaciones de los derechos fundamentales acaecidas en
su seno, sin querer atender esa digna Corte a la triste realidad de un Poder
Judicial falto de independencia y responsabilidad y causante por este
sustancial motivo de un enorme daño a la ciudadanía que infructuosamente
apela a la Justicia que merecemos tener y a los quejosos en particular
que buscan su reparación en esta Sede, impugnamos el fallo judicial
último -la Sentencia de 29/05/2006, notificada el 31/5/2006- y al que
imputamos idénticas violaciones, dejando inicialmente fuera del presente
recurso de amparo la indefensión material lesiva del 24.1 CE y ocasionada
a la menor María, de 7 años de edad, al no haber sido oída por la Audiencia
Provincial durante la sustanciación de la apelación, dado que previamente
procede denunciar tal quiebra constitucional ante el propio Tribunal que la
causó y a través del preceptivo incidente de nulidad previsto en el art. 241
de la Ley Orgánica del Poder Judicial.
ACALARACION PREVIA Y TRASCENDENTAL
Lo que se ha pretendido y conseguido ocultar en el proceso judicial que
concediera la guarda y custodia de los menores al padre es que este sufre
una grave enfermedad mental que le incapacita para tener dicha
guarda y custodia y que con ello se está poniendo en peligro constante
la integridad física y moral de los menores. Se impidió que su historial
clínico iniciado en 1990 llegase al proceso, se denegó que un perito
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psiquiatra lo reconociese durante la sustanciación de dicho procedimiento y
se llegó hasta permitir que los médicos que lo han tratado durante todos
esos años no comparecieran a declarar, pero por encima de todas esas
relevantes pruebas de las que fue privada la recurrente hoy en amparo
sobresale el testimonio sincero y auténtico del propio padre del enfermo
que en una carta manuscrita que entregase al matrimonio cuenta al hijo el
resultado de uno de sus brotes sicóticos, el tenido del 25 de julio al 26 de
agosto de 2001, transcribiéndose de la misma
algunos párrafos que
apoyados en las inmutables leyes de la ciencia y en la lógica más
elemental, desvirtúan por sí solos los fallos judiciales habidos que
prefirieron por razones aún desconocidas que la verdad no saliese a la luz:
“El día 25, en Baeza, y por la tarde tuviste el episodio más violento
conmigo y con Gonzalo -su hermano- y te trasladamos en ambulancia al
Hospital Princesa Sofía. Te atendió Bellido y esa noche quedaste
internado.
El siguiente día 26 al mediodía, Gonzalo y yo fuimos a recogerte al
Hospital y desde ese día y hasta el 25 de agosto estuviste permanentemente
en casa de tus padres, durmiendo en tu antigua habitación de soltero.
Durante ese mes tu padre y tu madre se turnaban por noches... y ello
porque tú no dormías apenas y no dejabas dormir ya que, dado tu estado
de excitación, no se te podía dejar solo...
M. José durmió aquí, y en el 5º, una noche porque estabas sexualmente
agresivo y había que evitar más problemas...
En ese mes tanto tu madre como yo hablamos con frecuencia con Bellido y
solo cuando este nos lo dijo, señalando que había pasado la fase crítica,
decidimos irnos a Inglaterra y eso, fundamentalmente, por el estado de
agotamiento tanto físico como psíquico de tu madre...”.
Aportamos la parte de la carta que se refiere exclusivamente a su
enfermedad marcada como documento nº 3.
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La gravedad de esta situación al ser crónica su dolencia y el parejo y
evidente riesgo que están corriendo los menores en estos concretos
momentos bajo la guarda y custodia de su progenitor, lo acaba de poner de
manifiesto el Jefe de la Planta de Psiquiatría del Hospital Público Princesa
Sofía al certificar con fecha 23 de junio de 2006, no solo que quien impetra
hoy amparo está y estuvo desde que él intervino en el proceso de
separación capacitada para la guarda y custodia de los menores -lo que de
contrario se ha pretendido absurdamente cuestionar-, sino también que por
la información facilitada: “ se puede colegir la existencia de un trastorno
Sicótico Agudo en su ex marido, que en periodos de descompensación y / o
abandono del tratamiento, le haría inepto para la guarda y custodia
adecuada de sus hijos, pudiendo representar (si está Sicótico) un riesgo y /
o perjuicio de índole moral y psíquico y si está medicado con neurolépticos
(como se trata la psicosis), también de índole física, sobre todo si conduce
vehículos
a
motor,
donde
transporta
a
los
menores
en
sus
desplazamientos”.
Se adjunta el meritado informe psiquiátrico bajo documento nº 4.
HECHOS DE LA PRESENTE DEMANDA
Primero.- Encontrándose los cónyuges resolviendo extrajudicialmente su
separación y habiendo aceptado el esposo y padre sin reparo alguno -nunca
negaremos que el mismo quiere lo mejor para sus hijos-, que la guarda y
custodia quedase a cargo de la madre, alguien de su entorno familiar
prefirió presentar la demanda de separación y elegir al parecer lo que a los
demás ciudadanos nos está vedado: el Juez que habría de decidir la
contienda.
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Decimos esto porque existiendo 8 Juzgados en Jaén que tramitan estos
procedimientos, el 28 de junio de 2005 la parte demandante se dirige ya al
Juzgado de Primera Instancia ni 4 para pedir la urgente entrega de los niños
-documento nº 5-, cuando existe una diligencia del Secretario Judicial
dando fe el 29 de junio de 2005 que: “ en el día de hoy se ha turnado por
el Decanato la anterior demanda... quedando registrada con él nº
791/2005” -documento nº 6-.
A esta grave irregularidad inicial, constitucionalmente relevante desde el
prisma del derecho fundamental a un proceso con todas las garantías, se le
une esta otra cuestionable actuación jurisdiccional: el conocimiento por
parte del actor de la sentencia recaída en el proceso, puede que incluso
antes de haber sido la misma dictada. Estos son los irrefutables hechos
que sostienen tal hipótesis:
1) El día 1/12/2005, el esposo y padre acude al banco para que la cantidad
que viene transfiriéndose mensualmente en concepto de pensión -1000
Euros según documentalmente acreditamos con el documento nº 7-, se vea
incrementada en la suma exacta establecida ya en Sentencia -1.200 Euros-.
El documento nº 8 deja constancia expresa del abono de esa diferencia de
200 Euros, para ajustarse a lo decidido en el fallo.
2) Ello lleva a la demandante en amparo a la conclusión evidente de que su
ex cónyuge conocía tal Sentencia. Puesta la misma en contacto con su
abogado esta verifica y le hace saber que aún no se ha dictado la Sentencia,
pero su propio esposo le confirma el 4/12/05 que la conoce desde el
miércoles 30 de noviembre de 2005, induciéndole dicha aseveración a
presentar una denuncia -documento nº 9-.
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3) El consabido revuelo que la acción penal instada ocasiona produce la
siguiente actuación jurisdiccional:
a) Que a la Procuradora de Doña M. José Moreno Almonacid se le
notifique la Sentencia de fecha 30/11/2005 el 13 de diciembre de 2005
conforme consta en el sello de Registro del Servicio Común de
Notificaciones -documento nº 10-.
b) Y a la representación del actor el concreto día 30/11/05 -el juicio se
celebró el 29/11/05- en que el mismo manifestó conocer tal resolución y
actuó en consecuencia con ella, pero como puede comprobarse en esa
diligencia de notificación -se aporta bajo documento nº11- no aparece
sello alguno de entrada en el Servicio de Notificaciones, porque
obviamente de figurar tal sello tendría que figurar estampada en dicha
diligencia la misma fecha 13/12/2005 que consta en la de la
Procuradora de la parte contraria.
Segundo.- Lo expuesto, de enorme gravedad, no es sino una simple
muestra del voluntarismo judicial que presidiera todas las actuaciones
causantes de las innumerables vulneraciones en cadena de los derechos
fundamentales de mi representada que aquí se denuncian, la más débil y
desvalida en ese odioso proceso en el que la prepotencia del contrario la
situó desde un principio en posición desventajosa por no atender los jueces
que dirimieron tal contienda a sus deberes esenciales de lealtad, ciencia y
decoro, cuando se atrevieron:
1) A desoír todas las legislaciones internacionales y patrias que se basan en
el criterio del interés y beneficio de los menores a la hora de regular la
atribución de su guarda y custodia.
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En concreto el titular del Juzgado de Primera Instancia nº 4 de Jaén, sin dar
intervención alguna al Ministerio Fiscal como exige la Ley, el cual incluso
había adelantado expresamente que: “en cuanto a las medidas que deben
adoptarse y que afecten a los hijos menores dictaminará en el acto de la
comparecencia”, dicta un Auto de medidas provisionales -documento nº
12-, en el que tras declarar la custodia compartida, expulsa del domicilio
conyugal a la madre y la separa de sus hijos a los que venía dedicando todo
su tiempo, pasando los tres menores de 2, 3 y 6 años de edad a ser cuidados
por dos empleadas de hogar: “a la espera de que el informe del equipo de
familia pueda dar más luz sobre la conveniencia de atribuir a uno u otro
padre tal custodia”.
Ese informe psicofamiliar llega y resulta, como no podía ser de otra
manera, demoledor: “hasta la ruptura del matrimonio Mª José ha sido la
responsable del cuidado y atención de sus hijos, y por tanto los niños
actualmente la echan de menos, dos mujeres encargadas de ellos por muy
bien que realicen su trabajo, no pueden sustituir a la figura materna...
teniendo en cuenta la corta edad de los mismos y en beneficio e interés de
estos, este Equipo de Familia considera que los Menores María, Rodrigo y
Cristina, queden bajo la Guarda y Custodia de su madre Dª María José
Moreno Almonacid...”. pero el Juzgador, de nuevo sin la presencia otra
vez del Defensor Público en la vista, aunque recoge en la Sentencia: “con
la asistencia del Ministerio Fiscal” y sin aceptar tal informe al que se
enfrenta incluso abiertamente, atribuye en exclusiva la guarda y custodia al
padre ratificando su decisión de que los hijos continúen viviendo con este.
2) A no permitir que se acreditase la enfermedad mental del progenitor
apuntada en el escrito de contestación a la demanda: “se oculta por la
contraparte los graves trastornos psíquicos que padece el esposo, que está
en tratamiento psiquiátrico y sometido a una fuerte medicación para evitar
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crisis de carácter depresivo o agresivo desde al menos 1990...”,
rechazando la aportación al proceso de su historial clínico con un escueto
“no ha lugar”, denegando la prueba pericial pedida por la demandante,
consintiendo la desobediencia de los testigos que se negaron a ir y a
informar sobre dicha enfermedad -documentos 13 y 14- e inclinado
completamente hacia la pretensión del actor, pide al Equipo de Familia solo
el historial médico clínico de la madre y que: “ emita dictamen sobre la
conveniencia de atribuir la guarda y custodia de los menores al padre...” –
documento nº 15-.
3) A valorar de las únicas pruebas que permitió practicar, los testimonios
de la madre del progenitor, de las amigas del demandante y de su empleada
de hogar, las cuales reconocieron al declarar su condición de dependencia y
amistad y: “que quieren que gane el pleito el demandante”, sin prestar
atención alguna a la tacha efectuada ni a las pruebas aportadas por la
demandada y que al igual que el informe psicofamiliar consideraron que
era la madre la que estaba en condiciones de asumir la guarda y custodia de
los menores.
4) A hacer alusión a una extraña denuncia presentada por supuesto hurto
iniciada ya la separación, la cual se archivó: “por no aparecer debidamente
justificada la perpetración del delito” -adjuntamos el Auto que la archivara
bajo documento nº 16- y que llegó al proceso a través de un testimonio
aportado por el demandante, no alcanzándose a comprender ni como lo
obtuvo ni como pudo enterarse de tal denuncia ni la relación que la misma
podría tener para la resolución del pleito que nos ocupa, concediéndose la
guarda y custodia solo al padre por considerar relevante: “ la sospecha
de hurto” y el comentario de la empleada de hogar con más de 25 años a su
servicio que imputara a la demandada una “inadecuada administración del
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dinero”, y no alcanza tal relevancia para el Juez a quo el derecho
fundamental a la presunción de inocencia ni para el Tribunal ad quem el
Auto de sobreseimiento de la causa penal, en cuya virtud y por imperativo
constitucional -STC 34/1993, de 6 de mayo, FJ 4-: “el sobreseído ha de ser
tenido como inocente a todos los efectos”.
5) Y a tolerar que llegaran en fase de apelación documentos no autorizados
por el art. 270 de la Ley de Enjuiciamiento Civil y a tener contacto en dicha
alzada con la prueba testifical y pericial sin la necesaria inmediación y
contradicción impuesta con reiteración por el Tribunal Constitucional para
evitar se desvirtúen estas por el tamiz efectuado por el Juez de instancia,
negándose a aplicar normas de ius cogens pensadas exclusivamente en
beneficio de los menores.
Tercero.- La grave enfermedad mental del demandante resultó ser tabú, lo
que no es admisible en un proceso judicial iniciado para decidir con quien
deben permanecer los hijos menores de edad del matrimonio. Y si se
hubiera permitido acreditarla este sería su resultado, que exponemos
cumpliendo con la doctrina del Tribunal Constitucional.
“ Que José María sufre el primer episodio depresivo en el año 1990 siendo
tratado por un neurólogo de Granada durante dos años. De médico en
médico llegó al Doctor Alfonso Ruiz Mateos y tras tratarlo durante cerca
de tres años y viendo que con su medicación no cedían las crisis de
ansiedad sino que iban a más, ve conveniente realizarle una serie de
pruebas en la Fundación Jiménez Díaz e ingresarlo durante una semana en
la Clínica San Miguel en Madrid. De allí sale con una medicación que
aparentemente lo estabiliza y con un diagnostico de Distonía
Neurovegetativa relacionada con la producción de Serotonina. Para ello le
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pone como tratamiento : Tranxilium, Anafranil 75 tres veces al día y
Norvitol Fuerte por la noche, pero el tratamiento no da el resultado
esperado, no cesan las crisis que cada vez son más fuertes y con más
medicación.
El médico en vez de bajar los medicamentos los empezó a subir cada vez
más. José Mª empezó el otoño de 1999 mal, con más medicación (200
Tranxilium+Anafranil 75 (1-1-1)+ Norvitol fuerte (0-0-1)+subvectol (1-10) y 2 etuminas en caso de que persistiera episodio), se reguló un poco en
invierno y en primavera del 2000 empezó a empeorar de forma
descomunal. En la Clínica Universitaria de Navarra es ingresado durante
dos semanas, tratado por el Doctor Moya. Allí le dieron un nuevo
diagnóstico, personalidad Anancástica y una nueva medicación, Vandral
Retard, Orfidal, Noptamil 2, remitiéndolo al Doctor Gurpegui de Granada
para que le haga un seguimiento periódico, quien lo veía cada mes.
Tras una de las revisiones con el Doctor Gurpegui salió bastante alterado
diciendo que todo era mentira, que lo único que él tenía era una alergia a
la lactosa de los medicamentos. Empezó a obsesionarse con este tema, tuvo
que ir tres veces a urgencias y tras tres noches sin dormir él, ni dejar
dormir a su esposa hubo necesidad de avisar a su padre regresando todo
el viaje sin parar de hablar.
La noche del 24 de julio del 2001 no durmió nada y empezó a decir cosas
que realmente eran el anticipo de lo que al día siguiente se vivió. Su padre
fue informado de que José María había empezado a delirar, él se puso en
contacto con un amigo médico Don Juan Navarro, para que le aconsejase
un psiquiatra que lo viera urgentemente, recomendándole este al Doctor
Bellido.
Al recogerlo su padre y su hermano se desencadena un episodio
DELIRIUM AGUDO, es decir BROTE PSICOTICO CON ENAJENACIÓN
MENTAL, donde cree que le persigue al anticristo, le pega una paliza a su
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hermano Gonzalo y a su padre, intenta tirarse por la ventana, e inicia un
circunloquio obsesionado con temas sexuales y religiosos, paseándose
desnudo por la casa a la vista de todos. Es trasladado amarrado en
ambulancia a Jaén y queda ingresado una noche en observación en el
Hospital Princesa, recomendando el Doctor Bellido una hospitalización
domiciliaria bajo llave en casa de sus padres, administrándole la
medicación indicada (Sinogan. 60 gotas Halopereidol 40 gotas, Akineton)
(Prozac, Lexatin 3 Y6 MGR, Stilnox10, Mitovan 2, Dormodor, Risperdal 15
inyectable, Meleril solo cuando viera que iba a perder el control ...)”.
¿Y ha de ser esta persona, amante de sus hijos sin dudarlo, pero claramente
incapacitada por su dolencia psíquica para tenerlos bajo su techo, la que por
decisión judicial tenga atribuida su guarda y custodia?
Cuarto .- Las tres resoluciones que privaron a los hijos de estar con su
madre explicitan en sus fundamentos como motivo nuclear para adoptar tal
medida: “el interés de los menores” y nos preguntamos:
¿Tuvieron quizás en cuenta el preceptivo dictamen del Ministerio Fiscal,
garante por imperativo legal del desarrollo integral, personalidad,
formación y bienestar de los menores? Ya dijimos que ni siquiera se le
permitió intervenir con anterioridad a adoptar provisionalmente tal medida
ni acudió a la vista del juicio.
¿Atendieron entonces antes de decidir sobre su guarda y custodia a los
elementos personales, familiares, sociales y culturales que concurrían en la
familia, sopesando las necesidades de atención, alimentación, educación,
ayuda escolar y cariño de los menores? Evidentemente que no, al sustituir a
la madre por dos empleadas de hogar, y dado que el padre no está más de
10 minutos al día con ellos.
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U ¿oyeron tal vez a los menores, especialmente a María que contaba ya con
más de seis años, para conocer donde estaba el sosiego y el buen ambiente
familiar y social necesario para su formación integral o cuales eran las
relaciones y afectos que sentían por sus progenitores o si existía rechazo o
identificación hacia alguno de ellos, valorando su edad y autocapacidad
para lograr su crecimiento armónico y equilibrado, que es lo que realmente
significa ese interés y beneficio de los menores por los que debían velar?
Naturalmente que no y por eso debemos seguir buscando cuales fueron las
razones de su decisión.
El Auto de 27/7/05 que provisionalmente acordó que los menores de 2, 4 y
6 años de edad permanecieran con el padre en el domicilio conyugal -se ha
adjuntado este señalado de documento nº 12-, justificó tal medida en que:
“los niños tienen su habitat en esta ciudad (Jaén), donde residen
habitualmente y donde van al Colegio...”, circunstancia esta que en modo
alguno justifica el privar de su tenencia a la madre, a no ser que se esté
pensando ya en la conclusión -desalojarla del domicilio familiar- al
formular tal premisa, lo que así dictaminó a continuación: “Los niños
vivirán con el padre en Jaén y será aquí donde vayan al Colegio. La madre
podrá establecer su domicilio en donde considere oportuno...”.
Por último -ya no hay más razonamientos-: la igualdad de sexos hace que
no pueda considerarse a la madre como la preferida para tener la
custodia”, pero obviamente no dice por qué resultó ser el padre el elegido,
máxime cuando las pruebas practicadas mostraban un consenso absoluto
sobre la capacitación de la madre para permanecer con los menores y ni un
solo argumento a favor de que viviesen con el padre.
La Sentencia del 30/11/05 -la aportamos bajo documento nº 17- que debía
necesariamente atender al informe psicosocial como recogiera el Auto que
adoptó provisionalmente tal medida: “a la espera de que el informe del
equipo de familia pueda dar más luz sobre la conveniencia de atribuir a
18
uno u otro padre la custodia”, cambió de parecer, dado que este informe
consideró: “que los menores María, Rodrigo y Cristina, queden bajo la
guarda
y
custodia
de
su
madre
Doña
María José Moreno
Almonacid” -se aporta con el nº 18- y se rebeló frente al mismo: “no debe
confundirse interés del menor con deseos de este. Puede que el niño
prefiera a uno de sus padres, pero quizás resulte más conveniente para él
que esté con el otro” (sic).
Y consciente el Juzgador de que solo hay en los autos informes que
recomiendan la atribución a la madre de la guarda y custodia de los niños,
vuelve a mentir en la Sentencia -la primera vez acontece cuando manifiesta
que el Ministerio Fiscal acudió al juicio-, señalando: “en la vista de
medidas provisionales se destacaba por los médicos que atendieron a los
litigantes que ambos estaban capacitados para el cuidado de los hijos...”,
demostrando la lectura de dicha acta -cuerpo documental nº 19-, que tal
aserto no se ajusta en modo alguno a la verdad.
Sin embargo lo que consigue herir la sensibilidad de un lector imparcial
son las imputaciones injustificables que recoge la Sentencia para apoyar su
decisión y que exponemos en orden inverso al de su impertinencia y
gravedad:
“un trastorno en la madre referente a sospechas de hurto e inadecuada
administración del dinero, testificado por alguien que conoce tanto la
intimidad de un hogar como la empleada del mismo y corroborado por
aparecer la Srª Moreno en la actualidad imputada en un delito de hurto,
que sí desaconsejan otorgar a la madre la custodia de los niños”.
Esa empleada de hogar, testigo falto de toda credibilidad y tachado por tal
razón, dado que en el momento de su deposición, llevaba al servicio del
demandante y su familia más de 25 años y que: -“ quiere que gane el pleito
el demandante”, no puede obviamente sustentar una decisión tan grave,
como tampoco pueden hacerlo unas Diligencias Previas por hurto acabadas
19
de incoar, que obedecen como hemos dicho a una extraña denuncia
presentada iniciado ya el proceso de separación -la denunciante señaló al
interponerla: “autores desconocidos sustrajeron dinero...”, para escasos
días más tarde acudir a manifestar categóricamente que “la autora de hurto
era María José Moreno Almonacid”-, y si se sabe anulada por el
constitucional derecho a la presunción de inocencia ¿Cómo atenta entonces
contra la sagrada institución de la guarda y custodia?
En cualquier caso esta denuncia se archivó por Auto de 19/12/2005 al no
aparecer justificado “la perpetración del delito” y la Audiencia que conoce
del cierre de dicho proceso penal omite conscientemente toda referencia a
ello en su Sentencia de 29/05/2006 con el fin de ratificar la sentencia de
instancia “por sus propios y acertados razonamientos perfectamente
coherentes con la situación fáctica, pruebas practicadas, esencialmente los
informes periciales...”. no quedándonos ya nada más que un razonamiento
para que pueda mínimamente sostenerse la racionalidad y coherencia del
proceso mental seguido para formarse los Jueces actuantes su convicción,
analizándolo en el siguiente hecho por la perversidad que el mismo encierra
al intentar restarle a la demandada toda credibilidad en el ejercicio de su
función maternal. Aportamos esta última Sentencia bajo documento nº 20-.
Quinto.- Las dos Sentencias a las que venimos haciendo mención dejan
bien patente que ambos progenitores “están plenamente capacitados para
hacerse cargo de los menores”, aunque conocedor el Juzgador del
trastorno psíquico que presenta el demandante lo plasma así en su
Sentencia –traicionándole el subconsciente porque en modo alguno tal
extremo resultó probado por su frontal oposición a ello-, pero busca
compensarlo achacando a la madre parecidos antecedentes, recogiendo en
su resolución: “ la madre en épocas cercanas ha tenido un intento de
20
autolisis; la falta de consideración hacia la propia vida no significa en
modo alguno que pueda desconsiderarse la de los hijos, pero sí puede
enfrentar a los niños a presenciar situaciones capaces de ocasionarles
graves daños emocionales”
Este párrafo es con mucho el broche más ruin que ha podido ponérsele a
este tenebroso episodio del Poder Judicial que estamos cuestionando. Los
juzgadores no atienden, no quieren aceptar:
1) Ni que todos los informes obrantes en autos destacaron su idoneidad
para continuar conviviendo con sus hijos:
El informe psicofamiliar: “no se aprecian indicios de que la Srª Moreno
presente actualmente alguna alteración psicológica que la incapacite como
madre. Por lo tanto puede seguir ocupándose de sus hijos tal y como lo
hacía antes de la separación del matrimonio”.
El testimonio de la psicóloga Doña Ascensión Zafra: “que está capacitada
para cuidar de sus hijos”.
Y el del Doctor Don Julio Cesar Carazo, Jefe de la Planta de Psiquiatría del
Hospital Princesa Sofía: “que está plenamente capacitada para hacerse
cargo de la guarda y custodia de los menores”.
2) Ni -y esto es lo más intolerable-, la causa determinante de su destrucción
paulatina, a pesar de constar la misma en las actuaciones:
Dr. Carazo: “Que tenía una depresión por la situación tensa y conflictiva
que tenía en su ambiente familiar...”
Doña Ascensión Zafra: “Que María José empezó con la sintomatología a
partir del brote psicótico de José María”.
Si en un solo mes, los padres que cuidaron de José María decidieron irse a
Inglaterra: “por el estado de agotamiento tanto físico como psíquico” ¿Qué
límites de tolerancia piensan los jueces que habría que exigirle a su esposa,
que compartió con él desde el año 1992 todas sus crisis y episodios
psicóticos en la más absoluta soledad?
21
Acompañó todos esos años a su esposo a las distintas consultas médicas a
las que este acudió, debiendo para ello alejarse de sus hijos de los que
nunca se separaba, le suministró sistemáticamente su medicación,
soportando en silencio todas sus crisis, cuidándole de forma permanente en
su dilatada enfermedad y compartiendo sus largas noches de insomnio con
el constante miedo en el cuerpo por lo que pudiera pasarle a ella o a los
pequeños, a lo que ha de unírsele sus delicados embarazos por el ambiente
familiar hostil y las lógicas depresiones post-parto que la llevaron a un
agotamiento físico y mental y aún así seguir sacando fuerzas para velar por
su esposo y por sus hijos...¿Llegamos hasta el final? La propia psicóloga lo
dice sin rodeos en su testimonio: “Mª José está en tratamiento desde
(que)... tuvo el último intento de agresión...” y lo aclara perfectamente el
padre del agresor en su misiva: “María José durmió aquí y en el 5º una
noche, porque estabas sexualmente agresivo y había que evitar más
problemas”, problemas estos que ha de arreglar el Poder Judicial porque la
libertad sexual no se anula por la relación conyugal, por lo que no existe
justificación alguna para violentar al cónyuge sin su consentimiento.
Los filósofos griegos afirmaban ya que el suicidio es un acto enérgico en
cuya virtud tomamos posesión de nosotros mismos para librarnos de
padecimientos y servidumbres insoportables ¿Y es este intento de poner fin
a tanto sufrimiento acumulado, el motivo por el que el juzgador no le
entregó a sus hijos?
Obviamente tampoco fue esta la razón porque sabía perfectamente que con
el alejamiento del causante la pesadilla iba a desaparecer: “No obstante
este aspecto puede considerarse menor pues no tiene por qué volverse a
producir”, por lo que no queda ya en pie ninguno de los modelos
argumentativos deductivos, inductivos o abductivos en los que sustentar las
decisiones judiciales que impugnamos, lo que nos lleva directamente a la
arbitrariedad que el art. 24.1 CE proscribe.
22
Sexto .- Por si pudiera remover las conciencias de cuantos permitieron este
tremendo atentado contra la dignidad de una madre y la estabilidad de sus
hijos y que alcanza a muchos más que a esos espectadores pasivos que
presenciaron el drama en un país que ha de invertir con urgencia la
compasión que siente hacia los agresores para comenzar a preocuparse
seriamente por sus víctimas, que quedan en el desamparo más absoluto,
aportamos unos testimonios que muestran sin ningún género de dudas la
sensibilidad, madurez, responsabilidad y amor que es capaz de dar al
mundo y especialmente a la infancia quien ha querido ser descalificada
como madre privándole de la compañía de sus hijos:
M. Angeles Cárdenas Romero como directora de la Casa-Hogar de Baeza.
Informo que “M. José Moreno Almonacid trabajó como monitora de los
menores, residentes en el centro durante el periodo que va desde el 15-0195 al 15-07-95. realizó su trabajo responsablemente, mostrando ser una
persona muy educada y delicada”.
Como Directora de la Residencia de la Milagrosa de Baeza en los años
1992 a 1996 quiero hacer constar que:
“María José Moreno Almonacid, de 22 años, prestó servicios como
voluntaria a los menores de la Junta de Andalucía en nuestra residencia de
“La Milagrosa”. Su trabajo consistió en:
- Dar apoyo escolar en estudios a los menores de 4º y 5º de EGB
- Colaboró como puericultora en atención a los bebés y pequeños del
Centro.
- Colaboró también en atención a los menores deficiente o con
minusvalía.
23
Es justo destacar que estos servicios los prestó a gusto de todos. Se destacó
por su delicadeza, corrección y verdadero cariño y entrega a su misión.
Siempre creó buen ambiente y demostró ser una persona equilibrada y
madura para el trabajo que desempeñó”.
Cruz Roja española certifica: “que ha participado en el proyecto de
educación para convivencia”.
Unos padres que dejaron a sus hijas largas horas con Mª José:
“Los cuidados de la Srª Moreno fueron excelentes y muy eficaces en su
tarea teniendo en cuenta que la niña mayor tenía dos años y la menor de
tres meses en adelante. Además sus cuidados siempre estuvieron presididos
por el afecto, la delicadeza y la comprensión y como padres de estas niñas
siempre, siempre hemos valorado su dedicación y amistosa entrega en esta
delicada labor de atender a unas niñas pequeñas. Su paciencia demostrada
fue grande por lo que nuestro agradecimiento como padres es
permanente”.
Se adjuntan los anteriores certificados como cuerpo documental nº 21, que
acreditan la palmaria equivocación tenida por las resoluciones judiciales
impugnadas. Ahora solo queda averiguar el por qué.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
Que complementan las razones jurídicas que ab initio explicitaron las
violaciones de los diez derechos básicos que se denuncian, ordenándose
todas ellas en la fase de alegaciones por el escaso tiempo tenido para
articular esta demanda, dado que el testimonio completo y sin foliar de las
24
alegaciones llegó hace menos de una semana y no contamos anteriormente
tampoco con ninguna de las actuaciones comprensivas del proceso judicial
que impugnamos expresamente en amparo.
I
El derecho a la defensa y a la asistencia letrada incluido dentro del haz de
garantías que integran el derecho a un proceso justo y que el art. 24.2 CE
reconoce para todos los procesos -STC 215/2002, de 25 de noviembre, FJ
4, con cita de la STC 92/1996, de 27 de mayo-, tiene como finalidad según
la Sentencia citada: “la de asegurar la efectiva realización de los
principios de igualdad de las partes y de contradicción que imponen a los
órganos judiciales el deber positivo de evitar desequilibrios entre la
respectiva posición de las partes o limitaciones en la defensa que puedan
inferir a alguna de ellas un resultado de indefensión...”.
Y la STC 37/2003, de 25 de febrero, recoge en su FJ 5 que este derecho
garantiza el acceder al proceso: “en condiciones de poder ser oído y
ejercer la defensa de los derechos e intereses legítimos en un
procedimiento en el que se respeten los principios de bilateralidad,
contradicción e igualdad de armas procesales (STC 162/2002, de 16 de
septiembre, FJ 3)”.
Atendiéndose a la doctrina expuesta y al impedimento habido y creado por
los jurisdicentes en el proceso para que los letrados de la demandada no
realizaran la efectiva defensa esperada y obligada en nuestro actual Estado
de Derecho, han sido aquellos los causantes de la quiebra de tal derecho
fundamental.
25
II
El derecho a utilizar los medios de prueba pertinentes para la defensa -art.
24.2 CE- es, conforme indica la STC 33/2003, de 2 de junio, FJ 2:
“inseparable del derecho mismo de defensa y exige que las pruebas
pertinentes propuestas en tiempo y forma sean admitidas y practicadas sin
obstáculos (por todas SSTC 30/1986, de 20 de febrero; 147/1987, de 25 de
septiembre; 97/1995, de 20 de junio; 17/1996, de 7 de febrero y 189/1999,
de 11 de octubre)...(que) la prueba propuesta sea objetivamente idónea
para la acreditación de los hechos relevantes (así como ) decisiva en
términos de defensa...”, requisitos que cumplía la prueba de la
demandada, por lo que debe tenerse por vulnerado tal derecho
fundamental al haberse rechazado la misma sin motivación alguna.
III
El derecho a un proceso con todas las garantías -art. 24.2 CE-, imponía a la
Audiencia Provincial al resolver el recurso de apelación decidir en ese
novun iudicium sobre las declaraciones testificales y periciales vertidas en
el proceso observando los principios de inmediación y contradicción y no
por la vía de asumir íntegramente los testimonios de las mismas prestados
ante el Juez a quo y recogido documentalmente, dándole sin más
credibilidad.
También debe figurar entre tales garantías:
26
1) Aquella que asegure al justiciable el acceso al Juez que por reparto deba
corresponderle, infringiéndose tal derecho si uno de los contendientes
puede elegir de antemano a quien desea que dirija su litigio.
2) La que le permita tener acceso a las resoluciones que se dicten en el
procedimiento, al mismo tiempo que le son comunicadas a la otra parte
contendiente, sin que pueda haber como aconteciera en el presente caso dos
semanas de diferencia en la notificación de la Sentencia de 30/11/05
3) Y la que le asegure el dictado de una Sentencia en la que no se falte a la
verdad al recogerse en ella lo realmente sucedido en el procedimiento,
extremos todos estos no cumplidos ni por el Juez de Instancia ni por el
Tribunal de alzada, al validar el mismo todos estos incumplimientos
haciendo suyo íntegramente el contenido de la sentencia primera y de las
actuaciones viciadas con los defectos denunciados, perpetuando con tal
proceder las lesiones de derechos fundamentales habidas.
IV
La motivación y fundamentación en derecho de las resoluciones judiciales
comporta, según la STC 8/2005, de 17 de enero:
“en primer lugar que la resolución ha de estar motivada, es decir,
contener los elementos y razones de juicio que permitan conocer cuales
han sido lo criterios jurídicos que fundamentan la decisión (SSTC 58/1997,
de 18 de marzo, FJ 2; 25/2000, de 31 de enero, FJ 2).
Y en segundo lugar que la motivación esté fundada en derecho (STC
147/1999, de 4 de agosto, FJ 3), carga que no queda cumplida con la mera
declaración de voluntad en un sentido u otro, sino que debe ser
consecuencia de una exégesis racional del ordenamiento y no fruto de la
27
arbitrariedad (SSTC 61/1983, de 11 de julio y 5/1986, de 21 de enero entre
otras)”.
Dando por sentado que la exigencia de motivación alcanza no solo a las
Sentencias sino a las demás resoluciones necesitadas de explicitar las
razones del actuar jurisdiccional -STC 110/2003, de 16 de junio, FJ 2- y
que tal deber de razonar se extiende también a las inadmisiones de las
pruebas: “sin cuya motivación tales decisiones podrían incurrir en
arbitrariedad...” -STC 121/2004, de 12 de julio, FJ 4-, se constata que
tanto la Providencia de 22/09/05 que debió revestir la forma de Auto por
los motivos expuestos y que desestimó las pruebas propuestas con un
escueto: “no ha lugar”, incide, afectándolo, en el derecho a la tutela
judicial efectiva por insuficiencia de motivación, como lo lesionaron
también el Auto de 27/07/05 que provisionalmente acordó que los menores
de 2, 4 y 6 años de edad permanecieran con el padre en el domicilio
conyugal, la posterior Sentencia del Juzgado de Primera Instancia nº 4 de
Jaén de 30/11/05 que mantuviera tal medida agravando la situación al
atribuir en exclusiva la guarda y custodia al progenitor, como la dictada el
29/05/06 y que puso fin confirmando la anterior a la vía jurisdiccional
ordinaria.
Detrás de toda decisión humana existe una determinada voluntad, pero
cuando hablamos en un Estado democrático de derecho de una decisión
judicial, esta necesita siempre justificarse, siendo precisamente la
motivación el canal de legitimación de tal decisión -STC 13/1987, de 5 de
febrero, FJ 3-, buscándose con ella conocer sus razones y que estas
respondan a una exégesis racional del Ordenamiento -STC 219/1992, de 3
de diciembre-, alejándose de toda arbitrariedad, habiéndose demostrado
que en todas las resoluciones judiciales que hemos analizado estuvo
ausente tal racionalidad, justo en la elaboración de los hechos donde el juez
28
casi nunca puede ser cuestionado y más puede por tanto esconderse la
arbitrariedad.
En el caso que sometemos a la consideración de esa respetable Corte es
palmario que no se basaron los jurisdicentes en lo percibido en el juicio
para formar las premisas de las que se debe deducir la valoración de las
pruebas, ni las tuvieron tampoco en cuenta con la objetividad deseada para
llegar a formarse tal convicción. Por ese elemental motivo no aparece
recogida en la sentencia la resultancia mental de la prueba, limitándose en
su fundamentación jurídica a analizar la única que se permitió llegar a los
autos y haciéndolo además de forma totalmente subjetiva y fraccionada.
Faltaron las razones sobre la denegación de la práctica de la prueba que
pretendía acreditar la enfermedad del actor, causando ello una grave
indefensión material a la demandada al privarla de un medio de defensa
vital que hubiera cambiado completamente el resultado del proceso, dieron
absoluta verosimilitud a medios de prueba del actor nada fiables y en los
que llegaron hasta apoyarse sus fallos, pero cuestionaron sin fundamento el
informe psicofamiliar y omitieron todo juicio sobre la pericial que
aconsejaba atribuir la guarda y custodia a la madre por conducir ambas a
una decisión no deseada. En definitiva una falta evidente de motivación y
fundamentación constitucionalmente exigible y una muestra palpable de
voluntarismo judicial que nos adentra en la arbitrariedad denunciada.
V
El Ministerio Fiscal quiso intervenir en la instancia pero cuando se vio
fuera del proceso que afectaba a la esfera personal y familiar de los
menores no impugnó tal decisión judicial, dejando a los pequeños
29
huérfanos de esa defensa que tenía institucionalmente que tutelar y
ocasionándoles a los mismos la lesión del 24.1 CE por la absoluta
indefensión material que tal ausencia les reportó, sin que pueda servir como
excusa la presencia de los padres en el proceso porque como reconociera en
su propio recurso de amparo 6707/2001 y que diera lugar a la STC
17/2006, anteriormente citada, la posición del Ministerio Fiscal es
diferente a la de los progenitores, defendiendo los derechos
fundamentales -STC 86/1985, de 10 de julio, FJ 1-: “no porque ostente su
titularidad, sino como portador del interés público en la integridad y
efectividad de tales derechos”, que lógicamente se acrecienta cuando como
en el presente supuesto acontece estaba en juego el interés superior de los
menores.
En su virtud y de conformidad con los artículos 43.1 y 44.1. LOTC,
AL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL SUPLICO:
Que por presentado este escrito, con los documentos unidos al mismo y las
copias preceptivas de todo ello, se sirva admitirlo, tener por interpuesto
recurso de amparo mixto contra todas las actuaciones y resoluciones
judiciales practicadas en el seno del procedimiento de separación 791/2005
seguido ante el Juzgado de Primera Instancia nº 4 de Jaén y posterior Rollo
de apelación 164/2006 de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de
dicha ciudad y contra la indefensión material causada a los menores por el
Ministerio Fiscal y tras recibir el presente recurso a prueba sobre el
extremo interesado, de cuestionarse el mismo, reconocer la vulneración de
los derechos fundamentales denunciados y acordar para restablecer a los
recurrentes en la integridad de los mismos, la nulidad de todas ellas con
retroacción del procedimiento al momento anterior a la vista que decidiera
30
sobre la guarda y custodia provisional de los menores para que la misma se
celebre con la asistencia del Ministerio Fiscal.
Ad cautelam y de no ser acogida esta petición principal, tener por
interpuesto el amparo contra la Sentencia de la Sección Primera de la
Audiencia Provincial de Jaén de 29/05/06- notificada el 31/05/06-, a la que
imputamos
las
primeras
nueve
violaciones
descritas
y
previo
reconocimiento de dichas vulneraciones acuerde su nulidad para que se
dicte otra respetuosa con los derechos fundamentales de mis representados.
OTROSI DIGO:
La suspensión del Auto de 27/07/2005 que acordó la guarda y custodia de
los menores de forma provisional, la de la Sentencia de 30/11/2005 que
ratificó tal medida y la dictada en apelación con fecha 29/05/2006 que la
confirmara, ha de acordarse con carácter urgente y con anterioridad a
la admisión de este recurso y sustanciación del posterior trámite que se
pronuncie sobre su confirmación, no solo para impedir que el presente
recurso pierda su finalidad sino para poner de inmediato fin al peligro
real que sufren en la actualidad los tres menores bajo la custodia
indebida de su progenitor.
Ha sido aportado un certificado del Jefe de Planta de Psiquiatría del
Hospital Princesa Sofía de Jaén -documento nº 4-, que avala tal petición
inmediata de suspensión y si anteriores solicitudes de este Tribunal
obtuvieron el dictado de la resolución provisional que interesamos con
la mayor premura -AATC 285/1998, 388/2004 ó 357/2005-, la presente ha
de merecer idéntico trato por la enorme importancia y gravedad de los
intereses en juego y el riesgo innegable de los pequeños.
En su virtud, y de conformidad con el art. 56 LOTC,
31
AL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL SUPLICO:
Que por interesada la suspensión cautelar urgente de las tres resoluciones
que decidieran la guarda y custodia de los menores, tenga a bien acceder a
ello por el irreparable daño que en caso contrario podría ocasionársele a los
mismos y para que el presente amparo no quede vacío de contenido
práctico.
Madrid a 27 de junio de 2006.
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