T-05001220300020120086801(31-01-13) CC

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República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN CIVIL
Magistrada Ponente:
MARGARITA CABELLO BLANCO
Bogotá, D.C., treinta y uno (31) de enero de dos mil trece
(2013).
Discutido y aprobado en Sala de 23-01-2012
REF. Exp. T. No. 05001-22-03-000-2012-00868-01
Se decide la impugnación interpuesta contra la sentencia
de 13 de noviembre de 2012,
mediante la cual el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Medellín, Sala Civil, concedió la
acción de tutela promovida por Berta de Jesús Querubín Correa
frente al Juzgado Segundo Promiscuo Municipal de Barbosa,
trámite al cual fueron vinculados el Juzgado Civil del Circuito de
Girardota (Antioquia), Hugo de Jesús Foronda Bustamante, Juan
Bautista Álvarez Jaramillo, Esneda de Jesús Bohórquez Tobón y
Jhon Jairo Echeverri.
ANTECEDENTES
1.-
La
peticionaria
solicitó
la
protección
de
su
prerrogativa fundamental al debido proceso, presuntamente
quebrantada por los estrados judiciales acusados, dentro del juicio
ejecutivo que inició en contra de Hugo de Jesús Foronda
Bustamante.
2.-
Asentó su petición en los
siguientes hechos
relevantes:
2.1.- Que dentro del marco del referido litigio quedó
establecido que su contraparte se obligó a pagar el “2.5% de
intereses de plazo o corrientes –incluso se agrega que los mismos
serían cancelados a través del comisionista Juan Bautista Álvarez
– también se razona diciendo que hasta los mismos intereses
fueron aumentados al 3% y que aun así el demandado los aceptó
y los pagó efectivamente – sobre ello no hubo discusión alguna…
ES MÁS NO EXISTE NINGUNA E[X]CEPCIÓN RESPECTO DEL
NO PAGO DE INTERESES POR SU NO CONSAGRACIÓN
LITERAL EN EL TÍTULO –LETRA DE CAMBIO”, habida cuenta
que sólo formuló en su defensa “pago parcial pero respecto de
que a partir de un presunto exceso de pago de intereses –
resultaba algún saldo a favor y pide sea imputado como pago a
capital”.
2.2.- Que no obstante lo dicho en precedencia, el juzgado
cognoscente dispuso contra toda evidencia y desconociendo los
“principios de autonomía de la libertad de los contratantes y…la
realidad material por encima de la realidad o verdad procesal”
reducir la suma que se cobra por $20’000.000,oo a “3 millones y
tanto”, al considerar que lo indebidamente pagado por réditos se
imputan a capital, motivo por el que interpuso recurso de
apelación contra el fallo de primer grado, siendo confirmado por el
ad quem “de manera intacta”.
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LA RESPUESTA DE LA ACCIONADA
Y TERCEROS
1.- La Jueza de conocimiento encartada, tras discurrir
sobre el proceso en cuestión, acotó, en breve, que según su
criterio, surge que los “intereses de plazo deben ser pactados
entre las partes y además deben constar en el título valor, en este
caso el título aportado carece de ello, lo anterior sustentado en el
principio de la literalidad, que se encarga de limitar el contenido, la
extensión del derecho que se incorpora en el título valor. Es decir,
que de este principio se deriva el alcance del derecho y de la
obligación contenida en el título, por ello las partes tanto las que
dan origen al título valor como las futuras que intervengan en la
relación cambiaria, tendrán la seguridad de conocer el derecho o
la obligación a que se someten, no dejemos de lado que por la
literalidad se da certeza y seguridad al deudor porque se
establece en concreto su obligación y al acreedor por contiene la
obligación que tiene a su favor, este principio se encuentra en el
art. 626 del Código de Comercio, cuando dice ‘el suscriptor de un
título se obliga conforme a su tenor literal…’”.
Añadió que apoyada en el material probatorio recaudado –
documental y declaraciones rendidas a instancia de las partesprofirió en tal sentido la sentencia ahora cuestionada, la que a su
vez fue confirmada por el ad quem. En virtud de lo expuesto, pidió
denegar la solicitud rogada.
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2.- El Juzgado Civil del Circuito de Girardota, después de
oponerse a la prosperidad del amparo tutelar, informó, en lo
medular, que con fundamento en lo dispuesto en el artículo 111
de la Ley 510 de 1999, reformatorio del canon 884 del Código de
Comercio en su entendido “[…] se puede decir que trae muchas
hipótesis que demandan con todo varias principios allí contenidos,
que por ser de claridad meridiana, solamente una sola
inteligencia, y hay que entrar a diferenciar eso sí, cuando estamos
frente a una relación mercantil, y cuando estamos frente a una
relación civil, ya que en esta segunda se requiere auxilio de los
principios de la hermenéutica para desentrañar el verdadero
sentido y alcance de la ley, en tanto los intereses de plazo como
los de mora”; así las cosas, cuando se trata un préstamo de esta
última naturaleza “y se guarda silencio, es decir, nada se estipula
sobre los intereses de plazo se debe entender que la intención de
las partes es clara y precisa que durante ese plazo no se
generarán intereses, ya que la ley solamente trae la manera de
llenar, cuando esta estipulación o el haber guardado silencio
sobre los moratorios, y ese fue el sentido que se le dio en la
decisión tomada tanto en primera como en segunda instancia, no
entendiéndose entonces dónde se genera el defecto fáctico que
se pretende imputar a los juzgadores…”
LA SENTENCIA IMPUGNADA
El Tribunal a quo, luego de discurrir sobre la doctrina
constitucional que admite la revisión de las decisiones judiciales
cuando estas comportan una vía de hecho y tras memorar las
tesis doctrinarias y jurisprudenciales que han revisado el tema en
cuestión –límite a la tasa de interés remuneratorio-, concedió el
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amparo rogado, al considerar que los funcionarios acusados
inadvirtieron en el sub lite que la relación causal tuvo lugar en un
contrato de mutuo comercial entre las partes, respecto del cual
tiene previsto la legislación por regla general intereses legales
comerciales, como lo prescribe el artículo 1163 del Código de
Comercio, circunstancia que, sin duda, se dio en este evento, de
manera que únicamente debieron “exigir los accionados es la
prueba de dicho pacto, y por el contrario el mismo demandado
acepta que ha cancelado los intereses de plazo, a lo que se suma
la correcta aplicación del artículo 111 de la ley 510 de 1999, esto
es, se trató sin duda de un negocio mercantil que origina el pago
de réditos de un capital, en el que, al no especificarse por
convenio el interés, este deberá ser el bancario corriente. Lo que
por demás implicó la indebida interpretación del principio de
literalidad de los títulos valores previsto en los artículos 619 y 626
del Código de Comercio”.
De este modo las cosas, dejó sin valor los fallos de
instancia, a efectos que el juzgador de la causa estudie
nuevamente el caso puesto a su conocimiento y lo resuelva
atendiendo las consideraciones que anteceden.
LA IMPUGNACIÓN
La interpuso el representante especial de Hugo de Jesús
Foronda Bustamante, vinculado ex officio al presente trámite
constitucional, como quiera que funge como demandado en el
proceso ejecutivo objeto de queja, con sustento, en resumen, de
un lado que, el juzgador constitucional de primer grado en su fallo
no analizó la sentencia proferida por el juzgado ad quem, tampoco
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explicitó cuáles fueron los principios desconocidos por la falladora
cognoscente; y, de otro, que en el evento de confirmarse la
decisión impugnada, deberá tenerse en cuenta que en su
oportunidad se opuso a las pretensiones alegando la “USURA con
su consabida pérdida de los intereses de plazo pagados y su
imputación la pago de lo no debido”.
CONSIDERACIONES
1.- La Corte ha predicado que la tutela fue concebida
como una acción excepcional para la protección inmediata y
efectiva de los derechos fundamentales de las personas, frente a
la amenaza o vulneración que se derive de la acción u omisión de
las autoridades públicas o de los particulares, en los casos
previstos en la ley, sin que pueda erigirse en una vía sustitutiva o
alternativa de los medios ordinarios de defensa que el
ordenamiento jurídico ha consagrado para salvaguardarlos, a
menos que éstos se tornen ineficaces o el amparo sea utilizado
como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio grave e
inminente.
Asimismo,
ha
pregonado
que
procede
contra
providencias y actuaciones judiciales cuando representan una vía
de hecho y el afectado no dispone de otro medio de defensa
eficaz, es decir, si contrarían abiertamente la normatividad o
responden al capricho o arbitrariedad del fallador, pues, en caso
contrario, estarían amparadas por las presunciones de legalidad y
de acierto, de suerte que, en principio, no le es dable al juzgador
constitucional que se inmiscuya en labores hermenéuticas o de
valoración probatoria propias del juez natural, en acatamiento a
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los principios de autonomía e independencia que la Carta política
le reconoce.
2.- En la sentencia confirmatoria proferida por el juzgador
de segundo grado acusado, tras discurrir sobre los requisitos que
debe reunir el documento base del cobro ejecutivo -artículo 488
de la Ley de enjuiciamiento civil y, específicamente, el título valor
letra de cambio, acotó, entre otras reflexiones, que el instrumento
cartular aportado al sub lite “cumple con los requisitos de contener
en sí mismo una obligación clara[,] expresa y actualmente
exigible”.
A la par, que advirtió que en el cuerpo del susodicho
documento “[…] no obra pacto alguno sobre los intereses de
plazo, por lo que no habrá lugar a ellos. La literalidad debe ser
examinada desde dos puntos de vista: literalidad activa, en donde
el tenedor de un título valor no podrá invocar más derechos que
los que aparece en el documento, ni puede pretender exigir
derechos distintos de los allí insertos. En cuanto a la pasiva se
expresa que el obligado en un título valor no podrá ser forzado a
atender prestaciones distintas de las que reza en el documento y
cumplirá su obligación en la medida que pague la prestación que
se describe en el mismo título….”
En ilación al planteamiento en precedencia, consideró,
que como lo réditos remuneratorios “no se pactaron dentro del
cuerpo del título, lo pagado por este concepto es inexistente [y] se
entenderá sumado al capital….”, habida cuenta que “el ejecutante
no arribó documento alguno que corroborara el pacto hecho entre
las partes frente al pago de los intereses de plazo, dicho acuerdo
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no se plasmó en el título valor principal ni en otro documento que
complementara dicho título, si se siguiera lo pedido por el
demandante se estaría violentando el tantas veces mencionado
principio de la literalidad. Debe agregarse que cuando en los
títulos valores se dejan espacios en blanco para que llene el
tenedor de acuerdo con la carta de instrucciones[,] tal como lo
establece el art. 622 del código de comercio y otra cosa es muy
diferente cuando se omiten requisitos que la ley suple y para el
caso en estudio, la ley 510 de 1999 en su art. 111 que modificó el
artículo 884 del código mercantil esta suple ese vacío cuando no
se han pactado los interese[s] de mora más no los intereses de
plazo…”. En estos términos confirmó el fallo apelado.
3.- Analizada la trasunta providencia, observa la Corte
que el juzgador incurrió en la vía de hecho que le enrostra la
peticionaria,
pues
las
inferencias
en
las
que
apoyó
la
determinación adoptada devienen de una inadecuada valoración
probatoria y una aplicación irrazonada de la ley que rige la
materia, como también una inaceptable explicación de la
conclusión a que arribó.
3.1.- Desprovista explícitamente la letra de cambio de la
causación de la tasa o monto del intereses de plazo
y
demostrado en el proceso que no obstante ello, se pactaron, se
impone, aceptar su convenio, máxime que el artículo 1163 del
Código de Comercio, establece en su parte pertinente en los
contratos
de
“mutuo”
la
“PRESUNCIÓN
Y
PAGO
DE
INTERESES. Salvo pacto expreso en contrario, el mutuario
deberá pagar al mutuante los intereses legales comerciales de las
sumas de dinero o del valor de las cosas recibidas en mutuo; no
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obstante el juzgador de instancia, so pretexto del principio de la
literalidad que debe regir a los títulos valores, desconoció la
verdad procesal, en la que el deudor, a través de las defensas
exceptivas propuestas confesó que inicialmente estaba pagando
réditos “a una tasa del 2.5% y luego del 3% sobre el capital”,
mismo argumento en que apoyó la pretensión de reducción de lo
pagado en exceso a efectos de que se impute a capital, ya que a
su juicio constituyen “usura”, aportando para probar su dicho
varios comprobantes de pago que dan cuenta de la cancelación
de dichos rubros, sin que fueran tachados ni desconocidos por la
ejecutante (hoy actora).
3.2.- El sentenciador ad quem no examinó las probanzas
recaudadas, tampoco las confrontó, midiendo su valor y
sopesándolas frente a la situación fáctica debatida, lo que
ocasionó que infiriera o desconociera el citado pacto.
3.3.- Del mismo modo, guardó silencio acerca de la
viabilidad o la inoponibilidad de revisar sobre el origen de la
obligación conforme lo prevé el artículo 784-12 ib., pruebas que si
bien quedan a la libre apreciación del juez, no puede en su
decisión desatender el contenido de las mismas.
3.4- En el mismo contexto, no indicó cuál era el valor
probatorio que le asignaba a las declaraciones testimoniales
recaudadas a instancia de los extremos litigantes y a los
interrogatorios absueltos por estos; todo ello sin pasar por alto
que, además, no confrontó si lo alegado por el demandado era
causal legal suficiente para establecer si los réditos se habían
cobrado fuera de los límites legales. Entonces, claramente se
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deduce que de haber ponderado las pruebas anteriores, no habría
llegado a la errónea conclusión de que no existió convenio al
respecto al tiempo de librase el mentado título. No obstante ello,
la providencia acusada no da cuenta de estos precisos asuntos.
4.- Menester dejar sentado que la motivación de las
sentencias constituye imperativo que surge del debido proceso,
cuya finalidad consiste en brindar el derecho a las partes e
intervinientes de asentir o disentir de la actividad intelectual
desplegada por el juez natural frente al asunto objeto de
controversia, razón por la cual ésta debe ser, para el caso
concreto, suficiente, es decir, “…la función del juez tiene un rol
fundamental, pues no se entiende cumplida con el proferimiento
de una decisión que resuelva formalmente, el asunto sometido a
su consideración.
La sentencia, como acto procesal que es,
según el artículo 303 del Código de Procedimiento Civil, debe ser
motivada ‘de manera breve y precisa’ –pero necesariamente
fundamentada-, dicha evaluación debe cobijar el ‘examen crítico
de las pruebas y a los razonamientos legales’ que sean
indispensables para fundamentarla (art. 304 ib.)”.
En el mismo sentido, el ordenamiento patrio acentúa el
deber del juez de apreciar y ponderar objetivamente las pruebas
sobre las cuales cimienta su fallo, a efectos de que se cumpla el
postulado, según el cual “toda ‘decisión judicial debe fundarse en
las pruebas regular y oportunamente allegadas al proceso’,
sujetas a su valoración racional e integral ‘de acuerdo con las
reglas de la sana crítica, sin perjuicio de las solemnidades
prescritas en la ley sustancial para la existencia o validez de
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ciertos actos’ (artículos 174 y 187 C. de P.C.)”, (Cas. Civ. 9 de
septiembre de 2010, exp. 17042-3103-001-2005-00103-01).
5- Por último cabe acotar que en cuanto el tope máximo
del interés de plazo en el mutuo comercial, la Sala en sentencia
de 27 de noviembre de 2002, expediente 7400 puntualizó “[…]
que el legislador no sanciona en forma expresa el convenio de la
tasa de interés durante el plazo que excede el interés legal
comercial permitido, consistente en el bancario corriente, motivo
por el cual ‘... como no existe expresa prohibición de hacerlo,
entonces los intereses remuneratorios que excedan de ese límite
deben ser fijados por el juez al doble del interés bancario
corriente’, para señalar más adelante, que ‘...los intereses
remuneratorios comerciales, es decir, los de plazo, no se pueden
pactar por encima del doble de los bancarios corrientes y que, por
cuanto la sanción de pérdida de todos los intereses para cuando
se pactan por encima del tope legal, sólo es aplicable a los
moratorios y no a los del plazo, cuando estos se han convenido
en suma mayor al doble de los bancarios corrientes, deben ser
rebajados a este límite y no aplicarse la sanción de pérdida que
sólo está contemplada en la ley para cuando se pactan moratorios
en cuantía prohibida’ (G. J., T. CLXVI, pág. 439)”, reiterada en
sentencia de casación, exp. 7400 de 27 de noviembre de 2002.
6.- Puestas así las cosas, se confirmará el fallo
impugnado,
puesto
que
los
juzgadores
de
instancia
desatendieron, como ya se advirtió, la exigencia de hacer examen
crítico
de
las
circunstancias
anotadas
y
de
exponer
razonadamente el mérito que le asignaban a la información
recogida para formarse el convencimiento acerca del asunto
materia de decisión, amén de la inaplicabilidad de la legislación
pertinente para este preciso asunto; situación que amerita
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conceder el amparo como en efecto lo indicó el Tribunal. No
obstante, la Sala modificará la orden, en el sentido que, sea el
funcionario de segundo grado el que profiera la nueva sentencia,
debiendo referirse expresamente a los elementos probatorios y
jurídicos echados de menos, al mismo tiempo que realice un
análisis integral de los mismos.
Por las consideraciones anteriores hay lugar a reformar el
fallo censurado, para que las disposiciones sean acatadas por el
Juzgado Civil del Circuito de la ciudad de Girardota (Antioquia), en
el término de diez (10) días contados a partir de la fecha en que el
juzgado de conocimiento le remita el expediente ejecutivo de
Bertha de Jesús Querubín Correa contra Hugo de Jesús Foronda
Bustamante.
DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,
en Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la
República y por autoridad de la ley, MODIFICA la sentencia
impugnada, en el sentido que la órdenes impartidas en su parte
considerativa deben ser cumplidas por el diez (10) días, contados
a partir de la fecha en que el juzgado de conocimiento le remita el
expediente ejecutivo de Bertha de Jesús Querubín Correa contra
Hugo de Jesús Foronda Bustamante. Para tal efecto, la Secretaria
oficiará al Juzgado Segundo Promiscuo Municipal de Barbosa.
Comuníquese telegráficamente lo resuelto en esta
providencia a los interesados y oportunamente envíese el
expediente a la Corte Constitucional para su eventual revisión.
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MARGARITA CABELLO BLANCO
FERNANDO GIRALDO GUTIÉRREZ
RUTH MARINA DÍAZ RUEDA
ARIEL SALAZAR RAMÍREZ
ARTURO SOLARTE RODRÍGUEZ
JESÚS VALL DE RUTÉN RUIZ
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