La reunión de grupo: Teoría de su práctica POR: RVDO. P. JUAN CAPÓ BOSCH I. LA REUNIÓN DE GRUPO Entendemos por reunión de grupo, una reunión de amigos que, bajo un denominador común de la gracia y en nombre de Cristo, animados y confortados por el Espíritu Santo, comparten con ilusión la activa y consciente responsabilidad de su cristianismo. Dejando aparte, por ahora, precisiones y matices sobre los que tendremos que insistir después, hemos de señalar que el punto común de referencia y de partida para la "agrupación" es la asistencia a unos Cursillos de Cristiandad. La reunión de grupo es lo que da permanencia a la gracia del Cursillo, el modo concreto de su actuación, el medio que ilusiona y acrecienta la alegría de la perseverancia. Un seguro total En la tarde del tercer día del cursillo de cristiandad, cuando la ilusión tiene todavía en algunos cara de interrogante, gesto contraído de preocupación por lo que en el Cursillo se llama "el cuarto día", al "rollo" en el que se explican las razones, la estructura, el funcionamiento y las metas, el por qué y el cómo de las reuniones de grupo, se le califica como Seguro Total. Igual que el labrador asegura de riesgos la sementera y busca en una compañía aseguradora un margen que dé seguridad contra las eventualidades a su esperanza de cosecha, el cursillista, consciente de la condición arriesgada de su cristianismo en el mundo, pretende asegurar también, contra todo riesgo de dentro y de fuera, el valor de lo adquirido, la verdad descubierta, la felicidad conquistada. Se pretende asegurar, mediante la garantía de QUIEN no falla, lo que en el Cursillo se ha sembrado: el afán de vivir en la gracia del Señor y el anhelo de compartir con los demás, de llevar a los demás, el goce de nuestro propio descubrimiento. Más allá de los elementos de nuestra piedad, que quedan plasmados en la Hoja de Servicios, la reunión de grupo es, no sólo bastión de defensa, sino medio e instrumento para orquestar toda nuestra ofensiva apostólica. La reunión de grupo asegura un clima de generosidad necesario para hacer eficaz e ilusionada la conquista del mundo para Cristo. Su eficacia dependerá de una recta estructuración inicial, de un manejo apto de sus elementos funcionales, de la regular periodicidad de sus "tenidas" y del ambiente de ilusión que las impregne. Un síntoma -nos adelantamos a posteriores y más detalladas exposiciones- de que algo no funciona, o funciona mal en su estructura, es la desgana habitual o la falta permanente de ilusión para acudir a las reuniones de grupo. La reunión de grupo es la realización de la multiplicada advertencia de San Pablo para la exhortación común, para avivar la perseverante convivencia cristiana: "Retengamos firmes la confesión de la esperanza, porque es fiel el que la ha prometido. Miremos los unos por los otros, para estimularnos a la caridad y a las buenas obras; no abandonando nuestra reunión como acostumbran algunos" (Hb.10, 23-25). La reunión de grupo pretende ser, sobre todo, una aplicación de la garantía que Cristo nos dio en su evangelio: "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos" (Mt. 18, 20). La confianza se apoya, pues, en la certeza práctica de que Dios siempre cumple sus promesas. La reunión de grupo -adelantemos consecuencias para hacernos más fácil su descripción- hace que nos sintamos Iglesia y que vivamos como Iglesia. La vivencia cristiana ha de convertirse en convivencia cristiana, espiritualidad de miembro que se sabe inserto en el Cuerpo, es actuación responsable del dogma de la Comunión de los Santos. Las razones que hacen posible y actualizada la afirmación del párrafo anterior con las que, en el grupo, impulsan a la intercomunicación sobre la que forzosamente se asienta toda la reunión. De ella, se ha dicho, con un grafismo lleno de exactitud, que actúa a manera de los vasos comunicantes, en los que iguala constantemente el nivel del líquido que contienen. La reunión de grupo establece un nivel común, un clima ambiente espiritual en el que es fácil, connatural, la comunicación y el contagio. Es por esto que las reuniones de grupo no tienen un jefe designado, no pueden tenerlo. En la reunión de grupo, el único título para el mando debe ser la santidad, que es la condición de eficacia. Los santos, más que jefes, son guía y ejemplo. El santo despierta la admiración más que impone la obediencia. El jefe se sabe cabeza y acepta el hecho; el santo ignora muchas veces su propia santidad y su criterio se establece no como mandato, sino como testimonio. Por esto la autoridad en el grupo la detentará inconscientemente el más santo, que, precisamente por serlo, no intentará imponerla. Misión de la Reunión de Grupo La Reunión de Grupo es pieza fundamental para obtener una perseverancia creciente, ilusionada, a tono con los modos y el peculiar estilo ascético con que nacen los Cursillos de Cristiandad. La razón es clara: en la Reunión de Grupo se conjugan todos los elementos de la ascética cristiana, tal como se vivieron en el Cursillo de Cristiandad y en un clima favorable para mantener y asegurar la actitud que se adoptó allí. La Reunión de Grupo cumple una triple misión. De la perfección con que se logre cubrir este triple objetivo, depende, no sólo la seguridad, sino la alegría creciente con que se vivirá el cristianismo y la permanente felicidad del Cursillo de Cristiandad, hecho vida evangélica y cálida preocupación apostólica. 1. Garantiza la presencia de Dios La Reunión de Grupo viene a ser la realización sensible de una consigna evangélica y, por lo mismo, garantía de la presencia de Dios entre nosotros: "Donde dos o más...". La Reunión de Grupo es vivencia del Cursillo por la compañía del amigo que con nosotros vive, vivió, la alegría de un mismo descubrimiento, la gozosa posesión de una misma gracia. En Cristo y en el Espíritu Santo, cuya asistencia se invoca al principio de cada reunión, se vive el momento semanal de la amistad sobrenaturalizada. Ante los hermanos, con naturalidad y con apasionamientos, en Dios se habla de los hermanos y de Dios. 2. Hace que nos sintamos Iglesia La Reunión de Grupo hace que nos sintamos Iglesia, impulsándonos al mismo tiempo a vivir como Iglesia. En la Reunión de Grupo es connatural, viene exigida por su desarrollo normal, la alegría por los éxitos apostólicos de cada uno de sus componentes y se sienten como propios, hondamente, los fracasos de los demás. La piedad personal se siente vivamente estimulada, bien como respuesta personal agradecida por los éxitos, bien por la conciencia profundizada, dolorosamente sentida, de nuestra impotencia frente a los problemas apostólicos, violentamente puestos a plena luz en la comprobación de nuestros fracasos. Todo ello, no se olvide, es vivido en el Grupo comunitariamente. Un aspecto de primerísimo orden y que, efecto espontáneo de una Reunión de Grupo bien montada, es síntoma de que las cosas funcionan como deben, es que en la Reunión no se siente aquello que ha invalidado muchas entregas apostólicas, ha frenado muchas iniciativas sinceras, o que se ha venido en llamar: respeto humano. En el Grupo se crea un clima de criterio uniforme en sus puntos básicos de referencia. Se piensa lo mismo y se siente de la misma manera, aún conservando las peculiaridades personales de temperamento o formación y esta naturalidad en la comunicación hace sensible la conciencia de apoyo y de ayuda, haciendo a los componentes del Grupo más valientes para las cosas de Dios. El seglar, con conciencia viva de que tiene que actuar en cristiano en su propia circunstancia, fermento vivo en un sector del tiempo y del espacio que Dios le ha confiado a Él, aumenta en la Reunión de Grupo el voltaje espiritual de su entrega entusiasmada, no se pierde de vista, más allá de los límites de su propia circunstancia, la católica vastedad de los últimos objetivos que Cristo señala a la Iglesia y a los católicos de su tiempo. ¿Cómo es posible conseguir todo esto en y con la Reunión de Grupo? La Reunión de Grupo no es sino la convivencia semanal donde se comparten con sinceridad apasionada, ocupaciones y preocupaciones, éxitos y fracasos, proyectos, ilusiones, cansancios... Donde se vive semanalmente la maravilla del contacto entre hombre de trabajo y de lucha que se reúnen porque les preocupa hablar de Dios y de la salvación del mundo. Hablamos en un párrafo anterior cómo la Reunión de Grupo hace sentir que se acrece la valentía en el compromiso cristiano. No se olvide que es Reunión de amigos -es ésta una observación fundamental- donde actúa la fe y, por lo tanto, el tono normal del ambiente es el de la generosidad-heroísmo y el de una firme seguridad de victoria. Una vez más, confluyen aquí Cursillo de Cristiandad y Reunión de Grupo, al hacerse realización sensible la expresión que en el Cursillo fue certeza teórica: “Cristo y yo, mayoría aplastante“. 3. La reunión de grupo actúa En tercer lugar, en la reunión de grupo actúan las tres exigencias fundamentales para el desarrollo de un cursillo de cristiandad: ilusión, entrega y espíritu de caridad. En el cursillo de cristiandad se pide esta triple aportación como un esfuerzo personal mínimo del que honradamente quiere hallar la solución que en el cursillo se brinda. El estilo de un cristianismo activo y responsable, surgido como descubrimiento gozoso de los tres días del cursillo, exige normalmente la permanente aportación de la ilusión, entrega y espíritu de caridad, que lo hicieron posible con la gracia de Dios. Ilusión Cuando en el cursillo de cristiandad se pide a los asistentes que aporten ilusión, suele hacerse la advertencia de que, aunque para el cursillo de cristiandad es necesaria la ilusión, el cursillo no es una ilusión. Juego de palabras que se presta, sin embargo, a una advertencia importante y esclarecedora. Ilusión indica aquí un modo adjetivo. El contenido es otro, la ilusión es uno de los trazos de su silueta existencial, uno de los rasgos de su fisonomía concreta. ¿Qué entendemos aquí por ilusión? Se ha dicho que los cambios de impresiones, las conversaciones de pasillo, dan lustre a las ideas. No suelen aportarlas, las ideas son patrimonio previo de la conversación que se mantiene, pero la conversación fija su contorno y subraya los aspectos fundamentales de su contenido. Cuando el limpiabotas -la comparación que creemos que es gráficalimpia nuestro calzado, empleará la crema como materia fundamental, pero el frotamiento inteligente y posterior de la gamuza le dará al calzado la luminosidad precisa. La ilusión tiene esta función en el adecentamiento de nuestro ser cristiano. Ella es el brillo, lo que da luminosidad a nuestro quehacer evangélico, es la actitud radiante de nuestro actuar cristiano. En el cursillo, se pide ilusión en la entrega al quehacer, que se marca para cada momento; en la reunión de grupo la ilusión se pide y se consigue, se contagia y se recibe -no olvidemos la estructura y el condicionamiento comunitario de la reunión de grupo-; no es la misma ilusión que se pedía el primer día del cursillo, sino la ilusión con que se vive la verdad encontrada en el cursillo. Es la ilusión, siempre acrecentada por compartida, del Cristo encontrado en el amigo, en el enfermo, en el hermano, en el sacerdote, en los sacramentos… En contacto con los demás componentes, es fácil descubrir el rostro de Dios en cada cosa, trocar en alegría las penas y en esperanza los fracasos, leer la lección del Viernes Santo en el contexto de la Pascua, la presencia de Dios en cada vida. Entrega En la reunión de grupo se actualiza constantemente la entrega. Disposición previa, exigencia metodológica para la marcha ordenada del cursillo de cristiandad, la entrega resulta también la gran lección definitivamente aprendida en el cursillo: Darnos a Dios en los hermanos para que ellos se encuentren en Dios. Entrega no es rendición sin condiciones. Si esto fuera así, no sería honrado pedirla sin más a los que se encuentran, muchas veces sin fe ni esperanza, en el umbral de un cursillo. Entrega es una actitud de disponibilidad. Es suscribir un cheque por el que se nos otorga un crédito de confianza más o menos restringido. La entrega, como actitud florecida ya en el cursillo, es una actitud de disponibilidad para cuanto Dios quiera exigirme. Entrega es la espiritualidad del SÍ y del AHORA. No olvidemos que el cursillo, más que convicción intelectual en sus resultados, fue certeza práctica, fue realidad vivida. Uno de los elementos liberadores y que más conforman el momento de mayor tensión espiritual de los tres días del cursillo es precisamente el de la generosidad, el descubrimiento de que con Dios se dialoga sólo a condición de rendirnos al cerco de Su Gracia, sin condiciones, es decir, la entrega. La reunión de grupo, la permanencia de la verdad, de la gracia y del ambiente del cursillo, estimula la entrega en el flujo y reflujo de compartir con otros la alegría de la generosidad que hace constantemente posible el milagro de la gracia de Dios hecha vida y carne en la calle, en la familia, en la profesión, en la vida de cada uno.