Capítulo 15.- La Fundación Microfinanzas BBVA: una apuesta contra la exclusión financiera

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LA FUNDACIÓN MICROFINANZAS BBVA: UNA
APUESTA CONTRA LA EXCLUSIÓN FINANCIERA
Manuel Méndez del Río
proporcionales respecto a la población mundial
total y aunque en muchos países está disminuyendo también la pobreza relativa, no sucede lo
mismo en términos absolutos: pese a las diferencias que presentan las distintas metodologías
métricas utilizadas, parece innegable que la suma
de la lentitud con la que el crecimiento económico beneficia a las personas pobres y del efecto del
crecimiento demográfico, hace aumentar cada
año el número de pobres.
El panorama, en ese sentido, es desolador.
Tomando como media el ingreso diario por persona, del total de 6.500 millones de personas en
que se estimaba la población mundial en 2005,
1.100 millones ingresaban menos de 1 dólar por
día (situación de máxima indigencia) y 2.800
menos de dos dólares (nivel que se suele tomar
como referente de la pobreza extrema, porque
por debajo de ese ingreso no es posible satisfacer
mínimamente las necesidades básicas). A esta
población incuestionablemente pobre hay que
añadir la cifra de 1.200 millones de personas adicionales que ingresaban entre 2 y 9 dólares diarios, lo que –dependiendo de la zona de residencia– supone niveles también de pobreza o, cuando menos, de muy duras condiciones de vida. En
total, no menos de 4.000 millones de personas
con recursos insuficientes para lo que se entiende como una vida digna.3
1. POBREZA Y EXCLUSIÓN FINANCIERA
Por encima de los vaivenes coyunturales, la
humanidad ha atravesado a lo largo del último
siglo por una fase de crecimiento económico de
amplitud e intensidad sin precedentes en la historia. Algo que ha permitido una mejora también
sin precedentes para amplios sectores de la
población. Y todo ello en un contexto crecientemente globalizado, que posibilita –y fuerza– una
interrelación acelerada entre todas las regiones
del planeta.
Sin embargo, este crecimiento cada vez más
global no ha reducido las desigualdades. Todo lo
contrario: la brecha entre los países más ricos y los
más pobres se ha más que duplicado en los últimos cuarenta años. Según los datos de Naciones
Unidas, el cociente entre la renta por persona de
la quinta parte más rica y la quinta parte más
pobre de la población mundial ha pasado de 30
en 1960 a 80 en el 2000.1 La perspectiva de más
largo plazo confirma la evidencia: de acuerdo con
los trabajos del profesor Angus Maddison, la renta
por persona de los diez países más ricos del
mundo superaba a la de los diez más pobres en
seis veces en 1870, pero en 42 veces en el 2002.2
No es mucho más alentadora la situación de la
pobreza. Aunque se ha reducido en términos
1
PNUD, Informe sobre el Desarrollo Humano, 2002, Mundi
Prensa, Madrid, 2002
2
A. Maddison, La economía mundial. Una perspectiva planetaria, OCDE, París, 2002.
3
Banco Mundial, Informe sobre el desarrollo mundial, 2005,
Mundi Prensa, Madrid, 2006. Desde una metodología diferente, llega a resultados parecidos (4.000 millones de perso-
269
LA FILANTROPÍA: TENDENCIAS Y PERSPECTIVAS
ponibles, lo que deja a la unidad familiar en una
situación económica mucho más problemática, al
perder parte de –si no todas– sus fuentes de
ingresos.
En definitiva, una paradoja más de la pobreza: los pobres acaban pagando por los servicios
financieros, como por muchos otros productos,
precios mucho más elevados que las personas con
mayores recursos. La pobreza cuesta. Y mucho
más cuanto más imperfecto es el mercado, en
cuanto que esa imperfección facilita las condiciones para que proliferen los agentes que obtienen
rentas extraordinarias de ese coste.
Se trata, sin duda, de una realidad de enorme
complejidad, con hondas raíces, con múltiples
vertientes y con numerosas implicaciones de evidente gravedad, tanto por las propias consecuencias que la pobreza y la desigualdad comportan
para la calidad de vida de las personas afectadas
como en términos éticos, sociales, políticos e
incluso económicos: porque esa inmensa pobreza
constituye en sí misma un inmenso lastre para la
capacidad de crecimiento y de desarrollo del
mundo.
Pero sin olvidar esa complejidad, merece la
pena reparar en un factor que, siendo una más
de las muchas consecuencias de la pobreza, se
convierte en uno de los obstáculos más generalizados y difíciles para superarla, tanto en el ámbito individual como en el social. Una barrera decisiva frente a los esfuerzos por mejorar las condiciones de vida: lo que se ha dado en llamar la
exclusión financiera. Es decir, la imposibilidad –o
muy alta dificultad– que, en general, las personas
pobres tienen para acceder a los productos y servicios del sector financiero, y muy especialmente
en los países pobres o en desarrollo.
La exclusión financiera es reflejo pero también causa de una exclusión radical, que condena
a los pobres a la perpetuación en la pobreza y
que muy habitualmente, para sobrevivir, les obliga a recurrir a la usura. Una situación que constituye el día a día de muchísimas personas del
mundo en desarrollo y que puede suponer –por
poner un ejemplo de situaciones no demasiado
extremas de determinados países de América
Latina– tipos de interés del 10% diario. Tasas que
no hacen sino condenar a las personas pobres
que se ven obligadas a recurrir a este canal a una
pobreza cada vez más severa y a una dependencia estructural: generando incluso situaciones de
muy alto riesgo físico si el prestatario se enfrenta
a dificultades para devolver el préstamo en las
condiciones fijadas por el prestamista. Algo que,
al margen de las seguras represalias, suele obligar a la venta de parte de los escasos activos dis-
2. UNA RESPUESTA A LA EXCLUSIÓN
FINANCIERA: LA REVOLUCIÓN
MICROFINANCIERA Y SUS DESAFÍOS
Es precisamente la necesidad de superar esa
barrera básica para escapar de la pobreza que es
la exclusión financiera la finalidad fundamental
que está en la base del surgimiento de lo que se
ha denominado «microfinanzas». Un concepto
que hace referencia a la prestación de productos
financieros de todo tipo (y volúmenes reducidos)
a personas de bajos ingresos –y habitualmente
fuera de los circuitos de la economía formal– que
no tienen acceso a los servicios bancarios tradicionales.
Dentro de la pluralidad de productos que las
microfinanzas pueden ofertar, los que, sin duda,
han experimentado mayor desarrollo y conseguido mayor popularidad son los denominados
«microcréditos»: en su acepción más canónica,
créditos de muy pequeña cuantía para financiar
la puesta en marcha de pequeñas iniciativas productivas (puestos de venta, servicios de reparaciones, pequeñas iniciativas agrarias, etc.) por
personas de recursos escasos, normalmente fuera
de la economía formal, sin empleo ni garantías
ni posibilidad de aval alguno.
Pero la actividad microfinanciera puede
incluir todo tipo de productos y servicios financieros: préstamos para otras finalidades, cuentas
corrientes y de ahorro, seguros, remesas, transfe-
nas de bajos ingresos) S. L. Hart, The Capitalism at the Crossroads, Wharton School Publishing, 2005.
270
LA FUNDACIÓN MICROFINANZAS BBVA: UNA APUESTA CONTRA LA EXCLUSIÓN FINANCIERA
rencias, etc. Siempre de cuantías muy reducidas
(aunque esto no es lo determinante) y para personas pobres. No debe olvidarse, a este respecto,
la importancia también crucial que tienen para
los pobres los instrumentos para facilitar su ahorro: son vitales para disminuir su vulnerabilidad
frente a incidentes externos, para ayudarles a
establecer una cobertura frente a las variaciones
estacionales de sus ingresos y para posibilitarles
desarrollar una planificación de los ingresos y
gastos familiares en el tiempo.
Aunque con numerosos precedentes más o
menos próximos, se trata de una actividad que,
en su formulación actual, se empieza a desarrollar en los primeros años de la década de 1970 en
diferentes áreas del mundo subdesarrollado: en
países en los que la población vive y trabaja fuera
de la cobertura y de la protección de los marcos
legales y en los que gran parte de la población
económicamente activa tiene que buscar vías de
generación de ingresos a través de actividades de
dimensión minúscula y casi siempre de carácter
individual o familiar –«microempresas»–, que
constituyen el tejido informal de la economía y la
base de supervivencia para sectores muy amplios
–muchas veces ampliamente mayoritarios– de la
población. Es obligado recordar en este surgimiento la ingente y precursora labor del profesor
Muhammad Yunus en Bangla Desh, pero la actividad microfinanciera moderna surge casi en
paralelo en diferentes regiones: muy especialmente, en el Sudeste de Asia y en zonas de América Latina. En todas ellas, para facilitar el acceso a recursos financieros necesarios para hacer
frente a las labores agrarias o, sobre todo, para
poder encontrar alternativas frente a la falta de
empleo y oportunidades de sectores mayoritarios
y crecientes de la población.
Iniciativas, por otra parte, que en no pocos
casos surgen ante la constatación del fracaso
prácticamente general de los programas de crédito subsidiado que se habían puesto en marcha
en muchas zonas del mundo pobre en los años 50
y 60 del siglo pasado para impulsar el desarrollo,
casi siempre canalizados por instituciones públicas nacionales y frecuentemente apoyados por
agencias multilaterales. Un fracaso en buena
medida derivado de la propia concepción subvencionadora de este tipo de estrategias: insustituibles, desde luego, en determinadas circunstancias, pero con fuertes limitaciones para
fomentar la capacidad productiva y la iniciativa
emprendedora individuales.
En este fracaso debe verse el origen de la idea
que está en la base de las microfinanzas: la necesidad de encontrar una alternativa autosostenible
frente a la estrategia de la subvención. Es decir, la
necesidad de encontrar una vía comercial –capaz
de generar recursos suficientes para autofinanciarse– para la provisión de servicios financieros
a los pobres. La idea, en definitiva, de utilizar los
instrumentos del mercado para luchar contra la
pobreza: desarrollar toda la potencialidad que el
mercado puede tener como mecanismo de autoayuda para las personas pobres capaces de identificar e implementar una actividad económica
sostenible. Una idea que resultaba peregrina
para muchos (casi siempre, por prejuicios ideológicos), pero que se ha revelado brillante y poderosa; que ha demostrado su viabilidad y que ha
constituido una verdadera revolución en la filosofía de la lucha contra la pobreza: la «revolución
microfinanciera». Una revolución basada en un
descubrimiento ciertamente revolucionario –que
los pobres pueden ser buenos clientes del sector
financiero– y que ha abierto la posibilidad de lo
que algunos han llamado «la democratización
financiera».4
En este sentido, las microfinanzas han evidenciado su capacidad para ayudar a la población
más desfavorecida a desarrollar una actividad
económica viable y a aumentar sus ingresos,
potenciando así sus expectativas de futuro y su
dignidad a través del fortalecimiento de su capacidad de esfuerzo, trabajo y emprendimiento
para mejorar por sí misma su situación personal
y familiar. Con ello, han demostrado sobradamente así mismo su potencial para ayudar a
reducir la pobreza a nivel individual, pero tam-
4
L. A. Moreno, «Extending financial services to Latin
America´s poors», The McKinsey Quarterly, 2007, edición
especial (Shaping a new agenda for Latin America).
271
LA FILANTROPÍA: TENDENCIAS Y PERSPECTIVAS
bién su eficacia como instrumento reductor de la
pobreza –e incluso de la desigualdad–5 a nivel
social, posibilitando estrategias eficaces de
impulso del desarrollo.
Aspectos todos en los que las microfinanzas
han probado su virtualidad, entre otras razones
diferenciales, por su propia sostenibilidad –las
entidades microfinancieras viables generan
retornos suficientes para mantener y acrecentar
su actividad–, porque fortalecen la capacidad de
iniciativa productiva y permiten escapar de las
trampas del limosnerismo y porque tienen un
impacto no sólo económico, sino también de
cohesión social. Al ayudar a superar la exclusión
financiera, ayudan a que los pobres se ayuden a
sí mismos, crean actividad y trabajo y no dependen del mantenimiento de donaciones continuas. Además, han demostrado también una
especial utilidad para fortalecer la dignidad y
equiparación social de la mujer, que –por su
especial responsabilidad familiar– recurre con
particular intensidad y rigor prestatario a las
microfinanzas.
En definitiva, un paradigma evidente del adagio tantas veces repetido de que es mejor enseñar
a pescar a un hambriento que regalarle el pescado. Desde esta perspectiva, las microfinanzas han
probado ser una de las mejores «cañas de pesca»
para luchar contra la pobreza. Un ejemplo
modélico de cómo iniciativas empresariales sostenibles pueden aportar soluciones eficaces para
mejorar en la práctica las condiciones de vida de
millones de personas que viven en situación de
miseria.
Es una idea que ha ido tomando cuerpo con
rapidez a lo largo de los años 70 y 80, de la
mano, en un primer momento, básicamente de
entidades sin ánimo de beneficio y sin carácter
mercantil (ONGs). A lo largo de esos años, las
microfinanzas se expanden con rapidez en grandes áreas del mundo subdesarrollado e incluso se
asientan en el desarrollado (aunque con diferencias muy sustanciales).6 Desde esas bases, va consolidándose toda una industria a su alrededor, que
madura en la década de 1990 y que se ha caracterizado por la paulatina profesionalización de las
entidades microfinancieras (EMFs) y por la progresiva entrada de nuevos actores.7 Muchas de las
pequeñas entidades no reguladas (no bancarias)
iniciales han ido creciendo y, en ciertos casos, acogiéndose a marcos regulatorios, lo que les ha permitido captar ahorro para financiar sus actividades
y dar entrada en su accionariado a nuevos inversores. Por otra parte, han ido apareciendo nuevas
entidades reguladas, al tiempo que han empezado
a operar también en el sector entidades financieras
convencionales –tanto facilitando financiación a las
EMFs como interviniendo directamente en la actividad microfinanciera–,8 junto a una creciente pluralidad de actores (redes de EMFs, agencias de
calificación, fondos de inversión, agencias de cooperación nacionales y multilaterales, etc.), dando
lugar a lo que es ya una densa y compleja «industria microfinanciera».
Una industria que está experimentando un
crecimiento muy rápido en todas las áreas emergentes del mundo y que ya ha alcanzado una
relevancia significativa en muchas de ellas (especialmente, en el Sur y Sureste de Asia y en América Latina), atendiendo en la actualidad a una
cifra estimada entre 100 y 120 millones de clientes en todo el mundo. En América Latina
–ámbito prioritario de actividad de la Fundación Microfinanzas BBVA–, durante el período
6
Un buen análisis de las singularidades de las microfinanzas en países desarrollados puede encontrarse en B.
Gutiérrez y M. J. Pérez (coord.), Microcrédito en países desarrollados: problemas, retos y propuestas, Marcial Pons, Madrid,
2005.
7
Sobre la evolución de la actividad microfinanciera, es
obra de consulta obligada M. Robinson, The Microfinance
Revolution, Banco Mundial, Washington, 2001 (edición en
castellano también del Banco Mundial en 2004). Tiene
mucho interés también para entender los fundamentos económicos de la actividad microfinanciera, B. Armendáriz y J.
Morduch, The Economics of Microfinance, The MIT Press,
Cambridge, 2005.
8
Sobre el interés de la banca convencional en el sector,
puede verse A Billion to Gain?, ING, Microfinance Support,
Ámsterdam, 2006.
5
Respecto a la capacidad de las microfinanzas para reducir de las desigualdades, es útil G. D. Westley, ¿Pueden las políticas de los mercados financieros reducir la desigualdad del ingreso?,
Banco Interamericano de Desarrollo, Washington, 2001.
272
LA FUNDACIÓN MICROFINANZAS BBVA: UNA APUESTA CONTRA LA EXCLUSIÓN FINANCIERA
2000-2005, la cartera promedio de las entidades
microfinancieras se ha triplicado, alcanzándose
en 2005 la cifra de 337 entidades con una cartera de más de 5.400 millones de dólares y cerca de
6 millones de clientes.9
Una industria en la que, sin duda –y sobre
todo en sus primeros pasos–, han tenido un
papel muy importante los donantes –públicos y
privados– internacionales, pero en la que el protagonismo esencial ha correspondido a las EMFs
especializadas, que en muchos casos han alcanzado espléndidos niveles de solvencia, morosidad y
rentabilidad y con una notable capacidad de crecimiento. Entidades que han sabido demostrar
con su experiencia que los pobres pueden ser
buenos clientes del sector financiero y que han
sabido también ayudarles con eficacia a mejorar
su situación y, en muchos casos, a escapar de la
pobreza. Algo que ha sido posible merced a su
capacidad de conocimiento de sus clientes y de la
realidad social y económica de sus mercados, lo
que constituye su ventaja competitiva esencial:
una ventaja muy difícilmente alcanzable por entidades financieras convencionales.
Debe repararse también en la importancia que
el entorno institucional ha tenido en esta expansión. La presencia de marcos reguladores apropiados ha sido un factor determinante en la emergencia de sectores de microfinanzas sanos y competitivos. Factores como la creación de estructuras
jurídicas adecuadas para la actividad microfinanciera, centrales de riesgo cada vez más actualizadas y que se incorporan a estos nichos del mercado, la existencia de agencias calificadoras externas –que aportan información rigurosa sobre el
desarrollo del sector a inversores externos–, etc.,
son elementos básicos en la consolidación y
expansión de un sector microfinanciero capaz de
hacer frente adecuadamente a sus objetivos.10
En suma, estamos ante una idea sólidamente
asentada ya en la realidad y que ha conseguido
éxitos evidentes, al tiempo que ha ido cosechando un respaldo institucional y académico ampliamente generalizado. Algo de lo que es buena
prueba el decidido reconocimiento de las Naciones Unidas, que consideraron 2005 como Año
Internacional del Microcrédito. Una celebración
que sólo puede entenderse en el marco de la
voluntad de ayudar a difundir e impulsar lo que
se considera como uno de los más potentes instrumentos disponibles por la economía de mercado para contribuir a la mitigación de la pobreza. Es éste, por otra parte, el contexto en el que
debe valorarse la concesión del Premio Nobel de
la Paz en el 2006 a Muhanmad Yunus, reconociendo explícitamente no sólo la contribución de
las microfinanzas a «impulsar el desarrollo económico y social desde la base», sino también su
virtualidad para fomentar la democracia y los
derechos humanos.
Sin embargo, y pese a estos logros indiscutibles, no debe olvidarse que las microfinanzas
están todavía en una etapa muy incipiente. Es
difícil estimar el tamaño potencial de este mercado, pero las cifras antes señaladas de población
de bajos ingresos con severas dificultades de
acceso al sector financiero (en torno a 4.000
millones) resultan suficientemente explicativas
respecto al desafío que debe afrontar el sector
microfinanciero para cumplir en niveles significativos su misión social.
Ciertamente, la dimensión alcanzada por el
sector rebasa claramente ya lo puramente testimonial, pero está muy lejos todavía de incidir de
forma realmente relevante en el problema global
de la pobreza. Hace falta una dimensión radicalmente mayor y eso exige del sector una transformación así mismo radical. Transformación que
permita superar los obstáculos básicos que dificultan el salto cualitativo que el sector microfinanciero debería dar para afrontar adecuadamente los retos a los que se enfrenta. Obstáculos
que, aparte de los derivados de los marcos regulatorios e institucionales, remiten –directa o indirectamente– a problemas de calidad de la gestión
y, muy especialmente, a problemas de eficiencia:
9
S. Navajas y L. Tejerina, Microfinance in Latin America
and the Caribbean: How Large is the Market?, Banco Interamericano de Desarrollo, Washington, 2006.
10
T. Janson, R. Rosales y G. Westley, Principios y prácticas
para la regulación y supervisión de las microfinanzas, Banco
Interamericano de Desarrollo, Washington, 2003. Sobre este
tema tiene utilidad también G. D. Westley, op. cit.
273
LA FILANTROPÍA: TENDENCIAS Y PERSPECTIVAS
a la capacidad de ofrecer buenos productos y servicios, con costes de transformación cada vez
menores y, por lo tanto, a precios inferiores. Y
todo ello con márgenes y niveles de rentabilidad
positivos, que permitan un crecimiento constante sin merma de la solidez financiera.11
recidas a través de las microfinanzas, con el objetivo de ayudarlas a satisfacer sus necesidades
básicas y, particularmente, a emprender actividades productivas de pequeña escala, contribuyendo así a mejorar su nivel de vida y a fortalecer el
desarrollo sostenible de las sociedades en que
actúa.
La Fundación aspira a la consecución de su
misión a través de la orientación que ofrece su
visión: la promoción de la accesibilidad financiera a través de la eficiencia. Una eficiencia enfocada a ayudar a extender y profundizar el alcance de la actividad microfinanciera.
Cuenta para ello con una dotación –aportada
por BBVA– de 200 millones de euros y centra inicialmente su actividad en América Latina, con
una atención prioritaria a los países en los que el
Grupo BBVA tiene una presencia significativa, si
bien no excluye la actuación en otros países de la
región e incluso en otras áreas en desarrollo.
La Fundación desarrolla su misión a través de
dos líneas de actuación:
– La promoción general de las microfinanzas.
– La construcción de una red microfinanciera.
La primera es para la Fundación una línea
complementaria de su actividad fundamental.
Con un carácter esencialmente abierto –no limitado a las entidades de la red–, tiene por finalidad impulsar el desarrollo del sector y contribuir
a la mejora de la calidad de la gestión de las entidades microfinancieras, centrando particularmente su atención en los campos de la tecnología, la formación, la información, la difusión y el
fomento del conocimiento.
En cuanto a la segunda línea de actuación,
constituye la vertiente prioritaria del trabajo de
la Fundación: la construcción de una red que la
Fundación está consolidando a través de la
adquisición de entidades microfinancieras ya
existentes o de la creación de nuevas entidades,
en colaboración con entidades previas sin forma
societaria: siempre a través del acuerdo absoluto
con las entidades con las que entra en relación.
El objetivo a medio plazo de la Fundación es convertirla en una de las mayores redes microfinancieras de América Latina y del mundo. Un obje-
3. EL PROYECTO DE LA FUNDACIÓN
MICROFINANZAS BBVA
Es la percepción de esta problemática la que está
en la base del nacimiento de la Fundación Microfinanzas BBVA, que surge con la finalidad primordial de luchar contra la exclusión financiera
a través del apoyo a la expansión de la actividad
microfinanciera. Creada en 2007 por BBVA en el
marco de su política de Responsabilidad Corporativa y de su compromiso con las sociedades en
que opera, pero totalmente independiente en su
personalidad jurídica, en su gobierno y en su gestión, es una entidad sin ánimo de beneficio, regulada por la legislación española, con el carácter
de fundación de asistencia e inclusión social. Una
entidad, por otra parte, que es expresión de una
vía innovadora de filantropía empresarial –decididamente alternativa frente a los modelos convencionales– y que canaliza una forma de actuación presidida por criterios de máxima eficacia y
utilidad social.
Desde esta perspectiva, concreta su misión en
la promoción de la accesibilidad financiera como
instrumento básico de mejora del futuro de las
personas de recursos escasos. Un objetivo que se
materializa en el fomento del acceso al crédito y
a la actividad financiera de las personas desfavo-
11
Sobre la necesidad de un salto radical en la dimensión
del sector, es muy ilustrativo el breve texto de M. Chu,
«Microfinanzas: movilizando mercados para combatir la
pobreza. La experiencia de América Latina», Seminario Crecimiento Económico de Amplio Alcance, 47 Reunión Anual,
BID, Belo Horizonte (Brasil), 31/3/2006. Sobre los problemas de gestión de las entidades microfinancieras, tiene
mucho interés Armendáriz y Morduch, op. cit. Para los
desafíos a los que se enfrenta el sector y sus posibles tendencias de futuro, puede verse E. Littlefield, B. Helms y D. Porteus, Financial inclusion 2015: four scenarios for the future of
microfinance, CGAP, Focus Note, Washington, octubre de 2006.
274
LA FUNDACIÓN MICROFINANZAS BBVA: UNA APUESTA CONTRA LA EXCLUSIÓN FINANCIERA
• No obstante la autonomía de cada entidad,
la Fundación apoyará la gestión de las entidades de la red, particularmente en los
ámbitos de la tecnología, la organización, la
gestión del riesgo, el desarrollo comercial, la
formación y la transparencia informativa,
tratando también de facilitar su acceso a los
recursos financieros. Un apoyo que permitirá avances en la eficiencia que las entidades
difícilmente conseguirían fuera de la red.
• Todo ello, al tiempo que las entidades se
benefician de las ventajas que la participación accionarial de la Fundación las puede
aportar en términos de fortalecimiento de
la estructura de propiedad, de reputación y
de capacidad de interlocución con reguladores, supervisores, inversores y suministradores de financiación.
Características, en suma, que previsiblemente
permitirán a las entidades alcanzar ventajas múltiples derivadas de las sinergias, las economías de
escala y alcance y la capacidad de crecimiento
que ofrece una red integrada, cohesionada y
coherente de esta naturaleza.
Se trata de un proyecto que ha superado ya
el estado de las buenas intenciones: la Fundación –pese a su juventud– cuenta ya con cinco
entidades en su Red microfinanciera: Caja
Rural de Ahorro y Crédito Nor Perú, Caja Rural
de Ahorro y Crédito del Sur y Edpyme Crear
Tacna, en Perú, entidades que fusionará en una
sola entidad en 2008; junto a la creación de una
nueva entidad regulada en Colombia, Bancamía, en estrecha colaboración con la Corporación Mundial de la Mujer-Bogotá y Corporación
Mundial de la Mujer-Medellín. A finales de
marzo de 2008, estas cinco entidades atendían a
314.000 clientes, lo que –si se incluyen los familiares dependientes– supone una cifra cercana al
millón de personas benefiarias. La Fundación
está hincando proyectos en Argentina, Chile,
Brasil y México, y espera cerrar el ejercicio con
la incorporación a la Red de, al menos, tres o
cuatro entidades adicionales.
Son líneas de trabajo, de otro lado, en las que
la Fundación alienta la colaboración con otras
tivo, debe reiterarse, instrumental: la finalidad
última es que la red permita potenciar sustancialmente la eficiencia y el alcance social de las
entidades incorporadas.
Si bien existen numerosas redes microfinancieras,12 la que promueve la Fundación se caracteriza por rasgos bien delimitados, que la convierten en un modelo claramente diferencial en
el sector:
• La Fundación pretende que las entidades
que la conformen sean –siempre que sea
legalmente posible– reguladas, ayudando
cuanto esté en su mano a su transformación
cuando aún no lo sean.
• La Fundación aspirará a ser siempre accionista de referencia, y habitualmente, mayoritario.
• La red se caracterizará por una estrategia y
una cultura corporativa comunes, sistemas
de gobierno corporativo y de cumplimiento coherentes y una plataforma tecnológica
compartida.
• Cada entidad mantendrá su identidad claramente diferenciada y desarrollará una
gestión autónoma, pero con un requisito
común –la autosostenibilidad– y un objetivo compartido: extender y profundizar el
alcance de su actividad cuanto sea posible.
La Fundación, en este sentido, velará por la
garantía de la misión social de las entidades
e impulsará en todas el desarrollo de sistemas rigurosos de evaluación del desempeño social.
• La oferta de productos y servicios será todo
lo diversificada que cada entidad esté en
condiciones de conseguir: en la medida en
que se tratará de que las entidades sean
reguladas, todas avanzarán hacia la disponibilidad de productos de pasivo, que la
Fundación considera un elemento básico
para la autosostenibilidad económica.
12
Sobre redes microfinancieras, puede verse What is a
Network? The Diversity of Networks in Microfinance Today, Focus
Note, CGAP, Washington, julio de 2004.
275
LA FILANTROPÍA: TENDENCIAS Y PERSPECTIVAS
entidades. En esta perspectiva, la Fundación ha
suscrito acuerdos de colaboración para el fomento de la actividad microfinanciera con el Banco
Interamericano de Desarrollo, International
Finance Corporation, el Banco de Desarrollo
Económico para Puerto Rico, Accenture, Management Solutions y la Universidad de Navarra.
Acuerdos a los que se espera añadir convenios
adicionales a lo largo de 2008 con diferentes instituciones (multilaterales, académicas y tecnológicas).
En definitiva, la Fundación Microfinanzas
BBVA quiere contribuir a través de todas sus
actuaciones a la expansión y al mejor funcionamiento de las microfinanzas, con la finalidad última de contribuir a extender la accesibilidad
financiera de los sectores de bajos ingresos. Una
finalidad para la que está desarrollando un
modelo de intervención diferencial e innovador
en el sector microfinanciero. Apostando por él
como uno de los instrumentos más eficaces y de
mayor potencialidad en la lucha contra la pobreza y en el impulso del desarrollo.
Más información www.fundacionmicrofinanzasbbva.org
Reunión Anual, BID, Belo Horizonte (Brasil), 31/3/2006.
B. Gutiérrez y M. J. Pérez (coord.), Microcrédito en
países desarrollados: problemas, retos y propuestas,
Marcial Pons, Madrid, 2005.
S. L. Hart, The Capitalism at the Crossroads, Wharton School Publishing, 2005.
T. Janson, R. Rosales y G. Westley, Principios y
prácticas para la regulación y supervisión de las
microfinanzas, Banco Interamericano de
Desarrollo, Washington, 2003.
E. Littlefield, B. Helms y D. Porteus, Financial
inclusion 2015: four scenarios for the future of
microfinance, CGAP, Focus Note, Washington,
octubre de 2006.
A. Maddison, La economía mundial. Una perspectiva planetaria, OCDE, París, 2002.
L. A. Moreno, «Extending financial services to
Latin America´s poors», The McKinsey Quarterly, 2007, edición especial (Shaping a new
agenda for Latin America).
S. Navajas y L. Tejerina, Microfinance in Latin
America and the Caribbean: How Large is the
Market?, Banco Interamericano de Desarrollo,
Washington, 2006.
PNUD, Informe sobre el Desarrollo Humano, 2002,
Mundi Prensa, Madrid, 2002.
M. Robinson, The Microfinance Revolution,
Banco Mundial, Washington, 2001 (edición
en castellano también del Banco Mundial en
2004).
G. D. Westley, ¿Pueden las políticas de los mercados financieros reducir la desigualdad del ingreso?, Banco Interamericano de Desarrollo,
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What is a Network? The Diversity of Networks in
Microfinance Today, Focus Note, CGAP, Washington, julio de 2004.
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M. Chu, «Microfinanzas: movilizando mercados para combatir la pobreza. La experiencia de América Latina», Seminario Crecimiento Económico de Amplio Alcance, 47
276
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