“Reforma penitenciaria

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Universidad Nacional de Lanús
Departamento de Planificación y Políticas Públicas
Licenciatura en Seguridad Ciudadana
Trabajo Final de Licenciatura:
“Comparación entre las reformas del sistema
penitenciario federal y de la provincia de Buenos
Aires durante los gobiernos peronistas (1946-1952;
1952-1955)”
Lépori, Miguel Ángel
Buenos Aires, Lanús, Septiembre 2013
Agradecimientos
A la doctora Lila Caimari, las bibliotecas del Servicio Penitenciario Federal
y del Servicio Penitenciario de la Provincia de Buenos Aires, al museo
Penitenciario Federal Antonio Balve, la biblioteca Juan Domingo Perón
del Congreso de la Nación Argentina, al Instituto Juan Domingo Perón y a
la Universidad Nacional de Lanús.
2
Índice
Introducción…………………………………………………………... Pág. 04
Capítulo 1: Prisión, el aparato represivo del Estado………….. Pág. 10
Capítulo 2: El Sistema Penitenciario Argentino………………... Pág. 12
2.1. Breve reseña ……………………………………………………… Pág. 13
2.3 Normas que anteceden y acompañan a las reformas………… Pág. 18
Capítulo 3: Vientos de cambio: Irrupción del peronismo
y reformas …………………………………………………………….. Pág. 23
3.1 Surgimiento del peronismo. Un Estado benefactor a
la luz y autoritario en las sombras ………………………………. Pág. 24
3.2 Constitución de 1949……………………………………………... Pág. 27
Capítulo 4: Reformas Penitenciarias ……………………………... Pág. 31
4.1 El porqué de las reformas ………………………………………... Pág. 36
4.2 Reforma en el Sistema Penitenciario Federal…………………. Pág. 37
4.3 Reforma en el Sistema Penitenciario Provincial………………. Pág. 40
Capítulo 5: Comparación de las reformas. Semejanzas
y contrapuntos………………………………………………………… Pág. 43
Conclusión…………………………………………………………….. Pág. 47
Bibliografía…………………………………………………………….. Pág. 51
Anexos…………………………………………………………………. Pág. 56
3
“Reforma penitenciaria. En busca de una nueva institución total acorde a
los tiempos políticos e ideológicos del primer y segundo gobierno
peronista (1946-1955)”
Introducción
“Las normas de la civilización de un país pueden juzgarse al abrir las
puertas de sus prisiones”
Dostoievski
El nacimiento de las cárceles modernas, entre los siglos XVIII y
XIX, no ha sido el resultado de un progreso con el único objetivo de
mejoramiento y readaptación de los individuos. El poder punitivo nace
cuando las sociedades se organizan y se estructuran jerárquicamente, es
entonces cuando se necesita de ese poder para aislar los peligros tanto
externos como internos, para la dominación se requiere toda una
tecnología del poder en la que la disciplina es el sustento. La cárcel surge
cuando aparece una nueva sociedad, un aumento de la población y el
cambio en los sistemas de producción que exigen nuevas formas de
control social acordes a la época. El castigo varía y está intrínsecamente
ligado según las distintas circunstancias históricas en las cuales se ejerce,
aunque su esencia es la misma: normalizar y disciplinar.
Un hito a mencionar en el tema, ha sido todo el diseño panóptico
que propugnó Jeremy Bentham, esa construcción imaginaria de una
cárcel que es la resultante de una sociedad disciplinaria. Al respecto
Foucault señala “Nuestras sociedades deberían rendirle un homenaje,
pues fue él quien programó, definió y describió de manera precisa las
4
formas de poder en que vivimos, presentándolas en un maravilloso y
célebre modelo de esta sociedad de ortopedia generalizada que es el
famoso Panóptico, forma arquitectónica que permite un tipo de poder del
espíritu sobre el espíritu, una especie de institución que vale tanto para
las escuelas como para los hospitales, las prisiones, los reformatorios, los
hospicios o las fábricas”1.
La gestión de la vida es cuestión central en los nuevos tiempos
pero así también lo fue en épocas pasadas. Tecnologías y saberes
hilvanan una red contenedora pero también decantadora de todos
aquellos individuos que no siguen la norma y no adhieren al pacto de
sujeción de orden y productividad. Foucault (2002) señala al castigo como
una “función social compleja” porque engloba tanto efectos negativos
como positivos, dentro de los primeros se encuentran mecanismos
punitivos de represión y segregación mientras que dentro de los
segundos, los positivos, hallamos la objetivación del individuo en sujeto y
su normalización. También categoriza a la prisión como una expresión del
poder que significa su estrategia utilitaria como proyecto disciplinador y
normalizador de las prácticas sociales.
Las estrategias punitivas que llevan adelante los gobiernos
marcan su horizonte de perspectivas de acción. Pareciera que ellas
representan la solución a los problemas sociales y políticos que los
aquejan. La coerción y el control social han sido y son el leit-motiv de
todas las democracias occidentales, cada una con sus respectivos
manuales. Sus orientaciones político criminales han ido regulando los
aspectos de la vida diaria de las personas y normalizando a la población.
Muestran el fracaso de la política social e incluso se llega a tomar como
suerte de política social en sí misma. Al respecto, Loic Wacquant en “Las
cárceles de la
1
miseria” señala que: “la institución penitenciaria no se
Foucault, M (2003) “La verdad y las formas jurídicas”.
5
conforma con recoger y amontonar a los (sub)proletarios tenidos por
inútiles, indeseables o peligrosos, y ocultar así la miseria y neutralizar sus
efectos más desorganizadores (…) demasiada frecuencia se olvida que
ella misma contribuye activamente a extender y perennizar la inseguridad
y el desamparo sociales que la alimenta y le sirve de aval” (pp.143). Y
agregaríamos en cuanto a todo el sistema penal en sí las palabras tan
sabias del Dr. Eugenio Zaffaroni (2011) quién sostiene que “Lo punitivo no
resuelve el conflicto sino que lo cuelga, como una ropa que se saca del
lavarropas y se tiende en la soga hasta que se seque”. El problema
persiste.
Lo anteriormente expuesto nos habla de la política criminal como
un cierto tipo de política social pero también posee una finalidad política:
el miedo, ese estado psíquico humano necesario que paraliza a la
población y la neutraliza además de desviar las miradas hacia casos
superfluos de injusticia. Foucault se pregunta el porqué de la existencia
de las prisiones a pesar de resultar contraproducentes y se responde
“precisamente porque producen delincuentes y la delincuencia tiene cierta
utilidad económica-política en las sociedades que conocemos (…) cuanto
más delincuentes haya más crímenes habrá, cuanto más crímenes habrá
más miedo habrá en la población, y cuanto más miedo haya más
aceptable, e incluso deseable, será el sistema de control policial” (2003:
147).
Lo expuesto en los párrafos anteriores es de vital importancia
debido a que el período que aquí nos reúne es el período de media mitad
del siglo XX dónde el movimiento peronista arraigaba política y
socialmente sus ideales y provocaba profundas fracturas de los viejos
conceptos, de los paradigmas sociales en la población en su conjunto,
incluidas las cárceles. Se trató de una nueva conceptualización del
6
castigo, dónde el discurso estatal pasó a girar en torno a los derechos del
preso (Caimari 2004).
El tema de las reformas penitenciarias que aquí trataremos está
enmarcado dentro de los profundos cambios operados dentro de la
sociedad argentina en la época del así llamado “primer peronismo” que
abarca de los años 1946 a 1955 y que se concreta dentro del proceso de
transformaciones sociales, políticas, culturales y económicas que ha
significado el Estado de Bienestar reinante en esos tiempos. La base y
plataforma de estas reformas ha sido la Constitución de 1949 que ha sido
una herramienta fundamental para vestir de legalidad todos los cambios
estructurales que se avecinaban. Se trató de una reforma necesaria para
la consecución de los objetivos perseguidos por el peronismo en pos de la
ampliación de derechos de los habitantes. Momento de expansión del
Estado de Bienestar en la Argentina dónde aumentaban las inversiones
públicas destinadas a la protección social y también se aplicaba al
mejoramiento punitivo, esto último lo muestra el artículo 29 de la
mencionada nueva Constitución; mayor participación política de la
ciudadanía y nuevos derechos superadores de las contradicciones
pasadas que como señala Luigi Ferrajoli “Las expectativas sociales
correspondientes a las nuevas funciones –la subsistencia, el empleo, la
vivienda, la instrucción, la asistencia sanitaria- son así introducidas y
reconocidas por las constituciones de nuestro siglo como derechos
fundamentales” (2000: 68).
El presente trabajo pretende indagar como se desarrollaron las
reformas penitenciarias de acuerdo a los tiempos políticos e ideológicos
del primer y segundo gobierno peronista, mediante la comparación del
sistema federal y el provincial en el tema.
7
En el primer capítulo hablaremos de la prisión como el aparato
represor del Estado, haciendo una especie de marco teórico sobre el
tema de las prisiones como instituciones normalizadoras, correctoras y
neutralizadoras de las diferenciaciones. Como se llega al concepto de
institución total para señalar las características de la prisión.
En el segundo capítulo, que se divide en dos apartados, nos
hará de suerte de guía para poder ver los cambios en las instituciones
presidiarias y en las normativas que llevaron a un cambio paradigmático
del sistema penitenciario. En el primer apartado veremos como se fue
constituyendo la institución cárcel desde los albores de nuestra república
mientras que en el segundo apartado se detallarán toda una batería
jurídica usada para su consecución y que rigen algunas hasta el día de
hoy el tema que aquí nos compete.
En el tercer capítulo describiremos como se fueron conformando
las condiciones para el consolidamiento de un Estado populista y en el
apartado primero señalaremos como ha sido el surgimiento del peronismo
en la Argentina y trataremos de hacer un repaso por las importantes
reformas que produjo en la sociedad argentina en lo social, lo económico
y lo cultural. En el segundo apartado veremos como la Constitución de
1949 ha resultado ser la herramienta útil para la consolidación de las
reformas planeadas por el movimiento para la transformación de la nueva
sociedad argentina, a pesar de haber sido tildada de “oportunista” por
habilitar la reelección de Perón además de diversos cuestionamientos de
nulidad.
Ya en el cuarto Capítulo nos adentraremos en el tema de las
reformas propiamente dichas en cuanto al tema penitenciario de la época.
Veremos que al estar incluidas dentro del universo de cambios
8
estructurales del Primer Plan Quinquenal2 se ha llevado a cabo
importantísimas modificaciones sustantivas en pos de la humanización de
las penas, un nuevo paradigma penal se avizoraba que en palabras de
Foucault esto representaría un cambio en la tecnología del poder de
castigar. En el primer apartado se señalará el porqué de las reformas
mientras que en el segundo y tercer apartados analizaremos las reformas
a los sistemas penitenciarios federal y provincial, respectivamente.
En el quinto y último capítulo realizaremos una comparación
entre ambas reformas, la federal y la provincial para tratar de discernir
cuales han sido los puntos en común y cuáles han sido sus características
distintivas que la diferencian unas a otras.
Finalmente, la conclusión describirá como estas modificaciones,
estas reformas han impactado en las cárceles argentinas, veremos como
el uso político de las mismas y la propaganda oficial han sabido ocultar,
bajo un conjunto de mejoras en la vida del recluso, la represión de
opositores de todos los ámbitos al movimiento. Haremos una breve
sinopsis del tema a modo de finalización del presente trabajo.
Debemos adelantar que la metodología empleada en éste
trabajo es propia de un análisis cualitativo de corte historiográfico sobre
las reformas penitenciarias en un sentido descriptivo en base de un
análisis bibliográfico y normativo, esto nos habilitará el estudio
genealógico del tema. En cuanto al análisis bibliográfico del tema se ha
utilizado principalmente como base conceptual y teórica el libro de Lila
Caimari publicado en el año 2004 “Apenas un delincuente. Crimen,
castigo y cultura en la Argentina, 1880-1955”, entre otros trabajos de
diversos autores.
2
Fue el procedimiento de planificación estatal elaborado por Juan Domingo Perón y anunciado en
octubre de 1946.
9
Capitulo 1
Prisión, el aparato represivo del Estado
“A cada individuo su lugar; y en cada emplazamiento un individuo”
Michel Foucault
Nada mejor para tratar la lógica de la prisión como institución ,
como intersticio societal donde son depositados todos aquellos individuos
que se aparten de la norma, que volcarnos hacia las teorías
microsociológicas, teorías de la sociología de lo local, siendo para ello
necesario valernos de los conceptos acuñados por dos grandes
pensadores del siglo XX: Michel Foucault y Erving Goffman.
Plantearnos la prisión como una lógica de heterotopía de la
desviación es comenzar a entender a dicha institución como un reservorio
necesario para la sociedad que aloja allí a todos aquellos que no cumplen
los requisitos de producción actual. Es donde el poder expande sus
mecanismos de represión y control social en pos de la neutralización de
todo vestigio de anormalidad societaria, toda una lógica de poder. En su
obra “Estética, ética y hermenéutica” Foucault señala que nuestra vida se
despliega en el interior de un conjunto de relaciones que definen
emplazamientos (pp.434) y que un contraemplazamiento, una utopía
perfectamente realizada en un emplazamiento real constituye una
heterotopía, un emplazamiento que a pesar de guardar relación con los
demás, los contradice. Y es aquí donde llegamos a la heterotopía de la
desviación “aquellas en las que se sitúa a los individuos cuyo
comportamiento se desvía en relación con la media o la norma exigidas”
(Foucault, 1999:436).
10
Por su parte Erving Goffman con su concepto de institución total
nos da cuenta lo que la prisión, el encarcelamiento, produce a los
individuos allí alojados; en el primer párrafo de la introducción de su libro
“Internados” Goffman describe que “una institución total puede definirse
como un lugar de residencia o de trabajo donde un gran número de
individuos en igual situación, aislados de la sociedad por un periodo
apreciable de tiempo, comparten en su encierro una rutina diaria,
administrada formalmente” (pp.13), precisándolas
más adelante como
“invernaderos donde se transforma a las personas” (pp.25).
Para el
citado autor la cárcel pertenece al tercer tipo de su clasificación de
instituciones totales, un tipo “organizado para proteger a la comunidad
contra quienes constituyen intencionalmente un peligro para ella, no se
propone como finalidad inmediata el bienestar de los reclusos” (Goffman,
2001:18). En éste sentido la definición de institución total se enlaza con el
concepto de instituciones de secuestro de las que tanto nos habla
Foucault en su obra “La verdad y las formas jurídicas”, cárcel como
aparato de normalización de los hombres que conllevan a su posterior
exclusión societal. Ensambles de discursos y prácticas normalizadoras,
disciplinarias y correccionales con el propósito de moldear las vidas
secuestradas3.
La prisión a lo largo de todos los tiempos ha cumplido diferentes
funciones
aunque
siempre
su
denominador
común
ha
sido
la
neutralización de todos aquellos que representen una anormalidad, una
disfuncionalidad a los fines de la sociedad en su conjunto pero sobre todo
a los fines del Estado. Hemos visto antes algunas ideas y conceptos
clarificadores de la naturaleza política e ideológica de las prisiones.
Althusser valiéndose de la teoría marxista de aparato de Estado4, realiza
3
Sozzo, M. ¿Metamorfosis de la prisión? Proyecto normalizador, populismo punitivo y prisióndepósito en Argentina”.
4
Según la teoría marxista el aparato de Estado comprende al gobierno, la administración, el
ejército, la policía, los tribunales y las prisiones.
11
una clasificación pertinente de la prisión realmente significa, aparato
ideológico y aparato represivo. El primero es aquel desde el cual fluyen
las normas y disciplinas a seguir bajo las pautas e intereses de la clase
dominante que bajan a través de éstos aparatos ideológicos que el autor
divide en escolar, religioso, jurídico, cultural, político, sindical y de prensa
(medios masivos de comunicación) mientras que el aparato represivo es
aquel que tiene en ejercicio legitimo la violencia para encauzar a los que
transgreden la norma y que forma una suerte de control social.
Capítulo 2
El Sistema Penitenciario Argentino
“La prisión es la imagen de la sociedad, una imagen invertida, una imagen
transformada en amenaza”
Michel Foucault
En primer lugar debemos destacar la necesidad de contar con
instituciones presidiarias modernas en las primeras décadas del S. XX.
En cuanto al tema, existió un expansionismo del control social consecuentemente policial- debido a la gran ola inmigratoria junto a sus
efectos no deseados, como por ejemplo el anarquismo, sumados a un
desplazamiento de la población rural a las ciudades. La mayor
concentración urbana trajo consigo todo tipo de problemáticas en el orden
cultural, económico, social pero por sobre todo en el orden político. Esto
último lo podemos cotejar leyendo los discursos esgrimidos en el
Congreso de la Nación, en sus diarios de sesiones, tratando paquetes de
12
leyes
de
neutralización
de
toda
amenaza
anarquista5,
nuevas
contravenciones creadas cuya finalidad era cerrar el círculo de control
social ante tamaño “aluvión” de población con sus distintas prácticas
sociales.
2.1. Breve reseña
Fueron antecedentes de la legislación penitenciaria nacional, el
conjunto de disposiciones del derecho español e indiano, especialmente,
las Partidas de Don Alfonso X el Sabio y las leyes eclesiásticas. Las
normas del Virreinato fijaban como establecimientos
carcelarios a los
cabildos, las cárceles públicas, casas de aguaciles, ayuntamientos y
galeras, que servían de custodia y guarda de presos. Se disponía que
las cárceles
de hombres
separadas. De
y mujeres debieran estar indefectiblemente
esto se puede
observar que en un principio esta
legislación otorgó a la pena privativa de la libertad la función asegurativa
del reo como paso previo a la imposición de la verdadera pena.
El texto de las Partidas de Alfonso el Sabio establecerá la
división de la privación de la libertad en razón del sexo, disponiendo que
las
mujeres debieran cumplir el arresto en un monasterio de monjas
como así también prohibiéndose las crueldades de los guardianes.
La primera norma que consagra el Estado de Derecho en los
albores de nuestra patria ha sido el Decreto de Seguridad Individual del
23 de noviembre de 1811, a solo dos meses de haberse conformado el
primer Triunvirato. En el mismo expone garantías elementales como el
5
Ley de Residencia N° 4.144, llamada Ley Cané, sancionada el 22 de noviembre de 1902. Ley de
Defensa Social N° 7.029 de 1910.
13
juicio previo,
la defensa en juicio y demás normas que
establecen
principios democráticos. Uno de ellos, lo encontramos en el artículo 6
“Siendo las cárceles para seguridad y no para castigo de los reos, toda
medida que a pretexto de precaución sólo sirva para mortificarlos, será
castigada rigurosamente” se sitúa como antecedente al tema penitenciario
y que por supuesto fue incorporado a la Constitución Nacional con sus
posteriores reformas.
Al Decreto de Seguridad Individual le siguió la constitución de
1819 que instala por primera vez el tema penitenciario en su artículo 117
“Las cárceles solo deben servir para la seguridad y no para castigo de los
reos. Toda medida que a pretexto de Precaución conduzca a mortificarlos
más allá de lo que aquella exige, será corregida según las leyes”, versión
un poco más suavizada que la del decreto al suprimir el castigo de la
violación a las normas y reemplazarlo por su corrección en base a las
leyes.
Este texto se repetirá en la Constitución de 1826 y el mismo se
modificará en el artículo 18º de la Constitución de1853, artículo 29º de la
Reforma de 1949 y el artículo 18º de la Reforma de 1994.
Posteriormente, en 1855 bajo el gobierno de Urquiza se
sanciona el Reglamento para las Cárceles y Villas, siendo el primero de
éste tipo para el funcionamiento y organización de las prisiones. No
establecía distinciones de sexo y/o edad y allí iban a parar hasta las
personas detenidas por edictos policiales. Ésta situación continuó hasta el
Código Penal elaborado por Carlos Tejedor en el año 1866 que establecía
las penas de muerte, presidio, penitenciaría, confinamiento, prisión y
arresto, estableciendo también el trabajo obligatorio de los allí alojados.
En su artículo 7 se decretaba que "Los sentenciados a presidio trabajarán
públicamente en beneficio del Estado, llevarán una cadena al pie,
14
pendiente de la cintura, o asida a la de otro penado, serán empleados en
trabajos exteriores, duros y penosos, como construcciones de canales,
obras de fortificación, caminos y no recibirán auxilio alguno de fuera del
establecimiento", diferenciándolo de los alojados en las penitenciarías,
donde se esperaba la corrección del condenado y dónde no era requerido
el uso de cadenas y los trabajos a los que estaban obligados debían
realizarse puertas adentro.
En el año 1877, el 28 de mayo, se inaugura en la provincia de
Buenos Aires, aun sin delimitar lo que era la Capital Federal, la
Penitenciaria Nacional sobre la avenida Las Heras al 3400, cuya finalidad
era la enmienda del reo para su reinserción social. Este establecimiento
de tipo correccional, con predominio del sistema auburniano6 cuyas líneas
modernas y sistema radial lo convierten en el mejor de la
realidad
penitenciaria de América del Sur, fue dirigido por hombres de talla
importante para el sistema penitenciario como Antonio Ballvé (19041909).
Bajo su dirección se produjeron modificaciones sustantivas,
destacando entre ellas la eliminación del régimen de silencio y la creación
del Instituto de Clasificación en el año 1907, primer servicio criminológico
mundial para la investigación científica de la criminalidad. Sin embargo es
allí donde la corriente positivista7 despliega todo su conjunto de
concepciones morfológicas y fenotípicas sobre el delincuente. “El
delincuente se convierte en individuo a quién conocer. Ésta exigencia de
saber no se ha insertado, en primera instancia, en el acto judicial mismo,
para fundamentar mejor la sentencia ni para determinar realmente la
medida de culpabilidad. Es en cuanto al condenado, y a punto de
6
Tomado de la Cárcel de Auburn de New York en la segunda década del 1800. Cárcel con
aislamiento nocturno, con régimen de silencio y trabajo diurno.
7
Su principal exponente ha sido el Dr. José Ingenieros, médico psiquiatra y criminólogo
italoargentino. También el jurista Carlos Bunge.
15
aplicación para unos mecanismos punitivos, por lo que el infractor se ha
constituido como objeto de saber posible” (Foucault, 2002: 152).
Según Alessandro Baratta en su obra “Criminología crítica y
crítica del derecho penal” (1986:21) sostiene que “La novedad de su
manera de afrontar el problema de la criminalidad y el de la respuesta
penal a ésta estaba constituida por la pretendida posibilidad de
individualizar las "señales" antropológicas de la criminalidad y de observar
a los individuos de tal modo "señalados" en zonas rígidamente
circunscritas dentro del ámbito del universo social (las instituciones
globales, es decir, la cárcel y el manicomio judicial)”. José María Ramos
Mejía fue quien introdujo en el país esta corriente la cual, según el Dr.
Eugenio Zaffaroni, no es más que una conjunción del discurso biologicista
médico con el poder policial europeo (2011:88) en la búsqueda de las
causas o los factores de la criminalidad, el paradigma etiológico según la
ciencia criminológica. Es la etapa de la prisión laboratorio de la que nos
habla Lila Caimari.
La idea de criminal nato se hizo carne y era definido según
determinadas
características
antropométricas
y
fisonómicas
(Geli,
1992:10). Aunque estos debates de “defensa social” se dieron siempre
dentro del ámbito judicial y académico, pero no en el terreno legislativo.
El primer director del Instituto Criminológico, fue el reconocido
precursor de la sociología argentina, el escritor y medico José Ingenieros.
Hacia 1933 el Servicio Penitenciario Federal incorpora este instituto a su
estructura orgánica, con la creación de la Dirección General de Institutos
Penales con jurisdicción sobre todas las cárceles nacionales. Las
funciones del Instituto de clasificación también se extendieron a todos los
establecimientos carcelarios del país mediante la clasificación medicopsicológica de los condenados.
16
En 1933 sale a la luz la Ley 11.833, de Organización Carcelaria
y régimen de la pena. Mediante el Decreto Nº 3578 del año 1947, se creó
la Escuela Penitenciaria de la Nación, dedicada a la formación del
personal superior y de los cuadros subalternos de la Institución.
Posteriormente reglamentada bajo la conducción del Inspector General
Roberto Pettinato, fue creada la Dirección Nacional de Institutos Penales
con la dirección general del Dr. Juan José O'Connor. Dicho decreto
pretendía generar hábitos de trabajo en los internos, conducta social y
disciplina a razón de una educación obligatoria con fuerte tenor
moralizante.
La unificación legal del régimen penitenciario llega de la mano
de la Ley Penitenciaria Nacional (bajo el Decreto 412/58) complementaria
del código penal, la que reguló la situación jurídica de las personas
privadas de libertad, acogiendo los principios humanitarios e instalando el
concepto de progresividad de la pena8.
Finalmente el Decreto 426/95 establece
el plan director
de
política penitenciaria nacional, reemplazando éste al Decreto 412/58.
En el año 1996 se sanciona la Ley 24.660, que nos rige hasta la
actualidad, denominada Ley de Ejecución de la Pena Privativa de la
Libertad siendo los primeros tres artículos de suma importancia al ser
tomados
como
“principios
básicos”,
debido
a
que
los
mismos
contemplaban la finalidad de la ejecución de la pena, los derechos de los
internos y el continuo control judicial de la ejecución.
8
El sistema progresivo es una modalidad de ejecución de la pena en el cual se prevé la atenuación
progresiva de las condiciones del encierro de tal manera que la persona privada de la libertad, a
medida que transcurre la ejecución, va recuperando progresivamente los derechos restringidos por
la medida de encierro hasta alcanzar el pleno goce de los mismos. En: Salt, M. "Comentarios a la
nueva ley de ejecución de la pena privativa de la libertad", 1996 en Nueva Doctrina Penal 1996.
17
El régimen penitenciario se basará en la progresividad,
procurando limitar la permanencia del condenado en establecimientos
cerrados, promoviendo en lo posible y conforme su evolución favorable su
incorporación a instituciones semi-abiertas o abiertas o a secciones
separadas regidas por el principio de autodisciplina, consagrándose aquí
uno de los derechos fundamentales: el principio “pro homine”9.
En los años posteriores
decretos que contemplaban la
también
pena
se
sancionaron otros
privativa de la libertad
detención de personas en procesos penales. Entre ellos
y la
el Decreto
303/96 - Reglamento General de Procesados, Decreto 1136/97reglamento de modalidades básicas en la ejecución de la pena privativa
de la libertad, Decreto 18/99-Reglamento de disciplina para los internos,
entre otras normas de importancia para el sistema penitenciario.
2.2 Normas que anteceden y acompañan a las reformas
El constitucionalismo surgió a partir del siglo XVII, alcanzando su
máximo esplendor en siglo XVIII. Se trata de una ideología que considera
necesaria la existencia de una Ley Suprema o Constitucion, que
establezca cuales son los poderes del estado y delimite sus funciones,
reconociendo a su vez, los derechos de los ciudadanos, en cuyo conjunto
reside la soberanía.
En la Constitución de 1819 -de carácter unitario aunque no lo
expresara literalmente- comienza verse reflejado el comienzo de la
estructura carcelaria mediante de los artículos 117 y 118 que expresan:
9
Principio que consagra prerrogativas o potestades a toda persona con el fin de su desarrollo
pleno en sociedad.
18
“Las cárceles solo deben servir para la seguridad y no para castigo de
los reos. Toda medida que a pretexto de precaución conduzca a
mortificarlos más allá de lo que aquella exige, será corregida según las
leyes (...) Ningún habitante del Estado puede ser penado, ni confinado
sin que proceda forma de proceso y sentencia legal”.
Aquí empiezan a verse las reglas básicas para la organización
carcelaria argentina. Comienza a interpretarse los principios esenciales
sobre la función de la pena privativa de la libertad persiguiendo como
finalidad primordial, la corrección y la readaptación social del condenado.
Con la sanción de la Constitución de 1853, por el General Justo
José de Urquiza comienza a tomar forma la expresión “debido proceso
judicial”, integrado por etapas que son ineludibles como la acusación, la
defensa, la prueba, la sentencia y la ejecución de la pena.
El artículo 18º de esta constitucion expresa “Ningún habitante de
la Confederación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley
anterior al hecho del proceso (…) Quedan abolidos para siempre la pena
de muerte por causas políticas, toda especie de tormento, los azotes y
las ejecuciones a lanza y cuchillo. Las cárceles de la Confederación
serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos
detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca
a mortificarlos mas allá de lo que ella exija, hará responsable al juez que
la autorice”.
Podemos decir que todo individuo que es llevado por la fuerza,
tiene el derecho a conocer los motivos de su comparecencia, cargos o
reproches que le son formulados.
19
De igual modo cuando el artículo 9 hace
mención
a “ser
juzgado sin juicio previo fundado en ley anterior” hace referencia a una
ley en sentido material y formal. Dicha ley previa debe definir claramente
el tipo de delito que se comete, haciendo una descripción precisa de la
conducta que se incrimina. Es aquí que se establece el principio de
legalidad en la Constitución.
La sanción de la ley 11.833 en 1933, antecedente de la Ley
Penitenciaria, fue realizada sobre el proyecto e inspiración del Dr. Juan
José O`Connor, dando comienzo a la renovación del parque edilicio en los
entonces Territorios Nacionales, y se circunscribía en su aplicación a las
cárceles nacionales. Esta ley creaba la Direccion Nacional de Institutos
Penales, un consejo, un anexo psiquiátrico y un instituto de clasificación,
que implementaría el régimen progresivo de la pena. También se
estableció
el
trabajo
penitenciario,
la
educación
obligatoria,
la
clasificación de los detenidos, la reincidencia, la aplicación de los
regímenes carcelarios y el Patronato de Liberados.
Lo cierto es que la esta ley, al instaurar el régimen progresivo
en 1933, incluyó entre sus etapas el “grado c”, de orientación que debería
cumplirse en una colonia penal o cárcel industrial, en la cual el condenado
podrá ser empleado en trabajos al exterior.
Este régimen penal pretendía inculcar hábitos de trabajo y
aprendizaje que convirtiese a
los condenados en obreros calificados,
infundiendo normas de conducta social y disciplina, por medio de una
educación obligatoria y moralizante
La reforma constitucional de 1949, conocida tradicionalmente
como la “Constitución Peronista”, reconoce importantes derechos que
hasta ese momento no habían sido tenidos en cuenta. Esta convención
20
constituyente modifico el preámbulo y gran cantidad de artículos.
Podemos destacar la modificación el artículo 18, promulgado en la
Constitución de 1853 y que a partir de esta norma fue suplantado por el
artículo 29.
Por su parte, en 1948, la Declaración universal de los Derechos
Humanos
en sus artículos 5 y 9 se ocupa del presente tema. En el
artículo 5 sostiene que “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos
crueles, inhumanos o degradantes” y lo complementa con su artículo 9
“Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado”.
El artículo 26 de la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre con vigencia a partir del año 1948 sostiene que “(…)
Toda persona acusada de delito tiene derecho a ser oída en forma
imparcial y pública, a ser juzgada por tribunales anteriormente
establecidos de acuerdo con leyes preexistentes y a que no se le imponga
penas crueles, infamantes o inusitadas”.
En 1955, el Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre
Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente adopta el documento
Reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos y en su artículo
primero de las Observaciones preliminares expresa “El objeto de las
reglas siguientes no es de describir en forma detallada un sistema
penitenciario modelo, sino únicamente establecer, inspirándose en
conceptos generalmente admitidos en nuestro tiempo y en los elementos
esenciales de los sistemas contemporáneos más adecuados, los
principios y las reglas de una buena organización penitenciaria y de la
práctica relativa al tratamiento de los reclusos”.
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (de 1966
con entrada en rigor en 1976) en su artículo 10, en sus puntos 1, 2 y 3
21
declara
que:
“1.Toda
persona
privada
de
libertad
será
tratada
humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser
humano. 2. a) Los procesados estarán separados de los condenados,
salvo en circunstancias excepcionales, y serán sometidos a un
tratamiento
distinto,
adecuado
a
su condición
de
personas
no
condenadas; b) Los menores procesados estarán separados de los
adultos y deberán ser llevados ante los tribunales de justicia con la mayor
celeridad posible para su enjuiciamiento. 3. El régimen penitenciario
consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la
readaptación social de los penados. Los menores delincuentes estarán
separados de los adultos y serán sometidos a un tratamiento adecuado a
su edad y condición jurídica”.
Así es como el sistema penitenciario argentino está reglado por
un marco jurídico que lo contiene y al cual debe atenerse. Todo el sistema
en su conjunto cumple la función de alojar allí a todas las personas
privadas de su libertad, es decir, que los internos cumplen en el lugar una
pena privativa de la libertad en razón de haber cometido un acto ilícito. El
fin del encierro es la resocialización, readaptación y posterior reinserción
del individuo en la sociedad. Privarlos de su libertad conduce a proteger a
la sociedad de ese individuo que se apartó de la norma y no al castigo de
aquel, tal como lo dispone al artículo primero de la Ley 24.660 de
“Ejecución de la pena privativa de la libertad” al sostener que
“La
ejecución de la pena privativa de libertad, en todas sus modalidades, tiene
por finalidad lograr que el condenado adquiera la capacidad de
comprender y respetar la ley procurando su adecuada reinserción social,
promoviendo la comprensión y el apoyo de la sociedad”10. El Estado
posee la potestad de dicha privación y está obligado a cumplir con los
10
En concordancia con el artículo 18 de la Constitución luego de la reforma de la Carta magna de
1994.
22
deberes
y obligaciones
que
las
diversas
normas nacionales
e
internacionales le exigen11.
A partir de la reforma constitucional de 1994, el tema que nos
atañe se consagra en el artículo 18, ademas a partir de ese año, todo un
abanico de instrumentos
internacionales toma rango constitucional
incorporado en el articulo 75 inciso 22 de la constitución argentina.
Capitulo 3
Vientos de cambio: Irrupción del peronismo y reformas
“Un deber nacional de primer orden exige que la organización política, la
organización económica y la organización social, hasta ahora en manos
de la clase capitalista, se transformen en organizaciones al servicio del
pueblo”
Juan Domingo Perón
Discurso del 12 de febrero de 1946
Con la crisis de los años 30 y el surgimiento de las ideas
keynesianas12 se produce como respuesta, el fin del Estado Gendarme,
caracterizado como un capitalismo del laissez faire protector de los
derechos individuales con el mercado como órgano regulador económico.
Fue el fracaso y consecuente crisis del modelo liberal clásico del Estado
de derecho.
11
Todo un abanico de instrumentos internacionales toma rango constitucional al ser incorporados
por el artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional.
12
John Maynard Keynes, economista británico quien en su obra “Teoría general sobre el empleo,
el interés y el dinero” de analizó las causas de la Gran Depresión y propuso una serie de recetas
para superarla.
23
Se inicia así el denominado Estado de bienestar, especie de
contrarréplica estatista que garantiza los derechos sociales, incorporando
a la escena política y social a las grandes masas. Estado como “fórmula
pacificadora de las democracias capitalistas avanzadas para el período
subsiguiente a la Segunda Guerra Mundial, en el entendimiento de que
las premisas de aquél limitan y mitigan el conflicto de clases, equilibrando
la asimetría de poder entre trabajo y capital”13.
Según el autor García Delgado en su libro “Estado y sociedad.
La nueva relación del cambio estructural” (1994) el estado Benefactor en
la Argentina “sus rasgos más notables fueron poner énfasis en el empleo
público, el desarrollo industrial y la autonomía económica nacional. A
diferencia del estado de Bienestar de los países centrales (…) la
naturaleza de la intervención estatal estuvo dada aquí por su incidencia
en la reproducción de la fuerza de trabajo, mejoramiento de la
infraestructura, promoción del empleo y del desarrollo” (pp. 66).
3.1 Surgimiento del peronismo. Un Estado benefactor a la luz y
autoritario en las sombras
Desde los años 30 cuando comenzó la primera etapa del modelo
de sustitución de importaciones la clase obrera como fruto directo
comenzó a ganar espacio. El crecimiento industrial produjo un corrimiento
poblacional hacia la urbe. Las Fuerzas Armadas comienzan su rol político
en una sociedad cada vez más diversificada. Como bien señala Ricardo
Sidicaro en su libro “Los tres peronismos”, “durante el período 1930-1943
Constante, L. “De qué hablamos cuando hablamos del Estado de Bienestar”: Disponible en:
http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/lye/revistas/81/de-que-hablamos-cuando-hablamos-delestado-de-bienestar.pdf
13
24
el conjunto de transformaciones de las estructuras estatales crearon
condiciones favorables para la posterior formación del peronismo”. La
crisis de dominación social por el fin de la hegemonía de la Gran
burguesía agraria llevó a éstos a promover en el estado transformaciones
de tinte intervencionista. Ante el consecuente surgimiento de actores
políticos y sociales se asientan los principios del peronismo.
En razón de todo lo anteriormente nombrado podemos concluir
que se trató del pasaje a un modelo de Estado Populista por ser
neutralizador del conflicto de clases, la movilización de masas con
afianzamiento de las identidades políticas, sustentado todo por una
alianza policlasista conformada por las Fuerzas Armadas, la burguesía
industrial y los trabajadores urbanos14.
Con la revolución del 43 destituyendo al presidente Castillo,
Juan Domingo Perón accede al cargo de la secretaría Nacional del
Trabajo ganándose la simpatía obrera por sus gestiones a favor de los
trabajadores. Y es allí desde donde Perón asienta las bases del
movimiento político que lo lleva a la presidencia el 24 de febrero de 1946
con la formula Perón-Quijano, obteniendo 106 de los 155 diputados y 28
de los 30 senadores, más todas las gobernaciones menos la de la
provincia de Corrientes. Resultados abrumadores que expresaron la
significancia del movimiento peronista en la Argentina.
El peronismo impulsó una política social análoga al Estado de
Benefactor, el tan mentado “bienestar peronista”. Para Torre y Pastoriza
(2002) desde el año 1946 al 55 se produjo “un proceso de
democratización del bienestar aunque se debe reconocer al mismo tiempo
Una lectura recomendable sobre los Estados populista es la de Octavio Ianni “La formación del
Estado populista en América Latina”. Era Ed., México.
14
25
que ese fue un proceso cuyos resultados se distribuyeron en proporción a
los recursos de poder e influencia de los distintos grupos sociales”.
Todo convino en una ampliación de la esfera de influencia del
Estado. La política social se formó por una redistribución del ingreso,
fuerte sindicalización en todas las esperas del trabajo que permitió los
convenios salariales. Se provincializaron territorios nacionales, se habilitó
el sufragio femenino; cumplimiento y ampliación de las leyes laborales.
Una política de precios relativos que contribuyó al mejoramiento de la
canasta familiar con su repercusión en la expansión del consumo.
Aumento del empleo al abrirse hacia el
mercado interno. Se creó el
Instituto nacional de Previsión Social, políticas del mismo tenor se
sucedieron en el ámbito de la salud pública y educación. El producto de
todas las políticas llevadas a cabo fue una movilidad social ascendente.
Las masas vieron así canalizadas sus demandas traduciéndose ello en
una alianza estratégica entre el Estado y los distintos actores sociales que
se vieron favorecidos.
Sin embargo no todo lo que reluce es oro. Durante el mandato
peronista, continuando en el segundo, ha sido “moneda corriente” la
supresión de las libertades públicas. Así, se han producido detenciones
de opositores políticos como por ejemplo el caso del Dr. Ricardo Balbín,
expulsado de su banca de diputado en el Congreso de la Nacion, bajo la
excusa de desacato y detenido en el penal de Olmos en el año 1949. A
posteriori luego en el mismo día de los comicios en 1950; la detención de
Cipriano Reyes, otrora gestor del peronismo, acusado de complot contra
el gobierno popular, pasando desde el año 1950 hasta el año 1955 en
prisión; clausuras de diarios, como por ejemplo La Prensa por medio de la
expropiación y el racionamiento del papel oficial para el diario La Nación,
también se renovó el cuerpo docente de universidades, el juicio político a
los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y proscripción
26
de otros partidos políticos; agrupaciones estudiantiles universitarias
fueron declaradas “fuera de la ley”.
En su “Introducción a los años peronistas” del tomo que él
mismo dirige, Juan Carlos Torre sostiene que “Perón se propuso reforzar
el régimen mediante mecanismos de control burocrático y represivos”
(pp.42). Perón consideraba como no argentinos a los adversarios de las
políticas reformistas (Aboy Carlés, 2001:30). “Los caudillos generalmente
gobiernan de una manera autocrática, que con frecuencia implica la
supresión de la oposición, la creación de partidos y movimientos oficiales
y la supresión de otros”15. Puesto que por el aniquilamiento o
neutralización de la disidencia podríamos denominar al gobierno de Perón
como democratizador por vía autoritaria.
3.2 La Constitución de 1949
“Compañeros, yo les he dado una doctrina justicialista, he asegurado una
justicia social, he conquistado una libertad económica, les he dado una
realidad política, todo consolidado en la Constitución justicialista”
Juan Domingo Perón
Discurso del 1° de mayo 1950
“El constitucionalismo peronista se fue estructurando a partir de
una crítica al estado liberal burgués, que se fundaba en una teoría política
sedicentemente realista”16. Es así como la nueva Constitución sirvió para
Garcia Oroño, J. “Latinoamérica: entre la democracia y el autoritarismo”. Proyecto de
investigación Democracia, Desarrollo y Relaciones Internacionales, del grupo Firel de la Facultad
de Finanzas y Relaciones Internacionales de la Fundación Universitaria San Martín, sede Caribe,
pág. 30.
16
Sampay, A. (1951) “Introducción a la teoría del Estado”. Citado en Temas de Historia Argentina
y Americana II (2003). Facultad de Filosofía y Letras, Pontificia Universidad Católica.
15
27
el afianzamiento de los principios del movimiento, siendo útil para “escribir
en las tablas de la Ley la doctrina que dio sustento a las profundas
transformaciones del período de asalto peronista”17.
Ésta nueva Ley Suprema anuló el liberalismo imperante
heredado de la Constitución de 1853, y fue considerada como necesaria
frente a los grandes cambios institucionales acaecidos. Tales cambios
tanto políticos, como económicos y sociales implicaron la búsqueda de
una
reforma constitucional para un mejor reordenamiento de las
instituciones. Perón en su discurso ante la Asamblea Constituyente
Reformadora del 27 de enero de 1949 expresaba lo siguiente: “La
evolución de los pueblos, el simple transcurso de los tiempos, cambian y
desnaturalizan el sentido de la legislación dictada para los hombres de
una época determinada. Cerrar el paso a nuevos conceptos, nuevas
ideas, nuevas formas de vida, equivale a condenar a la humanidad a la
ruina y al estancamiento. Al pueblo no pueden cerrársele los caminos de
la reforma gradual de sus leyes; no puede impedírsele que exteriorice su
modo de pensar y de sentir y los incorpore a los cuerpos fundamentales
de su legislación. No podía el pueblo argentino permanecer impasible
ante la evolución que las ideas han experimentado de cien años acá.
Mucho menos podía tolerar que la persona humana que el caballero que
cada pecho criollo lleva dentro, permaneciera a merced de los
explotadores de su trabajo y de los conculcadores de su conciencia. Y el
límite de todas las tolerancias fue rebasando cuando se dio cuenta que
las actitudes negativas de todos los poderes del Estado conducían a todo
el pueblo de la Nación Argentina al escepticismo y a la postración moral,
desvinculándolo de la cosa pública”.
Gerchunoff (2002) “De la bonanza peronista a la crisis de desarrollo”, Cap. III pp. 160. En:
Torre, J. C (Director de tomo) (2002) “Los años peronistas. (1943-1955)”.
17
28
Ya desde muy temprano se venía considerando necesaria una
reforma constitucional; diversos proyectos habían sido presentados desde
el año 1943 al ´46. Finalmente el 27 de agosto de 1948 se sancionó la
Ley 13.233 la cual en su primer artículo declaraba la necesidad de una
revisión y de una reforma a la Constitución Nacional.
Con Domingo Mercante como presidente de la Convención
Constituyente el 16 de agosto se oficializó la reforma. En ella se modificó
el Preámbulo y cincuenta y dos artículos, se suprimieron doce artículos y
se agregaron cinco artículos además de seis disposiciones transitorias. El
artículo 37 incorpora los derechos del trabajador, la familia, la ancianidad
y la educación englobando los derechos de segunda generación; en el
artículo 38 se declara la “función social” de la propiedad y la justicia social
se ve consagrada en el artículo 40 del siguiente modo: “La organización
de la riqueza y su explotación tiene por fin el bienestar del pueblo dentro
de un orden económico conforme a los principios de la justicia social (….)”
consagrándose constitucionalmente de ésta manera el proyecto peronista
de Nación.
Ésta ley fue cuestionada de nulidad por la Unión Cívica Radical
(UCR) por carecer de los dos tercios de los miembros del Congreso
requeridos por la Constitución Nacional. Necesarios para su aprobación,
petición de nulidad que fue denegada al comenzar la Convención
Constituyente. Y también muy criticada por la oposición por considerarla
como una estrategia de Perón de perpetuarse en el poder ya que el
artículo 78 de reelección presidencial.
En lo referido al tema que nos atañe en el presente trabajo, es
decir, el tema penitenciario esta incluido en el artículo 29 de la
Constitución Peronista “(…) Las cárceles serán sanas y limpias, y
adecuadas para la reeducación social de los detenidos en ellas; y toda
29
medida que, a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá
de lo que la seguridad exija, hará responsable al juez o funcionario que la
autorice”. Aquí vemos como además de encomendarle al juez la custodia
con las garantías requeridas también agrega a los funcionarios que
concurran en esa infracción constitucional. Las provincias debían adecuar
sus normativas a las prerrogativas constitucionales bajo el artículo 22.
Junto con el artículo 29 de la Constitución Nacional nacieron
otras leyes de reformas del régimen penitenciario que serán desarrolladas
en el próximo capítulo pero consideramos necesario adelantar que
gracias a estos cambios profundos de concepciones las penas privativas
de la libertad han sufrido importantes modificaciones. Así por ejemplo se
incluyó la reeducación del detenido, su readaptación para su posterior
reinserción en la sociedad, todas ellas exponentes de las políticas “re”18,
mientras que en el texto constitucional anterior el Estado solo estaba
obligado a garantizar la seguridad de los allí alojados.
El profesor Dr. Alfredo Molinari19 en la Conferencia realizada en
noviembre de 1948 que integraba el ciclo de conferencias magistrales
organizado por la Liga de Abogados Pro Reforma de la Constitución 20, ya
había defendido la Reforma Constitucional y las garantías consagradas
allí señalando que “(…) La Constitución Argentina tendría el alto privilegio
de ser la primera en el mundo que hubiese instaurado el régimen
garantizador más completo, y a la vez, más efectivo que pueda
concebirse para la tutela de la libertad individual ante la potestad
incriminadora del Estado”.
18
La utilización de vocablos con la partícula "re"- como reeducación, resocialización, reinserción
o rehabilitación - presupone que antes de la comisión del delito los delincuentes estuvieron
correctamente "educados", "socializados", "insertados" o "habilitados" para la convivencia. URL:
http://www.uned.es/dpto-derecho-politico/arod.pdf
19
Profesor titular de Derecho Penal de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la
Universidad de buenos Aires.
20
Exposición reproducida en su totalidad por la Revista Penal y Penitenciaria, Año XIII, enerodiciembre 1948, N°47/50.
30
Años más tarde, Perón es derrocado por el golpe de Estado del
General Aramburu, el 16 de septiembre del ´55 con la llamada Revolución
Libertadora. Es el mismo Aramburu quién mediante el Decreto 229/56
deroga la Constitución nacional del ´49, restableciendo la original de 1853
con las reformas de 1860, 1866, 1898.
Capitulo 4
Reformas Penitenciarias Peronistas
“Que la Revolución llegue a las cárceles”
Roberto Pettinato
El peronismo plasma en la práctica toda una serie de reformas
que se venían proyectando desde los estratos conservadores ya desde
algunos
años atrás. Es el General Juan Domingo Perón junto a sus
funcionarios quienes cambian el paradigma penitenciario a la luz de las
constantes denuncias tanto en diarios de la época como en diversos
medios21 de los abusos cometidos contra los reclusos alojados en la
cárcel de Ushuaia de las condiciones de inhabitabilidad, hacinamiento y
malos tratos, léase torturas. Estas condiciones no solo sucedían allí en el
extremo sur sino que también en la mayoría de los establecimientos
penitenciarios. No solo a raíz de denuncias sino también como un plan
sistemático de homogeneización de ciudadanos favorecidos por las
nuevas políticas públicas dirigidas hacia todos aquellos que convergerían
en la nueva sociedad organizada.
21
Por ejemplo, la investigación realizada por el Diputado Nacional Daniel Ramírez que bajo el
título de “El Presidio de Ushuaia. La Ergástula del Sud” fuese publicada por la Editorial Claridad.
31
Esta combinación de elementos más una fuerte decisión política
de mejoramiento de las condiciones de vida a nivel nacional y a todos los
estratos, enmarcados dentro del llamado “Primer Plan Quinquenal”,
fueron dando paso a la denominada idea de humanización de la pena. Se
da inicio a la etapa de cárcel-dignidad22 sosteniendo que el mejoramiento
representa un expansionismo del bienestar para recuperar la dignidad del
pueblo tan deteriorado en sus derechos por las malas políticas llevadas a
cabo desde los inicios de siglo. Los penados no serían la excepción y los
beneficios de una nueva sociedad justa y de una nueva dimensión de la
ciudadanía llegarían también a ellos. “La dignidad humana se encuentra
en todas partes, y deben ser escuelas de readaptación que vayan
convirtiendo a los penados en hombres útiles para la sociedad. Si así no
lo hacen, ni el personal ni la cárcel cumplen su misión. Sepa el pueblo
que también a ésta triste y obscura etapa de la vida de los hombres ha
llegado un hálito nuevo, propulsor de una sociedad nueva que quiere
liberarse para siempre del sacrificio estéril y de la desgracia”23.
La
Constitución
Nacional
de
1949
en
su
interés
de
constitucionalizar “las técnicas jurídicas, los procedimientos y los
instrumentos de gobierno”24 incorpora en su artículo 29 el fin primordial de
la cárcel, el cual es la reeducación de los condenados. Esta reeducación
social se propone “reintegrar a la sociedad a un individuo apto para la
convivencia social [removiendo] factores que constriñen la libertad moral
del hombre”25. En resumen, reeducación social entendida como
“recuperación de hombres para la sociedad; retorno a la convivencia no
Bohoslavsky, E. “La cárcel de Neuquén y la política penitenciaria argentina en la primera
mitad del siglo XX”. En: Nueva Doctrina Penal. Buenos Aires, 2008, pp. 295-314.
23
Roberto Pettinato, Revista Penal y Penitenciaria, Año XV, Nos. 55/58, Dirección General de
Institutos Penales, Buenos Aires, 1950, p. 5.
24
Palabras del Convencional Constituyente Italo A. Luder. DSCC, pp. 68
25
Luder, I. “La política penitenciaria en la Reforma Constitucional”. Instituto de Investigaciones
y Docencia Criminológicas. Buenos Aires. pp. 59/60.
22
32
de pecadores arrepentidos sino de hombres sanos y capaces, con
capacitación profesional e intelectual y moralmente rectificados”26.
En el año 1947 el decreto N° 35.758, reglamentario de la ya
mencionada Ley 11.833 de Organización Carcelaria y Régimen Penal se
constituyó como el marco normativo en materia penitenciaria, con él las
numerosas directivas fueron calando hondo en la función del sistema
penitenciario. En su artículo 9 ordenaba la creación de la escuela
Penitenciaria para la formación de Agentes. Su artículo 38 rezaba que “El
objeto del régimen penal es un actuar constante, como acción correctiva
sobre la personalidad del condenado. Sus fines estarán determinados
para obtener la rectificación en su conducta, promoviendo su sentido de la
responsabilidad social y dotándole de los medios para poder hacerlo
efectivo. La privación de la libertad debe entenderse así, como un medio
por el cual el tratamiento correccional tiende a obtener, primeramente, la
adaptación del recluso a la propia vida individual y luego, a la de su
recuperación para la vida social".
La Dirección General de Institutos Penales, creada por la Ley
11.833, propuso una serie de disposiciones orientadas a la
mejora
significativa de la vida penitenciaria, a saber: normas de trato,
intensificación
de
la
capacitación
laboral,
programas
educativos,
actividades físicas, etc.
El Decreto 20.786 del año 1951 mejoró la cuestión alimentaria
equiparando la ración entre reclusos y el personal. Hubo un notable
mejoramiento en cuestiones edilicias, aunque no la construcción de
nuevas unidades penitenciarias, mejoramiento de los servicios sanitarios,
aparición de la asistencia social para el recluso y su familia incluyendo un
seguro por accidente en circunstancias de trabajo dentro de los penales.
26
Ibídem, pp. 62.
33
La educación era obligatoria para todos los internos. Se extendían
certificados analíticos de estudios primarios desde el Consejo Nacional de
Educación. Existía consecuentemente un Plan de Alfabetización.
Además de instalar y reajustar los resortes de la justicia social
en las prisiones también hubo una suerte de politización en ellas. Fiestas
patrióticas, visitas del General Perón y hasta un periódico de circulación
interna llamado “Mañana” en el cual la propaganda oficialista era moneda
corriente.
Como vimos, estas reformas llevaron adelante un programa
pedagógico y correctivo tal como lo sostiene Lila Caimari que tuvo su
despliegue en todos los ámbitos de la vida del preso.
Debemos destacar que muy a pesar de las reformas
penitenciarias peronistas llevadas a cabo se trató de ocultar el uso político
de la cuestión sobre todo en el ámbito federal, donde la tortura y los
malos tratos continuaron, maquillados bajo un manto humanitario. Estas
cárceles terminaron funcionando como tratamientos de la disidencia en
muchos casos. Dichas reformas fueron dirigidas hacia los presos
comunes y no así hacia los “enemigos”, esos opositores políticos,
intelectuales, profesionales y sindicalistas, de quienes se ocultaba su
prisión al público (Caimari, 2004:41), ellos no contaban con los privilegios
de la reforma sino todo lo contrario, la padecían. “El enemigo acecha (…)
Los vendepatrias de adentro, que se venden por cuatro monedas, están
también en acecho para dar el golpe en cualquier momento”27.
El caso más paradigmático fue el del diputado laborista Cipriano
Reyes quién fuera acusado de conspirar contra Perón y detenido en
septiembre de 1948. Durante el largo tiempo de detención (1948-1955)
27
Discurso de Eva Perón del 1° de mayo de 1952.
34
Cipriano Reyes fue sometido a reiterados vejámenes y torturas, casi ni
pudiendo caminar y sin habla prácticamente como consecuencia de tales
actos de tortura. Santiago Nudelman, diputado nacional de origen radical
entre 1952-1954, denunciaba que “(…) los pabellones V, VI y VII de la
Penitenciaría Nacional están convertidos en campos de concentración” y
que “los pabellones III y IV (…) con encierros rigurosos, tienen regímenes
peores que el que se impone a los condenados por delitos comunes a
cadena perpetua” acusando como responsables al Director General de
Institutos Penales, Roberto Pettinato y al presidente de la Nación Juan
Domingo Perón.
Al respecto, el escritor Jorge Luis Borges denunciaba en esos
tiempos desde la revista Sur: “Hubo así dos historias: una de índole
criminal, hecha de cárceles, torturas, prostituciones, robos, muertes e
incendios; otra de carácter escénico, hecha de necedades y fábulas para
consumo de patanes”28.
Otro punto a destacar de estas reformas es que mantuvieron el
paradigma científico positivista respecto del delincuente. El decreto ya
mencionado 35.758/47 continúa con los lineamientos de la Ley 11.833 y
su artículo 5 de régimen de progresividad. Aquí el Instituto de
Clasificación despliega una serie de mecanismos clasificatorios por los
que el condenado deberá pasar para obtener su capacidad de estar
readaptado para la vida en sociedad. El Dr. José Daniel Cesano29,
destacado jurista, en su investigación publicada en la Revista Historia del
Derecho N° 39 concluye que “La administración de Perón no redescubre
al preso; sino que da vida a concepciones ya existentes - en los círculos
Borges, J.L. “L´Illusion Comique”. Revista Sur N° 237, pp. 9.
Doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Córdoba. Ha realizado
numerosas investigaciones en el campo del Derecho Penitenciario y es autor de numerosas obras,
entre ellas: "Estudios sobre las sanciones disciplinarias penitenciarias" (2002), "Estudios de
Derecho Penitenciario" (2003) y es el cofundador y actual codirector de la revista de investigación
en ciencias jurídicas y sociales "Ley, razón y justicia".
28
29
35
científicos, en la misma opinión pública o en la propia dirigencia - con
medidas pragmáticas; las que - y esto sí es innegable - por decisión
política terminan convirtiéndose en derechos”.
4.1 El porqué de las reformas
Frente a una política que buscaba englobar los derechos de la
ciudadanía y democratizar el bienestar resultaba imposible no llegar a ese
sector marginado de la sociedad para que desde allí también emanen
ciudadanos civilizados y productivos impulsadores de la nueva sociedad
justa. En palabras de Lila Caimari (2004) “Se trataba de traer los cambios
niveladores que se estaban produciendo al interior de la sociedad al
interior de los muros de la prisión” representando el “desagravio histórico
de los penados en los nuevos tiempos de justicia social”. Lo que podemos
aquí concluir es que se trató que el pensamiento filosófico peronista
trastoque todos los estamentos societarios e institucionales amen de
dar respuesta a los requerimientos tanto por parte de los reclusos que
padecían la crueldad de las cárceles argentinas como de aquellos
encargados de solucionar y lidiar con ésta problemática tales como
periodistas y legisladores de la época.
En adición, el fin de la reforma daba cuenta de un nuevo
pensamiento filosófico acorde a los tiempos reinantes del Estado de
Bienestar debido a que “En el complejo penal welfare el ideal de la
rehabilitación no era solamente un elemento entre otros. Era más bien el
principio organizador hegemónico, el marco intelectual y el sistema de
valores que mantenía unida toda la estructura y la hacía inteligente para
sus operadores” (Garland: 2005:82).
36
4.2 Reformas en el Sistema Penitenciario Federal
Ya en el apartado anterior hemos dado una clara exposición de
éstas reformas acaecidas en el ámbito penitenciario. Sin embargo, las
reformas más significativas y sin precedentes llevadas a cabo dentro del
ámbito federal fueron todas ellas realizadas por Roberto Pettinato30, sin
olvidarnos de la loable labor anterior de Juan José O'Connor, frente a la
Dirección Nacional de Institutos Penales31.
Su actuación más destacada fue en el Primer Congreso de las
Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del
Delincuente (Ginebra, Suiza, del 22 de agosto al 3 de septiembre de
1955) que concluyó con la aprobación de las Reglas Mínimas para el
Tratamiento de los Reclusos.
Un hecho significativo ha sido la clausura de la cárcel de
Ushuaia en marzo de 1947, bajo la orden de Roberto Pettinato por
directivas del General Juan Domingo Perón. Éste acontecimiento fue
realizado en el marco de un proceso de humanización de la pena. Allí
solo eran alojados aquellos individuos con pena, también era muy común
alojar allí a presos políticos. Al ser clausurado, la mayoría de sus
ocupantes fueron trasladados a la cárcel de Sierra Chica. Años más tarde
es reabierta tras la caída del peronismo en manos de la Revolución
Libertadora, instauradora de una dictadura. Fueron alojados allí, en
condición de detenidos, numerosos funcionarios peronistas.
30
Participó del Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y
Tratamiento del Delincuente (1955) dónde se aprobó “las Reglas Mínimas para el Tratamiento de
los Reclusos”, instrumento internacional de suma importancia en el tema.
31
Pettinato arribó a la Dirección General del Instituto mencionada, el día 8 de enero de 1947 para
luego en 1951 pasar a la Dirección Nacional de Institutos Penales.
37
La lógica de Pettinato en la cual la sociedad era culpable de
llevar al individuo a cometer delito y que el paradigma societario ya había
cambiado gracias al peronismo, el preso representaba a un individuo
víctima de una injusticia que debía saldarse. Su procedencia por fuera del
academicismo (hombres de investigación en oposición a los hombres de
acción que eran los que se ocupaban de los mismos problemas pero
desde el penal mismo, según Pettinato) al cuál refutaba ampliamente y
conocedor de la vida diaria penal lo llevó a elaborar un programa de
ejecución de la pena de corte humanizador que marcó grandes cambios
dentro del sistema penitenciario y que se reprodujo en la provincia de
Buenos Aires, con menor alcance en la lejanía de las provincias.
Roberto Pettinato fue el impulsor de un Régimen atenuado de
disciplina32 el cual según sus palabras pronunciadas en la Conferencia33
pronunciada en la Facultad de Derecho de Sao Pablo (Brasil) tenía el
objetivo de “disminuir o anular la propensión a ocultarse mucho a si
mismo por parte de quienes se han visto alejados de todos y de todo. Nos
hemos formado junto al recluso y conocemos su espíritu y su corazón.
Sabemos de su mundo interior (…) Nos interesa a célula vital, siempre
renovada y siempre pronta a reactivarse que hay en cada ser privado de
libertad y porque nos interesa tanto es que asignamos en este ensayo el
máximo interés realista y el máximo interés social”.
El pilar en su tarea era el concepto de resocialización de los
reclusos. Para ello impulsó la educación, el trabajo y así también el
deporte. Fabricas que autoabastecían a instituciones públicas, plan de
alfabetización y una pileta olímpica más una cancha de football en la
Penitenciaría Nacional. Mejora de la dieta, como señalamos previamente,
equiparándola a la de los agentes penitenciarios.
32
33
Aprobado el 13 de enero de 1947.
Conferencia “Nuevos Horizontes del Régimen Penitenciario Argentino”, en 1947.
38
En la organización de la vida diaria se estipulaba los horarios del
penal, a saber: siete horas de reposo, nueve horas de trabajo, instrucción
escolar de dos horas más dos horas de tarea en celda, también estaban
programados los horarios de alimentación e higiene.
No
más grilletes y trajes a rayas, llamar al recluso por su
nombre y no por su número de penado, un nuevo status de recluso salía a
la luz. Para el mejoramiento de los lazos familiares se dispusieron “casas
de visitas” para el paso de las conyugues, todo un conjunto de reformas
en pos de el mejoramiento físico, material y psíquico de los allí alojados.
Como vamos viendo y por lógica, las nuevas concepciones de la pena
trajeron consigo transformaciones a nivel administrativo y legal 34.
Hubo dos Congresos Penitenciarios35, conocidos como congresos
penitenciarios justicialistas, dónde Pettinato exponía sus proyectos
reformadores e informaba los progresos obtenidos; estas exposiciones
servían como pantalla para la visibilidad de la experiencia penitenciaria.
Además, utilizaba la Revista Penal Penitenciaria para tales fines. El
mismo general Perón visitando las cárceles, como lo mencionamos
anteriormente, además de recibir en numerosas oportunidades a los
egresados de la Escuela Penitenciaria. En cuanto a éstos últimos, hubo
también un programa de organización y jerarquización del personal
penitenciario, similar al de la Policía Federal.
Todas éstas reformas estructurales en cuanto al tema que
trastocaron diversos mecanismos y normativas que operaban en la época
generando tensiones entre los encargados de las políticas llevadas a
Silva, J. “Las políticas penitenciarias del Estado Nacional entre 1930 y 1960”. VII Jornadas de
Sociología de la Universidad Nacional de La Plata “Argentina en el escenario latinoamericano
actual: debates desde las ciencias sociales”. Diciembre 2012.
35
En los años 1953 y 1954, respectivamente.
34
39
cabo, siendo esto más fuerte en las provincias alejadas de toda ésta
nueva corriente y esto ha sido así ya que como dice Ferrajoli “El resultado
de ésta convivencia entre el viejo estado constitucional del derecho y el
nuevo Estado social es una divergencia profunda entre las estructuras
legales y las estructuras reales de la organización estatal: divergencia en
relación con los procedimientos y con las formas de actividades
administrativas, cada vez menos
ligadas a criterios y contenidos
predeterminados normativamente y más bien marcada por modelos de
intervención decisionistas, tecnocráticos, ampliamente discrecionales”
(2000:70).
4.3 Reformas en el Sistema Penitenciario Provincial
Para comenzar a desarrollar el tema de las reformas a nivel
provincial, más exactamente de la provincia de Buenos Aires debemos
atenernos al artículo 22 de la Constitución de 1949 que rezaba “Esta
Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por
el Congreso y los tratados con las potencias extranjeras son la ley
suprema de la Nación; y las autoridades de cada provincia están
obligadas a conformarse a ella, no obstante cualquiera disposición en
contrario que contengan las leyes o constituciones provinciales, salvo
para la provincia de Buenos Aires, los tratados ratificados después del
Pacto de 11 de noviembre de 1859”.
Y es así como las provincias no pueden proponerse otros fines
distintos a los estipulados por la Carta Magna también en materia de
ejecución de la pena a pesar del régimen federal de gobierno que permite
pluralidad de regímenes. “Son (leyes) locales las que se aplican en
Capital Federal, territorios nacionales y lugares adquiridos en las
40
provincias a los fines de la organización, administración y gobierno de los
mismos (…), ejerciendo atribuciones semejantes a las reservadas a las
legislaturas provinciales. En ésta categoría debe incluirse, a nuestro juicio,
la legislación penitenciaria y la procesal”36. Así fue como mediante el
Decreto del 13 de febrero de 1950 se dispone la reestructuración de las
escuelas carcelarias bajo la nueva política penitenciaria.
Al igual que a nivel federal, los tres pilares para lograr la
readaptación del recluso eran la educación, el trabajo y la familia con una
orientación post penitenciaria. Aunque se deduce que el sistema
provincial tiene un especial interés en la persona del recluso para su
mejoría y en un sentido es el sistema que más cree en la readaptación de
los mismos37. Por ejemplo el Código de Ejecución Penal de la provincia
de Buenos Aires38 en su artículo 3 intitulado “De la reeducación, fines y
medio” declara que “la finalidad primordial del régimen penitenciario es la
reeducación del condenado especialmente en el aspecto moral y social.
Con tal objeto se ejercerá una acción correctiva constante que contemple
toda su personalidad y en especial 1) la base psicofísica, distinguiendo los
sanos de los enfermos; 2) la esfera de los sentimientos y de los instintos,
procurando desarrollar los altruistas y refrenar los egoístas; 3) la
conciencia moral, fomentando el sentido de la propia dignidad, de la
autorresponsabilidad y de la consideración debida a los demás; 4) la
conciencia social, inculcando el respeto al orden y a las normas de
convivencia, creando hábitos de trabajo y enseñando una profesión al
penado”.
36
Luder, I. Ibídem, pp.45.
Devoto, E. (1988) “Readaptación social y realidad penitenciaria argentina”. Cuadernos de
investigaciones N°7. Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales A. L. Gioja. Facultad de
Derecho, U.B.A.
En URL: http://www.derecho.uba.ar/investigacion/Cuadernos_de_Investigaciones7.pdf
38
Sancionado en noviembre de 1950 por la Ley 5619.
37
41
Mediante el artículo 213 del mismo Código el Estado asume los
servicios del Patronato como autoridad autárquica de derecho público. El
mismo Código preveía que el indulto y la conmutación de penas son un
acto meramente administrativo y no jurisdiccional para los penados con
prognosis social favorable. Cuatro eran los periodos que el penado debía
atravesar para lograr su reeducación: período de observación, período de
tratamiento básico, período de prueba y finalmente período de
reintegración; los primeros tres períodos se realizaban dentro de las
instituciones penitenciarias mientras que la última fase de reintegración
estaba a cargo y supervisado por el Patronato de Liberados. La
humanización de la pena representaba la herramienta del Código
Procesal. Por lo demás, recibía educación obligatoria, normas de higiene
junto a una formación cultural cívica, política y moral.
Domingo Mercante, primer gobernador provincial peronista
electo en las elecciones que dan triunfador a Juan Domingo Perón en
1946, en materia penitenciaria la primera acción en cuanto al tema que
realiza es intervenir la Dirección General de Establecimientos Penales.
Como Director de la Dirección asume Alberto Gómez Cabrera quien
llegaba para dignificar al interno eliminando prácticas humillantes,
sostenía que ya no era el crimen sino el criminal el objeto fundamental del
proceso. Se trataba de “organizar administrativamente a la Dirección
General, impulsar la humanización de la pena, disciplinar y organizar al
personal”39.
Alberto Gómez Cabrera forma una academia para paliar la falta
de disciplina de los penitenciarios y su capacitación; cambia la carga
horaria laboral de ellos a 24 horas por 48 de descanso y establece
sanciones para quienes incumplan directivas. Sin embargo, Cabrera no
“El gobierno de Domingo Mercante en Buenos Aires (1946-1952) Un caso de peronismo
provincial” Tomo IV.
39
42
incorpora a la Dirección General de Establecimientos Penales al “cuerpo
guardianes de cárceles” de la policía, los sigue manteniendo por fuera del
sistema penitenciario al señalar que existiría una dualidad de cuerpos de
vigilancia. Éste cuerpo se desempeñaba en la función desde 1881 y sólo
recién bajo el mandato de Carlos Aloé como sucesor de Domingo A.
Mercante se los ingresa como personal penitenciario.
En el año 1949 dos decretos siguen trazando los destinos de las
cárceles en consonancia con la justica social enarbolada. En octubre bajo
el Decreto 23.958 se crea el Instituto de Investigación y Docencia
Criminológica mientras que el 26 de diciembre mediante el Decreto
30.849 se designa a Ítalo Argentino Luder al frente de la Dirección
General de Establecimientos Penales. El ex Convencional Constituyente
poseía la misma perspectiva humanista que su antecesor, Cabrera y
continuó con la obra penitenciaria. En 1950, año donde los recursos
financieros del gobierno comenzaron a declinar, la Dirección General no
fue ajena a la política de austeridad en la administración. En el año 1951
se inaugura la cárcel de San Nicolás.
Capitulo 5
Comparación de las reformas. Semejanzas y contrapuntos
Las reformas producidas tanto en el ámbito federal como en el
ámbito provincial en sus esencias básicas reglamentarias son idénticas ya
que constituían un programa de gobierno ya reflejado y estipulado por el
primer Plan Quinquenal. Era un plan de mejora de los derechos
avasallados por la arcaica sociedad y gobiernos de los tiempos pasados.
Con el General Perón una nueva sociedad salía a la luz y se avizoraba la
43
justicia social tan ansiada. Eso fue lo que ha hecho el peronismo, plasmar
todos aquellos elementos benefactores y proveedores de derechos a
todos los ámbitos de la sociedad.
En ambos casos no se han visto grandes eventos como la
construcción de nuevas instituciones carcelarias, en su defecto fueron una
o dos las cárceles que se abrieron pero sí lo que se realizó fueron
acondicionamientos edilicios en las prisiones, maquillaje estructurales de
los ámbitos carcelarios. Las reformas tuvieron como único fin la
humanización de las penas mejorando la calidad material y psíquicasocial de los penados. Se buscaba reformar al recluso y crear un nuevo
ser digno de justicia e igualdad más que construirle castillos cómodos
donde habitar. Fueron reformas más desde el lado de la ciencia y lo social
en torno al delincuente.
Otra característica que compartieron ambas reformas fue la de
servir de propaganda política del peronismo y de encontrar allí el sostén
social de apoyo por definición. Suerte de adoctrinamiento en la base a
campañas y discursos políticos hacia la población carcelaria, entregas de
premios como los “Eva Perón” a aquellos con buena conducta y trabajo
eficiente. En lo federal el periódico “Mañana” y en provincia la
“conferencia quincenal”. Adoctrinamiento y propaganda política. Fue un
rasgo a destacar amén de las mejoras ya mencionadas.
En cuanto a sus contrapuntos o bien diferencias podemos
mencionar y destacar que la provincia le dio un mayor acento y profundizó
más la reforma en cuanto al trabajo del detenido como elemento de
reeducación social. Mientras que en lo federal se intentó una mirada más
cientificista del delincuente y más garantista en cuanto a sus derechos
postergados. Capacitación técnica y profesional mediante el aprendizaje
de un oficio en palabras de Ítalo Luder es lo que quiere decir la cláusula
44
de reeducación social. Referido a ello, Luder expresaba: “para nosotros
no tiene carácter represivo destinado a hacer más severa la pena
impuesta, ni carácter económico para procurar que los penados
produzcan el equivalente de lo que el Estado invierte en el mantenimiento
de los establecimientos carcelarios. (...) la finalidad que se persigue (…)
es de carácter moral y a ese propósito se subordinan las posibilidades de
rendimiento y productividad. De distintas maneras el trabajo en los
establecimientos contribuye a la readaptación del penado. En primer
término es una forma de llenar gran parte de las horas del día,
substrayéndoles a los inconvenientes de la ociosidad y fomentando
hábitos de orden y disciplina. El trabajo contribuye a su salud física y
mental, ejercita su atención, estimula su iniciativa, despierta aptitudes
vocacionales, amplía sus horizontes espirituales con nuevas inquietudes y
proyectos para el futuro que reemplazan los viejos amargos recuerdos.
Proporciona, además, el aprendizaje de un oficio que le ha de permitir
luego, al restituirse al seno de la convivencia social, ser un hombre útil
para la colectividad”40.
Otra diferencia que no es muy cómoda para citar y es el hecho
de que la Penitenciaría Nacional se ha utilizado más como un campo de
concentración para todos los opositores del peronismo. Por ella han
desfilado políticos, sindicalistas y todos aquellos que mostraran un atisbo
de diferenciación o crítica hacia el movimiento. Cipriano Reyes, Arturo
Frondizi, Ricardo Balbín, entre otros. Bastará solamente con leer el libro
“Justicia social” del entonces diputado Santiago Nudelman41 para dar
cuenta de los pedidos de informe de paradero de diversos actores
sociales, políticos y culturales. Perón uso la coerción en forma limitada, en
su libro “El peronismo 1943-1955” el prestigioso sociólogo Peter
Waldmann señala que a sus adversarios políticos a lo sumo los encarcela
40
Luder, I. Ibídem, pp. 62.
Nudelman, S. “Justicia social”. Éste libro contiene su labor legislativa durante su mandato por
el bloque de la UCR entre los años 1952 y 1954.
41
45
y les confiscaba parte de sus bienes. Optó por medidas de coerción
menos radicales y por ello la Penitenciaría le fue funcional en cuanto a la
ocultación de esos sucesos. Mientras se mostraba las maravillas que se
podían lograr, en pos del mejoramiento de las condiciones del recluso, en
Congresos, Conferencias, disertaciones y en la prensa, se ocultaba una
suerte de campo de concentración para el tratamiento de la disidencia. La
penitenciaria le resultaba una útil herramienta para su objetivo
neutralizador. El movimiento peronista lograba así poner en marcha por
vía autoritaria modificaciones sustanciales en el ámbito político,
económico y cultural.
46
Conclusión
“Cuanto peor ha estado de memoria la humanidad, tanto más horroroso
es el aspecto que presentan sus usos; en particular la dureza de las leyes
penales nos revela cuanto esfuerzo le costaba a la humanidad lograr la
victoria contra la capacidad de olvido y mantener presentes, a estos
instantáneos esclavos de los afectos y de la concupiscencia, unas
cuantas exigencias primitivas de la convivencia social”
Friedrich Nietzsche
A modo de término para el presente trabajo luego de elaborar un
racconto sobre las distintas normativas y narrar sucintamente los cambios
producidos a nivel penitenciario no podemos obviar que se ha producido
un notable mejoramiento en la calidad de vida de los reclusos
consecuentemente un saneamiento de sus derechos avasallados. Estuvo
acorde al ideal del welfarismo penal de la prisión permeable, de la prisión
abierta (Garland, 2005: 296). Se logró la instalación de una justicia social
para ellos. Éste plan normalizador de la situación en las cárceles
argentinas ha sabido superar viejos problemas del pasado y se ha logrado
con éxito cambiar el paradigma penitenciario, transformándose en un
proyecto nivelador de reparación histórica hacia ellos, los reclusos.
Humanización de la pena, resignificándola en consonancia con los
tiempos del Estado de Bienestar y con los ideales peronistas.
Todo éste proceso de reformas le ha servido tanto al preso
común como también al personal que allí trabajaba. Resaltemos una vez
más que fue solo para los presos comunes y no para aquellos opositores
políticos detenidos por su carácter de disidente, reforzando siempre la
antinomia política entre partidarios y enemigos. Por ejemplo, bajo el
Decreto 536 de enero de 1945 que luego se convertiría en ley se
47
señalaba en su artículo 6 que sería arrestado quién provocase discordia y
tensión en el país y luego por el artículo 8 recibiría prisión también quién
trasmitiera noticias tendenciosas sobre la Argentina al exterior o las
recibiera. Ante tamaña contradicción de justicia y legalidad podemos citar
nuevamente a Ferrajoli cuando señala que: “La ley si bien puede ser un
instrumento de limitación de la violencia institucional puede ser también
una fuente de legitimación de un ejercicio fuera de los parámetros de la
estricta legalidad” (pp. 95).
Encubiertamente las reformas sirvieron como control político,
principalmente a partir del año 1950 cuando los recursos estatales
volcados a la sociedad comienzan a disminuir. Waldmann sostiene que
para cuando Perón fue derrocado en 1955 ya existía un “marcado
desequilibrio entre la acción represiva ejercida por el gobierno y los
beneficios sociales surgidos de éste” (1986:61).
También de la lectura surge que mas allá de los cambios
operados a nivel penitenciario no se ha dejado de lado al proyecto
penitenciario decimonónico ya que se continuó con el régimen de la Ley
11.833 como agenda correccional, reglamentándose bajo el Decreto
12.35142 en primer lugar, suerte de Ley orgánica y nuevamente
reglamentada por el Decreto 35.758 de 1947 asumiendo la progresividad
de la pena. Éste proyecto nunca fue cuestionado esencialmente por el
peronismo (Caimari: 2004, 166). Se restauró el Instituto de Criminología,
el Instituto de Clasificación para el estudio científico de la personalidad
psicosocial del condenado con el propósito de determinar su tratamiento
cumpliendo así con el objetivo de la reforma de “individualización
progresiva de la pena”.
42
El Decreto 12.351 con fecha 10 de octubre de 1946 dio origen al "estado penitenciario" en
analogía al "estado militar" y al "estado policial".
48
El desarrollo de toda una serie de leyes, decretos y disposiciones
en materia penal y correccional fue también producto de ese Estado de
Bienestar que trajo el peronismo y se actuó en consonancia resignificando
el fin de la pena. Fue lo opuesto al populismo punitivo43 que imperaba
bajo los mandatos liberales. Ante una nueva sociedad se presentaba éste
nuevo paradigma del penado. “Las normas de la civilización de un país
pueden juzgarse al abrir las puertas de sus prisiones” escribió
Dostoievski44 y es por cuestiones como éstas que se pensó en un castigo
civilizado, justo y por sobre todo normalizador del recluso y también del
conjunto de la sociedad. El cambio social y el nuevo paradigma penal
fueron de la mano.
A pesar que los eventos significativos y la alta visibilidad de los
cambios a nivel penitenciario funcionaron como propaganda del
peronismo, éste movimiento en su objetivo de justicia social ha sabido
trasladarla al ámbito de la coerción penal, pudiendo plasmar lo que en los
discursos se sostenía. Derecho penal, control social y la política iban de la
mano en pos de un proyecto asimilador de las demandas societarias en
todo su conjunto, jugando un papel crucial a la hora de dar respuestas a
esas demandas. El control del delito y su ejecución reprodujeron un nuevo
orden social en la sociedad peronista; en la actualidad debería seguirse
los lineamientos pasados ya que al cambiar el paradigma penal y como
dice el gran filósofo Sygmunt Bauman hoy en día “son los muros y no lo
que sucede en el interior de los muros, los que ahora se ven como el
elemento más importante de la institución” (2006:115).
43
Es cuando se cree y se hace creer que con el endurecimiento de las penas se termina con la
criminalidad. Suerte de escape político ante las demandas sociales con respecto a la criminalidad.
Se realiza un uso político del tema ofreciendo mano dura, reclusión perpetua y hasta pena de
muerte en orden de captar la atención de la ciudadanía sin solucionar los problemas sociales de
fondo que llevan al delito.
44
Dostoievski (1861) “Recuerdos de la casa de los muertos”.
49
Deseamos dar término al trabajo hasta aquí realizado con las
palabras del Dr. Eugenio Zaffaroni, actual miembro de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación Argentina, quién en su último libro “La Cuestión
Criminal” sostiene que por mucho que un sistema penitenciario sea bien
provisto siempre será una institución total con los caracteres y efectos
deteriorantes del interaccionismo simbólico (pp. 310).
50
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55
ANEXOS
56
Decreto de seguridad individual
Si la existencia civil de los ciudadanos se abandonase a los ataques de la
arbitrariedad, la libertad de la Imprenta publicada en 26 de octubre del
presente año no sería más que un lazo contra los incautos y un medio
indirecto para consolidar las bases del despotismo. Todo ciudadano tiene
un derecho sagrado a la protección de su vida, de su honor, de su libertad
y de sus propiedades. La posesión de este derecho, centro de la libertad
civil y principio de todas las instituciones sociales, es lo que se llama
seguridad individual. Una vez que se haya violado esta posesión ya no
hay seguridad, se adormecen los sentimientos nobles del hombre libre y
sucede la quietud funesta del egoísmo. Sólo la confianza pública es capaz
de curar esta enfermedad política, la más peligrosa de los Estados, y sólo
una garantía, afianzada en una ley fundamental, es capaz de
restablecerla. Convencido el Gobierno de la verdad de estos principios, y
queriendo dar a los pueblos americanos otra prueba positiva y real de la
libertad que preside a sus revoluciones, y de las ventajas que le prepara
su independencia civil, si saben sostenerla gloriosamente y con honor
contra los esfuerzos de la tiranía, ha venido en sancionar la seguridad
individual por medio del siguiente decreto:
Artículo 1° Ningún ciudadano puede ser penado ni expatriado sin que
preceda forma de proceso y sentencia legal.
Artículo 2° Ningún ciudadano puede ser arrestado sin prueba, al menos
semiplena, o indicios vehementes de crimen, que se harán constar en
proceso informativo dentro de tres días perentorios. En el mismo término
se hará saber al reo la causa de su detención, y se remitirá con los
antecedentes al juez respectivo.
Artículo 3° Para decretar el arresto de un ciudadano, pesquisa de sus
papeles o embargo de bienes, se individualizará en el decreto u orden
que se expida el nombre o señales que distingan su persona y objetos
sobre que deben ejecutarse las diligencias, tomando inventario, que
firmará el reo, y dejándole copia autorizada para su resguardo.
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Artículo 4° La casa de un ciudadano es un sagrado, cuya violación es un
crimen; sólo en el caso de resistirse el reo refugiado a la convocación de
un juez, podrá allanarse: su allanamiento se hará con la moderación
debida y personalmente por el juez de la causa. Si algún motivo urgente
impide su asistencia, dará al delegado una orden por escrito y con la
especificación que contiene el antecedente artículo, dando copia de ella al
aprehendido y al dueño de casa si la pide.
Artículo 5° Ningún reo estará incomunicado después de su confesión y
nunca podrá ésta dilatarse más allá del término de diez días.
Artículo 6° Siendo las cárceles para seguridad y no para castigo de los
reos, toda medida que a pretexto de precaución sólo sirva para
mortificarlos, será castigada rigurosamente.
Artículo 7° Todo hombre tiene libertad parea permanecer en el territorio
del Estado o abandonar cuando guste su residencia.
Artículo 8° Los ciudadanos habitantes del distrito de la jurisdicción del
Gobierno, y los que en adelante se establezcan, están inmediatamente
bajo su protección en todos sus derechos.
Artículo 9° Sólo en el remoto y extraordinario caso de comprometerse la
tranquilidad pública o la seguridad de la patria podrá el Gobierno
suspender este decreto mientras dure la necesidad, dando cuenta
inmediatamente a la asamblea general con justificación de los motivos, y
quedando responsables en todos los tiempos de esta medida.
Buenos Aires, 23 de noviembre de 1811.
Firmantes
Feliciano Antonio CHICLANA Manuel de SARRATEA Juan José PASSO
Bernardino RIVADAVIA, Secretario.
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Ley Nº 13.233
Artículo 1.- Declarase necesaria la revisión y reforma de la Constitución
Nacional, a los efectos de suprimir, modificar, agregar y corregir sus
disposiciones, para la mejor defensa de los derechos del pueblo y del
bienestar de la Nación.
Artículo 2.- En consecuencia de lo dispuesto en el Artículo anterior, el
Poder Ejecutivo, convocará al pueblo de la República a fin de elegir la
Convención que ha de reformar la Carta Fundamental, dentro de los 180
días de promulgada la presente.
Artículo 3.- La Convención se instalará en la Capital federal.
Artículo 4.- Cada provincia y la Capital federal elegirán un número de
Convencionales igual al de diputados que envía al Congreso y en igual
proporción.
Artículo 5.- La elección de Convencionales, se hará con arreglo a las
disposiciones electorales vigentes en el orden nacional y sobre la base
del Padrón Nacional de Elecciones.
Artículo 6.- Para ser Convencional se requiere ser argentino nativo o por
opción y reunir las calidades, que exige el Artículo 40 de la Constitución
Nacional.
Artículo 7.- Es compatible el cargo de Convencional con el de miembro de
cualquiera de los Poderes de la Nación.
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Artículo 8.- La Convención deberá terminar su cometido dentro de los 90
(noventa) días de su instalación y no podrá prorrogar su mandato.
Artículo 9.- El Convencional gozará de las prerrogativas e inmunidades de
legislador de la Nación y quien lo ejerza percibirá en concepto de
compensación de gastos, la suma de 12.000 pesos (doce mil) moneda
nacional por todo el término de su actuación.
Artículo 10.- Autorizase al Poder Ejecutivo para hacer los gastos
necesarios que demande la ejecución de esta ley, tomando los fondos de
rentas generales con imputación a la misma.
Artículo 11.- Comuníquese, etc.
Sancionada el 27 de agosto de 1948; promulgada el 3 de setiembre de 1948.
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