Capítulo VI. Cumplimiento de la normativa sobre lucha contra el terrorismo y operaciones de blanqueo de capitales

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CAPÍTULO VI
CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA
CONTRA EL TERRORISMO Y OPERACIONES
DE BLANQUEO DE CAPITALES
Luis Alfonso Fernández Manzano
que los estados actualicen y coordinen sus sistemas nacionales contra el blanqueo de capitales y
la financiación del terrorismo.
Tales técnicas sofisticadas de blanqueo de
capitales y financiación del terrorismo sólo son
viables a través de la utilización del mercado y de
las instituciones financieras, que se convierten en
instrumentos de organizaciones delictivas y, por
consiguiente, en el principal sujeto obligado por
la normativa de prevención del blanqueo, normativa en continuo desarrollo, precisamente por
la creatividad e innovación de que hacen gala
dichas organizaciones.
Evidentemente, el blanqueo de capitales no es
un fenómeno reciente, sino que, ya desde la
década de los años setenta del pasado siglo, ha
llegado a alcanzar unas cifras extraordinarias, al
estar vinculado a una de las mayores actividades
económicas de nuestros días, el narcotráfico. Sin
embargo, el terrorismo internacional y la problemática relativa a su financiación son aspectos más
cercanos en el tiempo, de los que hemos sido
especialmente conscientes a partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York,
y los posteriores del 11 de marzo de 2004 en
Madrid y de 7 de julio de 2005 en Londres.
Ambos fenómenos se desarrollan fundamentalmente a través del sistema financiero. Como
apuntan algunos autores (ÁLVAREZ PÁSTOR, D.
y EGUIDAZU PALACIOS, F.: Manual de Prevención del Blanqueo de Capitales. Ed. Marcial
1. UNA APROXIMACIÓN
A LA PROBLEMÁTICA
DE LA PREVENCIÓN DEL BLANQUEO
EN EL SECTOR FINANCIERO
Como ha puesto de manifiesto el Grupo de
Acción Financiera Internacional (GAFI)1, en los
últimos años se ha apreciado un incremento en la
utilización de sofisticadas técnicas dirigidas a eludir la normativa sobre prevención del lavado de
fondos delictivos, tales como el uso de personas
jurídicas interpuestas para encubrir la titularidad
y el control de los activos de procedencia ilegal y
otros instrumentos que podrían encajar en lo que
genéricamente se ha venido denominando «ingeniería financiera». La sofisticación a que nos referimos exige en paralelo un mayor esfuerzo para
1
El Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI, o,
por sus siglas en inglés, FATF –Financial Action Task Force on
Money Laundering–) fue creado por los Jefes de Estado y de
Gobierno del Grupo de los Siete Grandes, junto al Presidente de la Comisión de la CEE, en la cumbre celebrada en París
en julio de 1989, con la misión específica de estudiar y promover las medidas destinadas a combatir el blanqueo de
capitales procedentes fundamentalmente del tráfico de drogas. El mayor logro del GAFI ha sido la publicación de sus
Cuarenta Recomendaciones, cuya última versión data de 20
de junio de 2003, que han tenido, y siguen teniendo a día de
hoy, una importancia radical en la materia. El GAFI ha
publicado, asimismo, nueve recomendaciones especiales
relativas a la prevención de la financiación del terrorismo,
siendo la versión actualizada de las mismas de 22 de octubre
de 2004.
191
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA
Pons. Madrid, 2007, pág. 18), las razones que
pueden explicar este hecho son varias: tamaño
del mercado financiero y complejidad de sus
operaciones que lo hacen idóneo para estas operaciones; gran disparidad de las reglamentaciones nacionales financieras y bancarias; deficiente
o prácticamente nula supervisión bancaria en
algunos países; existencia del secreto bancario y
posibilidades de anonimato que brindan algunas
legislaciones nacionales; nuevas técnicas y procedimientos bancarios que, aunque dirigidos a agilizar las operaciones y facilitar los trámites a los
clientes, son utilizados por las organizaciones
delictivas para enmascarar sus operaciones, etc.
De hecho, las características que, de forma
genérica, se han atribuido al blanqueo de capitales, son igualmente aplicables a la financiación
del terrorismo: carácter internacional, volumen
de la actividad, que le confiere características
especiales, profesionalización de las organizaciones dedicadas al blanqueo y gran variedad de las
técnicas empleadas por las mismas.
De cualquier modo, es preciso señalar que,
aunque se sirven del sistema financiero para
lograr sus objetivos mediante las mismas técnicas, el blanqueo de capitales y la financiación del
terrorismo son conceptualmente distintos: el
blanqueo implica la ilicitud del origen de los fondos que se pretenden blanquear (sólo se «lava» el
dinero «sucio»), mientras que los fondos que se
utilizan para financiar el terrorismo pueden
tener un origen perfectamente lícito (piénsese,
por ejemplo, en las aportaciones voluntarias realizadas a grupos terroristas por sus simpatizantes), aunque también pueden provenir de actividades ilícitas (extorsión, robo, narcotráfico, etc.).
No obstante, tanto para el blanqueo de capitales
como para la financiación del terrorismo, los
mecanismos para enmascarar el origen de los
fondos y el camino que siguen hasta llegar a sus
destinatarios son coincidentes, y en ambos casos
parten de la base de la utilización del sistema
financiero.
La vulnerabilidad de este sistema financiero
motivó la aparición de textos internacionales
que, desde la Declaración de Basilea de 1988
hasta las recientes Directivas comunitarias aún
pendientes de transposición a nuestro Derecho,
han tratado de impedir la utilización del mercado financiero por parte de blanqueadores y
terroristas. Como es obvio, este objetivo exige
una continua adaptación por parte del ordenamiento jurídico a las técnicas innovadoras utilizadas por estas organizaciones delictivas. En este
ámbito, prácticamente más que en ningún otro,
se puede afirmar sin temor a caer en el error que,
de forma inevitable, el Derecho va por detrás de
la realidad social.
Dentro del sector financiero, las entidades
aseguradoras y las corredurías de seguros no
parecen ser el principal medio para el lavado de
fondos delictivos y la financiación del terrorismo.
Sin embargo, la progresiva modernización del
sector asegurador y la aparición de nuevos y más
sofisticados productos de vida que pueden utilizarse como instrumentos de inversión, han convertido al sector asegurador en objetivo de las
organizaciones a que venimos refiriéndonos,
como puso de manifiesto el GAFI, en su informe
anual 2004-2005.
En dicho informe, el GAFI analizaba tres nuevos frentes de lucha contra el blanqueo y la financiación del terrorismo: los denominados sistemas
alternativos de remesa («alternative remittance
systems», es decir, sistemas de transferencia de fondos fuera de los canales bancarios ordinarios), las
implicaciones en este fenómeno de la inmigración ilegal y del tráfico ilegal de inmigrantes y la
utilización del sector del seguro con fines de lavado de fondos. En esta misma línea de atender a
las peculiaridades del sector asegurador, el GAFI
ha publicado una Guía para el Sector de Seguros
de Vida (http://www.fatf-gafi.org/dataoecd/0/15/
43905397.pdf), dirigida tanto a las autoridades
públicas como a las entidades aseguradoras y a
los mediadores que operan en seguro de vida, lo
que pone de manifiesto la relevancia que se atribuye a la prevención del blanqueo de fondos
delictivos y de la financiación del terrorismo a
través del sector asegurador.
Dada la trascendencia que el sector asegurador ha adquirido en la materia, el objeto de este
192
CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA...
breve estudio es analizar sucintamente la incidencia de la normativa vigente sobre las compañías aseguradoras y corredurías que operan en
vida, los aspectos más relevantes de la misma, las
novedades que la nueva normativa, que se
encuentra en proceso de elaboración (representada por el Proyecto de Ley de Prevención del
Blanqueo de Capitales y de la Financiación del
Terrorismo, aprobado por el Consejo de Ministros el 27 de noviembre de 2009 y publicado en
el Boletín Oficial de las Cortes Generales de 4 de
diciembre de 2009), supondrá para el sector y,
finalmente, la relevancia de la autorregulación
en este ámbito, en especial en los grupos bancarios que integran entidades aseguradoras y
corredurías de seguros.
interno de lucha contra el blanqueo resultaba
ineficaz precisamente por la internalización del
sistema financiero que permitía blanquear en el
resto de países los capitales generados por las
actividades ilícitas desarrolladas en suelo estadounidense.
En diciembre de 1988 se aprobaron dos textos
claves en la prevención del blanqueo: la Declaración de Basilea, de 12 de diciembre de 1988, que
recoge los principios sobre la prevención de la
utilización del sistema bancario para el blanqueo
de fondos de origen criminal, que fue hecha por
los representantes de los bancos centrales y autoridades monetarias de los países miembros del
Grupo de los Diez2, y cuyo objetivo fundamental
era que los bancos pusiesen en práctica una serie
de reglas y procedimientos para colaborar en la
eliminación de las operaciones de blanqueo de
dinero a través del sistema bancario nacional e
internacional; y la Convención de las Naciones
Unidas contra el tráfico ilícito de estupefacientes
y sustancias psicotrópicas, aprobada en Viena el
20 de diciembre de 1988.
Tanto la Declaración de Basilea como la Convención de Viena constituyen lo que podríamos
denominar la primera piedra del sistema internacional de prevención del blanqueo de capitales,
pero, obviamente, una actividad ilícita en continuo cambio exige una adaptación legislativa
paralela, lo que llevó a la aparición de normativas
estatales, algunas incluso anteriores a los textos
internacionales citados, y, por lo que ahora más
nos importa, a la aprobación de varias normas
comunitarias de la máxima trascendencia, desde
la Directiva 91/308/CEE, de 10 de junio de 1991,
sobre la prevención del uso del sistema financiero
con la finalidad del blanqueo de capitales, hasta
las Directivas 2005/60/CE, de 26 de octubre de
2005, y 2006/70/CE, de 1 de agosto de 2006, aún
no transpuestas a nuestro ordenamiento jurídico.
Como puede observarse, aunque el fenómeno
del blanqueo es conocido de antiguo, la normati-
1.1. ORÍGENES DE LAS NORMATIVAS
ANTI-BLANQUEO
1.1.1. Un contexto histórico cercano y cambiante
Aunque con anterioridad se habían adoptado
medidas puntuales contra el blanqueo de fondos
procedentes de actividades delictivas, el origen de
la lucha contra el blanqueo se suele datar en una
fecha reciente, en concreto, en 1988, momento en
el que se produce un cambio normativo radical,
del que deriva de forma mediata la actual regulación en la materia.
Como señalan ÁLVAREZ PASTOR y EGUIDAZU PALACIOS (Manual de Prevención del
Blanqueo de Capitales, op. cit., págs. 44 y ss.), a
finales de ese año la comunidad internacional
tomó conciencia de que el blanqueo de capitales
(aún no la financiación del terrorismo) era un
fenómeno patológico que amenazaba los pilares
fundamentales de los países desarrollados (como
es obvio, los únicos con un sistema financiero
suficientemente avanzado como para poder ser
«manipulado» por los blanqueadores de dinero
de origen ilícito). Este fenómeno estaba íntimamente ligado al tráfico de drogas, por lo que
luchar contra el mismo era un instrumento para
combatir el narcotráfico. Asimismo, en Estados
Unidos se llegó a la conclusión de que su sistema
2
El Grupo de los Diez estaba integrado por Alemania,
Bélgica, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Países Bajos, Reino Unido y Suecia, más Suiza.
193
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA
son las llamadas «Eurodirectivas contra el blanqueo de capitales», que se consideran instrumentos básicos en la lucha contra este tipo penal de
delincuencia organizada transnacional. Estas
Directivas adaptaban al marco jurídico de la
Unión Europea las Recomendaciones del GAFI,
concretándose su objetivo fundamental en la
necesidad de lograr una mayor cooperación
entre los sectores privados de la banca, inversión
y seguros con las autoridades gubernamentales,
poniendo además especial énfasis en la intensificación de la cooperación entre los Estados miembros (ESCRIBANO ÚBEDA-PORTUGUÉS, J.:
«Desarrollos normativos en Derecho internacional y
europeo en materia de blanqueo de capitales», Derecho de los Negocios, nº 218, Ed. La Ley, noviembre 2008).
La primera Directiva en la materia fue la
Directiva 91/308/CEE, relativa a la prevención
del uso del sistema financiero con la finalidad del
blanqueo de capitales, aprobada el 10 de junio
de 1991 por el Consejo de las Comunidades
Europeas, que imponía una serie de obligaciones
a las entidades de crédito e instituciones financieras a fin de prevenir e impedir el blanqueo de
capitales procedentes del narcotráfico, sin perjuicio de la facultad de cada Estado miembro para
incluir en tal concepto a los capitales procedentes de cualquier otra actividad delictiva. Asimismo, el texto reconocía la facultad de los Estados
para extender las disposiciones de la Directiva a
otras empresas o profesionales que ejercieran
actividades susceptibles de ser utilizadas para el
blanqueo, así como para adoptar disposiciones
más estrictas para impedir el lavado de fondos
delictivos.
La Directiva 91/308/CEE fue modificada por
la Directiva 2001/97/CE, del Parlamento Europeo
y del Consejo, de 4 de diciembre de 2001, que
introdujo importantísimos cambios en el texto
original (entre otros aspectos, modificó los conceptos de entidad de crédito o institución financiera). El texto resultante de tal modificación exigía a los Estados miembros que impusieran a las
entidades sujetas al cumplimiento de la Directiva
una serie de obligaciones dirigidas a conocer
tanto la realidad de las transacciones económicas
va sobre su prevención y, más aún, de la financiación del terrorismo, es reciente, resultando llamativo observar cómo se ha acelerado el proceso
legislativo en esta materia, como se desprende
del hecho de que en la última década se han
aprobado tres Directivas y dos Reglamentos
comunitarios –Reglamento (CE) nº 1889/2005,
de 26 de octubre de 2005, y Reglamento (CE)
1781/2006, de 15 de noviembre de 2006, ambos
del Parlamento Europeo y del Consejo–, lo que
pone de manifiesto lo cambiante del fenómeno
regulado y, en consecuencia, de la normativa que
trata de limitar el desarrollo de esta actividad
delictiva3.
1.1.2. Las primeras regulaciones en Derecho
Comparado. Normativa comunitaria
en la materia
Como es fácilmente comprensible, no pretendemos realizar un estudio de Derecho comparado
en la materia, lo que excedería con mucho del
objeto de este breve análisis. Por ello, nos limitaremos a destacar que, como antes apuntábamos,
los orígenes de la normativa sobre prevención
del blanqueo se sitúan en países que, por distintas razones, eran, y son hoy en día, especialmente sensibles al blanqueo de fondos de procedencia delictiva, en concreto, del narcotráfico, como
es el caso de Estados Unidos (donde ya en 1970
se había aprobado la Bank Secrecy Act, con la finalidad de que las instituciones financieras colaborasen con el gobierno federal en la prevención
del blanqueo de capitales), y a la utilización de su
sistema bancario para llevar a cabo tal lavado de
dinero, en el caso de Suiza.
A partir de esos antecedentes, la evolución
normativa en la materia en el ámbito comunitario es reciente. El principal elemento público en
la lucha contra el blanqueo en la Unión Europea
3
En línea con la producción normativa comunitaria, en
España se han aprobado en la última década dos leyes en la
materia, a lo que habría que unir un Real Decreto y un Proyecto de Ley que recientemente ha iniciado su tramitación
parlamentaria.
194
CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA...
que los particulares realizaran a través del sistema financiero o de otras entidades especificadas
en la Directiva, como la identidad de las personas
intervinientes y de los destinatarios de las transacciones. El propósito de tales medidas era servir
de medio de prevención del blanqueo y también
para favorecer la investigación de las redes de
delincuencia internacional organizada.
Por ello, la Directiva establece una serie de
medidas dirigidas a lograr el objetivo de impedir
la utilización del sistema financiero para el blanqueo, entre las que pueden destacarse las
siguientes: identificación de los clientes, examen
especial de determinadas transacciones, cooperación con las autoridades encargadas de la lucha
antiblanqueo, deber de confidencialidad, establecimiento de controles internos y adopción de
medidas específicas para operaciones de mayor
riesgo.
La necesaria adaptación de la normativa
comunitaria motivó la aprobación, con fecha 26
de octubre de 2005, del Reglamento (CE) nº
1889/2005, del Parlamento Europeo y del Consejo, relativo a los controles de entrada o salida de
dinero efectivo de la Comunidad y, lo que es más
relevante, de la Tercera Directiva antiblanqueo,
Directiva 2005/60/CE, del Parlamento Europeo y
del Consejo, relativa a la prevención de la utilización del sistema financiero para el blanqueo de
capitales y para la financiación del terrorismo,
que es un texto nuevo y autónomo que, en aras
de lograr una aconsejable claridad, deroga la
Directiva 91/308/CE, incluyendo la lucha contra
la financiación del terrorismo como un objetivo
primordial que estaba ausente en la normativa
precedente derogada. Esta nueva Directiva impone a los Estados miembros que las obligaciones y
sistemas de control impuestos por la Directiva
91/308/CE a los sujetos obligados para prevenir
el blanqueo de capitales, también deberán ser
aplicadas para prevenir y luchar contra la financiación del terrorismo.
Al nuevo marco normativo comunitario representado por la Tercera Directiva en la materia,
habría que unir la Directiva 2006/70/CE de la
Comisión, de 1 de agosto de 2006, por la que se
establecen disposiciones de aplicación de la
Directiva 2005/60/CE en lo relativo a la definición de personas del medio político y los criterios
técnicos aplicables en los procedimientos simplificados de diligencia debida con respecto al cliente, así como en lo que atañe a la excepción por
razones de actividad financiera ocasional o muy
limitada. El marco normativo comunitario en la
materia se completaría con el Reglamento (CE)
nº 1781/2006, del Parlamento Europeo y del
Consejo, de 15 de noviembre de 2006, relativo a
la información sobre los ordenantes que acompaña a las transferencias de fondos.
Las dos últimas Directivas citadas no han sido
aún transpuestas a nuestro ordenamiento jurídico, aunque lo serán en breve plazo, cuando se
apruebe el Proyecto de Ley de Prevención del
Blanqueo de Capitales y de la Financiación del
Terrorismo, aprobado por el Consejo de Ministros el pasado 27 de noviembre de 2009. A continuación, analizaremos brevemente el marco normativo español en materia de prevención del
blanqueo de capitales para con posterioridad
centrarnos en la regulación que afecta de forma
directa al sector asegurador en nuestro país.
1.2. LA PREVENCIÓN DEL BLANQUEO
DE CAPITALES EN DERECHO ESPAÑOL
1.2.1. Una normativa forzada por la transposición
del Derecho Comunitario Derivado
En el marco de las iniciativas internacionales a
las que nos hemos referido sucintamente en los
párrafos precedentes se situaba la ya mencionada
Directiva 91/308/CEE que establecía un amplio
abanico de medidas encaminadas a complementar las medidas de tipo penal con otras de carácter administrativo, obligando a los Estados
miembros de la por entonces Comunidad Económica Europea a poner en vigor las disposiciones
legales, reglamentarias y administrativas necesarias para dar cumplimiento a lo dispuesto en la
Directiva antes del 1 de enero de 1993.
Este mandato se plasmó en España en la aprobación de la primera Ley sobre prevención del
195
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA
blanqueo de capitales en nuestro país: la Ley
19/1993, de 28 de diciembre, sobre determinadas
medidas de prevención del blanqueo de capitales, desarrollada reglamentariamente por el Real
Decreto 925/1995, de 9 de junio.
Como se dice de forma expresa en su Exposición de Motivos, esta Ley no tiene carácter punitivo, sino meramente preventivo, pues su objeto
no es penalizar el blanqueo de capitales (función
ésta atribuida lógicamente al Código Penal) sino
impedir la utilización del sistema financiero o de
otros sectores para dicha finalidad delictiva.
Dado que las medidas de prevención introducidas por la Directiva 91/308/CEE y por la Ley
19/1993 vinieron a dificultar las acciones de blanqueo, ello llevó a las organizaciones delictivas a
buscar nuevas técnicas de blanqueo. Y esto, a su
vez, motivó la actualización de los mecanismos
de defensa de los estados, por ejemplo, mediante la revisión periódica de las Cuarenta Recomendaciones del GAFI o mediante la modificación de la Directiva 91/308/CEE por la Directiva
2001/97/CE, transpuesta a nuestro Derecho por
la Ley 19/2003, de 4 de julio, que, aunque estaba
dedicada a regular los movimientos de capitales
y las transacciones económicas con el exterior,
modificó mediante su Disposición Adicional Primera la Ley 19/1993.
Las modificaciones de la Ley 19/1993 por la
Ley 19/2003 supusieron la ampliación de su
ámbito subjetivo a sectores, actividades y profesiones anteriormente no cubiertas (auditores,
asesores fiscales, abogados, etc.) –ampliación que
con posterioridad, y por lo que aquí nos interesa,
continuó con la Ley 36/2006, de 29 de noviembre, de medidas para la prevención del fraude
fiscal, considerando como sujetos a las obligaciones de la Ley a los corredores de seguros cuando
actúen en relación con seguros de vida u otros
servicios relacionados con la inversión–, así como
reforzando los mecanismos de vigilancia y control y ampliando el ámbito de los delitos origen
de los capitales blanqueados a todos los castigados con pena de prisión superior a tres años
(anteriormente se limitaba al narcotráfico, crimen organizado y terrorismo).
Estas modificaciones de la Ley 19/1993 llevaron consigo la necesaria adaptación de su Reglamento, que tuvo lugar mediante la aprobación
del Real Decreto 54/2005, de 21 de enero, que
constituye la última de las normas básicas en la
materia, sin perjuicio de otras normas de inferior
marco que completan el marco regulatorio vigente que, como antes señalábamos, sufrirá un notable cambio cuando sea aprobado por las Cortes
el Proyecto de Ley en la materia que en el
momento de escribir estas líneas acaba de iniciar
su andadura parlamentaria.
1.2.2. El sector financiero como receptor básico
de la normativa
Siendo el principal instrumento del blanqueo de
fondos delictivos, la normativa sobre prevención
de tal actividad se centra, obviamente, en el sector financiero. Así, el artículo 2 de la Ley
19/1993, tras la última redacción dada al mismo
por la Ley 36/2006, establece quiénes son los
sujetos obligados al cumplimiento de las obligaciones establecidas en la misma, que se pueden
resumir en la obligación de colaborar activamente con las autoridades competentes para prevenir
e impedir el blanqueo, distinguiendo dos fases:
(i) vigilancia e investigación de cualquier indicio
que pudiera hacer sospechar de la existencia de
alguna práctica de blanqueo, y (ii) comunicación
del mismo a las autoridades competentes. Como
señalan ÁLVAREZ PASTOR y EGUIDAZU PALACIOS (Manual de Prevención del Blanqueo de
Capitales, op. cit., pág. 145), los sujetos obligados
pueden ser considerados como «entidades colaboradoras» en la prevención del blanqueo, aunque
tal colaboración no sea voluntaria y el incumplimiento de sus obligaciones sea susceptible de
sanción administrativa.
Dentro de estas entidades colaboradoras
podrían distinguirse dos subgrupos: las entidades financieras o integrantes del sistema financiero y otro compuesto por aquellas otras personas o entidades que, por su naturaleza o actividad, el legislador considera que son o pueden ser
susceptibles de ser utilizadas para el blanqueo de
196
CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA...
mínimo de seis años los documentos que
acrediten adecuadamente sus operaciones,
a efectos de inspección por la autoridad
competente.
4. Comunicación e información: las entidades tienen la obligación de comunicar al
Servicio Ejecutivo de la Comisión de Prevención del Blanqueo de Capitales e
Infracciones Monetarias (SEPBLAC) tanto
las operaciones a su juicio sospechosas
como aquéllas que muestren una falta de
correspondencia ostensible con la naturaleza, volumen de actividad o antecedentes
operativos de los clientes, así como facilitar
al SEPBLAC la información que éste les
requiera.
5. Abstención de ejecución de operaciones:
las entidades obligadas deben abstenerse
de ejecutar las operaciones sospechosas sin
haberlas comunicado previamente al SEPBLAC.
6. Deber de confidencialidad: los sujetos obligados no podrán revelar ni al cliente ni a
terceros las actuaciones que realicen en
cumplimiento de las obligaciones impuestas por la normativa de prevención del
blanqueo de capitales.
7. Medidas de control interno: se deben establecer procedimientos y órganos adecuados de control interno y de comunicación
cuya idoneidad será supervisada por el
SEPBLAC y que deberán ser objeto de
examen anual por un experto externo. En
consecuencia, las entidades deberán designar representantes ante la autoridad competente en la materia, organizarán procedimientos de comunicación con dicha
autoridad y los planes de formación del
personal para poder cumplir las obligaciones impuestas normativamente.
Como es natural, el cumplimiento de estas
obligaciones es exigible a las entidades aseguradoras y corredurías de seguro que operan en el
ramo de vida de la misma forma que al resto de
los sujetos obligados, aunque la actividad desarrollada por dichas entidades presente ciertas
capitales. Por lo que aquí nos interesa, el primer
subgrupo estaría integrado por:
a) Las entidades de crédito.
b) Las entidades aseguradoras autorizadas
para operar en el ramo de vida y los corredores de seguros cuando actúen en relación con seguros de vida u otros servicios
relacionados con la inversión.
c) Las sociedades y agencias de valores.
d) Las sociedades gestoras de instituciones de
inversión colectiva y las sociedades de
inversión colectiva cuya gestión no esté
encomendada a una sociedad gestora.
e) Las entidades gestoras de fondos de pensiones.
f) Las sociedades gestoras de cartera.
g) Las sociedades gestoras de entidades de
capital-riesgo y las sociedades de capitalriesgo cuya gestión no esté encomendada a
una sociedad gestora.
h) Las sociedades de garantía recíproca.
i) Las sociedades emisoras de tarjetas de crédito.
j) Las personas físicas o jurídicas que ejerzan
actividad de cambio de moneda o gestión
de transferencias, con inclusión de las actividades de giro o transferencia internacional realizadas por los servicios postales.
A todos los sujetos obligados el artículo 3 de la
Ley impone una serie de obligaciones que, de
forma sucinta, son las siguientes:
1. Identificación de los clientes: los sujetos
obligados deben exigir la identificación de
sus clientes tanto en el momento de entablar relaciones de negocio, como al efectuar cualquier operación.
2. Examen especial de determinadas operaciones: deben examinar con especial atención cualquier operación, con independencia de su cuantía, que, por su naturaleza,
pueda estar particularmente vinculada al
blanqueo.
3. Conservación de documentos: las entidades deben conservar (artículo 6 del Real
Decreto 925/1995) durante un período
197
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA
peculiaridades a las que nos referiremos a continuación.
para caso de vida (o vida-ahorro), cuyo común
denominador consistirá en que la prestación del
asegurador se efectuará cuando el asegurado
sobreviva en una determinada fecha o edad. Esta
última modalidad tiene numerosas submodalidades, que van desde las fórmulas más clásicas de
seguros garantizados hasta otras que han tenido
una singular importancia en los últimos años,
especialmente antes de que se iniciase la última
crisis económica, que son los contratos de seguro
vinculados a fondos de inversión en los que el
tomador del seguro asume el riesgo de la inversión (seguros Unit Linked), pasando por recientes
productos como los Planes de Previsión Asegurados (PPAs) o los Planes Individuales de Ahorro
Sistemático (PIAS).
El seguro de vida como instrumento de captación del ahorro no puede desligarse de uno de
los principales medios de distribución de este
producto, que son precisamente los canales bancarios. La proximidad de la banca con sus clientes hace a este canal especialmente apto para la
venta de seguros, al contar con una extensa red
de sucursales y agentes, una gran cartera de
clientes y una imagen consolidada ante el público, hasta el punto de que ocupa los primeros
puestos en los rankings de primas y volumen de
negocio del mercado asegurador español y
comunitario en algunos ramos, entre ellos, en
seguros de vida (VARGAS VASSEROT, C.: «El
contrato de seguro en el marco de la actividad bancaria». VLEX, octubre 2007).
Según apunta VARGAS VASSEROT, son
muchas las ventajas que ofrece la utilización por
las aseguradoras del canal bancario para la venta
de seguros: por una parte, se benefician del
nombre comercial y de la credibilidad que ofrece el banco, que aun en los convulsos tiempos en
que vivimos suelen ser generalmente mayores
que los de las aseguradoras –lo que debería
movernos a una reflexión sobre esta cuestión,
aunque la misma excede del objeto de este estudio–; además, el cliente del banco suele tener
una relación permanente con la entidad financiera, con lo que resulta más sencilla la venta de
seguros junto con otros productos; por último, el
banco dispone de una importante cartera de
2. EL SECTOR ASEGURADOR
Y SU CONCEPTUALIZACIÓN
COMO VEHÍCULO DE AHORRO
Y POSIBLE CANAL DE BLANQUEO
2.1. LA ACTIVIDAD ASEGURADORA
DE CAPTACIÓN DEL AHORRO
Como señala algún autor (TIRADO SUÁREZ,
F.J.: Ley de Contrato de Seguro (dir. F. SÁNCHEZ CALERO). Ed. Thomson-Aranzadi, 3ª
edición, Navarra, 2005, págs. 1707 y ss.), frente a
la conservación de la riqueza, típica de los seguros de daños, los seguros de vida no se dirigen al
resarcimiento patrimonial íntegro, sino que se
vinculan a hechos o acaecimientos que atañen a
la propia esfera de la persona (duración de la
vida o hasta un determinado momento cronológico), sin que el asegurador tienda a reparar el
daño sufrido por el asegurado.
Por ello, a diferencia de los seguros de daños,
los seguros de vida tienen un doble componente
intrínseco de previsión y ahorro. Así, la muerte
del asegurado puede provocar necesidades patrimoniales en su familia o, en sentido inverso, su
supervivencia a una determinada edad –normalmente, a la fecha de su jubilación– puede suponer una carga patrimonial para el asegurado o
sus allegados ante la ausencia de rentas. Configurado de este modo, el seguro de vida aparece
como un instrumento económico de gran trascendencia, ya que comporta una inversión a
largo plazo, fundamental en el desarrollo del
mercado de capitales y del sistema financiero en
general.
Son múltiples y muy variadas las modalidades
del seguro de vida, derivadas del artículo 83 de la
Ley 50/1980, de 8 de octubre, de Contrato de
Seguro, pudiendo distinguirse una primera gran
clasificación entre seguros de vida para caso de
muerte (o vida-riesgo), supuesto éste en el que el
capital asegurado se abona en caso de fallecimiento de la persona asegurada, y seguro de vida
198
CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA...
2.2. ÁMBITO DE APLICACIÓN
DE LA NORMATIVA ESPAÑOLA
DE PREVENCIÓN DEL BLANQUEO
A LOS OPERADORES
DEL SECTOR
clientes y de datos precisos sobre su situación
personal y profesional, lo que permite ofrecer
los seguros que se necesitan por el cliente en
cada momento.
La evolución reciente de nuestro sistema
financiero muestra unas relaciones cada vez más
estrechas entre la actividad aseguradora y la bancaria, hasta el punto de que las principales compañías aseguradoras que operan en nuestro mercado son filiales de entidades de crédito. Según
los datos publicados por ICEA (http://intranet.
icea.es/Almacen/Index.htm), la aseguradora que
lidera el ranking global de seguro directo de vida
por volumen de primas entre enero y septiembre
de 2009 es una entidad relacionada con un
grupo bancario (BANSABADELL VIDA), mientras que seis de las diez primeras aseguradoras
en este ramo están igualmente vinculadas a grupos bancarios.
2.2.1. El contrato de seguro de vida
como instrumento de blanqueo y financiación
del terrorismo
Sin duda, el sector asegurador, como parte del
sistema financiero e instrumento de captación de
ahorro e inversión, ha sido, y seguirá siendo, susceptible de ser utilizado para el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo. Los mecanismos de que se sirven las organizaciones delictivas para blanquear o financiar el terrorismo no
resultan tan evidentes o conocidos como la utilización de depósitos bancarios o títulos-valores,
por ejemplo, pero son múltiples las posibilidades
que ofrecen los seguros de vida para lograr tales
objetivos.
Así, como destaca LOMBARDERO EXPÓSITO, L.M. (Blanqueo de capitales. Ed. Bosch, Barcelona, 2009, pág. 54), a través de los seguros de
vida se pueden llevar a cabo varios tipos de operativas con la finalidad de tratar de blanquear
activos. Por ejemplo, se puede solicitar un anticipo contra el valor de rescate o pueden contratarse una o varias pólizas de seguro de vida para ser
rescatadas, perdiendo sólo el valor de la penalización por el rescate total o parcial de la póliza.
Cuando las indemnizaciones o el valor de rescate
de las pólizas son abonados, el efectivo obtenido
queda perfectamente blanqueado4.
Es evidente el creciente protagonismo de la
banca en el mercado de seguros y una de las tendencias más importantes en el mercado financiero español es la integración de estos dos sectores,
llegándose a calificar a la propia actividad aseguradora como actividad parabancaria (de forma
un tanto incorrecta, desde nuestro punto de
vista, al confundirse una parte –la actividad de
banca–seguros– con el todo –la actividad aseguradora en su conjunto–), partiendo del hecho de
que las aseguradoras participan en la intermediación financiera, en cuanto que captan y acumulan recursos financieros, siendo a la vez instrumentos canalizadores de ahorro y de inversión.
En cualquier caso, estemos o no conformes
con la caracterización de la actividad aseguradora como parabancaria, lo cierto es que resulta
evidente la trascendencia que tiene el seguro de
vida como instrumento de captación de ahorro y,
en consecuencia, susceptible de ser utilizado para
el lavado de fondos delictivos o para la financiación del terrorismo, por lo que la normativa en la
materia ha tratado de tener presentes algunas de
las especialidades del sector asegurador para
prevenir tales actividades.
4
Como señala este autor, el seguro de vida no es la única
modalidad de seguro que puede utilizarse para el blanqueo
de capitales. También puede lograrse ese objetivo a través de
una póliza de daños, falseando una reclamación y obteniendo una parte o el total de la prima abonada. En esta línea, el
Fondo Monetario Internacional afirmó en su informe «Unidades de Inteligencia Financiera. Panorama General» (Washington D.C., 2003, pág. 52, igualmente citado por LOMBARDERO EXPÓSITO), que «Los seguros de vida y, en particular,
los productos que tienen un componente de inversión, son los preferidos por las personas que se dedican al lavado de dinero. Pero también es posible lavar dinero utilizando otros tipos de seguros. Por
ejemplo, el beneficiario de una póliza de seguro puede utilizar fondos de origen ilícito para comprar bienes, destruirlos deliberada-
199
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA
Como decimos, los corredores de seguros fueron incluidos como sujetos obligados al cumplimiento de lo dispuesto en la Ley 19/1993 por la
Ley 36/2006, con arreglo a lo dispuesto en la
Directiva 2005/60/CE, en cuyo Considerando 15
se exponían los motivos por los que los intermediarios de seguros debían ser incluidos en el
ámbito subjetivo de las normas de prevención del
blanqueo y de la financiación del terrorismo (lo
que tuvo su reflejo en el artículo 3.2.e) del cuerpo de la norma): «Como quiera que el mayor rigor en
los controles efectuados en el sector financiero ha incitado a los blanqueadores de dinero y a los financiadores del terrorismo a acudir a métodos alternativos para
encubrir el origen de los productos del delito y que tales
canales pueden utilizarse para la financiación del
terrorismo, las obligaciones de lucha contra el blanqueo
de capitales y la financiación del terrorismo deben
hacerse extensivas a los intermediarios de seguros de
vida y a los proveedores de servicios a sociedades y fideicomisos»5.
El último párrafo del artículo 2.1. de la Ley
19/1993 contiene una previsión con una indudable relevancia en el sector asegurador, al quedar
los sujetos obligados sometidos a las obligaciones
establecidas en la presente Ley respecto de las
operaciones realizadas a través de agentes u otras
personas físicas o jurídicas que actúen como
intermediarios de aquéllos. A tenor de este precepto, las aseguradoras responderán de la actuación de sus agentes exclusivos o vinculados y los
operadores de banca-seguros con los que colaboren y, asimismo, se viene entendiendo que tanto
las entidades aseguradoras como las corredurías
también tendrán tales obligaciones respecto de la
actividad desarrollada por los auxiliares externos
que colaboren con los agentes de la aseguradora
o con la correduría, prescindiéndose en la prácti-
Una de las principales ventajas que ofrecen
los seguros de vida frente a otros instrumentos
financieros, que es la flexibilidad que permite
que pueda conseguirse de modo anticipado el
dinero invertido, mediante anticipos o rescates,
es precisamente lo que convierte en más atractivo a este producto para ser utilizado para el lavado de fondos.
2.2.2. Regulación vigente sobre la prevención
del blanqueo en el sector asegurador
Como antes apuntábamos, el seguro de vida
como instrumento de blanqueo presenta características peculiares, lo que ha motivado que la
normativa vigente en la materia establezca algunas previsiones específicas sobre las entidades
aseguradoras y corredurías de seguros que operan en el ramo de vida, además de las obligaciones genéricas que antes indicábamos de forma
muy resumida y que, por supuesto, deberán ser
cumplidas igualmente por los operadores del
sector asegurador.
Así, por lo que se refiere a los sujetos obligados, el artículo 2 de la Ley 19/1993, tras las últimas modificaciones introducidas en el mismo
por la Ley 36/2006, establece que quedan sujetos
a las obligaciones de la Ley las entidades aseguradoras autorizadas para operar en el ramo de
vida y los corredores de seguros cuando actúen
en relación con seguros de vida u otros servicios
relacionados con la inversión, así como las entidades gestoras de fondos de pensiones. Igualmente, se consideran sujetos obligados las aseguradoras y corredurías que operen en España a
través de sucursales o mediante prestación de
servicios sin establecimiento permanente, esto es,
en régimen de libre prestación de servicios (LPS).
5
La inclusión de las corredurías entre los sujetos obligados por la Ley 36/2006 no ha tenido su correspondiente
reflejo en el Real Decreto 925/1995, que aún contempla
como sujetos obligados sólo a las entidades aseguradoras y
no a las corredurías. Probablemente, el hecho de que se
encuentre en tramitación el Proyecto de la nueva ley de prevención del blanqueo y de la financiación del terrorismo ha
motivado la no actualización del Reglamento de desarrollo
de la Ley vigente.
mente y cobrar una indemnización en dinero limpio». A lo anterior
podríamos añadir que las pólizas de daños propios serían el
instrumento más habitual para lograr tal objetivo, pero también podrían utilizarse para ello pólizas de seguro de responsabilidad civil, para lo que sería preciso que el tercero
perjudicado participase en el fraude: la indemnización abonada a ese tercero perjudicado también sería dinero limpio.
200
CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA...
ca del hecho de que los auxiliares externos no tienen la condición de mediadores (artículo 8.2. de
la Ley 26/2006, de 17 de julio, de Mediación de
Seguros y Reaseguros Privados), por lo que propiamente no actuarán como «intermediarios» de
los sujetos obligados. Entendemos que sería
aconsejable una mayor precisión terminológica
para incluir a los auxiliares externos dentro del
ámbito de las obligaciones atribuidas por la Ley
a aseguradoras y corredurías sin que se pueda
plantear duda alguna al respecto, si bien la versión actual del Proyecto de Ley ha obviado esta
circunstancia.
De cualquier modo, las obligaciones de aseguradoras, entidades gestoras de fondos de pensiones y corredurías son las mismas que el resto de
las instituciones financieras afectadas por esta
normativa, con algunas excepciones relativas a la
identificación de los clientes, quedando exceptuada tal obligación –aunque subsistiendo todas
las demás– en los siguientes casos (artículo 4 del
Real Decreto 925/1995, tras la modificación del
mismo realizada por el Real Decreto 54/2005):
(i) Cuando el cliente sea una institución
financiera domiciliada en el ámbito de la
Unión Europea o en aquellos terceros
Estados que, por establecer requisitos
equivalentes a los de la legislación española, determine la Comisión de Prevención del Blanqueo de Capitales e Infracciones Monetarias.
(ii) Cuando se trate de operaciones con
clientes no habituales cuyo importe no
supere los 3.000 euros o su contravalor en
divisas, salvo las transferencias en las que
la identificación del ordenante será preceptiva conforme a lo dispuesto en los
apartados 1, 2 y 3 del artículo 3 (debiéndose presentar documentos acreditativos
de la identidad de los clientes en el
momento de entablar relaciones de negocio o de efectuar cualesquiera obligaciones).
No obstante, cuando se aprecie que los
clientes fraccionan la operación en varias
para eludir el deber de identificación, se
sumará el importe de todas ellas y se procederá a exigir la identificación, así como
cuando se detecten operaciones que presenten indicios o certeza de que están
relacionadas con actividades de blanqueo, incluso cuando su importe sea inferior al umbral mencionado.
(iii) Cuando se trate de planes de pensiones o
seguros de vida suscritos en virtud de una
relación de trabajo o de la actividad profesional del asegurado, siempre que
dichos contratos no contengan cláusula
de rescate ni puedan servir de garantía
para un préstamo.
Aunque nada dice la norma al respecto,
entendemos que, cuando nos encontramos ante seguros de vida colectivos que
instrumentan compromisos por pensiones, la excepción de la obligación de
identificación debería extenderse a aquellos supuestos en que el contrato concede
el derecho de rescate a la empresa tomadora exclusivamente a los efectos de integrar todos o parte de los compromisos en
otro contrato de seguro o en un plan de
pensiones promovido por la empresa
(artículo 29.1.b) del Real Decreto
1588/1999, de 15 de octubre, por el que
se aprueba el Reglamento sobre la Instrumentación de los Compromisos por
Pensiones de las Empresas con los Trabajadores y Beneficiarios). En esos supuestos, el valor de rescate no será percibido
en ningún caso por la empresa tomadora
o por los trabajadores asegurados, sino
que pasará a integrarse en otro plan de
pensiones o contrato de seguro, por lo
que no podría ser considerado como un
instrumento para el blanqueo.
(iv) Cuando el importe de la prima o de las
primas periódicas que se deben pagar
durante un año no exceda de 1.000 euros
o, si se trata de una prima única, cuando
el importe sea inferior a 2.500 euros.
(v) Cuando se trate de planes de pensiones
individuales siempre que la aportación o
201
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA
aportaciones al año no superen los 1.000
euros.
(vi) Cuando las contraprestaciones de seguros de vida y complementarios y planes
de pensiones se abonen en una cuenta
abierta a nombre del cliente en una entidad de crédito.
No obstante lo anterior, la excepción del
deber de identificación del cliente se limita a
estos supuestos, puesto que siempre será preciso
identificar al beneficiario de un contrato de seguro de vida o plan de pensiones con carácter previo a la entrega de la prestación por el asegurador o por la entidad gestora del fondo correspondiente.
El resto de las obligaciones impuestas en general a las instituciones financieras son exigibles a
las aseguradoras y corredurías en los mismos términos, siendo especialmente reseñable lo previsto en el artículo 3.5 del Real Decreto 925/1995
respecto de la obligación que tienen los sujetos
obligados de aplicar medidas adicionales de
identificación y conocimiento del cliente para
controlar el riesgo de blanqueo en las áreas de
negocio y actividades más sensibles, en particular, banca privada y otras. Tal previsión debe ser
tenida en consideración por aquellas entidades
aseguradoras y corredores que realizan una actividad próxima a lo que se viene conociendo
como banca privada, en especial, entidades que
operan en España en régimen de libre prestación
de servicios (principalmente, luxemburguesas,
dado que la normativa de ordenación de Luxemburgo permite a las aseguradoras invertir sus
provisiones técnicas en activos con un mayor riesgo que la normativa española), a través de productos de seguro de vida como los Unit Linked,
que son utilizados como una alternativa de inversión a la banca privada.
Por último, y al margen de lo que propiamente constituye la normativa sobre prevención del
blanqueo de capitales, el legislador, consciente
del riesgo existente de que el sector asegurador
sea utilizado como instrumento de blanqueo de
capitales del mismo modo que el mercado de
valores o las entidades de crédito, ha condiciona-
do la aprobación por la Dirección General de
Seguros y Fondos de Pensiones de las operaciones de adquisición de participaciones significativas en entidades aseguradoras a la obtención de
un informe del SEPBLAC que acredite que no
existen indicios racionales de que se están efectuando o se han intentado efectuar operaciones
de blanqueo o financiación del terrorismo o que
la adquisición no aumentará el riesgo de que se
efectúen tales obligaciones.
Esta obligación de contar con el informe del
SEPBLAC para valorar adecuadamente este criterio fue introducida en el artículo 22.ter del
Texto Refundido de la Ley de Ordenación y
Supervisión de los Seguros Privados (aprobado
por Real Decreto Legislativo 6/2004, de 29 de
octubre) por la Ley 5/2009, de 29 de junio (que
modifica igualmente, para introducir la misma
obligación de la CNMV y el Banco de España de
obtener tal informe, la Ley 24/1988, de 28 de
julio, del Mercado de Valores y la Ley 26/1988, de
29 de julio, sobre Disciplina e Intervención de las
Entidades de Crédito)6.
2.2.3. El Proyecto de Ley de prevención
del blanqueo de capitales y de la financiación
del terrorismo
Hasta el momento hemos analizado la normativa
vigente en la materia, pero, como ya hemos avanzado con anterioridad, la regulación actual sufrirá una importante modificación en breve plazo
cuando el Proyecto de Ley aprobado por el Consejo de Ministros el 27 de noviembre de 2009, y
que el 4 de diciembre del año en curso fue publicado en el Boletín Oficial de las Cortes Generales, supere el trámite parlamentario.
Este Proyecto tiene como uno de sus objetivos
primordiales unificar las normas de prevención
6
La Ley 5/2009 ha sido recientemente desarrollada por
el Real Decreto 1821/2009, de 27 de noviembre (BOE de 7
de diciembre de 2009), por el que se modifica el Reglamento de Ordenación y Supervisión de los Seguros Privados
(Real Decreto 2486/1998, de 20 de noviembre) en materia de
participaciones significativas.
202
CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA...
del blanqueo de capitales y de la financiación del
terrorismo, poniendo fin a la dispersión actual
debida a que la prevención del blanqueo se rige
por la Ley 19/1993, mientras que la prevención
de la financiación del terrorismo se rige por la
Ley 12/2003, de 21 de mayo, de Prevención y
Bloqueo de la Financiación del Terrorismo, que
ha venido a reproducir las obligaciones de prevención de la Ley 19/1993, lo que resulta claramente disfuncional, como puso de manifiesto el
Consejo General del Poder Judicial en su informe sobre el anteproyecto de ley.
de negocios a fin de garantizar que las transacciones efectuadas coincidan con el conocimiento
que el sujeto obligado tenga del cliente y de su
perfil empresarial y de riesgo. Asimismo, se exige
(artículo 6) que los sujetos obligados apliquen
medidas de seguimiento continuo de la relación
de negocios, incluido el escrutinio de las operaciones efectuadas a lo largo de dicha relación,
obligación ésta imprecisa y, en cierto modo, de
carácter retroactivo al exigir una revisión de operaciones anteriores sin ninguna precisión al respecto, con el riesgo evidente de que tal obligación
sea imposible de poner en práctica (lo que podría
solventarse si el alcance del seguimiento continuo
o de la revisión de operaciones anteriores se limitase a aquellos supuestos en que se detecte que
una nueva operación es notoriamente diferente a
las habituales del cliente de que se trate).
Los sujetos obligados aplicarán las medidas
de diligencia debida a todos los nuevos clientes y
también a los clientes existentes, en función del
oportuno análisis del riesgo, absteniéndose de
establecer relaciones de negocio o de ejecutar
operaciones cuando no puedan aplicar las medidas de diligencia debida.
Por otro lado, los sujetos obligados podrán
(artículo 8) recurrir a terceros sometidos a la ley
para la aplicación de las medidas de diligencia
debida, con excepción del seguimiento continuo
de la relación de negocios, si bien los sujetos obligados mantendrán la plena responsabilidad respecto de la relación de negocios incluso cuando
el incumplimiento sea imputable al tercero, sin
perjuicio de la eventual responsabilidad de éste.
El recurso a terceros para la aplicación de las
medidas de diligencia debida exigirá la previa
conclusión de un acuerdo escrito entre el sujeto
obligado y el tercero en el que se formalicen sus
respectivas obligaciones, aunque lo anterior no
será de aplicación a las relaciones de externalización o agencia cuando, en virtud de un acuerdo
contractual, el proveedor de servicios de externalización o agente deba ser considerado como
parte del sujeto obligado.
La medidas simplificadas de diligencia debida
se traducen en una autorización para los sujetos
2.2.3.1. Resumen de la nueva regulación
introducida con carácter general
por el Proyecto
Aunque los cambios que introducirá el Proyecto
no pueden considerarse como radicales, sí resultan significativos y algunos de ellos afectarán a
los sujetos obligados que operan en el sector asegurador. El texto del Proyecto, después de recoger una relación exhaustiva, en veintisiete apartados, de los sujetos obligados, establece cuáles
son las obligaciones de tales sujetos de una forma
mucho más detallada que la Ley 19/1993 que,
como antes señalábamos, recoge tales obligaciones en su artículo 3. De forma muy resumida, las
obligaciones más relevantes en la materia son las
siguientes:
1. Medidas de diligencia debida.
El capítulo II del Proyecto está dedicado a la
adopción de medidas de diligencia debida, distinguiéndose entre medidas normales de diligencia debida (Sección 1ª), medidas simplificadas
(Sección 2ª) y medidas reforzadas (Sección 3ª).
Las medidas normales consisten, básicamente,
en que (artículo 3) los sujetos obligados identificarán a cuantas personas físicas o jurídicas pretendan establecer relaciones de negocio o intervenir en cualesquiera operaciones, debiendo
comprobar la identidad de los intervinientes
mediante documentos fehacientes, y debiendo,
además, identificar al titular real y obtener información sobre el propósito e índole de la relación
203
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA
obligados para no aplicar las medidas de diligencia debida a determinados clientes (por ejemplo,
entidades financieras domiciliadas y supervisadas
en la Unión Europea) o ante determinadas operaciones o productos (v.gr., pólizas de seguro de
vida que no superen determinada cuantía; volveremos más adelante sobre este aspecto).
Por último, las medidas reforzadas de diligencia debida son exigibles ante supuestos de alto
riesgo de blanqueo de capitales o de financiación
del terrorismo, contemplando ciertas operaciones de riesgo (por ejemplo, relaciones de negocio
y operaciones no presenciales) y negocios y operaciones de personas con responsabilidad pública residentes en otros Estados de la Unión Europea o en terceros países.
2. Obligaciones de información.
Con carácter previo, para cumplir con las
obligaciones de información, el artículo 17 del
Proyecto exige a los sujetos obligados examinar
con especial atención cualquier hecho u operación que, con independencia de su cuantía,
pueda estar relacionado con el blanqueo o la
financiación del terrorismo. Los propios sujetos
obligados tendrán que concretar, al establecer sus
medidas de control interno, cómo se dará cumplimiento a este deber, pero, en cualquier caso,
deberán elaborar y difundir entre sus directivos,
empleados y agentes una relación de operaciones
susceptibles de estar relacionadas con el blanqueo de capitales o la financiación del terrorismo
(lo que, en la práctica, ya hacen muchas entidades aseguradoras, al incluir en sus manuales
internos el Catálogo Ejemplificativo de Operaciones de Riesgo de Blanqueo de Capitales para
Entidades Aseguradoras, emitido por el Ministerio de Economía y que contiene la relación de
operaciones que el Ministerio estima que suponen un mayor riesgo de blanqueo).
Además, los sujetos obligados comunicarán al
SEPBLAC cualquier hecho u operación respecto
de la cual existan indicios o certeza de que está
relacionado con el blanqueo o la financiación del
terrorismo, absteniéndose de ejecutar cualquier
operación sospechosa y debiendo comunicar
periódicamente al SEPBLAC las operaciones que
se determinen reglamentariamente y, cuando no
existan operaciones susceptibles de comunicación, también deberán comunicar esa circunstancia con la periodicidad que se determine.
Asimismo, deberá proporcionarse a la Comisión de Prevención del Blanqueo de Capitales e
Infracciones Monetarias la documentación e
información que requiera, no pudiendo revelarse
al cliente ni a terceros que se ha comunicado
información al SEPBLAC o que se está examinando o puede examinarse alguna operación.
Por último, deberá conservarse durante diez años
la documentación en que se formalice el cumplimiento de las obligaciones en esta materia, lo
que supone un incremento de cuatro años respecto de la obligación de conservación vigente
que fue solicitado por la Fiscalía Especial Antidroga por ser éste (diez años) el plazo de prescripción del delito de blanqueo de capitales de
acuerdo con el Código Penal.
En relación con el plazo de conservación de la
documentación, la ampliación de dicho plazo ha
sido objeto de crítica, en concreto por parte de
UNESPA, dado que tanto la 10ª Recomendación
del GAFI como el artículo 30 de la Directiva
2005/60/CE establecen que los documentos necesarios sobre las operaciones realizadas deben
conservarse durante un período mínimo de cinco
años desde que hayan finalizado las relaciones de
negocio con su cliente.
Como acabamos de señalar, la ampliación de
ese plazo a diez años viene motivada por el plazo
de prescripción del delito de blanqueo, pero a
nuestro juicio carece de justificación que el artículo 25.2 del Proyecto exija que los sujetos obligados almacenen las copias de los documentos
exigibles en soportes ópticos, magnéticos o electrónicos que garanticen su integridad, la correcta lectura de los datos, la imposibilidad de manipulación y su adecuada conservación y localización, excluyendo, por tanto, la posibilidad de
conservar tales copias en papel. En nuestra opinión, tal exigencia, amén de que pueda resultar
muy gravosa para ciertas entidades de reducida
dimensión y con limitadas posibilidades técnicas,
supone un exceso reglamentario de la norma,
204
CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA...
4. Medios de pago.
Finalmente, el Proyecto establece la obligación de las personas físicas de presentar declaración previa de los movimientos de entrada o salida de territorio nacional de medios de pago
(entendiendo por tales el papel moneda y la
moneda metálica, cheques bancarios al portador
y cualquier otro medio físico, incluyendo los electrónicos concebidos para ser utilizados como
medio de pago al portador) por importe igual o
superior a 10.000 o su contravalor en moneda
extranjera, así como los movimientos por territorio nacional de medios de pago por importe
igual o superior a 100.000 o su contravalor en
moneda extranjera.
pues los sujetos obligados deben tener libertad
para decidir cómo conservar su documentación y,
obviamente, tan válida a efectos probatorios es a
priori una copia en papel como otra en soporte
magnético.
3. Control interno.
Los sujetos obligados deberán aprobar y aplicar políticas y procedimientos adecuados en
materia de diligencia debida, información, etc.,
con objeto de prevenir e impedir operaciones
relacionadas con el blanqueo o la financiación
del terrorismo. Al efecto, aprobarán una política
expresa de admisión de clientes, describiendo
aquellos tipos de clientes que podrían presentar
un riesgo superior, designarán un alto directivo
como representante ante el SEPBLAC, que será
responsable del cumplimiento de las obligaciones de información recogidas en el Proyecto, y
establecerán un órgano de control interno responsable de la aplicación de las políticas y procedimientos, presidido por el representante ante el
SEPBLAC y con representación de las distintas
áreas de negocio. Igualmente, deberán aprobar
un manual adecuado de prevención de blanqueo
y de la financiación del terrorismo que deberá
mantenerse actualizado.
Las medidas de control interno deberán ser
examinadas anualmente por un experto externo,
que valorará la eficacia de las mismas y propondrá rectificaciones o mejoras7.
Por último, será preciso adoptar las medidas
oportunas para proporcionar la adecuada formación de los empleados, de modo que éstos tengan
un conocimiento suficiente de las exigencias
derivadas de la norma, debiendo participar en
cursos específicos de formación permanente en
la materia de cara a detectar las operaciones con
riesgo e instruirles sobre la forma de proceder en
estos casos.
2.2.3.2. Incidencia del Proyecto en el sector
asegurador
Acabamos de reseñar muy sucintamente las obligaciones más importantes que, con carácter general, introduce el Proyecto de ley. Lógicamente, las
anteriores obligaciones afectan también a los sujetos obligados del sector asegurador, que siguen
siendo (artículo 2.1.b) del Proyecto) «Las entidades
aseguradoras autorizadas para operar en el ramo de
vida y los corredores de seguros cuando actúen en relación con seguros de vida u otros servicios relacionados
con inversiones», así como –artículo 2.1.e)– las
entidades gestoras de fondos de pensiones.
Siguen estando sujetas las personas o entidades no residentes que, a través de sucursales o
mediante la prestación de servicios sin establecimiento permanente, desarrollen en España las
actividades de los sujetos obligados, por lo que
las sucursales de entidades aseguradoras o corredurías que operen en vida en España o aquellas
que lo hagan en régimen de libre prestación de
servicios estarán también sometidas a la nueva
norma.
El Proyecto no introduce ninguna precisión
respecto de la circunstancia de que los sujetos
obligados están sometidos a las obligaciones de
la norma respecto de las operaciones realizadas a
través de agentes u otras personas físicas o jurí-
7
En sus Observaciones Preliminares al anteproyecto de
ley, UNESPA sugirió que el examen del experto externo
debe tener un carácter bianual, al igual que en materia de
protección de datos, dado el coste que estas auditorías supone para las aseguradoras (lógicamente, tal sugerencia y su
justificación son extensibles a todos los sujetos obligados).
205
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA
dicas que actúen como mediadores o intermediarios de aquéllos. Por lo tanto, sigue sin concretarse cuál es la posición de los auxiliares de seguros
que, al no ser mediadores, no estarían expresamente recogidos en el segundo párrafo del artículo 2.2. del Proyecto. Por lo tanto, ante el
silencio de la norma, será preciso entender que
las entidades aseguradoras seguirán asumiendo
la responsabilidad por los actos de los auxiliares
que trabajen para sus agentes, mientras que los
corredores asumirán tal responsabilidad respecto
de sus propios auxiliares.
Por otro lado, el Proyecto introduce algunas
precisiones relativas a las obligaciones asumidas
por los sujetos obligados del sector asegurador.
Así, por lo que se refiere a la adopción de medidas normales de diligencia debida, el artículo
3.3. del Proyecto establece que, en el ámbito del
seguro de vida, la comprobación de la identidad
del tomador deberá realizarse con carácter previo a la celebración del contrato, mientras que la
comprobación de la identidad del beneficiario
del seguro de vida deberá realizarse en todo caso
con carácter previo al pago de la prestación derivada del contrato o al ejercicio de los derechos de
rescate, anticipo o pignoración conferidos por la
póliza.
Este precepto contiene, a nuestro juicio, un
error conceptual: el ejercicio de los derechos de
rescate, anticipo o pignoración corresponde, ex
artículos 96, 97, 98 y 99 de la Ley 50/1980, de 8
de octubre, de Contrato de Seguro, al tomador
de la póliza, por lo que, una vez comprobada su
identidad al celebrarse el contrato, no sería preciso comprobarla de nuevo en el momento de
ejercitarse tales derechos, salvo, en hipótesis, en
el caso de que del seguimiento continuo de la
relación de negocios surgiese alguna razón que
motivase esa segunda comprobación de identidad.
En cualquier caso, el artículo 10 del Proyecto,
teniendo presentes las peculiaridades de los productos de seguro, autoriza a los sujetos obligados
a no aplicar las medidas de diligencia debida
previstas en los artículos 3.2., 4, 5 y 6 (comprobación de la identidad de los intervinientes
mediante documentos fehacientes, identificación
del titular real, obtención de información sobre
el propósito e índole de la relación negocial y
seguimiento continuo de la relación de negocios)
respecto de los siguientes productos u operaciones:
a) Pólizas de seguro de vida cuya prima anual
no exceda de 1.000 o cuya prima única
no exceda de 2.500 , salvo que se fraccione la operación.
b) Instrumentos de previsión social complementaria enumerados en el artículo 51 de
la Ley 35/2006, de 28 de noviembre, del
Impuesto sobre la Renta de las Personas
Físicas (planes de pensiones, mutualidades
de previsión social, planes de previsión asegurados –PPAs–, planes de previsión social
empresarial –PPSE– y contratos de seguro
que cubran exclusivamente el riesgo de
dependencia severa o de gran dependencia), siempre y cuando la liquidez esté limitada a los supuestos contemplados por la
normativa de planes y fondos de pensiones
y no puedan servir de garantía para un
préstamo.
c) Seguros colectivos que instrumenten compromisos por pensiones, siempre que cumplan los siguientes requisitos:
1. Que instrumenten compromisos que
tengan su origen en convenio colectivo o
en un expediente de regulación de
empleo aprobado por la autoridad laboral correspondiente, quedando por tanto
excluidos de esta excepción aquéllos que
deriven de reglamentos internos, de
decisiones unilaterales de las empresas,
de pactos entre las empresas y sus trabajadores o de otro tipo de acuerdos.
2. Que las primas abonadas por las empresas se imputen fiscalmente a los asegurados.
3. Que no admitan el pago de primas por
parte del trabajador asegurado que,
sumadas a las abonadas por el empresario tomador del seguro, supongan un
importe superior a los límites de reduc206
CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA...
ción previstos en el artículo 52.1.b) de
la Ley 35/2006 (10.000 anuales, salvo
en el supuesto de los mayores de 50
años, en cuyo caso el límite será de
12.500 ).
4. Que no puedan servir de garantía para
un préstamo y no contemplen otros
supuestos de rescate distintos a los
excepcionales de liquidez recogidos en
la normativa de planes de pensiones, o
el de movilización a un plan de pensiones o a otra póliza de seguro colectivo
de vida.
Como puede apreciarse, en la redacción
actual del Proyecto ha desaparecido la excepción
a la obligación de identificación de los clientes
cuando el importe de las contraprestaciones de
los seguros de vida y planes de pensiones sea
adeudado en una cuenta abierta a nombre del
cliente en una entidad de crédito sujeta a las obligaciones de prevención de blanqueo, recogida
actualmente en el artículo 4.2.d) del Real Decreto 925/1995 (excepción que fue introducida por
el Real Decreto 54/2005).
La desaparición de tal excepción ha sido criticada por UNESPA en sus Observaciones Preliminares al anteproyecto por entender que tal
excepción se recoge en la Directiva 91/308/CEE
tras la modificación de la misma por la Directiva
2001/97/CE sin que, a juicio de UNESPA, exista
justificación para la supresión de la excepción,
que obligará a las entidades aseguradoras a realizar cambios muy significativos de sus procedimientos internos. Al respecto, UNESPA ha destacado el notorio esfuerzo realizado por el sector
asegurador español para dar cumplimiento a la
normativa vigente en la materia desde la promulgación de la Ley 19/1993, por ejemplo, exigiendo que el pago de las primas se realice a través de cuentas bancarias abiertas a nombre de los
clientes (según estudios realizados por la propia
UNESPA, más del 90% del pago de primas se
realiza en la actualidad por esta vía, lo que limita
notablemente las posibilidades de blanqueo de
capitales mediante la contratación de pólizas de
seguro de vida).
Aunque compartimos los motivos que llevan
a UNESPA a criticar la supresión de la excepción
de identificación en estos supuestos, no puede
obviarse el hecho de que el artículo 10 del Proyecto es una transposición directa del artículo
11.5 de la Directiva 2005/60/CE, que en este
punto no parece dejar un gran margen de
acción a los Estados miembros, salvo la mención
recogida en el último párrafo de dicho precepto8.
Ahora bien, el apartado (9) del preámbulo de
la Directiva 2006/70/CE considera que resulta
oportuno aplicar procedimientos simplificados
de diligencia debida en determinadas circunstancias, por ejemplo, cuando los beneficios del producto financiero no puedan realizarse, en general, en favor de terceros y sólo sean realizables a
largo plazo, como es el caso de algunas pólizas de
seguros de inversión o productos de ahorro, o
cuando el objeto del producto financiero sea
financiar activos materiales, a condición de que
las transacciones se realicen a través de cuentas
bancarias y se sitúen por debajo de un umbral
apropiado. Por lo tanto, teniendo presente que el
Proyecto también viene a transponer a nuestro
Derecho la Directiva 2006/70/CE, sería perfectamente admisible, a nuestro juicio, extender la
posibilidad de aplicar medidas simplificadas de
diligencia debida cuando las contraprestaciones
derivadas de pólizas de seguro de vida o de pla-
8
«(...) 5. No obstante lo dispuesto en el artículo 7, letras a), b)
y d), en el artículo 8 y en el artículo 9, apartado 1, los Estados
miembros podrán autorizar a las entidades y personas sujetas a lo
dispuesto en la presente Directiva a no aplicar medidas de diligencia debida a:
a) las pólizas de seguro de vida cuya prima anual no exceda
de 1 000 EUR o cuya prima única no exceda de 2 500
EUR;
b) las pólizas de seguros para planes de pensiones, siempre y
cuando no contengan cláusula de rescate ni puedan servir
de garantía para un préstamo;
c) los planes de pensiones, jubilación o similares que contemplen el abono de prestaciones de jubilación a los empleados,
siempre y cuando las cotizaciones se efectúen mediante
deducción del salario y las normas del plan no permitan a
los beneficiarios ceder su participación;
d) el dinero electrónico (...).
o en el caso de cualquier otro producto o transacción que comporte
un riesgo escaso de blanqueo de capitales o financiación del terrorismo y que cumpla los criterios técnicos establecidos de conformidad
con el artículo 40, apartado 1, letra b) (...)».
207
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA
UNESPA considera, opinión que compartimos,
que debe reconocerse y aceptarse el resultado de
la aplicación de las medidas de diligencia por
parte de tales sujetos obligados, pues, de otro
modo, se estaría duplicando la labor a realizar.
Además, ello no supondrá una carga adicional
para los corredores pues estos deben adoptar las
medidas de diligencia debida en todo caso, sin
que su responsabilidad aumente o varíe por el
hecho de que el asegurador no deba ejecutar
medidas como la identificación formal o la
obtención de información del cliente sobre la
naturaleza de su actividad profesional o empresarial.
Por otra parte, dado que la forma de pago de
la prima se realiza en la inmensa mayoría de los
casos a través de una cuenta bancaria, la entidad
de crédito correspondiente habrá aplicado las
medidas de diligencia debida oportunas, por lo
que también en este caso sería innecesario que la
aseguradora adoptase nuevamente tales medidas.
En cualquier caso, de no modificarse la redacción actual, sería preciso que las entidades aseguradoras aplicasen medidas de diligencia debida a pesar de haberlas aplicado previamente
corredores o entidades de crédito, salvo que se
pactase por escrito con estos «terceros sometidos
a la presente ley» que fueran ellos los que aplicasen las medidas de diligencia debida. No obstante, la firma de tales acuerdos con corredores y
entidades de crédito, al margen de los problemas
prácticos que pudiese plantear (v.gr., necesidad
de firma de acuerdos con las más de trescientas
entidades de crédito que operan en España), no
limitaría la responsabilidad de las aseguradoras
en la materia, pues seguirían respondiendo de la
actuación desarrollada por los corredores y entidades de crédito a pesar de tener estos la consideración de sujetos obligados10.
nes de pensiones se realicen a través de cuentas
bancarias abiertas a nombre de clientes.
Por otro lado, una cuestión de gran trascendencia para el sector asegurador es la relativa a la
aplicación de medidas de diligencia debida por
terceros, prevista en el artículo 8 del Proyecto.
Con arreglo a lo que antes señalábamos, los sujetos obligados podrán recurrir a terceros sometidos a la ley para aplicar las medidas de diligencia debida (identificación formal, identificación
del titular real, obtención de información sobre
el propósito e índole del negocio, etc.), con
excepción del seguimiento continuo de la relación de negocios. Para ello, será preciso la conclusión de un acuerdo escrito entre el sujeto obligado y el tercero en el que se formalicen sus obligaciones, si bien los sujetos obligados serán responsables de la operación, aun cuando el incumplimiento sea imputable al tercero, sin perjuicio
de la propia responsabilidad de este último.
Como ha puesto de manifiesto UNESPA, las
entidades aseguradoras comercializan sus productos principalmente a través de mediadores,
agentes, operadores de banca-seguros y corredores, por lo que son los mediadores quienes tienen
acceso al cliente. Mientras que agentes y operadores de banca-seguros no son sujetos obligados,
recayendo la responsabilidad por su actuación
sobre la aseguradora, los corredores son sujetos
obligados con idénticas obligaciones que las aseguradoras, por lo que deben aplicar «ex lege» las
medidas de diligencia debida. En este caso, las
aseguradoras no recurren a terceros para aplicar
tales medidas, sino que es el cliente el que acude
al corredor para solicitar su asesoramiento y es el
corredor quien, como sujeto obligado, debe cumplir con los requisitos exigidos por la norma.
Por lo tanto, cuando el «tercero» que intervenga en una operación sea un sujeto obligado9,
9
La Recomendación 9ª del GAFI establece que tercero
es un intermediario no sujeto a la normativa de prevención
del blanqueo a quien las instituciones financieras pueden
delegar llevar a cabo la identificación, recayendo la responsabilidad final sobre la propia entidad financiera. Sin embargo, la Directiva 2005/60/CE es más confusa al respecto, pues
tercero puede ser tanto un sujeto obligado como cualquier
otra entidad o persona (artículos 14 y 15).
10
A pesar de lo manifestado por UNESPA en sus Observaciones Preliminares al anteproyecto, las Cartas de Condiciones suscritas por aseguradoras y corredores son frecuentes en nuestro mercado y su mera existencia no implica una
vulneración de la independencia que debe mantener el
corredor respecto de las entidades aseguradoras por lo que,
208
CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA...
para tratar de aproximar las prácticas del sector
a los principios que inspiran la materia en otros
Estados de la Unión Europea, pero dejando un
amplio margen de maniobra a las compañías
para establecer sus procedimientos internos en la
materia. De acuerdo con esta Guía, el objetivo
último del control interno es potenciar la operativa interna de la entidad, incrementar su capacidad para gestionar las situaciones internas y
externas que se presenten e identificar las deficiencias o errores significativos en sus procesos
internos para poder orientar los planes de acción
que permitan corregirlos.
Por este motivo, las previsiones contenidas en la
citada Guía son genéricas y, si se quiere, programáticas, estableciéndose, en relación con la prevención del blanqueo de capitales, que el Consejo
de Administración de cada entidad será responsable de aprobar los programas, procedimientos y
controles internos necesarios para combatir el
blanqueo y la financiación de actividades terroristas, debiéndose encargar la Dirección de llevar a
cabo las directrices del Consejo mediante el desarrollo de tales procedimientos y controles internos. Para lograr este objetivo, la Dirección deberá
basarse en las diversas áreas de negocio, que serán
las responsables del diseño e implantación del sistema de control interno, que deberán ser los adecuados para cumplir la regulación específica del
sector, así como la normativa fiscal, contable, de
protección de datos, etc., y, por lo que ahora nos
ocupa, la que regula la prevención del blanqueo
de capitales y la financiación del terrorismo.
Como puede observarse, la Guía de UNESPA
incide en aquellos aspectos que deben ser tenidos
en cuenta a la hora de diseñar los procedimientos adecuados de control interno, pero es cada
entidad aseguradora la que tiene la responsabilidad de establecer tales controles y que los mismos sean adecuados para lograr el fin perseguido. En este sentido, aunque pueden existir, y de
hecho existen, entidades cuyos procedimientos
internos de control no son adecuados o son
manifiestamente deficientes, los mayores problemas se pueden localizar, en nuestra opinión, en
los grupos bancarios que integran entidades aseguradoras y/o corredurías de seguros.
En consecuencia, entendemos que este precepto debería ser modificado de forma que la
aplicación de medidas de diligencia debida por
parte de un sujeto obligado que intervenga en la
operación haga innecesaria la adopción de tales
medidas por otro sujeto obligado, en este caso las
entidades aseguradoras, sin necesidad de alcanzar acuerdos escritos para ello y sin que los sujetos obligados (por lo que aquí nos interesa, la aseguradora) asuman la responsabilidad por la
actuación de los terceros que intervienen en la
relación negocial y que también tienen la consideración de sujetos obligados.
2.3. LA AUTORREGULACIÓN ACAECIDA
EN EL SECTOR ASEGURADOR
No debemos concluir este breve estudio sin hacer
una breve referencia a la autorregulación del sector asegurador, en una doble dimensión: la autorregulación derivada de la asociación sectorial
que agrupa a las entidades aseguradoras en
España, UNESPA, y la llevada a cabo por cada
entidad aseguradora o correduría de seguros.
En este sentido, de conformidad con lo que
establecen tanto el artículo 3.7 de la vigente Ley
19/1993 como los artículos 26 y siguientes del
Proyecto de Ley a que dedicábamos el anterior
epígrafe, los sujetos obligados deberán establecer
procedimientos y órganos de control interno y de
comunicación a fin de evitar la realización de
operaciones de blanqueo de capitales y, a partir
de la aprobación de la nueva ley, de financiación
del terrorismo. Esta obligación legal ha llevado
en concreto a UNESPA a publicar la «Guía de
buenas prácticas en materia de control interno»,
cuya última actualización es de 2007, en la que,
reconociendo la especial relevancia que tiene el
proceso de control interno en el ámbito asegurador, desarrolla esta iniciativa de autorregulación
en nuestra opinión, podrían suscribirse acuerdos escritos
entre aseguradoras y corredores, bien en el marco de una
Carta de Condiciones o bien mediante acuerdos ad hoc, en
virtud de los cuales los corredores asuman la obligación de
aplicar las medidas de diligencia debida.
209
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA
Sin perjuicio de que en ciertos grupos se ha
prestado una gran atención a las características
especiales de la actividad desarrollada por las
entidades que operan en el sector asegurador
(siguiendo la recomendación de la Guía de
UNESPA de que las áreas de negocio sean las que
diseñen e implanten el sistema de control interno correspondiente), en otros casos se ha apreciado una cierta falta de atención a las peculiaridades de los operadores de este sector, tal vez por
entender que los principales riesgos de que los
grupos bancarios sean utilizados para el blanqueo de fondos de origen delictivo no se localizan en las aseguradoras o corredurías de dichos
grupos (visión ésta que, como antes hemos señalado y ha apuntado el GAFI, ha quedado un
tanto desfasada en la actualidad). Ello ha llevado
consigo que gran parte de los reglamentos o
manuales internos de los grupos bancarios se
limiten a reproducir, en lo relativo a las entidades
aseguradoras y corredurías del grupo de que se
trate, las normas vigentes en la materia y/o el
Catálogo Ejemplificativo de Operaciones de
Riesgo de Blanqueo de Capitales para Entidades
Aseguradoras, facilitado por el Ministerio de
Economía.
Por ello, y sin entrar en mayores precisiones
que exceden del alcance de este breve estudio,
entendemos que sería muy recomendable el establecimiento de procedimientos específicos de
control interno que tengan presentes las evidentes especialidades de la operativa aseguradora,
por ejemplo, por lo que se refiere a la formación
de los empleados, al procedimiento de cobros y
pagos y a la estructuración contractual de las previsiones sobre prevención del blanqueo y financiación del terrorismo en las relaciones entre aseguradoras y mediadores.
Esta sofisticación exige en paralelo un
mayor esfuerzo para que los estados actualicen sus sistemas nacionales contra el
blanqueo de capitales y la financiación del
terrorismo. Tales técnicas sofisticadas de
blanqueo de capitales y financiación del
terrorismo sólo son viables a través de la
utilización del mercado y de las instituciones financieras, que se convierten en el
principal sujeto obligado por la normativa
de prevención del blanqueo.
2. Aunque, dentro del sector financiero, las
entidades aseguradoras y las corredurías
de seguros no parecen ser el principal
medio para el lavado de fondos delictivos y
la financiación del terrorismo, la modernización del sector lo ha convertido en objetivo de las redes de blanqueo, tal y como ha
destacado el propio GAFI.
3. La constante actualización de la normativa a
los nuevos desafíos en esta materia, que
viene representada en la actualidad por el
Proyecto de Ley de Prevención del Blanqueo de Capitales y de la Financiación del
Terrorismo, afectará igualmente al sector
asegurador, momento éste que debería ser
aprovechado para mejorar algunos aspectos
de dicha normativa, teniendo en consideración las inquietudes y el conocimiento del
sector asegurador. En cualquier caso, las
entidades aseguradoras y corredurías deberán tener presente la nueva regulación que
próximamente se promulgará en la materia
y que, aunque no es previsible que suponga
cambios radicales, sí introducirá algunas
modificaciones no carentes de relevancia.
4. Por otro lado, como sucede con todas las
entidades financieras, la autorregulación
en materia de prevención del blanqueo de
capitales es también muy relevante en el
sector asegurador. No obstante, atendiendo en concreto a la autorregulación de los
grupos bancarios que integran entidades
aseguradoras y/o corredurías de seguros, se
ha apreciado una cierta falta de atención a
las peculiaridades de los operadores del
3. CONCLUSIONES
1. Como ha puesto de manifiesto el GAFI, en
los últimos años se ha apreciado un incremento en la utilización de sofisticadas técnicas dirigidas a eludir la normativa sobre
prevención del lavado de fondos delictivos.
210
CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA...
queo de Capitales. Ed. Marcial Pons, Madrid,
2007.
sector asegurador, tal vez por entender que
los principales riesgos de que los grupos
bancarios sean utilizados para el blanqueo
de fondos de origen delictivo no se localizan en las aseguradoras o corredurías de
dichos grupos.
Como señala la Guía de Buenas Prácticas en
Materia de Control Interno de UNESPA, las
áreas de negocio deben diseñar e implementar los sistemas de control interno aplicables en cada área concreta, por lo que
deben ser las entidades aseguradoras de los
grupos bancarios las que, de forma autónoma, diseñen tales controles, para que los
mismos sean integrados en los manuales de
procedimiento y control interno del grupo
bancario del que formen parte.
BOLDÓ RODA, C.: Comentarios a la Ley de
Contrato de Seguro (coord. J. BOQUERA
MATARREDONA, J. BATALLER GRAU y J.
OLAVARRÍA IGLESIA). Ed. Tirant lo Blanch,
Valencia, 2002.
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Seguro (dir. F. SÁNCHEZ CALERO). Ed.
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BIBLIOGRAFÍA
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el marco de la actividad bancaria». VLEX, octubre 2007.
ÁLVAREZ PASTOR, D. y EGUIDAZU PALACIOS, F.: Manual de Prevención del Blan-
211
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