CAPÍTULO VI CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA EL TERRORISMO Y OPERACIONES DE BLANQUEO DE CAPITALES Luis Alfonso Fernández Manzano que los estados actualicen y coordinen sus sistemas nacionales contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo. Tales técnicas sofisticadas de blanqueo de capitales y financiación del terrorismo sólo son viables a través de la utilización del mercado y de las instituciones financieras, que se convierten en instrumentos de organizaciones delictivas y, por consiguiente, en el principal sujeto obligado por la normativa de prevención del blanqueo, normativa en continuo desarrollo, precisamente por la creatividad e innovación de que hacen gala dichas organizaciones. Evidentemente, el blanqueo de capitales no es un fenómeno reciente, sino que, ya desde la década de los años setenta del pasado siglo, ha llegado a alcanzar unas cifras extraordinarias, al estar vinculado a una de las mayores actividades económicas de nuestros días, el narcotráfico. Sin embargo, el terrorismo internacional y la problemática relativa a su financiación son aspectos más cercanos en el tiempo, de los que hemos sido especialmente conscientes a partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, y los posteriores del 11 de marzo de 2004 en Madrid y de 7 de julio de 2005 en Londres. Ambos fenómenos se desarrollan fundamentalmente a través del sistema financiero. Como apuntan algunos autores (ÁLVAREZ PÁSTOR, D. y EGUIDAZU PALACIOS, F.: Manual de Prevención del Blanqueo de Capitales. Ed. Marcial 1. UNA APROXIMACIÓN A LA PROBLEMÁTICA DE LA PREVENCIÓN DEL BLANQUEO EN EL SECTOR FINANCIERO Como ha puesto de manifiesto el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI)1, en los últimos años se ha apreciado un incremento en la utilización de sofisticadas técnicas dirigidas a eludir la normativa sobre prevención del lavado de fondos delictivos, tales como el uso de personas jurídicas interpuestas para encubrir la titularidad y el control de los activos de procedencia ilegal y otros instrumentos que podrían encajar en lo que genéricamente se ha venido denominando «ingeniería financiera». La sofisticación a que nos referimos exige en paralelo un mayor esfuerzo para 1 El Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI, o, por sus siglas en inglés, FATF –Financial Action Task Force on Money Laundering–) fue creado por los Jefes de Estado y de Gobierno del Grupo de los Siete Grandes, junto al Presidente de la Comisión de la CEE, en la cumbre celebrada en París en julio de 1989, con la misión específica de estudiar y promover las medidas destinadas a combatir el blanqueo de capitales procedentes fundamentalmente del tráfico de drogas. El mayor logro del GAFI ha sido la publicación de sus Cuarenta Recomendaciones, cuya última versión data de 20 de junio de 2003, que han tenido, y siguen teniendo a día de hoy, una importancia radical en la materia. El GAFI ha publicado, asimismo, nueve recomendaciones especiales relativas a la prevención de la financiación del terrorismo, siendo la versión actualizada de las mismas de 22 de octubre de 2004. 191 ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA Pons. Madrid, 2007, pág. 18), las razones que pueden explicar este hecho son varias: tamaño del mercado financiero y complejidad de sus operaciones que lo hacen idóneo para estas operaciones; gran disparidad de las reglamentaciones nacionales financieras y bancarias; deficiente o prácticamente nula supervisión bancaria en algunos países; existencia del secreto bancario y posibilidades de anonimato que brindan algunas legislaciones nacionales; nuevas técnicas y procedimientos bancarios que, aunque dirigidos a agilizar las operaciones y facilitar los trámites a los clientes, son utilizados por las organizaciones delictivas para enmascarar sus operaciones, etc. De hecho, las características que, de forma genérica, se han atribuido al blanqueo de capitales, son igualmente aplicables a la financiación del terrorismo: carácter internacional, volumen de la actividad, que le confiere características especiales, profesionalización de las organizaciones dedicadas al blanqueo y gran variedad de las técnicas empleadas por las mismas. De cualquier modo, es preciso señalar que, aunque se sirven del sistema financiero para lograr sus objetivos mediante las mismas técnicas, el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo son conceptualmente distintos: el blanqueo implica la ilicitud del origen de los fondos que se pretenden blanquear (sólo se «lava» el dinero «sucio»), mientras que los fondos que se utilizan para financiar el terrorismo pueden tener un origen perfectamente lícito (piénsese, por ejemplo, en las aportaciones voluntarias realizadas a grupos terroristas por sus simpatizantes), aunque también pueden provenir de actividades ilícitas (extorsión, robo, narcotráfico, etc.). No obstante, tanto para el blanqueo de capitales como para la financiación del terrorismo, los mecanismos para enmascarar el origen de los fondos y el camino que siguen hasta llegar a sus destinatarios son coincidentes, y en ambos casos parten de la base de la utilización del sistema financiero. La vulnerabilidad de este sistema financiero motivó la aparición de textos internacionales que, desde la Declaración de Basilea de 1988 hasta las recientes Directivas comunitarias aún pendientes de transposición a nuestro Derecho, han tratado de impedir la utilización del mercado financiero por parte de blanqueadores y terroristas. Como es obvio, este objetivo exige una continua adaptación por parte del ordenamiento jurídico a las técnicas innovadoras utilizadas por estas organizaciones delictivas. En este ámbito, prácticamente más que en ningún otro, se puede afirmar sin temor a caer en el error que, de forma inevitable, el Derecho va por detrás de la realidad social. Dentro del sector financiero, las entidades aseguradoras y las corredurías de seguros no parecen ser el principal medio para el lavado de fondos delictivos y la financiación del terrorismo. Sin embargo, la progresiva modernización del sector asegurador y la aparición de nuevos y más sofisticados productos de vida que pueden utilizarse como instrumentos de inversión, han convertido al sector asegurador en objetivo de las organizaciones a que venimos refiriéndonos, como puso de manifiesto el GAFI, en su informe anual 2004-2005. En dicho informe, el GAFI analizaba tres nuevos frentes de lucha contra el blanqueo y la financiación del terrorismo: los denominados sistemas alternativos de remesa («alternative remittance systems», es decir, sistemas de transferencia de fondos fuera de los canales bancarios ordinarios), las implicaciones en este fenómeno de la inmigración ilegal y del tráfico ilegal de inmigrantes y la utilización del sector del seguro con fines de lavado de fondos. En esta misma línea de atender a las peculiaridades del sector asegurador, el GAFI ha publicado una Guía para el Sector de Seguros de Vida (http://www.fatf-gafi.org/dataoecd/0/15/ 43905397.pdf), dirigida tanto a las autoridades públicas como a las entidades aseguradoras y a los mediadores que operan en seguro de vida, lo que pone de manifiesto la relevancia que se atribuye a la prevención del blanqueo de fondos delictivos y de la financiación del terrorismo a través del sector asegurador. Dada la trascendencia que el sector asegurador ha adquirido en la materia, el objeto de este 192 CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA... breve estudio es analizar sucintamente la incidencia de la normativa vigente sobre las compañías aseguradoras y corredurías que operan en vida, los aspectos más relevantes de la misma, las novedades que la nueva normativa, que se encuentra en proceso de elaboración (representada por el Proyecto de Ley de Prevención del Blanqueo de Capitales y de la Financiación del Terrorismo, aprobado por el Consejo de Ministros el 27 de noviembre de 2009 y publicado en el Boletín Oficial de las Cortes Generales de 4 de diciembre de 2009), supondrá para el sector y, finalmente, la relevancia de la autorregulación en este ámbito, en especial en los grupos bancarios que integran entidades aseguradoras y corredurías de seguros. interno de lucha contra el blanqueo resultaba ineficaz precisamente por la internalización del sistema financiero que permitía blanquear en el resto de países los capitales generados por las actividades ilícitas desarrolladas en suelo estadounidense. En diciembre de 1988 se aprobaron dos textos claves en la prevención del blanqueo: la Declaración de Basilea, de 12 de diciembre de 1988, que recoge los principios sobre la prevención de la utilización del sistema bancario para el blanqueo de fondos de origen criminal, que fue hecha por los representantes de los bancos centrales y autoridades monetarias de los países miembros del Grupo de los Diez2, y cuyo objetivo fundamental era que los bancos pusiesen en práctica una serie de reglas y procedimientos para colaborar en la eliminación de las operaciones de blanqueo de dinero a través del sistema bancario nacional e internacional; y la Convención de las Naciones Unidas contra el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas, aprobada en Viena el 20 de diciembre de 1988. Tanto la Declaración de Basilea como la Convención de Viena constituyen lo que podríamos denominar la primera piedra del sistema internacional de prevención del blanqueo de capitales, pero, obviamente, una actividad ilícita en continuo cambio exige una adaptación legislativa paralela, lo que llevó a la aparición de normativas estatales, algunas incluso anteriores a los textos internacionales citados, y, por lo que ahora más nos importa, a la aprobación de varias normas comunitarias de la máxima trascendencia, desde la Directiva 91/308/CEE, de 10 de junio de 1991, sobre la prevención del uso del sistema financiero con la finalidad del blanqueo de capitales, hasta las Directivas 2005/60/CE, de 26 de octubre de 2005, y 2006/70/CE, de 1 de agosto de 2006, aún no transpuestas a nuestro ordenamiento jurídico. Como puede observarse, aunque el fenómeno del blanqueo es conocido de antiguo, la normati- 1.1. ORÍGENES DE LAS NORMATIVAS ANTI-BLANQUEO 1.1.1. Un contexto histórico cercano y cambiante Aunque con anterioridad se habían adoptado medidas puntuales contra el blanqueo de fondos procedentes de actividades delictivas, el origen de la lucha contra el blanqueo se suele datar en una fecha reciente, en concreto, en 1988, momento en el que se produce un cambio normativo radical, del que deriva de forma mediata la actual regulación en la materia. Como señalan ÁLVAREZ PASTOR y EGUIDAZU PALACIOS (Manual de Prevención del Blanqueo de Capitales, op. cit., págs. 44 y ss.), a finales de ese año la comunidad internacional tomó conciencia de que el blanqueo de capitales (aún no la financiación del terrorismo) era un fenómeno patológico que amenazaba los pilares fundamentales de los países desarrollados (como es obvio, los únicos con un sistema financiero suficientemente avanzado como para poder ser «manipulado» por los blanqueadores de dinero de origen ilícito). Este fenómeno estaba íntimamente ligado al tráfico de drogas, por lo que luchar contra el mismo era un instrumento para combatir el narcotráfico. Asimismo, en Estados Unidos se llegó a la conclusión de que su sistema 2 El Grupo de los Diez estaba integrado por Alemania, Bélgica, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Países Bajos, Reino Unido y Suecia, más Suiza. 193 ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA son las llamadas «Eurodirectivas contra el blanqueo de capitales», que se consideran instrumentos básicos en la lucha contra este tipo penal de delincuencia organizada transnacional. Estas Directivas adaptaban al marco jurídico de la Unión Europea las Recomendaciones del GAFI, concretándose su objetivo fundamental en la necesidad de lograr una mayor cooperación entre los sectores privados de la banca, inversión y seguros con las autoridades gubernamentales, poniendo además especial énfasis en la intensificación de la cooperación entre los Estados miembros (ESCRIBANO ÚBEDA-PORTUGUÉS, J.: «Desarrollos normativos en Derecho internacional y europeo en materia de blanqueo de capitales», Derecho de los Negocios, nº 218, Ed. La Ley, noviembre 2008). La primera Directiva en la materia fue la Directiva 91/308/CEE, relativa a la prevención del uso del sistema financiero con la finalidad del blanqueo de capitales, aprobada el 10 de junio de 1991 por el Consejo de las Comunidades Europeas, que imponía una serie de obligaciones a las entidades de crédito e instituciones financieras a fin de prevenir e impedir el blanqueo de capitales procedentes del narcotráfico, sin perjuicio de la facultad de cada Estado miembro para incluir en tal concepto a los capitales procedentes de cualquier otra actividad delictiva. Asimismo, el texto reconocía la facultad de los Estados para extender las disposiciones de la Directiva a otras empresas o profesionales que ejercieran actividades susceptibles de ser utilizadas para el blanqueo, así como para adoptar disposiciones más estrictas para impedir el lavado de fondos delictivos. La Directiva 91/308/CEE fue modificada por la Directiva 2001/97/CE, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 4 de diciembre de 2001, que introdujo importantísimos cambios en el texto original (entre otros aspectos, modificó los conceptos de entidad de crédito o institución financiera). El texto resultante de tal modificación exigía a los Estados miembros que impusieran a las entidades sujetas al cumplimiento de la Directiva una serie de obligaciones dirigidas a conocer tanto la realidad de las transacciones económicas va sobre su prevención y, más aún, de la financiación del terrorismo, es reciente, resultando llamativo observar cómo se ha acelerado el proceso legislativo en esta materia, como se desprende del hecho de que en la última década se han aprobado tres Directivas y dos Reglamentos comunitarios –Reglamento (CE) nº 1889/2005, de 26 de octubre de 2005, y Reglamento (CE) 1781/2006, de 15 de noviembre de 2006, ambos del Parlamento Europeo y del Consejo–, lo que pone de manifiesto lo cambiante del fenómeno regulado y, en consecuencia, de la normativa que trata de limitar el desarrollo de esta actividad delictiva3. 1.1.2. Las primeras regulaciones en Derecho Comparado. Normativa comunitaria en la materia Como es fácilmente comprensible, no pretendemos realizar un estudio de Derecho comparado en la materia, lo que excedería con mucho del objeto de este breve análisis. Por ello, nos limitaremos a destacar que, como antes apuntábamos, los orígenes de la normativa sobre prevención del blanqueo se sitúan en países que, por distintas razones, eran, y son hoy en día, especialmente sensibles al blanqueo de fondos de procedencia delictiva, en concreto, del narcotráfico, como es el caso de Estados Unidos (donde ya en 1970 se había aprobado la Bank Secrecy Act, con la finalidad de que las instituciones financieras colaborasen con el gobierno federal en la prevención del blanqueo de capitales), y a la utilización de su sistema bancario para llevar a cabo tal lavado de dinero, en el caso de Suiza. A partir de esos antecedentes, la evolución normativa en la materia en el ámbito comunitario es reciente. El principal elemento público en la lucha contra el blanqueo en la Unión Europea 3 En línea con la producción normativa comunitaria, en España se han aprobado en la última década dos leyes en la materia, a lo que habría que unir un Real Decreto y un Proyecto de Ley que recientemente ha iniciado su tramitación parlamentaria. 194 CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA... que los particulares realizaran a través del sistema financiero o de otras entidades especificadas en la Directiva, como la identidad de las personas intervinientes y de los destinatarios de las transacciones. El propósito de tales medidas era servir de medio de prevención del blanqueo y también para favorecer la investigación de las redes de delincuencia internacional organizada. Por ello, la Directiva establece una serie de medidas dirigidas a lograr el objetivo de impedir la utilización del sistema financiero para el blanqueo, entre las que pueden destacarse las siguientes: identificación de los clientes, examen especial de determinadas transacciones, cooperación con las autoridades encargadas de la lucha antiblanqueo, deber de confidencialidad, establecimiento de controles internos y adopción de medidas específicas para operaciones de mayor riesgo. La necesaria adaptación de la normativa comunitaria motivó la aprobación, con fecha 26 de octubre de 2005, del Reglamento (CE) nº 1889/2005, del Parlamento Europeo y del Consejo, relativo a los controles de entrada o salida de dinero efectivo de la Comunidad y, lo que es más relevante, de la Tercera Directiva antiblanqueo, Directiva 2005/60/CE, del Parlamento Europeo y del Consejo, relativa a la prevención de la utilización del sistema financiero para el blanqueo de capitales y para la financiación del terrorismo, que es un texto nuevo y autónomo que, en aras de lograr una aconsejable claridad, deroga la Directiva 91/308/CE, incluyendo la lucha contra la financiación del terrorismo como un objetivo primordial que estaba ausente en la normativa precedente derogada. Esta nueva Directiva impone a los Estados miembros que las obligaciones y sistemas de control impuestos por la Directiva 91/308/CE a los sujetos obligados para prevenir el blanqueo de capitales, también deberán ser aplicadas para prevenir y luchar contra la financiación del terrorismo. Al nuevo marco normativo comunitario representado por la Tercera Directiva en la materia, habría que unir la Directiva 2006/70/CE de la Comisión, de 1 de agosto de 2006, por la que se establecen disposiciones de aplicación de la Directiva 2005/60/CE en lo relativo a la definición de personas del medio político y los criterios técnicos aplicables en los procedimientos simplificados de diligencia debida con respecto al cliente, así como en lo que atañe a la excepción por razones de actividad financiera ocasional o muy limitada. El marco normativo comunitario en la materia se completaría con el Reglamento (CE) nº 1781/2006, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 15 de noviembre de 2006, relativo a la información sobre los ordenantes que acompaña a las transferencias de fondos. Las dos últimas Directivas citadas no han sido aún transpuestas a nuestro ordenamiento jurídico, aunque lo serán en breve plazo, cuando se apruebe el Proyecto de Ley de Prevención del Blanqueo de Capitales y de la Financiación del Terrorismo, aprobado por el Consejo de Ministros el pasado 27 de noviembre de 2009. A continuación, analizaremos brevemente el marco normativo español en materia de prevención del blanqueo de capitales para con posterioridad centrarnos en la regulación que afecta de forma directa al sector asegurador en nuestro país. 1.2. LA PREVENCIÓN DEL BLANQUEO DE CAPITALES EN DERECHO ESPAÑOL 1.2.1. Una normativa forzada por la transposición del Derecho Comunitario Derivado En el marco de las iniciativas internacionales a las que nos hemos referido sucintamente en los párrafos precedentes se situaba la ya mencionada Directiva 91/308/CEE que establecía un amplio abanico de medidas encaminadas a complementar las medidas de tipo penal con otras de carácter administrativo, obligando a los Estados miembros de la por entonces Comunidad Económica Europea a poner en vigor las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas necesarias para dar cumplimiento a lo dispuesto en la Directiva antes del 1 de enero de 1993. Este mandato se plasmó en España en la aprobación de la primera Ley sobre prevención del 195 ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA blanqueo de capitales en nuestro país: la Ley 19/1993, de 28 de diciembre, sobre determinadas medidas de prevención del blanqueo de capitales, desarrollada reglamentariamente por el Real Decreto 925/1995, de 9 de junio. Como se dice de forma expresa en su Exposición de Motivos, esta Ley no tiene carácter punitivo, sino meramente preventivo, pues su objeto no es penalizar el blanqueo de capitales (función ésta atribuida lógicamente al Código Penal) sino impedir la utilización del sistema financiero o de otros sectores para dicha finalidad delictiva. Dado que las medidas de prevención introducidas por la Directiva 91/308/CEE y por la Ley 19/1993 vinieron a dificultar las acciones de blanqueo, ello llevó a las organizaciones delictivas a buscar nuevas técnicas de blanqueo. Y esto, a su vez, motivó la actualización de los mecanismos de defensa de los estados, por ejemplo, mediante la revisión periódica de las Cuarenta Recomendaciones del GAFI o mediante la modificación de la Directiva 91/308/CEE por la Directiva 2001/97/CE, transpuesta a nuestro Derecho por la Ley 19/2003, de 4 de julio, que, aunque estaba dedicada a regular los movimientos de capitales y las transacciones económicas con el exterior, modificó mediante su Disposición Adicional Primera la Ley 19/1993. Las modificaciones de la Ley 19/1993 por la Ley 19/2003 supusieron la ampliación de su ámbito subjetivo a sectores, actividades y profesiones anteriormente no cubiertas (auditores, asesores fiscales, abogados, etc.) –ampliación que con posterioridad, y por lo que aquí nos interesa, continuó con la Ley 36/2006, de 29 de noviembre, de medidas para la prevención del fraude fiscal, considerando como sujetos a las obligaciones de la Ley a los corredores de seguros cuando actúen en relación con seguros de vida u otros servicios relacionados con la inversión–, así como reforzando los mecanismos de vigilancia y control y ampliando el ámbito de los delitos origen de los capitales blanqueados a todos los castigados con pena de prisión superior a tres años (anteriormente se limitaba al narcotráfico, crimen organizado y terrorismo). Estas modificaciones de la Ley 19/1993 llevaron consigo la necesaria adaptación de su Reglamento, que tuvo lugar mediante la aprobación del Real Decreto 54/2005, de 21 de enero, que constituye la última de las normas básicas en la materia, sin perjuicio de otras normas de inferior marco que completan el marco regulatorio vigente que, como antes señalábamos, sufrirá un notable cambio cuando sea aprobado por las Cortes el Proyecto de Ley en la materia que en el momento de escribir estas líneas acaba de iniciar su andadura parlamentaria. 1.2.2. El sector financiero como receptor básico de la normativa Siendo el principal instrumento del blanqueo de fondos delictivos, la normativa sobre prevención de tal actividad se centra, obviamente, en el sector financiero. Así, el artículo 2 de la Ley 19/1993, tras la última redacción dada al mismo por la Ley 36/2006, establece quiénes son los sujetos obligados al cumplimiento de las obligaciones establecidas en la misma, que se pueden resumir en la obligación de colaborar activamente con las autoridades competentes para prevenir e impedir el blanqueo, distinguiendo dos fases: (i) vigilancia e investigación de cualquier indicio que pudiera hacer sospechar de la existencia de alguna práctica de blanqueo, y (ii) comunicación del mismo a las autoridades competentes. Como señalan ÁLVAREZ PASTOR y EGUIDAZU PALACIOS (Manual de Prevención del Blanqueo de Capitales, op. cit., pág. 145), los sujetos obligados pueden ser considerados como «entidades colaboradoras» en la prevención del blanqueo, aunque tal colaboración no sea voluntaria y el incumplimiento de sus obligaciones sea susceptible de sanción administrativa. Dentro de estas entidades colaboradoras podrían distinguirse dos subgrupos: las entidades financieras o integrantes del sistema financiero y otro compuesto por aquellas otras personas o entidades que, por su naturaleza o actividad, el legislador considera que son o pueden ser susceptibles de ser utilizadas para el blanqueo de 196 CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA... mínimo de seis años los documentos que acrediten adecuadamente sus operaciones, a efectos de inspección por la autoridad competente. 4. Comunicación e información: las entidades tienen la obligación de comunicar al Servicio Ejecutivo de la Comisión de Prevención del Blanqueo de Capitales e Infracciones Monetarias (SEPBLAC) tanto las operaciones a su juicio sospechosas como aquéllas que muestren una falta de correspondencia ostensible con la naturaleza, volumen de actividad o antecedentes operativos de los clientes, así como facilitar al SEPBLAC la información que éste les requiera. 5. Abstención de ejecución de operaciones: las entidades obligadas deben abstenerse de ejecutar las operaciones sospechosas sin haberlas comunicado previamente al SEPBLAC. 6. Deber de confidencialidad: los sujetos obligados no podrán revelar ni al cliente ni a terceros las actuaciones que realicen en cumplimiento de las obligaciones impuestas por la normativa de prevención del blanqueo de capitales. 7. Medidas de control interno: se deben establecer procedimientos y órganos adecuados de control interno y de comunicación cuya idoneidad será supervisada por el SEPBLAC y que deberán ser objeto de examen anual por un experto externo. En consecuencia, las entidades deberán designar representantes ante la autoridad competente en la materia, organizarán procedimientos de comunicación con dicha autoridad y los planes de formación del personal para poder cumplir las obligaciones impuestas normativamente. Como es natural, el cumplimiento de estas obligaciones es exigible a las entidades aseguradoras y corredurías de seguro que operan en el ramo de vida de la misma forma que al resto de los sujetos obligados, aunque la actividad desarrollada por dichas entidades presente ciertas capitales. Por lo que aquí nos interesa, el primer subgrupo estaría integrado por: a) Las entidades de crédito. b) Las entidades aseguradoras autorizadas para operar en el ramo de vida y los corredores de seguros cuando actúen en relación con seguros de vida u otros servicios relacionados con la inversión. c) Las sociedades y agencias de valores. d) Las sociedades gestoras de instituciones de inversión colectiva y las sociedades de inversión colectiva cuya gestión no esté encomendada a una sociedad gestora. e) Las entidades gestoras de fondos de pensiones. f) Las sociedades gestoras de cartera. g) Las sociedades gestoras de entidades de capital-riesgo y las sociedades de capitalriesgo cuya gestión no esté encomendada a una sociedad gestora. h) Las sociedades de garantía recíproca. i) Las sociedades emisoras de tarjetas de crédito. j) Las personas físicas o jurídicas que ejerzan actividad de cambio de moneda o gestión de transferencias, con inclusión de las actividades de giro o transferencia internacional realizadas por los servicios postales. A todos los sujetos obligados el artículo 3 de la Ley impone una serie de obligaciones que, de forma sucinta, son las siguientes: 1. Identificación de los clientes: los sujetos obligados deben exigir la identificación de sus clientes tanto en el momento de entablar relaciones de negocio, como al efectuar cualquier operación. 2. Examen especial de determinadas operaciones: deben examinar con especial atención cualquier operación, con independencia de su cuantía, que, por su naturaleza, pueda estar particularmente vinculada al blanqueo. 3. Conservación de documentos: las entidades deben conservar (artículo 6 del Real Decreto 925/1995) durante un período 197 ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA peculiaridades a las que nos referiremos a continuación. para caso de vida (o vida-ahorro), cuyo común denominador consistirá en que la prestación del asegurador se efectuará cuando el asegurado sobreviva en una determinada fecha o edad. Esta última modalidad tiene numerosas submodalidades, que van desde las fórmulas más clásicas de seguros garantizados hasta otras que han tenido una singular importancia en los últimos años, especialmente antes de que se iniciase la última crisis económica, que son los contratos de seguro vinculados a fondos de inversión en los que el tomador del seguro asume el riesgo de la inversión (seguros Unit Linked), pasando por recientes productos como los Planes de Previsión Asegurados (PPAs) o los Planes Individuales de Ahorro Sistemático (PIAS). El seguro de vida como instrumento de captación del ahorro no puede desligarse de uno de los principales medios de distribución de este producto, que son precisamente los canales bancarios. La proximidad de la banca con sus clientes hace a este canal especialmente apto para la venta de seguros, al contar con una extensa red de sucursales y agentes, una gran cartera de clientes y una imagen consolidada ante el público, hasta el punto de que ocupa los primeros puestos en los rankings de primas y volumen de negocio del mercado asegurador español y comunitario en algunos ramos, entre ellos, en seguros de vida (VARGAS VASSEROT, C.: «El contrato de seguro en el marco de la actividad bancaria». VLEX, octubre 2007). Según apunta VARGAS VASSEROT, son muchas las ventajas que ofrece la utilización por las aseguradoras del canal bancario para la venta de seguros: por una parte, se benefician del nombre comercial y de la credibilidad que ofrece el banco, que aun en los convulsos tiempos en que vivimos suelen ser generalmente mayores que los de las aseguradoras –lo que debería movernos a una reflexión sobre esta cuestión, aunque la misma excede del objeto de este estudio–; además, el cliente del banco suele tener una relación permanente con la entidad financiera, con lo que resulta más sencilla la venta de seguros junto con otros productos; por último, el banco dispone de una importante cartera de 2. EL SECTOR ASEGURADOR Y SU CONCEPTUALIZACIÓN COMO VEHÍCULO DE AHORRO Y POSIBLE CANAL DE BLANQUEO 2.1. LA ACTIVIDAD ASEGURADORA DE CAPTACIÓN DEL AHORRO Como señala algún autor (TIRADO SUÁREZ, F.J.: Ley de Contrato de Seguro (dir. F. SÁNCHEZ CALERO). Ed. Thomson-Aranzadi, 3ª edición, Navarra, 2005, págs. 1707 y ss.), frente a la conservación de la riqueza, típica de los seguros de daños, los seguros de vida no se dirigen al resarcimiento patrimonial íntegro, sino que se vinculan a hechos o acaecimientos que atañen a la propia esfera de la persona (duración de la vida o hasta un determinado momento cronológico), sin que el asegurador tienda a reparar el daño sufrido por el asegurado. Por ello, a diferencia de los seguros de daños, los seguros de vida tienen un doble componente intrínseco de previsión y ahorro. Así, la muerte del asegurado puede provocar necesidades patrimoniales en su familia o, en sentido inverso, su supervivencia a una determinada edad –normalmente, a la fecha de su jubilación– puede suponer una carga patrimonial para el asegurado o sus allegados ante la ausencia de rentas. Configurado de este modo, el seguro de vida aparece como un instrumento económico de gran trascendencia, ya que comporta una inversión a largo plazo, fundamental en el desarrollo del mercado de capitales y del sistema financiero en general. Son múltiples y muy variadas las modalidades del seguro de vida, derivadas del artículo 83 de la Ley 50/1980, de 8 de octubre, de Contrato de Seguro, pudiendo distinguirse una primera gran clasificación entre seguros de vida para caso de muerte (o vida-riesgo), supuesto éste en el que el capital asegurado se abona en caso de fallecimiento de la persona asegurada, y seguro de vida 198 CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA... 2.2. ÁMBITO DE APLICACIÓN DE LA NORMATIVA ESPAÑOLA DE PREVENCIÓN DEL BLANQUEO A LOS OPERADORES DEL SECTOR clientes y de datos precisos sobre su situación personal y profesional, lo que permite ofrecer los seguros que se necesitan por el cliente en cada momento. La evolución reciente de nuestro sistema financiero muestra unas relaciones cada vez más estrechas entre la actividad aseguradora y la bancaria, hasta el punto de que las principales compañías aseguradoras que operan en nuestro mercado son filiales de entidades de crédito. Según los datos publicados por ICEA (http://intranet. icea.es/Almacen/Index.htm), la aseguradora que lidera el ranking global de seguro directo de vida por volumen de primas entre enero y septiembre de 2009 es una entidad relacionada con un grupo bancario (BANSABADELL VIDA), mientras que seis de las diez primeras aseguradoras en este ramo están igualmente vinculadas a grupos bancarios. 2.2.1. El contrato de seguro de vida como instrumento de blanqueo y financiación del terrorismo Sin duda, el sector asegurador, como parte del sistema financiero e instrumento de captación de ahorro e inversión, ha sido, y seguirá siendo, susceptible de ser utilizado para el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo. Los mecanismos de que se sirven las organizaciones delictivas para blanquear o financiar el terrorismo no resultan tan evidentes o conocidos como la utilización de depósitos bancarios o títulos-valores, por ejemplo, pero son múltiples las posibilidades que ofrecen los seguros de vida para lograr tales objetivos. Así, como destaca LOMBARDERO EXPÓSITO, L.M. (Blanqueo de capitales. Ed. Bosch, Barcelona, 2009, pág. 54), a través de los seguros de vida se pueden llevar a cabo varios tipos de operativas con la finalidad de tratar de blanquear activos. Por ejemplo, se puede solicitar un anticipo contra el valor de rescate o pueden contratarse una o varias pólizas de seguro de vida para ser rescatadas, perdiendo sólo el valor de la penalización por el rescate total o parcial de la póliza. Cuando las indemnizaciones o el valor de rescate de las pólizas son abonados, el efectivo obtenido queda perfectamente blanqueado4. Es evidente el creciente protagonismo de la banca en el mercado de seguros y una de las tendencias más importantes en el mercado financiero español es la integración de estos dos sectores, llegándose a calificar a la propia actividad aseguradora como actividad parabancaria (de forma un tanto incorrecta, desde nuestro punto de vista, al confundirse una parte –la actividad de banca–seguros– con el todo –la actividad aseguradora en su conjunto–), partiendo del hecho de que las aseguradoras participan en la intermediación financiera, en cuanto que captan y acumulan recursos financieros, siendo a la vez instrumentos canalizadores de ahorro y de inversión. En cualquier caso, estemos o no conformes con la caracterización de la actividad aseguradora como parabancaria, lo cierto es que resulta evidente la trascendencia que tiene el seguro de vida como instrumento de captación de ahorro y, en consecuencia, susceptible de ser utilizado para el lavado de fondos delictivos o para la financiación del terrorismo, por lo que la normativa en la materia ha tratado de tener presentes algunas de las especialidades del sector asegurador para prevenir tales actividades. 4 Como señala este autor, el seguro de vida no es la única modalidad de seguro que puede utilizarse para el blanqueo de capitales. También puede lograrse ese objetivo a través de una póliza de daños, falseando una reclamación y obteniendo una parte o el total de la prima abonada. En esta línea, el Fondo Monetario Internacional afirmó en su informe «Unidades de Inteligencia Financiera. Panorama General» (Washington D.C., 2003, pág. 52, igualmente citado por LOMBARDERO EXPÓSITO), que «Los seguros de vida y, en particular, los productos que tienen un componente de inversión, son los preferidos por las personas que se dedican al lavado de dinero. Pero también es posible lavar dinero utilizando otros tipos de seguros. Por ejemplo, el beneficiario de una póliza de seguro puede utilizar fondos de origen ilícito para comprar bienes, destruirlos deliberada- 199 ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA Como decimos, los corredores de seguros fueron incluidos como sujetos obligados al cumplimiento de lo dispuesto en la Ley 19/1993 por la Ley 36/2006, con arreglo a lo dispuesto en la Directiva 2005/60/CE, en cuyo Considerando 15 se exponían los motivos por los que los intermediarios de seguros debían ser incluidos en el ámbito subjetivo de las normas de prevención del blanqueo y de la financiación del terrorismo (lo que tuvo su reflejo en el artículo 3.2.e) del cuerpo de la norma): «Como quiera que el mayor rigor en los controles efectuados en el sector financiero ha incitado a los blanqueadores de dinero y a los financiadores del terrorismo a acudir a métodos alternativos para encubrir el origen de los productos del delito y que tales canales pueden utilizarse para la financiación del terrorismo, las obligaciones de lucha contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo deben hacerse extensivas a los intermediarios de seguros de vida y a los proveedores de servicios a sociedades y fideicomisos»5. El último párrafo del artículo 2.1. de la Ley 19/1993 contiene una previsión con una indudable relevancia en el sector asegurador, al quedar los sujetos obligados sometidos a las obligaciones establecidas en la presente Ley respecto de las operaciones realizadas a través de agentes u otras personas físicas o jurídicas que actúen como intermediarios de aquéllos. A tenor de este precepto, las aseguradoras responderán de la actuación de sus agentes exclusivos o vinculados y los operadores de banca-seguros con los que colaboren y, asimismo, se viene entendiendo que tanto las entidades aseguradoras como las corredurías también tendrán tales obligaciones respecto de la actividad desarrollada por los auxiliares externos que colaboren con los agentes de la aseguradora o con la correduría, prescindiéndose en la prácti- Una de las principales ventajas que ofrecen los seguros de vida frente a otros instrumentos financieros, que es la flexibilidad que permite que pueda conseguirse de modo anticipado el dinero invertido, mediante anticipos o rescates, es precisamente lo que convierte en más atractivo a este producto para ser utilizado para el lavado de fondos. 2.2.2. Regulación vigente sobre la prevención del blanqueo en el sector asegurador Como antes apuntábamos, el seguro de vida como instrumento de blanqueo presenta características peculiares, lo que ha motivado que la normativa vigente en la materia establezca algunas previsiones específicas sobre las entidades aseguradoras y corredurías de seguros que operan en el ramo de vida, además de las obligaciones genéricas que antes indicábamos de forma muy resumida y que, por supuesto, deberán ser cumplidas igualmente por los operadores del sector asegurador. Así, por lo que se refiere a los sujetos obligados, el artículo 2 de la Ley 19/1993, tras las últimas modificaciones introducidas en el mismo por la Ley 36/2006, establece que quedan sujetos a las obligaciones de la Ley las entidades aseguradoras autorizadas para operar en el ramo de vida y los corredores de seguros cuando actúen en relación con seguros de vida u otros servicios relacionados con la inversión, así como las entidades gestoras de fondos de pensiones. Igualmente, se consideran sujetos obligados las aseguradoras y corredurías que operen en España a través de sucursales o mediante prestación de servicios sin establecimiento permanente, esto es, en régimen de libre prestación de servicios (LPS). 5 La inclusión de las corredurías entre los sujetos obligados por la Ley 36/2006 no ha tenido su correspondiente reflejo en el Real Decreto 925/1995, que aún contempla como sujetos obligados sólo a las entidades aseguradoras y no a las corredurías. Probablemente, el hecho de que se encuentre en tramitación el Proyecto de la nueva ley de prevención del blanqueo y de la financiación del terrorismo ha motivado la no actualización del Reglamento de desarrollo de la Ley vigente. mente y cobrar una indemnización en dinero limpio». A lo anterior podríamos añadir que las pólizas de daños propios serían el instrumento más habitual para lograr tal objetivo, pero también podrían utilizarse para ello pólizas de seguro de responsabilidad civil, para lo que sería preciso que el tercero perjudicado participase en el fraude: la indemnización abonada a ese tercero perjudicado también sería dinero limpio. 200 CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA... ca del hecho de que los auxiliares externos no tienen la condición de mediadores (artículo 8.2. de la Ley 26/2006, de 17 de julio, de Mediación de Seguros y Reaseguros Privados), por lo que propiamente no actuarán como «intermediarios» de los sujetos obligados. Entendemos que sería aconsejable una mayor precisión terminológica para incluir a los auxiliares externos dentro del ámbito de las obligaciones atribuidas por la Ley a aseguradoras y corredurías sin que se pueda plantear duda alguna al respecto, si bien la versión actual del Proyecto de Ley ha obviado esta circunstancia. De cualquier modo, las obligaciones de aseguradoras, entidades gestoras de fondos de pensiones y corredurías son las mismas que el resto de las instituciones financieras afectadas por esta normativa, con algunas excepciones relativas a la identificación de los clientes, quedando exceptuada tal obligación –aunque subsistiendo todas las demás– en los siguientes casos (artículo 4 del Real Decreto 925/1995, tras la modificación del mismo realizada por el Real Decreto 54/2005): (i) Cuando el cliente sea una institución financiera domiciliada en el ámbito de la Unión Europea o en aquellos terceros Estados que, por establecer requisitos equivalentes a los de la legislación española, determine la Comisión de Prevención del Blanqueo de Capitales e Infracciones Monetarias. (ii) Cuando se trate de operaciones con clientes no habituales cuyo importe no supere los 3.000 euros o su contravalor en divisas, salvo las transferencias en las que la identificación del ordenante será preceptiva conforme a lo dispuesto en los apartados 1, 2 y 3 del artículo 3 (debiéndose presentar documentos acreditativos de la identidad de los clientes en el momento de entablar relaciones de negocio o de efectuar cualesquiera obligaciones). No obstante, cuando se aprecie que los clientes fraccionan la operación en varias para eludir el deber de identificación, se sumará el importe de todas ellas y se procederá a exigir la identificación, así como cuando se detecten operaciones que presenten indicios o certeza de que están relacionadas con actividades de blanqueo, incluso cuando su importe sea inferior al umbral mencionado. (iii) Cuando se trate de planes de pensiones o seguros de vida suscritos en virtud de una relación de trabajo o de la actividad profesional del asegurado, siempre que dichos contratos no contengan cláusula de rescate ni puedan servir de garantía para un préstamo. Aunque nada dice la norma al respecto, entendemos que, cuando nos encontramos ante seguros de vida colectivos que instrumentan compromisos por pensiones, la excepción de la obligación de identificación debería extenderse a aquellos supuestos en que el contrato concede el derecho de rescate a la empresa tomadora exclusivamente a los efectos de integrar todos o parte de los compromisos en otro contrato de seguro o en un plan de pensiones promovido por la empresa (artículo 29.1.b) del Real Decreto 1588/1999, de 15 de octubre, por el que se aprueba el Reglamento sobre la Instrumentación de los Compromisos por Pensiones de las Empresas con los Trabajadores y Beneficiarios). En esos supuestos, el valor de rescate no será percibido en ningún caso por la empresa tomadora o por los trabajadores asegurados, sino que pasará a integrarse en otro plan de pensiones o contrato de seguro, por lo que no podría ser considerado como un instrumento para el blanqueo. (iv) Cuando el importe de la prima o de las primas periódicas que se deben pagar durante un año no exceda de 1.000 euros o, si se trata de una prima única, cuando el importe sea inferior a 2.500 euros. (v) Cuando se trate de planes de pensiones individuales siempre que la aportación o 201 ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA aportaciones al año no superen los 1.000 euros. (vi) Cuando las contraprestaciones de seguros de vida y complementarios y planes de pensiones se abonen en una cuenta abierta a nombre del cliente en una entidad de crédito. No obstante lo anterior, la excepción del deber de identificación del cliente se limita a estos supuestos, puesto que siempre será preciso identificar al beneficiario de un contrato de seguro de vida o plan de pensiones con carácter previo a la entrega de la prestación por el asegurador o por la entidad gestora del fondo correspondiente. El resto de las obligaciones impuestas en general a las instituciones financieras son exigibles a las aseguradoras y corredurías en los mismos términos, siendo especialmente reseñable lo previsto en el artículo 3.5 del Real Decreto 925/1995 respecto de la obligación que tienen los sujetos obligados de aplicar medidas adicionales de identificación y conocimiento del cliente para controlar el riesgo de blanqueo en las áreas de negocio y actividades más sensibles, en particular, banca privada y otras. Tal previsión debe ser tenida en consideración por aquellas entidades aseguradoras y corredores que realizan una actividad próxima a lo que se viene conociendo como banca privada, en especial, entidades que operan en España en régimen de libre prestación de servicios (principalmente, luxemburguesas, dado que la normativa de ordenación de Luxemburgo permite a las aseguradoras invertir sus provisiones técnicas en activos con un mayor riesgo que la normativa española), a través de productos de seguro de vida como los Unit Linked, que son utilizados como una alternativa de inversión a la banca privada. Por último, y al margen de lo que propiamente constituye la normativa sobre prevención del blanqueo de capitales, el legislador, consciente del riesgo existente de que el sector asegurador sea utilizado como instrumento de blanqueo de capitales del mismo modo que el mercado de valores o las entidades de crédito, ha condiciona- do la aprobación por la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones de las operaciones de adquisición de participaciones significativas en entidades aseguradoras a la obtención de un informe del SEPBLAC que acredite que no existen indicios racionales de que se están efectuando o se han intentado efectuar operaciones de blanqueo o financiación del terrorismo o que la adquisición no aumentará el riesgo de que se efectúen tales obligaciones. Esta obligación de contar con el informe del SEPBLAC para valorar adecuadamente este criterio fue introducida en el artículo 22.ter del Texto Refundido de la Ley de Ordenación y Supervisión de los Seguros Privados (aprobado por Real Decreto Legislativo 6/2004, de 29 de octubre) por la Ley 5/2009, de 29 de junio (que modifica igualmente, para introducir la misma obligación de la CNMV y el Banco de España de obtener tal informe, la Ley 24/1988, de 28 de julio, del Mercado de Valores y la Ley 26/1988, de 29 de julio, sobre Disciplina e Intervención de las Entidades de Crédito)6. 2.2.3. El Proyecto de Ley de prevención del blanqueo de capitales y de la financiación del terrorismo Hasta el momento hemos analizado la normativa vigente en la materia, pero, como ya hemos avanzado con anterioridad, la regulación actual sufrirá una importante modificación en breve plazo cuando el Proyecto de Ley aprobado por el Consejo de Ministros el 27 de noviembre de 2009, y que el 4 de diciembre del año en curso fue publicado en el Boletín Oficial de las Cortes Generales, supere el trámite parlamentario. Este Proyecto tiene como uno de sus objetivos primordiales unificar las normas de prevención 6 La Ley 5/2009 ha sido recientemente desarrollada por el Real Decreto 1821/2009, de 27 de noviembre (BOE de 7 de diciembre de 2009), por el que se modifica el Reglamento de Ordenación y Supervisión de los Seguros Privados (Real Decreto 2486/1998, de 20 de noviembre) en materia de participaciones significativas. 202 CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA... del blanqueo de capitales y de la financiación del terrorismo, poniendo fin a la dispersión actual debida a que la prevención del blanqueo se rige por la Ley 19/1993, mientras que la prevención de la financiación del terrorismo se rige por la Ley 12/2003, de 21 de mayo, de Prevención y Bloqueo de la Financiación del Terrorismo, que ha venido a reproducir las obligaciones de prevención de la Ley 19/1993, lo que resulta claramente disfuncional, como puso de manifiesto el Consejo General del Poder Judicial en su informe sobre el anteproyecto de ley. de negocios a fin de garantizar que las transacciones efectuadas coincidan con el conocimiento que el sujeto obligado tenga del cliente y de su perfil empresarial y de riesgo. Asimismo, se exige (artículo 6) que los sujetos obligados apliquen medidas de seguimiento continuo de la relación de negocios, incluido el escrutinio de las operaciones efectuadas a lo largo de dicha relación, obligación ésta imprecisa y, en cierto modo, de carácter retroactivo al exigir una revisión de operaciones anteriores sin ninguna precisión al respecto, con el riesgo evidente de que tal obligación sea imposible de poner en práctica (lo que podría solventarse si el alcance del seguimiento continuo o de la revisión de operaciones anteriores se limitase a aquellos supuestos en que se detecte que una nueva operación es notoriamente diferente a las habituales del cliente de que se trate). Los sujetos obligados aplicarán las medidas de diligencia debida a todos los nuevos clientes y también a los clientes existentes, en función del oportuno análisis del riesgo, absteniéndose de establecer relaciones de negocio o de ejecutar operaciones cuando no puedan aplicar las medidas de diligencia debida. Por otro lado, los sujetos obligados podrán (artículo 8) recurrir a terceros sometidos a la ley para la aplicación de las medidas de diligencia debida, con excepción del seguimiento continuo de la relación de negocios, si bien los sujetos obligados mantendrán la plena responsabilidad respecto de la relación de negocios incluso cuando el incumplimiento sea imputable al tercero, sin perjuicio de la eventual responsabilidad de éste. El recurso a terceros para la aplicación de las medidas de diligencia debida exigirá la previa conclusión de un acuerdo escrito entre el sujeto obligado y el tercero en el que se formalicen sus respectivas obligaciones, aunque lo anterior no será de aplicación a las relaciones de externalización o agencia cuando, en virtud de un acuerdo contractual, el proveedor de servicios de externalización o agente deba ser considerado como parte del sujeto obligado. La medidas simplificadas de diligencia debida se traducen en una autorización para los sujetos 2.2.3.1. Resumen de la nueva regulación introducida con carácter general por el Proyecto Aunque los cambios que introducirá el Proyecto no pueden considerarse como radicales, sí resultan significativos y algunos de ellos afectarán a los sujetos obligados que operan en el sector asegurador. El texto del Proyecto, después de recoger una relación exhaustiva, en veintisiete apartados, de los sujetos obligados, establece cuáles son las obligaciones de tales sujetos de una forma mucho más detallada que la Ley 19/1993 que, como antes señalábamos, recoge tales obligaciones en su artículo 3. De forma muy resumida, las obligaciones más relevantes en la materia son las siguientes: 1. Medidas de diligencia debida. El capítulo II del Proyecto está dedicado a la adopción de medidas de diligencia debida, distinguiéndose entre medidas normales de diligencia debida (Sección 1ª), medidas simplificadas (Sección 2ª) y medidas reforzadas (Sección 3ª). Las medidas normales consisten, básicamente, en que (artículo 3) los sujetos obligados identificarán a cuantas personas físicas o jurídicas pretendan establecer relaciones de negocio o intervenir en cualesquiera operaciones, debiendo comprobar la identidad de los intervinientes mediante documentos fehacientes, y debiendo, además, identificar al titular real y obtener información sobre el propósito e índole de la relación 203 ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA obligados para no aplicar las medidas de diligencia debida a determinados clientes (por ejemplo, entidades financieras domiciliadas y supervisadas en la Unión Europea) o ante determinadas operaciones o productos (v.gr., pólizas de seguro de vida que no superen determinada cuantía; volveremos más adelante sobre este aspecto). Por último, las medidas reforzadas de diligencia debida son exigibles ante supuestos de alto riesgo de blanqueo de capitales o de financiación del terrorismo, contemplando ciertas operaciones de riesgo (por ejemplo, relaciones de negocio y operaciones no presenciales) y negocios y operaciones de personas con responsabilidad pública residentes en otros Estados de la Unión Europea o en terceros países. 2. Obligaciones de información. Con carácter previo, para cumplir con las obligaciones de información, el artículo 17 del Proyecto exige a los sujetos obligados examinar con especial atención cualquier hecho u operación que, con independencia de su cuantía, pueda estar relacionado con el blanqueo o la financiación del terrorismo. Los propios sujetos obligados tendrán que concretar, al establecer sus medidas de control interno, cómo se dará cumplimiento a este deber, pero, en cualquier caso, deberán elaborar y difundir entre sus directivos, empleados y agentes una relación de operaciones susceptibles de estar relacionadas con el blanqueo de capitales o la financiación del terrorismo (lo que, en la práctica, ya hacen muchas entidades aseguradoras, al incluir en sus manuales internos el Catálogo Ejemplificativo de Operaciones de Riesgo de Blanqueo de Capitales para Entidades Aseguradoras, emitido por el Ministerio de Economía y que contiene la relación de operaciones que el Ministerio estima que suponen un mayor riesgo de blanqueo). Además, los sujetos obligados comunicarán al SEPBLAC cualquier hecho u operación respecto de la cual existan indicios o certeza de que está relacionado con el blanqueo o la financiación del terrorismo, absteniéndose de ejecutar cualquier operación sospechosa y debiendo comunicar periódicamente al SEPBLAC las operaciones que se determinen reglamentariamente y, cuando no existan operaciones susceptibles de comunicación, también deberán comunicar esa circunstancia con la periodicidad que se determine. Asimismo, deberá proporcionarse a la Comisión de Prevención del Blanqueo de Capitales e Infracciones Monetarias la documentación e información que requiera, no pudiendo revelarse al cliente ni a terceros que se ha comunicado información al SEPBLAC o que se está examinando o puede examinarse alguna operación. Por último, deberá conservarse durante diez años la documentación en que se formalice el cumplimiento de las obligaciones en esta materia, lo que supone un incremento de cuatro años respecto de la obligación de conservación vigente que fue solicitado por la Fiscalía Especial Antidroga por ser éste (diez años) el plazo de prescripción del delito de blanqueo de capitales de acuerdo con el Código Penal. En relación con el plazo de conservación de la documentación, la ampliación de dicho plazo ha sido objeto de crítica, en concreto por parte de UNESPA, dado que tanto la 10ª Recomendación del GAFI como el artículo 30 de la Directiva 2005/60/CE establecen que los documentos necesarios sobre las operaciones realizadas deben conservarse durante un período mínimo de cinco años desde que hayan finalizado las relaciones de negocio con su cliente. Como acabamos de señalar, la ampliación de ese plazo a diez años viene motivada por el plazo de prescripción del delito de blanqueo, pero a nuestro juicio carece de justificación que el artículo 25.2 del Proyecto exija que los sujetos obligados almacenen las copias de los documentos exigibles en soportes ópticos, magnéticos o electrónicos que garanticen su integridad, la correcta lectura de los datos, la imposibilidad de manipulación y su adecuada conservación y localización, excluyendo, por tanto, la posibilidad de conservar tales copias en papel. En nuestra opinión, tal exigencia, amén de que pueda resultar muy gravosa para ciertas entidades de reducida dimensión y con limitadas posibilidades técnicas, supone un exceso reglamentario de la norma, 204 CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA... 4. Medios de pago. Finalmente, el Proyecto establece la obligación de las personas físicas de presentar declaración previa de los movimientos de entrada o salida de territorio nacional de medios de pago (entendiendo por tales el papel moneda y la moneda metálica, cheques bancarios al portador y cualquier otro medio físico, incluyendo los electrónicos concebidos para ser utilizados como medio de pago al portador) por importe igual o superior a 10.000 o su contravalor en moneda extranjera, así como los movimientos por territorio nacional de medios de pago por importe igual o superior a 100.000 o su contravalor en moneda extranjera. pues los sujetos obligados deben tener libertad para decidir cómo conservar su documentación y, obviamente, tan válida a efectos probatorios es a priori una copia en papel como otra en soporte magnético. 3. Control interno. Los sujetos obligados deberán aprobar y aplicar políticas y procedimientos adecuados en materia de diligencia debida, información, etc., con objeto de prevenir e impedir operaciones relacionadas con el blanqueo o la financiación del terrorismo. Al efecto, aprobarán una política expresa de admisión de clientes, describiendo aquellos tipos de clientes que podrían presentar un riesgo superior, designarán un alto directivo como representante ante el SEPBLAC, que será responsable del cumplimiento de las obligaciones de información recogidas en el Proyecto, y establecerán un órgano de control interno responsable de la aplicación de las políticas y procedimientos, presidido por el representante ante el SEPBLAC y con representación de las distintas áreas de negocio. Igualmente, deberán aprobar un manual adecuado de prevención de blanqueo y de la financiación del terrorismo que deberá mantenerse actualizado. Las medidas de control interno deberán ser examinadas anualmente por un experto externo, que valorará la eficacia de las mismas y propondrá rectificaciones o mejoras7. Por último, será preciso adoptar las medidas oportunas para proporcionar la adecuada formación de los empleados, de modo que éstos tengan un conocimiento suficiente de las exigencias derivadas de la norma, debiendo participar en cursos específicos de formación permanente en la materia de cara a detectar las operaciones con riesgo e instruirles sobre la forma de proceder en estos casos. 2.2.3.2. Incidencia del Proyecto en el sector asegurador Acabamos de reseñar muy sucintamente las obligaciones más importantes que, con carácter general, introduce el Proyecto de ley. Lógicamente, las anteriores obligaciones afectan también a los sujetos obligados del sector asegurador, que siguen siendo (artículo 2.1.b) del Proyecto) «Las entidades aseguradoras autorizadas para operar en el ramo de vida y los corredores de seguros cuando actúen en relación con seguros de vida u otros servicios relacionados con inversiones», así como –artículo 2.1.e)– las entidades gestoras de fondos de pensiones. Siguen estando sujetas las personas o entidades no residentes que, a través de sucursales o mediante la prestación de servicios sin establecimiento permanente, desarrollen en España las actividades de los sujetos obligados, por lo que las sucursales de entidades aseguradoras o corredurías que operen en vida en España o aquellas que lo hagan en régimen de libre prestación de servicios estarán también sometidas a la nueva norma. El Proyecto no introduce ninguna precisión respecto de la circunstancia de que los sujetos obligados están sometidos a las obligaciones de la norma respecto de las operaciones realizadas a través de agentes u otras personas físicas o jurí- 7 En sus Observaciones Preliminares al anteproyecto de ley, UNESPA sugirió que el examen del experto externo debe tener un carácter bianual, al igual que en materia de protección de datos, dado el coste que estas auditorías supone para las aseguradoras (lógicamente, tal sugerencia y su justificación son extensibles a todos los sujetos obligados). 205 ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA dicas que actúen como mediadores o intermediarios de aquéllos. Por lo tanto, sigue sin concretarse cuál es la posición de los auxiliares de seguros que, al no ser mediadores, no estarían expresamente recogidos en el segundo párrafo del artículo 2.2. del Proyecto. Por lo tanto, ante el silencio de la norma, será preciso entender que las entidades aseguradoras seguirán asumiendo la responsabilidad por los actos de los auxiliares que trabajen para sus agentes, mientras que los corredores asumirán tal responsabilidad respecto de sus propios auxiliares. Por otro lado, el Proyecto introduce algunas precisiones relativas a las obligaciones asumidas por los sujetos obligados del sector asegurador. Así, por lo que se refiere a la adopción de medidas normales de diligencia debida, el artículo 3.3. del Proyecto establece que, en el ámbito del seguro de vida, la comprobación de la identidad del tomador deberá realizarse con carácter previo a la celebración del contrato, mientras que la comprobación de la identidad del beneficiario del seguro de vida deberá realizarse en todo caso con carácter previo al pago de la prestación derivada del contrato o al ejercicio de los derechos de rescate, anticipo o pignoración conferidos por la póliza. Este precepto contiene, a nuestro juicio, un error conceptual: el ejercicio de los derechos de rescate, anticipo o pignoración corresponde, ex artículos 96, 97, 98 y 99 de la Ley 50/1980, de 8 de octubre, de Contrato de Seguro, al tomador de la póliza, por lo que, una vez comprobada su identidad al celebrarse el contrato, no sería preciso comprobarla de nuevo en el momento de ejercitarse tales derechos, salvo, en hipótesis, en el caso de que del seguimiento continuo de la relación de negocios surgiese alguna razón que motivase esa segunda comprobación de identidad. En cualquier caso, el artículo 10 del Proyecto, teniendo presentes las peculiaridades de los productos de seguro, autoriza a los sujetos obligados a no aplicar las medidas de diligencia debida previstas en los artículos 3.2., 4, 5 y 6 (comprobación de la identidad de los intervinientes mediante documentos fehacientes, identificación del titular real, obtención de información sobre el propósito e índole de la relación negocial y seguimiento continuo de la relación de negocios) respecto de los siguientes productos u operaciones: a) Pólizas de seguro de vida cuya prima anual no exceda de 1.000 o cuya prima única no exceda de 2.500 , salvo que se fraccione la operación. b) Instrumentos de previsión social complementaria enumerados en el artículo 51 de la Ley 35/2006, de 28 de noviembre, del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (planes de pensiones, mutualidades de previsión social, planes de previsión asegurados –PPAs–, planes de previsión social empresarial –PPSE– y contratos de seguro que cubran exclusivamente el riesgo de dependencia severa o de gran dependencia), siempre y cuando la liquidez esté limitada a los supuestos contemplados por la normativa de planes y fondos de pensiones y no puedan servir de garantía para un préstamo. c) Seguros colectivos que instrumenten compromisos por pensiones, siempre que cumplan los siguientes requisitos: 1. Que instrumenten compromisos que tengan su origen en convenio colectivo o en un expediente de regulación de empleo aprobado por la autoridad laboral correspondiente, quedando por tanto excluidos de esta excepción aquéllos que deriven de reglamentos internos, de decisiones unilaterales de las empresas, de pactos entre las empresas y sus trabajadores o de otro tipo de acuerdos. 2. Que las primas abonadas por las empresas se imputen fiscalmente a los asegurados. 3. Que no admitan el pago de primas por parte del trabajador asegurado que, sumadas a las abonadas por el empresario tomador del seguro, supongan un importe superior a los límites de reduc206 CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA... ción previstos en el artículo 52.1.b) de la Ley 35/2006 (10.000 anuales, salvo en el supuesto de los mayores de 50 años, en cuyo caso el límite será de 12.500 ). 4. Que no puedan servir de garantía para un préstamo y no contemplen otros supuestos de rescate distintos a los excepcionales de liquidez recogidos en la normativa de planes de pensiones, o el de movilización a un plan de pensiones o a otra póliza de seguro colectivo de vida. Como puede apreciarse, en la redacción actual del Proyecto ha desaparecido la excepción a la obligación de identificación de los clientes cuando el importe de las contraprestaciones de los seguros de vida y planes de pensiones sea adeudado en una cuenta abierta a nombre del cliente en una entidad de crédito sujeta a las obligaciones de prevención de blanqueo, recogida actualmente en el artículo 4.2.d) del Real Decreto 925/1995 (excepción que fue introducida por el Real Decreto 54/2005). La desaparición de tal excepción ha sido criticada por UNESPA en sus Observaciones Preliminares al anteproyecto por entender que tal excepción se recoge en la Directiva 91/308/CEE tras la modificación de la misma por la Directiva 2001/97/CE sin que, a juicio de UNESPA, exista justificación para la supresión de la excepción, que obligará a las entidades aseguradoras a realizar cambios muy significativos de sus procedimientos internos. Al respecto, UNESPA ha destacado el notorio esfuerzo realizado por el sector asegurador español para dar cumplimiento a la normativa vigente en la materia desde la promulgación de la Ley 19/1993, por ejemplo, exigiendo que el pago de las primas se realice a través de cuentas bancarias abiertas a nombre de los clientes (según estudios realizados por la propia UNESPA, más del 90% del pago de primas se realiza en la actualidad por esta vía, lo que limita notablemente las posibilidades de blanqueo de capitales mediante la contratación de pólizas de seguro de vida). Aunque compartimos los motivos que llevan a UNESPA a criticar la supresión de la excepción de identificación en estos supuestos, no puede obviarse el hecho de que el artículo 10 del Proyecto es una transposición directa del artículo 11.5 de la Directiva 2005/60/CE, que en este punto no parece dejar un gran margen de acción a los Estados miembros, salvo la mención recogida en el último párrafo de dicho precepto8. Ahora bien, el apartado (9) del preámbulo de la Directiva 2006/70/CE considera que resulta oportuno aplicar procedimientos simplificados de diligencia debida en determinadas circunstancias, por ejemplo, cuando los beneficios del producto financiero no puedan realizarse, en general, en favor de terceros y sólo sean realizables a largo plazo, como es el caso de algunas pólizas de seguros de inversión o productos de ahorro, o cuando el objeto del producto financiero sea financiar activos materiales, a condición de que las transacciones se realicen a través de cuentas bancarias y se sitúen por debajo de un umbral apropiado. Por lo tanto, teniendo presente que el Proyecto también viene a transponer a nuestro Derecho la Directiva 2006/70/CE, sería perfectamente admisible, a nuestro juicio, extender la posibilidad de aplicar medidas simplificadas de diligencia debida cuando las contraprestaciones derivadas de pólizas de seguro de vida o de pla- 8 «(...) 5. No obstante lo dispuesto en el artículo 7, letras a), b) y d), en el artículo 8 y en el artículo 9, apartado 1, los Estados miembros podrán autorizar a las entidades y personas sujetas a lo dispuesto en la presente Directiva a no aplicar medidas de diligencia debida a: a) las pólizas de seguro de vida cuya prima anual no exceda de 1 000 EUR o cuya prima única no exceda de 2 500 EUR; b) las pólizas de seguros para planes de pensiones, siempre y cuando no contengan cláusula de rescate ni puedan servir de garantía para un préstamo; c) los planes de pensiones, jubilación o similares que contemplen el abono de prestaciones de jubilación a los empleados, siempre y cuando las cotizaciones se efectúen mediante deducción del salario y las normas del plan no permitan a los beneficiarios ceder su participación; d) el dinero electrónico (...). o en el caso de cualquier otro producto o transacción que comporte un riesgo escaso de blanqueo de capitales o financiación del terrorismo y que cumpla los criterios técnicos establecidos de conformidad con el artículo 40, apartado 1, letra b) (...)». 207 ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA UNESPA considera, opinión que compartimos, que debe reconocerse y aceptarse el resultado de la aplicación de las medidas de diligencia por parte de tales sujetos obligados, pues, de otro modo, se estaría duplicando la labor a realizar. Además, ello no supondrá una carga adicional para los corredores pues estos deben adoptar las medidas de diligencia debida en todo caso, sin que su responsabilidad aumente o varíe por el hecho de que el asegurador no deba ejecutar medidas como la identificación formal o la obtención de información del cliente sobre la naturaleza de su actividad profesional o empresarial. Por otra parte, dado que la forma de pago de la prima se realiza en la inmensa mayoría de los casos a través de una cuenta bancaria, la entidad de crédito correspondiente habrá aplicado las medidas de diligencia debida oportunas, por lo que también en este caso sería innecesario que la aseguradora adoptase nuevamente tales medidas. En cualquier caso, de no modificarse la redacción actual, sería preciso que las entidades aseguradoras aplicasen medidas de diligencia debida a pesar de haberlas aplicado previamente corredores o entidades de crédito, salvo que se pactase por escrito con estos «terceros sometidos a la presente ley» que fueran ellos los que aplicasen las medidas de diligencia debida. No obstante, la firma de tales acuerdos con corredores y entidades de crédito, al margen de los problemas prácticos que pudiese plantear (v.gr., necesidad de firma de acuerdos con las más de trescientas entidades de crédito que operan en España), no limitaría la responsabilidad de las aseguradoras en la materia, pues seguirían respondiendo de la actuación desarrollada por los corredores y entidades de crédito a pesar de tener estos la consideración de sujetos obligados10. nes de pensiones se realicen a través de cuentas bancarias abiertas a nombre de clientes. Por otro lado, una cuestión de gran trascendencia para el sector asegurador es la relativa a la aplicación de medidas de diligencia debida por terceros, prevista en el artículo 8 del Proyecto. Con arreglo a lo que antes señalábamos, los sujetos obligados podrán recurrir a terceros sometidos a la ley para aplicar las medidas de diligencia debida (identificación formal, identificación del titular real, obtención de información sobre el propósito e índole del negocio, etc.), con excepción del seguimiento continuo de la relación de negocios. Para ello, será preciso la conclusión de un acuerdo escrito entre el sujeto obligado y el tercero en el que se formalicen sus obligaciones, si bien los sujetos obligados serán responsables de la operación, aun cuando el incumplimiento sea imputable al tercero, sin perjuicio de la propia responsabilidad de este último. Como ha puesto de manifiesto UNESPA, las entidades aseguradoras comercializan sus productos principalmente a través de mediadores, agentes, operadores de banca-seguros y corredores, por lo que son los mediadores quienes tienen acceso al cliente. Mientras que agentes y operadores de banca-seguros no son sujetos obligados, recayendo la responsabilidad por su actuación sobre la aseguradora, los corredores son sujetos obligados con idénticas obligaciones que las aseguradoras, por lo que deben aplicar «ex lege» las medidas de diligencia debida. En este caso, las aseguradoras no recurren a terceros para aplicar tales medidas, sino que es el cliente el que acude al corredor para solicitar su asesoramiento y es el corredor quien, como sujeto obligado, debe cumplir con los requisitos exigidos por la norma. Por lo tanto, cuando el «tercero» que intervenga en una operación sea un sujeto obligado9, 9 La Recomendación 9ª del GAFI establece que tercero es un intermediario no sujeto a la normativa de prevención del blanqueo a quien las instituciones financieras pueden delegar llevar a cabo la identificación, recayendo la responsabilidad final sobre la propia entidad financiera. Sin embargo, la Directiva 2005/60/CE es más confusa al respecto, pues tercero puede ser tanto un sujeto obligado como cualquier otra entidad o persona (artículos 14 y 15). 10 A pesar de lo manifestado por UNESPA en sus Observaciones Preliminares al anteproyecto, las Cartas de Condiciones suscritas por aseguradoras y corredores son frecuentes en nuestro mercado y su mera existencia no implica una vulneración de la independencia que debe mantener el corredor respecto de las entidades aseguradoras por lo que, 208 CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA... para tratar de aproximar las prácticas del sector a los principios que inspiran la materia en otros Estados de la Unión Europea, pero dejando un amplio margen de maniobra a las compañías para establecer sus procedimientos internos en la materia. De acuerdo con esta Guía, el objetivo último del control interno es potenciar la operativa interna de la entidad, incrementar su capacidad para gestionar las situaciones internas y externas que se presenten e identificar las deficiencias o errores significativos en sus procesos internos para poder orientar los planes de acción que permitan corregirlos. Por este motivo, las previsiones contenidas en la citada Guía son genéricas y, si se quiere, programáticas, estableciéndose, en relación con la prevención del blanqueo de capitales, que el Consejo de Administración de cada entidad será responsable de aprobar los programas, procedimientos y controles internos necesarios para combatir el blanqueo y la financiación de actividades terroristas, debiéndose encargar la Dirección de llevar a cabo las directrices del Consejo mediante el desarrollo de tales procedimientos y controles internos. Para lograr este objetivo, la Dirección deberá basarse en las diversas áreas de negocio, que serán las responsables del diseño e implantación del sistema de control interno, que deberán ser los adecuados para cumplir la regulación específica del sector, así como la normativa fiscal, contable, de protección de datos, etc., y, por lo que ahora nos ocupa, la que regula la prevención del blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo. Como puede observarse, la Guía de UNESPA incide en aquellos aspectos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de diseñar los procedimientos adecuados de control interno, pero es cada entidad aseguradora la que tiene la responsabilidad de establecer tales controles y que los mismos sean adecuados para lograr el fin perseguido. En este sentido, aunque pueden existir, y de hecho existen, entidades cuyos procedimientos internos de control no son adecuados o son manifiestamente deficientes, los mayores problemas se pueden localizar, en nuestra opinión, en los grupos bancarios que integran entidades aseguradoras y/o corredurías de seguros. En consecuencia, entendemos que este precepto debería ser modificado de forma que la aplicación de medidas de diligencia debida por parte de un sujeto obligado que intervenga en la operación haga innecesaria la adopción de tales medidas por otro sujeto obligado, en este caso las entidades aseguradoras, sin necesidad de alcanzar acuerdos escritos para ello y sin que los sujetos obligados (por lo que aquí nos interesa, la aseguradora) asuman la responsabilidad por la actuación de los terceros que intervienen en la relación negocial y que también tienen la consideración de sujetos obligados. 2.3. LA AUTORREGULACIÓN ACAECIDA EN EL SECTOR ASEGURADOR No debemos concluir este breve estudio sin hacer una breve referencia a la autorregulación del sector asegurador, en una doble dimensión: la autorregulación derivada de la asociación sectorial que agrupa a las entidades aseguradoras en España, UNESPA, y la llevada a cabo por cada entidad aseguradora o correduría de seguros. En este sentido, de conformidad con lo que establecen tanto el artículo 3.7 de la vigente Ley 19/1993 como los artículos 26 y siguientes del Proyecto de Ley a que dedicábamos el anterior epígrafe, los sujetos obligados deberán establecer procedimientos y órganos de control interno y de comunicación a fin de evitar la realización de operaciones de blanqueo de capitales y, a partir de la aprobación de la nueva ley, de financiación del terrorismo. Esta obligación legal ha llevado en concreto a UNESPA a publicar la «Guía de buenas prácticas en materia de control interno», cuya última actualización es de 2007, en la que, reconociendo la especial relevancia que tiene el proceso de control interno en el ámbito asegurador, desarrolla esta iniciativa de autorregulación en nuestra opinión, podrían suscribirse acuerdos escritos entre aseguradoras y corredores, bien en el marco de una Carta de Condiciones o bien mediante acuerdos ad hoc, en virtud de los cuales los corredores asuman la obligación de aplicar las medidas de diligencia debida. 209 ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA Sin perjuicio de que en ciertos grupos se ha prestado una gran atención a las características especiales de la actividad desarrollada por las entidades que operan en el sector asegurador (siguiendo la recomendación de la Guía de UNESPA de que las áreas de negocio sean las que diseñen e implanten el sistema de control interno correspondiente), en otros casos se ha apreciado una cierta falta de atención a las peculiaridades de los operadores de este sector, tal vez por entender que los principales riesgos de que los grupos bancarios sean utilizados para el blanqueo de fondos de origen delictivo no se localizan en las aseguradoras o corredurías de dichos grupos (visión ésta que, como antes hemos señalado y ha apuntado el GAFI, ha quedado un tanto desfasada en la actualidad). Ello ha llevado consigo que gran parte de los reglamentos o manuales internos de los grupos bancarios se limiten a reproducir, en lo relativo a las entidades aseguradoras y corredurías del grupo de que se trate, las normas vigentes en la materia y/o el Catálogo Ejemplificativo de Operaciones de Riesgo de Blanqueo de Capitales para Entidades Aseguradoras, facilitado por el Ministerio de Economía. Por ello, y sin entrar en mayores precisiones que exceden del alcance de este breve estudio, entendemos que sería muy recomendable el establecimiento de procedimientos específicos de control interno que tengan presentes las evidentes especialidades de la operativa aseguradora, por ejemplo, por lo que se refiere a la formación de los empleados, al procedimiento de cobros y pagos y a la estructuración contractual de las previsiones sobre prevención del blanqueo y financiación del terrorismo en las relaciones entre aseguradoras y mediadores. Esta sofisticación exige en paralelo un mayor esfuerzo para que los estados actualicen sus sistemas nacionales contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo. Tales técnicas sofisticadas de blanqueo de capitales y financiación del terrorismo sólo son viables a través de la utilización del mercado y de las instituciones financieras, que se convierten en el principal sujeto obligado por la normativa de prevención del blanqueo. 2. Aunque, dentro del sector financiero, las entidades aseguradoras y las corredurías de seguros no parecen ser el principal medio para el lavado de fondos delictivos y la financiación del terrorismo, la modernización del sector lo ha convertido en objetivo de las redes de blanqueo, tal y como ha destacado el propio GAFI. 3. La constante actualización de la normativa a los nuevos desafíos en esta materia, que viene representada en la actualidad por el Proyecto de Ley de Prevención del Blanqueo de Capitales y de la Financiación del Terrorismo, afectará igualmente al sector asegurador, momento éste que debería ser aprovechado para mejorar algunos aspectos de dicha normativa, teniendo en consideración las inquietudes y el conocimiento del sector asegurador. En cualquier caso, las entidades aseguradoras y corredurías deberán tener presente la nueva regulación que próximamente se promulgará en la materia y que, aunque no es previsible que suponga cambios radicales, sí introducirá algunas modificaciones no carentes de relevancia. 4. Por otro lado, como sucede con todas las entidades financieras, la autorregulación en materia de prevención del blanqueo de capitales es también muy relevante en el sector asegurador. No obstante, atendiendo en concreto a la autorregulación de los grupos bancarios que integran entidades aseguradoras y/o corredurías de seguros, se ha apreciado una cierta falta de atención a las peculiaridades de los operadores del 3. CONCLUSIONES 1. Como ha puesto de manifiesto el GAFI, en los últimos años se ha apreciado un incremento en la utilización de sofisticadas técnicas dirigidas a eludir la normativa sobre prevención del lavado de fondos delictivos. 210 CAPÍTULO VI. CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA SOBRE LUCHA CONTRA... queo de Capitales. Ed. Marcial Pons, Madrid, 2007. sector asegurador, tal vez por entender que los principales riesgos de que los grupos bancarios sean utilizados para el blanqueo de fondos de origen delictivo no se localizan en las aseguradoras o corredurías de dichos grupos. Como señala la Guía de Buenas Prácticas en Materia de Control Interno de UNESPA, las áreas de negocio deben diseñar e implementar los sistemas de control interno aplicables en cada área concreta, por lo que deben ser las entidades aseguradoras de los grupos bancarios las que, de forma autónoma, diseñen tales controles, para que los mismos sean integrados en los manuales de procedimiento y control interno del grupo bancario del que formen parte. BOLDÓ RODA, C.: Comentarios a la Ley de Contrato de Seguro (coord. J. BOQUERA MATARREDONA, J. BATALLER GRAU y J. OLAVARRÍA IGLESIA). Ed. Tirant lo Blanch, Valencia, 2002. ESCRIBANO ÚBEDA-PORTUGUÉS, J.: «Desarrollos normativos en Derecho internacional y europeo en materia de blanqueo de capitales», Derecho de los Negocios, nº 218, Ed. La Ley, noviembre 2008. LOMBARDERO EXPÓSITO, L.M.: Blanqueo de capitales. Ed. Bosch, Barcelona, 2009. TIRADO SUÁREZ, F.J.: Ley de Contrato de Seguro (dir. F. SÁNCHEZ CALERO). Ed. 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