El Culto Religioso y su Función Estratégica dentro del Dispositivo Carcelario1 Ricardo Bur Ricardo Ottone León Introducción: Este trabajo forma parte del proyecto de investigación trienal “Consideraciones sobre el Concepto de Vulnerabilidad en la Clínica Criminológica. Su Construcción Categorial y Formas de Abordaje. Operatividad Carcelaria e Intervención Discursiva” (UBACyT DE 32 - CONICET 172 / 98), dirigido por el Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni, cuyos objetivos son analizar los efectos provocados por las condiciones de encierro institucional. En relación a este trabajo en particular, nos interesa indagar en el papel cumplido por la practica religiosa en el funcionamiento institucional y la subjetividad de los detenidos. Como metodología se han realizado entrevistas semiestructuradas con detenidos de distintos pabellones y se analizaron datos suministrados por las autoridades de la institución. Descripción de la Institución: La unidad penitenciaria en que se realizo el trabajo de campo está situada en la provincia de Buenos Aires, tiene capacidad para 750 internos y una población aproximada de 1.200 internos y presenta la característica de ser una prisión modelo. Esto último implica que, a diferencia de otras prisiones, es muy alto el numero de presos de buena conducta (de los condenados casi el 50% tiene conducta ejemplar, casi el 40% entre buena y muy buena; de los condenados el 100% se ubican entre ejemplar y muy buena) e ínfima la cantidad de presos de mala conducta (solo el 10% de los procesados se agrupa entre regular, mala y pésima, mientras que ninguno de los condenados registra esos niveles de conducta). La población de internos se encuentra distribuida en pabellones según el tipo al que se ajusten (trabajadores, evangelistas, ex-policias, etc). Cada uno de estos pabellones con sus reglas, sus modos de funcionamiento, modula diferentes subjetividades en donde el sujeto, inserto en dicho medio, va adquiriendo las características propias de la población del pabellón que le tocó en suerte. Una cuestión a investigar, entonces, son los mecanismos y condiciones que determinan que un sujeto sea enviado a uno u otro pabellón (ya veremos que no son azarosas, ni tampoco unívocas), así como ver como se producen las movilidades de un sector a otro, ya que estas no necesariamente son definitivas. Existe una carrera dentro del penal que determina una circulación, un posible ascenso o no de escalafón. Y ésta circulación se determina según la conducta, evaluada por el Servicio Penitenciario (SPP en este caso). Cuando un nuevo interno entra se lo coloca en un pabellón de población (presos comunes) y según la evaluación de su conducta asciende o desciende su puntaje dentro de una clasificación de 1 a 10. Un funcionario del penal nos comenta: “Hay una tabla de conducta que va del 1 al 10. Al ingresar el interno, parte de la mitad de la tabla. Tiene un periodo de observación de tres meses. Al finalizar el mismo le corresponde ‘Bueno 5’. Trimestralmente se va modificando el puntaje según la evaluación: ‘Muy Buena 7’, ‘Muy Buena 8’, ‘Ejemplar 10’; y tiene descuentos de 20 centésimos por cada día de sanción disciplinaria.” Suponemos que existe una relación directa entre las clasificaciones de los detenidos y el pabellón al que son destinados; y su permanencia o no en éste depende también de los resultados de cada evaluación. Asimismo el puntaje incide en la posibilidad de gozar o no de ciertos beneficios como visitas intimas, trabajo, etc. F., un interno del penal, dice “Si necesitas condicional o para un articulo necesitas conducta y un buen concepto”. La presencia evangélica: En este penal es considerablemente alto el numero de detenidos que profesa el culto evangelista (para ser más precisos pertenecen a la iglesia pentecostal). Constituyen la clase más numerosa del penal ya que la mitad de la población es miembro del culto, y tienen en la actualidad seis pabellones dedicados al mismo. Las circunstancias por las cuales un detenido llega a un pabellón evangelista no son siempre las mismas. En ciertos casos se opta por el culto pero en otros casos se va en calidad de “refugiado”, es decir, presos que no pueden convivir en otros pabellones porque serían agredidos (violadores por ej. o sujetos que son rechazados por otros detenidos) ya que allí se les garantiza cierta seguridad. En otros casos personas que no son del culto piden ser enviados allí por que saben que las condiciones de vida son mejores que en el resto del penal. Un funcionario penitenciario comenta: “La gente que ingresa y no quiere tener problemas va al pabellón evangelista”. “Nosotros hacemos un examen de viso, tenemos una charla con el detenido, preguntamos cosas mas o menos claves. A veces nos puede engañar pero pocas veces nos equivocamos. Puede pedir ir al pabellón evangelista, muy bien, le decimos que es lo que se hace, como es la vida acá, se le explica todo, van al pabellón y son recibidos. Y después son puestos en observación por la iglesia” En cualquier caso esto no es sin consecuencias ya que hay casos de detenidos que entraron a estos pabellones sin pertenecer al culto e ingresaron posteriormente al mismo. S., un interno que habita en un pabellón evangelista, relata: “Tuve muchos problemas, peleas, ‘buzones’, internaciones, no me adaptaba a la convivencia con delincuentes. Fui al [pabellón] evangelista por recomendación. Ahora estoy en el evangelio y estoy bien... antes era católico pero no evangelista”. Los pabellones evangelistas (junto con los de Autodisciplina) son los de mejor conducta del penal y los que gozan de mayores beneficios. Son los de mayor disciplina y acatamiento a las reglas del penal. En dichos pabellones, al igual que en los otros, existen reglas de convivencia especificas y propias de los mismos (además de las del SPP) y estas deben ser acatadas si se quiere permanecer en ellos. Así lo expresa un funcionario penitenciario: “Hay un pabellón que es un ejemplo de vida, tienen muy buena conducta. Tienen un reglamento igual que nosotros pero de la iglesia: no fuman, no toman, nunca se faltan el respeto, etc. Ellos restringen mucho más y se controlan de cerca” “Tienen pastores designados, tienen diáconos, tienen siervos y si alguien tiene problemas de conducta hablan con nosotros y ellos mismos lo apartan.” Al ser este tipo de presos mayoría esto determina que asimismo la mayoría de la población del penal entre en esta categoría y la institución mantenga así su carácter de modelo, con bajo nivel de conflictividad. “La mitad de la población profesa el culto evangélico, eso es destacable y por eso la tranquilidad de la cárcel.” “Es una forma de escape, una vía de tranquilidad. Ellos guían de buena manera, comparten cenas todas las noches, guían bien.” 2 El modelo religioso de la disciplina: Vemos, entonces, que la religión funciona aquí como dispositivo disciplinante. Ahora bien, ¿Por qué la religión? ¿Y por qué esta religión en particular? Observamos en los detenidos que profesan el culto, un riguroso control de sus actividades, que presenta pautas mas bien rígidas y donde el planteo del tiempo está reglado al detalle. Al ser interrogados acerca de cómo es un día en el penal, contestan una serie de actividades, las cuales están en su gran mayoría relacionadas con el culto: orar un determinado número de veces al día, ayudar a los hermanos del culto, etc. Foucault daba cuenta del empleo del tiempo como mecanismo fundamental a la hora del disciplinamiento, y este modelo del control del tiempo de la disciplina moderna proviene de las antiguas instituciones monásticas. Allí menciona sus tres grandes procedimientos: “establecer ritmos, obligar a ocupaciones determinadas, regular los ciclos de repetición”3 . Este modelo es el que se emplea en todas las instituciones modernas: escuelas, fábricas, hospitales, y también en las cárceles. La institución carcelaria – en principio, una institución laica – se complementa con el esquema propio de las prácticas religiosas, nacidas en el interior de los conventos. “Durante siglos las órdenes religiosas han sido maestras de disciplina: eran los especialistas del tiempo, grandes técnicos del ritmo y de las actividades regulares”4. Ambos procedimientos, si bien son distintos, tienen la misma raíz. Colaboran entre sí y sus efectos son los mismos. Existe una doble internalización de normas, las de la institución carcelaria, junto con los procedimientos de regularización temporal de la organización religiosa. El evangelismo como práctica religiosa es un fenómeno relativamente reciente, tiene alrededor de un siglo de antigüedad, pero sus antecedentes se hunden en el cristianismo y en el protestantismo. Ambos son poseedores de ciertas características, como el valor que otorgan a ciertos textos sagrados, la obediencia y la sumisión entendidas como virtudes, etc, que prefiguran cierto perfil que los hace propicios o útiles a la hora de constituir un dispositivo cuyos resultados apunten a la disciplina. “El cristianismo no es tan solo una religión de salvación, es una religión confesional. Impone obligaciones muy estrictas de verdad, dogma y cánones de lo que hacen las religiones paganas. Las obligaciones referidas a la verdad de creer tal o cual cosa, eran y son todavía muy numerosas. El deber de aceptar un conjunto de obligaciones, de considerar cierto número de libros como verdad permanente, de aceptar las decisiones autoritarias en materia de verdad, el no solo creer ciertas cosas, sino el demostrar que uno las cree y el aceptar institucionalmente la autoridad, son todas características del cristianismo”5. Podemos decir entonces que el cristianismo es la religión de la obediencia, ya que la misma, en el cristianismo es una virtud, un bien en sí mismo. ¿Qué mejor para una institución autoritaria que una doctrina que promueve la obediencia a la autoridad como máxima virtud? A la hora de la obediencia y el disciplinamiento es siempre necesaria la presencia de un líder: sabemos por Freud el valor de este lugar, en cuanto a la cohesión y permanencia del fenómeno de masa. En la iglesia católica, el líder indiscutido sería Cristo, pero no es el único, existen subrogados del mismo de índole terrenal, líderes que bajo el nombre de pastores, toman a su cargo un cierto número de fieles, su rebaño. Esta tecnología pastoral, exige del líder – el pastor – una dedicación exclusiva y permanente por su rebaño, y en particular exige la individualización de cada uno de sus miembros, es un poder que debe ejercerse permanentemente hacia todos y cada uno. Existe otra exigencia, esta vez en relación a cada miembro del rebaño: esta es la de una obediencia completa al poder del pastor que sabe lo que es bueno para todos y para cada uno. “En el cristianismo el lazo con el pastor es un lazo individual, un lazo de sumisión personal, su voluntad se cumple no por ser conforme a la ley, ni tampoco en la medida en que se ajusta a ella, sino fundamentalmente por ser su voluntad” 6. En la unidad carcelaria que visitamos existe la figura del pastor, cada pabellón evangelista posee uno que cumple dichas funciones: la de ofrecer los sermones, guiar a su población y atender los problemas de cada uno. Figura que, en tanto líder, funciona con más eficacia que otras más propias de la institución, como ser las autoridades del sistema penitenciario o el procurador, pasando por los distintos profesionales que trabajan en la institución, ya que su obediencia deriva no de la coerción, sino del fuerte lazo afectivo que los liga a él. Los cultos evangélicos, si bien cristianos, son un derivado no de la iglesia católica sino de las corrientes protestantes que surgen a partir de las reformas del siglo XVI, que prefiguran el surgimiento del capitalismo y el nacimiento de los estados modernos, y con ellos el surgimiento de las disciplinas. En particular el movimiento protestante colaboró directa o indirectamente en el surgimiento del capitalismo. “No se debe perder de vista que era imposible, pasar inmediatamente de la sociedad cerrada medieval a la sociedad burguesa sin la intervención del protestantismo como mediador evanescente: el protestantismo, con la universalización del cristianismo preparó el terreno para su repliegue a la esfera de la vida privada”7. ¿Qué quiere decir esta universalización del cristianismo, este repliegue a la vida privada? La ética protestante implica que la actitud cristiana se extienda más allá de los límites del templo y de los especialistas. Ahora pasa a gravitar sobre toda la vida secular y sus reglas, sus exigencias, son extensivas a todos los creyentes. La religión pasa a tener una pregnancia permanente en todo momento y lugar, gobierna hasta los actos cotidianos más nimios. Como se desprende reiteradamente del discurso de los internos entrevistados, las actividades relativas al culto, ocupan la mayor parte de su tiempo, la religión gravita permanentemente sobre toda y cada una de sus actividades y sus pensamientos. La mayor parte de las actividades está impregnada por el sentimiento religioso. El culto religioso evangélico que tiene presencia en esta unidad penitenciaria, así como en las otras, es el de la Iglesia Pentecostal que, de los grupos evangélicos, es el más antiguo, el más numeroso y el de mayor crecimiento en las últimas décadas (otros grupos son: los Testigos de Jehová, los mormones, los Adventistas del Séptimo Día y los bautistas)8. El culto evangélico pentecostal nace a principios de siglo en los E.E.U.U. como desprendimiento de las iglesias protestantes, tuvieron un importante crecimiento con la crisis del ’30 y hacia 1940 ya eran el 25% de la población protestante. Y será a partir de los años ’60, ’70 y décadas subsiguientes que crecerá notablemente en Latinoamérica, sobre todo en los sectores más marginales. Se calcula que son, hoy, el 75% de la población evangélica del mundo y el 90% de la de Latinoamérica. La Iglesia Pentecostal revaloriza el papel fundamental del pastor del cristianismo primitivo, y conserva del protestantismo su carácter de ocupar toda la vida cotidiana o secular del creyente, su papel de ser una religión total, incluso de manera más exacerbada. Su consigna ha sido, desde un principio, la del poder de la prédica. Es así como han logrado su notable crecimiento y es así como llegaron a la cárcel. Particularidades que le son propias están en el hecho de que la predica ya no es patrimonio del especialista. Los pastores de la cárcel son, a su vez, presos, son sus semejantes, provienen de la misma extracción que su rebaño. Otro hecho es la particular relación que los une con los otros miembros del culto, caracterizada por ser un fuerte lazo de compañerismo, de “hermandad”, lo cual refuerza su pertenencia y su permanencia en la comunidad. El ideal del buen cristiano que no bebe, no fuma, no blasfema, lee lo que se le indica, va al culto, es sumiso, obediente y respetuoso de la autoridad, da la pauta de porque ha sido tan funcional a los fines del diciplinamiento y porque las autoridades lo han favorecido y promovido. Es por todos conocidos el crecimiento que manifiestan los grupos religiosos con estas características en la sociedad argentina actual. Según palabras de un funcionario del servicio penitenciario, las presencias de estos cultos en las unidades carcelarias se ha hecho cada vez más manifiesta, llegando en algunas, a constituir una presencia considerable de la población total (Olmos, Unidad 9 de La Plata, Florencio Varela, Campana). “En el momento en que empezaron, fue hace cinco o seis años atrás, al principio había un solo pabellón, luego dos, tres, cuatro, y ahora hay seis, y tienen un patio donde hay una iglesia evangélica y reciben visitas. Es paulatino, va creciendo”9 Tecnologías del poder, tecnologías del yo: Un fenómeno que puede observarse en la unidad penitenciaria que visitamos es la combinación de dos tipos de tecnologías. Foucault menciona cuatro tipos principales: las tecnologías de producción, las de sistemas de signos, las de poder, y las del yo. A estas dos últimas nos referiremos de aquí en adelante. Las tecnologías del poder consisten en aquellas que determinan el control de la conducta de los individuos, objetivan al sujeto, sus fines son la dominación, el sometimiento y la regularización de los comportamientos. En relación a las tecnologías del yo consisten en operaciones que los sujetos realizan sobre sus cuerpos y subjetividades, pensamientos, conductas o cualquier forma del ser, con el fin de lograr una transformación de si mismos para lograr un cierto estado en particular. Como ejemplo de las tecnologías de poder, en particular referidas a la institución carcelaria, podemos citar los modelos penales americanos de Auburn y de Filadelfia. El primero combina el trabajo y el silencio durante el día con el régimen de aislamiento celular durante la noche. El segundo consiste en un régimen de aislamiento absoluto, cuyo origen se encuentra en un sistema inventado por los cuáqueros basado en la meditación y la lectura de la Biblia. Ambos son formas en que la racionalidad del Estado organiza sus medios para lograr el control de la conducta con los fines de la defensa social. ¿Cómo se pesquisa el ejercicio de ambas tecnologías en esta unidad carcelaria? La tecnología de poder puede observarse en la racionalidad propia del sistema penitenciario, en su organización, en sus reglamentos, en su organización del espacio y del tiempo, en su organización jerárquica, en sus sistemas de premiso y castigos, etc. Cuando se le pregunta al Servicio Penitenciario por qué esta prisión es una cárcel modelo, responden: “Esta cárcel tiene un sistema de celdas individuales. El interno es separado de sus iguales. Toda la mañana están encerrados y siguen en la celda hasta después del horario de almuerzo en que están sueltos. Luego, a las diez, se los vuelve a encerrar”. “La disciplina procede ante todo a la distribución de los individuos en el espacio”10. Esto puede observarse en la distribución de los detenidos en los pabellones a partir de ciertas características específicas. La población de la cárcel se encuentra dividida en tipos o clases humanas tales como: población común, evangelistas, trabajadores, ex-policías, castigados, VIP, universitarios, etc. Esta división determina a su vez, la división espacial de la institución, en diferentes pabellones que alojarán cada uno a los sujetos de una determinada “clase”. No tenemos la nómina exacta de pabellones pero un funcionario del servicio Penitenciario da cuenta de seis pabellones evangelistas, uno de población, dos de trabajadores, dos de autodisciplina, uno de deposito o transito, uno de ex-policias y uno de estudiantes; a su vez un detenido nos mencionaba seis de evangelistas, cuatro de población y uno de trabajadores. Esta distribución espacial a partir de afinidades particulares, obedece a los fines de un mayor control de los individuos, permitiendo mantener un nivel bajo de conflictividad. Las conductas suelen ser calificadas por el mismo servicio penitenciario como buenas, y según palabras de ellos mismos, no suelen producirse motines como en otros penales. Cuando ocurren incidentes nunca son los evangelistas los que participan en ellos. Las autoridades resaltan la escasa frecuencia con que se producen motines en relación a otros penales. “Ultimamente no hay motines. El último motín fue en el ’93.11” “Hay gente que no se engancha, es la población de evangelistas. En el ’93 no se engancharon. La mitad de la cárcel, el sector A, se enganchó, el sector B se mantuvo en forma pacifica (...) Los tipos no están amotinados, se mantienen imparciales. No son ni amigables con nosotros, ni permiten entrar a los pabellones a los amotinados. Son imparciales12”. Con respecto a las tecnologías del yo, en este penal observamos la presencia del dispositivo religioso, su doctrina, sus rituales y su regulación de las actividades cotidianas, así como su pretensión de lograr una completa transformación subjetiva. En la gran mayoría de los casos el ingreso al culto se da por el mecanismo de conversión. S. un interno miembro del culto, ante la pregunta por su estado psicofísico actual en relación al anterior a la detención, responde: “mejor, aprendí lo que es vivir”. Dos tecnologías diferentes se combinan, colaboran y producen ambas un mismo resultado. A la institución le sirven los evangelistas. Su presencia es garante de disciplina, de obediencia, de baja conflictividad y le permite, entonces, mantener su status de “cárcel modelo”, con los beneficios que esto implica. La presencia de estos cultos religiosos es promovida por el servicio penitenciario, las autoridades del penal facilitan la entrada de sus líderes externos (reciben visitas de lideres religiosos de E.E.U.U. y Canadá) y brindan mayores beneficios a la población de dichos pabellones (menor vigilancia, mayor tiempo de esparcimiento, menor uso de la violencia explícita, etc.). Una política de “obsesivización”: Sigmund Freud marca en varios de sus textos un paralelo, una analogía entre las practicas religiosas y los rituales obsesivos13. Lacan asimismo ha retomado este tema en su Seminario: “por una suerte de curiosa conformidad esta vida sacramental se muestra muy apropiada para dar a los síntomas del obsesivo, la vía, el sitio por donde se desliza con facilidad en especial en la religión cristiana.”14 “Es precisamente allí donde Freud lleva la cuestión, cuando nos habla del ritual obsesivo con la religión. Seguramente toda religión se sostiene en lo que se refiere a estas practicas.”15 Una aclaración cabe ser hecha: No nos estamos refiriendo aquí a cuestiones ligadas con estructuras psíquicas o psicopatológicas sino a ciertos rasgos del accionar de los sujetos que toman características de lo obsesivo. Hablamos de actos no de estructuras y el hecho de que un sujeto realice determinados rituales o se vea envuelto en mecanismos que remiten a un modo de funcionamiento obsesivo no significa que su estructura clínica sea necesariamente la de la neurosis obsesiva. Puede tratarse más bien que se le exija dicho modo de funcionamiento por su inclusión en una institución total, como es la cárcel. Desde un marco teórico psicoanalítico podemos poner de manifiesto una posible analogía del sujeto obsesivo con el sujeto obediente, disciplinado. Es característica del obsesivo su sujeción al Otro, el carácter esencial de su relación con el deseo es el de convertirlo en demanda. El deseo del Otro es la ley, el obsesivo lo traduce en un mandamiento, en una demanda que hay que cumplir. Un mecanismo como este sería seguramente funcional a los fines del Servicio Penitenciario ya que si el obsesivo establece una relación de sumisión al Otro, es dable suponer que a través de un mecanismo que podríamos llamar de “obsesivización”, se garantizaría un sujeto obediente, disciplinado. En términos de Foucault podemos denominar a dicho mecanismo como formando parte de los procesos de sobredeterminación funcional y ocupación estratégica propias de los dispositivos, en los que determinados efectos de un dispositivo entran en resonancia con otros demandando un reajuste de elementos heterogéneos con la finalidad de la propia preservación de si mismos. En el caso que nos ocupa vemos que ciertos fines como el orden y la disciplina, que son prácticamente imposibles de cumplir (en ámbitos que se caracterizan por el hacinamiento, las deficientes condiciones sanitarias y de alimentación, etc) sin el uso de la violencia por parte de la institución, pueden alcanzarse gracias a la mediación de practicas religiosas que ejercen un dominio exhaustivo y riguroso de los sujetos que las profesan hasta en las practicas cotidianas más insignificantes. Esto implica para la institución el beneficio de una mayor economía en el ejercicio de la violencia. Estos mecanismos no son inocuos, en este trabajo hemos intentado dar cuenta, en parte, de cuáles son los efectos que estas prácticas tienen en la subjetividad de los internos. Hacia la Utopía de la Cárcel Templo: El ideal de la cárcel quieta parece tomar forma. Tal vez no a partir de garantizar una mejor calidad de vida a los internos y respetar sus derechos y garantías individuales. Un nuevo actor entra en escena y revela su funcionalidad con el dispositivo. El fenómeno evangelista en la cárcel sigue creciendo, y no se contenta solamente con lo que ya ha conseguido. Según palabras de un funcionario del penal “El fenómeno va creciendo paulatinamente, y la meta es convertir a toda la cárcel en evangelista”. Planteada esta alternativa, cabe la pregunta a las autoridades acerca de cual es su posición con respecto a esta posibilidad. La respuesta parece ser favorable: “si se da de buena forma y para bien, nadie va a decir que no, pero va a ser paulatino. Viene de hace cinco años atrás y con que progrese de a un pabellón por año no habría problemas ni con el personal ni con la jefatura”. Vemos aquí como se funden cárcel e iglesia (bajo el rostro de los nuevos cultos cristianos) formando un dispositivo nuevo, aunando las reglas de la cárcel con las normas religiosas. De este modo la prisión se adapta a los nuevos tiempos, se reacomoda, y logra sobrevivir a su crisis mediante una nueva modalidad; acercándose aún más al ideal panóptico de una institución prolija, austera, de perfecto y ajustado funcionamiento, una forma más limpia y económica de disciplinamiento. Notas 1 Trabajo presentado en las VI Jornadas de Investigación de la Facultad de Psicología (UBA) en diciembre de 1999. 2 Entrevista a un funcionario del Servicio Penitenciario. 3 Michel Foucault, “Vigilar y Castigar”. Siglo XXI; Buenos Aires, 1989 - Pág. 153 4 Ídem – Pág. 154 5 Michel Foucault, “Tecnologías del yo”. Paidós; Barcelona, 1990 – Pág. 80 6 Michel Foucault, “Tecnologías del yo”. Paidós; Barcelona, 1990 – Pág. 113 7 Slavoj Zizek, “Porque no saben lo que hacen”, Paidós; Buenos Aires, 1998 – Pág. 241 8 Véase Alfredo Silleta. “Multinacionales de la fe”, Puntosur; Buenos Aires, 1991 – Pág. 77 9 Entrevista a un miembro del Servicio Penitenciario. 10 Michel Foucault, “Vigilar y castigar”. Siglo XXI; Buenos Aires, 1989 – Pág. 145 11 Este fue el año de los grandes motines, donde se desataron varios motines simultáneos en todo el país. 12 Entrevista a un miembro del Servicio Penitenciario. 13 Véase Sigmund Freud, “Los actos obsesivos y las practicas religiosas” (1907) y “El porvenir de una ilusión” (1927) O.C. 14 Jacques Lacan, Seminario 5, “Las formaciones del inconsciente” Clase del 2/7/58 15 Jacques Lacan, Seminario 16, “De un otro al otro” Clase del 21/5/69