BARCELONA El final del s. XIX y las primeras décadas del...

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BARCELONA
El final del s. XIX y las primeras décadas del s. XX significaron un nuevo período de esplendor para la
ciudad, que acogió dos Exposiciones universales (1888 y 1929), y se renovó con nuevos edificios en estilos
neogótico, modernista y novecentista. Sin duda destaca entre todos ellos la obra modernista de Antoni Gaudí:
la Pedrera (1891), la Sagrada Familia (iniciada en 1909), el parque Güell (1900−1914), etc.
Parque Güell, parque situado en la zona norte de la ciudad de Barcelona (España), una de las obras maestras
de la arquitectura paisajística del siglo XX. Fue concebido por el arquitecto catalán Antoni Gaudí como
encargo del empresario y mecenas Eusebi Güell, que tenía el propósito de construir una ciudad−jardín. Las
obras comenzaron en 1900 y la traza urbanística quedó finalizada en 1914. Se ingresa por la parte más baja a
través de una entrada de gran riqueza cromática, en la que destaca una notabilísima reja de forja flanqueada
por dos pabellones ovalados de cerámica policromada y formas fantasiosas. A continuación se asciende por
una escalinata entre dos muros ondulados para acceder a la llamada sala de las cien columnas, una
monumental sala hipóstila sustentada por 84 columnas pseudodóricas, muchas de ellas fuertemente inclinadas,
con un interesante techo de mosaicos. Por pasos laterales se alcanza el gran mirador construido en 1906, una
plaza bordeada por un banco corrido y ondulado recubierto de azulejos, que domina la ciudad de Barcelona. A
partir de aquí, Gaudí continua el trazado del parque aprovechando las irregularidades del terreno, respetando
la vegetación y trazando un sistema de viaductos y soportales que no interrumpen el paisaje y conducen, por
la parte oeste, hasta una gran cruz desde la que se aprecia otra notable panorámica. En el lado inferior
subsiste, convertida en museo, la casa particular que allí se edificó el arquitecto. La arquitectura ciertamente
orgánica de Gaudí encuentra en esta exaltación de la naturaleza su marco más adecuado.
GAUDÍ
Antonio Gaudí y Cornet (Reus 1852−Barcelona 1926) es una de las personalidades más originales y
complejas del panorama de la arquitectura española de los primeros años del siglo XX.
Este hombre de carácter difícil, austero y hasta descuidado en su manera de vestir, parece que tan sólo sintió
interés por su trabajo, al que se entregó con auténtica pasión. Poco amigo de notoriedades, realizó la mayor
parte de su obra en Barcelona, donde terminó sus estudios de arquitectura en 1878. Su obra, profundamente
marcada por su original personalidad, se puede situar en la corriente historicista de finales del siglo XIX y en
el modernismo de comienzos del siglo XX. Ahora bien, tanto en un estilo como en otro, Gaudí fue capaz de
darle a su obra un sello propio que bien merece el calificativo de gaudiniano. Su trabajo, marcado por el peso
de la arquitectura del pasado (según el propio Gaudí la originalidad debía consistir en volver al origen) está
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repleto de anticipaciones, de soluciones nuevas, de atrevimientos geniales y, en definitiva, de una notable
modernidad. Es por esa mezcla entre lo pasado (el gótico, el mudéjar, el barroco) y lo moderno (lo orgánico,
la abstracción, el concepto de diseño) por lo que la obra de Gaudí es difícil y por lo que la grandeza de su
trabajo no se ha reconocido en su justa medida hasta época muy reciente, aunque ya en 1910 se celebró en
París una exposición que recogía su quehacer como arquitecto.
Gaudí se formó en el romanticismo catalán, admirador de la Edad Media, que tanto gustó a la burguesía
barcelonesa de su época. Partiendo de la concepción arquitectónica del historicismo, Gaudí supo dar un
sentido moderno a su forma de retomar los estilos constructivos del pasado. Hay, además, en sus primeras
obras, cierto sentido ecléctico que le permite, con gran originalidad, mezclar lo gótico con lo arabizante y con
sus propias soluciones técnicas como los arcos parabólicos que aparecerán en muchas de sus construcciones.
En la obra de Gaudí se puede hablar, pues, de una primera etapa historicista que va desde 1883, fecha en la
que ya comienza a trabajar en la Sagrada Familia, hasta 1900. La primera construcción de este período es la
Casa Vicens de estilo hispanoárabe, realizada en ladrillo con abundante azulejería (Manuel Vicens era
comerciante en azulejos), con atrevidos mocárabes en sus techumbres y unas bellas verjas de forja. Con los
mismos presupuestos estéticos realizaría los Pabellones Güell (1884−87) que marcarían el inicio de una
estrecha amistad con el rico industrial Eusebi Güell, mecenas que le abrió las puertas de la gran burguesía
catalana.
Para el marqués de Comillas realizó, en la villa cántabra del mismo nombre «El Capricho» (1883−85).
Siguiendo una estética gótica realizó el Palacio Güell (1886−91), construcción que gira en torno a un amplio
vestíbulo, coronado por una cúpula de arco parabólico. En la misma línea gótica, pero con mucha más
sobriedad realizó el Colegio Teresiano (1888−90) con unos largos pasillos−galería de arcos parabólicos de
gran sencillez y elegancia formal. Por el mismo tiempo y con un gótico más puro realizó el Palacio Episcopal
de Astorga, que no llegó a finalizarse según su proyecto y la Casa de los Botines en León. Entre 1898 y 1904
Gaudí levantó dos construcciones que marcan un cambio en su estética, Bellesguard y la Casa Calvet. En
Bellesguard (Bella Vista) Gaudí plasma un gótico de ensoñación con el que pretende cierta fusión con el
paisaje circundante y en cuyos interiores comienzan a hacer presentes las formas orgánicas, además de
soluciones racionalistas. La Casa Calvet muestra a un Gaudí preocupado por los patios interiores y por las
formas orgánicas de los muebles diseñados para su decoración.
Desde 1900, fecha en la que se inician las obras del parque Güell, hasta 1917 se produce la segunda y gran
etapa de la obra gaudiniana. Es el período de las construcciones más atrevidas, más modernas y más
personales. Surgen así la armónica Casa Batlló (1904−1906) en la que el modernismo de Gaudí alcanza su
plenitud, al tiempo que propone soluciones funcionales para problemas de iluminación o de temperaturas (en
las techumbres). Entre 1906 y 1910 Gaudí realizó la que bien puede considerarse como su obra más moderna,
la Casa Milá, conocida también como La Pedrera. En ella destacan la ondulante fachada y las formas
abstractas biomórficas empleadas en el tejado como accesos, chimeneas o puntos de ventilación. En 1908
Gaudí inició las obras de la Iglesia de la Colonia Güell en Santa Coloma de Cervelló; ahora bien, en el diseño
de esa iglesia venía trabajando desde 1898, razón por la cual la cripta y la escalinata de acceso, que fue lo
único que se llegó a construir, suponen la síntesis de algunos de los problemas técnicos que Gaudí se había
planteado en su época neogótica. Entre 1909 y 1910 Gaudí realizó, a los pies de la Sagrada Familia, una
escuela dependiente del templo. Esta pequeña obra destaca por su original techumbre ondulada, que habría de
inspirar y sorprender al propio Le Corbusier en 1928. Desde 1917 y hasta 1926, año en que Gaudí murió
atropellado por un tranvía, dedicó todos sus esfuerzos al gran templo de La Sagrada Familia. A lo largo de su
vida y desde que en 1883 Gaudí se hiciera cargo de las obras, éstas progresaron muy lentamente. Así, desde
1883 a 1891 se realizó la cripta, en 1893 se cerró el ábside y hasta 1925 no se finalizó la primera de las cuatro
torres de 107 metros de altura que debían completar la fachada del Nacimiento.
La Sagrada Familia es una obra inclasificable, en ella, una vez más, Gaudí tomó elementos y estructuras del
pasado, pero sobre todo dejó rienda suelta a su imaginación para crear un monumento tan lleno de
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personalidad que hoy es, en todo el mundo, símbolo de la ciudad de Barcelona.
Salamandra de Antonio Gaudí, en el parque Güell. El mosaico de cerámica policromada y los contornos
sinuosos confieren un aspecto lúdico a esta obra. Cabe destacar el uso de fragmentos de azulejos
recompuestos en diseños ornamentales.
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