| Fojas:82 Certifico: Que, con esta fecha, se remite vía interconexión al Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, la causa Rit I-178-2012, caratulada “Corporación de Educación Salud del Menor con Inspección del Trabajo de Santiago”, ingreso Corte N° 1459-2012 por encontrarse fallado el recurso. Se adjunta fallo de la Excma. Corte Suprema alusivo al recurso de unificación de jurisprudencia deducido en estos autos. Santiago, 22 de marzo de 2013. SERGIO MASON REYES SECRETARIO //nvh Foja:28 Veintiocho C.A. de Santiago Santiago, trece de diciembre de dos mil doce . Vistos: Se sustanció la causa RIT I-178-2012 del Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de esta ciudad, caratulada “Corporación Municipal de Educación Salud y Atención de Menores de Conchalí con Inspección Comunal del Trabajo de Santiago”. El proceso se siguió de acuerdo con las reglas del procedimiento de aplicación general y versó sobre una reclamación de multa impuesta por el organismo fiscalizador. De acuerdo con los antecedentes, la multa fue aplicada en razón de haberse separado ilegalmente de sus funciones a una trabajadora sujeta a fuero laboral, estimándose que tales hechos infringen los artículos 201 inciso 1°, 174 y 208 del Código del Trabajo. Por sentencia definitiva de 21 de septiembre de 2012, la juez de la causa acogió la reclamación interpuesta. En contra de ese fallo la Inspección Comunal del Trabajo Santiago Norte, dedujo recurso de nulidad sustentado en las causales del artículo 477 del Código del Trabajo, sobre infracción de ley, y en la de su artículo 478, letra c), sobre calificación jurídica errónea. Considerando: Primero: Los fundamentos del recurso son susceptibles de reseñar del modo que pasa a indicarse: a) En lo que se refiere a la causal del artículo 477 del Código del Trabajo, se denuncia la infracción de los artículos 503 y 505 del mismo cuerpo legal, en relación a lo establecido en el D.F.L. 2 de 1967, del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social. El error de derecho se manifestaría porque en la sentencia impugnada se asume que el fiscalizador se habría excedido en sus facultades al calificar como laboral la relación jurídica habida entre las partes, presupuesto necesario para que opere el fuero maternal. La recurrente estima que ello importa hacer caso omiso de la regla contenida en el artículo 505 del Código del Trabajo, que confiere expresamente al servicio público aludido las facultades que el fallo pretende negarle. Remarca que está dentro del ámbito de las atribuciones del órgano recurrente la fiscalización del cumplimiento de la legislación laboral y la interpretación de sus normas. En el ejercicio de tales prerrogativas, el fiscalizador constató hechos claros, específicos y, conforme a ellos, procedió a cursar la multa, decisión que se vio ratificada con lo resuelto por sentencia firme en la causa M-599-2012 del Primer Juzgado del Trabajo, instancia en la que se estimó igualmente que existía una relación laboral, ordenándose el reintegro de la trabajadora a sus funciones; y b) Respecto de la segunda de las causales (calificación jurídica), se aduce que la deficiencia correlativa se expresa en la circunstancia que, pese a señalarse reiteradamente en el fallo que existe un registro de asistencia para la trabajadora, la juez le niega mérito jurídico suficiente para calificar de laboral la relación verificada por el fiscalizador. De acuerdo con lo establecido en el artículo 8 del Código del Trabajo, el cumplimiento de un horario y el control de la jornada son notas distintivas de la subordinación jurídica. No obstante ser un hecho acreditado la existencia del registro de asistencia, la juez no le asigna la consecuencia legal debida. Estimando configuradas ambas causales de nulidad, que hace valer conjuntamente, la recurrente solicita que se invalide la sentencia impugnada y que, en su reemplazo, se dicte un fallo que decida rechazar el reclamo deducido; Segundo: En la sentencia que se examina se sigue un derrotero que suele reiterarse en algunos fallos sobre materias semejantes, esto es, se emite el pronunciamiento correspondiente sólo sobre un aspecto que se juzga previo: la extensión de las facultades de la Dirección del Trabajo en materias de “calificación jurídica” o de definición de laboralidad en una relación contractual. De este modo, si en el fallo respectivo se llega a concluir que la Administración actuó fuera de los límites que estarían acotados por nuestro ordenamiento jurídico, entonces se acude al predicamento de omitir el examen de la prueba rendida sobre el fondo del asunto, por estimárselo “inoficioso”; Tercero: Como se sabe, las posibilidades de revisión de esta Corte están sustancialmente determinadas por la naturaleza del recurso nulidad y, particularmente, por la circunstancia que éste corresponde a un mecanismo de impugnación que, como tal, no constituye instancia. Un proceder como el que se observa en el fallo recurrido, siendo desde ya discutible, era posible de entender en el contexto del antiguo procedimiento –de carácter escrito y con recurso de apelación- porque en tal caso el tribunal de alzada podía estar eventualmente facultado para valorar directamente las pruebas, salvando de ese modo eventuales omisiones, e incluso contaba con la atribución para decidir aspectos que no figuraban resueltos en el fallo de primer grado, con tal que hubieran sido objeto de debate. Nada de ello es posible de llevar a cabo, de esa manera, en el nuevo procedimiento ni a propósito de un recurso de nulidad; Cuarto: El deber de motivación cumple una función crucial dentro del proceso. Como si se tratara de dos caras de una misma moneda, debe permitir a las partes el ejercicio de sus derechos de impugnación y, en lo que atañe al tribunal de nulidad, ha de posibilitar que éste quede en condiciones de examinar tanto el enjuiciamiento de hecho como el de derecho, contendidos en la sentencia. En suma, es menester que el fallo proporcione toda la información relevante a la que pudo acceder el juez con motivo de la realización del juicio. Esa es su obligación. En términos todavía más concretos, es preciso que vierta en la sentencia el análisis de toda la prueba rendida y, consecuentemente, “los hechos que estime probados y el razonamiento que conduce a esa estimación”, para cuyo efecto está constreñido a expresar en su fallo “las razones jurídicas y las simplemente lógicas, científicas, técnicas o de experiencia, en cuya virtud les asigne valor (a las pruebas) o las desestime”. Quinto: Tratándose de procedimientos estructurados a partir de medios o de técnicas de adquisición de conocimiento como la inmediación y oralidad, vale decir, diseñados en un modelo de audiencias, la fundamentación de la sentencia adquiere ribetes particularmente intensos, comoquiera que en ellos el control que pueda hacerse de las decisiones queda condicionado por la fundamentación del fallo, cuyo protagonismo resulta entonces capital. De otro lado, en un orden más propiamente formal, resulta indispensable que la redacción propenda a la consistencia y claridad, evitando la imprecisión y ambigüedad, puesto que ello puede dar lugar a dudas, incertidumbre o confusión, todo lo cual conspira contra la certeza y constituye un obstáculo para el examen que ha de realizar el tribunal ad quem; Sexto: En efecto, la obligación que está llamada a cumplir esta Corte no corresponde a un ejercicio abstracto ni académico sino que propende a encontrar la mejor solución para un caso concreto. En lo que interesa, su labor de decir el derecho debe llevarse a cabo en torno a los hechos que se hayan tenido por probados en la sentencia que se impugna. Tanto es así que una eventual sentencia de reemplazo debe dictarse con estricta sujeción a tales hechos. Para esos fines, en consecuencia, resulta indispensable que en la respectiva sentencia se contenga el debido análisis de las probanzas rendidas por las partes y, por ende, los hechos que cabe tener por demostrados con esas pruebas. Ese es un imperativo ineludible de todo fallo, porque así fluye de lo establecido en el artículo 19 N° 3 de la Constitución Política de la República y porque así lo ordena de un modo expreso el artículo 459 N° 4 del Código del Trabajo, que es manifestación y concreción de ese derecho fundamental, toda vez que –de acuerdo con el mandato constitucional- “corresponderá al legislador establecer siempre las garantías de un procedimiento y una investigación racionales y justos”. Para que no quepa lugar a dudas, nuestro Tribunal Constitucional ha tenido ocasión de precisar que la fundamentación de un fallo “es connatural a la jurisdicción y fundamento indispensable para su ejercicio. Es inherente al derecho a la acción y, por ende, a la concreción de la tutela judicial efectiva…” (STC, Rol N° 1.514-09 y Rol N° 1.373-09); Séptimo: En tales condiciones, al margen de que la juez de la causa haya asumido y entendido que el órgano fiscalizador se excedió en sus facultades al calificar jurídicamente como de carácter laboral el vínculo existente entre las partes respectivas (“pese a existir documentación en contrario y no ser evidente y clara aquella naturaleza”, como lo manifiesta en su sentencia), nada le impedía efectuar el análisis probatorio al que estaba obligada. Debía hacerlo, porque así lo ordena la ley; podía hacerlo, porque la actividad de valoración no resultaba incompatible con lo concluido, sino que – como se precisa en ese mismo fallo- se lo estimó “inoficioso”, innecesario. Esta aseveración es un error, porque no se pone en el caso que esta Corte, conociendo del respectivo recurso, no comparta sus conclusiones de derecho y deba dictar una sentencia de reemplazo, para cuyos fines no deja hechos establecidos. Además, una deficiencia u omisión de esa clase adquiere particular relevancia si se considera que genera un estado de indefensión para el recurrente, en la medida que, objetivamente, ve mermadas sus posibilidades de revisión; Octavo: Sin perjuicio de lo expresado, existen también en la sentencia aludida defectos lógicos que horadan su consistencia y dificultan su entendimiento. En el fundamento vigésimo primero se expresa, textualmente, lo siguiente: “Que habiéndose acogido la alegación de la reclamante, en cuanto a la falta de facultades del fiscalizador para cursar constatar (sic) los hechos por los cuales se cursó la multa, inoficioso resulta pronunciarse sobre los hechos controvertidos fijados en audiencia preparatoria, sobre todo considerando que la causa RIT M-599-2012 del Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago (sic) .” . De la lectura de esa motivación resulta francamente incomprensible lo que se quiso expresar con la alusión proceso RIT M-599- 2012. Menos puede entenderse si, precisamente, en ese juicio se declaró que la relación contractual que fuera objeto de ese proceso (que es la misma que motivara la multa impugnada en este caso), es de carácter laboral. A propósito de esto último, se advierte igualmente en el fallo un grado incoherencia que infringe el principio lógico de identidad, puesto que no se mantiene una misma línea en el discurso racional. En efecto, de un lado, en el párrafo final del fundamento décimo séptimo, se busca apoyo en lo fallado en la causa RIT I-63-2012, del Primer Juzgado de Letras del Trabajo, en la medida que en dicha causa se resolvió que el fiscalizador se excedió en su facultades al calificar como laboral esta misma vinculación, en circunstancias que “la existencia de la relación laboral no era irrefutable”. En suma, implícitamente, le reconoce una suerte de efecto positivo de cosa juzgada. Empero, cuando se trata de admitir ese mismo efecto a lo fallado en la causa RIT M-599 de dicho tribunal –donde se declaró que esa relación tenía el carácter de laboral- se lo niega, aduciendo que el fallo es posterior a la fiscalización y que ese juicio se sustanció en rebeldía de la demandada. No puede asumirse como congruente una argumentación a través de la cual se asigna o se resta eficacia a las resoluciones, dependiendo del sentido en que éstas se dictan y no atendiendo a lo que ha sido juzgado en uno y otro caso; Noveno: Así las cosas, se tiene que el fallo examinado contiene sólo fundamentaciones aparentes y, en cualquier caso, parciales, en términos que incumple la exigencia del artículo 459 N° 4 del Código del Trabajo, en relación a lo que estatuye su artículo 456. De esta manera, se configura en la especie el motivo de nulidad que consulta el artículo 478 letra e) del mismo Código. El vicio detectado –omisión de un requisito previsto para las sentencias recaídas en procedimientos de aplicación general– tiene influencia en lo dispositivo del fallo examinado, porque deja sin pronunciamiento un aspecto relevante del debate. Sigue a ello indicar que el artículo 479 inciso primero del Código del Trabajo confiere a esta Corte la facultad para invalidar de oficio una sentencia por una causal diferente de la que se ha hecho valer en un recurso, con tal que se trate de alguno de los motivos de nulidad que consulta su artículo 478; Por estas razones y de conformidad con lo establecido en los artículos 474, 478 y 479 del Código del Trabajo, procediéndose de oficio, se invalida la sentencia definitiva de veintiuno de septiembre de dos mil doce, recaída en la causa RIT I-178-2012 del Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de esta ciudad, caratulada Corporación Municipal de Educación Salud y Atención de Menores de Conchalí con Inspección Comunal del Trabajo de Santiago”, la que se reemplaza por la que se dicta separadamente y sin nueva vista. En razón de lo resuelto precedentemente, no se emite pronunciamiento sobre el recurso de nulidad interpuesto por la parte reclamada. Acordada la actuación de oficio contra el voto de la Fiscal Judicial señora Carrasco, quien fue de opinión de no ejercer en este caso las atribuciones respectivas, siendo del parecer de extender esta sentencia únicamente al recurso de nulidad deducido. Pronunciándose sobre el mismo, su parecer fue el de rechazarlo, por cuanto, en su concepto, si bien el artículo 505 del Código del Trabajo establece que la fiscalización del cumplimiento de la legislación laboral corresponde a la Dirección del Trabajo, tal facultad debe ejercerse sólo en el evento que dicho organismo se encuentre frente a situación de infracción a las normas laborales, o sea, cuando con su actividad de fiscalización se sorprendan ilegalidades claras, precisas y determinadas que le compete sancionar, pero la norma no lo autoriza para calificar jurídicamente los hechos cuando se desarrolla tal función legal, aportándose, además, de otros antecedentes que avalaban la postura de la reclamante de multa Redactó el ministro señor Astudillo. Regístrese, comuníquese y, oportunamente, archívese. N°Reforma Laboral-1459-2012. Pronunciada por la Séptima Sala de esta Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago, presidida por el Ministro señor Omar Astudillo Contreras e integrada por la Fiscal Judicial señora Clara Carrasco Andonie y por el abogado integrante señor Rodrigo Asenjo Zegers. No firma el Ministro señor Astudillo, no obstante haber concurrido a la vista ay acuerdo del fallo, por encontrarse en comisión de servicios. Santiago, trece de diciembre de dos mil doce . Vistos: De la sentencia anulada se reproduce su parte expositiva y considerativa, con las siguientes modificaciones: 1.- Se suprime sus fundamentos undécimo, duodécimo y décimo séptimo a vigésimo tercero; y 2.- En el motivo décimo sexto, se elimina toda la reflexión que se inicia con las expresiones “…sin embargo, no existe horarios fijo…” y que termina con la frase “…invocando contrato a plazo (honorario)”; Y teniendo presente, además, las siguientes razones: I.- En cuanto a las facultades de la Dirección del Trabajo Primero: Con el carácter de alegación previa, la reclamante postula que las facultades fiscalizadoras de la Inspección del Trabajo pueden ejercerse válidamente a condición que las infracciones constatadas “sean evidentes, que aparezcan nítidas de la sola revisión de los antecedentes o entrevistas, pero que no requieran interpretar cláusulas del contrato o ponderación de elementos probatorios, porque ello es resorte exclusivo de los tribunales de justicia”. Como en este caso el fiscalizador dio por acreditada la existencia de una relación laboral y que la trabajadora tenía fuero maternal, concluye que actuó fuera de sus atribuciones legales. Alude a jurisprudencia que refrendaría su planteamiento; Segundo: El artículo 19 N° 16 de la Constitución Política de la República asegura a todas las personas “La libertad de trabajo y su protección”. De acuerdo con lo resuelto por nuestro Tribunal Constitucional, en dicha norma fundamental la Constitución no se limita a garantizar la libertad de trabajo sino que extiende la protección al trabajo mismo, consagrando derechos que constituyen elementos esenciales de ese derecho y que pueden exigirse efectivamente del Estado (fundamento sexto STC de 26 de julio de 2011, Rol 1852-10 INA, doctrina reiterada en sentencias de 16 de octubre de 2012, recaídas en Roles 2086-11, 2110-11, 2114-11, 2182-12, 2197-12); Tercero: Para cumplir con ese imperativo de protección y de eficacia tutelar, el Derecho del Trabajo contempla esencialmente dos mecanismos: la autotutela colectiva o sindical y la vigilancia administrativa de la ejecución del contrato, dimensión esta última que cobra especial relevancia en países como Chile, de momento que registra tasas de sindicalización notoriamente escasas (Sergio Gamonal, “Trabajo y Derecho”, Legal Publishing, 2011, pp. 7677). El profesor Ugarte destaca que “el modelo institucional de aplicación de la legislación laboral es un sistema mixto que involucra, por una parte, a la administración del Estado a través de la inspección del trabajo y, por la otra, a la justicia por la vía de los tribunales de justicia del trabajo. Dicho modelo presenta como rasgos fundamentales ser de carácter general y (respecto a la actividad judicial) de concurrencia coordinada” (José Luis Ugarte, “Inspección del Trabajo en Chile: Vicisitudes y Desafíos”, Revista Latinoamericana de Derecho Social, Número 6, enero-junio 2008, p. 188, disponible en www.juridicas.unam.mx ). En efecto, como apunta el autor citado, el modelo es general porque la competencia fiscalizadora, en cuanto herramienta dirigida a obtener el cumplimiento de la legislación laboral, es omnicomprensiva, abarca la totalidad de la normativa contenida en el Código del Trabajo y en sus leyes complementarias, excluidos únicamente los casos previstos por el legislador. Enseguida, esa función fiscalizadora es concurrente a la intervención judicial, porque la actuación administrativa precede a la actuación jurisdiccional, lo que se traduce en que los actos de fiscalización son siempre susceptibles de control en juicio; Cuarto: Precisado lo anterior, cabe hacerse cargo de lo expresado por el reclamante, esto es, que la Dirección del Trabajo sólo podría desplegar su acción ante situaciones manifiestas o evidentes y que le estaría vedado cualquier ejercicio de calificación jurídica. Debe recordarse que, de acuerdo con lo prescrito en el artículo 2° del Código del Trabajo, es misión del Estado velar por el cumplimiento de las normas que regulan la prestación de los servicios, en tanto que el artículo 505 del mismo cuerpo legal entrega a la Dirección del Trabajo la fiscalización del cumplimiento de la legislación laboral y su interpretación. Esas atribuciones propenden a preservar el respeto de la legislación laboral y a propiciar su cumplimiento, para cuyo efecto se establecen mecanismos compulsivos, de persuasión e inclusive medidas sustitutivas que promueven una cultura de observancia al ordenamiento laboral, como lo deja en evidencia el artículo 506 ter del mismo Código. Ahora bien, para que el órgano de la administración pueda llevar a cabo su cometido, resulta inevitable e indispensable que deba definir y determinar –cuando menos preliminarmente – si los hechos que conoce y verifica se avienen o no se avienen con la legislación que los regula, cuestión que, de suyo, involucra una labor de calificación y subsunción, inherente a la potencialidad sancionatoria. Si la Dirección del Trabajo está llamada a fiscalizar el cumplimiento de la legislación laboral, ¿cómo podría hacerlo sin discernir cuál es esa legislación, lo que ella dice, el sentido y finalidad de sus reglas y su contraste con la situación evidenciada? Desde luego, no logra comprenderse cuál sería el criterio que permitiría diferenciar entre situaciones “evidentes” de aquellas que no lo serían o, como se ha escrito, “si fiscalizar es sólo detectar infracciones donde las partes no discrepen, y que, por lo tanto, no haya conflicto que resolver, entonces la fiscalización queda al criterio del fiscalizado, lo que es sencillamente insostenible en un Estado de Derecho” (Ugarte, José Luis, ob. cit., p. 202). A fin de cuentas, en un planteamiento de ese tipo subyace el extremo de constreñir a la Administración a una posición puramente testimonial, a una mera actividad de “constatación de hechos”, que, además de inconducente, vacía de contenido la función activa que el ordenamiento jurídico le asigna; Quinto: En cuanto a esta última afirmación, merece la pena insistir en que, como extensión del mandato protector contenido en la norma fundamental, es la ley la que concibe de ese modo el rol de la Dirección del Trabajo. Esta misma Corte lo ha declarado, de un modo suficientemente claro, al indicar que: “Además de las facultades de fiscalización y de interpretación de la legislación del trabajo que se le atribuyen a la Dirección del Trabajo, el propio Código del ramo ha consagrado otras que importan calificación de la situación jurídica y mediante las cuales puede adoptar resoluciones ordenadas a establecer derechos y obligaciones propias de las partes de que se trate, como es el caso del artículo 12, en que resuelve sobre la procedencia del ius variandi; el artículo 17, cuando ordena el cese de una relación laboral del menor de edad; el artículo 27, cuando resuelve sobre las jornadas de trabajo de aquellos a quienes se aplica dicha disposición; el artículo 31, cuando prohíbe el trabajo extraordinario en los casos que indica; el artículo 37, cuando califica si ha habido o no fuerza mayor; el artículo 87, cuando califica si se trata o no de trabajadores agrícolas; el artículo 146, cuando determina si se trata o no de trabajadores de casa particular; el artículo 305, cuando resuelve y califica jurídicamente si el trabajador puede negociar colectivamente; y el artículo 331, cuando resuelve las reclamaciones derivadas de las objeciones de legalidad del empleador, en su respuesta al proyecto de contrato colectivo presentado por los trabajadores…”.(Sentencia de 09 de enero de 2004, recaída en Recurso de Protección Rol N° 7054-2003, redactada por el Ministro Raúl Rocha); Sexto: En una línea que es coherente con el trazado que dimana de las normas invocadas en ese fallo, disposiciones legales posteriores no han hecho otra cosa que reafirmar tales directrices. Así fluye, por ejemplo, de lo establecido en el inciso final del artículo 183-A del Código del Trabajo, relativo al régimen de subcontratación; de lo establecido en el artículo 183M que faculta al Director del Trabajo para ordenar -ni más ni menos- la cancelación del registro de una empresa de servicios transitorios en casos de “incumplimientos reiterados y graves de la legislación laboral o previsional”; y, de un modo todavía más patente, el artículo 183-G, que asigna facultades de fiscalización a la Dirección del Trabajo para velar por el cumplimiento de las normas sobre empresas de servicios transitorios, sobre contratos de puesta a disposición de trabajadores y sobre contratos de trabajo de servicios transitorios, disponiendo –a la letra- que para esos efectos “podrá revisar los contenidos del Contrato de Servicios Transitorios, o puesta a disposición entre ambas empresas, a fin de fiscalizar los supuestos que habilitan la celebración de un contrato de trabajo de servicios transitorios”. En suma, atribuciones de control y de calificación jurídica innegables; Séptimo: En esa virtud, no parece atendible sostener que el fiscalizador respectivo se haya excedido en sus atribuciones, puesto que al inspeccionar, indagar, examinar e imponer la multa actuó dentro del ámbito de las facultades que le confiere la ley, cumpliendo con una obligación que esa misma ley le impone y sustentado en las razones que se consigna en la resolución respectiva. Tampoco puede pretenderse que al obrar de esa manera haya ejecutado actuaciones propias de un tribunal. En efecto, conforme se ha visto, las administrativas y jurisdiccionales no son actividades antitéticas. Antes bien, operan en ámbitos distintos, complementarios, de manera que no existe espacio para suponer que la una pueda invadir territorios exclusivos de la otra. Lejos de ello, se hace muy difícil sostener una suerte de monopolio judicial, porque un sistema semejante no sería viable, no daría abasto para otorgar su protección a todos los casos. Por una cuestión de racionalidad mínima y de posibilidades previsibles, la fiscalización no puede estar en manos de los tribunales de justicia. La fiscalización –con todo lo que ella trae consigo- debe ser confiada al organismo técnico, especializado y preparado para velar por el recto cumplimiento de la legislación laboral. Sigue a ello poner de relieve que su decisión no es de carácter definitivo, puesto que el administrado dispone, en todo caso, de la posibilidad de impetrar la revisión jurisdiccional, a través de un procedimiento que le confiere las garantías de un debido proceso, como ha acontecido en la especie. De un modo diferente, se estaría aceptando el riesgo de que el Derecho del Trabajo llegue siempre tarde, allí donde más y cuando más se le necesita; II.- En cuanto al fondo del asunto Octavo: Atendiendo al alcance o extensión del vicio que ha motivado la nulidad del fallo, la sentencia de reemplazo debe dictarse con sujeción a los hechos que se tuvo por probados, que no están afectados por el defecto evidenciado. En lo demás, respecto de la prueba personal, su análisis ha de hacerse conforme a la exposición que de ella se hace en el fallo y, en cuanto a los demás antecedentes de la causa (actuaciones y documentos), de acuerdo con lo que indican el registro de audio y las versiones digitalizadas, disponibles en el sistema de seguimiento de causas; Noveno: En esa virtud, cabe reiterar que son hechos que se ha tenido por probados, los que se pasa a referir: a) que a la reclamante le fue cursada una multa en razón de haber separado de sus labores a doña Nataly Villagra Rivas, sin contar con autorización judicial para ello; y b) que al tiempo de dicha separación, doña Nataly Villagra Rivas se encontraba embarazada; Décimo: Acerca de los servicios prestados por dicha persona (doña Nataly Villagra Rivas), se advierte rendida la prueba que se analiza enseguida: A.- Depusieron en el juicio la testigo Leslie Parga Urenes (cuya declaración está reseñada en el numeral I del motivo sexto) y el testigo Jorge Reyes Campos (fundamento séptimo numeral II). Ambos están contestes en aseverar que ella ejecutó labores como docente en un programa educativo de reforzamiento “PAC”; que ese programa se financiaba con un subsidio fiscal; que estaba contratada bajo la modalidad de “honorarios”; y que recibía un estipendio mensual fijo como contraprestación por sus servicios. Valorados esos testimonios conforme a criterios de coincidencia, concordancia y conexión y considerando que el programa aludido responde a una política pública implementada a través de una ley (Ley 20.248 sobre Subvención Escolar Preferencial, posteriormente modificada por la Ley 20.550), se tiene que tales hechos resultan verosímiles, de modo que cabe tenerlos por ciertos; B.- Asimismo, en lo que se refiere específicamente a la modalidad de ejecución de ese contrato, es preciso reseñar las pruebas producidas sobre el particular: 1) el informe de fiscalización N° 68, de fecha 01 de diciembre de 2012, elaborado por el fiscalizador de la Inspección Comunal del Trabajo, Santiago Norte, don Jorge Reyes Campos, en cuya parte pertinente se expresa lo que se transcribe: “…el suscrito se dirigió al Establecimiento Educacional F-127, y me entrevisté con la secretaria del Colegio, quien me exhibió un registro de asistencia, donde figura la denunciante. Al consultarle sobre las funciones que cumplían los ‘docentes PAC’, ésta indicó que cumplían el mismo horario que los docentes de planta, y que entraban y salían juntos de la clase, otorgando este profesional al docente apoyo durante todo el tiempo que durara la clase, horario que fue ratificado a través del registro de asistencia”; 2) el testimonio de ese mismo funcionario, en cuanto ratifica el contenido de ese informe, en el extremo reproducido; 3) la copia del registro de asistencia correspondiente a doña Nataly Villagra Rivas, relativo al mes de diciembre de 2011 en el que se consigna su firma de ingreso y egreso, en los días respectivos; y 4) lo asentado por sentencia definitiva de 20 de abril de 2012, recaída en la causa RIT M-599-2012, del Primer Juzgado de Letras del Trabajo de esta ciudad, que adquiriera el carácter de firme el 11 de junio de este año 2012, conforme a la cual se estableció: “…a) que existió relación laboral entre la demandante, doña NATALY NICOL VILLAGRA RIVAS y la demandada, Corporación Municipal de Conchalí de Educación, Salud y Atención de Menores prestando servicios la demandante como docente desde el día 6 de junio del año 2011; b) que la demandada a pesar de la naturaleza laboral de sus servicios no escrituró el contrato de trabajo formalizando la relación contractual a través de la escrituración de contratos a honorarios; c) que la demandada procedió a poner término a la relación laboral el día 1° de marzo del 2012 y que no solicitó la autorización para poner término al contrato de trabajo de conformidad a lo dispuesto en el artículo 174 del código del trabajo; d) que la remuneración de la demandante ascendía a la suma de $532.000…”. El informe de fiscalización reseñado, ratificado por su emisor en juicio, es certero e inequívoco, aparece debidamente fundamentado, se advierte en él una vinculación de causa efecto entre los hechos que se asevera y los que cabría inferir de su contenido y está conectado y en concordancia con el registro de asistencia a que se alude en cuerpo de ese informe. Más relevante aun, se encuentra revestido de la eficacia probatoria que le confiere el artículo 23 inciso segundo del DFL N° 2 de 1967, Ley Orgánica de la Dirección del Trabajo, o sea, constituye una presunción legal de veracidad de los hechos constatados por el fiscalizador. A su turno, dejando a salvo lo que será indicado más adelante, los hechos que se declararon como probados y verdaderos en la causa RIT M-599-2012, del Primer Juzgado de Letras del Trabajo, deben tener el alcance de una presunción, porque emanan de un proceso legalmente tramitado, seguido entre las mismas partes y referido – en lo que importa- a la misma materia. Conforme a ello, es posible establecer: que doña Nataly Villagra Rivas prestó servicios como docente en el establecimiento educacional F-127; que esa prestación de servicios se extendió entre el 06 de junio de 2011 y el 01 de marzo de 2012, fecha esta última en que fue despedida, estando embarazada y sin que se haya obtenido la respectiva autorización judicial; que dicha persona recibía una remuneración mensual ascendente a $532.000; que, no obstante haber suscrito un contrato “a honorarios”, ejecutaba sus labores cumpliendo el mismo horario que los docentes de planta, con quienes ingresaba y egresaba de la clase, prestándoles su apoyo durante el desarrollo de tales actividades; y, en fin, que dicha profesional debía firmar un registro de asistencia, anotando su ingreso y salida del recinto educacional; Undécimo: El debate se ha centrado en la calificación jurídica de dicha prestación de servicios personales. La tesis defendida por la reclamante ha sido que se está en presencia de una contratación a honorarios, regida por normas de carácter civil y que, por lo mismo, quedaría sustraída del ámbito de aplicación del Código del Trabajo. Sustenta su aseveración en que doña Nataly Villagra Rivas fue contratada en el mes de mayo de 2011, al amparo de la Ley 20.248 y que sólo a partir de la reforma introducida por la Ley 20.550 (26 de octubre de 2011) se facultó la contratación de docentes, en modalidades distintas de aquellas basadas en el régimen de honorarios, como quedó consignado en las actas de la Comisión de Educación respectiva; Duodécimo: En lo inmediato, resulta ineludible enfatizar que, por sentencia ejecutoriada, en la causa M-599-2012 del Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago se declaró inequívocamente que dicha prestación de servicios constituye un contrato de trabajo, de lo que necesariamente se sigue que la relación habida entre las partes es de naturaleza laboral y que, por lo mismo, se rige por la normativa del Código del Trabajo. Esa declaración concierne a la materia de ese juicio, a la pretensión que se hiciera valer por la mencionada trabajadora en dicho proceso, a la “cosa” que fue objeto de enjuiciamiento. Por lo tanto, atañe a la “res iudicata”, cuyos efectos no pueden desatenderse. Lejos de ello, al haberse ya discernido la naturaleza jurídica de esa relación contractual, se está en presencia de un antecedente que no es susceptible de desconocer. Muy por el contrario, dicha sentencia tiene eficacia vinculante para este nuevo juicio y, consecuentemente, para estos efectos es un hecho jurídico inalterable que entre doña Nataly Villagra Rivas y la Corporación Municipal de Conchalí de Educación, Salud y Atención de Menores, existió un contrato de trabajo. No puede predicarse lo mismo respecto del fallo pronunciado en la causa RIT I-63-2012 del mismo tribunal, invocada por la reclamante, puesto que allí no recayó un pronunciamiento sobre el fondo del asunto, sino que –únicamente- respecto a una cuestión previa, atingente a las facultades fiscalizadoras de la Dirección del Trabajo y al alcance que ellas tendrían; Décimo Tercero: No obstante lo indicado, parece aconsejable añadir algunas consideraciones adicionales, que no hacen más que refrendar lo ya declarado en el señalado juicio RIT M-599-2012. Una de las herramientas más poderosas en el derecho laboral, es el llamado “principio de la primacía de la realidad” que procura privilegiar lo que sucede en el terreno de los hechos, por sobre aquello que indiquen los documentos respectivos, una de cuyas manifestaciones más evidentes, a nivel de normas de derecho positivo, son los artículos 8 y 9 del Código del Trabajo. Esto que se dice tiene particular relevancia cuando se está en presencia de casos como éste, en que las partes celebran un “contrato a honorarios”, puesto que comprometen la protección de los derechos del trabajador. Lo expresado se incardina con la irrenunciabilidad de derechos que establece el artículo 5° del Código del Ramo. Uno de los derechos irrenuciables por excelencia consiste, precisamente, en la calificación de laboralidad de un contrato. Si se cumplen los requisitos para que una vinculación sea considerada como laboral, ello va a prevalecer siempre, cualquiera que sea la denominación que le hayan asignado las partes, justamente porque se trata de un derecho indisponible. Lo contrario supondría aceptar que el Derecho tolere que un acuerdo de voluntades viole o infrinja la ley; Décimo Cuarto: En relación a ese extremo, cabe recordar que en nuestro ordenamiento jurídico el empleador es aquella persona natural o jurídica que utiliza los servicios intelectuales o materiales de una o más personas, en virtud de un contrato de trabajo. A su vez, trabajador es la persona natural que presta sus servicios personales, intelectuales o materiales, bajo dependencia o subordinación, y en virtud de un contrato de trabajo. También se sabe que el Código del Trabajo no aporta una definición del vínculo de subordinación o dependencia, el que opera como un concepto jurídico indeterminado que, como tal, por su ductilidad, tiene la ventaja de permitir su adecuación a la dinámica inherente a este tipo de asuntos. En ese orden de ideas, la doctrina ha llegado a concluir que la presencia de ciertas huellas o rasgos sintomáticos puede dar cuenta de dicho elemento esencial. Entre ellos, la sujeción a órdenes e instrucciones, la vigilancia y control de asistencia, el cumplimiento de un horario o jornada de trabajo, la fiscalización superior, la ajenidad (en los riesgos, en los medios de producción y en el mercado), la existencia de un régimen disciplinario determinado, la continuidad en la prestación de servicios, la inserción en una organización determinada, etcétera. Como se trata de meros parámetros, la concurrencia de esos signos no es copulativa. La forma en que ellos operen corresponde a una cuestión que debe ser resuelta caso a caso; Décimo Quinto: Desde esa perspectiva, no puede conferirse mérito al contrato de prestación de servicios “a honorarios”, porque no da cuenta de la realidad; ni al testimonio de doña Leslie Parga Urenes, en cuanto atribuye el carácter de prestación civil de servicios a la ejecutada por la trabajadora, dado que ese no es un hecho sobre el que pueda dar fe, sino que se identifica con evaluaciones o calificaciones jurídicas que un testigo no está en condiciones de dilucidar. Consecuentemente, la existencia de una jornada de trabajo, la sujeción a la vigilancia superior y la inserción en una organización determinada, evidenciadas el registro de asistencia; y el tipo de servicios prestados (labores docentes) que son de aquellos que generalmente se prestan de un modo subordinado, conforman un haz de indicios bastante para reafirmar la laboralidad aludida, previamente declarada por sentencia por sentencia firme, con eficacia de cosa juzgada; Décimo Sexto: Sin más propósito que el de dar alguna respuesta a la reclamante, ha de indicarse que lo decidido en la materia es coherente con la reforma incorporada por la Ley 20.550, que permite contratar esta clase de servicios bajo la forma de un contrato de trabajo. Lo que la reclamante debía hacer entonces era ajustarse a esa legalidad, en lugar de asilarse en una pretendida irretroactividad, para perseverar en una situación anómala; Décimo Séptimo: Por lo tanto, correspondiendo la referida convención a un contrato de trabajo y tomando en cuenta que a la época de terminación del contrato doña Nataly Villagra Rivas se encontraba embarazada, se tiene que estaba sujeta a fuero y que para su separación era ineludible contar con la autorización judicial respectiva. Como nada de eso hiciera la reclamada, resulta que infringió los artículos 201 inciso 1°, 174 y 208 del Código del Trabajo, de modo que la multa reclamada se adecua a la legalidad. Por estas razones y de conformidad a lo previsto en los artículos 1, 3, 7, 8, 446 y siguientes, 454, 456, 457 y 459, 503, 505 del Código del Trabajo, Decreto con Fuerza de Ley N° 2, de 1967; y artículo 144 del Código Procedimiento Civil, se declara que: 1.- Se rechaza el reclamo interpuesto por la Corporación Municipal De Educación, Salud Y Atención De Menores De Conchalí, CORESAM, contra la resolución multa N° 7828/12/27, impuesta por la Inspección Comunal del Trabajo Santiago Norte; 2.- No se reclamante, por estimarse que tuvo motivos plausibles para litigar. Acordada con el voto en contra de la Fiscal Judicial señora Carrasco, quien estuvo por acoger la reclamación interpuesta, en virtud de las razones que venían expresadas en el fallo invalidado y conforme a las reflexiones vertidas en el fallo de nulidad que precede. Regístrese, comuníquese y, oportunamente, archívese. Redacción del ministro señor Astudillo N°Reforma Laboral-1459-2012. Pronunciada por la Séptima Sala de esta Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago, presidida por el Ministro señor Omar Astudillo Contreras e integrada por la Fiscal Judicial señora Clara Carrasco Andonie y por el abogado integrante señor Rodrigo Asenjo Zegers. No firma el Ministro señor Astudillo, no obstante haber concurrido a la vista ay acuerdo del fallo, por encontrarse en comisión de servicios.