LA UNESR: UNA ORGANIZACIÓN EN VELOZ DESCOMPOSICIÓN

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HACIA UNA TEORÍA DE LA INVOLUCIÓN ORGANIZACIONAL
EL CASO UNESR Y SU RETROCESO ACELERADO
José Padrón Guillén – Caracas, Mazo de 2011
Desde hacía mucho tiempo quería escribir sobre el triste espectáculo en que
progresivamente se ha ido convirtiendo la Universidad Nacional Experimental Simón
Rodríguez, pero muchas ocupaciones prioritarias me lo impedían.
Sin embargo, ese es el caso empírico respectivo. Más en el fondo, lo que quiero
es proponer una teoría involutiva de las organizaciones, con particular referencia a las
instituciones académicas, algo que esbocé a grandes trazos en Los 7 Pecados Capitales
de la Investigación Universitaria Tercermundista (Padrón, 2004) y que podría
considerarse como un Darwin al revés: este autor explica cómo las especies van
haciéndose cada vez mejor dotadas mediante ciertos mecanismos como la selección
natural y las variaciones genéticas. También podría aplicarse a las organizaciones, desde
luego. Pero lo importante es que, entre las organizaciones, algunas evolucionan, pero
muchas otras involucionan, hasta desaparecer.
¿Qué mecanismos operan en los procesos de involución? Esa es una pregunta
sumamente interesante en el mundo de las ciencias organizacionales. Se trata de tomar
la teoría de la evolución y de derivar de ella los procesos de involución y desgaste en las
organizaciones, siendo las universidades unas de las más interesantes.
No me parece fácil diseñar una teoría de este tipo, pero, atendiendo sólo a las
organizaciones académicas y considerando sólo el aspecto sintomático, sí es sencillo
observar dos claves: primero, las perversiones discursivas o comunicativas, en particular
lo que yo he llamado el cantinflerismo académico, y, segundo, el burocratismo. Más
adelante explicaré cada cosa, aunque de modo muy breve. En próximos documentos
desarrollaré por separado ambos síndromes, así como sus conexiones con la involución.
¿Cómo entender, pues, este papel? Me gustaría que se entendiera como parte o
como uno de los apuntes libres para una investigación más amplia, cuya función es
recoger impresiones de mis lectores acerca de la importancia, factibilidad e interés del
tema. No es un proyecto de investigación todavía, es parte de esas cosas que uno piensa
y escribe antes de sentarse a redactar un proyecto o plan de investigación. Además,
quiero aprovechar que el caso empírico del cual estoy partiendo es altamente sensible,
tiene cantidades de ribetes personalizables y susceptibilizantes, con lo cual no dudo que
obtendré muchas respuestas. Sé que, como siempre, varias de esas respuestas serán
insultantes, pero estos 12 años que llevo haciendo críticas desde mi sitio Web me han
enseñado a sonreír ante los insultos y a aprender de ellos, así que gracias por
adelantado. Pero vayamos, pues, a las descripciones del caso.
--Como mencioné arriba, hay dos síntomas especiales de perversión en una
institución universitaria, aparte de los que ya se han citado clásicamente, tales como el
doble discurso, la hipocresía, el acoso psicológico laboral, etc. (ver, por ejemplo, el
viejo Etkin, 1993). En el caso de las universidades, su perversión específica se traduce
en dos rasgos: uno que he llamado “cantinflerismo” (como efecto de perversión
comunicacional o discursiva) y otro que he llamado “burocratismo” (como efecto de la
cada vez más escasa producción intelectual y, por tanto, de la lucha de poderes: la
célebre “struggle for life” en la selección natural).
---El primer rasgo, el cantinflerismo académico, ya lo he trabajado en varias
oportunidades (por ejemplo, Padrón, 1996 y Padrón, 2006), de modo que no voy a
dedicarle demasiado espacio en esta ocasión (además, hace unos días revisé el tema en
mi blog personal, a raíz del artículo de un amigo colombiano, Arango (2009), aquí y
también aquí). En próximas ocasiones explicaré mejor el mecanismo lingüístico del
cantinflerismo ( lo haré de modo muy estricto, para que no quede ninguna duda al
respecto y para que se esclarezca por completo el “pensamiento confuso” y la
“confusidad” de Cantinflas-Morin y de sus seguidores de los niveles 2 y 3).
Por los momentos, y a los efectos de estos apuntes, diré que el cantinflerismo es
una tendencia a echar mano de recursos lingüísticos sintácticamente enrevesados,
altisonantes e impactantes, pero vacíos de contenido semántico, cuya función
pragmática es provocar en el oyente o lector un estado de confusión que, a su vez,
genera en él mismo o bien un sentimiento de admiración por el que habla (o escribe) o
bien un estado de cohibición en torno al tema, bajo lo que considera un riesgo de pasar
por ignorante. En cualquier caso, el autor de un discurso cantinflérico tiende a superar
de ese modo cualquier situación incómoda, pero, sobre todo, con el tiempo, va
construyendo un prestigio personal muy arraigado entre las masas de ignorantes que lo
escuchan.
Esto implica que no es nada más la situación de víctima o de engañado lo que
interviene aquí, sino además el vicio o la adicción por degustar del discurso
cantinflérico. Es decir, hay personas que disfrutan oyendo o leyendo cantinflerismos,
probablemente por el deleite que está implícito en la retórica en general o por la
distancia tan corta con respecto al discurso poético y a las expresiones majestáticas,
esotéricas y misteriosas.
Dicho de otro modo, la estructura pragmática del cantinflerismo es la misma de
cualquier interacción humana en general, o sea, “si te piden, dales; si te venden,
compra…, etc.”: no es sólo el cantinférico, sino el adicto a los cantinflerismos, también.
Si no existieran estos adictos, tampoco existirían los cantinfléricos. Y eso es,
justamente, lo que explica la extendida fama de Heidegger y de Edgar Morin, por sólo
citar dos grandes exponentes de la estafa académica.
Por supuesto, el consumidor de cantinflerismos también va aprendiendo y, con el
tiempo, llega a convertirse en cantinflérico. Es por eso por lo que el cantinflerismo es,
como la peste y las epidemias, como el sida y la gripe aviar, todo un morbo o calamidad
planetaria, del género de los desastres cósmicos. De hecho, el cantinflerismo existe en
todos los países, en todas las épocas y en todos los sectores de la actividad humana. Y,
también de hecho, es por eso por lo que las películas de Cantinflas se dedicaron a
caricaturizar esa epidemia.
Por otro lado, el cantinflerismo es siempre dependiente de un contexto, como
toda interacción discursiva. Así, por ejemplo, hay los cantinflerismos en el plano
estético (“las plectomorfias, una trayectoria desde el polvo cósmico a las entrañas de la
tierra”), en el plano político (“ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario”), en el plano
religioso (“Dios vuela hasta las entrañas de tu conciencia inhóspita y árida que se
contrae día y noche como un vientre enfermo y sus reconcomios del pasado”)…, y
prácticamente en todos los planos de la interacción humana.
Pero, quizás, los más interesantes son los que ocurren en el plano académico, ya
que, además de las caracteríticas comunes a todo cantinflerismo, tienen dos rasgos
particulares.
El primero es el anclaje en las ciencias duras, aquellas que tienen más prestigio.
Es por eso por lo que Morin se roba el concepto de “complejidad”, justo porque viene
de la matemática, la física, la termodinámica, etc. Ellos critican duramente las ciencias
duras y la “ciencia” en general (de hecho, Morin, por ejemplo, no entiende
absolutamente nada de física ni, menos, de matemáticas o de lógica simbólica, pero es
quien más despotrica contra la ciencia: ¡malagradecido!), pero no pueden dejar de sentir
esa especie de fascinación que ejercen los términos técnicos y científicos de cierta
“altura” o de cierto “impacto”. No es lo mismo decir ante un gran público algo como,
por ejemplo, “parece que va a llover” a decir “los niveles de pluviosidad en la escala de
Gaussen se hallan en su valor más alto”. Esto último, por supuesto, resulta más
impactante, de modo que el discurso cantinflérico académico suele hurgar entre los
términos científicos más impactantes. De allí en adelante, se roban todos los sufijos
físico-matemáticos, tales como “meta” (“meta-reflexión”), “trans”
(“transdisciplinariedad”), “hiper” (“hiper-complejidad”)…, y, por supuesto, expresiones
como “efecto mariposa”, “atractor extraño”, “teoría del caos” (este, por cierto, es uno de
los ejemplos más cómicos, porque todos los cantinfléricos creen que “teoría del caos” es
la intervenvión de un evento que altera toda una secuencia o cadena de eventos; vean,
por cierto, la película llamada justamente “teoría del caos” o también “efecto mariposa”,
ambas concebidas por autores cantinfléricos muy simplistas).
El segundo rasgo es el esoterismo y el pensamiento mágico: mientras menos
observable y más misterioso sea algo, mucho más atractivo resulta para cautivar a las
masas de ingenuos. En general, el ingenuo, mientras más ignorante es y mientras menos
actitudes científicas desarrolla, mejor se siente. Hay algo que es la oscuridad, el misterio
y los problemas. Y, en contraparte, hay algo que es la claridad, lo evidente y las
soluciones. Pues bien, el ser humano que evoluciona, que progresa, que mejora su
especie, es el que apunta hacia la claridad, mientras que el ser humano que involuciona
apunta hacia el misterio y la oscuridad. El cantinflerismo académico resalta lo
misterioso, los arcanos, los enigmas, las nubosidades, las ambigüedades… Lo que les
importa y lo que explotan es esa sensación morbosamente placentera del misterio.
Nunca olvidaré una serie de radio cuyo locutor es un gran amigo personal,
Porfirio Torres, llamada “Nuestro Insólito Universo”. Simpre comentamos que el
secreto del éxito de esa serie estaba precisamente en el placer morboso del misterio.
Apenas desentrañas el misterio, se termina todo el gusto y todo el atractivo. Así
funciona el cantinflerismo académico.
La siguiente es una lista de los quince más recientes cantinflerismos que he
escuchado y/o leído:
- “Salto Cuántico”
-“Diálogo de saberes”
- “Comunidad epistémica”
- “Meta-Reflexividad”
- “Sociedad del conocimiento”
- “Cuántica cognitiva”
- “Hiper-trans-disciplinariedad
- “Hiper complejidad”
- “Meta-Teorización”
- “Filosofía del Cuerpo”
- “Costruyendo saberes desde el colectivo”
- “Amor transcomplejo”
- “Transfinitud”
- “Cientología” (otras veces: “Cienciología”)
- “Dianética” (por cierto, no se pierdan los “axiomas” de la dianética según
Ronald Hubbard: se quedarán pasmados de tanto insulto a la inteligencia humana).
Pero la lista se queda corta. Allí Uds podrían incluir cuaquier cosa que se les
antoje, conservando siempre una pomposidad altisonante y agradable a los oídos, para
lo cual el gran truco es partir de algún concepto de la ciencia, mientras menos se sepa
qué significa, mejor. Ejemplos: los sentimientos humanos como ondulaciones de
cuerdas en la 11ª dimensión; la velocidad de la mente como reflejo de la velocidad de la
luz; corpúsculos y ondas, relaciones y conceptos. En fin, por allí, valiéndose un poco de
las viejas teosofías orientales repujadas a la fuerza con algunos conceptos nuevos en
física teórica, más algunos otros ingredientes de las modas organizacionales, el
santerismo y las religiones indígenas…, todo eso metido en una enorme licuadora, les
dará seguramente alguna expresión rimbombante con la que conquistarán el mundo de
las grandes masas de académicos ignorantes. Piensen, como ejemplo, en esta frase de mi
gran amigo el Dr. Ugas, a quien aprecio mucho a pesar de nuestras diferencias, con
ocasión de un foro llevado a cabo hace unos días en la degradada Universidad Simón
Rodríguez:
La actividad que encontró como su mayor exponente al filósofo francés
Edgar Morin, tuvo como voceros al Dr. Gabriel Ugas Fermín, con una ponencia
titulada “Del logos a la complejidad de lo efímero”, en la cual indicó que “Lo
real es lo que existe y la realidad es cómo interpretamos lo real” y que “La
complejidad es el modo de reconocerlo".
¿Alguien entiende algo? No, nadie entiende nada. Podríamos hacer la prueba,
una encuesta, tal vez, y quedaría demostrado que cada quien interpreta eso de modos
diametralmente diferentes. Pero, eso sí, el malabarismo retórico tiende al efecto de
hacer creer una gran sabiduría y una enorme profundidad de pensamiento. No digo que
el Dr. Ugas no tenga profundidad de pensamiento, estoy seguro de que sí, pero no es
precisamente a través de estos malabarismos como queda demostrado. La redactora de
la noticia dice ademas que:
“Este foro se planteó con el propósito de fortalecer y ampliar el
contexto de discusión de la ciencia administrativa como disciplina en el ámbito
del pensamiento complejo”, así lo indicó Arleny Carpio, directora del núcleo
Regional Postgrado Caracas.
En el foro se dio respuesta al pensamiento de las ciencias administrativas desde
la complejidad, en virtud de que la praxis administrativa como práctica social
incluye todas las aristas conocidas del pensamiento, para dar como resultado
un conocimiento holeocológico, a través del cual las decisiones del gerente en
particular y, la acción de la organización en general, aseguren también la
sustentabilidad de la vida en el planeta.
Aquí se cumple aquello que decía Popper:
La receta es: tautologías y trivialidades aderezadas con paradójicos
absurdos. Otra receta es: póngase a escribir cualquier pomposidad escasamente
comprensible y añada trivialidades de vez en cuando. Esto lo disfrutará aquel
lector que se sienta halagado por encontrar en un libro tan ‘profundo’ las ideas
que él ya había tenido alguna vez (Popper, 1992:86)
Me gustaría debatir públicamente con mis colegas que predican esas expresiones
y que basan sus discursos en ellas y que, peor aun, evalúan las tesis e investigaciones
sobre la base de esos términos, asumiendo actitudes medievales típicas de los tribunales
de Torquemada. Lamentablemente, el cantinflérico rehuye los debates cuando el
interlocutor no se ablanda o no se impresiona con la sintaxis cantinflérica.
Y, con esto, con esta referencia a la evaluación de las tesis e investigaciones,
paso al segundo punto caracterizador de la involución académica, tal como se ve en la
UNESR actualmente.
--Hasta aquí el Cantinflerismo Académico. Es un síntoma de involución en el
sentido de que, a menor producción de contenidos académicos reales, mayor producción
de verborrea cantinflérica, que viene entonces a ser una excelente manera de hacer pasar
gato por liebre, o sea, de ocultar la inoperancia de la producción organizacional.
Pasemos ahora al burocratismo. ¿Cómo definir al burócrata enfermizo o la burocracia
perversa?
Del mismo modo que la producción de cantinflerismos sustituye la producción
de ideas, también el burocratismo esconde esa misma deficiencia en la producción de
ideas, pero con otros recursos diferentes y no ya con la retórica.
En varias oportunidades he escrito sobre este terrible mal de la burocracia. Por
ejemplo, véase el séptimo de los 7 pecados capitales de la investigación universitaria
tercermundista: “El dominio de la Burocracia (la inteligencia controlada por el
analfabetismo poderoso)” (Padron-Guillén, 2004). Véase también Padrón-Guillén,
2004b. O, también: Los Doctorados en Ciencias Sociales: Ablandamiento Académico y
Endurecimiento Burocrático (Padrón-Guillén, 2005).
En todos esos trabajos he insistido en la idea de que la Burocracia, en principio,
concebida como subestructura organizacional sana, tiene por función apoyar los
procesos de producción sustantiva de los bienes o servicios implícitos en la misión y
visión de una organización.
Hay una metáfora ya utilizada para describir la burocracia sana y el modo en que
se puede pervertir. Se trata de considerar la organización como una gran ciudad, con
muchos centros o departamentos cada uno de los cuales tiene una función particular
dentro del grueso de los procesos de producción de bienes o servicios definidos en la
organización. De un centro a otros hay múltiples conexiones y múltiples recursos y
equipos que permiten esa interconexión. Hay autopistas, por ejemplo, carreteras,
avenidas y calles entre unos y otros centros. Hay también alcabalas, semáforos y
sistemas de vigilancia que controlan el flujo de las interconexiones. Visto así, podemos
entonces distinguir dos cosas: una es el contenido sustantivo, las materias primas y
elaboradas que circulan a través de todo el entretejido. Y otra es el sistema de apoyo,
vehicular, de vigilancia o de control que aligera la circulación del contenido sustantivo.
Es obvio que ambas cosas son importantes, pero mientras la primera es esencial, central,
la segunda es de apoyo, de naturaleza logística. Ésta se halla en función de aquella.
Apliquemos esto al caso de una organización académica: la materia prima y sus
distintos niveles de elaboración, hasta llegar al producto final, son los conocimientos.
Una organización académica se caracteriza por producir conocimientos, partiendo de
contenidos primitivos, pasando por procesos intermedios de elaboración, hasta llegar a
los procesos de chequeo y validación para, finalmente, terminar en los procesos de
difusión o diseminación y luego, probablemente, repetir el ciclo. Lo central en una
universidad es la producción, validación y difusión de conocimientos, mientras que lo
burocrático es todo aquello que aporta fluidez para esos procesos. Las secretarias, los
departamentos, los mecanismos de control, los directores, decanos, jefes y
coordinadores, etc., todo eso constituye el aparato burocrático de una organización
académica. Podría decirse que es todo el sistema de alcabalas, vehicular, de recursos, de
gestión y de control. Un decano, por ejemplo, o un vice-rector o un director de un centro
o departamento está allí para garantizar el flujo cómodo y eficiente de los procesos de
producción, validación y difusión de conocimientos, no está para que le hagan
reverencias ni para tener un chofer que traiga y lleve a sus hijos al colegio.
Aquí es donde radica la perversión, en distraer las funciones típicas y genuinas
de quienes están adscritos al aparato burocrático. Cuando los burócratas, en vez de
servir y apoyar, pretenden que los demás les sirvan y los apoyen, entonces la burocracia
se pervierte, convirtiéndose en burocratismo.
Por otra parte, todo debería ocurrir según las capacidades y vocaciones de cada
quien: si alguien es bueno investigando o haciendo docencia o extensión, pues pónganlo
donde pueda ejercer tales funciones. Y si alguien es bueno gestionando, controlando,
ayudando y aligerando el flujo de los procesos, pues pónganlo también donde pueda
ejercer esas otras funciones. Pero no creo que todos sirvan al mismo tiempo para hacer
investigación y para gerenciar. La experiencia y aun la misma lógica nos dice todo lo
contrario. ¿Qué habría pasado si, por ejemplo, hubieran puesto a Marie y a Pierre Curie
a dirigir la Sorbona en vez de dejarlos que se dedicaran a aislar el radio y a lograr todo
lo que lograron? Pues todos esos logros de la química y la física se hubieran perdido.
Por supuesto, esto implica que ambas clases de personajes deben ser buenos
cada uno en su campo de competencias. No podemos poner a dirigir un núcleo
universitario a quien no tiene capacidades ni siquiera para dirigir un kiosco de
periódicos. No basta ser amiga de una vice-rectora para pasar a dirigir un núcleo de
postgrado. A su vez, tampoco basta haberse traido a un marido de Cuba, por ejemplo,
para desempeñarse como vice-rectora administrativa de toda una uiniversidad.
Ahora bien ¿cómo ocurre esa perversión? ¿Cómo ocurre el paso de la burocracia
sana a un burocratismo perverso?
La respuesta tiene que ver con los mecanismos generadores de poder, más aquel
principio de que a la inmensa mayoría de los seres humanos les fascina el poder, sobre
todo si son inferiores: más inferior es alguien como ser humano, más le atrae el poder.
Es un problema de compensaciones. Quien se siente realizado en la vida, quien siente
que ha ido logrando las metas planteadas y cumpliendo sus sueños, esa persona tiende a
no anhelar el poder y sólo se satisface con ver respetados sus derechos.
Pero tomen Uds. a una simple empleada de una línea aérea en cuyas manos está
la decisión de permitirnos abordar el vuelo en una lista de espera. De ella depende que
abordemos o no. Pues bien, dado que no existe lista de orden de llegada y, aunque
exista, ella tiene toda la facultad para pasarla por alto, entonces se siente crecida, se
siente como diosa: tiene en sus manos el poder de humillar a los demás, de ponerlos en
ascuas. Aunque gane muy poco, es indesriptible la majestuosa sensación de poder que
siente al ver cómo controla los hilos de la vida de alguien, aunque sólo sea
circunstancialmente. Lo mismo les ocurre a los policías de las alcabalas cuando tenemos
vencido alguno de los documentos. Y entonces, cuando somos burócratas y vemos que
de nuestras manos penden decisiones importantes para las personas, entonces tendemos
a ejercer ese poder.
Es así como se va pervirtiendo la burocracia y es así como, junto al surgimiento
del cantinflerismo, toda la organización emprende su marcha involutiva, contradarwiniana.
Hay organizaciones donde los niveles de efectividad en la producción y manejo
de conocimientos es de tal magnitud y excelencia, que todo el poder se concentra en los
académicos, en los procesos sustantivos, mientras que el aparato burocrático se reduce
obligatoriamente a mero apoyo, sin oportunidades de ejercer el poder ni de chantajear.
Pero, lamentablemente, cuando merma la calidad de la producción académica y
cuando, en su lugar, prevalece el cantinflerismo, pues entonces surge el burocratismo
más pervertido. Es en ese momento cuando comienza la marcha regresiva.
Esto es lo que le ocurre a la UNESR en estos momentos. Veamos algunos
detalles.
--No hace mucho me llegó un coreo masivo de una profesora de la UNESR, quien
fue víctima, junto con su hija, de un accidente de tránsito de cierta gravedad. Fue
realmente espeluznante leer las peripecias por las que pasaron entre unos y otros centros
hospitalarios debido al simplísimo hecho de carecer de seguro de atención médicohospitalaria. Y uno se pregunta ¿dónde están los servicios de apoyo a la investigación,
docencia y extensión? ¿Dónde están los vice-rectores, la rectora, los directores de
núcleo? ¿Están viviendo felices y despreocupados ante una situación tan delicada? Si no
pueden resolver el asunto, porque, por ejemplo, la situación es sumamente compleja y
escapa a sus posibilidades, sencillamente deberían renunciar. Si no pueden cumplir con
algo tan elemental, como es ofrecer apoyo médico y de salud al personal, ¿qué otra cosa
podrían hacer? ¿Esperar reverencias y disfrutar de los honores y de la majestad del
cargo? ¿Consumir minutos y horas de llamadas de celulares a costa de los impuestos de
nosotros los ciudadanos? No es justo. Deberían tener un mínimo de dignidad, un
mínimo de respeto a sí mismos, como para abandonar esos degradantes cargos desde los
cuales no pueden resolver el derecho a hospitalización, cirugía y maternidad que
merecen todos los académicos, administrativos y obreros. Cuando no haya nadie que
acepte esos cargos, cuando todos tengan la suficiente dignidad para no aceptarlos bajo
esas condiciones, entonces obligarían al ministerio, al gobierno o a quien sea a cerrar la
institución o a resolver el problema. Vale más una institución cerrada por dignidad que
una institución abierta por adulaciones.
Todo esto se agrava aun más si consideramos que ninguna de esas autoridades
universitarias está designada allí por méritos propios, como sería el caso si hubieran
sido libremente electas en comicios limpios. Pero no, están designadas a dedo, muchas
veces por compadrazgos, contactos, amiguismos y juegos políticos, pero nunca por
méritos académicos ni gerenciales. Es difícil entender cómo una persona acepta un
cargo por nombramiento a dedo, apoyando así un esquema intervencionista y
antiacadémico que, por lo visto, durará por siempre, hasta que la institución regrese al
punto donde empezó su evolución.
Uno no puede menos de asombrarse cuando revisa el curriculum de la mayoría
de estas autoridades: ¿cuántos trabajos han publicado? ¿cuál es su índice de presencia
en Internet? ¿Sabían, por cierto, que existe un índice de presencia en Internet y que
ninguna de las autoridades burócratas de la UNESR llega ni a 1? ¿De cuántas
universidades nacionales y extranjeras han sido invitados? Claro está, no me refiero a
esos trabajitos en la UNEFA, por ejemplo, de parte de personal a dedicación exclusiva,
que no son invitaciones académicas precisamente, sino tigritos que se matan en horarios
robados a la institución.
Ha habido otros casos recientes que representan verdaderos golpes a los
procesos sustantivos de tipo académico en la universidad. Según otros correos que
recibí, se denuncia el atropello al CDCHT, al cual le roban los espacios, en estricta
concordancia con una visión burocrática pervertida en que no vale nada la producción
de conocimientos y tecnologías sino los “saltos cuánticos”, la “hiper-trans-complejidad”
y, por supuesto, la majestad del cargo, un cargo para el que no fueron elegidos, sino
nombrados a dedo, sin ningún tipo de méritos profesionales comprobados y bajo
razones de simples conveniencias. Y lo peor del caso, lo más triste, es que ellos, en su
curriculum vitae, añaden, por ejemplo, “vice-rector académico de la UNESR” o
“Directora del Núcleo Postgrado Caracas”, etc., olvidando que ese no es un mérito, sino
una designación arbitraria, que dice más de sus conexiones políticas y amiguistas antes
que de sus competencias profesionales. A mí, personalmente, me daría pena escribir
eso: más bien prefiero citar mi sitio Web personal (http://padron.entretemas.com).
Hay muchos casos más que podría citar, como el descuento inconsulto de una
quincena no hace mucho, las tardanzas e incumplimientos en los pagos (yo,
personalmente, puedo dar fe de ello), pero para ahorrar papel y tiempo los invito a releer
los correos masivos de la Profª Milvia Fuentes en el transcurso de los últimos 6 u 8
meses y se encontrarán con todo un museo de barrabasadas. Creo que todos esos correos
merecen ser coleccionados y guardados para la posteridad, como recuerdos de la
perversión burocrática en la UNESR.
Quiero pasar por alto todas esas cosas para centrarme, como último aspecto, en
el más grave de todos, el que me impulsó a redactar este documento. Ocurre que en el
Núcleo de Postgrado Caracas acaban de revivir a un monstruo llamado “COMISIÓN
DE TESIS”. Yo me jactaba de haber matado a ese monstruo, en unión de los doctores
Magally Briceño, Migdy Chacín y Gilberto Picón. El monstruo estaba ya enterrado,
hasta que llegó la inefable Thaís Marrero, quien, entre otros desastres, revivió al
monstruo en el 2006. Ahora, algunos burócratas recién llegados le han dado forma y
maquillaje para hacerlo aun más monstruoso, de modo que… ¡despertó Frankenstein!
Comenzaré diciendo que no hay nada más perversamente burocrático que esas
comisiones de tesis, por el hecho de que allí prevalece la autoridad del servicio de apoyo
(o sea, el poder burocrático) por encima de los procesos sustantivos de producción de
conocimientos y tecnologías.
El meollo del asunto está en que la evaluación y los juicios de los miembros de
la comisión de tesis prevalecen sobre algo que histórica y universalmente ha sido
inapelable y ha estado en el máximo nivel de las instancias de aprobación: el Tutor y el
Jurado. En toda la historia mundial de las universidades de Occidente, es el jurado el
que en ultimísima instancia decide si una investigación vale o no, si es aprobada o no.
Pero aquí todo se voltea: es la comisión de tesis la que decide si un trabajo de grado
pasa a ser examinado por un jurado. No importa si el Tutor valora ese trabajo como
positivo ni importa cuánta autoridad académica tenga el tutor: lo que vale es lo que diga
la Comisión de Tesis, no importa cuán burócratas sean sus miembros ni cuán ignorantes
sean (lo cual es lo más común).
¿Qué es, entonces, lo que está de fondo? El enfrentamiento de poderes de la
burocracia perversa contra la Academia. Precisamente, los motivos por los que hace
muchos años eliminamos en el Postgrado de la UNESR las célebres comisiones de tesis,
aparte de las corrupciones, sobornos y chantajes del tipo de las operaciones colchón,
aparte aquel tipo de cosas como “te espero en la bajadita” o “aquí te voy a escribir el
teléfono de una oficina de asesores que te pueden ayudar a hacer un buen proyecto”,
etc., aparte de todas esas inmundicias propias del burocratismo, las comisiones de tesis
resultaban todo un retraso en las graduaciones, todo un procedimiento engorroso que no
añadía ni un ápice de calidad a los procesos académicos ni garantizaba el valor de los
productos científico-tecnológicos.
Pero, además, las Comisiones de Tesis son la más abierta contradicción a una
noción productiva de Líneas de Investigación. Cuando en aquella ocasión desterramos
las comisiones o comités de tesis sustituimos todo eso por la actividad de la misma línea
de investigación a la cual estaba adscrito el trabajo de grado o la tesis. Se suponía que
todo el desarrollo de la tesis tenía lugar dentro de cada línea de investigación, de modo
que las reuniones de línea eran toda una interacción productiva que giraba alrededor del
desarrollo y progreso de las tesis y trabajos de grado que estaban dentro de la línea. El
Tutor pertenecía también a la línea, los miembros del jurado se sugerían y se elegían en
el mismo seno de la línea… En fin, todo esto hacía que el grado de desfragmentación
entre unas y otros investigaciones fuera mínimo. Se redujo notoriamente lo que en otros
trabajos he llamado “tartamudez investigativa” y, en general, las investigaciones
comenzaron a seguir una cierta homogeneidad, un cierto plan inteligente y unificado.
De esto pueden dar razón la Dra. Mary Caraballo y el Dr. Picón, en cuya línea se hizo,
en conjunto, un estudio exhaustivo y pormenorizado de la Teoría de la Acción de
Argyris a través de una buena cantidad de tesis doctorales. También puede dar fe la
Dra,. Migdy Chacín, al menos para la época en que LINFUNDO funcionaba (que ya no
es el caso), igual que la Línea que estaba majo mi coordinación, LINEA-i, en cuyo seno
se elaboraron más de 45 tesis doctorales de diferentes universidades del país y del
exterior, todas interconectadas y varias de ellas traducidas a otros idiomas.
Claro, llegó un momento en que el alto desarrollo y la alta capacidad funcional
de las líneas empezó a asustar a los burócratas, quienes veían disminuido su poder y su
rango de influencias. Hasta las autoridades del postgrado llegaron a asustarse con el
crecimiento de las líneas. Fue entonces cuando tuvieron lugar las persecuciones y el
éxodo (fue, por cierto, la misma época en que alguna de las actuales autoridades eran
acérrimas antichavistas y convocaban para la marcha que derrocó al Presidente en el
2002; no está de más saber esto)
Yo creo que esa es una historia que las actuales autoridades del postgrado y del
núcleo Caracas deberían repasar. Creo que deberían pensar mejor esa idea de una
comisión de tesis que esté por encima del Tutor, que sea quien designe los jurados y
que, como dice el documento respectivo (Subdirección de Secretaría, 2010), tenga entre
sus funciones aquella que Aprueba o no la consideración de “diferido” o “no
aprobado”. Esto, sobre todo es un absurdo. Considerando los integrantes
mencionados en dicho documento, y considerando su background académico,
están sumamente por debajo de las experticias de un Tutor. Suponemos que un
Tutor es alguien que lleva tiempo, mucho tiempo, trabajando en un área y
difícilmente podría ser superado por cualesquiera de estos integrantes de la
comisión de tesis, dicho sea con todo el respeto.
Si revisan toda esa documentación, más otra titulada “encuadernación”, uno
no puede menos que reírse de tanta burocracia barroca. Lo peor del caso es que ni
siquiera se esfuerzan en un buena redacción: “El presente instructivo es producto
de la reflexión de los procesos académicos y administrativos presentes en la
Comisión de Tesis del Núcleo Regional de Postgrado Caracas”. Yo juraba que sólo
las personas reflexionaban, pero allí parece que los procesos académicos y
administrativos son tan poderosos que hasta reflexionan. Hay muchas más fallas
de redacción, las cuales los invalidan como miembros de esas comisiones. ¿Y aun
así, con todas esas fallas, les exigirán a los tesistas una redacción pulcra?
Es evidente que, no teniendo nada más productivo que hacer, de orden
académico, debido a sus limitaciones para un pensamiento académico serio, no se
les ocurrió otra cosa que definir el sistema de normas y procedimientos para que
las gallinas pongan huevos. Si en general toda comisión evaluadora tiende a ser
vista como inquisidora, éstas comisiones de tesis representan fielmente la más
pura santa inquisición de Torquemada. Lo peor es que, mientras por un lado hacen
esto, por otro cantinflean acerca del pensamiento complejo y contra el diabólico
positivismo.
Una última acotación: todo esto ocurre a causa del estado de pasividad y de
aletargamiento de los profesores, empleados y obreros universitarios. Nadie habla
sino a escondidas. Nada de lo dicho aquí ha dejado de comentarse en las
conversaciones de pasillo, pero todo, exceptuando el caso de Milvia Fuentes y de
alguna otra profesora (Dalia, creo que se llama), ha sido callado en reuniones
públicas y en documentaciones. Este temor a rebelarse que inmoviliza a nuestro
personal universitario es tal vez la causa principal de que ocurran todos estos
desastres. Este papel es también un llamado a levantar nuestras voces. Tolerar los
males es aceptarlos y aceptarlos es consolidarlos para siempre.
--Conclusiones
- Hay dos síntomas de la involución organizacional (y académica, en
particular): el cantinflerismo, como perversión lingüística, en el nivel de las
interacciones discursivas, y el burocratismo, como opresión de las estructuras de
servicio sobre las estructuras sustantivas de producción. Cuando ocurren ambas
cosas ocurre también la involución de las organizaciones. Falta estudiar cómo
operan ambos mecanismos, cuáles son sus interacciones entre sí y con respecto al
sistema global.
- Sé que muchas de las cosas dichas aquí herirán susceptibilidades.
Bienvenidas las críticas y todo aquello que me demuestre mis errores. Me gustaría
que debatiéramos públicamente sobre estos asuntos. No hay nada que me gustaría
más que un debate público con cualquiera de las autoridades o de las personas que
se sientan aludidas.
Referencias
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Disponible: http://www.elmalpensante.com/index.php?doc=display_contenido&id=252
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Subdirección de Secretaría (2010): INSTRUCTIVO PARA EL
FUNCIONAMIENTO DE LA COMISIÓN DE TESIS DEL NÚCLEO REGIONAL DE
POSTGRADO CARACAS. UNESR. Mimegrafiado
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