Archivo DOC - Semiótica de los Medios II (Cátedra Del Coto)

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Teórico N° 5
Docente: María Rosa del Coto
22/04/2014
Tema: Clases de objeto (imaginable, existente, inimaginable). Tipos de interpretante. El
interpretante lógico final. La verdad pública. La comparación entre los dos modelos de
signo, el saussureano y el peirciano: la concepción acerca de la significación; el alcance
del concepto de signo; la “materialidad del signo” y la “construcción social de lo real”.
En primer lugar vamos a considerar una clasificación de los tipos de objeto
OBJETO (DINÁMICO): ALCANCE DE LA
NOCIÓN EN LA TEORÍA PEIRCIANA
 IMAGINABLE : FRUTO DE LA
IMAGINACIÓN HUMANA
 EXISTENTE: SON PERCEPTIBLES A
TRAVÉS DE LOS SENTIDOS
 INIMAGINABLE:
Los objetos dinámicos pueden pertenecer a tres tipos. Lo que importa de esto es que
está relacionado, como verán ustedes, por un lado, con la segunda tricotomía; por otro lado,
con lo que es, para Peirce, lo real. Lo real, para él, no se reduce a lo existente. Nosotros
tenemos la tendencia a pensar que la realidad o lo real tiene que ver con lo que existe, con
lo que realmente es o fue. Pero, para Peirce esto no es así: la idea de lo real tiene un alcance
mayor, y eso es lo que se muestra aquí.
Entonces, por un lado, el objeto puede ser IMAGINABLE. Tiene que ver con la
primeridad. Imaginable es todo aquello que es fruto de la imaginación humana: Personajes
ficcionales (Don Quijote, Sancho Panza, Madame Bovary, etc.) son, para Peirce, objetos.
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Objetos particulares, no son existentes porque nunca existieron en la realidad concreta. Lo
mismo sucede con cualquiera de los mitos, de las leyendas de las distintas mitologías y
religiones. Esto, les decía, está relacionado con la primeridad, y está relacionado con el
ícono. ¿Se acuerdan cuando, en referencia al ícono se indicaba que un ejemplo de él, son
las imágenes? Y fundamentalmente las imágenes producidas manualmente. ¿Por qué?
Porque uno puede pintar o dibujar seres que no han existido nunca. Existen millones de
cuadros que así lo prueban, en cambio no se puede sacar una fotografía de un ser
mitológico. Se tiene que hacer que una persona “se disfrace” y haga de ese ser mitológico y
así sí puede sacársele una fotografía. Y esto porque el ser mitológico es inexistente. Los
seres imaginarios, primero empezaron siendo símbolos, las literaturas oral y escrita fueron
las que les dieron características, cualidades, y a partir de ellas, se los fue dibujando y así
aparecieron representaciones dibujadas de esos seres imaginarios. Entonces, estos seres
inexistentes forman parte de lo real, y se representan a través de íconos y de símbolos.
El objeto también puede ser EXISTENTE. Lo existente es aquello que se puede percibir
mediante los sentidos y que se encuentra en la realidad.
Y luego aparece lo INIMAGINABLE. (En la diapositiva, carece de definición, aparece un
espacio vacío) ¿Por qué aparece vacío lo inimaginable? Porque en realidad, mientras Peirce
habla de los otros objetos, no define específicamente al inimaginable. Cuando habla de
inimaginable no habla de objeto, porque lo que está conectado con los objetos
inimaginables son los SÍMBOLOS. Entonces, primera cuestión. El símbolo es un tipo de
signo, o sea, dicho de otra manera, no tiene materialidad ―lo que tiene materialidad son los
iconos y los indicios. El símbolo no tiene en sí materialidad porque Peirce lo piensa de una
manera sistemática, como lo hace Saussure. Dice que los símbolos, para manifestarse, para
alcanzar materialidad, necesitan de RÉPLICAS. Réplica no tiene que ver con contestación,
tiene que ver con modelo y con duplicado de algo. Uno viaja a Francia y trae un llavero con
la Torre Eiffel. Esa es una réplica de la verdadera Torre Eiffel. O las réplicas de tal estatua;
en tal lugar, por ejemplo, no está la estatua que hizo Miguel Ángel, sino que hay una réplica
de la hecha por el artista. Esa está adentro, en otro lugar, preservada, se puede visitar o no,
etc. Lo que quiero rescatar acá es que la idea réplica de un original. En la teoría peirciana,
los símbolos son “los originales” y se manifiestan a través de réplicas. Las réplicas son,
desde el punto de vista del representamen, “sinsignos”; son segundos que, además,
necesitan presentarse en un cotexto, para que adquieran significado.
La réplica funciona a través de un segundo, porque la segundidad está vinculada con
la materialidad, porque es el hecho, el evento, el acontecimiento, algo que se produce aquí
y ahora.
Cuando Peirce habla de lo inimaginable da como ejemplo el símbolo “fase”.
Nosotros podemos dar otros. Pensemos en la palabra BANCO. Primero está la cuestión de
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que Peirce estápensando, como indicamos, en el sistema. En tal sentido plantea que cuando
aparece el sinsigno, la réplica, esto es, cuando decimos BANCO, aparece la actualización
del símbolo. Es, en esta instancia, cuando el símbolo “adquiere” materialidad.
Pero hay algo más. Si yo digo BANCO, solo, así, sin nada, es imposible saber si la
réplica pone en juego el sentido que remite al lugar donde la gente se sienta (diferente
conceptualmente del banquito, la silla, el sillón, etc.) o el sentido que remite al lugar donde
se hacen operaciones financieras y económicas. Lo que dice Peirce es que hay elementos
que son inimaginables, que, recién cuando aparecen en una frase, pueden ser imaginados.
Ahora bien, pensemos, también en los conectores. Si uno dice “AUNQUE”, “POR LO
TANTO”, “EN CONSECUENCIA”, “POR CONSIGUIENTE”- “NO OBSTANTE”,
¿Cómo los podemos imaginar si son operaciones lógicas? Estos términos o expresiones
lógicos de la lengua no pueden ser representados de otra manera que no sea a través de
interpretantes simbólicos, de definiciones de ellas.
¿Qué es lo que tiene que quedar claro de todo esto? Que para Peirce lo real no es sólo lo
existente sino que está conformado por objetos imaginables, objetos existentes y objetos ni
siquiera imaginables. Para que se vea que lo real es sumamente abarcativo: esto es lo que
importa. Entran los conceptos, entran las ideas, no entra solo lo que podemos tocar y ver.
La diapositiva que veremos se centra en los tipos de interpretante.
INTERPRETANTE: TIPOS
 INMEDIATO:
Interpretabilidad posible.
 DINÁMICO: Interpretante que se actualiza
en una representación triádica genuina
particular.
 LÓGICO FINAL:
Interpretante que agota
en su interpretación la interpretabilidad del
objeto.
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Vemos tres tipos de interpretante, el inmediato, el dinámico, y un tercero que es el
lógico final. De estos tres el que más nos importa es el tercero. ¿Qué dice la definición del
interpretante inmediato? Que es la interpretabilidad posible, es la posibilidad de
interpretación; es el signo en potencia, no el signo constituido como tal, no es el
interpretante que está en una relación triádica particular, que está funcionando en una
relación triádica particular; es la posibilidad de que se interprete o utilice un interpretante
X. Como verán, la definición prueba eso que yo les dije, que el primer elemento que es el
interpretante inmediato se relaciona con la posibilidad y la posibilidad tiene que ver con la
categoría primeridad. Ahí se observa bien cómo no se puede hablar del objeto lógico final,
primero, y después, del dinámico y después, del inmediato, por ejemplo. ¿Se entiende?
Tienen un orden determinado y ese orden está regido por las reglas, leyes que le son
impuestas a partir de las categorías. Por eso insistimos tanto con las categorías, aun cuando
ellas no sean elementos que a nosotros nos interesan ―porque tiene que ver con lo
ontológico, como recordarán, no con lo semiótico―, pero nos interesa para ver cómo es el
pensamiento de Peirce y para entender un poco más su pensamiento.
El interpretante dinámico es el interpretante, vean que acá se da lo opuesto, digamos,
que se observaba en relación con el objeto. El interpretante dinámico es el interpretante que
se actualiza en una representación triádica genuina particular. Entonces, es ya no el
interpretante o los interpretantes posibles ―lo que tendría que ver con una virtualidad―,
sino con cuál de esos interpretantes posibles se ponen en juego en una relación particular
concreta, específica. Y por último, el interpretante lógico final. La definición, como verán,
como en muchas ocasiones en el caso de Peirce, es algo engorroso de entender en principio.
El interpretante lógico final es el interpretante que agota en su interpretación la
interpretabilidad del objeto. Y acá es donde juega, o empieza a jugar, la cuestión esta de los
distintos tipos de verdad. La verdad absoluta es patrimonio de Dios. Esto quiere decir, Dios
lo sabe todo, y no necesita, por lo tanto, semiosis, porque lo sabe todo.
-
¿Para qué la creó?
-
¿Para qué creó al hombre, entonces? No a la semiosis, porque fue el hombre el que
creó a la semiosis, o se valió de ella, para poder acceder a la verdad propia de los
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hombres. Lo que es propiedad o patrimonio del hombre es la verdad relativa y la
verdad relativa se vincula, en Peirce, con la creencia. Esto es muy importante.
Porque como ustedes verán, una cosa es acceder a una verdad, con todas las letras,
podríamos decir. Esto tendría que ver con la verdad absoluta. Y otra cosa es acceder
a una verdad que se dice relativa porque siempre es perfectible. Esto lo dice
cualquier investigador, esto es verdad hasta que se demuestre lo contrario. Y es esto
lo que nos está planteando Peirce. Entonces lo que va a decir es que se considera
como verdadero algo porque se deposita en esa definición, supongamos, la creencia
de la comunidad de mentes. La comunidad de mentes se pone de acuerdo entre sí,
conviene en que esto es de tal manera, pero es algo que se sabe que en cualquier
momento puede ser sustituido por otra verdad de la misma naturaleza que
perfeccione un poco lo anterior, pero que nunca el hombre va a estar en condiciones
de llegar a la verdad absoluta. Porque llegar a la verdad absoluta sería llegar al
objeto en sí. ¿Se entiende?
Entonces, hay dos maneras de entender esta definición del interpretante lógico final.
Una es una manera restringida. Esta manera restringida, literal, es una manera que no está
al alcance del hombre. O sea, desde este punto de vista no existe para el hombre el
interpretante lógico final. En un sentido estrecho, restringido del término, no puede haber
interpretante lógico final porque el interpretante lógico final implica la clausura de la
semiosis y ya sabemos, por definición, que no hay tan clausura. Acá todas las cosas se
empiezan a articular unas con otras. Entonces, uno tiene que empezar a sumar ciertos
conocimientos respecto de Peirce que luego le permiten entender un montón de otras cosas.
Pero, como decíamos, hay también un sentido amplio del término, un sentido metafórico
del término. Ese sí está al alcance de los hombres y Peirce va a plantear en relación con él,
lo siguiente: la semiosis considerada como una cadena infinita siempre va a estar viviendo
de esa manera, permanentemente. Ahora bien, van a haber, podríamos decir así, puntos,
sectores, elementos, respecto de los cuales a toda la comunidad de mentes, cuando aparece
el representamen, se le ocurre ―o sea, se crea en la mente de cada uno de quienes forman
esa comunidad―, el mismo interpretante. Cuando existe tal consenso, o sea, acá lo que
tenemos que pensar es en convención y consenso, por un lado, y por otro, que un
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interpretante se va a enfrentar a otros interpretantes, siempre en relación con un mismo
representamen. Cuando la semiosis está viva hay lucha entre los interpretantes y siempre va
estar viva y estar viva quiere decir que está la posibilidad de que se actualicen varios X
interpretantes. Cuando, en cambio, en un punto determinado de la semiosis se da la
clausura de la semiosis como proceso infinito, es que, como decíamos, a todos los
miembros de la comunidad se les ocurre, en relación del mismo representamen, el mismo
interpretante. Esto en epistemología tiene que ver con el concepto de paradigma, concepto,
que no es planteado por Peirce, obviamente. Pero lo podemos asociar. Eso es lo que
sucedía, para que tengan un ejemplo, en el campo de la semiótica en el primer período.
Había muchos autores que conocían la teoría peirceana pero cuando tenían que hablar de
signo, todos ellos ponían la definición saussureana, no activaban la definición peirceana.
Eco viene de la filosofía, ha escrito un libro que se llama El signo, y allí da todas las
definiciones de signo que hay desde los griegos hasta nuestros días. Así, los autores que se
inscriben dentro de la semiótica de primera generación no es que desconocieran las otras
definiciones de signo, pero cuando tenían que utilizar el concepto de signo apelaban a la
definición saussureana. ¿Qué ocurre allí? En ese punto, para los semióticos de la primera
generación, aparecía un interpretante lógico final. ¿Qué características tienen estos
interpretantes lógicos finales? Que funcionan como tales, pero no para siempre y, además,
no podemos saber cuándo la semiosis se va a activar nuevamente en ese punto. ¿Cuándo se
va a activar? Cuando aparezca un interpretante que empiece a pelearse, a disputarle el lugar
de la verdad al que se considera hasta ese momento, verdadero, al que se le adjudica el
carácter de verdad relativa. Entonces, acá aparece, junto con la cuestión de la verdad
relativa, un concepto que es muy importante para nosotros que es el de la verdad pública. O
sea, esta verdad que se asimila al interpretante lógico final, va a ser una verdad pública.
Considerada por los miembros de una comunidad como la verdad, sabiendo todos ellos que
lo que hoy es verdadero, mañana puede llegar a ser falso. Se llega a ella por convención,
porque se conviene en que esa es la verdad. Para nosotros esto funciona como la verdad. Y
si algo funciona como tal para toda la comunidad, no para grupitos, porque si es para
grupitos, hay peleas entre interpretantes por el poder de alcanzar el rango de verdad en
referencia a, por ejemplo, un aspecto de un objeto X determinado. Esto funciona para la
ciencia, pero funciona también para lo que son los verosímiles sociales y lo que es
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cualquier problemática social. Por eso aparece como muy interesante para nosotros el
concepto de verdad pública.
-
Verdad pública es a la que no se puede llegar y la otra…
-
No, una es la verdad absoluta, a esa es a la que no se puede llegar. El hombre llega a
verdades relativas, que son perceptibles, modificables, etcétera. Ahora, la noción del
interpretante lógico final en un sentido amplio del término está ligada con la verdad
pública, que es decir, esto es verdad para nosotros, convenimos que esto sea lo
verdadero, pero sabemos que no es la verdad con mayúsculas. Simplemente, las
verdades relativas cuando existe tal consenso son verdades públicas, siempre son
relativas, ¿se entiende? Es como para marcar esta diferencia, que no es la verdad
verdadera, no es que se llegue a la verdad última, sino que es lo que se considera
verdad entre los miembros de una comunidad.
Bueno, en lo que nos resta de la clase vamos a hacer otra cosa. Recuerdan que desde
el primer día de clase, les había dicho que la primera unidad se cerraba con una
comparación entre los dos modelos. Lo que vamos a hacer es esa comparación. Se
pueden considerar muchos aspectos, nosotros acá seleccionamos cuatro.
Veamos la diapositiva.
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CONCEPCIÓN ACERCA DEL SIGNO:
COMPARACIÓN ENTRE LAS TEORÍAS
DE SAUSSURE Y PEIRCE
•Conceptualización sobre la significación
•Alcance de la noción
•Problemática de “la materialidad del
sentido”
•Problemática de “la construcción social
de lo real”
Uno de los aspectos que destacamos tiene que ver con la conceptualización sobre la
significación. Acá el contraste entre las dos teorías pasa porque se enfrenta un modelo
binario con un modelo ternario de significación. Si ustedes dicen nada más que esto que
estoy diciendo hasta ahora, no dicen nada. ¿Por qué? Y bueno, porque sí, estamos en
presencia de un modelo de signo que tiene dos elementos, como el saussureano, o frente
a un modelo de signo que tiene tres, como el de Peirce. Pero decir esto no le quita ni le
agrega nada. La gran diferencia es que hay una serie de elementos que hacen diferente a
un modelo del otro. Uno de ellos tiene que ver con que el modelo saussureano es un
modelo estático de las significaciones. Cuando Saussure define el signo lo define como
una entidad bifásica, habla de que estos dos elementos están en solidaridad, y que de
esta relación solidaria surge la significación. Entonces, esto quiere decir que, para
Saussure y para los lingüistas saussereanos que vinieron después de él, cada signo
poseía una significación: Frente a la frase, lo que nosotros encontramos es que la
significación de ella es la suma de las significaciones de cada uno de los componentes,
de los signos que la componen. Se da una suerte de sumatoria. En el caso de Peirce, la
significación es un proceso. Es, además, un proceso ilimitado, como sabemos, porque,
como dijimos el otro día cuando estábamos definiendo el último elemento de la relación
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triádica, nos encontramos con que vamos al principio de la definición, encontramos otra
vez otro signo, otro objeto, otro interpretante y así siguiendo. Entonces, lo que hay que
rescatar es este carácter, en el caso de Peirce, de una visión dinámica de la
significación. Está visión dinámica está vinculada con la cuestión del proceso y del
crecimiento de los signos. Ahí aparecen las diferencias y partimos de que una es de una
postura binaria y la otra hecha de tres elementos, pero si decimos sólo eso no decimos
nada, tenemos que describir en qué se diferencia una postura de la otra.
Después otra gran diferencia pasa por el alcance de la noción; acá tenemos que remitir,
si estamos centrándonos en Saussure, a ese fragmento de El curso de lingüística general
donde se habla de la semiología. Como yo les había dicho el otro día, en este fragmento
se da la definición de semiología, y una serie de ejemplos. Lo que tenemos que rescatar
es que esos ejemplos, son todos calcados, hechos a imagen y semejanza del signo
lingüístico. ¿Qué conclusión podemos sacar de esto? Una muy clara: que, para
Saussure, signo es algo que es convencional y arbitrario. O sea, el signo para él tiene
que ser arbitrario y convencional, como lo es el signo linguistico. Si no, no es signo,
será otra cosa. Esa otra cosa para él, esto lo digo, olvídenlo o recuérdenlo bien, es el
símbolo. Digo, olvídenlo porque si lo recuerdan mal lo asocian con el símbolo de
Peirce, y se hace una ensalada, ya que es lo opuesto. Porque en el símbolo, para
Saussure, hay motivación, no hay arbitrariedad, ¿se entiende? Bueno. Lo que importa es
que, para Saussure, el signo es arbitrario y convencional. Por eso pone el ejemplo, entre
otras cosas, de los galones de los militares. No pone nunca, por ejemplo, como podría
poner Peirce, la huella de un animal. ¿Se entiende? Eso no es signo para Saussure. El
alcance del signo es menor en el caso de la teoría saussureana que en el caso de la teoría
peirciana. Para Peirce, volvemos a la segunda tricotomía, tenemos los símbolos, por un
lado, que coincidirían acá con la noción de signo saussureana. ¿Por qué? Porque son
convencionales, porque tienen que ver con una ley, como ya sabrán ustedes, y ahí
aparece la terceridad. Pero, a su vez, volviendo a la segunda tricotomía, tenemos íconos
e índices y estos también son signos. Sin embargo, no son convencionales ni arbitrarios.
¿Está claro? Entonces, hay una mayor amplitud en el pensamiento peirceano respecto a
qué entiende por signo.
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Nos quedan los otros dos elementos, o sea, las dos problemáticas. Empezamos
hablando de la problemática de la materialidad del sentido y, como verán, “materialidad
de sentido” aparece con comillas, luego está la problemática de la construcción social
de lo real, y la “construcción social de lo real aparece con comillas”. Esto tiene un
motivo bien definido. Está remitiendo al pensamiento de Verón. Entonces, ¿qué nos
importa indicar en primera instancia? Que Verón nunca dice que el modelo peirceano
trabaja la problemática de la materialidad del sentido o que trabaja la problemática de la
construcción social de lo real, frente al modelo saussureano que no la trabaja. No, no
dice eso. Dice que el modelo peirceano es más apto que el modelo saussureano para
permitir que se trabajen esas problemáticas, mientras que el otro modelo directamente
no lo permite. Por eso él toma partido por el pensamiento de Peirce. Lo que tiene que
quedar claro es que Peirce no se preocupa por enunciar o por trabajar, como decíamos
recién, por desarrollar estas problemáticas. No alude en ningún momento de manera
directa a esas temáticas, pero uno puede ver que están implicadas en su desarrollo
teórico estas cuestiones. Y que ese desarrollo teórico permite pensarlas de una manera
particular. Esto es lo primero que tenemos que considerar.
¿Qué pasa respecto de la problemática de la materialidad del sentido? En Saussure
volvemos nuevamente a cierta característica que definía al signo lingüístico. Recuerden
que planteamos que una de esas características era que los dos componentes del signo
lingüístico son psíquicos. Lo sustancia, que sería el equivalente de lo material,
corresponde al habla y del habla la teoría no se ocupa. Entonces, dirá Verón, no hay
manera de tomar el modelo saussureano porque este no permite trabajar la problemática
de la materialidad del sentido, mientras que el modelo de Peirce sí lo permite. ¿Por qué
lo permite? Porque, ¿qué habíamos dicho acerca del representamen? Que el
representamen se definía como “algo que” y ese algo tiene que ver con que es
perceptible para los sentidos y si es perceptible para los sentidos, o sea, puede tocarse,
verse, oírse, o sea, tiene materialidad, tiene sustancia. Por eso el representamen puede
ser captado por los sentidos. Pero acá las cosas se complican nuevamente y tenemos
que volver a la segunda tricotomía. De la segunda tricotomía el símbolo es un tipo,
Peirce subraya esto. Y al hablar de tipo, quiere decir que es una entelequia. O sea, el
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símbolo no tiene materialidad, no tiene sustancia; por eso, dice Peirce, el signo opera,
esto quiere decir que se manifiesta, a través de réplicas. Necesita de una réplica para
aparecer y aparecer, quiere decir poder ser percibido. Réplica no en el sentido de
cuando uno dice: “Juan replicó tal cosa a Pedro”, esto es, le contestó tal o cual cosa,
obviamente eso no. Sino réplica en el sentido de que es una especie de modelo; así, el
símbolo, se materializa de maneras distintas, pero respondiendo siempre a un patrón, a
un modelo, el que le marca el símbolo. ¿Y cómo se materializa? A través, como
dijimos, de réplicas, que son siempre sinsignos. ¿Qué es un sinsigno? Es un segundo
dentro de lo que es la primera tricotomía. La primera tricotomía hablaba de la relación
del signo consigo mismo, o sea del representamen, ahí tenemos la relación entre el
primero, el representamen, con el primero, consigo mismo. El primero es el cualisigno.
Y el segundo de esta tricotomía tiene que ver con lo existente y lo existente es aquello
que se puede manifestar. Recuerdan cuando hablaba de primeridad, segundidad y
terceridad. La primeridad era la cualidad como posibilidad, cuando se encarnaba,
estábamos en presencia de una segundidad y eso es lo que se está planteando aquí. Un
segundo, el segundo de la relación del signo consigo mismo, es el sinsigno. Entonces, la
réplica se va a manifestar a través de un representamen que es sinsigno y que es, por lo
tanto, un existente. Esto quiere decir que nosotros vamos a encontrar, por ejemplo,
cualquier palabra, mesa, supongamos, o una expresión, como por ejemplo,” hola qué
tal”, o sea, cualquier palabra o grupo de palabras, escrita o escritas, supongamos en la
computadora. Lo podemos hacer en diferentes tamaños y en diferentes tipos de letra y,
sin embargo, todas están respondiendo al mismo modelo, que es el símbolo. Por eso
podemos reconocer que ahí independientemente que sea el cuerpo quince u ocho, se
dice la misma palabra. ¿Se entiende? Entonces, el modelo tiene que ver con el símbolo.
La réplica tiene que ver con el sinsigno particular que aparece, con características
específicas que van a responder al mismo modelo que uno reconoce, a pesar de las
diferencias que eso generen en común. Y acá se acerca mucho al pensamiento
saussureano también.
-
Esto que vos hablabas del legisigno que funciona como réplica del sinsigno…
No, el legisigno, no. El sinsigno como réplica del símbolo.
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El símbolo es abstracto, el ícono, no. El índice tampoco. Son materiales. El símbolo
no lo es. ¿Está claro? Entonces, para trabajar la cuestión de la materialidad del sentido, le
viene mejor a Verón el modelo peirceano y no el modelo saussureano que no habla de
materialidad, deja de lado la sustancia. Saussure, cuando habla de esto, pone el ejemplo del
ajedrez, creo que ya lo habíamos planteado. ¿Qué importa en el ajedrez? ¿De qué están
hechas las piezas? No, importa saber cuál es la cantidad de piezas que lo componen y las
reglas para jugarlo; después, el material con el que estén hechas las piezas no le interesa a
nadie. Para poder jugar da lo mismo que ellas sean de oro, de plata, de madera, de marfil o
de plástico.
Ahora nos quedamos en el último punto que es la problemática de la construcción
social de lo real. Se trata de una problemática que Verón también trabaja. Y que tiene que
ver, además, con lo que planteamos hoy hace un rato, que está en el escrito también. La
cuestión de que lo real se construye socialmente. Por eso, para Verón, lo que importa de
Peirce ―cuando hablaba del objeto dinámico― era una de las definiciones porque coincide
con el pensamiento que tiene Verón. En el caso de Saussure, no se puede trabajar esta
problemática con su teoría porque precisamente hay un principio que es el de la
inmanencia. Entonces, él pone siempre por delante el sistema, o sea, el carácter relacional.
Entonces, su teoría nunca va a poner en juego lo lingüístico con lo extralingüístico. Cuando
él habla de la arbitrariedad del signo habla de que es arbitraria la relación entre el
significante y el significado y que esa relación es convencional. Posteriormente, Benveniste
va a decir, no, acá se equivoca Saussure. En realidad, lo que es arbitrario es el signo
respecto al objeto. O sea, respecto a la cosa, al referente, al elemento al cual el signo está
representando. Pero, ¿por qué Saussure pone el carácter convencional en vinculación con
los dos elementos que constituyen al signo? Porque si pusiera en relación al signo con
aquello que está representando estaría yendo contra una de las leyes que organizan su
pensamiento, que es esto de que no hay por qué establecer relación entre lo lingüístico y lo
extralingüístico. Dentro del campo de la lingüística podemos manejarnos perfectamente
para definir cada uno de sus componentes sin la necesidad de salir afuera. En realidad, la
convencionalidad y la arbitrariedad tienen que ver con el salir afuera. Lo que tiene que
quedar claro es que, obviamente, no puede servir el pensamiento saussureano para trabajar
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la construcción social de lo real porque su teoría nunca pone en juego lo extralingüístico.
Entonces, ¿de qué manera podríamos ver qué relación se establece entre los signos y lo
“real”? En cambio, Peirce lo hace desde el momento en que en la definición de signo
incluye al objeto. Ya, de entrada, él se está planteando la relación entre el representamen, o
sea, el elemento que representa a algo, y ese algo que es representado por el representamen,
ese algo que lo viene a representar. ¿Se entiende? Eso que es el objeto dinámico, es el
elemento externo al sistema de signos, podríamos decir. Entonces, esta teoría, la peirceana,
aporta más, podríamos decir, a la dilucidación de la problemática de la construcción social
de lo real, que la saussureana, que directamente no lo permite.
La próxima clase empezamos con la siguiente unidad, que estará a cargo, en lo que
hace a teóricos, de la adjunta de la cátedra, la Profesora Amparo Rocha. Buenas noches.
Nos vemos dentro de tres martes, entonces.
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