LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS COMO

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LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS COMO SUJETOS DE DERECHO
ADMINISTRATIVO
I. PLANTEAMIENTO GENERAL
1. Las personas naturales pueden vivir de los frutos de sus bienes o de su
trabajo personal.
2. Si viven de su trabajo personal, lo pueden hacer de manera independiente, por
su cuenta y riesgo, o en forma dependiente, sujetos a la subordinación de su
empleador, sea éste particular o un órgano estatal.
3. Si una persona trabaja en forma independiente para la Administración del
Estado o Administración Pública, lo hace contratando con ella una prestación de
servicios sobre la base de honorarios, totalmente al margen de una relación jurídica de
empleo. El Estatuto Administrativo, que es el texto regulador de las relaciones entre los
funcionarios y el órgano de la Administración para el cual se desempeñan, conoce y
regula este contrato con el nombre de contrato a honorarios, regulándolo en su artículo
11, por lo que la jurisprudencia ha concluido que no se aplican a él las normas del
Código Civil, como ha precisado la jurisprudencia
Artículo 11. Podrá contratarse sobre la base de honorarios a profesionales y
técnicos de educación superior o expertos en determinadas materias, cuando
deban realizarse labores accidentales y que no sean las habituales de la
institución, mediante resolución de la autoridad correspondiente. Del mismo
modo se podrá contratar, sobre la base de honorarios, a extranjeros que
posean título correspondiente a la especialidad que se requiera.
Además, se podrá contratar sobre la base de honorarios, la prestación
de servicios para cometidos específicos, conforme a las normas generales.
Las personas contratadas a honorarios se regirán por las reglas que
establezca el respectivo contrato y no les serán aplicables las disposiciones
de este Estatuto.
Los convenios a honorarios reconocen como norma autorizatoria al artículo 11 del
Estatuto Administrativo y, según ha dicho la jurisprudencia administrativa, son
desarrollados conforme al principio de autonomía de la voluntad, lo que la ha llevado a
sostener que los profesionales, técnicos o expertos contratados a honorarios se rigen,
en cuanto a su prestación de servicios, por las cláusulas del respectivo contrato.
El contrato se celebra entre la autoridad administrativa que representa al servicio
contratante y un profesional, técnico o experto, es decir, se celebra con una persona
que se halla en posesión de un título profesional otorgado por una Universidad o por un
Instituto Profesional; por un Centro de Formación Técnica o una Universidad; o que
acredita experticia –conocimientos y habilidades- en determinadas ramas del saber o
del hacer.
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El objeto del contrato es la realización de labores accidentales y que no sean las
habituales de la institución, a menos que se trate de cometidos específicos, esto es, de
labores concretas, específicas, precisadas como tales en el convenio a honorarios,
único caso en que la ley permite que el contrato recaiga sobre labores habituales,
ordinarias, propias de la institución.
El contrato es solemne. Se perfecciona mediante una resolución aprobatoria del
convenio, dictada por la autoridad contratante, el que debe contenerse o darse por
reproducido, acompañándolo, en la respectiva resolución.
II. EL CARGO PÚBLICO Y LOS EMPLEADOS PÚBLICOS
4. Si una persona trabaja para la Administración del Estado en calidad de
dependiente de ella, entonces pasa a ocupar un empleo o cargo público, adquiriendo
entonces el carácter de empleado o funcionario del respectivo servicio.
Según el artículo 3°, letra a), del Estatuto Administrativo, son funcionarios públicos los
empleados de planta o a contrata dentro de cada órgano de la Administración Pública,
de manera que los cargos público administrativos son, ante todo, empleos de planta y
empleos a contrata.
Empleados de planta son quienes ocupan un cargo consultado en la estructura de
empleos permanentes de cada servicio, la que toma precisamente el nombre de planta
del servicio: estructura orgáníca que consulta los cargos permanentes de cada
institución ordenados por función (directiva, profesional, ténica, administrativa o auxiliar)
y dentro de cada función, por grados (art. 3°, letra b).
Empleados a contrata, a su vez, son quienes se desempeñan de manera transitoria en
un órgano administrativo (art. 3°, letra c), y atendida su naturaleza, sólo hasta el 31 de
diciembre de cada año, a menos que se disponga su prórroga con 30 días de
anticipación, a lo menos, según lo dispone el artículo 10 del Estatuto Administrativo.
Artículo 3º. Para los efectos de este Estatuto el significado legal de los
términos que a continuación se indican será el siguiente:
a) Cargo público:
Es aquél que se contempla en las plantas o como empleos a contrata en las
instituciones señaladas en el artículo 1º, a través del cual se realiza una
función
administrativa.
b) Planta de personal:
Es el conjunto de cargos permanentes asignados por la ley a cada
institución, que se conformará de acuerdo a lo establecido en el artículo 5º.
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c) Empleo a contrata:
Es aquel de carácter transitorio que se consulta en la dotación de una
institución.
Artículo 10º. Los empleos a contrata durarán, como máximo, sólo hasta el 31
de diciembre
de cada año y los empleados que los sirvan expirarán en sus funciones en
esa fecha, por el solo ministerio de la ley, salvo que hubiere sido propuesta la
prórroga con treinta días de anticipación a lo menos.
El número de funcionarios a contrata de una institución no podrá
exceder de una cantidad equivalente al veinte por ciento del total de los
cargos de la planta de personal de ésta.
Podrán existir empleos a contrata por jornada parcial y, en tal caso, la
correspondiente remuneración será proporcional a dicha jornada.
Los grados de las escalas de remuneraciones que se asignen a los
empleos a contrata no podrán exceder el tope máximo que se contempla para
el personal de las plantas de Profesionales, de Técnicos, de Administrativos y
de Auxiliares en el respectivo órgano o servicio, según sea la función que se
encomiende. En aquellos órganos o servicios en que no existan algunas de
las plantas mencionadas, los empleos a contrata no podrán tener un grado
superior al máximo asignado a la planta respectiva, en los otros órganos o
servicios regidos por la misma escala de sueldos.
Los funcionarios de planta pueden ser titulares o reemplazantes, y éstos últimos
pueden serlo en calidad de subrogantes o de suplentes (art. 4°).
Según la naturaleza de las labores que ejercen, los funcionarios de planta pueden ser,
asimismo, de cinco órdenes: directivos, profesionales, técnicos, administrativos o
auxiliares o de servicios menores (artículo 5°). Leyes especiales han agregado a estas
cinco funciones, la función fiscalizadora, dentro de las instituciones de esta
denominación y carácter.
Conforme a su estabilidad que otorga el cargo, los empleos se clasifican en cargos de
carrera y cargos de confianza exclusiva (art. 6°). Los cargos de confianza exclusiva
están definidos en el artículo 49 de la LOCBGAE, que los conceptúa como aquellos que
son de libre designación y de libre remoción de la autoridad llamada a designarlos. El
procedimiento de remoción de estos servidores públicos se halla normado en el artículo
148 del Estatuto Administrativo. Estos cargos se caracterizan por subordinar la
permanencia de sus titulares en sus correspondientes cargos, a la entera voluntad de
quién los ha nombrado en ellos.
A los cargos de planta en calidad de titular se ingresa por concurso, por
ascenso o por promoción. A los cargos a contrata se accede por simple nombramiento
directo de la autoridad competente, previo cumplimiento, claro está, de los respectivos
requisitos de ingreso.
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A los cargos de planta se ingresa por concurso público, cuando se trata de
acceder a un empleo contemplado en el último grado de la respectiva planta (art. 17).
Se efectúa por ascenso, cuando ya se está trabajando en la Administración y se
trata de acceder a cargos superiores dentro de las plantas administrativa y auxiliar (arts.
53 y 54)
Se realiza por promoción, cuando se trata de acceder a cargos superiores dentro
de las plantas directiva, profesional o técnica (art. 53).
El ascenso se diferencia de la promoción, desde esta perspectiva, en que el ascenso es
automático, en cuanto favorece sólo y únicamente al empleado que se encuentra en el
primer lugar del grado inmediatamente inferior a aquel en que se ha producido la
vacante, quién pasa a desempeñarlo desde la fecha en que se produjo esta vacante en
el correspondiente grado, en tanto que la promoción recae en aquel funcionario que ha
participado y ganado el concurso interno que establece la ley estatutaria (arts. 8° y 53).
III. EL RÉGIMEN JURÍDICO DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS
5. Los funcionarios de planta o a contrata de la Administración, se hallan regidos
por las normas del Estatuto Administrativo.
En el lenguaje habitual se llama Estatuto Administrativo a la ley que rige las relaciones
laborales de los funcionarios públicos.
Sin embargo, esta forma natural y obvia de entender el Estatuto se ha visto precisada
por el concepto ius administrativo de Estatuto Administrativo en el Derecho chileno, en
el cual cabe distinguir un concepto positivo y otro jurisprudencial de Estatuto
Administrativo.
5.1. En primer término, y desde el punto de vista positivo, es Estatuto
Administrativo todo texto legal o reglamentario que regule las relaciones entre los
empleados y el servicio para el cual esos empleados trabajan, como es el caso, por
ejemplo, del DFL N° 29, de 2005, del Ministerio de Hacienda, texto refundido y
sistematizado de la Ley Nº 18.834, de 1989, que rige para las dotaciones de los
servicios centralizados y descentralizados, entre otros.
5.2. En segundo lugar, desde la perspectiva jurisprudencial, la Contraloría
General de la República ha sostenido desde hace más de sesenta años, pues su tesis
se contuvo originalmente en el oficio Nº 15.412 de 1948, que dio respuesta a un
reclamo que presentara ante ella un ex jefe de Maestranza del Ferrocarril Militar de
Puente Alto a El Volcán, dependiente del Regimiento de Ingenieros con sede en esa
ciudad, en contra de la Caja de Previsión de la Defensa Nacional, por no dar respuesta
a su petición impugnatoria del monto en que fijara su pensión jubilatoria.
Conforme a la tesis del dictamen N° 15.412, de 1948,, el Estatuto Administrativo no es
una ley ni un reglamento, no es un texto normativo, sino un concepto jurídico de rango
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constitucional y de alcance institucional qué, en tal carácter, abarca a todo y cualquier
texto regulador de la relación de empleo público.
En este sentido, “la expresión Estatuto Administrativo, aunque empleada en singular por
la Constitución es compresiva de los varios ordenamientos parciales, ya civiles o
militares, sobre la materia de las garantías de estabilidad, ascenso y haberes pasivos
de los servidores del Estado": en verdad, dijo el dictamen Nº 15.412, de 1848, “aunque
el legislador no haya denominado Estatuto Administrativo a cada una de las leyes
dispersas sobre la materia indica, no por eso dichas leyes en conjunto dejan de
constituir Estatutos u Ordenaciones Administrativas”.
Para llegar a este corolario la Contraloría acudió al “espíritu de la Constitución que nos
rige desde 1925”.
“Es sabido –dijo- que ella se inspiró principalmente en estos dos órdenes de ideas;
robustecer las atribuciones del Presidente de la República, dándole la independencia
necesaria para administrar el Estado, y reaccionar contra el régimen parlamentario en el
sentido que la fiscalización de los actos administrativos del Gobierno ejercitada por el
Parlamento –no pudiera acarrear- la responsabilidad política de los Ministros, efecto
que anulaba aquella independencia del Presidente al producir la rotativa ministerial,
pues era entendido, bajo dicho régimen, que el Gabinete debía presentar su dimisión
cada vez que las mayorías insatisfechas, con fines políticos, de las explicaciones de un
Ministro acerca de cualquier actuación suya”.
Estas ideas, una vez aceptadas, se plasmaron, agrega el dictamen, en tres grandes
instituciones: “el Estatuto Administrativo, los Tribunales Administrativos y la
Descentralización administrativa”.
“A los dos últimos no se les ha dado cumplimiento; pero se ha dado amplio desarrollo al
primero; el cual está enunciado en la Constitución, en lo referente a las facultades del
Presidente de la República de proveer empleos civiles y militares, de destituir a los
empleados de su designación y de conceder jubilaciones, retiros, y goce de montepío,
“conforme al Estatuto Administrativo”, “en conformidad a las leyes orgánicas de cada
Servicio”, “con arreglo a las leyes”.
“En efecto, la idea de la Constitución de que las facultades del Presidente de la
República de nombrar, destituir y conceder jubilaciones, etc., a los servidores civiles y
militares de la Nación fuera reglamentada en el sentido de darles derecho a la
estabilidad y al ascenso durante sus servicios y medios de subsistencia al término de
ellos, ha sido realizada con la dictación de diversas leyes –todas las cuales-, por
ocuparse de los derechos de estabilidad, ascensos y pensiones de los servidores
públicos, son, en conjunto, estatutos administrativos”, y todos ellos envuelven el
“principio constitucional”.
La Contraloría General ha reiterado en numerosas ocasiones su tesis de 1948. Así, ha
dicho que “la expresión Estatuto Administrativo puede tomarse en dos sentidos: uno, en
que le da el medio ambiente y según el cual Estatuto Administrativo es el Decreto con
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Fuerza de ley 338, de 1960; otro, en el alcance institucional que le ha atribuido la
jurisprudencia administrativa, que ha considerado a esa expresión comprensiva del
régimen integral al que están sometidos los funcionarios, empleados o servidores
públicos, cualquiera que sea el nombre específico que pudieran recibir los diversos
cuerpo estatutarios que los rijan y sea cual fuere la naturaleza del Servicio en que ellos
se desempeñen”.
“Este alcance institucional se desprende de los números 7º, 8º y 9º del artículo 72 de la
Constitución Política de 1925, con la cual nació la expresión Estatuto Administrativo, ya
que esos preceptos materializaron el propósito del Constituyente de consagrar la
obligación del Jefe de Estado de atenerse a un Estatuto en la provisión de los empleos
públicos, civiles o militares, en la destitución de los funcionarios de su designación y en
la concesión de jubilaciones, retiros y montepíos”.
“La expresión Estatuto Administrativo, por lo tanto, tiene un sentido institucional y
jurídicamente se refiere a una ley reglamentaria de la Constitución Política, de carácter
genérico, comprensiva del régimen integral al que se hallan afectos los funcionarios
públicos. Por ello se ajustaría mucho más a la intención y a la letra de las normas
constitucionales el establecimiento legal de un solo cuerpo orgánico estatutario, ya que
en la actualidad hay varios estatutos para distintas clases de empleados y aún el
Código del Trabajo, al aplicarse como texto regulador de las relaciones jurídicas que
vinculan a los funcionarios con el Servicio en que prestan sus funciones, pasa a ser, en
ese caso, el Estatuto Administrativo que rige a tales empleados”.
“La denominación Estatuto Administrativo comprende a todos los ordenamientos
parciales que pudieran existir para los diversos sectores funcionarios, porque pugnaría
con la Constitución Política estimar, como se estima en el uso corriente, que esa
denominación sólo es válida para el Estatuto de los empleados civiles fiscales y
semifiscales” (dictámenes Nos 27.438, de 1957, 74.598, de 1963, 12.165, de 1983).
Bajo la Constitución de 1980, ha reiterado su punto de vista, basada en el artículo 38,
inciso 1º, de esta Ley Fundamental, en su Ley Orgánica, que le confía la fiscalización
del Estatuto Administrativo, y en el texto del actual Estatuto Administrativo, DFL N° 29,
de 2005 (dictámenes Nos 21.248, de 1993, 25.655, de 1994).
6. De manera, entonces, que aquella idea matriz contenida en la Constitución
Política de 1925 respecto de la regulación jurídica que habría de regir al funcionario
chileno, aquel “principio constitucional” proclamado en 1925 por el Presidente
Alessandri, que se expresaba en la denominación Estatuto Administrativo, pasó a
adquirir una consistencia jurídica propia como concepto jurídico institucional que abarca
toda la Administración: “Por ello –desde este punto de vista- se ajustaría mucho más a
la intención y a la letra de las disposiciones constitucionales el establecimiento legal de
un solo cuerpo orgánico estatutario”, como ha postulado desde 1948 la Contraloría
General.
Por eso, el dictamen Nº 23.482, de 1990, para mencionar sólo uno de los emitidos por
la Contraloría General pos Carta Fundamental de 1980, afirmó que “la expresión
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Estatuto Administrativo comprende, no solo al Estatuto Administrativo de general
aplicación contenido en la Ley Nº 18.834 (hoy DFL N° 29), sino que abarca también a
todos los cuerpos estatutarios que rigen al personal de la Administración Pública”.
Este concepto jurisprudencial de Estatuto Administrativo tiene plena vigencia dentro de
la Administración del Estado, en razón de que los dictámenes de la Contraloría General
de la República constituyen jurisprudencia obligatoria al interior del complejo orgánico
que constituye la Administración.
Conforme a él, todo y cualquier texto legal que regule la relación de empleo público es
Estatuto Administrativo dentro de su acepción como concepto de alcance institucional,
de lo cual se desprende que la facultad legal de interpretar y fiscalizar el cumplimiento
del Estatuto Administrativo que le asigna la ley, abarca a todo y a cualquier cuerpo
normativo que pase a asumir este carácter en la Administración Pública. De aquí que
sostenga que a ella corresponde ejercer la facultad de “fiscalizar la aplicación del
Código del Trabajo a los servidores del Estado que se sujetan a ese régimen jurídico,
ya que –en cuanto ley aplicable al personal de la Administración- constituye el Estatuto
Administrativo propio de tales servidores”.
El hecho de que el régimen laboral pase a ser considerado como una normativa pública
administrativa, la ha llevado a afirmar, en efecto, que “el alcance institucional de la
expresión Estatuto Administrativo abarca el Código del Trabajo” (dictámenes Nos
27.438, de 1957, y 680, de 1992); qué, atendida esta circunstancia, los contratos de
trabajo deben “reducirse a resoluciones” o actos administrativos formales (64.230, de
1968); que en la Administración Pública no cabe distinguir “funciones de empleado o de
obrero”, ya que respecto “de los servidores del Estado no procede tal calificación”
(69.963, de 1968); que como “las disposiciones del Código del Trabajo y legislación
complementaria tienen el carácter de normas estatutarias de derecho público respecto
de los trabajadores del Estado a quienes se aplican”, la autoridad administrativa
competente no puede otorgar “a sus empleados beneficios mayores o menores a los
contemplados por aquella legislación” (84.931, de 1972), más aun cuando “a los
servidores del Estado les corresponden los sueldos, salarios y remuneraciones anexas
fijadas en las Plantas de Grados y Remuneraciones de los servicios, instituciones o
empresas del Estado, así como los reajustes del sector público, pautas estas que se
aplican cualquiera que sea el régimen jurídico del personal, alcanzando, por lo tanto, a
los regidos por el Código del Trabajo”. “No se aplican a los servidores del Estado los
tarifados, salarios especiales, reajustes, etc., establecidos para los dependientes del
sector privado” (18.377, de 1971), ha agregado la jurisprudencia administrativa;
tampoco se puede poner término a las funciones de un empleado regido por la ley
laboral común sin previa resolución administrativa sujeta al trámite de toma de razón,
basada en “la existencia de dichas causales de terminación del contrato, mediante
antecedentes objetivos” (9.367, de 1968), requiriendo, en todo caso, un procedimiento
sumarial cuando se trate de una exoneración constitutiva de destitución, ya que nadie
puede ser condenado si no ha sido previamente juzgado para acreditar la efectividad
de los hechos en que se basa, como lo ordenan las “reglas generales de derecho”
(48.844, de 1960, 15.036, de 1982), aun cuando el Código del Trabajo no consulte
estas formalidades.
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El Estatuto Administrativo, pues, desde el punto de vista positivo, es el texto normativo
regulador de las relaciones laborales en el sector público, igualmente obligatorio para la
autoridad y para los subalternos, y desde el punto de vista jurisprudencial, un concepto
jurídico de alcance institucional.
7. De lo hasta aquí expresado se desprende que la relación laboral administrativa
no se articula sobre una base contractual como ocurre en el campo privado, sino sobre
una de naturaleza pública, concretamente estatutaria, en tanto y en cuanto su
constitución, desarrollo y expiración están preestablecidos por el legislador en el
respectivo Estatuto Administrativo.
Según los artículos 15 y 43 de la LOCBGAE, el Estatuto Administrativo ha de normar el
ingreso, los deberes, los derechos, la responsabilidad y la cesación de funciones de los
empleados públicos.
Ello no significa que la relación estatutaria se constituya por un acto unilateral de la
autoridad, porque para perfeccionarla se requiere de la voluntad de la persona
designada o nombrada. En este sentido, bien puede afirmarse que la relación laboral
pública nace de un acto bilateral, pues nace con el nombramiento extendido por
autoridad competente, el que dbe ser aceptado por la persona designada. Dice al
respecto el artículo 14 del Estatuto Administrativo, en su inciso 3º, que la persona
nombrada para ocupar un empleo público debe ser notificada de la designación,
indicándosele en esta notificación “la oportunidad en que debe asumir sus funciones o
el hecho de que el decreto o resolución de nombramiento ha sido totalmente tramitado”.
Si el designado “no asumiere su cargo dentro de tercero día contado desde la fecha
que correspondiere, el nombramiento quedará sin efecto por el solo ministerio de la
ley”, debiendo la autoridad comunicar esta circunstancia a la Contraloría General de la
República, para los efectos de normalizar la situación producida.
El hecho de que el nombramiento configure un acto bilateral, no le atribuye, sin
embargo, al acto de designación, las características de un contrato, o sea, de un
acuerdo de voluntades que establezca las estipulaciones que han de regir el
desempeño público, pues precisamente la circunstancia de que existan “normas
estatutarias”, un “Estatuto Administrativo”, significa reconocer la existencia de un
régimen preestablecido por la ley, de manera que es este régimen el que contiene y
norma todas las condiciones relativas al ingreso al cargo público, los derechos, las
obligaciones, la responsabilidad y las causales de cesación de funciones que pueden
poner término a dicha relación laboral, en términos obligatorios para la autoridad
administrativa y para los funcionarios que se desempeñan en la Administración Pública.
La jurisprudencia de la Contraloría General de la República ha manifestado en este
sentido que “los funcionarios están sometidos a un régimen de derecho público
preestablecido unilateral y objetivamente por el Estado. Ello no significa, sin embargo,
que la calidad de empleado público pueda ser impuesta forzadamente a una persona,
pues ésta sólo se incorpora al régimen jurídico estatutario en la medida que así lo
decida libremente, ya que es una expresión de libertad de trabajo que garantiza la
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Constitución Política de la República” (dictamen Nº 31.386/82).
Así concebido, el Estatuto Administrativo no se expresa en una ley especial, sino en
leyes de derecho público administrativo, que no responden a un sistema contractual de
establecimiento de derechos y obligaciones laborales, sino a un régimen legal regulador
que se mueve en el ámbito del principio de la legalidad, obligatorio para la autoridad y
para los funcionarios, cualquiera que sea la calidad de su desempeño, de planta o a
contrata.
IV. DEBERES Y DERECHOS DE LOS EMPLEADOS PÚBLICOS
LOS DEBERES DE LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS
7. El DFL N° 29, de 2005, se estructura conforme a lo prescrito por los artículos
15 Y 43 de la LOCBGAE, en títulos, los que contienen Normas Generales (Título I), y
regulan el ingreso, promoción y ascenso a los cargos públicos, bajo el título De la
Carrera Funcionaria (Título II), Las obligaciones de los Funcionarios Públicos (Título
III), los Derechos de los Funcionarios Públicos (Título IV), la Responsabilidad de los
Funcionarios Públicos (Título V), y la Cesación de Funciones (Título VI), principalmente.
Los deberes de los empleados públicos pueden consistir en obligaciones de hacer, en
obligaciones de no hacer, llamadas prohibiciones por el Estatuto Administrativo, o en
Incompatibilidades, que son prohibiciones de desempeño simultáneo, sea en razón de
las personas, sea en razón de los cargos o de las remuneraciones.
8. Las obligaciones de hacer se consultan en el artículo 61 del Estatuto
Administrativo.
Artículo 61. Serán obligaciones de cada funcionario:
a) Desempeñar personalmente las funciones del cargo en forma
regular y continua, sin perjuicio de las normas sobre delegación;
b) Orientar el desarrollo de sus funciones al cumplimiento de los
objetivos de la institución y a la mejor prestación de los servicios que a ésta
correspondan;
c) Realizar sus labores con esmero, cortesía, dedicación y
eficiencia, contribuyendo a materializar los objetivos de la institución;
d) Cumplir la jornada de trabajo y realizar los trabajos
extraordinarios que ordene el superior jerárquico;
e) Cumplir las destinaciones y las comisiones de servicio que
disponga la autoridad competente;
f) Obedecer las órdenes impartidas por el superior jerárquico;
g) Observar estrictamente el principio de la probidad administrativa
que implica una conducta funcionaria moralmente intachable y una entrega
honesta y leal al desempeño de su cargo, con preeminencia del interés
público por sobre el privado;
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h) Guardar secreto en los asuntos que revistan el carácter de
reservados en virtud de la ley, del reglamento, de su naturaleza o por
instrucciones especiales;
i) Observar una vida social acorde con la dignidad del cargo;
j) Proporcionar con fidelidad y precisión los datos que la institución
le requiera
relativos a situaciones personales o de familia, cuando ello sea de
interés para la administración, debiendo ésta guardar debida reserva de los
mismos;
k) Denunciar ante el Ministerio Público, o ante la policía si no
hubiere fiscalía en el lugar en que el funcionario presta servicios, con la
debida prontitud, los crímenes o simples delitos y a la autoridad competente
los hechos de carácter irregular de que tome conocimiento en el ejercicio de
su cargo;
l) Rendir fianza cuando en razón de su cargo tenga la
administración y custodia de fondos o bienes, de conformidad con la Ley
Orgánica Constitucional de la Contraloría General de la República, y
m) Justificarse ante el superior jerárquico de los cargos que se le
formulen con publicidad, dentro del plazo que éste le fije, atendidas las
circunstancias del caso.
9. Las obligaciones de no hacer, que el Estatuto Administrativo regula como
“Prohibiciones”, en el artículo 84.
a)
Artículo 84. El funcionario estará afecto a las siguientes prohibiciones:
Ejercer facultades, atribuciones o representación de las que no esté
legalmente investido, o no le hayan sido delegadas;
b) Intervenir, en razón de sus funciones, en asuntos en que tengan interés él,
su cónyuge, sus parientes consanguíneos hasta el tercer grado inclusive o
por afinidad hasta el segundo grado, y las personas ligadas a él por adopción;
c) Actuar en juicio ejerciendo acciones civiles en contra de los intereses del
Estado o de las instituciones que de él formen parte, salvo que se trate de un
derecho que ataña directamente al funcionario, a su cónyuge o a sus
parientes hasta el tercer grado de consanguinidad o por afinidad hasta el
segundo grado y las personas ligadas a él por adopción;
d) Intervenir ante los tribunales de justicia como parte, testigo o perito,
respecto de hechos de que hubiere tomado conocimiento en el ejercicio de
sus funciones, o declarar en juicio en que tenga interés el Estado o sus
organismos, sin previa comunicación a su superior jerárquico;
e) Someter a tramitación innecesaria o dilación los asuntos entregados a su
conocimiento o resolución, o exigir para estos efectos documentos o
requisitos no establecidos en las disposiciones vigentes;
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f) Solicitar, hacerse prometer, o aceptar donativos, ventajas o privilegios de
cualquier naturaleza para sí o para terceros;
g) Ejecutar actividades, ocupar tiempo de la jornada de trabajo o utilizar
personal, material o información reservada o confidencial del organismo para
fines ajenos a los institucionales;
h) Realizar cualquier actividad política dentro de la Administración del Estado
o usar su autoridad, cargo o bienes de la institución para fines ajenos a sus
funciones;
i) Organizar o pertenecer a sindicatos en el ámbito de la Administración del
Estado; dirigir, promover o participar en huelgas, interrupción o paralización
de actividades, totales o parciales, en la retención indebida de personas o
bienes, y en otros actos que perturben el normal funcionamiento de los
órganos de la Administración del Estado;
j) Atentar contra los bienes de la institución, cometer actos que produzcan la
destrucción de materiales, instrumentos o productos de trabajo o disminuyan
su valor o causen su deterioro, y
k) Incitar a destruir, inutilizar o interrumpir instalaciones públicas o privadas, o
participar en hechos que las dañen.
10. Las incompatibilidades, que como se ha adelantado constituyen prohibiciones
de desempeño simultáneo, sea por razones subjetivas –relativas a personas- u
objetivas –relativas a cargos o remuneraciones públicos-, en los artículos 85 y sgts.
11. La infracción o contravención de las obligaciones estatutarias puede acarrear
para el infractor o contraviniente anotaciones de demérito en su hoja de vida, las que
afectan sus calificaciones anuales, o la aplicación de una medida disciplinaria, previa la
instrucción de un procedimiento disciplinario: una investigación sumaria o un sumario
administrativo (art. 119). Las medidas disciplinarias que pueden aplicarse a un
empleado público son la censura por escrito, la multa, la suspensión de funciones y la
destitución (art. 121).
LOS DERECHOS DE LOS EMPLEADOS PÚBLICOS
12. Luego de normar las Disposiciones Generales, la Carrera Funcionario y las
Obligaciones, Prohiciones e Incompatibilidades de los funcionarios públicos, el DFL N°
29, de 2005, regula en su Título IV los Derechos de los Funcionarios Públicos.
La mayoría de estos derechos están establecidos en este Título IV del Estatuto
Administrativo, aunque otros, como los derechos gremiales, lo están en una ley
especial, la ley N° 19.296, de 1994, y dos de ellos en el Código del Trabajo: el derecho
protector de la madre trabajadora (art. 89, inciso 2°) y el derecho que ampara las
11
enfermedades profesionales y los accidentes del trabajo -ley N° 16.744-, en que se
aplican al funcionariado público las normas laborales comunes.
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