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LOS JÓVENES DE HOY: TENDENCIAS SOCIOCULTURALES Y RELIGIOSIDAD
Ingrid Marx: Reflexiones, Revista Servicio, Nº 279, mayo, 2007, Santiago.
Acercarse al conocimiento de los jóvenes chilenos implica tener presente el proceso de cambio cultural que la sociedad ha ido
experimentando. Tres aspectos, a modo de ejemplo, cobran relevancia:
 La creciente presencia de los medios de comunicación de masas
 La explosiva importancia del consumo
 La veloz emergencia de las nuevas tecnologías
En nuestro país, lo anterior se ve reflejado en que, según muchos analistas, estamos ante una sociedad menos
discriminadora, más liberal, más integrada al mundo, con mayor nivel de consumo cultural y más individuada que las sociedades
precedentes, (INJUV, 2006).
Los jóvenes nacieron en un contexto cambiante propio de lo que se denomina la sociedad de riesgo, por lo tanto:
 No manifiestan especial temor ni perplejidad ante la velocidad de los cambios, con sus exigencias y señales confusas.
 Les es habitual la inestabilidad social, familiar o laboral, la centralidad del consumo, la comunicación sin límites y la diversidad
de estilos y opciones de vida.
Realidades que para otros grupos de edad representan un mundo nuevo que se percibe además como amenazante.
No obstante lo anterior, son los jóvenes quienes viven más intensamente el proceso de construcción de proyectos de vida
personal. Son ellos, quienes más dependen del apoyo cultural de la sociedad para cumplir con éxito su tarea. Son los jóvenes quienes
mejor aprovecharán las oportunidades que trae el cambio cultural. Pero también serán ellos, quienes recibirán con mayor fuerza las
ambigüedades o ambivalencias de ese proceso.
I. ¿EN QUÉ SOCIEDAD SE ENCUENTRA LA NUEVA GENERACIÓN?
1.1. Una Sociedad Globalizada que vive la revolución de las TICs
Muchos analistas señalan que uno de los procesos principales que está detrás de la configuración del mundo actual, es la
globalización, resultante de la capacidad de ciertas actividades de funcionar como unidad en tiempo real a escala planetaria,
constituyéndose en un sistema tecnológico, en que se ordenan subsistemas de información, telecomunicaciones y transporte y que ha
articulado todo el planeta en una red de flujos. (Castells, 1999)
Lo que caracteriza la revolución tecnológica de la información y comunicación, tal como sucedió con la revolución industrial, es
su capacidad de penetrar e impactar en diferentes aspectos de la actividad humana, de modo que no sólo transforma el modo en que
adquirimos información y la manera de comunicarnos, sino que también penetra en la subjetividad de las personas y en la organización
social.
En las nuevas generaciones, la difusión de la tecnología, al ser apropiada y redefinida constantemente a través del uso, amplia
su poder pues, más que tecnologías a aplicar, se constituyen en procesos en constante desarrollo. Usuarios y hacedores pueden llegar
a ser la misma cosa. Los datos señalan que los jóvenes adquieren un rápido dominio en esta área y algunos expertos en neurociencia
se preguntan qué cambios neuronales ocurrirán en las generaciones que nacen en este nuevo contexto de aprendizaje y comunicación.
1. 2. Donde “manda el consumidor”
El consumo ha venido a ocupar el lugar que antes tenía la política, la clase social o el trabajo, es decir, ha venido a constituir
una fuente que aporta con elementos y significados para la construcción de identidades, y además moviliza al parecer cierto tipo de
sociabilidad entre las personas. Así por ejemplo, cabe destacar que muchos jóvenes hoy en día tienden a definirse a partir de cómo se
visten, qué música escuchan, en dónde compran, es decir, a partir de lo que consumen. Por otra parte, desde la preadolescencia son
también “potenciales consumidores” abriendo el apetito comercial de los publicistas de las grandes empresas que los llenan de
estímulos para seguir comprando.
1
Al igual que el resto de la población, para los jóvenes el centro comercial no representa únicamente un lugar al cual ir a
comprar o ir a ver si hay ofertas interesantes. Se transforma en sí mismo en un espacio a consumir. “Se acude al mall para disfrutar de
un paisaje urbano, una estética, un espacio seguro, un ambiente sin fríos ni calores, un escenario de sociabilidad” (PNUD, 2002)
1. 3. Y que se mantiene estructuralmente desigual
El país arrastra una desigualdad socioeconómica histórica, a la que se suman las desigualdades de género, de origen regional,
de educación, de apariencia física, de lugar de residencia... Estas desigualdades marcan distinto acceso al poder social, cultural,
económico y político, distinta disponibilidad de bienes.
La mala distribución económica, de oportunidades, de influencia y la exclusión por la apariencia, produce dolor, desencanto e
impotencia en las personas. Son expresiones de un sentimiento de distancia advertida. En el ámbito de la convivencia social se
experimenta la diferencia con sentimientos y actitudes de discriminación mutuas. Chile es uno de los países con más alto índice de
desconfianza social, lo cual se ve comprobado por el escaso 17% de personas que sostiene confiar en los demás (Godoy, 2002)1.
La desigualdad, contrastada con la presión al consumo y al éxito generadas por el modelo económico neoliberal, sin duda que
es un factor de alta frustración juvenil, la cual se expresa muchas veces en conductas de trasgresión autodestructivas y/o anti
institucionales.
Como señala el mismo estudio del PNUD, esta acción apunta a una transformación social más profunda pues “individuos
desempoderados en sus vidas personales tenderán a concebir las relaciones sociales como algo inmodificable, o al menos no modificable por
ellos”. En ese sentido, resulta preocupante lo que el informe anterior del PNUD (2002) revela, donde destaca que un 28% de jóvenes que
están iniciando su vida económica activa (18 a 29 años) se siente “perdedor abrumado” y un 36% “perdedor esperanzado” frente a los
cambios económicos del país y un 50% que considera que las desigualdades siempre han existido y seguirán existiendo, lo que muestra un
alto grados de resignación y conformismo social.
Los jóvenes son los más decepcionados por las promesas que el sistema ofrece y no se cumplen (en educación, en trabajo, en
consumo) y por la ausencia de proyectos políticos que los convoquen. “Podemos gritar y no entienden, hacen como sí, pero nunca nos
escuchan realmente”. Este es un divorcio profundo entre lo que los jóvenes llaman “el sistema” y el mundo que ellos viven. La disparidad
entre expectativas y satisfacción al ser administrada en gobiernos centro-izquierda es aún mayor, pues estos finalmente se dedican a
buscar un rostro más humano para el neoliberalismo.
1. 4. Una sociedad fragmentada en lo colectivo y que aspira a la autorrealización
La desesperanza se suma con el escepticismo y se ve reflejada en diversos indicadores, como en la baja identificación con
alguna tendencia política, la poca participación en partidos, menor confianza hacia los políticos y la baja en la inscripción en los registros
electorales a través de los años. Efectivamente, el porcentaje de jóvenes sobre la población votante era de un 30% en 1992, de 15% en
el 2000 y de sólo 10% en el 2005 (SERVEL, citado por INJUV, 2006).
Muchos sienten que los partidos políticos no representan sus inquietudes (88%) y que los políticos tienen poca preocupación
por ellos (79%). Esto finalmente se ve reflejado en que sólo un 8% confía en los políticos. (IVEncuesta INJUV)
Por otro lado, la tendencia más poderosa en la sociedad moderna es la búsqueda de la autorrealización y del éxito individual.
Puede decirse que hoy en día las personas están progresivamente valorando más el tomar decisiones respecto a su vida en función de
valores personales, por sobre el respeto a normas sociales y hábitos tradicionales, fenómeno que parece más claro en los y las jóvenes
(INJUV, 2006) por ejemplo en las relaciones de género, en las manifestaciones culturales, etc.
Probablemente este proceso está asociado también a un fenómeno de creciente desnormativización social, en donde los
principios que constituyen las instituciones dejan de ser expresados por estas y los nuevos principios de la sociedad actual, aún no han
generado instituciones que los expresen (Garretón, ibid).
Aún cuando esto representa una mayor autonomía, implica también para los jóvenes que están conformando su identidad, el
riesgo de desligarse de fuentes de referencia que los constituyen identitariamente y aseguran la necesaria pertenencia y compromiso
con los demás. Sin embargo si este llamado a la autonomía y a la autorrealización, que parece ser un llamado a la libertad, no es en la
1
Este estudio fue realizado en Chile por medio del Centro de estudios Públicos, y forma parte de un programa de estudio
internacional (Internacional Social Survey Programme), en el cual participaron 31 países, 21 europeos y 3 americanos
(Canadá, E.E.U.U y Chile). Nuestro país ocupó el penúltimo lugar en el ranking de confianza social.
2
práctica un llamado a la libertad, sino más bien un deber, un mandato social de ser sí mismo, que los jóvenes “tienen que saber”, para
los que no lo saben termina por constituirse en una fuente muy importante de tensión adicional en sus proyectos vitales.
1. 5. ... busca la felicidad en el presente y rehuye al dolor y a la muerte
La sensibilidad cultural de cada época está muy marcada por el modo de entender la felicidad. En la sociedad tradicional, la
felicidad estaba asociada al cumplimiento del deber, una recompensa a recibir muchas veces a costa del esfuerzo y del sacrificio, al final
de la vida. En la sociedad del riesgo que vivimos hoy, la felicidad es un derecho a vivir en el presente, porque no hay garantía de que
pueda durar. Es decir, ser feliz es más un estado de vida que un premio merecido por el buen comportamiento.
Este modo de vivir la felicidad tiene innegables beneficios al trasladar al presente el sentido del gozo y de la alegría, tan
necesarios y tan propios al mundo juvenil. Sin embargo, tiene también muchas amenazas, como la hipomanía asociada al mandato de
que ser feliz es no sufrir. El constante rehuir al dolor favorece lo que el recordado P. Miguel Ortega nombraba como “cultura anestésica”.
La constante preocupación por la automedicación, por el cuidado del cuerpo son señales también del temor a la muerte, al
deterioro físico asociados al dolor.
En los jóvenes estos temores son exorcizados a través de las conductas que buscando placer, desafían a la muerte: la
velocidad, las drogas, los deportes extremos, el sexo promiscuo. La adrenalina del riesgo y las emociones fuertes que provoca son en
gran medida anestésicas y, aunque temporalmente, entregan sensación de felicidad. Por eso son en gran medida medios utilizados para
manipular a los jóvenes, principalmente a los adolescentes. Lo trágico es que esta necesidad de ser feliz no satisfecha en esencia se
transforma en sensación de vacío y de ausencia de sentido que muchas veces empieza a ocupar los proyectos de vida juveniles.
1 .6 .
En que la familia sigue siendo fundamental y vive un proceso de mutación
Frente a la fragilidad de la convivencia social y la fragmentación de los vínculos interpersonales que genera la sociedad
urbana, la familia sigue siendo un espacio de referencia muy importante. En distintas investigaciones los chilenos, de todas las
generaciones, señalan la familia como la institución más importante en su vida.
Al hablar de familia, sin embargo, es necesario considerar que podemos reconocer una gran diversidad de estructuras y
modelos. Desde la familia completa constituida por ambos padres y sus hijos, se disgregan diversas combinaciones: familias
monoparentales, a cargo del padre o de la madre, familias extendidas completas, en que comparten el hogar los hijos casados con sus
padres, familias de parejas reconstituidas, y sus hijos e hijastros, etc. Factor importante en esta transformación es la incorporación de la
mujer al trabajo remunerado fuera del hogar y el aumento de las mujeres como jefas de hogar.
Esta diversidad de modelos tiene una fuerte incidencia en las relaciones padres e hijos. Se observa que las familias
desarrollan patrones de convivencia más cercanos y democráticos. Junto a ello también se manifiesta, paradojalmente, familias más en
crisis de convivencia, principalmente por la incapacidad de manejar los conflictos propios de las relaciones humanas y el stress derivado
de sobrevivir en una sociedad altamente competitiva y exigente en el campo laboral. Los adultos se sienten sobrepasados por las
distintas demandas y sus hijos se sienten abandonados y solos.
II. ¿Cómo repercute en la experiencia religiosa de los jóvenes?
En un contexto sociocultural más pluralista y secularizado, la práctica de la fe en una comunidad eclesial, ha dejado de ser
determinada principalmente por la tradición de la cultura religiosa en que se nace, pasando a ser decidida individualmente. En la
sensibilidad cultural juvenil están presentes fuertemente la reivindicación de la autonomía humana y el acento de la ética fundada en el
convencimiento personal como factores de contestación de la tradición en la adhesión religiosa.
Para conocer como la religiosidad se constituye en la cultura actual y en la experiencia de los jóvenes, veamos algunos de los
rasgos más importantes:
2 .1 .
La desinstitucionalización de la experiencia religiosa:
Hoy se observa una creciente desvinculación de la experiencia religiosa de su aspecto institucional u organizacional, de modo
que tiende a perderse lo que es el culto colectivo y cobra mayor importancia la vivencia de la fe en forma privada e individual. Ejemplo
de esto es la creciente cantidad de personas que se dicen católicos pero que no realizan casi ninguna actividad religiosa, es decir, que
son “nominales”. Así, en 1998, un 72% de los chilenos se declara “católico”, pero sólo un 14% es observante o practica su culto
3
frecuentemente, lo cual ubica a Chile en uno de los países con menos observancia religiosa2, al mismo tiempo que figura en el segundo
lugar como el país con mayor adhesión a la iglesia.
Y al parecer este proceso de autonomización se inicia en la preadolescencia y se consolida en la etapa juvenil. La
investigación del Ispaj sobre los preadolescentes revela que, aunque la identificación con la Iglesia católica se mantiene estable entre
los 11 y los 14 años, en el mismo periodo, aumentan los que se declaran sin religión a casi el doble: 15% a los 11 años a 26,9% a los 14
años. La mitad de los entrevistados que se identifican con alguna religión señalan que se sienten parte de la iglesia, aunque “vivo la
religión a mi manera”.
2.2. La privatización de la fe
A pesar de que disminuye la participación institucionalizada, no disminuye la creencia en Dios y en Jesús. Se observa más
bien un proceso de apropiación y reconstrucción individualizada de lo religioso, que privilegia la experiencia personal de la fe, en donde
las personas adhieren menos a una religión representada por una iglesia en particular y en cambio se comienza a configurar un “credo”
propio, a la medida de cada cual.
Un aspecto que viene a confirmar la vigencia de Dios entre los adolescentes católicos es que el 69, 4% contestan que ´si` a la
pregunta si han sentido su presencia en el último tiempo. Y esta presencia es reconocida por ellos como más frecuente en los
momentos de oración, cuando tienen problemas, cuando logran una meta o se enfrentan a un desafío. Solamente un 5,8% señala no
sentir nunca la presencia de Dios.(Cisoc-Belarmino) También los datos señalan que los adolescentes de hoy se inclinan menos por una
imagen enjuiciadora de Dios (19% se imagina a un Dios duro y exigente) y más por una visión de Dios como Amor (86% se imagina a
Dios como un padre bondadoso).
2 .2 .
Lo sagrado y lo religioso asumen nuevas modalidades, no siempre integradas
En la cultura juvenil lo sagrado se manifiesta, entre otras maneras, en una mayor significación de la afectividad y la
corporeidad como fuente de experiencia. Un tema importante es que para muchos jóvenes la búsqueda por la dimensión más
trascendente y mistérica de la existencia la están haciendo a través de ofertas no-religiosas. Ello da lugar a un abanico de posiciones
frente a la herencia recibida de la religión institucional, hacia nuevas modalidades de reconocer, vivir y validar la dimensión de lo
sagrado (J. M. Velasco) y su expresión en nuevas creencias y prácticas o en una especie de sincretismo religioso. Es así como confían
en modalidades de responder a las inquietudes y preguntas para las cuales no encuentran respuestas en la ciencia y en la religión
tradicional que entran al terreno de lo esotérico, de las sectas de las nuevas teorías, etc
A los jóvenes les sigue angustiando la muerte, la ausencia de sentido para la vida, el dolor, la injusticia, la eternidad, y desde
ahí invocan a lo sagrado. Sin embargo, rehuyen las respuestas conocidas y les parece más interesante y, quizás creíble, un best seller
que se atreve a fantasear sobre la vida de Jesús, que una clase de religión que año a año le repite la misma historia. Además las
explicaciones para el misterio de la trascendencia que hoy día encuentran en este tipo de producciones están formuladas de un modo
que resulta más natural que la presentación dogmática, que suele expresarse en un lenguaje ajeno para ellos.
2.
4. Una fe de experiencia y testigos
Independientemente de que los jóvenes se sientan pertenecientes o no a la Iglesia, ellos han elaborado una imagen de lo que
significa ser un buen católico, fruto de experiencias y aprendizajes personales. Destacan que un buen católico, además de creer en
Dios, “debe ser una persona honrada” (96%), “ayudar a los más pobres (88%), “confiar en que Dios lo acompaña y cuida” (94%), dentro
del conjunto de 19 categorías propuestas. Las tres categorías que presentan la más bajas menciones son “ir a misa todos los domingos”
(38%), “obedecer las disposiciones del papa y de los Obispos” (39%) y “no tener relaciones sexuales hasta estar casado” (18%). (CisocBelarmino)
Buscan a educadores, agentes de pastoral y religiosos que les resulten convincentes por que dan testimonio de encarnar en la
vida su fe. También admiran a una Iglesia materna, acogedora y que sin embargo defiende valientemente a los más débiles.
En cuanto a las imágenes que los estudiantes católicos tienen de la Iglesia Católica, el estudio del CISOC da cuenta que una
cantidad importante de ellos considera que se apega demasiado al pasado (72%), además la mayoría coincide con algunas críticas que
se le suelen hacer a la Iglesia en cuanto a que es “FOME” (54%) y que tiene demasiado dinero (68%). Sin embargo la reconocen (75%)
2
Lehmann, C.; “Cuán Religiosos somos los Chilenos: un mapa de la religiosidad en 31 países”; Estudios Públicos 85; 2002.
4
con solidaria con los pobres y débiles. Cabe señalar también que según la IV Encuesta de Juventud 8 de cada 10 jóvenes católicos
señala confiar en la iglesia, mientras que 2 de cada 10 confía entre los que se identifican con otra religión o no tienen religión.
En resumen, si consideramos los datos respecto a lo que creen los jóvenes, sus imágenes de Iglesia, su sentido de
pertenencia, etc., junto con la tendencia de una baja práctica religiosa, puede decirse que para los jóvenes no es importante una
eclesialidad vinculada a las experiencias de culto ni sujeta al seguimiento de normas y disposiciones que provienen de la autoridad. Para
ellos parece ser más importante de un católico que su religiosidad se sostenga sobre la base de una fuerte fe personal y tenga
expresión concreta en un actuar coherente con la moral social (CISOC).
2.5. Que adquiere más vigor cuando es vivida en comunidad
Aun cuando el último Censo señala que el número de chilenos que se identifica como católico ha disminuido, los datos del
estudio que el ISPAJ y la Conferencia Episcopal realizaron acerca de los jóvenes católicos en base a la IV Encuesta Nacional de
Juventud, señala que 2 de cada 10 jóvenes (21,8%) de entre 15 a 29 años están participando o han participado en grupos de pastoral
de la Iglesia Católica. Esta participación se ha mantenido más bien estable según las distintas encuestas nacionales del Instituto
Nacional de la juventud. La misma encuesta señala que si consideramos solo los jóvenes que se identifican como católicos, esta
experiencia de participación casi se duplica. Es decir, el 37,8% de los jóvenes católicos está participando o ha participado en un grupo
pastoral.
Entre los que actualmente participan el 36% tiene entre 15 y 16 años y el 28,% entre 17 y 19 años y en su mayoría son de
sectores populares. También están presentes muchos jóvenes de más de 20 años que los acompañan como asesores y guías. Llama la
atención que un 15% entre los jóvenes que participaron y ya no participan tiene entre 15 y 17 años.
participación según edad (en %)
católico que participa
católico que ha participado
36,1
14,9
catolico que no participa y tiene vida
religiosa
20,8
católoco que no participa y no tiene
vida religiosa
18,6
15-16 años
17-19 años
28,2
26,5
25,9
22,6
20-24 años
20,8 14,9
33,9
24,7
25,2
28,1
31,8
27
25-29 años
La experiencia de Iglesia que genera la participación en Pastoral Juvenil es un sello muy significativo en la vida de fe pues al
comparar la asistencia al templo, el 55,8% de los jóvenes que actualmente participan en grupos pastorales señalan hacerlo
semanalmente o una vez al mes, mientras este porcentaje es de 14,2 % para los jóvenes católicos que no participan o no han
participado. (CECH-ISPAJ)
Otro estudio realizado aplicando la encuesta de CISOC, ya comentada, a jóvenes animadores de Santiago, se observa en
estos un nivel más alto de creencia en elementos centrales de la fe. El cuadro siguiente presenta un resumen de las respuestas dadas a
la pregunta respecto lo que caracteriza un buen católico,
Jóvenes Católicos
(CISOC)
Jóvenes Animadores
(VEJ)
Creer que Jesucristo es el Hijo de Dios
90,5%
97,6
Creer que Jesucristo resucitó verdaderamente
82,2%
97,3%
Rezar u orar frecuentemente
80,7%
96,9%
Recibir los sacramentos
79,7%
95,7%
Ayudar a los más pobres
87%
97,2%
No tener relaciones sexuales hasta estar casado
17,5%
45,6%
5
Por otro lado, en cuanto a la valoración que estos dos grupos de jóvenes le dan a ciertos aspectos de la misión de la Iglesia
también se dan diferencias importantes, indicándonos nuevamente que los jóvenes animadores evalúan más positivamente a la Iglesia,
en este caso específicamente en lo que constituye aspectos de su misión.
-
97,4% de los animadores está de acuerdo con que ayuda bastante a acercarse a Dios, y un 78,9% de los católicos lo está.
94,6% de los animadores está de acuerdo con que ayuda bastante a descubrir el sentido de la vida, y un 61,4% de los
católicos lo está.
84,1% de los animadores está de acuerdo con que hace una importante labor en defensa de la justicia social, y un 52,6% de
los católicos lo está.
III. A MODO DE COMENTARIOS FINALES
Los datos y análisis presentados nos plantean un gran desafío para la evangelización del mundo juvenil. Se refiere a la
necesidad de ampliar nuestra capacidad de llegar con nuestra oferta pastoral a más jóvenes y de además poder incorporarlos
adecuadamente a la experiencia comunitaria para que descubran en ella un Cristo vivo y se entusiasmen en seguirlo.
La experiencia recogida en el ISPAJ con agentes de pastoral juvenil nos señala que necesitamos renovar nuestra convocatoria
pues hay una gran desproporción entre los esfuerzos que se realizan y los resultados. Algunos elementos a tener en cuenta
-
-
aunque el Sacramento de la Confirmación sigue siendo el mayor motivo de participación, los resultados señalan que un gran
número abandona la participación en la pastoral (y a veces en la iglesia) una vez que se confirman;
las actividades de convocatoria directa llegan a los jóvenes con alguna socialización religiosa previa y que han sido más
socializados en la cultura católica. Normalmente los que están cercanos a la vida de la parroquia;
se observa que los jóvenes que llegan provienen de experiencias familiares y sociales más consolidadas y estables, aunque
no en su mayoría. Difícilmente se llega a adolescentes y jóvenes que viven en contextos de mayor riesgo social;
hay muchos jóvenes a los cuales no convocamos: los que están más distanciados y/o insertos en la cultura más secularizada;
los que viven una experiencia de fe desinstitucionalizada (“vivir la fe a mi manera”); aquellos cuyas condiciones de vida son tan
precarias que todas sus energías se empeñan en la sobrevivencia;
en este sentido necesitamos pensar una convocatoria para los tiempos de indiferencia y no para los tiempos de vida católica
participativa. La oferta pastoral ahora compite como otra oferta entre muchas que reciben los jóvenes desde el mundo social y
cutural.
Finalmente, es necesario tener en cuenta que una buena convocatoria, que responda a un llamado misionero de llegar más
allá de la frontera de nuestra unidad pastoral, tiene sentido realmente evangelizador si los jóvenes que respondan al llamado encuentren
al llegar lo que se les ofrece. Eso implica una propuesta clara de objetivos y un equipo preparado para acogerlos y acompañarlos.
6
ANEXO:
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS SOCIODEMOGRÁFICAS
De acuerdo al CENSO del 2002, la población joven (15-29 años) representaba a un 24,3% del total de la población, lo cual
equivale a un total de 3.674.239 personas. De este total 1.850.682 son hombres y 1.823.557 son mujeres, existiendo una gran paridad
entre ambos sexos.
Integración a estructuras sociales por edad3



14- 17 años
Se vive la adolescencia
Un 93,3% de estos jóvenes asiste a un establecimiento educacional4.
Algunos Problemas:
- Deserción escolar por: 81.177 jóvenes de 14 a 17 años no estudian
- Embarazo adolescente, aumenta el promedio de hijos (0,15 a 0,20 entre 1992 y 2002,
INE)
- Iniciación sexual temprana, 16 años en hombres y 17 en mujeres. Entre los 13 y 14
años un 14,3% ya ha tenido relaciones sexuales (ISPAJ-INJUV, 2005).
Se siguen estudios superiores. En el 2003 la cobertura de Ed. Superior es de 37%
(CASEN)

Se ingresa al mundo laboral. (68% está trabajando o buscando trabajo)

Algunos problemas:
-- Desempleo (en el 2005 es de 16,3% en jóvenes y de 7,9% para el total nacional)
- Empleos de baja calidad
- Baja formalización de trabajos por contrato

18- 24 años


25- 29 años
La mayoría trabaja
Se comienza a formar familia propia. Se da la mayor presencia de jóvenes jefes de
hogar: 20% frente a un 7% entre los 20 y 24 años; Algunos fenómenos:
- Retardo en la independencia familiar. 18,8% en 1997 son jefes de hogar y 17,6% lo
son en el 2003, muchas veces por:
- Retardo en la formación de pareja y/o familia propia (aumentan de un 26,2% los
solteros en 1997, a un 28,7% en el 2003 (Encuestas INJUV)
- Retardo de la paternidad o maternidad. Se pasa de una tasa de fecundidad de 124,3 en
1993, a 100,6 en el 2003 (INE).
En el extremo inferior, en la preadolescencia se observa ya desde los 11 años una anticipación en las conductas y autopercepción de sí
mismos como más parecidos a los jóvenes que a los niños. Además otros datos dan cuenta de la temprana iniciación en el consumo de
alcohol, en donde un 10% y un 18% de preadolescentes de 11-12 años y de 13-14 años a consumido, respectivamente (ISPAJ-INJUV,
20 05) .
Este hecho impone grandes desafíos a la sociedad, puesto que se observa que estos preadolescentes comienzan a tener
necesidades importantes de consejo y acompañamiento, y a experimentar conductas de riesgo que pueden ser difíciles de abordar
3
4
Gran parte de los datos que aquí se exponen pertenecen a la CASEN del 2003, sacados de INJUV, 2006.
Dato de Encuesta CASEN 2003, en: http://www.mideplan.cl/casen/moduloeducacion/html
7
(iniciación sexual, acercamiento con el alcoholismo o drogas) pero que de hacerlo a tiempo se pueden evitar importantes problemas
futuros y lograr que se desarrollen adecuadamente como personas.
En el otro extremo del arco de la etapa juvenil se observa una mayor demora en los procesos de adultización normativa,
considerando que los datos señalan que la edad del matrimonio y también la de la paternidad se han atrasado, como también los
procesos de integración más estable al empleo y la prolongación de los estudios. Eso además se conjuga a un mayor tiempo de
permanencia en la casa de la familia de origen.
Bibliografía
-
-
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PNUD; “El Poder: ¿Para qué y para quién?”; 2004; en:
http://www.desarrollohumano.cl/pdf/2004/sinopsis%20%20informe%202004.pd
8
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