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Hidroeléctricas… mitos y realidades
ALESSANDRO GANCI CERRUD
MÉDICO Y MIEMBRO DE CONCIENCIA CIUDADANA.
[email protected]
LAS HIDROELÉCTRICAS SON UNA FUENTE DE ENERGÍA LIMPIA… FALSO.
Son energía renovable, mas no limpia, sea la central de grandes embalses (reserva) o de
flujo de corriente (pasada), deberá retener agua, lo que producirá cambios dramáticos en
su flujo, calidad, cantidad, uso, los organismos bióticos y la sedimentación en la cuenca del
río. Afectará el flujo normal de peces, los ciclos de desove, especies de anfibios, aves y
humanos que se alimentan de ellos.Si no se desmonta antes de inundar se descompondrá la
vegetación, produciendo un ácido sulfuro de hidrógeno y metano, lo cual disminuirá el
oxígeno del agua. Se acumularán también sedimentos y fertilizantes, que tendrán como
consecuencia el aumento de algas que afectan la navegación y la pesca tradicional
ribereña.Como el sedimento se acumula en las partes altas en las bajas, áreas agrícolas que
dependen de inundaciones naturales ricas en limos nutritivos tendrán que usar fertilizantes
para mantener los cultivos, encareciendo la producción de comida.El desmonte se extiende
a caminos de penetración, colocación de líneas de transmisión, campamentos y aumento de
las actividades agrícolas en zonas boscosas, ya que las comunidades desplazadas necesitan
nuevas tierras donde reasentarse. Por cada camino pueden afectarse hasta 50 kms. a
ambos lados de la nueva vía.
HIDROELÉCTRICAS APORTAN BENEFICIOS A LAS COMUNIDADES… DEPENDE.
Los proyectos requieren mano de obra, ofrecen oportunidades de empleo, los caminos
permiten mayor acceso a los mercados de productos y facilitan los servicios de salud. Esto
se lograría si existiesen planes previos, mayoritariamente inexistentes, que faciliten el uso
múltiple y controlado de los recursos. La práctica indica que repetidamente ocurre un
desplazamiento humano involuntario, restricción de la población al acceso al agua y los
productos bióticos, afectación de la agricultura tradicional, pesca artesanal. El
estancamiento permite el aumento de enfermedades relacionadas al agua, como la malaria
y el dengue y una migración a veces incontrolada de nuevos grupos al área.
LAS HIDROELÉCTRICAS PRODUCEN ENERGÍA MÁS BARATA… DEPENDE.
Esto no ocurre en Panamá, con una oferta de 1894 megawats, sobre una demanda para el
2012 de 1323.6 MW, 55% hídrica y 45% térmica. La oferta hídrica debería ser en promedio
un 30% del costo de la térmica; sin embargo, es poca la diferencia en las licitaciones de las
distribuidoras, porque las hidroeléctricas ofertan entre 10 a 30 centavos el KWh y las
termoeléctricas con bunker de 22 a 30 centavos y otras térmicas de 27 a 45 centavos. Los
motivos son varios, primero, oligopolios, si bien existen 15 empresas hidroeléctricas
generadoras, dos dominan el 97% del mercado hidro (AES y ENEL), y tres dominan el 57%
del termo (Bahía Las Minas y PANAM y Generadora del Atlántico); segundo, las licitaciones a
plazo relativamente corto e insuficientes permitían que un 20 a 25% de la demanda se
contrate a precios del mercado ocasional. La pérdida de energía representa cerca del 13.6%
de las ventas totales, 17.4% corresponden a problemas de transmisión y 82% distribución.
SI NO SE CONSTRUYEN HIDROELÉCTRICAS LA ENERGÍA AUMENTARÁ 30%… FALSO.
No se trata de evitar la construcción de hidroeléctricas, sino de que se construyan siguiendo
un plan maestro nacional (40% de las concesiones fueron concedidas en lugares no
contemplados en el estudio de ETESA) y en lugares que no generen serio daño ambiental o
conflicto social, como en las comarcas.
Contamos, además, con un potencial eólico de 900 MW, con dos parques licitados de 330
MW de potencia, un potencial de biomasa prácticamente no explotado, de 600 MW, plantas
solares industriales mixtas, que podrían instalarse en 6000 de las 8000 hectáreas del
Sarigua y generarían 300 MW, plantas mareomotrices, como la construida en Corea, a
mitad del costo por MW de nuestras hidroeléctricas, que podrían generar inicialmente 250
MW. Estos son solo algunos ejemplos de un potencial eléctrico diversificado.
Otro punto, como se dijo, es el alto nivel de pérdidas de energía disponible (12%),
comparable al total consumido por el Estado (11.2%), la no continuidad del programa de
remplazo de bombillas incandescentes, que nos ahorraría 60 MW y los acondicionadores de
aire otro tanto, indican un consumo excesivo, ineficiente e innecesario, al punto de que
ETESA excluyó el ahorro como parámetro al hacer nuestros pronósticos energéticos.
“Cuando el último árbol sea talado, el último animal cazado y el último río contaminado nos
daremos cuenta de que el dinero no se puede comer”, anónimo indoamericano.
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HIDROELÉCTRICAS, RACISMO Y EL MITO DEL DESARROLLO EN PANAMÁ: UNA
PERSPECTIVA ECOLÓGICA
Edgardo I. Garrido-Pérez
Dos veces doctor en Ecología. Panameño. / Científico en la Universidad de Goettingen,
Alemania. Miembro del Movimiento Popular Unificado.
Los indígenas Ngäbe-Buglé y Naso están siendo impunemente despojados de sus tierras y
hogares, asesinados y heridos por el gobierno de Ricardo Martinelli el cual está respaldado
por millonarios empresarios como él. Altos funcionarios del gobierno alegan que lo hacen
por el “desarrollo nacional” porque “sin electricidad todos los panameños se quedarán sin
luz y sin progreso”. También Adolfo Hitler asesinaba a razas diferentes en nombre del
“desarrollo”, por lo que no escribo este artículo en mi calidad de biólogo para sus imitadores
panameños: hay que quitarlos del poder y encarcelarlos antes de que sigan matando a más
personas. Escribo para ayudar a que los ciudadanos no se dejen engañar por la retórica
“desarrollista”: como buenos fascistas usan los términos al revés, a lo que llaman
“desarrollo” es pura malformación.
También propongo soluciones. Tienen mi autorización para divulgar este artículo; denles por
favor a los indígenas un abrazo de mi parte.
La electricidad y el mito del “desarrollo”.
¿Se imaginan ustedes un niño cuya cabeza crece demasiado rápido mientras el resto del
cuerpo está flaco y desnutrido? Nadie se atreve a llamarlo desarrollo, sino malformación: la
inmensa mayoría de la energía y materiales de un niño así se está moviendo rápidamente
hacia la cabeza mientras el resto del cuerpo muere –y con él muere también la cabeza. Esta
malformación es precisamente el “desarrollo” que los empresarios y gobernantes
panameños y sus secuaces de las transnacionales han impuesto en Panamá: la ciudad
capital está llena de grandísimos “malls” y rascacielos. Estos “desarrollistas” convirtieron en
menos de 15 años a la Ciudad de Panamá en algo parecido a Miami, Nueva York o Singapur.
En esos edificios no vive ningún panameño pobre, sino acaudalados millonarios que le dan
la espalda a la realidad. Una realidad cruel: el aire de la ciudad no es sano para respirarlo
porque esos edificios no permiten que circule debidamente y la temperatura en la ciudad
aumentó a niveles sofocantes porque la brisa del mar no circula entre esos rascacielos. Los
“ilustres desarrollistas” escapan a ello viviendo en lujosos apartamentos con aire
acondicionado y en la planta baja tienen vigilantes armados y prepotentes que no dejan que
ningún ciudadano común acceda a esas comodidades.
Como consecuencia, la mismísima Contraloría de la República reporta que más del 60% de
la electricidad del país la consume la Ciudad de Panamá, sobre todo el “desarrollista” sector
privado. Esa energía tiene que salir de alguna parte: Hugo Chávez ofreció petróleo barato,
el gobierno de Martín Torrijos lo rechazó y el de Martinelli se ha declarado públicamente
enemigo de Chávez. Un talentoso científico panameño inventó una manera muy barata de
producir energía; su proyecto cayó en desgracia. La solución que han adoptado los
“desarrollistas” es represar los ríos de las provincias, dejando a los campesinos de las
tierras bajas sin agua, dizque para generar electricidad. Y pretenden hacerlo también en las
Comarcas Indígenas, afectando así el acceso al agua para beber y para la producción de
alimentos para esos indígenas y para el resto de los moradores de esas regiones. ¿Son
estos parásitos empotrados en el poder que han malformado el país los que nos vienen a
hablar de “desarrollo”? Como biólogo uso el término parasitismo para referirme al proceso
arriba descrito; un experto en ciencias sociales pude llamarlo por un nombre también
válido: capitalismo. Para el caso son lo mismo.
Un sistema económico parasitario y un sistema político racista.
Cuando un ser vivo obtiene beneficios a costa de la sobrevivencia, crecimiento y salud de
los demás, los textos de Biología lo llaman parásito. Los empresarios nacionales y
extranjeros en Panamá encajan perfectamente dentro de esta definición. Acumulan cada
vez más riquezas, viven cada vez mejor, y le quitan a los habitantes de la ciudad de
Panamá el derecho a tener siquiera un aire limpio que respirar, una brisa marina y árboles
con qué refrescarse, así como una mejor salud y educación. Es más, hay muchos barrios en
la Ciudad de Panamá donde el agua no llega, pero los parásitos del empresariado sí la
tienen en sus rascacielos y “malls”. A los indígenas y campesinos les quitan también el
agua, las tierras con que producen su comida (por que la compren en supermercados como
el 99), así como la comida de todos los panameños; mientras los empresarios acaparan las
ganancias de un crecimiento económico superior al 10%. Y –por si fuera poco, cuando los
indígenas salen a protestar los insultan llamándolos “borrachos y drogadictos”, los matan a
balazos, los dejan ciegos a perdigonazos y los acusan de egoísmo. Eso no es desarrollo, eso
es parasitismo; las leyes también lo llaman –entre otras cosas, asesinato.
Uno ve a los “desarrollistas” en los noticieros muy bien vestiditos a la moda europea. Yo
vivo en Europa, en Alemania, un país desarrollado. Aquí es muy raro encontrar en todo el
país algún edificio que tenga más de cinco pisos de alto. Los pocos que hay mayores que
eso raras veces tienen diez pisos y están dispersos de tal modo que el aire circule.
Desarrollo es calidad de vida, no una ciudad capital gigante sobre el cuerpo de un país
enclenque. A los “desarrollistas” panameños les falta cerebro para desarrollar el país y para
comprender que no es con insultos y balas contra los indígenas que se desarrolla una
nación, sino con amor entre las razas. Hay que quitar del poder a esos parásitos y
encarcelarlos por la gente que han matado.
Propuestas para una solución.
Así como en Panamá algunos tuvieron la “brillante” idea de sembrar rascacielos y malls
demasiado grandes para un país con tan pocos habitantes, ahora es necesario usar el
cerebro para revertir los daños. Hay que desmantelar cuidadosamente todas las estructuras
de vidrio, PVC, metal, cables y demás de todos esos edificios y acumularlos en un depósito
para reciclarlos posteriormente. Luego hay que demoler de manera segura y planificada
esos edificios. Después hay que tomar todo ese caliche, triturarlo y re-utilizarlo para
construir viviendas baratas con paredes gruesas, techos altos y bien ventiladas de manera
que los habitantes no sufran demasiado calor, fundiendo y re-utilizando el vidrio, el metal y
todos los demás materiales con los que hicieron esos mega-malls y edificios para equipar
las mismas viviendas. Mantengan entre las casas un buen espacio y siembren árboles
nativos y frutales allí donde los derribaron. Todo ello reduce las necesidades de aire
acondicionado y electricidad, baja sustancialmente la demanda energética y facilita la
distribución del agua (no hay que bombearla hasta las azoteas). Además en Panamá hay
mucho sol todo el año, equipen las casas con generadores solares de electricidad. Si no hay
dinero para eso, entonces hay que expropiar la mina de oro de Petaquilla, que tantos daños
ambientales y humanos está causando, para pagar los gastos. Poner la mina,
lamentablemente abierta, bajo supervisión política de los campesinos, por un lado, y bajo
supervisión técnica de científicos por otro lado; porque los científicos no queremos estar al
servicio de parásitos sino de nuestros hermanos. Si después de todo eso todavía se necesita
alguna que otra hidroeléctrica, hay que quitarles sus tierras a los millonarios para poner las
hidroeléctricas allí dejándoles las mejores tierras a los pobres. El país tiene la tecnología,
mano de obra calificada y los téncinos e ingenieros para hacer fácilmente todo lo antedicho;
el obstáculo es político: tenemos que desparasitar el país!
Mientras tanto, atendamos por lo más inmediato: apoyar a los indígenas y campesinos en
sus luchas, con sólo eso ya estamos ayudando al ambiente porque ellos son sus guardianes.
Después de todo, nuestros hermanos indígenas no tienen la culpa de que en Panamá
tengamos un manojo de avaros, asesinos y racistas controlando el país desde hace más de
500 años con apoyo extranjero.
02-Marzo-2012.
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