CONTESTO VISTA.- Excelentísimo Tribunal: Mario Luis Coriolano, Defensor Oficial de Casación, en la causas n° 5627 del registro de esa Presidencia del Tribunal de Casación Penal provincial caratulada "Fiscales ante el Tribunal de Casación Penal -Dres. Carlos Arturo Altuve y Marcelo Fabián Lapargo- solicitan convocatoria a acuerdo plenario" y n° 8749/1 "Morales, Walter Omar s/ convocatoria acuerdo plenario (Fiscalía)" que corren por cuerda, a VV.EE. me presento y digo: I.- Objeto. Que vengo por el presente a dejar mi sentada mi posición respecto de las solicitudes "de revisión del acuerdo plenario" y de convocatoria al pleno del Tribunal planteados los respectivos expedientes del exordio. II.- La inadmisibilidad de las convocatorias al Pleno. Mi opinión transita el camino de la desestimación de la convocatoria. a.En este sentido, es de destacar que las presentaciones del Sr. Fiscal padecen exactamente de los mismos defectos que aquella que diera origen a la causa 10.767 "Fiscal ante el Tribunal de Casación Penal -Dr. Carlos A. Altuve- solicita convocatoria acuerdo plenario", debiendo correr la misma suerte desestimatoria que la petición fiscal recibiera en esa oportunidad. b.- 1 Es que los casos que el representante del Ministerio Público ante VV.EE. estima contradictorios con el pronunciamiento plenario recaído en la causa n° 5627 revisten características de excepcionalidad -expresamente explicadas por las respectivas Salas- que excluyen toda posibilidad de contradicción con la regla general establecida por e pleno. Esto es así, en primer lugar, porque tanto en el caso "Moreyra" de la Sala I como en la causa "Morales" de la Sala III, los justiciables debían gozar de su libertad ambulatoria si se aplicaba a sus respectivas situaciones la doctrina plenaria emanada de la causa n° 8.746 y su acumulada. En segundo lugar, se trataba de casos en que las privaciones de la libertad se habían convertido en ilegítimas: a) de una parte, Moreyra llevaba cumplidos -aplicación del plenario n° 8746 mediante- más de once años en prisión preventiva sin juicio y sin que fuera posible imponerle una pena superior a los 13 años de prisión, términos en los cuales fue excarcelado por haberse tornado irrazonable el tiempo que llevaba de detención cautelar. b) en el caso "Morales" la Sala III consideró que se estaba ante un hábeas corpus originario ante el Tribunal de Casación pues la inaplicación por los tribunales departamentales del plenario 8746 determinaba que permaneciera privado de su libertad quien había en esas condiciones la pena impuesta por sentencia condenatoria. De allí que en ambos casos el encierro era ilegal. 2 La Sala I consideró para fundar la excepcional apertura de la vía casatoria en el caso "Moreyra", además de los derechos constitucionales que la privación de su libertad por sí misma infringía ya abiertamente, que la negativa a restituirle ese derecho había sido dictada originariamente por una Cámara de Apelaciones en su carácter de tribunal de mérito -en causa de juicio oral obligatorio del procedimiento anterior- que sólo podía ser revisada por esta Casación, por lo que se hallaba en juego también el derecho constitucional a la doble instancia. El Sr. Fiscal ante el Tribunal no se hace cargo de las razones dadas por las Salas I y III para sentar puntuales excepciones al plenario que dice contradicho, cuando es precisamente ese juego de "regla y excepción" lo que lleva inevitablemente a negar la existencia de la contradicción que entre dos o más pronunciamientos debe mediar para que se habilite una convocatoria al pleno. Por lo demás, todas las Salas del Tribunal han admitido este tipo de excepciones sin que ello haya importado en momento alguno la derogación de la regla del art. 450: la Sala II ha admitido recursos de casación contra decisiones que por la forma de practicar el cómputo sostenían privaciones de la libertad que resultaban ilegítimas (causa n° 7916 "Vera Pinto, Héctor Eduardo s/recurso de casación"); la Sala III también ha admitido recursos de casación contra resoluciones denegatorias de la libertad cuando halló comprometidos principios o derechos constitucionales (causa n° 1849 "Santiilan”). Y también pueden encontrarse excepciones como lo ha hecho la Sala III en el fallo criticado por el Sr. Fiscal- a la inadmisibilidad de la acción de hábeas corpus presentada directamente ante este Tribunal, en la jurisprudencia de la Sala de Feria que, en el mes de julio del presente año -con el voto de los Dres. Mahiques, Domínguez y Piombo-, admitió acciones de hábeas corpus en las 3 causas N° 10.562 "Romero, Javier Luis" y 10.270 "Soto Ventura, Juan y Sutera, José Carlos", entre otras; o en precedentes de la Sala I (por ejemplo, causa "Miranda" y sus citas que motivaran al Sr. Fiscal a solicitar el pronunciamiento plenario tramitado bajo el n° 10.767). Ello confirma la relación entre regla general y excepciones particulares, negándose así la existencia de contradicción que es presupuesto de admisión de la convocatorias plenarias que se requieren. Por lo demás, tratándose de un hábeas corpus en el que la Sala III conoció en forma originaria, la cuestión de su admisibilidad está regida por las normas propias de la regulación adjetiva de la garantía constitucional (arts. 405 y ss) de modo que mal podría haber contradicción con el plenario 5227 que interpretara el alcance del art. 450 del rito: la solicitud de convocatoria al pleno en la causa “Morales” es, en esos términos, una renovación por vía oblicua de la pretensión del ministerio público fiscal en la solicitud de convocatoria plenaria recientemente rechazada por VV.EE. en la causa 10.767. C. Por todo lo expuesto, pido a VV.EE. desestimen la solicitud de revisión del acuerdo plenario n° 5627, requerida en la causa "Moreyra" de la Sala I y de convocatoria al pleno requerida en la causa "Morales" de la Sala III. III.- La subsidiaria improcedencia de la solución requerida al Pleno por el Sr. Fiscal. A.- Argumentos que determinan la improcedencia de sendas peticiones. Las peticiones del Sr. Fiscal parecen indicar que su pretensión consistiría en que el Tribunal de Casación en pleno 4 siente una doctrina plenaria según la cual nunca y sin excepción alguna, podrían los Jueces revisar una decisión denegatoria de libertad dictada un tribunal inferior en grado. Y formula tal solicitud en casos en los que, valga recordarlo, las respectivas privaciones de la libertad de los justiciables se habían tornado ilegítimas; situación ésta que además ningún otro tribunal que el de VV.EE. podía en los casos concretos reparar inmediatamente. El hecho de que mi contradictor en esta instancia aspire a que por vía jurisprudencial se siente una regla según la cual dada una privación ilegítima de la libertad o -dicho del modo más suave posible- una privación de la libertad que contraviene principios y derechos constitucionales básicos o carece de todo sustento en la ley, quita a su solicitud -en sendas presentaciones que corren por cuerda- de que VV.EE. no habilite por ninguna vía excepciones a la regla general de irrecurribilidad por vía casatoria de autos denegatorios de la libertad durante el proceso. Sorprende a la defensa que el representante de la sociedad y defensor de la ley tome esta nueva iniciativa en procura de semejante resolución. Entiendo que la más rigurosa de las formas de interpretar y aplicar de la ley en un estado de derecho necesariamente debe comenzar por los artículos 1 -principio republicano- y 31 -supremacía- de la Constitución nacional. De modo tal considero que no puede reclamarse seriamente del más alto tribunal con competencia penal de la provincia que, obrando ante su vista situaciones de privación ilegítima de la libertad, no las repare o adopte las medidas correspondientes que los tribunales inferiores las reparen. Que en los casos "Moreyra" y "Morales" (que originan sendas solicitudes de restricción de la competencia de VV.EE.) 5 las privaciones de la libertad de los justiciables presentaban el carácter de ilegítimas no puede, a esta altura, dar lugar a ninguna duda: importaban el desconocimiento del plenario recaído en la causa n° 8746 sobre la interpretación del art. 7 y concordantes de la ley 24.390, pero por sobre todo -y aún cuando tal plenario no se hubiera pronunciado- el desconocimiento consciente de reglas republicanas tan fundamentales como el mismísimo principio constitucional de legalidad con su consecuencia de la irretroactividad de la ley penal (art. 18 CN) y el principio -hoy también constitucional- de retroactividad y ultraactividad de la ley más benigna (art. 18 y 75 inc. 22 Const. Nac) Los fundamentos centrales de sendas peticiones del Sr. Fiscal transitan: 1) por la supuesta realización del principio de igualdad ante la ley que lograría una implacable declaración de incompetencia en absolutamente todos los reclamos que contra decisiones denegatorias de la libertad de un justiciable en infracción a los más elementales principios republicanos pudieran llegar a VV.EE. sea cual fuere la vía intentada para ello: la interposición de un recurso de casación o de un hábeas corpus originario; y 2) porque tan implacable criterio general e resultaría en la unificación de la jurisprudencia de todas las Salas respecto de su competencia para revisar denegatorias de libertad -o, más precisamente, para no hacerlo. Dado el tenor del debate que ha planteado el representante del Ministerio Público Fiscal, preciso es recordar que el principio de igualdad ante la ley (art. 16 CN) es, ante todo, un principio de justicia republicana, de aquella que el Preámbulo de la Carta Magna manda "afianzar" -claro está- ejerciéndola. La igualdad ante la ley, en el sentido en que la invoca mi contradictor, tiene un sentido absolutamente opuesto al que 6 constitucionalmente debe asignársele: es igualdad en la falta de control de decisiones violatorias de derechos constitucionales inapreciables, cuyo valor en las consideraciones iushumanistas sólo es superado por el de la vida misma. Es la igualdad no ya como principio regulador de la justicia, sino igualdad en la denegación del acceso a ella. Por lo demás, es claramente falso que las excepciones con que las Salas han conocido en reclamos contra autos denegatorios de la libertad quiebren el principio de igualdad ante la ley, desde que –siguiendo criterios de la CSJN- sólo impone la igualdad de soluciones para quienes se hallen en iguales circunstancias. En este sentido, es evidentemente distinta la situación de quien se halla privado de su libertad conforme a la Constituciones -nacional y provincial- y a las leyes que nos rigen, de la de aquél cuya privación de la libertad nació ilegítimamente o cobró luego ese carácter; tampoco es igual contar con otra vía de solución para esa situación de encierro ilegal que haberlas agotado restando sólo la posibilidad de acudir a VV.EE. Ya sobre el segundo de los argumentos del Sr. Fiscal, esto es, la invocación de la unificación de la jurisprudencia como fin político de la casación que determinaría la necesidad de que VV.EE. no revisen absolutamente en ningún caso denegatorias de libertad, luce en el caso cuanto menos como un reclamo al Tribunal para que consagre una incongruencia. Si en el plenario 10.767 adelanté que en mi opinión es contradictorio reclamar en nombre de la unificación de la jurisprudencia -que por regla se refiere a la que dicte este Tribunal para que apliquen los funcionalmente inferiores- la unificación con sentido restrictivo de los criterios de admisibilidad, la consecuencia de lo que aquí se solicita ya atraviesa los límites de toda petición imaginable: se requiere al tribunal con jerarquía funcional del Poder Judicial de la provincia que se declare de una vez y por siempre 7 incompetente para revisar decisiones que contradicen su pronunciamiento plenario, cuya aplicación por las Salas I y III en los pronunciamientos contra los que el mismo Sr. Fiscal alza ahora su queja ha tenido como consecuencia inmediata la libertad de los justiciables. Entiendo que se está pidiendo al Tribunal la renuncia a sus funciones primordiales y a herramientas que le son imprescindibles para cumplir con su rol institucional: de renuncia a mecanismos indispensables para que VV.EE. puedan hacer valer por vía jurisdiccional -por cierto, mucho más republicana que la vía de la superintendencia- su propia doctrina plenaria; de renuncia al control de todas y cada una de las privaciones de libertad sin excepción, allí donde más del noventa por ciento de los detenidos son procesados. Descarto que VV.EE., en caso de admitir la solicitudes de revisión o convocatoria al pleno, no acogerán semejante pretensión. B.- Argumentos puntuales para la improcedencia de la solicitud de convocatoria al pleno en causa n° 8749/1, con motivo de la admisión por la Sala III de un hábeas corpus. Se trata en rigor de una renovación -por la vía oblicua de una supuesta contradicción con el Plenario recaído en la causa 5627- del pedido de convocatoria que llevó el número 10.767 del registro de la Presidencia: se solicita un pronunciamiento del pleno a favor de la inadmisibilidad de acciones de hábeas corpus interpuestas originariamente ante VV.EE. cuando ha mediado pronunciamiento de los tribunales inferiores que no han reparado la situación de privación 8 ilegítima de la libertad -o peor aún, la han determinado con sus decisiones-. De allí que corresponda reiterar las consideraciones que he vertido en aquella oportunidad, y que determinan la improcedencia de la solicitud fiscal de creación de una regla general de semejante rigidez. Es en este orden de ideas que no podría el Tribunal, bajo el pretexto de una decisión plenaria que interprete el artículo 450 del Código Procesal -aunque ignorando que los arts. 405, 406 y concordantes son también ley positiva del mismo rango que aquél, cuya interpretación negarse a asumir una competencia que la propias Constituciones Nacional y Provincial le atribuyen para juzgar un hábeas corpus originariamente interpuesto ante VV.EE.. No al menos sin desconocer la supremacía de éstas sobre la ley común. Dije en la causa N° 10.767 que: “Ello es así en tanto y en cuanto los artículos 43 de la Constitución Nacional (en consonancia con su artículo 75 inc. 22, relacionado con los arts. 7.6 C.A.D.H. y 9 del P.I.D.C.yP.) y 20 de la Provincial otorgan al hábeas corpus el rango de un instrumento de control de constitucionalidad, consagrando a esta acción como garantía constitucional contra toda lesión, restricción, alteración o amenaza contra la libertad física o por el agravamiento ilegítimo en la forma o condiciones de la detención (cuarto párrafo), y aún cuando el acto cuestionado provenga del poder judicial ("contra todo acto u omisión de autoridades públicas" dice el art. 43 CN -primer párrafo-, sin practicar distinción alguna; tampoco lo hace la Carta Magna provincial). Sendas constituciones omiten toda referencia al órgano jurisdiccional competente para decidir la acción de hábeas corpus, evitando frustrar su función de garantía de un derecho requerido de tutela inmediata. De allí que todo juez o tribunal es, por principio constitucionalmente consagrado, competente para entender en acciones de hábeas corpus que les sean planteadas. Siendo ello así, los órganos jurisdiccionales sólo pueden sentar su incompetencia para decidir acciones de hábeas corpus con razones que tengan el mismo rango -constitucional- que el que tiene su competencia. De este modo, por ejemplo, la Corte Suprema de la Nación y la Suprema Corte provincial, por estar su competencia 9 originaria constitucionalmente consagrada y limitada (también lo está su competencia apelada) y al no incluirse en ellas la acción de hábeas corpus (Const. Nac., art. 117, segunda parte; Constit. Pcial., art. 161 incs. 1 y 2), deben invertir lo que es regla para los demás tribunales y no decidirlas originariamente salvo que otra norma de rango constitucional les imponga a la vez hacerlo: vg., el artículo 43 de la Constitución Nacional cuando sienta en el primer párrafo -por remisión del cuarto- que la acción de hábeas corpus procede siempre que no hubiera un medio judicial más idóneo para tutelar el derecho a la libertad. Esto es consecuencia directa de aplicar la regla de hermenéutica constitucional que señala que cuando dos o más normas de ese rango entran en juego, la interpretación debe hacerse de tal modo que todas ellas conserven su valor. La doctrina del Tribunal de VV.EE. ha dado, a la excepción a la regla constitucional de la competencia que todo órgano jurisdiccional tiene para decidir una acción de hábeas corpus, un fundamento igualmente constitucional: no ha sido la nuda inteligencia -en sí infraconstitucional- del artículo 417 del rito lo que ha llevado a todas las Salas a afirmar esa "regla general de incompetencia para el Tribunal de Casación" (por lo tanto y por lo que acabo de afirmar, no tan regla general), sino la sabia afirmación de que tras ese artículo del rito hay una garantía al doble conforme que favorece -por regla, nuevamente- al beneficiario de la acción. La "lógica de la doble instancia" de que habla el Sr. Fiscal a fs. 8 vta. con cita de precedentes del Tribunal no es otra cosa que una garantía de revisión y por lo tanto de eficacia de la garantía que para la libertad es el hábeas corpus. Por ello mismo es que el resguardo de la doble instancia debe ceder "…siempre que no exista otro medio judicial más idóneo…" para tutelar el derecho constitucional en cuestión (primer párrafo del citado artículo 43, que no tiene requisito equivalente en la Constitución de la Provincia). Ello es, precisamente, lo que ha llevado a la Sala I a fundar en "Miranda" su competencia para decidir la acción que se intentaba: no se trata de ignorar el artículo 417 del rito, sino de ponerlo en sus justos términos y a la luz de una interpretación constitucional nacional y provincial. De allí que, en los casos excepcionales en que medie una decisión de un tribunal directamente inferior al que VV.EE. dignamente integran, que restrinja arbitraria o ilegítimamente el derecho a la libertad, de modo tal que sea imposible esperar de la interposición de una acción de hábeas corpus ante ese órgano una decisión que brinde a la libertad la tutela inmediata que requiere, VV.EE. deban intervenir admitiendo la acción interpuesta ante esta Casación a fin de brindar a la libertad la tutela inmediata que la naturaleza irrestituible de ese derecho demanda. 10 En esos casos, en que la eficacia del hábeas corpus sólo se garantiza con la directa intervención de VV.EE., la garantía a la doble instancia como mecanismo de control de la eficacia de la garantía del hábeas corpus que es, cede frente a ésta: lo contrario importaría tornar letra muerta, para esos casos, lo dispuesto por los artículos 43 de la Constitución Nacional, 20 de la Provincial. La solución contraria, esto es, la negativa absoluta que el Tribunal admita acciones de hábeas corpus, importaría el frontal desconocimiento de la supremacía de la Constituciones Nacional (art. 31) y Provincial (art. 57), pues llevaría al menos a la desnaturalización (art. 28 Const. Nac.) de la garantía de hábeas corpus." (del punto "IV.- B" de la presentación del suscrito en el plenario n°10.767). Sostengo nuevamente en esta oportunidad los argumentos de improcedencia y así pido se los tengan en cuenta. C.Respecto de la improcedencia de la solicitud de “revisión del acuerdo plenario 5627” planteada con motivo de la sentencia dictada por la Sala I en “Moreyra”, es de clarísima aplicación al caso el principio de supremacía de las Constituciones nacional (art. 31) y provincial (arts. 11 y 57). Inmediatamente advertirán VV.EE. que dos cosas bien distintas son: a) interpretar el art. 450 del rito, su carácter taxativo o ejemplificativo -decidido en el primero de los sentidos por el plenario n° 5627-, y b) pretender, como aquí lo hace el Sr. Fiscal, que la regla general construida en torno del artículo 450 se aplique aún en casos en que media una afectación irreparable de derechos constitucionales, ignorando el orden de prelación normativo constitucionalmente impuesto por el carácter supremo de las cartas magnas. 11 Adviértase que la convocatoria al pleno es requerida con motivo de una decisión de la Sala I que hace excepción al plenario en un caso que implicaba (además de la necesidad de reparar una privación ilegítima de la libertad -con afectación de este derecho constitucional, del de inocencia y del derecho a ser juzgado en un plazo razonable o puesto en libertad-) la necesaria intervención de este Tribunal para evitar la frustración del derecho constitucional a la doble instancia, derecho éste no tutelable por vía de hábeas corpus. Ello determina -principio de supremacía constitucional mediante- no sólo la falta de contradicción que ya he puesto de manifiesto, sino también la improcedencia de la extensión de la regla general establecida en el plenario n° 5627 al terreno excepcional donde regido directamente por normas constitucionales (en equivalencia a lo que en la técnica del recurso extraordinario federal se denomina "relación directa") y no el artículo 450 del CPP. Por ello, y por lo expuesto en el punto "A" de este acápite, corresponde -en caso de admitirse el trámite plenario- la declaración de improcedencia de la petición fiscal y el sostenimiento de las excepciones afirmadas en el caso "Moreyra" de la Sala I. IV.- Reserva del caso federal. Para el caso de una decisión contraria a los intereses de esta parte, formulo reserva del caso federal a fin de habilitar la vía del art. 14 de la ley 48, en atención a las cuestiones federales que han quedado planteadas. V.- Petitorio. Por todo lo expuesto, de VV.EE. solicito: 12 1.- Se desestimen las convocatorias al Pleno solicitada; 2.- Tengan presente la reserva del caso federal. Proveer de conformidad, SERA JUSTICIA 13