MAR DEL PLATA, 8 de enero

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MAR DEL PLATA, 8 de enero de 2004.Tiénese al peticionante por presentado, parte y por
constituído el domicilio.
Se deja constancia que no se ha dado cumplimiento con
lo dispuesto por el art. 13 de la ley 6716 y sus modificatorias.
AUTOS Y VISTOS:
CONSIDERANDO:
Que mediante la presentación en análisis, el Sr. Miguel
Angel Dutto, plantea acción de amparo contra el Consorcio de Propietarios del
edificio donde dice alquilar un departamento –Falucho 2272 de Mar del Plata- y
contra la Administración García & Valentini, quien se encargaría de la
administración de dicho consorcio, con el objeto de lograr una medida cautelar
innovativa que haga cesar supuestas medidas realizadas por los accionados, y
que según su manifestación, le estarían impidiendo contar con el servicio de
energía eléctrica en el mencionado inmueble.
Que a los fines de analizar la pretensión traída a
juzgamiento, es necesario hacer una breve reseña del alcance de la acción de
amparo.
Que es oportuno señalar que tanto el constituyente
nacional, como el provincial, en las reformas que respectivamente recibieron
ambas Leyes Fundamentales en el año 1994, incorporaron como garantía de
los derechos constitucionales, a la acción de amparo.
Que la incorporación de dicha garantía vino a plasmar,
en el texto constitucional, la necesidad, que ya se había introducido por vía
pretoriana por la totalidad de los juzgados y tribunales del país (desde los
célebres casos "Siri" y "Kot") y también por vía legislativa en los distintos
ordenamientos locales (v.gr.: ley nacional Nº 16.986, y ley de la provincia de
Buenos Aires Nº 7166), de contar con un mecanismo para el resguardo de los
derechos constitucionales cuando estos se vieran amenazados, alterados,
restringidos o lesionados mediante conductas con manifiesta arbitrariedad o
ilegalidad.
Que tanto en el orden nacional como en el
provincial, en las respectivas Leyes Fundamentales, se previó que la
mencionada garantía se accionaba en la medida que esos derechos no
pudieran ser preservados por medio de los remedios ordinarios sin daño grave
o irreparable o, bien, cuando no existiera otro medio judicial más idóneo, tal la
formula empleada en el orden nacional.
Que, en consecuencia, es el propio
constituyente el que le otorga al amparo un papel excepcional, reservandolo
para aquellos supuestos en los cuales los restantes mecanismos procesales se
tornan inoperantes para la preservación de los derechos que se pretenden
resguardar.
Que es por ello que para analizar la
procedencia de toda acción de amparo, hay que analizar si el legislador no ha
previsto una vía judicial más idónea que el amparo para la sustanciación del
caso, y recién frente a la carencia de ella, se deberá habilitar su procedencia.
Que en este orden de ideas la consagración
constitucional del amparo tiene un valor sumamente trascendente porque
establece una garantía genérica de los derechos constitucionales, que
trasciende a los mecanismos procesales que circunstancialmente puede
consagrar el legislador local para ese mismo objetivo.
Pero esto implica que desde los mismos
textos constitucionales en análisis se está señalando que, en primer lugar, hay
que utilizar los remedios judiciales ordinarios, y recién frente a la demostración
de la ineptitud o inexistencia de estos, se activa la procedencia del amparo.
Que en el orden local, aun antes de la
Reforma Constitucional del año 1994, el legislador ya había establecido algunos
mecanismos para habilitar la protección de los derechos de raigambre
constitucional. Así se sancionó, en el año 1965, la ley 7166 que, en su
redacción original, incluía entre las conductas susceptibles de ser enjuicidas por
la vía del amparo a todo acto u omisión de los órganos o agentes de la
administración pública o de particulares.
Posteriormente, mediante el Decreto Ley
7261 del año 1966, se suprime del texto el alcance hacia los particulares,
reservando la acción de amparo para hacer frente las conductas estatales,
exclusivamente.
A su vez, se incorpora al supuesto excluído afectación de los derechos constitucionales por el accionar de los particularescomo figura característica del proceso sumarísimo que se agrega en el año
1968 al sistema procesal provincial mediante el Decreto Ley 7425 (Código
Procesal Civil y Comercial), en su artículo 321.
En este contexto normativo, llega la reforma
constitucional de 1994, que prescindiendo de los distintos sistemas que
legislativamente estaban vigentes, consagra la garantía del amparo. Y esa
previsión constitucional trasciende a las leyes vigentes, puesto que, es sabido,
éstas son susceptibles de ser modificadas y aun derogadas. Es ahí donde
adquiere trascendencia la consagración del amparo en la Ley Fundamental,
puesto que lo establece con prescindencia de una situación normativa
circunstancial.
Reitero, esto queda consagrado en el propio
texto constitucional, cuando se hace referencia a que el amparo va a ser
procedente cuando no existan otros medios judiciales más idóneos. Y esos
medios judiciales van a ser los que -siendo aptos- vaya previendo el legislador
en distintas épocas.
La inclusión de la conducta de los
particulares en la norma constitucional no es intrascedente, puesto que está
fijando la garantía del amparo para aquellos casos en los que no exista otro
medio judicial. Que si bien hoy existe por imperativo del artículo 321 del
C.P.C.C., podría no estarlo en el futuro frente a una eventual e hipotética
derogación legislativa. Ahí es donde se activaría la cláusula constitucional en
análisis.
A modo de ejemplo, hasta la entrada en
vigencia del nuevo proceso contencioso administrativo (ley 12.008 y sus
modificatorias 12.310 y 13.101) frente a la existencia de una vía de hecho
(entendiendo por tal a la actuación material de la administración que afecta
derechos consagrados constitucionalmente) se presentaba el amparo como la
única vía procesal posible para cuestionar esa conducta estatal. Ahora bien,
existiendo un mecanismo procesal específico, como lo es la pretensión de
cesación de una vía de hecho que incorpora la normativa citada en el artículo
12, inciso 5º, deja de ser operativa la acción de amparo, porque hay un
instrumento procesal específico para ello.
Igual consideración cabe realizar frente al
amparo por mora, que hasta ahora, por falta de una acción procesal específica
que lo consagrara, se subsumía en el marco adjetivo que le brindaba el
amparo.
Y en relación a la acción planteada en autos,
destaco que con estas afirmaciones no se pretende vaciar de contenido a las
previsiones constitucionales que incluyen a los actos de particulares entre las
conductas pasibles de ser enjuiciadas por la vía del amparo, sino de ajustar esa
consagración constitucional a su justo término.
En base a lo hasta aquí expuesto, estando
dirigida la acción promovida contra la conducta de particulares -el Consorcio de
Propietarios y la firma que ejerce la administración del mismo- dificil resulta
canalizar el proceso por la vía del amparo, puesto que, para ello, el legislador
ha previsto el proceso sumarísimo (artículos 321 y 496 del C.P.C.C.), que
implica -en el caso- el remedio judicial que no solo desplaza la procedencia de
la garantía constitucional en análisis, sino que es lo que realmente ha querido
plantear el actor.
Y no tratándose de una accion amparo, se
extingue la posibilidad -en orden a la competencia- de que intervenga "cualquier
juez", vale señalar que ese sistema de atribución de competencia que se
consagra en materia de amparo, no puede ir más allá de esos casos, puesto
que de lo contrario el sistema de organización judicial pierde su sentido.
Y no es cuestión de regular el desamparo.
Las normas procesales y de competencia, no son meras técnicas de
organización formal, sino que tienen como finalidad ordenar adecuadamente el
ejercicio de los derechos en aras de lograr la concreción del valor Justicia en
cada caso y salvaguardar la garantía de defensa en juicio (C.S.J.N., 25-X-88).
Lo dicho tiene relevancia puesto que, más
allá de la denominación que le imprime el actor a su presentación, estamos en
presencia de la acción que encuentra su cauce en el proceso sumarísimo
previsto en el artículo 321 del Código Procesal Civil y Comercial, que es el
previsto para atacar actuaciones como las cuestionadas.
Que ese proceso es el que se ha
estipulado para aquellos casos en los que se quiere reclamar contra los actos
que allí se indican, supuesto que coincide con el invocado por el peticionante.
En consecuencia, teniendo en cuenta que por el
principio “iuria curia novit” es al juez a quien le corresponde determinar el
encuadre jurídico de los hechos que se presentan a su juzgamiento, más allá
de la denominación que las partes le den, debe considerarse que la acción
promovida es la acción sumarísima prevista en el artículo 321 del C.P.C.C., que
garantiza debidamente el ejercicio de derechos, puesto que el artículo 496 de
ese mismo código ofrece un sistema de plazos y recursos tendientes a no hacer
inoficiosos los derechos y garantías en juego.
Que para entender en dicha acción el suscripto
carece de competencia, puesto que ella no se corresponde con las normas
atributivas de la misma, me refiero al artículo 166, último párrafo de la
Constitución Provincial, norma esta de la cual se derivan los casos en los que le
corresponde intervenir a los jueces del fuero contencioso administrativo.
Tampoco hay coincidencia con los supuestos previstos en la reglamentación
que, de esa norma constitucional, se ha previsto en los artículos 1, 2, y 4 del
Código en lo Contencioso Administrativo (Ley 12.008 y sus modificatorias
12.310 y 13.101).
Que la urgencia que alega el actor, no puede
servir como mecanismo para desplazar la distribución de competencia que el
legislador ha dispuesto para la organización de la justicia en la Provincia de
Buenos Aires.
Por ello me inhibo de entender en el presente
(artículos 8 del C.P.C.A. y 4 del C.P.C.C.), remitiendo la presente causa al
Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial que corresponda (artículos
8, in fine del código citado en primer término y 8, primer párrafo de la norma
ritual civil y comercial).
Por todo ello, RESUELVO:
1) Al pedido de habilitación de feria formulado por el actor, se hace saber que el
mismo es inncesario puesto que por Resolución 3034/03 y aclaratoria de fecha
4/12/03, la Suprema Corte de Justicia de la Provincia ha dispuesto que en el
fuero contencioso administrativo corren todos los plazos procesales pertinentes
durante el período de feria judicial de enero de 2004.
2) Declarar la incompetencia del suscripto para entender en la presente causa,
ordenando la remisión de la misma al Juez de Primera Instancia en lo Civil y
Comercial que corresponda, por intermedio de la Receptoría General de
Expedientes departamental (arts. 8 del C.P.C.A. y 4 y 8 del C.P.C.C.).
3) Regístrese, notifíquese, y firme cúmplase con la remisión ordenada en el
punto anterior.
SIMON FRANCISCO ISACCH
Juez en lo Contencioso Administrativo
Registrado bajo el Nº
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