Crónica desde Marruecos GADAFI: EL FIN DE UN CICLO POLÍTICO Eduardo Arroyo 20 octubre 2011 Escribo desde la ciudad de Tánger-Marruecos, frente al Mar Mediterráneo en el África nor-occidental adonde he llegado invitado por el colega Mustapha Adila, director de Hispánicas de la Universidad Abdelmalek Essaâdi de Tetuan a dictar conferencias sobre política internacional así como sobre la vida y obra de José María Arguedas. En los días previos he visitado Casablanca (capital económica), Marrakech (capital turística), Fes (capital cultural y espiritual), Agadir, Chaouen, y dictado otra conferencia en la capital político-administrativa marroquí, Rabat, invitado por el Instituto de Estudios HispanosLusos de la Universidad Mohammed V que lidera Fatiha Benlabbah. País de amplio mestizaje, misterio y sensualidad desbordante me ha acogido por unos 8 días en un amplio periplo. Justo en Tánger (puerto y puerta de África al mundo) me sorprende la noticia televisiva del asesinato de Gadafi. Con el televisor en árabe a todo volumen en el restaurante en que almuerzo y en el que la gente se alborota de inmediato, pido cambiar uno de los televisores a CNN o BBC en español o inglés y empiezo a escribir esta breve crónica sobre la vida y obra de Mouammar Gadafi. Si con la caída de Gadafi se cierra y abre un ciclo en la política libia tras un gobierno de 42 años, también parecen ser días de anuncios de importantes noticias. Obama declara que “todas las tropas norteamericanas estarán de vuelta en casa para las Navidades”. Por otro lado, la OTAN cerrará su campaña en Libia el próximo 31 de octubre. Preocupa a algunos el fin del dictador libio, aparentemente ajusticiado por los propios revolucionarios. El color verde de la revolución de Gadafi empieza a desaparecer de escena y hay gran algarabía entre los ciudadanos, los que esperan salir del caos tras ocho meses de guerra apoyados por la OTAN, centralmente Francia e Inglaterra, participando Estados Unidos en la retaguardia ya que Obama prefirió atender en primer lugar los problemas internos de su país. EEUU ya ha anunciado el retiro de Afganistán en el 2014, dejando un destacamento militar. En España, el ETA anuncia el cese definitivo de su actividad armada, lo que no necesariamente significa su renuncia al pedido de la autonomía vasca ni que dicha autonomía la estén considerando los franceses, españoles e ingleses; España va a elecciones y en Francia avanzan los socialistas. Por primera vez, Barroso, Presidente de la Unión Europea intenta discutir una solución definitiva al problema de institucionalidad de la UE como de su zona euro mientras las discrepancias entre Alemania y Francia centran las reuniones de la UE. Frente a la imagen desastrosa que algunos políticos dicen que está dando la UE y su incapacidad para resolver el problema de la deuda, se plantea aplicar una quita del 50% de la deuda pública de Grecia, el país más afectado por su imposibilidad de resolver su deuda, casi al borde del default (cesación de pagos), cuya quiebra arrastraría al conjunto de la Unión Europea. Hay, pues, grandes cambios en la escena internacional y en el mundo árabe. Con Gadafi muerto, caído Mubarak en Egipto, Ben Alí de Túnez en el exilio y los dictadores sirio, sudanés y yemení arrinconados, cambia el escenario tanto en el Magreb (Marruecos, Mauritania, Argelia, Túnez, Libia) como en Medio Oriente (Egipto, Arabia Saudí, Israel, Palestina, Jordania, Siria, Líbano, Qatar, Bahrein, Sudán, Yemén, Omán, Irak, Irán). Gadafi se declaró desde el inicio como Guía de la revolución. Aparece como un nuevo Nasser, el militar egipcio que derrocara al rey e hiciera reformas importantes en el país del río Nilo. Gadafi al frente de un grupo de “coroneles libres” o nasseristas, busca unificar al mundo árabe, mundo caracterizado por profundas contradicciones internas como por los litigios de todo tipo entre sus países integrantes, sea en el Magreb como en Medio Oriente. Occidente ha colonizado siempre estos territorios ansiando su petróleo y erosionando su autonomía. Mouammar Gadafi derroca al rey libio Idriss el 1 de setiembre de 1969. De capitán se autoproclama coronel, no llegando nunca a ser general o mariscal. A la usanza nasserista, asume los principios del nacionalismo árabe que han buscado crear una zona autónoma de los poderes imperiales construyendo sus propios modelos nacionales de desarrollo. Nacionaliza empresas y expulsa a las bases estadounidenses. En su “Libro Verde” llama a construir su utopía de democracia integral declarando a Libia en 1977 como una “República de masas” gobernada solo a través de comités populares. Es la época del esplendor petrolero de Libia y el movimiento revolucionario internacional regresa de Trípoli con fuertes financiamientos en petrodólares para sus causas particulares. Libia estará presente en el financiamiento y armamento militar de las luchas de liberación de los pueblos del mundo, sea del Frente Polisario en el Sahara, ETA en el país vasco, las Brigadas Rojas en Italia. Son épocas de actos terroristas fomentados por Gadafi que lo llevan a enfrentarse con el concierto internacional de naciones. Busca en 1999 transformar a la Organización por la Unión Africana (OUA) en la Unión Africana, con estatutos muy parecidos a los de la Unión Europea. Es su voluntad crear los “Estados Unidos de África”, un nuevo país con moneda propia, ejército y presidente, él por supuesto. Claro que no se cumplirán sus ambiciones por el bloqueo de los estadistas de los diferentes países africanos, conscientes de las ambiciones del coronel. El mandón libio dijo que moriría en Libia y que lucharía a muerte por su revolución y la historia lo confirma al perecer en su tierra natal, Sirte, último bastión oficialista tras la caída de la capital Tripoli. Termina siendo el primer presidente muerto en pleno enfrentamiento armado con la oposición. La leyenda de ser un hombre solo contra el mundo se confirmó. Gadafi, de origen beduino y padres nómades, ha gobernado por largos años en una Libia formada por un rompecabezas de provincias guiadas por señores tribales, sobre las que impuso su gobierno, habitualmente de modo sangriento. El petróleo le dio las condiciones de riqueza que no han tenido otros países de la región. Casi se diría que era un país inviable. Hoy con el grueso de la población armada hasta los dientes y sin hegemonías precisas, el futuro de Libia es incierto. PERSPECTIVAS DEL CONFLICTO EN EL MUNDO ÁRABE En líneas generales, la extensión de la conflictividad social en Medio Oriente y parte del Magreb estaría demostrando la existencia de condiciones objetivas como subjetivas para un profundo cambio social, el que ante la inexistencia de partidos políticos sólidos que canalicen el descontento popular, no han permitido un mayor avance de lo que en análisis político clásico se denomina como situación pre-revolucionaria, que entre los meses de enero a febrero de este año presentaba los siguientes rasgos: 1. Profunda crisis del sistema económico y fisuras entre las clases dominantes. 2. División interna en el ejército que no se atrevía a disparar contra las masas, vg. caso egipcio. 3. Masas populares a la ofensiva en la lucha callejera y clase dominante a la defensiva (caso tunecino, egipcio, sirio, yemení, sudanés). Mientras que en sociedades civiles con un fuerte tejido social si bien el régimen gubernamental sea dictatorial, no ha sido fácil que el ejército baleara las movilizaciones callejeras (caso egipcio), en sociedades como Libia conformada por tribus en la que una tribu hegemoniza el poder del Estado dominando al resto, sí ha habido guerra civil y se ha enfrentado el pueblo con el poder oficial. La OTAN encabezada por Francia e Inglaterra ha intervenido con intereses claramente petroleros, arreando prácticamente a los Estados Unidos. Los europeos han fomentado la independencia de espacios aéreos bajo el argumento de proteger a los sectores civiles bombardeados por el ejército libio. Es decir, a mayor organización de la sociedad civil, no han durado las dictaduras (caso tunecino, caso egipcio) que no es el caso de Libia, y en Yemén como en Siria y Sudán siguen las masas tomando las calles buscando democratizar la vida llegando hoy a pedir la salida de los gobernantes de turno. El poder oficial viene librando una dura lucha con las masas populares en estos países, incluido el baño de sangre del pueblo sirio acosado por el ejército oficial. Bastó que un tunecino se inmolara en Túnez para que por efecto tipo dominó se extendiera la revuelta en todos estos países. Esta inmolación no ha sido por razones ideológicas sino por la elemental necesidad de buscar trabajo. A partir de ese instante, como un reguero de pólvora, ha crecido el conflicto en toda la región que en el fondo busca democratizar sus estructuras. Es una revolución callejera por la democracia, por el trabajo, contra el desempleo, contra el autoritarismo y la corrupción a la base de los despotismos y autocracias y es una lucha que vanguardizan los jóvenes. La satrapía tunecina de veinte años no soportó la menor movida callejera y la dictadura longeva de Egipto (treinta años) resistió dieciocho días la presión de las masas. En ninguno de los dos casos se han dado enfrentamientos que llevaran a una guerra civil. En Túnez el dictador de más de veinte años, Ben Alí, fugó y el expresidente egipcio Mubarak se movió del Palacio de Gobierno a otra región del mismo Egipto. Las masas han logrado derrocar a los dictadores si bien han quedado sus estructuras de poder y gobierno y la milicia arbitrando el encuentro con las masas. Falta dejar de lado al ejército y ganar el poder por parte de las masas populares. No basta derrocar a los dictadores porque en Túnez puede seguir la anterior casta gobernante al igual que en Egipto. Faltan partidos que dirijan los procesos de apertura democrática en el mundo árabe ya que, de lo contrario, la lucha de las masas puede diluirse y agotarse el elan revolucionario. No se puede estar todo el tiempo en las calles. No sería un cambio revolucionario si quedara la misma clase dominante con cambios de figura presidencial, que es lo que puede estar sucediendo tanto en Túnez como en Egipto, es decir, el reformismo terminaría siendo subsumido por el mismo sistema que cambia de actores y todo sigue igual. Cambian los personajes pero se mantienen las mismas estructuras pesadas y verticales de siempre. Por otro lado, en la perspectiva histórica, conviene recordar que los sucesos en Túnez, Egipto y su irradiacion definen una segunda revolución árabe luego de la de 1916. La actual tiene contenidos democráticos, de lucha anticorrupción, contra la pobreza, el desempleo y la marginación de la población frente al poder. El autoritarismo asentado en las entrañas del modelo árabe es cuestionado por las masas populares al enfrentarse en las calles a dictaduras longevas. Las condiciones subjetivas de la población, las características objetivas de miseria, el retroceso defensivo de las clases gobernantes y la ofensiva callejera mientras se esperan definiciones militares, miden la situación y su futuro. Preceden a esta situación, las mini-intifadas llevadas a cabo en Túnez y Egipto en el 2008 al igual que el radicalismo de la juventud iraní en el año 2009 oponiéndose al nuevo gobierno de Mahmoud Amadinejad y las masacres saharahuis de parte de la monarquía marroquí en el Sahara. Este auge popular se da en el cuadro de la declinación del poder unipolar de los Estados Unidos emergiendo los países del BRIC al que debemos añadir a Sudáfrica y la mayor presencia del G-20; el mal momento económico por el que pasa Europa mientras América Latina goza de casos de alto crecimiento y profunda desigualdad social. La escena internacional sigue marcada por la debacle financiera global conjuntamente con las crisis climática, alimenticia, acuífera, energética, recesiva, inflacionaria, de valores. La antinomia democracia-dictadura configura un nuevo escenario árabe en una región altamente ideologizada por el factor omnipresente de la religión. Pese a ello, bastó que las masas tunecinas vencieran el miedo saliendo a las calles para que el dictador Ben Ali fugara del país. Egipto, por su parte, cumple un rol central en la región, aliado con los Estados Unidos como con los hegemones en esta área, lo que complica la solución a la crisis política. Ya en Jordania, Siria, Sudán y Yemén, las autoridades han venido haciendo compromisos desde inicios de año para evitar la explosiones sociales; en Irak hay quejas profundas sobre la calidad de los servicios públicos y los altos sueldos de las autoridades oficiales; en Argelia se ha protestado por un año de estado de emergencia que ha restringido las libertades democráticas; Israel teme que se instale en Egipto un gobierno islámico radical que coordine con el grupo Hamas en Palestina e Irán. Por lo pronto, Egipto acaba de abrir su frontera con Palestina, en la zona controlada por Hamas, lo que agudiza las angustias de Israel. En el caso libio, el poder oficial ha sido enfrentado por los rebeldes apoyados por las fuerzas marinas y aéreas de la OTAN. Tras el bombardeo a los hitos de poder del oficialismo y el triunfo de las fuerzas rebeldes, la OTAN anuncia su retiro el 31 de octubre. Tarea cumplida si bien pesca a río revuelto. Mientras las masas libias rescatan su país de la autocracia de Gadafi y su dinastía que ha gobernado por cuarenta y dos años, sus bombarderos han estado frente a Libia para aprovechar la guerra civil interna y quedarse con el ansiado botín del petróleo desnaturalizando la justa lucha del pueblo libio. En líneas generales, la lucha árabe busca el cambio social y la instauración de la democracia contra las teocracias y los autoritarismos civiles y militares. Es notable la reacción de las masas buscando forjar su propio destino. Se trata de un momento de transición cuya vanguardia está constituida por los jóvenes y no los partidos, lejanos a toda ideología planteando la caída de las élites y el surgimiento de nuevos liderazgos. Si los jóvenes a la cabeza de la oposición, no lograsen cambiar la correlación de fuerzas se lograría bloquear el espíritu de cambios sociales acicateado por la falta de partidos fuertes enraizados en el pueblo. Esto en lo concerniente al caso tunecino y egipcio, muy diferente al caso libio en el que el ejército rebelde ha derrotado militarmente al ejército oficial. Es un convulso panorama en donde la lucha es por la democracia, con gran presencia de masas juveniles, fuerza motriz del cambio social a nivel mundial emparentándose con los movimientos de los “indignados” europeos, norteamericanos y latinoamericanos que hoy dan la hora en la pugna por la construcción de un mundo más libre, igualitario y fraterno.