LA INTERVENCION DEL ABOGADO EN EL CONCURSO

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ANTEPROYECTO DE LEY CONCURSAL: LA INTERVENCIÓN DEL ABOGADO EN
EL CONCURSO
Carlos Suárez González
Abogado.
Catedrático de Derecho Civil de E.U.E.E.
Miembro de LEX – GRUPO ABOGADOS
El Anteproyecto de Ley Concursal es objeto ahora de toda clase de comentarios,
porque se trata de una materia cuya regulación actual es difícilmente empeorable y
porque tiene una enorme trascendencia económica y social.
El Anteproyecto se refiere a la intervención del Abogado en la función habitual que
le corresponde en el procedimiento de defensa y dirección técnica, y en ese sentido,
la alusión en el título 8º relativo a las normas procesales y al sistema de recursos, y
que no presenta mayores especialidades, sino que confirma la intervención de
abogados (y también de los procuradores), en todos los procedimientos, que se
producen en el marco del proceso concursal y en el propio proceso.
Desde otro punto de vista, aquellos que consideran que la jurisdicción laboral debe
mantenerse junto con el Juez del concurso, entienden que no será preceptiva, en la
reclamación laboral, la intervención del abogado y procurador.
La conclusión pudiera considerarse lógica, pero lo que falla es la premisa mayor,
pues la universalidad de conocimiento del Juez en el concurso, estimo, siguiendo a
la mayor parte de los comentaristas que constituye no sólo uno de los aciertos de la
Ley, sino el presupuesto básico para el éxito económico y social de la reforma.
De todas maneras, la novedad más importante respecto de la intervención de
abogado, se refiere a su integración en la Administración Judicial del concurso de
manera que en principio y salvo casos de un solo Administrador, serán dos los
Administradores: Uno, abogado con experiencia profesional de al menos diez años
de ejercicio efectivo, y un auditor de cuentas, economista o titular mercantil
colegiado, con idéntica experiencia. Previendo también, como decíamos, de forma
semejante, a la antigua Ley de Suspensión de Pagos, la existencia de un solo
Administrador, que no sería el acreedor ordinario que forma la terna, sino que sería
designado de uno de los dos grupos; abogados -auditor/ economista/ titular
mercantil, anteriormente citados.
Hay que señalar que la inmensa mayoría de quienes han venido opinando sobre el
Anteproyecto y más en concreto sobre esta designación, han expresado su criterio
favorable, si bien algunos han destacado matices o propuesto correcciones, sobre la
forma de designación.
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Sin embargo, hay quienes opinan en contra de la designación del abogado.
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No me parecen de suficiente consideración, aquellas exclusivamente
corporativas que consideran que la situación actual permite una mayor
ocupación (dos en lugar de uno), porque se contestan a sí mismas.

Pero sí que algunos han entendido que el ahorro de costes, hace que deba ser
uno sólo el designado y, en este sentido, unos propugnan que sea un auditor,
economista o titular mercantil porque el número mayor de cuestiones que van a
plantearse serán de este tipo, y otros consideran que debe ser un gestor de
empresas.
El argumento del mayor costo, es inconsistente, pues el propio Anteproyecto ha
previsto una remuneración determinada, y por consiguiente, el Anteproyecto
sale al paso de algunos emolumentos que han causado cierto escándalo en los
procedimientos concursales actuales. (Aunque justo es reconocer que en muchos
procedimientos, los profesionales que han intervenido como auxiliares del Juez
no han podido cobrar, por inexistencia de bienes).
Sin embargo, no podemos admitir que no haya una pléyade de cuestiones de
carácter jurídico, (otras en las que un aspecto es de carácter jurídico) y en los
que no debe pedírsele al Juez , sin perjuicio de su formación jurídica, e incluso,
como quiere el Anteproyecto, especializada, que se convierta en un asesor
jurídico de una empresa en crisis, sino que la función del juzgador, debe quedar
sobre todo para la decisión de los conflictos en el ámbito procesal. Y, en este
sentido, el proceso concursal único, con universalidad de conocimiento del Juez,
se convierte en un proceso de enorme complejidad en el que el Juez, debe
auxiliarse, no sólo de peritos en materias no jurídicas, sino también en materias
jurídicas, (pensemos en muchos tribunales en diversos países del mundo, en el
que el Juez tiene ayudantes que le asesoran y le ayudan en materias jurídicas).
Obligar al Juez a resolver todas estas cuestiones en el devenir de la propia
empresa, supone distraerle de su verdadera función de juzgar.
Si se dice que los Administradores pueden contratar expertos, y por lo tanto
podrán contratar abogados, lo que sucedería es que por un lado, se pierde la
unidad de criterio, y el Juez se vería superado por un procedimiento concursal
enormemente complicado, en el que o bien habría de nombrar asesores de una
cierta continuidad, es decir, que hagan la misma función que los
Administradores, o de otro modo, tendría que contratar distintos asesores
constantemente, lo cual encarece notoriamente el procedimiento y produciría
una falta de unidad u homogeneidad notable.
Y si siguiéramos con esta lógica, no debe tener el Juez ninguna persona que le
ayude, sin perjuicio de que en cada momento pueda efectuar una contratación
concreta, y esto sería aplicable al abogado, al auditor, al gestor, y a cualquier
otro.
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
Los que entienden que la gestión debe recaer en un experto en gestión de
empresas, además de que conocen mal esta figura, producen el efecto contrario
al que quieren producir: el especialista en la gestión de empresas, que
necesariamente no está ejerciendo en concreto en ninguna empresa, (pues sería
raro que acuda a administrar la sometida a concurso dejando la propia), va a
necesitar auxiliarse inmediatamente del auditor, economista o titular y del
abogado, pues no esperará que el asesor jurídico de esa empresa en crisis que
gestiona, sea el propio Juez.
Es ilustrativa, una mirada al Anteproyecto y mencionar a título de ejemplo por
razón de espacio en este trabajo, aquellos artículos en los que la Administración
Judicial tiene que adoptar decisiones o proponerlas en materia jurídica. Así el Art.
39, 41, 42.1, 43.2, 43.3, 43.4, 46, 47.3, 47.4, 47.5, 50.1, 50.2, 50.3, 53, 63, 67,
68, 70, 71, 74 y un largo etc. existiendo, como antes apuntábamos, otros supuestos
en lo que la decisión implica no sólo un punto de vista puramente jurídico, pero sí
involucra distintos aspectos de contabilidad, de decisión económica, de derecho,
junto a temas jurídicos propiamente dichos.
Como antes decíamos, algunos autores, considerando oportuna la reforma legal en
cuanto a la intervención en ese punto del abogado, destacan algunos aspectos que
consideran mejorables.

El primero es que al exigirse del abogado una experiencia de efectivo
cumplimento durante más de diez años, debería exigirse también que exista una
preparación especial en esa materia, en congruencia con la especialización que
se pide al Juez, de manera que los Administradores (tanto el abogado como el
economista), deben no sólo acreditar una experiencia generalizada, sino
también una específica preparación o dedicación en la materia concursal.

En segundo lugar, se ha planteado que es loable el tratar de evitar que se
produzca una reiteración en el nombramiento de unas mismas personas para
desempeñar esa función de Administradores Judiciales. Sin embargo, siendo
esto cierto, no debe perderse de vista que estos Administradores deben gozar de
la confianza del Juez, y que la experiencia nos indica que hay intervenciones que
no producen remuneración alguna, y en este caso, la necesidad de asumir
asuntos que carezcan de remuneración producirán no sólo ese efecto negativo
de la no remuneración, sino también la pérdida de la expectativa de ser
nombrados otra vez. Quizá debe concederse una mayor facultad de designación
al Juez, razonando en cada caso el porqué de una nueva llamada, que puede
estar justificada por la escasez de personas con la debida preparación en una
determinada jurisdicción, etc.

Finalmente, se ha puesto de manifiesto por algunos, que no es suficiente es
cautela de la no reiteración, sino que sería útil el sistema de sorteo. Además de
la dificultad apuntada antes sobre la necesidad de contar con la confianza
judicial, es importante que quienes estén en la lista a sortear, pudieran acreditar
no sólo la experiencia general sino también el conocimiento especializado. En
este sentido, quizá los Colegio de Abogados, pueden proporcionar una listas en
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las que no solamente se dé el dato de los años de colegiación efectiva, sino
también aquellos méritos, aptitudes, etc. que afectan a la materia concursal.
La Ley, a lo largo de su trámite, permitirá fórmulas intermedias en las que se
salvaguarde la exigencia de preparación y la igualdad de oportunidades.
Pienso que la presencia del abogado y el auditor, economista o titulado mercantil,
es la mejor garantía para el Juez, y también para todos aquellos afectados por el
concurso, con objeto de cumplir esa finalidad de salvar la empresa viable, y con ella
de manera directa o indirecta, los intereses de los trabajadores y acreedores de la
empresa.
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