Descargo del juez Gustavo Alberto Bossert

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Descargo del juez Gustavo Alberto Bossert
LA NATURALEZA DEL JUICIO POLÍTICO
Como punto de partida en esta presentación,
me permito recordar
ciertos aspectos esenciales que posee el juicio político para la remoción de magistrados
La doctrina ha señalado consistentemente que sólo actos realmente
graves del magistrado justifican su remoción mediante el citado procedimiento. Así, según
Vicente Gallo, el juicio político es “... un proceso encaminado a asegurar ‘la protección de los
intereses públicos contra el peligro u ofensa por el abuso del poder oficial, descuido del
deber o conducta incompatible con la dignidad del cargo’...” (“Juicio Político”, Imprenta de
Pablo E. Coni e Hijos, Buenos Aires, 1897, pág. 232). Es decir, deben tratarse de hechos
que “... perjudiquen el servicio público, deshonren el país, la investidura pública o impidan el
ejercicio de los derechos y garantías de la Constitución...” (op. y loc., cit., en donde se cita el
Informe de la Comisión Examinadora de la Constitución Federal, 1860, párrafo VI y
“Redactor” de la misma, número VI).
Modernamente, esta misma doctrina ha sido receptada por el Jurado
de Enjuiciamiento de la Nación al expresar que “... el enjuiciamiento de magistrados debe
fundarse en hechos graves e inequívocos o en presunciones serias que sean idóneas para
formar convicción sobre la falta de rectitud de conducta o de capacidad del magistrado
imputado (Fallos: 266:315; 267:171; 268:203; 272:193; 277:52; 278:360; 283:35;
301:1242)...” (caso “Brusa”, L.L. 2000-C-578., consid. 26).
Y en lo que respecta a la causal específica de “mala conducta”,
receptada en el art. 53 de la Ley Fundamental, el mencionado órgano sostuvo que, si bien la
citada causal “... posibilita merituar la mala conducta del magistrado a fines de los fines de
su permanencia en el cargo, ello también presupone que el enjuiciamiento se lleve a cabo
sobre la base de la imputación y demostración de hechos o sucesos concretos, y no de
apreciaciones difusas, pareceres u opiniones subjetivas, sean personales o colectivas. El
texto del art. 53 exige así interpretarlo, pues de otro modo se llegaría a una conclusión que
significaría prescindir de sus orígenes y letra...” (caso “Brusa”, cit., consid. 25).
Por consiguiente los “hechos” que darían lugar a la configuración del
“mal desempeño”, sólo pueden referirse a “... causas realmente graves, que impliquen serio
desmedro de su conducta o de su idoneidad en el cargo...” (causa “Brusa”, cit., consid. 30).
Y, tal como lo señala en forma coincidente Juan Fernando Armagnague, “... Los actos de los
jueces deben revestir cierta gravedad para configurar la causal de mal desempeño, como
asimismo, ser, irregulares, perjudiciales; pero también deben ser habituales. La habitualidad
–es decir, la reiteración de actos contrarios a derecho- tiene que constituir, a nuestro juicio,
la nota característica en el caso de los jueces...” (“Juicio político y jurado de
enjuiciamiento en la nueva Constitución Nacional”, Depalma, 1995, pág. 119).
La conclusión inevitable de este postulado es que “... la interpretación
que los jueces hacen de las normas jurídicas en sus sentencias y el criterio y opiniones
vertidos en sus fallos están directamente relacionados con la independencia e imparcialidad
en la función de administrar justicia. Ello exige que los magistrados no se vean expuestos al
riesgo de ser enjuiciados por esas razones, en tanto y en cuanto las consideraciones
vertidas en sus sentencias no constituyen delitos o traduzcan ineptitud moral o intelectual
que los inhabilite para el cargo...” (María Angélica Gelli, “Constitución de la Nación
Argentina. Comentada y Concordada”, editorial La Ley, Buenos Aires, 2001, pág. 405).
Esta doctrina no es en absoluto novedosa sino que, por el contrario, goza de una larga
tradición en el derecho público argentino. Así, ya expresaba Graciano Reca en 1933: “... En
la inamovilidad se encuentra generalmente la más sólida garantía de la independencia de los
jueces. Si los jueces fueran amovibles, argumenta Stuart Mill, el primer individuo deseoso de
suplantar a un juez encontraría motivos de destitución en todas sus sentencias y agitaría
constantemente la opinión pública. Los jueces terminarían con tal sistema por sentir sus
cargos en peligro cada vez que se pronunciaran en una causa susceptible de provocar el
interés general y se preocuparían, más que por las soluciones justas, por dar las más
aplaudidas por el público o las que se prestasen menos a interpretaciones pérfidas...”
(“Inamovilidad de los jueces. El Poder Judicial de las Provincias frente a la
intervención federal”, Buenos Aires, 1933, Talleres Gráficos Argentinos L.J. Rosso, pág.
10).
Estos principios, por lo demás, han sido seguidos fielmente por la jurisprudencia
parlamentaria contemporánea: “... Actualmente, la Comisión de Juicio Político de la Cámara
de Diputados tiene dicho que ‘si el Congreso de la Nación pretendiera imponer su punto de
vista respecto de cada cuestión susceptible de diversa opinión, grande sería el daño a la
magistratura, tanto por la pérdida de respeto, crédito y solemnidad que ésta sufriría, como
por cuanto sería ilusoria la independencia de aquel Poder para adoptar decisiones conforme
a derecho según su ciencia y conciencia (siempre dentro del marzo de razonable
opinabilidad que presenta la materia jurídica, y mientras no se pueda presumir que la opinión
dada no corresponde al leal pensamiento del magistrado, sino que ella es interesada por
pasiones o intereses económicos u otra razón que desvirtùe la magna función de impartir
justicia)’...” (Enrique Hidalgo, “Controles Constitucionales sobre Funcionarios y
Magistrados”, Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1997, pág. 120, quien cita en la nota 16
diversos dictámenes de la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados de la
Nación, que rechazaron in limine varios pedidos de juicio político, fundados en la
discrepancia con las calificaciones jurídicas hechas en sus sentencias por los jueces
cuestionados).
El autor nombrado efectúa el siguiente resumen de la jurisprudencia
parlamentaria sobre esta cuestión “... la doctrina adoptada por la Cámara de Diputados a
través de su comisión asesora, consiste en ponderar globalmente la conducta y el
desempeño del funcionario, juzgando los errores y equívocos de derecho con prudencia y
mesura, y sólo considerándolos como prima facie configurativos de mal desempeño cuando
ellos superan el límite de lo razonable, causan graves perjuicios a las partes y/o a la
administración de justicia, o permiten presuponer la pérdida de imparcialidad del tribunal.
Naturalmente, y conforme a la doctrina constitucional ya estudiada, este razonamiento se
efectúa dentro del amplio margen de discrecionalidad que los constituyentes brindaron al
Congreso...” (op. cit., pag. 121).
Este criterio también es compartido por los autores clásicos que han
escrito sobre el tema. Así, Sánchez Viamonte sostiene que: “... en el juicio político se juzga
institucional y administrativamente la inconducta o la incapacidad de los jueces, pero no la
dirección de sus actos o el criterio que informa sus decisiones en la interpretación de la ley”
(“Manual de Derecho Constitucional”, Ed. Kapelusz, 1958, pág. 280).
Por su parte, Mariano Drago señala en el mismo sentido: “... Es muy
raro que en la apreciación de un caso jurídico coincidan todas las opiniones. Por el contrario,
dentro de un mismo tribunal sus miembros encaran a veces con distinto criterio la cuestión
controvertida. Los disconformes con el voto de la mayoría registran su disidencia en voto
separado. Sucede también que los magistrados del mismo tribunal, conformes en cuanto a
la decisión de fondo, no lo estén en los fundamentos, y en tal caso, que ha ocurrido muchas
veces en la Corte Suprema y en todos los tribunales colegiados, los miembros disconformes
dejan expresados los distintos fundamentos en que apoyan la misma sentencia... Todo lo
cual demuestra que el Poder Judicial no es infalible, como tampoco lo son los poderes
Ejecutivo y Legislativo. La justicia puede equivocarse, y se equivoca, ya que ningún hombre,
ni cuerpo ni institución es depositario de la verdad absoluta, por que la verdad absoluta no
es de este mundo. ¿Y qué es la doble instancia establecida en la inmensa mayoría de los
países civilizados, sino una precaución contra los posibles errores judiciales? Por eso, el
error por sí solo no es causal de enjuiciamiento y no está mencionado en el art. 45 de la
Constitución entre los hechos que pueden fundarlo. ‘Ningún juez puede ser enjuiciado a
causa de decisiones equivocadas’, dice Willoughby en su Tratado de Derecho
Constitucional, vol.3, ed. 1929, pág. 1450, resumiendo los precedente americanos...” (“El
Juicio Político como Instrumento de Opresión. Memorial presentado al H. Senado de la
Nación, constituido en Tribunal, por el defensor del Dr. D. Benito A. Nazar Anchorena,
en el juicio político promovido por la Cámara de Diputados contra los ministros de la
Corte Suprema de Justicia y el Procurador General de la Nación”, Buenos Aires, 1946,
págs. 58/59).
El examen de la moderna doctrina estadounidense también demuestra
que el mero desacuerdo con las decisiones de un juez no puede constituir una causal de
remoción de aquél. En tal sentido, señala el conocido tratadista Lawrence Tribe que solo
causas realmente graves pueden justificar la remoción del magistrado: “... Así, por ejemplo,
un juez cuyos deberes oficiales se centran en la administración equitativa e imparcial de la
justicia, podría ser ciertamente sometido a juicio político por decidir, en forma probada,
casos en forma partidista, resolver deliberadamente a favor de los aliados políticos del juez o
llegar a resultados fundado en contactos con las partes o de acuerdo con el posible impacto
de una decisión en la fortuna política del partido al que pertenece el juez...” (“American
Constitutional Law”, 3a. ed., volumen I, New York, Foundation Press, 2000, pág. 167).
Es decir, la soluciones adoptadas en las causas judiciales sólo pueden
servir de causal de destitución por “mala conducta” en los supuestos excepcionales a que se
refiere González Calderón: “... El principio constitucional de la inamovilidad no implica una
situación de impunidad para los magistrados judiciales, a cuyo amparo puedan cobijarse los
ineptos, los prevaricadores, los venales, con perjuicios irreparables para la sociedad. No
significa que puedan sin responsabilidad cometer los mayores desaciertos, iniquidades,
escándalos o errores de mala fe, sin que el pueblo tenga la facultad inmanente y propia del
régimen representativo-republicano de revocarles el mandato que indirectamente les ha
dado para administrar justicia. Una inamovilidad así entendida sería demasiado repugnante
a la moral y al derecho para detenerse siquiera un momento en refutarla, y no ha sido jamás
propiciada por los autores...” (“Curso de Derecho Constitucional”, 5º ed., Buenos Aires,
Editorial Kraft, 1967, pág. 544; la cursiva ha sido agregada).
Por consiguiente, la sola posibilidad de que el suscripto haya incurrido
en algún error de derecho al fallar en las causas mencionadas en la acusación de la
Comisión1 de ninguna forma pueden justificar la existencia de algunas de las causales de
remoción del art. 53 de la Constitución en forma alguna puede ser equiparada a la existencia
de los graves supuestos de “mayores desaciertos”, “iniquidades”, “escándalos” o “errores de
mala fé” a que se refiere el profesor González Calderón en el párrafo transcripto.
En el marco de este descargo, realizaré un análisis pormenorizado de
mis votos en la distintas causas respecto de las cuáles se han formulado imputaciones ante
esta
Comisión. Demostraré, tal como lo adelanté, que no sólo no he incurrido en los
supuestos excepcionales a que me he referido “supra”, sino que mis decisiones se han
ajustado en un todo a las prescripciones de la Constitución, la ley y las constancias de las
respectivas causas. Por consiguiente, tengo seguridad de que la
Comisión, luego de
examinar mis argumentos sobre el punto, “haciendo uso del amplio margen de
discrecionalidad que los Constituyentes brindaron al Congreso”2, resolverá desestimar “in
limine” las imputaciones en mi contra.
Cabe, por último, hacer la siguiente salvedad acerca del concepto del
mencionado concepto de “discrecionalidad”. Así, tal como lo señala la moderna doctrina del
1
Por lo demás, tal como lo explicaré detalladamente en los puntos siguientes, considero no haber incurrido en errores al
decidir en las causas mencionadas en la acusación.
2
Hidalgo, op. cit., pág. 121.
derecho administrativo, “... Discrecionalidad no es arbitrariedad en suma. Como subraya la
Sentencia del 21 de noviembre de 1985 [del Tribunal Supremo español] son, mas bien,
‘conceptos antagónicos’, que ‘nunca es permitido confundir, pues aquello (lo discrecional) se
halla o debe hallarse cubierto por motivaciones suficientes, discutibles o no, pero
considerables en todo caso y no meramente de una calidad que lo haga inatacable, mientras
que lo segundo (lo arbitrario) o no tiene motivación respetable, sino –pura y simplemente- la
conocida sit pro ratione voluntas o la que ofrece lo es tal que escudriñando su entraña,
denota, a poco esfuerzo de contrastación, su carácter realmente indefinible y su
inautenticidad’ (Sentencia de 13 de julio de 1984)...” (Eduardo García de Enterría y TomasRamón Fernández, “Curso de Derecho Administrativo”, Editorial Civitas, Madrid, 1990,
Tomo I, pág. 474).
Por cierto que esta fuerte limitación al ejercicio del poder discrecional
no se aplica únicamente a la actividad de la Administración sino también a las funciones que,
tradicionalmente, han sido consideradas típicas de los órganos legislativos. Así, en el caso
“Demicoli v. Malta” (1991), el Tribunal Europeo de Derechos Humanos resolvió que, al
ejercer sus facultades disciplinarias, el Parlamento de dicho país estaba obligado a respetar
las garantías del debido proceso previstas en el art. 6 de la Convención Europea de
Derechos Humanos, que se encuentra redactada en términos sustancialmente idénticos al
art. 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Ello significa que, partiendo
de la importancia que posee la jurisprudencia europea para la interpretación de la
Convención Americana3, en el ejercicio de sus facultades discrecionales la Honorable
Comisión deberá respetar los principios que surgen del citado art. 8 de la Convención, entre
ellos el que establece la presunción de inocencia.
La necesidad de esta fuerte limitación al ejercicio de las facultades
discrecionales de la Comisión es particularmente imperiosa en el caso del juicio político ya
que allí está en juego la independencia del Poder Judicial de la Nación. Así, tal como lo
expresó Joseph Story hace aproximadamente 150 años: “... las razones a favor de la
3 La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha aplicado en numerosas oportunidades las doctrinas elaboradas por su equivalente
europea (ver, entre otros, caso “La Colegiación Obligatoria de Periodistas”, Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión
Consultiva OC-5/85, del 13 de noviembre de 1985, Serie A No.5) a los fines de interpretar las disposiciones de la Convención Americana .
independencia judicial se aplican todavía con mas fuerza en una República, y sobre todo en
aquellas que tienen una Constitución escrita, con poderes determinados y derechos
limitados... En primer lugar, las facciones y los partidos son tan comunes y tan violentos en
las Repúblicas como en las monarquías; las mismas garantías son pues tan indispensables
en las unas como en las otras, contra las invasiones del espíritu de partido o la tiranía de las
facciones... El Poder Judicial que es el punto vulnerable de la Constitución, está...
constantemente expuesto a los ataques y a un triunfo que, aunque sea momentáneo,
alcanzado sobre este poder por las pasiones populares, es un golpe durable dado a la
Constitución... “ (“Comentario sobre la Constitución Federal de los Estados Unidos”,
Tomo II, 4ª. Ed, traducido por Nicolás Antonio Calvo, Buenos Aires, 1888, págs. 429/430). Y
concluye el autor nombrado con estos conceptos que resultan muy relevantes para el
presente caso: “... Después de estas consideraciones generales, si se consultan los hechos
será fácil convencerse que, el Poder Judicial, está seguro en un República cuando sus
empleos son inamovibles mientras dura la buena conducta del Juez, y que la justicia será
generalmente mejor administrada allí donde la independencia sea mayor...” (op. cit., pág.
435; la cursiva ha sido agregada).
Y, como demostraré acabadamente a continuación, la buena conducta
ha sido la característica inalterable durante los 8 años de mi desempeño como magistrado
de la Corte Suprema de la Nación.
Expediente 8023-D-01.- (Causa “Fayt”)
CARGO: “La falta de excusación, desestimación de recusación y desestimación
del recurso de reposición peticionada por el Sr.Procurador General de la
Nación”
Descargo del juez Gustavo Alberto Bossert
DESCARGO:
Explicaré el motivo por el que no me excusé y resolví intervenir en la causa, pero previo a
ello, considero
necesario extenderme en relación con la situación jurídica planteada en la mencionada
causa, como así también en el análisis de la solución establecida en mi voto, en disidencia
con la posición de la mayoría.
En oportunidad de dictar dicho fallo, la Corte Suprema de Justicia de la Nación se
pronunció por mayoría sobre los límites a las facultades de la Convención Constituyente
reformadora de 1994, y al mismo tiempo definió la situación de uno de sus miembros, el Dr.
Carlos S. Fayt, frente a una de las modificaciones al poder judicial efectuadas por la reforma
constitucional de 1994. Se trata de una decisión de especial trascendencia para el derecho
público argentino en tanto y cuanto importa un límite al poder constituyente derivado
impuesto por el poder judicial, uno de los poderes constituídos, cuyas decisiones por
principio general deben necesariamente subordinarse al marco impuesto por el primero. Es
de destacar la inexistencia en el derecho judicial argentino nacional de otra sentencia que en
el pasado hubiera declarado inconstitucional parte del contenido de una reforma
constitucional.
El Dr. Carlos S. Fayt, por razón de su edad entendió que se encontraba comprendido
en la situación contemplada en la cláusula constitucional que se transcribe a continuación:
art. 99: “El presidente de la Nación tiene las siguientes atribuciones:
4. Nombra los magistrados de la Corte Suprema con acuerdo del Senado por dos tercios de
sus miembros presentes, en sesión pública, convocada al efecto.
Nombra los demás jueces de los tribunales federales inferiores en base a una
propuesta vinculante en terna del Consejo de la Magistratura, con acuerdo del Senado, en
sesión pública, en la que se tendrá en cuenta la idoneidad de los candidatos.
Un nuevo nombramiento, precedido de igual acuerdo, será necesario para mantener
en el cargo a cualquiera de esos magistrados, una vez que cumplan la edad de setenta y
cinco años. Todos los nombramientos de magistrados cuya edad sea la indicada o mayor se
harán por cinco años, y podrán ser repetidos indefinidamente por el mismo trámite.”
El nombrado interpone una acción meramente declarativa de certeza, en los términos
del art. 322 del Código Procesal en lo Civil y Comercial de la Nación. El magistrado
considera que debe declararse nula de nulidad absoluta la cláusula contenida en el párrafo
3º del inc. 4º del art. 99 de la constitución, de conformidad con lo preceptuado por la ley
declarativa de la necesidad de la reforma constitucional en su art. 6. Esto último como
consecuencia de que la solución contenida en dicha disposición constitucional no había sido
habilitada por el Congreso cuando ejerció el poder preconstituyente con el que se dio
comienzo al proceso de reforma. Ello así, puesto que según el accionante la convención
constituyente no estaba facultada para modificar el art. 96 de la ley fundamental, hoy art. 110
-en razón de la nueva numeración posterior a la reforma- . Esta cláusula consagra la
garantía de inamovilidad de los jueces federales argentinos, al expresar que éstos
“conservarán sus empleos mientras dure su buena conducta”. Se persigue la nulidad de
dicha cláusula por aplicación del art- 6 de la ley 24.309, de declaración de la necesidad de la
reforma. Asimismo, se considera que cuando se presentara una situación que supere el
marco dado para la reforma constitucional en la ley declarativa que la antecedió, debe existir
el órgano capaz de aplicar la sanción que el legislador ha previsto y que dicho órgano no
puede ser otro que la justicia.
El máximo tribunal en el voto de la mayoría considera que la reforma introducida por la
convención reformadora, en comentario, es nula de nulidad absoluta, ya que una alteración
tan sustancial no reconoce habilitación suficiente en las facultades implícitas que se derivan
de la expresa atribución de reformar -en los términos del apartado I del “Núcleo de
Coincidencias Básicas” incorporado a la Ley 24.309- el régimen de designación.
Se sostiene que la Corte posee la facultad de controlar el desempeño de una
Convención Constituyente, en particular en lo que hace a la adecuación del mismo a los
lineamientos que surgen de la declaración del Congreso que fija llos puntos a reformar. Que
en lo relativo a la cláusula objeto del litigio, se trata de una actuación exorbitante del
constituyente reformador, en tanto el tema no estaba incluido en el menú de modificaciones
preparadas por el legislador en ejercicio del poder preconstituyente.
La Corte expresa que no puede admitirse que, con motivo de la reforma de una
cláusula relativa a las atribuciones del Poder Ejecutivo nacional -intervención del presidente
de la Nación en la designación de los magistrados federales- art. 99, inc. 4º de la
Constitución reformada- materia explícitamente habilitada en el art. 2º de la ley 24. 309-, la
convención reformadora incorpore una cláusula extraña a las atribuciones de aquel poder,
como es la inamovilidad de los magistrados.
En lo que hace al control en si mismo, la sentencia establece que el Poder Judicial
está habilitado para juzgar en los casos que se le planteen, si el acto impugnado ha sido
expedido por el órgano competente, dentro del marco de sus atribuciones y con arreglo a las
formalidades a que está sujeto. Además, pone el acento en la trascendencia de la cuestión
que se ventila, la garantía de inamovilidad de los jueces federales, a la que califica como
inherente a la naturaleza del Poder Judicial de la Nación y que configura uno de los
principios estructurales del sistema político establecido en la constitución nacional.
Ya en respuesta al cargo que se me formula, y sin que esto implique una crítica a los
jueces del Tribunal que adoptaron actitudes distintas en la causa, debo señalar que
consideré un imperativo ético intervenir en ella para afirmar la validez de la cláusula
constitucional - por la trascendencia jurídica que esto implica - votando expresamente en
contra de mi interés (la permanencia en el cargo más allá de los 75 años) , y por ello, entre
otros conceptos, dije: “La limitación del art. 99, inc. 4 alcanza tanto a los jueces designados
con posterioridad a la reforma constitucional como a quienes hemos sido designados con
anterioridad a dicha reforma”
Como es lógico, la excusación por tener interés en el pleito o en otro semejante, que
establece el art. 17 del Código Procesal, tiene por objeto impedir que el juez vote en favor de
sus propios intereses , pero no en el caso exactamente contrario, como yo hice en la causa
“Fayt”.
Agregaré que yo no tenía abierto pleito alguno semejante al promovido por el juez
Fayt ni tampoco me unía a él “una amistad manifestada por gran familiaridad o frecuencia en
el trato”, sino que sólo me unía el vínculo que significa integrar un tribunal colegiado. De
manera que no había causa legal que me obligara a excusarme.
En cuanto a los planteos formulados en dos escritos por el Sr. Procurador General,
cabe señalar lo siguiente:
El 12-7-99 pidió que los jueces de la Corte se excusaran; invocó razónes de decoro y
delicadeza, por ser “pares (del actor), quienes, a su vez y respecto del fondo de la cuestión
debatida pueden esgrimir similares agravios”.
En primer lugar, las razones de “decoro y delicadeza” representan una apreciación
personal del juez; por lo que antes dije, en mi caso no había motivo de conciencia alguno
vinculado a un particular vínculo con el actor -que no existía- como para excusarme al
respecto. Pero además, la hipótesis de que los “pares podrían esgrimir similares agravios” no
me alcanza, ya que expresamente afirmé en la sentencia la validez de la cláusula
constitucional cuestionada por el actor y anulada por la mayoría de la Corte.
Al final de su escrito, “en forma subsidiaria” planteó también la recusación.
La Corte, el 14-7-99 desestimó la recusación fundándose en que, como es obvio, “sólo
cuentan con legitimación para introducir planteos de la naturaleza indicada quienes
intervienen en el proceso en calidad de parte (arts. 14, 15, 18 del Código Procesal)”. En
tanto que la actuación del Procurador en dicha causa era sólo al efecto de dictaminar si
correspondía la competencia de la Corte, “sin asumir la condición de parte como, en cambio,
prevé la ley 24946 para otro tipo de situaciones (arts. 40, inc. b, 41 inc a)” expresó la Corte.
El Procurador insistió vía reposición el 16-7-99, pretendiendo que se hallaba
legitimado. Basta revisar sus argumentos, confrontándolos con la ley 24946 aplicable al
caso, para advertir que carecía de razón: justamente, el art. 33, inc. a , apartado 5, establece
que la función del Procurador será “DICTAMINAR sobre los siguientes asuntos: ...Causas en
las que se articulen cuestiones federales ante la Corte Suprema, a efectos de dictaminar si
corresponden a su competencia extraordinaria y expedirse en todo lo concerniente a los
intereses que el Ministerio Público tutela”; como se advierte, la facultad de dictaminar,
expedirse, lo que implica expresar opinión, no lo convierte en parte en el proceso.
Y esto resulta ratificado por los arts. 40 y 41 de la misma ley donde sí se le da al
Ministerio Público la facultad de actuar como parte en determinadas causas.
La reposición fue rechazada por aplicación de la antigua y reiterada doctrina de la
Corte según la cual “las sentencias definitivas e interlocutorias no son susceptibles de ser
modificadas por la vía intentada (arts. 238 y 160 del Código Procesal”.
En lo que a mí respecta, debo reiterar que independientemente de la razón
jurídica que impedía al Procurador recusar, por no ser parte, no me alcanzaban
ninguna de las causales que habilitan a la recusación o a la excusación según ya
he explicado, y en particular referencia al “interés” al que alude el art. 17 inc. 2,
reitero que no me era aplicable dada mi decisión de intervenir para votar en contra
de mi propio interés - tal como hice - y a favor de la validez de la cláusula
constitucional, por la convicción que he tenido y tengo de la gravedad que encierra
la invalidez de una norma constitucional.
De tal manera, hice un balance de los intereses en juego, y consideré que
era más trascendente afirmar la validez de la cláusula constitucional en discusión,
perjudicando mi posición personal como magistrado.
Por eso entendí que era preferible actuar en la causa y dejar así a salvo la
legitimidad de la reforma aprobada por la Convención Constituyente.
Vale recordar que en diversos comentarios al fallo se puso de manifiesto la
diferencia esencial entre el voto de la mayoría y la disidencia parcial que suscribí..
Así se expresó que “es de destacar que el voto en disidencia parcial del Dr.
Gustavo Bossert se aparta de la decisión de la mayoría, acercando su posición a
la de la Cámara de Apelaciones. Este miembro del máximo tribunal argentino de
justicia, señala que la limitación a la inamovilidad de los magistrados impuesta por
el art. 99, inc. 4º de la constitución reformada, ha sido establecida respecto de
quienes después de su sanción cumplan la edad de setenta y cinco años,
alcanzando tanto a los jueces designados con posterioridad a la reforma
constitucional como a quienes han sido designados con anterioridad a la misma,
pero imponiendo como condición un hecho incierto y futuro y limitando su
aplicación a quienes con posterioridad a la reforma cumplan la edad establecida”
(Sabsay, Daniel A: “El control de constitucionalidad de la reforma constitucional en
un fallo de la Corte Suprema de Justicia Argentina”, Anuario Iberoamericano de
Justicia Constitucional, Nº 3, Madrid, España, Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, pág. 437)
Y en el mismo sentido: “Como lo demuestran la decisión de segunda
instancia y la disidencia del ministro Bossert, era posible interpretando la ley de
habilitación, encontrar una solución justa al caso concreto –es decir, reconocer los
derechos del juez Carlos Fayt sin necesidad de declarar la inconstitucionalidad de
la norma constitucional. Es decir que se dejó de lado la regla básica de que
aquélla sólo procede cuando no existe otro modo de solucionar con justicia la
litis” “Hay diversos motivos para no tener una absoluta certeza sobre la solidez
de las instituciones de la República. La declaración de la nulidad de una cláusula
de la Constitución Nacional aporta un elemento más a la creciente inseguridad
jurídica. Entiendo que pudo evitarse sin lesionar los derechos de las partes
involucradas ni la independencia del Poder Judicial”. (Colautti, Carlos E.: “Las
reformas a la Constitución y los límites a la revisión judicial”, Jurisprudencia
Argentina, 17/11/99, pg. 33).
Igualmente Antonio M. Hernández destaca mi disidencia, cuando expresa
que la Cámara había rechazado la declaración de invalidez de la reforma
constitucional efectuada por el juez de primera instancia y acogido la acción
declarativa del actor. “Esta sería posteriormente la solución del fallo del ministro
Dr. Bossert, quien votó en disidencia parcial de la mayoría de la Corte” (“El caso
“Fayt” y sus implicancias constitucionales”, Academia Nacional de Derecho y
Ciencias Sociales de Córdoba, julio de 2001, pág. 21, nota 3)
Por todo lo expuesto, solicito a la Comisión se acepte este descargo y no se
me formulen imputaciones.
EXPTE. 7634-D-01 (Causa Yoma)
Descargo del juez Gustavo Bossert
CARGO :
No haber planteado cuestión alguna ante la falta de excusación
por parte de los ministros Nazareno y Vázquez.
DESCARGO
El cargo parte de la premisa de que existiría el deber de hacer un planteo de esa
índole. Pero me permito señalar que no sólo no existe ese deber legal, sino que de
haber actuado de ese modo habría incurrido en una actitud ilegítima.
No existe en el Código Procesal ni en ninguna otra norma la posibilidad de hacer
tal planteo.
Un juez puede apartarse por excusación ( depende de él mismo) o ser apartado
por recusación planteada por parte interviniente en la causa( en el caso, el fiscal,
el querellante, el defensor); nunca podría un juez del mismo Tribunal, ni ningún
otro juez u otra persona que no sea parte en el juicio, recusar a un juez que
interviene en la causa.
Independientemente de lo expuesto, que alcanza, entiendo, para fundar mi
descargo, agregaré que es razonable que un juez no pueda plantear el
apartamiento de otros integrantes del Tribunal, ya que de otro modo se podrían
constituir mayorías que impidiesen la intervención de otros miembros del Tribunal
en las decisiones.
Además, son los integrantes del Tribunal colegiado quienes deben juzgar sobre
las excusaciones y recusaciones, y sería contrario a derecho que se convirtieran,
a la vez, en jueces y partes.
TEMAS DE ETICA Y ADMINISTRATIVOS
Exptes. 7692-D-01 y 8106-D-01
Descargo del juez Gustavo Bossert
La Comisión de Juicio Político alude a diversas denuncias genéricas
referentes al modo con que actuó a través de los años la Corte Suprema y que le
habrían acarreado un lamentable desprestigio. Más allá de situaciones de tensión
y crítica extrema desencadenadas en los últimos meses, tanto respecto de la
Corte como de otras instituciones por afligentes situaciones que padece el país,
procedo ahora a hacer el pertinente descargo respecto de los distintos cargos que
en ese documento se me hacen:
CARGO 1
“Haber desvirtuado el rol institucional y haber rodeado de desprestigio y de mala
reputación la imagen del órgano judicial que integran, por un conjunto de acciones
u omisiones (tales la delegación de tareas propias de su cargo y la falta de sigilo y
prudencia durante el proceso de decisión jurisdiccional), comprometiendo así la
eficiente y el decoro en la prestación del servicio de justicia.”
DESCARGO
Considero adecuado dividir en 3 items este cargo:
A) “Haber rodeado de desprestigio y de mala reputación la imagen del
órgano judicial”.
Es un juicio de valor genérico sobre el que yo, más allá de negar la imputación, no
puedo abundar, ya que implicaría aludir de un modo favorable al enorme esfuerzo
que he hecho en estos ocho años de trabajo en la Corte, permanentemente
apegado a la aplicación de la ley, y no me permito incurrir en palabras laudatorias
sobre mi tarea.
Pero dado que “el desprestigio y la mala reputación” aluden al juicio que los
otros tienen sobre uno - en este caso, sobre el tribunal - me remito a la totalidad
de los comentarios jurídicos aparecidos en las diversas colecciones de
jurisprudencia - que, sin duda, esa Comisión tiene a su alcance - referentes a mis
votos de estos ocho años y a
los comentarios periodísticos aparecidos en
distintos medios hasta diciembre de 200l, que han sido casi
invariablemente
favorables a las posiciones que asumí en las sentencias y a mi conducta en la
Corte.
Sin que
esto deba leerse como un juicio crítico hacia los colegas que
votaron en sentido contrario, me permito recordar que entre tales comentarios
periodísticos, que recuerdo y conservo en mi poder y que sin duda esa Comisión
ha compilado,
se encuentran en abundancia los que destacan los votos en
disidencia que suscribí a lo largo de estos años en temas de trascendencia
institucional, libertad de prensa, derechos humanos, garantías individuales, la fiel
aplicación de las convenciones internacionales de derechos humanos, reajuste del
haber jubilatorio, autonomía universitaria,
desplazamientos
de competencias,
nuestro fallido intento de reimplantar, en 1995, los concursos para designar a los
funcionarios judiciales, mi oposición al desplazamiento de diversos funcionarios
que consideré infundados.
También recuerdo - y conservo, como seguramente
obran en poder de esa Comisión - recortes que aluden a mi dedicación a la tarea
judicial, a
mi invariable asistencia
a los acuerdos semanales, a mi reiterada
propuesta de reemplazar la elección de Presidente de la Corte por turnos anuales
rotativos -como sucede en las cortes provinciales y en las cámaras - dejándome
para el último -noveno- lugar,
a mi hábito, que jamás he abandonado, de
desplazarme en las calles sin custodia policial y no tenerla tampoco en mi
domicilio ya que ello responde a mi concepción de las funciones republicanas, mi
voluntaria rebaja de mi sueldo en junio 2000, nuestra oposición, en agosto 2001,
al aumento de sueldos a los jueces propuesto por el Consejo de la Magistratura,
y a tantos otros aspectos que no pueden juzgarse como elementos de
“desprestigio y mala reputación” de la Corte.
B) “Delegación de tareas propias a su cargo”.
Es cierto que existen en la Corte, desde antes de mi incorporación en 1994,
diversas Secretarías Generales que colaboran con la tarea de los jueces, leyendo
exhaustivamente los expedientes que arriban y en ocasiones preparando
memorandums que son resúmenes de lo leído y a veces también proyectos que
luego los jueces consideran.
Esto se debe al hecho fácilmente comprobable de que la Corte
atiende varios miles de causas al año ( a diferencia de nuestro modelo originario,
la
Corte
Suprema
de
los
Estados
Unidos
de
América,
que
atiende
aproximadamente 100 causas al año).
Para dar precisión a esta afirmación, suministro a continuación el
cuadro de crecimiento de expedientes ingresados cada año a la Corte desde 1993
(yo me incoroporé el 29-3- 1994) y de causas resueltas cada año:
Año 1993
1994
Ingresados Resueltos
Ingrsdos
1995
Resltos.
1996
Ingrdos. Restos.
Ingresados.
Resueltos
24.507
7.691
36.657
5.294
16.880
7029
23.519
8800
1997
1998
Ingrdos. Rsltos.
1999
Ingrsdos.Restos.
2000
Ingresdos Resueltos
Ingresados
Resueltos
9.639
36.338
7.888
45.799
13.595
15.872
17.290
15.454
En la carpeta “Apéndice” acompaño cuadro demostrativo completo de
estas cifras que explican
la necesidad de la Corte de contar con un plantel
suficiente de colaboradores ante
tal magnitud de causas que ingresan
anualmente. Es facilmente comprensible que un juez no puede , por ejemplo, leeer
íntegramente varios miles de expedientes cada mes, con sus anexos e incidentes,
para posteriormente reflexionar sobre cada uno y comenzar a elaborar su
decisión. Con la buena fe que, no dudo, serán analizadas estas explicaciones y
descargos, se comprenderá el aporte imprescindible de los funcionarios que, en la
mayoría de los casos, hacen una lectura previa de los expedientes y un
memorandum, con el cual los jueces, luego, podemos realizar un análisis
razonable de la causa.
El origen fundamental, a mi modo de ver, de esta cantidad de expedientes
que ingresan y demandan un esfuerzo extraordinario, es, además de la gran
cantidad de causas previsionales, la incorporación - hace ya varios decenios- de la
“doctrina de la arbitrariedad”, en virtud de la cual todos los litigantes de la
República Argentina, aunque las causas en que intervienen sean de derecho
común y nada tengan que ver con el caso federal que contempla la ley 48, llegan
con su recurso extraordinario o de hecho a la Corte Suprema y esta Corte tiene
que estudiarlos y resolverlos como a cualquier otra causa. El porcentaje de
rechazo de esos recursos fundados en la “arbitrariedad” de la sentencia es muy
elevado, pero igualmente demandan el estudio y la preparación de proyectos de
desestimación por parte de la Corte.
Esta es la dramática realidad que todos conocen, no sólo quienes actuamos
en la Justicia, sino también la gran cantidad de abogados argentinos que no
omiten acudir a este camino para acceder a la Corte, aunque el tema resulte
absolutamente alejado del caso federal previsto por la ley 48.
Respecto al señalado incremento de letrados en la Corte, por mi
parte no recuerdo haber propuesto jamás la incorporación, a las secretarías
generales de la Corte, de personas ajenas al Tribunal, sin perjuicio de haber
acompañado con mi firma la promoción de funcionarios que consideré razonable
promover.
En lo que a mí respecta, cumplo en informar el nombre y las
funciones que cumplen mis colaboradores en mi Vocalía, aclarando que en nadie
delego las funciones que me son propias, de estudiar en profundidad y decidir
cada asunto:
MIS COLABORADORES:
Secretaria Privada:
Sta.María Fernanda Márquez Urtubey (ya desempeñaba esa función cuando me
incoRporé a la Corte; había, además otras tres secretarias privadas cuando me
incorporé, pero prescindí de sus servicios).
Prosecretario Administrativo: Sr.Matías Fernández Pinto. Fue trasladado a mi
Vocalía en 1998 desde la Subsecretaría de Administración Contable de la Corte
Suprema.
Oficial
Mayor
(empleada
administrativa):
Sra.
Adriana
Gervasoni
(ya
desempeñaba la función cuando me incorporé a la Corte)
Secretarios Letrados:
1) Dra. María del Cármen Battaini (se hallaba desempeñando esa función cuando
me incorporé a la Corte)
2) Dr. Luis Márquez (se hallaba desempañando esa función cuando me incoporé)
3) Dr. Juan Carlos Mazzacaro. Fue trasladado a mi Vocalía desde la Secretaría 7
de la Corte donde prestaba servicio.
4) Dr.Fernando Racimo. Fue trasladado a mi Vocalía desde la Secretaría 2 de la
Corte donde prestaba servicio.
El Dr.Carlos Carranza Casares se halla incluído en la plantilla de esta Vocalía,
pero se encuentra con licencia sin goce de sueldos desde marzo 2001, ya que se
desempeña en la Defensoría General de Menores del Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires, efectivizándose próximamente el traslado definitivo a ese
organismo, según las previsiones del Dr.Carranza.
Como se advierte, jamás incorporé a mi Vocalía a alguien que no
perteneciera ya al Poder Judicial, lo que significó el ahorro consiguiente para la
institución.
Designaciones fuera de mi Vocalía:
En 1994 y 1995, periódicamente y en orden sucesivo, se nos ofrecía a los jueces
del tribunal la posibilidad de designar el nombre de quien debía cubrir una
vacante. Desde la primera vacante que debí cubrir, ofrecí ésa y las siguientes de
las que dispuse, a la “Federación de Veteranos de Guerra de la República
Argentina”, a efectos a de dar empleo a ex soldados combatientes de Malvinas. En
la carpeta “Apéndice” acompaño mi carta a la “Federación” del 1-8-1994 - a la que
siguieron otras similares cada vez que dispuse de una vacante - y las cartas de
respuesta(dirigidas a mi secretaria María F Márquez Urtubey).. De ese modo, ocho
ex combatientes que trabajan en dependencias de la Corte fueron designados por
el suscripto. Posteriormente, severas medidas de contención de gastos
determinaron - según se me informó - el congelamiento de vacantes; de manera
que ya fueron pocas las oportunidades en que pude proponer un nombre para
cubrir una vacante.
C)
En cuanto a la “falta de sigilo y prudencia en el
proceso de decisión
jurisdiccional”, jamás he sido imputado por persona alguna de incurrir en tan
lamentable actitud .
Por cierto, la circulación de los proyectos entre nueve vocalías, además de
las secretarías respectivas,
posibilita desdichadamente
que, en ciertas
circunstancias, se filtre información sobre la marcha del análisis del expediente por
parte del tribunal. En diversas oportunidades, el Tribunal ha puesto en marcha
tareas de investigación para determinar el origen de dichas filtraciones de
información, pero siendo tantas las personas por quienes circulan los proyectos,
nunca se obtuvo resultado positivo, al menos hasta donde yo sé..
Considero entonces que no se me puede imputar por estar razones
mal desempeño en el cargo.
CARGO 3
Haber violado, con motivo de la suscripción de la acordada
20/96 —por la cual se declaró inaplicable a los jueces y
otros
funcionarios
tributar
el
del
impuesto
a
Poder
las
Judicial
la
ganancias,
por
obligación
de
considerársela
incompatible con la garantía constitucional de intangibilidad
de la remuneración de los jueces—, el artículo 2º de la ley
nº 27 —que prohibe a la justicia nacional proceder de oficio,
ejerciendo jurisdicción fuera de un caso contencioso y sin
haber sido requerida a instancia de parte—, incurriendo prima
facie en el ilícito descripto en el art. 248 del Código
Penal, y por haber incurrido en la grave falta ética de
participar en la creación de una norma que, además de ser
manifiesta y absolutamente nula, establece una exención o
privilegio no igualitario, con contenido económico, en favor
de
una
haberla
categoría
además
de
beneficiarios
hecho
extensiva
que
incluye
ilegalmente
funcionarios del Poder Judicial (cargo 3).
DESCARGO
los
a
y
por
otros
Por
coincidir
plenamente
con
lo
expresado
por
el
juez
Augusto Belluscio sobre este tema, y con su autorización, me
permito exponer sus argumentos a título de descargo.
Corresponde aclarar, en primer término, que no
se declaró inaplicable la obligación de tributar el impuesto
a las ganancias en general sino sobre las remuneraciones del
cargo, manteniendo así las exenciones que resultaban del art.
20, inciso p y
r, de la ley
20.628, texto
ordenado por
decreto 450/86.
Lo dispuesto no constituyó una creación de la
Corte en su actual composición, sino sólo la aplicación de lo
resuelto en la causa Fisco Nacional c/ Rodolfo Medina, del 23
de septiembre de 1936, que con referencia al impuesto a los
réditos —hoy denominado impuesto a las ganancias— resolvió
que el art. 18 de la ley 11682 era violatorio del art. 96
(hoy
110)
de
la
Constitución
en
cuanto
imponía
una
contribución sobre el sueldo de los magistrados judiciales de
la Nación.
Los
quienes
integraron
votos
expedidos
la
Corte
en
esa
ilustran
oportunidad
por
claramente
los
fundamentos de la decisión.
Así,
el
voto
del
juez
Calderón
recordó
la
diferencia existente entre la constitución argentina y la
norteamericana —que no incluye, como aquélla, la frase “en
manera alguna”—, diferencia que refuerza la prohibición de la
fuente, por lo que resulta inconstitucional una imposición
que afecta en forma indirecta el principio de intangibilidad
de la remuneración, que en nuestro país es absoluto. Agregó,
entre
otras
razones,
que
“puede
parecer
injusto
e
inequitativo el privilegio que importa esta exención en favor
de tales funcionarios, que llegarían así a ser los únicos
habitantes del país que no contribuirían con una parte de sus
rentas al mantenimiento de las instituciones que proveen, en
los múltiples órdenes en que están organizadas, los servicios
de atención a la vida, los bienes y al bienes general”, pero
que la letra del texto constitucional ampara tal privilegio,
el cual pierde su carácter personal y odioso porque no se
acuerda
a
la
persona
de
los
magistrados
sino
al
Poder
Judicial de la Nación, al cual los constituyentes quisieron
asegurar una absoluta independencia en su funcionamiento y
librarlo de toda presión por parte de los otros poderes que
tienen “la fuerza y el dinero”. Que la desigualdad ante la
ley
cede
ante
la
necesidad
de
afianzar
la
absoluta
independencia del Poder Judicial “para que él pueda darnos la
seguridad efectiva de nuestros derechos en nuestras personas
y en nuestros bienes”. Que el principio básico sobre el cual
reposa nuestro régimen político, que es la división de los
poderes
del
propias
y
Gobierno
limitadas,
en
tres
departamentos
independientes
el
uno
con
funciones
del
otro,
se
lesionaría gravemente si cupiera la posibilidad de que la
vida de los funcionarios que integran uno de ellos estuviese
a merced del otro, máxime cuando el agravio se infiere al más
débil. Que si no se ampara el salario del juez desparece la
seguridad
de
su
inflexibilidad
y
de
su
rectitud,
y
su
libertad de juicio puede vacilar ante el humano temor de que
la retribución se reduzca por el legislador hasta extremos
que no le permitan cubrir su subsistencia y la de los suyos.
Tras recordar la jurisprudencia concordante de la Suprema
Corte
de
los
Estados
Unidos,
concluyó
en
la
inconstitucionalidad de los artículos de la ley de impuesto a
los réditos que afectaban el salario de los jueces.
El voto del juez Octavio R. Amadeo se expidió
en el mismo sentido. Explicó que la garantía de inamovilidad
está complementada por la intangibilidad del sueldo, porque
“tener acción sobre la subsistencia de un hombre importa
tenerla sobre su voluntad”, y que en los países donde los
poderes
políticos
son
manifiestamente
fuertes
es
urgente
amparar al más débil, considerado baluarte de la libertad par
el pueblo contra posibles opresiones jurídicas de los otros
poderes. Agregó que la exoneración no viola el principio de
igualdad, pues no se trata de un privilegio para proteger
personas,
clases
o
castas,
sino
de
un
privilegio
institucional, lo que queda demostrado por la circunstancia
de que lo eximido de tributo son los sueldos y no los otros
bienes o rentas de los magistrados. Recordó la jurisprudencia
en el mismo sentido de la Suprema Corte de Estados Unidos,
así
como
la
mayor
fuerza
de
la
prohibición
en
el
texto
argentino, al añadir éste la frase “en manera alguna”. Hizo
mérito
también
de
la
opinión
concordante
de
los
constitucionalistas Joaquín V. González y González Calderón,
y de los precedentes similares emanados de la Suprema Corte
de la Provincia de Buenos Aires de 1878 y del fallo plenario
de la Cámaras Civiles de la Capital del 30 de diciembre de
1932.
Mayor extensión pero similar razonamiento tuvo
el voto del juez Osvaldo Rocha, que reseñó los antecedentes
argentinos y norteamericanos sobre el tema.
Como
antecedentes
nacionales
citó:
1º)
la
resolución de las Cámaras de Apelaciones en lo Civil de la
Capital en pleno del 30 de diciembre de 1932, que al rechazar
la nota del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública que
remitía copia de la decisión de la Contaduría General de la
Nación
que
pretendía
obligar
a
los
habilitados
de
las
dependencias judiciales a descontar el impuesto a los réditos
sobre
los
sueldos
de
los
magistrados,
declaró
que
su
aplicación a los sueldos de los magistrados judiciales era
“incompatible
con
los
principios
constitucionales
que
garantizan la independencia del Poder Judicial”. 2º) El fallo
del Superior Tribunal de Córdoba del 3 de diciembre de 1935,
que
declaró
inconstitucional
la
ley
de
presupuesto
que
disminuía la remuneración de los magistrados judiciales. 3º)
La
interpretación
dada
por
el
Congreso
a
la
garantía
constitucional, pues al dictar la ley 4349 de jubilaciones y
pensiones civiles había establecido en su art. 2º, inc. 5º,
que los magistrados judiciales sólo quedarían comprendidos en
sus disposiciones si se acogieran a ellas. 4º) La sentencia
de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos
Aires del 22 de marzo de 1878
—suscripta por Vicente F.
López, Antonio E. Malaver, José María Moreno, Carlos Saavedra
Zavaleta
y
Pedro
Goyena—
que
permitió
la
rebaja
de
remuneraciones sólo por no existir una norma prohibitiva en
la constitucional provincial, pero dejó en claro la necesidad
de que esa prohibición se estableciese.
En cuanto a los antecedentes norteamericanos,
tras recalcar que la disposición de la Constitución de los
Estados Unidos es menos terminante que la nuestra, refirió:
1º) La carta del Chief Justice Taney al Secretario del Tesoro
del 16 de febrero de 1863 (157 US 701), que rechazó por
inconstitucional e inválido un
estatuto del año 1862 que
imponía a los sueldos de los jueces un impuesto del 3 %, dada
la necesidad de un Poder Judicial libre de toda influencia
directa o indirecta que haga posible torcer sus fallos en
tiempos de excitación política. 2º) La respuesta del Attorney
General Hoar al Secretario del Tesoro, de 1869, según la cual
la
facultad
sueldos
de
del
Congreso
todos
los
de
gravar
con
funcionarios
un
impuesto
civiles
debe
los
ser
interpretada con exclusión de aquellos que el Congreso no
tiene facultad de someter a tales impuestos (en el caso, el
presidente de los Estados Unidos y los jueces de la Suprema
Corte). 3º) La jurisprudencia de la Suprema Corte en los
casos Evans v. Gore,
que en 1920 rechazó la posibilidad de
gravar con el impuesto a la renta inclusive a los jueces
nombrados después de establecido tal impuesto; O’Donoghue v.
United States, de 1933 (289 US 516), que estableció que no
podía ser disminuido el sueldo de un juez de la Corte de
Apelaciones
del
Distrito
de
Columbia;
y
Booth
v.
United
States, de 1934, que, con referencia a un juez jubilado que
continuaba cumpliendo sus obligaciones y participando en la
decisión de casos pendientes, decidió que si el sueldo de un
juez
era
aumentado
por
ley
después
de
su
nombramiento
y
después se jubilaba, una reducción de su compensación estaba
en pugna con la Constitución aunque la compensación reducida
resultara superior al sueldo fijado por la ley al tiempo de
su nombramiento. También recordó la opinión concordante de
diferentes autores norteamericanos que niegan el derecho de
gravar con impuestos las compensaciones de los jueces.
En fin, declaró que el sueldo de los jueces
federales era un rédito no imponible a los efectos de la ley
11682 por estar en pugna con el art. 96 de la Constitución.
En cuanto a la aplicación de oficio del fallo
de
1936,
una
larga
serie
de
antecedentes
justifican
esa
determinación, la cual fue también —como resulta de dicho
fallo— el criterio de las Cámaras Civiles de la Capital en
1932,
e
igualmente
la
adoptada
por
todos
los
superiores
tribunales de provincia con relación a la ley 24.631.
Ya hace casi un siglo, por resolución del 14
de marzo de 1930, la Corte se negó a tomar juramento a un
juez
letrado
nombrado
en
comisión
por
el
presidente
provisional del Senado en ejercicio del P.E., Dr. José E.
Uriburu, sin haber prestado el juramento exigido por el art.
80 de la Constitución. Se dijo entonces que “corresponde a
las facultades de este Supremo Tribunal...como una atribución
inherente a la naturaleza del poder que ejerce, de juzgar, en
los casos ocurrentes, de la constitucionalidad y legalidad de
los actos que se le someten, toda vez que con ocasión de
ellos
ha
de
cumplir
una
función
que
le
confiere
la
Constitución, o la ley. A ese efecto, la Suprema Corte no es
un
poder
automático.
Tiene
el
deber,
en
este
caso,
de
examinar y discernir si el acto con motivo del cual se le
llama al cumplimiento de una función propia, reviste o no la
validez necesaria por razón del origen o poder de que emana,
y si este poder se halla o no habilitado para expedir el acto
de
que
se
trata,
mayormente
cuando
la
Corte
haya
debido
intervenir para que ese poder cumpla ante ella el requisito
que ha de habilitarlo para el ejercicio de sus funciones. Si
la
Suprema
Corte
hubiera
dejado
de
observar
que
el
Dr.
Uriburu no ha cumplido ese requisito, que es el juramento que
ha debido prestar ante ella y aceptar el nombramiento de juez
que ha hecho para el Territorio de Santa Cruz, recibiéndole
el juramento de ley, con razón merecería este Tribunal el
cargo de poco celo en el cumplimiento de sus atribuciones,
desde que permitiría el desconocimiento de éstas, y lo que es
peor, se haría cómplice con el Presidente Provisional del
Senado, de violación de la ley, aceptando como legítima la
que éste ha hecho de ella al entrar a desempeñar el P.E.”.
Luego, en la causa de Fallos: 201:239, expresó
(voto
del
Dr.
Roberto
Repetto),
que
“si
bien
la
jurisprudencia reiterada de esta Corte ha resuelto que la
inconstitucionalidad
pronunciarse
a
de
las
leyes
de
parte
petición
y
y
decretos
no
de
sólo
puede
oficio,
tal
jurisprudencia sólo se aplica al ejercicio de las facultades
judiciales y no al supuesto...de actividades derivadas del
art. 99 de la Constitución, que autoriza a la Corte a dictar
su reglamento y, por consiguiente, a fijar las condiciones
con arreglo a las cuales ejercitará su facultad de tomar
juramento a los funcionarios designados por el P.E. de hecho
o de derecho”.
Más tarde, en Fallos: 238:288, señaló que si
bien es de principio que el contralor de la validez de los
actos de los demás poderes no puede ejercerse por los jueces
de la Nación ex officio, hace excepción el supuesto de que la
reglamentación
exceda
los
límites
constitucionales
de
las
atribuciones jurisdiccionales de esta Corte y en la medida
necesaria para determinar la competencia del Tribunal.
En Fallos: 270:85 recordó la doctrina de los
precedentes
citados
y,
afirmando
“que
es
indisoluble
la
vinculación que media entre el régimen federal de gobierno y
el alcance de la jurisdicción conferida a la Corte y a los
tribunales
nacionales
por
la
Constitución”,
rechazó
la
aplicación de la ley 17.642 que establecía un régimen de
enjuiciamiento
común
para
los
miembros
de
los
superiores
tribunales provinciales, imponiéndole integrar el tribunal de
enjuiciamiento con un miembro de la Corte y dos presidentes
de los superiores tribunales designados por sorteo por ella.
En Fallos: 306:8 declaró inaplicable el art.
24
de
la
ley
22.192
que
disponía
que
designase
a
los
integrantes del Tribunal de Ética Forense entre los abogados
inscriptos
en
la
matrícula
ejercicio
profesional,
con
no
porque
menos
tal
de
20
facultad
años
de
excedía
notoriamente el marco de las atribuciones jurisdiccionales
que la Constitución le otorga y a las cuales debe ceñirse
estrictamente en su accionar.
En Fallos: 308:1519 declaró la invalidez de la
ley
23.362,
presupuestaria
que
modificaba
de
funcionarios
la
de
jerarquía
la
funcional
y
Nacional
de
Cámara
Apelaciones en lo Criminal y Correccional sin anuencia previa
de la Corte, efectuando una transformación de
cargos que
afectaba las facultades reglamentarias atribuidas a la Corte
por el art. 99 de la Constitución.
En Fallos: 314:948 declaró inconstitucional el
decreto 2071/91 que suspendía por un año la vigencia del art.
7º de la ley 23.853 y los efectos de todos los actos dictados
al amparo de dicha norma, lo que interfería en la ejecución
de lo resuelto en las acordadas 32 y 38, emitidas por el
tribunal en ejercicio de las facultades de gobierno que le
son
propias
tornaba
con
arreglo
ineludible
un
a
la
ley
citada,
pronunciamiento
en
situación
que
salvaguarda
del
sistema
de
división
de
poderes
consagrado
por
la
Constitución.
En Fallos: 319:7 negó la aplicabilidad en la
órbita del Poder Judicial del decreto 290/95 que disponía
reducciones salariales.
En
suma,
la
acordada
20/96
no
hace
sino
descalificar constitucionalmente la supresión de la exención
del impuesto a las ganancias a magistrados y funcionarios
judiciales, por aplicación de la jurisprudencia de 1936, y
toma
de
oficio
la
decisión
siguiendo
una
línea
casi
centenaria que lo habilita cuando se trata de la defensa de
las atribuciones de la Corte tanto en las causas sometidas a
su jurisdicción
cuanto como órgano de gobierno del Poder
Judicial.
Resta añadir que el art. 20, inc. p, de la ley
20.628, eximía de impuesto a las ganancias a los sueldos de
los ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
miembros
de
los
tribunales
provinciales,
vocales
de
las
cámaras de apelaciones, jueces nacionales y provinciales, y
funcionarios
judiciales
que
dentro
de
los
respectivos
presupuestos tuvieran asignados sueldos iguales o superiores
a los jueces de
primera instancia; y el inciso
r a los
haberes jubilatorios y pensiones correspondientes a funciones
cuyas
remuneraciones
quedaban
exentas.
La
Corte
declaró
inaplicable la derogación, con lo que se mantuvo la vigencia
del inciso p que comprende a tales funcionarios; en el orden
nacional,
secretarios
y
secretarios
letrados
de
la
Corte
Suprema que gozan de la jerarquía, remuneración, condición y
trato de los jueces de cámara y de los jueces de primera
instancia, respectivamente (arts. 88 y 102 bis —introducido
por acordada del 10 de julio de 1973— del Reglamento para la
Justicia Nacional).
CARGO 5
a) No haberme excusado de intervenir en la causa “Fayt”
b) Haber suscripto la Acordada 20/96
DESCARGO
a)
En la causa promovida por el juez. Fayt, sobre la que hago mi
descargo in extenso por separado (expte. 8023-D-01), solo reiteraré aquí que sentí
el imperativo ético de intervenir en la causa para afirmar la validez de la cláusula
constitucional -por la trascendencia jurídica que esto implica - votando en contra
de mi propio interés ( la continuación en la función después de los 75 años de
edad), y por eso, entre otros conceptos, dije (a diferencia de lo que había dicho la
Cámara): “ la limitación del art. 99 inc. 4 alcanza tanto a los jueces designados con
posterioridad a la reforma constitucional como a quienes hemos sido designados
con anterioridad a dicha reforma”
Como es obvio, la excusación por interés en el pleito o en otro semejante,
que establece el art. 17 del Código Procesal, tiene por objeto impedir que el juez
vote en favor de sus propios intereses, pero no en el caso exactamente contrario,
como yo hice en la causa “Fayt.
Aclaro , además, que yo no tenía abierto pleito alguno semejante al
promovido por el Dr. Fayt, ni lo promovería en el futuro ya que voté por la validez
de la cláusula constitucional que establece el límite de los 75 años, ni tampoco me
unía a él una “amistad manifestada por gran familiaridad o frecuencia en el trato”,
sino sólo el vínculo que significa integrar un tribunal colegiado. De manera que no
había razón legal que me obligara a excusarme.
B)
En cuanto a la Acordada 20/96 el descargo ha sido hecho al tratar el cargo
3.
Por las razones invocadas, pido a la Comisión se acepte mi descargo y no
se me impute mal desempeño en el cargo.
CARGO 6
La imputación que se me formula en este caso, es haber
causado o permitido “el uso indebido de bienes secuestrados en el trámite
de causas judiciales, disponiéndose incluso, en algunos casos, la
transferencia del dominio de esos bienes, con manifiesta ilegalidad”.
Señalo que hace ya algunos años, la Presidencia de la
Corte me adjudicó, para su uso, un automóvil marca Peugeot 405, modelo
año 1995, “dominio colocado ATQ 513", actual chapa patente CPV 368, que
fuera en su momento secuestrado en una causa penal.
Permítaseme explicar aquí cuál es la normativa con la
que me encontré cuando asumí mi cargo como juez de la Corte Suprema, por
qué razones entiendo que se trata de una normativa razonable, y por último,
qué verificaciones he podido efectuar en relación con esta cuestión.
1.- Normativa vigente
a) En el año 1990 el Congreso de la Nación sancionó la
ley 23.853 sobre presupuesto de gastos y recursos del Poder Judicial de la
Nación. El art. 3 de dicha ley determina cuáles son los recursos específicos,
propios del Poder Judicial de la Nación; entre ellos, el inc. b) menciona a “...
los efectos secuestrados en causas penales que no hayan podido entregarse
a sus dueños”. En lo que hace al alcance de esta norma, es para mí claro que
al haber enumerado el inc. b) una cantidad alternativa de recursos, utilizando
en cada caso el punto y coma para distinguir una hipótesis de otra, cada
recurso resulta autónomo e independiente de los otros. Por tal razón, los
“efectos secuestrados en causa penales” son un recurso adicional e
independiente del “producto de la venta o locación de bienes muebles...” con
que comienza esta disposición, o de los “objetos comisados” que también se
mencionan a continuación de los efectos secuestrados4.
Resulta claro que ha sido voluntad del legislador incluir
dentro de los recursos del Poder Judicial de la Nación a los efectos
4
El art. 3, ley 23.853 dice: “Constituyen recursos específicos, propios del Poder Judicial
de la Nación, afectados al presupuesto de gastos e inversiones, los siguientes: ...b) El
producto de la venta o locación de bienes muebles o inmuebles afectado al Poder Judicial
de la Nación; efectos secuestrados en causas penales que no hayan podido entregarse
a sus dueños; objetos comisados; material de rezago; publicaciones; cosas perdidas; el
producido de la multa establecida en el art. 15 de la ley 13.512..., y todo otro ingreso que
no teniendo un destino determinado se origine en causas judiciales”.
secuestrados en causas penales, y que ello ha sido hecho por medio de una
ley general, destinada a prever los recursos globales de este poder del
Estado.
b) También previo a mi ingreso a la Corte Suprema el
Tribunal dictó la Acordada 55/92 (Fallos CSN, 315-2182). En lo que aquí
interesa, por medio de la misma se decidió que el Tribunal podría disponer de
vehículos que hubiesen sido secuestrados “en los términos establecidos en
el art. 3 de la ley 23.853” (ver parte 1 dispositiva de la Acordada).
Igualmente se resolvió que “los magistrados a cargo de los tribunales en
donde se encuentren vehículos secuestrados deberán informar a la Corte
Suprema ... esa circunstancia” (parte 2).
El texto de esta Acordada indica que para dictarla se tuvo
en cuenta “la notoria insuficiencia que padece el parque automotor de este
poder del Estado”, y que además el Tribunal de Cuentas de la Nación, ante
una consulta puntual, no encontró objeciones legales al procedimiento de
afectación al Poder Judicial, de automotores secuestrados en causas
penales5.
5
Según la Acordada, por oficio 1805/91 la Secretaría de Superintendencia Administrativa
de la Corte consultó específicamente al Tribunal de Cuentas esta cuestión, haciendo
saber esta dependencia que no tenía objeciones de índole legal que formular, según oficio
del 7.11.91, Actuación N 10.466/91.
Independientemente de la razón invocada en esa
Acordada, es un hecho notorio que la guarda prolongada y sin uso de
vehículos secuestrados concluye, indefectiblemente, en su inutilización por
el deterioro que sufre debido a la inamovilidad de sus elementos mecánicos,
el óxido, etc. En tal sentido, en la sentencia del 17-X-2000, Causa 7650/2000,
del Juzgado Federal N2, se dijo:”Que corresponde recordar que la
experiencia ha demostrado que los vehículos secuestrados alojados en las
distintas playas que la Policía Federal disponía a tales efectos, además de
sufrir el evidente deterioro producto de la inclemencia del tiempo en razón de
hallarse a la intemperie, en la mayoría de los casos padecían de todo tipo de
saqueo (instrumental, batería, gomas, rueda de auxilio, etc)”
c) Por último, señalo que este panorama normativo no se
ve alterado por la sanción de la ley 25.246 sobre encubrimiento y lavado de
activos de origen delictivo. Es verdad que el art. 27 de esta norma prevé la
creación de un fondo especial que instituirá el Poder Ejecutivo Nacional, y
que será afectado al funcionamiento de la Unidad de Información Financiera
que esta misma ley crea por su art. 5. También señala dicha norma que el
dinero y otros bienes o recursos secuestrados judicialmente integrarán ese
mismo fondo.
Pero de la lectura de dicho art. 27 surge que no se está
hablando de cualquier bien secuestrado, sino solo de los originados en la
comisión de los delitos previstos en esta ley . Estos delitos alcanzados por la
ley 25.246 son el de encubrimiento y lavado de activos de origen delictivo,
según la actual redacción de los arts. 277 a 279 del Código Penal. También se
explica en esta norma que los recursos secuestrados judicialmente –tal como
ocurre con lo previsto en la ley 23.853- pueden ser objeto de administración,
mientras no se resuelva su devolución6.
6
El art. 27 de la ley 25.246 en su parte pertinente dice: “El dinero y los otros bienes y
recursos secuestrados judicialmente por la comisión de los delitos previstos en esta ley,
serán entregados por el tribunal interviniente a un fondo especial que instituirá el Poder
Ejecutivo nacional. Dicho fondo podrá administrar los bienes y disponer del dinero
conforme a lo establecido precedentemente, siendo responsable de su devolución a quien
corresponda cuando así lo dispusiere una resolución judicial firme”
De todas maneras, queda claro que la sanción de la ley
25.246 no derogó el régimen legal estatuido a partir de la ley 23.853. Esta
mantiene su vigencia en lo relativo a secuestros dispuestos en aquellas
causas penales cuyo objeto procesal no sea el específico de la ley de
encubrimiento y lavado de activos.
2.- Análisis de la normativa aplicable al caso de los
automóviles
Aun cuando, reitero, la ley 23.853 y la Acordada 55/92 de
la Corte Suprema son anteriores a mi ingreso al Alto Tribunal, debo señalar
que ellas no parecen irrazonables. El Congreso de la Nación, en el ámbito de
sus atribuciones constitucionales de asignación de recursos, entendió que
una forma de racionalizar gastos del Poder Judicial, sería el de integrar sus
recursos con los efectos secuestrados en causas penales.
Una manera posible de racionalizar recursos, es apelar
entonces a la utilización de tales efectos, de manera que en vez de adquirirse
automóviles nuevos, se utilicen los secuestrados en causas penales.
También parece razonable el recaudo establecido por la
Acordada 55/92, en el sentido de que sea el Juez Penal de cada causa, quien
informe al Alto Tribunal si un determinado automóvil encuadra dentro de las
previsiones del legislador, en el sentido de hallarnos ante un bien que “no ha
podido entregarse a sus dueños”. Nadie mejor que el Juez de la causa que ha
dispuesto el secuestro para evaluar si es posible disponer del bien, en los
términos del art. 3, ley 23.853. Este ha sido, por lo demás, el criterio
mantenido por la ley 25.246, que confía al “tribunal interviniente” la entrega
de los bienes secuestrados, al fondo especial mencionado en el art. 27.
3.- El cumplimiento de estos recaudos en lo que hace al
automóvil que me ha sido asignado
Según he podido verificar, en la asignación concreta del
automóvil Peugeot 405 que utilizo en la actualidad, se cumplió con los
recaudos legales que surgen de las normas mencionadas.
Así, con fecha 7 de agosto de 1997 se libró por el Director
General de la Corte Suprema, Dr. Luis María Freire, oficio al Juez Federal Dr.
Claudio Bonadío, a fin de que informara si en la causa penal caratulada
“Siquier, Enrique Francisco y otros s/inf. art. 172, 292, 293, 296 y 299 del C.
Penal, “el vehículo secuestrado en los autos mencionados... Peugeot 405
GLD, se encuentra en condiciones de ser afectado al patrimonio del Poder
Judicial de la Nación, en razón de lo dispuesto en la Acordada 55/92,
resoluciones N 170/95 y 294/94, lo normado en el art. 3 de la ley N 23.853 y
en el art. 20.785”7.
La respuesta del Juez Bonadío, de fecha 14 de agosto de
1997 y dirigida al Sr. Luis María Freire, fue que el referido vehículo junto a
otros incluidos en un listado que se acompañó, “se hallarían en condiciones
de ser afectados al patrimonio del Poder Judicial de la Nación...”.
En relación con esta respuesta del Juez de la causa
donde se secuestrara el vehículo que se me asignó, debo señalar lo
siguiente. No parece lógico que el magistrado que recibe un vehículo
secuestrado en un proceso penal, en los términos de la normativa recién
examinadas, deba él constatar la razonabilidad de la autorización acordada
por el juez penal en cada caso concreto. Máxime si ése es un trámite en el
que el magistrado que recibe el automóvil, no ha intervenido personalmente.
Por otra parte, la ley 23.853 de racionalización del gasto
público partió seguramente de la premisa de que el ahorro que ella causaría,
justifica el eventual gasto resultante de que en un caso concreto sea
necesario restituir el bien secuestrado a un adquirente de buena fe.
Señalo por último que tal como surge de la Acordada
59/95 dictada en su momento por el Presidente de la Corte, y cuya copia se
adjunta, la asignación de unidades al Poder Judicial de la Nación no se limitó
solo a los Jueces del Alto Tribunal. Ella alcanzó igualmente a una gran
cantidad de funcionarios de la Justicia Federal con asiento en la Capital y en
diversas jurisdicciones del país.
Sólo para mayor abundar, recordaré que en otro caso
de adjudicación y uso de dos vehículos por parte de otro juez de la Corte,
7
Obsérvese que esta causa penal, además de ser previa a la sanción de la ley 25.246, tiene
un objeto distinto al de encubrimiento y lavado de activos contemplado por esta ultima
normativa.
promovida la causa penal 7650/2000, que tramitó ante el Juzgado Federal n 2,
se dictó sentencia firme que dispuso el archivo “por inexistencia de delito”.
Acompaño en la carpeta “Antecedentes” copias de:
Oficio 454/97 de la Corte al Juez Bonadío del 7-8-1997; Oficio de respuesta
del 14-8-97 del juez Bonadío a la Corte; Resolución 2875/98 del Presidente de
la Corte; Resolución 349/99 del Presidente de la Corte; Sentencia del
17/X/2000 en causa 7650/2000 del Juzgado Federal n.2
Por lo expuesto, pido entonces se acepte el descargo que
he formulado y no se me formule cargo alguno al respecto.
CARGO 9:
No haber adoptado, como miembros del cuerpo
colegiado, iniciativas a su alcance encaminadas a suspender, interrumpir o
hacer cesar la aplicación del régimen instituido por la Resolución 891/90 (y
sus complementarias y ampliatorias suscriptas por ellos en algunos casos)
DESCARGO
No suscribí la Resolución 891/90 que
estableció el régimen general destinado a conceder una suma por desarraigo
y determinados pasajes para los jueces que habitan a más de 100 km de la
Capital Federal. Me incorporé a la Corte en 1994 cuando ésa y otras normas
complementarias de ese régimen general - resoluciones 72/91 y 322/91 habían sido dictadas y regían desde varios años antes y no se había
producido nunca un proyecto o intento de modificación.
Por otra parte, el tema es, a lo sumo, opinable. Debe
tenerse en cuenta que en diversas reparticiones administrativas e
instituciones de éste y de otros países existen ciertos beneficios - un plus en
el sueldo, pasajes aéreos, etc. - para compensar los gastos que puede
demandar prestar servicios en una ciudad alejada del domicilio real.
El análisis crítico de la existencia de estas
compensaciones es independiente del caso hipotético de que alguien pudiera
abusar del sistema, es decir, que obtuviera sus beneficios sin vivir realmente
a más de 100 kms, situación que no entra en mis facultades controlar.. Pero
ése sería el caso particular de quien eventualmente violara el sistema; lo que
no significa que éste sea objetivamente desacertado.
No se me puede imputar, entonces, mal desempeño
por no haber intentado solitariamente modificar un sistema de compensación
a quienes vivían a más de 100 km de distancia del Tribunal, que había sido
establecido por otros jueces y que el Tribunal, antes de mi incorporación,
había precisado ya con otras resoluciones complementarias, afirmando así
su voluntad de mantenerlo, sin que jamás hubiesen mediado planteos de
modificación o derogación del sistema.
CARGO 11.
Haber solicitado y obtenido los beneficios previsionales
1del art. 1 de la ley 24.018.
DESCARGO
Como puede hacerlo cualquier trabajador
argentino en relación de dependencia, incluídos los jueces, realicé, al amparo
de la ley, el trámite tendiente a obtener el reconocimiento del beneficio
previsional en virtud de los servicios y aportes prestados, beneficio que se
hará efectivo cuando cese en el cargo . Aclaro que, en mi caso, esta actitud,
absolutamente legal (ley 18037) - ya que de no ser así no habría prosperado
el trámite - ha tenido principalmente por objeto, permitir que el organismo
previsional realizara las verificaciones pertinentes para que, en caso de
sobrevenir mi muerte o mi incapacidad, mi cónyuge pueda acceder al
beneficio previsional reconocido, sin esperar los muchos meses que implica
el trámite sin percibir suma alguna.
Creo que éste es el motivo principal y
determinante de la mayoría de los hombres que trabajan y realizan
anticipadamente el trámite, pensando, por encima de todo , en la protección
de su familia.
Me permito señalar, entonces, que no advierto
que haya inmoralidad en este trámite que tiene por objeto principal resolver
una situación que no es simplemente imaginaria, sino posible.
Por otra parte, y aunque no haga
estrictamente a la cuestión, quiero aclarar que hace 42 años que trabajo y
hago aportes jubilatorios, habiendo pasado los últimos 8 años en esta Corte.
Pido entonces que se advierta que no he
incurrido tampoco en este aspecto en mal desempeño en el cargo .
CARGO 12: Expedientes 7692/01 y 8106/01.
La función de Superintendencia, conforme lo
dispone el art. 86 del Reglamento para la Justicia Nacional es ejercida por el
presidente de este Tribunal, circunstancia que me aleja del contacto directo
con actos cuya responsabilidad no están a mi cargo.
Por otra parte, nunca recibí denuncia alguna
sobre la existencia de irregularidades en el ámbito de superintendencia
administrativa.
En este sentido corresponde señalar que la
acordada del 17 de marzo de 1961 (Fallos: 249:212) reformó el art. 86 del
Reglamento para la Justicia Nacional y dispuso incorporar como apartado
final de esa norma el siguiente texto: “El presidente ejerce las funciones de
superintendencia en tanto no medie expresa disposición legal que las
confiera al tribunal y sin perjuicio de que en casos especiales y cuando su
naturaleza lo requiera, las cuestiones a las que se refiere el presente artículo
sean sometidas a la consideración de la Corte Suprema”.
Si bien la acordada 4/91 (Fallos: 314:7)
modificó esa norma al crear un Consejo de Administración integrado por el
Presidente y los Vicepresidentes primero y segundo del cuerpo, tal decisión
fue posteriormente dejada sin efecto mediante la acordada 6/91 (Fallos:
314:980). Por consiguiente, se mantiene subsistente el mencionado art. 86
que atribuye directamente el ejercicio de la superintendencia del tribunal al
Sr. Presidente de la Corte.
Cabe mencionar que el 17 de agosto de 1995 se
dictó la acordada 32/95 mediante la cual los Ministros del Tribunal
autorizaron la contratación de un Administrador General de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, con jerarquía de Secretario General y bajo la
dependencia directa del Presidente del Tribunal (Fallos: 318:1128) La
contratación del Secretario General Dr. Nicolás Alfredo Reyes fue suscripta
exclusivamente por el Dr. Nazareno mediante la resolución 1010/95 del 17 de
agosto de 1995 (Fallos: 318:1148).
Finalmente, la acordada 57/98 del 22 de
diciembre de 1998 (Fallos: 321:2676) señala que ante las responsabilidades
asignadas al Presidente del Tribunal como máxima autoridad del Consejo de
la Magistratura corresponde “la creación de una limitada estructura funcional
destinada a asistirlo para el adecuado cumplimiento de las funciones
jurisdiccionales, administrativas y protocolares que le siguen
correspondiendo en esta Corte según lo ordenado por las disposiciones
pertinentes del Reglamento para la Justicia Nacional y en las demás
acordadas concordantes”. Por tal motivo se creó la “Secretaría General de la
Presidencia de la Corte Suprema de Justicia” bajo quien dependerán las
Direcciones de Prensa de Ceremonial y de Mandamientos y Notificaciones, la
Subdirección de Seguridad, la Oficina de Sorteos y de Circulación y la
Asesoría Jurídica de la Administración General como así también el
cumplimento de las comisiones judiciales y administrativas que le
encomiende el Presidente y la coordinación de las relaciones funcionales o
institucionales con el Consejo de la Magistratura. Esta acordada fue aclarada
en sus alcances con la acordada 3/99 del 25 de febrero de 1999 (Fallos:
322:6).
Existe, pues, un sistema normativo
conformado por las mencionadas acordadas del Tribunal que imponen el
ejercicio de la superintendencia al Sr. Presidente el que ha permitido la
formación de un conjunto de procedimientos cuyo control y ejercicio se
encuentran a su exclusivo cargo.
No tengo constancias ni recuerdos de que se
me haya dado traslado del informe de la AGN a la que se alude en el cargo.
Tampoco se me pidió intervención ni opinión alguna para resolver los
problemas allí enunciados, ya que por tratarse de cuestiones de
administración eran de exclusiva incumbencia de las oficinas
administrativas, que, como se dijo, dependen del Presidente.
De manera tal que las cuestiones que en este cargo
se me imputan, son ajenas a mis funciones, careciendo de responsabilidad al
respecto. Además me encuentro imposibilitado de responder a imputaciones
que se realizan en términos genéricos.
Por tanto, no soy responsable de la administración
que ejerce la Presidencia y la oficina a su cargo.
Es mi deber señalar que en cada oportunidad en
que el señor Presidente nos requirió la firma de acordadas sobre aspectos de
superintendencia, jamás me pareció que a través de ellas se estuvieran
autorizando actos indebidos o reñidos con el buen funcionamiento del Poder
Judicial de la Nación.
Hasta aquí expliqué que las tareas Administrativas
de la Corte constituyen una atribución propia del Presidente del Tribunal,
quién las desempeña apoyándose en la actuación del Administrador
General.
Sin perjuicio de ello, se transcriben las
respuestas elaboradas por el Administrador General de la Corte a las
imputaciones efectuadas en este cargo, para el mejor esclarecimiento de los
señores Legisladores.
“La Corte Suprema de Justicia de la Nación detenta,
por mandato constitucional, el gobierno del Poder Judicial de la Nación en
carácter de órgano supremo y entre las acciones necesarias para el ejercicio
del poder asignado, ha adoptado decisiones en materia de administración de
la jurisdicción.
No resulta claro el alcance de la aseveración
.....”administración carente de normas y procedimientos adecuados”... pero
aún así, resulta desacertada y equivoca.
Independientemente de la autarquía que –como Poder
Autónomo del Estado- ostenta el Poder Judicial de la Nación, históricamente
se adoptó como cuerpo normativo al cual ajustarse en materia
administrativo-financiera, presupuestaria, patrimonial y de contrataciones a
la Ley de Contabilidad y posteriormente a la Ley de Administración
Financiera N 24.156.
Contando con este cuerpo normativo como marco
jurídico en la materia, el Tribunal ha dictado numerosos actos
administrativos de reglamentación, de procedimientos, de interpretación y de
excepción para ajustar la legislación antes indicada a las exigencias propias
de la función jurisdiccional y la de sus áreas de actividades complementarias
y de servicios.
Se adjuntan al presente informe, copias de todas la
acordadas y resoluciones que disponen procedimientos, reglamentos,
misiones, funciones, autorizaciones y acciones de administración de manera
genérica (no se incorporan los actos administrativos que surgieron de casos
específicos), y de delegación de facultades administrativas.
Como podrá observarse, el Tribunal cuenta con un
rica y prolífica producción de actos administrativos que han marcado el
rumbo en la cuestión planteada, que se han constituido en un cuerpo
normativo de imprescindible aplicación para el accionar cotidiano de las
áreas internas del Poder Judicial, lo que supone dejar de lado cualquier
especulación de “carencia de normas y procedimientos” .
A continuación detallaremos las más importantes normas
dictadas en el ámbito de este Tribunal referidas a procedimientos y
estructuras organizativas que se adjuntan junto al resto de acordadas y
resoluciones indicadas en el anteúltimo párrafo precedente
Ac. 28/82- Crea la Comisión de Preadjudicaciones
Ac. 9/83- Dispone la implementación de sistemas de
control interno administrativo en la Subsecretaría de
Administración.
Ac. 39/83- Establece Normativa referida a gastos de
funcionamiento.
Resol. 960/83- Reglamenta la recepción de bienes
Ac. 44/83- Establece niveles de autorización para el
régimen de contrataciones y licitaciones - niveles de
autorización.
Ac. 25/84- Dispone régimen y funciones de Secretarías
de Superintendencia Administrativa y Judicial.
Ac. 27/84- Establece un registro patrimonial obras y
revistas de biblioteca.
Ac. 29/84- Aprueba la estructura orgánica Secretaría de
Superintendencia.
Ac. 76/84- Modifica Sistema de Gastos de
Funcionamiento.
Ac. 41/87- Modifica Reglamento Compras.
Ac. 53/88- Establece niveles de autorización y
aprobación de gastos.
Ac. 26/89- Reglamenta la asignación y uso de viviendas
zona patagónica.
Resol. 882/88- Crea la Secretaría letrada de Informática
Resol. 883/88- Crea la Secretaría Letrada de
Asesoramiento
Resol. 893/88- Dispone la no aplicación de los Dctos.
825,826 y 827/88
Resol. 913/88- Establece una garantía de adjudicación
del 20% (que en el resto del sector público es del
10%).
Ac. 46/89- Dispone un régimen propio de locaciones
Resol. 551/89- Establece funciones de la Secretaría
Letrada de Asesoramiento
Resol. 151/90- Establece procedimientos para
“conformidad de facturación”
Resol. 891/90- Establece un régimen de Desarraigo y
pasajes
Ac. 83/90- Fija valores para pliegos licitarios
Ac. 10/91- Dispone la superintendencia para cuerpos
periciales.
Resol. 322/91- Modifica Resol. 891/90
Resol. 1110/91- Crea la Subdirección General de
Fiscalización de Recursos
Ac. 33/92 Reglamenta la Oficina Estadísticas
Ac. 55/92- Establece un régimen de afectación de
vehículos secuestrados
Resol. 31/93- Autoriza uso provisorio de autos
secuestrados
Resol. 68/93- Reglamenta asignación de autos
secuestrados
Res. 150/93- Crea la Oficina de Intervención Previa
Resolución 247/93- Establece funciones de la Oficina de
Intervención Previa
Resolución 925/93- Aprueba Convenio con SIGEN
Res. 1270/93- Aprueba Convenio con Auditoría General
de la Nación
Resolución 1298/93- Aprueba Convenio con Secretaría
de Prevención de Drogadicción
Ac. 21/93- Reglamenta misiones al exterior.
Res. 637/94 Incorpora cláusula de penalidad en pliego
para licitaciones, por incumplimientos anteriores.
Res. 847/94- Aprueba Convenio con Sindicatura General
de la Nación
Resolución 948/94- Crea la Unidad de Asesoramiento
Previo
Resolución 2191/94-Aprueba la Estructura de la Unidad
de Auditoría Interna Ac. 36/94- Delega facultades de
superintendencia a la Cámara de Casación Penal,
respecto Tribunales Orales
Ac. 61/94- Crea la Unidad de Auditoría Interna.
Ac. 7/95- Dispone restricciones de gastos
Ac. 29/95- Establece un régimen de Arancelamiento.
Ac. 32/95.- Crea la Administración General del Poder
Judicial de la Nación
Ac. 43/95- Aprueba Misiones y Funciones de la
Administración General.
Resolución 53/95- Limita asignación teléfonos celulares
Resolución 195/95- Aprueba Convenio con Secretaría
de la Función Pública
Resolución 213/95- Dispone el uso de estampillas para
arancelamiento
Resolución 255/95- Aprueba la estructura y funciones
de la Unidad de Asesoramiento Previo
Resolución 350/95- Dispone medidas de contención de
gastos
Resolución 1192/95- Establece régimen de movilidad
fija
Resolución 1193/95- Fija montos para gastos de
funcionamiento
Ac. 8/96- Reglamenta Secretaría Auditores Judiciales.
Ac. 26/96- Establece Arancelamiento notificaciones
mediación.
Ac. 31/96- Reglamenta régimen de tasaciones para
locaciones en el interior.
Ac. 37/96- Establece Organización Dirección de
Infraestructura Judicial
Ac. 57/96- Dispone un régimen de Declaraciones
Juradas Patrimoniales
Ac. 58/96- Establece un Régimen Unificado Mesa de
Entradas- Seguimiento Expedientes
Ac. 73/96- Sistema Percepción y Control Tasa de
Justicia.
Ac. 74/96- Dispone un Régimen de Intendencias del
Poder Judicial de la Nación.
Resolución 23/96- Modifica Ac. 29/95- Arancelamiento
Resolución 32/96- Disuelve talleres calle Barracas
Resolución 34/96- Suspende designaciones,
contrataciones y horas extras
Resolución 154/96- Dispone Intervención de la
Administración General en los trámites de
contrataciones y horas extras
Resolución 289/96- Asigna monto fijo de la partida para
automotor
Resolución 2333/96- Establece Autorización gastos por
Administrador Gral. de hasta $ 20.000 para contratar
Ac. 20/97- Establece Régimen de Adscripciones
Ac. 27/97- Crea nueva de la Unidad de Auditoría Interna
Ac. 40/97- Modifica régimen de Arancelamiento Ac.
13/97
Ac. 48/97- Modifica Ac. 44/83
Resolución 269/97- Aprueba Convenio con la Facultad
de Farmacia y Bioquímica-Análisis ADN
Resolución 856/97- Establece requisitos para la
elevación de los expedientes a consideración del
Administrador General
Resolución 930/97- Autoriza Suscripción- adquisición
de publicaciones extranjeras
Resolución 1304/97- Dispone contención de gastos
sobre viáticos y pasajes
Resolución 2242/97- Aprueba organización, misiones y
funciones de la Administración General
Resolución 3877/97- Establece Misiones y funciones de
la Dirección de Infraestructura Judicial
Resolución 3878/97- Modifica la resolución 2242/97
Resolución 4043/97- AUTORIZA composición de
cargos de la Unidad de Auditoría Interna
Resolución 4057/97- Establece Régimen de Gastos de
intendencia-determinación por edificio
Resolución 4093/97- Dispone eliminación de barreras
arquitectónicas
Resolución 4101/97- Modifica resolución 3877/97
Resolución 4102/97- Autoriza Misiones y funciones de
la Dirección de Administración Financiera
Ac. 9/98- Exime presentación declaraciones juradas
patrimoniales a funcionarios interinos o
subrogantes
Ac. 16/98- Dispone suplemento tareas insalubres para
agentes Morgue Judicial
Resolución 429/98- Dispone Régimen de gastos de
movilidad para tasadores
Resolución 544/98- Dispone el régimen para
autorización pago honorarios
Resolución 900/98- Aprueba convenio con Auditoría
General de la Nación para evaluación licitación 1/97
Resolución 1224/98- Reglamenta la liquidación de la
bonificación por tareas peligrosas e insalubres
Resolución 1672/98- Aprueba Organización, misiones y
funciones de la Dirección de Recursos Humanos
Resolución 1768/98- Aprueba estructura orgánica de la
UAI
Resolución 1769/98- Aprueba plan de auditoría de la
UAI
Resolución 1770/98- Asignación de funciones de la UAI
Resolución 1819/98- Dispone Organización, misiones y
funciones de la Dirección de Informática
Resolución 1932/98- Dispone Procedimiento para el
pago de la tasa de ley para la Dirección Nacional de
Reincidencia y Estadística
Resolución 2045/98- Aprueba Organización, misiones y
funciones de la Dirección de Archivo
Resolución 2046/98- Aprueba Organización, misiones y
funciones de la Dirección de Mandamientos y
Notificaciones
Resolución 2047/98- Aprueba Organización, misiones y
funciones de la Dirección Pericial
Resolución 2072/98- Modifica la resolución 2047/98
Resolución 2479/98- Modifica la resolución 2045/98
Resolución 2678/98- Aprueba Planta de personal de la
UAI
Resolución 2909/98- Modifica estructura de la UAI
Resolución 3320/98- Crea la Dirección de
Administración de la CSJN
Ac. 10/99- Crea Oficina de Subastas Judiciales
Resolución 13/99- Aprueba Organización, misiones y
funciones de las Direcciones de Administración y de
Gestión Interna y Habilitación de la CSJN
Resolución 530/99- Aprueba Organización, misiones y
funciones de la Dirección de Recursos Humanos de
la CSJN
Resolución 1449/99- Instituye el sistema de laminado
de seguridad para documentos que deban
inscribirse en el Registro de la Propiedad Inmueble
Resolución 1900/99- Dispone una metodología para la
percepción, seguimiento y control de la tasa de
justicia en el interior del país
Ac. 1/2000- Determina que la CSJN será la autoridad de
aplicación del
régimen establecido por la ley
25.188 – declaraciones juradas patrimoniales
Ac. 2/2000- modificatoria de la anterior
Ac. 22/2000- Dispone la percepción de la tasa de justicia
con bonos emitidos por el Estado
Ac. 24/2000- Aprueba el reglamento para el
funcionamiento de la Oficina de Subastas Judiciales
Ac. 35/2000- Aprueba el régimen de deducción de
haberes mediante códigos de descuento
Resolución 67/2000- Establece el régimen de aplicación
de la acordada 1/2000
Resolución 288/2000- Establece régimen del sistema de
rendición de cuentas de haberes
Resolución 373/2000- Amplía resolución 288/2000
Resolución 916/2000- Modifica la resolución 13/99
Resolución 1392/2000- Establece plazos para y
procedimiento para la conformidad de las facturas
de servicios.
Resolución 1562/2000- Mantiene la aplicación del
decreto 5720/72 en materia de contrataciones
Resolución 1741/2000- Crea la Comisión para la
redacción del proyecto de régimen de
contrataciones
Resolución 2008/2000- Amplía aplicación resolución
1192/95
Resolución 2283/2000- Modifica y amplía convenio con
SEDRONAR
Resolución 2257/2000- Creación de la Unidad de
Auditoría Interna en la CSJN
Ac. 27/2001- Dispone el arancelamiento de los informes
periciales
En lo que respecta a la imputación de “falta de
trasparencia”, cabe resaltar que esta jurisdicción era fiscalizada -por imperio
de la Ley de Contabilidad antes citada- en sus gastos y ejecución
presupuestaria por delegados permanentes del Tribunal de Cuentas de la
Nación. Con la sanción de la Ley 24.156, de Administración Financiera, se
suprime tal organismo y se crean la Auditoría General de la Nación y la
Sindicatura General de la Nación.
La modalidad y alcance de la puesta en práctica del
sistema de control instituido por dicha ley para el Poder Judicial de la
Nación, resulta resorte exclusivo de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación ( 5 párrafo del art. 117 de la Ley 24.156)
El Tribunal dispuso, en ese sentido mediante
Resolución n 1270/93 establecer un convenio con la Auditoría General de la
Nación para fiscalizar la actividad presupuestaria, económica, financiera y
patrimonial de la jurisdicción en su integridad administrativa.
Paralelamente se firmó un convenio con la
Sindicatura General de la Nación, aprobado mediante Resolución N 847/94,
por el que se acuerda la intervención de este organismo de control en el
ámbito del Poder Judicial.
En base a estos convenios, el propio Tribunal fue
requiriendo auditorías para las distintas áreas bajo su dependencia, con el
criterio de profundizar el control de la actividad administrativa y de mejorar la
eficiencia en las decisiones económico-financieras.
Del resultado de estas auditorías emanaron
recomendaciones por parte del organismo de control que sirvieron para
tomar determinaciones necesarias y ajustar procedimientos y circuitos
administrativos.
Por ello, ¿ Como puede inferirse que observaciones
puntuales en la actividad de áreas de menor jerarquía, surgidas en base a
auditorías solicitadas por el propio Tribunal y corregidas conforme a las
recomendaciones efectuadas por el organismo de control sean los
fundamentos para opinar que una administración no es transparente y
ordenada?
Aun más, mediante resolución 948/94 se crea en el
ámbito de la Corte la Unidad de Asesoramiento Previo hasta tanto se habilitara la
Unidad de Auditoría Interna. El área tuvo como función intervenir preventivamente
y visar los actos administrativos de carácter patrimonial o económico-financiero.
Por Acordada 61/94 se dispuso la creación de la Unidad
de Auditoría Interna fijándose sus responsabilidades y acciones.
También merece destacarse la creación en 1995 de la
Administración General de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Ac. 32/95),
cuyas misiones y funciones fueron aprobadas por Acordada 43/95 y su estructura
por Acordada 62/96. Este órgano se puso en funcionamiento con la finalidad de
organizar y coordinar las distintas dependencias administrativas del Tribunal y
proponer procedimientos y circuitos que permitan mayor economía, celeridad,
eficiencia, eficacia y control en la actividad económico-financiera.
A partir de esta gestión, se delegaron en el
Administrador General decisiones organizativas y de procedimientos,
fundamentalmente referidas a las áreas bajo su directa incumbencia, aprobándose
a partir de allí y hasta la fecha, la estructura interna del área y las misiones y
funciones de las Direcciones de Administración Financiera, de Recursos Humanos,
de Archivo, de Mandamiento y Notificaciones, de Gestión Interna y Habilitación,
Pericial, de Infraestructura Judicial, de Informática, de Despacho; de la Unidad de
Auditoría Interna, de la Obra Social, Asesoría Jurídica y Oficina de Subastas
Judiciales, y paralelamente se dictan los regímenes para sumarios administrativos,
del sistema unificado de mesa de entradas y el régimen de intendencias.
Asimismo se le encomendaron al área funciones de
control de los recursos y erogaciones de la jurisdicción, que concluyeron en
distintas normas de restricción de gastos y saneamiento de los sistemas de
ingresos propios:
Resolución 34/96 Suspención de toda nueva designación y
contratación de servicios dentro del Poder Judicial.
Resolución 154/ 96 Modificación resolución 34/96.
Resolución 2811/96 Reducción de gastos de traslados de los
agentes del Poder Judicial.
Resolución 1304/97 Solicitud a los Magistrados y Funcionarios
que extremen los recaudos en los pedidos de
comisiones de servicios.
Acordada 7/95 Dispone una quita proporcional de los haberes
de los Ministros e invitan a los integrantes del Poder
Judicial a adoptar el mismo temperamento.
Acordada 12/96 Destino de los fondos recaudados por el
arancelamiento dispuesto por acordadas 29/95 y 50/95.
Acordada 73/96 Nuevo sistema de percepción de la tasa de
justicia a través del Banco Ciudad de Buenos Aires.
Acordada 13/97 Arancelamiento de informes periciales del
Cuerpo Médico Forense en juicios contradictorios.
Acordada 40/97 Ampliación de la acordada 13/97.
Resolución 1900/99 –Aprueba nueva metodología de
percepción de tasa de justicia en el interior del país
Acordada 10/99 Creación de la Oficina de Subastas
Judiciales.
Acordada 16/01 Disponer en el ámbito del Poder Judicial
medidas de ahorro de gastos.
Por todo lo expuesto, cabe colegir que el Tribunal ha
adoptado el marco normativo general en materia administrativo financiera
que rige al resto del Sector Público Nacional, y ha dictado por sí o por
delegación
expresa,
un
conjunto
de
disposiciones
reglamentarias,
procedimentales y interpretativas que ajustan el cuerpo normativo base, a las
características propias del Poder Judicial de la Nación; que lo ha hecho en
pleno ejercicio de sus funciones y atribuciones constitucionales y que ha
convenido con los organismos de control creados por la propia Ley 24.156 su
injerencia en el análisis de las actividades de las áreas bajo su dependencia;
y que ha dispuesto las correcciones necesarias cuando dichos organismos –
conforme a su criterio- lo sugirieron.
Por último y previo a responder individualmente los ...
“puntos”... en que se basó la acusación, cabe destacar que la Auditoría General
de la Nación indica de manera recurrente desde sus orígenes, la “falta de
manuales de procedimiento y circuitos administrativos” en distintas áreas
evaluadas. Lo anterior se ha subsanado en general con la existencia de un sistema
informático integral, ya que el propio desarrollo lógico de los programas que lo
integran obedece a un procedimiento establecido y fijo, al igual que los distintos
circuitos y flujogramas, necesariamente predeterminados e imprescindibles para
que el sistema opere con eficiencia. A título de ejemplo se expone el subsistema
de liquidación de gastos, cuyos controles propios de validación determinan 1 que se cuente con el crédito en la partida presupuestaria pertinente a fin de
considerar el registro de “devengado”, 2 - que se hayan ingresado datos
obligatorios vinculados al beneficiario (situación impositiva, número de CUIT), 3que no se repita el período a liquidar ( mes-año); 4-que exista acto administrativo
que autorice la liquidación, 5-que surja del propio subsistema el cálculo de la
multa para el caso de incumplimiento del plazo de entrega de la provisión.
En general, las observaciones planteadas en cada uno
de los informes de auditoría por la Auditoría General de la Nación se encuentran
regularizados. Entendemos que dichos puntos obedecen a los siguientes informes,
cuyas copias se adjuntan:
-Resolución N 74/94 de la A.G.N. correspondiente al
Informe de fecha 20-7-94, puntos 6.1, 6.5, 6.6 y 6.9 de Observaciones y 7.1, 7.3,
7.5, 7.6, 7.8 y 7.9 de Recomendaciones.
-Resolución N 128/94 de la A.G.N. correspondiente al
Informe del 22-9-94, puntos 7.1, 7.2, 7.8, 7.9 y 7.11 de Observaciones y 8.1, 8.2,
8.8, 8.9 y 8.11 de Recomendaciones.
-Resolución N 161/95 de la A.G.N. correspondiente al
Informe del 23-8-95, puntos 4.1, 4.2, 4.3, 4.4 y 4.7 de Observaciones y 5.1, 5.2, 5.3
y 5.7 de Recomendaciones.
Por último cabe destacar que el Poder Judicial de la
Nación, en cumplimiento de lo dispuesto en el art. 91 inc. h) de la Ley de
Administracion Financiera N 24.156, remite en tiempo y forma a través de los
Servicios Administrativo-Financieros, los Estados Contables Financieros
correspondientes al ejercicio inmediato anterior a la Contaduría General de la
Nación, a los fines que el Ministerio de Economía los incluya en la Cuenta de
Inversión General de la Administración Pública para la remisión al H. Congreso de
la Nación para su aprobación. Estos estados no han merecido observaciones.
Puntos incluidos en la acusación n 12.
a) Responsabilidad patrimonial, inventarios, etc. de
bienes pertenecientes al Poder Judicial y a terceros en custodia del Poder
Judicial de la Nación, advirtiéndose la falta de escrituras de inmuebles del
Poder Judicial de la Nación :
Al respecto, se destaca que en dicha materia rigen las
disposiciones contenidas en el Capítulo V de la Ley de Contabilidad (artículo 137
de la Ley de Administración Financiera).
Mediante Resolución 4102/97, por la cual se aprueba la
organización, misiones y funciones de la Dirección de Administración Financiera,
se establece que queda a cargo de la División Contabilidad Patrimonial,
dependiente del Departamento de Contaduría, confeccionar los “registros
patrimoniales” y “suministrar toda la información relacionada con los mismos”.
Esta dependencia administra la correspondiente base de
datos que se encuentra incorporada al sistema informático, constando en la misma
el INVENTARIO de los bienes muebles y la dependencia a la cual fue asignado.
Dicha base se mantiene constantemente actualizada al tomar intervención en
todos los trámites vinculados con “altas”, “bajas” y/o “transferencias” de bienes
realizando las tareas necesarias para el cumplimiento de las disposiciones
vigentes.
En lo que atañe a “INMUEBLES” también se cuenta con
un registro de los mismos, el cual fue incorporado al sistema informático, conforme
al diseño de los registro requerido por la Contaduría General de la Nación, al
mismo tiempo se destaca que mediante resolución N 2476/96 se dispuso efectuar
el relevamiento de los inmuebles afectados al Poder Judicial de la Nación en los
términos de las disposiciones de la Decisión Administrativa N 84/96 de la Jefatura
de Gabinete de Ministros del Poder Ejecutivo Nacional, cuyos resultados fueron
comunicados oportunamente al Ministerio de Economía de la Nación.
Asimismo, en lo que se refiere a la escritura traslativa de
dominio, se destaca que en dicha División constan los antecedentes referidos así
como, las gestiones y/o reclamos interpuestos ante la Escribanía General de la
Nación a fin de regularizar su situación dominial ( se adjuntan antecedentes).
Por otra parte, y destacando el resguardo de los bienes
patrimoniales y en orden a la responsabilidad inherente a los mismo, se ha
procedido
a
tomar
seguros
en
forma
permanente
-mediante
distintas
contrataciones- del universo de bienes registrables .
En el marco del cumplimiento de la normativa vigente se
cuenta con el seguro comprensivo de ascensores y calderas, que cubren la
responsabilidad civil del Poder Judicial de la Nación en el caso de siniestros a
terceros, así mismo se ha resguardado mediante la cobertura de seguros
pertinentes -en aquellos casos que amerita por las características propias de la
construcción- los cristales de los edificios.
b) en los archivos, procedimientos y gestión de las áreas
de contrataciones, especialmente en compras, alquileres y obras públicas:
Se destaca que el Poder Judicial de la Nación
por Resolución N 1562/2000 del Tribunal se sigue rigiendo por el Decreto
5720/72, habiendo encomendado por Resolución N 1741/2000 el estudio de
un “Reglamento de Contrataciones” sobre la base del Decreto 436/2000 a fin
de incorporar normas que fueron establecidas a lo largo del tiempo por la
Corte Suprema de Justicia de la Nación y el Consejo de la Magistratura, de
forma tal de conformar un único cuerpo legal armónico y organizado.
En materia de “Obras Públicas” el Poder Judicial
de la Nación aplica la Ley 13.064, las adjudicaciones se efectúan previa
licitación y con Pliegos de Bases y Condiciones preparados de acuerdo a lo
establecido en dicha norma.
Asimismo, los llamados licitatorios son publicados no
solo en los medios indicados por la legislación vigente, sino también en el espacio
que a ese efecto tiene el Poder Judicial de la Nación denominado www.pjn.gov.ar.
Por otra parte, la Acordada N 46/89 aprobó el
“Reglamento de Locaciones” por el cual se rigen todas las locaciones efectuadas
por el Poder Judicial de la Nación, siendo de destacar que el mismo contempla en
su articulado previsiones que garantizan la transparencia de la contratación.
En lo que se refiere a las normas vinculadas con
“archivos”, se destaca que mediante Acordada N 58/96 se aprobó el “Sistema
General Unificado de Mesa de Entradas” cuya aplicación es obligatoria para todas
las tramitaciones administrativas en el ámbito de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación, dando así, en sus artículos 34/36, un marco normativo que preserva la
documentación respaldatoria del procedimiento seguido posteriormente a la
entrega y pago de los bienes y/o servicios contratados.
Además por resolución N 2045/98 y 2079/98 se
aprueban la organización, misiones y funciones de la Dirección de Archivo del
Poder Judicial de la Nación.
c) Sistemas de control para el servicio de horas extras
autorizadas:
La
realización de
horas
extraordinarias
es
autorizada mediante resolución que determina - en función de un pedido
previo- la cantidad de horas a trabajar y la dependencia en que serán
efectuadas. La verificación del cumplimiento de éstas horas se encuentra
descentralizado, por lo que cada jefe o responsable del sector es quien
informa la cantidad de horas efectivamente trabajadas por cada agente,
siendo esta información un requisito ineludible para su liquidación.
Del
mismo modo es el superior jerárquico de cada empleado quien visa con
posterioridad el correspondiente recibo de sueldo, conformando la real
prestación del servicio. La metodología de control dentro de cada oficina
puede variar, en algunos se llevan registros manuales y en otros fichas-reloj,
según las distintas posibilidades y la cantidad de agentes de cada sector.
Pero siempre es el titular del mismo quien asume la responsabilidad de
control e información.
En síntesis las resoluciones del Tribunal establecen un
marco normativo mientras el control es descentralizado en las distintas áreas
operativas.
d) existencias de dobles legajos:
Sobre el particular cabe destacar que mediante
Resolución N 1672/98 se aprobaron las Misiones y Funciones de la Dirección de
Recursos Humanos, a la que se le asignó la tarea de unificar y actualizar los
legajos existentes.
Sin perjuicio de lo expuesto, se señala que por razones
funcionales se cuenta con un legajo en la Dirección de Recursos Humanos y un
duplicado del mismo en las distintas habilitaciones, que son las encargadas de
actualizar mensualmente el sistema informático de liquidación de haberes, mas de
ninguna manera existe a la fecha numeración de legajo distinta para un mismo
agente.
e) arqueo de fondos y valores periódicos y sistemáticos o
sorpresivos, validando los saldos contables y conciliaciones bancarias,
delimitación del acceso de funcionarios al Tesoro con el fin de concentrar la
responsabilidad y hacer efectivo un mecanismo que permita activar controles
por oposición:
El Departamento de Contaduría realiza
arqueos
periódicos a la Tesorería y efectúa las respectivas conciliaciones bancarias.
Simultáneamente la Unidad de Auditoria Interna,
también se encarga de realizar arqueos tanto en la Tesorería antes citada como en
aquellas habilitaciones a las que se audita periódicamente. Es oportuno destacar
por razones de seguridad, eficiencia, practicidad y control se efectúan los pagos a
través de cuentas corrientes bancarias.
La información de los saldos contables es
permanentemente controlada en forma cruzada con los extractos bancarios,
existiendo además, un control sistemático del Departamento de Contabilidad que
verifica y efectúa los registros en el sistema informático que son transmitidos
diariamente a la Contaduría General de la Nación que es la encargada de su
monitoreo.
Así también, se puntualiza que existen controles
referidos al acceso restringido a agentes, funcionarios y público en general a la
Tesorería de cada uno de los Servicios Administrativos Financieros.Por otra parte
se ha contratado un seguro de valores existentes, en los casos que el monto así lo
justifique.
f) Desarrollo del sistema de recaudación de la Tasa de
Justicia y optimización del control sobre esa recaudación :
La tasa de justicia regulada por la Ley 23.898
constituye uno de los recursos propios del Poder Judicial de la Nación,
conferidos por la Ley 23.853 (art. 3, inc. a), razón por la cual corresponde a
este Tribunal – en ejercicio de las facultades concedidas por los artículos 8 y
9 de esta última ley- adoptar las medidas pertinentes para mejorar su
recaudación.
En ese orden se aprobó el procedimiento de pago de la
Tasa de Justicia por Acordada N 83/93, el cual fue realizado con la colaboración
de la Dirección General Impositiva, implementando un sistema de recaudación
ajustado a las características propias del funcionamiento judicial, optimizando -con
los recursos informáticos disponibles- el control de los pagos y la actividad de cada
organismo. Así también se dispuso celebrar convenios con dicha Dirección para
implementar ese procedimiento en la Capital Federal, y en el interior del país con
el Banco de la Nación Argentina.
Posteriormente, a fin de aprovechar las innovaciones
tecnológicas que permiten mejorar los recursos y brindar mayores seguridades en
la percepción y seguimiento de las causas, como así también lograr una economía
en los costos del proceso de recaudación, el Tribunal autoriza por Acordada 73/96
a suscribir un convenio con el Banco de la Ciudad de Buenos Aires para el
servicio de percepción de la tasa de justicia en la Capital Federal, manteniendo la
Dirección General Impositiva el carácter de “representantes del fisco” que asesoran
en la determinación y cálculo de dicha tasa.
El sistema implementado eliminó los anteriores
inconvenientes de “timbrados apócrifos” y no se agotó en la simple cobranza del
recurso, sino que incluyó una serie de acciones de índole administrativo,
permitiendo el seguimiento desde el comienzo de la caratulación, la verificación
del importe de la demanda, el control posterior a la percepción y el análisis de las
actuaciones a efectos de conocer si existen modificaciones en el expediente que
obliguen a un recálculo del importe a pagar, lo que motivó la adecuación del
sistema de cobranza para integrarlo al resto del sistema.
Por lo expuesto, al generarse la carátula del expediente en
la Mesa de Entrada de cada fuero se emite la boleta de depósito, que a su vez se
incorpora a un registro de deudores, produciéndose la cancelación con el efectivo
pago de la tasa de justicia mediante la lectura del código de barra incorporado a la
misma.
En lo que se refiere al interior del país, el ingreso de esos
importes, se efectúa de conformidad con la Resolución General 735/99
AFIP
efectivizándose el pago en las sucursales del Banco de la Nación Argentina,
quedando la verificación del monto depositado a cargo de la Dirección General
Impositiva. Por lo expuesto se dispuso un nuevo régimen de percepción mediante
Resol. 1900/99 concordante con la norma indicada de la Administración Federal de
Ingresos Públicos.
Además, es dable destacar que por el artículo 14 de la Ley
23.898 los secretarios y prosecretarios de cada tribunal son responsables de velar por
el cumplimiento de las disposiciones emanadas de dicha ley, y verificar su pago
procurando evitar demoras que obstaculicen la sustanciación del proceso.”.
ATENTADO CONTRA LA EMBAJADA DE ISRAEL.- Expte. 8029-D-01
Descargo del juez Gustavo Bossert.I- Me incorporé a la Corte más de dos años después de ocurrido el atentado.
Todos los especialistas en investigación de hechos de terrorismo coinciden en
señalar que el éxito de la investigación depende, en gran medida, de lo que se logre
descubrir en los primeros momentos, cuando aún los agentes terroristas no han
tenido oportunidad de borrar huellas ni abandonar el país y no han sido modificados
los elementos que quedaron tras la explosión.
El atentado a la Embajada de Israel se produjo el 17 de marzo de 1992. Me incorporé
a la Corte el 29 de marzo de 1994, es decir,
más de dos años después de haber
ocurrido el hecho. De manera que ninguna vinculación pude tener con lo actuado en
esos dos años iniciales, de tanta importancia para la investigación.
Cargo 1.
“Que durante la instrucción llevada a cabo por el Dr. Ricardo Levene, ministro a cargo
por delegación expresa del alto tribunal, no habría existido un control efectivo sobre el
desarrollo de la investigación por parte del pleno de la Corte. Esta conducta se habría
agravado aun más por la circunstancia de haber aprobado y ratificado la labor del Dr.
Levene en la causa, implícitamente en dos oportunidades y expresamente en una
tercera: a
fs. 4122 (11/06/93) y fs. 4270 (31/5/94); y a fs. 5.094 (24/11/95),
respectivamente.”
Luego se enumeran presuntas deficiencias de la instrucción entre el 19-3-1992
y el 7-12-1995
II- La actuación del Dr. Levene.
a) El art. 84 bis del Reglamento para la Justicia Nacional, referente a
las facultades y deberes del Presidente de la Corte Suprema, dispone “ Está a cargo
de la instrucción del sumario en las causas penales de competencia originaria de la
Corte Suprema, función que podrá delegar en algún otro ministro del tribunal”.
De manera que el Dr. Levene,
al actuar como juez instructor de la
causa no lo hizo por delegación de facultades de la Corte para el caso de la
Embajada de Israel, sino por imperio de una norma. Esto surge del texto legal citado,
que prevalece sobre cualquier expresión que en alguna resolución de trámite hubiese
aludido a delegación de facultades de la Corte al Presidente, cuyo significado no
puede ser sino el de aludir al origen de la norma de competencia citada, la Acordada
4 de l987 (Fallos 310:10), que estableció el art. 84 bis que desde entonces rige para
todas las causas criminales de competencia originaria de la Corte, sin depender de
actos de delegación de facultades para cada caso concreto, tal como sucede con
cualquier norma objetiva que atribuye la competencia a un juez instructor.
Por ello fue que, a fs. 4122, la Acordada 28 del 11-6-93 dictada bajo la
presidencia de Boggiano, se agregó al art. 84 bis su segundo párrafo, para que el
nuevo presidente pudiese delegar el carácter de juez instructor en otro ministro, y en
base a ello Boggiano lo delegó en Levene que ya estaba actuando como juez
instructor.
De manera que, por la citada norma de atribución de competencia, los
restantes miembros de la Corte no tenían injerencia determinante en los
actos
instructorios.
Aunque esta afirmación resulte elemental, no es posible confundir la
delegación que significa introducir una norma permanente en un texto legal (el
Reglamento para la Justicia Nacional) que rige mientras no se la derogue y que, por
tanto, coloca exclusivamente en cabeza del Presidente la instrucción,
con una
delegación específica de facultades, hecha para un caso determinado, supuesto éste
que nada tiene que ver con el de autos.
El juez instructor es el responsable de los actos de investigación que
realiza,
sin perjuicio de los recursos que las partes pueden interponer ante otra
instancia – en este caso, la Corte – contra algunos de sus actos, tal como sucede en
cualquier causa penal, (justamente , esto ocurrió con el “recurso de reposición”
interpuesto por el Procurador seguido del pedido de que la Corte se avocara, a lo
que luego aludiré),
pero sin que los restantes miembros de la Corte puedan
inmiscuirse en las decisiones del juez instructor, tal como sucede en la relación de
una Cámara de Apelaciones del fuero penal y un juez instructor,
salvo que la
competencia de la Alzada quede habilitada para ello por recursos de apelación contra
actos del instructor.
Justamente, este principio fue receptado por la ley 24.050, con motivo
de la sanción del nuevo Código Procesal Penal de la Nación, que en el art. 6, que
trata de las causas penales de competencia originaria de la Corte, dice “las funciones
del juez de instrucción serán ejercidas por uno de sus ministros miembros. La Corte
Suprema, en pleno, cumplirá las funciones de la Cámara de Apelaciones y del
Tribunal del juicio y sus sentencia será irrecurrible”
Por lo tanto, no es posible hacer imputaciones a los restantes miembros
de la Corte por actos del juez instructor Levene, ya que ello implicaría negar la
vigencia del art. 84 bis que nunca ha sido derogado.
B) Además, debe recordarse que esta causa tramita por el antiguo Código
Procesal Penal, de carácter netamente inquisitivo, en el que el juez instructor poseía
plenas facultades instructorias. El art. 180 disponía: “durante la formación del sumario
no habrá debates ni defensas pero las partes podrán hacer las indicaciones y
proponer las diligencias que juzguen convenientes, y el juez deberá decretarlas,
siempre que las repute conducentes al esclarecimiento de los hechos. La negativa del
juez no dará lugar a recurso alguno...”
Es decir, un sistema en el que juez instructor, Dr. Levene, tenía en
plenitud la responsabilidad de las medidas que se debían adoptar.
c) Por otra parte, para juzgar la tarea del Dr. Levene debe tenerse en cuenta
las dificultades en las que se desenvolvió y
hasta dónde obtuvo una real
colaboración de los organismos de inteligencia; y si se pretende formular un juicio
crítico de dicha actuación debería señalarse concretamente qué actos cumplidos
fueron incorrectos o indebidos y qué otros actos se debían cumplir, pero teniendo en
cuenta, además, el conocimiento de los hechos que existía en aquella época y no el
conocimiento actual que se logró a través de varios años de investigación.
Además, del contexto de las actuaciones surge que no hubo negativas
injustificadas a medidas solicitadas por los querellantes y el fiscal. Recordaré que a
fs. 64 del sumario de esa Comisión, el fiscal Casal expresó “En algunas ocasiones el
Tribunal no hizo lugar a algunas medidas de pruebas solicitadas. En muchos casos
se ha planteado revocatoria y el Tribunal en muchas ocasiones ha revisado esas
medidas y luego ha hecho lugar. En algunas no, pero digamos que los casos en que
el Tribunal no hizo lugar a las medidas solicitadas por la Procuración han sido muy
pocos , diría que han sido casos excepcionales”. - Es evidente que al aludir al
“Tribunal” se refiere tanto al instructor Levene que resolvió recursos de reposición,
como a la Corte en pleno si le tocó intervenir por apelación.
d) Debo aclarar que siempre me informé de la marcha del expediente, lo que
me permitió formarme un juicio de valor sobre la actuación del juez instructor. A poco
de haberme incorporado a la Corte, y en la medida que el tiempo me lo permitía recuérdese que debía estudiar y votar en cientos de causas por mes y que el
expediente de la Embajada tenía ya 22 cuerpos - , me interioricé paulatinamente
sobre el curso del proceso, las medidas adoptadas y las que se proyectaban adoptar ,
para, si era el caso, dar mi opinión al respecto, quedando la decisión definitiva a
cargo del juez instructor, cuyo ámbito de autonomía siempre respeté.
Este contacto con las actuaciones tuvo, por cierto, un giro sustancial a partir
de diciembre de 1995, cuando la Corte tuvo que tomar a su cargo colectivamente la
instrucción del sumario.
III - La ratificación implícita de fs. 4270 (31-05-95).
El Procurador General solicitó la avocación de la Corte para que resolviera una
reposición que había interpuesto contra una providencia en la que Levene no había
hecho lugar a algunas medidas solicitadas.
Ante todo, debo recordar que, en su escrito, el Procurador expresó que
“la intervención solicitada no importaría...un obstáculo para el trámite de la
causa...dado que no quedan otras (diligencias) por realizar.
La Corte, el 31-5-94, se limitó a expresar que “no existe razón alguna
para que el Tribunal reasuma las facultades de instrucción....”
De esta manera
rechazó la pretensión del recurrente de que fuera la Corte en pleno la que resolviera
una reposición, cuando, conforme al Código Procesal, ésta era una facultad exclusiva
del juez instructor Levene (art. 180). Y por ello fue que inmediatamente, tras la
decisión de la Corte, Levene rechazó la reposición.
Una vez más debo recordar que la alusión- hecha en esa resolución de
la Corte- a la delegación de facultades en el Presidente para instruir el sumario penal,
alude a la norma objetiva de competencia (art 84 bis) introducida al Reglamento por
delegación de carácter permanente de la Corte a través de la Acordada 4 de l987..
En cuanto a las medidas que había solicitado el Procurador, rechazadas
por Levene , y más allá de que ese rechazo entraba en las amplias facultades del
juez instructor, eran las siguientes:
a) En virtud de un anónimo, se investigó su contenido y, hasta con un
grafólo se intentó determinar al autor del anónimo. Todo resultó vacuo, sin contenido.
No obstante, el Procurador le pidió al Juez Levene que citara a declarar a Walter
Bordelli y Maria C.Orcesi, mencionados en el anónimo.
Es sabido que en materia investigativa, un simple anónimo no puede dar
lugar a ingente actividad procesal, si no está acompañada , al menos, de elementos
que le den visos de seriedad; lo que no ocurría en el caso, según juzgó el instructor
Levene. Conforme a ello, se ha entendido que es nulo lo actuado si la instrucción del
sumario se origina en una denuncia anónima (CN Pen.Econ., sala 2a., “Assad”, JA
1992-IV-568; idem Sala A, “Trascopier SA”, JA 1999-I-síntesis)
b) Pedir a Interpol una investigación en base, simplemente, a un artículo
publicado en el diario “Ámbito Financiero”, que no contenía ninguna precisión seria
como para adoptar esa actitud, a juicio del instructor.
C) Solicitar a Interpol informe si los paquistaníes procesados eran
miembros de Hezbollah. Levene rechazó el pedido porque ya existían en el
expediente los antecedentes de los paquistaníes, que probaban que no eran de
Hezbollah.
Como se advierte, nada se puede reprochar al instructor por ese
rechazo a las medidas solicitadas, y mucho menos al resto de la Corte que no tenía a
su cargo la instrucción.
Para mayor esclarecimiento de la Comisión, acompaño en la carpeta
“Antecedentes” las fs.4227, 4242, 4247, 4254/5, 4270/1 que acreditan lo expresado
precedentemente.
IV - La resolución de la Corte del viernes 24-11-1995:
a) En noviembre de 1995 Levene presentó a la Corte un escrito de excusación
para no seguir cumpliendo la tarea que el art. 84 bis del Reglamento le
encomendaba. Invocó,
como único motivo, razones de decoro y delicadeza,
fundándose para ello en opiniones adversas a su actuación que habrían formulado
verbalmente el Sr.Embajador de Israel y el Sr. Presidente de la Daia, que no eran
partes en el expediente.
No hubo recusación contra el Dr. Levene, sólo la excusación mencionada.
B) El 24-XI-1995 la Corte rechazó la excusación.
Los límites jurisdiccionales de la Corte estaban dados por el planteo del
Dr.Levene, o sea, sólo se podía y debía decidir si correspondía la excusación por
razones de decoro y delicadeza.
La decisión de la Corte se adecua a la jurisprudencia uniforme de todos los
tribunales del país y de toda la doctrina, que sostienen que no es posible que un juez
se aparte de una causa – por excusación o recusación – en razón de expresiones o
actos contrarios a su persona o a su actuación provenientes de las partes o de
terceros después de la iniciación de la causa, ya que de otro modo –señalan la
doctrina y la jurisprudencia – se podrían realizar esas críticas con el objeto de lograr
el apartamiento de un juez que interviene en una causa (Colombo, Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación Anotado y Comentado, I, 0p.92; Fassi - Yañez, Código
Procesal Civil y Comercial Comentado,Ip.238;Díaz,Instituciones,II-A,pag..334;
Palacio, Derecho Procesal Civil. Sujetos del Proceso, II, p. 324; Couture,
Estudios de Derecho Procesal Civil, III,p. 185; Falcón, Código Procesal Civil y
Comercial, I, p. 271 y 274; Martínez Crespo, Código Procesal Civil y Comercial, p.44;
Podetti, Tratado de la Competencia, I, p. 589; Finochietto - Arazi, Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación, 1, p.124; C.S.J.N. Fallos 313:890; 319:758; Cámara
Federal Civil y Comercial causa 6.460/92 del 21-7-95; Cámara Nacional en lo Civil,
Sala F “C.,N c/ C., C.R. s/ denuncia por violencia familiar” 30-6-97; Sala K “S.M.A. c/
L., A.M. s/ recusación con causa - familia” 4-4-97; Cámara Nacional en lo Comercial,
Sala D, “Forobra S.A. c/ Acerbo, N.H. s/ ordinario s/ incidente de recusación”, 23-791; Sala C “Hang Ten Argentina s/ quiebra s/ inc. de recusación con causa” 27-12-89;
L.L. 111-899; L.L. 124-1169; SCBA Acuerdos y Sentencias, 957- IV, p.61; L.L. 132273; L.L. 136-405; L.L. 152-428; etc.
Es decir, el rechazo de la excusación fue juridicamente correcto.
Los dos párrafos que expresamente se incluyeron para fundar la decisión,
estuvieron dirigidos a desechar
la existencia de atendibles motivos de decoro y
delicadeza, y merecen las siguientes consideraciones:
El párrafo 1, donde se estima que Levene cumplió acabadamente con las
funciones instructorias que le encomendaba el art. 84 bis, es un juicio de valor, que se
puede compartir o no, pero que, más allá de contribuir a fundar el rechazo de la
excusación, no estaba destinado a tener efectos jurídicos, por las siguientes razones:
1) no se estaba resolviendo una apelación contra uno o varios actos cumplidos
por el juez instructor
2) tampoco tuvo el efecto jurídico de una ratificación, ya que los actos cumplidos
por el instructor produjeron sus efectos desde que se realizaron,
necesitaban para su validez de una ratificación posterior de la Corte
y no
Cabe agregar, a mayor abundamiento, que independientemente de lo que
la Corte resolviera sobre la excusación, el Dr. Levene ya no continuaría a
cargo de la instrucción de la causa, porque había presentado su renuncia al
cargo de juez de la Corte Suprema,
la que le fue aceptada por decreto
presidencial del día lunes 27-XI-1995 (el día hábil siguiente al de la resolución
de la Corte) , poniendo fin a cincuenta años de desempeño en la Justicia. Se
acompaña dicho decreto en la carpeta “Antecedentes”.
El párrafo 2 donde la Corte expresa que el Dr.Levene ajustó su conducta a
las normas procesales vigentes es incontestable , ya que no ha habido
violación alguna de dichas normas; y cuando la Corte agrega que el examen
de las actuaciones no revela paralización u omisiones imputables al juez
instructor coincide con la actitud de los diversos querellantes que en ningún
momento le imputaron paralización u omisiones. Cabe recordar que la
Procuración, a fs. 4254/5 expresó que no quedaban medidas por realizar.
V - La actuación posterior de la Corte:
Tras la renuncia del Dr. Levene, debía hacerse cargo de la instrucción el
Presidente de la Corte Julio Nazareno. Pero se negó a asumir esas funciones
por razones que entonces invocó,
lo que
creó la
necesidad de que la
totalidad de los miembros de la Corte tomaran en conjunto la responsabilidad
de llevar adelante la instrucción (ver resolución del 7-XII-1995).
Lejos de desentendernos de la instrucción de la causa, en los Acuerdos de la
Corte los jueces permanentemente recibimos información , vía la Secretaría
actuante, de las novedades ocurridas, y resolvimos sobre los actos a adoptar,
dentro de las enormes dificultades que la investigación presentaba .
Forzosamente, habiendo asumido colectivamente la instrucción de la causa, mi
análisis de cada acto a cumplir y de las posibles líneas investigativas, debió ser
más intenso que en la época en que las decisiones instructorias estaban a
cargo del Dr.Levene.
Posteriormente, se creó una Secretaría especial, con el Dr. Canevari al
frente (12-8-1997, Fallos 320:1740 y aclaratoria del 28-8-97 Fallos 320:1865),
teniendo en cuenta las facultades legales que para ello contaba el Tribunal, el
que
continuó procediendo del mismo modo que antes : en los Acuerdos
recibimos
información de las novedades producidas, adoptamos las
decisiones necesarias e intercambiamos opiniones entre nosotros y con el
Dr.Canevari sobre los actos que resultaba conveniente adoptar.
El Dr. Canevari cumplió y cumple fielmente con lo dispuesto por la
Corte a fs. 6799/6803: agilizar la pesquisa y desarrollar las diversas líneas
investigativas que exiben las constancias de las actuaciones.
Conviene señalar que respecto del período actual, que se inicia el 7-1295, desde que la Corte en conjunto debió asumir la instrucción, no es posible
dividir en etapas lo actuado antes y después de la creación de la Secretaría
especial
para
endilgar
responsabilidades
de
desentendimiento
de
la
investigación a los ministros por lo actuado en la primer etapa, ya que, como
señalé, el Dr. Canevari actuaba y actúa en permanente vinculación con los
miembros de la Corte sobre los actos que se cumplen, pero con una amplia
libertad de acción.
Ello, del mismo modo que durante la instrucción a cargo de Levene,
cuando
éste delegó en determinados secretarios las tareas específicias a
cumplir, ordenadas por el entonces juez instructor
VI - Cargo: “Negligencia en la conducción de la instrucción”
Se entiende que esta imputación engloba lo expresado a continuación:
VII - “Omisión de investigar con profundidad las distintas líneas de
investigación. En especial, la pista de la Jihad Islámica, lo referente al
personal encargado de la custodia del edificio de la embajada de Israel,
sin deslindar responsabilidades , y lo relativo a la determinación del lugar
y modo de la explosion”
Toda la doctrina del derecho procesal coincide en reconocer en el
instructor la facultad de adoptar las medidas cuando se consideran pertinentes,
al punto que el Código aplicable a este caso no habilita siquiera a apelar la
negativa de alguna medida propuesta.
De manera que no es posible imputar mal desempeño a los jueces que
debieron asumir la instrucción, por adoptar medidas que, tal vez, a juicio de
otro, deberían haber sido reemplazadas por otras medidas, no sólo porque era
el ejercicio legítimo de las facultades instructorias, sino por el realismo con que
hay que entender la enorme dificultad en que se desarrrolló y desarrolla la
investigación del hecho terrorista.
Independientemente de ello, la llamada pista de la Jihad Islámica, que
en realidad debería señalarse como pista Hezbollah –teniendo como límite
inicial el 7 de diciembre de 1995 (fs. 5109)- comienza a seguirse a fs. 5496
(agosto de 1996), una vez que se concluye con el peritaje llevado a cabo por
los ingenieros de la Academia, tal como se había establecido a fs. 5161 (18 de
marzo de 1996).
Efectivamente, al asumir la Corte la instrucción y dar intervención
a las partes para que propusieran todas las medidas que les resultaran
pertinentes (fs. 5116), dispuso -sobre la base de la solicitud de una de ellas- la
realización de un peritaje a cargo de miembros de la Academia Nacional de
Ingeniería.
En la misma providencia en la que se ordenó ese estudio (fs. 5161 –18
de marzo de 1996) se determinó postergar el resto de las medidas para
después de terminado el peritaje, lo que no fue objetado por las partes. De
igual forma se realizaron varias medidas de prueba.
Así, a fs. 5760 (26 de diciembre de 1996) se ordenó librar oficio al
Ministerio de Relaciones Exteriores para que por intermedio de quien
corresponda se determine si el video supuestamente perteneciente a la Jihad
Islámica fue emitido en el Líbano o en Irán;
Librar oficio para que el primer ministro del Estado de Israel remita todos
los datos que posea el Mossad relacionados con el atentado;
Librar oficio para que las autoridades de la CIA aporten la información
que posean vinculada con la participación del Hezbollah en el atentado.
A fs. 5775 (4 de febrero de 1997) se ordena la extracción de
copias del video y su remisión al Ministerio de Relaciones Exteriores para que
se reenvíe a las embajadas correspondientes, tal como fuera solicitado por el
mencionado Ministerio.
A fs. 5981 (7 de abril de 1997) se le solicita a Mauro Viale copia del
programa “impacto a la siete”.
A fs. 5985/5987 (8 de abril de 1997) se librar oficio a la Policía Federal
para que informen respecto de “Machani” (Iranian Shipping Lines);
Se libra oficio a la Cancillería para que se informe si una persona de
apellido Machani se encontraba inscripto en el Registro Nacional de Culto;
A fs. 6051 (16 de abril de 1997) se le recibe declaración testifical a
Natalio Aides quien manifiesta que un miembro del Hezbollah le confesó que
fueron ellos los que atentaron contra la embajada de Israel.
A fs. 6059/6060 vta. (17 de abril de 1997) se ordenaron las
declaraciones testificales de Bahre Rad y de Walter Mur o Moore, relacionados
con la declaración de Natalio Aides;
se solicitó a Canal 13 la remisión de videos de entrevistas a miembros
del Hezbollah;
se solicitó a canal 11 el video de Natalio Aides;
se libró oficio a la SIDE para que se informe respecto de unas personas
relacionadas con la Jihad tuvieron relación con el atentado; respuesta a fs.
6208/6211.
se solicitó a Alemania copia de la sentencia del asunto “Mykonos”;
A fs. 6087/6106 (18 de abril de 1997) se agregó información de Iranian
Shiping Lines.
A fs. 6184/6184 vta. (28 de abril de 1997) se ordenaron diversas
medidas en relación a Iranian Shipping Lines.
A fs. 6270/6271 (7 de mayo de 1997) se ordenó librar oficio solicitando
los datos del periodista que entrevistó a un miembro del Hezbollah según
surge del video remitido al tribunal con fecha 8 de abril de 1997.
A fs. 6288/6289 (6 de mayo de 1997) la embajada argentina en El
Líbano informó que no puede precisar si el video de la Jihad es original porque
los canales no tienen archivos más allá de 1995.
A fs. 6485/6487 (22 de mayo de 1997)se ordenaron nuevas medidas en
relación a Maschadchi;
Se libró oficio a la embajada de EE.UU. para que la CIA suministre los
elementos de juicio que posea relacionados con la participación del Hezbollah
en el atentado;
Se libró oficio para que canal 13 informe que periodista realizó un
reportaje a miembros del Hezbollah;
A fs. 6567/6568 (12 de junio de 1997) se solicitó a la Cancillería
el resultado del oficio con el que se remitió el video de la Jihad Islámica a Irán.
A fs. 6661/6662 vta. (7 de julio de 1997) se reiteró el oficio a El
Líbano con más datos en relación al video de la Jihad;
Se comenzó la investigación en relación a Abou Saleh, empresario de la Triple
Frontera.
A fs. 6665/6669 (8 de julio de 1997) se agregó informe de los EE.UU.
sobre el atentado.
A fs. 6770 (29 de julio de 1997) se agregó cable remitido por la
embajada de El Líbano. Diario An Nahar.
A fs. 6761 (29 de julio de 1997) se agregó oficio de la Cancillería: la
CIA no podía brindar mayor información, invitaban a viajar.
En igual sentido, todo lo referente al personal encargado de la custodia
del edificio de la embajada de Israel también fue tratado intensamente
La Corte no sólo incluyó al personal de la Policía Federal, sino
también a aquellos que formaban parte de la seguridad de la propia embajada
y a todos los testigos que de una forma u otra podían aportar algún dato en
relación a este tema más allá de no tener absolutamente nada que ver con las
funciones de custodia y seguridad, inclu{idos vecinos.
A la luz de estas consideraciones y en relación a la custodia de la
embajada, tenemos que:
A fs. 5476 (18 de julio de 1996) se solicitaron a la Policía Federal los
sumarios que se hubieran instruido a raíz de la ausencia del personal de
servicio adicional en la sede de la embajada el día del atentado. Fue
respondido en forma negativa a fs. 5485.
A fs. 5495 (23 de agosto de 1996) se ordenó librar oficio para que la
embajada de Israel remita la lista del personal de seguridad y sus nuevos
destinos.
A fs. 5633/5634 (5 de noviembre de 1996) remiten la lista arriba
mencionada.
A fs. 5686 el Procurador General no se satisface con esa lista y solicita
se la requiera nuevamente.
A fs. 5760 (26 de diciembre de 1996) se reitera el oficio, requiriéndose
además el domicilio en la Argentina del Sr. Goldberg que se desempeñaba en
seguridad de la embajada el día del atentado.
A fs. 5769 se agrega nota de la embajada de Israel igual a la que no
satisfizo al Procurador.
A fs. 5775 (4 de febrero de 1996) se libró oficio a la embajada de Israel
para que indique los nuevos destinos de Roni Gorni y Dany Birán.
A fs. 5778 (10 de febrero de 1997) la embajada informó el domicilio de
Goldberg.
A fs. 5826/5828 (4 de marzo de 1997) la embajada informó que Roni
Gorni y Dany Birán han cesado en sus funciones y volvieron a Israel.
A fs. 5856 (20 de marzo de 1997) declaró Jorge Salazar, custodia
policial en la calle Suipacha.
A fs. 5859 (20 de marzo de 1997) declaró José Antonio Ojeda,
custodio policial de la embajada que se retiró antes que llegase su relevo.
A fs. 5863 (20 de marzo de 1997) declaró Oscar Horacio Chiochio,
custodia policial que no llegó a la embajada.
A fs. 5864 (20 de marzo de 1997) se llevó a cabo un careo entre Ojeda
y Chichio.
A fs. 5893 (20 de marzo de 1997) declaró José Carlos Carracellas,
custodia personal del embajador de Israel y miembro de la Policía Federal.
A fs. 5937/5944 declaró Rubén Beraja quien agradeció los esfuerzos
que hacía la Corte para conseguir el testimonio de algunos funcionarios de la
embajada de Israel.
A fs. 6059 (17 de abril de 1997) se solicita a la embajada de Israel que
cite a Roni Gorni.
A fs. 6278 (8 de mayo de 1997) declaró Víctor Marcelo Nisembaum.
De la seguridad de la embajada.
A fs. 6369/6391 (19 de mayo de 1997) la Policía Federal a solictud de
la Corte elevó el reglamento de Policía Adicional e informó los nombres de los
jefes de ese servicio en el momento en que se produjo el atentado.
A fs. 6395/6396 (19 de mayo de 1997) la embajada de Israel
informó que remitió a su Cancillería la citación de Roni Gorni.
A fs. 6596 (18 de junio de 1997) declaró Miguel Angel Espósito, jefe
de la Policía Adicional en la época del atentado.
También lo referente a la determinación del lugar y modo
de la explosión fue tratado con la profundidad que el caso exige en el período
señalado:
A fs. 5134 (27 de diciembre de 1995)se ordenaron diversas medias en
relación a este punto. Obra en la embajada, empresas intervinientes, operarios
sobrevivientes, etc.
A fs. 5161 y sobre la base de una solicitud de la querella se solicitó a
la Academia nacional de Ingeniería que designe tres ingenieros estructurales
para determinar las causa de explosión, los explosivos, probable ubicación y
efectos del siniestro.
A fs. 5267 los ingenieros solicitan diferentes elementos para llevar
adelante su cometido.
A fs. 5269/5278 se libran los oficios con las solicitudes de los
ingenieros.
A fs. 5388/5461 (mayo de 1996) se agrega la documentación que va
llegando para los ingenieros.
A fs. 5488 (13 de agosto de 1996) los ingenieros entregan el peritaje.
A fs. 6405/6475 (22 de mayo de 1997) se agrega versión taquigráfica
de la audiencia de los peritos.
A fs.5495 (30/9/96), 5541 (19/9), 5562 (30/9), 5603 (23/10), 5632
(5/11), 5654 (13/11), 5677 (21/11), 5704 (28/11), 5717 (6/12), 5737 (13/12),
6485 (2275/97), 6567 (12/6), 6661 (7/7) y 6700 (15/7) se ordenaron
declaraciones testificales directamente relacionas con el lugar y el modo del
atentado y –como ya se adelantó- también con el tema de la custodia y
seguridad de la embajada.
VIII -
*Falta de asignación de recursos humanos y materiales
específicos para el desarrollo de la investigación
Esta afirmación no se ajusta a la realidad.
Más allá del aporte personal de esfuerzo de cada juez, la Secretaría
Penal aportó su secretario y también personal para el desarrollo de las
actividades que imponía el expediente.
Además, mediante la acordada 18/96, se puso en funcionamiento la
llamada “Policía Judicial”.
A raíz de ello se solicitó a la Policía Federal, Gendarmería Nacional,
Prefectura Naval y Policía Aeronáutica el nombramiento de tres personas
idóneas para realizar las actividades que fuera menester. En ese marco y con
la habilitación de una sede en el Palacio de Justica, las cuatro fuerzas
mencionadas aportaron personal que fue dedicado exclusivamente al servicio
de tareas relacionadas con el expediente en el que se investiga el atentado a
la embajada de Israel.
Debe agregarse a ello la creación de la secretaría especial con
dedicación exclusiva hacia el expediente mencionado, con personal capacitado
y material necesario para cumplir con su cometido.
IX -
*Ausencia de coordinación y control de la actividad de los
diversos organismos de seguridad e inteligencia para el desarrollo de la
investigación
Esta afirmación encuentra respuesta en la acordada 18/96 mediante
la que la Corte organizó las tareas de las fuerzas de seguridad que
colaboraban en la investigación. Sin perjuicio de recordar los límites con que
un juez instructor puede dar ordenes a fuerzas de seguridad que dependen de
otro poder.
No surge del Código de Procedimientos en Materia Penal aplicable a este caso- que el juez de Instrucción deba ocuparse de la
organización y control de sus auxiliares, quienes sí deben estar subordinados
al juez en el caso que esta se lo ordenase, tal como ocurrió en autos, desde el
primer momento de la instrucción y se profundizó todavía más con la acordada
18/96. (Cfr. arts. 184/194 del C.P.M.P.).
10 -
Lentitud en la toma de decisiones
La muy extensa lista de actos cumplidos sin interrupción a lo largo de
43.000 fojas y muchos legajos anexos es,lo digo respetuosamente, la respuesta a
este cargo formulado en términos genéricos. No hay en el cargo referencia a un solo
acto en el que se haya incurrido en lentitud capaz de perjudicarlo, desde que resultó
posible y razonable realizarlo.
Algunos datos referentes a lo mucho que se hizo a través de los años son
elocuentes:
a) El expediente tiene aproximadamente 43.000 fojas. Además hay once legajos
agregados con numerosas actuaciones de investigación en cada uno de ellos.
b) Se ha tomado declaración a,
aproximadamente, 3200 testigos ( de ellos, 480
declaraciones fueron tomadas durante la actuación del juez instructor Levene). La
lectura del expediente permite advertir que la mayoría de las testimoniales fueron
extensas y minuciosas, en la búsqueda de la verdad.
c) Se analizaron 70 videos cassettes que podían arrojar pistas sobre la identidad de los
terroristas.
d) Se realizaron prolongadas e intensas investigaciones sobre sospechosos pakistaníes
e iraníes.
e) Se hicieron cientos de pericias sobre explosivos, restos de vehículos,
restos
materiales que quedaron tras la explosión, lesiones recibidas por heridos y muertos,
caligrafía de diversos escritos, se hicieron numerosas traducciones, se dispusieron
escuchas telefónicas, etc.
Entre los resultados de la intensa actividad desplegada, debe señalarse que la Corte
pudo dictar la resolución de fecha 10-5-1999, en la que describió minuciosamente
cómo sucedió el hecho – la colocación de un coche bomba frente a la Embajada - y el
2/9/1999 libró orden de captura internacional contra Imad Mugniyah, libanés, Jefe de
la Jihad Islámica, como principal sospechoso del hecho terrorista.
En la Carpeta “Antecedentes”se acompañan copias de dichas resoluciones.
Parece evidente, entonces, que ante tanta actividad realizada, no es justo imputar
mal desempeño a los jueces sin señalarse concretamente qué es lo que además
debía hacerse y no se hizo y hubiese resultado trascendente para el curso de la
investigación.
XI - La actitud de los querellantes
Debe recordarse que en las audiencias y otras actividades instructorias
participaron los abogados de los querellantes, y todos sus pedidos fueron satisfechos
, con excepción de uno que ya he comentado
No se encuentran, a lo largo de las 43.000 fojas, presentaciones de los querellantes
en las que se quejen de que, Levene en su momento o el Tribunal en pleno después,
hayan negado medidas de investigación solicitadas por ellos.
No corresponde, entonces, sostener ahora
desidia o inacción de los jueces,
indicar concretamente qué graves errores u omisiones cometieron,
sin
cuando los
querellantes, que siguieron y controlaron constantemente la causa, no formularon
tales imputaciones en el expediente.
XII- Algunos aspectos particulares de mi actuación en la causa.
Además de participar en todos los Acuerdos de Corte del análisis de las medidas
cumplidas y decisiones sobre las medidas a cumplir, según ya se refirió, pueden
señalarse algunos aspectos particulares de mi actuación:
a)
Sobre el modo en qué ocurrió la explosión había en autos dos pericias; pero
los querellantes pidieron que se realizara otra para aclarar aún más la
cuestión. Por ello, y para dar mayor seriedad al acto, se designó, a través
de la Academia Nacional de Ingeniería, a tres peritos. Estos produjeron un
dictamen contrario a las dos pericias anteriores, ya que sostuvieron que la
explosión no había ocurrido fuera de la Embajada sino dentro.
b)
Por cierto,
este nuevo dictamen exigió del tribunal una nueva e intensa
actividad probatoria para dejar aclarado el tema referente al lugar de la
explosión. Pero además, provocó en alguna o algunas personas la idea de
que, entre otras hipótesis, era posible que la bomba la hubieran puesto
judíos disidentes con la política del gobierno de Israel.
c)
Esto último provocó mi enérgica reacción – que fue reflejada por los diarios de
la época, a fines de marzo y principios de abril de 1997, algunos de los
cuales se encuentran agregados al expediente – y sostuve, en un Acuerdo de
la Corte, que consideraba inadmisible suponer, y tomar como hipótesis de
trabajo, que un grupo de judíos hubiera puesto una bomba para matar a otros
judíos, actitud que, dije entonces, recordaba al tiempo del Proceso cuando
los represores, tras el secuestro de sus víctimas, imputaban el hecho a los
propios compañeros de las víctimas.
Esta actitud que asumí derivó en un debate interno –del que también dan
cuenta los diarios de la época – que concluyó con el apartamiento de la causa
por parte de uno de los jueces que sostenía que debía investigarse la
mencionada hipótesis del atentado provocado por un grupo de judíos.
d) A partir de ese momento, además de las interveneciones que hasta entonces
había tenido, tomé personalmente
18 audiencias a testigos y a peritos,
fundamentalmente dirigidas a dejar establecido cómo había ocurrido el hecho, es
decir, a través de la explosión de un coche bomba colocado frente a la Embajada, y
no una implosión en su interior.
Para ello, fueron decisivas, entre otras, las siguientes audiencias que tomé – en
algunas acompañado por otros jueces -, aclarando que por razones de brevedad no
se agregaban en las actas las ampliaciones de preguntas y pedidos de explicación
hechos por mí, sino que directamente se transcribían las respuestas y las
aclaraciones: (en la carpeta “Antecedentes” se acompañan copias de dichas
audiencias)
Fs.5963: Vicente Trupo, comerciante, explicó que desde un mes antes al atentado
los camiones de su empresa llevaban material de construcción a la Embajada, que
“el control que se ejercía en la emabajada era muy estricto...en algunas
oportunidades volcaban todo el contenido en una carretilla...”, dio el nombre de los
choferes y muchas otras precisiones.. Esta declaración obtenida contribuyó a
despejar la hipótesis, que se estaba desarrollando , de que con la excusa de una
obra que se realizaba en la Embajada se habían introducido los explosivos, para
producir luego la implosión.
Fs. 5968: Rodolfo Nueberger contribuye a despejar la hipótesis de la introducción de
explosivos, ya que describe que proveyeron de materiales de construcción a la
Embajada, incluso el mismo día del atentado, y da detalles aclaratorios.
Fs. 5970: Erico Neuberger ratifica las expliaciones de su hermano y agrega
detalles.
Fs 6476: El Rabino Mario Rojzman,
quien estuvo en la Embajada el día del
atentado, se retiró y tras la explosión regresó “y escucha de la gente que había un
enorme cráter afuera de la embajada”...”que estaba lleno de agua”. Esto era
decisivo para afirmar la existencia y voladura del coche bomba en la calle. El Rabino
explicó, además, cómo debía descartarse la hipótesis de que hubiera extremistas
israelíes, utilizando para ello las frases del asesino de Rabin, Igal Amir, quien
señalaba que el Talmud prohibe matar gente inocente como la que había muerto en
la Embajada.
Fs 6483: O. Renella, ingeniero civil, aporta una explicación de suma importancia,
ya que describe los “testigos” de hormigón y de asfalto que se encontraban en la
calle frente a la Embajada, que por su ubicación corroboran que allí se produjo la
explosión, ya que la onda expansiva va decreciendo en el asfalto a medida que se
aleja del punto de la explosión.
Fs 6549: F.Ordaz, empleado de la playa de estacionamiento donde había sido
estacionado la camioneta que se utilizó para el atentado, y cuando se le exhibe el
ticket de estacionamiento de la camioneta, del día 17 de marzo , explica que había
estado estacionada sólo una hora. Y corrobora que la chapa de la camioneta
terminaba en 871
Fs. 6551: R.Ghetti, arquitecto, no aportó nada sustancial.
Fs. 6639: A. Ibáñez, empleado de Neuberger ratificó la venta de materiales a la
Embajada.
Fs.6655: A. López, camionero, no aportó nada sustancial
Fs. 6656: J.J.Miceli, periodista, una importante declaración en la que relató sus
encuentros en el Líbano con gente de Hezbollah, reconoció un video cassette que
fue utilizado luego en la causa, refiere el carácter que tiene la Jihad como brazo
armado de Hezbollah, y los intentos del hombre de Hezbollah por desvincularse de
la responsabilidad.
Fs. 6658 R. Zurdo, camionero, no aportó datos.
Fs 6709,
R.Dumais,
gestor de negocios,
explicó cómo quedó el techo de la
Embajada y cómo se quebró quedando sostenido por uno de sus bordes, el borde
que estaba fijo a la pared. Esto contribuyó a sostener que la onda expansiva no vino
de adentro sino de afuera.
Fs. 6712. J.Caballero, ingenierio, calificado observador ya que era Director
General del Instituto de Cemento Pórtland, entre otras explicaciones sobre la
onda expansiva, afirma :”Esa impronta (el epicentro de la emanación de los
gases de la onda) se encontró en la calle, próxima a la vereda, es decir se
encontró allí el cráter que sería el epicentro de la carga” Y luego,
siempre
interrogado por mí, dió explicaciones terminantes sobre los estudios que se
hicieron, como se colocaron “testigos” en el pavimento, que demostraron cómo
fue disminuyendo la onda expansiva a medida que se alejaba del epicentro de la
explosión. Considero que esta declaración resultó definitiva para esclarecer
dónde y cómo ocurrió el hecho.
Fs. 6792. J.Salinas Montano, no aportó datos sustanciales.
Fs 6793 O.Fernández, no aportó datos sustanciales.
Fs 6798 F.Sciarrillo, empleado de Aguas Argentinas, relató cómo se debieron
enviar camiones cisternas con agua tras el atentado,
y se debió cerrar “la
malla”, lo que corroboró que la explosión había destrozado caños de agua en
la calle.
Posteriormente, y siempre sin descuidar mi participación en todos los actos que
debían cumplirse por parte del Dr.Canevari y sus colaboradores y que se
analizaban en los Acuerdos de Corte, tomé a mi cargo la investigación abierta
sobre el supuesto conocimiento que habría tenido del hecho, o eventualmente
del posterior atentado contra la AMIA,
la iraní Masrim Mokhtari. Para ello,
conduje personalmente todas las audiencias a la nombrada, así como también
a Rosalina Cortes, propietaria de la pensión “Hotel Rincón” donde la iraní se
había alojado al tiempo del atentado a la Embajada. Todas estas audiencias
tomadas por mí obran a fs. 28770 a 28916 y sirvieron para advertir que se
trataba de una pista falsa,
que podía conducir por un camino errado a la
investigación. (Se acompañan copias en la carpeta “Anexo”)
En este resumen que se ha hecho de lo actuado, puede advertirse el empeño
que, en la medida de mis posibilidades, puse para contribuir al esclarecimiento
del hecho, sin perjuicio de las enormes dificultades que la tarea representa.
De manera que, en virtud de ello, solicito se acepte este descargo y no se
me impute mal desempeño en el ejercicio de mi función de juez de la Corte
Suprema.
IMPUTACION PROMOVIDA EN EXPEDIENTE 7944/2
Supuesto mal desempeño y prevaricato al votar en la
causa “Alianza ‘Frente para la Unidad’, A.671 XXXVII, sentencia del 27 de
setiembre de 2001.
En la citada causa la Corte Suprema, por unanimidad,
revocó la decisión del Superior Tribunal de Justicia de la Corrientes. Esta decisión
había confirmado el pronunciamiento de primera instancia, que desestimó la
pretensión promovida por la Alianza Frente para la Unidad, de oficializar la lista de
sus candidatos para el acto eleccionario a llevarse a cabo el 14 de octubre de 2001.
Como consecuencia de dichas decisiones, se había declarado la inhabilidad de las
personas que propuestas para los cargos de gobernador y de senador provincial.
Todos los jueces de la Corte estuvieron contestes en que el
art. 33, inc. a. de la ley 23.298 (de aplicación al caso según el reenvío que ordena el
art. 71 de la ley provincial 3767) y el art. 53 de la Constitucional local, eran
contrarios al art. 23.2. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos8.
8
El art. 33 inc. a de la ley 23.298 dispone que no podrán ser candidatos a cargos públicos electivos,
ni ser designados para ejercer cargos partidarios, las personas excluidas del padrón electoral. Por su
parte, el art. 53 de la constitución provincial dispone que no podrán ser diputados los procesados con
auto de prisión preventiva firme, inhabilidad que se extiende a los senadores según el reenvío que
establece el art. 57 del texto indicado. Asimismo, el art. 3º, inc. d del código electoral provincial
prevé que “están excluídos del padrón electoral” quienes se encuentren “detenidos por orden de juez
competente mientras no recuperen su libertad”. Finalmente, el art. 23.2. de la Convención Americana
establece que el derecho a elegir y ser elegido, previsto en el mismo art. 23, puede ser reglamentado
“exclusivamente por razones de edad, nacionalidad, residencia, idioma, instrucción, capacidad civil o
mental, o condena, por juez competente, en proceso penal”.
En el voto que
suscribí junto con mi colega, el juez
Belluscio, se señaló –de manera coincidente con los restantes jueces de la Corteentre otros argumentos que “... las razones expresadas acerca de la condición de
inocentes de las personas detenidas que no han sido condenadas en un proceso
penal y de los fundamentos que las diferencian de quienes sí lo han sido, excluyen
toda controversia sobre el riguroso alcance de la norma de la convención que se
pone en tela de juicio, en cuanto a que las restricciones que pueden establecer los
Estados parte para el ejercicio del sufragio están condicionadas a que la persona
detenida haya sido condenada en un proceso penal; máxime si se toma en
consideración que el texto en cuestión ha enfatizado el carácter restrictivo de toda
reglamentación a cargo e los Estados parte, al señalar que tal atribución estaba
acotada ‘exclusivamente’ a las materias indicadas. Esta conclusión permite
verificar que de la mera confrontación entre las disposiciones impugnadas de la
constitución provincial y del código electoral provincial, y la norma de la
convención, se advierte que la de jerarquía constitucional excluye la limitación que
introducen las normas constitucionales e infraconstitucionales locales en cuanto
comprenden a las personas privadas de la libertad mientras se desarrolla el
proceso, que por ende deben ceder en su validez a fin de salvaguardar el principio
de supremacía constitucional, que constituye uno de los pilares sobre los que se
asienta la organización institucional vigente en la república desde 1853”
(considerando 9º).
En el citado voto también se rechazó el argumento utilizado
por el tribunal provincial, en el sentido de que la norma convencional invocada “no
tenía vigencia operativa en el ámbito de los derechos electorales locales” y que, en
consecuencia, el art. 3º, inc. del código electoral provincial era válido. El suscripto
señaló sobre el punto que “... en modo alguno puede aceptarse el argumento
invocado por el tribunal a quo para concluir que esta norma de la convención
carece de vigencia en el ámbito de los derechos electorales provinciales, pues
desconoce que la norma de origen internacional cuenta con jerarquía constituconal.
Además, el art. 1º de la convención obliga al Estado Argentino a respetar los
derechos reconocidos a toda persona bajo su jurisdicción, condición que es
predicable de los candidatos que la recurrente pretende oficializar...” (considerando
10º).
1.- Las imputaciones que se han dirigido respecto
de los fundamentos utilizados en la causa mencionada
El examen de los argumentos utilizados por el
suscripto en el voto citado, que se acaban de transcribir parcialmente,
demuestran que mi decisión se fundó en los claros términos del art.
23.b de la Convención Americana. En efecto, la expresión “condena
por juez competente en proceso penal” no genera dificultades en
cuanto a su interpretación, ya que resulta obvio que ella no alcanza a
los “procesados”, como era el caso de los candidatos en cuestión.
Resulta aquí de aplicación la muy conocida
jurisprudencia de la Corte Suprema en el sentido de que “La primera
fuente de exégesis de la ley es su letra y cuando ésta no exige
esfuerzo de interpretación debe ser aplicada directamente, con
prescindencia de consideraciones que excedan las circunstancias
expresamente contempladas por la norma, ya que de otro modo podría
arribarse a una interpretación que, sin declarar la inconstitucionalidad
de la disposición legal, equivaliese a prescindir de su texto” (Fallos:
321:1434). “La primera regla de interpretación de las leyes es dar pleno
efecto a la intención del legislador y la primera fuente para determinar
esa voluntad es la letra de la ley, cuyas palabras deben ser
comprendidas en el sentido mas obvio del entendimiento comun, sin
que quepa a los jueces sustituir al legislador sino aplicar la norma tal
como éste la concibió” (Fallos: 321:1614). “Cuando la letra de la ley no
exige un esfuerzo de interpretación, la norma debe ser aplicada con
prescindencia
de
consideraciones
que
limiten
los
supuestos
comprendidos en ella y procurando dar pleno efecto a la voluntad del
legislador” (Fallos 321:2894). “No es admisible una interpretación que
equivalga a la prescindencia del texto legal, desde que la primera
fuente de hermeneutica es su letra” (Fallos 314:458). Y en el mismo
sentido pueden citarse muchos otros pronunciamientos de esta Corte
(Fallos: 310:203; 311:150, 193; 312:111, 1010, 1098, 1614, 2078; 313:
254, 1149, 1293 ; 314:363, 458, 1018, 1849, ; 315: 356, 727, 790, 1039,
1256, 2999, 3016 ; 316:814, 1190, 1247, 1319, 2561, 2695, 2732, 3052;
317:779, 1400; 318: 198, 441, 950, 595, 646, 1428, 1887; 319: 353, 1131,
320: 389, 1962, 2649; 321:153, 1434, 1614, 2594, 2767 (voto juez.
Bossert);
321: 2894; 322: 752, 1616, 2321; 323: 620, 1625, 3014, 3139,
324:415, 1740).
Y también la doctrina sostiene este principio hermenéutico
segun el cual cuando la letra de la ley es clara corresponde sin mas su aplicación. En
tal sentido, por ejemplo, Geny, Método de interpretación, p. 267; Llambías, Tratado
de Derecho Civil, Parte General, I, p.107 y sig.; Ruggiero, Instituciones del Derecho
Civil, 1, p.37, 131 y sig; Bennecase, Elementos del Derecho Civil, I, p.119; Busso,
Código Anotado, I, p. 142 y sig.; Aftalión, La interpretación en la ciencia del
derecho, L.L. 57 - 819; Arauz Castex, Derecho Civil, Parte General, I, n 220;
Linares Quintana, Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional Argentino
Comparado, Parte General, II, p.428 y sig.; Rivera, Instituciones de Derecho Civil,
Parte General, I ,p.159 y sig.; Salvat, Tratado de Derecho Civil Argentino, Parte
General, I, p.274 y sig.; Cossio Carlos, La Teoría Egológica del Derecho y el
concepto jurídico de la libertad,, p. 238 y sig.; D’Agostino, Hermenéutica y derecho
natural. Después . en Las razones del derecho natural, Perspectivas teóricas y
metodológicas ante la crisis del positivismo jurídico. p. 301 y sig.; Linares ,
Aplicación de la llamada ley clara. L. L. 141 p.968; Travieso, La Corte
Interamericana de Derechos Humanos. Opiniones consultivas y fallos, p.179 y sig.;
Travieso, Derechos humanos y derecho internacional, p.535 y sig.; Beccaría, César
Bonesana Marqués de, Tratado de los delitos y de las penas. Interpretación de las
leyes, p. 63 y sig; etc..
Por tal razón, resulta inadecuado pretender fundar
una supuesta causal de “mal desempeño” en mi funciones con base
en el voto citado y, menos aún, la causal de “delito en el ejercicio de
sus funciones”, previstas en el art. 53 de la Constitución Nacional.
Aun cuando se ensaye , tal como puede suceder en cualquier
otro tema jurídico, una interpretación que vaya más allá de la clara letra de la
Convención Americana, no es posible imputar mal desempeño al juez que cumplió
con laprimer regla de hermeneutica, de respeto a la letra del texto legal, regla que, en
principio, sólo ha de ceder cuando el texto es oscuro, lo que no ocurre en el caso.
A tal punto que, si la Corte se hubiera apartado de la clara
letra de la norma podría haber sido acusada de mal desempeño.
Sin perjuicio de ello, efectuaré a continuación un análisis de
cada uno de los cargos que se imputan contra la mencionada decisión, para
demostrar su improcedencia.
2.- El supuesto apartamiento y vulneración de la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
2.1. La imputación
Según este cargo, la decisión de la Corte Suprema
habría contradicho lo resuelto por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en su “Opinión Consultiva Nº 6”, del 9 de mayo de 1986 (“La
Expresión Leyes en el artículo 30 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos”)9.
El art. 30 de la Convención Americana dice así: “Las restricciones permitidas, de acuerdo con esta
Convención, al goce y ejercicio de los derechos y libertades reconocidas en la misma, no pueden ser
aplicadas sino conforme a leyes que se dictaren por razones de interés general y con el propósito para
el cual cuál han sido establecidas”.
9
Tal apartamiento se habría configurado porque “...
la Constitución de Corrientes –art. 53º y 57º- y la ley emanada de ella –
art. 3º, inc. d) del código electoral provincial- han ejercido su atribución
dentro de la esfera que le es privativa e indelegable al gobierno federal,
como es la materia electoral estableciendo sus calidades, requisitos y
condiciones que deberán reunir aquellas personas que pretendan
aspirar a competir por la ocupación de cargos públicos cargos
electivos en las elecciones que se desarrollen dentro de su territorio,
así como las inhabilidades y restricciones para acceder a tales cargos.
Y dicha potestad ha sido ejercida en el marco estricto de la
Constitución Nacional, arts. 5º, 121º, 122º y 123º. Si la Provincia de
Corrientes,
a
través
de
su
Constitución
y
la
ley
electoral
correspondiente, establece la restricción de los derechos electorales
sobre las personas sometidas a proceso con auto de procesamiento
firme (art. 53º y 57º) y detenidas por orden de juez competente
mientras no recuperen su libertad (art. 3º, inc. d) lo ha hecho para
satisfacer la seguridad de todos y las justas exigencias del bien común
en una sociedad democrática porque resulta intolerable y constituiría
agresión al cuerpo social y electoral que personas acusadas de
delitos, procesadas y detenidas, puedan encontrar en el acceso a un
cargo electivo el modo de eludir la acción de la justicia mediante los
fueros
parlamentarios
establecen.
Por
cierto
e
institucionales
que
agitar
y
que
las
alentar
constituciones
tales
conductas
absolutamente reñidas con la moral pública, como lo hacen los
ministros de la Corte Suprema a través de su fallo, degrada a la
sociedad democrática en su conjunto y perjudican el marco de valores
que cada estado provincial ha establecido para una competencia
electoral de acuerdo a su idiosincrasia y realidad local. Resulta obvio
con lo hasta aquí relacionado que los ministros de la Corte Suprema
han emitido un fallo a la medida de dos personas (´Tato’ Romero Feris
y ´Lucy´ Ortega) en detrimento de las instituciones locales, a partir de
una aislada mención a la norma del art. 23º de la CADH, pero con
absoluta inobservancia de las demás disposiciones de la misma
Convención tales como los arts. 28º.2 (cláusula federal) y 30º (alcance
de las restricciones) y 32º2. (correlación entre deberes y derechos) y
de la Opinión Consultiva 6/86 de la Corte Interamericana...”.
2.2. Respuesta
Es por demás improcedente que se impute el
desconocimiento de la Opinión Consultiva 6/86 por parte del suscripto
al resolver en la causa “Alianza Frente para la Unidad”, ya que lo
resuelto en la primera ninguna relación tiene con las cuestiones
discutidas en la segunda.
En efecto, en la citada Opinión Consultiva, la Corte
Interamericana interpretó el alcance del art. 30 de la Convención y
reafirmó el conocido principio liberal de que la expresión “ley” debía
ser entendida, en principio, como aquellas normas emanadas de los
cuerpos legislativos.
Así, señaló el tribunal, en esa oportunidad, que:
“... la protección de los derechos humanos requiere que los actos
estatales que los afecten de manera fundamental no queden al arbitrio
del poder público, sino que estén rodeados de un conjunto de
garantías enderezadas a asegurar que no se vulneren los atributos
inviolables de la persona, dentro de los cuales, acaso la más relevante
tenga que ser que las limitaciones se establezcan por una ley adoptada
por el Poder Legislativo, de acuerdo con lo establecido por la
Constitución. A través de este procedimiento no sólo se inviste a tales
actos del asentimiento de la representación popular, sino que se
permite a las minorías expresar su inconformidad, proponer iniciativas
distintas, participar en la formación de la voluntad política o influir
sobre
la
opinión
pública
para
evitar
que
la
mayoría
actúe
arbitrariamente. En verdad, este procedimiento no impide en todos los
casos que una ley aprobada por el Parlamento llegue a ser violatoria
de los derechos humanos, posibilidad que reclama la necesidad de
algún régimen de control posterior, pero sí es, sin duda, un obstáculo
importante para el ejercicio arbitrario del poder...” (considerando 22).
Ahora bien, esta doctrina no da de forma alguna
pie
–como se pretende en la imputación transcripta- para extraer
facultades de los Estados que suscribieron la Convención Americana
(y menos aún de los gobiernos provinciales que integran los primeros),
para restringir los derechos políticos de sus ciudadanos más allá de
los límites que figuran en el art. 23.b. de dicha Convención. Por el
contrario, en la citada Opinión Consultiva la Corte Interamericana fue
muy cuidadosa en negar tal posibilidad, tal como surge claramente de
la siguiente transcripción: “... El artículo 30 no puede ser interpretado
como una suerte de autorización general para establecer nuevas
restricciones a los derechos protegidos por la Convención, que se
agregaría a las limitaciones permitidas en la regulación particular de
cada uno de ellos. Por el contrario, lo que el artículo pretende es
imponer una condición adicional10 para que las restricciones,
singularmente autorizadas, sean legítimas” (considerando 17º).
Carece
también
de
sustento
el
argumento,
contenido en la imputación, de que la decisión de la Corte habría
invadido las legítimas facultades provinciales de regular las elecciones
locales.
En efecto, tal como se explicó en el voto redactado
por el juez Belluscio y el suscripto transcripto “supra”, bien puede
ocurrir que al ejercer las provincias sus facultades constitucionales
(en el caso, regular las elecciones locales), ellas violen los derechos
humanos fundamentales reconocidos en la parte dogmática de la
Constitución. Ello crea en la Corte Suprema, en su carácter de
interprete supremo de la Constitución Nacional, el deber de declarar la
invalidez de tal violación.
10
Esto es, que la restricción emane de una norma sancionada por el Poder Legislativo.
Tal principio es uno de los más antiguos e
indiscutibles en el derecho constitucional argentino y tiene su origen
en el conocido fallo de la Corte Suprema estadounidense en el caso
“Martín v. Hunter´s Lessee”, 14 U.S. 1, resuelto en 1816. En dicho país, al
igual que en el nuestro, tal facultad es considerada vital para la
subsistencia de la República. Así, tal como lo expresó el célebre juez
Holmes: “No creo que los Estados Unidos llegaran a su fin si
perdiéramos nuestro poder de declarar inválida una ley del Congreso.
Pero sí creo que la Unión estaría en peligro si no pudiéramos realizar
tal declaración respecto de las leyes de los diferentes estados”
(transcripto por Stone, Seidman, Sunstein y Tushnet en “Constitutional
Law”, Aspen Law & Business, 4º edición, 2001, pág. 50).
Por cierto que dicha doctrina ha sido receptada por
la Corte Suprema de la Nación desde antiguo. En tal sentido, en un
fallo de 1903, el Tribunal señaló que “... no es cierto, en el régimen
constitucional que ha adoptado la Nación Argentina, que sea lícito a
las provincias, a título de autonomía económica, o de gobierno propio,
emanciparse de las restricciones y trabas que la misma Constitución
Nacional ha impuesto al poder constitucional y legislativo de aquéllas,
cuando por el art. 5º ha establecido que ‘cada provincia dictará para sí
una Constitución bajo el sistema representativo republicano, de
acuerdo
con
los
principios,
declaraciones
y
garantías
de
la
Constitución Nacional’ y cuando por el art. 31 declara que: ‘Esta
Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten
por el Congreso, etc., son la ley suprema de la Nación; y las
autoridades de cada provincia están obligadas a conformarse a ella, no
obstante cualquier disposición en contrario que contengan las leyes o
Constituciones provinciales’...” (Caso “Hileret c. Provincia de Tucumán”,
Fallos: 98:20; ver en el mismo sentido, entre muchos otros, casos
“Municipalidad de Federación c/ Baylina”, Fallos: 116:116 –1912-; “Canale
c. Provincia de Mendoza”, Fallos: 118:278 –1913-; “Drysdale c. Provincia
de Buenos Aires”, Fallos: 149:417 –1927-; “Viñedos y Bodegas Arizu SA c.
Provincia de Mendoza”, Fallos: 157:539 –1930-; “Ferré c. Provincia de
Tucumán”,
Fallos:
196:337
–1943-)
y
ha
sido
mantenida
contemporáneamente por la Corte Suprema (conf., entre muchos,
casos “Davel”, Fallos: 272:70 –1968- ;“Bruno”, Fallos: 311:460 –1988“Repetto”, Fallos: 311:2272 –1988- y “Calvo y Pesini”, Fallos: 321:194 –
1998-).
En todos estos casos, la Corte Suprema declaró la
invalidez de disposiciones provinciales, que si bien habían sido
dictadas en el ejercicio de indiscutibles facultades locales (poder de
policía, impuestos, regulación del empleo público local, organización
del poder judicial de la provincia, etc), habían violado alguno de los
derechos fundamentales reconocidos en la Ley Fundamental. Más allá
de la aceptación o rechazo que pudieron haber merecido esas
decisiones, resulta claro que ninguna de ellas puede ser considerada
como una “usurpación” de las facultades provinciales por parte del
Tribunal, como tampoco lo es la decisión en examen.
Finalmente, cabe también rechazar la imputación
fundada en el supuesto carácter disvalioso que habría tenido la
sentencia analizada.
Tal cargo desconoce un principio fundamental del
estado de derecho: el ejercicio del control de constitucional no puede
verse impedido, en el supuesto de que la Corte Suprema llegue a la
conclusión que una norma determinada viola la Ley Fundamental, por
consideraciones acerca de las consecuencias “inconvenientes” que
tendría adoptar tal decisión (ver, respectivamente, Corte Suprema de la
Nación en el caso “Provincia de Santiago del Estero c/ Compagno”,
Fallos:198:78, y
Corte Suprema estadounidense en el caso “INS v.
Chadha”, 462 U.S. 919).
En el caso que nos ocupa, la decisión de
establecer que sólo un condenado puede ser privado, de manera
general, de sus derechos electorales, no es el producto de una
decisión discrecional de la Corte Suprema sino, en primer lugar, del
Honorable Congreso de la Nación al incorporar, a través de la sanción
de la Ley nº 23.054 en 1984, la Convención Americana al ordenamiento
jurídico argentino y, segundo, por la Honorable Convención Reformada
de la Constitución en 1994 al otorgar jerarquía constitucional a la
citada convención.
Por último, entiendo que es pertinente recordar que la clara
letra de la Convención Americana, en cuanto restringe las facultades de reglamentar
los derechos al caso del condenado en proceso penal, armoniza con el estado de
inocencia que ampara a toda persona a quien se le imputa la comisión de un delito
(art. 8, punto 2 de la Convención, art. XXVI de la Declaración Americana de los
Derechos del Hombre, art. 11 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, art. 14 punto 2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
todos de jerarquía constitucional).
También el “Conjunto de principios para la protección
de personas sometidas a cualquier forma de detención o prisión” aprobado por la
Asamblea General de Naciones Unidas en su Resolución 43/173, del 9/12/1988,
distingue la situación de los condenados y de las personas detenidas que carecen de
un pronunciamiento definitivo sobre su culpabilidad.
La Corte Suprema ya ha recordado (Fallos: 321:3630)
que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha consagrado que la prisión
preventiva es una medida cautelar, no punitiva.
3.- El supuesto desconocimiento por parte de la
Corte Suprema, al resolver en la causa “Alianza Frente para la Unidad”,
del principio conforme al cual sólo pueden interponer recurso
extraordinario aquéllos que se encuentren legitimados a tal efecto
3.1. La imputación
En el mencionado cargo se afirma que la Corte
Suprema, al declarar formalmente admisible el recurso extraordinario,
desconoció su propia doctrina en el sentido de que sólo pueden
interponer la citada impugnación quienes tengan interés personal en
la decisión del litigio, por lo cual los “terceros” no estarían habilitados
para interponer el citado recurso.
Para la imputación, tal interés no existía en el caso
porque el recurso extraordinario fue interpuesto por el partido político
y no, como correspondería, por los candidatos inhabilitados por la
prohibición legal.
3.2. Respuesta
Contrariamente a lo que se afirma en la imputación
reseñada, el Tribunal no ha desconocido en la causa “Alianza Frente
para la Unidad” el indiscutible principio de que sólo puede interponer
recurso extraordinario aquél que tenga un interés concreto y personal
en la solución del litigio.
En efecto, la solución adoptada en la citada causa
coincide plenamente con la empleada, en 1994, por la Corte Suprema
en el caso “Partido Justicialista de la Provincia de Santa Fe” (Fallos:
317:195)11. Allí la Corte, si bien rechazó los planteos de la actora,
reconoció legitimación al citado partido para impugnar la validez del
art. 64 de la Constitución de la Provincia de Santa Fe, en cuanto
disponía el intervalo de un período para posibilitar la reelección de
Gobernador y Vicegobernador de la citada provincia. Si bien en esta
última causa se trató de una demanda originaria promovida
directamente ante la Corte Suprema, la relevancia del precedente es
Es llamativo que el citado caso “Partido Justicialista...” haya sido mencionado en otra parte de las
imputaciones que se me dirigen como prueba de mi supuesto “mal desempeño”.
11
obvia, pues en ambos casos la Corte reconoció legitimación para
impugnar la norma que restringía el derecho de un individuo para ser
candidato, al partido político al cual pertenecía el citado individuo.
Es fácil advertir, por lo demás, que en ambos
casos el partido político tenía “interés” para cuestionar la validez
constitucional de la norma. En efecto, tal como lo explica el autor
estadounidense Erwin Chemerinsky, “... se admite, por lo general, la
legitimación del tercero (en el caso, el partido político) en aquellas
circunstancias en las cuales quien pretende la legitimación es parte de
la actividad constitucionalmente protegida del afectado principal (en el
caso, el candidato). Por ejemplo, en el caso Pierce v. Society of Sisters
[268 U.S. 510], se otorgó legitimación a una escuela parroquial para
impugnar una ley del Estado de Oregon, que disponía que todos los
niños debían concurrir a escuelas públicas. La escuela parroquial
sostuvo que la ley violaba el derecho de los padres para controlar la
educación de sus hijos. A la escuela parroquial se le reconoció
legitimación como tercero, debido a la estrecha relación entre la
escuela y los padres, ya que la escuela era parte de la actividad objeto
de regulación, (esto es) la de proveer educación parroquial...” (“Federal
Jurisdiction”, segunda edición, Little Brown and Company, pág. 84).
En los dos casos argentinos examinados, no hay
duda de que el interés concreto del partido político de participar en las
elecciones, se encontraba afectado por las disposiciones legales que
restringían el derecho de sus respectivos candidatos.
4.- La supuesta contradicción entre lo resuelto,
respecto del fondo del asunto, en “Alianza Frente para la Unidad” y
“Partido Justicialista de Santa Fe”.
4.1. La imputación
Se afirma que en el caso “Partido Justicialista de
Santa Fe”, “... los ministros de la Corte Suprema han tenido
oportunidad de expedirse en un caso similar al que aquí nos agravia, y
en dicha ocasión se expidieron exactamente al revés, de manera
absolutamente inversa a la que se analizara precedentemente [en el
caso “Alianza Frente para la Unidad”]...”.
Tal supuesta contradicción se configuraría porque,
en tanto que en “Alianza Frente para la Unidad” se declaró la
inconstitucionalidad
de
candidaturas
cargos
para
las
normas
electivos
locales
que
provinciales,
impedían
en
las
“Partido
Justicialista de Santa Fe” se sostuvo la validez del citado art. 64 de la
Constitución local, con base en las facultades que las provincias no
han delegado al Gobierno Nacional.
4.2. Respuesta
No existe la pretendida contradicción entre ambas
decisiones.
En primer lugar, en el caso “Alianza Frente para la
Unidad”, existía una norma –el art. 23.2. de la Convención Americanaque establecía, tal como se explicó “supra”, una enumeración taxativa
de causales de inhabilidad general para ocupar cargos electivos. El
carácter taxativo de la enumeración contenida en la citada norma
aparece claramente si se advierte que la limitación prevista en ella a
los supuestos de “condena, por juez competente, en proceso penal”
fue introducida expresamente en el texto original del proyecto, que no
la contenía, a solicitud del delegado de Brasil (conf. “Conferencia
Especializada Interamericana sobre Derechos Humanos”, San José, Costa
Rica, Actas y Documentos, Secretaría General Organización de los
Estados americanos, Washington D.C., pág. 254).
En cambio, en “Partido Justicialista de Santa Fe”,
la norma impugnada –art. 64 de la Constitución local- contenía una
restricción que no era general, como en el otro caso, sino que se
refería a un cargo en particular, por lo cual no encuadraba en las
mencionadas causales taxativas del art. 23.2 de la Convención
Americana.
5.- Conclusión
Los argumentos desarrollados en los puntos
anteriores demuestran que, en forma alguna, la intervención que el
suscripto ha desarrollado en el citado caso “Alianza Frente para la
Unidad”
puede
ser
considerada
como
un
supuesto de
“mal
desempeño” del art. 53 de la Constitución.
Por tal razón, menos aún es posible afirmar que
dicha intervención haya configurado un caso de “delito en el ejercicio
de sus funciones” (también previsto en la citada norma constitucional),
que en el caso sería el delito de prevaricato del art. 269 del Código
Penal12 dado que la solución adoptada por el suscripto, lejos de haber
sido “contraria a la ley”, se ajustó plenamente al texto constitucional,
por lo que cuál la conducta por mí realizada no configura el tipo
objetivo de la citada norma.
Esta norma establece, en lo que interesa, que “Sufrirá multa de tres mil a setenta y cinco mil pesos
e inhabilitación absoluta perpetua el juez que dictare resoluciones contrarias a la ley expresa invocada
por las partes o por él mismo o citare, para fundarlas, hechos o resoluciones falsas...”
12
Agregaré que no es difícil suponer que si esta Corte se hubiese
apartado de la solución que surge de la letra clara de la Convención, seguramente el
Estado Argentino habría sido denunciado ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos en razón de la responsabilidad internacional que asumió al
suscribir y ratificar la Convención.
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