Gobierno militar en Perú 1968-1980

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UNIVERSIDAD SAN SEBASTIAN
FACULTAD DE EDUCACIÓN
CARRERA DE HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES
RAMO: AMERICA SIGLO XX
CRISIS ECONÓMICA Y CONFLICTOS SOCIALES: EL GOBIERNO MILITAR DEL PERÚ
1968−1980
Nombre: Guillermo Soto Garrido
Introducción
El presente trabajo tiene por objetivo dar a conocer los principales aspectos del régimen militar que
gobernó en Perú entre 1968−1975 y en su segunda etapa, que dista en algunos aspectos de la anterior, entre
1975 y 1980.
Otro punto a tratar es de alguna manera conocer los antecedentes, previos al gobierno militar peruano, que
surgió de un golpe de estado ejecutado por los militares, ante el fracaso en la dirección del Estado por parte
de Belaúnde Terry.
En lo que respecta al régimen militar en sÃ-, se darán a conocer principalmente los aspectos polÃ-ticos
del Régimen liderado por el General Juan Velasco Alvarado, la relación que este tenia con la oligarquÃ-a
y partidos polÃ-ticos, además de las relaciones que existÃ-an con los sindicatos y la clase obrera y
campesina, y la gente de izquierda.El gobierno de Velasco Alvarado, concibe al estado y al gobierno como
una institución que esta por sobre los partidos polÃ-ticos, que para el régimen de Velasco conformaban
una verdadera lacra para gobernar los destinos de la nación peruana.
El derrocamiento del gobierno anterior se dio mas que nada con el fin de llevar a cabo desde una posición de
fuerza, las reformas que el débil gobierno civil derrocado por ellos habÃ-a sido incapaz de poner en
práctica
La dependencia externa del Perú, la fracasada reforma agraria y nacionalización de la IPC, fueron alicientes
suficientes para un golpe de Estado.
En la segunda etapa del gobierno militar, existen aspectos más conciliatorios, y se busca una mayor
estabilidad entre el gobierno, los partidos, sindicatos y los distintos sectores sociales con un Francisco
Morales Bermúdez, bastante débil en comparación al aristócrata y personalista Velasco Alvarado.
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En fin no es la intención desarrollar el tema aquÃ-, sino solo entregar los aspectos fundamentales de ambos
regÃ-menes, su relación con los diversos sectores de la sociedad y sobretodo la constante pugna y reticencia
hacia la clase polÃ-tica por parte de los militares.
Dentro del contexto polÃ-tico existieron actores colectivos importantes como el AP y el APRA (Alianza
Popular Revolucionaria Americana) cuya dirección estaba a cargo de don VÃ-ctor Raúl Haya de la Torre,
personaje de importancia en la polÃ-tica del Perú a partir de 1930 y que encabeza uno de los partidos con
mayor tradición polÃ-tica hasta esa fecha en Perú. Por otro lado estaba el AP, de Belaúnde Terry
presidente derrocado por el régimen y que tras el termino de este volverÃ-a al poder. No podemos dejar de
mencionar a los diversos movimientos sindicales y estudiantiles, que mas que cumplir un papel activo y
decisivo en la dirección de la polÃ-tica, si alteraban el orden social y en cierta forma confluyeron al termino
del régimen militar, como factor importante del orden social que se veÃ-a alterado y que resulta
trascendente para la continuidad de un gobierno.
Por lo tanto, el desempeño esencialmente polÃ-tico del gobierno militar, sin desdeñar los aspectos
sociales y económicos, y la relación del gobierno con los diversos sectores sociales, sindicales y polÃ-ticos,
son los puntos y temáticas esenciales que se presentan a continuación en este trabajo.
El Régimen Militar del Perú: Antecedentes previos, El gobierno de Belaúnde Terry
Durante la década del 60' en Perú, se puede advertir el protagonismo adquirido por las fuerzas militares,
en la polÃ-tica, concretamente en la preocupación por la dirección del aparato estatal y el gobierno de la
nación por parte de estas, las cuales se inmiscuyeron cada vez mas en los diversos problemas que afectaban a
los gobiernos civiles, que para los militares los únicos culpables de tales afecciones, era la clase polÃ-tica y
los partidos.
Las fuerzas militares considerando la inoperancia de los gobiernos de turno, comenzó a actuar
sucediéndose una serie de golpes de estado y derrocamientos de gobiernos, reemplazándolos por la
dirección de los militares.
Ya en 1962 se puede apreciar el primer golpe de estado de la década de los 60' aunque la toma de poder por
parte de los militares seria breve y transitoria. Se habÃ-a derrocado al presidente Prado y ya se anunciaban las
elecciones para presidente por lo que las fuerzas militares se adelantaron e hicieron posesión del poder, ante
el inminente triunfo de Haya de la Torre, lÃ-der de izquierda del APRA, el cual causaba cierta repugnancia en
las fuerzas militares, y aprovechando la dubitativa legitimidad de las elecciones, debido a las constantes
constataciones del comercio peruano respecto a la ayuda mutua entre el gobierno y el APRA, por un pacto de
coexistencia, el poder militar ascendió al poder.
Algo caracterÃ-stico de las fuerzas militares peruanas, es la distancia que toma de la oligarquÃ-a,
considerándose el gobierno militar como autónomo, por lo tanto actuó según su pensamiento.
La principal meta del gobierno militar de esa época era la nacionalización de la IPC, algo recurrente en las
promesas de los mandatarios del Perú por aquellos años. Además de lo anterior se dedicaron a paralizar
la movilización social, reduciendo a diversos lÃ-deres campesinos, estudiantiles y obreros entre otros.
Sin embargo el régimen militar seria transitorio para convocar a nuevas elecciones en 1963, debido a las
amenazas de EE.UU. de terminar con la ayuda militar. Esto se produjo esencialmente por la autonomÃ-a que
declaraba el nuevo gobierno ante las clases polÃ-ticas. Por lo tanto se realizaron elecciones, en las cuales,
gracias al apoyo de el PDC ( Partido Demócrata Cristiano), el representante del AP Belaúnde Terry
asumió la Presidencia de la República.
Entonces comenzaba un proyecto reformista, por parte de Terry, para satisfacer a los diversos sectores
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sociales, campesino, obreros, estudiantes y la clase media.
Terry querÃ-a nacionalizar al Perú, que el Estado y la Nación fueran protagonistas y dueños del
desarrollo económico, social y polÃ-tico del Perú, y disminuir la influencia y dependencia extranjera. Pero
los diversos obstáculos que encontró el AP en el congreso por parte del APRA y la UNO, ambas
coalicionadas , sin duda dificultaron el gobierno de Terry, considerando que el APRA tenia una fuerza
electoral y poder polÃ-tico considerable.
Las dificultades para llegar a un acuerdo entre el AP y el APRA, fue materia de reflexión para el gobierno
que ansiaba dicha alianza para un gobierno mas fluido y sin obstáculos. Las dificultades también eran en
externas, el AP al aliarse con el APRA perderÃ-a el respaldo del ejército y el Comercio. Además las
sulfurosas posturas del APRA hacia el AP por considerarlo un ala de las fuerzas militares y del comercio, que
habÃ-an impedido la elección de Haya de la Torre, eran otro impedimento que hacia imposible la unión
entre ambos entes polÃ-ticos. Finalmente el APRA se unió a sectores oligárquicos y el Odrismo, con lo que
se produjo un cisma dentro del APRA, considerando sus raÃ-ces izquierdistas. Los mas jóvenes se alinearon
a la izquierda mas radical, y la clase obrera y media, que estuvo muchos años bajo la protección e
influencia del APRA, tomo distancia alejándose de su circulo.
El congreso, organismo disidente frente al gobierno y obstáculo constante, fue uno de los entes que
provocaron la inestabilidad gubernativa de Terry, haciendo un parangón con la Republica Chilena de fines
de los 90' del siglo XIX y a inicios del siglo XX, con su parlamentarismo a la chilena, caracterizado por el
derribamiento de los gabinetes, las rotativas ministeriales, sucesos acaecidos gracias al poder del parlamento
de censurar ministros y rechazar presupuestos, lo que decanto en la inoperancia polÃ-tica tanto del ejecutivo
como el legislativo. Por lo tanto Terry se encontraba en una encrucijada y es lo que nos hace rememorar a
Balmaceda, en cuanto a que hacer con el congreso, clausurarlo, algo inconstitucional de por si, y requerirÃ-a
la ayuda del ejercito, para luego ser su subordinado. La otra alternativa era mover a las masas, pero las
consecuencias podÃ-an ser fatales y haber terminado en una guerra civil, ya que las fuerzas armadas no se
habrÃ-an quedado de brazos cruzados.
Finalmente se decidió aumentar el gasto público, con esto se podrÃ-a atraer un mayor apoyo para el
gobierno. Se incremento el gasto en educación de sobremanera, y se realizaron exenciones de impuestos a
favor de la sustitución de las importaciones, se incrementaron los empleos urbanos, pero pronto el sistema
comenzó a tambalear.
Hacia el 65' disminuyeron las exportaciones, debido a la retirada de inversionistas norteamericanos. Pero esto
solo seria una antesala, a la serie de deterioraciones en las relaciones entre el gobierno y los diversos sectores
sociales.
Se mantuvo el tipo de cambio, no hubo devaluación, con el fin de ayudar a la industria y los precios de los
alimentos se mantuvieron, generando la protesta airada de los campesinos, los principales perjudicados al ver
que sus ganancias se estancaban y que la agricultura campo ya no era tan viable, se trasladaron a los sectores
urbanos. Junto a esto la deuda externa del Perú aumentaba llegando al 18% del valor total de las
exportaciones en 1967. Esto provoco la protesta de diversos sectores polÃ-ticos y dentro del mismo seno del
AP habÃ-a conflictos. El sistema parlamentario, sin duda, era la piedra de tope para cambios profundos en la
estructura económica, social y polÃ-tica, del Estado. Las rotativas recurrentes ministeriales afectaban el
buen desarrollo del papel del ejecutivo y el parlamento solo se dedicaba a derribar ministros y poner
objeciones al ejecutivo tal como ocurrió en Chile años atrás.
Poco a poco la masa obrera y de campesinos se iba politizando, inclinándose por la izquierda mas radical. A
ello se le sumaban los jóvenes estudiantes y la clase media e incluso los más intelectuales. Los militares se
mostraban cada vez más aprensivos con el gobierno y la situación les parecÃ-a caótica.
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Ante la situación caótica, Haya de la Torre, se alineo con el AP, para otorgar un nuevo gabinete con
mayores poderes extraordinarios, separándose el APRA del odriÃ-smo.
Lamentablemente la solución no complacerÃ-a a todos y parte del AP, en constante pugna con el APRA, se
distancio del gobierno y se alineo con El Comercio y el Ejército en constantes ataque al gobierno de Terry.
En lo económico el régimen de Terry se dedico a incrementar el gasto publico y reformas fiscales,
reforzó el papel del estado peruano y de los industriales y nacionalizo el Banco central, además intento
reducir el gasto militar, medida recalcitrante para el ejercito cada vez mas nacionalista.
La gota que rebalso el vaso fue el acuerdo entre el gobierno y la IPC, para la continuación de la exploración
y explotación de petróleo, algo que Terry habÃ-a prometido, como un negocio del Estado, el control de la
IPC, finalmente no se cumplió.
El escándalo mayor fueron los trascendidos sobre el precio que supuestamente (este no estaba estipulado)
fijaba la compañÃ-a del Estado por la compra de petróleo por parte de la IPC, lo que degenero en diversas
acusaciones. Con lo anterior el APRA se alejo de Belaúnde Terry. El Comercio incentivo al Ejercito a que
tomara control de la situación y fue asÃ- como el 3 de Octubre de 1968, es derrocado Terry por un golpe
militar, golpe que se venia gestando desde un buen tiempo ante el estado de cosas establecido.
La primera etapa del gobierno militar peruano: Juan Velasco Alvarado 1968−1975.
La revolución desde arriba, las reformas desde el Estado y el acaparamiento de toda la actividad
gubernamental y estatal por parte de las fuerzas armadas, como un ente autónomo y reticente a la
oligarquÃ-a, los partidos polÃ-ticos y el sistema parlamentario, fue encabezada por el general Juan Velasco
Alvarado. El Nacionalismo como un componente intrÃ-nseco dentro de las fuerzas militares suramericanas,
se cristalizo en la economÃ-a de la nación, el papel que debÃ-a cumplir el Estado como órgano rector de la
producción industrial y la economÃ-a, todo esto traducido en la nacionalización de las diversas industrias,
entre ellas la IPC, la nacionalización de la producción de hidrocarburos, minerales, la pesca, electricidad y
trasportes. La reforma agraria era un anhelo de varios gobiernos y de los campesinos mas desposeÃ-dos, con
ella se formaron cooperativas agrÃ-colas, y se erradico a la gran lacra de los campos, la decaÃ-da oligarquÃ-a
de carácter rural. Aumento la actividad sindical y la autonomÃ-a de los obreros en sus respectivas
compañÃ-as con la comunidad de trabajo.
Otro punto a solucionar era la dependencia del exterior del Perú, esencialmente de EE.UU., además de la
gran presencia de inversionistas extranjeros, algo que iba en contra de la filosofÃ-a de Estado del régimen,
en la cual se remarca el carácter nacionalista y se refleja en el control del Estado en los negocios de la
nación.
Perú comenzó trazarse diversos caminos y comenzó a establecer relaciones con el bloque socialista, China
por ejemplo. Comenzó la nacionalización de empresas privadas norteamericanas en Perú con
empréstitos de EE.UU. y lentamente comenzó a plasmarse, un capitalismo de Estado y nacional, mezclado
con cierto populismo debido a su antioligarquismo y su más reconocida inclinación y simpatÃ-a por las
clases media y baja. Intelectuales que habÃ-an pertenecido al APRA eran lo principales caudillos de la
ideologÃ-a del régimen, el cual consideraba justa las demandas de los sectores sociales mas deprimidos. El
Nuevo gobierno peruano planeaba Un proceso de integración masiva en el aparato estatal, de las clases
sociales
Lamentablemente para el nuevo régimen, comenzaron a activarse polÃ-ticamente elementos del
campesinado y de la clase obrera, los cuales tenÃ-an un carácter bastante virulento e incrementaban aun
más el movimiento de masas que una vez tomada su consistencia real, tuvo que ser reprimido fÃ-sicamente,
por los militares.
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El movimiento sindical cayó bajo la influencia del PC, por medio del CGTP , el cual velaba por la
obtención de ventajas para lo trabajadores y que mantuvieran cierto control sobre estos, en cuanto no se
formaran marchas o huelgas, algo recurrente y que no se pudo controlar a pesar de la orientación del
gobierno, respaldado por la URSS o Cuba. La exigencia de las reformas por parte del gobierno requerÃ-an de
huelgas al parecer, y poco a poco los movimientos de masa se fueron radicalizando, virando hacia la Ultra
izquierda, grupos que incluso, ya eran, independientes del PC y la CGTP.
Ante este escenario el gobierno militar planteo una participación de la sociedad, en forma corporativista,
contrario a todo partido polÃ-tico, que desdeñaban del poder al pueblo. De esta forma el gobierno
comenzó a reconocer a diversos organismos formados por estudiantes, campesinos y obreros, con el fin de
conocer sus exigencias e integrar y solucionar los problemas sociales, todo esto bajo el amparo del
SINAMOS,(Sistema Nacional de Movilizaron Social)
Lamentablemente la poca la fructificación de las conversaciones, la insuficiencia de las soluciones para estas
organizaciones que representaban a vastos sectores de la sociedad provocó un malestar general y una cierta
hostilidad hacia los militares, por parte de los sectores sociales mas compungidos, por lo cual estos organismo
se comenzaron a distanciar del Ejecutivo, ante el intento de este de invalidar tales organizaciones.
Algunas consideraciones económicas de esta primera Etapa
Ante la arremetida del movimiento sindical y campesino, en parte alentado y aceptado por el gobierno, el
sector inversor privado comenzó a irritarse y a temer frente a este orden de cosas, con un gobierno bastante
ambiguo, caminando por los senderos del socialismo o el comunismo, por lo cual poco a poco la ayuda al
Estado por parte de los privados comenzarÃ-a a caducar.
En lo que respecta a la polÃ-tica económica del gobierno, las reformas en la posesión de tierras, la
división de estas, con el fin de aumentar la productividad la cual ayude al desarrollo de la industria, la cual
seria controlada esencialmente por el Estado que incentivarÃ-a la producción para sustituir las
importaciones, son los parámetros mas importantes dentro del pensamiento económico del régimen. En
forma paulatina comenzaban a decaer las entradas por las exportaciones, aumentaba la demanda interior
reforzada con el alza de los salarios que alcanzo un máximo histórico hacia 1974, se incremento el
número de empleados públicos y el gasto público, sobretodo para fines militares. La compra de armas se
incremento hacia 1973, ante el temor de un inminente conflicto bélico con Chile, y la URSS seria su gran
socio vendedora.
El gasto publico, se incremento a pesar de la negativa de EE.UU. para empréstitos al Perú. El gobierno
peruano continuo con las polÃ-ticas de subvención de importaciones de carburantes y alimentos, además
de mantener los precios de los productos agrÃ-colas de forma fija, lo cual se repetÃ-a con lo sucedido en el
gobierno anterior, la pauperización del sector campesino, además de un incremento en el déficit fiscal..
Velasco, se mostró optimista y que todo se solucionarÃ-a encontrándose petróleo, dejando de lado
mediadas más razonables, coma la reducción de importaciones y la reducción del gasto fiscal, sobretodo
en armas, esto ultimo casi imposible para Velasco que premeditaba un conflicto con Chile.
El comienzo del ocaso del régimen de Velasco
Paulatinamente Velasco comenzaba a actuar en forma personalista sin consultar a los altos regentes de la
Armada y muchas medidas las dictamino sin la complacencia de esta.
Las constantes peticiones de los sectores medios, obreros y campesinos, rara vez eran escuchadas y el
gobierno, Velasco primordialmente hizo caso omiso de estas.
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Volviendo con sus reformas radicales Velasco promulgo la creación del sector de la propiedad social. Su
función seria introducir a la propiedad colectiva, en la industria con la ayuda de fondos fiscales. Los
capitalistas reaccionaron censurando tal medida, utilizando los medios de comunicación, acusando al
gobierno de ejercer un comunismo casi total. Ante esto Velasco censuro a los medios de prensa, a pesar del
rechazo de la Armada a tal medida. Ante la oposición de la Armada, Velasco dio de baja a oficiales de alto
rango. Este hecho denota la extensión nimia de la potestad del gobierno que solo recaÃ-a en las manos de
Velasco y en su sequito personal, el cual conformaba los mas altos rangos del Ejercito y el gobierno.
Pero lo anterior solo era una parte del gran cisma al interior de las fuerzas armadas que se configuro de mejor
forma, con la unión a los movimientos huelguÃ-sticos , de la policÃ-a que demandaba mejoras salariales y
un poder independiente de las fuerzas armadas, en el gobierno.
Con la adhesión de la policÃ-a, el statu quo estaba totalmente quebrajado. En realidad desde bastante
tiempo, no existÃ-a un statu quo definido y solo existÃ-a un desorden generalizado, con trabajadores,
campesinos y estudiantes descontentos por las calles, y ahora se sumaban los guardianes del orden, la
policÃ-a.
Los medios de comunicación quedaron en manos de agentes del gobierno y muchos se distanciaron de los
pensamientos del gobierno y de las fuerzas armadas y expusieron en los medios escritos las exigencias de las
masas, fomentando el incremento de movimientos sociales.
Velasco con todo lo anterior comenzó con la represión con el fin de detener la protesta social, comenzando
por la deportación de los lÃ-deres mas carismáticos de los movimientos sindicales, partidos de izquierda y
medios de comunicación de la oposición. Ante el caos total, intento otras medidas que podrÃ-an en cierta
parte mejorar la imagen del régimen como la expropiación un empresa minera norteamericano,
determinación que solo sirvió para tener conflictos con EE.UU. y no para mejorar una imagen bastante
desgastada ante las masas.
La situación en la que se encontraba el gobierno no podÃ-a ser peor, y existÃ-a casi un pleno acuerdo en que
este orden de cosas no podÃ-a continuar. Esencialmente Velasco no podÃ-a continuar rigiendo los destinos
del Estado, con un gobierno personalista, represivo e impopular, por lo cual se debÃ-a hacer un cambio
rápido, para que no se continuara desgastando la imagen de las fuerzas armadas.
De esta forma los jefes de las regiones militares depusieron a Velasco, nombrando como jefe de Estado al
ministro de Guerra, Francisco Morales Bermúdez, quien protagonizarÃ-a la segunda etapa del régimen
militar, de la revolución desde arriba que nuevamente fue un fracaso. De esta forma con Morales se desgasta
totalmente la imagen de las fuerzas armadas como un posible órgano rector, desde el gobierno.
La segunda fase del gobierno militar y la transición al gobierno civil, 1975−1980
El control del estado traspasado a la junta militar dio paso a la segunda fase de la revolución militar, que
estaba compuesta en su mayorÃ-a por los jefes de las FFAA. Con el fin de legitimarse como tal, la junta
mantenÃ-a informada a la oficialidad de todo acto que se llevara a cabo, por otro lado redujo notablemente el
poder del jefe del estado y aisló a los miembros del grupo militar. Los objetivos de esta junta tenÃ-an un
carácter mas inclinado a las FFAA que a la sociedad en general, ya que sus preocupaciones se centraban en
problemas de defensa y seguridad nacional.
Cuando se destituyó a Velasco Alvarado, todos pensaron que se volvÃ-a al gobierno constitucional, siendo
los más contentos los grupos izquierdistas y las agrupaciones de clase baja, regresando los deportados y
finalizando el control de los periódicos, empezando la segunda fase con una gran aceptación. Morales
Bermúdez reflejaba una imagen titubeante entre los diferentes intereses del régimen y plasmado en
diversos problemas importantes como la crisis económica, provocando la oposición de las masas sobre todo
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cuando se puso en práctica dos paquetes de medidas para la crisis económica. El gobierno trató de
ayudarlo pero esto no resultó suficiente, y se limito a llevar a cabo su polÃ-tica de represión selectiva. Sin
embargo, por otro lado esta segunda fase se caracterizó por el énfasis a la economÃ-a abriéndose a los
intereses capitalistas y apoyando un programa de recuperación económica, dando pasos a la liberalización.
A principios de 1976 el gobierno puso el primero de nueve paquetes de recuperación económica. Por otro
lado, el general Jorge Fernández Maldonado fue ascendido a comandante en jefe del ejército y ministro de
guerra y primer ministro pero esto fue opacado al destituir a los directores de designación estatal de los
medios de comunicación, de carácter autónomo. Morales Bermúdez pidió en esos momentos que la
gente aceptara una tregua polÃ-tica para evitar conflictos con caracterÃ-sticas similares a los del resto del
Cono Sur, fomentando el nacionalismo y llevando a cabo estrategias para buscar el apoyo del APRA y
dividiendo a la oposición. Pro otro lado Haya de la Torre respondÃ-a sugiriendo elecciones generales y la
vuelta del gobierno constitucional reencontrándose asÃ- con el apoyo popular.
Toda esta situación fomentó la aparición de la polÃ-tica de partidos en el paÃ-s y por otro lado, el regreso
de Beleaúndez fue para aumentar el apoyo de Haya de la Torre. El rechazo de los esfuerzos de Morales y
Fernández por buscar un consenso entre los militares y las fuerzas polÃ-ticas fueron propiciados por grupos
derechistas que buscaban una tercera fase.
En 1976 el régimen inició los pasos para la obtención de empréstitos internacionales principalmente
de Bancos Estadounidenses, con las condiciones que estos impusieran, entre ellas, la apertura a inversiones
extranjeras, sobre todo en la pesca y la minerÃ-a.
A mediados del mismo año, se declaró que todas las huelgas, sobre todo minerÃ-a y pesca, eran ilegales lo
cual fomentó la unificación de sindicatos y grupos izquierdistas con el propósito de convocar a una huelga
general. El gobierno respondió con medidas represivas hacia estos sectores a la vez que buscó resolver los
problemas de la deuda externa.
En julio del mismo año, se produjo otro incidente en el que oficiales liderados por Bobbio, se levantaron en
Lima y exigieron la destitución de Maldonado y otros generales velasquistas de la primera fase. El mando
militar dejo todo bajo control destituyendo a los oficiales rebeldes.
Por otro lado, la izquierda y el movimiento social siguieron creciendo y protestando en desacuerdo con el
gobierno. Buscaban el regreso del gobierno constitucional tratando de acusar de distintas faltas a los militares.
Morales Bermúdez, para calmar esta situación devolvió la industria pesquera a empresas privadas y
permitió la libertad de prensa.
Al cumplir los requisitos que se le habÃ-an pedido, el gobierno pudo recibir 400 millones de dólares pero al
comprar aviones soviéticos provocó la intervención del Fondo Monetario Internacional. El paÃ-s tuvo
dos problemas principales en ese momento: enfrentar una crisis económica internacional y enfrentar los
conflictos sociales internos. Los oficiales discutÃ-an sobre cómo solucionar el problema de la crisis
económica y hacer frente a la oposición. Morales propuso entonces una solución institucional que
permitÃ-a la transición al gobierno civil y la retirada de los militares en el conflicto polÃ-tico. En 1977 se
presentó el Plan Tupac Amaru con el cual se plasmarÃ-an estos acuerdos. El mismo año, la esposa del
presidente Carter de EEUU en su visita a Perú señala que apoyarÃ-a a los militares si estos restauran la
democracia.
Las conversaciones entonces, del gobierno, el APRA y el PPC reanudaron sus conversaciones. Los grupos
izquierdistas y obreros por otro lado, presionaban para abolir las medidas económicas que afectaban a las
clases bajas. El APRA y el PPC aprovecharon estas circunstancias para promover su campaña a favor de la
democracia recibiendo un amplio apoyo.
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Sin embargo el traspaso no fue inmediato, por lo que los militares trataron de seguir con las medidas de
recuperación económica, para quedar con una buena imagen después de dejar sus cargos. En 1977 el
ministro de EconomÃ-a es reemplazado y Piazza toma su lugar pero no pudo reducir las compras de material
bélico por tanto no pudo disciplinar a los ministros militares. Como consecuencia, el 19 de julio de 1977 se
establece una huelga general que contó con el apoyo del APRA y parte del mundo empresarial. El gobierno
reaccionó permitiendo el despido de los obreros instigadores de las huelgas y eliminó la estabilidad del
empleo; esto lo aprovecharon los privados para eliminar a los obreros conflictivos.
Después de realizar estas medidas, el gobierno convocó a elecciones para una asamblea constituyente en
mayo de 1978.
La convocatoria de las elecciones alentó la movilización polÃ-tica, la rivalidad entre los partidos y de la
división de los que se oponÃ-an al gobierno militar al principio pareció que la iniciativa de los militares se
verÃ-a saboteada por la abstención de Belaunde Terry y los grupos izquierdistas. Pero el acceso que se dio
que se dio a los partidos polÃ-ticos y a los medios de comunicación controlados por el gobierno, los debates
entre viejas y nuevas figuras polÃ-ticas con diferentes puntos de vista y programa para resolver los problemas
del paÃ-s, lo que hicieron que la población se interesara en forma creciente por las elecciones.
Bajo Luis Bedoya Reyes, el PPC se presento como representante de probada eficacia y capacitado del mundo
empresarial. Debido a la importancia a las medidas económicas de estilo pinochetista Bedoya adquirió una
imagen decididamente derechista. En el otro extremos los grupos izquierdista competÃ-an intensamente unos
con otros, proponiendo soluciones que iban desde el retorno del camino nacionalista−populista de la primera
fase de la revolución militar hasta la sovietización tanto del ejercito como de los medios de producción.
Haya de la Torre aceptaba la condiciones de los militares para el traspaso del poder y limitaba el debate a las
formulas jurÃ-dicas del nuevo orden constitucional y que aplazaba la resolución de los problemas
económicos y sociales. A este efecto, llego aliarse con el gobierno, aislando a los sindicatos y a la izquierda.
Después de una serie de conversaciones entre el general Morales Bermúdez y el departamento de Tesoro
norteamericano, Estados Unidos accedió a negociar con el FMI para ayudar a restablecer sus relaciones con
Perú con la condición de que el gobierno peruano cumpliera su promesa de dar los pasos necesarios para
efectuar una transición polÃ-tica. El resultado fue la firma de un acuerdo con el FMI a fines de la década
del 70 en donde el gobierno limeño se comprometÃ-a a empezar a pagar su deuda exterior y establecer
medidas para estabilizar la economÃ-a. A raÃ-z de esto y como compensación el FMI concedió al gobierno
militar un crédito de cien millones de dólares.
Un cuarto conjunto de medidas se dictó a inicios de 1978 provocando huelgas generales y movilización de
las masas en protesta por un supuesto ataque contra los medios de vidas de las masas, a la ves que exigÃ-an la
readmisión de los obreros que en 1977 habÃ-an sido despedidos por participar en la huelga general de ese
año. Esta huelga se aplazó hasta febrero producto del aumento de las tensiones fronterizas contra Ecuador.
En ese mismo año, el representante del FMI abandona el paÃ-s indignado por el no−cumplimiento de las
medidas con las cuales se condiciono el crédito facilitado; básicamente por la autorización de sete dinero
para campañas electorales.
En la situación económica del paÃ-s se volvió insostenible haciendo muy probable que el gobierno no
pudiera pagar sus deudas externas. Un tiempo antes de las elecciones de mayo un grupo de funcionarios del
gobierno viejo a Washington para reanudar las negociaciones con el FMI. El FMI pidió a cambio que se
propusiera un quinto paquete de medidas para estabilizar la economÃ-a.
Las nuevas medidas de ajuste de mayo de 1978 fueron las que tuvieron mas efectos desde las que se
impusieron en julio de 1976, y provocaron otra huelga general de dos dÃ-as, el 22 y 23 de mayo, que se
siguió en todo el paÃ-s.
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A pesar de los acontecimientos turbulentos que tuvieron lugar entre mayo de junio de 1978, y en un clima de
creciente conflictos sociales y polÃ-ticos, se celebraron las elecciones de las que debÃ-an salir los cien
representantes que redactarÃ-an la nueva constitución que remplazarÃ-a a la de 1933.
En cuanto se reconocieron los primeros resultados, la junta militar declaro que reconocerÃ-a la voluntad del
pueblo. A pesar de su tradicional animosidad hacia el APRA, y el ejercito pensó que en las circunstancias del
momento el partido era u sucesor apropiado de las fuerzas armadas. Haya de la Torre salió presidente de la
asamblea constituyente por que habÃ-a obtenido el mayor numero de votos, lo que quiso llegar acuerdos con
lo que llamaba la izquierda responsable. Lo que la izquierda se negó a colaborar con Haya de la Torre o con
el APRA y a limitar su trabajo a redactar la constitución. Además algunos grupos izquierdistas exigieron
que se hiciera caso omiso de la junta militar, creando asÃ- una situación de poder dual. La mayorÃ-a
rechazo sistemáticamente esta postura y sumo su vos a la del gobierno para acusar ala izquierda de
interrumpir el incipiente proceso legal, con una oleada de huelga cuyo objetivo era agravar las contradicciones
y dar mayor impulso a la supuesta situación revolucionaria.
En vista de que la asamblea constituyente no avanzaba debido a los problemas que planteaba la izquierda, su
presidente decidió encargar la redacción de la constitución a varias comisiones que en sesiones plenarias
especificas debatirÃ-an sus propuestas. Sin embargo esta división parlamentaria en el sentido de la labor que
realizaban silencio por un lado las exigencias y acusaciones provenientes de la izquierda, por otro lado, la
imagen publica de la asamblea se vio empañada ya que permitió que los representantes izquierdistas
fomentasen el movimiento de agrupaciones de carácter social y sacaran provecho de la inmunidad
parlamentaria de la que gozaban. La asamblea, en contra de las esperanzas del gobierno y sus colaboradores,
no fue un campo de batalla adecuado para los conflictos de carácter polÃ-ticos que se desarrollaban fuera de
ella. Tuvo que aminorar el papel económico del estado producto de su dependencia del PPC y el APRA, con
lo que las esperanzas de Haya de la Torre deformar su organización corporativista Congreso Económico
Nacional se vieron esfumadas. A favor de la estabilidad el APRA sin embargo contó con el respaldo de la
izquierda apoyando también la estabilidad del empleo, el derecho a la huelga el sufragio universal, el apoyo
de derecho humano como principio constitucionales. Finalmente el sistema semi−presidencial fue el resultado
final pues concedÃ-a privilegios del Ejecutivo al Congreso y viceversa.
En julio de 1979 Luis Alberto Sánchez que habÃ-a reemplazado a Haya de la Torre pidió que el gobierno
convocara a elecciones generales rápidamente y que la nueva constitución entrara en vigor. El gobierno
militar rechazó ambas peticiones y sugirió que la junta electoral nacional necesitaba varios meses para
inscribir a los electores analfabetos y para revisar el registro. Mientras tanto los militares seguirÃ-an
gobernando al amparo del estatuto de 1968 y se negaron a probar cuatro de las cláusulas de transición que
una de estas eran los Derechos Humanos, por otro lado el gobierno pidió a la Asamblea que modificara
algunos párrafos de la constitución que limitaban la jurisdicción militar sobre el orden social, lo que fue
rechazado por unanimidad por la Asamblea.
El aplazamiento de las elecciones y la disolución de la Asamblea Constituyente plantearon una interrogante
la cual se preguntaba por los pasos que se debÃ-an dar para llegar a la Transición. Sánchez propuso que se
creara una comisión multipartitaria que llevara a cabo negociaciones con los militares, sin embargo Bedoya
Reyes del PPC y Armando Villanueva del APRA, se opusieron a esta idea por que según arguyeron,
Sánchez trataba de aprovecharse de ella para fines personales. Los militares también hicieron oÃ-dos
sordos a las propuestas de Sánchez; los elementos del gobierno partidarios del APRA, encabezados por
Morelos Bermúdez, querÃ-an dar a Villanueva tiempo para obtener la candidatura presidencial antes de la
defunción de Haya de la Torre. En la opinión de los oficiales Anti−Apristas, concentrados en la marina y la
fuerza aérea, Bedoya Reyes y Belaunde Terry también necesitaba tiempo para permitir que los conflictos
internos del APRA salieran a la luz después de la muerte de Haya de la Torre y presentarse como clara
alternativa de poder, en resumen y como resultado final, los militares aplazaron las elecciones hasta 1980 para
albergar las esperanzas de que la recuperación económica borrara la mala imagen que tenÃ-an los militares
y frenaran los avances polÃ-ticos sin precedentes que habÃ-a hecho hasta ese momento la izquierda.
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Entre mayo de 1978 y julio de 1980 Silva Ruete y Moreyra decretaron cuatro paquetes de ajuste económico
que estimularon la recuperación de los beneficios a expensas de los salarios lo que permitió al gobierno
reprogramar el pago de la deuda exterior, no obstante la inflación y la recesión continuaron haciendo
estragos en la mediana industria y rebajando en nivel de vida de los obreros asÃ- como el de la clase media.
Además de la oposición de las masas, Silva Ruete y Moreyra tuvieron que afrontar presiones continuas
desde dentro del gobierno y las FFAA, que en varias ocasiones parecieron a punto de abandonar su plan
monetarista. En primer lugar, tuvieron que enfrentar a los generales y a los almirantes que andaban a la caza
de fondos, ya que estaban decididos a incrementar los gastos de defensa en vista de que habÃ-a dólares en
las cámaras del Banco Central. En segundo lugar algunas autoridades militares pensaban que las medidas
drásticas que tomaron Silva Ruete y Moreira tenÃ-an por único objeto hacer frente a una situación de
emergencia, asÃ- como se resolvió el problema de la diferencia externa, el ministro de industria propuso una
polÃ-tica de varios ámbitos para reactivar la demanda interior por medio de la intervención del Estado con
el objeto de atacar la inflación y el creciente problema del pero demostrando asÃ- la persistencia de
orientaciones reformistas y nacionalistas en el ejército y el gobierno. Ruete y Moreyra insistieron en el
vÃ-nculo que habÃ-a en la democracia y la creación de una economÃ-a de mercado, logrando superar los
obstáculos que rodeaban a las elecciones y el traspaso del gobierno a los civiles.
Conclusión:
El Golpe Militar en Perú en 1968 estuvo inspirado en parte en la hostilidad militar al APRA, cuya victoria en
las elecciones presidenciales de 1969 pareció inevitable pero esta vez los objetivos antiapristas gravitaban
menos que otros más ambiciosos. El ejército que habÃ-a vivido de cerca el malestar social de la Sierra,
sin dejar de reconocer en la movilización creciente de las masas rurales una amenaza de subversión total
del orden vigente, creyó descubrir a la vez en ella una oportunidad para reemplazar con su propio influjo el
de otros agentes que ya habÃ-an tomado parcialmente a su cargo el encuadramiento de los sectores populares
e indÃ-genas. Para lograrlo estuvo dispuesto a promover, a la vez que la movilización y organización de las
masas antes pasivas, una radical reorganización de las que en la costa habÃ-an sido ya movilizadas bajo los
auspicios del APRA.
El medio para lograr lo uno y lo otro era la reforma agraria, que en su dimensión polÃ-tica se ofrecÃ-a como
un corolario de la doctrina de seguridad y desarrollo. Pero el propósito de la reforma no era exclusivamente
polÃ-tico; formaba parte a la vez de un proyecto tan ambicioso como impreciso de transformación profunda
de la economÃ-a y la sociedad peruana, que debÃ-a lograr la maduración y diversificación de la primera y
la integración más completa de la segunda. Para que lo uno y lo otro fuera posible era necesaria una
redifinición del lazo externo, y en este aspecto el gobierno militar iba a reivindicar una mayor autonomÃ-a a
la vez diplomática y económica para el Perú: la nacionalización del petróleo, que figuró entre sus
primera medidas y pudo entonces parecer un recurso polÃ-tico para consolidar la legitimidad de un
régimen que habÃ-a justificado su instauración invocando el discutible arreglo petrolero negociado por el
gobierno de Beleaúnde , iba pronto a revelarse el primer episodio de una redefinición de los objetivos del
Estado en un paÃ-s dependiente que no dejaba de traer reminiscencias de la que el primer aprismo habÃ-a
postulado bajo el rótulo de Estado Antiimperialista.
El régimen que asÃ- se perfilaba fue recibido con universal desconcierto por la opinión peruana y
latinoamericana. Por una parte aplicó más consecuentemente que ningún otro los postulados de la doctrina
de Seguridad y Desarrollo; por otra, aunque no estaba dispuesto a tolerar el desafÃ-o a su monopolio legal de
la violencia que era la guerrilla, y reservaba para la institución militar la dirección y el control del proceso
polÃ-tico y social, se rehusaba a encuadrar su proyecto en el marco de la resurgente guerra frÃ-a. En cuanto a
ideologÃ-as, su apertura simpática a la más intransigentemente revolucionarias, que recordaba a la de los
dirigentes mexicanos de la década de 1920, hizo posible a más de un teórico de la guerra popular
retornar a la escena pública desde los cuadros burocráticos de los nuevos organismos estatales de
promoción social; en el marco internacional, su defensa celosa de la soberanÃ-a peruana iba a tener por
corolario la restauración de lazos diplomáticos y comerciales con la URSS y una aún más definitoria
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reconciliación con Cuba, celebrada con ruidoso entusiasmo por Fidel Castro, que para desazón de buena
parte de las izquierdas peruanas, se apresuró a proclamar el carácter profundamente revolucionario del
régimen militar.
Perú hoy esta atravesando un proceso necesariamente contradictorio y doloroso de unificación social y
cultural, en que el éxodo rural y el crecimiento urbano están provocando por fin la Ã-ntima
confrontación entre la nación india de la sierra central y meridional, y la criolla, africana y mestiza heredera
de la colonización hispana en la costa. Esa transición de suyo difÃ-cil lo es aún más por que encuentra
hoy un estÃ-mulo más poderoso en la crisis profunda de la sociedad rural serrana que en la atracción
ejercida por un polo urbano e industrial que desde hace más de una década ha perdido mucho de su vigor.
Bethell, Leslie, Historia de América Latina: PolÃ-tica y sociedad desde 1930 , Editorial critica, Barcelona,
1997 p−307
Bethell, Leslie, Historia de América Latina: Los paÃ-ses andinos desde 1930 , Editorial critica, Barcelona,
1997 p− 70
Bethell, Leslie, Ibidem,p−71
Confederación General de Trabajadores del Perú
Leslie Bethell Historia de América latina editorial CrÃ-tica.
Tulio Halperin Donghi Historia Contemporánea de América Latina Alianza Editorial.
http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Alberto_S%C3%A1nchez
Francisco Morales Bermúdez
Luis Bedoya Reyes
VÃ-ctor Raúl Haya de la Torre, Fundador del APRA
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