Gnoseología del materialismo dialéctico

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NATURALEZA DEL CONOCIMIENTO HUMANO
(Gnoseología del Materialismo dialéctico)
La problemática de la naturaleza del conocimiento humano es tan antigua como el surgimiento de la filosofía
y esto se debe a que se generan a la par. El ser humano trata de explicar su propio proceso de adquisición de
conocimiento lo cual le permite desplegar una seria de razonamiento ante tal problemática.
El análisis de una teoría del conocimiento fue iniciada por la filosofía griega antigua, así tenemos a
Demócrito, Platón, Aristóteles, los epicúreos, los escépticos y los estoicos. Al continuar repasando la historia
de la filosofía encontraremos también a Bacon, Descartes, Locke, Espinoza, Leibniz, Diderot, Hegel,
Feurbach, Herzan y otros filósofos que se dedicaron a esta problemática tarea de averiguar cual es la
naturaleza de nuestro conocimiento.
Es de esta manera que la teoría del conocimiento ocupa un lugar de suma importancia en la filosofía
marxista−leninista. El materialismo dialéctico patentiza la insolvencia de la corriente filosófica que pone en
duda la posibilidad de que el hombre conozca la realidad objetiva (esta tendencia a recibido el nombre de
agnosticismo). Para el agnóstico dice Lenin es dada sin mediación la sensación, pero no va más allá, no hacía
el reconocimiento materialista de la realidad del mundo exterior ni hacía el reconocimiento idealista del
mundo como sensación nuestra. La idea agnóstica del conocimiento surge como un reflejo del carácter
complejo contradictorio del proceso cognoscitivo, de las dificultades con que se tropieza al determinar el
criterio del conocimiento verdadero. Mas el agnosticismo refleja también la posición de sectores determinados
de la sociedad y su concepción del mundo. Mirando el problema del agnosticismo tenemos que sólo sobre la
base de la dialéctica materialista se podrá dar una respuesta coherente.
Las bases de la gnoseología materialista dialéctica fuero formuladas por Lenin en su obra Materialismo y
Empiriocriticismo en los siguientes enunciados:
• Existen cosas independientemente de nuestra conciencia, independientemente de nuestras sensaciones,
fuera de nosostros...
• No existe, ni puede existir, absolutamente ninguna diferencia de principio entre el fenómeno y la cosa en sí.
Existe simplemente diferencia entre lo que es conocido y lo que aún no es conocido
• En la teoría del conocimiento, como en todos los otros dominios de la ciencia, hay que razonar con
dialéctica, o sea, no suponer jamás que nuestro conocimiento es acabado e inmutable, sino indagar de qué
manera el conocimiento nace de la ignorancia, de qué manera el conocimiento incompleto e inexacto llega
a ser más completo y más exacto.
La gnoseología debe al marxismo dos cosas que cambiaron de raíz su fisionomía: 1) la extensión de la
dialéctica materialista al terreno del conocimiento; 2) la introducción de la práctica en la gnoseología como
base y criterio de la veracidad del saber. La dialéctica materialista acabó con el aislamiento y la separación
entre las leyes del mundo objetivo y las leyes del pensamiento, pasando a ser la ciencia de las leyes generales
del movimiento, tanto del mundo exterior como del pensamiento humano. Como decía Engels, dos series de
leyes idénticas en cuanto a la esencia, pero distintas en cuanto a la expresión, en el sentido de que el cerebro
humano puede aplicarlas conscientemente, mientras que en la naturaleza− y hasta hoy también, en la mayor
parte, en la historia humana− estas leyes se abren paso de un modo inconsciente
El conocimiento y sus leyes de su movimiento (dialéctica subjetiva) son, pues, un reflejo en la cabeza
pensante de las leyes y propiedades de la realidad objetiva misma. La coincidencia del contenido de nuestros
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conocimientos con los objetos y los procesos que existen fuera de ellos se consigue en la proceso
cognoscitivo. Su condición es la actividad práctica material del hombre para asimilar los fenómenos y
procesos de la naturaleza.
Ahora bien, el conocimiento en el hombre no ha existido siempre en su cabeza, sino que se adquiere en la
trascurso de su vida, en otras palabras es resultado de su actividad práctica. El proceso de enriquecimiento del
hombre con nuevos conocimientos es lo que se denomina cognición. Es el sujeto el cual se posesiona del
objeto, de tal manera que lo modifica de acuerdo con sus necesidades; este proceso solo es posible mediante la
segunda naturaleza a la cual hace referencia Marx y la denomina naturaleza social. El hombre −decía Marx−
no es un ser abstracto que se encuentre fuera de este mundo. El hombre es el mundo del hombre, el estado, la
sociedad
Revisemos ahora el concepto de práctica, el cual no sólo es de suma importancia en la gnoseología del
marxismo−leninismo, sino también en la filosofía marxista−leninista en general. La práctica, entendida en el
sentido más amplio, abarca el conjunto de formas materiales de la actividad humana, todos los aspectos de la
existencia social del hombre, en el proceso mediante el cual se crea la cultura material y espiritual, incluidos
fenómenos sociales como la lucha de clases y el progreso del arte y la ciencia.
Continuando nuestro recorrido en la naturaleza del conocimiento humano desde el punto de vista del
materialismo dialéctico, encontramos que existe una asimilación espiritual del conocimiento, la cual se
denomina principio reflejo. La relación del conocimiento con la realidad objetiva está expresada en el
concepto de reflejo. Este concepto fue adelantado por la filosofía ya en la antigüedad. Los materialistas de la
Edad Moderna lo usaron ampliamente, dando al proceso del reflejo, en una serie de casos, un matiz
mecanicista: el reflejo era concebido como el influjo de los objetos en el hombre, cuyos órganos de los
sentidos graban su forma, lo mismo que la cera.
Este concepto de reflejo fue adoptado por la filosofía marxista−leninista, el cual adquirió un nuevo contenido.
El contenido de este concepto es imprescindible para la posición del materialismo, cuando se trata del
contenido del conocimiento, de su origen y de cómo y de qué forma está relacionada con la realidad objetiva.
En la teoría gnoseológica, el materialismo arranca deque la realidad objetiva existe independientemente de la
conciencia del hombre y puede ser conocida. El concepto de reflejo esta vinculado justamente a la admisión
de la realidad objetiva, que forma parte del conocimiento. El conocimiento refleja el objeto. Esto significa que
el sujeto crea formas de la actividad mental determinadas, en fin de cuentas, por la naturaleza, las propiedades
y las leyes del objeto dado; es decir, el contenido del conocimiento objetivo.
Así pues, la teoría cognoscitiva del materialismo dialéctico revela la naturaleza del conocimiento,
argumentándolo mediante el principio de reflejo; completa el concepto de reflejo, dándole un nuevo
contenido, e incluye en él la labor práctico−sensorial, activa y creadora, del hombre. El conocimiento es un
reflejo de la realidad, comprobado con la práctica social.
El materialismo dialéctico mantuvo también su interés por el lenguaje. Al respecto Marx dice lo siguiente: El
lenguaje es tan viejo como la conciencia: el lenguaje es la conciencia practica, la conciencia real, que existe
también para los otros hombres y que, por tanto, comienza a existir también para sí mismo. De esta manera
tenemos que el conocimiento si bien es cierto es ideal, para tener existencia real debe adoptar la forma
sensorial−material. El hombre, como ser material, actúa sólo materialmente y su conocimiento existe también
en forma material. Se puede operar con el conocimiento sólo en tanto que adopta la forma del lenguaje y se
expresa en un sistema de objetos percibidos por los sentidos: en un sistema de signos. El hombre no puede
trasmitir a sus semejantes la idea de una cosa y su imagen como no sea a través del lenguaje.
De cuanto hasta al momento se ha dicho podemos llegar a la conclusión que el conocimiento es la asimilación
espiritual de la realidad, indispensable para la actividad práctica, en el proceso del cual se crean los
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conceptos y las teorías. Esta asimilación refleja de manera creadora racional y activa los fenómenos, las
propiedades y las leyes del mundo y tiene una existencia real en forma de sistema lingüístico.
Pasemos ahora a determinar la problemática sobre la verdad o autenticidad del conocimiento. De conformidad
con una profunda tradición, que se remonta a la filosofía antigua, se da la denominación de verdad al
conocimiento que corresponde a la realidad. Pero esta definición es tan amplia e imprecisa que, de hecho, fue
aceptada por casi todas las corrientes filosóficas, tanto materialistas como idealistas. Por esas causas la
gnoseología marxista−leninista no ha podido detenerse en semejante definición tan abstracta de la verdad y ha
ido más lejos. Ha concretado el concepto de verdad, haciéndolo llegar al de verdad objetiva, entendiendo por
tal el conocimiento cuyo contenido no depende del sujeto, no depende ni del hombre ni de la humanidad.
En la verdad objetiva encuentra su expresión la dialéctica del sujeto y el objeto. De una parte, la verdad es
subjetiva por cuanto es una forma de la actividad humana; pero, de otra parte, es objetiva, pues su contenido
no depende ni del hombre ni de la humanidad.
Para el materialista es esencial el reconocimiento del la verdad objetiva, en tanto que para el agnóstico, para el
idealista subjetivo, no puede haber verdad objetiva, ya que incluye la posibilidad de que se refleje en el
pensamiento los fenómenos y procesos tal como existen independientemente de la conciencia del hombre
pensante.
La verdad objetiva no es algo petrificado, estático. Es un proceso que incluye diferentes estados cualitativos.
Habitualmente se distingue la verdad absoluta y la verdad relativa. La verdad objetiva es el proceso del
movimiento de la cognición de un peldaño a otro, como resultado del cual el conocimiento se llena de
contenido tomado de la realidad objetiva. La verdad objetiva es siempre la unidad de lo absoluto y relativo.
Cada fase del desarrollo de la ciencia− dice Lenin− añade nuevos granos a esta verdad absoluta; pero los
límites de la verdad de cada tesis científica son relativos, tan pronto ampliados como restringidos por el
progreso consecutivo del conocimiento
En su deseo de llegar a la verdad objetiva, el hombre siente la necesidad de un criterio que ayude a
distinguirla de la equivocación. Estos criterios se han venido dando de diversas maneras a través de la historia
de la filosofía sin una correcta determinación, según los representantes del materialismo dialéctico. Al
respecto el marxismo ha resuelto el problema del criterio de la verdad, demostrando que se encuentra, en fin
de cuentas en la actividad (que es la base del conocimiento), es decir, en la práctica sociohistórica. Marx
decía: El problema de si el pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva no es un problema
teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir,
la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento
Finalmente señalare que la práctica no es un estado de estagnación, sino un proceso que consta de momentos,
etapas y eslabones distintos. Porque el conocimiento puede adelantar a la práctica de uno u otro periodo
histórico. La práctica existente es a veces insuficiente para establecer la veracidad de teorías adelantadas por
la ciencia. Todo ello prueba la relatividad del criterio de práctica. Pero en primer lugar, no existe otro más
objetivo y exacto; y en segundo lugar, este criterio es al mismo tiempo también absoluto, por cuanto sólo
sobre la base de la práctica del día de hoy o mañana se puede establecer la verdad objetiva. El criterio de la
práctica− decía Lenin− no puede nunca, en el fondo, confirmar o refutar completamente una representación
humana, cualquiera que sea. Este criterio también es lo bastante impreciso para impedir que los conocimientos
del hombre se conviertan en algo absoluto; al mismo tiempo, es lo bastante preciso para sostener una lucha
implacable contra todas las variedades de idealismo y agnosticismo. La práctica supera su estrechez como
criterio del conocimiento en el proceso del desarrollo. La práctica en desarrollo depura el conocimiento de
todo lo no verdadero y lo empuja adelante, hacia nuevos resultados necesarios para nosotros.
V. I. Lenin. Materialismo y empiriocriticismo. (O. C. , t. 18, pág 123)
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7 Ibid., pág. 128.
V. I. Lenin. Materialismo y empiriocriticismo. (O. C. , t. 18, pág. 139
C. Marx. Tesis sobre Feuerbach. (C. Marx y F. Engels. Obras, t. 3. pág. 1.)
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