Informe Jurídico. El Tribunal Constitucional frente a

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Informe Jurídico
El Tribunal Constitucional frente a las ratificaciones a cargo del Consejo
Nacional de la Magistratura: el caso Almenara
Karin Castro Cruzatt
El presente informe tiene por finalidad analizar los principales aspectos de la
resolución del Tribunal Constitucional expedida en el proceso de amparo
promovido por el ex vocal de la Corte Suprema de Justicia de la República Luis
Felipe Almenara1, a raíz de su no ratificación en el cargo por parte del Consejo
Nacional de la Magistratura.
Es importante tener en cuenta la trascendencia que el presente caso reviste,
dado el precedente que se estaría sentando para la resolución de casos
similares en el futuro. Por otro lado, el proceso de reforma constitucional al que
nuestro país se encuentra avocado, ofrece el escenario adecuado para la
reflexión en torno a temas tan importantes como el que a continuación
desarrollaremos, y cuya regulación a nivel constitucional resulta, sin duda
alguna, perfectible.
La ratificación en la Constitución de 1993
Como es sabido, la regulación de esta institución en la Carta Política de 1993 2,
suscitó polémica, pues se sostenía que podría mellar la independencia 3 que
ésta reconoce como uno de los principios de la función jurisdiccional, y que
además recoge como una de las denominadas “garantías”4 de los jueces y
fiscales para el ejercicio de la función de impartir justicia. Se sostenía también,
que resultaba incompatible con el derecho a permanecer en el ejercicio de sus
cargos reconocido el inciso tres del artículo 146º del Texto Constitucional.
Por otro lado, se ha afirmado que la existencia de un proceso periódico de
ratificación podría convertirse en un “..instrumento de advertencia y sanción a
los magistrados cuya conducta funcional demuestra una falta de compromiso
con la defensa de la Constitución y con los principios democráticos” 5, y que por
ello su existencia resulta necesaria.
1
Expediente Nº 1941-2002-AA/TC, sentencia de fecha 27 de enero de 2003.
Artículo 154º: Son funciones del Consejo Nacional de la Magistratura:
(...)
inciso 2) Ratificar a los jueces y fiscales de todos los niveles cada siete años. Los no ratificados no
pueden reingresar al Poder Judicial ni al Ministerio Público. El proceso de ratificación es independiente
de las medidas disciplinarias.
Eguiguren Praeli, Francisco: “El Consejo Nacional de la Magistratura”. En: Revista Derecho y
Sociedad. Año XII, Nº 16, 2001, pags.45-58.
4
Artículo 146º: “.... El Estado garantiza a los magistrados judiciales:
1. Su independencia. Sólo están sometidos a la Constitución y a la ley.....”
2. (..)
3. Su permanencia en el servicio, mientras observen conducta e idoneidad propias de su función.
(...)
5
Eguiguren Praeli, Francisco. Op. Cit. p.55.
2
3
1
Lo cierto es que nos encontramos ante una institución regulada por la
Constitución vigente, por lo que pese a las críticas que se puedan formular en
relación a ella, resulta imposible negar su existencia. Sin embargo, es preciso
señalar que la lectura, o en buena cuenta la interpretación que se realice
respecto de los alcances de la misma, deberá –como toda interpretación de la
Constitución exige- tomar en cuenta que sus normas forman parte de una
Unidad, por lo que requieren ser interpretadas y aplicadas en su integridad 6. En
tal sentido, la interpretación constitucional siempre deberá tener en cuenta que
las distintas normas que integran un texto constitucional se encuentran en
relación de interdependencia.7
Derecho a la permanencia y ratificación
El Tribunal Constitucional señala en el fundamento 10 de la sentencia del caso
que nos convoca, que el derecho a la permanencia en el servicio no es
cronológicamente infinito, sino que se encuentra prefijado en el tiempo por siete
años, luego de los cuales el magistrado sólo tiene el derecho expectativo de
poder continuar en el ejercicio del cargo.
El inciso tres del artículo 146º de la actual Carta Política, indica que los jueces
y fiscales gozan de la garantía de la permanencia en el servicio mientras
observen la conducta e idoneidad propias de su función; es decir, la decisión
que resuelva poner fin a la carrera de un juez o fiscal, deberá obedecer a la
previa comprobación de que los afectados por ella no cuentan con la conducta
y/o idoneidad exigible para el desempeño de la función encomendada.
En nuestra opinión, pese a que el derecho a la permanencia que ostentan los
jueces y fiscales se encuentra limitado constitucionalmente, en virtud de la
posibilidad de que sean sometidos a una evaluación periódica que puede tener
como consecuencia la terminación de sus respectivas carreras, ante la
judicatura ordinaria o el Ministerio Público, ello no importa que transcurrido el
plazo de siete años de ejercicio efectivo de la función judicial o fiscal, éste se
agote. Es precisamente este derecho, el que acentúa la necesidad de que la
decisión de ratificarlos o no se adopte en el marco de un procedimiento en
donde se aseguren las mínimas garantías para asegurar una decisión justa.
En efecto, si bien es cierto el Consejo es competente para ratificar o no a los
jueces y fiscales cada siete años, dicha atribución debe ser ejercida dentro de
los parámetros que la propia Constitución establece.
Por ende, para ser conforme a Constitución, la decisión de ratificar a un juez
o fiscal deberá obedecer a que luego de la evaluación global realizada por el
Consejo en relación a su desenvolvimiento, se concluya que la persona no ha
observado durante el período evaluado la conducta e idoneidad que la Carta
6
Pérez Luño, Antonio: Derechos Humanos, Estado de Derecho y Constitución: Madrid. Tecnos, 1995,
pags. 276 y 277.
7
Hesse, Konrad. Escritos de Derecho Constitucional. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales,
1992, p.45.
2
Política exige para desempeñar la importante función de impartir justicia (o las
labores vinculadas con esta función, en el caso de los fiscales).
Es importante también tener en cuenta que la finalidad de las denominadas
“garantías” reconocidas a los jueces y fiscales es precisamente coadyuvar a
que éstos ejerzan la trascendental función de impartir justicia y aquéllas
vinculadas a ésta, de manera independiente. Una afectación a ellas, como la
que tiene lugar cuando las ratificaciones son fruto de una decisión arbitraria,
genera sin duda, un impacto negativo en el desarrollo de las tareas que les
han sido confiadas.
Ausencia de motivación en las resoluciones de no ratificación del
Consejo Nacional de la Magistratura
El Tribunal afirma que, de acuerdo con la actual regulación constitucional, no
existe la obligatoriedad de que la resolución que decide la no ratificación de un
juez o fiscal sea motivada, toda vez que ésta no posee naturaleza
sancionatoria, como el caso de la destitución. Agrega a ello, que nos
encontramos más bien frente a un acto administrativo expedido al amparo de
una potestad discrecional, por lo cual no requiere de motivación, de manera
idéntica a lo sucedido en la designación y elección de funcionarios públicos
como el Defensor del Pueblo, miembros del Tribunal Constitucional, pase a
retiro de oficiales y Almirantes de las Fuerzas Armadas, y otros.
El derecho fundamental a obtener decisiones motivadas se encuentra
reconocido en el inciso cinco del artículo 139º de nuestro actual Texto
Constitucional. Constituye uno de los componentes del derecho al debido
proceso consistente en “...obtener una respuesta razonada, motivada y
congruente con las pretensiones oportunamente deducidas por las partes..” 8.
Según éste, los órganos encargados de resolver deben “.. expresar el proceso
mental que los ha llevado a decidir la controversia que se sometió a su
conocimiento”9.
Este derecho resulta de vital importancia en tanto garantiza a todo sujeto de
derecho que ¨..la decisión que ha obtenido no es arbitraria, sino producto de un
razonamiento correcto, (...) dando lugar a una decisión (...) justa; todo lo cual
está en aptitud de conocerse al revisar los fundamentos de lo decidido.”10
Es decir, “... será la motivación o fundamentación de la resolución la que nos
permitirá advertir si la decisión es absurda o arbitraria, pues sólo a través de
ella podremos conocer si la decisión es una derivación de la mera voluntad
del juzgador y si el íter de su pensamiento es conforme con las reglas de la
lógica y de la experiencia.”11
8
Proceso de hábeas corpus promovido por César Humberto Tineo Cabrera. Expediente Nº 1230-2002HC/TC, sentencia emitida con fecha 29 de agosto de 2002.
9
Proceso de amparo promovido por Leoncio Silva Quispe, Expediente Nº 458-2001-HC/TC, sentencia
emitida con fecha 25 de setiembre de 2001.
10
Arrarte Ana María. ¨Sobre el deber de motivación y su aplicación en los arbitrajes de conciencia¨. En:
Revista Themis. Número 43º. 2001, p.59.
11
Bustamante Alarcón, Reynaldo. Derechos Fundamentales y Proceso Justo. Lima. Ara Editores, 2001,
p.308.
3
Según ha reconocido el Tribunal Constitucional en múltiples pronunciamientos,
el derecho en referencia “….garantiza que la decisión expresada en el fallo sea
consecuencia de una deducción razonable de los hechos del caso, las pruebas
aportadas y la valoración jurídica de ellas en la resolución de la controversia.
En suma, garantiza que el razonamiento empleado guarde relación y sea
proporcionado y congruente con el problema que (...) corresponde resolver. “12
Si bien es cierto la adecuada motivación de una decisión nos brinda mayores
posibilidades de refutarla13, no debe pensarse que este derecho sólo es
exigible en tanto y en cuanto exista posibilidad de impugnación. Como hemos
esbozado anteriormente, la motivación de una decisión será lo que nos permita
controlar su razonabilidad, de allí su relevancia.
El Tribunal ha tenido la oportunidad de precisar de las funciones que cumple el
derecho bajo comentario al resolver el proceso de hábeas corpus iniciado por
Leoncio Silva Quispe, en donde señaló que éste cumple dos funciones: “Por
una parte, es un factor de racionalidad (…) pues garantiza que la solución
brindada a la controversia sea consecuencia de una exégesis racional del
ordenamiento, y no el fruto de la arbitrariedad (…). Y, de otra, facilita un
adecuado ejercicio del derecho de defensa de quienes tienen la condición de
partes en el proceso, a la vez que constituye un control riguroso por parte de
las instancias superiores, cuando se emplean los recursos que procedan.”14
La naturaleza discrecional de una decisión de ninguna manera exime a
determinado órgano a no motivar sus decisiones. Una lectura como la realizada
por el Tribunal Constitucional al resolver el proceso de amparo promovido por
el ex vocal Luis Felipe Almenara no es consecuente con el respeto a los
derechos fundamentales y en especial al reconocimiento de la dignidad del ser
humano como fin supremo de la sociedad y del Estado. Conforme el propio
Tribunal señaló al resolver el proceso de amparo promovido por Dennis Alberto
Pinto Gutiérrez “…la discrecionalidad (…) faculta al ente autorizado legalmente
a apreciar con libertad la oportunidad o conveniencia de la decisión (…), pero
nunca a actuar con arbitrariedad.”15
Resulta preocupante que lo señalado por el Tribunal al resolver el caso bajo
análisis, sea contrario a lo que ha venido sosteniendo anteriormente al revisar
decisiones adoptadas al amparo de una potestad discrecional. Muestra de ello
constituye lo señalado al resolver el proceso de amparo promovido por Branco
Vinko Banic Jara, ex oficial de la Policía Nacional del Perú pasado a situación
de retiro mediante Resolución Suprema Nº 0816-98-IN/PNP, en el que afirmó
que “...la manera como entiende este Tribunal que tal competencia
discrecional [el pasar a retiro a un oficial de la Policía Nacional del Perú] no
sería una simple manifestación de arbitrariedad es, (…) motivando o
12
Proceso de hábeas corpus promovido por César Humberto Tineo Cabrera. Expediente Nº 1230-2002HC/TC, sentencia emitida con fecha 29 de agosto de 2002.
13
Rubio Correo Marcial. La Constitución Peruana. Tomo VI. Lima. Fondo Editorial de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, p.75.
14
Expediente Nº 458-2001-HC/TC, sentencia emitida con fecha 25 de setiembre de 2001.
15
Proceso de amparo iniciado por Dennis Alberto Pinto Gutiérrez. Expediente Nº 240-2000-AA/TC,
sentencia emitida con fecha 25 de mayo de 2000.
4
expresando las razones objetivas que llevan a la Policía Nacional del Perú a
adoptar tal decisión.”16
En esa misma dirección, el Tribunal Constitucional ha establecido
reiteradamente que “un acto (….) dictado al amparo de una potestad
discrecional resulta arbitrario (…) cuando el órgano (…), al adoptar la decisión,
no motiva o expresa las razones que lo llevan a (…) a adoptar tal decisión.” 17
En el caso bajo análisis, la motivación de la resolución del Consejo mediante la
cual se decide -discrecionalmente- no ratificar a determinado magistrado,
tendría que permitirnos conocer cual ha sido el razonamiento seguido a fin de
decidir que determinado juez o fiscal no cuenta con la conducta e idoneidad
que la Constitución exige para el desempeño de las tareas vinculadas a la
impartición de justicia.
Esta evaluación deberá tener en cuenta los criterios que, según la Ley
Orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura, resultan relevantes a fin de
determinar la permanencia o no en el cargo. Estos se encuentran enunciados
en el artículo 30º de la Ley Nº 26397 que indica: “A los efectos de la ratificación
de Jueces y Fiscales a que se refiere el inciso b) del artículo 21º de la presente
Ley, el Consejo Nacional de la Magistratura evalúa la conducta e idoneidad
en el desempeño del cargo, considerando la producción jurisdiccional,
méritos, informes de los Colegios y Asociaciones de Abogados,
antecedentes que han acumulado sobre su conducta, debiendo conceder una
entrevista en cada caso”.
Dicha postura ha sido también la asumida por la Defensoría del Pueblo, que en
el Informe Defensorial Nº 038-2002/DP ha señalado: “...de ningún modo puede
sostenerse que la distinta naturaleza de los procesos a cargo del CNM justifica
una excepción a la exigencia constitucional de regirse por los principios que
emanan de la dignidad de la persona humana y de la forma republicana de
gobierno, (...) principios de los que se deriva la exigencia de que las decisiones
públicas que afecten derechos de las personas, deben ser motivadas,
exigencia que es parte del contenido esencial del derecho al debido proceso.”
Por otro lado, es preciso señalar que los ejemplos citados por el Tribunal para
fundamentar la ausencia de motivación en los procedimientos de ratificación,
como el caso de la elección y nombramiento de los defensores del pueblo así
como de los miembros del Tribunal Constitucional, no resultan pertinentes, al
existir una diferencia sustancial entre quienes tienen la calidad de “postulantes”
a dichos cargos y las personas sujetas a ratificación que vienen desempeñando
sus funciones con por lo menos siete años de anticipación, encontrándose
protegidos por un estatuto especial que la Carta Política les confiere.
Por su parte, en el caso del pase al retiro de los miembros de la Policía y de las
Fuerzas Armadas, si bien nos encontramos ante decisiones amparadas por
16
Expediente Nº 213-2000-AA/TC, resolución emitida con fecha 3 de mayo de 2000.
Proceso de amparo promovido por Pablo Emilio Avila Aguayo, Expediente Nº 250-2000-AA/TC,
sentencia emitida con fecha 6 de setiembre de 2000. De similar forma resolvió el proceso de amparo
iniciado por Luis Ramírez Rupay, Expediente Nº 319-2000-AA/TC, sentencia emitida con fecha 22 de
enero de 2001
17
5
facultades que el ordenamiento reconoce como discrecionales, ello no las
libera de la necesidad de encontrarse debidamente motivadas, lo cual por lo
demás, ha dejado meridianamente establecido la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional a través los pronunciamientos que hemos citado.
Derecho de Defensa
Según lo expresado en la sentencia que venimos comentando, el derecho de
defensa concede a las personas protección para no quedar en estado de
indefensión cuando al atribuírseles la comisión de un acto u omisión
antijurídicos, se les sanciona sin permitirles ser oídas o formular sus
descargos.
Adicionalmente, el Tribunal sostiene que la no ratificación no posee una
naturaleza disciplinaria, en tanto sólo expresa una muestra de desconfianza de
la manera como se ha ejercido la función para la que fue nombrado durante los
siete años, por lo cual no existe la posibilidad de que el mencionado derecho se
vea afectado.
Como se aprecia, el Tribunal realiza una interpretación bastante restringida en
cuanto al ejercicio del derecho de defensa, sosteniendo que éste se titulariza
sólo cuando a una persona se le imputa la comisión de un hecho ilícito o
antijurídico y puede por ello ser objeto de la imposición de una sanción.
Ello además de ser cuestionable desde una perspectiva protectora de los
derechos fundamentales que debe inspirar toda interpretación que se realice
del Texto Constitucional, resulta ser una postura sumamente restringida y poco
consecuente con lo resuelto en anteriores oportunidades. Al respecto, podemos
citar el hábeas corpus promovido por César Humberto Tineo Cabrera, en el que
el Tribunal señaló acertadamente que: “En virtud de él se garantiza que los
justiciables, en la determinación de sus derechos y obligaciones, cualquiera
sea su naturaleza (civil, mercantil, penal, laboral, etc.) no queden en estado
de indefensión. Por ello su contenido esencial queda afectado cuando en el
seno de un proceso judicial, cualquiera de las partes resulta impedido, por
concretos actos de los órganos judiciales, de hacer uso de los medios
necesarios, suficientes y eficaces para ejercer la defensa de sus derechos
e intereses legítimos.”18
Es decir, el derecho de defensa según la propia jurisprudencia del Tribunal
Constitucional, es invocable en cualquier proceso o procedimiento que tenga
como objetivo la determinación de derechos y/o obligaciones, al margen de la
naturaleza de las mismas.
Asimismo, conforme lo ha señalado el Tribunal, el derecho de defensa
garantiza “..tener la posibilidad real y efectiva de defenderse…”19. Con
18
César Humberto Tineo Cabrera. Expediente Nº 1230-2002-HC/TC. Sentencia publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 29 de agosto de 2002. En el mismo sentido resolvió al conocer el proceso de hábeas
corpus iniciado por Ann Vallie Lynelle, Expediente Nº 1231-2002-HC/TC.
19
Hábeas corpus interpuesto por Ann Vallie Lynelle, Expediente Nº 1231-2002-HC/TC, sentencia
emitida con fecha 21 de junio de 2002.
6
relación al contenido protegido del derecho defensa, el supremo intérprete ha
sostenido que “forma parte del derecho defensa el poder disponer de un
tiempo razonable y de contar con los medios adecuados para su
preparación...”20
Resulta pertinente analizar el Reglamento del Proceso de Evaluación y
Ratificación de Jueces del Poder Judicial y Fiscales del Ministerio Público,21en
donde se regula en detalle el procedimiento de evaluación y ratificaciones, a fin
de determinar si permite, a las personas sometidas a evaluación, defender sus
intereses de manera eficaz. Dicha norma ha previsto en su XI Disposición
General, la posibilidad de que cualquier ciudadano o institución pública o
privada, puedan poner en conocimiento del Consejo la existencia de hechos
que desmerezcan la dignidad del cargo, inconductas funcionales o falta de
idoneidad del juez o fiscal sometido a evaluación. Asimismo contempla la
posibilidad de que los ciudadanos y las instituciones privadas, puedan remitir
información sobre cualquier aspecto que permita apreciar la ejecutoria de vida,
la real posición económica y financiera del juez o fiscal u otro aspecto relativo a
su conducta funcional, teniendo dicha información, carácter reservado.
Además, el Reglamento indica que los jueces y fiscales sujetos a
evaluación sostendrán una entrevista personal ante el Pleno o ante las
Comisiones Especiales conformadas para tal efecto. En dicho acto el
evaluado podrá presentar las pruebas que considere pertinentes que
permitan verificar sus logros académicos, profesionales y funcionales, y recién
en esta oportunidad, se le informarán los aspectos que requieren
esclarecimiento. A ello se añade que la entrevista es de carácter reservado,
siendo facultad del Pleno del Consejo disponer una entrevista especial cuando,
posteriormente, aparezcan cargos en su contra.
Conforme se aprecia, pese a la apertura que muestra la norma reglamentaria
en cuanto a la recepción de información considerada relevante a fin de
determinar la continuación en el cargo de los jueces y fiscales, la posibilidad
con que éstos cuentan de defender sus intereses de manera eficaz, se
encuentra severamente restringida. Y es que es evidente que al no existir la
posibilidad de que los evaluados puedan acceder a la información presentada
en su contra oportunamente, y en general, a la información con la que cuenta el
Consejo para su evaluación, ni siquiera cuando éste comunica su decisión a
través de la respectiva resolución (desprovista de motivación), se ve limitada
injustificadamente su posibilidad de defender sus intereses idóneamente,
vulnerándose su derecho de defensa.
A su vez la posibilidad que tiene el Consejo de decidir “facultativamente”
conceder una entrevista adicional cuando se introduzcan nuevos elementos en
contra de los evaluados, agrava el estado de indefensión.
Ciertamente resulta pertinente recordar que, según lo ha establecido el propio
Tribunal al resolver el proceso de amparo iniciado por Branco Vinko Banic,
20
Proceso de hábeas corpus iniciado por Marcial Mori Dávila, Expediente Nº 1330-2002-HC/TC,
sentencia emitida con fecha 9 de julio de 2002.
21
Aprobado por Resolución Nº 241-2002-CNM de fecha 13 de abril de 2002.
7
“…la determinación de si un acto causa agravio o no a un derecho
constitucional no necesariamente se deriva del hecho de que éste fuere
expedido en transgresión de la normatividad que lo regula, pues puede haber
sido expedido perfectamente de conformidad con la ley y los reglamentos y, al
mismo tiempo, afectar derechos constitucionales.”22
En tal sentido debemos señalar que si bien el procedimiento de ratificación del
ex vocal supremo Luis Felipe Almenara se ha ceñido a lo establecido en el
respectivo Reglamento, ello no determina la constitucionalidad de dicha
decisión, puesto que tal como se aprecia, el procedimiento allí regulado vulnera
el derecho de defensa de las personas evaluadas.
Por otra parte, resulta sintomático que el propio Tribunal Constitucional señale
que sea incongruente con la naturaleza de la ratificación, que según sostiene,
no constituye una sanción disciplinaria, el que la propia Constitución señale
expresamente que los magistrados no ratificados no podrán reingresar al Poder
Judicial ni al Ministerio Público, según sea el caso. Con dicha afirmación
estaría reconociendo la notable contradicción en la que ha incurrido, pese a lo
cual, se limita a señalar que no considera que los magistrados no ratificados no
se encuentran impedidos de postular nuevamente al Poder Judicial o al
Ministerio Público.
Consideramos que esta última aseveración no enerva la gravedad de lo
señalado en la sentencia que hemos comentado, ni “salva” al mencionado
pronunciamiento del franco retroceso que estaría marcando en la tutela de
derechos fundamentales, puesto que, el estado de indefensión, se mantiene
incólume.
Derecho al debido proceso
El Tribunal Constitucional sostiene, que el reconocimiento de este derecho
fundamental no se extiende a cualquier tipo de procedimiento, añadiendo que
no en todos los procedimientos administrativos se titulariza el derecho al debido
proceso.
Al respecto, cabe recordar que el derecho a obtener una decisión justa,
constituye un derecho reconocido no sólo a nivel constitucional, sino que
también se encuentra protegido por diversos instrumentos internacionales.
Entre ellos, la Convención Americana sobre Derechos Humanos prescribe en
su artículo 8º que “toda persona tiene derecho a ser oída con las debidas
garantías y dentro de un plazo razonable, por un tribunal competente,
independiente e imparcial, establecido con anterioridad por ley, en la
sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la
determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral,
fiscal o de cualquier otro carácter.”
22
Proceso de amparo promovido por Branco Vinko Banic Jara, Expediente Nº 213-2000-AA/TC,
sentencia emitida con fecha 3 de mayo de 2000.
8
Este derecho fundamental alcanza a todo tipo de proceso y procedimiento; así,
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, señaló en el caso Baena
Ricardo y otros, que: “127. Es un derecho humano el obtener todas las
garantías que permitan alcanzar decisiones justas, no estando la
administración excluida de cumplir con este deber. Las garantías mínimas
deben respetarse en el procedimiento administrativo y en cualquier otro
procedimiento cuya decisión pueda afectar los derechos de las personas.”23
En nuestra opinión la naturaleza “sui generis” o “peculiar” que caracteriza a las
ratificaciones, no pueden llevar a afirmar que las decisiones adoptadas en
dicho contexto, sean inmunes al respeto de los distintos componentes del
derecho al debido proceso.
Por último, cabe recordar que según expresó el Tribunal Constitucional al
resolver el proceso de amparo promovido por Diodoro Gonzáles Ríos: “El
Consejo Nacional de la Magistratura, como cualquier órgano del estado, tiene
límites en sus funciones (...) sus resoluciones tienen validez constitucional en
tanto las mismas no contravengan el conjunto de valores, principios y derechos
fundamentales de la persona contenidos en la Constitución....”.24
Conclusión:
Si bien institución de la ratificación encomendada al Consejo Nacional de la
Magistratura, posee una especial naturaleza, ello no puede llevar a concluir que
las decisiones adoptadas en dicho escenario se encuentren exentas de control.
Conforme se ha señalado, un claro límite al que se encuentran sometidas lo
constituye la garantía de la permanencia que la Constitución reconoce a los
jueces y fiscales en tanto observen la conducta e idoneidad propia del cargo
que desempeñan, además del respeto a las garantías mínimas que aseguren
una decisión justa.
A pesar de que en el marco de un proceso de ratificación, el alcance de los
diversos componentes del derecho al debido proceso será sin duda distinto al
exigible en sede jurisdiccional, consideramos que el Tribunal Constitucional ha
optado por una interpretación sumamente restringida al punto de negar la
exigencia del respeto a este importante derecho fundamental. Ello en nuestra
opinión, resulta cuestionable y propicia decisiones arbitrarias, lo que puede
convertir a las ratificaciones en un instrumento que coacte y desincentive una
actuación comprometida con la defensa de la Constitución, y que impida que,
de ser necesario, quienes tienen en sus manos la importante función de
impartir justicia, se enfrenten a las presiones políticas y de cualquier otro tipo.
23
24
Resolución citada en el Informe Defensorial Nº 038-2002/DP
Expediente Nº 2409-2002-AA/TC, sentencia de fecha 7 de noviembre de 2002.
9
10
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