UNIDAD II ANTECEDENTES DEL HECHO RELIGIOSO CRISTIANO Esta unidad pretende adentrarse en la revelación de Dios y en la historia de la Salvación que preparar el camino de la “Experiencia Cristiana” que gira alrededor del acontecimiento histórico de Jesús de Nazareth, su relación con el Padre Celestial y el cumplimiento de su misión. Se analizará la relación entre Dios que se manifiesta al hombre y este que le responde, Revelación y Fe ( 2.1); a continuación, a partir de la historia y la literatura se identifica los antecedentes del hecho religioso cristiano (2.2), haciendo un recorrido por las etapas más importantes de la Historia de Israel, reseñando los acontecimientos y las producciones literarias que los escritores han realizando a lo largo de los siglos. Nos podemos preguntar: ¿qué sentido tiene retomar la historia para el hombre de hoy?; para el hombre de fe ¿qué valor tiene la Palabra de Dios? PROPÓSITOS Reconocer la Revelación de Dios en la vida personal de cada uno que nos lleva a aceptar nuestra identidad. Descubrir la fe como la respuesta del hombre a la acción de Dios en nuestras vidas, que lleva al compromiso en su propia historia. Identificar cada una de las etapas de la Historia de Israel con sus acontecimientos más importantes y la producción literaria en cada momento. Descubrir la acción de Dios en la historia y la respuesta del hombre en cada momento. LOGROS Reconoce la Revelación de Dios en la vida personal de cada uno que nos lleva a aceptar nuestra identidad. Descubre la fe como la respuesta del hombre a la acción de Dios en nuestras vidas, que lleva al compromiso en su propia historia. Identifica cada una de las etapas de la Historia de Israel con sus acontecimientos más importantes y la producción literaria en cada momento. Descubre la acción de Dios en la historia y la respuesta del hombre en cada momento. 10 2.1. REVELACIÓN Y FE La historia de las religiones constata el hecho de que, si bien, cada persona puede tener una experiencia religiosa individual, el depositario de la misma propiamente hablando no es el individuo singular, sino la comunidad, hasta el punto que la experiencia religiosa individual debe quedar inmersa en la experiencia religiosa colectiva (las Religiones) para que adquiera validez. En la primera parte de este Módulo se analizaron las grandes Religiones del mundo, excepto el Cristianismo que, por la importancia que tiene para nosotros por estar en un país que “culturalmente” es religioso y cristiano dedicaremos todo capítulo : “El hecho religioso cristiano”. Antes de continuar nuestro recorrido es importante que cada uno nos preguntemos: - ¿Qué se yo de la Religión cristiana? - ¿En qué se parece y diferencia la religión cristiana de las otras? - ¿Qué es lo propio, lo característico de la religión cristiana? Profundizar en la Revelación y la Fe tiene como objetivo entender la dinámica que se da entre un Dios que sale al encuentro y el hombre que responde en una historia concreta. La revelación debe responder siempre al doble interrogante de quién es Dios y quién es el hombre por eso tiene un sentido divino y humano a la vez, por ser el hombre a quien se dirige. 2.1.1 Revelación La idea religiosa de la Revelación sería ininteligible sin la referencia a su noción profana, de la que obtiene su nombre y sus elementos. En sentido profano, “revelación” significa levantar el velo (re-velar), manifestar algo oculto o escondido. Y precisamente porque el hombre hace la experiencia de la “re-velación” de algo limitado puede intuir el significado de Revelación de Dios escondido. El hombre no ignora la posibilidad de descubrir progresivamente lo que es desconocido; por eso le cabe la esperanza de penetrar un poco el misterio de Dios. Si entre los dos órdenes “profano y religioso” las diferencias son considerables, sus semejanzas y analogías no son menos reales y la expresión del misterio de la Revelación de Dios no puede utilizar otros medios que los que le ofrecen la experiencia cotidiana; ante esto nos podemos preguntar: ¿Cuáles son las analogías para captar lo que quiere decir Revelación de Dios? Para dar respuesta a este interrogante nos introducimos en lo que dice la Constitución “Dei Verbum” de Vaticano II: 11 a) La Revelación como Palabra La “palabra es la acción por la cual una persona se expresa y se dirige a otra con vistas a una comunicación”. Así, pues, podemos ver un triple aspecto de la palabra humana: Tiene un contenido, ya que narra o significa algo. Es a la vez una interpelación, ya que se dirige a alguien provocando una respuesta o reacción Es una auto-manifestación, puesto que descubre la actitud interior de la persona que habla. A este triple aspecto corresponden las tres personas del verbo: la palabra expresa ( primera persona), interpela (segunda persona) y explica (tercera persona) Esta comprensión de “la palabra” se convierte en la categoría fundamental de la Biblia para expresar la Revelación de Dios. No es extraño que la fórmula “Palabra de Dios”, “Oráculo del Señor”..., sea la más empleada en la Biblia después de la expresión “Dios”. Así vemos que la Palabra de Dios crea y actúa, mostrando su designio y finalmente, se autocomunica, viniendo a nuestro encuentro. Su historia se inició en los albores de la creación “Dijo Dios...” ( Gn. 1,3 , 6, 9,11,14,20,24), y llega a la plenitud de su significado en la Palabra hecha hombre “Y la Palabra se hizo carne” ( Jn 1,14), en Hb 1, 1 ss. San Pablo nos dice: “Muchas veces y de muchos modos hablo Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas: en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo”. No es extraño, pues, que el Concilio Vaticano II (1962-1965), cuando quiso tratar la Revelación Divina, escogió como primeras palabras de esta Constitución una expresión que clarifica y sintetiza su contenido: “Dei Verbum” es decir, Palabra de Dios. Ya un siglo antes, el Concilio Vaticano I (1869-1870), en la Constitución Dogmática sobre la Fe Católica, había definido la Revelación citando las palabras de Hb. 1,1 ss. como Palabra de Dios a los hombres. b) La Revelación como encuentro interpersonal La palabra supone un “yo” que habla, y un “tu”, que escucha. Toda palabra implica así mismo el deseo de ser acogida. De hecho, la palabra se hace realidad en el encuentro interpersonal con un tu. Encuentro que puede tener muchos niveles pero que, en el fondo busca diálogo, comunión y compromiso mutuo. La verdadera relación de encuentro no se reduce al intercambio subjetivo entre el “yo” y el “tu”, sino que se realiza desde el terreno común de un “nosotros” en el que el “yo y el “tu” se descubren participando. La realización efectiva del encuentro en sus formas humanas más elevadas, el diálogo y el amor, confirma esta constatación. 12 No es extraño que la Biblia utilice la categoría de encuentro para caracterizar la Revelación de Dios. En efecto, la gran obra de Israel no es solamente mostrar un único Dios verdadero, sino invocarle como a un Tu, haber estado con El en su presencia, haber tratado con El. En las narraciones donde se manifiesta a Israel el nombre propio de Dios se muestra una voluntad de comunicación, de acercamiento, de llamada por parte de Dios. Comunicar el nombre es lo mismo que comunicarse a sí mismo. Gracias a este nombre que había recibido, Israel tenía la certeza de que podía tener acceso al corazón de Dios en cualquier momento (Ex. 3,6). En Jesucristo este encuentro llega a la plenitud como comunión con Dios y con los hombres ( 1 Jn 1,2s) En este sentido, el concilio Vaticano II, en la Constitución Dogmática “Dei Verbum” ha asumido esta categoría de encuentro para definir la naturaleza y el objeto de la Revelación. c) La revelación como presencia Toda “palabra” y todo “encuentro interpersonal” suponen una “presencia”, la cual comporta, a su vez, una dimensión de manifestación externa y alteridad, así como una experiencia de testimonio. Se trata de una presencia que afecta todo el entorno y crea un nuevo dinamismo. La verdadera presencia es aquella que no es estática o marginal, sino la que se impone por sí misma e ilumina, interpelando su entorno. Es evidente que en la Biblia las expresiones reveladoras, palabra y encuentro, enraízan en la radical presencia de Dios entre su Pueblo. Presencia tanto en la naturaleza como en la historia (Dt 26,5-9) Ahora bien, en el Antiguo Testamento más que una acción histórica particular de Dios en Israel abarca muchos siglos y es el sentido interior que penetra todos los acontecimientos a través de la historia. Con Jesucristo esta presencia de Dios se hizo presencia humana: “se hizo carne y puso su morada en nosotros”, que recuerda la expresión aplicada a la Sabiduría (Si. 24,8), de ahí también el significado de Emmanuel, “Dios con nosotros” (Mt. 1,23; Is 8,10) hecho realidad plena en Cristo Resucitado en sus últimas palabras (Mt 28,20). 2.1.2. La respuesta del hombre a la revelación: la fe El hecho de la revelación solo se puede concebir teniendo en cuenta la realidad de Dios que libremente se manifiesta y que el hombre la acoge en la fe. Así, pues, revelación de Dios y fe del hombre son correlativas y no se pueden comprender la una sin la otra. En efecto, la revelación requiere la fe, de tal modo que no se puede hablar propiamente de revelación sino en la respuesta de la fe: revelación y fe son un don de Dios a favor del hombre. Ambos hechos se realizan concretamente en la historia, de tal manera que por medio de la fe el hombre puede percibir determinados eventos de la historia como acciones salvíficas de Dios. 13 El hombre por la fe: confiesa que Jesús es el Señor y Salvador; acoge con confianza a Dios y lo reconoce como un Padre de misericordia; hace una opción vital que da sentido a su existencia, abriéndose a la esperanza de la salvación eterna y haciéndola viva y presente por medio del amor. En este punto vamos a estudiar algunos elementos de la respuesta del hombre a la revelación tratando primero lo relativo a la dimensión existencial de la fe y a su historicidad; luego veremos las diversas dimensiones de la fe cristiana a la luz de la Sagrada Escritura; posteriormente trataremos el carácter eclesial de la fe. 2.1.2.1. La dimensión existencial de la fe La existencia del hombre en lo más profundo de su ser es una realidad abierta a la trascendencia, es por esto que aunque está inmerso en el mundo finito tiene un anhelo de infinito. Su realidad natural le hace tender por una llamada de Dios que se comprende en la gracia, hacia Aquel que constituye el principio y fin de su existencia. Para clarificar este punto analizaremos los siguientes aspectos: Revelación y fe, fundamentos de la existencia cristiana: Por la revelación el hombre descubre que se encuentra al interior de un movimiento que lo lleva a comunicarse con Dios mismo. A ese Dios que se le manifiesta en la revelación, el hombre solo puede responder tomando conciencia de su propia existencia y proyectando su vida como respuesta a la llamada divina. Revelación, fe y existencia del hombre son por tanto inseparables. En Cristo encontramos sentido a nuestra existencia: La fe en Cristo rompe el enigma más profundo del hombre: la muerte. Cristo resucitado es la esperanza definitiva del hombre y quien impulsa a una existencia humana auténtica, vivida sin temores ni cobardía. Apoyados en Cristo, como El estuvo siempre apoyado en su Padre, con un abandono confiado podremos dar sentido a nuestra existencia y vivir la libertad. Cristo es entonces no solo quien da sentido y esperanza a nuestra existencia, sino que además constituye el modelo perfecto de lo que debe ser la existencia del creyente. Historicidad de la fe No es posible separar la fe de la historia, pues si la palabra ha sido pronunciada históricamente la respuesta también tiene que ser en la historia. Esta historicidad de la fe no se reduce, solamente, a la actuación del hombre en la historia, en donde responde a la llamada divina, sino que también el contenido de la fe cristiana es histórico: confesar que Jesús es el Cristo, es aceptar que Dios ha enviado a su Hijo, que ha irrumpido en la historia y que nos ha logrado la salvación. 14 2.1.2.2. La fe respuesta a la revelación El Concilio Vaticano II presenta la fe como respuesta del hombre a la autocomunicación divina, entendiendo por fe el acto con el que “el hombre se entrega entera y libremente a Dios, le ofrece ‘el homenaje total de su entendimiento y voluntad’, asintiendo libremente a lo que Dios revela” ( DV 5) Lo que caracteriza a la fe cristiana es que centra toda la vida del creyente en la persona de Cristo, tal como lo presenta Pablo, Cristo no es solo el centro de la fe, sino también su fundamento y término final. Dimensiones de la fe cristiana La vinculación de la salvación del hombre con la fe en Cristo es lo que determina la novedad del cristianismo ( Act, 4,12; 5,31ss). De ahí que para el Nuevo Testamento Cristo es el elemento determinante, el centro y fundamento de la fe. La fórmula veterotestamentaria “apoyarse en Dios”, que era lo que venía a significar el “creer a Dios” se convierte ahora en “ creer a Cristo” (Jn 8,18 ss) La realidad nueva que Cristo aporta con su gracia y su mensaje, coloca al hombre en la necesidad de tomar la decisión de aceptar la existencia nueva que El propone, llegando a una conversión radical que comprometa toda su vida. La riqueza de la fe cristiana no se agota en la confesión verbal de unas verdades, supone por el contrario un conocimiento de la acción salvífica de Cristo, una actitud de disponibilidad a la voluntad divina que lleve a una opción radical que se traduzca en el ejercicio de una auténtica vida de amor cristiano. Las dimensiones de la fe son: a) La fe como confesión: supone confesar algo, aceptar como verdad una serie de contenidos y profesarlos públicamente. En este sentido la fe cristiana es la aceptación del anuncio cristiano y la acogida en sí de la salvación; esto significa reconocer y hacer propia la obra salvífica de Dios obrada en Cristo. La fe, por lo tanto es el reconocimiento de la palabra salvífica y al mismo tiempo la apropiación de la realidad anunciada por la palabra. b) La fe como conocimiento: El conocimiento que exige la fe no es la simple percepción intelectual de unas verdades sino una actitud permanente de apertura al misterio de Dios, para que a la luz de este, el hombre sea capaz de comprender los signos por los cuales Dios se hace accesible. La fe, entonces, supone el conocimiento del objeto y la percepción del misterio de Dios que se revela y que permite al hombre abrirse al misterio. Dicha percepción se realiza por la “luz de la fe” que es una gracia interior que permite al hombre transcender su capacidad natural de conocer (Mt 16,17; 11,25) En la fe no hay nada que se de sin gracia interna y para creer se 15 necesita la luz de la fe, que capacita al hombre para “ver” el testimonio de Dios en y a través del testimonio externo del mensajero de la fe, enviado por Dios y cuya credibilidad viene acreditada por unas señales externas. c) La fe como obediencia: La fe no se queda en el conocimiento de la verdad revelada; la fe impulsa a la conversión. Para que haya auténtica fe no basta un proceso reflexivo meramente racional sino que es necesario una conversión interior y radical (Puebla 1193). Pablo señala que la aceptación del mensaje de la fe tiene lugar en la obediencia (Rom 16,26; IICor 9,13), es decir en la renuncia a la propia voluntad y sabiduría y en la sumisión plena a la economía de la salvación dispuesta por Dios ( Rom 10,9 ss). Esto corresponde de la actitud de Jesús mismo que se abandonó en manos del Padre y obedeció hasta la muerte en la cruz ( Fil 2,6-11). De acuerdo con lo anterior, creer significa obedecer el evangelio, confiarse a la gracia de Dios para obtener la salvación respondiendo con todo lo que es la persona a dicha gracia. Por ello, la fe comporta un verdadero movimiento de la voluntad, una actividad del hombre que libremente se somete a la voluntad divina. d) La fe como opción fundamental del hombre: La fe, como respuesta al “sí” absoluto de Dios en Cristo, es una decisión total que empeña irrevocablemente la libertad del hombre. Creer es ir hacia Cristo, seguirle, aceptar su testimonio lo cual supone una opción radical y total ante la persona y la misión de Cristo como Hijo de Dios. Dar un sí a Dios es un acto totalmente libre: es una actitud personal que imprime una orientación nueva y definitiva a la vida del hombre. Esta opción surge en lo más profundo de la libertad del hombre, internamente invitado por la gracia a la intimidad con Dios y abarca toda la persona humana, en su inteligencia, voluntad y acción. Fe, esperanza y caridad, constitutivos de la respuesta Las dimensiones de la fe nos muestra con claridad que la fe resume en sí la totalidad de la respuesta, tanto en cuanto vaya unida a la esperanza y al amor. Estas tres actitudes fundamentales constituyen en conjunto la respuesta total a la iniciativa de amor de Dios en Cristo,. Hasta el punto que se puede decir que en el cristiano forma una realidad tal que constituyen la esencia de su ser cristiano. Esta unidad viene determinada por la dimensión cristocéntrica y cristológica de la fe, ya que Cristo como revelación definitiva (Hb 1,1-4) es al mismo tiempo la promesa única ( 2 Cor. 1,20) y el amor supremo de Dios a la humanidad (Rom 8,31-39). El es Palabra, Promesa y Autodonación de Dios. 16 Implicaciones mutuas en la confianza en Dios: La fe tiene que estar movida por la confianza en Dios. Fe, esperanza y caridad significan responder a la autocomunicación de Dios en Cristo. La fe, hasta cierto punto mira al pasado, hacia la realidad cumplida en el misterio de Cristo; pero se apoya en la esperanza que mira hacia el futuro, hacia la plenitud de salvación que Dios gratuitamente nos ofrece; y actúa a través de la caridad, que es la que en el presente lleva a vivir el amor de Dios, traducido en el amor al prójimo. Fe, verdad y vida: La fe es una relación personal con Jesucristo que lleva al cristiano a aceptar y reconocer la verdad revelada, pero también a acoger la salvación que El actúa. La fe implica u n compromiso vital y dinámico, una decisión libre que compromete el actuar del hombre, su libertad, para adecuar su existencia al amor de Jesús. Solo así la fe es vida. El Concilio Vaticano II coloca la respuesta de la fe tanto en la aceptación de la palabra divina como en la sumisión vida, es decir que implica la inteligencia y la voluntad. La fe exige hacer vida el mensaje de Cristo, vivir el mandamiento del amor que tiene como consecuencia la exigencia directa e imperativa de respetar a cada ser humano en sus derechos, de practicar la justicia y ejercer la misericordia. La respuesta de fe nos pide que hagamos viva la opción preferencial por los pobres que ha asumido la Iglesia de modo particular en América Latina (Puebla 476,1134-1165) 2.1.2.3. La fe de la Iglesia y la experiencia cristiana Una característica fundamental de la fe cristiana es su dimensión eclesial. Para el cristiano su adhesión a la Iglesia es esencial para unirse plenamente a Cristo. Dimensión eclesial de la fe La fe cristiana nace y se extiende en la comunidad eclesial la cual transmite y perpetua el mensaje de salvación y los medios sacramentales para que el hombre se pueda unir a Cristo y logre su salvación. Especificidad de la experiencia cristiana La fe cristiana es parte de la experiencia vital, más aún de la experiencia más radical y profunda de la vida del ser humano. La experiencia es fundamental para el hombre, para poder experimentar su realidad viva y poder confrontarse con todo lo que está a su alrededor. Es parte esencial del ser humano y a través de ella va definiendo el curso de su existencia. 17 El hombre no tiene, únicamente, experiencia de lo tangible sino que en cada experiencia va descubriendo la necesidad de una realidad definitiva, algo que le lleve a experimentar a Dios, a entrar en diálogo salvífico con El. La fe cristiana es objeto de la experiencia del hombre, con la particularidad que no se trata de una experiencia aislada de cada creyente pues está ligada a la experiencia de la Iglesia. Esta experiencia puede estar expresada a través de tres medios que se complementan mutuamente: La vida en común de la fe y de la liturgia de la Iglesia. El testimonio de la fe del creyente Los santos constituyen figuras vivas de una fe experimentada y confirmada En el recorrido que hemos realizado se ha podido constatar que la fe no es un hecho aislado e individual de cada uno; es una riqueza, es un don que se recibe a través de la Iglesia. Por ello la fe es eclesial y responde también a la estructura comunitaria del hombre. 2.2 ANTECEDENTES HISTORICOS DEL HECHO RELIGIOSO CRISTIANO: LA HISTORIA DE ISRAEL Dios por su propia iniciativa se comunica con el hombre y la mujer de cada tiempo y lugar, y toma la decisión de revelar su misterio y darse a conocer. El conocimiento bíblico hace relación a una experiencia, a partir del encuentro “Yo” y “TU” que desemboca en un “Nosotros” y es en ese momento donde adquirimos la auto-manifestación de Dios. Que el conocimiento de Dios tenga esta estructura dialógica significa que Dios se ha dado a sí mismo por amor. Por tanto, el máximo conocimiento de Dios o la máxima revelación de Dios acontece en la persona humana y el proyecto de nuestro Señor Jesucristo porque es El, el máximo acontecimiento revelatorio de Dios al margen del cual no existe otra posibilidad de revelación. Hacer una recorrido por la “Historia de Israel” es constatar la actuación de Dios con su Pueblo, Israel, que se hace el encontradizo para interpelarle y llevarle a ser constructor de su propia histórica pero que libremente debe dar la respuesta para ser responsable del camino que desea emprender. ETAPAS DE LA HISTORIA DE ISRAEL LaS etapas más importantes son: El éxodo y la conquista La monarquía La división del reino El destierro La restauración La dominación griega 18 El imperio romano A continuación, brevemente, se hace un recorrido por las distintas etapas de la historia de Israel, resaltando a las personas líderes que Dios elige para plasmar su proyecto y que responden afirmativamente, haciendo visible entre sus contemporáneos la misión que se les ha encomendado. También se reseña la producción literaria, “los libros de la Biblia” donde se plasma la historia sagrada con el fin de mostrar coherencia entre los aspectos históricos y literarios, aunque pertenezca al punto siguiente “Antecedentes literarios del cristianismo: La Biblia La época de los patriarcas El origen del pueblo hebreo es casi desconocido y no se puede decir con exactitud como fue, pero una tradición muy antigua nos habla de Abraham, Isaac y Jacob, como antepasados de Israel y procedentes de Mesopotamia. Llevaban una vida seminómada y se dedicaban al pastoreo de ganado mayor. Su entrada en la tierra de Canaán guarda relación con la penetración de los amorreos. Es imposible establecer con exactitud la fecha de estos patriarcas, pero el periodo más seguro es el siglo XIX y XVIII antes de Cristo. 19 El líder de este momento de la historia de la Revelación es Abraham Dios es una acontecimiento histórico que toca la existencia humana e invita al ser humano a reflexionar y actuar. Así lo confirma la invitación que Dios le hace a Abraham en Génesis 12,1-4: “Yahveh dijo a Abram: ‘Vete de tu tierra, y de la patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré ......” Este relato es el inicio de la historia de la salvación que consta de dos elementos: una orden y una promesa: Es una orden que apela a la libertad constitutiva del ser humano: “Vete de tu tierra..” Dios exige una ruptura con lo que un hombre quiere más: su país, la casa de su padre. Abraham debe alejarse de los santuarios paganos donde se buscaba a Dios como a tientas. Debe desprenderse de toda seguridad humana para apegarse a Dios todopoderoso y único. De hombre tranquilo, sin historia y seguro, como era antes, llega a ser un errante, según dice un texto muy antiguo ( Deuteronomio 26,5). Es la condición para lograr una mayor libertad y disponibilidad en el servicio de Dios. Jesús pondrá la misma condición: “El que ama a su padre o a su madre... a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí” (Mt. 10,37). El llamado de Dios no se limita a ser una orden, sino ante todo una promesa que responde a las expectativas fundamentales del ser humano “De ti haré una nación grande y te bendeciré” (v 3). Para un hebreo, la bendición debe abarcar unos bienes muy concretos. Lo que Dios prometió a Abraham fue una tierra y una descendencia. Orden y promesa que exige de Abraham la obediencia de la fe. Dios le da a Abraham una oportunidad histórica, lo llama a un “mañana histórico” hacia el cual debe caminar y lo debe construir de la mano de Dios. 20 A esta oferta Abraham responde con la obediencia y la confianza. Esta actitud de fe la conserva en los momentos más difíciles, cuando Dios le pide el sacrificio de su único hijo. Hay que tener presente que lo que Dios revela a Abraham no son cosas sino un camino nuevo, un futuro abierto. En la historia de Abraham encontramos el modelo de una vida fundada en la fe. La vida de “los patriarcas” abarca los capítulos 12-50 del Génesis. Estas páginas has sido primero tradiciones orales. Sólo más tarde, casi mil años de distancia, alguien las ha redactado por escrito. ¿Qué características tiene esta historia de Gén. 12-50?: Es una historia popular, que los padres han contado a sus hijos a la puerta de la tienda en una velada familiar. En una historia simplificada: los orígenes del pueblo hebreo y las migraciones de sus antepasados fueron mucho más complejas de lo que permite suponer el relato bíblico. Es una historia artística, embellecida con múltiples anédoctas novelescas y emocionantes, como el encuentro de José con sus hermanos, literalmente comparables a los más amenos cuentos orientales. Es una historia de familia: por eso concede tanto relieve a los sucesos que jalonan la vida familiar, como el nacimiento, las rivalidades entre los hermanos, la boda de los hijos, la sepultura de los padres. Es por último, una historia religiosa: las causas inmediatas se olvidan y todos los pasos de los personajes están dirigidos por la providencia de Dios. El éxodo y la conquista Algunos de los descendientes de los patriarcas fijaron su residencia en Egipto. Esto pudo suceder en el periodo de que los hicsos dominaron Egipto, desde los años 1720 a. 1580 a. Xto. Posteriormente, los hicsos fueron derrotados por los naturales de Egipto y fue cuando cambió la suerte de los israelitas. Esta es la época de la opresión de los hebreos. En esta coyuntura aparece Moisés, vivió en tiempo del Faraón Ransés II (hacia 1288 a.C.), fue educado en la corte del Faraón pero mantuvo siempre su sentido de pertenencia al pueblo de Israel, un pueblo esclavo. A los 40 años, Moisés mata a un egipcio y tiene que huir, refugiándose en Madiam (Arabia Saudita), allí practica la religión de sus padres hasta que llega el momento en que Dios toma la iniciativa y se revela. 21 Vocación de Moisés: La revelación de Dios a Moisés se da en el contexto de la vocación, en una praxis histórica concreta: la liberación del pueblo israelita. Es lo mismo que sucede a cualquier ser humano, aunque la Biblia lo presente como una experiencia fundante y paradigmática. En la Biblia hay dos relatos de la vocación de Moisés Ex.3,1 al 4,17 y del 6,2 al 7,5. Como en muchas vocaciones bíblicas el llamado a Moisés contiene dos elementos: Un encuentro personal con Dios: (Ex 3,1-6 y 13-14): A través de la “zarza ardiendo” Dios se manifestó a Moisés y se presentó como el Dios de los padres, uniendo el presente con el pasado. El mismo Dios que había hablado a Abraham 500 ó 600 años antes, iba a salvar a los hebreos ahora. Además ese Dios tiene un nombre Yahveh “Yo soy el que soy”. Una misión Ex. 3,7-12 y 15 Dios quiere librar a los oprimidos. Por eso llama a Moisés a quien le tocará sacar a sus hermanos de la esclavitud para llevarlos libre a una tierra de la cual serán por fin, los dueños. 22 Moisés tiene miedo. No quiere comprometerse (Ex.3,11) pero la promesa de Yahveh le da valor: estaré contigo (Ex. 3,12. Lo que Moisés conoce de Dios en esta revelación es el futuro de Dios para el pueblo de Israel, lo totalmente nuevo que es la libertad, Israel irá tomando conciencia histórica en la medida en que Dios esté interviniendo en su vida. Moisés con el pueblo de Israel, cruza el desierto, actúa de mediador en la alianza del Sinaí y, después de muchas peripecias y aventuras, llega a los umbrales de Palestina, pero muere sin poder entrar en la tierra prometida. Le sucede Josué que será el caudillo que conduzca al Pueblo a la tierra de Canaán. La Biblia presenta esta ocupación como el fruto de una guerra relámpago; es verdad que no faltaron pequeñas campañas guerras, pero el principal acontecimiento fue una ocupación pacífica, laboriosa y lenta. La salida de Egipto ocurrió a mediados del siglo XII a. C. Durante el reinado de Ramnsés II; y la instalación en Palestina se prolongó hasta el siglo XI a C. Toda esta historia ha quedado narrada en los libros del Exodo, Números y Josué. Desde la fecha de los acontecimientos hasta la redacción de esta literatura han pasado varios siglos. En este intermedio los hechos se han transmitido por vía oral. Al consignarlo por escrito, además de simplificarlos, se los ha embellecido, dándoles ese tono épico que es fácil percibir en muchos relatos. Eso no es falsear la historia; es escribirla desde la óptica singular de la liberación de un pueblo, es una manera de ponderar las gestas de Dios, que estaba siempre a su lado para ayudarles. La monarquía Después de entrar en Canaán, donde se encontraron con antepasados suyos que no había bajado a Egipto, los hebreos se hicieron sedentarios. Las llamadas “doce tribus” eran autónomas y sólo se unían cuando necesitaban defenderse contra algún enemigo. Los que en esos momentos dirigían y salvaban al pueblo eran jefes que tenían ese carisma, la Biblia los llama “jueces”, nombre que nada tiene que ver con la administración de la justicia. Sus hazañas han quedado recogidas en el libro de los Jueces, pero que no hay que tomar al pie de la letra ya que su forma de escribir está de forma fantástica y pintoresca. La mayor amenaza para los hebreos la constituyen los filisteos, pueblo instalado en la costa mediterránea, y para defenderse de ellos deciden unirse todas las tribus y elegir un mismo rey. La monarquía comienza con Saúl, auque este rey no tiene todavía ni Estado ni territorio fijo. Su sucesor fue David que consiguió cohesionar a todas las tribus, las del Norte y las de Sur. Conquista la ciudad de Jerusalén y la 23 convierte en capital del reino; con este rey se consolida la monarquía y comienza una etapa de prosperidad y paz para el pueblo. Esta situación de bienestar alcanza el punto más elevado con el reinado de su hijo y sucesor Salomón. Este monarca amplía las relaciones internacionales, firmando acuerdos comerciales y alianzas políticas con otros reinos. Y en su política interior levanta fortificaciones, construye un magnífico templo, mantiene un ejército poderoso, organiza la corte y fomenta la creación de obras literarias. Durante este tiempo se inicia, pues, una literatura lírica –Salmos- y sapiencial – Proverbios; en el terreno legislativo se actualiza el Decálogo acomodándolo a la nueva situación ( Ex 20-23) La división del reino A la muerte del rey Salomón el reino se divide: diez tribus forman al Norte el Reino de Israel, con la capital en Samaría; las otras dos tribus, en el Sur serán el Reino de Judá, con Jerusalén como capital. 24 A partir de esta ruptura, la historia de estos dos pueblos siguen derroteros diferentes, Judá se caracteriza por su mayor fidelidad a Dios e Israel por su prosperidad y riqueza. En esta etapa de crisis, en todos los campos, intervienen los profetas que van a ser los “hombres de la palabra de Yahvé” por ser ésta la que otorga verdadero sentido a la historia. No revelan “verdades eternas” sino “históricas”, llenas de conflicto porque la historia es dramática y en ella está presente el pecado. No se van a preocupar de dar pruebas de la existencia de Dios sino de mostrar el poder, la misericordia, el amor y la justicia de Yahvé. Los profetas revelan con sus palabras y actuar la vida íntima del Dios que nos ama. También muestran la relación entre el hombre y Dios que es dramática. El hombre siempre pelea con Dios de cara a su pretendida autonomía y Dios está solo en el mundo como abolido y descartado porque el hombre lo ha ignorado; no obstante, ante esta situación, Dios ama y sufre con el hombre y la máxima expresión de esto es la “Cruz de Cristo”. 25 Los profetas tienen la convicción de que su misión tiene como fundamento una experiencia de Dios (Jer. 1,4-19); Ez. 2,1-10; Is.6). que los lleva a interpelar y exigir la fe a quienes los escuchan, a pedir una toma de posición y un camino radical de conducta. Esta palabra de Dios exige obediencia a Dios y recrimina a quienes no respetan la ley y el derecho (Os. 10,13-15; Is 31,1-3; Am 6,1-7). Tanto en el Reino del Norte como en el del Sur intervinieron los profetas, los cuatro más importantes que se llaman “mayores” son: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel. Esta historia se narra en los libros de los Reyes, cuya redacción finaliza en el siglo VI a.C. y en el Segundo de las Crónicas. En esta época se consignaron por escrito las obras de los profetas. Una de las conclusiones que quiere que se saca de su lectura es que la ruina de la monarquía no ha ocurrido por infidelidad de Dios, sino por culpa de sus reyes que, en sus mayorías, no guardaron la alianza. El destierro La división del Reino fue el comienzo de la disolución, el primero en desaparecer del escenario de la historia fue el reino de Israel. En el año 721 a. C el ejército asirio saquea la región de Samaría y se llevan prisioneros a Asiria a la gente importante de Israel. Para sustituir a estas personas trajeron colonos de otros pueblos con otra religión y cultura distinta. En esta mezcla de razas, culturas y religiones está el germen de los llamados samaritanos. El reino de Judá, en el año 587 el ejército del imperio de Babilonia pone cerco a las murallas, arrasa la ciudad e incendia el templo. Los hombres de mayor relieve, incluidos sacerdotes y profetas, inician la larga marcha del destierro en dirección al país de Babilonia. La gente de Israel vivió este destierro como la mayor catástrofe nacional. Esta experiencia sin tierra, sin templo se convertiría en el mejor crisol para la fe israelita. Dos profetas, Ezequiel y un discípulo de Isaías, mantienen la esperanza y ayudan al resurgimiento espiritual del pueblo. Así es como nació una realidad diferente, el judaísmo, ese modo peculiar de vivir la religión que perdura hasta nuestros días. La historia de la monarquía hebrea, desde sus comienzos hasta la tragedia del destierro, ha quedado reflejada en varias obras literarias: libros de Samuel, Reyes y Crónicas. Los escribas y los sabios, que estaban en la corte desde la época de Salomón, pueden poner por escrito estos acontecimientos, documentándose en los archivos oficiales. En estos libros, además de historia, contienen principios teológicos. En algunos de ellos está muy clara la tesis religiosa de que Dios lo gobierna todo y decide el destino de cada rey de acuerdo con su fidelidad a la Alianza. 26 La restauración Esta época “después del destierro” se inicia con la política de benevolencia que los persas ejercen con los pueblos sometidos, una vez que Babilonia cae en poder de Ciro el año 539 a.C. Al año siguiente aparece el decreto de Ciro que permite la repatriación de los judíos e incluso les procura dinero para la reconstrucción del Templo (Esd 1,2-4). Una minoría de los deportados volvieron a su tierra. Los que estaba bien situados y quizá eran menos religiosos, se quedaron en Babilonia, dando origen a la “diáspora” (palabra griega que significa “dispersión”), lo que suponía un cambio decisivo en la trayectoria del pueblo. A partir de entonces se podía ser judío sin residir en la tierra prometida; fuera de sus fronteras se formaba parte de la comunidad, se leía la Biblia y se asistía a los cultos de la sinagoga. El grupo de israelitas fervientes que volvió a su tierra tenía que entregarse a la tarea de restauración. Se trataba de reconstruir la ciudad, reedificar el templo y, lo que era más importante, rehacer la comunidad. Los dos personajes importantes que dirigieron esta restauración fueron Nehemías y Esdras. Nehemías, fue un gobernante político; a él se debe la reconstrucción de las murallas y del templo, junto con la erección de Judea como provincia autónoma, independiente de Samaría. Esdrás se destaca como reformador religioso: lee la ley en asamblea pública, renueva la alianza con Yavé y reanima la vida religiosa del pueblo. La labor incomparable de estos dos dirigentes ha quedado relatada en los libros bíblicos que llevan su nombre. La dominación griega También al imperio persa le llegó la hora de su desintegración. El año 333 a. C. Alejandro Magno, derrotó a los persas, atravesó Palestina y llegó hasta Egipto. Alejandro muere prematuramente el año 323 a. c, sin haber tenido tiempo para consolidar sus conquistas. Los sucesores se repartieron su imperio. Todos quería ser dueños de Palestina. Primero dominaron lo Tolomeos de Egipto, que fueron respetuosos y tolerantes con la religión judía. Pero luego vinieron los Seléucidas, que quisieron imponer por la fuerza a los judíos no sólo la cultura, sino aun la religión griega; esto, en parte, lo estaba propiciando un sector de la misma población judía, simpatizante con las costumbres extranjeras. La persecución culmina con Antíoco IV, quien en el 167 instala en el Templo de Jerusalén la estatua de Zeus. ¿Cómo reaccionaron los judíos ante este intento de helenización? Muchos se doblegaron a las exigencias de los poderosos, aceptaron la cultura helenista y 27 abandonaron su fe. Fue una verdadera apostasía. Otros, por el contrario, se aferraron a su fe y formaron grupos fervientes y fanáticos que lucharon hasta por medio de guerrillas, contra la dominación helénica. Esta resistencia judía fue iniciada por el sacerdote Matías y secundada por sus hijos, particularmente por Judas Macabeo, quien gracias a sus victorias, pudo celebrar el 164 la purificación del Templo. El recuerdo literario de esta actitud religiosa y nacionalista ha quedado en los libros de los Macabeos, de Ester y de Judit. El hilo conductor de estas páginas es el heroísmo de un pueblo pequeño, que lucha hasta la sangre por conservar su identidad religiosa. Todas esas obras escritas en tiempo de persecución, en la época de Antíoco IV Epifanes, transmiten un único mensaje: la confianza en Dios siempre vale la pena, pues Dios no olvida a su pueblo. El imperio romano La última dominación que iban a sufrir los judíos sería la Roma. Gracias a los esfuerzos guerreros de los Macabeos, los judíos pudieron gozar de unos años de gloria y de paz. Pero en el siglo I antes de Cristo, dividido entre sí, sin ponerse de acuerdo en su lucha por el poder, apelaron al arbitraje de los romanos. Y Roma acudió a la cita. Las tropas de Pompeyo hicieron su entrada en Jerusalén el año 63. Palestina se convirtió de esta manera en una provincia más del imperio. 28 Después de hacer recorrido la Historia de Israel llegamos al acontecimiento del Jesús de Nazareth, de quien nace el movimiento religioso cristiano. Jesús es la máxima revelación del Padre, es por esto que desde El, se puede iluminar todo la historia, así lo entendieron los primeros cristianos. 2.3 ANTECEDENTES LITERARIOS DEL HECHO RELIGIOSO CRISTIANO: LA BIBLIA La Biblia para los cristianos, musulmanes y judíos es “Palabra de Dios” y es por esto que es necesario acercarnos a ella para ir descubriendo como Dios se ha manifestado en la historia y como su Palabra que es actuante, dinámica, abierta y progresiva llega a su plenitud con el acontecimiento histórico de Jesús. Dios mismo se hizo hombre y en Jesús se revela y manifiesta con plenitud y por esto, en El vamos a encontrar el verdadero rostro de Dios. En Jesús viene Dios al encuentro del hombre; y en Jesús el hombre se encuentra con Dios. Esta verdad es la médula del cristianismo. 29 2.3.1 Generalidades ¿Qué es la Biblia? “Biblia” viene de la palabra griega “biblos” que significa libro. Parece que fue en la ciudad fenicia de Biblos donde se hizo el primer libro. Con la denominación “biblia” se entendió comunmente “libro por excelencia” La Biblia no es un libro, sino un conjunto de 73 libros, muy desiguales en extensión y en la forma como están escritos (unos en prosa y otros en verso), es por esto que podríamos decir que es una biblioteca. Sin embargo, podemos considerarla como un solo volumen y con un título singular: Sagrada Biblia. En ella se da la unidad temática en muchos sentidos y una misma fe la atraviesa desde el principio hasta el final. Los libros más antiguos de la Biblia fueron escritos en el siglo X a. de Cristo, mientras los más recientes son de los últimos años del siglo I de nuestra era. Todos son libros humanos, es decir, están escritos por hombres de carne y hueso como tu y yo, que viven en situaciones históricas concretas y están inmersos en una cultura determinada con las categorías propias de la misma, tanto en el ámbito religioso, político... como literario. Por ejemplo: Jeremías y Ezequiel, Lucas y Pablo, aunque están inspirados por Dios, son verdaderos autores literarios, que escriben con esfuerzo, consultan fuentes, piensan con mentalidad propia, redactan con su estilo, conservan su personalidad y la manifiestan cuando escriben su libro aunque éste sea inspirado. Son también libros inspirados, lo que quiere decir, según el pensamiento de judíos y cristianos, que son libros escritos bajo la acción del Espíritu Santo; por esto se puede decir que la Biblia es “Palabra de Dios” , alude al hecho de que Dios se dirige a nosotros y se nos propone como interlocutor. La Iglesia ha reconocido y enseñado esta doctrina. Hay otros libros con argumentoS muy similar y atribuidos a personajes bíblicos pero no han sido reconocidos por la Iglesia como inspirados, son los llamados apócrifos Divisiones de la Biblia La Sagrada Escritura se divide en dos grandes secciones: Antiguo y Nuevo Testamento. Lo escrito antes de Cristo pertenece al Antiguo Testamento y lo posterior a El, al Nuevo. La palabra “Testamento” significa “alianza”, “contrato” o “testamento”, pero además los judíos que hablaban griego utilizaban esa palabra para indicar el plan que Dios tiene para salvar a la humanidad. La lista o canon de los libros de la Biblia consta de 73 libros (27 perteneciente al Nuevo Testamento y 46 al Antiguo testamento). 30 No hay acuerdo entre católico y protestantes respecto al número de libros del Antiguo Testamento. Los primeros ponen en esta parte 46 libros y los protestantes 39. Los siete libros de diferencia son: Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, los dos libros de Macabeos y también se incluye parte de Ester y Daniel. Todos coinciden en ser relativamente recientes, y se conservan en griego y no en hebreo como el resto del antiguo Testamento. A estos 7 libros, los protestantes les llaman apócrifos y los católicos deuterocanónicos, esto es, los “otros del canon” Cada libro de la Biblia está dividido en capítulos; y los capítulos, en versículos. Estas divisiones no son perfectas, pero han pasado a todas las ediciones y están aceptadas por católicos, protestantes y judíos. Son muy prácticas, pues permiten localizar con rapidez cualquier texto bíblico. Para citar un pasaje basta con referirse a tres datos: el libro de que se trata, señalado con abreviatura, luego el capítulo y, con una coma intermedia, el versículo. Ejemplo: Gén 3,7= libro del Génesis, capítulo 3, versículo7. La interpretación de la Biblia La compresión de la Sagrada Escritura no siempre resulta fácil pues se trata de libros antiguos, escritos en tierra oriental y por unos escritores y para unos lectores que distan mucho de nosotros en el tiempo, en la cultura y por consiguiente en la forma de pensar. Es por esto, que se hace necesario interpretarla. La pregunta que surge de esta dificultad es ¿cuáles son las normas que se deben dar para una buena interpretación de la Sagrada Escritura? En cuanto que la Biblia es libro humano para interpretar un pasaje cualquiera hay que aplicarle: La crítica textual, que trata de reconstruir el original, tal vez alterado al haberse copiado tantas veces. La crítica literaria, estudiando quién es el autor, cuál es su estilo, qué fuentes ha usado, en qué época escribe, a quiénes dirige su obra, cuál es el objetivo que se propone, qué géneros literarios emplea. La crítica histórica, se analiza el valor que tienen los libros bíblicos en cuantos documentos históricos. Una vez hecho este estudio comienza la labor de la exégesis: se mira el significado de cada palabra, en su sentido literal o en su uso metafórico, y no aisladamente, sino dentro de su contexto, para conocer lo que Dios ha querido decirnos. En cuanto que la Biblia es literatura inspirada, libro sagrado, desde su origen se ha manifestado en forma especial el Espíritu de Dios, sólo si confiamos en que al leerlo, escucharlo y meditarlo hoy, el Espíritu de Dios actúa también en nosotros de manera especial si le dejamos que actúe. 31 Los géneros literarios de la Biblia La Biblia, está escrita por hombres y para hombres, emplea los géneros literarios que estaban vigentes en el ambiente religioso y cultural del Oriente antiguo. El conocimiento de estos géneros literarios es imprescindible para entender lo que Dios ha querido decirnos en cada libro. Ha aquí una información breve de los principales géneros literarios que encontramos en la Biblia: a) La historia: Una parte importante de la literatura bíblica hay que incluirla dentro del género histórico. Todos los pueblos han escrito su historia, aunque no todos lo han hecho de la misma forma. No es igual la historia que se puede apoyar en fuentes y documentos, que resisten cualquier análisis crítico, que la basada en tradiciones orales. Hay mucha diferencia entre hacer la crónica de los hechos que el historiador ha vivido de cerca, porque ha sido contemporáneo de sus protagonistas que ponerse a escribir acontecimientos que hace mucho tiempo transcurrieron. Israel aventajó a otras naciones orientales en el arte de escribir la historia. Pero esto no quiere decir que su manera de resaltar los sucesos coincida con los modelos de la historia crítica moderna, ni que sean idénticos todos los libros de la Biblia, que agrupamos bajo la denominación de históricos. Concepción de historia en la Biblia y en la historia moderna: Historia en la Biblia Historia moderna No critica con rigor los materiales, sino que mezcla las fuentes y yuxtapone los documentos Se preocupa poco de la cronología Describe los hechos simplificándolos Se apoyar en fuentes y documentos, que resisten cualquier análisis crítico Verifica con exactitud las fechas Describe los hechos con la complejidad que tuvieron Pocas veces da las cifras exactas; las Busca siempre la exactitud de las ofrece aproximadas o las agranda cifras desmesuradamente A veces inventa los hechos y pone en Siempre busca la objetividad y la boca de los personajes palabras que exactitud éstos no pronunciaron El israelita lo mira todo desde la óptica El historiador moderno contempla los religiosa, viendo en ello la acción de hechos que se han dado, tal como Dios. acaecieron desde el punto de la libertad humana 32 b) Las narraciones noveladas Algunos libros del Antiguo Testamento, relatan de forma amena y entretenida, hechos imaginarios, como si hubieran sucedido en la realidad. Es posible que en algunos casos se encierre un núcleo histórico, que será muy difícil de determinar; en otros todo puede ser una invención literaria. A través de estos relatos, el autor pretende transmitir una enseñanza religiosa, Dios quiere decirnos algo, ese mensaje es lo más importante, lo otro es el ropaje literario En esta categoría de historia edificante podemos encuadrar los libros de Rut, Job, Jonás, Éster, Tobías y Judit. c) La poesía lírica Ante cualquier realidad, humana o divina, el hombre se siente invadido por múltiples sentimientos: admiración, gozo, tristeza, amor. El poeta expresa todo este mundo interior del espíritu de una forma bella, es por esto que el género literario existe en todas las literaturas. Algunos libros de la Biblia son pura poesía lírica. El Cantar de los Cantares ensalza la belleza del amor humano, símbolo de la alianza de Dios con su pueblo. Los Salmos, compuestos a los largo de mil años, son las plegarias con que el pueblo oraba a Yavé. Las Lamentaciones son elegías estremecedoras: el poeta llora con el corazón desgarrado la horrible catástrofe de la destrucción de Jerusalén. d) La literatura profética El profeta no es el que adivina el futuro, sino el que habla en nombre de Dios. Es un enviado suyo, un mensajero de Yavé. No es propiamente un escritor; más bien es un orador, que habla y actúa, que interpela al pueblo y reprende a los reyes. Las palabras del profeta son denuncia de los pecados y anuncio de salvación; siempre llama a la conversión y exhorta a la esperanza. En la historia de Israel, sobre todo los momentos más decisivos, han estado siempre presentes los profetas. Son ellos los que han luchado contra la idolatría, defendiendo la fe en el único Dios; ellos son los que han amparado a los débiles frente a los abusos de los poderosos. En la Biblia conservamos los escritos de muchos profetas; a veces los que coleccionaron sus oráculos fueron los discípulos. e) Los libros sapienciales Todos los pueblos han expresado, generalmente en frases cortas y rimadas, esa ciencia que no se aprende en los libros, sino que se extrae de la 33 experiencia diaria. Son consejos que ayudan a vivir mejor. Es la palabra de sensatez, de la cordura, de la prudencia. Y abarca todos los temas de la vida: la juventud y la vejez, el bien y el mal, el placer y el dolor, el callar y el hablar, la abundancia y la pobreza. Tenemos mil ejemplos en nuestra lengua : “quien mal anda, mal acaba”, “ a palabras necias, oídos sordos”.. Esta experiencia es fruto de muchas generaciones. También en el pueblo hebreo floreció literariamente esta sabiduría de la vida práctica. Son los libros sapienciales: Proverbios, Eclesiastés, Eclesiástico y Sabiduría. f) El género apocalíptico El término apocalipsis es de origen griego y significa revelación. Pero revelación ¿de qué?. Lo que se revela es el futuro, lo que sucederá en los últimos tiempos, lo que será al final de la historia. Y este final es el triunfo de Dios sobre las fuerzas del mal. La literatura apocalíptica es así consoladora; es un aliento que conforta en medio de las situaciones desesperantes que pueda atravesar el pueblo de Dios. Por esta razón surge la literatura apocalíptica en tiempo de persecución, cuando en los creyentes hace mella la crisis del derrotismo y desaliento. Y emplean, como medios literarios, símbolos, visiones y sueños. El libro más representativo de este género, en el Antiguo Testamento, es el libro de Daniel; en el Nuevo tenemos el Apocalipsis de san Juan, escrito para alentar a los cristianos que estaban sufriendo la persecución del emperador Domiciano. Para mayor documentación lea a continuación el literal (e) de los escritos neotestamentarios g) Las cartas Esta palabra designa la comunicación íntima y amistosa, muchas veces familiar que se realiza por escrito entre dos o más personas. El mismo término se emplea, a veces con el nombre de “epístola”, para indicar un género literario. En este caso la carta es un recurso para desarrollar un tema cualquiera. Veintiuno de los escritos del Nuevo Testamento son carta, dirigidas a individuos particulares o a comunidades cristianas. Las más conocidas son las de san Pablo. (cf. literal b de escritos neotestamentarios 2.3.2.. Escritos neotestamentarios Nacen del interés de la naciente iglesia cristiana por consignar por escrito el mensaje de Jesucristo y su obra 34 a) Escritura y tradición apostólica El Nuevo Testamento es fruto de la experiencia pascual de la Iglesia cristiana con el Resucitado. ¿Cómo se escribió? Inicialmente los Apóstoles y primeros discípulos de Jesús experimentan que Aquel quien murió en la cruz hoy esta vivo. Ha vencido la muerte y todo aquello que anuncio en su vida histórica, como el Padre, el Reino, la salvación y la resurrección, es verdad. Los Apóstoles como autoridades que testifican lo anterior continúan su evangelización por todo el mundo conocido en aquella época. Dicha evangelización esta conformada por tres momentos: el primero es el Kerigma, es decir el primer anuncio de la Pasión, muerte y Resurrección de Jesucristo. El segundo es la Catequesis, es decir una formación teórico-practica conducente a acoger un estilo de vida: el cristiano. El tercer momento es la experiencia del sacramento de iniciación ( Bautismo, Eucaristía y Confirmación) a partir del cual el creyente da testimonio de su fe a través de su propia vivencia, es decir se constituye en misionero y profeta. b) Cartas de san Pablo Tanto la experiencia de fe como el proceso de evangelización es necesario sistematizarlas; hecho que ocurre con Pablo de Tarso quien a partir de una profunda reflexión explica en un lenguaje universal y racional lo que significa ser cristiano y el acontecimiento pascual (muerte y resurrección de Jesucristo), en sus cartas o epístolas, tales como carta a los Romanos, Gálatas, 1 de Corintios, 2 de Corintios, Colosenses, Tesalonicenses, entre otras. Vale destacar la importancia de la obra de San Pablo ya que gracias a su reflexión, la Iglesia cristiana se pudo consolidar como universal, es decir que el mensaje de salvación que anuncia es generosamente ofrecido a toda la humanidad sin distinción alguna. Los grandes temas teológicos de la obra de Pablo son: a. Cristo es el único salvador y consecuencias de la salvación b. La justificación por la fe, es decir, la salvación es posible por la fe en Cristo c. La iniciativa del Padre al acercarse al hombre generosamente d. Primacía de Cristo y universalidad de la salvación c) Evangelios Posteriormente a Pablo, cuando los Apóstoles empiezan a fallecer y cada vez son menos, se hace necesario colocar por escrito aquella experiencia de fe y el testimonio de la resurrección, es entonces cuando nacen los evangelios, que de manera audaz llevan el mismo mensaje de salvación adaptado a las situaciones culturales e históricas de cada comunidad a la que se dirige; por ejemplo: El evangelio de Mateo esta dirigido a los judíos convertidos al 35 cristianismo que viven en Roma, mientras que el de Marcos se dirige a los judíos convertidos al cristianismo pero que viven en Israel, el de Lucas por su parte, se dirige a los paganos convertidos al cristianismo y el de Juan le habla a toda la Iglesia universal. Es de precisar que cada evangelio es escrito para una comunidad en especial, en una apoca y contexto socio-cultural específico, pero siempre conservando la misma esencia del mensaje de salvación. Con base en lo anterior se puede apreciar el significado de la palabra Evangelio que significa Buena Noticia o Buena Nueva: “La salvación del mundo ha llegado en la persona de Jesucristo y la prueba de esta verdad es que el que esta muerto ahora la comunidad lo a experimentado vivo” d) Cartas Pastorales Para enriquecer la vida de la Iglesia tanto en su organización como en su proyección misionera, se elaboran escritos como Actos o Hechos de los Apóstoles y las llamadas cartas apostólicas entre las que se identifican: la de Santiago, las de Pedro, las de Juan, la de Judas. e) Apocalipsis ¿Qué es lo que revela el Apocalipsis? En una lectura libre y desprevenida puede pensarse que trata de las catástrofes del fin del mundo, pero no es así. El Apocalipsis revela la acción de Dios para el que confía en él. El texto se escribe para los cristianos de finales del siglo I y siglo II que están sufriendo a causa de las persecuciones y se sienten desesperanzados, con el fin de fortalecerlos y hacerles comprender que quien esta con Jesucristo siempre terminará victorioso a pesar de las dificultades y dolores que tenga que padecer. Es decir es el libro de la esperanza en medio de la desesperanza, no es un libro catastrófico sino Cristológico, porque el fundamento de la esperanza es Cristo. La complejidad del texto se origina en una serie de características como son: El Apocalipsis es simbólico, es decir todos los lugares, colores, tiempos atmosféricos, fechas y objetos entre otros tienen un significado específico. Ejemplo el número siete no es solo siete unidades, sino que significa plenitud y perfección que emana de Dios; la montaña no es solo un accidente geográfico sino que también simboliza el lugar predilecto para la manifestación de Dios ( es el lugar predilecto desde donde Dios habla). En el mismo sentido de la característica anterior, se aprecia que su lenguaje siempre esta refiriendo a otra realidad, pero no la que el lector pueda inventar o deducir fruto de una reflexión personal, sino que con ayuda de la teología y el arte de interpretar (hermenéutica y exégesis) debe establecerse el mensaje y la forma como entendían el texto la comunidad para la cual fue escrita ( la Iglesia Cristiana de Finales del siglo I y años siguientes). 36 Finalmente, un mensaje clave del el Apocalipsis es que no se le debe temer temor porque no es un libro catastrófico, sino alentador. Quien esta con Dios, aunque se le presenten las más grandes pruebas en la vida, siempre podrá superarlas porque para el Cristiano no hay nada imposible si esta con Jesucristo. Como se puede observar todos los textos bíblicos tienen como fundamento la revelación de Dios y la respuesta del hombre a esa invitación. Dicha experiencia en progresiva a través de la historia y se concretiza en contextos históricos concretos. 2.4. BIBLIOGRAFÍA - ALBERT Samuel A. “Para comprender las religiones en nuestro tiempo”. Ed. Verbo Divino, Navarra (España. 1,997. - Biblia de Jerusalén - CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA - DELUMEAU J. (Dir) El hecho religioso. Enciclopedia de las grandes Religiones, alianza, Madrid, 1995. - GUEVAERT J. “El problema del hombre. Introducción a la antropología Filosófica. Sígueme, Salamanca, 1976. - JUAN PABLO II . Encíclica Dives in Misericordia, 1980 - LATOURELLE , R. Teología de la Revelación. Ed. Sígueme, Salamanca 1.999 - MARTÍN VELASCO J. “La religión en el hombre” : Communio, 2 (1.980), pp. 323-336. ---------------------. “Dios en la historia de las religiones. FSM, Madrid, 1.993 - RUIZ O. Jesús, Epifanía del amor del Padre. CELAM, Bogotá 1994. VATICANO II, Constitución Dei Verbum. - CEPEDAL, Tirso. Curso de Biblia. Claves para leer el libro sagrado. Madrid: Cobarrubias 1999. - ESPINEL, José. Evangelio según san Juan. Bogotá: USTA 1995. - SÁNCHEZ, Gerardo. Evangelios sinópticos. Bogota: USTA 1893. - SOLANO, Pío. Libro de los Hechos y los escritos de Pablo. Bogotá: USTA 1997. 37 2.5. EJERCICIO INVESTIGATIVO Antes de continuar con el estudio de la tercera unidad le recomendamos realizar las siguientes actividades 1. Realice un ensayo sobre “la revelación y la fe” 2. Diseñe un gráfico en el que represente la historia de Israel. Sobre él señale con distintos colores: 3. Las etapas de la historia de Israel a. El personaje central en cada una de las etapas. b. Un acontecimiento central 4. Elabore un cuadro sinóptico sobre la Biblia. 5. De esta unidad, extraiga 5 lecciones que le pueden ayudar para su vida cotidiana 38 ANEXO 1 TEXTO ORIGINAL DEL TERCER SECRETO DE FÁTIMA EXPLICACIÓN DE Joseph Card. Ratzinger Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe Tercera parte del secreto de Fátima, revelado el 13 de julio de 1917 a los tres pastorcillos en la Cueva de Iria-Fátima y transcrito por Sor Lucía el 3 de enero de 1944. Fue hecho público por el Secretario de Estado, Cardenal Angelo Sodano, el 13 de mayo del 2000. "Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiria y de la Santísima Madre vuestra y mía. "Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Angel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Angel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: 'algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él' a un Obispo vestido de Blanco 'hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre'. También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Angeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios". Comentario Teológico del Card. Joseph Ratzinger El Comentario Teológico del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe está dividido en tres partes: Revelación pública y revelaciones privadas, su 39 lugar teológico; La estructura antropológica de las revelaciones privadas; Un intento de interpretación del secreto de Fátima. 1) "El término 'revelación pública' designa la acción reveladora de Dios destinada a toda la humanidad, que ha encontrado su expresión literaria en las dos partes de la Biblia: el Antiguo y el Nuevo Testamento. Se llama 'revelación' porque en ella Dios se ha dado a conocer progresivamente a los hombres, hasta el punto de hacerse él mismo hombre, para atraer a sí y para reunir en sí a todo el mundo por medio del Hijo encarnado, Jesucristo. En Cristo Dios ha dicho todo, es decir, se ha manifestado a sí mismo y, por lo tanto, la revelación ha concluido con la realización del misterio de Cristo que ha encontrado su expresión en el Nuevo Testamento". 2)La "revelación privada", en cambio, "se refiere a todas las visiones y revelaciones que tienen lugar una vez terminado el Nuevo Testamento; es ésta la categoría dentro de la cual debemos colocar el mensaje de Fátima. La autoridad de las revelaciones privadas -prosigue el cardenal Ratzinger- es esencialmente diversa de la única revelación pública: ésta exige nuestra fe". La revelación privada, en cambio, "es una ayuda para la fe, y se manifiesta como creíble precisamente porque remite a la única revelación pública". Citando al teólogo flamenco E. Dhanis, el prefecto para la Fe afirma que "la aprobación eclesiástica de una revelación privada contiene tres elementos: el mensaje en cuestión no contiene nada que vaya contra la fe y las buenas costumbres; es lícito hacerlo público, y los fieles están autorizados a darle en forma prudente su adhesión". "Un mensaje así puede ser una ayuda válida para comprender y vivir mejor el Evangelio en el momento presente; por esto no se debe descartar. Es una ayuda que se ofrece, pero no es obligatorio hacer uso de la misma". El cardenal Ratzinger subraya también que "la profecía en el sentido de la Biblia no quiere decir predecir el futuro, sino explicar la voluntad de Dios para el presente, lo cual muestra el recto camino hacia el futuro". La parte más importante del Comentario Teológico está dedicada a "un intento de interpretación del secreto de Fátima". Del mismo modo que la palabra clave de la primera y de la segunda parte del "secreto" es la de "salvar almas", "la palabra clave de este 'secreto' es el triple grito: '¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!'. Viene a la mente el comienzo del Evangelio: 'paenitemini et credite evangelio' (Mc 1,15). Comprender los signos de los tiempos significa comprender la urgencia de la penitencia, de la conversión y de la fe. Esta es la respuesta adecuada al momento histórico, que se caracteriza por grandes peligros y que serán descritos en las imágenes sucesivas. Me permito insertar aquí un recuerdo personal: en una conversación conmigo, Sor Lucia me dijo que le resultaba cada vez más claro que el objetivo de todas las apariciones era el de hacer crecer siempre más en la fe, en la esperanza y en la caridad. Todo el resto era sólo para conducir a esto". 3) Después, el prefecto de la Congregación para la Fe pasa revista a las "imágenes" del secreto. "El ángel con la espada de fuego a la derecha de la 40 Madre de Dios recuerda imágenes análogas en el Apocalipsis. Representa la amenaza del juicio que incumbe sobre el mundo. La perspectiva de que el mundo podría ser reducido a cenizas en un mar de llamas, hoy no es considerada absolutamente pura fantasía: el hombre mismo ha preparado con sus inventos la espada de fuego". "La visión muestra después la fuerza que se opone al poder de destrucción: el esplendor de la Madre de Dios, y proveniente siempre de él, la llamada a la penitencia. De este modo se subraya la importancia de la libertad del hombre: el futuro no está determinado de un modo inmutable, y la imagen que vieron los niños no es una película anticipada del futuro, de la cual nada podría cambiarse. En realidad, toda la visión tiene lugar sólo para llamar la atención sobre la libertad y para dirigirla en una dirección positiva. (...) Su sentido es el de movilizar las fuerzas del cambio hacia el bien. Por eso están totalmente fuera de lugar las explicaciones fatalísticas del 'secreto' que dicen que el atentado del 13 de mayo de 1981 habría sido en definitiva un instrumento de la Providencia. (...) La visión habla más bien de los peligros y del camino para salvarse de los mismos". Pasando a las siguientes imágenes, "el lugar de la acción -explica el cardenal Ratzinger- aparece descrito con tres símbolos: una montaña escarpada, una gran ciudad medio en ruinas, y finalmente una gran cruz de troncos rústicos. Montaña y ciudad simbolizan el lugar de la historia humana: la historia como costosa subida hacia lo alto, la historia como lugar de la humana creatividad y de la convivencia, pero al mismo tiempo como lugar de las destrucciones, en las que el hombre destruye la obra de su propio trabajo (...) Sobre la montaña está la cruz, meta y punto de orientación de la historia. En la cruz la destrucción se transforma en salvación; se levanta como signo de la miseria de la historia y como promesa para la misma". "Aparecen después aquí personas humanas: el Obispo vestido de blanco ('hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre'), otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y, finalmente, hombres y mujeres de todas las clases y estratos sociales. El Papa parece que precede a los otros, temblando y sufriendo por todos los horrores que lo rodean. No sólo las casas de la ciudad están medio en ruinas, sino que su camino pasa en medio de los cuerpos de los muertes. El camino de la Iglesia se describe así como un viacrucis, como camino en un tiempo de violencia, de destrucciones y de persecuciones. En esta imagen, se puede ver representada la historia de todo un siglo. Del mismo modo que los lugares de la tierra están sintéticamente representados en las dos imágenes de la montaña y de la ciudad, y están orientados hacia la cruz, también los tiempos son representados de forma compacta". "En la visión podemos reconocer el siglo pasado como siglo de los mártires, como siglo de los sufrimientos y de las persecuciones contra la Iglesia, como el siglo de las guerras mundiales y de muchas guerras locales que han llenado toda su segunda mitad y han hecho experimentar nuevas formas de crueldad. En el 'espejo' de esta visión vemos pasar a los testigos de la fe de decenios". El prefecto de la Congrenación de la Doctrina de la Fe afirma también que en el viacrucis de este siglo "la figura del Papa tiene un papel especial. En su 41 fatigoso subir a la montaña podemos encontrar indicados con seguridad juntos diversos Papa, que empezando por Pío X hasta el Papa actual han compartido los sufrimientos de este siglo y se han esforzado por avanzar entre ellos por el camino que lleva a la cruz. En la visión también el Papa es matado en el camino de los mártires )No podía el Santo Padre, cuando después del atentado del 13 de mayo de 1981 se hizo llevar el texto de la tercera parte del 'secreto', reconocer en él su propio destino? Había estado muy cerca de las puertas de la muerte y él mismo explicó el haberse salvado con las siguientes palabras: 'fue una mano materna la que guió la trayectoria de la bala y el Papa agonizante se detuvo en el umbral de la muerte' (13 de mayo de 1994). Que 'una mano materna' haya desviado la bala mortal muestra sólo una vez más que no existe un destino inmutable, que la fe y la oración son poderosas, que pueden influir en la historia y, que al final, la oración es más fuerte que las balas, la fe más potente que las divisiones". La conclusión del secreto, prosigue el cardenal Ratzinger, "recuerda imágenes que Lucía puede haber visto en libros piadosos, y cuyo contenido deriva de antiguas intuiciones de fe. Es una visión consoladora, que quiere hacer maleable por el poder salvador de Dios una historia de sangre y lágrimas. Los ángeles recogen bajo los brazos de la cruz la sangre de los mártires y riegan con ella las almas que se acercan a Dios. La sangre de Cristo y la sangre de los mártires están aquí consideradas juntas: la sangre de los mártires fluye de los brazos de la cruz. Su martirio se lleva a cabo de manera solidaria con la pasión de Cristo y se convierte en una sola cosa con ella". "La visión de la tercera parte del secreto tan angustiosa en su comienzo, se concluye pues con una imagen de esperanza: ningún sufrimiento es vano y, precisamente una Iglesia sufriente, una Iglesia de mártires, se convierte en señal orientadora para la búsqueda de Dios por parte del hombre (...) del sufrimiento de los testigos deriva una fuerza de purificación y de renovación, porque es actualización del sufrimiento mismo de Cristo y transmite en el presente su eficacia salvífica". ¿Qué significa en su conjunto (en sus tres partes), el "secreto" de Fátima?, se pregunta por último el cardenal Ratzinger. "Ante todo debemos afirmar con el cardenal Sodano: 'los acontecimientos a los que se refiere la tercera parte del 'secreto' de Fátima parecen pertenecer ya al pasado'. En la medida en que se refiere a acontecimientos concretos ya pertenecen al pasado. Quien había esperado impresionantes revelaciones apocalípticas sobre el fin del mundo o sobre el curso futuro de la historia se desilusionará. Fátima no nos ofrece este tipo de satisfacción de nuestra curiosidad, lo mismo que la fe cristiana no quiere y no puede ser un mero alimento para nuestra curiosidad. Lo que queda de válido lo hemos visto de inmediato al inicio de nuestras reflexiones sobre el texto del 'secreto': la exhortación a la oración como camino para la 'salvación de las almas' y, en el mismo sentido, la llamada a la penitencia y a la conversión". "Quisiera al final volver aún sobre otra palabra clave del 'secreto', que con razón se ha hecho famosa: 'mi Corazón Inmaculado triunfará'. ¿Qué quiere decir esto? Que el corazón abierto a Dios, purificado por la contemplación de Dios, es más fuerte que los fusiles y que cualquier tipo de arma. El fiat de 42 María, la palabra de su corazón, ha cambiado la historia del mundo, porque ella ha introducido en el mundo al Salvador, porque gracias a este 'sí' Dios pudo hacerse hombre en nuestro mundo y así permanece ahora y para siempre. El maligno tiene poder en este mundo, lo vemos y lo experimentamos continuamente; él tiene poder porque nuestra libertad se deja alejar continuamente de Dios". "Pero desde que Dios mismo tiene corazón humano y de ese modo ha dirigido la libertad del hombre hacia el bien, hacia Dios, la libertad hacia el mal ya no tiene la última palabra. Desde aquel momento cobran todo su valor las palabras de Jesús: 'padeceréis tribulaciones en el mundo, pero tened confianza; yo he vencido al mundo' (Jn 16,33). El mensaje de Fátima nos invita a confiar en esta promesa". Sugerencias: 1. Elabore un cuadro sinóptico con las ideas fundamentales 2. Escriba cinco aprendizajes significativos que ha obtenido de esta lectura y arguméntelos 43