SISTEMA DE FUENTES Y RELACIÓN CON LOS DERECHOS INTERNOS. TRATADOS Y REGLAMENTOS 1. Introducción. Existe un auténtico ordenamiento jurídico propio. STJCE Costa/Enel. De 15 de junio de 1964 «A diferencia de los Tratados internacionales ordinarios, el Tratado de la CEE creó un ordenamiento jurídico propio integrado en el sistema jurídico de los Estados miembros [...] y que vincula a sus órganos jurisdiccionales. Al instituir una comunidad de duración indefinida, dotada de instituciones propias, de personalidad, de capacidad jurídica, de capacidad de representación internacional, y más en particular, de poderes reales derivados de una limitación de competencia o de una transferencia de atribuciones de los Estados a la Comunidad, éstos han limitado su soberanía y han creado así un cuerpo normativo aplicable a sus nacionales y a sí mismos». El Tribunal resume así las conclusiones de estas prolijas explicaciones: De todo ello se desprende que «al Derecho creado por el Tratado, nacido de una fuente autónoma, no se puede oponer, en razón de su específica naturaleza original una norma interna, cualquiera que sea ésta, ante los órganos jurisdiccionales, sin que al mismo tiempo aquél pierda su carácter comunitario y se ponga en tela de juicio la base jurídica misma de la Comunidad [...] la transferencia realizada por los Estados, de su ordenamiento jurídico interno en favor del comunitario, de los derechos y obligaciones correspondientes a las disposiciones del Tratado, entraña por tanto una limitación definitiva de su soberanía, contra la que no puede prevalecer un acto unilateral ulterior incompatible con el concepto de Comunidad». LOS PRINCIPIOS CARACTIZADORES DEL ORDENAMIENTO JURIDICO COMUNITARIO La primacía del Derecho comunitario. La globalidad de la primacía proclamada por el Tribunal de Justicia. La inexactitud de la primacía global: el doble control de los términos de la cesión de soberanía por los Estados miembros y de su recepción por la Comunidad. El control de constitucionalidad del Derecho comunitario. Previo enjuiciamiento del Derecho comunitario desde la perspectiva de su naturaleza autónoma y, en su caso, ulterior juicio de constitucionalidad a la luz de la cláusula de integración. El ordenamiento jurídico se caracteriza por una nota esencial: la primacía. Al respecto, este principio se ha concretado, recuérdese, en La aplicabilidad directa del Derecho comunitario implica que este último confiere derechos e impone obligaciones directos tanto a las instituciones comunitarias y a los Estados miembros como a los ciudadanos de la Comunidad1. El carácter de primacía del derecho comuniatario se ha abordado en los siguientes Asuntos: Asunto 26/62: Van Gend & Loos, Recopilación 1963, I (naturaleza jurídica del Derecho comunitario, y derechos y obligaciones del individuo); Asunto 6/64: Costa/ENEL, Recopilación 1964, 1251 (naturaleza jurídica del Derecho comunitario, aplicabilidad directa y primacía del Derecho comunitario); Asunto 14/68: Walt Wilhelm u.a., Recopilación 1969, II (naturaleza jurídica del Derecho comunitario y primacía del Derecho comunitario); Asunto 106/77: Simmenthal, Recopilación 1978, 629 (Derecho comunitario, aplicabilidad directa y primacía), Asunto 826/79: Mireco, Recopilación 1980, 2559 (primacía del Derecho comunitario); Asunto C-213/89: Factortame, Recopilación 1990, I-2466 (aplicabilidad directa y primacía del Derecho comunitario); Asunto C-6: Francovich, y 9/90: Bonifaci, Recopilación 1991, I5403 (eficacia del Derecho comunitario y responsabilidad de los Estados miembros por violaciones del Derecho comunitario, en este caso, no transposición de una directiva); Asuntos C-13 y 113/91: Debus, Recopilación 1992, I-3636 (conflicto entre Derecho comunitario y Derecho nacional, aplicabilidad directa y primacía del Derecho comunitario); Asunto C-393/92: Gemeente Almelo, Recopilación 1994, I-1477 (primacía y validez uniforme del Derecho comunitario); Asuntos C-46/93: Brasserie du pêcheur, y C-48/93: Factortame, Recopilación 1996, I-1029 (eficacia del Derecho comunitario y responsabilidad general de los Estados miembros por violaciones del Derecho comunitario); Asunto C-10/97-C-22/97: IN.CO.GE ‘90 Srl., Recopilación 1998, I6307 (primacía del Derecho comunitario); Asunto C-212/97: Centros Ltd, Recopilación 1999, I-1459 (medidas nacionales para evitar el aprovechamiento 1 Uno de los grandes logros del TJCE es haber impuesto la aplicabilidad directa de las disposiciones del Derecho comunitario contra la resistencia inicial de algunos Estados miembros, garantizando así la existencia del ordenamiento jurídico comunitario. El punto de partida de su jurisprudencia fue el caso, paradigmático, de la empresa de transportes neerlandesa Van Gend & Loos, que se opuso ante un tribunal de los Países Bajos al aumento de los derechos de aduana por la importación de un producto químico procedente de la República Federal de Alemania. El resultado de este litigio dependía en última instancia de si los individuos pueden invocar el antiguo artículo 12 del Tratado CEE, que prohíbe expresamente a los Estados miembros la introducción de nuevos derechos de aduana y el aumento de los ya existentes en el mercado común, para impugnar un arancel contrario a los Tratados. El TJCE se pronunció, en contra del parecer de numerosos Gobiernos y sus Abogados Generales, a favor de la aplicabilidad directa de las disposiciones del Derecho comunitario, alegando la naturaleza y la finalidad de la Comunidad. En su exposición de motivos, el TJCE señalaba: «[...] que la Comunidad constituye un nuevo ordenamiento jurídico [...] cuyos sujetos son, no sólo los Estados miembros, sino también sus nacionales; que, en consecuencia, el Derecho comunitario, autónomo respecto a la legislación de los Estados miembros, al igual que crea obligaciones a cargo de los particulares, está también destinado a generar derechos [...] que esos derechos nacen, no sólo cuando el Tratado los atribuye de modo explícito, sino también en razón de obligaciones que el Tratado impone de manera perfectamente definida tanto a los particulares como a los Estados miembros y a las instituciones comunitarias». Ahora bien, con esta declaración no se ha avanzado mucho, ya abusivo del Derecho comunitario) que sigue sin dilucidarse qué disposiciones del Derecho comunitario son directamente aplicables. El TJCE abordó esta cuestión en relación con las disposiciones del Derecho comunitario primario y estableció que todas las normas de los Tratados constitutivos pueden ser directamente aplicables a los individuos siempre que: 1) estén formuladas sin condiciones, 2) sean completas en sí mismas y desde una óptica jurídica, y, por ende, 3) no precisen para su cumplimiento o eficacia otros actos de los Estados miembros o de las instituciones comunitarias. Esto es lo que preveía el antiguo artículo 12 del Tratado CEE, de forma que también la empresa Van Gend & Loos podía, a partir de esta disposición, hacer valer derechos que el tribunal de los Países Bajos debía garantizar, declarando en consecuencia contrarios al Tratado los derechos de aduana impuestos. A raíz de esta sentencia, el TJCE reconoció posteriormente la aplicabilidad directa de otras disposiciones del Tratado que revisten una importancia mucho mayor para los ciudadanos comunitarios que la del antiguo artículo 12 del Tratado CEE. Cabe destacar las sentencias relativas a la aplicación directa de la libre circulación (artículo 39 del Tratado CE), de la libertad de establecimiento (artículo 43 del Tratado CE) y de la libre prestación de servicios (artículo 49 del Tratado CE). El TJCE se pronunció a favor de la aplicabilidad directa de la libertad de circulación en el asunto «Van Duyn». Los hechos eran los siguientes: a la Sra. Van Duyn, ciudadana neerlandesa, se le había denegado en mayo de 1973 el permiso de entrada en el Reino Unido porque pretendía trabajar como secretaria en la «Church of Scientology», una escuela que el Ministerio del Interior británico consideraba un «peligro social». Invocando las disposiciones del Derecho comunitario relativas a la libre circulación de los trabajadores, la Sra. Van Duyn recurrió ante el Tribunal Superior de Justicia (High Court), solicitando que éste determinara si tenía derecho a residir en el Reino Unido para ejercer una actividad por cuenta ajena y si tenía derecho a un permiso de entrada en el Reino Unido. A la cuestión prejudicial presentada por este tribunal, el TJCE respondió que el artículo 39 del Tratado CE era directamente aplicable y, en consecuencia, concedía un derecho a las personas, que éstas podían invocar ante los órganos jurisdiccionales de un Estado miembro. El Consejo de Estado belga hizo que el TJCE abordara la aplicabilidad directa de la libertad de establecimiento. El Consejo debía resolver el recurso interpuesto por el abogado neerlandés J. Reyners, en el que invocaba sus derechos derivados del artículo 43 del Tratado CE. El señor Reyners se vio obligado a interponer dicho recurso después de que se le denegara —a pesar de haber superado con éxito los exámenes pertinentes en el país— la autorización para ejercer la abogacía en Bélgica debido a su condición de extranjero. En su sentencia de 21 de julio de 1974, el TJCE se pronunció sobre este asunto, señalando que no se podía mantener una desigualdad de trato entre nacionales y extranjeros en materia de establecimiento, ya que el artículo 43 del Tratado CE era directamente aplicable desde que expiró del período transitorio, con lo cual se concedía a los ciudadanos comunitarios el derecho a iniciar y ejercer una actividad profesional en otro Estado miembro en pie de igualdad con los nacionales de dicho Estado. En virtud de esta sentencia, el señor Reyners tuvo que ser aceptado en la abogacía belga. En el asunto «Van Binsbergen», el TJCE tuvo ocasión de establecer expresamente la aplicabilidad directa de la libertad de prestación de servicios. En este procedimiento se trataba, entre otras cosas, de si una disposición de Derecho neerlandés, según la cual ante un tribunal de apelación sólo podían actuar como representantes las personas residentes en los Países Bajos, era compatible con las disposiciones comunitarias relativas a la libertad de prestación de servicios. El Tribunal respondió negativamente, alegando que todas las limitaciones impuestas a los ciudadanos comunitarios por motivo de nacionalidad o lugar de residencia, eran contrarias a lo dispuesto en el artículo 49 del Tratado CE y, por consiguiente, nulas. 2. LOS REGLAMENTOS. El reglamento como norma completa.(art. 288 TFUE) Se integra en el órgano jurídico nacional. No necesita ulterior desarrollo normativo. La prohibición de medidas nacionales de recepción o reproducción del reglamento STJCE 7 de febrero 1973 (Comisión/Italia). El supuesto era un Decreto cuyo artículo 1 decía sobre ciertos Reglamentos comunitarios: “son considerados como recibidos por el presente Decreto”. Se anula porque este procedimiento crea equívoco tanto sobre la naturaleza del Reglamento como sobre su eficacia. El TSCE ordena que el Reglamento es directamente aplicable cuando se publica en DOCE siendo contrarias a Tratado prácticas que dificulten efecto directo de los Reglamentos (los efectos “perversos” son: Desconocimiento de la auténtica fuente; confusión momento entrada en vigor; alteración relación entre normas). o Por supuesto está prohibido que un Estado modifique un Reglamento comunitario (STJCE 18 de junio 1970, Krohn) puede “eliminar” competencia TJCE para enjuiciar validez Reglamento comunitario (STJCE 10 octubre 1973, Variola) La ejecución normativa del reglamento. o La mediación de normas comunitarias: Reglamentos Bases / Ejecución. o La mediación de normas nacionales. Es posible habilitar desarrollo por norma nacional (STJE 30 noviembre 1978.Bussone) 3. LAS DIRECTIVAS. 4.1. La directiva y la necesidad de ejecución de normativa interna. Es una norma de resultado 4.2. Elementos vinculantes de la directiva: resultado a alcanzar y plazo de ejecución. Esta doctrina supusó un gran avance, si bien debe igualmente resaltarse la doctrina del efecto directo de las directivas comunitarias cuando se vence el plazo de transposición. Nunca se destacará lo suficiente la importancia práctica del efecto directo del Derecho comunitario en la forma en que el TJCE lo ha consagrado y desarrollado. Mejora la posición del individuo, al convertir en derechos las libertades del mercado común, que los individuos pueden invocar ante los tribunales nacionales. De esta forma, la aplicabilidad directa del Derecho comunitario constituye uno de los pilares del ordenamiento jurídico comunitario. En dicho casos, funciona la conocida doctrina del efecto directo y se posibilita la responsabilidad por incumplimiento del Estado en cuestión. Sobre esos dos aspectos, a efectos didácticos conviene recordar lo siguiente: La esta doctrina del efecto directo ha girado en torno a los fines, objetivos y estructura de la Comunidad, así como de la especificidad y autonomía de su ordenamiento, y a la llamada participación de los pueblos europeos contemplada en el Preámbulo de los Tratados2. Se trata, en fin, de hacer efectivo el carácter normativo de las directivas. De estas premisas parte el TJCE para construir esta doctrina, en la Por todos víd. J.M. TRAYTER, “El efecto directo de las Directivas comunitarias: el papel de la Administración y los jueces en su aplicación”, RAP núm. 125, 1991, pp. 188 y ss. y JIMÉNEZ-BLANCO, A., “De nuevo sobre el efecto directo de las Directivas”, Noticias de la Unión Europea 205, 2002, págs. 115120. El incumplimiento de este plazo de trasposición –ya habitual en esta materia- encuentra razonamientos diversos. Pero uno, sin duda de relevancia, es al mecanica con al que en España se realiza la trasposición del Derecho comunitario, siguiendo los trámites ordinarios de todo procedimiento para elaborar una Ley. Práctica que en muchos casos ya resulta de si incompatible con los plazos de trasposición y que, además, permite retocar preceptos de la propia Directiva, lo que genera importantes problemas de seguridad jurídica. 2 conocida sentencia Van Gend en Loos, de 1963)3. El efecto directo de la Directiva es claro en la jurisprudencia deL TJCE. La Sentencia RATTI, de 5 de abril de 1979, y la Sentencia de 19 de enero de 1982, URSULA BECKER contra FINANZANT MUNSTER-INNENSTADT, ya clarificaron en su día la aplicabilidad del efecto directo de las Directivas comunitarias. La Sentencia URSULA BECKER plantea una cuestión de gran transcendencia, cual es, que las Directivas comunitarias constituyen normas básicas del Derecho comunitario. A este respecto la citada resolución del TJCE viene a confirmar a su vez una jurisprudencia anterior, en el sentido de que "cuando las disposiciones de una Directiva son, desde el punto de vista de su contenido, incondicionales y precisas, tales disposiciones pueden ser invocadas por los particulares afectados a falta de medios de ejecución de la mencionada Directiva que debían haber sido adoptadas por el Estado destinatario de la Directiva en un plazo determinado". En consecuencia, los particulares ven reforzada su esfera jurídica y el Derecho comunitario logra que su efecto útil, es decir, su funcionalidad, no se vea desvirtuada por una eventual inejecución de las Directivas comunitarias por un Estado miembro. La Sentencia FACCINI DORI, de 14 negativa a reconocer efectos de julio de 1994, establece la directos de la Directiva entre particulares, remontándose a la doctrina ya declarada en la Sentencia Efecto directo que se reconoce así, entre otras, en la STJCE, de 4 de diciembre de 1974, Van Duyn, asunto 41/71. El TJCE reconoce de nuevo el efecto directo en su sentencia de 7de octubre de 1968, Corveleyn c. Estado belga, Rec. 1968, p.536. A partir de la sentencia Van Duyn, el TJCE insistirá en ocasiones posteriores sobre la posibilidad de invocar ante los tribunales nacionales las Así, sentencias de 26 de febrero de 1975, Bonsignore, asunto 67/74; de 28 de ocubre de 1975, Rutili, asunto 36/75; de 8 de abril de 1976, Royer, asunto 48/75; y de 27de octubre de 1977, Bouchereau, asunto 30/77 (todas ellas con relación a la misma directiva 64/221/CE); sentencias de 7de julio de 1976, Watson y Belmann, asunto 118/75; de 14 de julio de 1977, Sagulo, asunto 8/77; y de 3 de julio de 1980, Pieck, asunto 157/79 (éstas con relación a la directiva relativa a la supresión de restricciones al desplazamiento y estancia de trabajadores en los Estados Miembros y de sus familias en el interior de la Comunidad). En este mismo sentido se manifiesta el TJCE en sentencias de 22 de junio de 1989, Fratelli Costanzo, asunto 103/88; y de 1 de junio de 1999, Kortas, asunto C-319/97.(doctrina aceptada por nuestro Tribunal Supremo: STS 15 de marzo de 1999 o STS de 17 de julio de 2003). 3 MARSHALL, de 26 de febrero de 1986, reiterando su razonamiento de que la invocabilidad de las Directivas frente al Estado, o cualquier ente estatal, tiene fundamento en el carácter obligatorio que el artículo 189 TCE reconoce a las Directivas, pero sólo frente a todo "Estado miembro destinatario", y cuya finalidad es impedir que un Estado miembro pueda beneficiarse de su incumplimiento del Derecho comunitario. Insistirá el Tribunal en este último aspecto, señalando que resultaría inaceptable que un Estado al que el legislador comunitario le ha obligado a adoptar ciertas reglas destinadas a regular sus relaciones con los particulares y a otorgarles el beneficio de ciertos derechos pudiera invocar la inejecución de sus obligaciones con la finalidad de privar a los particulares del beneficio de tales derechos. Lo que no puede hacer el Tribunal es extender su jurisprudencia respecto a la aplicabilidad de las Directivas frente al Estado al ámbito de las relaciones entre particulares, pues considera que la Comunidad Europea sólo puede crear obligaciones en los particulares por medio del instrumento normativo que son los Reglamentos y no las Directivas. Pero el Tribunal no se contenta con declarar que la Directiva no puede ser invocada por un particular contra un determinado o concreto Derecho particular, sino que buscando la mayor aplicación del comunitario, le recuerda al juez proponente que necesariamente debe interpretar la legislación estatal existente con el referente de la (incumplida) Directiva comunitaria. Se logra así el efecto de considerar efectivamente a todo juez del Estado miembro como juez de la Comunidad. Una conclusión resulta evidente. Y es que, al menos desde la perspectiva comunitaria no resulta indiferente cuál sea la interpretación dada a las normas del derecho comunitario, aunque afecte exclusivamente a Derecho interno. Esto nos obliga a interpretar la legislación nacional de forma compatible a los principios e intereses públicos comunitarios. El efecto útil de las Directivas, en palabras de GARCIA DE ENTERRIA, debe siempre preservarse. Es más, las propias Directivas interpretación de las están imponiendo una determinada normas nacionales, una interpretación secundum directivam. De esta forma, en las mismas Directivas se encuentra el mecanismo para dar solución a los (no tan) hipotéticos conflictos entre el resultado a alcanzar, fijado por la Directiva, y los medios y la forma para ello, seleccionados por los Estados miembros. En todo caso, un problema es determinar que preceptos tienen alcance directo. Labor que corresponde al juez nacional como juez comunitario, tal y como se pone de manifiesto en la STJCE de 2 de junio de 2005 (Koppensteiner GMBH), al afirmar que cuando una norma comunitaria “son establece previsiones que incondicionales y suficientemente precisas para conferir un derecho a favor de un particular que éste puede invocar, en su caso, frente a una entidad adjudicadora como BIG. En estas circunstancias, el órgano jurisdiccional competente debe dejar sin aplicar las normas nacionales que le impiden cumplir la obligación que se desprende de los artículos 1, apartado 1, y 2, apartado 1, letra b), de la Directiva 89/665.” (negrita nuestra). Esto nos obliga a interpretar la legislación nacional de forma compatible a los principios e intereses públicos comunitarios. Obviamente, esta situación debe ser transitoria y no debería prolongrase en el tiempo. Debe pues, abordarse cor urgencia y seriedad la trasposición evaluando previamente, como bien sugiere S. ARROWSMITH, cual debe ser la técnica jurídica más conveniente para alcanzar efectivamente este objetivo. En todo caso, conviene recordar que cuando se produzca la transposición al ordenamiento español de la citada normativa comunitaria no podremos por ese hecho “olvidarnos de ella en el día a día”, ya que desde una perspectiva estrictamente formal, la norma nacional y sus modificaciones exigen un detallado examen de sus condiciones o requisitos técnico-formales a fin de determinar su validez, pues en la medida en que se vaciara de contenido preceptos de las Directivas comunitarias sería de aplicación la jurisprudencia contenida en el Auto del TJUE de 22 de abril de 1994, en la que se afirma que el incumplimiento del contenido de una Directiva aplicable a un contrato público constituye un perjuicio grave para la legalidad comunitaria, de tal manera que en el mismo se reconoce a la Comisión, en su condición de guardiana de los Tratados, la posibilidad de incoar un procedimiento sobre medidas provisionales paralelamente a un recurso por incumplimiento vinculado a un procedimiento impugnado de adjudicación de un contrato público. Asimismo, quedará abierta la vía de la responsabilidad patrimonial del Reino de España por incumplimiento de Derecho comunitario, tal y como han puesto de relieve las recientes sentencias del TJUE de 19 de enero de 1991 (Francovich), 16 de diciembre de 1993 (Wagner Miret), 14 de julio de 1994 (Faccini Dori) y 7 de marzo de 1996 (El Corte inglés c. Cristina Blázquez). Según esta jurisprudencia, el Estado incumplidor deberá resarcir a todos aquellos perjudicados por el incumplimiento en la adaptación del Derecho comunitario, siempre y cuando exista, claro está, nexo causal, entre dicho perjuicio y la no transposición de las normas comunitarias4. Jurisprudencia consolidada por las SSTJUE de 5 de marzo (Brasserie du Pecheur-Factortame) y de 26 de marzo (British Telecom) de 1996, que ha ido más lejos reconociendo que el Estado puede ser responsable de los perjuicios (entre los que se encuentra el lucro cesante) que se ocasionen por una infracción del Derecho comunitario. Finalmente, deberá tenerse en cuenta el posible efecto directo por transposición incorrecta, tal y como viene reiterando la jurisprudencia del TJCE (recientemente, entre otras, sentencias de 23 de febrero y 3 de marzo de 1994, y de 11 de agosto de 1995) el efecto De la misma y su concreto contenido y significado da perfecta cuenta COBREROS MENDAZONA, en su reciente monografía Incumplimiento del Derecho comunitario y responsabilidad del Estado, Civitas, Madrid, 1994. Sobre estas mismas sentencias y las posteriores, entre los trabajos más recientes puede consultarse a J.M. ARIAS RODRIGUEZ y S.CORROCHANO JEREZ, “Reflexiones sobre la sentencia del Tribunal Constitucional 45/1996, de 25 de marzo, y la incidencia del Derecho comunitario”, Poder Judicial ním. 41-42, 1996, págs. 510-522. 4 directo (vertical) de las Directivas comunitarias incumplidas si sus preceptos, por su naturaleza, son susceptibles de generar dicho efecto 5. Criterio por lo demás ya consolidado por la jurisprudencia del TJCE cuyas sentencias Beentjes, de 20 de septiembre de 1988, y Fratelli, de 22 de junio de 1989 (relativas en este caso a contratos públicos) reconocen el efecto directo por no transposición en plazo de Directivas comunitarias “en cuanto a las disposiciones incondicionales y suficientemente precisas de las Directivas, siendo responsabilidad de los Estados miembros el incumplimiento de este deber de adaptación” (STJCE 19 noviembre de 1991) Así se deriva, por cierto, del principio comunitario de deber de cooperación leal, en virtud del cual no valen las simples prácticas administrativas, por naturaleza modificables discrecionalmente, para entender que una Directiva haya sido directamente ejecutada6. Por todos, en relación a esta jurisprudencia del TJCE, pueden consultarse, R. ALONSO GARCIA, Derecho comunitario. Sistema Constitucional y Administrativo de la Comunidad Europea, Ceura, Madrid, 1994, págs. 267-275; S. MUÑOZ MACHADO, El Estado, el Derecho interno y la Comunidad Europea, Civitas, Madrid, 1986, págs. 133-137; LEZERTUA RODRIGUEZ, La doctrina jurisprudencial sobre el efecto directo de las directivas comunitarias, “RVAP”, núm. 11, 1985, págs. 275 y ss; JIMENEZ-BLANCO CARRILLO DE ALBORNOZ, El efecto directo de las directivas de la Comunidad Europea, “RAP”, núm. 109, 1986, págs. 119 y ss.; y TRAYTER JIMENEZ, El efecto directo de las directivas comunitarias: el papel de la Administración y los jueces en su aplicación, “RAP”, núm. 125, 1991, págs. 227 y ss. En concreto para la contratación pública se puede consultar A. COLABIANCHI, Direttive comunitarie sugli applati: efficacia diretta per la pubblica amministrazione, “Giurisprudenza Civile”, 1990, vol. I, pág. 8. 6 Este principio aparece aplicado en la sentencia Factortame de 19 de julio de 1990, deduciéndolo del artículo 5 TCE, estableciendo la obligación de los jueces de intervenir, incluso inaplicando leyes, para depurar el ordenamiento interno y conseguir una aplicación exacta e inmediata del Derecho comunitario. Vid. GARCIA DE ENTERRIA, La sentencia Factortame del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, “REDA”, núm. 67, 1990, págs. 401 y ss. Verticalidad del efecto directo que, creo, en nada se ve cuestionada en los casos de que el ente contratante fuera una empresa privada "tutelada" o "influenciada" por un poder público, pues dicha presencia pública (aun indirecta), desde una comprensión leal del ordenamiento jurídico comunitario, implicaría que más que en presencia de una relación inter privatos, nos encontramos en presencia de una relación jurídico-pública en su esencia (desde una perspectiva funcional, claro está). Se trataría, en definitiva, 5 Con todo lo expuesto podría pensarse en la inexistencia de problemática jurídica en lo relativo a la incorporación del derecho comunitario a los ordenamientos nacionales. Nada menos cierto dado que la transposición del derecho comunitario sigue siendo una cuestión de indudable relevancia práctica que requiere todavía un análisis sobre el control del cumplimiento del derecho comunitario7. Un tema que ha preocupado a las instituciones comunitarias. Así, a modo de ejemplo, puede recordarse como el Parlamento Europeo observó ya en 1994 una cierta mejora en la transposición del Derecho comunitario, pero lamentaba que subsistieran retrasos en determinados sectores tales como el medio ambiente, los contratos públicos, los seguros, la propiedad intelectual y los productos farmacéuticos. Por otra parte, destacó la necesidad de una evaluación global del estado de transposición del Derecho comunitario susceptible de ser objeto de una difusión amplia entre la opinión pública. Por otra parte, pide que se mejore la transparencia del proceso de decisión, especialmente por el abandono de la práctica de las declaraciones en las actas, así como la calidad de la legislación comunitaria desarrollando, en particular, la de interpretar el derecho nacional de conformidad con la finalidad de la Directiva no incorporada, tal y como ya propusiera la STJCE de 10 de abril de 1984, en la que se negó la imposibilidad del efecto directo horizontal. Como recuerda BAÑO LEON, la Jurisprudencia del TJCE ha establecido el interés comunitario en cualquier concepto que proviene del derecho comunitario, como sucede con las reglas procedimentales de los contratos públicos. “La influencia del derecho comunitario en la interpretación de la Ley de contratos de las Administraciones Públicas”, RAP 151, 2000, p. 37. Sobre la responsabilidad por incumplimiento, por todos, me remito al libro de R. ALONSO GARCIA, Derecho Comunitario, Ceura, Madrid, 1994, pp. 294-306. 7 Así lo consta el profesor BERMEJO VERA. Como advierte este autor, las exigencias de la adecuada articulación entre el ordenamiento comunitario y los internos en búsqueda del principio de seguridad jurídica no se agotan ni en el principio de primacía ni en los métodos de transposición escalonada. El declive de la seguridad jurídica en el ordenamiento plural. Discurso de ingreso Academia Aragonesa de Jurisprudencia y Legislación, leido el día 6 de abril de 2005, pp. 115-116. codificación constitucional8. Recientemente, se ha publicado la Recomendación de la Comisión, de 12 de julio de 2004, relativa a la transposición al Derecho nacional de las Directivas que afectan al mercado interior (texto pertinente a efectos del Espacio Económico Europeo)9. En esta Recomendación se recuerda que, debido a la falta de rigor en la transposición de las Directivas relativas al mercado interior por parte de los Estados miembros, la Comisión les recomienda que adopten mejores prácticas para una transposición correcta y dentro de los plazos establecidos. Y es que, como bien recuerda E. PUERTA DOMINGUEZ, resulta tremendamente importante que se produzca, de hecho, en la práctica diaria. Una estrecha colaboración entre el ordenamiento nacional y el comunitario, aun cuando dicha colaboración pueda entenderse como indirecta10. Este documento nos recuerda brevemente, lo siguiente: La transposición, correcta y dentro de los plazos establecidos, de las Directivas relativas al mercado interior es fundamental sobre todo para el buen funcionamiento del mercado interior. En consecuencia, en una Unión de veinticinco Estados miembros, la transposición tardía o incorrecta puede provocar la fragmentación del mercado interior y una menor competitividad de la economía europea en relación con las perspectivas de crecimiento y cohesión social. Además, conviene informar a los ciudadanos y las empresas sobre la situación de la transposición de las directivas y sobre los derechos que les asisten en ese caso. Resolución del Parlamento Europeo referente al Duodécimo informe anual de la Comisión sobre el control de la aplicación del Derecho comunitario (1994). DO C 65 de 4.3.1996 . 8 9 [Diario Oficial L 98 de 16.4.2005]. E. PUERTA DOMINGUEZ, La Directiva comunitaria como norma aplicable en Derecho, Comares, Granada, 1999, pp. 142-143. 10 La transposición de las directivas es competencia exclusiva de los Estados miembros de conformidad con el artículo 10 del Tratado CE. No obstante, existen procedimientos que permiten estimular a los Estados miembros a transponer las directivas correctamente y dentro de los plazos, y también vigilarlos y sancionarlos en caso de transposición incorrecta y tardía, mediante: a) el procedimiento por incumplimiento previsto en el artículo 226 del Tratado CE, que puede llevar a la Comisión a denunciar ante el Tribunal de Justicia a los Estados miembros que no hayan transpuesto las directivas correctamente o a tiempo; b) la publicación periódica de los resultados de los Estados miembros en materia de transposición en el Cuadro de indicadores del mercado interior. A pesar de la eficacia de estos procedimientos, los Estados miembros no siempre aplican de forma rigurosa las obligaciones de transposición de las directivas. La Comisión propone por tanto un enfoque más preventivo para poner remedio11. De lo contrario, como bien advierte R. ALONSO GARCIA,se produce un claro supuesto de incertidumbre contraria al principio de seguridad jurídica que debe presidir las relaciones entre derecho comunitario y derecho nacional12 La Comisión recomienda especialmente a los Estados miembros la adopción de buenas prácticas basadas en los ejemplos de determinados Estados miembros. Ya había anunciado su intención de publicar una recomendación para describir una serie de buenas prácticas con objeto de mejorar la rapidez y la calidad de la transposición en su Comunicación sobre la Estrategia para el mercado interior - Prioridades 2003-2006 . De esta manera, los Estados miembros Desde su Comunicación de 2002 sobre la mejora del control de la aplicación del Derecho comunitario [COM (2002) 725 final], la Comisión presta su ayuda a los Estados miembros. 12 R. ALONSO GARCIA, Derecho Comunitario, Ceura, Madrid, 1994, p. 287. 11 deberían concentrarse en sus procedimientos y en sus prácticas nacionales para garantizar que respetan sistemáticamente esa obligación legal, principalmente a través de las siguientes medidas: 1.-remediando las causas últimas de transposición incorrecta o tardía; 2.-escogiendo los procedimientos y las prácticas más apropiados y más eficaces que respeten sus especificidades nacionales propias; 3.-elaborando cuadros sobre la correspondencia entre las directivas y la legislación de transposición; 4.-no añadiendo a esas medidas nacionales de ejecución condiciones y requisitos que no sean necesarios y que puedan poner en peligro los objetivos de la directiva. El anexo de la Recomendación aporta indicaciones sobre las buenas prácticas cuya observancia podría ser interesante, a saber: 1.-considerar la transposición correcta y dentro de los plazos una prioridad política y operativa permanente; 2.-garantizar, permanentemente, un seguimiento y una coordinación de la transposición de las Directivas relativas al mercado interior en el ámbito administrativo y político; 3.-procurar que la preparación de la transposición tenga lugar cuanto antes y su objeto sea que la transposición se efectúe correctamente y dentro de los plazos; 4.-trabajar en estrecha colaboración con los parlamentos nacionales y regionales que tengan competencias propias y que intervengan en la transposición de las Directivas relativas al mercado interior a fin de garantizar una transposición correcta y dentro de los plazos; 5.-actuar rápidamente, de forma visible y eficaz para transponer las directivas pendientes.Además, en el marco del procedimiento de transposición, los Estados miembros deberían adjuntar a las medidas nacionales de ejecución, tanto en el momento de su transmisión en la fase de proyecto a los parlamentos nacionales como en el de su notificación a la Comisión: -una declaración de conformidad con el Derecho comunitario; -información sobre los elementos de la directiva que se han transpuesto efectivamente. - En la hipótesis de la integración de la transposición de una directiva en un procedimiento legislativo de alcance más amplio, los Estados miembros deberían cerciorarse de que dicho procedimiento no retrasará la aplicación de la directiva. Por último, las informaciones relativas a la transposición deberían ser objeto de una publicación destinada a los ciudadanos y las empresas. Un sitio Internet puesto en marcha por cada gobierno a escala nacional podría servir como soporte ideal. Esas informaciones deberían precisar: a) el plazo de transposición que permita saber si la transposición tiene lugar dentro de los plazos o si se retrasa; b) el contenido de la transposición de la directiva especificando si la ésta se transpone íntegra o parcialmente; los derechos de los ciudadanos y las empresas en función de la naturaleza de la transposición realizada. En la línea de la Recomendación de la Comisión, conviene apuntar soluciones de técnica legislativa. Si la transposición requiere un acto de los Estados miembros, este acto debería ser un trámite con regulación específica que permitiera una rápida reacción y que lo distinguiera de los tramites legislativos ordinarios. Una opción, siguiendo el modelo de derecho comparado, podría consistir en que al incorporación al derecho nacional nacional se hiciera mediante acto o resolución de un órgano especializado. En esta línea, el profesor L. MARTIN-RETORTILLO13 ha propuesto crear una especie de Gabinete de Vigilancia que avise al gobierno y Parlamento de al La interconexión de los ordenamientos jurídicos y el sistema de fuentes del derecho, Civitas, 2004, pp. 186-187. 13 existencia de sentencias condenatorias -y entiendo que del efecto directo de las normas y de contravenciones de normas estatales de derecho comunitario en sus distintas variantes- que bien podría descansar en el Ministerio de Justicia o en el Consejo de Estado. Esta última propuesta es ciertamente sugerente y bastaría con una reforma de la Ley Orgánica del Consejo de Estado, encajando con las funciones inherentes a este órgano constitucional14. También podrí a pensarse en atribuirse esta función a la Comisión Mixta para la Unión Europea, creada por Ley 8/1994, de 19 de mayo, dado que el objetivo específico de esta Comisión es participar en las propuestas legislativas de la Comisión Europea y en el seguimiento del derecho comunitario por autoridades nacionales. También podría optarse por adoptar medidas en el plano de política legislativa (como tienen en otros Estados 15), que obligarían, eso sí, a una reforma constitucional16. Entiendo, siguiendo la propuesta de G. ISAAC, que podría preverse un procedimiento especifico de trasposición de las Directivas que fueran similar a la técnica de la delegación legislativa recepticia contenida en los artículos 82 a 86 de nuestra Carta Magna17. Así, bien podría preverse que una Directiva se considerase como una ley de bases con un plazo para aprobar el correspondiente Real Decreto legislativo idéntico al plazo de transposición de la Directiva, estableciendo la plena eficacia de esa “Ley de Bases Comunitaria” -coincidente con la Directiva- caso de vencerse el plazo de mandato. Desde esta perspectiva se cumpliría Por todos me remito a la monografía de Gerardo GARCÍA ÁLVAREZ La función constitucional del Consejo de Estado, Barcelona, Cedecs, 1997 15 Por ejemplo, en Italia mediante Ley anual de transposición de normas comunitarias o en Reino Unido mediante decisión del Gobierno dando cuenta al Parlamento. 16 Y es que la actual vía de procedimiento legislativo ordinario, en palabras de G. ISAAC, es pesada, compleja y lenta. Además abre un debate parlamentario innecesario que puede concluir en normas contrarias a la Directiva, Manual de Derecho Comunitario General, Ariel, Barcelona, pp. 235236. 17 G. ISAAC, Manual de Derecho Comunitario General, ob.cit., pp. 236-237 14 siempre en plazo con el derecho comunitario, sin necesidad de aplicar la doctrina del efecto directo. La primacía del derecho comunitario queda salvaguardada conciliándoase adecuadamente con el principio de seguridad jurídica18. Es más, incluso podría defenderse ya la operatividad de esta práctica con base a lo dispuesto en los actuales artículos 82 a 85 de nuestra Carta Magna, si nos atenemos al precedente de la Ley 47/1985, de 27 de diciembre, de bases de delegación al Gobierno para la aplicación del Derecho de las Comunidades Europeas, aunque respondiera a una necesidad concreta en el momento de adhesión del Reino de España a las instituciones comunitarias. Esta práctica comportaría indudable dosis de seguridad jurídica y evitaría los problemas sempiternos en España del incumplimiento de plazos o de trasposición incorrecta, dotando de claridad al sistema y facilitando la labor del interprete jurídico. Por supuesto, un portal informático de información comunitaria sobre las materias concretas es una demanda que debe abordarse por las autoridades españolas de forma inmediata para garantizar el principio de seguridad jurídica. El mismo debería residenciarse en un órgano especifico encargado de dicha función, que debería servir de observatorio sobre el grado de cumplimiento del derecho comunitario y de adecuación al mismo de nuestra normativa interna. Y en estos momentos bien podría residenciarse esa función en el Consejo de Estado. También el Consejo General del Poder Judicial debería regular o prever mecanismos que dieran a conocer el efecto de la doctrina del TJCE recordando que la misma es fuente del derecho y debe ser Vid., por todos, el sugerente trabajo de J. BERMEJO VERA, El declive de la seguridad jurídica en el ordenamiento plural. Discurso de ingreso Academia Aragonesa de Jurisprudencia y Legislación, leido el día 6 de abril de 2005,pp. 105-117. 18 aplicada y respetada por los distintos órganos jurisdiccionales19. Es más, debería preverse un recurso por incorrecta aplicación del derecho comunitario que tuviera carácter preferente y sumario, similar al que garantiza la tutela de los derechos fundamentales. Es pues, momento de tomar decisiones que permitan un eficaz cumplimiento del derecho comunitario evitando inseguridad jurídica con prácticas no conformes con la esencia de las comunitarias. Y es que además, la actual práctica en España se está traduciendo en la imposición de medidas financieras de corrección por las Instituciones comunitarias al constatarse en un incumplimiento de las reglas de comunitarias –por ejemplo, contratación pública- en prestaciones financiadas con ayudas comunitarias20. 4.3. 4.4. Remedios frente al incumplimiento en la ejecución normativa de las directivas. 4.4.1. Las insuficiencias del recurso por incumplimiento. 4.4.2. Apunte sobre la eficacia aplicativa de la libertad de elección de medios a través de la práctica de las directivas detalladas. 4.4.3. Apunte sobre las sanciones comunitarias y la responsabilidad interna por incumplimiento de las directivas. 4.4.4. Apunte sobre la reducción de la libertad de elección de formas en la ejecución de las directivas. 4.4.5. La ejecución normativa del Derecho comunitarios en Derecho español. Asi lo sugiere con carácter general BERMEJO VERA, El declive de la seguridad jurídica en el ordenamiento plural. Ob. Cit., pp. 118-119. 20 De hecho, entre otros ejemplos, en nota de prensa de 14 de enero de 2005, la Comisión anuncia la remisión a España de un dictamen motivado (instrumento previo a la interposición del recurso por incumplimiento del artículo 226 TCE) por no transponer correctamente el concepto de entidades de derecho público de la directiva puesto que excluye de él a las fundaciones, “incluso tras una modificación introducida en 2003” en alusión a la Ley 62/2003. Lo mismo sucede con el Dictamen motivado de 13 de diciembre de 2005, en relación a los Programas de Actuación Integrada conforme a la Ley de Valencia 6/1994, de 15 de noviembre. 19 5. Los principios generales del Derecho. 5.1 La remisión del artículo 215 TCE a los Derechos naciones y su extensión a la construcción pretoriana de los principios generales del Derecho público comunitarios. 5.2 Criterios presentes en la configuración de los principios del Derecho comunitario: mayor progresividad y carácter funcional de la incorporación. 5.3 La aportación jurídica nacional a la labor del Tribunal de Justicia. 5.4 La doble naturaleza de los principios generales del Derecho comunitario: Derecho común comunitarios y ius publicum commune europeo. 6. Los tratados internacionales. 6.1 Los tratados celebrados por la Comunidad. 6.2 Los tratados entre los Estados miembros en el marco comunitario. 6.3 Las decisiones de los representantes de los Estados miembros reunidos en el seno del Consejo. 7. Principios rectores de las relaciones entre Derecho comunitario y Derecho interno. 7.1 La eficacia del Derecho comunitario. En especial, de las directivas. 7.1.1 La eficacia aplicativa. 7.1.2 La eficacia inerpretativa. 7.1.3 La eficacia de las directivas en cuanto técnica “sancionadora”: la negación de la eficacia horizontal y sus modulaciones. 7.2 La seguridad jurídica en la integración del Derecho comunitario. 7.2.1 Integración de hecho y de Derecho. 7.2.2 Seguridad jurídica e incompatibilidad entre Derecho comunitario y Derecho interno. 7.2.3 Seguridad jurídica y forma de ejecución del Derecho comunitario. 7.3 La responsabilidad interna por incumplimiento del Derecho comunitario. 7.3.1 Su fundamento en el ordenamiento jurídico comunitario y su carácter de estándar mínimo. 7.3.2 Las condiciones sustantivas para el nacimiento de la responsabilidad. 7.3.3 Las condiciones procesales de la acción de responsabilidad. 7.3.4 Responsabilidad y eficacia del Derecho comunitario, en especial de las directivas. 7.3.5 La declaración de responsabilidad por nacional. el juez 8. Bibliografía y jurisprudencia citadas. 8.1. Bibliografía. 8.2. Jurisprudencia del TJCE. 9. Bibliografía complementaria. CAPITULO V. SISTEMA JURISDICCIONAL (I) 1. Introducción: la cooperación entre el juez nacional y el comunitario, y la doble faceta de éste en cuanto juez constitucional y juez contencioso-administrativo. 2. El Tribunal de Justicia como intérprete supremo del ordenamiento jurídico comunitario. 2.1 La finalidad de la cuestión prejudicial. 2.2 La cuestión prejudicial de interpretación y de (in)validez. 2.3 Noción de órgano jurisdiccional. 2.4 Órganos jurisdiccionales y decisiones susceptibles o no de ulterior recurso interno. 2.5 La cuestión prejudicial de interpretación. 2.5.1 Requisitos de la remisión prejudicial. 2.5.2 Carácter preceptivo o facultativo de la remisión prejudicial. La doctrina del acto claro. 2.5.3 La interpretación del Tribunal de Justicia y sus efectos. La doctrina del acto aclarado. Su incidencia en el carácter preceptivo o facultativo de la remisión prejudicial. 3. El Tribunal de Justicia como garante del respeto de la legalidad comunitaria por la propia Comunidad. 3.1 Procesos directos e indirectos de impugnación. La excepción de ilegalidad y la ausencia de marco procesal autónomo. 3.2 El recurso de anulación. 3.2.1 La procedencia del acto. 3.2.2 La naturaleza del acto. 3.2.3 La legitimación activa: la bifurcación de competencias entre el Tribunal de Justicia y el Tribunal de Primera Instancia. 3.2.4 Motivos de inconstitucionalidad-ilegalidad. 3.2.5 La interposición del recurso. 3.2.6 La eficacia de la sentencia. 3.2.7 La relación entre el Tribunal de Justicia y el Tribunal de Primera Instancia. 3.2.8 La excepción de ilegalidad. 3.3 3.4 3.5 3.6 La cuestión prejudicial de (in)validez. 3.3.1 De nuevo sobre la interpretación y la legalidad del Derecho aplicable. 3.3.2 El juicio positivo del juez nacional acerca de la legalidad comunitaria. 3.3.3 El juicio negativo del juez nacional acerca de la legalidad comunitaria. 3.3.4 El pronunciamiento del Tribunal de Justicia en el marco de una cuestión prejudicial de (in)validez. 3.3.5 La corrección del incumplimiento. El recurso por omisión. 3.4.1 La procedencia de la omisión. 3.4.2 Legitimación activa y naturaleza de la omisión. 3.4.3 La fase administrativa. 3.4.4 La fase judicial y la eficacia de la sentencia. El recurso por responsabilidad extracontractual 3.5.1 Autonomía procesal. 3.5.2 Rechazo de su utilización como vía de alteración del sistema comunitario de recursos. 3.5.3 La declaración de ilegalidad de la actividad comunitaria en el marco del recurso por responsabilidad extracontractual. 3.5.4 Requisitos procesales. 3.5.5 Requisitos sustantivos. 3.5.6 ¿Responsabilidad por actividad comunitaria lícita? 3.5.7 Responsabilidad comunitaria y responsabilidad nacional. El control previo de los acuerdos internacionales. 3.6.1 Naturaleza del control. 3.6.2 Momento y motivos de la consulta. 3.6.3 Sujetos legitimados para solicitar el dictamen. Especial referencia a la omisión del Parlamento Europeo. 3.6.4 Eficacia del dictamen. CAPITULO VI. SISTEMA JURISDICCIONAL (II) 4. El Tribunal de Justicia como garante del respeto de la legalidad comunitaria por los Estados miembros. 3.1 El recurso por incumplimiento 3.1.1 Introducción. 3.1.2 La noción de incumplimiento. 3.1.3 La fase administrativa. 3.1.4 La fase judicial. Declaración y sanción por incumplimiento. 3.2 La cuestión prejudicial de interpretación y el control indirecto del Derecho interno. 4. El juez nacional como garante del respeto del ordenamiento jurídico comunitario en el ámbito interno. 4.1 La insuficiencia del recurso por incumplimiento. 4.2 Las ventajas del control judicial nacional. 4.3 El control por el juez nacional de la actividad interna, incluida la de naturaleza legislativa, contraria al Derecho comunitario. 4.4 El caso italiano: la inconstitucionalidad de las leyes contrarias al Derecho comunitario y la competencia al respecto del juez constitucional. 4.5 La posición del Tribunal de Justicia. 4.6 El caso español 4.6.1 La contradicción entre ley y Derecho comunitario como problema de legalidad ordinaria y la incompetencia del juez constitucional. 4.6.2 La particularidad de los Decretos Legislativos contrarios al Derecho comunitario. 4.6.3 La particularidad de las leyes viciadas de incompetencia. 4.6.4 La excepción de las leyes reivindicatorias de la cesión de soberanía. 4.6.5 La situación mixta de comunitariedad-constitucionalidad de la ley. 5. El juez comunitario y el juez nacional como garantes provisionales del respeto de la legalidad comunitaria en el marco del derecho a la tutela cautelar. 5.1 El proceso cautelar ente el juez comunitario. 5.1.1 Derecho a la tutela judicial efectiva y derecho a la tutela cautelar. 5.1.2 Naturaleza y marco de las medidas cautelares. 5.1.3 Requisitos de fondo: fumus boni iuris, periculum in mora, y equilibrio de intereses en juego. 5.1.4 Solicitud de medidas cautelares y decisión al respecto. 5.2 El proceso cautelar ante el juez nacional. 5.2.1 La suspensión de la actividad interna incompatible con el Derecho comunitario. 5.2.2 La suspensión de la actividad comunitaria incompatible con una norma superior comunitaria. 6. El procedimiento ante el juez comunitario. 6.1 Procedimiento ordinario. 6.2 Medidas cautelares. 6.3 Cuestión prejudicial. 6.4 Control previo de acuerdos internacionales. 6.5 Recurso de casación. 7. Bibliografía y jurisprudencia citadas 7.1 Bibliografía. 7.2 Jurisprudencia del TJCE. 8. Bibliografía complementaria. CAPÍTULO VII. COMPETENCIAS Y MODUS OPERANDI DE LA CUMUNIDAD. 1. Introducción. 2. Competencias de atribución. 2.1 Comunidad Europea y atribución competencial en función de objetivos. 2.2 Cláusulas específicas y generales de apoderamiento e imprevisión de poderes. 2.3 La atribución competencial en la Comunidad Económica Europea. 3. Extensión de los objetivos y los poderes de acción de la Comunidad. 3.1 La práctica de la Comunidad Económica Europea. 3.2 A título de ejemplo: la política medio ambiental. 3.2.1 Amplitud del mercado común y artículo 100 TCEE. 3.2.2 Amplitud de objetivos comunitarios y artículo 235 TCEE 3.3 Amplitud de los objetivos comunitarios y extensión material de las cláusulas específicas de apoderamiento. 3.4 La doctrina de los poderes implícitos stricto sensu. 3.5 A modo de conclusión. 3.6 El respaldo de la práctica comunitaria. 3.7 La razón de la asunción por los Estados miembros de la expansión competencial comunitaria: la unanimidad en el Consejo en su vertiente jurídica (artículos 100 y 235 TCEE) y política (Compromiso de Luxemburgo). 3.8 El Acta Única Europea y el retorno al espíritu supranacional. 3.8.1 La ampliación de las cláusulas de intervención por mayoría cualificada del Consejo. 3.8.2 La ampliación de los poderes del Parlamento en el proceso decisorio. 3.9 El progresivo desplazamiento de la unanimidad a favor de la mayoría cualificada y de la intervención parlamentaria: la elección de base jurídica. 3.9.1 El desplazamiento del artículo 100 TCEE. 3.9.2 El desplazamiento del artículo 235 TCEE. 3.10 La vis atractiva del mercado interior (artículo 100 A TCEE). 3.10.1 Planteamiento general. 3.10.2 Contenido definido y elección de base jurídica ratione materiae 3.10.3 Contenido múltiple y elección de base jurídica ratione formale. Su corrección por la mayor especificidad del contenido. 4. Tipología competencial comunitaria. 4.1 Necesidad de diferenciar los distintos tipos de competencia a los efectos del artículo 3 B TCE. 4.2 El silencio del Tratado. 4.3 Competencias exclusivas y competencias compartidas (a su vez, concurrentes y complementarias): presentación general y precisiones terminológicas. 4.4 Las competencias exclusivas. 4.5 Las competencias compartidas. 4.5.1 Las competencias concurrentes. 4.5.2 Las competencias complementarias. 4.6 Criterios para una determinación del tipo de competencia. 4.7 Las competencias imprevistas. 5. El principio de subsidiariedad. 5.1 Su ámbito de aplicación. 5.2 El test de eficacia. 5.3 La subsidiariedad ¿renacimiento del Compromiso de Luxemburgo? 5.3.1 La unión entre la subsidiariedad y el fondo. 5.3.2 El anacronismo del control absoluto sobre el proceso decisorio por la vía de la subsidiariedad. 5.4 La subsidiariedad como mecanismo corrector del modus operandi de la Comunidad. 5.5 Subsidiariedad y justiciabilidad. 5.5.1 Su justiciabilidad como punto de partida. 5.5.2 Subsidiariedad, expediente normativo y motivación. 5.5.3 Subsidiariedad y discrecionalidad. 5.5.4 Subsidiariedad e invocabilidad ante los Tribunales. 6. El principio de proporcionalidad. 6.1 La proporcionalidad como criterio de intensidad. Su ámbito de aplicación. 6.2 Naturaleza y contenido de la acción. 6.3 Proporcionalidad y justiciabilidad. 7. Bibliografía y jurisprudencia citadas. 7.1 Bibliografía. 7.2 Jurisprudencia del TJCE. 8. Bibliografía complementaria. CAPÍTULO VIII. LA COMUNIDAD Y LOS DERECHOS FUNDAMENTALES. 1. Derecho comunitario y ausencia de un catálogo escrito de derechos fundamentales. 2. La posición del Tribunal de Justicia. 2.1 Su inhibición inicial. 2.2 El comienzo de la protección comunitaria de los derechos fundamentales via pretoriana. 2.3 La construcción de los principios generales de Derecho público comunitario. 2.3.1 El recurso al Derecho de los Estados miembros. 2.3.2 Criterios de elaboración: mayor progresividad y carácter funcional de la incorporación. 2.4 La especificidad de los derechos fundamentales: utilización del Convenio Europeo de Derechos Humanos y restricción del margen de actuación del juez comunitario. 3. El Convenio Europeo de Derechos Humanos en la jurisprudencia del Tribunal de Justicia. 4. Las posibilidades de adhesión al Convenio Europeo de Derechos Humanos y de elaboración de un catálogo autónomo de derechos fundamentales. El Convenio y el artículo F) del Tratado de la Unión Europea. 4.1 La confianza de las instituciones políticas en el Tribunal de Justicia. La Declaración conjunta Parlamento-ConsejoComisión (1977). 4.2 El Memorándum de la Comisión sobre la adhesión al CEDH (1979). 4.3 El Proyecto de Tratado de la Unión Europeo (1984) y el Acta Única Europea (1986). 4.4 La Declaración del Parlamento Europeo de los derechos y libertades fundamentales (1989). 4.5 La Comunicación de la Comisión sobre la adhesión al CEDH (1990) y la solicitud por el Consejo de un Dictamen al respecto del Tribunal de Justicia (1994. 4.6 El artículo F) del Tratado de la Unión Europea. 5. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos y el enjuiciamiento directo e indirecto del Derecho comunitario. 5.1 La incompetencia retione personae para controlar directamente el Derecho comunitario. 5.2 ¿Incompetencia ratione materiae para controlar indirectamente el Derecho comunitario? 5.3 5.2.1 El control de Estrasburgo sobre los Estados miembros. Margen de apreciación y control indirecto del Derecho comunitario. 5.2.2 La doctrina de la Comisión Europea de Derechos Humanos. Propuesta de política judicial comunitaria frente al CEDH. El Convenio en cuanto estándar mínimo de protección. 6. Los derechos fundamentales desde la perspectiva de los ordenamientos jurídicos nacionales: la posición de las jurisdicciones constitucionales italiana, alemana y española. 6.1. El caso italiano. 6.1.1. La Corte Constituzionale y la afirmación de su competencia: Frontini, Granital y Fragd. 6.1.2. De la genérica a la específica protección constitucional de los derechos fundamentales. 6.2 El caso alemán. 6.2.1 El Tribunal Constitucional Federal y la afirmación de su competencia (Solange I). 6.2.2 Equivalencia esencial e incompetencia provisional (Solange II). 6.2.3 El control ascendente: ¿incompetencia, id est, indefensión? (Decisiones sobre el tabaco). 6.2.4 La Sentencia sobre la Unión Europea, ¿fin de la provisionalidad?. 6.3 El caso español. 6.3.1 Doctrina general y sus interrogantes (APESCO). 6.3.2 Los derechos fundamentales internos como límites a la integración. 6.3.3 La cooperación procesal (artículo 177 del Tratado) y sustantiva (artículos 93 y 10.2 de la Constitución) entre ambos ordenamientos. 7. Los estándares nacionales de protección de los derechos fundamentales como parámetro de obligada referencia: hacia un estándar máximo europeo. 7.1 La necesaria sensibilidad de Luxemburgo hacia los derechos fundamentales nacionales. 7.2 El carácter integrador de los derechos fundamentales comunitarios y sus límites. 7.2.1 La conexión entre Derecho comunitario y Derecho interno como punto de partida. 7.2.2 La ejecución del Derecho comunitario. 7.2.3 Las derogaciones del Derecho comunitario. 7.2.4 La ausencia de regulación comunitaria. 7.2.5 Purismo jurídico y pragmatismo judicial. 7.3 Los derechos fundamentales comunitarios en su faceta de ius publicum commune europeo. 8. Bibliografía y jurisprudencia citadas. 8.1 Bibliografía. 8.2 Jurisprudencia del TJCE 9. Bibliografía complementaria.