Panorama del Sistema de Derecho Internacional Privado Argentino

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PANORAMA DEL SISTEMA DE DERECHO INTERNACIONAL
PRIVADO ARGENTINO EN MATERIA DE RECONOCIMIENTO
Y EJECUCION DE SENTENCIAS Y LAUDOS ARBITRALES
EXTRANJEROS
Por Sara Lidia Feldstein de Cárdenas
Doctora de la Universidad de Buenos Aires en el Area de
Derecho Internacional Privado
Catedrática de Derecho Internacional Privado de la Facultad
de Derecho de la UBA
Miembro Permanente del Instituto de Investigaciones
Jurídicas y Sociales "Dr. Ambrosio L. Gioja"
Directora del Proyecto de Investigación D019 2001/2003 sobre
"Armonización Legislativa en materia de insolvencia y
conservación de la empresa en crisis en el Mercosur"
subsidiado por la UBA
Profesora Titular de Derecho Internacional Privado de la UBA
Directora del Instituto de Derecho Internacional Privado del
CASI
Directora del Programa de Actualización en Negocios
Internacionales y Derecho Comercial Contemporáneo de la UBA.
INTRODUCCION
Uno de los más autorizados maestros españoles vaticinaba, y
cuánta razón le asistía cuando decía que: "El progreso
incesante y vertiginoso de los medios de comunicación; las
cada día mayores relaciones mercantiles, políticas e
intelectuales entre las naciones del mundo; la expansión
internacional de ciertos idiomas e inclusive el alarmante
perfeccionamiento del poderío bélico, con la invención de
armas que ponen en peligro la existencia misma de la
humanidad, son factores que contribuyen a fomentar y aún a
exigir la cooperación entre los distintos Estados de la
tierra".1
Cuando se aborda esta cuestión, la primera interrogante que
surge es si el Derecho Procesal Internacional forma parte de
nuestra disciplina.
En este sentido, si bien la doctrina negatoria ha sido la
seguida por maestros del Derecho Internacional Privado
Argentino2, la doctrina afirmatoria ha logrado defensores que
afirmaron que "...Abordado el objeto de la materia no desde
técnicas normativas, sino desde la compleja situación
multinacional de derecho privado, debe comprenderse dentro
del objeto del Derecho Internacional Privado ciertas
manifestaciones del derecho procesal",3 o bien que "..Como
parte del Derecho Internacional Privado, de un conjunto de
reglas jurídicas internas e internacionales que merecen la
denominación de Derecho Procesal Internacional. ...Y es
explicable que los juristas que reducen la primera de las
citadas disciplinas al estudio de las normas de conflicto
sostengan
la
existencia
de
un
Derecho
Procesal
Internacional, autónomo del internacional privado, compuesta
por las reglas procesales que cada Estado dicta, teniendo en
cuenta su coexistencia con otros Estados distintos...Si el
Derecho Internacional Privado está exclusivamente compuesto
por reglas conflictuales, es imposible dar entrada a la
materia que ahora abordamos, en la que no existen reglas de
conflicto o, a lo sumo está presente una que cierra el paso
a la aplicación de leyes extranjeras, es decir la que
establece la territorialidad del derecho procesal...Si por
el contrario, estimamos, y esta nos parece la posición más
certera, que el Derecho Internacional Privado "es el
conjunto de reglas internas e internacionales que regula el
tráfico privado internacional, sería una mutilación de su
contenido prescindir en su exposición de las reglas
procesales.. "4 completo , o bien, que "..Hoy en día no
resulta de recibo ignorar la presencia determinante de la
dimensión jurídica. Si no existen dudas acerca de tal
presencia dentro del contenido de la disciplina, tampoco
puede haberlas en la necesidad de incorporar su tratamiento
en cualquier trabajo que, dentro de sus límites, tenga
pretensiones de ser completo"5.
La pertenencia al Derecho Internacional Privado en razón de
su objeto de las cuestiones vinculadas con el denominado
derecho procesal internacional, como uno de sus capítulos o
áreas temáticas, afortunadamente se ha convertido en la
actualidad, en una polémica doctrinaria superada6. Desde su
génesis la disciplina se ha preocupado y ocupado de la
regulación
del
proceso
transfronterizo,
proponiendo
soluciones que después de setecientos años aún conservan
vigencia. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que, en
un mundo caracterizado por la búsqueda de la superación del
fenómeno de la frontera, sobre todo dentro de los espacios
integrados, el objetivo central a conseguir consista en
facilitar, simplificar, garantizar, el reconocimiento y
establecimiento de aquellos procedimientos o mecanismos
tendientes al logro de la libre circulación de decisiones
judiciales entre los Estados Miembros; a punto tal de llegar
a erigirse en la no menos célebre quinta libertad. Esta
orientación se inclina por reconocer los pronunciamientos
judiciales dictados en el extranjero con arreglo a las
normas
sobre
jurisdicción
internacional
del
tribunal
sentenciante y a no entorpecer mediante la revisión de fondo
tales resoluciones.
El auxilio o la cooperación jurídica internacional puede ser
entendida
como,
la
actividad
de
naturaleza
procesal
desarrollada en un Estado, al servicio de un proceso incoado
o a incoarse ante extraña jurisdicción . Asistencia, auxilio
o cooperación que puede desplegarse en distintos niveles,
relativos a:
1. Actos de mero trámite, probatoria y de información del
derecho de un Estado en otro.
2.
Medidas cautelares o precautorias.
3.
Reconocimiento y ejecución de sentencias o
laudos arbitrales extranjeros.
Tal como hemos indicado, quedan comprendidos un abanico de
posibilidades que van desde la mínima asistencia, denominada
de mero trámite, pero por cierto no menos importante ya que
es la más requerida. tales como las intimaciones, las
citaciones, emplazamientos, notificaciones, la recepción u
obtención de pruebas; pasando por la cooperación cautelar
sin la cual, el victorioso en un proceso transnacional puede
ver seria o definitivamente frustradas sus legítimas
expectativas, hasta llegar al grado máximo de colaboración
cuando el órgano de un Estado presta su cooperación para el
reconocimiento o ejecución dentro de su territorio de un
pronunciamiento dictado en el extranjero.
Por ello resulta imprescindible destacar que en el campo del
Derecho Internacional Privado, cuando se aborda la cuestión
de la jurisdicción internacional, corresponde analizarla en
sus diversos aspectos.
1. En un primer aspecto, ella indica el poder del Estado
para entender en una controversia que le es sometida; en
esta hipótesis el juez o el árbitro se plantea el
interrogante
si
es
competente
para
dirimir
una
determinada desavenencia.
2.
En un segundo aspecto, señala el poder de un
tribunal extranjero de producir una decisión o un
pronunciamiento en condiciones de ser reconocido o
ejecutado en otro, en este supues to se plantea si
en la disputa que se le pide reconocimiento o
ejecución, el juez que dictó el pronunciamiento es
internacionalmente competente. Por cierto, que tal
como veremos, existen diversos métodos o criterios
para
determinar
la
jurisdicción
internac ional
indirecta o,
3.
En un tercer aspecto, comprende el análisis de
la denominada prórroga o elección de jurisdicción.
Los
dos
primeros
aspectos
enunciados
han
llevado
a
diferenciar lo que doctrinariamente se ha denominado
"competencia o jurisdicción general directa" y "competencia
o jurisdicción general indirecta".
Sin perjuicio de lo expuesto, cabe señalar que frente a la
noción de jurisdicción o competencia internacional general
se
encuentra
la
denominada
competencia
especial
que
determina las autoridades competentes, sean judiciales,
administrativas,
religiosas,
entre
otras,
que
deberán
conocer en el proceso según sus reglas internas.
Dicho de otro modo y, siguiendo a un prestigioso maestro de
derecho internacional privado uruguayo, la cooperación
jurídica
en
sentido
amplio
comprende
tres
capítulos
tradicionales:
la
atribución
o
distribución
de
la
competencia entre las judicaturas de los distintos Estados;
el cumplimiento extraterritorial de medidas procesales
dictadas por la judicatura de un Estado y el reconocimiento
y la ejecución extraterritorial de la sentencia pronunciada
por los magistrados de un Estado extranjero.
En esta ocasión exploraremos uno de los aspectos mencionados
focalizándolo, en el poder de un tribunal extranjero de
dictar un pronunciamiento en condiciones de ser reconocido o
recibir el llamado exequatur en otro Estado.
Si una de sus más importantes finalidades del derecho
internacional privado es el logro de certeza jurídica en el
ámbito de las relaciones jurídicas internacionales, aparece
como ineludible la asistencia y cooperación entre los
Estados en un área de singular relevancia y delicadeza como
la relativa al reconocimiento y ejecución de sentencias y
laudos arbitrales extranjeros. Hacia allí nos dirigimos.
RECONOCIMIENTO
Y
EJECUCION
DE
SENTENCIAS
Y
LAUDOS
EXTRANJEROS
Una sentencia extranjera constituye el acto adoptado por la
autoridad judicial de otro Estado en el ejercicio de un
poder vinculado con la soberanía estatal: el de juzgar y
ejecutar lo juzgado. Esta decisión goza, dentro del
territorio del Estado donde ha sido dictada de todos los
atributos que le son propios y conforme con su naturaleza.
Este acto jurisdiccional tendrá los efectos de cosa juzgada
formal y material, fuerza ejecutiva, dentro de los límites
del Estado en el que ha sido dictado, pero en principio,
carecerá de efecto, de eficacia extraterritorial.
La
importancia
de
esta
delicada
cuestión
ha
sido
magistralmente
expresada
por
autores
españoles
cuando
señalan que "la ausencia de un reconocimiento de las
decisiones judiciales extranjeras abocaría a situaciones
claudicantes y a una negación de la función propia del
derecho internacional privado; la continuidad de las
relaciones jurídicas en el espacio. En este sentido, el
reconocimiento de las decisiones se incardina, talvez como
ninguna otra materia, en el corazón del objeto y función del
derecho
internacional
privado
y,
consecuentemente,
constituye parte fundamental de su contenido... ". Cuánta
razón le asiste a tal aseveración claramente encaminada a
sortear, a elevarse por encima de las fronteras estaduales.
Esta temática implica básicamente dar respuesta a las
siguientes alternativas, una se refiere a la elección entre
la aceptación o el rechazo de la eficacia de las decisiones
judiciales
dictadas
por
órganos
jurisdiccionales
o
arbitrales extranjeros y la otra, quizás la más relevante,
en caso de aceptar la eficacia, consiste en resolver si el
reconocimiento precisa o no de un control previo de la
resolución
respectiva.
Estamos
en
presencia
de
los
denominados sistemas de reconocimiento de "autorización
previa"
o
"sistemas
de
reconocimiento
automático",
respectivamente. Por cierto y como ya hemos señalado en un
trabajo anterior, que aún en el último de los sistemas los
Estados convienen en imponer una serie de condiciones
mínimas que se justifican por la especial naturaleza de las
relaciones jurídicas internacionales regladas.
El primero de los criterios enunciados consiste en la
exigencia para que tenga lugar el reconocimiento de una
previa declaración de autorización por parte de los
tribunales estatales requeridos. El otro criterio atribuye
efectos a la decisión extranjera sin que sea necesario una
previa autorización, sino que ella goza, sustenta la
virtualidad de tener efectos de modo automático dentro del
territorio de otros Estados. Si bien es preciso señalar, que
ningún Estado reconoce o ejecuta una decisión extranjera sin
condicionamiento alguno.
Cabe establecer que uno de los principios rectores que
impregnan algunos marcos normativos, como el Convenio de
Bruselas de 1968, es la ausencia de control por parte del
Estado requerido. Este principio implica la consagración de
la presunción de validez de la resolución judicial emanada
de un órgano jurisdiccional de un Estado contratante y la
nítida adopción, por parte del legislador del sistema de
reconocimiento automático. Ello se explica por la propia
naturaleza del convenio que es de los de denominador doble,
ya que regla conjuntamente las mentadas jurisdicción directa
y jurisdicción indirecta y por el principio de confianza en
los tribunales de los otros Estados contratantes. Por
cierto, que cuando hablamos de control mínimo, no queremos
decir reconocimiento a ciegas. En este sentido podemos citar
los artículos 27, 28 y 29 del citado texto legal que, en
cinco incisos contempla aquellas hipótesis en que las
resoluciones judiciales no deberán ser reconocidas en el
territorio de los Estados contratantes.
1. Si el reconocimiento fuera contrario al orden público
del Estado requerido;
2.
Cuando se dictaren en rebeldía del demandado,
si no se hubiere entregado o notificado al mismo
la
cédula
de
emplazamiento
o
documento
equivalente,
de
forma
regular
y
con
tiempo
suficiente para defenderse;
3.
Si la resolución fuere inconciliable con una
resolución dictada en un litigio entre las mismas
partes en el Estado requerido;
4.
Si el tribunal del Estado de origen, para
dictar la resolución, hubiere desconocido, al
decidir de una cuestión relativa al estado o
capacidad de las personas físicas, a los regímenes
matrimoniales,
a
los
testamentos
o
a
las
sucesiones, una regla de derecho internacional
privado del Estado requerido, a menos que se
hubiere llegado al mismo resultado mediante la
aplicación de las normas de derecho internacional
privado del Estado requerido;
5.
Si la resolución fuere inconciliable con una
resolución dictada con anterioridad en un Estado
contratante entre las mismas partes en un litigio
que tuviere el mismo objeto y la misma causa,
cuando
esta
última
resolución
reuniere
las
condiciones necesarias para su recono cimiento en
el Estado requerido.
Uno de los principios rectores es el de la ausencia de
control por parte del Estado requerido. El otro, no menos
significativo que el anterior, establece la imposibilidad
por parte de los órganos jurisdiccionales de los Estados
contratantes de someter la resolución extranjera a una
revisión en cuanto al fondo.
La doctrina más autorizada en la materia, tanto nacional
como extranjera, luego de distinguir nítidamente entre las
nociones de reconocimiento y de ejecución, aclara que "toda
sentencia
declarativa,
constitutiva
o
de
condena
es
susceptible de reconocimiento en un Estado distinto del cual
procede.
Solamente
las
sentencias
condenatorias
son
susceptibles de ejecución. Queda claro que no puede haber
ejecución sin reconocimiento, pero en cambio puede haber
reconocimiento
sin
ejecución.
Se
trata
de
nociones
distintas, las que no pueden ser confundidas. De modo, que
por reconocimiento entendemos el examen de la admisibilidad
jurídica del pronunciamiento dictado en el extranjero,
comprendiendo
el
conjunto
de
actos
procesales
para
establecer
si
la
decisión
reúne
los
requisitos
de
admisibilidad indispensables y por ejecución la pretensión
de dotar de fuerza ejecutiva al pronunciamiento dictado en
el extranjero con virtualidad suficiente como para habilitar
al titular del derecho allí consagrado para requerir, de
resultar menester, el auxilio de la fuerza pública del
Estado requerido. Dentro de esa línea de pensamiento, y
dicho de otra manera puede conceptualmente distinguirse
entre "reconocimiento" que implica el acto a través del cual
la sentencia o laudo extranjero es considerado como
definitivo y vinculante para las partes y "ejecución" que
consiste en el procedimiento a través del cual el titular de
una sentencia extranjera a su favor obtiene la vía procesal
efectiva para cobrar su crédito. Sin embargo, cabe señalar
que coincidentemente tanto para el reconocimiento como para
la ejecución de una sentencia o laudo dictado en el
extranjero, es necesario que se cumplan determinados
requisitos que cubran los aspectos formales, procesales y
materiales. El control de los mencionados recaudos tienden,
en mayor o menor medida, con los primeros a verificar si los
fallos
extranjeros
se
encuentran
revestidos
de
las
formalidades externas necesarias para ser considerados
auténticos en el Estado de donde proceden; con los segundos,
a asegurar la regularidad del proceso llevado a cabo en el
extranjero, el cumplimiento del debido proceso por parte de
un juez que ostente competencia internacional y los últimos,
a resguardar que el reconocimiento o la ejecución no entrañe
la vulneración del orden público internacional del Estado
requerido.
METODOS
DE
CONTROL
DE
LA
JURISDICCION
INTERNACIONAL
EXTRANJERA
Resulta necesario subrayar los diferentes criterios de
control
de
la
jurisdicción
internacional
del
juez
extranjero. En este sentido se observan, dos teorías o
doctrinas
fundamentales,
la
denominada
doctrina
unilateralista y la doctrina bilateralista. A su turno, el
primer criterio, se bifurca entre la denominada doctrina
unilateralista simple y la doctrina unilateralista doble. De
manera
sintética
procuraremos
explicar
los
rasgos
característicos de cada una de estas teorías.
1. Doctrina unilateralista:
a. Simple: La jurisdicción internacional del juez
extranjero debe ser examinada con arreglo a las normas
de su propio ordenamiento y no del ordenamiento del
foro. Permite que el Estado requerido pueda negar el
reconocimiento cuanto se encuentran involucrados los
principios básicos de la legislación del foro. Por ende,
para esta concepción el juez requerido debe aplicar las
normas
de
jurisdicción
internacional
del
Estado
requirente.
b. Doble: La jurisdicción internacional del juez
extranjero debe ser examinada con arreglo a las normas
de su propio ordenamiento pero permite que el Estado
requerido pueda negar el reconocimiento cuanto invadan
la esfera de la jurisdicción internacional exclusiva del
foro.
Para
esta
línea
de
pensamiento,
solamente
corresponde negar la jurisdicción del sentenciante
extranjero cuando hay invasión de la jurisdicción
internacional del juez requerido.
2. Doctrina bilateralista:
La jurisdicción internacional del juez extranjero son
juzgadas desde los criterios atributivos de jurisdicción
del foro, ya que las disposiciones sobre jurisdicción
son bilateralizadas a fin de controlar la jurisdicción
del juez extranjero. Ello implica, como destaca la
doctrina más prestigiosa que, para considerarse que el
juez extranjero es competente en la esfera internacional
además de no haber invadido la jurisdicción exclusiva
del
Estado
requerido,
ha
detentado
jurisdicción
internacional en base a criterios semejantes o análogos
a los del juez del foro. Esta última concepción, cuenta
con defensores y con detractores. Estos últimos se han
alzado ante la rigidez que implica el exigir una
coincidencia entre los criterios de la legislación del
foro y de la legislación del Estado requirente. Además,
ello encierra una suerte de desconfianza hacia los
criterios jurisdiccionales en que se ha basado el
sentenciante extranjero, no acorde con las tendencias
actuales. Quizás les asista razón a quienes critican
esta teoría, porque como ya hemos explicado la tendencia
contemporánea se mueve, se orienta en otras direcciones
más proclives a la cooperación jurídica internacional.
SISTEMA JURIDICO ARGENTINO DE FUENTE INTERNA Y CONVENCIONAL
Cabe señalar que el derecho positivo argentino tanto de
fuente interna cuanto de fuente convencional, se alinea
dentro de la concepción bilateralista. Así en el primer
nivel, la adhesión a este criterio surge de lo establecido
por el artículo 517 y siguientes del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación, y en el segundo nivel, basta citar
los Tratados de Derecho Procesal Internacional de Montevideo
de 1889 y de 1940 y la Convención Interamericana sobre
Eficacia Extraterritorial de las Sentencias y Laudos
arbitrales extranjeros, aprobada por la República Argentina
mediante la ley 22.921, donde se dispone en el artículo 2:
"Las sentencias, laudos arbitrales y resoluciones judiciales
extranjeras tendrán eficacia extraterritorial en los Estados
Partes
si
reúnen
las
condiciones
siguientes:
a)...b)...c)...d)que el juez o tribunal sentenciador tenga
competencia en la esfera internacional para conocer y juzgar
del asunto de acuerdo con la ley del Estado donde deban
surtir efecto..".
Sin embargo, un atisbo de un cambio en la orientación
general, parece vislumbrarse en la Convención aprobada por
Ley 23.720, entre la República Argentina y la República
Italiana sobre Reconocimiento y Ejecución de Sentencias en
Materia Civil.
En esta convención, tal como destaca una autora argentina,
"el verdadero aporte consista en disociar las normas de
competencia directa e indirecta y proporcionar criterios
autónomos
y
específicos
para
reconocer
regularidad
internacional en la intervención de la autoridad judicial de
origen". Es más, con muestras de un gran optimismo, llega a
decir que "...el artículo 22 párrafo 2 de la Convención,
contiene
nueve
criterios
generales
de
competencia
internacional indirecta, muchos de los cuales coinciden con
las normas de competencia directa establecidas en el titulo
II de la Convención de Bruselas de 1968. No sólo se logra
uniformidad en las relaciones bilaterales a los fines del
reconocimiento sino que se aporta luz al sistema argentino
de fuente interna y se favorece la introducción del
litigante domiciliado en la República Argentina, en el
espacio de libre circulación de sentencias de la Comunidad
Económica Europea".
SOLUCIONES EN EL NIVEL NO CONVENCIONAL
Corresponde examinar los artículos 517 al 519 bis del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación, que se encuentran
dentro del capítulo II titulado "Sentencias de tribunales
extranjeros. Laudos de tribunales arbitrales extranjeros".
El artículo 517 del texto legal dispone:
"Conversión de título ejecutorio. Las sentencias de
tribunales extranjeros tendrán fuerza ejecutoria en los
términos de los tratados celebrados con el país de que
provengan. Cuando no hubiese tratados, serán ejecutables
si concurriesen los siguientes requisitos:
1°. Que la sentencia, con autoridad de cosa juzgada en
el Estado en que se ha pronunciado, emane de tribunal
competente según las normas argentinas de jurisdicción
internacional y sea consecuencia del ejercicio de una
acción personal o de una acción real sobre un bien
mueble, si éste ha sido trasladado a la República
durante o después del juicio tramitado en el extranjero.
2°. Que la parte demandada contra la que se pretende
ejecutar la sentencia hubiese sido personalmente citada
y se haya garantizado su defensa.
3°. Que la sentencia reúna los requisitos necesarios
para ser considerada como tal en el lugar en que hubiere
sido
dictada
y
las
condiciones
de
autenticidad
requeridas por la ley nacional.
4°. Que la sentencia no afecte los principios de orden
público del derecho argentino.
5°. Que la sentencia no sea incompatible con otra
pronunciada, con anterioridad o simultáneamente, por un
tribunal argentino.
El
artículo
518
establece:
Competencia.
Recaudos.
Sustanciación. "La ejecución de la sentencia dictada por un
tribunal extranjero se pedirá ante el juez de primera
instancia
que
corresponda,
acompañando
su
testimonio
legalizado y traducido y de las actuaciones que acrediten
que ha quedado ejecutoriada y que se han cumplido los demás
requisitos, si no resultaren, de la sentencia misma.
Para el trámite del exequatur se aplicarán las normas de los
incidentes.
Si se dispusiere la ejecución, se procederá en la misma
forma establecida para las sentencias pronunciadas por
tribunales argentinos".
El artículo 519, sobre Eficacia de sentencia extranjera,
dice: "Cuando en juicio se invocare la autoridad de una
sentencia extranjera, ésta sólo tendrá eficacia si reúne los
requisitos del artículo 517".
El artículo 519 bis, sobre Laudos de Tribunales Arbitrales
extranjeros
estipula:
"Los
laudos
pronunciados
por
tribunales arbitrales extranjeros podrán ser ejecutados por
el procedimiento establecido en los artículos anteriores,
siempre que:
"1°. Se cumplieren los recaudos del artículo 517, en lo
pertinente y, en su caso, la prórroga de jurisdicción
hubiese sido admisible en los términos del artículo 1°.
"2°. Las cuestiones que hayan constituido el objeto del
compromiso no se encuentren excluidas del arbitraje
conforme a lo establecido por el artículo 737".
De forma sumamente prolija, el Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación, en el Capítulo II, regula las
condiciones de la jurisdicción internacional indirecta.
Se distingue según:
a. Que las decisiones provengan de tribunales extranjeros
radicados en Estados con los que nuestro país tenga
celebrados
tratados.
En
este
supuesto,
ello
es
innecesario señalarlo, el trámite de reconocimiento y de
ejecución de las decisiones se cumplirá con arreglo a
los mismos.
b.
Que la decisión provenga de un país con el
cual no existe tratado, en cuyo caso, la sentencia
debe reunir las condiciones establecidas en los
incisos 1 a 5 del artículo 517 y 518. Si se trata
de la ejecución de sentencias serán aplicables los
artículos
mencionados
y,
en
el
caso
de
reconocimiento idénticas con diciones, ya que el
artículo
519
realiza
un
reenvío
interno
al
artículo 517.
De modo que en uno u otro supuesto, de reconocimiento o de
ejecución, las condiciones de admisiblidad son idénticas.
Asimismo, cabe observar que el Código Procesal, a los
efectos de la ejecución en nuestro territorio, equipara a
las sentencias con los laudos arbitrales dictados en el
extranjero. En esta última hipótesis, para lograr la
ejecución de laudos arbitrales dictados en el extranjero
dentro del territorio nacional, se prevé que además de los
recaudos establecidos en lo pertinente en los artículos
anteriores,
deberán
ser
cumplidas
dos
condiciones
adicionales. Una referida a la validez del acuerdo de
prórroga, la cual deberá ajustarse a los términos del
artículo 1 del Código Procesal y otra relativa a la
arbitrabilidad de la controversia, estableciéndose que las
cuestiones que constituyan el objeto del acuerdo arbitral
sean transables.
El laudo dictado en el extranjero, por tanto, será
reconocido o ejecutable en el territorio nacional:
1°. Si reúne, en lo pertinente las condiciones de los
artículos 517 y 518 del texto bajo examen;
2°. Si las controversias, los diferendos objeto de la
vía arbitral, se corresponden con las susceptibles de
transacción, es decir, aquellas que básicamente, se
mueven dentro del área de la disponibilidad de las
partes. En este caso se produce un reenvío interno a los
artículos 842 a 849 del Código Civil.
3°. Si el acuerdo de prórroga de jurisdicción es válido,
esto es si se trata de cuestiones objetivamente
internacionales, no existe jurisdicción exclusiva de los
tribunales estatales argentinos y la prórroga no está
prohibida por la ley.
SOLUCIONES EN EL NIVEL CONVENCIONAL BILATERAL
La República Argentina y la República Italiana han celebrado
la Convención sobre Reconocimiento y Ejecución de Sentencias
en Materia Civil, que nuestro país ha ratificado por Ley
23.720, dispone:
Artículo 21: "Cada una de las partes reconocerá y declarará
ejecutivas,
dentro
de
los
límites
de
los
artículos
anteriores, las sentencias en materia civil, dictadas por
autoridades
judiciales
de
la
otra,
así
como
las
disposiciones concernientes al resarcimiento de los daños y
a la restitución de bienes contenidas en sentencias
penales". Asimismo, si bien con un alcance distinto, nuestro
país ha suscripto la Convención de Cooperación Judicial con
la República Francesa, ratificada por Ley 24.107,
La colaboración, la asistencia según surge del artículo 1,
alcanza a las sentencias y a los laudos pronunciados en los
Estados Parte que hayan sido dictados en materia civil,
comercial y laboral, así como en las sentencias penales en
cuanto se refieran a la indemnización derivados del delito.
El artículo 2 indica que las sentencias pronunciadas en un
Estado podrán ser reconocidas y podrán ser declaradas
ejecutorias en el otro, cuando reúnan las condiciones que a
continuación enumera. Remitimos a la lectura del texto del
Convenio que enrolándose en la línea de la mayoría de los
textos normativos no introduce alteraciones importantes en
este aspecto.
SOLUCIONES EN EL NIVEL CONVENCIONAL MULTILATERAL AMERICANO
LA OBRA CODIFICADORA DE MONTEVIDEO
TRATADO DE DERECHO PROCESAL INTERNACIONAL DE 1889.
El
artículo
3
establece:
"Las
sentencias
o
laudos
homologados expedidos en asuntos civiles y comerciales, las
escrituras públicas y demás documentos auténticos otorgados
por funcionarios de un Estado, y los exhortos y cartas
rogatorias surtirán sus efectos en los otros Estados
signatarios, con arreglo a lo estipulado en este Tratado,
siempre que estén debidamente legalizados".
Corresponde el examen de los artículos 5,6,7 y 8. Estas
disposiciones se encuentran ubicadas dentro del Título III
denominado "Del cumplimiento de los exhortos, sentencias y
fallos judiciales". Debe destacarse que mientras que el
Tratado de 1889 no distingue entre el reconocimiento y la
ejecución de las sentencias y laudos extranjeros, sí acepta
esta distinción la versión de 1940.
Así el artículo 5 establece que: "Las sentencias y los
fallos arbítrales dictados en asuntos civiles y comerciales
en uno de los Estados signatarios, tendrán en los
territorios de los demás la misma fuerza ejecutiva que en el
país en donde fueron pronunciados, si reúnen los requisitos
siguientes:
"a) Que han sido dictados por tribunal competente en la
esfera internacional;
"b) Que tengan el carácter de ejecutoriados o pasados en
autoridad de cosa juzgada en el Estado en donde hayan
sido pronunciados;
"c) Que la parte contra la cual se hubieran dictado haya
sido legalmente citada y representada o declarada
rebelde, conforme a la ley del país en donde se siguió
el juicio;
"d) Que no se opongan al orden público del país de su
cumplimiento...".
En el artículo 6 se señalan las condiciones respecto de
los
"documentos
indispensables
para
solicitar
el
cumplimiento de las sentencias o de los fallos
arbitrales", indicándose:
"a) Copia íntegra de la sentencia o del fallo arbitral;
"b) Copias de las piezas necesarias para acreditar que
se ha dado cumplimiento al inciso c) del artículo
anterior;
"c) Copia auténtica del auto que declare que la
sentencia o laudo tiene el carácter de ejecutoriado o
pasado en autoridad de cosa juzgada, y de las leyes en
que dicho auto se funda".
Artículo 7: "El carácter ejecutivo o de apremio de las
sentencias o fallos arbitrales, y el juicio a que su
cumplimiento dé lugar, serán los que determine la ley de
procedimiento del Estado en donde se pide la ejecución".
Artículo 8:"Los actos de jurisdicción voluntaria, como son
los inventarios, apertura de testamentos, tasaciones u otros
semejantes, practicados en un Estado, tendrán en los demás
Estados el mismo valor que si se hubiesen realizado en su
propio territorio, con tal de que reúnan los requisitos
establecidos en los precedentes artículos".
Durante las reuniones llevadas a cabo, el miembro informante
de la Comisión de Derecho Procesal, sostuvo que la adopción
de los principios que inspiraron el reconocimiento de las
sentencias pronunciadas en otros países no fue motivo de
controversias. Las doctrinas que propiciaban la revisión de
las sentencias extranjeras, sólo les concedían el carácter
de medios de defensa y constituyeron criterios de transición
entre el exclusivismo del imperio de la jurisdicción
territorial y las exigencias de los pueblos modernos.
Tratándose de las relaciones entre las naciones del
continente sudamericano, que tienen intereses comunes,
instituciones análogas y las mismas bases en su legislación
civil y criminal, surgió como una consecuencia natural que
las sentencias o fallos arbitrales pasados en autoridad de
cosa juzgada en un Estado, tuviesen el mismo valor en los
demás. Los requisitos que se enumeran, y los documentos que
se
deben
acompañar,
no
constituyen
restricciones
al
principio, sino garantías a favor de los interesados en el
litigio y resguardo de la soberanía del territorio en que se
pide la ejecución de la sentencia. Asimismo, la Comisión se
ocupó de los actos de jurisdicción voluntaria para otorgarle
dentro del ámbito de los territorios de los Estados
signatarios un valor probatorio análogo al que les acuerda
la ley del Estdo en que se han practicado.
TRATADO DE DERECHO PROCESAL INTERNACIONAL DE 1940
En la versión de 1940 del Tratado de Montevideo, el artículo
5 se mantiene con un agregado en su última parte en la que
se establece que:"Quedan incluídos en el presente artículo
las
sentencias
civiles
dictadas
en
cualquier
Estado
signatario por un Tribunal Internacional, que se refieren a
personas o a intereses privados".
Mientras que el artículo 6 permaneció inalterado, el
artículo 7 fue modificado de la siguiente manera: "La
ejecución de las sentencias y fallos arbitrales, así como la
de
las
sentencias
de
los
tribunales
internacionales
contempladas en el último inciso del artículo 5, deberá
pedirse a los jueces o tribunales competentes, los cuales
con audiencia del Ministerio Público y previa comprobación
de que aquéllos se ajustan a lo dispuesto en dicho artículo,
ordenarán su cumplimiento por la vía que corresponda, de
acuerdo a lo que a ese respecto disponga la ley de
procedimiento local. En todo caso, mediando pedido formulado
por el Ministerio Público, y aún de oficio, podrá oírse, sin
otra forma de defensa, a la parte contra la cual se pretende
hacer efectiva la sentencia o el fallo arbitral de que se
trata".
El artículo 8 establece: "El juez a quien se solicite el
cumplimiento de una sentencia extranjera, podrá, sin más
trámite y la petición de parte y aún de oficio, tomar todas
las medidas necesarias para asegurar la efectividad de aquel
fallo, conforme a lo dispuesto por la ley del tribunal local
sobre secuestros, inhibiciones, embargos u otras medidas
preventivas".
A su turno, el artículo 9 es el que produce la más
importante innovación, cuando introduce la distinción entre
reconocimiento y ejecución de sentencias. Dispone: "Cuando
sólo se trate de hace valer como prueba la autoridad de cosa
juzgada de una sentencia o de un fallo, deberá ser
presentada en juicio con la documentación a que se refiere
el art. 6, en el momento que corresponda según la ley local;
y los jueces o tribunales se pronunciarán sobre su mérito en
la sentencia que dicten, previa comprobación, con audiencia
del Ministerio Público, de que se ha dado cumplimiento a lo
dispuesto en el artículo 5". Finalmente, el artículo 10 se
dedica a reproducir el artículo 8 del tratado de 1889, si
bien altera el texto cuando en lugar de referirse a los
actos de jurisdicción voluntaria alude a los "actos
procesales no contenciosos".
LA OBRA CODIFICADORA DE LA C.I.D.I.P
LA CONVENCION INTERAMERICANA SOBRE COMPETENCIA EN LA ESFERA
INTERNACIONAL PARA LA EFICACIA EXTRATERRITORIAL DE LAS
SENTENCIAS Y LAUDOS EXTRANJEROS DE MONTEVIDEO DE 1979.
C.I.D.I.P. II, APROBADA POR LEY 22.921.
Esta Convención establece su ámbito de aplicación respecto
de las sentencias judiciales y laudos arbitrales dictados en
procesos civiles, comerciales y laborales. De manera, que
introduce una importante innovación al incorporar las
decisiones recaídas en materia laboral.
Las condiciones para otorgar eficacia internacional a las
sentencias,
laudos
arbitrales
y
resoluciones
jurisdiccionales extranjeras, son las establecidas en el
artículo 2, en el que en los incisos a) b) y c) se indican
las formalidades referidas a la autenticidad, traducción en
su caso y legalización. En los incisos d) a h) inclusive, se
establecen las condiciones requeridas que las decisiones
deben reunir para obtener eficacia, señalándose:
1. Que deben haber sido dictadas por el juez o tribunal en
la esfera internacional, de conformidad con la ley del
Estado donde deban surtir efecto.
2.
Que
el
demandado
haya
sido
notificado
o
emplazado en debida forma legal;
3.
Que se haya asegurado la defensa de las
partes;
4.
Que tengan el carácter de ejecutoriados o, en
su caso, fuerza de cosa juzgada en el Estado en
que fueron dictadas y,
5.
Que las decisiones no contraríen el orden
público
del
Estado
en
que
se
pida
el
reconocimiento o la ejecución. En el artículo 3 se
especifican
los
documentos
de
comprobación
indispensables para solicitar el cumplimiento de
los pronunciamientos.
LA CONVENCION INTERAMERICANA SOBRE COMPETENCIA EN LA ESFERA
INTERNACIONAL PARA LA EFICACIA EXTRATERRITORIAL DE LAS
SENTENCIAS Y LAUDOS EXTRANJEROS DE LA PAZ DE 1984.
C.I.D.I.P. III
Esta Convención fue sancionada, según surge de la lectura de
sus considerandos, para dar eficaz aplicación al artículo 2,
inciso d, de la Convención Interamericana sobre Eficacia
Extraterritorial de las Sentencias y Laudos Arbitrales
Extranjeros de Montevideo de 1979.
En el artículo 1 del texto legal se determina el juez
competente en la esfera internacional, para lo que distingue
entre
acciones
personales
de
naturaleza
patrimonial;
acciones reales sobre bienes muebles corporales, o sobre
bienes
inmuebles,
ocupándose
además
de
las
acciones
derivadas de contratos mercantiles celebrados en el ámbito
internacional.
En las acciones personales se señala que "es competente el
juez del domicilio o residencia habitual del demandado si se
tratare de personas físicas o que hayan tenido su
establecimiento principal en dicho territorio en el caso de
personas jurídicas".
El artículo 4 establece, que "Podrá negarse eficacia
extraterritorial a un sentencia cuando haya sido dictada
invadiendo la competencia exclusiva del Estado Parte ante el
cual
se
invoca".
Para
concluir,
cabe
observar
que
curiosamente este texto normativo, excluye de su ámbito de
aplicación al arbitraje. Finalmente, el artículo 5 del
citado marco normativo condiciona la eficacia de las
sentencias extranjeras a que, además de tener carácter de
cosa
juzgada,
sean
susceptibles
de
reconocimiento
o
ejecución en todo el territorio del Estado donde fueron
pronunciadas.
Tal
como
lo
ha
advertido
la
doctrina
argentina, el fundamento de esta norma radique en la
necesidad de eliminar diferencias entre Estados federales y
unitarios, teniendo claro que la sentencia extranjera
resulta eficaz en el país de origen, independientemente de
su forma de gobierno.
SOLUCIONES EN EL NIVEL CONVENCIONAL REGIONAL
EL RECONOCIMIENTO Y EJECUCION DE LAS SENTENCIAS EXTRANJERAS
EN EL MERCOSUR
EL PROTOCOLO DE COOPERACION Y ASISTENCIA JURISDICCIONAL EN
MATERIA CIVIL, COMERCIAL, LABORAL Y ADMINISTRATIVA DE LAS
LEÑAS DE 1992- RATIFICADO POR LA REPUBLICA ARGENTINA POR LEY
24.578.
El Protocolo de las Leñas es un instrumento cuya finalidad
es asegurar la prestación de un adecuado auxilio jurídico
internacional entre los Estados Partes. Comprende en su
ámbito tanto la cooperación de mero trámite y probatoria
como el reconocimiento y ejecución de sentencias y laudos
arbitrales extranjeros. Consta de nueve capítulos y un total
de treinta y seis artículos y precisamente el capítulo V se
dedica a regular lo relacionado con el "Reconocimiento y
ejecución de sentencias y laudos arbitrales". El ámbito de
aplicación comprende, los pronunciamientos recaídos en
materia civil, comercial, laboral y administrativa, así como
las sentencias recaídas en sede penal en materia de
reparación de daños y restitución de bienes. Los artículos
comprendidos son desde el artículo 18 al artículo 24
inclusive. Los iremos analizando y comentando de manera
ordenada.
El texto normativo establece, aludiendo a los requisitos
formales que deben reunir los pronunciamientos para ser
susceptibles de reconocimiento o de ejecución, que los
fallos
extranjeros
deben
estar
revestidos
de
las
formalidades externas necesarias para ser considerados
auténticos en el Estado de donde proceden. El cumplimiento
de estas condiciones deben surgir del testimonio de la
sentencia cuya eficacia se persigue, lo cual implica que se
adopta el criterio de la lex causae para solucionar este
tema. En cambio, hay ciertos requisitos formales, tales como
que tanto la sentencia como la documentación acompañada
deben estar debidamente traducidas en el idioma oficial del
Estado ante el cual se solicita el reconocimiento o
ejecución. Para concluir, cabe observar que el requisito de
la legalización no resulta exigible dado que se ha convenido
que la tramitación sea realizada a través de las autoridades
centrales, que son organismos técnicos especializados en
materia de cooperación internacional a quienes se les
encarga gestionar las solicitudes para lograr la debida
celeridad.
El artículo 20 establece en el inciso c) que tendrán
eficacia
extraterritorial
en
los
Estados
Parte,
las
sentencias
que
emanen
de
un
órgano
jurisdiccional
competente, según las normas del Estado requerido sobre
jurisdicción internacional y en el inciso e) se dispone que
resulta un requisito indispensable que el pronunciamiento
cuyo reconocimiento se solicita, haya pasado en autoridad de
cosa juzgada.
Finalmente, respecto del cumplimiento de los mentados
aspectos sustanciales o materiales, el instrumento en
análisis en el artículo 20 inciso f) dispone que las
sentencias
y
laudos
arbitrales
tendrán
eficacia
extraterritorial en los Estados Partes si reúnen las
siguientes condiciones "que no contraríen manifiestamente
los principios de orden público del Estado en que solicitan
el reconocimiento y-o ejecución".
EL PROTOCOLO SOBRE JURISDICCION INTERNACIONAL EN MATERIA
CONTRACTUAL – DE BUENOS AIRES DE 1994, APROBADO EN ARGENTINA
POR LEY 24.669.
Este convenio reviste importancia por numerosos motivos:
uno, por ofrecer a los operadores, tanto particulares, como
los propios Estados, de un marco regulador apropiado, de
previsibilidad y seguridad jurídica destinado a garantizar
la uniformidad de las decisiones jurisdiccionales dentro del
área integrada. La adopción de reglas comunes sobre
jurisdicción internacional en materia contractual, está
enderezada a generar un mayor impulso para el desarrollo de
las relaciones económicas entre los pueblos de los países
miembros. Este instrumento jurídico dedicado a la materia
contractual, regula los tres aspectos que tal como lo hemos
señalado
precedentemente,
comprende
la
jurisdicción
internacional. En efecto, en el título III regla "La
Jurisdicción como requisito para el reconocimiento y
ejecución de sentencias y laudos arbitrales, en un único
artículo el número 14.
Esta disposición prevé que la jurisdicción internacional
reglada por el artículo 20 literal c) del Protocolo de las
Leñas sobre Cooperación y Asistencia Jurisdiccional en
Materia Civil, Comercial, Laboral y Administrativa, quedará
sometida a lo dispuesto en el Protocolo de Buenos Aires.
Ello implica que que si una parte solicita, por vía de
hipótesis, el reconocimiento de una sentencia o de un laudo
extranjero ante los Estados Partes, éstos deberán darle
cumplimiento si la decisión hubiera sido dictada con
arreglo, en primer lugar con las normas establecidas en el
Protocolo y en segundo término si reúnen las condiciones
establecidas en el artículo 20 literal c) del Protocolo de
las Leñas. Precisamente, se produce un reenvío interno
legislativo dado que para evaluar la jurisdicción del órgano
jurisdiccional o arbitral competente, habrá que recurrir a
los criterios establecidos en el Protocolo de Buenos Aires.
Que la sentencia haya sido dictada:
1. Por el juez o el árbitro que las partes eligieron en un
acuerdo válido o en ausencia o invalidez de la prórroga;
2.
Por el juez del Estado del lugar del domicilio
del demandado; o
3.
Por
el
juez
del
Estado
del
lugar
del
cumplimiento de contrato; o
4.
Por el juez del Estado del lugar del domicilio
o sede social del actor si demostrare que cumplió
con la prestación a su cargo.
Como advertirá el lector, el Protocolo pertenece a la
categoría de instrumentos que en materia de cooperación
internacional se dedica a regular no solamente la validez de
la
prórroga
de
jurisdicción,
sino
las
ya
famosas
jurisdicción
internacional
directa
y
la
jurisdicción
internacional indirecta.
SOLUCIONES EN EL NIVEL CONVENCIONAL UNIVERSAL
LA CONVENCION DE NUEVA YORK DE 1958 SOBRE RECONOCIMIENTO Y
EJECUCION DE LAUDOS ARBITRALES EXTRANJEROS – RATIFICADA POR
LEY ARGENTINA 23.619 DEL 28 DE SEPTIEMBRE DE 1988.
Resulta casi de toda obviedad señalar que el incremento de
las relaciones jurídicas internacionales a través de las
fronteras, ha elevado al arbitraje privado internacional a
la categoría de método de resolución de las disputas por
excelencia. Las partes en las transacciones internacionales,
al preseleccionar al arbitraje como método de resolución de
sus disputas, esperan encontrar: un foro neutral que
interprete sus derechos, en lo posible sin la interferencia
de los tribunales estatales; la posibilidad de recurrir a un
tribunal estatal para anular el laudo que no ha respetado
las garantías básicas del debido proceso, o que ha sido
dictado bajo los efectos del fraude o la corrupción y por
último lo que aquí nos interesa, asegurarse que la decisión
arbitral habrá de ser rápidamente ejecutada sin ser sujeta a
la revisión sobre el fondo por los tribunales estatales.
En este trabajo, nos hemos marcado referirnos a uno de sus
aspectos
más
importantes
como
es
el
relativo
al
reconocimiento y ejecución de las sentencias arbitrales o
laudos extranjeros, razón por la cual no podemos soslayar el
análisis de la célebre Convención de Nueva York de 1958.
Precisamente se ha dicho que es el instrumento de carácter
práctico más importante del derecho privado uniforme, se ha
conformado con resolver dos cuestiones básicas en la
materia:
1. Cuando las partes han acordado el arbitraje y ante el
estallido de la disputa, una de ellas mediante el
recurso a tácticas, a añagazas, que procuran dilatar el
procedimiento iniciando la acción ante los tribunales
estatales y
2.
Cuando dictado el laudo arbitral, una de las
partes se niega a reconocerlo y cumplirlo.
La Convención de Nueva York, reconoce la validez de los
acuerdos arbitrales celebrados por escrito y obliga a los
tribunales estatales a remitir a las partes a arbitraje y
dictado el laudo obliga a los tribunales estatales a
reconocerlos y a ordenar su cumplimiento forzoso.
Veamos los textos pertinentes:
Artículo V
"1. Sólo se podrá denegar el reconocimiento y la ejecución
de la sentencia, a instancia de la parte contra la cual es
invocada, si esta parte prueba ante la autoridad competente
del país en que se pide el reconocimiento y la ejecución:
a. Que las partes en el acuerdo a que se refiere el
artículo II estaban sujetas a alguna incapacidad en
virtud de la ley que es aplicable o que dicho acuerdo no
es válido en virtud de la ley a que las partes lo han
sometido, o si nada se hubiera indicado a este respecto,
en virtud de la ley del país en que se haya dictado la
sentencia; o
b.
Que la parte contra la cual se invoca la
sentencia
arbitral
no
ha
sido
debidamente
notificada de la designación del árbitro o del
procedimiento de arbitraje o no ha podido, por
cualquier otra razón, hacer valer sus medios de
defensa; o
c.
Que la sentencia se refiere a una diferencia
no prevista en el compromiso o no comprendida en
las disposiciones de la cláusula compromisoria, o
contiene decisiones que exceden los términos del
compromiso o de la cláusula compromisoria; no
obstante, si las disposiciones de la sentencia que
se refiere a las cuestiones sometidas al arbitraje
pueden separarse de las que no han sido sometidas
al
arbitraje,
se
podrá
dar
reconocimiento
y
ejecución a las primeras; o
d.
Que la constitución del tribunal arbitral o el
procedimiento arbitral no se han ajustado al
acuerdo celebrado entre las partes o, en defecto
de tal acuerdo, que la constitución del tribunal
arbitral o el procedimiento arbitral no se han
ajustado a la ley del país donde se ha efectuado
el arbitraje; o
e.
Que la sentencia no es aún obligatoria para
las partes o ha sido anulada o suspendida por una
autoridad competente del país en que, o conforme a
cuya ley, ha sido dictada esa sentencia".
"2. También se podrá denegar el reconocimiento y la
ejecución de una sentencia arbitral si la autoridad
competente del país en que se pide el reconocimiento y la
ejecución, comprueba:
a. Que, según la ley de ese país, el objeto de la
diferencia no es susceptible de solución por vía de
arbitraje; o
b.
Que el reconocimiento o la ejecución de la
sentencia serían contrarios al orden público de
ese país".
Sintéticamente puede decirse que esta Convención que tiene
vigencia casi universal, regula dos de los aspectos
fundamentales en materia de arbitraje privado internacional
como son el reconocimiento de la validez del acuerdo de
arbitraje y el reconocimiento y ejecución de los denominados
laudos extranjeros. Entre sus principales méritos, podemos
señalar los siguientes:
1. Recoge la noción de sentencia extranjera, entendiéndose
por tal la que ha sido dictada en territorio distinto al
del Estado donde se solicita su reconocimiento o
ejecución, o que no haya sido considerada como nacional
por el Estado en el cual se pide dicho reconocimiento o
ejecución. Estos criterios se desprenden del artículo I
de la Convención, cuando establece que son aquellas
dictadas en el territorio de un Estado distinto de aquél
en que se pide el reconocimiento y la ejecución de
dichas sentencias. Se aplicará también a las sentencias
arbitrales que no sean consideradas como sentencias
nacionales en el Estado en el que se pide su
reconocimiento o ejecución. Siguiendo a la doctrina
extranjera más autorizada diremos que para "saber cuando
existe una sentencia extranjera podemos aplicar dos
criterios, ambos negativos: a. Que no se haya dictado en
el territorio del Estado ante el cual se pide
reconocimiento y ejecución o b. que aún dictada en dicho
territorio,
el
ordenamiento
jurídico
del
Estado
requerido no la considere como laudo nacional.
2 . Consagra
el principio rector que inspira las
modernas
legislaciones
y
convenciones
internacionales que se basa en la presunción de
validez
de
los
acuerdos
arbitrales
y
la
regularidad
de
las
sentencias
arbi trales
extranjeras,
3.
Establece el requisito de la obligatoriedad de
la sentencia extrajera, no su firmeza. Este tema
ha
dado
lugar
a
una
gran
diversidad
en
su
interpretación, dado que del texto del instrumento
bajo examen no surge una definición del términ o
obligatorio, cuestión que le permitió a la más
autorizada
de
las
doctrinas
vaticinar
las
consecuencias negativas de esta omisión.
4.
Exige la presentación de un número mínimo de
documentos para respaldar la petición de la parte
que invoca a su favor una sentencia arbitral
extranjera. Solamente se trata de la copia del
acuerdo arbitral y del laudo, en su caso traducido
si el idioma en que se ha dictado es distinto de
aquél en que se redactó el acuerdo arbitral.
5.
Invierte la carga de la prueba, obligando a
quien resiste el reconocimiento y/o ejecución a
probar
que
no
se
encuentran
reunidos
los
requisitos que lo impiden. En este sentido, cabe
señalar
que
las
causales
se
encuentran
taxativamente establecidas en el artículo V de la
Convención. Se trata de motivos oponibles por
parte del demandado.
6.
Posibilita la denegación o rechazo de oficio
por parte del juez requerido, cuando el laudo se
opone al orden público internacional o se trata de
una cuestión no arbitrable de conformidad con la
ley del foro.
7.
Permite
el
reconocimiento,
así
como
la
ejecución
parcial
del
laudo,
el
denominado
exequatur parcial.
CONVENCION DE NUEVA YORK DE 1958
INTERPRETACION DE LA CONVENCION DE NUEVA YORK POR LOS
TRIBUNALES ESTATALES
Solamente con el afán de demostrar la excelencia de la
Convención nos permitimos antes de continuar con nuestro
itinerario, mencionar algunas de las sentencias dictadas por
tribunales estatales, a la hora de la interpretación de su
texto. Bástenos citar algunos casos paradigmáticos, tales
como los dictados por:
La Corte de Casación de Italia, decidió que la Convención de
Nueva York prevalece sobre el Código de Procedimientos
Civiles en materia de reconocimiento y ejecución de laudos
arbitrales
extranjeros.
Sostuvo
que
se
trata
de
un
instrumento que como lex specialis deroga el art. 2 del
texto citado conforme con el cual la jurisdicción italiana
no cede a favor de árbitros extranjeros, razón por la cual
se
encarga
de
brindar
una
protección
jurisdicción
internacional efectiva y armoniosa asegurando la ejecución
de los laudos.
La High Court of Singapore, sostuvo la doctrina que el orden
público no requiere que el tribunal rechace la ejecución del
laudo, dado que no hubo alegaciones de fraude o de
ilegalidad,
no
causando
daño
al
bien
público
su
cumplimiento. Tal como afirman los actores, el principio de
cortesía entre las naciones exige que los laudos de los
tribunales
arbitrales
extranjeros
reciban
la
debida
deferencia y sean ejecutados a no ser que existan causales
excepcionales que lo impidan. Por último, se afirma que
siendo una nación que aspira a ser reconocida como centro de
arbitraje, debe reconocer laudos extranjeros si espera que
sus propios laudos sean reconocidos en el extranjero.
La Corte del Distrito de Alaska, en los Estados Unidos
sostuvo que la finalidad primordial de la Convención de
Nueva York y el propósito que tuvieron los Estados Unidos
para
adoptarla
e
implementarla,
fue
promover
el
reconocimiento y ejecución de acuerdos de arbitraje en los
contratos internacionales y la uniformidad de los estándares
por los que los acuerdos y los laudos ejecutados en los
estados
signatarios,
citando
expresamente
el
célebre
precedente de Scherk v. Alberto-Culver Co de 1974. En el
Distrito de Maryland, la Corte sostuvo que la política de
favorecer la ejecución de los acuerdos de arbitraje se
aplica con especial fuerza en el contexto de las operaciones
internacionales, que deriva de las preocupaciones de la
cortesía internacional respecto de la capacidad de los
tribunales
extranjeros
e
internacionales,
y
de
la
sensibilidad hacia la necesidad de predescibilidad del
resultado en la resolución de las desavenencias en el
sistema del comercio internacional. Asimismo, el tribunal
cita el célebre caso Mitsubishi Motors, donde la Corte
Suprema de Estados Unidos admite la arbitrabilidad de las
cuestiones derivadas del derecho de la competencia.
Tal como anticipamos, quizás uno de los temas que ha
merecido numerosas como diversas interpretaciones, es el
término obligatorio como requisito para que el laudo pueda
ser reconocido o ejecutado. Sobre esta delicada cuestión nos
detendremos seguidamente.
Cabe examinar las distintas interpretaciones de que ha sido
objeto por los tribunales estatales el término obligatorio.
Así para una de las líneas de pensamiento, el laudo es
obligatorio cuando no es susceptible de recursos ante un
tribunal estatal o ante un segundo tribunal arbitral. Para
otra, el laudo resulta obligatorio cuando no está sujeto a
la
apelación
ante
un
tribunal
arbitral.
Para
otra
orientación, el laudo es considerado obligatorio a menos que
esté sujeto a anulación o a una suspensión. Finalmente, una
corriente que puede calificarse como mayoritaria entiende
que el laudo es obligatorio de conformidad con la ley que lo
gobierna, que lo rige, vale decir, con arreglo a la ley del
país en el cual o bajo la ley del cual, el laudo ha sido
dictado. Ciertamente, las predicciones de algunos de sus
comentaristas desafortunadamente se han ido cumpliendo, lo
cual no hace mucho a favor de las ansiadas celeridad,
economía, predescibilidad que las partes buscaron al pactar
la vía arbitral.
Sin embargo, consideramos que estas dificultades pueden
verse atenuadas, mediante la redacción de un prolijo acuerdo
arbitral en el que se establezca el momento en que el laudo
será considerado como obligatorio o la sabia elección de un
centro de arbitraje que prevea esta delicada cuestión en su
reglamento.
Para culminar diremos, que se observa una peculiar prudencia
por la jurisprudencia internacional con relación a la
defensa de orden público internacional, que a pesar de la
frecuencia
con
que
es
esgrimida
ha
sido
casi
sistemáticamente desestimada por los tribunales estatales.
Culminando el sucinto análisis realizado de un instrumento
internacional de tanta relevancia como la Convención de
Nueva York que nos obliga a comprometernos a volver en una
próxima ocasión para su más profundizado tratamiento, nos
dedicaremos a comentar algunos fallos de los tribunales
estatales argentinos.
JURISPRUDENCIA ARGENTINA
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, el 15 de octubre
de 1996 sostuvo en los autos caratulados: "Ríopar S.R.L.
c.Transportes Fluviales Argenrio S.A.", que:
1. La
eficacia
extraterritorial
en
la
República
Argentina de una resolución judicial pronunciada en
la República del Paraguay está condicionada a la
satisfacción de ciertos requisitos contenidos en los
tratados que unen ambos Estados, algunos de los
cuales pueden ser verificados de oficio por el juez
requerido, entre ellos, la compatibilidad de lo
actuado y resuelto con los principios y leyes de
orden público del Estado en que se pide el
reconocimiento o la ejecución.
2.
El principio del debido proceso adjetivo
(art. 18 de la Constitución Nacional) integra
el orden público internacional argentino y a
él debe conformarse no sólo todo procedimiento
jurisdiccional
que
se
lleve
a
cabo
en
jurisdicción
argentina,
sino
también
todo
procedimiento que concluya en sentencia o
resolución pronunciada por autoridad judicial
extranjera con efectos extraterritoriales en
la República Argentina.
3.
El art. 2 inciso f) de la Convención
interamericana sobre eficacia extraterritorial
de
las
sentencias
y
laudos
arbítrales
extranjeros, en cuando señala como condición
del reconocimiento de eficacia, "que se haya
asegurado la defensa de las partes", alude al
principio
del
debido
proceso
adjetivo
consagrado en el art. 18 de la Constitución
Nacional.
4.
Ante el silencio y falta de intervención
del
acreedor
hipotecario
en
el
juicio
ejecutivo llevado a cabo en el extranjero
corresponde
al
juez
del
Estado
argentino
requerido ponderar si, en el caso concreto, la
citación fue regular y dio posibilidad real de
asegurar la defensa de la parte (art. 2 inc.
F, Convención interamericana sobre eficacia
extraterritorial de las sentencias y laudos
arbitrales extranjeros), sin que ello implique
incurrir en una revisión de fondo.
5.
La orden del juez de la República del
Paraguay de extinguir, sin debate, la hipoteca
naval regularmente constituida en la República
Argentina, Estado de la bandera del buque,
coloca en indefensión a la parte beneficiada
por la garantía real y afecta principios
constitucionales que integran el orden público
internacional argentino (arts. 17 y 18 de la
C.N.) lo cual obsta al cumplimiento de la
rogatoria.
6.
Debe equipararse a sentencia definitiva la
resolución que negó librar oficio al Registro
Nacional de Buques para la cancelación de la
hipoteca
naval
que
gravaba
embarcaciones
subastadas en la República del Paraguay, pues
irroga un
perjuicio de difícil reparación
posterior y, al negarse el cumplimiento de una
rogatoria dispuesta por un juez extranjero
constituye
un
supuesto
de
gravedad
institucional,
en
tanto
compromete
el
cumplimiento por el Estado nacional de sus
obligaciones internacionales.
7.
Es admisible el recurso extraordinario si
se
halla
en
juego
la
interpretación
y
aplicación del Tratado de Derecho Procesal
Internacional de Montevideo de 1940 y la
Convención
Interamericana
sobre
eficacia
extraterritorial de las sentencias y laudos
arbitrales extranjeros, y la decisión ha sido
contraria al derecho que el apelante fund ó en
tales convenciones (art. 14 inc. 3 Ley 48).
8.
Las formas procesales deben cumplirse de
manera
que
no
se
frustre
su
finalidad
esencial".
La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala B, con
fecha 31 de octubre de 1994, en los autos: "M. De L. , O.
C.J.
sobre
Exequatur
y
reconocimiento
de
sentencia
extranjera", estableció que:
1. "Conforme el art. 227 del Código Civil (t.o. ley
23.515), se establece una opción a favor del cónyuge
actor, lo que hace que los puntos de conexión sean
dos: a) el lugar del domicilio del esposo/a
demandado y b) el lugar del último domicilio en que
efectivamente convivieron los cónyuges. Si ambos
domicilios se ubican en el país, existe una
jurisdicción internacional exclusiva y excluyente;
si un domicilio se halla en el territorio nacional y
otro
en
el
extranjero,
la
jurisdicción
será
concurrente; y si ambos domicilios se encuentran
fuera de la República, el juez argentino carece de
competencia
2.
El art. 227 del CC, le evita al demandante
la carga de demostrar donde estuvo radic ado el
último domicilio conyugal, extremo que en
algunos
supuestos
puede
ser
de
difícil
demostración, por ejemplo cuando la separación
de hecho hubiere ocurrido muchos años antes de
promoverse la demanda de divorcio, en cuyo
caso puede directamente deducir su pretensión
ante el tribunal del domicilio del cónyuge
demandado sin que éste pueda excepcionarse
invocando
que
el
hogar
matrimonial
se
encontraba en otro lugar.
3.
A partir de la vigencia de la ley 23.515,
la prueba del último domicilio conyugal no
reviste
la
trascendencia
que
tenía
con
anterioridad de su entrada en vigor, puesto
que ahora el juez extranjero también será
competente cuando allí se domicilie la parte
demandada.
4.
Aunque
no
surja
de
la
constancias
incorporadas a la causa que en el Reino de
España
hubiera
estado
radicado
el
último
domicilio del matrimonio, sino que se trataría
de una mera afirmación del letrado de la
accionante, si el marido consintió que la
acción
de
divorcio
se
entablara
ante
la
justicia española, la contestó en tiempo sin
oponer reparo alguno en orden a la competencia
territorial de la justicia española, el art.
227 del CC no puede considerarse vulnerado.
Súmese a ello, que el citado artículo se
relaciona con la norma del art. 164 del mismo
CC, por el cual la disolución del m atrimonio
se rige por la ley del último domicilio de los
cónyuges, y en el caso, según la ley española
al ser ambos litigantes argentinos resultó de
aplicación la ley argentina, esto es, la misma
ley que hubiera aplicado el juez argentino,
por lo que la acción promovida en aquél país
tampoco tuvo por finalidad sustraerse de los
efectos de nuestra legislación nacional".
La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala H, con
fecha 2 de marzo de 1995, en materia de patria potestad,
tenencia y régimen de visitas, sustracción internacional de
menores, en la causa caratulada: "A.L.A. s/exhorto", sostuvo
en lo particular que:
1. "A los efectos de la ejecución de las sentencias
extranjeras corresponde distinguir, en primer lugar,
si nuestro país está o no vinculado por un tratado
con el país a que pertenece el órgano jurisdiccional
foráneo que ha emitido el pronunciamiento, supuesto
en el cual, habrá de atenerse a las reglas allí
establecidas.
2.
Si
la
sentencia
extranjera
cuyo
cumplimiento se solicita, tiene su fund amento
en el Convenio sobre los Aspectos Civiles de
la
Sustracción
Internacional
de
Menores,
adoptado el 25 de octubre de 1980 por la
decimocuarta
sesión
de
la
Conferencia
de
Derecho Internacional Privado de La Haya,
ratificado por nuestro país a través de la Ley
23.857, publicada el 31 de octubre de 1990, el
análisis de la procedencia del pedido de
restitución de una menor a su padre contenido
en la rogatoria presentada debe hacerse de
conformidad con lo dispuesto por los artículos
12,13 y 14 del mentado convenio. Es decir, que
el
Tribunal
sólo
le
compete
evaluar
las
circunstancias mencionadas en los artículos
mencionados, todo ello en concordancia con las
disposiciones contenidas en la Convención de
lso
Derechos
del
Niño,
de
raigambre
constitucional, a la luz del interés superior
de éste. ...".
La Cámara Nacional en lo Comercial, Sala A, con fecha 15 de
julio de 1999, en la causa caratulada: "Pamet s. Incidente
de Revisión por Triunph Europe Holding R. y otros", sostuvo
la siguiente doctrina:
1.El exequatur es un juicio de control jurisdiccional
mediante el cual se efectúa una declaración de certeza de la
ejecutoriedad
de
una
resolución
judicial
o
arbitral
extranjera.
2.Dado que el exequatur es un proceso especial mediante el
cual se reconoce eficacia ejecutoria a un fallo extranjero,
las defensas o articulaciones que pretendan despojar el
título de tal eficacia, deberán plantearse ante el juez que
conozca en el proceso.
3. Toda vez que el exequatur es un proceso especial mediante
el cual se reconoce eficacia ejecutoria a un fallo
extranjero, debe reconocerse derecho al futuro ejecutado a
objetar los términos del testimonio en cuestión si considera
que no corresponde fielmente con las constancias de autos.
4.En materia arancelaria, el derecho a la percepción de los
honorarios......".
La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, por la
Sala E, tuvo ocasión de expedirse sobre nuestro tema en
examen, en la causa: "Voest Alpine Intertrading c/Cargem
SA", en la sentencia dictada el 11 de octubre de 1988.
Se trata de un caso que llega al tribunal superior ante el
agravio de la actora contra la decisión del juez de grado
que desestimó liminarmente su pretensión de obtener el
exequatur a favor de un laudo dictado en la ciudad de
Londres, Inglaterra. El sentenciante rechazó el pedido de
ejecución del laudo, por entender que la documentación
acompañada no había sido presentada debidamente legalizada,
por carecer de la necesaria intervención del funcionario de
Gran Bretaña que certifique la autenticidad de origen,
autorización que debe constar antes de la expedida por el
encargado de asuntos argentinos de la Embajada de la
República Federativa de Brasil en Londres.
Sostuvo la Cámara que "...Más allá de la naturaleza del
laudo arbitral en el país de su expedición, lo cierto es que
el mismo ha adquirido carácter público por la intervención
del notario inglés...". Si bien el tribunal reconoce que el
recaudo se encuentra incumplido, considera que tal situación
debe ser regularizada mediante el régimen establecido, no al
momento del dictado del laudo sino al momento del exequatur,
por la Convención de La Haya de 1961, en vigor en la
República
Argentina,
que
suprime
la
exigencia
de
legalización de los documentos públicos extranjeros . En
efecto, el mencionado instrumento internacional, en vigor
desde el 18 de febrero de 1988, considera documento público
a
las
actas
notariales,
lo
cual
determina
que
la
documentación cuya ejecución se intentara se encontrara
alcanzada por dicha normativa, que exige como única
formalidad la inserción de un certificado denominado
"apostille" que deberá ser expedido por la autoridad
competente del Estado en que se originó el documento.
Finalmente, se revoca el decisorio apelado y se dispone el
cumplimiento de lo dispuesto en el art. 6 de la Ley 20.305 y
de la Convención de La Haya de 1961, en forma previa al
despacho de la ejecución pretendida...".
LA LEY MODELO DE LA CNUDMI SOBRE LA INSOLVENCIA
TRANSFRONTERIZA
La Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil
Internacional, aprobó en su trigésimo período de sesiones,
en Viena entre los días 12 al 30 de mayo de 1997, el texto
de la Ley Modelo sobre la insolvencia transfronteriza.
Estamos en presencia de una iniciativa de armonización en el
ámbito universal, en la que se abordan algunos de los
problemas
derivados
en
un
área
de
los
negocios
internacionales altamente significativa.
El instrumento es el resultado de una tarea que tuvo su
inicio en 1992 en oportunidad de la conmemoración de los
veinticinco años del organismo. Cabe mencionar, entre sus
antecedentes inmediatos, la celebración de dos coloquios
internacionales
entre
la
Comisión
y
la
Asociación
Internacional de Especialistas en Casos de Insolvencia
(INSOL), en Viena de 1994 y en Toronto en 1995, en los que
tuvieron
participación
representantes
gubernamentales,
especialistas, jueces, entre otros entendidos. En dichas
oportunidades se propuso a la Comisión la elaboración de un
texto que se ocupase de las cuestiones relacionadas con los
procedimientos relativos a las insolvencias transnacionales,
desde un triple punto de mira, para:
1. Facilitar la cooperación judicial;
2.
Posibilitar el acceso a los tribunales de los
administradores
de
los
administradores
de
procedimientos de insolvencia extranjeros y
3.
Favorecer
el
reconocimiento
de
los
procedimientos
de
insolvencia
extranjeros.
Precisamente
en
este
último
aspecto
nos
detendremos.
RECONOCIMIENTO DEL PROCEDIMIENTO EN EL EXTRANJERO
La Ley Modelo en esta ocasión modalidad elegida para la
armonización legislativa en esta materia, prevé de manera
pormenorizada
lo
relacionado
con
la
solicitud
de
reconocimiento del procedimiento extranjero.
Entre sus disposiciones más importantes, se establecen las
condiciones que debe reunir la solicitud de reconocimiento,
la cual entre otras, deberá ser presentada por el
representante extranjero ante el tribunal que haya designado
cada Estado como órgano competente – art. 4-, la cual estará
acompañada de la documentación que acredite la existencia
del procedimiento de insolvencia extranjero, el nombramiento
del representante, así como una declaración de donde surjan
los datos relativos a todos los procedimientos extranjeros
abiertos contra el deudor de que se tenga conocimiento- art.
15-.
Cabe observar, que el instrumento jurídico internacional
bajo examen, apunta a facilitar y simplificar los trámites
mediante un procedimiento sencillo como ágil, sin necesidad
que los documentos se encuentren legalizados y admitiendo
cualquier medio de prueba según el derecho del foro-arts.
15.2, 15.4. y 16-.
Desde ya cabe señalar, que la mera presentación de la
solicitud de reconocimiento produce como efectos inmediatos,
la posibilidad de requerir medidas precautorias, si son
necesarias y urgentes, encaminadas a paralizar toda medida
de ejecución contra los bienes del deudor, a garantizar la
administración de la masa concursal para evitar su indebida
disminución, y proteger los intereses de los acreedoresart. 19.1-.
Si el procedimiento extranjero es un procedimiento de
insolvencia
que
se
enmarca
dentro
de
los
recaudos
establecidos por el texto normativo, si el representante
tiene las facultades requeridas, si se han presentado los
documentos pertinentes ante el tribunal competente, se
reconocerá el procedimiento extranjero. Así de sencillo.
Este
reconocimiento
encierra
la
posibilidad
para
el
representante de obtener información sobre los bienes del
deudor, la administración y realización de sus bienes, la
prórroga de medidas cautelares adoptadas y cualquier otra
medida que sea admisible según el derecho del foro.
Asimismo, le cabe al representante la facultad de entablar
acciones procesales con el fin de proteger los intereses de
los acreedores e intervenir en todos los procedimientos en
que el deudor sea parte.
Quizás resten aclarar tres cuestiones para comprender el
procedimiento
establecido
por
el
instrumento
jurídico
internacional, que según se observa atiende adecuadamente
las particulares características del área regulada. En
primer lugar, que el encontrarse en trámite un procedimiento
en el foro, no trae como consecuencia el no reconocimiento
del procedimiento extranjero, sino que precisamente se
establecen
una
serie
de
disposiciones
especialmente
encaminadas al logro de la coordinación entre tales
procedimientos, el del foro y el extranjero. En segundo
lugar, que el procedimiento extranjero será calificado como
principal o secundario, dependiendo del lugar donde se
localice el tribunal extranjero cuyo procedimiento pretende
ser reconocido en el foro, lo cual obviamente, implica el
examen de la competencia del juez para llevarlo a cabo. En
tercer y último lugar, conviene resaltar que si bien la Ley
Modelo no regula el aspecto de la jurisdicción internacional
directa,
distingue
en
materia
de
procedimientos
de
insolvencia, entre procedimiento extranjero principal, que
es el que está llevado a cabo en el Estado donde el deudor
tiene el centro de sus principales intereses y procedimiento
extranjero secundario o no principal, que son los que
tramitan
en
un
Estado
donde
el
deudor
tiene
un
establecimiento.
Si continúa expandiéndose el comercio internacional, como
viene haciéndolo desde hace bastante tiempo, los Estados se
encuentran obligados cada vez más, a tomar conciencia de la
importancia que reviste darle solución a los problemas de
insolvencia internacional.
CONCLUSIONES
Hemos recorrido tanto en su contenido como en su práctica
los distintos marcos normativos, sean de fuente interna o de
fuente convencional que se encuentran en vigor en la
República Argentina en materia de reconocimiento y ejecución
de sentencias y laudos arbitrales, así como las tendencias
interpretativas jurisprudenciales contemporáneas, intentando
construir el sistema de derecho internacional privado
argentino.
Pudimos observar que dentro hasta en los espacios integrados
de los que participa nuestro país, la asistencia y
cooperación jurídica internacional, ha alcanzado un nivel de
desarrollo considerablemente importante. Ocurre lo propio en
el
nivel
universal
en
el
que
existen
realizaciones
notablemente exitosas en el arduo camino de la armonización
y uniformidad en la materia. No obstante que en la República
Argentina existen propuestas de codificación de nuestra
disciplina,
a
diferencia
de
lo
que
acontecía
con
antecedentes anteriores, lamentablemente en las nuevas
propuestas no se incorporan normas sobre reconocimiento de
sentencias y laudos. Ello obedece, según sabemos por que se
teme herir, desde el punto de vista constitucional, la
susceptibilidad de los poderes provinciales a favor de la
Nación. Sin embargo, a pesar de no haber integrado la
Comisión Redactora, con todo respeto, no puedo dejar de
manifestarme en contra de esa decisión. En efecto, tal como
lo he dicho y escrito en ocasión de distintas oportunidades
académicas, no puede amputarse el objeto de la disciplina e
ignorarse la necesidad de su tratamiento legislativo en una
futura, añorada, esperada ley de derecho internacional
privado, en un código de derecho internacional para la
República Argentina. Quizás alguien escuche nuestro sincero
clamor.
1Alcalá
Zamora, Niceto “Bases para unificar la cooperación procesal internacional”,
La Habana, Cuba, 1957. La cita fue tomada de Cappelletti, Mauro en Riconoscimento
delle Sentenze Straniere e basi ideologiche della interpretazione giurídica. Boletín
Mexicano de Derecho Comparado, año VII, Número 22-23, enero-agosto de 1975, pág. 133.
2
Goldschmidt, Werner”Derecho Internacional Privado. Derecho de la Tolerancia”,
Buenos Aires, Depalma, Kaller de Orchansky, Berta “Nuevo Manual de Derecho
Internacional Privado”, Plus Ultra, 1993.
3 Najurieta, María Susana “El pluralismo metodológico en el Derecho Internacional
Privado actual”, El Derecho, 161-1069.
4 Miaja de la Muela, Adolfo “Derecho Internacional Privado”, Tomo II, Parte Especial.
P. 691, Atlas, Madrid, 1987.
5 Fernández Arroyo, Diego “Derecho Internacional Privado. Una mirada actual sobre sus
elementos esenciales”, Ed. Advocatus, Córdoba, Argentina, p. 91, 1998. Biocca,
Cárdenas, Basz, “Lecciones de Derecho Internacional Privado”, Parte General,
Editorial Universidad, Buenos Aires, Argentina, Ediciones 1990, 1997.
6
Ver las Recomendaciones efectuadas durante las III Jornadas de la Asociación
Argentina de Derecho Internacional Privado, celebradas en Rosario, en 1994.
7 Los estatutarios italianos, como Bártolo de Sassoferrato, Baldo de Ubaldis y Jacobo
Balduinus, se ocuparon de la regulación del proceso con elementos foráneos. Así, la
clásica distinción entre formas procesales ordenatorias y decisorias es atribuída a
Jacobo Balduino, quien confiaba las primeras a la ley del foro- lex fori- mientras
que las segundas las sujetaba a la ley reguladora de la relación jurídica- lex
causae-.
8 Ver Dreyzin de Klor, Adriana “Hacia la quinta libertad fundamental del MERCOSUR” en
“Mercosul No Cenario Internacional Direito e Sociedade”, Juruá Edit. Volumen I, p.
17/29, Curitiba Brasil.
9
Ver, entre la bibliografía sobre el tema, Feldstein de Cárdenas, Sara L.
“Jurisdicción Internacional en Materia Contractual”, colección dirigida por los
Doctores Atilio A. Alterini y Roberto López Cabana, Sistema Jurídico del Mercosur,
Volumen 4, pág. 134 y sgtes., Editorial Abeledo Perrot, 17 de noviembre de 1995.
10 Telechea Bergman, Eduardo “La Cooperación Jurídica Internacional de Mero trámite y
probatoria”, capítulo de la obra dirigida por Angel Landoni Sosa titulada Curso de
Derecho Procesal Internacional y Comunitario”, publicada por la Fundación de Cultura
Universitaria, primera edición, marzo de 1997, pág. 148/176 y del mismo autor “Un
instrumento para la integración jurídica regional”, Estudios Multidisciplinarios del
Mercosur”, Edición Fondo de Cultura Universitaria, Universidad de la República,
Montevideo, 1995, p. 141. Ver Goldschmidt, Werner “Jurisdicción internacional directa
e indirecta”, Prudentia Iuris, Universidad Católica Argentina, agosto de 1980, N° 1,
pág. 9 y “Autonomía de la jurisdicción internacional indirecta”, El Derecho, Tomo
120, p. 897 y sgtes.
11 Bartin, Etienne “Etudes sur les effets internationaux des jugements”, París, 1907.
Este autor concebía al derecho internacional privado como un sistema de distribución
de competencias legislativas que eran la expresión de la soberanía de un Estado.
12 Alfonsín, Quintín . Revista de la Facultad de Derecho, Año IX, N°1, p. 165.
13 La doctrina argentina más prestigiosa ha definido el exequatur como el acto que,
recayendo sobre la propia sentencia extranjera, inviste a ésta tal como ha sido
dictada, de los mismos efectos que tienen las sentencias de los jueces nacionales,
sin necesidad de entrar a la revisión del juicio. Vico, Carlos M. “Curso de Derecho
Internacional Privado. Tomo II, p. 320. Según nuestro criterio, el exequatur es la
culminación de un proceso de conocimiento que persigue otorgar eficacia ejecutiva a
la sentencia o al laudo extranjero, mediante la verificación del cumplimiento de
ciertos recaudos de tipo formal, sustancial y procesales, acordándole los mismos
efectos que las sentencias o laudos dictados por las autoridades competentes
estatales o arbitrales dentro del territorio nacional.
14 Ver Pérez Vera, Elisa con la colaboración de Calvo Caravaca, Alfonso: Abarca Junco
, P., González Campos, Julio y Virgos Soriano “Derecho Internacional Privado. Volumen
I.”, Cuarta edición revisada, Madrid, junio de 1993.
15 Fernández Rozas, Carlos y Sánchez Lorenzo, Sixto “Curso de Derecho Internacional
Privado”, p. 638, Segunda Edición, Civitas.
16
Convenio de Bruselas de 1968, dentro del espacio integrado de la U.E., que
tratamos en la obra citada en la nota 3, que establece en el último párrafo del art.
28 que: “No podrá procederse a la fiscalización de la competencia del Tribunal del
Estado de origen”.Cabe observar, que en la actualidad este Convenio ha sido
sustituido por una fuente de origen comunitaria el Reglamento Bruselas II.
17 Dentro
del sistema jurídico argentino, conforme lo establecido por el Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación, la mera rebeldía no autoriza la denegación
del reconocimiento o ejecución de la decisión pertinente.
Alfonsín, Quintín “La fuerza probatoria de las sentencias extranjeras y el
exequatur”, LJU, Tomo XVIII, p. 65 y “La ejecución extranacional de las sentencias en
materia civil y comercial”, RDPP. 1955, p, 259 y sgtes ;Opertti Badán, Didier
“Reconocimiento y ejecución de sentencias y laudos arbitrales extranjeros”, obra
mecanografiada, 1976, Droz, George “Competence judiciaire et effets de jugements dans
le Marché Commun”, 1972, entre muchos autores.
19 Kaller de Orchansky, Berta “Nuevo Manual de Derecho Internacional Privado”, Plus
Ultra, 1991, p.468.
20 Ver Dreyzin de Klor en “Cooperación Jurídica del Mercosur”, Buenos Aires, Zavalía,
1997.p. 272.
21 Ver
sobre el tema Biocca, Cárdenas, Basz “Lecciones de Derecho Internacional
Privado”, Parte General, Editorial Universidad, Buenos Aires, 1997. Asimismo, para
los interesados puede consultarse, la peculiar doctrina en la Ponencia presentada por
Lily Flah, Myriam Smayevsky y Sara L. Feldstein, en las XVI Jornadas Nacionales de
Derecho Civil, ante la Comisión No. 7, en la que se introduce la noción de “Orden
Público Interregional”.
22 Calvo Caravaca, Alfonso “La sentencia extranjera en España y la competencia del
país de origen”. 1986, pág. 58 y sgtes, Von Mehren, “Recognition and enforcement of
foreign judgements. General theoryu and the role of jurisdictional requirements,
Recueil des Cours, 167, 1980-II, p. 55 y sgtes, entre otros.
23 Esta posición ha sido recogida jurisprudencialmente por la Corte Suprema de la
Nación el 3 de noviembre de 1988, en el caso “Z. c/ S. Ver el excelente trabajo
realizado por Radzyminski, Alejandro “El reconocimiento de sentencia extranjera en
Argentina”(Reconstrucción sistemática de la doctrina de la jurisdicción internacional
indirecta a partir de in re “Z. c. S”), El Derecho 4 de julio de 1989. El autor,
parece adherir a la doctrina francesa, cuando señala tres objeciones a esta
concepción. En primer lugar, indica que uno de los inconvenientes que pueden
formularse al unilateralismo doble, radica en las dificultades para enjuiciar la
jurisdicción internacional del juez foráneo a tenor de las normas extranjeras motiva
que en la práctica el magistrado requerido abdique de aquel control. La segunda
objeción concierne a la insuficiencia del unilateralismo para resolver los conflictos
entre
jurisdicciones
extranjeras
ante
el
evento
de
múltiples
pedidos
de
reconocimiento fundados en sentencias oriundas de diversos foros y que resuelven el
mismo caso de manera distinta. Finalmente, sostiene que el unilateralismo incurre en
una petición de principios evidentes: el postulado esencial de la tesis examinada es
que un Estado no puede dictar normas atributivas de jurisdicción internacional que
deban ser aplicadas por los tribunales de otros Estados. Sin embargo, en el orden
internacional, se produce la disociación lógica de ambos factores. Luego, al afirmar
que las normas que atribuyen una jurisdicción internacional exclusiva al foro repelen
la jurisdicción indirecta foránea, se conculca el carácter unilateral de aquéllas
pues en definitiva la distribución de la jurisdicción internacional se formula a
tenor de las reglas del foro.
24 Ver Bartin, Etienne, quien en la obra citada precedentemente adhiere a la doctrina
bilateralista. Según este autor, corresponde afirmar el carácter bilateral de las
reglas francesas de competencia o jurisdicción internacional directa., lo cual
implica que cuando un criterio atributivo de jurisdicción internacional resulta
establecido por el foro, quedan desplazados los criterios atributivos contenidos en
la legislación foránea.
25 Battifol-Lagarde, Derecho Internacional Privado, Tomo II, 10 edición, 1996.
26 No nos referimos en este trabajo a la doctrina del “reconocimiento involucrado”
que en el derecho internacional privado que puede ser enunciada diciendo que, si
resulta reconocida una decisión extranjera por un tercer Estado, el juez argentino
queda exento del control de la jurisdicción internacional del juez que pronunció la
sentencia.
27 El Convenio de Bruselas que entrara en vigor, hoy reemplazado por el Reglamento
que lleva el mismo nombre, para los seis Estados originariamente miembros del Mercado
Común Europeo en 1973, fue básicamente sancionado para evitar que una sentencia
dictada por un órgano jurisdiccional en uno de ellos fuere declarada inejecutable en
el otro. Más tarde, fueron incorporándose los otros miembros del “club”de la Unión
Europea. Asimismo, uno de sus rasgos más salientes, tal como señala el jurista
español Adolfo Miaja de la Muela, en “Derecho Internacional Privado II. Parte
Especial”. 10 edición. Revisada, Atlas, Madrid 1987, es de los llamados dobles por
estar en presencia de un convenio “regulador tanto de la competencia directa de los
tribunales para entender en un proceso, como de la competencia indirecta en cuanto
requisito para que la sentencia dictada sea reconocida y ejecutada en los restantes
Estados contratanntes del Convenio.
18
Puede consultarse el prolijo trabajo de Najurieta, María Susana “Reconocimiento y
ejecución de sentencias en materia civil entre la República Argentina y la República
Italiana”, publicado en E. D. 6 de febrero de 1991.
29 Un desarrollo profundizado sobre este tema puede verse en Feldstein de Cárdenas,
Sara L. ob citada en la nota 3, Feldstein de Cárdenas, Sara y Leonardi de Herbón,
Hebe “EL Arbitraje Interno e Internacional. Una mirada al futuro”, Abeledo Perrot,
Buenos Aires, 1994 y de las mismas autoras “El Arbitraje”. Abeledo Perrot, Buenos
Aires, 1998.
30 Ver las conclusiones del trabajo citado en la nota 20.
31 Los textos de estas Convenciones pueden verse en el excelente trabajo “Derecho
Internacional Privado y de la Integración Regional. Fuentes Convencionales”,
Sistematización efectuada por las Profesoras Doctoras Adriana Dreyzin de Klor y
Amalia Uriondo de Martinoli, Editorial Zavalía, Buenos Aires, 1996.
32 Este tratado se encuentra en vigor entre Argentina, Bolivia y Perú.
33 En vigor entre Argentina, Paraguay y Uruguay. Desde el 18 de junio de 1956 para
Argentina y Uruguay y desde el 29 de enero de 1958 para Paraguay.
34
En vigor entre Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú,
Uruguay y Venezuela. Inf. Página web de la Organización de Estados Americanos.
35
No ha sido ratificada por la República Argentina. El único país que la ha
ratificado, según información de la Organización de Estados Americanos, es México, el
que hizo la siguiente declaración al momento de ratificarla: México declara que este
instrumento será aplicado para determinar la validez de la competencia en la esfera
internacional a que se refiere el párrafo d)del art. Art. 2 de la Convención
Interamericana sobre Eficacia Extraterritorial de las Sentencias y laudos arbitrales
extranjeros, sin perjuicio de que México pueda aplicar esta Convención en forma
independiente.
36
Puede consultarse de Feldstein de Cárdenas, Sara L. dentro de la colección
“Sistema Jurídico del Mercosur”, dirigida por el Atilio A. Alterini el volumen 4 de
la obra “Jurisdicción Internacionnal en materia contractual”, Abeledo Perrot, 1995.
37 Ello surge claramente del artículo 7 del Protocolo de Buenos Aires que establece
que “en ausencia de acuerdo tienen jurisdicción a elección del actor: a. Los jueces
del lugar de cumplimiento del contrato. b. Los jueces del domicilio del demandado y
c. Los jueces del domicilio o sede social del actor cuando demostrare que cumplió con
su prestación”.
38 Para
quienes estén interesados en un examen profundizado de este instrumento
jurídico, puede verse entre la extensa bibliografía a él dedicado, la obra de la
autora mencionada en la nota 3.
39 Al ratificar la Convención la República Argentina efectuó las reservas autorizadas
en su artículo 1, con arreglo a la cual sólo se aplicará a laudos arbitrales dictados
en el territorio de otro Estado Parte y cuando se trate de laudos arbitrales
extranjeros dictados en materia comercial. Recomiendo la lectura del excelente
trabajo Grigera Naón, Horacio sobre “Ratificación por la Argentina de la Convención
de Nueva York de 1958 sobre reconocimiento y ejecución de laudos arbitrales
extranjeros”, publicado en Revista La Ley 1989-Sección doctrina-p. 881/894.
40 La Convención no resuelve todos los problemas del arbitraje internacional sino tan
sólo dos de sus aspectos más relevantes: 1. Reconocimiento y ejecución de los
acuerdos arbitrales y sus efectos sobre el procedimiento judicial y 2. Reconocimiento
y ejecución de las sentencias arbitrales extranjeras. De forma que su título no se
corresponde con el ámbito material de aplicación.
41 El prestigioso especialista argentino Horacio Grigera Naón, destaca en su trabajo
“Ratificación por la Argentina de la Convención de Nueva York de 1958 sobre
reconocimiento y ejecución de laudos arbitrales extranjeros”, que esta disposición
puede ser considerada como su columna vertebral. Publicado en La Ley Tomo 1989-CSección doctrina, p. 882-894.
42 Cabe recordar que la mayoría de los sistemas jurídicos comparados, por motivos de
distinta índole, excluyen ciertas materias de la esfera del arbitraje, impidiendo
sustraerlas de la jurisdicción de los tribunales estatales.
43 Han adherido a su texto más de 120 países.
44 En este sentido, conviene resaltar que este instrumento internacional elaborado
durante la década de los cincuenta, en el artículo II, asume tempranamente las nuevas
modalidades en la materia al introducir el principio conforme con el cual el pacto
arbitral celebrado por intercambio de telegramas resulta válido.
45 Esta distinción adquiere relevancia dentro de esta Convención. Sin embargo, en
otros marcos normativos como la Ley Modelo Uncitral, según surge del art. 1, un
arbitraje puede ser calificado como internacional a pesar de que el procedimiento se
28
haya desarrollado en el mismo Estado en el que se dicta el laudo y se solicita su
ejecución.
46 Ver la interesante opinión del autor citado en la nota 32.
47 Este aspecto reviste importancia fundamental por eliminar el trámite del doble
exequatur. Sin embargo, esta exigencia surge, respecto de los laudos arbitrales, de
lo establecido en los artículos 3 y 6 de los Tratados de Derecho Procesal
Internacional de Montevideo de 1889 y de 1940, así como del artículo 3 de la
Convención Interamericana sobre eficacia extraterritorial de sentencias y laudos
arbitrales extranjeros, de Montevideo de 1979. Para lograr demostrar que se trata de
un laudo definitivo la parte quien solicita su reconocimiento o ejecución ha sido
prácticamente obligado a obtener el exequatur en el país donde fue dictado. De manera
que resulta claro discernir la diferencia entre laudo obligatorio y laudo final o
definitivo.
48
Sanders, Pieter “New York Convention on the Recognition and Enforcement of
Foreingn Arbitral Awards”, VI Netherlands International Law Review, 43,55, 1959.
49
Recomendamos la consulta de la excelente obra del Profesor uruguayo Santos
Belandro, Ruben S. “Arbitraje Comercial Internacional”, 2da. Edición. Ruben Santos
Belandro y Pereznieto Editores, Estudios Monográficos, México, 1997.
50
Según datos tomados de la página de Uncitral http>//www. Uncitral. org. la
convención se encuentra en vigor en 134 Estados. Cabe observar, y ello no es un tema
menor, con la ratificación en el año 2000 por parte de la República Federativa de
Brasil, los cuatro integrantes del Mercosur se encuentran vinculados por el
mencionado instrumento jurídico internacional.
51 Ver Rivista di diritto internazionale privato e processuale, pp. 104, 1995.
52 Sentencia dictada el 29 de septiembre de 1995, número 1056 de 1994, I Singapore
Law Reports, pp. 34/46. 1996.
53 Sentencia dictada el 16 de febrero de 1995 y publicada en American Maritime Cases,
pág. 1463-1470, 1995.
54 Sentencia del 3 de abril de 1996, publicada en Federal Supplement –D.Md. 1996,
920, pág. 658/675. Este tema lo he desarrollado en “El arbitraje comercial
internacional: Una luz en la solución de las disputas en materia de derecho de la
competencia”, trabajo realizado dentro del Plan UBACYT 1998/199, dirigido por la
Doctora Eve Rimoldi de Ladmann.
55 Así el Tribunal del Distrito de Amsterdam, en el fallo del 12 de julio de 1984
recaído en Southern Pacific Properties Ltd. c/ The Arabic Republic of Egypt”, sostuvo
que un laudo es no obligatorio si está abierto a apelación ante un juez o ante un
tribunal arbitral, publicado en X Yearbook Commercial Arbitration, 487, 489, 1985.
56 Ver Fertilizer Corp. C/IDI Mgment Inc. 517, F. Supp. 948, 957-958, Sentencia del
Distrito de Ohio 1981. En este caso el tribunal sostuvo que una apelación ante un
tribunal estatal en India, el lugar del arbitraje, no altera el efecto obligatorio
del laudo.
57 Esta interpretación es la seguida por los tribunales ingleses en numerosos fallos
dentro de los que destaca “Rosseel NV c/Oriental Commercial & Shipping Co (UK) Ltd.
1991. 2 Lloyd Repertory 625.
58 Esta línea de pensamiento es la seguida por los tribunales franceses, italianos y
suizos. Así en “S.E.E.E. c/Yugoeslavia”, Corte de Apelaciones de Rouen, Sentencia del
13 de noviembre de 1984, Revue de L’Arbitrage 115, 127, 1985; “Bobbie Brooks Inc. c.
Lanificio Walter Banci”, Tribunal de Apelaciones de Florencia sentencia del 8 de
octubre de 1977 y “Joseph Muller A.G. c/Sigval Bergesen”, Tribunal Federal Suizo”,
decisión del 26 de febrero de 1982.
59 ICC, art. 28 (6), en vigor desde enero de 1998; AAA, art. 27 (1), de abril de
1997; Reglas UNCITRAL , art. 32 (2) y la London Court of International Arbitration
Rules, art. 26 (8).
60 Stewart, David P. “National Enforcement of Arbitral Awards Under Treaties and
Conventions, International Arbitration in the 21 Century: Towards Judicialization and
Uniformiti?, Twelve Colloquium, Richard B.Lilich and Carles N. Brower Editors, 1994,
pág. 189-190, 1994.
61 E.D. Tomo 164-pág.244/247.
62 Ver trabajo en colaboración con la doctora Victoria Basz publicado en Revista La
Ley del 18-05-1996.
63 Publicado en Revista El Derecho 138-717.
64 Hacia un Derecho Mercantil uniforme para el siglo XXI. Actas del Congreso de la
Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional, Nueva York,
18 al 22 de mayo de 1992, publicación de Nacionales Unidas S.94.V.14.
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