CAUSA: "Cantarella, Lidia J. s/promueve demanda c/Registro Nacional de las Personas” (Expte. Nº 4182/06 CNE) CAPITAL FEDERAL FALLO Nº 3712/2006 ///nos Aires, 6 de junio de 2006.Y VISTOS: s/promueve los demanda autos c/Registro “Cantarella, Nacional de Lidia las J. Personas” (Expte. Nº 4182/06 CNE) venidos del juzgado federal electoral de Capital Federal en virtud del recurso de apelación interpuesto y fundado a fs. 17/19 contra la resolución de fs. 12/14, obrando el dictamen del señor fiscal actuante en la instancia a fs. 23, y CONSIDERANDO: 1º) Que a fs. 12/14 el señor juez federal subrogante rechaza -por ser “manifiestamente inadmisible” (fs. 14)- la acción de amparo presentada (fs. 9/10) por la señora Lidia Juana Cantarella contra el Poder Ejecutivo Nacional -Ministerio del Interior, Registro Nacional de las Personas- “por cumplimiento la de mora su [...] obligación incurrid[a] legal [...] [...] de en el hacer[le] entrega inmediata del duplicado de [su] documento nacional de identidad” (fs. 9).Para así decidir, el a quo sostiene que “no se acreditan los extremos mínimos necesarios para [receptar] una vía tan excepcional como lo es el amparo” (fs. 12 vta.). Señala, en este sentido, que de la ley 17.671 “no surge [...] ‘la obligación legal (...) de (...) entrega inmediata del duplicado’” (fs. citadas). Destaca, por otra parte, que la accionante “decid[ió] iniciar el trámite para la obtención de un duplicado recién [...] cincuenta (50) días después” (fs. 13) de la denuncia de extravío.Advierte, mora en el apresurada, otorgamiento atento [e]l del además, que documento breve lapso la es imputación “a todas transcurrido” de luces (fs. citadas). Refiere, a este respecto, que la actora tampoco acreditó haber (fs. 13 vta.).- “agotado el recurso administrativo previo” Considera, de indocumentación inconvenientes que que ello finalmente, denuncia le la que la situación accionante ocasionaría “devienen y los de una preocupación un tanto tardía” (fs. citadas). En este sentido, manifiesta que tal circunstancia “permite cubrir con un manto de piadoso silencio el cuidado que la nombrada ha puesto en la debida guarda de elementos tan indispensables para todo ciudadano” (fs. citadas).Contra esta decisión, la accionante apela y expresa agravios a fs. 17/19.Manifiesta, en primer lugar, que “[n]o existen recursos o remedios judiciales o administrativos que suplan la garantía constitucional que pretend[e]” (fs. 17). Destaca, en este sentido, que "el texto del art. 43 de la [Constitución Nacional] y la jurisprudencia [son] conteste[s] y unánime[s] en cuanto a su prescindibilidad para la procedencia de la acción de amparo” (fs. 18), razón por la cual “no hall[a] andamiaje para la negativa” (fs. 17).Reconoce, por lo demás, la inexistencia de plazo o término para la entrega del documento, pero sostiene que “es una laguna que el criterio, la experiencia y la razonabilidad judicial debe llenar” (fs. 17 vta.). Cuestiona que se califique de apresurado su reclamo “cuando se trata nada menos que del documento que no sólo sirve para demostrar la existencia, la nacionalidad, la edad, el estado civil y el domicilio del individuo sino que, además, no admite ni puede ser suplido por ningún otro” (fs. citadas).Explica, incurrida en iniciar duplicado obedecen a los por otro trámites que, en lado, para primer la lugar, que la demora obtención del contempló la posibilidad de que su documento le fuera devuelto y, luego, al hecho de haber contratado sus vacaciones con anterioridad al extravío de aquél.Sostiene, finalmente, que la falta del documento de identidad “enerva el ejercicio de los derechos garantizados Nacional] por [...] los arts. pero 14 y 17 de fundamentalmente la [Constitución lesiona [su] inalienable y natural derecho a la identidad ([a]rt[s]. 33 y 37 [...])” (fs. 18) y el ejercicio de los derechos políticos que de este último se desprenden.- A fs. 23 emite dictamen el señor fiscal actuante en la instancia, quien considera que debe declararse la incompetencia del fuero electoral para entender en las presentes actuaciones.2º) Que la identidad -entendida como “el conjunto de atributos individualizar a la y características persona en sociedad” que permiten (cf. Fernández Sessarego, Carlos, “Derecho a la identidad personal”, Ed. Astrea, Bs. As., 1992, página 113)- constituye uno de los derechos fundamentales del ser humano que el ordenamiento jurídico debe inexorablemente proteger y en el que se asienta la posibilidad potencial de ejercer todo derecho individual, muy especialmente los de naturaleza política.Ello es así pues, incluso antes de la reforma de artículo 1994 75, -que inc. lo 19 incluyó y en en los forma expresa diversos en el instrumentos internacionales incorporados por virtud del inciso 22 (cf. artículo citado)- el derecho a la identidad ya se encontraba contemplado en el artículo 33 de la Constitución Nacional, como uno de los derechos implícitos que derivan del principio de la soberanía del pueblo y de la forma republicana de gobierno (cf. Cabrera, Delma B. y Codeglia, Luis María, “Responsabilidad por violación del derecho a la identidad” en Alterini, Atilio Aníbal y López Cabana, Roberto M. (directores) y Asociación de Abogados de Buenos Aires, “La responsabilidad”, capítulo IX, homenaje al profesor doctor Isidoro H. Goldenberg, Ed. Abeledo-Perrot, Bs. As., 1995).3º) Que la identidad personal, también definida como “todo aquello que hace que cada cual sea ‘uno mismo’ y no ‘otro’” (cf. Fernández Sessarego, Carlos, ob. y pág. cit.), es susceptible de ser aprehendida desde una doble perspectiva, conformada por una faz estática y otra dinámica.En este orden de ideas, se ha explicado que los atributos y características que, en su totalidad, definen objetivamente pueden tener la generalmente, la personalidad que se exterioriza, calidad de elementos estáticos invariables elementos singulares exterior- o que dinámicos, y se aparecen hacen fluidos y en como visibles proceso los -que son, primeros en el mundo de cambio o enriquecimiento, constituida por el patrimonio ideológico cultural (cf. Fernández Sessarego, Carlos, ob. cit., página 114. En el mismo sentido, también puede verse Cifuentes, Santos, “Derechos personalísimos”, Ed. Astrea, Bs. As., 1995, página 609 y ss.; Bidart Campos, Germán J., “Manual de la Constitución Reformada”, Tomo I, Ed. Ediar, Bs. As., 2001, página 527 y ss.; “Constitucionalización Lorenzetti, del derecho Ricardo civil y derecho L., a la identidad personal en la doctrina de la Corte Suprema”, La Ley 1993-D, 673; Fernández Sessarego, Carlos, “Apuntes sobre el derecho a la identidad sexual”, J. A. 1999-IV-889; Fleitas Ortiz de Rozas, Abel, “Derecho a la identidad”, La Ley del 15 de noviembre de 2005, página 1 y Moreno de Ugarte, Graciela M., “Tutela del derecho a la identidad en adopción plena”, J. A. 1998-III-1009).4º) Que resulta así que “[e]ste plexo de características de la personalidad de ‘cada cual’ se proyecta hacia el mundo exterior, se fenomenaliza y permite a los demás conocer a la persona [...] en su ‘mismidad’, en lo que ella es en Sessarego, cuanto Carlos, específico ob. cit., ser página humano” 113). (Fernández Esa noción de alteridad en el concepto jurídico de “identidad” -referida al reconocimiento de la persona por los otros- se encuentra presente desde los albores de su elaboración doctrinaria. Así, se sostuvo que aquélla es “ser uno mismo”, representado con sus misma propios verdad caracteres de la y persona” acciones, (cf. De “constituyendo Cupis, Adriano, la “Il diritto della personalità”, Ed. Giuffrè, Milán, 1982, página 399). Ello significa serlo “aparentemente también en el conocimiento, en la opinión de los otros[...]; [es decir], socialmente” (De Cupis, Adriano, ob. y pág. cit.).En diferente pero afín orden de ideas, la jurisprudencia señera en la materia expresó que “cada sujeto tiene un interés, generalmente considerado como merecedor de tutela jurídica, de ser representado en la vida de relación con su podría verdadera ser[lo] identidad, [...] en la tal como realidad ésta es conocida o social, general o particular, con la aplicación de los criterios de la normal diligencia y de la buena fe subjetiva” (cf. Corte de Casación Italiana, sentencia del 22 de junio de 1985). Ello es así, pues la identidad personal “integra un bien especial y fundamental de la persona, como es aquel de ver respetado de parte de terceros su modo de ser en la realidad social [y] [...] garantizada la libertad de desarrollar integralmente la propia personalidad individual” (cf. sentencia citada). Se remarca así “la proyección comunitaria de la personalidad y, con ella, la objetividad que debe siempre acompañar a la determinación de la identidad personal” (cf. Fernández Sessarego, ob. cit., página 101).5º) Que, en tales condiciones, la primera consecuencia que se desprende del derecho a la identidad es entonces la de tener alguna representación ante los demás, como presupuesto necesario del derecho a ser representado fidedignamente. tiene por En ese objeto entendimiento, impedir que “cada su tutela persona jurídica [...] vea alterada, desnaturalizada o negada la proyección externa o social de su personalidad” (cf. Fernández Sessarego, Carlos, ob. cit., página 99), pues “la identidad es la condición de nuestra particularidad, de nuestro ser concreto en el mundo” (cf. Gil Domínguez, Andrés, “El derecho a la identidad en un caso de hermafroditismo: un interesante estándar constitucional”, L.L.B.A. 1999, página 1104 y sgtes.).Se ha explicado también que el “interés correspondiente a la identidad personal [se vincula con] la protección del bien supremo del derecho, constituido por la personalidad humana” (cf. Fernández Sessarego, Carlos, ob. cit., página 234), en tanto “existe en la persona [...] un evidente e insoslayable interés existencial para que se le reconozca socialmente todo cuanto ella ‘es’, que se respete su ‘verdad personal’; desnaturalicen todos y características, de cultural. hace Se le es lo decir, cada que que uno de constituye patente la no sus su exigencia se alteren o atributos y propio de perfil protección jurídica de este interés consistente en que no se distorsione de manera notoria la proyección de cada cual” (cf. Fernández Sessarego, Carlos, ob. cit., páginas 232 y 233).6º) Que “[l]a tutela de la identidad personal representa la defensa de la ‘mismidad’ de la persona frente a toda acción tendiente a desfigurarla [...]. No es imaginable dejar[la] indefensa [...] frente a una agresión de la magnitud que adquiere aquella que niega o desnaturaliza su ‘verdad histórica’” (cf. Fernández Sessarego, Carlos, ob. cit., página 269).La parte, ha afirmado cuanto determina jurisprudencia que al “[e]l ser extranjera, derecho humano a como la una por identidad, su en individualidad, comporta un significado de [d]ignidad humana y en esa medida es un derecho a la [l]ibertad” (cf. Corte Constitucional de Colombia, Sala Séptima de Revisión, sentencia Nº T-477/95 del 23 de octubre de 1995 y Consejo Nacional Electoral, Radicado Nº 1284 del 14 de julio de 2005). A ello se agregó que “tal reconocimiento vida, de permite obtener la su posibilidad realización; de es [desempeñar] decir, el su libre desarrollo de su personalidad” (cf. sentencia citada).7º) Que, con criterio similar, se sostuvo que “[l]a dignidad humana, como valor, principio y derecho fundamental, alcanza su proyección en la vida social cotidiana mediante un instrumento que, en el caso, coincide con la identificación sociales y Documento se de la exterioriza Nacional de persona mediante Identidad. en la sus relaciones titularidad De este modo, de un quedan asociadas de manera inescindible dignidad e identidad, que requiere[n] todas de reconocimiento, aquellas medidas protección instrumentales que y promoción permitan a de una persona alcanzar una situación de bienestar y que al mismo tiempo evite Campos, ocasionarle “Las daños transformaciones (conf. Germán J. constitucionales Bidart en la posmodernidad”, Ed. Ediar, Bs. As., 1999, p. 56 [...])” (cf. Juzg. Crim. y Correc. Transición Nº 1 de Mar del Plata, in re “R. R., O.”, sentencia del 22 de abril de 2005, L.L.B.A. 2005 (junio), página 568).8º) Que, en nuestro medio, se explicó también con relación a ello, que “[e]l contenido jurídico del derecho a la identidad no solamente resguarda la verdad personal sino también la posibilidad de forjar una identidad y de actuar conforme a ella [...], con el goce efectivo de [los] derechos que ésta implica” (cf. Cám. Civ. Com. Santiago del Estero 2da. Nominación, in re “R. E. E. c/E. A. J. s/restitución del ejercicio de la guarda”, sentencia del 12 de agosto de 1998, La Ley 2000-A, 590). Consecuentemente, si bien deben diferenciarse el derecho a la identidad del de la identificación, éste “[es] a la postre [...] constitutivo de su ser en el derecho, [y] tiene un régimen de protección propio con obvia trascendencia en el mundo jurídico con el que se logra una concreta posición de la persona [...]. El derecho a la identificación es sólo una de las proyecciones del derecho a la identidad, pero representa el primer tramo visible en la circunscribe formación a una de mera la misma, función por lo jurídica que no formal se que posibilita ubicar y distinguir a los sujetos con fines de organización social. Son circunstancias condicionantes a las cuales debe adecuarse el ‘yo en el mundo’ (al decir de Ortega y Gasset). Se trata de un elemento estático dentro del derecho a la identidad” (cf. fallo citado).Tal necesidad de contar noción con encierra ciertos inexorablemente elementos que la permitan acreditar las características definitorias de la identidad estática de cada cual, tanto frente a otras personas como así también con relación al Estado. En ese entendimiento, se explicó que al “consagra[rse] entonces, como derecho inherente a la persona humana desde el momento en que nace, el derecho a intrínseca de la identidad, la persona, como y cualidad que se o condición manifiesta, principalmente, en su estado civil [...]; aun cuando [tal] condición jurídica [...] es inherente al sujeto mismo, esto es, se adquiere por el simple hecho de nacer y es además susceptible de modificaciones a lo largo de su existencia, requiere de medios de publicidad, a los fines de poder oponer[la] frente a terceros [...]. Surge entonces la figura jurídica del Registro Civil, que [...] no es más que la fuente de información sobre el estado de las personas, pues suministra los medios probatorios idóneos y eficaces que demuestren el estado de las mismas” (cf. Corte Suprema de Justicia de Venezuela, Sala Político-Administrativa, in re “María del Rosario Gómez Portilla y José Marcelino Moreno Criollo”, Expte. Nº 11.735, sentencia del 12 de agosto de 1998).9º) Que, sentado lo que antecede, resulta pertinente recordar que “[l]a identificación de las personas a través de un número cifrado indica estar registrado en los bancos de datos del Estado como ciudadano, y [...] constituye uno de los elementos esenciales para determinar la identidad de la persona y su pertenencia social” (cf. Ghersi, Carlos A., “Derecho a la identificación, la identidad y la inclusión social. El ejercicio de los derechos constitucionales”, J. A. 2003-IV-428). Esta identificación documental representa, en consecuencia, “un elemento de la identidad de las personas” (cf. Ghersi, Carlos A., ob. y pág. citadas).10º) quien tiene la instrumentos Que, obligación indispensables por ello, legal al que la negación -por respecto- otorgan de la los mínima acreditación de su personalidad ante los otros, constituye una manifiesta vulneración del derecho a la identidad. En efecto, “[u]n identidad, Estado que desconoce no la garantiza existencia el de derecho sus a la habitantes” (“Derecho a la identidad de niños, niñas y adolescentes”, Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento, C.I.P.P.E.C., Bs. As., 2003, página 39).En ese entendimiento, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha expresado que “la retención de los documentos destinados a acreditar la identidad, por más que fuese transitoria [...], implicaría condenar a la [persona] a una suerte de muerte civil, ya que quedaría privada, entre otros, del derecho de tránsito (art. 14 de la Constitución), del de trabajar (íd., íd.), de la seguridad social (art. 14 bis [...]), de la posibilidad de adquirir la propiedad de bienes registrales (arts. 14 y 17 [...]), del derecho al nombre (art. 18 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos) y del ejercicio de los derechos políticos (arts. 37 de la Constitución y 23 de la citada convención)” (Fallos 326:3758).11º) Que, sentado lo expuesto, cabe recordar que la ley 17.671 -denominada de “Identificación, registro y clasificación del potencial humano nacional”- establece que el Registro Nacional de las Personas es el encargado de expedir en forma exclusiva el Documento Nacional de Identidad de quienes se domicilien en el país o se encuentren bajo jurisdicción argentina (cf. artículos 1, 2, 11, 16 y ccdtes.). Asimismo, prevé que éste reviste carácter único y obligatorio “en todas las circunstancias en que sea necesario probar la identidad de las personas comprendidas en es[a] ley, sin que pueda ser suplido por ningún otro documento de identidad cualquiera fuere su naturaleza y origen” (artículo 13, ley citada).12º) Que ello es particularmente cierto en materia electoral, pues -como se adelantó- la acreditación de la identidad de la persona es condicionante del ejercicio de los derechos políticos reconocidos por el artículo 37 de la Constitución Nacional. Esta circunstancia fue también puesta de manifiesto por la Corte Suprema al expresar que “varias reglamentaciones básicas e incuestionables, condicionan el ejercicio de diversos derechos y garantías a la acreditación de la identidad de la persona involucrada. Así, tanto el Código Electoral Nacional -que sujeta a la presentación del documento cívico habilitante la emisión del sufragio (arts. 86 y 88 [...])- como la genérica disposición según la cual la presentación del Documento Nacional de Identidad resulta ‘obligatoria en todas las circunstancias en que sea necesario probar la identidad...’ (art. 13, ley 17.671) -las que en ciertos casos podrían ser necesarias para el ejercicio de derechos como los consagrados en los arts. 14, 14 bis, 17, 37, 39 y 40, entre otros, de la Constitución Nacional- son demostrativos de que reglamentaciones cuya razonabilidad se encuentra fuera de duda, pueden exigir la identificación para el adecuado ejercicio de derechos” (cf. Fallos 326:3758, votos de los jueces Petracchi y Moliné O’Connor y del juez Fayt).En efecto, el citado Código Electoral Nacional establece que -sin perjuicio de que la calidad de elector a los fines del sufragio se pruebe exclusivamente por la inclusión en el registro electoral (cf. artículo 2)-, tiene derecho a votar “todo aquel que figure en el padrón y exhiba su documento cívico” (cf. artículo 88) y explicita igualmente que “[l]os electores podrán votar únicamente [...] con documento cívico habilitante” (cf. artículo 86).13º) Que esta situación reconoce soluciones diversas en el derecho comparado, ya que si bien “toda la legislación electoral de América Latina establece la obligatoriedad del votante de presentar el documento de identidad exigido, [éste] no es el mismo en todos los casos” (cf. Lazarte Rojas, Jorge, “La votación y el voto de los analfabetos” en “Tratado de Derecho Electoral Comparado de América Latina”, I.I.D.H./Capel, México, 1998, página 572).- En efecto, algunos países -como Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, Honduras, Panamá, Paraguay, Venezuela- exigen la presentación de la cédula general de identidad del documento electoral, emitido país. para estos En otros cívico casos, o actos de -v. se requiere ciudadanía, gr. Brasil, sólo el expresamente Colombia, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Perú, Uruguay-. En México, por su parte, el artículo 140, inc. 2, del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales establece que “[l]a [c]redencial para [v]otar es el documento indispensable para que los ciudadanos puedan ejercer su derecho al voto” y su artículo 144, inc. 1, dispone que éstos “tendrán la obligación de acudir a las oficinas o módulos que determine el Instituto [c]redencial Federal para Electoral, [v]otar a con fin de obtener fotografía”. En su estos supuestos, este instrumento suele llevar la fotografía del ciudadano -tal como lo especifica Brasil, Colombia, Costa Rica, México- y reemplaza al documento de identidad. En el caso de El Salvador, los dos documentos tienen igual valor. En Colombia la cédula de ciudadanía tiene el valor legal de un documento de identidad común. Finalmente, existen también países en los que se puede votar con cualquiera de los dos documentos de identificación o el mismo documento es al mismo tiempo designado de identidad y de ciudadanía, como en Ecuador (cf. Lazarte Rojas, Jorge, ob. cit., páginas 572 y 573).En nuestro país, en cambio, el único modo de ejercer vigentesotorgado el sufragio poseyendo por la es el -en el Documento autoridad marco de Nacional administrativa de las normas Identidad competente (cf. Código Electoral Nacional, artículos citados).14º) Que, por otra parte, el Documento Nacional de Identidad se requiere también para poder cumplir -y, en consecuencia, no ser pasible de las sanciones previstas en el artículo 127 del Código Electoral Nacionalcon la obligación contenida en la norma mencionada, en cuanto establece que “[t]odos los empleados presentarán a sus superiores inmediatos el documento cívico, el día siguiente a la elección, para permitir la fiscalización del cumplimiento de su deber de votar”, como consecuencia de lo prescripto por el artículo 37 de la Constitución Nacional y el artículo 12 del referido Código (cf. Acordada CNE 137/05).15º) Que, asimismo, también para el ejercicio del derecho político de afiliarse a un partido derivado además del artículo 38 de la Constitución Nacional, que garantiza la libre creación y ejercicio de las actividades de las agrupaciones políticas como instituciones fundamentales del sistema democrático- se requiere “[c]omprobar la identidad con la libreta de enrolamiento, libreta cívica o documento nacional de identidad” (cf. artículo 23, inc. b, de la ley 23.298).16º) Que de allí que, en materia electoral, cobre plena eficacia lo afirmado con relación a que “[e]l documento de identificación constituye un objeto cultural simbólico de fuerte reconocimiento social, esencial para la interacción individuales (como posibilidad de A., hace unidades aquel elemento ob. prerrequisito [...] que que del los actores todo) tengan [...] derivación en el sistema por el hecho de poseer o no Carlos [...], es y pág. una instrumental” cit.). verdadera Es (cf. Ghersi, decir, que simbolización “[ese] para la identidad (ser único y diferente) y la inclusión social [...] y les permite a las personas actuar su rol y cumplir con su función en el sistema” (cf. Ghersi, Carlos A., ob. y pág. cit.).17º) Que de lo expresado hasta aquí se desprende que, en tanto el Documento Nacional de Identidad “constituye un instrumento [primordial] para la participación ciudadana en la modernas, [pues] vida [p]or pública su dentro de [inter]medio las se sociedades garantiza el ejercicio del derecho humano de elegir y ser elegido” (cf. Ulloa, Félix, “Identificación electoral” en “Diccionario Electoral”, Tomo II, I.I.D.H./Capel, Costa Rica, 2000, página 687), su carencia es susceptible de ocasionar a la recurrente indudables perjuicios e inconvenientes, pues el no poseerlo importa -como se ha visto- la postergación del ejercicio de derechos políticos fundamentales.Sentado ello, vale destacar que, si bien al iniciarse la causa sólo habían transcurrido ocho (8) días hábiles desde el inicio del trámite para la obtención del duplicado, al momento de dictarse la presente sentencia ya han pasado más de cuarenta (40) días hábiles, circunstancia que permite afirmar que se encuentran prima facie acreditados el exceso artículo de 28 un de plazo la “razonable” ley 19.549 y, al que se refiere consecuentemente, el los requisitos de procedencia de la acción, sin que obste a ello lo afirmado por el a quo acerca de la falta de agotamiento de la vía administrativa previa (cf. fs. 13), pues el aludido amparo no implica una pretensión sobre la cuestión de fondo sino que sólo tiende a eliminar “un escollo puesto por la Administración al normal curso de la instancia administrativa” (cf. Silvestri, Beatriz R. y González Arzac, Rafael M., “La instancia administrativa previa a la judicial en la ley 19.549 (recursos y reclamos)”, E. D. 72-777. En idéntico sentido, puede verse Sagüés, Néstor Pedro, “Derecho Procesal Astrea, Constitucional. Bs. As., 1995, Acción de página amparo”, 602; Tomo Gordillo, 3, Ed. Agustín, “Tratado de Derecho Administrativo”, Ed. Fund. Dcho. Adm., Bs. As., 2002, página XIII-5 y Cámara Nac. Apel. Civil, Sala G, sentencia del 4 de noviembre de 1980, Rep. J. A. 1981-600, Nº 23).En tales condiciones y resultando manifiesta la competencia del fuero electoral para entender en el sub iudice (cf. artículo 12, inc. II, ap. A, de la ley 19.108, modificada por la ley 19.277), corresponde devolver los autos a primera instancia a fin de que el señor juez de grado imprima a la causa el trámite previsto por el artículo 28 de la ley 19.549 y requiera al Registro Nacional de las Personas que informe sobre el estado de las actuaciones y las causas de la demora (cf. artículo y ley cit.).Por todo lo expuesto, oído el señor fiscal actuante en la instancia, la Cámara Nacional Electoral RESUELVE: 1º) Revocar la sentencia apelada en cuanto rechaza in limine la acción de amparo de fs. 9/10, y 2º) Devolver los autos a primera instancia a fin de que el señor juez de grado imprima a la causa el trámite previsto por el artículo 28 de la ley 19.549, de conformidad con lo expresado en el considerando 17º, párrafo tercero.Regístrese, notifíquese, hágase saber al Registro Nacional de las Personas y vuelvan los autos al juzgado de origen. RODOLFO E. MUNNE - ALBERTO R. DALLA VIA SANTIAGO H. CORCUERA - FELPE GONZALEZ ROURA (Secretario).-