CAUSA: "Cantarella, Lidia J

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CAUSA: "Cantarella, Lidia J. s/promueve demanda c/Registro
Nacional de las Personas” (Expte. Nº 4182/06 CNE)
CAPITAL FEDERAL
FALLO Nº 3712/2006
///nos Aires, 6 de junio de 2006.Y
VISTOS:
s/promueve
los
demanda
autos
c/Registro
“Cantarella,
Nacional
de
Lidia
las
J.
Personas”
(Expte. Nº 4182/06 CNE) venidos del juzgado federal electoral
de
Capital
Federal
en
virtud
del
recurso
de
apelación
interpuesto y fundado a fs. 17/19 contra la resolución de fs.
12/14, obrando el dictamen del señor fiscal actuante en la
instancia a fs. 23, y
CONSIDERANDO:
1º) Que a fs. 12/14 el señor juez federal
subrogante
rechaza
-por
ser
“manifiestamente
inadmisible”
(fs. 14)- la acción de amparo presentada (fs. 9/10) por la
señora
Lidia
Juana
Cantarella
contra
el
Poder
Ejecutivo
Nacional -Ministerio del Interior, Registro Nacional de las
Personas-
“por
cumplimiento
la
de
mora
su
[...]
obligación
incurrid[a]
legal
[...]
[...]
de
en
el
hacer[le]
entrega inmediata del duplicado de [su] documento nacional de
identidad” (fs. 9).Para así decidir, el a quo sostiene que
“no
se
acreditan
los
extremos
mínimos
necesarios
para
[receptar] una vía tan excepcional como lo es el amparo” (fs.
12 vta.). Señala, en este sentido, que de la ley 17.671 “no
surge
[...]
‘la
obligación
legal
(...)
de
(...)
entrega
inmediata del duplicado’” (fs. citadas). Destaca, por otra
parte, que la accionante “decid[ió] iniciar el trámite para
la obtención de un duplicado recién [...] cincuenta (50) días
después” (fs. 13) de la denuncia de extravío.Advierte,
mora
en
el
apresurada,
otorgamiento
atento
[e]l
del
además,
que
documento
breve
lapso
la
es
imputación
“a
todas
transcurrido”
de
luces
(fs.
citadas). Refiere, a este respecto, que la actora tampoco
acreditó
haber
(fs. 13 vta.).-
“agotado
el
recurso
administrativo
previo”
Considera,
de
indocumentación
inconvenientes
que
que
ello
finalmente,
denuncia
le
la
que
la
situación
accionante
ocasionaría
“devienen
y
los
de
una
preocupación un tanto tardía” (fs. citadas). En este sentido,
manifiesta que tal circunstancia “permite cubrir con un manto
de piadoso silencio el cuidado que la nombrada ha puesto en
la debida guarda de elementos tan indispensables para todo
ciudadano” (fs. citadas).Contra esta decisión, la accionante apela
y expresa agravios a fs. 17/19.Manifiesta,
en
primer
lugar,
que
“[n]o
existen recursos o remedios judiciales o administrativos que
suplan la garantía constitucional que pretend[e]” (fs. 17).
Destaca, en este sentido, que "el texto del art. 43 de la
[Constitución Nacional] y la jurisprudencia [son] conteste[s]
y
unánime[s]
en
cuanto
a
su
prescindibilidad
para
la
procedencia de la acción de amparo” (fs. 18), razón por la
cual “no hall[a] andamiaje para la negativa” (fs. 17).Reconoce, por lo demás, la inexistencia
de
plazo
o
término
para
la
entrega
del
documento,
pero
sostiene que “es una laguna que el criterio, la experiencia y
la
razonabilidad
judicial
debe
llenar”
(fs.
17
vta.).
Cuestiona que se califique de apresurado su reclamo “cuando
se trata nada menos que del documento que no sólo sirve para
demostrar la existencia, la nacionalidad, la edad, el estado
civil
y
el
domicilio
del
individuo
sino
que,
además,
no
admite ni puede ser suplido por ningún otro” (fs. citadas).Explica,
incurrida
en
iniciar
duplicado
obedecen
a
los
por
otro
trámites
que,
en
lado,
para
primer
la
lugar,
que
la
demora
obtención
del
contempló
la
posibilidad de que su documento le fuera devuelto y, luego,
al hecho de haber contratado sus vacaciones con anterioridad
al extravío de aquél.Sostiene,
finalmente,
que
la
falta
del
documento de identidad “enerva el ejercicio de los derechos
garantizados
Nacional]
por
[...]
los
arts.
pero
14
y
17
de
fundamentalmente
la
[Constitución
lesiona
[su]
inalienable y natural derecho a la identidad ([a]rt[s]. 33 y
37 [...])” (fs. 18) y el ejercicio de los derechos políticos
que de este último se desprenden.-
A fs. 23 emite dictamen el señor fiscal
actuante en la instancia, quien considera que debe declararse
la incompetencia del fuero electoral para entender en las
presentes actuaciones.2º) Que la identidad -entendida como “el
conjunto
de
atributos
individualizar
a
la
y
características
persona
en
sociedad”
que
permiten
(cf.
Fernández
Sessarego, Carlos, “Derecho a la identidad personal”, Ed.
Astrea, Bs. As., 1992, página 113)- constituye uno de los
derechos fundamentales del ser humano que el ordenamiento
jurídico debe inexorablemente proteger y en el que se asienta
la posibilidad potencial de ejercer todo derecho individual,
muy especialmente los de naturaleza política.Ello es así pues, incluso antes de la
reforma
de
artículo
1994
75,
-que
inc.
lo
19
incluyó
y
en
en
los
forma
expresa
diversos
en
el
instrumentos
internacionales incorporados por virtud del inciso 22 (cf.
artículo citado)- el derecho a la identidad ya se encontraba
contemplado en el artículo 33 de la Constitución Nacional,
como uno de los derechos implícitos que derivan del principio
de la soberanía del pueblo y de la forma republicana de
gobierno
(cf.
Cabrera,
Delma
B.
y
Codeglia,
Luis
María,
“Responsabilidad por violación del derecho a la identidad” en
Alterini,
Atilio
Aníbal
y
López
Cabana,
Roberto
M.
(directores) y Asociación de Abogados de Buenos Aires, “La
responsabilidad”, capítulo IX, homenaje al profesor doctor
Isidoro H. Goldenberg, Ed. Abeledo-Perrot, Bs. As., 1995).3º)
Que
la
identidad
personal,
también
definida como “todo aquello que hace que cada cual sea ‘uno
mismo’ y no ‘otro’” (cf. Fernández Sessarego, Carlos, ob. y
pág. cit.), es susceptible de ser aprehendida desde una doble
perspectiva,
conformada
por
una
faz
estática
y
otra
dinámica.En este orden de ideas, se ha explicado
que los atributos y características que, en su totalidad,
definen
objetivamente
pueden tener la
generalmente,
la
personalidad
que
se
exterioriza,
calidad de elementos estáticos
invariables
elementos
singulares
exterior-
o
que
dinámicos,
y
se
aparecen
hacen
fluidos
y
en
como
visibles
proceso
los
-que son,
primeros
en
el
mundo
de
cambio
o
enriquecimiento,
constituida
por
el
patrimonio
ideológico
cultural (cf. Fernández Sessarego, Carlos, ob. cit., página
114. En el mismo sentido, también puede verse
Cifuentes,
Santos, “Derechos personalísimos”, Ed. Astrea, Bs. As., 1995,
página 609 y ss.; Bidart Campos, Germán J., “Manual de la
Constitución Reformada”, Tomo I, Ed. Ediar, Bs. As., 2001,
página
527
y
ss.;
“Constitucionalización
Lorenzetti,
del
derecho
Ricardo
civil
y
derecho
L.,
a
la
identidad personal en la doctrina de la Corte Suprema”, La
Ley 1993-D, 673; Fernández Sessarego, Carlos, “Apuntes sobre
el derecho a la identidad sexual”, J. A. 1999-IV-889; Fleitas
Ortiz de Rozas, Abel, “Derecho a la identidad”, La Ley del 15
de noviembre de 2005, página 1 y Moreno de Ugarte, Graciela
M., “Tutela del derecho a la identidad en adopción plena”, J.
A. 1998-III-1009).4º) Que resulta así que “[e]ste plexo de
características de la personalidad de ‘cada cual’ se proyecta
hacia el mundo exterior, se fenomenaliza y permite a los
demás conocer a la persona [...] en su ‘mismidad’, en lo que
ella
es
en
Sessarego,
cuanto
Carlos,
específico
ob.
cit.,
ser
página
humano”
113).
(Fernández
Esa
noción
de
alteridad en el concepto jurídico de “identidad” -referida al
reconocimiento de la persona por los otros-
se
encuentra
presente desde los albores de su elaboración doctrinaria.
Así, se sostuvo que aquélla es “ser uno mismo”, representado
con
sus
misma
propios
verdad
caracteres
de
la
y
persona”
acciones,
(cf.
De
“constituyendo
Cupis,
Adriano,
la
“Il
diritto della personalità”, Ed. Giuffrè, Milán, 1982, página
399).
Ello
significa
serlo
“aparentemente
también
en
el
conocimiento, en la opinión de los otros[...]; [es decir],
socialmente” (De Cupis, Adriano, ob. y pág. cit.).En diferente pero afín orden de ideas, la
jurisprudencia señera en la materia expresó que “cada sujeto
tiene un interés, generalmente considerado como merecedor de
tutela jurídica, de ser representado en la vida de relación
con
su
podría
verdadera
ser[lo]
identidad,
[...]
en
la
tal
como
realidad
ésta
es
conocida
o
social,
general
o
particular, con la aplicación de los criterios de la normal
diligencia y de la buena fe subjetiva” (cf. Corte de Casación
Italiana, sentencia del 22 de junio de 1985). Ello es así,
pues
la
identidad
personal
“integra
un
bien
especial
y
fundamental de la persona, como es aquel de ver respetado de
parte de terceros su modo de ser en la realidad social [y]
[...] garantizada la libertad de desarrollar integralmente la
propia personalidad individual” (cf. sentencia citada). Se
remarca así “la proyección comunitaria de la personalidad y,
con ella, la objetividad que debe siempre acompañar a la
determinación
de
la
identidad
personal”
(cf.
Fernández
Sessarego, ob. cit., página 101).5º) Que, en tales condiciones, la primera
consecuencia que se desprende del derecho a la identidad es
entonces la de tener alguna representación ante los demás,
como presupuesto necesario del derecho a ser representado
fidedignamente.
tiene
por
En
ese
objeto
entendimiento,
impedir
que
“cada
su
tutela
persona
jurídica
[...]
vea
alterada, desnaturalizada o negada la proyección externa o
social de su personalidad” (cf. Fernández Sessarego, Carlos,
ob. cit., página 99), pues “la identidad es la condición de
nuestra particularidad, de nuestro ser concreto en el mundo”
(cf. Gil Domínguez, Andrés, “El derecho a la identidad en un
caso
de
hermafroditismo:
un
interesante
estándar
constitucional”, L.L.B.A. 1999, página 1104 y sgtes.).Se ha explicado también que el “interés
correspondiente a la identidad personal [se vincula con] la
protección del bien supremo del derecho, constituido por la
personalidad humana” (cf. Fernández Sessarego, Carlos, ob.
cit., página 234), en tanto “existe en la persona [...] un
evidente e insoslayable interés existencial para que se le
reconozca socialmente todo cuanto ella ‘es’, que se respete
su
‘verdad
personal’;
desnaturalicen
todos
y
características,
de
cultural.
hace
Se
le
es
lo
decir,
cada
que
que
uno
de
constituye
patente
la
no
sus
su
exigencia
se
alteren
o
atributos
y
propio
de
perfil
protección
jurídica de este interés consistente en que no se distorsione
de manera notoria la proyección de cada cual” (cf. Fernández
Sessarego, Carlos, ob. cit., páginas 232 y 233).6º)
Que
“[l]a
tutela
de
la
identidad
personal representa la defensa de la ‘mismidad’ de la persona
frente a toda acción tendiente a desfigurarla [...]. No es
imaginable dejar[la] indefensa [...] frente a una agresión de
la magnitud que adquiere aquella que niega o desnaturaliza su
‘verdad
histórica’”
(cf.
Fernández
Sessarego,
Carlos,
ob.
cit., página 269).La
parte,
ha
afirmado
cuanto
determina
jurisprudencia
que
al
“[e]l
ser
extranjera,
derecho
humano
a
como
la
una
por
identidad,
su
en
individualidad,
comporta un significado de [d]ignidad humana y en esa medida
es un derecho a la [l]ibertad” (cf. Corte Constitucional de
Colombia, Sala Séptima de Revisión, sentencia Nº T-477/95 del
23 de octubre de 1995 y Consejo Nacional Electoral, Radicado
Nº 1284 del 14 de julio de 2005). A ello se agregó que “tal
reconocimiento
vida,
de
permite
obtener
la
su
posibilidad
realización;
de
es
[desempeñar]
decir,
el
su
libre
desarrollo de su personalidad” (cf. sentencia citada).7º) Que, con criterio similar, se sostuvo
que “[l]a dignidad humana, como valor, principio y derecho
fundamental,
alcanza
su
proyección
en
la
vida
social
cotidiana mediante un instrumento que, en el caso, coincide
con
la
identificación
sociales
y
Documento
se
de
la
exterioriza
Nacional
de
persona
mediante
Identidad.
en
la
sus
relaciones
titularidad
De
este
modo,
de
un
quedan
asociadas de manera inescindible dignidad e identidad, que
requiere[n]
todas
de
reconocimiento,
aquellas
medidas
protección
instrumentales
que
y
promoción
permitan
a
de
una
persona alcanzar una situación de bienestar y que al mismo
tiempo
evite
Campos,
ocasionarle
“Las
daños
transformaciones
(conf.
Germán
J.
constitucionales
Bidart
en
la
posmodernidad”, Ed. Ediar, Bs. As., 1999, p. 56 [...])” (cf.
Juzg. Crim. y Correc. Transición Nº 1 de Mar del Plata, in re
“R. R., O.”, sentencia del 22 de abril de 2005, L.L.B.A. 2005
(junio), página 568).8º)
Que,
en
nuestro
medio,
se
explicó
también con relación a ello, que “[e]l contenido jurídico del
derecho
a
la
identidad
no
solamente
resguarda
la
verdad
personal sino también la posibilidad de forjar una identidad
y de actuar conforme a ella [...], con el goce efectivo de
[los] derechos que ésta implica” (cf. Cám. Civ. Com. Santiago
del Estero 2da.
Nominación,
in
re
“R. E. E.
c/E. A. J.
s/restitución del ejercicio de la guarda”, sentencia del 12
de agosto de 1998, La Ley 2000-A, 590). Consecuentemente, si
bien deben diferenciarse el derecho a la identidad del de la
identificación, éste “[es] a la postre [...] constitutivo de
su ser en el derecho, [y] tiene un régimen de protección
propio con obvia trascendencia en el mundo jurídico con el
que se logra una concreta posición de la persona [...]. El
derecho a la identificación es sólo una de las proyecciones
del derecho a la identidad, pero representa el primer tramo
visible
en
la
circunscribe
formación
a
una
de
mera
la
misma,
función
por
lo
jurídica
que
no
formal
se
que
posibilita ubicar y distinguir a los sujetos con fines de
organización social. Son circunstancias condicionantes a las
cuales debe adecuarse el ‘yo en el mundo’ (al decir de Ortega
y
Gasset).
Se
trata
de
un
elemento
estático
dentro
del
derecho a la identidad” (cf. fallo citado).Tal
necesidad
de
contar
noción
con
encierra
ciertos
inexorablemente
elementos
que
la
permitan
acreditar las características definitorias de la identidad
estática de cada cual, tanto frente a otras personas como así
también con relación al Estado. En ese entendimiento, se
explicó
que
al
“consagra[rse]
entonces,
como
derecho
inherente a la persona humana desde el momento en que nace,
el
derecho
a
intrínseca
de
la
identidad,
la
persona,
como
y
cualidad
que
se
o
condición
manifiesta,
principalmente, en su estado civil [...]; aun cuando [tal]
condición jurídica [...] es inherente al sujeto mismo, esto
es, se adquiere por el simple hecho de nacer y es además
susceptible de modificaciones a lo largo de su existencia,
requiere
de
medios
de
publicidad,
a
los
fines
de
poder
oponer[la] frente a terceros [...]. Surge entonces la figura
jurídica del Registro Civil, que [...] no es más que la
fuente de información sobre el estado de las personas, pues
suministra
los
medios
probatorios
idóneos
y
eficaces
que
demuestren el estado de las mismas” (cf. Corte Suprema de
Justicia de Venezuela, Sala Político-Administrativa, in re
“María del Rosario Gómez Portilla y José Marcelino Moreno
Criollo”, Expte. Nº 11.735, sentencia del 12 de agosto de
1998).9º) Que, sentado lo que antecede, resulta
pertinente recordar que “[l]a identificación de las personas
a través de un número cifrado indica estar registrado en los
bancos de datos del Estado como ciudadano, y [...] constituye
uno de los elementos esenciales para determinar la identidad
de la persona y su pertenencia social” (cf. Ghersi, Carlos
A., “Derecho a la identificación, la identidad y la inclusión
social. El ejercicio de los derechos constitucionales”, J. A.
2003-IV-428). Esta identificación documental representa, en
consecuencia, “un elemento de la identidad de las personas”
(cf. Ghersi, Carlos A., ob. y pág. citadas).10º)
quien
tiene
la
instrumentos
Que,
obligación
indispensables
por
ello,
legal
al
que
la
negación -por
respecto-
otorgan
de
la
los
mínima
acreditación de su personalidad ante los otros, constituye
una manifiesta vulneración del derecho a la identidad. En
efecto,
“[u]n
identidad,
Estado
que
desconoce
no
la
garantiza
existencia
el
de
derecho
sus
a
la
habitantes”
(“Derecho a la identidad de niños, niñas y adolescentes”,
Centro
de
Implementación
de
Políticas
Públicas
para
la
Equidad y el Crecimiento, C.I.P.P.E.C., Bs. As., 2003, página
39).En ese entendimiento, la Corte Suprema de
Justicia de la Nación ha expresado que “la retención de los
documentos destinados a acreditar la identidad, por más que
fuese transitoria [...], implicaría condenar a la [persona] a
una suerte de muerte civil, ya que quedaría privada, entre
otros, del derecho de tránsito (art. 14 de la Constitución),
del de trabajar (íd., íd.), de la seguridad social (art. 14
bis [...]), de la posibilidad de adquirir la propiedad de
bienes registrales (arts. 14 y 17 [...]), del derecho al
nombre (art. 18 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos) y del ejercicio de los derechos políticos (arts. 37
de la Constitución y 23 de la citada convención)” (Fallos
326:3758).11º)
Que,
sentado
lo
expuesto,
cabe
recordar que la ley 17.671 -denominada de “Identificación,
registro
y
clasificación
del
potencial
humano
nacional”-
establece que el Registro Nacional de las Personas es el
encargado de expedir en forma exclusiva el Documento Nacional
de
Identidad
de
quienes
se
domicilien
en
el
país
o
se
encuentren bajo jurisdicción argentina (cf. artículos 1, 2,
11, 16 y ccdtes.). Asimismo, prevé que éste reviste carácter
único y obligatorio “en todas las circunstancias en que sea
necesario probar la identidad de las personas comprendidas en
es[a]
ley,
sin
que
pueda
ser
suplido
por
ningún
otro
documento
de
identidad
cualquiera
fuere
su
naturaleza
y
origen” (artículo 13, ley citada).12º) Que ello es particularmente cierto
en materia electoral, pues -como se adelantó- la acreditación
de la identidad de la persona es condicionante del ejercicio
de los derechos políticos reconocidos por el artículo 37 de
la
Constitución
Nacional.
Esta
circunstancia
fue
también
puesta de manifiesto por la Corte Suprema al expresar que
“varias
reglamentaciones
básicas
e
incuestionables,
condicionan el ejercicio de diversos derechos y garantías a
la acreditación de la identidad de la persona involucrada.
Así, tanto el Código Electoral Nacional -que sujeta a la
presentación del documento cívico habilitante la emisión del
sufragio (arts. 86 y 88 [...])- como la genérica disposición
según
la
cual
la
presentación
del
Documento
Nacional
de
Identidad resulta ‘obligatoria en todas las circunstancias en
que
sea
necesario
probar
la
identidad...’
(art.
13,
ley
17.671) -las que en ciertos casos podrían ser necesarias para
el ejercicio de derechos como los consagrados en los arts.
14, 14 bis, 17, 37, 39 y 40, entre otros, de la Constitución
Nacional-
son
demostrativos
de
que
reglamentaciones
cuya
razonabilidad se encuentra fuera de duda, pueden exigir la
identificación para el adecuado ejercicio de derechos” (cf.
Fallos
326:3758,
votos
de
los
jueces
Petracchi
y
Moliné
O’Connor y del juez Fayt).En
efecto,
el
citado
Código
Electoral
Nacional establece que -sin perjuicio de que la calidad de
elector a los fines del sufragio se pruebe exclusivamente por
la inclusión en
el registro electoral (cf. artículo 2)-,
tiene derecho a votar “todo aquel que figure en el padrón y
exhiba su documento cívico” (cf. artículo 88) y explicita
igualmente que “[l]os electores podrán votar únicamente [...]
con documento cívico habilitante” (cf. artículo 86).13º)
Que
esta
situación
reconoce
soluciones diversas en el derecho comparado, ya que si bien
“toda la legislación electoral de América Latina establece la
obligatoriedad
del
votante
de
presentar
el
documento
de
identidad exigido, [éste] no es el mismo en todos los casos”
(cf. Lazarte Rojas, Jorge, “La votación y el voto de los
analfabetos” en “Tratado de Derecho Electoral Comparado de
América Latina”, I.I.D.H./Capel, México, 1998, página 572).-
En efecto, algunos países -como Bolivia,
Chile,
Costa
Rica,
Ecuador,
Honduras,
Panamá,
Paraguay,
Venezuela- exigen la presentación de la cédula general de
identidad
del
documento
electoral,
emitido
país.
para
estos
En
otros
cívico
casos,
o
actos
de
-v.
se
requiere
ciudadanía,
gr.
Brasil,
sólo
el
expresamente
Colombia,
El
Salvador, Guatemala, Nicaragua, Perú, Uruguay-. En México,
por su parte, el artículo 140, inc. 2, del Código Federal de
Instituciones
y
Procedimientos
Electorales
establece
que
“[l]a [c]redencial para [v]otar es el documento indispensable
para que los ciudadanos puedan ejercer su derecho al voto” y
su
artículo
144,
inc.
1,
dispone
que
éstos
“tendrán
la
obligación de acudir a las oficinas o módulos que determine
el
Instituto
[c]redencial
Federal
para
Electoral,
[v]otar
a
con
fin
de
obtener
fotografía”.
En
su
estos
supuestos, este instrumento suele llevar la fotografía del
ciudadano -tal como lo especifica Brasil, Colombia, Costa
Rica, México- y reemplaza al documento de identidad. En el
caso de El Salvador, los dos documentos tienen igual valor.
En Colombia la cédula de ciudadanía tiene el valor legal de
un documento de identidad común. Finalmente, existen también
países en los que se puede votar con cualquiera de los dos
documentos de identificación o el mismo documento es al mismo
tiempo
designado
de
identidad
y
de
ciudadanía,
como
en
Ecuador (cf. Lazarte Rojas, Jorge, ob. cit., páginas 572 y
573).En nuestro país, en cambio, el único modo
de
ejercer
vigentesotorgado
el
sufragio
poseyendo
por
la
es
el
-en
el
Documento
autoridad
marco
de
Nacional
administrativa
de
las
normas
Identidad
competente
(cf.
Código Electoral Nacional, artículos citados).14º) Que, por otra parte, el Documento
Nacional de Identidad se requiere también para poder cumplir
-y,
en
consecuencia,
no
ser
pasible
de
las
sanciones
previstas en el artículo 127 del Código Electoral Nacionalcon la obligación contenida en la norma mencionada, en cuanto
establece
que
“[t]odos
los
empleados
presentarán
a
sus
superiores inmediatos el documento cívico, el día siguiente a
la elección, para permitir la fiscalización del cumplimiento
de su deber de votar”, como consecuencia de lo prescripto por
el artículo 37 de la Constitución Nacional y el artículo 12
del referido Código (cf. Acordada CNE 137/05).15º)
Que,
asimismo,
también
para
el
ejercicio del derecho político de afiliarse a un partido derivado además del artículo 38 de la Constitución Nacional,
que
garantiza
la
libre
creación
y
ejercicio
de
las
actividades de las agrupaciones políticas como instituciones
fundamentales
del
sistema
democrático-
se
requiere
“[c]omprobar la identidad con la libreta de enrolamiento,
libreta
cívica
o
documento
nacional
de
identidad”
(cf.
artículo 23, inc. b, de la ley 23.298).16º)
Que
de
allí
que,
en
materia
electoral, cobre plena eficacia lo afirmado con relación a
que “[e]l documento de identificación constituye un objeto
cultural simbólico de fuerte reconocimiento social, esencial
para
la
interacción
individuales
(como
posibilidad de
A.,
hace
unidades
aquel elemento
ob.
prerrequisito
[...]
que
que
del
los
actores
todo)
tengan
[...] derivación en el sistema por el hecho
de poseer o no
Carlos
[...],
es
y
pág.
una
instrumental”
cit.).
verdadera
Es
(cf. Ghersi,
decir,
que
simbolización
“[ese]
para
la
identidad (ser único y diferente) y la inclusión social [...]
y les permite a las personas actuar su rol y cumplir con su
función en el sistema” (cf. Ghersi, Carlos A., ob. y pág.
cit.).17º) Que de lo expresado hasta aquí se
desprende que, en tanto el Documento Nacional de Identidad
“constituye un instrumento [primordial] para la participación
ciudadana
en
la
modernas,
[pues]
vida
[p]or
pública
su
dentro
de
[inter]medio
las
se
sociedades
garantiza
el
ejercicio del derecho humano de elegir y ser elegido” (cf.
Ulloa,
Félix,
“Identificación
electoral”
en
“Diccionario
Electoral”, Tomo II, I.I.D.H./Capel, Costa Rica, 2000, página
687), su carencia es susceptible de ocasionar a la recurrente
indudables perjuicios e inconvenientes, pues el no poseerlo
importa -como se ha visto- la postergación del ejercicio de
derechos políticos fundamentales.Sentado ello, vale destacar que, si bien
al iniciarse la causa sólo habían transcurrido ocho (8) días
hábiles desde el inicio del trámite para la obtención del
duplicado, al momento de dictarse la presente sentencia ya
han pasado más de cuarenta (40) días hábiles, circunstancia
que permite afirmar que se encuentran prima facie acreditados
el
exceso
artículo
de
28
un
de
plazo
la
“razonable”
ley
19.549
y,
al
que
se
refiere
consecuentemente,
el
los
requisitos de procedencia de la acción, sin que obste a ello
lo afirmado por el a quo acerca de la falta de agotamiento de
la vía administrativa previa (cf. fs. 13), pues el aludido
amparo no implica una pretensión sobre la cuestión de fondo
sino que sólo tiende a eliminar “un escollo puesto por la
Administración
al
normal
curso
de
la
instancia
administrativa” (cf. Silvestri, Beatriz R. y González Arzac,
Rafael M., “La instancia administrativa previa a la judicial
en la ley 19.549 (recursos y reclamos)”, E. D. 72-777. En
idéntico sentido, puede verse Sagüés, Néstor Pedro, “Derecho
Procesal
Astrea,
Constitucional.
Bs.
As.,
1995,
Acción
de
página
amparo”,
602;
Tomo
Gordillo,
3,
Ed.
Agustín,
“Tratado de Derecho Administrativo”, Ed. Fund. Dcho. Adm.,
Bs. As., 2002, página XIII-5 y Cámara Nac. Apel. Civil, Sala
G, sentencia del 4 de noviembre de 1980, Rep. J. A. 1981-600,
Nº 23).En
tales
condiciones
y
resultando
manifiesta la competencia del fuero electoral para entender
en el sub iudice (cf. artículo 12, inc. II, ap. A, de la ley
19.108, modificada por la ley 19.277), corresponde devolver
los autos a primera instancia a fin de que el señor juez de
grado imprima a la causa el trámite previsto por el artículo
28 de la ley 19.549 y requiera al Registro Nacional de las
Personas que informe sobre el estado de las actuaciones y las
causas de la demora (cf. artículo y ley cit.).Por
todo
lo
expuesto,
oído
el
señor
fiscal actuante en la instancia, la Cámara Nacional Electoral
RESUELVE: 1º) Revocar la sentencia apelada en cuanto rechaza
in limine la acción de amparo de fs. 9/10, y 2º) Devolver los
autos a primera instancia a fin de que el señor juez de grado
imprima a la causa el trámite previsto por el artículo 28 de
la
ley
19.549,
de
conformidad
con
lo
expresado
en
el
considerando 17º, párrafo tercero.Regístrese, notifíquese, hágase saber al
Registro Nacional de las Personas y vuelvan los autos al
juzgado de origen. RODOLFO E. MUNNE - ALBERTO R. DALLA VIA SANTIAGO H. CORCUERA - FELPE GONZALEZ ROURA (Secretario).-
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