Comentario por Liliana Rodríguez Fernández

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Las contribuciones de solidaridad
Plenario 305 “Federación Obrera Ceramista de la República Argentina c/ Cerámica
San Lorenzo ICSA s/ cobro de aportes o contribuciones”
22 de octubre de 2003
La Federación Obrera Ceramista de la República Argentina está legitimada para exigir de
los empleadores incluidos en el ámbito de la CCT 150/75 la retención y depósito de las
contribuciones previstas por el artículo 63, incisos a) y b) respecto de los trabajadores sin
afiliación sindical1.
Las normas vigentes
En su redacción actual, el artículo 9 de la ley 14250 establece que “la convención
colectiva podrá contener cláusulas que acuerden beneficios especiales en función de la
afiliación a la asociación profesional de trabajadores que la suscribió. Las cláusulas de la
convención por las que se establezca contribuciones a favor de la asociación de
trabajadores participantes, serán válidas no sólo para los afiliados, sino también para los no
afiliados comprendidos en el ámbito de la convención”.
Por su parte, el artículo 37 de la ley 23551, norma posterior, dispone que “el
patrimonio de las asociaciones sindicales de trabajadores estará constituido por: a) las
cotizaciones ordinarias y extraordinarias de los afiliados y contribuciones de solidaridad
que pacten en los términos de la ley de convenciones colectivas; b) los bienes adquiridos y
sus frutos; c) las donaciones, legados, aportes y recursos no prohibidos por ésta”.
Es indiscutible que, en nuestro ordenamiento legal, los trabajadores no afiliados
pueden encontrarse obligados a sostener económicamente el gremio al que no se han
afiliado. La doctrina, en general, juzga con un criterio estricto tal obligación, ya que las
condiciones en las que tal aporte se establezca debe valorarse a la luz de lo normado por el
artículo 4, inciso b, de la ley 23551, en cuanto dispone que los trabajadores tienen derecho
a 'afiliarse a las asociaciones sindicales ya constituidas, no afiliarse o desafiliarse'. Es
decir, la magnitud o las características del aporte en modo alguno podrían ser lesivas del
derecho de cada trabajador a no afiliarse al gremio respectivo.
El reconocimiento de estos dos derechos, el de las asociaciones a integrar su
patrimonio y el de los trabajadores a no afiliarse, impone considerar los límites o alcances
que ha de otorgarse a cada uno de ellos. Tradicionalmente se ha justificado tal imposición
en “el servicio prestado por la organización sindical al concertar un nuevo convenio que,
por el efecto erga omnes que le otorga la homologación, beneficiará a todos los
trabajadores de la actividad” voto de la doctora Elsa Porta en el plenario 'Federación
Obrera Ceramista c/ Cerámica San Lorenzo'; Tratado Práctico de Derecho del Trabajo,
Krotoschin; El modelo sindical argentino, Corte; sin embargo, tal justificación deja
subsistente la cuestión de la eventual medida de la contribución.
Las decisiones judiciales
Hace muchos años ya, la Corte Suprema de Justicia de la Nación avaló la
constitucionalidad de las llamadas cláusulas de solidaridad. En la causa “Pablo Luciano
Potenze c/ Federación de Empleados de Comercio”2 se juzgó constitucional la última parte
del entonces artículo 8 de la ley 14250 y se sostuvo que, en cada caso, correspondía
analizar si la invocación de tal norma “como sustento legal de pagos de la indicada
naturaleza, comporta o no una inteligencia y aplicación de dicho precepto efectivamente
lesivo de garantías consagradas por la Constitución Nacional” (dictamen del Procurador
1
Por la mayoría votaron Scotti, Morando, Capón Filas, Rodríguez Brunengo, Balestrini, Pirroni, Fernández
Madrid, Pasini, Zapatero de Ruckauf, Bermúdez, Simón, González, Billoch, Guthmann y Corach.
Por la minoría: Rodríguez, Morell, Porta, Puppo, Guibourg, Ruiz Díaz, Moroni, García Margalejo, Eiras y
Vilela.
2
Fallos 282:269.
General). Para así decidir, se consideraron especialmente los beneficios que el aporte
implicaba para los trabajadores (en ese caso, servicios médicos).
Se sostuvo, por último, que “el voluntario sometimiento de los interesados a un
régimen jurídico, con participación en sus beneficios, sin reserva alguna – que no la hubo
en la especia ni consta en autos – determina la improcedencia de su impugnación ulterior”.
No parece especialmente atinente el argumento de sometimiento voluntario al
régimen de convenios: al trabajador dependiente le son aplicadas las normas generales y las
convencionales sin que disponga de mayor capacidad negocial más que (en el mejor de los
casos) para ajustar alguna cláusula de su contrato individual. No puede presuponerse una
voluntad auténtica de participar de un régimen para gozar de sus beneficios y cumplir con
sus obligaciones, en especial cuando éstas son cuestionadas en una causa judicial. Y menos
aún puede manejarse tal presunción en el caso de los trabajadores no afiliados,
El plenario en análisis actualizó este debate, a pesar de que se discutía el carácter del
aporte a una entidad de segundo grado y su obligatoriedad para todos los trabajadores y de
que la causa transcurrió entre una federación y la parte empleadora. Uno de los argumentos
favorables a la extensión a los trabajadores no afiliados se apoyó en que la contribución “no
podría limitarse a los trabajadores afiliados por la sencilla razón de que dicha entidad es
una asociación profesional de segundo grado y, como tal, no posee trabajadores afiliados
directamente. Y como en esas condiciones ‘nadie’ estaría en condiciones de pagarla, el
único sentido posible de la cláusula es que se trata de una contribución que deben efectuar
todos los dependientes comprendidos dentro de su ámbito vulgarmente conocida en nuestro
derecho colectivo como ‘cuota de solidaridad’, legitimada por el artículo 8 último párrafo
de la ley 14250 en la redacción vigente en el año 1975 (fecha de celebración de la
convención colectiva) y por el artículo 9 también último párrafo en el texto ordenado del
decreto 108/88”3.
Desde el punto de vista semántico, el siguiente argumento de la mayoría se vinculó
con el significado de la expresión “personal beneficiario de la presente convención”; se
concluyó, así, que el conjunto de todos los trabajadores resultaba beneficiario del convenio
colectivo y, por tal razón, obligado por una cláusula del mismo convenio4.
Respecto de la finalidad del aporte, se juzgó también que las retenciones estaban
“destinadas al mantenimiento de los seguros de vida, de enfermedad y de sepelio que
acuerda la Federación Obrera Ceramista, de los que son beneficiarios todos los
trabajadores, tanto los afiliados como los no afiliados”5. Por último, un argumento procesal
consideró que sólo los trabajadores son legitimados activos para cuestionar la retención de
la contribución y que los empleadores no son más que agentes de retención, sin
representación alguna de los trabajadores6.
Por la minoría, en cambio, los argumentos desfavorables a la obligación de los
trabajadores no afiliados se apoyaron en la necesidad de una interpretación restrictiva de
este tipo de normas7, en la falta de limitación temporal y en las características propias del
aporte en discusión8.
En relación con este último punto, Rodríguez consideró que no podía omitirse “que
no se trataría de una contribución única o limitada temporalmente sino de una obligación
fijada sine die circunstancia ésta que nos aleja del concepto y naturaleza de lo que se
considera una ‘cuota de solidaridad’, ya que no representaría una contraprestación en
función de la gestión de negocios de carácter legal que representa la actividad negocial
3
Voto de Scotti.. En este mismo sentido González.
Scotti, Morando, Capón Filas, Rodríguez Brunengo, Balestrini. Pirroni, Fernández Madrid, Pasini, Zapatero
de Ruckauf. Simón, González.
5
Voto de Rodríguez Brunengo. También Bermúdez señala que “tampoco podría soslayarse que, en
consonancia con tal perspectiva, obra una previsión específica sobre la cuota sindical en la cláusula
inmediatamente anterior a las consideradas, por lo que no cabría acordar un diverso sentido a las posteriores
que no aparecen dirigidas a los sindicatos para la financiación de sus actividades, sino exclusivamente
destinada a implementar el mantenimiento de los seguros de vida, enfermedad y sepelio”.
6
Morando, Capón Filas
7
Morell, Porta.
8
Rodríguez, Porta.
4
desarrollada por la entidad sindical en procura del mejoramiento de las condiciones de
trabajo, sino un aporte de carácter permanente destinado a solventar los sistemas de seguro
de vida, de enfermedad y de sepelio, administrados por la entidad sindical en procura del
mejoramiento de las condiciones de trabajo, sino un aporte de carácter permanente
destinado a solventar los sistemas de seguro de vida, de enfermedad y de sepelio,
administrados por la entidad sindical de segundo grado, entre cuyos beneficiarios se
desconoce si se involucra o no a los trabajadores de la actividad no afiliados a los sindicatos
de base”.
Respecto del restante argumento, Porta sostuvo que “el carácter temporal de las
cláusulas de solidaridad resulta de la propia ley 14250 tanto en su versión original como en
la actualmente vigente (conf. Art. 6, t.o. decreto 108/88) ya que vencido el término de
vigencia de una convención colectiva de trabajo sólo subsisten las condiciones de trabajo
resultantes de la misma a la par que las normas relativas a contribuciones y demás
obligaciones asumidas por los empleadores, todo ello hasta que entre en vigencia una
nueva convención y en tanto que en la convención colectiva cuyo término estuviere vencido
no se haya acordado lo contrario”9.
Los criterios para juzgar la constitucionalidad de las contribuciones solidarias
Si la posibilidad de imponer contribuciones a cargo de los trabajadores no afiliados
tiene origen legal pero tal obligación ha de juzgarse conjuntamente con el derecho de los
trabajadores a no afiliarse, es necesario ordenar los criterios bajo los que habrá de
analizarse si, en cada caso, la contribución de que se trate no vulnera aquel límite.
El plenario “Federación” arrima algunos elementos de interés para ese análisis. El
Fiscal General, al dictaminar, recuerda la posición tradicional del Comité de Libertad
Sindical de la OIT en el sentido que “en una situación como la nuestra, en la cual un agente
negociador goza por ley el derecho de negociación exclusiva de todos los trabajadores de la
actividad, el pago obligatorio de una suma de dinero por parte de los no afiliados al ente, a
cambio de los beneficios que les aporta el contrato colectivo, adquiere el carácter de una
suerte de contraprestación y no es incompatible con lo dispuesto por el Convenio 87”. Si el
goce de beneficios aparece como justificación de un sistema de aportes que, en otras
condiciones, parecería más bien contradecir los principios de la libertad sindical, la
contribución debe analizarse inicialmente bajo dos criterios: la limitación en el tiempo del
aporte y la efectiva incorporación de beneficios en los contratos individuales.
Limitación del aporte en el tiempo. Si el trabajador paga el servicio de negociar
nuevas cláusulas convencionales que mejoran su situación laboral personal, parece
prudente que las cláusulas de solidaridad encuentran su máximo límite temporal tolerado en
el tiempo de vigencia del convenio colectivo10. Sería más razonable, de todos modos, que la
contribución se limite a uno o dos aportes específicos, de modo de asimilar la situación al
pago de cualquier servicio profesional análogo.
Incorporación de beneficios en los contratos individuales. Además, el convenio que
imponga contribuciones solidarias debe también reportar algún tipo de beneficio para el
trabajador individual, razón por la cual no resultarían válidos – por ejemplo – los acuerdos
o actas en las que sólo se establezcan este tipo de contribuciones.
9
A su voto y al dictamen fiscal adhirieron los demás representantes de la minoría.
Aunque en el caso votó por la mayoría, Morando introduce un argumento en este sentido: “La estructura de
esos aportes, en cuanto contraprestación con la que los beneficiarios no afiliados a una organización gremial
investida con el poder de representar a la categoría compensan sus trabajos en la negociación de un convenio
erga omnes, se circunscriben a la época de la entrada en vigencia del convenio, y suelen estar representadas
por un aporte único, ya sea de un día de jornal, o el aumento de salarios de un breve período. No sería
admisible, sin lesión de la garantía de libertad sindical, que con ley que la reconozca o sin ella, incluye
necesariamente el derecho de cada trabajador a no afiliarse y de su derecho de propiedad, en cuanto su
patrimonio se vería afectado por un acto emanado de terceros que no lo representan imponer, bajo la
apariencia de un aporte de solidaridad, una contribución periódica permanente, que la ley sólo admite respecto
de los afiliados, a título de cuota sindical, cuyo presupuesto de legitimidad es la voluntaria pertenencia a una
asociación de esa naturaleza. Adviértase el absurdo que ha resultado de la aplicación de un criterio tal: desde
hace veintiocho años, los trabajadores no afiliados están pagando un ‘aporte de solidaridad’ compensatorio de
la negociación colectiva de 1975”.
10
Sin embargo, la sola existencia de un beneficio no puede constituirse en fuente de
obligaciones para el trabajador que elige no aportar y que, en cualquier caso, no tendrá otra
consecuencia que encontrarse excluido de los ventajas respectivas de las que – incluso –
esté probablemente desinteresado.
Estos elementos resultan adecuados para juzgar la procedencia de una contribución
y limitarla en el tiempo, pero – admitida - también es necesario analizar la razonabilidad de
su cuantía. Para juzgar tal razonabilidad debe analizarse tanto la relación entre la
contribución y el beneficio como la proporcionalidad entre la cuota sindical y la cuota de
solidaridad, y la incidencia del aporte solidario en el salario del trabajador.
Relación entre contribución y beneficio. Cualquier beneficio debe poder traducirse
en términos económicos, sea porque esté expresado en porcentaje o en sumas de dinero, o
porque constituya una ventaja que pueda de tal modo ser medida. Nunca podría la
contribución superar alguna relación de proporcionalidad con la ventaja obtenida. Estimo
que tal relación podrá establecerse, por ejemplo, en 20% del beneficio económico que la
negociación reportó al trabajador.
Comparación con el aporte de los afiliados. Suele observarse en la práctica una
suerte de identidad entre la cuota sindical y la contribución solidaria; incluso en sobrados
casos los trabajadores afiliados se encuentran explícitamente liberados del pago de la
contribución, motivo por el que no existe diferencia práctica entre el aporte que debe
realizar el trabajador afiliado y el que no lo está.
Esta situación implica una suerte de compulsión a la afiliación, ya que - obligados a
idéntico aporte con independencia de su situación personal - los trabajadores pueden
sentirse inclinados a optar por una afiliación no deseada para gozar, al menos, de beneficios
que de todos modos estaban sosteniendo económicamente. Por tal motivo, es necesario
limitar comparativamente el aporte solidario, que, por ejemplo, nunca debería exceder de
50% de la cuota que abonaran los afiliados.
Incidencia del aporte en el salario. Un último criterio está constituido por la
incidencia del aporte en el salario. La salud del trabajador y su grupo familiar puede
juzgarse como el beneficio más relevante que resulta garantizado con un aporte mensual. Si
3% de la remuneración garantiza a cualquier trabajador tal beneficio, no podría juzgarse
razonable una contribución al sindicato (generalmente destinada a la obtención de útiles
escolares, seguros de sepelio o sistemas de recreación o capacitación) superior a un tercio
de aquel porcentaje. Nótese que, a partir de los salarios mínimos vigentes, tal contribución
sería incluso superior a tres veces la prima del seguro de vida obligatorio.
Hasta tanto llegue el día en el que los trabajadores puedan elegir qué organizaciones
sindicales quieren construir y a cuáles de ellas habrán de destinar una parte de sus ingresos
y en el que las asociaciones sindicales puedan seducir a los trabajadores con su acción y no
compelerlos a realizar aportes económicos concertados con el sector empresario, habrá que
interpretar cada cláusula que establezca contribuciones solidarias de modo restrictivo, con
criterios explícitamente expuestos y en el ineludible marco de la libertad sindical
constitucionalmente reconocido.
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