la-reforma-de-las-administraciones

Anuncio
LA REFORMA DE LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS, UNA
ASIGNATURA PENDIENTE DEL SISTEMA DEMOCRÁTICOCONSTITUCIONAL
Sin perjuicio de lo que se ha visto estos días con la huelga de los
Jueces en todos los Juzgados y tribunales, así como de otros funcionarios
de la justicia, no podemos olvidar otras manifestaciones anteriores de
otros sectores de la Administración (sanidad, educación etc.), y otras que
de seguro vendrán en el futuro protagonizadas por distintos colectivos de
funcionarios y empleados públicos pertenecientes a la Administración.
Lo cierto es que en todas estas manifestaciones se puede
identificar un fondo común, todos quieren que se “modernice la
administración, a la que pertenecen”, y creo que los ciudadanos y
ciudadanas quieren que se “modernice la Administración en general”.
Como cuestión previa, es conveniente situar en su justa ubicación
al papel que las administraciones Públicas están llamadas a realizar en
una sociedad democrática, moderna y desarrollada como la nuestra.
Aunque pueda parecer una simplicidad, los ciudadanos y
ciudadanas perciben la Administración como una gran, y en ocasiones
lenta, “máquina de prestar servicios públicos” al conjunto de la sociedad.
Piensese, por ejemplo en la administración local, es, con toda
probabilidad el prototipo de Administración prestadora de servicios
públicos; lo mismo puede predicarse de la sanidad, la enseñanza, la
justicia, la militar etc.
Obviamente no podemos pretender un análisis exhaustivo de
todas y cada una de las manifestaciones a las que nos hemos referido; lo
que se ha pedido, lo que se ha concedido, lo que se ha olvidado y, en
definitiva todo aquello que ha quedado, por unos u otros motivos en el
camino.
No obstante, justo es reconocer que, en general, el país ha
experimentado un cambio muy significativo desde la instauración de la
Constitución de 1978, especialmente en lo concerniente a la estructura
territorial, las competencias de las distintas Comunidades autónomas, las
vías de comunicación, los puertos y aeropuertos, en fin todo aquello
concerniente a una modernización que podríamos calificar como
“político-económica”, aunque no es menos cierto reconocer que aún
queda mucho por hacer en estos y otros campos.
Pero claro queda por abordar el espinoso asunto de la necesaria e
inaplazable “MODERNIZACION DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA.
Para ello, en primer término habrá que despejar si es o no
necesaria dicha “reforma o modernización” o si por el contrario con unos
parches aquí y allá será suficiente. Creo que podemos coincidir el
conjunto de los ciudadanos y ciudadanas en que la respuesta es SI, y
probablemente que “reforma o modernización” es necesaria desde
hace bastante tiempo.
En segundo lugar tendremos que preguntarnos sobre si los poderes
públicos están, y en que medida, dispuestos o concienciados a
acometer dicha tarea. Aquí podemos empezar a tener nuestras dudas a
juzgar por lo que hemos venido viviendo en las últimas décadas, donde,
como mucho, se han dedicado grandes sumas de dinero a “poner
parches”, en general sin abordar, en profundidad una auténtica
“reforma”. Piénsese que esta falta de modernización en este campo ha
provocado una cada vez mayor distancia entre las necesidades que
plantea la sociedad y la respuesta que se ha dado a las mismas desde la
administración en particular y de los poderes públicos en general hasta
llegar a la situación actual donde la confianza con los servicios que
prestan las Administraciones ha caído de forma muy notable.
En tercer lugar habrá que, necesariamente implicar a usuarios y
funcionarios en el proceso de impulsar la reforma y modernización. Aquí
las posiciones pueden no ser tan coincidentes. En efecto para muestra un
botón; a la luz de lo que se ha visto estos días, cada uno echa tierra a su
“bancal”, los jueces piden mas sueldo y más medios de trabajo, en suma
que les mejoren sus condiciones de trabajo, por su parte los ciudadanos y
ciudadanas piden, con desfallecimiento que la administración les sirva
“con objetividad los intereses generales y actúe de acuerdo con los principios
de eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración y coordinación, con
sometimiento pleno a la Ley y al Derecho” que son estos y no otros los
términos que el art. 103 de nuestra Constitución reserva a la
Administración pública.
Quizá si nos fijamos en los términos “eficacia y coordinación”
podamos encontrar un punto común de por donde puede empezar la
árdua tarea de modernizar la Administración pública.
A estos dos pilares podemos añadir otro que aunque no esta
expresamente en el tenor de la Constitución si se desprende con suma
facilidad de su mera lectura, responsabilidad.
La eficacia a la que se refiere la Constitución podría estar
directamente relacionada con los siguientes aspectos necesitados de
reforma:
.- Revisión y, en su caso modificación de la legislación aplicable a
protocolos, procesos jurídicos, administrativos y otros.
.- Dotación de medios técnicos y humanos suficientes y,
especialmente modernos.
.- Modernización de instalaciones potenciando, en el caso de la
Comunidad valenciana la división territorial tradicional, al objeto
de no desnaturalizar los servicios y evitar movimientos personales
en ocasiones inútiles.
.- Formación obligatoria del personal en la utilización racional de
dichos medios y procedimientos.
.- Control efectivo sobre el cumplimiento del trabajo como función
social, en especial de horarios de permanencia, asistencia y
productividad.
La coordinación Constitucional estaría posiblemente relacionada
con los siguientes aspectos necesitados de reforma:
.- Incorporación de medios telemáticos de acceso a registros
generales, bases de datos medicas, de pacientes, de
procedimientos, etc.
.- Asignación de responsabilidades concretas que trate de evitar la
utilización no adecuada de dichas fuentes de información,
(filtraciones etc.)
La responsabilidad estaría posiblemente relacionada con los
siguientes aspectos necesitados de reforma:
.- Revisión y, en su caso, reforma de los regímenes estatutarios
existentes en las distintas Administraciones públicas con
incorporación de determinados niveles de responsabilidad
personal y/o profesional.
.- Revisión de la movilidad ligada, en determinados supuestos en
que sea posible, a permanencia mínima y a resultados.
.- Revisión del régimen de incentivos profesionales, de promoción
interna, económicos y laborales más vinculados a la trayectoria
profesional y/o personal acreditada.
A este respecto quiero manifestar en este punto una
reflexión propia de estos días, al hilo de un anuncio del Ministerio
de justicia sobre la posible creación de in “fichero a disposición de
las distintas administraciones, fuerzas y cuerpos de seguridad sobre
distintas causas abiertas, sobre casos relacionados con la violencia
de género y delitos sexuales etc.”. Pues bien, si como se nos
anuncia se constituye el mencionado Registro, no sería
desacertado que de dicho Registro se hiciera responsable a una
sola persona por cada Juzgado, Sala, Sección, Tribunal o como se
quiera; y ello por que?, pues por la sencilla razón de que
desgraciadamente nos hemos acostumbrado con demasiada
indiferencia a que existan presuntas “filtraciones” en la
Administración de justicia y de ello potencialmente no estaría al
margen la información de dicho registro, con los terribles efectos
que de ello se podrían derivar
En suma, estas breves palabras solo tienen la lectura y la
percepción de que el funcionamiento de las distintas
administraciones públicas que financiamos con nuestro sistema
tributario vigente no tiene porque estar reñida como los principios
constitucionales aludidos, es más debería estar inspirada de forma
real y efectiva en ellos, y en aquello que resulte posible o
adecuado con la introducción de técnicas y regimenes propios de
“empresa de servicios” al objeto de devolver de forma progresiva
a la ciudadanía la convicción de que la administración esta para
prestar un “servicio público”, y no “para servirse del público”,
devolviendo al propio tiempo a los funcionarios y demás
empleados públicos la sensación de sentirse, cuanto menos,
honrados con el privilegio de ser “un servidor público”.
José Vizcaíno
Funcionario en excedencia
Descargar