ESPAÑOLES —1— Al Señor san Nicolás, en el acto de alzarse la perdiz del plato Entre Scila y Caribdis está el voto, la obediencia de aquel titubeaba en alta mar de confusiones brava con frágil leño de razón piloto. Cuando pudiera estar el timón roto, y el árbol desgajado firme estaba, que la perdiz cual alción mostraba sereno el mar a Nicolás devoto. ¡Oh mil veces dichoso marinero!. A quien el cielo, como a más amigo, en vez de norte destinó un lucero. Seguro velas das al santo abrigo. No temas, dulce Amiclas, el mar fiero, que van la Virgen y Agustín contigo. Pedro Soto de Rojas (1590-1655), Desengaño de amor en rimas (Madrid 1623): en José María Pemán, Suma Poética, 683. —2— La estrella de Tolentino Oración y milagro En la torre del viejo convento la triste campana la una anunció; cesó la salmodia tras corto momento, y el coro desierto y oscuro quedó. Su fúnebre manto la noche tendía al mundo cubriendo de negro capuz; y sólo en el fondo del claustro lucía de lámpara frágil la pálida luz Ni de ave nocturna siniestro graznido ni el soplo del viento que gime al pasar turbaban la calma del mundo dormido, que olvida en el sueño su triste pesar. ¡Silencio sublime!... De pronto se escucha de víctima inerme quejido cruel, y golpes y ruidos de insólita lucha, blasfemias y risas de inmundo burdel. “¡Victoria!... ¡Que el mundo te llame maldito”, -gritaba con furia la tropa infernaly vea vengado tu horrendo delito, mirando en tu cuerpo la odiosa señal». Cesaron las voces... Reposo completo reinó al ahuyentarse la horrible legión; y un monje en su celda, más que hombre, esqueleto, postrado de hinojos, hacía oración. Al débil reflejo de luz mortecina su escuálido rostro reía feliz; y, al golpe sangriento de cruel disciplina, sereno inclinaba su humilde cerviz Gigante en cien luchas, atleta invencible, del orco excitaba la rabia feroz, y al cielo invocando con rostro apacible, ferviente elevaba su trémula voz: ¡Dios mío, ¿quién mide tu inmensa grandeza? Te busco y, rendida, mi planta tropieza y ansío y no logro llegar hasta Ti. ¡Tú sólo eres grande, Dios justo y clemente! Te adoro, mezclada en el polvo mi frente: ¿Qué quieres, Dios mío, qué quieres de mí? Yo veo que el mundo profana tu nombre; que pisa, soberbio, tus leyes el hombre; que ocupa tu trono la diosa razón. Yo veo en el hombre reinar la malicia: Mas no, no cargues sobre él tu justicia; castígame, y vierte sobre él tu perdón. La humilde plegaria quedó interrumpida por fuertes chasquidos de duro cordel y el suelo besando la víctima herida rindióse al exceso de pena tan cruel. Al punto, las nubes llevadas del viento dejaron ver clara la bóveda azul; y un haz luminoso cruzó el firmamento Rasgando su inmensa cortina de tul. Estrella encendida por soplo divino llenaba el espacio de luz celestial, formando del cielo a la tierra el camino que al monje marcaba su triunfo final. Llenando la ruta del astro glorioso, querubes vestidos de blanco y zafir, con liras divinas un himno grandioso de júbilo inmenso dejaban oír. Italia, escuchando la nueva armonía, del cielo el milagro con gozo admiró; y al viejo convento que el astro envolvía con rápido curso sus pasos guió. Y el grito de “¡Gloria!” lanzando potente, del coro divino siguiendo el compás, el cielo y la tierra tributo ferviente rindieron al nombre del gran Nicolás. Entonces un ángel de rara hermosura del astro a la celda del monje bajó t, en breve coloquio de inmensa ternura, su próxima muerte feliz le anunció. La aurora risueña llevó al monasterio las suaves matices de luz matinal, y en coro las notas del grave salterio sonaban cual notas de un himno inmortal. Y el monje, entretanto, confuso y contrito, con fe repetía su humilde oración: Señor: si te enoja del hombre el delito, Castígame, y vierte sobre él tu perdón. Fray Gregorio Ochoa OAR —3— Canto a la Provincia de sa n Nicolás de Tolentino Lema: Laetare, Provincia mater ¿Quién habrá que separe de tu senda las alfombras de bárbaros abrojos y un aliento de vida en tu alma encienda y el llanto seque de tus mustios ojos? Alza tu vista hacia el azul radiante: señalándote el místico camino va la Estrella inmortal de Tolentino, dirigiendo tu paso vacilante. Síguela. La seguiste temblorosa, con vivas ansias, con anhelo mudo: ¡te arrancaba del borde de la fosa, te guiaba su luz a Monteagudo! Monteagudo es tan solo un relicario, ¡la reliquia es la Virgen del Camino! y allí fue como fin de tu calvario do la Estrella posó de Tolentino. Fray Serafín Prado OAR —4— Gozos de san Nicolás de Tolentino. Tortuera (Guadalajara, España) Pues que sois nuestro patrón y por nos fuiste elegido, sed nuestro fiel abogado, Nicolás de Tolentino. 1.– Qué gozo para los padres que os criaron desde niño cuando todo su cariño en serviros lo ocuparon y su afecto consagraron a aquél gran Dios, Uno y Trino, Sed nuestro fiel abogado, Nicolás de Tolentino. 2.-Las estrellas envidiosas adoraron tu vestido y con afán decidido os buscaron tan ansiosas y en pruebas amorosas lo dejaron guarnecido. Sed nuestro fiel abogado, Nicolás de Tolentino. 3.- Al criaros vuestra madre viéndoos tan penitente sólo esperaba la muerte de su vida arrebatado y de sus brazos quitado con un dolor insufrido. Sed nuestro fiel abogado, Nicolás de Tolentino. 4.- Mas los ángeles al ver tal candor en Nicolás, sin volver pasos atrás se admiraron de tu valor y con el más grande amor decían, siervo divino: Sed nuestro fiel abogado, Nicolás de Tolentino. 5.- Porque tanta penitencia que hasta la perdiz asada revive y vuela asustada adonde fue prisionera y con canción lisonjera vuelve a recobrar su nido. Sed nuestro fiel abogado, Nicolás de Tolentino. 6.- Estábais aún recibiendo de una madre el tierno pecho y con el mayor despecho semanalmente ayunábais tres días y en ellos dabais gran tormento al enemigo. Sed nuestro fiel abogado, Nicolás de Tolentino. 7. Para ser canonizado después de ser religioso, por un milagro asombroso pruebas constantes mostrábais que a todo el mundo le dábais con un valor decidido. Sed nuestro fiel abogado, Nicolás de Tolentino. 8.- Y pues sois el titular y os ha escogido Tortuera, por eso mismo os venera y aquí os viene a visitar y hasta os quiere demostrar el amor más excesivo. Sed nuestro fiel abogado, Nicolás de Tolentino. Francisco Javier HEREDIA HEREDIA – Juan Antonio MARCO MARTÍNEZ, Tortuera, una villa, una historia, Guadalajara 2004, pp. 376-377 —5— Con dulces cantos celebremos todos del Rey eterno memorables dones; con alegría sin cesar cantemos sus maravillas. Porque en la Iglesia santa y verdadera, que por los siglos se acrecienta y salva, esplende Nicolás, que es de Agustín vástago digno. Sus memorables y gloriosas obras nadie podría celebrar bastante; sus alabanzas, merecidas siempre, nadie, cantarlas. Santo, que brilla en la mansión celeste, santo, que encumbran pueblos y naciones a través de los siglos, en la historia, su fama crece. Gloria a Dios Padre, gloria al Unigénito, y a quien procede de uno y otro, gloria; gloria a la excelsa Trinidad, proclamen todos los seres. Amén. Liturgia de las Horas. Oficio de lecturas —6— Alábente, Señor, perpetuamente siglos y pueblos con loor rendido porque hiciste brillar en Tolentino un astro refulgente. Astro de floria que a la Iglesia Santa con sus virtudes ilustró y su ciencia, ciencia de amor y celo de las almas para la salvación. ¡Oh Nicolás de Tolentino!, el cielo con el carisma de la paz te ungió, y por tu intercesión las gentes creen y alaban al Dios Trino. Amén. Liturgia de las Horas. Laudes —7— Sabías que la vida es una lucha; que del mundo y la carne los halagos se condensan en fuertes tentaciones que incitan al pecado. Es un abismo el corazón del hombre: le impide siempre remontar el vuelo la rémora pesada del pecado en su viaje a lo eterno. Sabías bien, oh Nicolás, que el hombre tiene por precio de Jesús la sangre: Hijo de Dios, al mismo Dios le cuesta morir por su rescate. Y por salir triunfante en la batalla, con ayunos tu carne mortificas, y la flagelas, no por darle muerte, sino por darle vida. Te abrazas a la cruz: la penitencia es compañera fiel en tu camino, y así en tu vida con tu ejemplo mustras cómo se llega a Cristo. Gloria al Padre, y al Hijo sea dada y al Espíritu de ambos procedente; a la divina Trinidad entonen loor todos los seres. Amén. Liturgia de las Horas. Laudes —8— Huid, temores vanos, huid tormentas y sombras y presagios de aflicción, pues surge Nicolás en Tolentino con su mensaje de piedad y amor. Donde antes imperaba la codicia, la justicia en la paz su fruto dio, y los necesitados de la vida en ti hallaron celeste intercesor. Tú, Nicolás de Tolentino, abriste una era de paz y de perdón; como Cristo pasaste por la vida dando consuelo y derramando amor. Vuelve a decir palabras a los hombres y a recordar que Cristo nos amó, y que la eterna Trinidad Santísima de la patria el camino nos abrió. Amén. Liturgia de las Horas. Vísperas —9— Gozos populares que en honor de San Nicolás de Tolentino se cant an en Almonacid de la Sierra (Zaragoza, España) Sois de santidad dechado y claro espejo divino, Santo de Dios muy amado, Nicolás de Tolentino. Aun antes de haber nacido, anunció tu vida un santo ; Nicolás de Bari ha sido quien, para enjugar el llanto de tus padres, que han orado, fue tu abogado y padrino. Santo… En tu niñez inocente frecuentabas mucho el templo, y de toda aquella gente eras luz y eras ejemplo. ¡Ah!, cuanto más te contemplo, más admiro tu destino. Santo… Su angelical santidad le hace temer los honores; sólo en la Divinidad halla amor de sus amores., los busca en la oscuridad de la regla de Agustino. Santo… Allí a Jesús y María consagra su corazón, pasa la noche y el día en altísima oración; incansable perseguía siempre del bien el camino. Santo… La Iglesia, con tierno afán, los panecillos bendice; tomando con fe ese pan, como la experiencia dice, los que sufran hallarán siempre el socorro divino. Santo… Por esos mundos marcháis buscando almas para el cielo, y encendéis amor de Dios en corazones de hielo; las estrellas que ostentáis son flores de ese camino. Santo… Aparta de nuestra España, con tu santa protección, el pecado que nos daña y alcánzanos contrición; que la santa Religión tenga un muro diamantino. Santo… Fuiste un Job en la paciencia; en el llanto, un Jeremías; un ángel, en la inocencia, y en milagros, un Elías. Almonacid tu asistencia invoca, devoto y fino. Santo... Sois de santidad dechado y claro espejo divino, Santo de Dios muy amado, Nicolás de Tolentino. Félix LASHERAS BERNAL, Novena en honor de San Nicolás de Tolentino, Zaragoza 1949, 35-37. —10— Himno a San Nicolás de Tolentino. Almonacid de la Sierra (Zaragoza, España) Nicolás de Tolentino, espejo del Sol Divino, ángel fuiste en la pureza, un abismo en la humildad, heroico en la obediencia, la templanza, la prudencia, la justicia, la pobreza, fortaleza y caridad; consuelo de atribulados, libertad de encarcelados, socorro de los hambrientos, y de enfermos, salvación; de tempestades, bonanza; de estériles, esperanza; vencedor de los incendios; de muertos, resurrección. A tus devotos, que te invocamos y que intentamos tu imitación, danos tus gracias espirituales y materiales con profusión. Ruega siempre por nosotros, ruega por Almonacid. ¡Viva, sí, San Nicolás ; viva, viva, viva, sí! Félix LASHERAS BERNAL, Novena en honor de San Nicolás de Tolentino, Zaragoza 1949, 39. Letra de Félix Lasheras. Música de Miguel Moneva) —11— El Dominico y el Agustino Décima Entre un dominico había y un agustino cuestión, y daba a su religión cada cual la primacía. El dominico decía: “Yo a mi Domingo prefiero, que en la frente trae lucero”. Y el otro le reconviene: “Santo hay en mi Orden que tiene estrellado hasta el trasero” BN Mss. 2901, fol. 82v-83r —12— Himno del VII Centenario Venimos, Nicolás, con alegría a cantar tu constante protección; venimos a pedirte, Santo amado, que cuides a los tuyos con amor. Serviste con bondad y con ternura, ardiente como brasa el corazón; queremos repetir tu misma historia, sirviendo en los humildes al Señor. Nos muestran lirios cándidos tus manos que brotan del misterio de la cruz; brilla en el pecho el fuego de una estrella que guía nuestros pasos con su luz. Tu Provincia te venera agradecida, tu nombre canta y clama con fervor; y va contigo alegre por el mundo y anuncia el Evangelio del Señor. II. LATINOS —13— Divo Nicolao de Tolentino Supplices nostras, Nicolae, voces excipe, et nobis medicina dulcis mentis, ut corpus valeat caducum protinus esto. Qui velut manans liquido liquore fons aquae, semper placidus salubri affluis cursu relegans dolores nectare caeli. Luridae menti tenebris malignis ipse demonstras iter expeditum, praeferens fasces operum tuorum lumine magnus. Allevas maestos, recreas cadentes, erigis lapsos, fragilesque firmas, sustines firmos, humili precatu, sancte benigne. Ómnibus velox ades advocatus, vix tuum nomen resonat sonorum quando dispendis cito dona caeli optima largus. Tumet aurorae radiis nitescis, Sicque te clarum subito salutem fidimus sanctis meritis daturum ómnibus aegris. Qui loqui mutos facis, atque visum Obtines caecis, solidasque truncos cruribus, surdis reserasque clausas inclitus aures. Dira quos ussit febris et molesta, quas aqua intercus tumidos repressit, hecticos, sanas, laterum coerces atque dolores. Vulnere oppressos reficis, vel ictu, quos lues atrox tetigit tuéris, pellis et morbos sthomachi tenaces providus adstans. Sanguinis fluxus, capitum tremores, sordidam lepram, reprimens, et omni ipse languenti validus potenter pane mederis. Fervidi votis petimus favorem caelicum terrae, Nicolae summe, ut famem, pestem, gladiumque durum nesciat illa. Nam tibi cedunt elementa cuncta, dum Dei donis frueris Minister, dividens nobis bona profutura, tempore quovis. Aridos agros pluvia rigasti, fructus ut ferrent madidi feraces, improba pressos fame recreando, munere caeli. Saepe tu mundi loca, civitates, regna, crudeli lue vindicasti, temperans missas homini protervo numinis iras. Schisma, quod multos viguit per annos, sedulus caelo penitus fugasti, protinus pacem tribuens quietam, turbida placans. Lucidis stellis radiatus eia omnibus pacem populis amicam mitte faelicem, precibus benignis, pacificator. Qui senum mentem superans, amorem in Dei totus puer advolasti, abstinens escis pius, et modestus caelica gustans. Hostia sacra Dominum tegente aspicis faelix puerum patentem, igneam dantem tibi claritatem, verbaque blanda. Cuius affectu iuvenis repellens fulgidas vestes opibus decoras, induis saccum, sapiens ut ipse infima calces. Carnibus nullis epulatus, ovis, piscibus, pomis, simul atque lacte, inde: sed solum cibus, herba, panis: limphaque potus. Pauperes, quorum miserans, labores, adiuva, ut possint tolerare vitae: fiat ut prompte superi Tonantis sancta voluntas. Qui pius factis, monitis iuvasti carcerum paenis redimens retentos, visitans aegros, alacrisque maestis gaudia donans. Proximis flagrans bona charitatis ipse largitus, male dissidentes dulcibus verbis cohibens, ut essent pacis amantes. Promptus occurrens animo ruenti, semper illius iubar adstitisti, conferens ipsi, probus ut Patronus, signa salutis. Naufragis saeva maris in procella, Castor et Pollux velut, adfuisti lenis, et mitis, timidis serenans aera, caelum. Vita sit nobis, Nicolae, quando carnis ergastlo rapiamur isto, impetrans nostri veniam reatus ipse precatu. Mortuos vere pheretro repostos rursus in vitam remeare-gratam, obsecrans Summum, meritis adeptus Altisonantem. Debitas paenas animas luentes civium caeli cunei dederunt proximo morti tibi, praeferentes praemia danda. Euge postremo, bone serve, Christus dixit invitans, sociatus alma matre: ut in caelis diadema et albens palma, daretur. Cordis hic culpa timidos trahente mortis horrores, abigas rogamus daemonum saevos laqueos, et artis sideris ictu. Qui potens victor validas eorum copias tantas superare visus: temet atroces rigidis flagellis dum cruciarunt. Nullus ipsorum rabidus, dolosus, aut furens, horrens, potuit precantem, imbrices mittens, aliquando vili arte movere. Sic metum talem gravis attulisti, perferens plagas varias, et ictus, cruris et fractae patiens dolorem tempore vitae. Ut fugam totum capiat rebelle agmen inferni, pavidumque cedat, debiles linquens homines ferire, nomine tantum. Sit Deus Trinus veneratus unus orbe terrarum pariterque caelis, tanta qui nobis, Nicolae, mira conficit Author. —14— Te canunt omnes, Nicolae, gentes. Te piae versu modulantur urbes. Voce te laudant pueri canora votaque solvunt. Te ferunt caeci, resonantque muti quos tua cunctos ope liberasti, crura decantant sibi restituta carmine claudi. Eruti saevis pelagi procellis quosque tu morbis variis gravatus mille sanasti, tua dona cuncti magna fatentur. Quosque vexatos pius expiasti daemonum dira feritate, quosque consequi rursum veteris dedisti lumina vitae. Dive qui caelo rutilas ut astrum mentium densas tenebras repelle: cordium longam glaciem resolve luce nitenti. Laus Patri summo, Genitoque semper, quique procedis simul ex utroque Spiritus Sanctus, Deus unus idem laus tibi semper. Amen. —15— Laudibus summis celebremus omnes Regis aeterni memoranda dona, mentibus laetis modulemur eius grandia facta. Qui dedit quondam fidei coruscans sidus; ex altis oriensque caelis, sancta quem mundo peperit beatum Monica patrem. Inclito te nunc grege procreatum multa post tandem revoluta saecla, contulit dignum, Nicolae, nobis eius alumnum. Cujus ingentes memoresque gestas res queat nemo satis explicare, cuius excelsas celebresque laudes nemo referre. Dive, quem caeli paradisus ambit, dive, qui tantis meritis abundans, perpeti fama super alta victor astra triumphas. Laus Patri summo, Genitaeque Proli, quique procedis Deus ex utroque Spiritus Sanctus; Deus unus idem, laus tibí semper. Amen. (Breviario italiano. Oficio de lecturas) —16— Ite, maerores animi dolentis, turbidae cordis procul ite, nubes, nubilam mentem nova Nicolai stella serenat. En, triumphalis redit apparatus hostis eversi, domítaeque carnis: saeculi victi trahit una vinctas dextera turmas. Turba victrici reparata dextra confluit, carmen modulans canorum, arcus millenis oculatus astris plaudit in altis. Sit decus Patri, pariterque Nato, atque Mananti simul ex utroque, quem prius factus simul et redemptus orbis adorat. Amen. (Oficio italiano. Laudes)