10 paginas - maximo 12

Anuncio
1
Contribución de las mujeres desde la ciudadanía global
en la construcción de una nueva estatalidad
María Silvia Villaverde
Argentina
2006
SEMINARIO: Democracia/s, ciudadanía y Estado en América Latina
en el siglo XXI: Análisis de género de los caminos recorridos desde la
década del ´80 y futuros posibles
PROFESORA: Line Bareiro
2
ÍNDICE
1. INTRODUCCION (pág.2)
2. DESARROLLO
a. Conceptos Previos (pág. 2)
b. Los derechos humanos son el eje de la nueva estatalidad democrática (pág.3)
c. Homologación entre ciudadanía y derechos humanos (pág.5)
d. Custodia estatal de los derechos humanos (pág.6)
e. Construcción de la ciudadanía global en torno a la justicia (pág.7)
f. Caso de Maria da Penha Maia Fernandes vs.Brasil (pág.8)
g. Impacto de la ciudadanía global de las mujeres sobre la nueva estatalidad
(pág.10)
3. CONCLUSION (pág.11)
4. BIBLIOGRAFIA (pág.12)
1
INTRODUCCION
Mediante la elaboración del presente texto me he propuesto mostrar la contribución de las
mujeres en la configuración de lo que he denominado “nueva estatalidad”, mediante el reclamo
de la efectividad del derecho a una vida libre de violencia realizado ante la incipiente
institucionalidad regional, en el caso especifico una mujer brasilera contra la República
federativa de Brasil ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) con
fundamento en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra la Mujer (Convención de Belem do Pará).
2
a. Conceptos previos
Dado que me he referir a una “nueva estatalidad” (PNUD, 2004:181), expondré sucintamente
algunos conceptos previos sobre el Estado extraídos de Bareiro, Line (2006): "Democracia/s,
ciudadanía y Estado en América Latina en el siglo XXI. Análisis de género de los caminos
recorridos desde la década del ´80 y futuros posibles", Unidad N° 2, Seminario PRIGEPPFLACSO, Buenos Aires.
En primer lugar, el Estado es la institución pública por excelencia y la ciudadanía existe
como tal solamente en relación a una institucionalidad determinada, que le reconoce y
garantiza sus derechos y se encarga de que cumpla sus obligaciones. Esa institucionalidad es
el Estado.
También he de señalar que el Estado como institución es una forma organizativa que
perdura mas allá de las personas que la integran, es diferente de estas y se halla regulado
jurídicamente.
Otra consideración de interés es la referida a que si bien el Estado es el agente fundamental
de las políticas públicas, no es el único; entonces si bien una politica pública sin participación
estatal no es tal, pueden darse políticas relevantes desarrolladas en instituciones sociales y
políticas.
Atento a que el tema se ha desarrollar en el marco de las nuevas configuraciones políticas
que trascienden los limites del Estado y que ponen en tela de juicio su aptitud para cumplir sus
cometidos, resulta pertinente partir de una definición de Estado –aunque advirtiendo la
3
dificultad de su verificación en muchos Estados regionales- : El Estado es la institución politica
de una población asentada en un territorio, que es soberano en sus decisiones y es reconocido
como tal por otras instituciones similares, que son las unidades del derecho y las relaciones
internacionales.
En efecto, el concepto de soberanía indica precisamente “el poder de mando en ultima
instancia en una sociedad politica” (Bobbio et alt.1991:541-570) y un Estado es soberano en la
medida en que puede decidir en el territorio sobre el que se asienta. Es decir, para que haya
soberanía debe haber imperio de sus normas e instituciones.
Asimismo se ha de considerar al Estado como un producto histórico concreto, inseparable
por lo tanto de la sociedad sobre la que se asienta. En este sentido y desde una perspectiva de
género cabe destacar la potencialidad explicativa que reviste la noción de familia como
institución.
b. Los derechos humanos son el eje de la nueva estatalidad democrática
A partir de las conceptualizaciones previas referidas al Estado, se ha de analizar la
necesidad “una nueva estatalidad” (PNUD, 2004:181) , denominación adoptada en Capítulo:
“Hacía la democracia de la ciudadanía” en el estudio titulado “La democracia en América
Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos” del Programa de Naciones Unidas
para el desarrollo (PNUD), – focalizando la falta de aptitud estatal actual para ejercer el poder
de democratizar el orden de las relaciones vigentes en sus territorios, de conformidad con el
proceso histórico de reconocimiento de los derechos humanos.
La invocada debilidad de los Estado Nacionales derivada de la perdida de soberanía se
vincula “al hecho de que son poderes fácticos legales y ilegales, nacionales e internacionales,
así como Estados e instituciones externos, los que en ultima instancia determinan lo que debe
o puede realizarse en un Estado nacional”. Pues, “la perdida de soberania se produce toda vez
que el Estado ya no tiene capacidad de hacer que rijan efectivamente sus leyes y decisiones
en su territorio”. Bareiro, Line (2006): "Democracia/s, ciudadanía y Estado en América Latina en
el siglo XXI. Análisis de género de los caminos recorridos desde la década del ´80 y futuros
posibles", Unidad N° 2, Seminario PRIGEPP-FLACSO, Buenos Aires.
Considero que el debate de la soberanía y la resignificación de la noción a la luz de la
profundizacion del concepto de democracia mediante la reconceptualización de la ciudadanía,
homologándola a los derechos humanos, deben presidir el análisis de la metamorfosis del
Estado actual, cuya debilidad e incluso su ocaso y desaparición se pronostica. Adviértase la
evolución histórica del concepto de soberania: en las monarquías se hallaba asociada al rey; a
partir de la Revolución Francesa se conjugan la soberania nacional de un Estado como sujeto
de relaciones internacionales y de la soberania popular dentro del Estado; en las democracias
modernas, se articulación la soberania popular y el pluralismo
He de considerar como eje de la “nueva estatalidad” a los derechos humanos. La legitimidad
de los Estados Nacionales frente a los ciudadanos soberanos se halla vinculada a la
realización concreta de los derechos humanos en sus territorios, asimismo que lo que justifica
su soberanía como sujeto de relaciones internacionales es el cumplimiento del pacto de
derechos humanos -materializado en los instrumentos regionales e internacionales que los
consagran y que han sido incorporados a los derechos nacionales-, cuyo incumplimiento por
parte del Estado hacia los personas y entre los particulares que habitan en su territorio, genera
responsabilidad hacia los particulares afectados y responsabilidad internacional.
Line Bareiro ha señalado que: “Realizar lo sustantivo de la democracia implica un nivel de
consolidación del proceso democrático en donde las instituciones democráticas no solo existen
en los papeles, sino que funcionan en una forma regular; donde hay garantías de que cada
ciudadana/o tenga los mismos derechos ante la ley y el Estado en su conjunto, tanto en forma
en contenido”. Bareiro, Line (2006): "Democracia/s, ciudadanía y Estado en América Latina en
el siglo XXI. Análisis de género de los caminos recorridos desde la década del ´80 y futuros
posibles", Unidad N° 1, Seminario PRIGEPP-FLACSO, Buenos Aires.
4
Para el aseguramiento del proceso de humanización de la nueva configuración mundial se
han constituido instituciones supranacionales y ello se ha entendido -conforme a una clave de
interpretación en vías de superación -como una cesión de soberanía por parte de los Estados
que se someten a esos sistemas judiciales. Pensando la democracia en el orden global, David
Held (1997:117-120) plantea que es preciso buscar la forma de asegurar el mantenimiento de
la democracia con toda un serie de centros de autoridad y poder interconectados entre sí,
porque la democracia no sólo supone la garantía de los derechos civiles, políticos, sociales,
sino también la posibilidad de exigirlos a las estructuras de poder trasnacionales o
intergubernamentales.
José Thompson (2000:4), problematizó el tema del acceso a la justicia y dirigió una
investigación en siete paises de América Latina, cuyo objetivo fue identificar modelos eficaces
en la ampliación de dicho acceso para la población más desfavorecida. Pone de relieve el
concepto de “equidad” y señala que hay una “justicia” de la justicia, entendiéndose mediante
dicha expresión que las desigualdades económicas y de oportunidad que caracterizan a
amplios sectores de las sociedades latinoamericanas no deben reflejarse en la oportunidad ni
en la calidad de la justicia. Por lo tanto, se aplicará el carácter “correctivo” de la justicia, a fin
de que las condiciones socio-económicas y culturales de las personas no conspiren contra la
calidad y la oportunidad de su derecho al acceso a la justicia, considerado un derecho
fundamental.
Elena Highton de Nolasco en un trabajo titulado “El acceso a justicia y la defensa pública
en cuestiones no penales”, plantea que el derecho de defensa en juicio es un derecho
fundamental, por lo que “entre las necesidades y derechos fundamentales que debe satisfacer
el Estado democrático no sólo quedan abarcados estándares mínimos con relación a la
educación, salud, alimentación, etc., sino que asimismo corresponde reconocer la obligación
del Estado de hacer efectiva la igualdad material en cuanto a la garantía de defensa en juicio.”
Advierte que: “La disparidad de poder entre las partes; su relativa ignorancia en cuanto a
aspectos técnicos o jurídicos que hacen a su posición y derecho o las urgencias inmediatas y
precaria posición económica contribuyen a dificultar el acceso al sistema judicial”. Por lo que, si
“el derecho cumple un papel igualador de las personas, la igualdad teórica debe convertirse en
práctica para vencer la marginalidad, para ser una verdadera sociedad democrática. El acceso
a justicia no merece ser conceptuado como la posibilidad formal de llegada a una institución en
particular, sino como la inserción de estrategias activas para promover la admisión por parte de
individuos y grupos que de otra manera no actuarían para obtener el reconocimiento de sus
derechos”. Concluye afirmando que: “La vida de cualquier persona, bajo la óptica de un jurista,
indica que, más de una vez, el asesoramiento y patrocinio en derecho fortalece personal y
económicamente;
y
en
muchas
oportunidades,
se
torna
vital”.
(http://www.mpd.gov.ar/def3civcap/actualidad001.htm).
También Virginia Vargas ha hecho mención, aunque en un sentido más amplio –pues tanto
Thompson como Highton se refieren al acceso a la justicia- de la incidencia de la desigualdad
socioeconómica en la materialización de una vida justa, dado que contribuye a la reproducción
social de las ciudadanías subordinadas y conspira contra la concreción de la ciudadanía real.
Destaca que en el Foro Social Mundial (FSM) las mujeres han reincorporado las agendas, que
habían sido “olvidadas” en su lucha hacia el logro de una mayor institucionalización. En este
sentido han propuesto una justicia integradora de la justicia de genero y de la justicia
económica, otorgando voz en su lucha a dos tipos de injusticia: la desigual distribución de
recursos gestada por la injusticia socioeconómica, arraigada en la estructura política y
económica de la sociedad y la ausencia de valoración derivada de la injusticia cultural o
simbólica del no reconocimiento, arraigada en los patrones sociales de representación,
interpretación y comunicación. La lucha por la “redistribución frente a las injusticias
socioeconómicas que existen y que marginan a mujeres y hombres en razón del género, y más
aún cuando está cruzado con la raza, étnia, ciclo vital, zona geográfica,” y la lucha por el
reconocimiento se hallan intrínsecamente relacionadas y de ellas depende la ciudadanía real.
Por ello, los cambios de leyes resultan insuficientes, si no se sustentan en procesos
5
sustanciales de transformación del marco que generó la injusticia. Concluye Virginia Vargas
citando a Nancy Fraser en “Iustitia Interrupta. Reflexiones críticas desde la posición
“postsocialista” para sostener la intrínseca conexión entre las luchas por la redistribución y por
el reconocimiento “... porque las normas androcéntricas y sexistas se institucionalizan en el
Estado y la economía, y las desventajas económicas de las mujeres restringen su ‘voz’
impidiendo su igual participación en la creación cultural”. (Vargas, Virginia (2002): “Los Nuevos
Derroteros de los Feminismos Latinoamericanos en lo Global: las disputas feministas por una
globalización alternativa”, PRIGEPP-FLACSO, pág. 14)
En esta línea de significados, el proceso de concreción de las “nuevas estatalidades” va
acompañado de una profundización de la democracia y de una proliferación de ciudadanías
reales – en el sentido de la propuesta de democracia representativa (actualmente en crisis),
participativa e incluyente del Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH). Para este
organismo la inclusión puede ser “un concepto guía y motor de la democracia”, pues en ella
han de “participar la diversidad de sujetos, pueblos, orígenes y contextos, dando cuenta de la
variedad y riqueza el Continente” . En la ponencia de José Thompson sobre “Participacion,
democracia y derechos humanos. Un enfoque a partir de los dilemas de América Latina” del
Instituto Interamericano de Derechos Humanos resume en el enfoque propuesto en Siete
Lecciones para la democracia (pp.17-18)
Se hace hincapié en la importancia de no soslayar una consideración primordial a la
democracia local, pues la vida de los ciudadanos soberanos transcurre “en una comunidad
que le es real y simbólicamente próxima”, aunque la comprensión de lo local –en
concomitancia con las subjetividades – será afectada por la ciudadanía global, incipiente pero
inexorable. Es decir que en las nuevas configuraciones estatales el espacio local se
globalizaría desde el interior – en un movimiento de ida y vuelta permanente.
Menciona Line Bareiro que la formacion y el fortalecimiento de la vida asociativa, que ha
presentado alternativas creativas a la manera tradicional de hacer política y de luchas por el
desarrollo, “constituye una de las fuentes de optimismo hacia el proceso de democratizacion.
Citando a Slater puntualiza que “se ha desafiado simbólica y culturalmente a instituciones
políticas tradicionales de manera tal que se han expandido las esferas de acción, legitimando a
nuevos actores y cuestionando los canales de mediación basados solo en partidos políticos”.
Agrega que: “Las mujeres y los colectivos sociales discriminados han producido avances en lo
que hace al pluralismo”. Bareiro, Line (2006): "Democracia/s, ciudadanía y Estado en América
Latina en el siglo XXI. Análisis de género de los caminos recorridos desde la década del ´80 y
futuros posibles", Unidad N° 1, Seminario PRIGEPP-FLACSO, Buenos Aires.
c. Homologación entre ciudadanía y derechos humanos
De los desarrollos previos se desprende un enriquecimiento del concepto de ciudadanía, que
se ha resignificado ante la necesidad de profundizar la democracia y a partir de “la convicción
de que ‘ciudadana’ y ‘ciudadano’ son algo más que sujetos de derechos políticos”. Bareiro, Line
(2006): "Democracia/s, ciudadanía y Estado en América Latina en el siglo XXI. Análisis de
género de los caminos recorridos desde la década del ´80 y futuros posibles", Unidad N° 2,
Seminario PRIGEPP-FLACSO, Buenos Aires
Marshall conceptualiza la ciudadanía, como el máximo status que una comunidad politica
otorga a sus integrantes.
Como marco para pensar en torno a este concepto no ha perderse de vista que no hay
derechos y obligaciones sin institucionalidad estatal, y sin sujetos sociales de esos derechos y
deberes.
El proceso de construcción de las “nuevas estatalidades” del mundo global ha de
entenderse en paralelo con la conquista gradual del “derecho a tener derechos” - conforme a la
definición de ciudadanía de Arendt - por parte de todos los habitantes de cada país, es decir
que la ciudadanía se entiende como vigencia de los derechos humanos para todas y todos,
actualmente incorporados a los sistemas juridicos de cada Estado de la región, aunque con
6
posibilidades de ejercicio restringidas para amplios sectores de la población como ya he
explicitado previamente.
En este punto he de detenerme para desarrollar brevemente una de las tipologías de la
ciudadanía, la que distingue entre ciudadanía general y ciudadanía específica, tomando como
eje las subjetividades. La ciudadanía general remite a la universalidad de los derechos
humanos, es decir que son los mismos derechos para todas las personas. La ciudadanía
restringida responde a la especificidad de algunos sectores, que han debido bregar por el
reconocimiento jurídico de aquella diferencia que les obstaculizaba o denegaba el ejercicio de
los derechos proclamados para todos; su conquista se ha plasmado en instrumentos de
derechos humanos específicos.
La identidad ciudadana de las mujeres se ha forjando al calor de estas procesos
reivindicatorios de derechos específicos (sus derechos sexuales y reproductivos en razón de la
maternidad, la violencia de genero de la que son victimas precisamente por ser mujeres en el
marco de un orden social estructurado jerárquicamente que las subordina, entre otros, entre
otros). El instrumento de derechos humanos de las mujeres especifico es la CEDAW en el
sistema universal y la Convención de Belem do Pará en el regional.
Se evidencia a partir de estas conceptualizaciones, que si bien “la noción de derechos
humanos se corresponde con la afirmación de dignidad de la persona frente al Estado” (Nikken,
1994:15) , su carácter universal proclamado en el art. 1 de la Declaración de Derechos
Humanos de 1948 y cada uno de los instrumentos en que se los ha ido vertiendo, son la
conquista resultante de luchas previas, que hicieron posible su reconocimiento. Bareiro, Line
(2006): "Democracia/s, ciudadanía y Estado en América Latina en el siglo XXI. Análisis de
género de los caminos recorridos desde la década del ´80 y futuros posibles", Unidad N° 2,
Seminario PRIGEPP-FLACSO, Buenos Aires
d. Custodia estatal de los derechos humanos
Obsérvese que en la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos celebrada en Viena, los
Estados reafirmaron su vocación de transformarse en custodios de su cumplimiento: “estos
derechos nacen con la persona y su protección es obligación de todo Estado”. Bareiro, Line
(2006): "Democracia/s, ciudadanía y Estado en América Latina en el siglo XXI. Análisis de
género de los caminos recorridos desde la década del ´80 y futuros posibles", Unidad N° 2,
Seminario PRIGEPP-FLACSO, Buenos Aires.
Asimismo, en los derechos internos de los Estados, se hallan establecidos y reconocidos
por las constituciones, que además en algunos casos como el de la República Argentina
incorpora con jerarquía constitucional los instrumentos más significativos de derechos humanos
(Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; Declaración Universal de
Derechos Humanos; Convención Americana sobre Derechos Humanos; Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales; Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos y su Protocolo Facultativo; Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de
Genocidio; Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación Racial; Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer; Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes; Convención sobre los Derechos del Niño; en la condiciones de su vigencia).
Cuando los Estados ratifican tratados o convenciones internacionales en materia de
derechos humanos, adquieren las obligaciones de respetar y de garantizar, en el ámbito
nacional, los compromisos adquiridos mediante leyes, políticas y practicas que se hallen en
armonía con dichos derechos:
“La obligación de respetar se caracteriza por la abstención del Estado de intervenir o turbar
el disfrute de los derechos. Implica la existencia de límites en el ejercicio del poder estatal,
siendo estos límites los derechos humanos; los Estados no pueden violar (directa o
indirectamente) esos atributos inherentes a la persona humana. El respeto conlleva la
protección, pues obliga al Estado a impedir que terceros obstaculicen u obstruyan el disfrute de
7
derechos de una persona o grupo de personas.
La obligación de garantizar consiste en facilitar el acceso al disfrute del derecho, en adoptar
las medidas necesarias y desarrollar condiciones (promoción) que permitan a todas las
personas el goce pleno y efectivo de los derechos humanos. El Comité de Derechos Humanos
de la ONU en su Observación General n° 28, ha señalado que la obligación de garantizar
también comprende las obligaciones de prevenir, investigar, sancionar y reparar los daños
producidos en perjuicio de las personas.”
Por lo tanto, es deber de los Estados no solo no vulnerar directamente los derechos
humanos, sino también asegurar las condiciones que posibiliten su respeto, protección, goce y
ejercicio. El reconocimiento y la eficacia de los derechos humanos constituyen el pilar básico
del desarrollo y de la democratización real de una sociedad, y legitiman interna y externamente
al Estado cumplidor.
e. Construcción de la ciudadanía global en torno a la justicia
En un escenario de globalización, la construcción de las “nuevas estatalidades”
democráticas, inclusivas y respetuosa de los derechos humanos para todas las personas, se
corresponde con el afianzamiento como reaseguro de centros de autoridad y poder
interconectados entre sí, pues el concepto de ciudadana/o titular de derechos humanos en
sentido pleno, supone la posibilidad de exigirlos ante estructuras de poder trasnacionales o
intergubernamentales, previo agotamiento de los recursos judiciales internos.
En este sentido, para asegurar dicha exigibilidad se han ido construyendo sistemas de
protección de derechos humanos, a nivel internacional y regional.
En el caso del sistema de protección de derechos humanos interamericano, Cançado
Trinidade (2000) ha afirmado que “La regla de los recursos internos da testimonio de la
interacción entre el derecho internacional y el derecho interno en el presente contexto de la
protección; los recursos internos forman parte integral de la propia protección internacional de
los derechos”. Reiteradamente ha afirmado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH), que el Sistema Interamericano tiene el carácter de “coadyuvante o complementario” de
los sistemas nacionales. La regla de agotamiento de los recursos internos “permite a los
Estados solucionar previamente las cuestiones planteadas dentro del marco jurídico propio
antes de verse enfrentados a un proceso internacional.”
En estos nuevas arenas globales, en las que se hallan en pugna diversos modelos de
estructuración del mundo -algunos excluyentes de las mayorías y caracterizados por la
acumulación de la riqueza; otros influyentes, participativos, con vocación de equidad y
redistribución, caracterizados por la plena vigencia de los derechos humanos para toda/os (la
“mundialización de la solidaridad”, según los términos de los participantes del Foro Social de
Porto Alegre)-, se ha está erigiendo un sistema jurídico transnacional, que reconoce y
garantiza el cumplimiento universal de los derechos humanos.
Como ya se ha mencionado el ejercicio de la ciudadanía se concibe en el marco de una
institucionalidad, que en el nuevo contexto global despunta a golpe de cincel en los órganos
que conforman el sistema de protección de derechos y la Corte Penal Internacional.
En este marco de incipiente institucionalidad global he de referirme a un caso individual, en
el que se evidencia la contribución de las mujeres desde la ciudadanía global en la
construcción de las “nuevas estatalidades”, conforme a la caracterización expuesta
previamente en articulación con las nuevas estructuras de poder transnacionales o
intergubernamentales para el aseguramiento de la democracia inclusiva.
Los instrumentos de derechos humanos específicos de las mujeres que han de sostener la
intervención y el Informe Final resultante de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
son: 1) la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la
mujer (en adelante CEDAW), adoptada en 1979, perteneciente al sistema internacional de
protección de los derechos humanos e incluida en la República Argentina en la nómina del art.
75
inc. 22 de la Constitución Nacional, y 2) la Convención para Prevenir, Sancionar y
8
Erradicar la Violencia Contra la Mujer (en adelante Convención de Belem do Pará), adoptada
por la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos el 9 de julio de 1994 y
aprobada sin reservas en la República Argentina mediante la ley 24632 (9/4/1996)
f. Caso de Maria da Penha Maia Fernandes vs.Brasil:
La violencia domestica es una violación de derechos humanos
“Maria da Penha Maia Fernandes vs. Brasil” es el primer caso individual, en el
que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) aplicó la Convención de Belem
do Pará: Maria es una mujer brasileña que había padecido violencia física y psíquica por parte
de su esposo, que en 1983 había intentado matarla en dos ocasiones, dejándola parapléjica a
los 38 años. En 1998, la investigación judicial sobre los hechos se hallaba pendiente; por lo
tanto Maria presentó el caso ante la Comisión, siendo sus copeticionarios el Centro por la
Justicia y el Derecho Internacional –CEJIL- y el Comité Latinoamericano y del Caribe para la
Defensa de los Derechos de las Mujeres –CLADEM. La CIDH emitió el Informe Final nº 54/01,
Caso 12.051, 16 de abril de 2001, sentando como precedente de jurisprudencia internacional,
que la violencia doméstica es una violación de los derechos humanoshttp://www.cidh.oas.org .
En la presentación del caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
Maria fue asistida por copeticionarios de trayectoria y experiencia aquilatada en la lucha local,
regional e internacional por los derechos de las mujeres. El proceso de construcción de
ciudadanía para las mujeres –como demuestra este caso, en el que la CIDH diagnostica
“violencia sistemática de género”, es decir violencia entrañada en el orden social vigentedepende de la transformación cultural de la sociedad, y de las instituciones, quedando
comprendida y en nivel básico, la familia. Por ello no puede hallarse fuera de la mira de las
mujeres, el poder institucional a todos los niveles con el objetivo de transformarlo en el sentido
explicitado en este texto, que en el caso del poder estatal he denominado “nueva estatalidad” y
cuya poder se legitima en la medida de la efectivización del programa de derechos humanos
para toda/os y en la articulación armoniosa con las institucionalidades globales creadas para
los mismos fines.
En el caso de Maria da Penha el estándar fundamental fue el concepto de violencia
contra la mujer del art. 1 de la Convención de Belem do Pará: “...debe entenderse por violencia
contra la mujer cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o
sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito de lo público como en el
privado”. Asimismo se invocaron los estándares jurisprudenciales internacionales: la
Recomendación General n° 19 del Comité CEDAW, en la que se vincula la violencia a la
discriminación: “La violencia contra la mujer es una forma de discriminación que impide
gravemente que goce de derechos y libertades en pie de igualdad con el hombre”. La relación
entre discriminación y violencia contra las mujeres, se encuentra también reconocida en el
artículo 6 de la Convención de Belem do Pará: “El derecho de toda mujer a una vida libre de
violencia incluye, entre otros: a) el derecho de la mujer a ser libre de toda forma de
discriminación...”.
La denominada “discriminación sistémica” ha sido identificada como un obstáculo para el
cumplimiento de los objetivos de Convención de Belem do Pará en el Informe de Seguimiento
de la Convención de Belem do Pará (OEA) para las cuatro subregiones (MERCOSUR, Andina,
Central y Caribe): “Las pautas culturales discriminatorias también persisten en toda la región y
mediante los valores del poder masculino y la subordinación femenina se mantiene una
desigualdad sistémica entre los géneros en el plano sociocultural, problema que está presente
en todas las subregiones. La insensibilidad de los medios de información puede reforzar la
violencia en lugar de obrar para prevenirla y erradicarla.”
Además de la prueba específica de la causa, se aportó información sobre la situación
general de las mujeres en relación con la violencia (o discriminación) del país denunciado, que
ilustró a la CIDH sobre el contexto general del caso puntual, así como si el caso respondía a un
patrón generalizado de violencia o discriminación contra las mujeres en dicho país. Observase
9
por su relevancia en la construcción de las “nuevas estatalidades”, que se deja de manifiesto
en la presentación que, la intervención de la CIDH podría suponer un avance significativo para
los derechos humanos en el país, trascendiendo a la propia víctima. Indudablemente, todo
precedente de esta naturaleza supone un progreso en la visibilidad del fenómeno y en su
concientización como problemático.
He de enunciar algunos puntos del Informe Final de la CIDH, a fin de ilustrar diversos
conceptos de interés:
En el párrafo 3, se estableció la existencia de un patrón discriminatorio en Brasil por la
tolerancia estatal frente a la violencia contra las mujeres en el seno familiar.
En el párrafo 44, se analiza la conculcación por Brasil del debido proceso y las garantías
judiciales en el caso.
En el párrafo 50, se describen los esfuerzos de Brasil por adoptar medidas positivas, pero
también se acentúa su ineficacia, por haber “sido implementadas de una manera reducida con
relación a la importancia y urgencia del problema”. La CIDH fundamenta la violación de la
Convención de Belem do Pará en la conducta negligente del Estado brasileño ante las
omisiones de tutela por sus órganos judiciales, con el agravante de que se trata de una
tolerancia de carácter sistemático.
En el párrafo 55, señala que: “La impunidad que ha gozado y aún goza el agresor y ex
esposo de la señora Fernandes es contraria a la obligación internacional voluntariamente
adquirida por parte del Estado al ratificar la Convención de Belem do Pará. La falta de
juzgamiento y condena del responsable en estas circunstancias constituye un acto de
tolerancia por parte del Estado de la violencia que Maria da Penha sufrió, y esa omisión de los
tribunales de justicia brasileños agrava las consecuencias directas de las agresiones por su exmarido sufridas por la señora Maria da Penha Maia Fernandes. Es más, como ha sido
demostrado previamente, esa tolerancia por los órganos del Estado no es exclusiva de este
caso, sino una pauta sistemática”.
Destaca la CIDH que la conducta tolerante y generalizada del Estado ante estas prácticas
viola la obligación de sancionarlas, pero también la de prevenirlas, por cuanto las facilita.
En el párrafo 56, se afirma que: “Dado que esta violación contra Maria da Penha forma parte
de un patrón general de negligencia y falta de efectividad del Estado para procesar y condenar
a los agresores, considera la Comisión que no sólo se viola la obligación de procesar y
condenar, sino también la de prevenir estas prácticas degradantes. Esa inefectividad judicial
general y discriminatoria crea el ambiente que facilita la violencia doméstica, al no existir
evidencias socialmente percibidas de la voluntad y efectividad del Estado como representante
de la sociedad, para sancionar esos actos”.
Sobre la adopción por parte de la mayoría de los Estados de la región de algunas medidas
para erradicar la violencia contra las mujeres, la CIDH advierte que, como a Brasil en este
caso, ello no les exime de responsabilidad por las que aún no han tomado; o por las que sean
ineficaces para cumplir las obligaciones internacionales asumidas.
Otro tema de trascendencia del Informe de la CIDH es el relacionado con los derechos
humanos cuya vigencia queda obstaculizada o negada en los casos de violencia familiar, en
este caso de las mujeres.
En el párrafo 58, “la Comisión considera que en este caso se dan las condiciones de
violencia doméstica y de tolerancia por el Estado definidas en la Convención de Belem do Pará
y existe responsabilidad del Estado por la falta de cumplimiento del Estado a sus deberes
establecidos en los artículos 7(b), (d), (e), (f) y (g) de esa Convención, en relación a los
derechos por ella protegidos, entre ellos, a una vida libre de violencia (artículo 3), a que se
respete su vida, su integridad física, psíquica y moral y su seguridad personal, su dignidad
personal, igual protección ante la ley y de la ley; y a un recurso sencillo y rápido ante los
tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos (artículos 4(a),
(b), (c ) (d), (e), (f) y (g))”.
Los párrafos 60 a 63 del Informe Final se dedican a las conclusiones de la CIDH y a las
recomendaciones destinadas a Brasil, pero que no son ajenas a los demás países de la región.
10
Recomendaciones (Calogero, 2006:1) completar lo antes posible, el procesamiento del
agresor; investigar y determinar las responsabilidades por el retardo injustificado de ese
procesamiento; tomar las medidas administrativas, legislativas y judiciales correspondientes;
reparar las consecuencias e indemnizar a la víctima; y continuar y reforzar el proceso de
reformas tendientes a evitar la tolerancia estatal y el tratamiento discriminatorio en relación con
la violencia en contra de las mujeres.
g. Impacto de la ciudadanía global de las mujeres sobre la nueva estatalidad
A los fines de dar cumplimiento con las Recomendaciones de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH) en el Informe Final del caso “Maria da Penha Maia Fernandes
vs.Brasil”, Brasil adopta el 7 de agosto de 2006 la ley 11.340.
En el artículo 1° estipula que se crean mecanismos para sancionar y prevenir la violencia
domestica y familiar contra la mujer en los términos de la Constitución Federal, de la
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Violencia contra la Mujer (la CEDAW),
de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la
Mujer (Convención de Belem do Pará) y de otros tratados internacionales ratificados por la
República Federativa de Brasil; además dispone la creación de los Juzgados de Violencia
Doméstica y Familia contra la Mujer; y establece medidas de asistencia y protección para las
mujeres en situación de violencia doméstica o familiar.
La Relatoría sobre los Derechos de la Mujer de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) reconoce a la Ley, como un paso significativo para lograr el cumplimiento de
las recomendaciones efectuadas al Estado brasileño por la CIDH y de los contenidos
consagrados en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra la Mujer (Convención de Belem do Pará), en cuyo art. 7 se enumeran los
deberes de los Estados.
Cabe mencionar que en el discurso del Presidente de la República Federativa de Brasil,
saluda a la ley como una victoria democrática de todas las mujeres de Brasil, la señala como
resultante de los grandes consensos democráticos, y de largo proceso iniciado por ONGs y
movimientos sociales; además de haber sido discutida en audiencias publicas llevadas a cabo
en todas las regiones de Brasil. Añade que “se fosse possível dar um nome a essa Lei, eu
acho que nós já batizamos que essa Lei deveria se chamar Lei Maria da Penha. Esta mulher
renasceu das cinzas para se transformar num símbolo da luta contra a violência doméstica em
nosso País” y si bien su caso fue llevado a la OEA; hoy ya no sería necesario.
(http://www.cladem.org/espanol/regionales/litigio_internacional/CAS2%20Discurso%20Lula.asp
En el mismo discurso explicita el sentido histórico de la ley: el camino para solucionar los
grandes problemas nacionales –sociales, politicos o económicos- se halla en la
democratización plena de todas las esferas de la vida nacional, y en ello, se incluyen las
relaciones de género; pues si la democracia no es respetada dentro de la casa, entre
compañeros y compañeras, entre esposas y maridos, difícilmente tendrá fuerza para mediar
otros conflictos de naturaleza secular que obstruyen la historia y el desarrollo del país. El
respeto de los derechos en las relaciones entre hombres y mujeres es tan importante para la
vida social como el fortalecimiento de las instituciones políticas, la organización popular y los
procesos electorales.
Reconoce a la nueva ley como un límite para corregir el desequilibrio entre hombres y
mujeres en nuestra sociedad, que como ocurre en cualquier otro desequilibrio alimenta la
injusticia, genera opresión y sustenta la desigualdad. Infelizmente esa desigualdad es aun el
marco predominante en las relaciones de género de nuestro tiempo, no solamente en nuestra
sociedad. En la violencia domestica se manifiesta la expresión mas perversa de esa
desigualdad, y lo hace en forma oculta, protegida detrás de las paredes y naturalizada tras
camadas seculares de cultura machista.
Asimismo, explica que al reafirmar la plenitud de los derechos civiles y de los derechos
humanos dentro de cada hogar, la ley fortalece la democracia en toda la sociedad. Pues a
11
partir de su vigencia las victimas de violencia domestica podrán liberarse de su opresión, con
una estima fortalecida, con una actitud altiva y la esperanza renovada de quien se descubre
portadora de derechos, y lo que es más importante, con el amparo de la ley para ejercerlos.
A la hora de las conclusiones, me he detenido en el discurso presidencial por su
coherencia y riqueza argumental, a fin de destacar algunos conceptos, entre otros dignos de
mención, pero incompatibles con la extensión apropiada para este texto. En él quedan
reflejados los impactos del Informe Final de la Comisión Interamericana en la politica interna de
un Estado Nacional sin que ello implique menoscabo o debilitamiento:
a) la visibilidad otorgada a la violencia doméstica como violación de los derechos humanos
de las mujeres, que –según el discurso presidencial- constituye la expresión más perversa de
la desigualdad social entre hombres y mujeres que aun impera en nuestras sociedades y que
se oculta detrás de la paredes, “naturalizada tras camadas seculares de cultura machista”.
Boaventura de Sousa Santos (2000:433) en el capítulo “No disparen contra el utopista” rescata
el momento "en que el sufrimiento humano es traducido en sufrimiento-hecho-por-el-hombre".
Afirma que es "un momento crucial, en tanto que la dominación hegemónica reside,
primordialmente, en la ocultación del sufrimiento humano o, siempre que eso no fuera posible,
en su naturalización como fatalidad o necesidad o en su trivialización como espectáculo
mediático." Por ello, la identificación del sufrimiento humano requiere “una gran inversión en la
representación y en la imaginación de oposición". Finaliza el párrafo citando a Nandy: "nuestra
sensibilidad ética limitada no es una prueba de hipocresía humana; es, sobre todo, un producto
del conocimiento limitado que tenemos de la situación humana".
b) la sanción de una ley, que tratará integralmente la violencia domestica y familiar contra la
mujer. En el discurso se reconoce también que la norma es una victoria democrática de todas
las mujeres de Brasil, es el producto de los grandes consensos democráticos, y de un largo
proceso iniciado por ONGs y movimientos sociales – revalorización de ámbitos de participación
ciudadana desestatizada-; además de haber sido discutida en audiencias publicas llevadas a
cabo en todas las regiones de Brasil. Dan cuenta de la complejidad de estos procesos, las
hipótesis de construcción femenina de ciudadanías elaboradas por Line Bareiro (1997:2-13) y
el análisis del proceso mediante el cual la violencia doméstica se constituyo en Chile en tema
de debate y en problema publico, dando lugar a programas de prevención, servicios públicos
de atención y la promulgación de la ley en 1994, realizado por Katia Araujo, Virginia Guzmán y
Amalia Mauro (2000:134-145); y
c) la propuesta de construcción del orden democrático a todos los niveles –democratización
plena de todos las esferas de la vida nacional, incluyendo las relaciones de genero – como
clave para solucionar los grandes problemas nacionales –sociales, politicos o económicos.
3
CONCLUSION
Se ha analizado un caso en el que se evidencia la construcción de ciudadanía global en el
plano de la justicia, cuyas protagonistas han sido las mujeres –Maria da Penha y las
organizaciones de mujeres que se constituyeron en copeticionarias ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos- denunciando a Brasil y reclamando la eficacia del
derecho de toda mujer a una vida libre de violencia, consagrado por la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar, y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención
de Belem do Pará), instrumento de derechos humanos específicos de las mujeres y único que
contempla la violencia de género en el sistema regional.
Ante las invocaciones del debilitamiento de los Estados Nacionales, derivado del menoscabo
a la soberanía nacional por parte de las nuevas institucionalidades globales de aseguramiento
de derechos humanos, hallo una falta de correspondencia con las realidades derivadas de las
mencionadas intervenciones en el marco del nuevo sentido adquirido por dichos Estados a
partir de la recepción de los sistemas de derechos humanos en los sistemas juridicos estatales,
con las consecuencias que dicha incorporación conlleva, explicitadas previamente (respeto y
12
garantía, incluyéndose en este ultimo caso la promoción, investigación y reparación de daños)
La evolución del concepto de soberanía da cuenta de sus reconfiguraciones históricas y de
las diversas emergencias estatales asociadas. En el análisis del caso elegido se evidencian
precisamente las potencialidades de las nuevas estructuras de poder transnacionales –
específicamente la Comisión Interamericana de Derechos Humanos- en la construcción de
ciudadanía local a partir de la ciudadanía global –en el caso concreto ciudadanía específica de
las mujeres.
Pues la resolución del caso individual de Maria da Penha Maia Fernandes vs. Brasil, además
de su valor intrínseco como acto de justicia, reflejó la relevancia y la utilidad de recurrir al
sistema interamericano de protección de derechos humanos para otorgar al fenómeno de la
violencia visibilidad y estatus como problema de derechos humanos, cuya prevención, sanción
y erradicación compete al Estado.
En este marco de incipiente institucionalidad global es notable la contribución de las mujeres
en la construcción de las “nuevas estatalidades”, conforme a la caracterización expuesta
previamente, es decir en articulación con las nuevas estructuras de poder transnacionales o
intergubernamentales para el aseguramiento de la democracia inclusivas y respetuosa de los
derechos humanos para todas las personas. Pues la legitimidad de los Estados ha de
depender interna como externamente del grado de concreción de dichos derechos en la vida
de las personas.
El análisis del discurso presidencial sobre el impacto democratizador de la justicia global provocada adecuadamente por las mujeres- a nivel de la estatalidad local, se hace eco de la
definición de la nueva estatalidad, ensayada al iniciar este trabajo, constituyéndose de este
modo en un texto que realimenta y contribuye al afianzamiento de los nuevos sentidos
circulantes en torno a la soberanía y a las nuevos modos de pensar la politica.
Nuevos estudios de casos, que aporten datos adicionales al debate de la soberanía,
contribuirán a dilucidar -o a codiseñar- la imagen de los Estados en un contexto globalizado.
BIBLIOGRAFIA
a) Libros:
Bareiro, Line (1997):”Construcción femenina de la ciudadanía”, en Line Bareiro y Cuide Soto
(Edits.), Ciudadanas, una memoria inconstante, CDE-Editora Nueva Sociedad, Caracas,
Documentos PRIGEPP, 2006.
Bobbio, Norberto, Meteucci, Incola y Pasquino, Gianfranco (1991): Diccionario de Política,
Tomo I, (primera edición en italiano 1976), México, Siglo XXI.
Held, David (1997): La democracia y el orden global. Del Estado moderno al gobierno
cosmopolita, Barcelona, Paidós.
PNUD(2004): La democracia en América Latina, Hacia una democracia de ciudadanas y
ciudadanos, New York.
De Sousa Santos, Boaventura (2000): Crítica de la razón indolente contra el desperdicio de la
experiencia, Volumen 1, Bilbao, Desclée de Brouwer
Thompson, José (2000): “Introducción” en Acceso a la justicia y Equidad, San José, BID-IIDH,
Documentos PRIGEPP, 2006.
b) Artículos de revista:
Araujo, K., Guzmán V. Mauro A (2000): “El surgimiento de la violencia doméstica como
problema público y objeto de política”. En Revista Cepal Nº 70, Santiago, Chile.
Pizzolo, Calogero (2006); “La validez jurídica en el ordenamiento argentino. El Bloque de
Constitucionalidad Federal “, en LA LEY, 10/07/2006, Buenos Aires.
Cançado Trinidade, Antonio (2000): “La regla del agotamiento de los recursos internos
revisitada: logros jurisprudenciales recientes en el ámbito de la protección internacional de los
derechos humanos”, en “Carpeta de materiales para las participantes del II Curso-Taller sobre
derechos humanos de las mujeres”, recopilación de IIDH y CEJIL.
Descargar