3._LECTURA_EPISTEMICO_METODOLOGICA_de_La_globalizacion

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DOCTORADO EN DIDÁCTICA Y CONCIENCIA HISTÓRICA
Tercer ciclo
Coordinadora del Círculo de Reflexión: Patricia Paredes
TAREA 3. LECTURA EPISTÉMICA- METODOLÓGICA DEL TEXTO:
BAUMAN, Sygmunt. La globalización. Consecuencias humanas. México, FCE, 2006,
tercera reimpresión, 171pp1.
Documento elaborado por Hortensia Hernández, abril de 2009.
El presente trabajo contiene cinco apartados:
I. Breve objetivación necesaria
II. Exposición del nivel epistémico o de construcción del texto
III. Interpretación metodológica en relación a mi propio proceso de formación
IV. Argumentos y resúmenes del texto
V. Referencias
Clave de lectura: Resúmenes en color gris
I. Breve objetivación necesaria
Hasta el inicio de elaboración de este trabajo comprendí que a todos los textos debo
hacerles una lectura epistémica-metodológica, es decir crítica; donde lo epistémico es
la propuesta que apunta a construir conocimiento historizado y lo metodológico
responde a la manera de cómo se realiza u objetiva lo epistémico, es decir cómo se
operativiza o se lleva a cabo. Tomando en cuenta que en todas las lecturas entablamos
un diálogo con el autor, en un primer nivel de complejidad debo hacer una lectura
crítica referida sólo a la lógica de razonamiento del autor atendiendo al pensar teórico y
al pensar epistémico. En un segundo nivel de complejidad debo leer a partir de las
categorías del texto en relación a mi propio proceso de formación. En un tercer
nivel de complejidad debo hacer un uso crítico de la lectura, es decir, resignificar los
conceptos y las categorías y construir con ellas este caro conocimiento historizado.
Ahora que he comprendido lo anterior, debo decir que a las dos primeras lecturas que
entregué como tarea les realicé una lectura epistémica- metodológica, aunque a una la
nombré lectura epistémica y a otra lectura metodológica. Ya en este momento puedo
afirmar que al texto de Magnolia Aristizábal, Traslapamiento de la pedagogía por el
currículo: Colombia 1960-1975, le hice una lectura crítica en el primer nivel de
complejidad antes señalado, y al texto de Hugo Zemelman, Pensar teórico y pensar
epistémico, sin llegar a un segundo nivel de complejidad, si le explicité sus categorías.
De tal forma que la lectura presentada hoy, espero que, en efecto, ya alcance este
segundo nivel de complejidad exigido.
1
Todas las referencias, citas y paráfrasis del texto son de esta edición.
1
II. Exposición del nivel epistémico o de construcción del texto
Para llegar a este segundo nivel de complejidad de lectura crítica, como dije antes, leer a
partir de las categorías del texto en relación a mi propio proceso de formación, primero
respondo a las dos siguientes preguntas:
1. ¿Cuál es el problema que el autor quiere resolver en ese texto y cómo lo hace?
2. ¿Cuáles son las categorías y conceptos con los que lo resuelve?
1. ¿Cuál es el problema que el autor quiere resolver en ese texto?
Demostrar que el fenómeno de la globalización es más profundo de lo que salta a la
vista, al revelar sus raíces y consecuencias sociales. Es decir, explicitando la
estructura del poder y de la sociedad que la globalización ha gestado, así como a las
tremendas consecuencias humanas de este nuevo orden.
¿Cómo lo hace?:
A) En términos de la teoría que construye:
Al indagar las causas y las consecuencias sociales de la “compresión tiempo/espacio”
― que define como la continua transformación multifacética de los parámetros de la
condición humana ― advierte que los procesos globalizadores carecen de esa unidad
de efectos que generalmente se da por sentado. Esto le va a permitir demostrar que
hay una “polaridad de la globalización”, la cual tiene diversas dimensiones
entrelazadas y con influencia recíproca; polaridad que tiene en su centro la
movilidad; donde en un extremo estarían las dimensiones planetarias de los negocios,
las finanzas, el comercio y el flujo de información; y en el otro la localización o
fijación del espacio. Al analizar lo anterior, evidencia que estos dos procesos, (la
globalización y la localización) estrechamente interconectados, introducen una tajante
línea divisoria entre las condiciones de existencia de poblaciones enteras por un lado y
los diversos segmentos de cada una de ellas, por otro. Cuando profundiza en esta línea
divisoria, encuentra que hay fundamentales consecuencias humanas ya que los
procesos globalizadores incluyen una segregación, separación y marginación social
progresiva y conllevan una interrupción progresiva de las comunicaciones entre las
elites cada vez más globales y extraterritoriales y el resto de la población que está
localizada. Este nuevo orden evidencia que los centros de producción de significados y
valores son extraterritoriales, no tienen restricciones locales, pero no necesariamente se
corresponden con la condición humana.
B) En términos de la construcción epistémica de su teoría:
1. El autor dice que las tesis del texto no constituye un programa para la acción, más
bien son para discutir, son más las preguntas formuladas que las respondidas. Y esta
obra la realiza porque “el problema de la condición contemporánea de nuestra
civilización moderna es que ha dejado de ponerse así misma en tela de juicio. [Por eso],
formular las preguntas correctas constituye la diferencia entre andar a la deriva y viajar.
[Para él], cuestionar las premisas ostensiblemente incuestionables de nuestro modo de
vida es sin duda el servicio más apremiante que nos debemos a nuestros congéneres y
nosotros mismos.” (cursivas mías).
2
Desde esta afirmación previa, considero que esta teoría es un aporte más que un sujeto
― comprometido con los problemas sociales de su tiempo y circunstancia, y colocado
en su realidad ― pone sobre la mesa, para abundar en la discusión sobre el tema de la
globalización, que es una categoría tan general como ambigua.
2. Atendiendo a un tema central de la metodología en la construcción de conocimiento2,
considero que el autor resignifica la teoría y aporta nuevos elementos a la comprensión
de la globalización, como puede evidenciarse en su categoría central, las categorías
articuladoras a la central y cada una con sus los conceptos ordenadores, es decir con
todos los elementos que estructura su propuesta. Con la centralidad de la pregunta ―
una característica fundamental del pensamiento epistémico— se distancia de las teorías
que dan cuenta de la globalización, para que no le impidan reconocer las formas
emergentes de la realidad sociohistórica y propone categorías, con diversidad de
conceptos y contenidos que hasta el final se ordenarán definitivamente. Así, cumple
con la principal función del pensamiento epistémico que es construir conocimiento de
aquello que no se conoce. Es decir que, en efecto, él tiene un pensamiento epistémico
desde donde elabora una construcción de una teoría específica sobre el objeto de
manera articulada desde una totalidad.3 Donde totalidad es un conjunto de criterios
epistemológicos para construir una realidad; y el objeto es la globalización y sus
consecuencias humanas a partir de colocarse en la realidad de lo que llama sociedades
de la modernidad líquida.
Como ejemplo traigo dos momentos en los que se hace evidente lo anterior. Uno, él
mismo señala lo importante que es superar el desfase de las teorías en relación a la
realidad, de distanciarse de los constructos teóricos para que no le impidan reconocer
las formas emergentes de la realidad sociohistórica, cuando dice que “Como metáfora
casi perfecta de la modernización del poder y el control en sus aspectos cruciales, la
imagen del Panóptico tiene la desventaja de abrumar la imaginación del sociólogo
hasta el punto de impedirle percibir la naturaleza del cambio actual, en lugar de
facilitarle la tarea. Los desafíos de hoy son distintos y las estrategias panópticas son
contraproducentes” (Cursivas mías). Él va a hacer evidente que el control de la
sociedad se va a ejercer de otra manera, entre otros, a través de los medios de
comunicación y en especial de la televisión, que seducen en lugar de obligar y en donde
se da el proceso inverso de vigilancia, de los menos a los más en el panóptico, a los más
por los menos en el sinóptico. Dos, él evidencia la necesidad de construir nuevas
categorías que den cuenta de una nueva realidad, cuando dice que “Antes de la caída
del bloque comunista, la situación mundial era contingente, errática y caprichosa, pero
su naturaleza estaba oculta por la reproducción cotidiana del equilibrio entre las
potencias mundiales, no la veíamos. Superado el Gran Cisma, el mundo ya no presenta
el aspecto de una totalidad; parece más bien un campo de fuerzas dispersas y
desiguales que se cristalizan en lugares difíciles de prever y adquieren un impulso que
en verdad nadie sabe detener” (Cursivas mías). A partir de esto, él propone “La
superestructura política de la era del Gran Cisma ocultó lo que ya estaba sucediendo,
las abdicaciones más profundas, importantes y perdurables del mecanismo de creación
ZEMELMAN, Hugo. “Pensar teórico y pensar epistémico: los retos de las ciencias sociales
latinoamericanas”. Documento en línea, s/f. p. 1.
2
3
DE LA GARZA, Enrique y otros. Hacia una metodología de la reconstrucción. Fundamentos, crítica y
alternativas a la metodología y técnicas de investigación social. México, UNAM Porrúa, 1988, p 24.
3
de orden. El más afectado fue el papel del Estado, su soberanía, autosuficiencia y
sustentabilidad dejaron de ser viables” (Cursivas mías). A su vez, esta afirmación la va
articular a sus conceptos de globalización de la economía, las finanzas y la
información/fragmentación política.
3. De manera particular, considero que él hace una construcción en espiral, y la
represento como en una esfera, donde la espiral se expande en el centro y se cierra en
los polos, porque el texto está completo, aunque después aborde el tema en otro, no
porque su pensamiento sea cerrado. Además la punta de la espiral en un y otro
extremos atraviesa en una línea recta interna a la esfera, esta línea recta representa la
categoría central del texto que en este caso es la movilidad y la espiral contiene las
categorías que se articulan a la central, como aparece en el esquema siguiente.
Finalmente quiero expresar que la lectura del texto, desde lo metodológico, me recordó
a dos obras que las podría representar gráficamente de la misma manera, la
Fenomenología del espíritu de Hegel y La interpretación de los sueños de Freud, que
además de su contenido, son textos que evidencian nítidamente el método de sus
autores, en el primero, la dialéctica y en el segundo la asociación libre para escuchar lo
que dice, no el analizante, sino su inconsciente. En relación a Bauman, no he leído toda
su obra sino sólo dos de sus textos, por lo que no puedo decir si éste es el texto que
evidencia mejor las categorías epistémicas que articulan su propuesta a lo largo de su
obra, sin embargo, en la medida que es un autor que elabora una propuesta nueva para
dar cuenta de lo que sucede en las sociedades de los países centrales ― la modernidad
líquida ― quizá pueda utilizarlo para abordar la globalización y sus consecuencias
humanas desde mi experiencia y mi contexto. Algo interesante para mí, es que estos tres
libros, los puedo comenzar a leer desde cualquier hoja o capítulo y tendré la misma
comprensión de ellos que si los leo de inicio a fin. Como dice Zemelman, son textos que
crecen con la historia, es decir que a pesar de que su contenido sea relativizado, en la
medida en que su construcción es epistémica, pueden ser herramientas metodológicas
para la construcción de conocimiento nuevo, pertinente históricamente.
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2. ¿Cuáles son las categorías y conceptos con los que lo resuelve?
CATEGORÍA ARTICULADORA CENTRAL: Movilidad
Categorías de articulación a la central:
1. Extraterritorialidad del poder económico y financiero
Conceptos de esta categoría: compresión tiempo/espacio; medios de transporte cada
vez más veloces; espacio cibernético; información instantánea.
2. Territorialidad o localización forzada del resto de la población
Conceptos ordenadores de esta categoría: estructuración estricta del territorio;
exclusión; desaparición de la “comunidad local”; desintegración de las formas
locales de solidaridad y vida comunitaria; acusación de violaciones a la ley y el
orden.
3. Estado moderno
Conceptos de esta categoría: burocracia estatal; unificación del espacio en una
estricta jerarquía; planificación y transformación del espacio; miedos urbanos
actuales; aislamiento, fortificación, exclusión y no solidaridad con el otro; modelo
panóptico, disciplina, castigo; modelo sinóptico, medios de comunicación de masas,
seducción.
4. Soberanía política
Conceptos de esta categoría: separación de la política y la economía; fuerzas
trasnacionales; globalización y ausencia de centro de control; globalización de la
economía, las finanzas y la información/fragmentación política; inhabilitación
creciente los gobiernos estatales en su capacidad decisoria; estados débiles con la
función de policía local; ineficaz acción colectiva; redistribución mundial de la
soberanía, el poder y la libertad de actuar; glocalización.
5. Turistas y vagabundos
Conceptos de esta categoría: Bifurcación y polarización de las vivencias humanas;
polarización de los dos significados de la movilidad; extraterritorialidad y libertad
para los turistas, y confinamiento y castigo para los vagabundos; lo efímero y lo
precario; sociedad de consumo; consumidor compulsivo/libre albedrío; grado de
movilidad y libertad de elegir; obsesión por la ley y el orden; criminalización de la
pobreza; postulados Doxa; ruptura casi total de comunicación entre las elites y el
pueblo.
6. Fragmentación y extrañamiento en la base/globalización en la cima
Conceptos de esta categoría: Estado represivo;
inseguridad existencial e
incertidumbre provocadas por el proceso de globalización, ansiedad-miedo/ley y
orden; crecimiento de la población en la cárcel; cárcel como alternativa al
desempleo, como rechazo-exclusión, extrañamiento y negación de la singularidad
individual; movilidad total/inmovilidad total; el derecho como preservación de
cierto tipo de orden; producción social del crimen, criminalización de la pobreza.
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III. Interpretación metodológica en relación a mi propio proceso de formación
En primer lugar, quiero decir que comprendo que actualmente mi proceso de formación
está vertebrado por el trabajo metodológico que estoy realizando sobre mi campo de
observación que es mi didactobiografía. En segundo lugar, destaco que problematizar
mi didacto para ubicar síntomas y/o afectaciones —y luego construir mi campo
problemático, entendido en este momento como construcción de una red o articulación
de esos síntomas y afectaciones encontrados— ha sido un proceso que he vivido como
si yo estuviera abierta en canal, de arriba abajo, sintiéndolo en carne viva, casi casi
como una operación a corazón abierto sin anestesia. Esto lo he sentido así no sólo
porque, en efecto, este proceso comenzó al inicio del ciclo anterior con la narración de
mi vida —con todo el costo emocional que conlleva— y todavía no termina, es decir
que dura ya mucho más de seis meses, sino porque en verdad todas las actividades que
realizo en y fuera del doctorado, están atravesadas por esta apertura de mi vida, como si
a un lado de lo que hago, siempre estuviera viendo de reojo y sintiendo de manera
presente y constante este cuerpo mío abierto.
Entonces, todas las actividades intelectuales que realizo, como esta tarea de leer a
Bauman, puedo decir que las hago con mi cuerpo abierto. Y desde ahí, desde mi cuerpo
abierto, encuentro que algo muy preciso que tiene posibilidades de construcción para mi
del texto de Bauman es que me ha permitido aperturar mi didactobiografía de manera
muy puntual con sus conceptos de rechazo-exclusión, extrañamiento y negación de
la singularidad individual; exclusión y no solidaridad con el otro, ya que me
tocaron. Al estar leyendo y llegar a estos conceptos, que el autor retoma varias veces,
automáticamente tuvo otro sentido mi comprensión de la relación que he ido
construyendo con mi hijo. En la descripción que hago de ello en mi didacto, no hay
ninguna articulación con lo que ahora se me revela que si la hay en tres acontecimientos
de mi vida —se me revela como indicio de que empiezo a construir esta articulación
desde el momento en que enuncio “me doy cuenta” o podría decir “la siento”— y de lo
cual debo dar cuenta conceptualmente en su momento: los motivos por los cuales soy
profesora y los motivos por los cuales al inicio del doctorado depositaba en mis
compañeros de trabajo una serie de culpas e irresponsabilidades en relación a su falta de
compromiso con nuestros estudiantes, que son profesores en servicio, están atravesados
por los sentimientos de rechazo y exclusión; extrañamiento y negación de la
singularidad individual; exclusión y no solidaridad con el otro que viví y que le hice
vivir a mi hijo. Sentimientos que me han acompañado a lo largo de mi vida y que de
manera parcial a veces he logrado hacer consciente y resignificar, pero a veces no.
Algo que descubrí en mi proceso psicoanalítico —hace ya algunos años— es que a mi
me costó muchísimo trabajo comprender que había tenido un hijo y que desde que nació
es un sujeto distinto a mi, que le depositaba una serie de frustraciones mías y que lo hice
objeto por varios años de violencia física y simbólica —aunque me duele en el alma,
creo que es necesario que lo escriba y, escriba también, que por fortuna ya no es así—.
Ahora se que estaba repitiendo el trato que mi madre nos dio a varios de sus hijos y
trabajé muy duro para comprender y sublimar esta conducta. Ya el crecer en un barrio
donde impera la violencia hacia adentro de esa comunidad y de sus familias, y
conceptualizado este lugar y sus procesos por la sociedad como “los otros”, donde de
manera maniqueísta dice “ellos son los delincuentes”, lo que oculta la terminación del
enunciado que sería “por lo tanto nosotros somos los buenos” como descarga
psicológica de sus propios fantasmas, entre otras cosas; decía que crecer en un lugar
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así, significa vivirse como parte de los rechazados y señalados de la sociedad. Sumado a
esto, haber vivido la experiencia de una violencia física y simbólica profunda al interior
de mi núcleo familiar, categóricamente afirmo que uno de las características que
estructuraron mi personalidad es haber vivido este rechazo y exclusión. De esta parte
constitutiva, verdaderamente constitutiva de mi vida elaboré una significación compleja,
de la cual todavía no acabo de dar cuenta, pero que la expresé, la vehiculicé de maneras
aparentemente contradictorias y ambiguas. Revisando mi didacto, por ejemplo, fundé ,
junto con otros compañeros, una escuela para niños marginados, como intentando
trascender esta exclusión y rechazo sin que en ese momento lo supiera; pero después,
cuando tengo a mi hijo, verdaderamente los repito en un placer mórbido, nefasto. Luego
me convierto en profesora para ganarme la vida y trato de ser una profesora
comprometida con mi pueblo y con mis alumnos. Pero luego hago objeto de rechazo a
mis compañeros de trabajo con el metarrelato de que ellos, “los otros” son
irresponsables y etc.
Creo que todavía todo esto está revuelto en mi pensamiento ya que apenas estoy en
proceso de entender cómo lo signifiqué y como lo puedo y quiero resignificar; pero
tengo la certeza que ahora, con el motivo de la elaboración de mi investigación del
doctorado, cobrará nuevos sentidos y trascenderá mi inconciencia, culpa,
descalificación y pago eternos, para poder dar cuenta de ello conceptualmente y no sólo
en una narración desarticulada de mi vida y por qué no, poder elaborar un proyecto
social desde mi trabajo. Desde luego todavía no se lo que voy a llegar a construir, pero
si se que seguramente algunos de estos conceptos ordenadores, con caracterizaciones
muy acotadas, a los que les llamo conceptos eureka, serán rechazo-exclusión,
extrañamiento y negación de la singularidad individual; exclusión y no solidaridad
con el otro, ya que sin decirlo, ahora se que atraviesan toda mi didacto, son
afectaciones que le darán sentido a mi construcción. Estos conceptos, a su vez los
enlazo todavía en mi sentir, en mi intuición, debido a que los he leído pero no trabajado
metodológicamente, con la propuesta que hace Mèlich de ética de la memoria y
pedagogía del don, por lo menos en su texto Ausencia de testimonio, y con Levinas, de
inicio en su propuesta de Humanismo de otro hombre, texto que estoy leyendo.
Finalmente me permito señalar que estoy muy contenta con mis avances en términos de
construcción y de evidenciar que mi pensamiento lo he podido mover de lugar, y que
poco a poco va cobrando sentido esa necesidad de construir otra “lógica de
razonamiento”, esa exigencia de problematizar y ese imperativo de articular.
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IV. Argumentos y resúmenes del texto
Para Bauman, la globalización tiene en su centro la categoría de movilidad: Con la movilidad
en su centro, la polarización actual [de la globalización] tiene muchas dimensiones entrelazadas
y de influencia recíproca. Da nuevo lustre a las distinciones ya consagradas entre ricos y pobres.
Lo anterior lo explicita en los siguientes cinco capítulos.
I.
TIEMPO Y CLASE
En este apartado analiza:


el vínculo entre la naturaleza históricamente variable del tiempo y el espacio, por un
lado, y el patrón y escala de la organización social, por otra
sobre todo los efectos de la actual compresión espacio/tiempo sobre la estructuración de
las sociedades y comunidades territoriales y planetarias. La nueva “propiedad
absentista”: la reciente independencia de la elites globales con respecto a las unidades
territorialmente limitadas del poder político y cultural, con la consiguiente “pérdida de
poder” de estas últimas. El impacto de la separación entre los respectivos asientos de la
cima y la base de la nueva jerarquía, se atribuye a la organización variable del espacio
y el nuevo significado de la palabra “vecindario”.
A partir de una primera afirmación en la cual señala que
En el transcurso de 25 años, los centros de decisión y las decisiones de los inversores han
dejado de ser locales, ya no están sujetos al espacio ni al territorio, las empresas pueden
transladarse a cualquier lugar según convenga a sus intereses y a mayores condiciones que les
impongan a sus empleados. Los empleados se quedan en la localidad y no pueden hacer nada.
Las consecuencias como desempleo, desintegración social se quedan y la empresa se va.
Propone la categoría de movilidad como la categoría fundamental que le va a permitir
comprender el fenómeno de la globalización y sus consecuencias humanas, ya que para él:
Hoy la movilidad se ha convertido en el factor estratificador más poderoso y codiciado de
todos, a partir del cual se construyen y reconstruyen las nuevas jerarquías sociales, políticas,
económicas y culturales de alcance mundial.
La movilidad significa que el poder económico y financiero se libera del deber con los otros de
la comunidad de la cual es parte. Lo cual será la ventaja más codiciada y apreciada: libre de
ataduras es libre de preocupaciones y responsabilidades. Ya no está obligado a reconocer al
otro como diferente e irreductible.
De esta categoría de movilidad desprende una consecuencia fundamental que llama una nueva
asimetría social:
Esta movilidad, provoca una nueva asimetría entre lo extraterritorial del poder y la
territorialidad de la vida en su conjunto que se expresa en dos formas: Por un lado en la
incapacidad del poder administrativo para ponerle límites a la libertad de movimientos del
capital. Por otro lado, cuando el encuentro con la alteridad confronta al capital, éste se va a
otro lugar donde aquella se torna blanda. Así, con la nueva movilidad, el capital y las
finanzas casi nuca se encuentran en el trance de tener que vencer lo inflexible, superar o mitigar
la resistencia.
A partir del planteamiento anterior, es que va a hacer el desarrollo de todo el texto, es decir va a
rastrear, desde la modernidad clásica a nuestros días, cómo se llega a esta exterritorialidad del
poder, cómo se expresa éste y las consecuencias humanas tanto de la nueva elite como de los
que llama localizados o territorializados.
En la modernidad, se necesitaron medios de trasporte cada vez más veloces, factor principal
que dio lugar al típico progreso moderno en que se socaban todas las “totalidades” sociales y
culturales arraigadas. Un factor técnico de la movilidad, fue el transporte de información. La
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Web puso fin al concepto de “desplazamiento” y de “distancia”, la información está
disponible instantáneamente en todo el globo, con resultados globales tremendos. La
comunicación intracomunitaria no tiene ventaja alguna sobre la intercomunal, si ambas son
instantáneas. El espacio se emancipó de las restricciones naturales del cuerpo humano y
ahora es organizado por factores técnicos.
La clave para imponer orden en la sociedad moderna consistía en organizar el espacio: La
totalidad social habría de ser una jerarquía de totalidades coronada y supervisada por la
autoridad paralocal del Estado, protegido por la vigilancia interior cotidiana. Sobre este
espacio el surgimiento de la red global de información ha puesto un tercer espacio
cibernético al mundo humano. Pero los elementos de este espacio no están provistos de
dimensiones espaciales sino inscritos en la temporalidad singular de una difusión instantánea.
Lejos de homogeneizar la condición humana, la anulación tecnológica de las distancias de
tiempo y espacio tiende a polarizarla. Emancipa a ciertos humanos de las restricciones
territoriales a la vez que despoja al territorio, donde otros permanecen confinados, de su valor
y su capacidad para otorgar identidad.
Gracias a la nueva “incorporeidad” del poder sobre todo en su forma financiera, sus dueños
se vuelven extraterritoriales, aunque sus cuerpos permanezcan in situ. Su poder está fuera de
este mundo físico en el cual constituyen sus hogares y oficinas estrechamente custodiadas,
separados de lo que pueda llamarse una comunidad local inaccesibles para estos. Los fallos
dictados en el paraíso ciberespacial son inapelables y nada en la tierra puede poner en tela de
juicio su autoridad. Y como el poder para dar fallos está en el ciberespacio, los poderosos no
necesitan cuerpos potentes ni armas materiales, no necesitan vínculos con su medio terrenal para
afirmar, asentar o manifestar el poder. Lo que necesitan es estar aislados de la localidad (que
no tiene significado social llevado al ciberespacio) y la seguridad de ese aislamiento: una
condición extravecinal, inmunidad de las intromisiones locales, un aislamiento infalible,
invulnerable, traducido en la seguridad de las personas, sus hogares y lugares de juego, por
consiguiente la desterritorialización del poder va de la mano con la estructuración cada vez
más estricta del territorio, debido al aislamiento exigido. Esto se da con el boom de los
“espacios prohibitorios diseñados para interceptar y rechazar o filtrar a los que aspiran a
usarlos”: Esta desterritorialidad social de la nueva elite, se convierte en aislamiento físico y
corporal de la localidad y le da el último toque a la desintegración de las formas locales de
solidaridad y vida comunitaria. Las elites aseguran su extraterritorialidad de la manera más
material: la inaccesibilidad física a cualquiera que no esté provisto del permiso de ingreso.
Desintegración: El resto de la población se encuentra excluida y obligada a pagar el fuerte
precio cultural, psicológico y político del nuevo aislamiento. Se los coloca “afuera” sin
consultarlos, afrontan el arresto o la expulsión cuando ingresan en la región cercada sin advertir
los carteles de “propiedad privada” o las señales de “prohibida la entrada”. Los impotentes y
desdeñados habitantes locales tratan de poner sus propios carteles de “prohibida la entrada”
ritos, indumentaria extraña, poses extravagantes, romper botellas. Estos intentos, eficaces o no,
tienen la desventaja de no estar autorizados, y se los clasifica en los archivos oficiales como
violaciones de la ley y el orden en lugar de lo que son realmente: intentos de presentar
reclamos territoriales audibles y legibles. Sin embargo, algunos elementos siempre triunfarán:
la nueva fragmentación del espacio urbano, la disminución y desaparición del espacio público,
la disgregación de la comunidad urbana, la separación, la segregación y, sobre todo, la
extraterritorialidad de la nueva elite con la territorialidad forzada del resto.
Los alcances de la expoliación son más profundos. En el nuevo mundo de la alta velocidad, la
“localidad” y la “población localizada” CATEGORÍA IMPORTANTISIMA tienen poco en
común con la “comunidad local”. Los espacios públicos (ágoras y foros, lugares donde se fijan
programas) siguieron a la elite al liberarse de sus anclajes locales, se desterritorializaron y se
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pusieron fuera del alcance de la capacidad comunicativa del “factor humano” de una
localidad y sus residentes. Las poblaciones locales son haces de cabos sueltos.
La degradación de los espacios públicos tiene consecuencias éticas. Los lugares de encuentro
eran sitios donde se creaban normas —para permitir que se hiciera justicia— y se las aplicaba
de manera horizontal, con lo cual los conversadores se constituían en una comunidad, apartada e
integrada por los criterios de evaluación compartidos. ROMANTICISMO, Y LA PIRÁMIDE
SOCIAL. Un territorio sin espacio público tiene pocas oportunidades para debatir normas,
confrontar valores, debatir y negociar, ya que los fallos del bien y mal, belleza y fealdad,
decencia e indecencia, utilidad e inutilidad sólo descienden de lo alto; son inapelables y, tengan
poco o nada que ver con la vida local, no existe la intención de que se los ponga a prueba a la
luz de las viviencias de la gente, a pesar que rigen su conducta; de paso, expropian los poderes
éticos de los locales y los privan de los medios para reducir los daños.
En resumen, en este apartado analiza el vínculo entre la naturaleza históricamente variable del
tiempo y el espacio, por un lado, y el patrón y escala de la organización social, por otra; y sobre
todo los efectos de la actual compresión espacio/tiempo sobre la estructuración de las
sociedades y comunidades territoriales y planetarias. La Web hace posible la información
instantánea en todo el mundo y transforma a esta sociedad —espacial, territorial y jerarquizada
con la autoridad del Estado en la cima— al sobreponerle un tercer espacio cibernético, el cual
paradójicamente no tiene dimensiones espaciales y en una temporalidad de difusión instantánea.
Sin embargo, esta transformación social tecnológica del espacio y de la comunicación es la que
lleva a la nueva asimetría que antes hizo mención. Lo nuevo se refiere a que no sólo se
sostiene la estructura jerárquica de la sociedad, sino que se profundiza con consecuencias
humanas muy fuertes: Los dueños del poder financiero se vuelve extraterritoriales y en
consecuencia la forma en que ejercen este poder es incuestionable, ya que no está al alcance de
las otras organizaciones sociales hacerlo debido a su carácter territorial y local. Los dueños
extraterritoriales se aíslan de forma segura en la localidad donde viven, realizando una
estructuración cada vez más estricta del territorio, que se sintetiza en “prohibida la entrada”,
dejando “afuera” al resto de la población. Este estar afuera, propicia aislamiento físico y
corporal de los locales, es decir su exclusión y por lo tanto la desintegración de las formas
locales de solidaridad y vida comunitaria, con un fuerte precio cultural, psicológico y político
del nuevo aislamiento; y más aún, la resistencia de los locales es calificada como violaciones a
la ley y el orden. Es tan profunda la desintegración, que prácticamente ha desaparecido lo que
conocíamos como comunidad local, ya que los espacios públicos también se
desterritorializaron, cancelando la capacidad comunicativa del ser humano. Así, las poblaciones
locales son haces de cabos sueltos. La degradación de los espacios públicos tiene
consecuencias éticas, ya que un territorio sin espacio público tiene pocas oportunidades para
debatir normas, confrontar valores, debatir y negociar.
II.
GUERRAS POR EL ESPACIO: INFORME DE UNA CARRERA.
En este apartado analiza:
 las etapas sucesivas de las guerras modernas por el derecho a definir e imponer el
significado del espacio compartido. Bajo esta luz
 la planificación urbana global en el pasado y las actuales tendencias a la fragmentación
del diseño y la construcción destinada a la exclusión.
 la suerte del panóptico, que fue el patrón moderno preferido del contrato social, su
improcedencia actual y su muerte gradual.
La tarea del Estado moderno ante la necesidad de unificar el espacio sometido a su dominación
directa, fue separar las categorías y distinciones espaciales de las prácticas humanas no
controladas por él. Sustituir las prácticas locales y dispersas por las administrativas del Estado,
que sería el punto de referencia único y universal para toda medida y división del espacio.
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La legibilidad y transparencia del espacio fue uno de los objetivos principales en la batalla del
Estado moderno por imponer la soberanía de su poder El fin era la subordinación del espacio
social a un solo mapa, aquel que elaboraba y sancionaba el Estado, así como por el
desmantelamiento de toda institución fuera del poder. Lo que reemplazaría a la caótica y
desconcertante diversidad premoderna de los mapas no sería una imagen del mundo
compartida universalmente sino una jerarquía estricta de las imágenes. La superioridad
práctica era una situación ideal que los poderes modernos deberían alcanzar convirtiéndose en
uno de sus principales recursos. Hay que someter una realidad recalcitrante, [para] hacer del
mundo un lugar acogedor para la administración comunal. Las unidades con mayor poder son
aquellas que constituyen fuente de incertidumbre para las demás. La manipulación y la
incertidumbre es la esencia de lo que está en juego en la lucha por el poder y la influencia en
cualquier totalidad estructurada, ante todo en su forma más acabada, la organización
burocrática moderna, en especial la burocracia estatal moderna.


La primera tarea estratégica de la guerra moderna por el espacio consistió en levantar
un mapa que resultara legible para la administración estatal y a la vez violara los usos
y costumbres locales.
En esta segunda etapa [aún más ambiciosa] se trataba de reformar el espacio físico de
acuerdo con el patrón de elegancia alcanzado hasta entonces únicamente por los mapas
conservados en la oficina cartográfica.
La estructura espacial geométricamente sencilla, construida por bloques uniformes del mismo
tamaño, parece la más apta para satisfacer la exigencia mencionada. En todas las visiones
utópicas modernas de la “ciudad perfecta” las normas arquitectónicas girarán en torno de los
mismos principios fundamentales:
 La planificación estricta, detallada y exhaustiva del espacio urbano, la construcción de
la ciudad “a partir de cero” en un lugar deshabitado, con un diseño terminado antes de
iniciar la construcción
 La regularidad, uniformidad, homogeneidad y posibilidad de reproducir los elementos
espaciales en torno de los edificios administrativos situados en el centro o, mejor aún,
en lo alto de una colina desde la cual se abarcara la totalidad del espacio urbano.
Las ciudades descritas en la literatura utópica son “literarias”, pero más profundamente se las
podía describir en minucioso detalle, ya que nada en su interior era inefable, ilegible ni
desafiaba la clara representación. La visión de la ciudad perfecta entrañaba rechazar totalmente
la historia y arrasar sus restos tangibles.. En París, Buenos Aires y Río de Janeiro, tres
ciudades imaginarias, la función tiene prioridad sobre el espacio; la lógica y la estética exigen
la total falta de ambigüedad funcional en cualquier fragmento de la ciudad. Como ejemplo real:
En Brasilia uno podía diseñar un espacio hecho de todo lo que es mensurable en el hombre, del
cual el accidente y la sorpresa quedaban desterrados para siempre. Sin embargo, para sus
residentes Brasilia resultó ser una pesadilla. Sus infelices víctimas acuñaron rápidamente el
concepto de “brasilitis”, un nuevo síndrome patológico del cual la ciudad es el prototipo y el
epicentro más famoso hasta la fecha. Sus síntomas más conspicuos son la falta de multitudes y
aglomeraciones, las esquinas desiertas, los espacios anónimos, los seres humanos sin rostro y la
monotonía embrutecedora de un ambiente desprovisto de cualquier elemento que pueda
provocar desconcierto, perplejidad o emoción. El plan general de la ciudad eliminaba los
encuentros casuales de todos los lugares, salvo los de reuniones con fines preestablecidos. Tal
vez Brasilia era un espacio perfectamente estructurado para recibir homúnculos, nacidos y
criados en probetas de laboratorio; para criaturas creadas con retazos de tareas administrativas y
definiciones legales. Para los demás resultó ser un lugar despojado de todo factor humano: de
todo lo que da sentido a la vida y la hace digna de ser vivida.
En nuestro tiempo posmoderno, “el factor miedo ha crecido, como lo demuestran la
proliferación de cerraduras en automóviles y casas, así como los sistemas de seguridad; las
11
comunidades ‘cercadas’ y ‘seguras’ para grupos de todas las edades y niveles de ingresos, la
creciente vigilancia de los espacios públicos, además de los interminables mensajes de peligro
emitidos por los medios de comunicación masivos”
Los miedos contemporáneos “urbanos” se concentran en el “enemigo interior” Quien sufre este
miedo se preocupa no por la integridad y fortaleza de la ciudad en su totalidad sino por el
aislamiento y la fortificación del propio hogar dentro de aquella. Vecindarios cercados,
espacios públicos rigurosamente vigilados y de acceso selectivo, guardias armados en los
portones y puertas electrónicas; todos ellos son recursos empleados contra el conciudadano
indeseado más que contra los ejércitos extranjeros. No solidarizarse con el otro, sino evitarlo,
separarse de él. Es la gran estrategia de supervivencia en la megalópolis moderna. No amar u
odiar al prójimo, sino mantenerlo a distancia: así se anula el dilema y se vuelve innecesario
elegir entre amor y odio.
El propósito del Panóptico era inculcar la disciplina e imponer patrones uniformes de
conducta a los internos, era, ante todo, un arma contra la diferencia, la elección y la variedad.
Convertía a sus internos en productores y/o soldados, a quienes imponía una conducta
rutinaria y monótona. Era asegurarse de que nadie pudiera escapar del espacio rigurosamente
vigilado, la cadena que sujeta.
La base de datos es un instrumento de selección, separación y exclusión. Conserva al los
globales dentro del cedazo y separa a los locales; es un vehículo para la movilidad, Admite a
ciertas personas en el ciberespacio extraterritorial, hace que se sientan como en casa donde
quiera que vayan y las acoge cordialmente cuando llegan
 A otras las priva de pasaportes y visas de tránsito, les impide recorrer los lugares
reservados a los residentes del ciberespacio. Pero este defecto es subsidiario y
complementario de aquél.
La introducción del poder Panóptico significó la transición fundamental de una situación en la
que los más vigilan a los menos a otra donde los menos vigilan a los más. En el ejercicio del
poder la vigilancia reemplazó al espectáculo. En épocas premodernas, el poder para imponerse
al populus permitía que éste contemplara —sobrecogido de admiración y miedo— su pompa,
riqueza y esplendor. El nuevo poder moderno prefería permanecer en la sombra, observar a
sus súbditos sin dejarse observar por éstos.
Pero hay un proceso moderno paralelo: el desarrollo de nuevas técnicas del poder que
consisten —por el contrario— en que muchos (tantos como jamás en la historia) observan a
pocos. Es el auge de los medios de comunicación de masas, sobre todo la televisión, que
conduce a la creación, junto al Panóptico, de otro mecanismo de poder: el Sinóptico.

El Sinóptico es global por naturaleza; el acto de vigilar libera a los vigilantes de su
localidad, los transporta al menos espiritualmente al ciberespacio, donde la distancia no
importa, aunque sus cuerpos permanezcan en lugar
No importa si los blancos del Sinóptico, transformados de vigilados en vigilantes, se desplazan
o permanecen in situ. Donde quiera que estén y vayan, pueden conectarse a la red
extraterritorial en la que los más contemplan a los menos, y lo hacen
 El Panóptico obligaba a la gente a ocupar un lugar donde se la pudiera vigilar
 El Sinóptico no necesita aplicar la coerción: seduce a las personas para que se
conviertan en observadores
Los pocos a los que los observadores observan son rigurosamente seleccionados, pertenecen
siempre a las elites institucionales. ¿Y qué observan? Los más miran a los menos. Los menos,
objetos de las miradas, son los famosos, del mundo de la política, el deporte, la ciencia o el
espectáculo, o especialistas en información. No importa de dónde provengan, todos los famosos
12
exhibidos ponen en exhibición el mundo de los famosos: un mundo cuyo rasgo particular es
precisamente la cualidad de ser observado por muchos, y en todos los rincones del globo; de
ser global en su cualidad de ser observado. Digan lo que dijeren en el aire, transmiten el
mensaje de un modo de vida total. Su vida, su modo de vida.
 En el Panóptico, o algunos locales selectos vigilaban a otros locales
 En el Sinóptico, los locales observan a los globales. La autoridad de estos últimos está
asegurada por su misma lejanía; los globales literalmente están “fuera de este mundo”,
pero revolotean sobre los mundos de los locales simultáneamente visibles e
inaccesibles, excelsos y mundanos, muy superiores pero dejando un ejemplo luminoso
para que los inferiores lo sigan o sueñen con seguirlo; admirados y codiciados: una
realeza que guía sin gobernar.
 Segregados y separados sobre la Tierra, los locales conocen a los globales a través de
las transmisiones televisadas desde el cielo. Los ecos globales del encuentro, ahogan
todos los sonidos locales a la vez que se reflejan en las paredes locales, cuya solidez
impenetrable —semejante a la de una prisión— queda con ello revelada y reforzada
En resumen, en este apartado analiza las etapas sucesivas de las guerras modernas por el
derecho a definir e imponer el significado del espacio compartido. La primera tarea del Estado
moderno fue la necesidad de unificar el espacio de su dominio directo. Esta apropiación del
espacio, como instrumento de vigilancia y control, a partir de la burocracia estatal moderna
primero toma la forma de la elaboración de un mapa que no dejara a la comunidad
manejarse a su libre albedrío y si al alcance de la burocracia estatal, unificando el espacio
sometido a su dominación pero a partir de estructurar el territorio en una jerarquía estricta.
Luego, esta obsesión por el control del espacio, llevó a la modernidad al extremo de planificar
el espacio para transformarlo en algo completamente regular, medible, homogéneo y por lo
tanto controlable al construir en la realidad, cuando pudo, sus ciudades ideales como Brasilia.
Debido a que en esta ciudad se proyecta la planificación exhaustiva de cada uno de sus espacios,
lo que hace es borrar la historia de los pueblos y provocar una gran deshumanización de sus
habitantes porque pretende cancelar lo inefable de la naturaleza humana. Concluye que hoy lo
que prevalece en la sociedad son los miedos no hacia fuera territorio estatal, sino hacia el
interior mismo de la sociedad y de ahí el aislamiento y la fortificación con la consecuencia
de la exclusión y no solidaridad con el otro. Finalmente estudia el modelo panóptico debido
a que este es una metáfora eficaz de la transformación, redistribución y el redespliegue
modernos de los poderes controladores, que pone al descubierto su gran tarea común: imponer
la disciplina mediante la amenaza siempre real y tangible del castigo. Sin embargo, si bien es
cierto que las técnicas panópticas cumplieron una función crucial en la transición desde los
mecanismos de integración de base local, hasta la integración supralocal, su imagen es tan
poderosa que impide percibir la naturaleza del cambio actual, en lugar de facilitarle la tarea de
control al Estado, sus estrategias son contraproducentes, ya que para percibir la movilidad y
reordenamiento del poder de hoy, no tiene elementos. Hoy la forma de control, está en los
medios y no el modelo panóptico, ya que en el proceso moderno se desarrollo un fenómeno
paralelo al panóptico: el desarrollo de nuevas técnicas del poder que consisten —por el
contrario— en que muchos (tantos como jamás en la historia) observan a pocos. Es el auge
de los medios de comunicación de masas, sobre todo la televisión, que conduce a la creación,
junto al Panóptico, de otro mecanismo de poder: el Sinóptico, que es global por naturaleza, el
acto de vigilar libera a los vigilantes de su localidad, seduce a las personas para que se
conviertan en observadores. Los pocos que son observados son siempre de las elites
institucionales. Todos los famosos exhibidos ponen en exhibición el mundo de los famosos: un
mundo cuyo rasgo particular es precisamente la cualidad de ser observado por muchos, y en
todos los rincones del globo; de ser global en su cualidad de ser observado. En el Sinóptico, los
locales observan a los globales. La autoridad de estos últimos está asegurada por su misma
lejanía. Segregados y separados sobre la Tierra, los locales conocen a los globales a través de las
transmisiones televisadas desde el cielo.
13
III.
DESPUÉS DEL ESTADO NACIONAL… ¿QUÉ?
En este apartado analiza el futuro de la soberanía política:
 en particular la constitución propia y el autogobierno de las comunidades nacionales, y
en general territoriales, bajo la globalización de la economía, las finanzas y la
información.
 la creciente brecha entre el ámbito decisorio institucional y el universo en el cual se
produce, distribuyen, asignan y otorgan los recursos necesarios para la toma y
ejecución de decisiones. En particular los efectos inhabilitantes de la globalización
sobre la capacidad decisoria de los gobiernos estatales: los focos principales, aún no
reemplazados, de la gestión social eficaz durante la mayor parte de la historia moderna,
En la generación anterior, la política social se basaba en que las naciones y sus ciudades,
podían controlar su fortuna; ahora se abre una brecha entre la política y la economía. Ahora
la economía se desplaza rápidamente y mantiene un paso de ventaja sobre cualquier gobierno
(territorial) que intente limitar y encauzar sus movimientos. En un mundo donde el capital no
tiene domicilio establecido y los movimientos financieros casi están fuera del control de los
gobiernos nacionales, muchas palancas de la política económica ya no funcionan.
El Estado nacional se erosiona o se extingue y las fuerzas que lo erosionan son
transnacionales. El Estado es el único marco existente para balancear esas fuerzas, pero como
son transnacionales, lo excluyen del terreno de la acción deliberada, resuelta, potencialmente
racional.
En la era moderna nos habituamos a la idea de que el orden equivale a “ejercer el control”. La
imagen del desorden global refleja la nueva conciencia de la naturaleza esencialmente
elemental y contingente de las cosas que antes parecían estar controladas.
Antes de la caída del bloque comunista, la situación mundial era contingente, errática y
caprichosa, pero su naturaleza estaba oculta por la reproducción cotidiana del equilibrio
entre las potencias mundiales. NO LO VEÍAMOS. Superado el Gran Cisma, el mundo ya no
presenta el aspecto de una totalidad; parece más bien un campo de fuerzas dispersas y
desiguales que se cristalizan en lugares difíciles de prever y adquieren un impulso que en verdad
nadie sabe detener. Se diría que nadie controla el mundo. Pero no está claro qué es “controlar”.
Como antes, las iniciativas y acciones destinadas a poner orden son locales y están orientadas a
resolver problemas, pero no existe una localidad tan soberbia como para hablar en nombre de la
humanidad en su conjunto, ni que se haga escuchar y obedecer por ésta cuando emite sus
pronunciamientos.
Esta percepción novedosa y molesta de que “las cosas se van de las manos” es la que expresa el
concepto ahora en boga, de globalización. En su significado más profundo expresa el
carácter indeterminado, ingobernable y autopropulsado de los asuntos mundiales; la
ausencia de un centro. Se refiere, ante todo, a los efectos globales, claramente indeseados e
imprevistos, más que a iniciativas y emprendimientos. La globalización se refiere a las “fuerzas
anónimas”, que operan en una vasta “tierra de nadie”, fuera del alcance de la capacidad de
planificación y acción de cualquiera.
TESIS. ORDEN SOCIAL ASOCIADO A ESTADO. ¿Cómo sucedió que esta vasta selva
artificial, “fabricada” apareció a la vista? ¿Y por qué adquirió este tremendo poder de
obstinación y resistencia igual que la “realidad concreta”. Una explicación es la demostración
creciente de debilidad e impotencia de las agencias encargadas de imponer el orden. El
Estado como “soberanía territorial” sobresalió durante toda la era moderna, era una agencia que
reclamaba el derecho de formular e imponer reglas y armas a las que estaba sujeta la
administración de los asuntos en un territorio dado. Imponer orden en una parte del mundo
significaba la constitución de un Estado dotado de la soberanía para realizar ese cometido,
14
imponiendo un modelo para ello, que implica burocracia civil, clerical o militar, como
organización jerárquica con un área de competencia delimitada.
La tarea del orden social requiere esfuerzos enormes y constantes para seleccionar, trasladar y
condensar el poder social, que exige recursos que sólo el Estado puede reunir, concentrar y
desplegar. La soberanía legislativa y ejecutiva del Estado moderno descansaba sobre el trípode
de las soberanías militar, económica y cultural. La “escena global” era la política entre Estados
que trazaba y conservaba las fronteras que separaban y encerraban cada territorio de soberanía
legislativa y ejecutiva. La “política global” sustentaba el principio de la soberanía plena e
incuestionada de cada uno sobre su territorio. El “orden global” era la suma de órdenes locales.
Después, durante medio siglo sobre ese mundo parcelado por los Estados soberanos se
superpusieron dos bloques de poder, una metasoberanía basada en la hipótesis de insuficiencia
militar, económica y cultural de cada uno por separado. De manera implacable, se promovió un
principio nuevo en la práctica de integración supraestatal. La “escena global” fue la
coexistencia y la competencia entre grupos de Estados, en lugar de entre todos.
La superestructura política de la era del Gran Cisma ocultó lo que ya estaba sucediendo, las
abdicaciones más profundas, importantes y perdurables del mecanismo de creación de orden.
El más afectado fue el papel del Estado, su soberanía, autosuficiencia y sustentabilidad
dejaron de ser viables. Cuando por fin se abrió el telón, apareció un escenario desconocido,
poblado por personajes extravagantes.
Aparecían nuevos estados que buscaban activa y empecinadamente ceder sus derechos
soberanos. Suplicaban que les quitaran soberanía y la disolvieran en las estructuras
supraestatales. Aparecían “etnias” locales inéditas u olvidadas, con frecuencia demasiado
pequeñas, pobres e ineptas para pasar las pruebas tradicionales que exigían los Estados propios.
Viejas o nuevas naciones utilizaban su nuevo poder de decisión para buscar la disolución de su
independencia política, económica y militar en el Mercado europeo y la alianza de al OTAN.
Por eso ahora hay tantos países pequeños en la ONU, no precisamente “pares” de los de antaño.
Paradójicamente, fue la muerte de la soberanía estatal, no su triunfo, lo que dio tanta
popularidad a la idea de ser Estado. Las tres patas del trípode de la soberanía (militar,
económica y cultural) están rotas. Y la rotura de la pata económica tiene más consecuencias.
Perdida la capacidad de equilibrar las cuentas, los Estados nacionales se convierten cada vez
más en ejecutores y plenipotenciarios de fuerzas sobre las cuales no tienen la menor esperanza
de ejercer algún control. Se convierten en un mero servicio de la seguridad de las
megaempresas. Debido a la difusión ilimitada e irrefrenable de las normas de libre comercio y al
movimiento sin trabas del capital y las finanzas, la “economía” se libera progresivamente de
todo control político; su significado es “el área de lo no político”.
TESIS. Las instituciones interestatales y supralocales que se han creado y pueden actuar con
el consenso del capital global, ejercen presiones coordinadas sobre todos los Estados
miembros o independientes para que destruyan sistemáticamente todo lo que pudiera desviar
y demorar el movimiento libre del capital y limitar la libertad de mercado. Los Estados
débiles son justamente lo que necesita el Nuevo Orden Mundial para sustentarse y
reproducirse, ya que es fácil reducirlos a la función (útil) de una estación de policía local,
capaz de asegurar el mínimo de orden necesario para los negocios, pero sin despertar temores
de que pueda limitar la libertad de las compañías globales.
Al separar la economía de la política, es decir, al permitir que la política no regule a la
economía, a la vez que profundiza su pérdida de poder como agencia eficaz, se produce un
cambio mucho más profundo que un cambio en la distribución del poder social. La agencia
política como tal “la capacidad de tomar decisiones colectivas vinculantes y llevarlas a cabo”
está en tela de juicio. Al promover lo anterior, el Estado pierde poder y por lo tanto la capacidad
de detener el mismo proceso. OJO TESIS. Una de las principales consecuencias de la nueva
15
libertad global de movimientos es que resulta cada vez más difícil lanzar una acción colectiva
eficaz a partir de los problemas sociales.
CONCLUSIÓN
La fragmentación política y la globalización económica son aliadas estrechas y conspiran
juntas. Integración y parcelación, globalización y territorialización son procesos
recíprocamente complementarios, son las dos caras de un mismo proceso: el de la redistribución
mundial de la soberanía, el poder y la libertad de actuar. Redistribución detonada, no
determinada, por el salto cualitativo en la tecnología de la velocidad. La coincidencia e
imbricación de síntesis y disipación, integración y descomposición no son casuales ni
reversibles. Debido a la coincidencia y la imbricación de estas dos tendencias, ambas puestas en
marcha, el efecto divisionista de la nueva libertad de movimientos, los llamados procesos
“globalizadores” redundan en la redistribución de privilegios y despojos, riqueza y pobreza,
recursos y desposesión, poder e impotencia, libertad y restricción. Hay una reestratificación
mundial que crea una nueva jerarquía sociocultural, una escala mundial.
La globalización de los mercados y de la información si impone y promueve cuasi
soberanías, divisiones territoriales y segregaciones de identidad pero no refleja igualdad
entre ellos. La libertad de elección de unos es el destino cruel de otros, quienes tienden a crecer
en número y hundirse cada vez más profundamente en la desesperación de una vida sin
perspectivas. “Glocalización” es la unidad indisoluble de las presiones “globalizadoras” y
“localizadoras”, un fenómeno que el concepto unilateral de globalización pasa por alto, y se
define como el proceso de concentración del capital, las finanzas y demás recursos de la
elección y la acción efectiva, y principalmente de libertad para moverse y actuar. La
globalización excluye a dos tercios de la población.
En la realidad virtual nacen, crecen y florecen fortunas nuevas, lejos de las toscas realidades de
los pobres. La creación de riqueza va en camino de emanciparse, por fin, de esas viejas
conexiones con la fabricación de cosas, el procesamiento de materiales, la creación de puestos
de trabajo y la administración de personas. Los viejos ricos necesitaban a los pobres. Los
nuevos ricos ya nos los necesitan. Por fin, después de tanto tiempo, el paraíso de la liberta total
está al alcance de la mano. El libre comercio es una mentira disimulada; la conexión entre la
miseria y la desesperación crecientes de la mayoría “inmovilizada” y las nuevas libertades de la
pequeña minoría móvil es difícil de advertir en los informes de los beneficiario de la
glocalización. Por el contrario, se diría que los dos fenómenos pertenecen a mundos distintos,
cada uno con sus propias causas nítidamente diferenciadas. Al leer esos informes, nadie
advertiría que el enriquecimiento veloz y el empobrecimiento no menos rápido tienen la misma
raíz, que la “inmovilización” de los miserables es un producto tan legítimo de las presiones
glocalizadoras como las nuevas libertades ilimitadas de los triunfadores.
Kapuscinski dice que el encubrimiento eficaz es el producto de tres recursos conectados,
aplicados consecuentemente por los medios que presiden los ocasionales arrebatos
carnavalescos de interés público en la suerte de los “pobres del mundo”.
Primero. La noticia de una hambruna, prueba de que los tristes e indolentes han elegido su triste
suerte; que las alternativas existen y están a su alcance, pero no las adoptan por falta de
laboriosidad o decisión.
Segundo. El guión y la edición de la noticia reducen el problema de la pobreza y las privaciones
exclusivamente al hambre. Esta manera de presentar el problema de la pobreza (como lo hizo
The Economist) degrada terriblemente y les niega plena humanidad a las personas a quienes se
supone que queremos ayudar. La ecuación “pobreza=hambre” oculta muchas otras dimensiones
complejas de la pobreza: condiciones de vida y vivienda espantosas, enfermedad, analfabetismo,
agresión, disolución de la familia, debilitamiento de los lazos sociales, falta de futuro,
improductividad; males que no se curan con bizcochos de alto contenido proteínico y leche en
16
polvo. Los medios evitan cuidadosamente toda asociación con la destrucción de puestos y
lugares de trabajo (es decir, con las causas globales de la pobreza local).
Tercero, el espectáculo de los desastres según lo presentan los medios refuerza la indiferencia
ética cotidiana —además de descargar los sentimientos morales acumulados— en el sentido de
“la parte desarrollada del mundo se rodea con un cordón sanitario de falta de compromiso, erige
un Muro de Berlín global; toda la información que viene de ‘allá afuera’ se refiere a guerras,
asesinatos, drogas, saqueos, enfermedades contagiosas, refugiados y hambre; es decir a algo que
nos amenaza”. Passet. Raramente y sin conexión alguna con esas mismas escenas nos hablan de
que las armas letales usadas con ese fin —convertir países lejanos en campos de masacre—
vienen de nuestras fábricas de armas, celosas de sus pedidos, orgullosas de su productividad y
su competitividad global: la sangre vital de nuestra amada prosperidad. La imagen sintética de
la brutalidad autoinflingida se deposita como un sedimento en la conciencia pública: una
imagen de “calles violentas”, “tierras de nadie”, la presentación magnificada de una tierra de
mafias, un mundo ajeno, subhumano, más allá de la ética y la salvación. La asociación de los
“nativos lejanos” con el asesinato, la epidemia y el saqueo cumple otra función importante. Ante
semejante monstruosidad, sólo cabe dar gracias a Dios de que sean lo que son, nativos remotos,
y orar para que sigan siéndolo. Como se trata de negarle al prójimo el derecho a la libertad de
movimiento que se exalta como el logro máximo del mundo globalizado, son útiles los retratos
de la inhumanidad que reina en los países donde viven los posibles inmigrantes; fortalecen esa
resolución que carece de argumentos racionales y éticos. Ayudan a mantener a los nativos en
sus países mientras los globales viajan con la conciencia limpia.
En resumen, en este apartado analiza el futuro de la soberanía política. Actualmente se abre
una brecha entre la política y la economía, ya que la economía se desplaza rápidamente y
mantiene ventaja sobre cualquier gobierno (territorial) que intente limitar y encauzar sus
movimientos. Muchas palancas de la política económica ya no funcionan debido a que el
Estado nacional se erosiona o se extingue y las fuerzas que lo erosionan son transnacionales.
El Estado es el único marco existente para balancear esas fuerzas, pero como son
transnacionales, lo excluyen del terreno de la acción deliberada, resuelta, potencialmente
racional. En la era moderna el orden equivalía a “ejercer el control”. La imagen del desorden
global refleja la nueva conciencia de la naturaleza esencialmente elemental y contingente de
las cosas que antes parecían estar controladas. Antes de la caída del bloque comunista, la
situación mundial ya era contingente, errática y caprichosa, pero su naturaleza estaba oculta,
no la veíamos, por la reproducción cotidiana del equilibrio entre las potencias mundiales.
Superado el Gran Cisma, el mundo ya no presenta el aspecto de una totalidad; parece más bien
un campo de fuerzas dispersas y desiguales que se cristalizan en lugares difíciles de prever y
con un impulso que en verdad nadie sabe detener. Se diría que nadie controla el mundo. Esta
percepción novedosa y molesta de que “las cosas se van de las manos” es la que expresa el
concepto ahora en boga, de globalización. En su significado más profundo expresa el carácter
indeterminado, ingobernable y autopropulsado de los asuntos mundiales; la ausencia de un
centro. Se refiere, ante todo, a los efectos globales, claramente indeseados e imprevistos, más
que a iniciativas y emprendimientos.
Una explicación de lo anterior es la demostración creciente de debilidad e impotencia del
Estado como agencias encargada de imponer el orden. Imponer orden en una parte del
mundo significaba la constitución de un Estado dotado de la soberanía territorial para realizar
ese cometido, imponiendo un modelo para ello, que implica burocracia civil, clerical o militar,
como organización jerárquica con un área de competencia delimitada. La tarea del orden social
requiere esfuerzos enormes y constantes para seleccionar, trasladar y condensar el poder social,
que exige recursos que sólo el Estado puede reunir, concentrar y desplegar. La soberanía
legislativa y ejecutiva del Estado moderno descansaba sobre el trípode de las soberanías militar,
económica y cultural. La superestructura política de la era del Gran Cisma ocultó lo que ya
estaba sucediendo, las abdicaciones más profundas, importantes y perdurables del
mecanismo de creación de orden. El más afectado fue el papel del Estado, su soberanía,
autosuficiencia y sustentabilidad dejaron de ser viables. Cuando por fin se abrió el telón,
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apareció un escenario desconocido con nuevos estados que buscaban activa y empecinadamente
ceder sus derechos soberanos. Suplicaban que les quitaran soberanía y la disolvieran en las
estructuras supraestatales. Aparecían “etnias” locales inéditas u olvidadas, con frecuencia
demasiado pequeñas, pobres e ineptas para pasar las pruebas tradicionales que exigían los
Estados propios.
Las tres patas del trípode de la soberanía están rotas. Y la de la económica tiene más
consecuencias. Perdida la capacidad de equilibrar las cuentas, los Estados nacionales se
convierten en un mero servicio de la seguridad de las megaempresas. Debido a la difusión
ilimitada e irrefrenable de las normas de libre comercio y al movimiento sin trabas del capital y
las finanzas, la “economía” se libera progresivamente de todo control político; su significado es
“el área de lo no político”. Las instituciones interestatales y supralocales que se han creado y
pueden actuar con el consenso del capital global, ejercen presiones coordinadas sobre todos
los Estados miembros o independientes para que destruyan sistemáticamente todo lo que
pudiera desviar y demorar el movimiento libre del capital y limitar la libertad de mercado.
Los Estados débiles son justamente lo que necesita el Nuevo Orden Mundial para sustentarse
y reproducirse, ya que es fácil reducirlos a la función (útil) de una estación de policía local,
capaz de asegurar el mínimo de orden necesario para los negocios, pero sin despertar temores
de que pueda limitar la libertad de las compañías globales.
Cuando el Estado permite que la política no regule a la economía, a la vez que profundiza su
pérdida de poder como agencia eficaz, se produce un cambio mucho más profundo que un
cambio en la distribución del poder social. La agencia política como tal “la capacidad de tomar
decisiones colectivas vinculantes y llevarlas a cabo” está en tela de juicio. Al promover lo
anterior, el Estado pierde poder y por lo tanto la capacidad de detener el mismo proceso. Una de
las principales consecuencias de la nueva libertad global de movimientos es que resulta cada
vez más difícil lanzar una acción colectiva eficaz a partir de los problemas sociales. Por lo
anterior, se concluye que la fragmentación política y la globalización económica son aliadas
estrechas y conspiran juntas. Integración y parcelación, globalización y territorialización son
procesos recíprocamente complementarios, son las dos caras del mismo proceso ― no casuales
ni reversibles ― de la redistribución mundial de la soberanía, el poder y la libertad de actuar.
Redistribución detonada, no determinada, por el salto cualitativo en la tecnología de la
velocidad. Debido a la coincidencia y la imbricación de estas dos tendencias, ya en marcha, el
efecto divisionista de la nueva libertad de movimientos, los llamados procesos “globalizadores”
redundan en la redistribución de privilegios y despojos, riqueza y pobreza, recursos y
desposesión, poder e impotencia, libertad y restricción. Hay una reestratificación mundial que
crea una nueva jerarquía sociocultural, una escala mundial.
La globalización de los mercados y de la información si impone y promueve cuasi
soberanías, divisiones territoriales y segregaciones de identidad pero no refleja igualdad
entre ellos. La libertad de elección de unos es el destino cruel de otros, quienes tienden a crecer
en número y hundirse cada vez más profundamente en la desesperación de una vida sin
perspectivas. “Glocalización” es la unidad indisoluble de las presiones “globalizadoras” y
“localizadoras”, un fenómeno que el concepto unilateral de globalización pasa por alto, y se
define como el proceso de concentración del capital, las finanzas y demás recursos de la
elección y la acción efectiva, y principalmente de libertad para moverse y actuar. La
globalización excluye a dos tercios de la población. En la realidad virtual nacen, crecen y
florecen fortunas nuevas, lejos de las toscas realidades de los pobres. La creación de riqueza va
en camino de emanciparse de esas viejas conexiones con la fabricación de cosas, el
procesamiento de materiales, la creación de puestos de trabajo y la administración de personas.
Los viejos ricos necesitaban a los pobres. Los nuevos ricos ya nos los necesitan. El libre
comercio es una mentira disimulada; la conexión entre la miseria y la desesperación crecientes
de la mayoría “inmovilizada” y las nuevas libertades de la pequeña minoría móvil es difícil de
advertir en los informes de los beneficiario de la glocalización. Por el contrario, se diría que los
dos fenómenos pertenecen a mundos distintos. No se advierte que el enriquecimiento veloz y el
empobrecimiento no menos rápido tienen la misma raíz, que la “inmovilización” de los
18
miserables es un producto tan legítimo de las presiones glocalizadoras como las nuevas
libertades ilimitadas de los triunfadores. El encubrimiento eficaz de lo anterior se logra por los
medios de comunicación, sobre todo por la televisión.
IV. TURISTAS Y VAGABUNDOS
En este apartado reseña las consecuencias culturales de las transformaciones mencionadas:
 se postula como efecto general la bifurcación y polarización de las vivencias humanas,
donde los símbolos culturales compartidos sirven a dos interpretaciones nítidamente
diferenciadas. La vida errante significa lo opuesto para quienes ocupan la cima y
quienes ocupan la base de la nueva jerarquía, la clase media sobrelleva el mayor
peso de esa oposición y por ello padece una aguda incertidumbre existencial, ansiedad
y miedo. La necesidad de mitigar ese miedo y neutralizar su potencial para general
descontento, es un poderoso factor que contribuye a una mayor polarización de los dos
significados de la movilidad.
En la actualidad todos vivimos en movimiento, también estamos en movimiento en un sentido
distinto, más profundo.
“La globalización arrastra las economías a la producción de lo efímero, lo volátil (mediante una
reducción masiva y generalizada del tiempo de vida útil de productos y servicios) y lo precario
(trabajos temporarios, flexibles, de tiempo parcial)” Los bienes, servicios y señales deben
despertar el deseo, y pare ello deben seducir a los consumidores eventuales. Pero una vez
logrado su objetivo, deben ceder rápidamente su lugar a otros objetos de deseo para no detener
esa búsqueda global de ganancias y más ganancias llamada hoy “crecimiento económico”. La
industria actual está hecha para producir atracciones y tentaciones, que tientan desde el futuro.
Esta carrera en pos de deseos nuevos, más que de su satisfacción, no tiene una meta evidente.
No hay manera de que se le acabe el impulso a la rueda mágica de la tentación y el deseo. Las
consecuencias tanto para los encumbrados y para los humildes son tremendas
Nuestra sociedad es una sociedad de consumo. En su etapa industrial era una “sociedad de
producción”, usaba sus miembros como productores y soldados. Pero en su actual etapa
moderna tardía ya no necesita sus ejércitos industriales y militares de masas; necesita
consumidores. La formación que brinda la sociedad contemporánea a sus miembros está dictada
por el deber de cumplir la función de consumidor. La norma que se les presenta es la de ser
capaces de cumplirla y hacerlo de buen grado. Hoy también se produce y antes también se
consumía; pero la diferencia está en el énfasis y las prioridades, transición que ha producido
diferencias enormes en la sociedad, la cultura y la vida individual, que hablan de una nueva
sociedad, la de consumo. En ésta, el consumidor difiere radicalmente del de todas las sociedades
existentes hasta hoy. Hoy lo ideal sería que el consumidor no abrazara nada con firmeza, no
aceptara ningún compromiso hasta que la muerte nos separe, no considerara necesidad alguna
plenamente satisfecha ni deseo alguno consumado. Sólo cuenta la volatilidad.
La plaga de la sociedad de consumo es que para consumir se necesita tiempo. Hay una
correspondencia en el “ahora” como compresión del tiempo por la tecnología y la lógica de la
economía orientada hacia el consumo, de acuerdo a la cual, la satisfacción del consumidor debe
ser instantánea de dos maneras. El bien consumido debe causar una satisfacción inmediata;
pero la satisfacción debe terminar “en seguida”, es decir, apenas pasa el tiempo necesario
para el consumo. Un tiempo mínimo indispensable.
Para lograr esta reducción necesaria del tiempo, los consumidores no deben fijar su atención ni
concentrar su deseo en un objeto durante mucho tiempo. La cultura de la sociedad de consumo
no es de aprendizaje sino de olvido. La regla del juego consumista es la emoción de una
sensación nueva e inédita. Los consumidores son, acumuladores de sensaciones, coleccionistas
19
de cosas sólo en un sentido secundario, como subproducto de lo anterior. El deseo desea deseo.
Para aumentar la capacidad de consumo, jamás se debe dar descanso al consumidor. Hay que
mantenerlo despierto y alerta, exponerlo constantemente a nuevas tentaciones para que
permanezca en un estado de excitación perpetua y de insatisfacción permanente.
Así como el capataz de fábrica, para dar órdenes a sus trabajadores, necesita una cuadrilla con
hábitos arraigados de disciplina y obediencia, el mercado seduce a sus clientes que quieren que
se les seduzca, que lo buscan activamente. Sus abuelos productores vivían de un paso de la cinta
trasportadora al siguiente, ellos, en cambio, van de atracción en atracción. Para el consumidor
cabal y maduro, actuar de esa manera es una compulsión, una obligación, pero es una
presión interiorizada. Es imposibilidad de vivir de otra manera, se le revela disfrazada de
ejercicio de libre albedrío. Tal vez el mercado ya lo escogió como consumidor aunque éste crea
que es él quien manda. Puede elegir entre las infinitas opciones pero no dejar de elegir, esta no
la vive como opción.
CONCLUSIÓN
Esta combinación entre el consumidor ávido de lo nuevo y el mundo transformado en todas
sus dimensiones según el patrón del mercado de consumo es la que elimina todos los puntos
de referencia de los mapas individuales del mundo y de los itinerarios personales de vida. El
consumidor es un viajero que no puede dejar de serlo.
Tal vez a todos les asignen el papel de consumidor; tal vez todos quieran ser consumidores.
Pero no todos pueden ser consumidores.La escala que ocupan “los de arriba” y “los de abajo”
en la sociedad de consumo (estratificada como todas) es la del grado de movilidad, de libertad
de elegir el lugar que ocupan. Una diferencia entre “los de arriba” y “los de abajo” es que los
primeros pueden alejarse de los segundos, pero no a la inversa. En las ciudades contemporáneas
se produce un apartheid donde los que tienen medios suficientes abandonan los distritos sucios
y sórdidos a los que están atados, a aquellos que carecen de esos medios.
Otra diferencia es que los de arriba tienen la satisfacción de andar por la vida a voluntad, de
elegir sus destinos de acuerdo con los placeres que ofrecen. A los de abajo los echan una y otra
vez del lugar que quisieran ocupar (refugiados). El pasaporte es para separar a aquellos para
cuya conveniencia y facilidad de traslado se abolió la visa, de quienes deberían quedarse en su
lugar, ya que están excluidos de los viajes. La combinación actual de la anulación de visas de
ingreso y el refuerzo de los controles de inmigración es la metáfora de una nueva estratificación
emergente. Evidencia que “el acceso a la movilidad global” se ha convertido en el más elevado
de todos los factores de estratificación. Algunos gozamos de la libertad de movimientos sin
papeles. A otros no se les permite quedarse en un lugar por la misma razón.
Para el mundo de los globalmente móviles, el espacio se atraviesa fácilmente en sus dos
versiones, la “real” y la “virtual”. Para el de los “localmente sujetos” el espacio real se cierra a
pasos agigantados. La reducción del espacio entraña la abolición del paso del tiempo. Los
habitantes del primer mundo viven en un presente perpetuo. Están constantemente ocupados y
“escasos de tiempo”, porque cada momento es inextensible. Las personas atascadas en el mundo
opuesto están aplastadas bajo el peso de un tiempo abundante, innecesario e inútil, en el cual no
tienen nada que hacer. En su tiempo “no pasa nada”. Los del primer mundo viven en el tiempo;
el espacio no rige para ellos, ya que cualquier distancia se recorre instantáneamente. Es la
experiencia de vida que Boudrillard nombró “hiperrealidad”, donde lo real y lo virtual son
inseparables.” Por su parte los residentes del segundo mundo viven en el espacio: pesado,
resistente, que ata el tiempo y lo mantiene fuera de su control.
Para los del primer mundo —ese mundo cada vez más cosmopolita y extraterritorial de los
empresarios, los administradores de cultura y los intelectuales globales—, se desmantelan las
fronteras nacionales como sucedió para las mercancías, el capital y las finanzas mundiales. Para
los del segundo, los muros de controles migratorios, leyes de residencia, políticas de “calles
limpias” y “aniquilación del delito” se vuelven cada vez más altos.
20
La polarización tiene enormes consecuencias psicológico-culturales. La compañera de viaje de
Heller vive en una casa imaginaria que no necesita, la conocida de Seabrook protagoniza fugas
imaginarias de un hogar que detesta por se embrutecedoramente real. Páginas 119 y 120.
Los turistas se convierten en viajeros. Sin embargo no todos los viajeros son turistas. Están en
movimiento porque fueron desarraigados de un lugar que no ofrece perspectivas. Su suerte es
cualquier cosa menos una expresión de libertad. Éstos son los vagabundos; oscuras lunas
errantes que reflejan el resplandor de los soles turistas y siguen, sumisas, la órbita del planeta;
mutantes de la evolución posmoderna, monstruos marginados de la nueva especie feliz. Los
vagabundos son los desechos de un mundo que se ha consagrado a los servicios turísticos. Los
turistas se desplazan porque el mundo a su alcance (global) es irresistiblemente atractivo; los
vagabundos lo hacen porque el mundo a su alcance (local) es insoportablemente inhóspito. La
globalización está estructurada para satisfacer los sueños y deseos de los turistas. Su efecto
secundario es la transformación de muchos más en vagabundos. Metáfora de inmigrante.
Emancipado del espacio, el capital ya no necesita una mano de obra itinerante. La presión para
derribar las últimas barreras al movimiento libre del dinero y de las mercancías y la información
que sirven para ganarlo, va junto con la presión para erigir nuevos muros (leyes de inmigración
o de nacionalidad) para impedir el desplazamiento de aquellos que, como consecuencia, se ven
espiritual o físicamente desarraigados. Luz verde para los turistas, luz roja para los vagabundos.
La polarización del mundo y su población son consecuencia de la globalización.
CONCLUSIÓN Y ENTRADA AL OTRO CAP.
El vagabundo es el otro yo del turista. Tanto el vagabundo como el turista son consumidores,
pero el vagabundo es un consumidor defectuoso. El mundo sin vagabundos es la utopía de la
sociedad de los turistas. La obsesión por “la ley y el orden”, la criminalización de la pobreza,
los ataques recurrentes a los programas de bienestar social son ejemplos para llegar a esa
utopía. Pero los dos destinos y experiencias de vida, dan lugar a dos percepciones drásticamente
distintas del mundo, de sus males y de la manera de curarlos.
Por un lado, una ideología empieza a tomar forma en los discursos de los voceros globales,
que incluyen “a los intelectuales vinculados a los medios de comunicación; la intelligentsia de
los medios, todos los que pueden costearse una identidad cosmopolita; mejor dicho, los
postulados tácitos que vuelven creíble una ideología mediante el sencillo expediente de negarse
a cuestionarla, postulados que Bourdieu llamó Doxa: “una prueba no debatida e indebatible”.
Por otro lado, están las acciones de los locales y los localizados a fuerza. Las “periferias” se
extienden en torno de los enclaves pequeños, extraterritoriales en espiritual, pero físicamente
muy fortificados, de la élite “globalizada”. La era de la trasferencia desinhibida de la
información y la comunicación instantánea es también la era de una nueva ruptura casi
total de la comunicación entre la elites cultas y el populus. Aquéllas, sin un proyecto
universalizador, no tienen nada que decir a éste. RADICALIDAD DEL AUTOR.
En resumen, en este apartado reseña las consecuencias culturales de las transformaciones
mencionadas. En la actualidad estamos en movimiento en un sentido profundo. “La
globalización arrastra las economías a la producción de lo efímero, lo volátil (mediante una
reducción masiva y generalizada del tiempo de vida útil de productos y servicios) y lo precario
(trabajos temporarios, flexibles, de tiempo parcial)” Los bienes, servicios y señales deben
despertar el deseo, y pare ello deben seducir a los consumidores eventuales. La industria actual
está hecha para producir atracciones y tentaciones, que tientan desde el futuro. Esta carrera en
pos de deseos nuevos, más que de su satisfacción, no tiene una meta evidente y las
consecuencias tanto para los encumbrados y para los humildes son tremendas. Nuestra sociedad
es una sociedad de consumo que, en su actual etapa moderna tardía, necesita consumidores y
los forma para cumplir esa función de buen grado. Hoy también se produce y antes también se
consumía; pero la diferencia está en el énfasis y las prioridades, transición que ha producido
21
diferencias enormes en la sociedad, la cultura y la vida individual, que hablan de una nueva
sociedad, la de consumo. En ésta, el consumidor difiere radicalmente del de todas las sociedades
existentes hasta hoy. Hoy sólo cuenta la volatilidad. Hay una correspondencia en el “ahora”
como compresión del tiempo por la tecnología y la lógica de la economía orientada hacia el
consumo, de acuerdo a la cual, la satisfacción del consumidor debe ser instantánea de dos
maneras. El bien consumido debe causar una satisfacción inmediata; pero la satisfacción
debe terminar “en seguida”, es decir, apenas pasa el tiempo necesario para el consumo. Un
tiempo mínimo indispensable. Para aumentar la capacidad de consumo, jamás se debe dar
descanso al consumidor. Hay que mantenerlo despierto y alerta, exponerlo constantemente a
nuevas tentaciones para que permanezca en un estado de excitación perpetua y de insatisfacción
permanente. El mercado seduce a sus clientes que quieren que se les seduzca, que lo buscan
activamente, van de atracción en atracción. Para el consumidor cabal y maduro, actuar de esa
manera es una compulsión, una obligación, pero es una presión interiorizada. Es
imposibilidad de vivir de otra manera, se le revela disfrazada de ejercicio de libre albedrío.
De lo anterior podemos concluir que esta combinación entre el consumidor ávido de lo nuevo
y el mundo transformado en todas sus dimensiones según el patrón del mercado de consumo
es la que elimina todos los puntos de referencia de los mapas individuales del mundo y de los
itinerarios personales de vida. El consumidor es un viajero que no puede dejar de serlo. Sin
embargo, tal vez a todos les asignen el papel de consumidor; tal vez todos quieran ser
consumidores. Pero no todos pueden ser consumidores. La escala que ocupan “los de arriba” y
“los de abajo” en la sociedad de consumo (estratificada como todas) es la del grado de
movilidad, de libertad de elegir el lugar que ocupan. Una diferencia entre “los de arriba” y “los
de abajo” es que los primeros pueden alejarse de los segundos, pero no a la inversa. En las
ciudades contemporáneas se produce un apartheid donde los que tienen medios suficientes
abandonan los distritos sucios y sórdidos a los que están atados, a aquellos que carecen de esos
medios. Otra diferencia es que los de arriba tienen la satisfacción de andar por la vida a
voluntad; a los de abajo los echan una y otra vez del lugar que quisieran ocupar (refugiados). La
combinación actual de la anulación de visas de ingreso y el refuerzo de los controles de
inmigración es la metáfora de una nueva estratificación emergente. Evidencia que “el acceso a
la movilidad global” se ha convertido en el más elevado de todos los factores de
estratificación. Algunos gozan de la libertad de movimientos sin papeles. A otros no se les
permite quedarse en un lugar por la misma razón. Para el mundo de los globalmente móviles, el
espacio se atraviesa fácilmente en sus dos versiones, la “real” y la “virtual”. Para el de los
“localmente sujetos” el espacio real se cierra a pasos agigantados. La reducción del espacio
entraña la abolición del paso del tiempo. Los del primer mundo viven en el tiempo; el espacio
no rige para ellos, ya que cualquier distancia se recorre instantáneamente. Es la experiencia de
vida que Boudrillard nombró “hiperrealidad”, donde lo real y lo virtual son inseparables.” Por
su parte los residentes del segundo mundo viven en el espacio: pesado, resistente, que ata el
tiempo y lo mantiene fuera de su control. Para los del primer mundo —ese mundo cada vez más
cosmopolita y extraterritorial de los empresarios, los administradores de cultura y los
intelectuales globales—, se desmantelan las fronteras nacionales como sucedió para las
mercancías, el capital y las finanzas mundiales. Para los del segundo, los muros de controles
migratorios, leyes de residencia, políticas de “calles limpias” y “aniquilación del delito” se
vuelven cada vez más altos.
La polarización tiene enormes consecuencias psicológico-culturales. Los turistas se convierten
en viajeros. Sin embargo no todos los viajeros son turistas. Están en movimiento porque fueron
desarraigados de un lugar que no ofrece perspectivas. Su suerte es cualquier cosa menos una
expresión de libertad. Éstos son los vagabundos; desechos de un mundo que se ha consagrado a
los servicios turísticos. Los turistas se desplazan porque el mundo a su alcance (global) es
irresistiblemente atractivo; los vagabundos lo hacen porque el mundo a su alcance (local) es
insoportablemente inhóspito. La globalización está estructurada para satisfacer los sueños y
deseos de los turistas. Su efecto secundario es la transformación de muchos más en
vagabundos. Metáfora de inmigrante. Emancipado del espacio, el capital ya no necesita una
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mano de obra itinerante. La presión para derribar las últimas barreras al movimiento libre del
dinero y de las mercancías y la información que sirven para ganarlo, va junto con la presión para
erigir nuevos muros (leyes de inmigración o de nacionalidad) para impedir el desplazamiento de
aquellos que, como consecuencia, se ven espiritual o físicamente desarraigados. Luz verde para
los turistas, luz roja para los vagabundos. La polarización del mundo y su población son
consecuencia de la globalización.
El autor concluye que el vagabundo es el otro yo del turista. Tanto el vagabundo como el turista
son consumidores, pero el vagabundo es un consumidor defectuoso. El mundo sin vagabundos
es la utopía de la sociedad de los turistas. La obsesión por “la ley y el orden”, la
criminalización de la pobreza, los ataques recurrentes a los programas de bienestar social son
ejemplos para llegar a esa utopía. Pero los dos destinos y experiencias de vida, dan lugar a dos
percepciones drásticamente distintas del mundo, de sus males y de la manera de curarlos.Por un
lado, una ideología empieza a tomar forma en los discursos de los voceros globales, que
incluyen “a los intelectuales vinculados a los medios de comunicación; la intelligentsia de los
medios, los postulados tácitos que vuelven creíble una ideología mediante el sencillo expediente
de negarse a cuestionarla, postulados que Bourdieu llamó Doxa: “una prueba no debatida e
indebatible”. Por otro lado, están las acciones de los locales y los localizados a fuerza. Las
“periferias” se extienden en torno de los enclaves pequeños, extraterritoriales en espiritual, pero
físicamente muy fortificados, de la élite “globalizada”. La era de la trasferencia desinhibida
de la información y la comunicación instantánea es también la era de una nueva ruptura
casi total de la comunicación entre la elites cultas y el pueblo. Aquéllas, sin un proyecto
universalizador, no tienen nada que decir a éste.
V. LEY GLOBAL, ÓRDENES LOCALES
En este apartado final, indaga las expresiones radicales de la polarización:
 la tendencia actual a criminalizar los casos que se hallan por debajo de la norma
idealizada
 el papel de la criminalización de mitigar las penurias de la “vida errante” al volver cada
vez más odiosa y repugnante la imagen de su alternativa, la vida inmóvil. Se tiende a
reducir la compleja cuestión de la inseguridad existencial provocada por el proceso de
la globalización, al problema aparentemente sencillo de la “ley y el orden”. Por esa vía,
la inquietud por la “seguridad” (del cuerpo, las posesiones personales) se sobrecarga de
ansiedad, generada por esas otras dimensiones cruciales de la existencia actual: la
inseguridad y la incertidumbre.
TESIS. Una tendencia general es limitar las funciones políticas del Estado a tratar los problemas
de la ley y el orden, es decir a un Estado represivo. Para crear condiciones que despierten la
confianza de los inversores se requiere un control más estricto del gasto público, una reducción
de la carga impositiva, una reforma del sistema de protección social y “desmantelar las rigideces
del mercado laboral”. Lo que significa volverlo más sumiso y complaciente. .El trabajo es
“flexible” cuando se convierte en una variable económica que los inversores pueden excluir de
sus cuentas, y sus acciones determinarán su conducta.
La idea de “flexibilidad” oculta su naturaleza en tanto relación social: el hecho de que exige
una redistribución del poder despojando de capacidad de resistencia a aquellos cuya
“rigidez” está a punto de doblegar. Pero el trabajo es flexible en el sentido de que no siempre
se acomoda a una norma, sorprende y pone límites a la libertad de los inversores. La
flexibilidad finge ser un principio universal de la racionalidad económica, que se aplica en la
misma medida a la demanda y a la oferta en el mercado laboral, pero no es así.
Del lado de la demanda, flexibilidad significa libertad para pasar por alto todas las
consideraciones salvo las “económicamente sensatas”. Del lado de la oferta, flexibilidad es un
destino cruel, inexorable: los puestos de trabajo aparecen y desaparecen de la mañana a la
23
noche, se los divide y retira, las reglas del juego de contratación y despido cambian sin
aviso…La dimensión global de las posibilidades de elección del inversor, frente a los
límites estrictamente locales de la posibilidad de elección del proveedor del trabajo, crea
esa asimetría que subyace, a su vez, a la dominación de éste por aquél. La nueva
polarización de las condiciones sociales se basa en LA MOVILIDAD y su ausencia. La cima
de la nueva jerarquía es extraterritorial, las más bajas son glebae adscripti. MOVILIDAD.
TESIS:
La cárcel es la forma máxima y más drástica de restricción espacial. Parece ser la principal
preocupación del gobierno. El confinamiento espacial, el encarcelamiento con diversos grados
de severidad y rigidez, siempre ha sido el principal método para tratar con los sectores no
asimilables de la población. A lo largo de los siglos, ha sido una reacción visceral, casi
instintiva, ante todas las diferencias. En su sentido más profundo, significa prohibir o
suspender las comunicaciones y, por consiguiente, perpetuar el extrañamiento. Ésta es la
función central de la separación espacial. El extrañamiento reduce, estrecha, comprime la
visión del otro. La tipificación reemplaza al conocimiento personal y las categorías legales
destinadas a reducir la variación y permitir que se la ignore vuelven improcedentes la
singularidad de las personas y los casos. La sociedad moderna tiende cada vez más a
“interpretar como crímenes” aquellos “actos que considera indeseable o siquiera dudosos y a
“castigarlos con la cárcel”. Al someterlo a condiciones de extrañamiento forzado se mantiene
al otro en su forma de forastero. Se lo despoja de su singularidad individual, personal.
El aislamiento total aparece, hasta ahora, como un ideal remoto que reduce al otro a la
personificación pura de la fuerza punitiva del derecho. Entre los ejemplos más cercanos al
ideal se hallan ciertas prisiones norteamericanas con “tecnología de punta”, como la de Pelican
Bay en California. Esta cárcel está totalmente automatizada y diseñada de manera tal que los
presos no tienen casi ningún contacto cara a cara entre ellos o con los guardias; aquéllos pasan
la mayor parte del tiempo en celdas sin ventanas, hechas de bloques de hormigón y acero
inoxidable. No trabajan en talleres, no tienen acceso a recreaciones, no tienen contacto entre si.
Los mismos guardias están encerrados en garitas de control de vidrio, se comunican con los
presos por medio de parlantes y rara vez o nunca aparecen a la vista de éstos. La única tarea de
los guardias es asegurarse de que los presos permanezcan en sus celdas, es decir, en un estado
de ceguera e invisibilidad, incomunicados. Si no fuera que comen y defecan, uno confundiría
sus celdas con ataúdes.
Penitencializar es lo contrario de rehabilitar, y el principal obstáculo para capacitar.
El capital a través de sus empleados de la Bolsa de Valores gratifican a las empresas que
despiden personal y eliminan puestos de trabajo. Ahora, El encierro es una alternativa al
empleo; un método para neutralizar o deshacerse de una parte importante de la población a
la que no se necesita como productora ni para la cual hay trabajo al que deba ser “devuelta”.
La prisión de Pelican Bay no es una escuela de nada, ni siquiera de disciplina formal. Lo que
hacen los presos dentro de sus celdas, no tiene importancia. Lo que si importa es que
permanezcan allí. Fue diseñada como marginación, y de personas habituadas a su estado de
marginados. La característica del marginado en la era de la compresión espacio-temporal es la
inmovilidad. Esta prisión se aproxima al ideal de perfección para inmovilizar. MOVILIDAD
TOTAL, INMOVILIDAD, POR ESO LAS SEÑALA COMO EXTREMAS. La cárcel de
Pelican Bay es un laboratorio de la sociedad “globalizada” o planetaria, donde se estudian
técnicas de confinamiento espacial de los rechazados y de los desecho de la globalización y se
exploran sus límites.
El número de personas que están en la cárcel o aguardan condenas probables crece rápidamente
en casi todos los países del extremo “más desarrollado del mundo”. Hay un incremento
repentino de la construcción de prisiones en todas partes. La proporción de la población en
conflicto directo con la ley sujeta al encarcelamiento aumenta a un ritmo que sugiere un cambio
algo más que cuantitativo. Indica además, que muchos gobiernos adoptan, con apoyo de la
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opinión pública, el postulado de la “necesidad creciente de disciplinar sectores y grupos
importantes de la población”.
De otra manera, el fuerte incremento del castigo por medio de la cárcel sugiere que a ciertos
nuevos y extensos sectores de la poblaciones los considera, por tal o cual motivo, amenazas al
orden social, y su expulsión forzada del trato social, por medio de la prisión, aparece como un
método eficaz para neutralizar esa amenaza o calmar la ansiedad social provocada por ella.
Según los más recientes datos Estados Unidos lleva la delantera por lejos, más del 2% de su
población se encuentra bajo el control del sistema penal. En el distrito de Anacostia, que
concentra la población más pobre de Whashington, la mitad de los hombres de entre 16 y 35
espera juicio, cumple condena o está en libertad condicional. Hasta ahora ningún país se acerca
a las cifras norteamericanas, pero es evidente que el ritmo crece en todas partes. Hasta en
Noruega la taza subió. Inglaterra requiere una prisión nueva cada semana.
Como es un fenómeno prácticamente universal, las causas del crecimiento de la población en
la cárcel deben ser suprapartidarias y supraestatales, e incluso globales (en el sentido territorial
y cultural) en lugar de local. Probablemente las causas están relacionadas de manera más que
contingente con la amplia gama de transformaciones subsumidas bajo el nombre de
globalización.
Un motivo evidente de este aumento es la difusión espectacular de los asuntos clasificados
bajo el rubro “ley y orden” en el conjunto de los intereses públicos. Hoy la tendencia a perder
mucha seguridad a cambio de eliminar más y más restricciones al ejercicio de la libre
elección, genera sentimientos difundidos de miedo y ansiedad. Estos sentimientos buscan una
descarga o son canalizados hacia las preocupaciones con la ley y el orden.
La unidad de lo afectivo y lo conductual subyace en las experiencias de protección, seguridad y
certeza. En un mundo de creciente inseguridad y falta de certezas, es intensa la tentación de
retirarse al refugio seguro de la territorialidad. Así, la defensa del territorio, el “hogar
seguro”, se convierte en la llave maestra de todas las puertas que hay que cerrar para
evitar la triple amenaza al bienestar espiritual y material.
Protección: un miedo tangible hacia un fin esquivo OJO TESIS.
Reducir protección, seguridad y certeza a la protección personal tiene varias ventajas
políticas. Es espectacular, llamativo, “televisivo”, más que otras medidas profundas. La lucha
contra el crimen que atenta contra el cuerpo y la propiedad privada, produce un espectáculo
excelente. La consecuencia más general de todo esto es la autopropulsión del miedo. La
preocupación por la protección personal —inflada y recargada de significados que la
desbordan debido a los afluentes de inseguridad existencia e incertidumbre psicológica— se
alza sobre los otros miedos expresados y hunde los demás motivos de ansiedad en lo
profundo. Nadie puede acusar a los gobiernos de no hacer nada después de la diaria ración de
documentales, dramas, noticieros y dramatizaciones cuidadosamente disfrazadas de
documentales que muestran nuevas y mejores armas policiales, cerrajería penitenciaria de alta
tecnología, alarmas contra robos de viviendas y autos, valerosos agentes de seguridad que
arriesgan sus vidas para que podamos dormir en paz. Construir más cárceles, elaborar nuevas
leyes que multipliquen el número de violaciones punibles mediante la prisión, obligar a los
jueces a agravar las penas son medidas que aumentas la popularidad de los gobiernos y los
muestran severos y lúcidos. La espectacularidad de las operaciones punitivas es más importante
que su eficacia.
Hay algo más que una coincidencia feliz entre la tendencia a concentrar los males de la
inseguridad e incertidumbre endémicas de esta era en una sola obsesión abrumadora por la
protección personal: Concentrarse en la “protección ambiental” local y todo lo que ello
implica verdadera o supuestamente es lo que las “fuerzas del mercado”, tan globales y
extraterritoriales, quieren que hagan los gobiernos de los Estados nacionales. Destacarse en
la función de agente de policía es lo mejor que puede hacer un gobierno para convencer al
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capital nómada de que invierta en el bienestar de sus gobernados. La “buena administración”
tiende a reducirse a la tarea de combatir la delincuencia. El hecho de encarcelar a más gente
durante más tiempo hasta ahora no ha demostrado ser el medio más eficaz. Por lo tanto hay
otros factores que llevan a hacer esto como la prueba más convincente de que “se hace algo”.
La existencia actual se extiende a lo largo de la jerarquía de lo global y lo local: la libertad
global de movimientos indica ascenso, avance y éxito sociales; , cuando se habla de miedos
aparecen conceptos como confinamiento, falta de cambio, verse excluido de lugares en lo que
otros ingresan fácilmente para explorarlos y disfrutarlos. Libertad significa sobre todo elegir con
un componente muy puntual espacial.
La “buena vida” es la vida en movimiento. Cuando está cerrado de afuera, cuando la perspectiva
de partir es remota o directamente inalcanzable, el hogar se vuelve cárcel. Que a uno le prohíban
moverse es el símbolo más elocuente de la impotencia, la discapacidad…y el dolor. Por eso no
es casual que la idea de que la condena penitenciaria es a la vez el método más eficaz de reducir
a la impotencia a personas potencialmente dañinas y un doloroso castigo por malos actos sea tan
“sensata” y “racional”. La cárcel significa no sólo inmovilización sino además expulsión. La
cárcel significa marginación prolongada, tal vez permanente. La inseguridad general se
concentra en el miedo por la seguridad de la persona; esta a su vez apunta a la figura
ambivalente, imprevisible, del extraño. Las personas criadas en la cultura de las alarmas y los
artefactos contra robo tienden a ser entusiastas partidarios de las condenas penitenciarias, cuanto
más prolongadas, mejor.
El sistema penal golpea la base, más que la cima de la sociedad. Causas:
Primera. La selectividad del legislador, interesado en preservar un determinado tipo de orden.
Las acciones más penalizadas son las que comenten los excluidos del orden, los humillados y
pisoteados. Despojar a una nación de sus recursos se llama “fomento del libre comercio”; robar
a familias y comunidades enteras sus medios de vida se llama “reducción de personal” o
“racionalizacion”. Jamás esto aparecerá como actos delictivos y punibles.
Segunda. La policía que investiga “delitos graves” acaba por descubrir que los actos ilegales
cometidos en la cima son sumamente difíciles de separar de la densa red de tasaciones
empresariales. Además de mal tipificados, los crímenes “en la cima” son muy difíciles de
detectar. Son “incorpóreos”, carecen de sustancia física; “existen” en el espacio etéreo,
imaginario de la abstracción pura: son literalmente invisibles. Guiado por la intuición y el
sentido común, el público bien puede sospechar que el robo cumplió un papel en la historia de
las fortunas, pero señalarlo con el dedo sigue siendo una tarea amedrentadora. Los “delitos
empresariales” no llegan a la justicia y la luz pública sino en unos pocos casos extremos. Los
agentes de los órdenes locales tienen perfecta conciencia de la superioridad de los poderes
globales y se dan por satisfechos con lo que puedan conseguir. De la delincuencia “en la cima”,
la vigilancia del público es errática y esporádica en el mejor de los casos; inexistente, en el peor.
Los procesos de los estafadores de alto nivel carecen totalmente del dramatismo que hace de los
juicios de meros ladrones y asesino un espectáculo tan fascinante. Lo más importante es que el
delito en la “cima” (casi siempre extraterritorial) no se vive como amenaza personal.
Cualquier delito o amenaza en la cima corresponde a un orden totalmente distinto.
Tercera. Finalmente, la nueva elite global goza de una ventaja enorme frente a los guardianes
del orden: los órdenes son locales, mientras que la elite y la ley del mercado libre son
translocales.
Juntos, estos factores convergen en un efecto común: la identificación del crimen con la “clase
baja” (siempre local) lo que es lo mismo, la criminalización de la pobreza. Los tipos más
comunes de criminales y las fuentes de criminalidad parecen inequívocamente locales y
localizadas.
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Clemmer halló que se asimilaba a los presos en una “cultura carcelaria” altamente idiosincrásica
que los volvía menos aptos que nuca a la vida “común”. Como todas las culturas, la carcelaria
tenía la capacidad de autoperpetuarse.
OJO. El mecanismo con el cual la cárcel cumple ese papel de docencia colectiva, es que todo
el proceso policíaco-judicial que culmina en la prisión es un rito extenso y rígidamente
estructurado de rechazo simbólico y exclusión física. El rechazo y la exclusión son humillantes
con toda intención; su objetivo es que el rechazado-excluido acabe por aceptar su imperfección
e inferioridad social. La estrategia de “rechazar al rechazador” forma parte del estereotipo del
rechazado, lo cual suma a la imagen del crimen la propensión inherente del criminal a la
reincidencia. Al cabo de todo, las prisiones aparecen como las herramientas principales de una
profecía autocumplida.
El proceso de rechazo-exclusión aplicado por medio del sistema penitenciario es parte
integrante de la producción social del crimen.
El encarcelamiento, como fenómeno mucho más amplio de confinamiento, rechazo y exclusión,
es como laboratorio en los cuales las tendencias presentes en muchos aspectos de la vida
“normal” se observan en su forma más condensada y purificada. El efecto de la
penitencialización y la elección de rechazar al rechazado ayudarían a desentrañar la
misteriosa lógica de la actual obsesión por la ley y el orden. También ayudaría a
comprender por qué la exención de las libertades globales tiende a la fortificación de las
localidades. El rechazo incita al esfuerzo por circunscribir las localidades a la manera de
campos de concentración. El rechazo de los rechazadores incita al esfuerzo de transformar la
localidad en una fortaleza. Los esfuerzos de ambos esfuerzos se potencian mutuamente y juntos
garantizan que la fragmentación y el extrañamiento “en la base” sean los hermanos gemelos
de la globalización “en la cima”. TESIS.
En resumen, en este apartado final, indaga las expresiones radicales de la polarización. La
profunda asimetría en las nuevas condiciones de trabajo basada en la movilidad. La cárcel
como alternativa al desempleo. La inmovilidad en la cárcel como sinónimo de marginación y
exclusión del extraño, y como extremo opuesto a la movilidad. La demanda de la aplicación de
la ley y orden entendida únicamente como la demanda de protección personal, que resulta en
un enmascaramiento de la falta de certeza, desprotección, inseguridad, miedo y ansiedad que
provoca esta sociedad globalizada, sentimientos que se hunden en lo profundo de los sujetos.
Las fuerzas del mercado obligan a que los gobiernos de los estados sólo se ocupen de “combatir
la delincuencia”, convirtiéndolos en Estados represores. La criminalización de la pobreza como
parte de la producción social del crimen. Finalmente afirma que la fragmentación y el
extrañamiento “en la base” sean los hermanos gemelos de la globalización “en la cima”.
Actualmente una tendencia general es limitar las funciones políticas del Estado a sólo tratar los
problemas de la ley y el orden, es decir a un Estado represivo. Para crear condiciones que
despierten la confianza de los inversores se requiere un control más estricto del gasto público,
una reducción de la carga impositiva, una reforma del sistema de protección social y
“desmantelar las rigideces del mercado laboral. La dimensión global de las posibilidades de
elección del inversor, frente a los límites estrictamente locales de la posibilidad de elección
del proveedor del trabajo, crea una asimetría que subyace, a su vez, a la dominación de
éste por aquél. La nueva polarización de las condiciones sociales se basa en LA
MOVILIDAD y su ausencia. La cima de la nueva jerarquía es extraterritorial, las más bajas son
locales.
Por otro lado, el autor afirma que la cárcel es la forma máxima y más drástica de restricción
espacial y parece ser la principal preocupación del gobierno. El confinamiento espacial, el
encarcelamiento con diversos grados de severidad y rigidez, siempre ha sido el principal método
para tratar con los sectores no asimilables de la población. A lo largo de los siglos, ha sido una
reacción visceral, casi instintiva, ante todas las diferencias. En su sentido más profundo,
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significa prohibir o suspender las comunicaciones y, por consiguiente, perpetuar el
extrañamiento. Ésta es la función central de la separación espacial. El extrañamiento
reduce, estrecha, comprime la visión del otro. La tipificación reemplaza al conocimiento
personal y las categorías legales destinadas a reducir la variación y permitir que se la ignore
vuelven improcedentes la singularidad de las personas y los casos. La sociedad moderna
tiende cada vez más a “interpretar como crímenes” aquellos “actos que considera indeseable o
siquiera dudosos y a “castigarlos con la cárcel”. Al someterlo a condiciones de extrañamiento
forzado se mantiene al otro en su forma de forastero. Se lo despoja de su singularidad
individual, personal. El aislamiento total aparece, hasta ahora, como un ideal remoto que
reduce al otro a la personificación pura de la fuerza punitiva del derecho. Entre los ejemplos
más cercanos al ideal se hallan ciertas prisiones norteamericanas con “tecnología de punta”,
como la de Pelican Bay en California. Esta cárcel está totalmente automatizada y diseñada de
manera tal que los presos no tienen casi ningún contacto cara a cara entre ellos o con los
guardias; aquéllos pasan la mayor parte del tiempo en celdas sin ventanas, hechas de bloques de
hormigón y acero inoxidable. La única tarea de los guardias es asegurarse de que los presos
permanezcan en sus celdas, es decir, en un estado de ceguera e invisibilidad, incomunicados. Si
no fuera que comen y defecan, uno confundiría sus celdas con ataúdes.
El capital a través de sus empleados de la Bolsa de Valores gratifican a las empresas que
despiden personal y eliminan puestos de trabajo. Ahora, El encierro es una alternativa al
empleo; un método para neutralizar o deshacerse de una parte importante de la población a
la que no se necesita como productora ni para la cual hay trabajo al que deba ser “devuelta”.
La prisión de Pelican Bay no es una escuela de nada, ni siquiera de disciplina formal. Lo que
hacen los presos dentro de sus celdas, no tiene importancia. Lo que si importa es que
permanezcan allí. Fue diseñada como marginación, y de personas habituadas a su estado de
marginados. La característica del marginado en la era de la compresión espacio-temporal es la
inmovilidad. Esta prisión se aproxima al ideal de perfección para inmovilizar. MOVILIDAD
TOTAL, INMOVILIDAD, POR ESO LAS SEÑALA COMO EXTREMAS. La cárcel de
Pelican Bay es un laboratorio de la sociedad “globalizada” o planetaria, donde se estudian
técnicas de confinamiento espacial de los rechazados y de los desecho de la globalización y se
exploran sus límites.
El número de personas que están en la cárcel o aguardan condenas probables crece rápidamente
en casi todos los países del extremo “más desarrollado del mundo”. Hay un incremento
repentino de la construcción de prisiones en todas partes. Esto indica, que muchos gobiernos
adoptan, con apoyo de la opinión pública, el postulado de la “necesidad creciente de
disciplinar sectores y grupos importantes de la población”. El fuerte incremento del castigo
por medio de la cárcel sugiere que a ciertos nuevos y extensos sectores de la poblaciones los
considera, por tal o cual motivo, amenazas al orden social, y su expulsión forzada del trato
social, por medio de la prisión, aparece como un método eficaz para neutralizar esa amenaza o
calmar la ansiedad social provocada por ella.
Como es un fenómeno prácticamente universal, las causas del crecimiento de la población en
la cárcel deben ser suprapartidarias y supraestatales, e incluso globales (en el sentido territorial
y cultural) en lugar de local. Probablemente las causas están relacionadas de manera más que
contingente con la amplia gama de transformaciones subsumidas bajo el nombre de
globalización. Un motivo evidente de este aumento es la difusión espectacular de los asuntos
clasificados bajo el rubro “ley y orden” en el conjunto de los intereses públicos. Hoy, la
eliminación de restricciones a la libre elección conlleva perder seguridad y certezas y por lo
tanto a sentimientos de miedo y ansiedad, sentimientos que salen canalizados hacia la
preocupación por la ley y el orden. Juntos, lo afectivo y lo conductual soportan a las
experiencias de protección, seguridad y certeza, por lo que ― en un mundo de creciente
inseguridad y falta de certezas, es intensa la tentación de retirarse al refugio seguro de la
territorialidad ― el hogar seguro (bardas y etc.) cierra la puerta a la amenaza al bienestar
espiritual y material. Pero reducir protección, seguridad y certeza únicamente a la protección
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personal tiene varias ventajas políticas. Es espectacular, llamativo, “televisivo”, más que otras
medidas profundas. La lucha contra el crimen que atenta contra el cuerpo y la propiedad
privada, produce un espectáculo excelente. La consecuencia más general de todo esto es la
autopropulsión del miedo. La preocupación por la protección personal —inflada y recargada
de significados que la desbordan debido a los afluentes de inseguridad existencia e
incertidumbre psicológica— se alza sobre los otros miedos expresados y hunde los demás
motivos de ansiedad en lo profundo. Nadie puede acusar a los gobiernos de no hacer nada
después de la diaria ración de documentales, dramas, noticieros y dramatizaciones
cuidadosamente disfrazadas de documentales que muestran nuevas y mejores armas policiales,
cerrajería penitenciaria de alta tecnología, alarmas contra robos de viviendas y autos, valerosos
agentes de seguridad que arriesgan sus vidas para que podamos dormir en paz. Construir más
cárceles, elaborar nuevas leyes que multipliquen el número de violaciones punibles mediante la
prisión, obligar a los jueces a agravar las penas son medidas que aumentas la popularidad de los
gobiernos y los muestran severos y lúcidos. La espectacularidad de las operaciones punitivas es
más importante que su eficacia.
Hay algo más en la tendencia a concentrar los males de la inseguridad e incertidumbre
endémicas de esta era en una sola obsesión abrumadora por la protección personal:
Concentrarse en la “protección ambiental” local y todo lo que ello implica verdadera o
supuestamente es lo que las “fuerzas del mercado”, tan globales y extraterritoriales, quieren
que hagan los gobiernos de los Estados nacionales. Destacarse en la función de agente de
policía es lo mejor que puede hacer un gobierno para convencer al capital nómada de que
invierta en el bienestar de sus gobernados. La “buena administración” tiende a reducirse a la
tarea de combatir la delincuencia. El hecho de encarcelar a más gente durante más tiempo hasta
ahora no ha demostrado ser el medio más eficaz. Por lo tanto hay otros factores que llevan a
hacer esto como la prueba más convincente de que “se hace algo”.
La existencia actual es una la jerarquía de lo global y lo local: la libertad global de movimientos
indica ascenso, avance y éxito sociales; cuando se habla de miedos aparecen conceptos como
confinamiento, falta de cambio, verse excluido de lugares en lo que otros ingresan fácilmente
para explorarlos y disfrutarlos; por eso la idea de la condena penitenciaria como método más
eficaz de reducir a la impotencia a personas potencialmente dañinas y un doloroso castigo por
malos actos sea tan “sensata” y “racional”. La cárcel significa no sólo inmovilización sino
además expulsión. La cárcel significa marginación prolongada, tal vez permanente. La
inseguridad general se concentra en el miedo por la seguridad de la persona; esta a su vez
apunta a la figura ambivalente, imprevisible, del extraño.
El sistema globalizador golpea a la base y no a su cima por tres causas: 1. El legislador preserva
un determinado tipo de orden por lo que se penaliza más a los excluidos del orden, los
humillados y los pisoteados. 2. Los delitos empresariales llegan a la justicia y a la luz pública
en casos muy extremos, ya que implican densas transacciones y son incorpóreos; el delito en la
cima no se vive como amenaza personal ya que corresponde a un orden totalmente distinto. 3.
El orden es local y la elite, la ley del mercado libre son translocales. Los tres factores generan
un efecto común: la criminalización de la pobreza. Una vez que hay un acusado, se le somete
a un proceso policíaco-judicial que es un rito extenso y rígidamente estructurado de rechazo
simbólico y exclusión física, acciones humillantes con toda intención para que el rechazado
excluido acabe por aceptar su imperfección e inferioridad social y asuma la propensión a
reincidir, como una profecía autocumplida; pero este proceso es parte integrante de la
producción social del crimen. El encarcelamiento, como fenómeno mucho más amplio de
confinamiento, rechazo y exclusión, es como laboratorio en los cuales las tendencias presentes
en muchos aspectos de la vida “normal” se observan en su forma más condensada y purificada.
El estudio del efecto de la penitencialización y la elección de rechazar al rechazado
ayudarían a desentrañar la misteriosa lógica de la actual obsesión por la ley y el orden.
También ayudaría a comprender por qué la exención de las libertades globales tiende a la
fortificación de las localidades. El rechazo incita al esfuerzo por circunscribir las localidades a
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la manera de campos de concentración. El rechazo de los rechazadores incita al esfuerzo de
transformar la localidad en una fortaleza. Los esfuerzos de ambos esfuerzos se potencian
mutuamente y juntos garantizan que la fragmentación y el extrañamiento “en la base” sean
los hermanos gemelos de la globalización “en la cima”. Tesis.
V.
Referencias
BAUMAN, Zygmunt. La globalización. Consecuencias humanas. México, FCE, 2006,
tercera reimpresión, 171pp.
DE LA GARZA, Enrique y otros. Hacia una metodología de la reconstrucción.
Fundamentos, crítica y alternativas a la metodología y técnicas de investigación social.
México, UNAM Porrúa, 155pp, 1988.
ZEMELMAN, Hugo. “Pensar teórico y pensar epistémico: los retos de las ciencias
sociales latinoamericanas”. Documento en línea, s/f. 17pp.
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