Proyecto de Declaración de Repudio a la política de los Estados

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H. Cámara de Diputados de la Nación
Proyecto de Declaración
La Cámara de Diputados de la Nación,…
DECLARA:
“Expresar rechazo y preocupación frente a la decisión del Gobierno de Estados
Unidos de emitir una Orden Ejecutiva por la que declara “emergencia nacional
respecto de la amenaza extraordinaria e inusual para la seguridad nacional y la
política exterior de los Estados Unidos que supone la situación en Venezuela”, por
considerarla una amenaza a la soberanía nacional de un país independiente y un
riesgo para la paz en el continente americano.”
H. Cámara de Diputados de la Nación
FUNDAMENTOS
Sr. Presidente el día 8 de marzo de 2015 el Presidente de los Estados Unidos,
Barack Obama, emitió la Orden Ejecutiva 13692 donde encuentra que “la situación
en Venezuela, incluyendo la erosión de las garantías de derechos humanos por
parte del Gobierno de Venezuela, la persecución de los opositores políticos,
restricción de la libertad de prensa, el uso de la violencia y los derechos humanos,
violaciones y abusos en respuesta a protestas contra el gobierno, y la detención
arbitraria de manifestantes contra el gobierno, así como la presencia exacerbada
de la corrupción pública, constituye una inusual y extraordinaria amenaza a la
seguridad nacional y política exterior de los Estados Unidos”.
En función de lo anterior el gobierno norteamericano decidió declarar una
emergencia nacional para hacerle frente, lo que entró en vigencia a partir del 9 de
marzo de 2015.
Motiva la presente declaración expresar nuestro más contundente rechazo y
preocupación ante dicha decisión del gobierno norteamericano por considerarla
extraña,
inadmisible y atentatoria a la soberanía de la hermana República
Bolivariana de Venezuela al ser una clara intromisión de un Estado extranjero en los
asuntos internos de dicho país.
El Presidente Barack Obama, fundamenta la decisión política de esa declaración en
cuestiones como: la situación en Venezuela, que se persiguen y reprimen a
opositores políticos, que hay restricciones a la libertad de prensa, que el gobierno
produce violaciones y abusos a los derechos humanos, así como lo que califican de
presencia exacerbada de la corrupción pública.
Queda claro que esas calificaciones de la situación por la que estaría atravesando
Venezuela suponen una mirada particular e interesada sobre hechos internos de un
país soberano.
Es interesante esta preocupación, porque es la expresión del más evidente y
caprichoso doble estándar que tiene la principal potencia respecto a la cuestión de
los derechos humanos.
H. Cámara de Diputados de la Nación
Hay que recordar que Estados Unidos suspendió la aplicación del Estatuto de Roma
que crea la Corte Penal Internaacional de La Haya para juzgar a autores de delitos de
lesa humanidad y que todavía no ratificó la Convención Interamericana de Derechos
Humanos (el Pacto de San José de Costa Rica), ni el Protocolo de Kyoto sobre
cambio climático, ni la convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer; ni la convención sobre los Derechos del niño; ni
contra la prostitución y pornografía infantil; ni el convenio relativo a libertad
sindical, negociación colectiva y sobre edad mínima para el empleo; ni el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; ni la Convención
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad; ni el convenio Internacional
para la represión de la financiación del terrorismo, ni el convenio Internacional para
la represión de los atentados terroristas cometidos con bombas, ni el tratado de ONU
sobre la prohibición completa de los ensayos nucleares. A su vez no firmó el
Protocolo del Pacto Internacionales de Derechos Civiles y Políticos, destinado a
abolir la pena de muerte; la convención internacional contra el reclutamiento, la
financiación y el entrenamiento de mercenarios; el Convenio para la Represión de la
Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena.
Frente a esta potencia bélica no se entiende cuál es la “inusual y extraordinaria
amenaza a la seguridad nacional y a la política exterior de los Estados Unidos” que
los hechos internos de Venezuela implican. Resulta absurdo e inaceptable que el
presidente de los Estado Unidos pueda llegar a la conclusión de considerar a un
estado soberano como el de Venezuela, como una amenaza a su seguridad nacional.
América es un continente de paz. Aquí no hay confrontación bélica por cuestiones
nacionales, étnicas ni religiosos. Es un continente que está avanzando por un lento
pero sostenido proceso de integración no sólo de las economías sino principalmente
de los pueblos.
La política exterior estadounidense hacia el continente es claramente imperial, que
responde a la doctrina del destino manifiesto, donde se relativiza la soberanía y la
autodeterminación en función a sus propios intereses. “América para los
americanos”, dijo el ex presidente norteamericano James Monroe en 1823 (lo que se
denomina doctrina Monroe) y es la concepción básica de esa política exterior, al
considerar que América del Sur era el patio trasero de la América del Norte y que
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los EE.UU eran un tutor, un gendarme que impediría cualquier intromisión de
cualquier potencia europea en el continente, lo que en el fondo quiere decir que son
ellos los únicos que sí pueden hacerlo, lo que de hecho mantuvieron inalterable
(salvo períodos excepcionales), al menos hasta el inicio del Siglo XXI.
En este nuevo tiempo histórico abierto en el continente con la llegada de Hugo
Chávez al gobierno venezolano, de Néstor Kirchner en el de Argentina y de Luis
Inacio Lula Da Silva en Brasil por primera vez desde nuestras independencias,
nuestros países dejamos de vernos como competencia y amenaza potencial en última
instancia, para emprender acciones colectivas y proyectos comunes, incluso, más
allá del signo político de los diferentes gobiernos de la región.
No fue casualidad que a partir de ese momento nacieran organismos supranacionales
que por primera vez asumieran la necesidad de agruparnos por iniciativa propia y en
defensa de nuestros propios intereses y no tanto en virtud de referir a aquella tutela.
La UNASUR, la CELAC, el ALBA, el PARLATINO, el PARLASUR así como
también el cambio de mirada hacia dentro del propio MERCOSUR, son ejemplos de
este cambio que nos aumentó los márgenes de autonomía para la decisión en
nuestros países.
En 1945, la Carta de las Naciones Unidas proclamó un derecho colectivo, cuyo
titular son los pueblos, "el respeto por el principio de la igualdad de derechos y la
libre determinación", garantizando así uno de los propósitos básicos de toda la
comunidad internacional, dando el puntapié inicial a la idea de que los pueblos,
como soberanos, tienen derecho a decidir sobre sus asuntos políticos y sociales y
disponer sobre la futura condición de su país sin injerencias de gobiernos
extranjeros.
Estamos convencidos de que la integración y la unión suramericana es una
herramienta necesaria para avanzar en el desarrollo sostenible y el bienestar de
nuestros pueblos, pero también tenemos la fuerte convicción de que únicamente en
una comunidad política surgida como la consecuencia del derecho a la libre
determinación es que puede existir una situación de auténtico y real respeto a todos
los derechos humanos de los pueblos, axioma indiscutido de la política
internacional.
H. Cámara de Diputados de la Nación
En ese sentido es que aunamos nuestros esfuerzos para frenar este intento
intervencionista, ilegal y antidemocrático por parte de EEUU, que desconociendo la
voluntad popular, expresada tanto en las elecciones nacionales como en las locales,
se arroga el derecho absurdo e injusto de acusar un a un gobierno elegido por el voto
popular, buscando generar de manera intencionada inestabilidad y desasosiego en la
región.
Por último, resulta necesario redoblar nuestro apoyo a la Patria Grande, nucleada en
UNASUR y CELAC y actuar en defensa de uno de sus miembros. Por ello,
afirmamos nuestra más férrea voluntad de luchar por salvaguardar la soberanía de
los pueblos latinoamericanos y preservar la democracia de la región, de manera de
garantizar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para
todos aquellos países han luchado por la emancipación y que hoy no se arrodillan ni
rinden pleitesías a nadie.
Por lo anteriormente expuesto solicito a mis pares acompañen esta declaración.
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