Ética - Colegio de Abogados Eustaquio Buelna

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PRESENTACIÓN
CAPITULO I
DISPOSICIONES GENERALES
CAPITULO II
DE LOS DEBERES INSTITUCIONALES
CAPITULO III
DE LOS DEBERES FRENTE AL CLIENTE
CAPITULO IV
DE LOS DEBERES FRENTE A LOS COLEGAS
CAPITULO V
DE LOS DEBERES FRENTE A LAS AUTORIDADES
CAPITULO VI
DE LOS DEBERES FRENTE A LOS PASANTES DE DERECHO
CAPITULO VII
DEL SECRETO PROFESIONAL
CAPITULO VIII
DE LOS HONORARIOS PROFESIONALES
PRESIDENTES DEL COLEGIO
GALARDONADOS CON LA MEDALLA AL MERITO JURÍDICO “DR. RAUL
CERVANTES AHUMADA”
En septiembre de 1968 un grupo de 39 entusiastas abogados, inspirados por el
espíritu de la colegiación, decidieron asumir un reto con miras a enaltecer la
práctica profesional: la constitución de un colegio de abogados, nuestro
colegio.
Justamente el día 31 de octubre de 1968 fue alcanzado el objetivo propuesto y,
mediante constancia otorgada por el Gobernador Constitucional del Estado, se
extendió el reconocimiento oficial a nuestra agrupación. Con la denominación
Colegio de Abogados Lic. Eustaquio Buelna A.C., fue la nuestra la primera
en obtener su registro en esta ciudad capital.
Con el reconocimiento oficial vino también, en consecuencia, la aprobación de
los reglamentos que gobernarían la vida interna de la asociación. Desde
entonces los estatutos han sido reformados en diversas ocasiones,
adecuándose a los cambios de la sociedad sinaloense.
Dentro de nuestro estatuto interno, se contempla como obligación del asociado
el cumplimiento fiel del Código de Ética.
Hoy en el marco de los festejos del 37 aniversario de la fundación del Colegio,
es muy grato para nosotros compartir con ustedes la aprobación de este
documento tan importante para los socios del mismo y para la sociedad en
general.
El trabajo que concluyó con la aprobación de este Código de Ética por parte de
la asamblea en pleno --el pasado 15 de octubre-- fue arduo. Inicialmente hubo
que nombrar a una Comisión Especial que recibió el encargo de redactar el
primer proyecto, la cual fue conformada por los compañeros abogados Oscar
Antonio Alarid Navarrete, Arturo Álvarez Buelna, Raúl López Rodríguez, Fausto
Fidencio Partida Luna, todos ellos coordinados muy diligentemente por Juan
José Ríos Estavillo. De nueva cuenta les manifiesto a cada uno de ellos mi
reconocimiento por la disposición de su experiencia y su valioso tiempo para
hacer posible y provechoso este esfuerzo. Su dedicación ha confirmado otra
vez el cariño que le guardan al Colegio.
En la siguiente fase los trabajos fueron conducidos por la Comisión de Honor y
Justicia de nuestro Colegio, quienes revisaron el trabajo de la Comisión
Especial y se aprobó su presentación a la asamblea. El Proyecto fue
ampliamente discutido por todos los socios; todas las observaciones y
aportaciones expresadas contribuyeron notablemente para que, en la asamblea
ordinaria del 15 de octubre del presente año, nuestro Código de Ética
finalmente fuera aprobado.
El Código fue sistematizado en siete capítulos, a lo largo de los cuales se
establecen las disposiciones generales, las obligaciones institucionales de los
asociados y se definen sus deberes frente al cliente, frente a los colegas, frente
a las autoridades e, incluso, frente a los pasantes de derecho. Asimismo se
fijan consideraciones respecto al secreto profesional y sobre los honorarios
profesionales. El Código de Ética, pues, tiene como objetivo el que los socios
del Colegio de Abogados Lic. Eustaquio Buelna, A.C actúen
profesionalmente al servicio de la justicia, asegurando la libertad y el ministerio
del Derecho.
La del abogado es una profesión que todos los miembros del Colegio
ejercemos con orgullo, es una profesión a la que, ante la percepción colectiva,
queremos consolidarle su dignidad y honra, asumiendo responsablemente
nuestro trabajo, nuestro papel en la sociedad, nuestro compromiso con las
leyes, la justicia, la libertad y con las instituciones, es decir, con el derecho
mismo.
“Semper loquitour jus”
Lic. Juliana Araujo Coronel
Presidenta del Consejo Directivo 2004-2006
Octubre de 2005
CAPITULO I
DISPOSICIONES GENERALES
Artículo 1º.- Las normas contenidas en el presente código son premisa
permanente en todos los abogados asociados al Colegio “Eustaquio Buelna A.
C.”
Su aplicación corresponde a lo previsto en el mismo como en el Estatuto
interno; guarda los principios generales de prestación del servicio profesional
fundamentados por el orden jurídico del Estado de Sinaloa como del país.
Serán nulos todos los actos que pretendan contrariarlo, ya emanen de
personas o instituciones de derecho público, privado o social.
Artículo 2º.- El asociado tendrá como objetivo de su actuar profesional el servir
a la justicia, asegurar la libertad y el ministerio del Derecho.
Será público el derecho de denuncia ante los órganos del colegio, de cualquier
acto o conducta atribuible a nuestros agremiados que contravenga las
disposiciones de este código.
Artículo 3º.- Es deber imperativo del abogado usar sus esfuerzos personales
para alcanzar la realización del valor justicia.
CAPITULO II
DE LOS DEBERES INSTITUCIONALES
Artículo 4º.- El abogado puede prestar sus servicios profesionales ante cuerpos
legislativos, poderes ejecutivos o administrativos y diversas dependencias
públicas. Deberá hacerlo ajustándose a las mismas reglas éticas que gobiernan
su actuación ante los Tribunales, procederá sin ocultaciones y cuidándose de
no emplear otros medios que los de la persuasión, argumentación y
razonamiento jurídicos.
Artículo 5º.- En materia de aceptación o rechazo de asuntos, el asociado debe
hacer completa abstracción de su interés personal al decidirse, cuidándose de
que no influyan ni el monto pecuniario del asunto, ni consideraciones derivadas
del poder, importancia o fortuna del adversario. Es prudente se abstenga de
defender una tesis contraria a sus convicciones políticas o religiosas.
Deberá proceder del mismo modo, ineludiblemente, cuando la divergencia
verse sobre la apreciación jurídica del caso, y con mayor razón si antes ha
defendido en justicia el punto de vista contrario. Debe también abstenerse de
intervenir cuando no esté de acuerdo con el cliente en la forma de realizar la
defensa, o cuando un motivo de amistad o parentesco pueda trabar su
independencia. En suma, sólo debe ser aceptado el asunto que permita un
debate serio, sincero y leal.
Artículo 6º.- En cuanto las obligaciones del asociado en el patrocinio de sus
asuntos, el abogado debe actuar con el mayor celo y contracción, por lo que
deberá prestar su sentido y actuar profesionales de acuerdo al legítimo interés
de su cliente. Debe realizar todas las diligencias que requiera la mayor eficacia
de su intervención. Debe oponerse a las incorrecciones del cliente, por lo que
podrá abandonar el patrocinio si no puede impedir la consumación de ellas.
En su carácter de consejero, que actúa con independencia completa, se
cuidará de no compartir la pasión del litigante, al que debe dirigir y orientar
proponiendo una validación argumentativa de sus afirmaciones.
No debe aceptar mayor número de asuntos que el que pueda patrocinar, pues
ni el cúmulo de trabajo, ni la escasa importancia de la causa, ni ninguna otra
consideración podrían excusar su negligencia, su morosidad o su abandono.
En resumen, debe ejercer su profesionalismo a conciencia.
Artículo 7º.- El abogado goza de libertad para decidir si asume o no la defensa
de un acusado, cualquiera que sea su opinión sobre la culpabilidad de éste. En
caso de aceptar la defensa, debe esforzarse al máximo, empleando medios
lícitos y morales para ello. El deber primordial de un abogado que tenga a su
cargo el demostrar la participación y responsabilidad de un inculpado en la
comisión de un hecho delictivo, es lograr que se imparta justicia.
Artículo 8º.- El Abogado en ejercicio de su profesión deberá conservar su
dignidad e independencia; estas son irrenunciables e incompatibles con toda
ocupación que le obstaculice.
Artículo 9º.- El asociado no debe utilizar los medios de comunicación para
discutir los asuntos que se le encomienden, ni dar publicidad a las actuaciones
del expediente en los asuntos que aún no hubiesen sido elevados a la
categoría de cosa juzgada, a menos que sea necesario para la corrección de
los conceptos cuando la justicia y la moral lo exijan.
Una vez concluido el proceso, el Abogado podrá publicar los documentos o
actuaciones así como también sus comentarios exclusivamente científicos,
hechos en publicaciones profesionales que deberán regirse por principios
profesionales de la ética. Salvo autorización por escrito se omitirán los datos
personales de quienes intervinieron en el litigio.
Tampoco podrá utilizar los medios de comunicación para amenazar con
acciones judiciales o forzar convenios.
Artículo 10.- La formación decorosa de patrocinados, representados o
defendidos debe fundamentarse en la honorabilidad y capacidad profesional
del Abogado, quien deberá abstenerse de utilizar agentes que le procuren
nuevos casos profesionales, ni inducirá a que se hagan noticias o comentarios
vinculados a asuntos en los que intervenga o a la manera de conducirlos.
Artículo 11.- Es deber del Abogado ser puntual en su asistencia a los órganos
jurisdiccionales, así como también en sus citas o reuniones con los colegas,
sus clientes o la parte contraria.
CAPITULO III
DE LOS DEBERES FRENTE AL CLIENTE
Artículo 12.- El abogado asesorará y defenderá a su cliente de manera pronta,
concienzudamente así como con la debida diligencia. Asumirá personalmente
la responsabilidad que se le confía y que ha aceptado.
Deberá mantener a su cliente informado de la evolución del asunto del que ha
sido encargado, con objeto de que este conozca objetiva y puntualmente la
situación de su caso.
Artículo 13.- El asociado en su actuar profesional deberá caracterizarse
siempre por la honradez, franqueza y buena fe. No deberá aconsejar ni
ejecutar actos que puedan calificarse de ilegales, no deberá hacer
aseveraciones o negaciones falsas, citas inexactas, incompletas o maliciosas,
salvo que ellas deriven de los datos o información que le ha sido proporcionada
por el cliente y de cuyo dicho no deba dudar el abogado, ni realizar acto alguno
que pueda entorpecer una eficaz y rápida administración de la justicia.
Artículo 14.- El abogado deberá abstenerse de hacer uso de recusaciones
injustificadas y de ejercer otras instancias o procedimientos legales
innecesarios con el único objeto de entorpecer o retardar la secuela del
mecanismo instaurado para resolver el conflicto planteado.
Artículo 15.- El abogado, en ningún caso, podrá asegurar a su patrocinado que
su asunto tendrá éxito para inclinarlo a litigar, estando por el contrario, con el
deber de imponerlo de las circunstancias imprevisibles que puedan afectar la
decisión del asunto y limitándose a emitir su opinión sobre los méritos del caso.
Consecuentemente el abogado está en el deber de informar al cliente de los
riesgos, incertidumbres y demás circunstancias que puedan comprometer el
buen resultado del proceso.
El asociado deberá favorecer siempre un arreglo justo.
Artículo 16.- El abogado, al ser contratado para sustentar un derecho con
motivo de un conflicto entre partes, deberá revelar a su patrocinado las
relaciones que tenga con la otra parte así como cualquier interés que pueda
tener en la controversia y declarará si él está sujeto a influencias que sean
adversas a las prestaciones de su patrocinado. Si éste, a pesar de ello, desea
contratar sus servicios, será con plena revelación de los hechos.
Artículo 17.- El abogado debe procurar que su representado mantenga una
actitud correcta y respetuosa tanto con las autoridades, con el abogado de la
contraparte y con los terceros que intervengan en la controversia. Si el asistido
persiste en su conducta incorrecta, el abogado deberá renunciar a su
patrocinio.
De igual forma, cuando un abogado descubra en el curso de un juicio que ha
ocurrido algún error o impostura mediante el cual su patrocinado se beneficie
injustamente, deberá comunicarle tal hecho a fin de que sea corregido y no
aprovecharse de la ventaja que podría tener al respecto. En caso de que se
niegue, el abogado deberá renunciar a continuar prestándole su patrocinio.
Artículo 18.- Si en el curso de un asunto el abogado considera que debe cesar
la prestación de sus servicios al cliente, deberá prevenirlo a tiempo para que se
provea de otro profesional a fin de que no quede indefenso.
Artículo 19.- El abogado que ha aceptado prestar su patrocinio a una parte, no
puede, en el mismo asunto, encargarse de la representación de la otra parte, ni
prestarle sus servicios en dicho asunto, aun cuando ya no represente a la
contraria.
CAPITULO IV
DE LOS DEBERES FRENTE A LOS COLEGAS
Artículo 20.- El Abogado reconocerá como colega a todo Abogado y se
comportará con él de forma confraternal.
El abogado debe hacer cuanto esté a su alcance para que las relaciones con
sus colegas se caractericen por la confraternidad, esa vinculación -fundada en
el sentimiento de la solidaridad profesional, de los deberes que impone y de la
confianza mutua que presume-. Debe respetar en todo momento la dignidad
del colega, proscribiendo a su respecto las expresiones hirientes y las
insinuaciones malévolas. Debe impedir toda maledicencia del cliente hacia su
anterior abogado o hacia el patrocinante de su adversario. La confianza, la
lealtad, la benevolencia, deben constituir la disposición habitual hacia el colega,
al que debe facilitarse la solución de inconvenientes momentáneos enfermedad, duelo o ausencia - y considerarle siempre en un grado de
igualdad.
Artículo 21.- El abogado no debe realizar gestiones para desplazar a un colega
o sustituirlo en cualquier cargo profesional. Tampoco debe participar o
inmiscuirse en asuntos que dirija otro colega, sin su previa conformidad.
No constituye falta de confianza cuando el cliente le proponga al abogado la
intervención de otro colega en el asunto que le ha encomendado y, por regla
general, ha de aceptar esta colaboración. Si el primer abogado objetara la
propuesta, el segundo se abstendrá de intervenir; pero este podrá hacerse
cargo del patrocinio si el anterior defensor se aparta del asunto.
Artículo 22.- Todo abogado que sea requerido para encargarse de un asunto,
deberá asegurarse antes de aceptar, que ningún colega ha sido encargado
previamente del mismo. Si sustituye a un colega, deberá cerciorarse de que
éste se ha desinteresado completamente del asunto.
Cuando la intervención del colega no es descubierta sino después de haber
aceptado el asunto, deberá darle aviso de ello al sustituido, en todo caso el
abogado está en la obligación de asegurarse de que los honorarios de su
colega han sido pagados o garantizados.
Artículo 23.- Cuando un abogado haya de sustituir a un colega
precedentemente encargado del asunto o de asuntos conexos, deberá
ofrecerle sus buenos oficios para hacerle obtener la remuneración justa que le
fuese debida y si no logra que el cliente satisfaga a su colega, deberá rehusar
prestarle sus servicios.
Los convenios entre abogados deberán cumplirse fielmente, aún cuando no se
reúnan las formalidades legales. Los que sean importantes para el patrocinado
deberán hacerse constar por escrito; pero el honor profesional requiere que
aun cuando esto no se haga, sean cumplidos como si estuvieran incorporados
en un instrumento.
Artículo 24.- El abogado no deberá apartarse, ni aun por apremio de su
patrocinado, de los dictados de la decencia y del honor. Constituye falta grave
a la ética que un abogado cobre honorarios a su colega por actuaciones
jurídicas o extrajudiciales que realice en nombre suyo o en su representación o
patrocinio, o en aquellos casos en que el pago de honorarios corresponda al
colega, pues tales servicios pueden prestarse gratuitamente, con el mayor celo
y diligencia como un imperativo de la solidaridad gremial.
Artículo 25.- El abogado observará la cortesía y la consideración que imponen
los deberes de respeto mutuo entre los profesionales del derecho.
Si un funcionario público es abogado, por espíritu de confraternidad, deberá
atender a su colega en ejercicio de su gestión profesional, con prioridad y la
debida cortesía.
CAPITULO V
DE LOS DEBERES FRENTE A LAS AUTORIDADES
Artículo 26.- El abogado respetará la investidura de la autoridad representada
por determinados funcionarios y empleados públicos. Usará la cortesía y
comedimiento necesarios para dejar claro su respeto a la investidura sin que
esto llegue a implicar un temor reverencial ni una subordinación indigna. Su
fraseología será atenta y respetuosa. Lo anterior no será óbice para que exija
con energía el respeto a sus derechos y a los de su cliente.
El abogado deberá estar siempre dispuesto a prestar su apoyo a la justicia y a
mantener frente a esta una actitud respetuosa, sin que ello menoscabe su
amplia independencia y autonomía en el libre ejercicio de la profesión.
Artículo 27.- La actitud del abogado hacia los magistrados debe ser deferente e
independiente.
Es de su deber guardarles respeto y consideración, así como abstenerse de
toda familiaridad fuera de lugar, aunque mantenga relaciones de amistad con
alguno de ellos, debe cuidarse de no exteriorizarlas en el Tribunal. Debe estar
en todo momento dispuesto a prestar su apoyo a la magistratura, cuya alta
función social requiere un constante auspicio de la opinión forense. Pero debe
mantener siempre cuidadosamente la más plena autonomía; recordando que
se es auxiliar, no es dependiente de la administración de Justicia.
Artículo 28.- Falta gravemente al honor y a la ética profesional el abogado que
directa o indirectamente, soborne o corrompa a un empleado o funcionario
público o ejerza sobre él coacción. El abogado a quien le conste un hecho de
esta naturaleza tiene el deber de ponerlo en conocimiento del Colegio.
Artículo 29.- Es deber del abogado abstenerse de ejercer influencia sobre un
juez en razón de vínculos políticos, religiosos o de amistad. Tampoco utilizará
recomendaciones de superiores jerárquicos para presionar la independencia
del funcionario, desviando así su imparcialidad en beneficio de su asunto.
Artículo 30.- El abogado deberá producirse con plena veracidad en todos los
planteamientos que haga ante la autoridad. Independientemente del deber
legal que pudiera tener de no rendir informes falsos a una autoridad, su ética
profesional lo requiere de actuar siempre con la verdad como instrumento de su
actuación.
Artículo 31.- El abogado no debe pretender que el juez viole el principio de
igualdad de las partes para favorecerlo.
Ante la resolución injusta o equivocada, el abogado debe conservar la
suficiente ecuanimidad para abstenerse de denostar directa o indirectamente al
juzgador y deberá concretarse a hacer valer los recursos de ley en contra de la
determinación correspondiente.
Artículo 32.- El abogado no utilizará la dádiva sistemática ni esporádica para el
aceleramiento de sus trámites. Respetuosamente exigirá el cumplimiento de la
garantía constitucional de expedites en la administración de justicia.
Artículo 33.- El abogado deberá propender porque los elementos humanos más
capacitados y honestos sean los que reciban el honor de ostentar un cargo de
autoridad.
Por lo tanto, el abogado que tenga en sus manos la posibilidad de intervenir en
la designación de empleados y funcionarios públicos, preferirá al más idóneo
para el nombramiento con base en las cualidades que atribuyen a las personas
desde el punto de vista del servicio a la colectividad y no desde el ángulo de
formar un equipo de individuos favorecidos que habrán de retribuirle
posteriormente su intervención designadora.
CAPITULO VI
DE LOS DEBERES FRENTE A LOS PASANTES DE DERECHO
Artículo 34.- El abogado practicará una tarea educativa con el pasante. Su
deber de enseñanza se orientará hacia la aplicación de los conocimientos
teóricos al mundo de la realidad, con una clara orientación ética.
El abogado hará paréntesis en su ejercicio profesional, dentro de la medida de
lo posible, a efecto de esclarecer las dudas que el trabajo cotidiano presente al
estudiante y para destacarle los aspectos prácticos de mayor interés.
Artículo 35.- El abogado propondrá al pasante métodos de trabajo tendientes a
la obtención del mayor conocimiento de la práctica profesional durante el
período de la pasantía.
Artículo 36.- El abogado se abstendrá de requerir del pasante cooperaciones
que no estén adecuadas por entero a la ley y a la ética profesional.
De igual forma el abogado se abstendrá de señalar al pasante tareas que
excedan los límites de capacidad pragmática del estudiante.
Artículo 37.- El abogado tratará de que el pasante se desarrolle gradualmente
en su preparación práctica mediante la encomienda de trabajos de paulatina
mayor dificultad.
Procurará que el pasante no corra riesgo alguno de responsabilidad al
intervenir en los asuntos profesionales. Por tanto, siempre ejercerá la
supervisión adecuada.
CAPITULO VII
DEL SECRETO PROFESIONAL
Artículo 38.- El secreto profesional se constituye en un deber y en un derecho.
En relación con los juzgadores y demás autoridades constituye un derecho que
debe invocarse mediante la exigencia o petición de no formular declaraciones
de cualquier naturaleza que afecten el secreto profesional. En relación con el
cliente, se trata de un deber de tal naturaleza, que subsiste después de que se
ha dejado de prestar el servicio.
El abogado debe respetar el secreto de cualquier información confidencial
transmitida a él por su cliente, ya sea que se refiera al propio cliente, o bien a
terceros en el marco de los asuntos de su cliente.
Artículo 39.- El secreto profesional ampara los archivos y papeles aún después
que el abogado haya dejado de prestarle sus servicios al patrocinado o al
defendido. El abogado deberá negarse a testificar en contra de éste y
abstenerse de contestar cualquier pregunta que envuelva la revelación del
secreto o la violación de las confidencias que hubieren hecho.
Tampoco podrá el abogado comunicar a terceras personas lo que llegare a su
conocimiento por causa de su profesión. Queda comprendido en el secreto
profesional, todo cuanto un abogado trate con el representante de la parte
contraria, o con ésta.
Artículo 40.- El deber de guardar el secreto profesional comprenderá también
todo lo que se haya revelado o descubierto con motivo de requerirse la opinión
del abogado, su consejo y patrocinio y, en general, todo lo que llegare a saber
por razón de su profesión.
El abogado no debe intervenir en asuntos que puedan conducirlo a revelar el
secreto, ni a utilizar en provecho propio o de su patrocinado, representado o
defendido las confidencias que haya recibido en el ejercicio de su profesión,
salvo que obtenga el consentimiento previo, expreso y escrito del confidente.
La obligación de guardar el secreto profesional comprende también los asuntos
que el abogado conozca por trabajar en común o asociado con otros abogados
o por intermedio de empleados o dependientes suyos o de los otros
profesionales.
Artículo 41.- El Abogado estará dispensado de esta obligación de guardar el
secreto, en los siguientes casos:
I.- Cuando se vea obligado a demandar al cliente para obtener el pago de
honorarios.
II.- Cuando es víctima de ataques injustificados por parte del cliente.
III.- Cuando el cliente informe al Abogado de la intención de cometer un delito.
En este caso el Abogado deberá efectuar las revelaciones necesarias a las
autoridades competentes para prevenir el acto y que éstas procedan a proteger
a las presuntas víctimas.
CAPITULO VIII
DE LOS HONORARIOS PROFESIONALES
Artículo 42.- Al estimar sus honorarios el abogado deberá considerar que el
objeto esencial de la profesión es servir a la justicia y colaborar en su
administración sin hacer comercio de ella.
La ventaja o compensación aún cuando sea indudablemente lícita, es
puramente accesoria, ya que jamás podría constituir honorablemente un factor
determinante para los actos profesionales.
El abogado cuidará que su retribución no participe ni del exceso ni de la
insuficiencia, pues ambos extremos son contrarios a la dignidad profesional.
Artículo 43.- Para la determinación del monto de los honorarios, el abogado
deberá basar sus consideraciones, entre otras, en las siguientes
circunstancias:
I.- La importancia de los servicios;
II.- La cuantía del asunto;
III.- El éxito obtenido y la importancia del caso;
IV.- La novedad o dificultad de los problemas jurídicos discutidos;
V.- Su especialidad, experiencia y reputación profesional;
VI.- La situación económica de su patrocinado, tomando en consideración que
la pobreza obliga a cobrar honorarios menores o ningunos;
VII.- La posibilidad del abogado de que pueda ser impedido de patrocinar otros
asuntos, o que pueda verse obligado a estar en desacuerdo con otro
representados, defendidos o terceros;
VIII.- Si los servicios profesionales son eventuales o fijos y permanentes;
IX.- La responsabilidad que se deriva para el abogado en relación con el
asunto;
X.- El tiempo requerido en el patrocinio;
XI.- El grado de participación del abogado en el estudio, planteamiento y
desarrollo del asunto;
XII.- Si el abogado ha procedido como consejero del patrocinado o como
apoderado;
XIII.- El lugar de la prestación de los servicios, o sea, si ha recurrido o no fuera
del domicilio del abogado.
Artículo 44.- El abogado siempre debe solicitar a su patrocinado una provisión
de fondos para los gastos necesarios, pero esa entrega no debe ser
considerada como imputable a los honorarios, ni el abogado puede conceptuar
que ella le pertenece como propia.
Si los fondos entregados para expensas no se consumieren íntegramente, el
abogado debe restituir el saldo de su representado al rendirle cuenta
especificada de la inversión que hiciera de dichas expensas.
El abogado deberá dar recibo a su patrocinado por las entregas de dinero que
le hiciere como anticipo o cancelación de honorarios, o bien como expensas
según los casos.
Artículo 45.- El abogado deberá celebrar con su patrocinado un contrato por
escrito, en el cual especificará las condiciones de los servicios y todo lo relativo
al pago de los honorarios y gastos, que será firmado por ambas partes,
conservando cada una un ejemplar del mismo.
Artículo 46.- El abogado deberá evitar toda controversia con su representado
frente a honorarios, hasta donde le sea compatible con su dignidad profesional
y con su derecho a recibir una compensación razonable por sus servicios.
En caso de que el abogado se vea obligado a demandar a su patrocinado es
aconsejable que se haga representar por un colega.
Artículo 47.- Toda controversia generada con motivo de la aplicación del
presente código deontológico, será resuelta por la Comisión de Honor y Justicia
del Colegio.
TRANSITORIO.- El presente Código de Ética del Colegio de Abogados
“Eustaquio Buelna, A. C.”, fue aprobado en asamblea ordinaria celebrada por
sus asociados el día 15 de Octubre de 2005 y entra en vigor en ésta misma
fecha.
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