Deberes de la clase obrera en una Revolución

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Deberes de la clase obrera en una Revolución
Ernesto Che Guevara
El 14 de junio de 1960, en los tumultuosos comienzos de la Revolución Cubana, Ernesto
Guevara hizo un memorable discurso ante una asamblea de trabajadores. Temas de hondo
contenido teórico y duro debate político cobran vigencia palpitante cuando una sociedad
toma la decisión de transformarse de cuajo. El Che los trata con rigor de científico, firmeza de
revolucionario y claridad de militante. Y deja un documento que los trabajadores de toda
América Latina deberían conocer y discutir. Aquí se publican sólo fragmentos, tomados de
"Ernesto Che Guevara, escritos y discursos". Obras Completas, Tomo 4. Ed. Ciencias
Sociales, La Habana, 1985.
Una revolución como la nuestra, una Revolución popular, hecha por voluntad del pueblo y
para el pueblo, no puede avanzar si no es que cada conquista y cada paso es dado por toda
la masa del público, por toda la masa del pueblo. Y para dar esos pasos, y dados
entusiastamente, es necesario conocer el proceso revolucionario, es necesario saber de la
necesidad de dar esos pasos y darlos alegremente. Y es necesario también que en cada
momento de sacrificio, se sepa por qué se va al sacrificio, porque el camino de la
industrialización, que es el camino del bienestar colectivo, en definitiva, en esta era de
imperios económicos, no es un camino fácil. Todo lo contrario, es un camino sumamente
difícil.
Y todavía quisiera decirles más. A medida que todas las contradicciones y los
movimientos populares en todas las zonas subdesarrolladas del mundo, van desplazando al
exponente más agresivo del imperialismo económico, que son los Estados Unidos de
América, esa agresividad se vuelca con más fuerza todavía sobre su territorio más cercano y
más rígidamente dominado, que es, precisamente, la América: y de toda la América, ese
mare nostrum para ellos, que es el Caribe.
(...) Hay un evidente despertar de los pueblos subdesarrollados, y en alguna medida el
ejemplo cubano, sobre todo en tierras de América, ha contribuido a ello. Evidentemente que
en tierras de América mucho más que en un país como el Japón, con 90 millones de
habitantes o poco menos, con una industria poderosísima; pero, de todas maneras, se ha
demostrado que no es tan fuerte la pujanza de poderes coloniales, cuando enfrente hay un
pueblo decidido a destruirlo.
(...) Es decir, que nuestro camino es difícil, y nuestra fuerza es la unión de los
trabajadores, de los campesinos, de todas nuestras clases necesitadas, que tienen
necesidad de marchar hacia el futuro.
(...) En muchas industrias, sobre todo en las industrias nuevas que se hacen, además,
emparentadas con el capital monopolista, el obrero resultó, a veces, un individuo privilegiado.
Cuando un obrero azucarero tenía que sudar durante todas las horas de sol, tres meses al
año y después pasar hambre nueve meses, había algunos tipos de obreros que podían
trabajar todo el año y cobrar cinco o seis o más veces más que los obreros azucareros. Esto
marca una gran diferencia y establece entonces un principio de división, que es lo que
constantemente los poderes coloniales tratan de crear y mantener: el principio de división de
la clase obrera, para que traten los privilegiados de mantener sus privilegios, y los que están
debajo de subir por medios no de aglutinación, sino por medios individuales, destruyendo así
la solidaridad de la clase obrera.
Por eso después del triunfo, hemos tenido incluso a veces guerras arduas contra
representantes del mujalismo, representantes de toda la vieja caterva que estaba entroncada
en la CTC, y eso ha frenado también el desarrollo del movimiento obrero. Hoy no podemos
decir que estos viejos representantes de otra época hayan sido totalmente aniquilados, pero
están en proceso de destrucción. Quienes hayan cometido errores, están en proceso de
rectificar esos errores; y los que a sabiendas cometieron atentados contra el pueblo, están
siendo eliminados poco a poco.
Sin embargo, todavía queda en la clase obrera mucho de aquel espíritu que hacía ver
nada más que una diferencia, de un lado del obrero y del otro el patrón, y un espíritu
simplista que llevaba todos los análisis precisamente a esta gran división: obrero y patronos.
Y hoy, cuando se produce el proceso de la industrialización, dándole una gran importancia
al Estado, muchas veces los obreros ven en el Estado a un patrón más, y lo tratan como un
patrón. Y como éste es un Estado que precisamente es todo lo contrario a un Estado-patrón,
tienen que establecerse diálogos muy largos, muy fatigosos, con los obreros, evidentemente,
al fin se convencen, pero que durante esa época, durante ese tiempo, han frenado el
desarrollo.
Ernesto Guevara con Fidel CastroPodría dar varios ejemplos actuales; pero no vale la
pena entrar en el caso individual y señalar a nadie, porque yo estoy convencido que la
mayoría de esos ejemplos son producto, precisamente, de una mentalidad que debe ser
extirpada, y no de la mala fe o del deseo intencionado de frenar la Revolución. Lo que debe
estar claro en todos es lo que decía Fidel el otro día: no es mejor dirigente obrero el que está
buscando el pan de hoy para sus compañeros; mejor dirigente obrero es el que busca el pan
de todos los días para todos, el que comprende perfectamente el proceso revolucionario y,
analizándolo y comprendiéndolo a fondo, va a apoyar al gobierno y a convencer a sus
compañeros o explicarles el por qué de las medidas revolucionarias. Y esto no quiere decir
que el dirigente obrero deba transformarse en una cotorra, que repita simplemente lo que le
diga el Gobierno a través del Ministerio del Trabajo, o a través de cualquier otro
Departamento.
Evidentemente que también habrá errores de parte del Gobierno, y el dirigente obrero
tendrá que señalar esos errores, y tendrá que señalarlos con energía si los errores son
repetidos y si no se corrigen. Es nada más que un problema de procedimiento es que hoy
hay en el Gobierno toda una serie de representantes del pueblo, que están allí con la
voluntad de servir al pueblo, y que están dispuestos a rectificar todos los errores que todos
cometemos, porque nadie se salva. Un grupo de hombres jóvenes que, sin experiencia
anterior, tienen que colocarse frente a un acelerado proceso de desarrollo, contra la potencia
militar y económica más fuerte de todo el Continente, de todo el llamado "Mundo Occidental",
naturalmente que tiene que cometer errores. Y allí está la tarea del dirigente obrero; ir,
mostrar el error, y convencer, si es necesario, al dirigente para rectificar el error, y seguir ese
camino por vía ascendente, hasta llegar a los más altos niveles del Gobierno Revolucionario,
hasta que se enmiende el error. Y también mostrar a sus compañeros cuál es el error y cómo
hay que combatirlo, cómo hay que ir a enmendar eso, pero siempre por la vía de la
discusión.
Es inadmisible, y sería el principio de nuestro fracaso, que tuvieran los obreros que
declararse en huelga, por ejemplo, porque los patrones-Estado -y estoy hablando del
proceso de industrialización, es decir, de la participación mayoritaria del Estado en todo ese
proceso-, vayan a ponerse en una posición tan intransigente y tan absolutamente absurda
que los obreros tengan que llegar a la huelga. Eso sería el principio del fin del gobierno
popular, porque sería la negación de todo lo que hemos estado sosteniendo. Pero sí, a
veces, el Gobierno tendrá que pedirle a determinados círculos obreros el sacrificio; se les ha
pedido, y dos veces los obreros del azúcar han dado un paso adelante, han demostrado ser yo lo digo con sinceridad- el grupo obrero más combativo y con más conciencia de clase, con
más conciencia de sus deberes revolucionarios. Pero, en algún momento tendremos que
ponernos frente a esos deberes y transitoriamente tener que dejar algo de nuestros
privilegios o de nuestros derechos en un momento dado, en beneficio de la colectividad. Allí
está la tarea del dirigente obrero: analizar ese momento, analizar y hacer que el sacrificio de
los obreros, si es necesario, sea el menor en ese momento, pero, al mismo tiempo,
convencer a los compañeros obreros de que es necesario ese sacrificio y explicarles por qué;
y que todo el mundo esté convencido, porque los sacrificios en un Gobierno Revolucionario
no pueden exigirse desde arriba, tienen que ser la obra de la voluntad de todos y del
convencimiento de todos.
La industrialización es una obra de sacrificios, no es ir a un baile meterse en un proceso
de industrialización acelerado, y lo veremos en el futuro. Ya las compañías monopolistas han
dado un zarpazo, o han mostrado las garras, porque todavía no lo han dado, en el caso del
petróleo. El punto del petróleo es algo que hubiera marcado la caída, probablemente, del
Gobierno Revolucionario, o su claudicación total, hace muy pocos años. Afortunadamente,
hoy hay potencias que tienen petróleo y que tienen independencia absoluta como para
vender ese petróleo, y tienen además la fuerza para hacer llegar ese petróleo al país donde
lo venden, cualquiera que sea la fuerza enemiga.
Es decir, que la actual división de poderes en el mundo es lo que ha permitido que Cuba
diera el paso que marca la barrera entre el país colonial y el no colonial, el dominio de sus
recursos naturales y el dominio de sus industrias básicas.
De nada nos valía a nosotros tener el subsuelo, si todavía no sabemos si hay petróleo, y
el petróleo hay que buscarlo, y eso es muy caro. Nosotros teníamos aquí que mover todas
nuestras industrias.
El Che Guevara, foto de "Korda"(...) Ahora lo primero que tenemos es que fijarnos algún
tipo de meta, algún tipo de límite a nuestras ambiciones, si ustedes quieren. ¿Cuáles son
nuestras metas primordiales, nuestras metas más grandes, las grandes líneas por donde
debemos marchar?. Desde el punto de vista político, lo primero que queremos es ser dueños
de nuestro destino, ser un país independiente, libre de injerencias extranjeras, que busque su
sistema de desarrollo sin interferencias y que pueda comerciar libremente con todo el mundo.
Y después, o tal vez antes, mucho antes, es mejorar el nivel de vida del pueblo, mejorarlo
hasta el grado mayor posible, con todas las ambiciones, pero calculando bien cuáles son
nuestros problemas, y ahí es donde nosotros tenemos que "hilar muy fino".
No nos preocupemos por el problema político, tenemos tanta decisión y tanto apoyo del
pueblo, que no nos van a obligar nunca a ponernos de rodillas por un problema político. Pero
tenemos que hacer que nuestro desarrollo no cueste al pueblo nada más que lo necesario.
(...) Ahora, el deber de este Gobierno Revolucionario es, antes que ninguna otra cosa, en
términos económicos, atender a los desocupados en primer lugar, atender a los
subempleados en segundo lugar. Por eso es por lo que hemos luchado mucho nosotros
contra los aumentos de sueldo, porque también aumentos de sueldo significan, por otro lado,
un hombre menos que se ocupa. El capital del país es un todo, no lo podemos crear con una
maquinita, eso es mentira, cuanta más moneda creemos, menos valor tiene esa moneda. De
modo que el capital es un todo, y con ese capital tenemos que desarrollar nuestro país,
tenemos que pensar bien para hacer que cada industria que se ponga, cada campo que se
ponga a trabajar, sea el que dé en ese momento el mayor número de empleo, porque es
nuestro deber, lo repito, primero que cualquier cosa, hacer que todo el mundo coma en
Cuba; después, que todo el mundo coma todos los días; después, que, además de eso, todo
el mundo se vista y viva decentemente en Cuba; después, que todo el mundo tenga derecho
a asistencia médica gratuita y educación gratuita.
Pero, el primer punto son los desocupados; ahí es donde todos tenemos que pensar y
recordar que ahorrar divisas no es un deporte, sino que es una necesidad imperiosa y que
cada centavo de dólar que se ahorra es un centavo que se va a poner al servicio de una
empresa que va a dar trabajo. Ahora bien, yo me estoy anticipando un poco, porque otra de
las primeras preguntas que habría que hacerse, que naturalmente ya nos la hemos hecho,
pues hay que seguir un esquema, es cómo hacer nuestro desarrollo, por qué medios.
Fundamentalmente hay dos medios que tienen sus matices, pero hay dos medios. Uno de
ellos se llama el medio de la libre empresa, se traducía antes por una frase francesa, que
llevada al castellano quiere decir "Dejar hacer", todas las fuerzas económicas dejadas
libremente, supuestamente igualitariamente, contenderían entre sí y provocarían el desarrollo
del país. Dar facilidades a la "libre empresa" en una palabra. Eso fue lo que había en Cuba,
¿y a qué nos condujo? Yo varias veces he insistido en los ejemplos, porque son
monstruosos, y demuestran hasta qué punto puede encadenarse a un pueblo, por medios
económicos, sin que el pueblo se dé cuenta absolutamente de nada.
(...) Otro de los resultados de la libre empresa, es que con ese sistema de desocupación y
con ese sistema de dejar hacer que las fuerzas económicas luchen entre sí, el obrero tiene
que ir a venderse como cosa que trabaja, en competencia con el obrero de al lado que
también tiene hambre, y que también se vende. Y el capitalista está aquí simplemente
comprando la mercancía más baja; hay uno que tiene más hambre, o es más débil que los
demás, o traiciona los intereses de su clase, y claudica. Ese es el que viene a trabajar, ese
es el privilegiado, y el que ya está marcando el rasero para que todos los demás tengan que
venir detrás de él a aceptar esas condiciones. Ese es el otro resultado.
A veces se produce el caso contrario. La libre empresa demuestra, frente al Estado, o
demuestra frente a las empresas capitalistas del país, una empresa monopolista extranjera,
su efectividad y su precio; pagan salarios más altos que los demás, convierten al obrero en
un privilegiado; ese obrero es el hombre que puede entrar a una compañía extranjera, que
puede recibir un salario por encima, que solamente tienen que tener lealtad a esa "buena"
compañía que saca, como las compañías petroleras, por ejemplo, treinta y tantos millones de
pesos por año, de ganancia.
Ese es el instrumento de división de la clase obrera. Además, enseguida empiezan a
remarcar que son gente especial los que trabajan en esas compañías, que son gente que
tienen su club, club exclusivo, que además, allí en esos lugares no trabajan negros, porque
esto es un privilegio de los blancos, y una serie de instrumentos de división. Ese es otro de
los resultados, que se está viendo por supuesto, porque todos estos son ejemplos palpables
que todos conocemos, de ese sistema que imperó en Cuba y que se nos quiere vender
ahora, como el único sistema posible y democrático para hacer desarrollar un país.
Pero está el otro sistema; está el sistema en que nosotros nos planteamos y nos decimos:
"Nosotros somos revolucionarios, Gobierno Revolucionario representante del pueblo". ¿Y
para quién tenemos entonces que hacer esas industrias y a quién tenemos que beneficiar,
sino al pueblo? Y si al pueblo hay que beneficiar, y nosotros somos representantes del
pueblo, nosotros Gobierno, pues señor, que la dirección de la industrialización y el peso de la
misma la tenga el Gobierno, que entonces no se producirán anarquías. Allí donde haga falta
una fábrica de tornillos, habrá una fábrica de tornillos; donde falta una fábrica de machetes
habrá una fábrica de machetes, no tres. Ahorraremos, en primer lugar, el capital de la nación.
Además de eso, donde haga falta una gran industria básica, aunque no gane dinero,
aunque no sea el mejor negocio, se hará esa gran industria básica porque esa es la que va a
dar después la base de todo un camino de industrialización.
El Che GuevaraAdemás de todo eso, no tendremos nunca que ir a romper una huelga, o
a romper una demostración obrera, con alguna finta, con alguna maniobra baja, con algún
proceso divisionista. No debemos nunca premiar ni al obrero, ni a los profesionales, con un
salario más alto que el normal en la industria, que el justo, para conseguir una ventaja social
o destruir a alguien, porque ese es un procedimiento que no es revolucionario. Pero
trataremos siempre de que el salario de los trabajadores sea siempre el mayor que pueda
permitir la industria, considerando siempre que nuestro deber primordial es asegurar trabajo
a todo el mundo, y después de trabajo a los que están absolutamente desocupados, trabajo
a los subempleados.
Además de esto, se marca una gran diferencia entre dos tipos de desarrollo, el desarrollo
de la libre empresa, y el desarrollo revolucionario. En uno, la riqueza se concentra en manos
de los afortunados, de los amigos del gobierno, de los más hábiles en la triquiñuela; en el
otro, la riqueza es patrimonio del pueblo. Puede desarrollarse mucho más y puede, al mismo
tiempo, ensamblarse dentro de todo el gran panorama industrial, y colocar cada una de las
empresas al servicio del total desarrollo de la nación. No habrá, además, entrega de nuestras
riquezas a los monopolios extranjeros. Además de eso, iremos rescatando poco a poco la
riqueza conculcada de los monopolios extranjeros.
Esas son las dos diferencias fundamentales que se van marcando entre los caminos a
seguir: el camino de la libre empresa por un lado, y el camino revolucionario por el otro.
Nosotros, con el pueblo de Cuba, hemos elegido el camino revolucionario. Nuestras
empresas son aquellas que dijera una vez Fidel: "Pueblo Company, S.A."
(...) Claro, que hay muchos deberes, pero en términos económicos, hay tres grandes
obligaciones que cumplir; tres obligaciones que incluso, a veces, chocan con el común
denominador que ha hecho la clase obrera de sus aspiraciones y de sus luchas contra la
clase patronal. Porque, una de las grandes obligaciones de la clase obrera es producir ahora
bien, cuando se dice "producir", los obreros pueden decir: "Es lo mismo que nos decían los
patrones, y cuánto más producíamos más dinero le dábamos a ellos y más innecesario se
hacía algún compañero y provocábamos entonces desplazamiento y mayor concentración de
riquezas". Y eso es cierto; por eso es por lo que hay una aparente contradicción, pero es que
la producción de riquezas para hacer que el Estado pueda invertir más en la creación de
nuevas fuentes de trabajo, y tiene que ser una producción de tal tipo que no desplace a
nadie. Hay que inventar constantemente, desarrollar la inventiva popular, para que se creen
nuevas fuentes de trabajo, que demanden la mayor inversión posible.
(...) Producir y ahorrar son las bases del desarrollo económico. Ahora, producir y ahorrar,
(...) para beneficio de los obreros. No se puede llamar a nadie a que haga sacrificios, a que
ponga más atención, a que ponga más capacidad de trabajo en cada minuto, para que eso
se transforme en mayor riqueza para otro; sería una injusticia demandar eso.
Estamos pidiendo esto para la producción en todos los casos en que el Estado asuma
directamente la dirección de una fábrica. Cada vez las fábricas mayores -las que construyen,
naturalmente- serán del Estado; cada vez la participación del Estado será mayor y entonces
cada vez el deber de la clase obrera será mayor también. Pero, además, en todas las
industrias que hay aquí mismo en manos de particulares, hay que evitar el derroche, cuidar la
maquinaria; porque no hemos sido cuidadosos con la maquinaria. Estamos incluso, en
muchas cosas, empezando a aprender, pero hemos aprendido un poquito
irresponsablemente, en todos los órdenes.
(...) Además, como tercera gran obligación de los obreros, además de producir y ahorrar,
es la de organizarse; organizarse, no en el sentido anteriormente de organizarse como clase
contra clase, organizarse para poder rendir más a la Revolución, que es rendir más al
pueblo, que es rendir más a la clase obrera. Porque cada vez la diferencia entre campesinos
y obreros, por ejemplo, va a disminuir hasta convertirse en cero.
(...) Es decir, que hay que hacer justamente al revés de lo que se nos tenía
acostumbrado. Se nos tenía acostumbrado a un círculo... podríamos poner el Sindicato, en
caso que hubiera Sindicato, después venía el barrio, la familia, y después el individuo, uno,
que era lo más importante... a veces podía uno considerar un hijo lo más importante... en
general, se consideraba uno mismo lo más importante. Hay que tratar de hacer al revés, hay
que tratar de considerarse lo menos importante, la pieza más insignificante dentro del
engranaje, pero además con el deber de que funcione bien esa pieza: el individuo. Lo más
importante es la nación, es el pueblo entero de Cuba, y siempre hay que estar dispuesto a
sacrificar algún beneficio individual en bien del beneficio colectivo.
Y así sucesivamente, cada agrupación humana es más importante que el individuo, y todo
el grupo de un sector obrero es más importante que el Sindicato de un centro de trabajo, y
todos los obreros son más importantes que uno. Eso es algo que hay que comprender; hay
que organizarse nuevamente para cambiar la mentalidad anterior.
Cambiar la mentalidad del jefe del sindicato, que no tiene como función ser el que grita
más contra el patrón, ser el que impone algunas veces medidas absurdas dentro del orden
de la producción, pero que tienden falsamente a hacer que un obrero esté allí ganando algo,
aunque no haga nada. El obrero que hoy cobre un sueldo sin hacer nada, está en realidad
conspirando contra la nación y contra sí mismo...
Ahora, estos son los tres elementos fundamentales, en mi concepto, los tres deberes de
la clase obrera. (...)
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