SENTENCIA NÚMERO: CIENTO SESENTA Y TRES En la Ciudad de Córdoba, a los veintidós días del mes de junio doce, siendo las diez de dos mil horas, se constituyó en audiencia pública la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia, presidida por la señora Vocal doctora Aída Tarditti, con asistencia de las señoras Vocales doctoras María Esther Cafure de Battistelli y María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, a los fines de dictar sentencia en los autos "ROMANUTTI, Héctor Raúl p.s.a. defraudación por suscripción engañosa de documentos, etc. -Recurso de Casación-" (Expte. “R”, 93/2011), con motivo del recurso de casación interpuesto por el acusado Héctor Raúl Romanutti, con el patrocinio letrado del Dr. Gustavo Vivas Ussher, en contra del auto número ochenta y siete, del veintiséis de septiembre de dos mil once, dictado por la Cámara en lo Criminal de Séptima Nominación de esta ciudad. Abierto el acto por la Sra. Presidente se informa que las cuestiones a resolver son las siguientes: I. ¿Se ha aplicado erróneamente los artículos 76 bis 1º y 4º párrafo, 27, 1º y 2º del Código Penal, en cuanto dispuso que en el caso de una eventual condena, no resultará procedente la condena condicional? 1 II. ¿Se ha aplicado erróneamente el artículo 76 bis, 4º párrafo del Código Penal, cuando consideró que la opinión desfavorable constituye un obstáculo insalvable para la procedencia de la probation? III. ¿Qué resolución corresponde adoptar? Las señoras Vocales emitirán sus votos en el siguiente orden: Dras. Aída Tarditti, María Esther Cafure de Battistelli y María de las Mercedes Blanc G. de Arabel. A LA PRIMERA CUESTIÓN La señora Vocal doctora Aída Tarditti, dijo: I. Por auto n° 87, del 26 de septiembre de 2012, la Cámara en lo Criminal de Séptima Nominación de esta ciudad, resolvió -en lo que aquí interesa-: rechazar el pedido de suspensión del juicio a prueba formulado por el acusado Héctor Raúl Romanutti, con el patrocinio letrado del Dr. Gustavo Vivas Ussher (art. 76 bis, primer párrafo, a contrario sensu, en función del artículo 26 también a contrario sensu del CP), en relación a los autos caratulados “Cattaneo, Juan José y Romanutti, Héctor Raúl p.ss.aa. de estafa (SAC 159503), “Romanutti, Héctor Raúl p.s.a. quebrantamiento de inhabilitación” (SAC 189907), “Romanutti, Héctor Raúl p.s.a. estafa continuada” (SAC 177620), “Romanutti, Héctor Raúl p.s.a. Quebrantamiento de Inhabilitación” (SAC 190721), “Romanutti, Héctor Raúl p.s.a. Quebrantamiento de Inhabilitación” (SAC 2 180668), teniendo presente la reserva de casación y del caso federal formulada, con costas” (fs. 285 a 288). II. Contra la decisión aludida interpone recurso de casación el acusado Héctor Raúl Romanutti, con el patrocinio letrado del Dr. Gustavo Vivas Ussher (fs.290 a 313). Luego de reseñar los antecedentes de la causa, e instar el sobreseimiento en la causa por quebrantamiento de inhabilitación, al considerar que los mismos no encuadran en figura penal alguna, ya sea en relación a su tipicidad objetiva, subjetiva o normativa. Previo argumentar en orden a la impugnabilidad objetiva y subjetiva del presente recurso, el recurrente sostiene que el decisorio en crisis merece ser impugnado en virtud de la inobservancia y errónea aplicación de la ley sustantiva, en que incurre en relación al universo normativo compuesto por los artículos 76 bis, 26 y 27 del CP, al interpretar el mismo de manera arbitraria e ilegal, exigiendo presupuestos de procedencia a la suspensión del juicio a prueba no contenidos en la ley. Señala que el artículo 76 bis, cuarto párrafo del CP, al pretender que para su aplicación es necesario que transcurra el plazo de diez años previsto por el artículo 27, segundo párrafo, confunde el instituto de la probation con el de la condenación condicional, reduciendo el primero a un mero adelanto procesal del 3 segundo, inobservando la norma del artículo 27, primer párrafo, que es justamente la que debiera aplicarse al caso. Señala también que los supuestos hechos delictivos cometidos por el acusado son todos anteriores a la sentencia condenatoria de la Cámara Décima del Crimen, salvo los hechos por supuesto quebrantamiento de inhabilitación, los cuales sin embargo, y aún así, no configuran delito por no encuadrar en figura penal y ser en consecuencia atípicos. En el apartado "La errónea interpretación y aplicación del artículo 27 del Código Penal, se afirma que la interpretación y aplicación realizada de los artículo 76 bis, cuarto párrafo y 27, segundo párrafo del CP, resulta evidentemente errónea, inobservando además lo dispuesto por el artículo 26 y 27, primer párrafo, ya que basta con que hayan transcurrido cuatro años, según la literalidad del artículo 27, primer párrafo, del CP, para que proceda la probation. El artículo 26 del Código Penal, requiere que se trate de primera condena. Ahora bien, el impugnante se pregunta qué debe entenderse por “primera condena” a los fines de la suspensión del juicio a prueba, a lo que responde que la expresión primera condena del artículo 26 del Código Penal, es la que se pronuncie transcurridos los plazos previstos en el artículo 27, respecto de otra anterior. 4 Asevera que el artículo 27 del Código Penal es literal y claro en el siguiente sentido, frente al antecedente de no cometer nuevo delito durante cuatro años, se impone el consecuente de “tener por no pronunciada” la sentencia condenatoria suspendida en su ejecución. De tal manera que, la próxima condena será considerada como primera condena, que es lo que exige el artículo 76 bis, cuarto párrafo en función del artículo 26 y 27 del Código Penal. En cambio -añade- la segunda norma establece que, para gozar del derecho a ejecución condicional por segunda vez (que no es lo aquí pretendido) deben transcurrir diez años en caso de delito doloso (u ocho años en caso de delito culposo). El término insumido por el recurso no suspende el cómputo de los plazos de cuatro, diez u ocho años, respectivamente. Advierte que el Tribunal a quo, al compartir el criterio del órgano acusador funde y confunde la suspensión del juicio a prueba y la condenación condicional, cuando en verdad se trata de dos institutos del Derecho Penal, que, si bien comparten en su inspiración legislativa la misma idea político criminal, son completamente diferentes, con diversos caracteres y presupuestos de procedencia, y operativos en diferentes momentos de línea de tiempo en el proceso penal. Postula que la procedencia del derecho a probation sólo requiere por ley que haya transcurrido el plazo de cuatro años desde la fecha de la condena, la 5 cual –una vez vencido- implicará la condenación “como no pronunciada”, y la eventual condena que pudiere imponerse luego será considerada la “primera condena”, en los términos del artículo 26 del Código Penal, adquiriendo Héctor Raúl Romanutti la condición de “primario penable no condicionalmente” con derecho a probation. Cita doctrina en abono de su posición. Sostiene que, en el caso, Romanutti fue condenado el 15 de agosto de 2006 a tres años de prisión de ejecución condicional y cinco años de inhabilitación para el ejercicio de la profesión de abogado; condena que fue recurrida por vía de casación y posterior recurso extraordinario federal, hasta llegar a la Corte Suprema de Justicia por medio del recurso de queja, el que fue denegado el 11 de septiembre de 2007. Alega que, a los fines de los artículos 26 y 27 del Código Penal debe tenerse en cuenta el “pronunciamiento originario” del 15 de agosto de 2006 para el cómputo del plazo de cuatro años, que deben transcurrir para tener dicha condenación como no pronunciada; esto es, el 16 de agosto de 2010 operó de pleno derecho la condición resolutoria para considerar como no pronunciada la condena dejada en suspenso. Es posible afirmar que, desde la fecha de la sentencia originaria, Héctor Raúl Romanutti no ha cometido nuevo delito; toda vez que aquellas conductas que se le achacan como supuestos delitos cometidos 6 después de esa fecha, por un lado, son hechos atípicos y, por el otro, no se encuentran firmes pronunciamientos de condena a su respecto. De tal manera -razona- desde el 15 de agosto de 2006 hasta el presente han transcurrido ya los cuatro años que permiten tener por no pronunciada la sentencia condenatoria en ejecución condicional, plazo que se ha cumplido específicamente el 16 de agosto de 2010, por lo que la condena que eventualmente pudiera imponerse en esta causa habrá de ser la primera en los términos del artículo 26 del Código Penal. En conclusión, la condición de “primario penable no condicionalmente”, si bien excluye en el análisis el derecho a una segunda condenación condicional – por no haberse vencido el término de diez años requerido por ello por el artículo 27, segundo párrafo, del CP-, no configura óbice para la plena vigencia del derecho de suspensión del juicio a prueba contemplado en el artículo 76 bis, cuarto párrafo, del CP. De otro costado, el recurrente considera que los hechos delictivos a los que hace referencia la Cámara, junto con el Ministerio Público, correspondientes a las causa que tramitan por ante el Tribunal son todos hechos que supuestamente habrían acaecido con anterioridad a la sentencia condenatoria impuesta por la Cámara Décima del Crimen, con fecha 15 de agosto de 2006, con excepción de 7 las causas por supuesto quebrantamiento por inhabilitación que merecen comentario por separado. Añade que las causas por supuesto quebrantamiento de inhabilitación responden a hechos que supuestamente habrían acaecido con posterioridad a la sentencia condenatoria de la cámara Décima del Crimen y lo serían en función de la pena accesoria impuesta. Sin embargo, de las mismas piezas acusatorias se desprende que los hechos son atípicos, por cuanto fueron cometidos con anterioridad a que la condena quedara firme, el 11 de septiembre de 2007. Salvo dos hechos, que fueron posteriores –que acaecieron el 19 y el 20 de septiembre de 2007- los cuales son también atípicos porque Romanutti no actuó en ejercicio de su profesión de abogado, sino de un derecho propio y en calidad de parte demandada, haciendo efectivo así su derecho constitucional de defensa en juicio. Por ende, aún siguiendo el criterio de la Cámara y de la Fiscal, al interpretar y aplicar el artículo 27 del Código Penal, no existe obstáculo alguno a la procedencia de la suspensión del juicio a prueba. Por último, la defensa sostiene que al afirmarse que no corresponde la concesión del instituto se incurre en una interpretación asimilable a la que la Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró arbitraria e inconstitucional en el caso “Acosta”. Transcribe doctrina científica y judicial para avalar su posición. 8 Agrega que esta simple predisposición del Tribunal a quo, contraría lo señalado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en el informe vinculado al pronóstico sobre la eventual condena por parte del Tribunal al evaluar la peligrosidad procesal, en el cual se propone que se debe considerar el mínimo de la escala penal o el tipo de pena más leve prevista para no vulnerar los principios de inocencia, imparcialidad y defensa. III. La atenta lectura de las razones vertidas por el recurrente permite advertir que su crítica se dirige a denunciar –básicamente- que el a quo yerra al considerar improcedente la suspensión del juicio a prueba solicitada, al sostener que no procederá la suspensión condicional de la eventual condena que pudiere recaer en los presentes actuados, atento a que el acusado habría cometido delitos posteriores a la primera condena dictada en su contra y no ha transcurrido el término de diez años que prevé el artículo 27 del Código Penal, entre esta última decisión y la comisión de aquellos. 1. Este Tribunal Superior de Justicia ya ha tenido oportunidad de pronunciarse en reiteradas ocasiones sobre los alcances del requisito relativo a la pena a tener en cuenta a los efectos de conceder el beneficio de la suspensión del juicio a prueba. Desde el precedente Balboa (S. 10, 19/3/2004) esta Sala Penal –por mayoría- adscribió a la denominada “tesis amplia”, que supedita la procedencia 9 de la probation (CP, 76 bis, cuarto párrafo) a una hipotética pena en concreto no mayor a tres años de prisión, tal como lo establece la ley penal respecto de la condena condicional (art. 26 C.P.), siendo tal doctrina sostenida de manera unánime por los miembros de este Tribunal, desde el precedente "Girbau" (S. n° 149, 20/6/2008). Para expedir la aludida conclusión se acudió a una interpretación sistemática en procura de armonizar las regulaciones de los institutos aquí implicados. En ese marco, se señaló que a partir del rango constitucional de los principios de mínima suficiencia, y el de máxima taxatividad interpretativa, las disposiciones legales relativas al requisito de la pena a considerar a los fines de hacer procedente el instituto de la suspensión del juicio a prueba, constriñen a la adopción de la tesis amplia, pues resultaría un contrasentido que un tribunal, aunque estimara prima facie procedente la condena condicional a favor de un imputado antes del inicio del debate, no pudiera, a su vez, otorgarle el beneficio de la probation (en aquellos casos en que sean compatibles ambos institutos), y debiera proseguir el juicio para llegar sin necesidad a aquel más gravoso resultado, a costa de una condena que pudo evitarse si se ha logrado la readaptación por medio de la observancia de las reglas de conducta y la reparación de la víctima. 10 Así las cosas, se sostuvo que la procedencia de la probation siempre exige una hipotética condena condicional, y -por ende- una posible futura condena a pena de prisión no mayor a tres años (art. 26 en función del 76 bis, párr. 4to., C.P.). 2. Ahora bien, si la tesis amplia exige una ponderación acerca de si la hipotética pena que en concreto habría de aplicarse al imputado en caso de condena sería o no mayor de tres años de prisión -hipotética futura condena condicional-, es evidente que para tal ponderación deben considerarse todas las circunstancias que prevé el artículo 26 C.P. para la suspensión del cumplimiento de la pena, a saber: a) el delito o concurso de delitos debe estar reprimido con pena cuyo mínimo –por ser inferior a los tres años de prisión- hace posible una futura condena condicional; b) debe tratarse de la primera condena del imputado; y c) son necesarios indicios suficientes sobre la inconveniencia de la aplicación efectiva de la pena privativa de la libertad fundado en la personalidad moral del condenado, su actitud posterior al delito, los motivos que lo impulsaron a delinquir, la naturaleza del hecho y las demás circunstancia que demuestren tal inconveniencia. 11 Es que, la remisión del artículo 76 bis, 4to. párrafo, del C.P., al artículo 26 del mismo digesto, en tanto y en cuanto se hace in totum al contenido de esta última norma, no parece tolerar una interpretación diferente –por virtud del apotegma “donde la ley no distingue, no debe el intérprete distinguir”-. Además, la intelección que aquí proponemos resulta coherente con lo ya expuesto en orden a que si se arguye que resulta irrazonable que se impida “adelantar” -a los fines de la suspensión del juicio a prueba- el análisis de los requisitos de procedencia de la condenación condicional, en un proceso en el que dicha suspensión de la ejecución de la pena habrá de producirse una vez finalizado el debate y dictada la sentencia, es evidente que en aquella oportunidad deberá valorarse la totalidad de tales condiciones, pues son éstas, en definitiva, las que tiene que examinar el juez de mérito al momento de dictar la sentencia que pone término al proceso. Por consiguiente, cabe reiterar -como ya lo hemos puntualizado- que el art. 76 bis del C.P., entre otros requisitos, se remite a los concernientes a la condena de ejecución en forma condicional, y para la concesión de este último beneficio, se exige una primera condena a una pena de prisión no mayor a tres años (art. 26 en función del art. 76 bis, 4to. párr., C.P.) o, en su caso, que ya 12 hubieren transcurrido los plazos prescriptos por el artículo 27, segundo párrafo, del Código Penal. 3. En el sub júdice, se le atribuye al imputado los delitos de quebrantamiento de inhabilitación reiterado, estafa continuada, estafa (CP, 281 bis, 172, 55), cuya escala penal –luego de la aplicación de las reglas del concurso- tiene un mínimo inferior a los tres años de prisión (fs. 287 y vta.). El acusado Héctor Raúl Romanutti registra una primera condena dictada el 15 de agosto de 2006, por los delitos de defraudación por administración fraudulenta (dos hechos en concurso real) (art. 173 inc. 7° CP), defraudación por desbaratamiento de derechos acordados (art. 173 inc. 11° CP), falsificación de instrumento público (art. 292 inc. 1°, primera hipótesis CP), falsificación de instrumento privado (art. 292 inc. 1° segunda hipótesis CP), uso de instrumento privado adulterado (dos hechos en concurso real) (art. 296 en función del art. 292 del CP), uso de instrumento público falsificado (art. 296 en función del art. 293 del CP); todo en concurso material (art. 55 CP), en la que se le impuso la pena de tres años de prisión en forma de ejecución condicional e inhabilitación especial por el término de cinco años para ejercer su profesión de abogado (fs. 287 vta.). 4. El contraste de la doctrina citada precedentemente y los extremos fácticos recién reseñados permite sostener que la pretensión del recurrente debe 13 ser rechazada. Es que, el agravio se construye a partir de la posición doctrinaria que afirma que la condenación condicional implica una condena, sometida a condición resolutoria, que suspende la pena durante el tiempo de cuatro años y que, cumplida la condición sin que se haya cometido delito no sólo hace desaparecer la pena, sino también la condena, desconociendo que este Tribunal sostiene que en los casos de condena de prisión temporal de ejecución condicional (art. 26 C.P.) lo que queda suspendido es el cumplimiento efectivo de la pena privativa de libertad, y no así la sentencia que lo condena (TSJ, Sala Penal, "Rovira"; S. n° 26 del 4/6/97; “Olmedo”, nº 25, 21/4/2003; “Pascual”, S. nº 27, 28/4/2004). De tal manera que, más allá que la abstención delictiva del condenado por el término de cuatro años pueda hacer desaparecer la pena suspendida, la condena subsiste de tal manera que resulta impeditiva de un segundo beneficio, salvo que el condenado por primera vez vuelva a delinquir después de haber transcurrido ocho años desde la fecha de aquella, plazo que se elevará a diez si el anterior y el nuevo delito fueron dolosos (arg. art. 27, segundo párrafo, del CP; DE LA RÚA, Jorge, Código Penal Argentino –Parte General- , 2ª ed., Desalma, 1997, p. 384). En este contexto, descartada la posibilidad que la eventual condena que pudiera recaer en los presentes actuados sea considerado “primera condena”, la 14 concesión del pedido de suspensión del juicio a prueba depende del pronóstico vinculado a si resulta viable la posibilidad de acordarse por segunda vez la suspensión de la ejecución de la pena; lo que adelanto tampoco resulta factible en los presentes actuados. En efecto, conforme a las distintas requisitorias de elevación a juicio los hechos calificados como quebrantamiento de inhabilitación habrían ocurrido con posterioridad a la sentencia condenatoria de la Cámara Décima del Crimen, y mucho antes que se cumpliera el lapso de diez años. No resulta eficaz para enervar la aludida conclusión la atipicidad de los hechos calificados como quebrantamiento de inhabilitación, toda vez que el ordenamiento penal procesal sólo autoriza durante la etapa del juicio el dictado del sobreseimiento si acontecimientos sobrevivientes o simplemente acreditados con posterioridad a la acusación, acreditaren palmariamente la existencia de cualquier excusa absolutoria, la inimputabilidad del acusado o la extinción de la pretensión penal. No siendo aplicables en la referida etapa las demás causales de procedencia de sobreseimiento (v.gr., atipicidad, causas de justificación, error), desde que conciernen a cuestiones fácticas o jurídicas más complejas (Cafferata Nores, José I.- Tarditti, Aída, Código Procesal Penal de la Provincia de Córdoba, T.II, ed. Mediterránea, Córdoba, pp. 161/162). 15 Por consiguiente, el Tribunal a quo no ha aplicado erróneamente el artículo 76 bis, cuarto párrafo del Código Penal, al señalar que debe rechazarse la suspensión del juicio a prueba por considerar que las circunstancias del caso no permiten dejar en suspenso el cumplimiento de la posible condena aplicable (art. 27, segundo párrafo, del C.P.). Por todo ello, voto en forma negativa. La señora Vocal doctora María Esther Cafure de Battistelli, dijo: Estimo correcta la solución que da la señora Vocal preopinante, por lo que adhiero a la misma en un todo, votando en consecuencia, de igual forma. La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo: La señora Vocal del Primer Voto da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido. A LA SEGUNDA CUESTION: La señora Vocal doctora Aída Tarditti, dijo: I.a. Bajo el título “el pretendido carácter vinculante del dictamen fiscal”, el recurrente se agravia porque el iudex adhiere a la tesis que pretende convertir la mera opinión del Ministerio Público Fiscal en esclusa de la probation, configurando así un acto decisorio que lleva ínsito la arbitrariedad, ilegalidad e inconstitucional aplicación del derecho que aquí se busca subsanar. 16 La Cámara del Crimen se arroga potestades legislativas que no le corresponden y, ejerciendo una función nomológica invasiva de la competencia legisferante, agrega como presupuesto, la necesidad de que el Ministerio Público Fiscal de su visto bueno al reconocimiento de un derecho del imputado, vulnerando así -en primer lugar- el principio de división de poderes, para atribuirle luego al órgano acusador una facultad que no le corresponde -juzgar-, vulnerando el principio de división de poderes de los sujetos procesales propio del sistema de tipo acusatorio. Cita doctrina en abono de su posición. b. En el apartado titulado la falta de consenso sobre los hechos acusados, denuncia que la resolución recurrida considera que la opinión fiscal sobre el pedido de suspensión del juicio a prueba se encuentra debidamente fundada, el cual –a su vez- se sustenta en una errónea interpretación y aplicación del artículo 27 del Código Penal –extremo sobre el que la Cámara se expide expresamente y en la falta de consenso del imputado sobre los hechos acusados, pretendiendo crear un requisito de procedencia del instituto no contenido en la ley Luego de reseñar los fundamentos vertidos por la representante del Ministerio Público, señala que el Tribunal vuelve a atribuirse una potestad legisferante, al requerir el consenso de los sujetos procesales en relación a los 17 hechos fijados en la pieza acusatoria, que es un acto propio de una sola de las partes del proceso. Entiende que los argumentos vertidos en el decisorio en crisis son claramente contra legem, pues la exigencia de reconocer el hecho contenido en la acusación no es un requisito previsto en norma alguna. Destaca que las exigencias legales establecidas por el legislador penal son la expresión de voluntad del imputado, quien de manera expresa debe solicitar que se disponga la suspensión del juicio a prueba y realizar un ofrecimiento de reparación del daño en la medida de lo posible. Lo que con seguridad no exige la legislación es el reconocimiento del imputado acerca de su responsabilidad penal por el hecho que se le atribuye. El artículo 76 bis del Código Penal no exige este supuesto requisito de aceptación del acierto de la acusación fiscal, como sí lo exigen otros institutos, tal es el caso del juicio abreviado. En este caso se vulnera la garantía constitucional vinculada al juicio previo (cita doctrina científica y jurisprudencia internacional que se expiden sobre la aludida garantía), como así también ignora el derecho del imputado a negarse a declarar. No cambia las cosas el eufemismo empleado al llamar “consenso” a la “confesión” o “reconocimiento”, que el tercer párrafo del artículo 76 bis del CP se encarga de excluir de las consecuencias de un ofrecimiento de reparación. Tal 18 exigencia no se desprende de las normas contenidas en los artículos 76 bis, 26 y 27 del Código Penal. Transcribe doctrina judicial y científica para sustentar su pretensión. Bajo el título “el derecho vulnerado”, expone que la resolución en crisis desconoce arbitrariamente el derecho de toda persona a suspender y luego poner fin a la acción penal que existe en su contra, evitando el desarrollo del juicio. Es indiscutible la necesaria observancia del principio pro homine al momento de la interpretación de las normas, exigencia que deviene del modelo de Estado social y democrático de Derecho, máxime cuando se trata de normas que afectan los derechos fundamentales de las personas, como es la libertad frente a la amenaza de condena. Frente a un Derecho Penal que se precie de liberal y democrático, culmina, los Tribunales deben velar por cumplir su alta misión de administrar justicia mediante un Derecho Penal de tercera vía, que precisamente debe comenzar no por el análisis de las posibilidades de imponer una pena, sino a la inversa: deben preguntarse antes cuáles son las posibilidades de imponer de no imponer una pena, buscando una solución alternativa del conflicto. La legitimidad del poder punitivo se encuentra condicionada a un Derecho Penal verdaderamente liberal, de mínima intervención, subsidiario, que actúe como última ratio en la solución de los conflictos sociales, cuando sea precisa una sobreprotección de los bienes 19 jurídicos, es decir, una vez que hayan fracasado los demás mecanismos de protección. Hace reserva del caso federal. II. La respuesta brindada a la Primera Cuestión torna abstracto el tratamiento de los presentes reproches, por cuanto estos últimos ya no tienen entidad para modificar la conclusión que lo agravia. Así voto. La señora Vocal doctora María Esther Cafure de Battistelli, dijo: La señora Vocal preopinante da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido. La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo: Estimo correcta la solución que da la señora Vocal del primer voto, por lo que adhiero a la misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma. A LA TERCERA CUESTIÓN: La señora Vocal doctora Aída Tarditti, dijo: En virtud del resultado de la votación que antecede, corresponde rechazar el recurso de casación interpuesto por el acusado Héctor Raúl Romanutti, con el patrocinio letrado del Dr. Gustavo Vivas Ussher. Con costas (CPP, 550/551). Es mi voto. 20 La señora Vocal doctora María Esther Cafure de Battistelli, dijo: La señora Vocal preopinante, da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido. La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo: Estimo correcta la solución que da la señora Vocal doctora Aída Tarditti, por lo que, adhiero a la misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma. En este estado, el Tribunal Superior de Justicia, por intermedio de la Sala Penal; RESUELVE: Rechazar el recurso de casación interpuesto por el acusado Héctor Raúl Romanutti, con el patrocinio letrado del Dr. Gustavo Vivas Ussher. Con costas (CPP, 550/551). Con lo que terminó el acto que, previa lectura y ratificación que se dio por la señora Presidente en la Sala de Audiencias, firman ésta y las señoras Vocales de la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia, todo por ante mí, el Secretario, de lo que doy fe. Dra. Aída TARDITTI Presidenta de la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia 21 Dra. María Esther CAFURE DE BATTISTELLI Vocal del Tribunal Superior de Justicia Dra. María de las Mercedes BLANC G. de ARABEL Vocal del Tribunal Superior de Justicia Dr. Luis María SOSA LANZA CASTELLI Secretario Penal del Tribunal Superior de Justicia 22