La tercera vía como resolución alternativa de conflictos penales Zulita Fellini Zulita Fellini, Profesora Asociada Regular de Derecho Penal y Procesal Penal de la Universidad de Buenos Aires y de otras instituciones nacionales y extranjeras. Magistrada del Tribunal Penal de Menores II de la Capital Federal, Argentina. Ex Investigadora de Carrera del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conicet). Miembro fundador del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP). Miembro del Consejo Asesor del Ministerio de Justicia de la Nación sobre la implementación de planes piloto de la mediación juvenil. Libros de reciente publicación: “Derecho Penal de Menores”. 3ra. Edición. Ad-hoc. Buenos Aires. 1996; “Delito de Tráfico de Niños”. Hammurabi. Buenos Aires. 1999; “Resolución de Casos de Derecho Penal”(directora). Lexis Nexis. Buenos Aires. 2002; “Mediación Penal. Reparación como Tercera Vía en el Sistema Penal Juvenil”(directora). Lexis Nexis. Buenos Aires. 2002; “Temas de Derecho Penal Económico. Responsabilidad de las Personas Jurídicas”, (directora). Grun. 2004. La mediación penal, como medida alternativa a la pena privativa de libertad, o en otros supuestos al propio proceso de imputación, debe ser considerado como un programa político criminal, en el cual se ponderan también consideraciones pragmáticas. En Argentina aún las elaboraciones en este campo son incipientes, y en general se trata de una problemática que ofrece resistencias doctrinales, probablemente por la gran prevalencia del carácter público del derecho penal. Se plantea entonces, la introducción de una “tercera vía” para reparar conflictos, diferenciada de las tradicionales penas y medidas de seguridad y se analiza su legitimación desde distintas teorías de la pena. Se aborda la cuestión de confrontar la posible incompatibilidad entre los fines clásicos de punición, fundamentalmente retribución y prevención general, con la institución de la reparación como medio de solucionar conflictos. Se sostiene, que el carácter público del derecho penal no se ve afectado con la introducción de instrumentos propios del derecho privado, frente al delito. 1 La tercera vía como resolución alternativa de conflictos penales Zulita Fellini I. Introducción El tema que nos ocupa, como es obvio, no es producto de elaboraciones de la dogmática penal; por el contrario se trata de un programa político criminal. En los últimos tiempos se formulan recomendaciones favorables a la introducción de una nueva alternativa a la pena, muchas veces basadas en consideraciones pragmáticas.La mayor parte de los trabajos en los que se acepta esta postura ponderan ventajas de orden operativo e incluso han predicado en foros especializados sobre una posición “moderna” o respuesta de moda.-i En Argentina, el tema ha sido desarrollado por Enrique Bacigalupo a partir del año 1992, presentado en una conferencia en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Posteriormente se han dedicado al mismo esfuerzos considerables, en congresos, coloquios, mesas redondas, etc., entre los que no se cuentan aportes dogmáticos de relevancia.Es necesario advertir que el tratamiento de la cuestión ha sido y es todavía muy diferente en los países anglosajones y europeos, que en los de Latinoamérica, donde la introducción de la problemática se realiza con grandes dificultades.-ii No es precisamente el enfoque procedimental el que ofrece mayor preocupación en el tratamiento de la materia.Partimos de algunos fundamentos, sin embargo, que deben tomarse en consideración para proponer alternativas que permitan introducir una mirada diferente desde la estructura de las distintas teorías de la pena, que pretenden la solución del conflicto penal, mediante diversas funciones adjudicadas a la sanción, como respuesta a la lesión de bienes jurídicos de la comunidad, en oportunidades desde perspectivas preventivas y en otras claramente retributivas o represivas.Cualquiera de los fines de estas respuestas penales ha estado estrechamente vinculadas, como no podría ser de otra manera, con prescripciones de orden procedimental que han tratado de establecer buena correspondencia con sus postulados.En el derecho penal actual las finalidades de la pena presentadas por las diversas teorías relativas no han podido ser comprobadas empíricamente.Lo que sí es un dato importante de la experiencia, es que en ciertos casos la pena no resuelve el problema que el delito ha creado a la víctima.- 2 La sustitución de la pena privativa de libertad constituyó un primer paso recomendado por la doctrina penal a partir de la década del 60. En este sentido, el Proyecto Alternativo alemán produjo en 1966 un modelo transformador en la política criminal europea que trascendería las fronteras alemanas.-iii En el orden de sanciones, la más significativa, en razón de la afectación de derechos, está constituida por la privación de libertad. A pesar de movimientos humanizadores o despenalizantes en distintas sociedades y oportunidades, generalmente responden a condicionamientos de políticas educativas, sociales, culturales y también de marginalidad extrema, exclusión y otras circunstancias.Desde este punto de vista, justo es reconocer que cada país, sociedad o región, presenta peculiaridades que merecen análisis y reclaman respuestas acordes con sus urgencias y prioridades.-iv En cualquier caso, es posible afirmar que el derecho penal no puede constituir el único medio de la política social, ni la pena la única expectativa válida para lograr una convivencia con menores índices de criminalidad y por lo tanto, mayor respeto por la conservación de sus intereses preponderantes.- II. MEDIACIÓN-REPARACION DENTRO DE LOS FINES DE LA PENA El derecho penal ha entendido tradicionalmente solucionar el conflicto social del delito actuando sobre el autor: sea mediante la retribución o la prevención especial o general (negativa o positiva).En la actualidad, sin embargo, se piensa que el sistema de doble vía, que actúa sobre el autor mediante penas y medidas de seguridad, debería ser completado por un sistema en el que se incluya la reparación precisamente como “tercera vía”.v Entre los antecedentes, es necesario considerar la propuesta de los juristas alemanes, austriacos y suizos,vi los que plasmados en el Proyecto Alternativo de 1966 revisten gran importancia porque podrían considerarse precursores de la tercera vía que cobró impulso un cuarto de siglo más tarde.El Proyecto Alternativo de Código Penal para la República Federal Alemana, contiene una cantidad de disposiciones en este sentido, entre las cuales se encuentra el § 41 punto 2 la facultad sancionatoria del Tribunal de imponer al condenado: a) Reparar dentro de sus posibilidades los daños causados por el hecho; b) Contribuir con una o varias prestaciones en dinero a favor de una institución de bien común; y c) Prestar servicios en una institución de bien público, especialmente en estaciones para accidentes, salvamento, hospitales u hogares de ancianos.- 3 En realidad la instauración del derecho penal de “tercera vía” implica una visión transformadora y una expectativa a considerar desde el punto de vista de la eficacia del derecho penal.La reparación como vía de solución del conflicto se puede fundamentar con cualquiera de las teorías de la pena.Hoy en día la teoría de la prevención general positiva ofrece un desarrollo que permite vislumbrar soluciones extrasistemáticas, dentro de una concepción funcionalista que trasciende las soluciones estrictas con que el sistema penal tradicional ha pretendido cumplir sus objetivos.El tema que nos ocupa impone abordar la cuestión de confrontar la posible incompatibilidad entre los fines tradicionales de la pena, fundamentalmente la retribución y la prevención general con la institución de la reparación como medio de solución de conflictos. Esto es, si el carácter público del derecho penal se ve afectado en su proyección con la introducción de instrumentos propios del derecho privado, frente al delito. No debe olvidarse que el conflicto que plantea el ilícito afecta a la sociedad y su solución interesa a ésta, por lo que la cuestión continúa enmarcada adecuadamente. No encontramos objeción para que la reparación pueda tener efectos en distintos ámbitos, civil y penal. De manera tal, que con ella no se atenta contra la naturaleza pública del derecho penal.Algunos autores encuentran sentido a la institución en análisis, sólo dentro de las teorías absolutas, no como “expiación” sino en el sentido de “conciliación” (con uno mismo, con la sociedad, con la víctima y con Dios); o dentro de la prevención general, conectándola con el fortalecimiento de la conciencia jurídica.-vii La pena que se concibe como justa garantiza la paz jurídica de la sociedad. Una pena, por el contrario, para la intimidación de otros o para la resocialización, no podría ser aceptada como justa por la comunidad jurídica por el alto grado de inseguridad o falta de certeza que ese concepto conlleva. Lo que otorga seguridad es restablecer el orden alterado.-viii En la prevención general positiva, el esfuerzo del autor, quien voluntariamente solicita o accede a reparar el daño causado a la víctima, además de solucionar el conflicto, manifiesta su voluntad de reafirmar la norma violada, comprometiéndose a observarla en el futuro. Por otra parte, su actitud genera efectos sobre la comunidad al tranquilizar la conciencia jurídica general alterada por la violación de la ley.-ix También la prevención general positiva es compatible desde que implica una manifestación del reconocimiento de la vigencia de la norma que contribuye a estabilizar la confianza en ella.-x Al respecto señala Roxin que la reparación para el cumplimiento de los fines de la pena tiene gran importancia.-xi Su teoría de la prevención integradora encuentra concreción definitiva en 1987. Sostiene a través de las sucesivas ediciones de la parte 4 general, que la misma no es para él la prevención general positiva, como parecía entenderse en un primer momento, sino un aspecto de ésta. Distingue dentro de la prevención general positiva tres efectos: un efecto de aprendizaje, sociopedagógicamente motivado, que provoca el ejercicio en la fidelidad al derecho; un efecto de confianza, que se produce cuando el ciudadano ve que el derecho se realiza; y un efecto de pacificación que se da cuando el delincuente ha hecho lo suficiente para que la conciencia jurídica social quede pacificada con relación al quebrantamiento de la ley y dé por solucionado el conflicto con el delincuente.-xii En cuanto a la prevención especial, Roxin sostiene que “si sobre la base de un eficaz compromiso entre delincuente y víctima, se le exime de las consecuencias nocivas y socialmente discriminatorias de la privación de libertad y se le da la impresión de volver a ser aceptado por la sociedad, con ello se hace probablemente más por su resocialización que con una costosa ejecución del tratamiento”.-xiii Reconoce que en un derecho penal moderno el fin de la pena sólo puede ser la prevención del delito y sostiene que la reparación si bien no es un fin de la pena puede ser un instrumento útil constituyendo una nueva vía autónoma, “tercera vía”, junto a las penas y medidas de seguridad, enmarcadas dentro de los fines tradicionales de las sanciones penales.Excluye las teorías absolutas en el ámbito de un estado democrático moderno en el que la pena se configura como un instrumento de política social, aunque reconoce que muchos elementos de la teoría retributiva se repiten transformados en las teorías preventivas dominantes. Si la reparación apareciera como contraindicada desde la perspectiva de las necesidades preventivas no podría operar como instrumento sancionador jurídico penal. De ahí que no quepa formular otros fines penales autónomos como han sostenido otros autores.-xiv La reparación puede analizarse en el contexto de referencia, desde distintos puntos de vista, pero siempre es conveniente deslindar aspectos de su interpretación histórica para poder ofrecer una alternativa sistemática, coherente desde su ubicación conceptual respecto del derecho penal. Desde esta perspectiva es preciso señalar las razones para su inclusión entre las funciones de la justicia penal.Tradicionalmente se pensó que se trata de una respuesta propia del derecho civil. La pena y la compensación del daño emergente del delito ha generado distintos puntos de vista en la doctrina penal. La discusión se centraba respecto de la relación entre ambas.Para Binding la pena ha de producir una herida, mientras que la compensación del daño ha de curar otra, de ser posible sin provocar una segunda. Establece de este modo una diferencia esencial en su contenido que las hace discurrir de forma paralela, nunca convergente, en la satisfacción de fines diversos.- 5 Para von Liszt ambos conceptos constituyen una reacción del injusto, sirviendo al fin de protección del ordenamiento jurídico a través de la lucha frente al injusto. En este mismo sentido, Merkel considera a la pena y a la compensación como ramificaciones de la reacción frente al injusto, que conllevan a la eliminación de la contradicción entre la voluntad individual manifestada en la infracción y la voluntad común objetivada en el derecho. Consecuencias como la restitución o indemnización impuestas por el Derecho sirven para el mismo fin que las penas.-xv En realidad las ideas de Binding han prevalecido hasta nuestros días y con ello contribuido a profundizar la diferenciación entre los ámbitos jurídico penal y civil. No obstante ello, en la práctica este criterio no resulta tan nítido y ello ha dado lugar a que en los últimos tiempos reiteradamente se haya replanteado la cuestión de la significación penal de la reparación y sobre todo de su capacidad de reemplazar a las penas en ciertos casos.Es en este sentido que debemos preguntarnos: ¿Hasta qué punto la reparación puede constituir reacción suficiente frente a la conducta delictiva, o puede ser tomada en consideración en la pena a imponer?. ¿Quedan satisfechos de esta manera los fines del derecho penal tradicional?.Ciertamente es mucho lo que se ha trabajado sobre la reparación dentro de los instrumentos del derecho civil; últimamente, sin embargo, durante la década del 80 se ha producido una abundante literatura penal sobre el tema, en la que se ha intensificado la discusión respecto de la compatibilidad con los fines de la pena.Si llegamos a la conclusión de que la reparación integra el marco de sanciones penales, deberíamos preguntarnos si ella es autónoma, o depende de las penas y medidas de seguridad en cuando queda supeditada hasta el momento en que opere su incumplimiento.-xvi Otra postura contempla la reparación como una situación de dependencia dentro del sistema de las consecuencias jurídicas. Si bien más adelante nos referimos con mayor amplitud sobre este tema en la posición de Hirsch, debemos reconocer las restricciones que algunos autores encuentran al afirmar que aún integrada en el derecho penal, la reparación no pierde su naturaleza civil.-xvii En sentido contrario, como se ha afirmado, Seelman trata la reparación y los fines de la intervención jurídico punitiva, como un nuevo y diferenciado fin del derecho penal, mientras otros autores se manifiestan claramente a favor de una explicación de la institución dentro del marco de los fines preventivos del derecho penal.-xviii La reparación, como prestación voluntaria a la víctima, o de manera simbólica a la sociedad, adquiriría relevancia jurídico penal, constituyéndose en instrumento esencial de control de conflictos con el efecto del reestablecimiento de la paz jurídica. De esta manera se revela en el autor una acción responsable desde el punto de vista social, que sin duda tendrá como consecuencia un tratamiento constructivo del hecho. Dicho en otras 6 palabras, podrá superar los efectos negativos a través de su actuación positiva, recuperando su dignidad frente a la sociedad mediante el ofrecimiento del esfuerzo reparador.-xix Radbruch decía que había que conseguir “algo mejor que el derecho penal” ante los cuestionamientos que enfrentaban el tema de la reparación como una aproximación del derecho penal al civil.El mandato consiste en la reparación del daño y las otras sanciones del derecho penal consideradas, también constituyen formas de reparación (servicio a la comunidad, prestaciones económicas a instituciones de utilidad común, etc.); son otras modalidades de penas que representan un reproche público del hecho.En realidad nunca se ha dejado de cuestionar el grado de efectividad del derecho penal. Hoy parece razonable considerar que es un instrumento más adecuado para la regulación del conflicto una vez que se ha producido el delito. Por el contrario, la prevención general (negativa) y la resocialización del delincuente carecen de comprobación empírica convincente. Por lo tanto, frente al fracaso de los postulados tradicionales se valorizan las alternativas en cuestión.No decimos nada nuevo afirmando que un conflicto no se origina en una sola causa, sino en diversos factores que requieren del derecho penal la posibilidad de un tratamiento formalizado de los conflictos que coadyuven al restablecimiento del equilibrio alterado, respecto de la víctima y de la sociedad, mediante el convencimiento también por parte del autor de la no reiteración de la conducta.Pero ante todo debe quedar en claro que la acción del autor no constituye un hecho aislado, esteriotipado del contexto social. La reparación puede incluso operar como un acto simbólico frente a la víctima y a la comunidad y no debe ser necesariamente pecuniaria.Probablemente sea innecesario incluir un fin penal autónomo o diferenciado, al que se alude con distintas formulaciones, tales como: “la conciliación y la pacificación”, “la regulación pacificadora del conflicto”, etc., dado que, en realidad, se trata de fines implícitos en todas las teorías de la pena, pues el derecho penal, tanto en las penas como en las medidas, se define como un instrumento para establecer la paz perturbada por el delito.xx De esta manera los planteamientos acerca del contenido, función y fundamentación que debe darse a la reparación son muy diversos; puede afirmarse en términos generales, que, o bien se pretende que la reparación funcione como pena, o como alternativa a la pena. Este último punto de vista defendido por Roxin, afirma que la reparación puede constituir un sustituto de la pena, siempre que cumpla con los fines atribuidos a la misma. Entiende que mediante la reparación es posible cumplir con los fines de la pena por lo que aquella deberá funcionar como sustituto de ésta. Puede 7 consiguientemente, no producir efectos sobre la pena, o atenuarla, o cumplir la misión de ser un sustituto o una alternativa a la misma.Hirschxxi niega el carácter de pena a la reparación pues, afirma que: “pena y resarcimiento civil son cosas diferentes y no manipulables a través de un cambio de etiquetas”. No bastan los requisitos de que una consecuencia jurídica sea sentida como un mal y tenga efectos preventivos para ser considerada una pena y tampoco su regulación formal en el Código Penal la dotan del carácter de pena.Hirsch entiende que la reparación no puede cumplir los fines de la pena; afirma que el fin de la pacificación es global de todo el ordenamiento jurídico y que el derecho penal se caracteriza por coadyuvar al mismo con un instrumento propio que es la pena.Así sostiene que los fines de ella se refieren a consecuencias jurídicas de naturaleza específicamente penal que actúan sobre el autor. De manera que el resarcimiento que pudiera obtener la víctima constituye un “aliud” que está fuera de esos fines.-xxii No le asiste razón a Hirsch, cuando afirma que la “tercera vía” no es independiente, pues en ese caso tampoco la segunda vía (medidas de seguridad) lo es, ya que prescinde de la pena por causas vinculadas a la ausencia de culpabilidad del autor y a la presencia de exigencias preventivas que fundamentan su imposición.-xxiii La reparación no se obtiene espontáneamente, sino que es preciso fomentarla y proporcionar los cauces para que pueda producirse. Requiere ser promovida mediante soluciones del derecho penal y establecer el canal adecuado para que exista un espacio en el que se pueda solucionar el conflicto, lo que ha de llevarse a cabo en la legislación procesal penal, surgiendo así la mediación-conciliación .-xxiv Ante el fracaso de los objetivos propuestos como fines de la pena, por cualquiera de las teorías tradicionales, debe pensarse en otras propuestas que puedan resultar válidas para resolver los conflictos sociales, reafirmando la fe y la confianza en el orden jurídico.- III. MODELOS DE REPARACIÓN En la regulación de la reparación se pueden seguir dos sistemas: el activo o el voluntario.En el primero funciona como una pena y se impone después de haber seguido el proceso.Un sector minoritario de la doctrina considera que la reparación debe ser una pena. El juez condena al resarcimiento del daño, el que no es llevado a cabo en forma voluntaria, ya que constituye una sanción penal.-xxv 8 En el modelo anglosajón, los Tribunales pueden ordenar, como única sanción, la reparación del daño causado,xxvi aunque han ido evolucionado en propiciar una compensación mediada entre las partes.-xxvii En Holanda, la ley de 1995 también recogió las órdenes de restitución que pueden imponerse como una sanción al condenado, que es quien paga al Estado y éste lo remite a la víctima.-xxviii Por su parte, la Ley de los Tribunales de Menores alemana de 1990, incorporó la reparación como una obligación de carácter sancionatorio.xxix Así, el parágrafo 15 I, nº 1 prevé que “El juez puede imponer al menor que repare el daño causado por el hecho según sus posibilidades”.Este modelo de sanción autónoma aunque es adoptado excepcionalmente por los Magistrados, desvirtúa el instituto de la reparación al que nos referimos, ya que no se tiene en cuenta el consentimiento ni la voluntad de las partes involucradas en el conflicto.xxx En cambio en el segundo, la reparación se presenta como un medio de evitar o atenuar la pena. En este caso es voluntaria y es el que se presenta como modelo posible en aquellos países en los que aún no se ha concluido el debate legislativo.- IV. EL ACUERDO DE VOLUNTADES DENTRO DE LA TERCERA VÍA En principio la “tercera vía”, como se ha afirmado hasta ahora, debe incluir como principal exponente la reparación del daño causado al ofendido por el delito y ello puede aparejar la disminución o la sustitución de la pena.En todo caso, así planteada la cuestión, esto ha sido considerado como una previsión de la mayoría de los derechos penales contemplada entre las consecuencias jurídicas.El punto de discusión actual es que para poder hablar de la constitución de una “tercera vía”, la reparación pueda reemplazar a la pena o bien complementarla.-xxxi Esta tiene su fundamento en el principio de subsidiariedad y en una redefinición del conflicto social que genera el delito: ya no se trata de un conflicto entre el autor y la sociedad, sino de una oposición de intereses entre el autor, la víctima y la sociedad. Se tienen en cuenta los intereses de la víctima y mediante la reparación es posible reestablecer la paz jurídica.El sistema procesal del Proyecto Alternativo sobre Reparación Penal, se extiende a través de 25 parágrafos.xxxii Las disposiciones de este tema prevén la compensación de la culpabilidad del autor por la infracción cometida, y la renuncia de la pena debe entenderse compatible con la prevención especial, tal como lo hemos sostenido anteriormente.- 9 El sistema propuesto por los juristas del 92xxxiii si bien deja inalterada la pretensión penal, concede al autor la eximición de pena en caso de que cumpla con la reparación antes del inicio de la primera audiencia.Se la concibe como una consecuencia jurídica independiente (“tercera vía”), que requiere una resolución judicial que prescinda de la pena, sobre la base de una valoración de la incidencia de la reparación en el ámbito de la culpabilidad.La reparación completa conduce a prescindir de la pena si se han satisfecho determinadas exigencias de política criminal. Además de solucionar el conflicto con la víctima, genera una integración por parte del autor y permite inferir que no son de esperar reacciones violentas, informales, por lo que no se justifica la pena estatal.xxxiv La “tercera vía” puede implementarse en procesos carentes de víctimas, en los cuales la reparación puede ser material o simbólica (prestaciones de trabajo, etc.). En otros casos, ella puede resultar insuficiente y requerir de una pena privativa de libertad.xxxv En el caso de la tentativa, no siempre se producen consecuencia que el autor pueda reparar, sin embargo, las exigencias normativas justifican la intervención del Estado, de lo que se deduce que no es la magnitud del perjuicio lo que obliga a reparar, sino en todo caso el disvalor de la acción.xxxvi En algunos trabajos anterioresxxxvii hemos llamado mediaciónreparación a la institución que pretende resolver los conflictos sociales del orden penal, dentro del marco del acuerdo de voluntades, devolviéndole a la víctima un rol preponderante y proporcionándole al autor la posibilidad de comprender su acto equivocado, contrario al derecho, propiciando su arrepentimiento que se traducirá en una manifestación de confianza en las normas jurídicas, conllevando seguridad y restableciendo la paz social. Con estos objetivos se complementan, tal vez de manera más humanitaria los fines del derecho penal general.La mediación-reparación deberá implementarse dentro del proceso, con control judicial, siendo ésta la única alternativa dentro del régimen jurídico argentino por el momento.La mediación específicamente tendrá su lugar en un ámbito especializado y demandará esfuerzos y desarrollo de capacidades individuales que no siempre arribarán a soluciones satisfactorias.Roxin ha sostenido que cuando no sabemos si podemos ayudar al delincuente mediante el derecho penal, en el sentido de lograr una resocialización deberíamos por lo menos auxiliar a la víctima; ya esto constituiría un avance frente al derecho penal anterior, circunscripto a las penas y a las medidas.-xxxviii 10 La institución que comentamos parece que no puede producir en principio, efectos en relación con todos los delitos, sino que quedaría circunscripta a aquellos contra la propiedad, excluyéndose de su ámbito cuando no existe daño y los que tuvieran un objeto de protección colectivo.xxxix Estos dos últimos supuestos, quedarían excluidos por el principio de bagatela o insignificancia, y por el comprendido en la especulación costo-beneficio incluida en las grandes empresas.Nos hacemos cargo de que esta aseveración no resulta pacífica en la doctrina, ya que, por ejemplo, el Proyecto Alternativo de la Reparación, sostiene que la misma puede ser aplicada a todos los delitos y a todos los delincuentes, dándole por ello la denominación de “Principio de aplicabilidad universal”.-xl El Proyecto señala que la reparación debe en primer lugar, realizarse en favor del perjudicado; cuando esto no sea posible, no se obtiene ningún resultado o no es suficiente en sí misma, puede tenerse en cuenta la reparación en favor de la comunidad (reparación simbólica).El parágrafo 2 (I) del Proyecto establece muy diversas maneras de llevar a cabo la reparación: 1.- La reparación de daños y perjuicios al perjudicado.2.- La indemnización a terceros, especialmente los seguros a los que tenga derecho el perjudicado.3.- Otras prestaciones materiales, como pago en dinero a instituciones públicas.4.- Regalos al perjudicado o prestaciones inmateriales, como la petición de disculpas, o conversaciones de conciliación.5.- Prestaciones laborales, especialmente trabajos de utilidad social.Se ha pretendido confundir el instituto que comentamos con la instauración de teorías abolicionistas, que no son aceptables porque en rigor suponen una concepción sustitutiva del derecho penal.Desde otro punto de vista un enfoque minimalista, sostenido por el derecho penal mínimo, la victimología, la victimodogmática y otras posturas menos extremas, parte también del reconocimiento del fracaso de la pretensión punitiva del Estado mediante la justificación basada en las teorías tradicionales de la pena, y agregan lo positivo de otorgarle a la víctima un lugar preponderante en la escena penal, que conllevaría a la tranquilización del clamor comunitario mediante la paz social agitada por la imposibilidad del Estado de resolver los conflictos planteados. En sus cimientos está el reconocimiento y toma de conciencia de la ineficacia del sistema punitivo, casi puramente carcelario.Tanto la conciliación como la mediación deben considerarse como la consecuencia directa de tres movimientos contemporáneos, por un lado la creciente preocupación por las víctimas y el rol que juegan en el proceso penal; en segundo término está la falta de satisfacción devengada de las 11 maneras de castigo establecidas al ofensor y, por último, la conciencia de que existen nuevas alternativas de reparación, no necesariamente de índole económica.Existen algunas diferencias entre ambas instituciones que podríamos sintetizar expresando que la conciliación se produce cuando se concreta el acuerdo de voluntades en litigio entre autor y víctima; mientras la mediación requiere de un proceso en el que ambos llegan a un entendimiento consensuado respecto de sus intereses, con la intervención de un tercero neutral.Lo que acaba de sostenerse implica la imposición de ciertos límites a la potestad punitiva del Estado, más la participación protagónica de la victima y la aplicación de la solución negociada de conflictos, lo que reposa sobre ciertas premisas que deben tenerse en cuenta, como por ejemplo la confrontación entre damnificado e infractor, la estimulación de sentimientos de buena vecindad y la posibilidad de que autor y víctima se involucren en la resolución de las diferencias que los afectan en lugar de delegarlas en otros organismos que realizarán una interpretación propia del conflicto.La reparación no se obtiene de forma espontánea, sino que es necesario fomentarla y proporcionar los cauces para que pueda producirse. Sólo puede ser promovida mediante soluciones del derecho penal -que ya hemos discutido-, a la vez de establecer un espacio adecuado para la solución del conflicto en el ámbito de la legislación procesal penal.La mejor manera de que esto ocurra es la posibilidad de contar con el principio de oportunidad, pues, sólo un sistema flexible puede propiciar el éxito de la mediación y por ende de la reparación.En cambio, un proceso rígido entorpece y hasta hace imposible el cumplimiento de los fines que hemos enunciado.La “tercera vía” emergente de un contexto de política criminal, aparece como una solución idónea y debe tenerse en consideración aún cuando se adopte otra alternativa. No obstante ello, debe ser acompañada de medidas de esclarecimiento y concientización respecto de los verdaderos y reales conflictos que plantea la criminalidad, y la escasas y nulas soluciones que arroja la pena privativa de libertad.En su oportunidad ya Eberhard Schmidtxli habló del “derroche sin sentido de la pena privativa de libertad”, la que es evidente que no resuelve el conflicto que plantea el delito, mejor que los sistemas más modernos a los que estamos haciendo referencia.- IV. REGIMEN DE LAS ACCIONES. PRINCIPIOS PROCESALES La aparente división entre los sistemas acusatorios (angloamericanos) e inquisitivos (centro-europeos), presenta un proceso de convergencia, por diversas razones: la regionalización; la existencia de 12 tratados internacionales que disponen normas de procedimiento vinculadas a las garantías individuales, y la creación del “Corpus Iuris”. Este documento presentado por el Parlamento Europeo en 1997, establece ocho infracciones al patrimonio comunitario, reglas de prueba y procedimiento, además de proyectar un Ministerio Público Europeo para perseguir dichos injustos.-xlii En el sistema anglo-americano impera el principio de disponibilidad de la acción penal, que permite desistir discrecionalmente de las mismas.En Estados Unidos e Inglaterra existe el denominado “Sistema discrecional”, a través del cual el fiscal posee el monopolio de la acción y de la decisión de su ejercicio. Esta facultad no está sujeta a presupuestos legales ni a la verdad material.-xliii En cambio, en el ámbito continental europeo existen dos situaciones diferenciadas. Por un lado, un conjunto de nacionesxliv cuyas normas imponen el principio de legalidad para el ejercicio de la acción penal; y por otro, países que legislan claramente criterios de oportunidad, aún cuando se establezcan limitaciones para su aplicación (Francia).Con un modelo diverso, en Alemania rige el principio de legalidad como regla, aunque existe un conjunto de criterios de oportunidad que funcionan como excepción.Iberoamerica ha sido fiel al principio de legalidad. Básicamente, implica que, ante la comisión de un ilícito, los órganos del Estado están obligados a actuar, sin ninguna posibilidad de decidir sobre la conveniencia o no del ejercicio de la función asignada en el caso concreto.-xlv En aparente contraposición a este principio, surge el de oportunidad, en aquellos ordenamientos jurídicos en los que el ejercicio de la acción no resulta un imperativo para los órganos encargados de su formulación, sino que brinda un margen de selección de carácter formal.-xlvi De esta manera se tiende a una adecuada realización de los fines de derecho penal, con procesos eficaces, transparentes y realizados en un tiempo adecuado.-xlvii Este criterio se puede emplear en la etapa previa a la instrucción, o durante la investigación.Es posible definirlo como “la atribución que tienen los órganos encargados de la promoción de la persecución penal, fundada en razones diversas de política criminal y procesal, de no iniciar la acción pública o de suspender provisionalmente la acción iniciada, o de limitarla en su extensión objetiva y subjetiva, o de hacerla cesar definitivamente antes de la sentencia, aún cuando concurran condiciones ordinarias para perseguir y castigar”.-xlviii Los fundamentos de este principio radican en razones de utilidad pública o interés social, a saber: la escasa lesión social producida mediante la comisión del delito; el estímulo a la pronta reparación a la víctima, la evitación de los efectos criminógenos de las penas privativas de libertad; y 13 la resocialización del delincuente a través del sometimiento voluntario a un proceso de readaptación a cuyo cumplimiento queda condicionado el sobreseimiento.-xlix En la actualidad, existen dos formas de aplicar el principio de oportunidad: libre o reglado.El primero es la modalidad adoptada por el derecho anglosajón, al que ya nos hemos referido.En cambio, la oportunidad reglada, con ligeras variantes, admite en forma directa o indirecta, excepciones que constituyen un catálogo cerrado de supuestos por los cuales el ministerio fiscal o el juez están facultados para no ejercitar la acción penal. En estos casos, es posible afirmar que la regla es el principio de legalidad, con criterios de oportunidad.Este modelo, propiciado en Europa por el Comité de Ministros del Consejo de Europa en la Recomendación R (87) 18, sobre la simplificación de la Justicia Penal, del 17 de septiembre de 1987,l ha tenido una gran admisión en las legislaciones de ese continente. A tal punto que en la actualidad se ha avanzado en el estudio de procesos de composición para lograr un equilibrio justo entre la víctima y el autor sin necesidad de un procedimiento penal formal.Latinoamérica, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Venezuela han implementado con variaciones el principio de oportunidad reglado.li También se produjeron reformas en ese sentido en Costa Rica, Cuba, El Salvador, Guatemala y Honduras.-lii V. SITUACIÓN EN LA REPUBLICA ARGENTINA En Argentina, los criterios de oportunidad han sido fuertemente excluidos, a partir de lo establecido por el Art. 71 del Código Penal. Sin embargo, las provincias han intentado -en sus respectivos códigos de ritointroducirlos.-liii Ello dio lugar a una ardua discusión, sobre la constitucionalidad o no de su sanción.-liv Tradicionalmente, en nuestra doctrina penal se ha dicho que los criterios de oportunidad sólo podrían ser establecidos mediante una reforma del Código Penal, normativa de competencia Nacional, ajena a la órbita de los Estados locales. Tal afirmación, se asienta en la suposición de que reglamentar el régimen de las acciones es derecho penal sustantivo, en tanto fija las condiciones de operatividad de la potestad punitiva del estado.Los principios de “oficialidad” e “iniciación obligatoria” de la acción pública, son establecidos por el Art. 71 del Código Penal,lv pero su extensión es diversa a la del llamado “principio de legalidad”, entendido como obligación de perseguir y acusar todos los delitos penales de acción pública hasta su resolución jurisdiccional final. Este principio, como no 14 podría ser de otro modo, es instaurado por Códigos Procesales y, por tanto, puede excepcionarse mediante criterios de oportunidad legislados localmente.En síntesis, el Art. 71 se limita a imponer dos obligaciones, a) que el Estado tome a su cargo la persecución de los delitos de acción pública (principio de oficialidad);lvi y b) que el organismo estatal responsabilizado de tal actividad, deba perseguir las conductas tipificadas en el Código Penal.La definición de conductas sancionadas penalmente es un poder expresamente delegado a la Nación como el carácter público o no de la persecución penal de los injustos, para resguardo de los bienes jurídicos esenciales en la convivencia social. En cambio, qué organismo estatal debe perseguirlos (juez de instrucción o fiscal) y de qué manera (política de persecución penal más eficaz) son cuestiones atinentes a la esfera provincial, justamente por ser ella la responsable de asegurar la administración de justicia.En consecuencia, en los procesos provinciales debe constar la obligación estatal, pero pueden establecerse excepciones que permitan discontinuar la persecución penal (criterios de oportunidad), a condición de ser reglados y su aplicación fundada.-lvii En atención a las posibilidades brindadas por el sistema penal y procesal en cuestión es necesario tener presente que en la legislación argentina rigen diferentes criterios, que no necesariamente deben entenderse como contrapuestos.La mediación-reparación se inscribe en el marco de aquellas modalidades orientadas en función de criterios de oportunidad procesal, que presuponen la necesidad del sistema penal de seleccionar, racionalmente el ingreso de los casos, ya sea para evitar la incriminación de hechos punible mediante otras alternativas de solución del conflicto, o por ser innecesaria su aplicación.Ello se opone aparentemente al principio de legalidad. No obstante lo cual es posible observar manifestaciones del principio de oportunidad, dentro de nuestro sistema en los siguientes casos: El Art. 26 del Código Penal contempla dentro de la condena de ejecución condicional distintos supuestos que permiten al juzgador tener en cuenta un punto de valoración importante en el análisis de la conveniencia o no de aplicar una pena de privación de libertad efectiva, entre los cuales deben considerarse los resultados de una mediación positiva entre autor y víctima, que encuadrarían en “las demás circunstancias que demuestren la inconveniencia de aplicar efectivamente la privación de libertad”.-lviii El Art. 27 bis del mismo cuerpo legal prescribe la alternativa de contemplar un acuerdo exitoso entre damnificado y victimario, como posibilidad para influir en el establecimiento de reglas de conducta que el condenado deberá cumplir durante el plazo que fije el juez.-lix 15 Los Art. 40 y 41lx prevén las circunstancias que se tomaran en cuenta a los efectos de individualizar la pena a aplicar, entre las cuales figuran las condiciones personales del imputado, los vínculos, la calidad de las personas y las circunstancias de tiempo, lugar, modo y ocasión que demuestren su mayor o menor peligrosidad. Sin duda, que un acuerdo de mediaciónreparación, colocará al autor del ilícito en una condición más favorable, que merecerá ser considerada por el juzgador.El Art. 76 bis del Código Penal, se refiere a la suspensión del juicio a prueba –probation-, determinando en uno de sus párrafos que si las circunstancias del caso permitieran dejar en suspenso el cumplimiento de la condena aplicable y hubiese consentimiento del fiscal, el tribunal podrá suspender la realización del juicio.-lxi El Art. 132lxii del código de fondo, en lo concerniente a los delitos contra la integridad sexual, es producto de la reforma legislativa de 1999, que al modificarlo, dejó sin efecto la excusa absolutoria que suponía el matrimonio posterior con la víctima. La norma mantuvo el derecho del damnificado al ejercicio de la acción pública,lxiii pero introduce un elemento nuevo, que es la conciliación entre las partes como extintivo de la acción cuando la víctima tuviere más de 16 años. Se establece a continuación que el juzgador podrá excepcionalmente aceptar la propuesta cuando ella implique un mejor resguardo del interés de la víctima, mediando circunstancias de preexistencia afectiva. En estos casos, también podrá disponerse la suspensión a prueba previamente a la extinción de la acción. Dicho artículo hace expresa mención al “avenimiento”entre las partes.También merece una breve consideración el Art. 64 del Código Penal, cuando prescribe que la acción por delito reprimido con multa se extinguirá en cualquier estado de la instrucción y mientras no se haya iniciado el juicio, por el pago voluntario del mínimo de la multa correspondiente y la reparación de los daños causados por el delito. En la etapa de juicio, el imputado deberá abonar el máximo de la pena, además de reparar el perjuicio ocasionado.-lxiv Dentro de las denominadas leyes especiales, es dable destacar el Art. 18 de la ley 23.737lxv que prevé la posibilidad de la suspensión del proceso a favor del imputado adicto a la droga que acepte someterse a tratamiento. Si lo concluye con éxito se dicta su sobreseimiento. En tanto el Art. 29 bis y ter contempla la figura del “arrepentido”, el que bajo ciertas circunstancias puede beneficiarse con una reducción de la pena o incluso con la eximición total de la misma.La ley 23.077lxvi determina que el participe en algún atentado contra la seguridad de la Nación que lo denuncie antes de consumarlo o si después de hacerlo, su denuncia facilita el arresto de los cómplices, puede quedar exento de sanción (Art. 14).- 16 El Art. 16 de la ley 24.769lxvii dispone que la extinción de la acción penal para el evasor simple, tendrá lugar cuando acepte y satisfaga la pretensión fiscal o previsional.En la ley 25.241lxviii se establece una importante reducción en la escala penal a quien con su información colabore en la investigación de hechos de terrorismo.En el sistema penal para jóvenes delincuentes se sigue aplicando en nuestro medio la ley 22.278, de carácter puramente tutelar.-lxix Sin embargo, no se puede dejar de mencionar la prescripción que contiene el Art. 4, últimos párrafos, cuando permite la absolución del imputado teniendo en cuenta la modalidad del hecho, los antecedentes del menor, el resultado del tratamiento tutelar y la impresión recogida por el juez. En este marco es posible considerar que un acuerdo entre las partes, o la reparación del daño a satisfacción de la víctima, son circunstancias que pueden influir en el ánimo de la decisión discrecional del magistrado que debe aplicar una consecuencia jurídica.-lxx Los ejemplos mencionados anteriormente como indicadores de restricción al principio amplio de legalidad procesal, no podrían entenderse sino como intentos de la introducción lisa y llana del instituto de la mediación-reparación.Es necesario además la consagración expresa del principio de oportunidad, la implementación de una ley que introduzca la mediación penal como alternativa independiente en el marco de consecuencias jurídicas.Existen proyectos de mediación en las provincias de Entre Ríos y Córdoba, un proyecto piloto en la provincia de Santa Fe, e intentos particulares que se están realizando en algunas otras provincias como Corrientes, Chaco, Chubutlxxi Neuquen y Buenos Aires.Así entre el Ministerio Público Fiscal de la provincia de Buenos Aires y el Colegio de Abogados de la ciudad de Mercedes, en noviembre de 1999 se celebró un convenio que puso en marcha un programa piloto de mediación penal en ese departamento judicial.En el año 2002 por un Convenio entre el Superior Tribunal de Justicia y el Ministerio de Gobierno y Justicia de la provincia de Neuquen se creó un programa de mediación para delitos juveniles.Por ley nº 4989/02 de la provincia del Chaco se estableció la mediación penal como forma de resolución de conflictos, que en caso de cumplimiento se prevé la extinción de la acción penal o la reducción de la pena cuando el acuerdo no hubiera sido posible. Su entrada en vigencia ha sido prorrogada hasta el 1º de septiembre del corriente año.No obstante las consideraciones que acabamos de mencionar en el Código Penal argentino (Art. 29 y sgtes.)lxxii no se hace ninguna referencia a la reparación, por lo que queda claro que no es una pena pública, sino una consecuencia civil de un ilícito.-lxxiii 17 La legislación penal argentina exige una reforma en el marco del derecho penal y procesal, además de un amplio debate doctrinario en el sentido de la compatibilización del catálogo tradicional de los fines de la pena y de la introducción de las nuevas exigencias de política criminal.BIBLIOGRAFÍA * Alasteuy Dobón, M. Carmen. “La reparación a la víctima en el marco de sanciones penales”. Tirant lo blanch. Valencia. 2000.* Bacigalupo, Enrique. 1997 “Alternativas a la pena privativa de libertad en el derecho penal europeo actual”. En Cuadernos de Doctrina y jurisprudencia penal. Año III. Nº 6. Ad hoc. Buenos Aires. .* Cafferata Nores, José. “Cuestiones actuales sobre el proceso penal”. Del Puerto. Buenos Aires. 2000.* Fellini, Zulita. “Introducción”. En Mediación penal. Reparación como tercera vía en el sistema penal juvenil. Lexis Nexis. Buenos Aires. 2002.“Derecho Penal de Menores”. Ad Hoc. Buenos Aires. 1996.* Fellini, Zulita y Verde, Claudia. “Experiencia latinoamericana”. En Mediación penal. Reparación como tercera vía en el sistema penal juvenil. Lexis Nexis. Buenos Aires. 2002.“Legislación comparada”. En Mediación penal. Reparación como tercera vía en el sistema penal juvenil. Lexis Nexis. Buenos Aires. 2002.“La experiencia alemana”. En Mediación penal. Reparación como tercera vía en el sistema penal juvenil. Lexis Nexis. Buenos Aires. 2002.* Hirsch, Hans J. “La reparación del daño en el derecho penal material”. En De los delitos y de las víctimas. Ad Hoc. Buenos Aires. 1992.* Huber, Bárbara. “Sanciones intermedias entre la pena de multa y la pena privativa de libertad”. 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Madrid. 1991.- 18 “La reparación en el sistema de los fines de la pena”. En De los delitos y de las víctimas. Ad Hoc. Buenos Aires. 1992.* Sanz Mulas, Nieves. Alternativas a la pena privativa de libertad. Colex. Madrid. 2000.* Silva Sánchez, Jesús. “Sobre la relevancia jurídico-penal de la realización de actos de “reparación”. PJ. Nº 45. Madrid. 1997.* Stippel, J. y Marchisio, A. “Principio de oportunidad y salidas alternativas al juicio oral en América Latina”. Ad-hoc. Buenos Aires. 2002.* Varona Martínez, Gema. “La mediación reparadora como estrategia de control social. Una perspectiva criminológica”. Estudios de derecho penal nº 10. Comares. Granada. 1998. Bacigalupo, Enrique. “El Derecho Penal de Triple Vía”. Salón Rojo de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Agosto de 1992. Cerezo Mir, José. Prólogo a la tesis doctoral de María del Carmen Alasteuy Dobón “La reparación en el sistema de consecuencias jurídicas de naturaleza penal”. Pág. 19. También, recientemente Rusconi, Maximiliano. “Mediación en el sistema penal: razones, límites y perspectivas”. Exposición presentada en el X Congreso Nacional y II Regional sobre “Acceso a la justicia y proceso judicial”: Asociación de Mujeres Jueces de Argentina. Buenos Aires. Junio de 2003.ii Fellini, Zulita y Verde, Claudia. “Experiencia latinoamericana”. En Mediación penal. Reparación como tercera vía en el sistema penal juvenil. Lexis Nexis. Buenos Aires. 2002.iii Bacigalupo, Enrique. “Alternativas a la pena privativa de libertad en el derecho penal europeo actual”. En Cuadernos de Doctrina y Jurisprudencia Penal. Año III. Nº 6. Ad hoc. Buenos Aires. 1997.iv Silva Sánchez, Jesús. “Sobre la relevancia jurídico-penal de la realización de actos de “reparación”. PJ. Nº 45. Madrid. 1997. Pág. 183/202.v Roxin, Claus. “Derecho penal. Parte general. Tomo I”. Civitas. Madrid. 1997. Pág. 108 y sgtes.vi J. Baumann, A. E. Brauneck, E. W. Hanack, A. Kaufmann, U. Klug, E. J. Lampe, T. Lenckner, W. Maihofer, P. Noll, C. Roxin, R. Schmitt, H. Schultz, G. Stratenwerth, y W. Stree.vii Seelman, Klaus. “Fines penales y reparación”. Citado por Pérez Sanzberro, Guadalupe. “Reparación y conciliación en el sistema penal. ¿Apertura de una nueva vía?” Comares. Granada. 1999. Pág. 211 y sgtes.viii Ibidem.ix Huber, Bárbara. “Sanciones intermedias entre la pena de multa y la pena privativa de libertad”: En Anuario de derecho penal y ciencias penales. Tomo XLVII. Fascículo III. Ministerio de Justicia. Madrid. 1994.x Bacigalupo, Enrique. Op. Cit. en 3.xi Roxin, Claus. “La reparación en el sistema jurídico-penal de sanciones”; traducción de Manzanares, Jornadas sobre la Reforma del Derecho Penal en Alemania. C.G.P. Madrid. 1991. Pág. 19 y sgtes.xii Roxin, Claus. Op. Cit. en 5.xiii Roxin, Claus. La reparación... p. 21. También en “¿Tiene futuro el derecho penal?”. Traducción de E. Borja. Poder Judicial 49/1998. Madrid. p. 389-390.xiv Una postura minoritaria sostiene que la reparación o compensación entre autor y víctima tiene sentido en el apaciguamiento de las relaciones entre ambos, y entre el autor y la comunidad, por lo tanto, entienden que constituye un fin autónomo de las sanciones i 19 penales. En este sentido manifiesta Stratenwerth (“Derecho Penal. Parte General”. Edersa. Madrid. 1976) que no pueden integrarse en el sistema de los fines de la pena, lo que no ocurriría si la reparación fuera considerada un nuevo fin de las consecuencias jurídicopenales.xv Ver Binding, Karl.; von Liszt, Frank. “Tratado de derecho penal”. Reus. Madrid. 1999; y Merkel, Paul. “Derecho penal”. Traducido por P. Dorado. La España Moderna. Madrid. S/f.xvi No obstante ello, los autores suelen referirse a la autonomía de las sanciones penales dentro de una clasificación más amplia de las características que contienen las mismas. En el tema que estamos tratando no parece revestir una significación especial la naturaleza jurídica de la reparación.xvii Acompañan esta posición con algunas variantes L. Gracia Martín, P. Albrecht, S. Mir Puig, E. Calderón Susín, y J. Álvarez García. Ver por todos Alasteuy Dobón, M. Carmen. “La reparación a la víctima en el marco de sanciones penales”. Tirant lo blanch. Valencia, 2000.xviii Conf. Dieter Rössner citado por Pérez Sanzberro, Guadalupe. “Reparación y conciliación en el sistema penal. ¿Apertura de una nueva vía?”. Comares. Granada. 1999.xix Bacigalupo, Enrique. “Principio de culpabilidad, carácter de autor y poena naturalis en el Derecho Penal actual”. Teorías actuales en el Derecho Penal. Ad-Hoc. Buenos Aires. 1998.xx Conf. Rössner, Dieter. La exposición hecha por Pérez Sanzberro, G. Op. Cit. en 18.xxi Hirsch, Hans J. “La reparación del daño en el derecho penal material”. En De los delitos y de las víctimas. Ad Hoc. Buenos Aires. 1992.xxii Ibidem.xxiii Schüler-Springorum, Horst. “Cuestiones básicas y estrategias de la política criminal”. Depalma. Buenos Aires. 1989.xxiv López Barja de Quiroga, Jacobo. “La tercera vía”. En La mediación penal. Justicia i societat nº 19. Generalitat de Catalunya. Barcelona. 1999.xxv Entre ellos Sessar, Grenhuijsen y Frehsse citados por Alastuey Dobón, M. Carmen. “La reparación a la víctima en el marco sanciones”. Tirant Lo blanch. Valencia. 2000.xxvi El modelo de reparación se encuentra en Inglaterra bajo el nombre de compensation orders introducido en la Criminal Justice Act de 1972. Ver Sanz Mulas, Nieves. “Alternativas a la pena privativa de libertad”. Colex. Madrid. 2000. p. 368, y Huber, Bárbara. “Community service order como alternativa a la pena privativa de libertad en Inglaterra”. En Anuario de derecho penal y ciencias penales. Nº 36. Ministerio de Justicia. Madrid. 1983.xxvii Fellini, Zulita y Verde, Claudia. “Legislación comparada”. En Mediación Penal. Reparación como tercera vía en el sistema penal juvenil. Lexis Nexis. Buenos Aires. 2002.xxviii Ibidem.xxix Varona Martínez, Gema. “La mediación reparadora como estrategia de control social. Una perspectiva criminológica”. Estudios de derecho penal nº 10. Comares. Granada. 1998.xxx Fellini, Zulita y Verde, Claudia. “La experiencia alemana”. En Mediación penal. Reparación como tercer vía en el sistema penal juvenil. Lexis Nexis. Buenos Aires. 2002.xxxi Roxin, Claus. Op. Cit en 5.xxxii “Proyecto Alternativo sobre reparación penal”. Fundación Konrad Adenauer. CIEDLA. Munich. 1992.xxxiii J. Baumann, A. E. Brauneck, M. Burgstaller, A. Eser, B. Huber, H. Jung, U. Klug, H. Luhter, W. Maihofer, B. B. Meier, P. Riess, F. Riklin, D. Rössner, K. Rolinski, C. Roxin, H. Schöch, H. Schüler-Springorum, y TH. Weigend.xxxiv Ferrajoli, Luigi. “Derecho y razón. Teoría del garantismo penal”. Trotta. Madrid. 1998.- 20 xxxv Roxin, Claus. Op. Cit en 5.Zielinski, Diethart. “Disvalor de acción y disvalor de resultado en el concepto de ilícito”. Hammurabi. Buenos Aires. 1990. También Struenseer, Eberhard. “Dolo, tentativa y delito punitivo”. Hammurabi. Buenos Aires. 1992.xxxvii Fellini, Zulita. “Introducción”. En Mediación penal. Tercera vía en el sistema penal juvenil. Lexis Nexis. Buenos Aires. 2002.xxxviii Roxin, Claus. Op. Cit. en 5.xxxix López Barja de Quiroga, Jacobo. Op. Cit en 24.xl Proyecto Alternativa sobre Reparación Penal. Op. Cit en 32.xli Schmidt, Eberhard. “Los fundamentos teóricos y constitucionales del derecho procesal penal”. Bibliográfica Argentina. Buenos Aires. 1957.xlii Respecto del “Corpus Iuris europeo”, puede verse: Delmas-Marty, Mireille; “Hacia un modelo europeo de proceso penal” y Vallejo, Manuel J.; “El espacio judicial común europeo y la unificación del derecho penal y procesal penal en Europa: el Corpus Iuris europeo”; ambos artículos publicados en la revista “Crimen y Castigo”, del Departamento de Derecho Penal y Criminología de la Facultad de Derecho (UBA), Nº1. agosto de 2001.xliii Para un desarrollo del tema ver López Barja de Quiroga, Jacobo. “Instituciones de derecho procesal penal”. Akal/iure. Madrid. 1999.xxxvi xliv Italia y España, por ejemplo.Claria Olmedo, Jorge.“Tratado de Derecho Procesal Penal”. Rubinzal-Culzoni. Buenos Aires. 1998.xlvi En cambio los criterios selectivos no institucionalizados, tiene dos orígenes distintos: el fenómeno conocido como “cifra negra” y la selección que los operadores de justicia realizan, ante la imposibilidad fáctica de perseguir todos los hechos punibles. En consecuencia, opera en forma caótica e irracional.xlvii Mill de Pereyra, Rita. “Resolución alternativa de conflictos penales”. Ponencia presentada en el marco del X Congreso Nacional y II Regional sobre “Acceso a la justicia y proceso judicial”: Asociación de Mujeres Jueces de Argentina. Buenos Aires. Junio de 2003.xlviii Cafferata Nores, José. “Cuestiones actuales sobre el proceso penal”. Del Puerto. Buenos Aires. 2000.xlix Solimine, Marcelo. “Los mecanismos de resolución alternativa de conflictos como opción frente a la crisis del sistema de justicia penal”. Ponencia presentada en el marco del X Congreso Nacional y II Regional sobre “Acceso a la justicia y proceso judicial”: Asociación de Mujeres Jueces de Argentina. Buenos Aires. Junio de 2003.l Ver López Barja de Quiroga Jacobo. Op. Cit en 43.li Para un completo análisis sobre el tema ver Stippel, J. y Marchisio, A. “Principio de oportunidad y salidas alternativas al juicio oral en América Latina”. Ad-hoc. Buenos Aires. 2002.lii Un estudio en particular de cada país puede ser consultado en Maier, J., Ambos, K. y Woischnik, J. “Las reformas procesales penales en América Latina”. Ad hoc. Buenos Aires. 2000.liii Como ejemplos cabe mencionar el Código de la Provincia de Buenos Aires y la ley de mediación penal de la provincia del Chaco.liv Cevasco, Luis. “Las alternativas a la solución de conflictos y la Constitución Nacional”. Exposición presentada en el X Congreso Nacional y II Regional sobre “Acceso a la justicia y proceso judicial”: Asociación de Mujeres Jueces de Argentina. Buenos Aires. Junio de 2003.lv “Deberán iniciarse de oficio todas las acciones penales, con excepción de las siguientes: 1) Las que dependan de instancia privada. 2) Las acciones privadas.”.xlv 21 lvi Para una clara distinción entre los principios de oficialidad, legalidad, oportunidad y acusatorio, puede verse Roxin, Claus; “Derecho Procesal Penal”. Del Puerto. Buenos Aires 2000.lvii Para un desarrollo extenso sobre el tema ver Herbel, Gustavo. “Constitución, acción penal y criterios de oportunidad (La facultad provincial de fijar criterios de oportunidad en materia penal)”.lviii Art. 26: “En los casos de primera condena a pena de prisión que no exceda de tres años, será facultad de los tribunales disponer en el mismo pronunciamiento que se deje en suspenso el cumplimiento de la pena. Esta decisión deberá ser fundada, bajo sanción de nulidad, en la personalidad moral del condenado, su actitud posterior al delito, los motivos que lo impulsaron a delinquir, la naturaleza de los hechos y...”.lix Conf. Art. 27 bis: “Al suspender condicionalmente la ejecución de la pena, el tribunal deberá disponer que, durante el plazo que fijará entre dos y cuatro años, según la gravedad del delito, el condenado cumpla todas o algunas de las siguientes reglas de conducta, en tanto resulten adecuadas para prevenir la comisión de nuevos delitos: 1. Fijar residencia y someterse al cuidado de un patronato. 2. Abstenerse de concurrir a determinados lugares o de relacionarse con determinadas personas. 3. Abstenerse de usar estupefacientes o de abusar de bebidas alcohólicas. 4. Asistir a la escolaridad primaria, si no la tuviere cumplida. 5. Realizar estudios o prácticas necesarios para su capacitación laboral o profesional. 6. Someterse a un tratamiento médico o psicológico, previo informe que acredite su necesidad y eficacia. 7. Adoptar oficio, arte, industria o profesión, adecuado a su capacidad. 8. Realizar trabajos no remunerados a favor del Estado o de instituciones de bien público, fuera de los horarios habituales de trabajo. Las reglas podrán ser modificadas por el tribunal según resulte conveniente al caso. Si el condenado no cumpliere con alguna regla, el tribunal podrá disponer que no se compute como plazo de cumplimiento todo o parte del tiempo transcurrido hasta ese momento. Si el condenado persistiere o reiterare el incumplimiento, el tribunal podrá revocar la condicionalidad de la condena. El condenado deberá entonces cumplir la totalidad de la pena de prisión impuesta en la sentencia”.lx Conf.. Art 40: “En las penas divisibles por razón del tiempo o de cantidad, los tribunales fijarán la condenación de acuerdo con las circunstancias atenuantes o agravantes particulares a cada caso y de conformidad a las reglas del artículo siguiente”. Art. 41: “A los efectos del artículo anterior, se tendrá en cuenta: 1. La naturaleza de la acción y los medios empleados para ejecutarla y la extensión de daño y el peligro causados; 2. La edad, la educación, las costumbres y la conducta precedente del sujeto, la calidad de los motivos que lo determinaron a delinquir, especialmente la miseria o la dificultad de ganarse el sustento propio necesario y el de los suyos, la participación que haya tomado en el hecho, las reincidencias en que hubiera incurrido y los demás antecedentes y condiciones personales, así como los vínculos personales, la calidad de las personas y las circunstancias de tiempo, lugar, modo y ocasión que demuestren su mayor o menor peligrosidad. El juez deberá tomar conocimiento directo y de visu del sujeto, de la víctima y de las circunstancias del hecho en la medida requerida en cada caso”.lxi Conf. Art. 76 bis: “El imputado de un delito de acción pública reprimido con una pena de reclusión o prisión cuyo máximo no exceda de tres años, podrá solicitar la suspensión del juicio a prueba. En los casos de concurso de delitos, el imputado también podrá solicitar la suspensión del juicio a prueba si el máximo de la pena de reclusión o prisión aplicable no excediese de tres años. Al presentar la solicitud, el imputado deberá ofrecer hacerse cargo de la reparación del daño en la medida de lo posible, sin que ello implique confesión ni reconocimiento de la responsabilidad civil correspondiente. El juez decidirá sobre la razonabilidad del ofrecimiento en resolución fundada. La parte damnificada podrá aceptar o no la reparación ofrecida, y en este último caso, si la realización del juicio se suspendiere, tendrá habilitada la acción civil correspondiente. Si las circunstancias del 22 caso permitieran dejar en suspenso el cumplimiento de la condena aplicable, y hubiese consentimiento del fiscal, el tribunal podrá suspender la realización del juicio. Si el delito o alguno de los delitos que integran el concurso estuviera reprimido con pena de multa aplicable en forma conjunta o alternativa con la de prisión, será condición, además, que se pague el mínimo de la multa correspondiente. El imputado deberá abandonar a favor del Estado, los bienes que presumiblemente resultarían decomisados en caso que recayera condena. No procederá la suspensión del juicio a prueba cuando un funcionario público, en el ejercicio de sus funciones, hubiese participado del delito. Tampoco procederá la suspensión del juicio a prueba respecto de los delitos reprimidos con pena de inhabilitación”.lxii Conf. Art. 132: “En los delitos previstos en los artículos 119: 1º, 2º, 3º párrafos, 120: 1º párrafo y 130 la víctima podrá instar el ejercicio de la acción penal pública con el asesoramiento o representación de instituciones oficiales o privadas sin fines de lucro de protección o ayuda a las víctimas. Si ella fuere mayor de dieciséis años podrá proponer un avenimiento con el imputado. El Tribunal podrá excepcionalmente aceptar la propuesta que haya sido libremente formulada y en condiciones de plena igualdad, cuando, en consideración a la especial y comprobada relación afectiva preexistente, considere que es un modo más equitativo de armonizar el conflicto con un mejor resguardo del interés de la víctima. En tal caso la acción penal quedará extinguida; o en el mismo supuesto también podrá disponer la aplicación al caso de lo dispuesto por los artículos 76 ter y 76 quarter del Código Penal”.lxiii Art. 72 del Código Penal.lxiv Conf. Art. 64: “La acción penal por delito reprimido con multa se extinguirá en cualquier estado de la instrucción y mientras no se haya iniciado el juicio, por el pago voluntario del mínimo de la multa correspondiente y la reparación de los daños causados por el delito. Si se hubiese iniciado el juicio deberá pagarse el máximo de la multa correspondiente, además de repararse los daños causados por el delito...”.lxv Ley de estupefacientes.lxvi Protección del orden constitucional y la vida democrática.lxvii Régimen penal tributario. Delitos tributarios.lxviii Hechos de terrorismo. Arrepentido.lxix Fellini, Zulita. “Derecho penal de menores”. Ad Hoc. Buenos Aires. 1996.lxx Conf. Art. 4 de la ley 22.278: “La imposición de pena respecto del menor a que se refiere el Art. 2 estará supeditada a los siguientes requisitos: 1. Que previamente haya sido declarada su responsabilidad penal y civil si correspondiere, conforme a las normas procesales. 2. Que haya cumplido dieciocho años de edad. 3. Que haya sido sometido a un período de tratamiento tutelar no inferior a un año, prorrogable en caso necesario hasta la mayoría de edad. Una vez cumplidos estos requisitos, si las modalidades del hecho, los antecedentes del menor, el resultado del tratamiento tutelar y la impresión directa recogida por el juez hicieren necesario aplicarle una sanción, así lo resolverá, pudiendo reducirla en la forma prevista para la tentativa. Contrariamente, si fuese innecesario aplicarle una sanción, lo absolverá, en cuyo caso podrá prescindir del requisito del inc. 2”.lxxi Basilico, Ricardo. “La Mediación en el sistema penal. Contribución para un mejor sistema de resolución de conflictos (Hacia un Derecho penal y Procesal penal de realidad). Exposición presentada en el X Congreso Nacional y II Regional sobre “Acceso a la justicia y proceso judicial”: Asociación de Mujeres Jueces de Argentina. Buenos Aires. Junio de 2003.lxxii Título 4: Reparación de perjuicios. Art. 29: “La sentencia condenatoria podrá ordenar: 1. la reposición al estado anterior a la comisión del delito, en cuanto sea posible, disponiendo a ese fin las restituciones y demás medidas necesarias. 2. la indemnización del 23 daño material y moral causado a la víctima, a su familia o a un tercero, fijándose el monto prudencialmente por el juez en defecto de plena prueba. 3. el pago de las costas”.lxxiii Righi, Esteban. “Teoría de la pena”. Hammurabi. Buenos Aires. 2001.- 24