EL CONGREZOO Y LA VIGENCIA DE GONZÁLES PRADA Cuando asistíamos al escandaloso suceso de Elsa Canchaya, muchos ni se inmutaron porque está tan desprestigiado el Parlamento Nacional que, el común de la gente decía algo así como esto:”va a quedar en nada”. Este escepticismo, naturalmente que no es gratuito. Muy bien ganado se lo tiene uno de los poderes más desprestigiados en los últimos tiempos. Y en efecto, tras la empleada “fantasma” de la Canchaya, vinieron otros casos similares, como es el –hasta ese momento poco conocido, al menos por labor legislativa- congresista Menchola, luego se descubre el caso del fujimorista Pando, y luego vendría la “otra Canchaya”, es decir la sobrinísima (de un inefable alto magistrado) Tula Benítes. Pero este Congrezoo –epìteto muy utilizado por Andrés Bedoya U., y por algunos críticos, entre los cuales se incluye este servidor- tenía y tiene para mucho más, sino que lo diga Tomás Cenzano otro ilustre desconocido por las mayorías pues tampoco se hizo conocido por labor legislativa alguna; sí, ese mismo que utilizando una camioneta del Estado para hacer campaña política, resultó responsable de una muerte. Pero el último capítulo de esta desvergüenza la dieron la mayoría de la Célula parlamentaria Aprista (CPA), cuando descaradamente hicieron vanos intentos por detener la sanción a la parlamentaria trujillana. Primero fue la postergación del debate en Comisiones y, los últimos días, las presiones y amenazas para evitar la sanción de 120 días que a don Mauricio Mulder le parece un exceso porque, según él “se rompe un principio básico del Derecho”(Correo, edición Trujillo, 08 set.), o la insólita justificación del fujimorista Rolando Souza quien se opuso a la sanción arguyendo que el diario Perú 21 cometió un delito al publicar el material que devino en denuncia contra la Benites (Perú 21, 08 set.); habría que citar también la actitud de otro tránsfuga y sucio personaje, don Carlos Torres Caro quien pidió simplemente, que se archive el caso, pues él es primo hermano de Fermín Caro, esposo de la “Canchaya del APRA”. Bueno, realmente amigos lectores, los casos son tantos que estas líneas quedarían cortas. Aquí es preciso detenerse para hacer una precisión. Las sanciones alcahuetas de sus congéneres, esa rara especie política que ha devenido en un inmenso grupo que parece haber ido al pozo séptico pensando hacia sus adentros jurar “por Dios y por la plata”, es tan vergonzosa como leve, máxime si tomamos en cuenta que se han cometido ilícitos penales como falsedad genérica, asociación ilícita para delinquir, apropiación ilícita en el caso de los “trabajadores fantasmas” y, además, delito contra la vida en el caso de Cenzano. Delitos estos que ameritan acusación constitucional y un ulterior desaforo, seguido de prisión efectiva. Revísese el Código Penal. Pero, desprestigiado este Parlamento, eso no es novedad. Estos penosos hechos nos traen a la memoria a esos tránsfugas que se vendieron a la mafia fujimontesinista recibiendo inmensas cantidades de dinero mal habido, provenientes, ora del fisco ora del narcotráfico. Pero la memoria, por asociación, nos trae al penoso presente cuando somos testigos de la espuria alianza entre el grueso de la CPA y el desvergonzado grupillo fujimontesinista para hacer una mayoría pírrica que se une a fin de promover la impunidad e inmunidad de quienes cometieron ilícitos penales, o peor aun, delitos de lesa humanidad, tanto en el quinquenio 1985-1990 como en la nefasta década 19902000. Como conclusión de estos condenables espectáculos, maniobras, componendas y demás alcahueterías, tenemos una firme convicción: las débiles líneas políticas, e ideologías inclusive, que un tiempo atrás algo de vigencia tuvieron, ya no existen, más bien han dado paso a apetitos personales y de grupillos nefastos que medran en el desprestigiado ámbito político de nuestro país. Por eso es que, más que nunca toma vigencia el gran Gonzáles Prada cuando decía que “en esos cuerpos legislativos, en esa deforme aglomeración de hombres incoloros, incapaces y hasta inconscientes, hubo casi siempre la feria de intereses individuales, muy pocas veces la lucha por una idea ni por un interés nacional” (extraído de “Horas de lucha”). José Cedeño León Docente UNS