Derecho Constitucional Unidad 17 (primera parte) I - Las funciones del Congreso

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DERECHO CONSTITUCIONAL
UNIDAD 17
Derecho Constitucional
Unidad 17 (primera parte)
I - Las funciones del Congreso
A – Función preconstituyente (remisión a reforma constitucional –
Unidad 5)
Respecto a ésta función, remitimos a lo estudiado respecto a la “Reforma
constitucional”.
Sólo recordaremos que el proceso de reforma comienza en el Congreso con la sanción
de la declaración de la necesidad de la reforma. Todos los precedentes argentinos han
adoptado la forma de ley, aunque bien podría sancionar el Congreso una declaración
conforme a las exigencias que el art. 30 establece. Como toda ley puede iniciarse en
cualquiera de las dos cámaras ya sea por un proyecto presentado por diputados o
senadores o bien por el Poder Ejecutivo.
B – Función legislativa: formación y sanción de las leyes
Art. 77.-Las leyes pueden tener principio en cualquiera de las
Cámaras del Congreso, por proyectos presentados por sus miembros
o por el Poder Ejecutivo, salvo las excepciones que establece esta
Constitución.
(*)Los proyectos de ley que modifiquen el régimen electoral y de
partidos políticos deberán ser aprobados por mayoría absoluta del
total de los miembros de las Cámaras.
Al congreso se lo llama órgano legislativo o “poder legislativo”, porque legisla. En el
reparto orgánico y funcional que la técnica del poder efectúa, la función primordial y
fundamental de este órgano es emitir la ley. Pero no la función única. El congreso,
además de legislar, cumple funciones administrativas, realiza actividad genuinamente
política, y a veces también jurisdiccional.
En segundo lugar, quiere decir que en la estructura de los órganos de poder,
“únicamente legisla el congreso”; no lo hace el ejecutivo ni lo hacen los jueces.
Después de la reforma de 1994, las disposiciones de carácter legislativo que con forma
de decretos de necesidad y urgencia dicta el poder ejecutivo, y los decretos también
emanados de él por delegación legislativa, vienen precedidos por prohibiciones en los
arts. 99 inc. 3º, y 76, respectivamente, y rodeados de un severo marco de
excepcionalidad.
En tercer lugar, hoy se acentúa la necesidad de que el congreso, tanto en su función
legislativa como en la que no lo es, asuma en plenitud el rol de control sobre el poder
ejecutivo.
La etapa exclusivamente congresional en el proceso de formación de la ley
El proceso legislativo de formación de la ley consta de tres etapas o fases:
a) la iniciativa o formulación del proyecto;
b) la constitutiva o de “sanción” del proyecto;
c) la de eficacia, o de promulgación y publicación de la ley.
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La iniciativa puede provenir del seno del mismo congreso, o del poder ejecutivo y, con
la reforma de 1994, también del cuerpo electoral en la forma prevista en el art. 39 de la
constitución.
La etapa constitutiva, consistente en la sanción del proyecto, está a cargo del congreso y
transita por los cauces que regulan los arts. 78 a 84. Después de la reforma, también
puede insertarse el mecanismo de la consulta popular previsto en el art. 40 de la
constitución.
La etapa de eficacia está a cargo del poder ejecutivo; en los casos en que la propia
constitución dispone excepcionalmente que la promulgación sea automática, o que el
proyecto sancionado no puede ser vetado, o que queda sancionado como ley (por ej., en
los arts. 40 y 83) el margen de arbitrio de que dispone normalmente el ejecutivo en la
etapa de eficacia se reduce mucho.
Una conducta ejemplarizada por el derecho espontáneo consiste en la expedición de
todos los actos del congreso con forma de ley. El congreso cumple todos sus actos
dictando leyes, es decir, con “forma de ley”. Aparecen de este modo actos que por su
esencia, materia, contenido o sustancia, no son legislativos (sino políticos o
administrativos) pero que tienen forma de ley.
Es fácil entender que la “ley” formal es sólo ley (material) cuando crea derecho nuevo.
Todo otro acto que no sea creación de derecho nuevo, aunque emane del congreso y
tenga forma de ley, no es materialmente una ley.
La sanción de las leyes: Su ubicación en el proceso de formación de la ley
El ejercicio de la función legislativa como etapa o fase constitutiva de la ley en el marco
de la estructura de poder está a cargo del congreso, y transita separadamente en cada
cámara; la cámara donde empieza el tratamiento del proyecto se llama “cámara de
origen”, y la otra se llama “cámara revisora”.
Cuando en el proceso de formación de la ley se intercala una consulta popular
vinculante, el cuerpo electoral—que no es un órgano del poder estatal— participa desde
la sociedad con su voto afirmativo o negativo en el comicio, y si es afirmativo
convierte en ley al proyecto consultado.
Cada cámara aprueba por sí el proyecto, siguiendo los mecanismos previstos en los arts.
78 a 84. Lograda tal aprobación en las dos, el proyecto queda sancionado, usándose
para la sanción la fórmula establecida en el art. 84: “El Senado y Cámara de Diputados
de la Nación Argentina, reunidos en congreso … decretan o sancionan con fuerza de
ley”.
La sanción del proyecto de ley es un acto complejo, porque requiere el concurso de dos
órganos, que son cada una de las cámaras. Acto complejo interno o intraórgano,
porque concurren a formarlo las voluntades de órganos —cámaras— que pertenecen a
un mismo órgano —congreso—. Y todavía más: a este acto complejo de la sanción de
la ley se le añade, en la etapa de eficacia, la voluntad de otro órgano —poder ejecutivo
con refrendo ministerial— que promulga la ley, con lo que la ley también es un acto
complejo interórganos o externo, ya que concurren las voluntades del congreso y del
poder ejecutivo.
En el caso de consulta popular, concurre desde la sociedad la decisión del cuerpo
electoral participante, que integra al acto estatal con una voluntad ajena al aparato
gubernativo.
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Art. 78.- Aprobado un proyecto de ley por la Cámara de su origen,
pasa para su discusión a la otra Cámara. Aprobado por ambas, pasa
al Poder Ejecutivo de la Nación para su examen; y si también obtiene
su aprobación, lo promulga como ley.
Los esquemas simplificados serían los siguientes:
Sanción
+
Promulgación
Cámara de Senadores
Poder ejecutivo
Y Cámara de diputados
Acto complejo Acto complejo interno
acto complejo externo
CONGRESO
PODER EJECUTIVO
=
L E Y (Acto complejo externo)
Los mecanismos constitucionales de la sanción de la ley
En el procedimiento de formación y sanción de las leyes que ahora regulan los artículos
77 a 84, hay algunas innovaciones respecto de la constitución antes de su reforma.
Asimismo, ya vimos que los arts. 39 y 40 han introducido en el proceso de formación de
la ley dos formas de participación social posible, que son la iniciativa legislativa
popular y la consulta popular. Ambas intercalan al cuerpo electoral —que no es un
órgano de poder— como sujeto auxiliar del estado para el mecanismo legislativo.
La cámara de origen
El art. 77 establece:
“Las leyes pueden tener principio en cualquiera de las Cámaras del
Congreso, por proyectos presentados por sus miembros o por el
Poder Ejecutivo, salvo las excepciones que establece esta
Constitución.”
El nuevo texto no consigna directamente la mención específica de esas excepciones.
Es bueno entonces clarificar la norma de los arts. 52 y 77, y agrupar las leyes que en
virtud de otros artículos deben iniciar su tratamiento en una cámara determinada; o sea,
las que no pueden tener a cualquiera de ellas como cámara de origen para iniciar el
tratamiento del proyecto.
Son las siguientes:
a) leyes sobre contribuciones (igual que antes); en cámara de diputados; ver el art. 52;
b) leyes sobre reclutamiento de tropas (igual que antes); en cámara de diputados; ver el
art. 52;
c) leyes cuyos proyectos son propuestos por ciudadanos en ejercicio del derecho de
iniciativa previsto en el art. 39; en cámara de diputa-dos; ver el art. 39;
d) leyes mediante las cuales el congreso decida someter un proyecto de ley a consulta
popular, conforme al art. 40; en cámara de diputados; ver el art. 40;
e) ley-convenio entre el estado federal y las provincias que instituye el régimen de
coparticipación impositiva, conforme al art. 75 inc. 2º; en cámara de senadores; ver el
art. 75 inciso 2º;
f) leyes que proveen al crecimiento armónico de “la nación” y al poblamiento de su
territorio, y que promueven políticas diferenciadas para equilibrar el desigual desarrollo
relativo de provincias y regiones conforme al art. 75 inc. 19; en cámara de senadores;
ver el art. 75 inciso 19.
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Sanción en Comisión
Art. 79.- Cada Cámara, luego de aprobar un proyecto de ley en
general, puede delegar en sus comisiones la aprobación en particular
del proyecto, con el voto de la mayoría absoluta del total de sus
miembros. La Cámara podrá, con igual número de votos, dejar sin
efecto la delegación y retomar el trámite ordinario. La aprobación en
comisión requerirá el voto de la mayoría absoluta del total de sus
miembros. Una vez aprobado el proyecto en comisión, se seguirá el
trámite ordinario.
Asimismo comprendemos que la aprobación en comisión viene adjudicada a una
decisión de cada cámara, por lo que un mismo proyecto puede recibir tal mecanismo
sancionatorio en la que así lo resuelve, y no tenerlo en la otra.
Por último, el art. 79 estipula mediante qué quorum las comisiones pueden dar
aprobación al proyecto, lo que hace pensar qué ocurre cuando el proyecto es alguno de
los que de acuerdo con otras disposiciones de la constitución necesitan de un quorum
agra-vado.
A nuestro criterio, el quorum de la mayoría absoluta del total de miembros de la
comisión que habilita el art. 79 es el que rige para proyectos comunes, pero cuando se
trata de una ley que requiere un quorum mayor por expresas cláusulas constitucionales,
se ha de trasladar esa exigencia al supuesto de la aprobación en comisión. De lo
contrario, el agravamiento del quórum que la constitución considera necesario para
determinadas leyes se podría burlar fácilmente con solo decidir las cámaras que la
aprobación en particular quedara delegada a sus comisiones.
Otros casos
También debemos recordar que existe la posibilidad de la sanción de leyes mediante
consulta popular vinculante, y ya aludimos a este mecanismo del nuevo art. 40, que
queda librado a la decisión del congreso, por iniciativa de su cámara de diputados, con
la característica de que la ley de convocatoria a consulta popular no puede ser objeto de
veto.
También recordamos que existen algunos casos previstos de “quorum especial” y
diversas normas han especificado en el nuevo texto un quorum especial o agravado para
las decisiones propias de las cámaras del congreso, tanto relativas a competencias
privativas como a las comunes a ambas.
Rechazo y modificaciones introducidas por la cámara revisora
Según lo hemos visto, una vez que un proyecto de ley se origina en alguna de las
cámaras del Congreso (cámara de origen), pasa para su tratamiento a la otra (cámara
revisora). Si ésta lo aprueba, el proyecto es ley, y sólo queda la etapa de promulgación
por el poder ejecutivo.
Pero puede suceder el caso que la cámara revisora rechace el proyecto o le haga
modificaciones. En éstos casos, la Constitución prevé:
Art. 81.- Ningún proyecto de ley desechado totalmente por una de las
Cámaras podrá repetirse en las sesiones de aquel año.
Si el proyecto es rechazado totalmente, se archiva y no se vuelve a tratar durante ese
año legislativo.
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Ninguna de las Cámaras puede desechar totalmente un proyecto que
hubiera tenido origen en ella y luego hubiese sido adicionado o
enmendado por la Cámara revisora. Si el proyecto fuere objeto de
adiciones o correcciones por la Cámara revisora, deberá indicarse el
resultado de la votación a fin de establecer si tales adiciones o
correcciones fueron realizadas por mayoría absoluta de los presentes
o por las dos terceras partes de los presentes. La Cámara de origen
podrá por mayoría absoluta de los presentes aprobar el proyecto con
las adiciones o correcciones introducidas o insistir en la redacción
originaria, a menos que las adiciones o correcciones las haya
realizado la revisora por dos terceras partes de los presentes. En este
último caso, el proyecto pasará al Poder Ejecutivo con las adiciones o
correcciones de la Cámara revisora, salvo que la Cámara de origen
insista en su redacción originaria con el voto de las dos terceras
partes de los presentes. La Cámara de origen no podrá introducir
nuevas adiciones o correcciones a las realizadas por la Cámara
revisora.
Por otro lado la aprobación por cada Cámara debe realizarse expresamente por ellas, y
no se acepta la aprobación tácita:
Art. 82.- La voluntad de cada Cámara debe manifestarse
expresamente; se excluye, en todos los casos, la sanción tácita o ficta.
Promulgación y derecho de “veto” del Poder ejecutivo
Aprobado ya el proyecto por el Congreso, pasa al Poder ejecutivo. Si éste está de
acuerdo lo promulga, y se transforma en ley, la que deberá ser publicada (en éste caso sí
existe la promulgación tácita si hay silencio). En cambio si no está de acuerdo, lo puede
“vetar”, es decir rechazarlo y devolverlo al Congreso. Así es como se establece:
Art. 80.- Se reputa aprobado por el Poder Ejecutivo todo proyecto no
devuelto en el término de diez días útiles. Los proyectos desechados
parcialmente no podrán ser aprobados en la parte restante. Sin
embargo, las partes no observadas solamente podrán ser
promulgadas si tienen autonomía normativa y su aprobación parcial
no altera el espíritu ni la unidad del proyecto sancionado por el
Congreso. En este caso será de aplicación el procedimiento previsto
para los decretos de necesidad y urgencia.
Sin embargo el Congreso puede insistir con un proyecto que haya sido vetado por el
Poder ejecutivo, siempre y cuando se den las siguientes condiciones, de lo contrario el
proyecto se entiende que ha fracasado:
Art. 83.- Desechado en el todo o en parte un proyecto por el Poder
Ejecutivo, vuelve con sus objeciones a la Cámara de su origen: ésta lo
discute de nuevo, y si lo confirma por mayoría de dos tercios de votos,
pasa otra vez a la Cámara de revisión. Si ambas Cámaras lo
sancionan por igual mayoría, el proyecto es ley y pasa al Poder
Ejecutivo para su promulgación. Las votaciones de ambas Cámaras
serán en este caso nominales, por sí o por no; y tanto los nombres y
fundamentos de los sufragantes, como las objeciones del Poder
Ejecutivo, se publicarán inmediatamente por la prensa. Si las
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Cámaras difieren sobre las objeciones, el proyecto no podrá repetirse
en las sesiones de aquel año.
Por último aclaramos que según la C.N. está prohibido el veto parcial, es decir de una
parte del proyecto, salvo que ésta parte tenga suficiente independencia del resto del
mismo, en cuyo caso sí se acepta el veto parcial.
Delegación legislativa
El art. 76 dice:
“Se prohíbe la delegación legislativa en el Poder Ejecutivo, salvo en
materias determinadas de administración o de emergencia pública,
con plazo fijado para su ejercicio y dentro de las bases de la
delegación que el Congreso establezca.
La caducidad resultante del transcurso del plazo previsto en el
párrafo anterior no importará revisión de las relaciones jurídicas
nacidas al amparo de las normas dictadas en consecuencia de la
delegación legislativa.”
La excepción permisiva viene concedida para “materias determinadas de
administración” o de “emergencia pública”. Las expresiones son harto vagas y muy
poco concisas, por lo que tememos que se las invoque en demasía con cualquier
pretexto y con escasa precisión.
En efecto, materias de “administración” viene a abrir un espacio amplísimo donde toda
la doctrina del derecho público encuentra dificultades para demarcar con seguridad y
caso por caso qué es y qué no es “administración”.
Lo de “emergencia pública” tampoco exhibe claridad. La doctrina de las emergencias ha
sido usada y abusada en nuestra praxis constitucional, y guarda parentesco con las
llamadas situaciones de excepción. ¿Será o no afín a las “cicunstancias excepcionales”
aludidas en el art. 99 inciso 3º cuando viabiliza los decretos de necesidad y urgencia? Si
acaso los artículos 76 y 99 inciso 3º están atendiendo a una misma situación para
excepcionar prohibiciones genéricas y para permitir, en el primero, la delegación del
congreso en favor del ejecutivo, y en el segundo para dejarle al ejecutivo la facultad de
suplir directamente al congreso por sí mismo, la cuestión se nos complica demasiado.
Por eso, creemos que no es razonable suponer que la constitución deja opción libre para
usar la delegación legislativa o los decretos de necesidad y urgencia en las mismas
situaciones, ni para imaginar que son remedios alternativos a emplear por las mismas
causas.
Tampoco se aclara en el art. 76 qué significa delegar “dentro de las bases” que el
congreso establezca. Esas bases bien podrían surgir de una ley genérica que el congreso
dictara anticipadamente para todos los casos en reglamentación global al art. 76, o
apuntar a la obligación de que, de dictarse o no esa ley, siempre cada ley de delegación
concreta hubiera de cumplir con el señalamiento de bases determinadas para el caso
concreto.
Las normas dictadas con habilitación del congreso por el poder ejecutivo han de adoptar
la forma de decretos, porque el inc. 12 del art. 100 otorga al jefe de gabinete de
ministros la competencia de “refrendar los decretos que ejercen facultades delegadas
por el congreso”. A su vez, el inciso recién citado agrega que dichos decretos estarán
sujetos al control de la Comisión Bicameral Permanente del congreso, pero no se
determina con qué alcance y efectos se ejerce tal control. La alusión genérica que en el
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primer párrafo del art. 100 se hace a la ley especial sobre número de ministros y su
competencia, permite entender que el tema cabe dentro de las regulaciones a cargo de
esta ley especial, pero siempre queda intacta la caducidad automática que contempla el
art. 76 in fine.
C – Función jurisdiccional: Juicio político y facultades disciplinarias
Remitimos a lo ya estudiado respecto al Juicio políticos y las facultades disciplinarias
de cada cámara respecto de sus miembros. Estos institutos los estudiamos como
mecanismos de control interórganos, y a ellos remitimos. No obstante, éstos
mecanismos forman parte de las llamadas funciones jurisdiccionales del Congreso
Nacional.
D – Función electoral
Eventualmente el Poder Legislativo ejerce la función de elegir al funcionario que deberá
desempeñarse a cargo del Poder ejecutivo.
La palabra acefalía, que proviene de la voz latina “acephalus” y de la griega “aképalos”,
significa privado de cabeza o sin cabeza. “Acefalía del poder ejecutivo” quiere decir que
el poder ejecutivo queda sin cabeza, o sea, sin titular; siendo el ejecutivo unipersonal,
eso ocurre cuando falta el único titular que tiene, es decir, el presidente. El poder
ejecutivo está acéfalo cuando por cualquier causa no hay presidente, o si lo hay no
puede ejercer sus funciones.
Que haya quien lo suceda, es otra cosa; la acefalía desaparecerá tan pronto ese alguien
reemplace al presidente de la república.
La CN prevé de qué forma serán reemplazados el Presidente y Vice ante diferentes tipos
de eventualidades que les impida continuar en ejercicio de cu cargo, ya sea de manera
definitiva o transitoria:
Art. 88.- En caso de enfermedad, ausencia de la Capital, muerte,
renuncia o destitución del presidente, el Poder Ejecutivo será ejercido
por el vicepresidente de la Nación. En caso de destitución, muerte,
dimisión o inhabilidad del presidente y vicepresidente de la Nación, el
Congreso determinará qué funcionario público ha de desempeñar la
Presidencia, hasta que haya cesado la causa de la inhabilidad o un
nuevo presidente sea electo.
Nótese que se prevé el caso de ausencia del Presidente o de éste y el Vice a la vez, pero
no el caso de ausencia solamente del Vice.
Las causales de acefalía
Si se lee detenidamente el art. 88, se observa que en la primera parte, donde se refiere al
presidente de la república, habla de “enfermedad”, “ausencia de la capital”, “muerte”,
“renuncia” o “destitución” (cinco causales). En cambio, en la segunda parte, cuando se
refiere al presidente y al vicepresidente, habla de “destitución”, “muerte”, “dimisión” o
“inhabilidad” (cuatro causales). Sin embargo, entiende el profesor Bidart Campos que:

Estamos ciertos de que, no obstante los matices diferenciales apuntados, para los
dos supuestos previstos en el art. 88 se trata siempre y solamente de “cinco” únicas
causales, de forma que las “cuatro” mentadas en la segunda parte son iguales (o
equivalen) a las “cinco” del vocabulario empleado al comienzo de la norma: a)
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enfermedad o inhabilidad (como equivalentes), b) ausencia de la capital (y con
más razón del país), c) muerte, d) renuncia o dimisión, e) destitución.


De las cinco causas, tres adquieren constancia fehaciente e indudable: a) la muerte
por sí sola; b) la renuncia, una vez aceptada por el congreso; c) la destitución, por
juicio político. Éstas a la vez son “definitivas o permanentes”.
Las otras dos requieren comprobación: la enfermedad o inhabilidad, y la ausencia de
la capital (y del país) no siempre son evidentes y públicas y, aun siéndolo, parece
menester que alguien (algún órgano competente) constante y declare que la causal se
ha configurado. Éstas generalmente serán “transitorias o temporarias”, salvo
enfermedad grave que de lugar al reemplazo del mismo.
La sucesión del vicepresidente
Cuando una causal de acefalía afecta al presidente, “el poder ejecutivo será ejercido por
el vicepresidente”, según reza la primera parte del art. 89. Hay acefalía, pero hay un
sucesor.
a) Si la acefalía es definitiva, el presidente cesa y la vacancia debe cubrirse en forma
permanente: el vice ejerce el poder ejecutivo por todo el resto del período presidencial
pendiente y asume el cargo en sí mismo, y se convierte en presidente; no es el vice “en
ejercicio del poder ejecutivo”, sino “el presidente”; con eso, desaparece la acefalía,
porque definitivamente el ejecutivo tiene un nuevo titular.
Con la transformación del vicepresidente en presidente, el órgano vicepresidencial
queda a su vez acéfalo; de allí en adelante, habrá presidente y no habrá vice.
Acefalía “total”
El art. 88 prevé que en determinada circunstancia, tanto el presidente como el
vicepresidente están incursos en alguna de las cinco causales ya estudiadas, o sea
que la sucesión constitucional del vicepresidente —sea definitiva o transitoria— queda
impedida. La constitución no formula en esta hipótesis un llamamiento directo al poder,
sino que prefiere asignar al congreso la competencia para resolver la sucesión.
El art. 88 autoriza, a nuestro juicio, dos interpretaciones igualmente válidas. La
determinación puede hacerla el congreso:
a) en forma anticipada y general, mediante una ley que para los casos futuros ordene la
sucesión al poder (y así se hizo dictando las leyes de acefalía 252 y 20.972 modificada
por la ley 25716);
b) en cada caso particular, una vez producida la acefalía presidencial e impedida la
sucesión del vicepresidente.
Orden de sucesión para ejercer el P.E.
La ley de acefalía actual prevé lo siguiente:
En caso de acefalía “total” (presidente y vice), transitoria (por un tiempo determinado),
se seguirá el siguiente orden de sucesión en el cargo:
1. Presidente provisorio del Senado.
2. Presidente de la Cámara de Diputados.
3. Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
En estos casos, estos funcionarios estarán a cargo de la Presidencia de la Nación
En caso de acefalía total y definitiva, se respetará temporáneamente el orden antes
detallado, pero mientras dure el lapsus necesario para proceder a la elección del nuevo
Presidente.
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El Congreso procederá a la elección de un “funcionario” que asumirá Presidencia de la
Nación dentro del término de 48 horas. A tal fin se reunirá en Asamblea legislativa
(ambas cámaras en conjunto), y se elegirá a un funcionario en ejercicio de un cargo
electivo, el que deberá, necesariamente, tratarse de:
1. Un legislador Nacional: senador o diputado nacional.
2. Un Gobernador de Provincia.
3. En ambos casos deberá reunir los requisitos del art. 89 de la C.N.
Es decir, la elección no podrá recaer sobre un Intendente, o un Ministro del Poder
ejecutivo, o un legislador provincial.
Éste “Presidente electo” cumplirá el mandato del Presidente que estaba en ejercicio.
El Congreso podrá igualmente decidir si procede a una nueva elección popular antes de
que se cumpla el mandato en ejercicio.
E – Función de Control administrativo y financiero sobre el P.E.: la
Auditoria General de la Nación
La reforma de 1994 reconoció la existencia de un órgano de control, erigido dentro del
ámbito del Congreso Nacional, cuya función es controlar los actos y el desempeño de la
Administración (en principio recaería sobre el Poder ejecutivo y también el Poder
judicial, en su ámbito administrativo y no jurisdiccional). Así lo prevé la C.N.:
Art. 85.- El control externo del sector público nacional en sus
aspectos patrimoniales, económicos, financieros y operativos, será
una atribución propia del Poder Legislativo. El examen y la opinión
del Poder Legislativo sobre el desempeño y situación general de la
administración pública estarán sustentados en los dictámenes de la
Auditoría General de la Nación. Este organismo de asistencia técnica
del Congreso, con autonomía funcional, se integrará del modo que
establezca la ley que reglamenta su creación y funcionamiento, que
deberá ser aprobada por mayoría absoluta de los miembros de cada
Cámara. El presidente del organismo será designado a propuesta del
partido político de oposición con mayor número de legisladores en el
Congreso. Tendrá a su cargo el control de legalidad, gestión y
auditoría de toda la actividad de la administración pública
centralizada y descentralizada, cualquiera fuera su modalidad de
organización, y las demás funciones que la ley le otorgue. Intervendrá
necesariamente en el trámite de aprobación o rechazo de las cuentas
de percepción e inversión de los fondos públicos.
Es un órgano con autonomía funcional, es decir, no sigue directivas del Congreso sino
que opera por iniciativa y criterio propio.
Su titular es propuesto por el partido de oposición, con lo que se trata de lograr el
equilibrio republicano en el ejercicio de Gobierno.
F –El Defensor del Pueblo
Art. 86.- El Defensor del Pueblo es un órgano independiente instituido
en el ámbito del Congreso de la Nación, que actuará con plena
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autonomía funcional, sin recibir instrucciones de ninguna autoridad.
Su misión es la defensa y protección de los derechos humanos y
demás derechos, garantías e intereses tutelados en esta Constitución y
las leyes, ante hechos, actos u omisiones de la Administración; y el
control del ejercicio de las funciones administrativas públicas. El
Defensor del Pueblo tiene legitimación procesal. Es designado y
removido por el Congreso con el voto de las dos terceras partes de los
miembros presentes de cada una de las Cámaras. Goza de las
inmunidades y privilegios de los legisladores. Durará en su cargo
cinco años, pudiendo ser nuevamente designado por una sola vez. La
organización y el funcionamiento de esta institución serán regulados
por una ley especial
Éste es otro órgano autónomo dentro de la órbita del Congreso Nacional. Su función es
velar por que se cumplan los derechos y garantías tutelados por la C.N. y los derechos
humanos. Es una entidad legitimada para peticionar en nombre del pueblo tanto en
forma extrajudicial como ante un órgano de Justicia.
Ésta legitimación le permite reclamar por derechos colectivos del pueblo de la Nación
(ej. Derecho al medio ambiente, derechos de consumidores, etc.).
Continúa la “segunda parte”
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