América Latina: Crisis continental y construcción de alternativas

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Correspondencia de Prensa – Dossier nº 5 – febrero 2004
América Latina
Crisis continental y construcción de alternativas radicales
Ernesto Herrera y Charles-André Udry *
Es imposible entablar un diálogo sobre la crisis -indiscutida, confirmada- en América Latina y sobre la
construcción de alternativas radicales, es decir, que vayan a la raíces de la crisis y de las aspiraciones y
necesidades de las masas trabajadoras, en su diversidad, sin tomar como punto de partida una serie de
hechos que rompen los ojos y que la izquierda institucionalizada no esperaba ver ...y que aún hoy,
renuncia a verlos.
La insurrección boliviana que derribó a uno de los gobiernos más corruptos, conservadores y lacayos
de América del Sur, en octubre 2003, ha sido la mayor sublevación popular de las últimas décadas, y
se inscribe en una fase que combina un antagonismo social duro y sin tregua, con una crisis
institucional de dominación política burguesa-imperialista a escala continental. Aún, si esa
combinación se manifiesta desigualmente país por país o en las diferentes sub-regiones.
Es este ascenso de las luchas sociales [acción directa de las masas oprimidas y explotadas) el factor
decisivo que provoca las crisis gubernamentales y el desperdicio de legitimidad del “orden
neoliberal”; las luchas de los movimientos sociales se convierten en el elemento dinamizador central
y en el eje sobre el cual, en diversas ocasiones, las masas asedian a las clases dominantes y sus
instituciones.
Los sucesivos levantamientos, huelgas, tomas de tierras, cortes de rutas, luchas antiprivatizadores y
manifestaciones de masas -lo que en muchos casos los militantes marxistas de inicios del siglo XX
caracterizaban como de “crisis nacionales”- en Ecuador, Perú, Paraguay, Puerto Rico, El Salvador,
Panamá, República Dominicana, Argentina, México, Uruguay, Colombia, Chile, Brasil, y Venezuela,
revelan la magnitud socio-política de las resistencias populares, amplias, radicales, democráticas y
antiimperialistas. Simultáneamente, expresan una continuidad y una vinculación con el proceso
abierto por el “argentinazo” (diciembre 2001) cuyos efectos todavía se prolongan, lo que no puede
conducir a interpretaciones limitadas al proceso político-institucional, dejando de lado el examen de
las luchas y los enfrentamientos en las provincias.
Aún si debe considerarse, que para el caso de Argentina, el gobierno Kirchner -con la ayuda del
imperialismo- ha logrado restablecer una cierta credibilidad institucional y lo que la prensa
especializada llama de “consenso democrático” (fragmentando las resistencias y dividiendo al
movimiento piquetero, entre otras cosas). El golpe de Estado económico que fue organizado bajo el
gobierno de Duhalde, sorprendió, después de unos meses, a sectores amplios de la población. Sobre
este telón de fondo, Kirchner ha operado un aparente golpe de timón económico que fue creando una
sensación térmica en capas de la población, de que el país se dirige a un nuevo crecimiento
sustentable. Los choques -muy relativos- con el FMI, el G-7, y los tironeos con los poseedores de la
deuda argentina, refuerzan la percepción en algunos analistas (incluso gente de la izquierda) de que se
trataría de un gobierno de la “burguesía nacional” en conflicto con el imperialismo, un gobierno al
que se debería más o menos apoyar.
Debemos hacer una indicación importante: existe en América Latina una asimetría entre, de una
parte, las fuerzas que disponen las elites dirigentes y las clases dominantes de cada país que -pese a
su debilidad relativa y su dependencia- pueden ensayar maniobras diversas -represiones selectivas y
campañas mediáticas masivas de formato político-cultural, utilización de los aparatos burocráticos
1
incluso del antiguo movimiento obrero y clientelista, etc.- con el apoyo de los recursos del
imperialismo y, de otra parte, la deficiente fuerza político-organizativa de la izquierda radical. Esto
puede frenar o impedir la conexión necesaria entre los movimientos sociales radicales diversificados
y sus dinámicas centrípetas. El enfrentamiento de las fuerzas de la izquierda radical e incluso de los
movimientos sociales se viene dando en las fronteras nacionales, aunque en los últimos años ha
progresado significativamente hacia un cuadro de acoplamiento continental. En esta fase, falta
todavía, un liderazgo social y político anticapitalista y antiimperialista que puede afirmar una contraautoridad al poder (y al Estado) de las elites dirigentes y las clases dominantes, una contra-autoridad
basada en las evoluciones efectivas del movimiento real de las masas trabajadoras. Este liderazgo
social y político -cuyos contornos son imposibles de precisar- se hace imprescindible para un cambio
radical (que vaya a las raíces) de la sociedad.
De todas formas, nuestra atención debe centrarse como punto de partida de una praxis política, en las
rebeldías sociales que aumentan, se extienden, y alimentan la crisis política permanente en el “patio
trasero”. No se trata apenas de explosiones esporádicas o “espontáneas” en el cuadro de una
“inestabilidad limitada” como afirman algunos comentaristas políticos, intelectuales, y hasta ciertos
dirigentes de una izquierda resignada que no sale de su desconcierto, y se refugia en su “razón de
gobierno”.
Por el contrario, la resistencia prolongada se relaciona, directamente, con la crisis de un Estado donde
convergen, simultáneamente, tanto los factores de corta duración como los estructurales que
perpetúan el “subdesarrollo”: privatizaciones, planes de ajuste, venta de los recursos naturales (sobre
todo de las transnacionales imperialistas), apertura comercial indiscriminada, endeudamiento externo,
concentración de la propiedad de la tierra, des -industrialización salvaje, desmantelamiento de las
leyes de protección social, servicios públicos quebrados, flexibilización laboral, desempleo, pobreza y
hambre.
La crisis tiene, también, su correlato político por vía de dos factores adicionales que desestabilizan la
“gobernabilidad democrática” (pactada o impuesta) impuesta por el imperialismo: la descomposición
de las “mediaciones” (partidos tradicionales-clientelistas y burocracias sindicales), y pérdida de
credibilidad de una democracia “representativa” convertida en una democracia de “baja intensidad”,
tutelada, restringida, que coexiste en un archipiélago de despotismos, que garantiza la impunidad del
terrorismo de Estado, y que siente en la lucha de las clases explotadas una amenaza de los
“representados” contra la dominación de un capitalismo periférico que solo acepta la “participación
ciudadana” como mecanismo de cooptación político-cultural a las reglas de juego del sistema.
Este es el trasfondo socio-económico y político de la rebelión boliviana, del “argentinazo”, y de la
persistente resistencia zapatista, de las luchas de los trabajadores sindicalizados, desempleados,
campesinos sin tierra, pueblos indígenas, pobladores sin techo, obreros de fábricas “recuperadas”,
jubilados, cooperativistas, estudiantes, jóvenes y mujeres de los barrios pobres, pequeños ahorristas
estafados, pequeños agricultores y comerciantes arruinados.
Es el “clima de revuelta” en los de abajo que explica la inestabilidad latinoamericana, donde la
movilización popular derribó a seis presidentes constitucionales en los últimos años, desmontó
regímenes autoritarios y corruptos, y frenó procesos privatizadores. Explica, también, el desarrollo
una nueva onda expansiva de antiimperialismo en la región al compás del atolladero imperialista en
Irak. De allí, las manifestaciones masivas contra la guerra, el apoyo a la “revolución bolivariana” de
Venezuela, y la persistente solidaridad popular con el pueblo y gobierno de gobierno de Cuba.
De la intensidad -y continuidad- de esta resistencia que desarrollan los “sujetos” sociales -con su
repertorio extraordinariamente múltiple de formas organizativas, métodos de lucha, pluralidad de
demandas y reivindicaciones inmediatas- provienen las acumulaciones políticas necesarias para
construir una alternativa radical y la posibilidad de crear las condiciones para un escenario de disputa
por las relaciones de fuerzas…y el poder.
2
A su manera, las resoluciones del reciente III Encuentro Hemisférico de Lucha Contra el ALCA
realizado en La Habana, reafirmaron ese protagonismo de los movimientos sociales en la
confrontación al “modelo neoliberal” programado por las instituciones financieras internacionales, y
la oposición al acuerdo alcanzado en la cumbre de Monterrey (con la sola reserva clara del gobierno
nacionalista de Chávez) en torno al ALCA (y a las condiciones impuestas por el calendario de Bush).
En este encuentro, los movimientos sociales volvieron a reiterar el completo rechazo de los pilares de
la dominación burguesa-imperialista: los planes de ajuste, la deuda externa, el ALCA, el Plan
Colombia, el Plan Puebla-Panamá.
La misma decisión de rechazo se expresó en la ciudad de Puebla -reunión del Comité de
Negociaciones Comerciales, principal instancia técnica del ALCA- donde los movimientos y la
Alianza Social Continental, repudiaron las pretensiones de instituir un ALCA “light” o “extra-light”
que, finalmente, contemple los intereses de fracciones capitalistas claves de los países del
MERCOSUR, en particular de Argentina y Brasil.
Es en este escenario de crisis políticas, ingobernabilidad, movilizaciones y sublevaciones de tipo
diverso, que la construcción de una alternativa anticapitalista, antiimperialista, socialista, así como
democrática (que de manera genérica podemos definirla como radical) exige comprender tanto el
paisaje complejo, como la necesaria intervención militante en las experiencias concretas de las luchas
sociales que van abonando el terreno para un “relanzamiento” programático transicional.
En tal perspectiva nos proponemos abordar en esta contribución a un diálogo amplio, las cuestiones
siguientes:
1º los rasgos característicos actuales del imperialismo norteamericano, sin dejar de lado a sus primos
cercanos: los imperialismos europeos;
2º las dificultades propias a la contrareforma neoconservadora en el principal centro imperialista:
Estados Unidos (nos limitaremos, aquí, a esta potencia, cuya sombra siniestra se pasea cotidianamente
sobre el continente latinoamericano;
3º como la dimensión, la brutalidad, y la duración de la crisis socio-económica en todas las sociedades
de América Latina, provoca una terible violencia contra la inmensa mayoría de la población y socava
los elementos mismos de la dominación del Capital imperialista y de sus aliados locales;
4º como surgen las condiciones -a través de las amplias y multifacéticas luchas- que invalidan las
posibilidades de que una “tercera via” simbolizada hoy por el gobierno Lula y el llamado “Consenso
de Buenos Aires”, sean, realmente, un proyecto diferente al “modelo neoliberal”;
5º que se reafirma la necesidad de construir alternativas radicales a los frustrantes partidos y frentes
“progresistas” (garantes hoy de la “gobernabilidad democrática”), tanto por las necesidades esenciales
de las masas trabajadoras, como por su maduración, capacidad creativa en las experiencias de luchas –
tradicionales y nuevas al mismo tiempo- sus formas de organización y auto-organización, que
potencian las posibilidades humanas de construir otra sociedad para millones de personas en América
Latina;
6º que las condiciones son mas favorables que en el pasado -sin menospreciar la magnitud de los
obstáculos y desafíos- para la construcción de otra izquierda, anticapitalista, antiimperialista,
socialista, revolucionária, democrática e internacionalista, comprometida continentalmente. Y que lo
sea, tomando en cuenta, al mismo tiempo, la decidida voluntad contrarrevolucionaria continental como mínimo- del imperialismo y sus aliados regionales.
Estados Unidos bajo una empresa de restauración
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1. La comprensión de la situación del conjunto del continente latinoamericano, de las espantosas
condiciones de vida de la población trabajadora, de las llamadas clases medias, así como la inserción
socio-económica y política de las elites dirigentes como de las clases dominantes, necesita a que se
haga referencia, inicialmente, a los desarrollos en curso en Estados Unidos desde 1979 (masiva alza de
las tasas de interés por Volker, el presidente de la FED, Banco Central de EEUU), innaugurado en
período de Reagan, aunque su debut puede remontarse bajo Carter en los años 1977-1978.
En esta perspectiva, las opciones de la administración de George W. Bush hijo, se inscriben en una
continuidad con los aspectos de exacerbación de las políticas neoconservadoras y agresivas del
imperialsimo, a partir incluso de las desestabilizaciones económicas, sociales y políticas que ellas
crean en los países en que el imperialismo interviene, bajo forma militar directa o indirecta, o bajo la
cobertura de violencias vehiculizadas por el FMI y el Banco Mundial, ellos mismos gerenciados por el
núcleo dirigente de Estados Unidos y sus principales aliados imperialistas, a veces en conflicto parcial
(de Alemania a Japón pasando por Francia). Mientras que Gran Bretaña permanece en la esfera y en la
sombra de Estados Unidos, aunque con un pie puesto en la Unión Europea. (ver puntos 2.4 y 2.5)
El nuevo curso de Estados Unidos desde el fin de los años 70 y principios de los 80, en términos
económicos-políticos, puede ser resumido en los items que siguen (a propósito del imperialismo y la
mundialización, ver nota al final)
1.1. Un alza de las tasas de interés reales a niveles raramente vistos en la historia del capitalismo, con
el fin de “combatir la inflación”, mas exactamente, de proteger el patrimonio (ahorro, aplicaciones
monetarias, obligaciones: la inflación corroe el valor real de los créditos) de las clases dominantes. Al
mismo tiempo, esto va a acelerar una crisis coyuntural (recesión) inscripta en la evolución misma del
sistema capitalista imperialista, que desembocará en un desempleo, debilitando la posición del
asalariado, atacando el ingreso de los asalariados (en el sentido global del salario social y no apenas
del salario directo).
1.2. Una nueva gestión de las empresas (gobernanza de empresa) que, de un lado, alcanza una
domesticación acentuada de la mano de obra cada vez mas debilitada sindicalmente y precarizada y,
del otro lado, abre un nuevo capítulo del capitalismo norteamericano -y del conjunto del capitalismo
imperialista de los países del centro- que asume la forma de una distribuición masiva de los dividendos
a los accionistas, a los sectores rentistas. Es la época “shareholder´s value”. Se debe recordar que el
descenso de la Bolsa a fines de los años 60 y principios de los 70, había afectado incluso el patrimonio
de los propietarios accionistas, y que una restauración de la situación anterior se volvió un objetivo
estratégico de las clases dominantes. En ese objetivo, la brutalidad antisindical es combinada con
formas múltiples de integración de tipo neo-corporativista con “instrumentos” diversos: reuniones en
las empresas, sindicatos o representaciones de casa de los trabajadores, e instituciones
gubernamentales o para-gubernamentales. Estas estructuras de cooptación se combinan a menudo con
políticas que prolongan la cooptación-integración fuera del lugar de trabajo. Ellas pueden tomar
formas muy diferentes según los países imperialistas o incluso en los países de una periferia
diferenciada: como las estructuras jerárquico-religiosas ligadas a los aparatos político-administrativos
(en Estados Unidos, por ejemplo, o en América Latina) que son operaciones ideológicas de un
nacionalismo que crea el lazo entre empresa y la patria, así se hace en Estados Unidos. Nosotros
entendemos por neo-corporativismo, una estructura o la sumisión del Trabajo al Capital que se
prolonga en la sociedad para hacer confortable la dominación capilar del Capital en un marco de
aumento de las tensiones que impone la dura explotación (flexibilidad de horarios, salarios ligados a la
productividad y la calidad de la producción, flujos tensos, importancia de la sub-contratación, trabajo
temporario, etc).
1.3. En esta línea, las administraciones demócratas y republicanas caminaron apoyándose de las
reducciones de impuestos en favor de la camada más rica de la sociedad norteamericana, así como de
las empresas. Esto en el momento en que es relanzada la tasa de interés (en relación a la tasa de
explotación y de plusvalía) con lo cual explotan los rendimientos rentistas. Se configuran lentamente
clases dominantes y elites dirigentes (las clases no dirigen directamente!!) de las cuales la
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administración Bush -con el perfil de su vicepresidente Dick Cheney, patrón de Halliburton- es el
emblema agresivo y decadente.
1.4. No vamos a insistir aquí sobre la importancia bastante grande de los capitales que gozan de un
estatuto extra-fiscal, o sea, que están “invertidos” en plazas financieras; sea de tipo paraíso fiscal
(como Panamá, Belize, las Islas Cayman, Guernesey, Jersey o, mas seriamente Suiza y Luxemburgo);
sean en bancos off shore incluso en el interior de las fronteras de Estados Unidos. Estos capitales
también se benefican de una legislación fiscal de exepción utilizada por fiduciarios hiperespecializados que alivian el peso de los impuestos sobre el Capital y el patrimonio, asi como sobre los
rendimientos de los rentistas.
1.5. Todo esto lleva a una verdadera restauración, no solamente de la tasa de ganancia, sino de la parte
adquirida por las clases dominantes -la burguesía en sus diversos componentes- en la riqueza
producida en Estados Unidos. La concentración del patrimonio y de los rendimientos por el 1% más
rico de Estados Unidos y la amplitud de la “parte de la torta” que estos últimos se apropiaron, dan un
perfil particular a estas camadas en comparación con los años 60, 70, e inclusive con el inicio de los
80. Ellas son rentistas, ricas y alejadas de la realidad, análogas a las mencionadas por Keynes en el
último capítulo de su “Teoría General” titulado: “La eutanasia de los rentistas”.
1.6. Esta política llamada neoliberal -que nosotros preferimos caracterizarla como neoconservadorauna vez que tiene una coherencia de conjunto -económica, política, social, militar y cultural de tipo
reaccionaria- está hecha de instrumentos que buscan restablecer la tasa de ganancia y la posición- en
comparación a la declinación de los años 60 y 70, del capital norteamericano en la distribución de los
“distribucion interna de los ingresos” emtre Capital y Trabajo. Esta restauración está ligada a las
formas nuevas de gestión de la propiedad, bajo diversas facetas: de empresa industrial o de servicos
como los bancos y las aseguradoras, pasando por la dimensión bursátil. Se habla ahora de nueva
gouvernance de empresa, en la cual la organización del tiempo de trabajo de los asalariados no tiene
nuevos límites.
Los rasgos característicos del aparente éxito de la restauración neoconservadora del
imperialismo norteamericano
2. El resultado demoró tiempo en aparecer. Pero el se manifiesta claramente, en tendencias, al final de
los años 80 y después de la recesión de 1991, en el período 1992-2000 (donde interviene una inflexión
en la tasa de ganancia desde 1997), aunque este éxito desde el punto de vista del Capital esté
acompañado por la acentuación de la inestabilidad y la amplitud de las recesiones. Las características
de este éxito, que será utilizado en la propaganda imperialista a escala internacional, en los países del
centro y la periferia, son las siguientes en lo que concierne a Estados Unidos, pero mucho menos en lo
que se refiere a Europa y claramente menos en lo que concierne a Japón, aprisionado en una “crisis
deflacionista durable” (acumulación de deudas malas en todos los sectores económicos,
sobrecapacidad de producción y crisis de liderazgo del Partido Liberal Demócrata, PLP, con
numerosas escisiones).
2.1. La baja de la tasa de interés -mas especificamente la tasa directriz Banco Central (FED de Alan
Greenspan)- permitió a los grandes bancos refinanciarse a tasas que hoy son históricamente bajas,
limpiar un poco sus balances, y a las empresas desendeudarse. Al mismo tiempo, explotan, en diversas
oportunidaes, crisis que revelan la amplitud del endeudamiento privado de las firmas norteamericanas
y la manera por la cual, en el curso de los años 90, ellas “afeitan” sus balances. Algunos escándalos
que ha estado en la crónica desde Enron a aquellos de los Fondos Mutuales en el 2003 representan la
punta del iceberg.
2.2. El vigor de la explotación de las trabajadoras y los trabajadores en todos los sectores, se refuerza y
los métodos de gestión precarizada de la mano de obra -combinada con la política de seguridad para
los sectores pauperizados ((Lazarschichte) que llevan la población carcelaria a unos 2,5 millones de
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personas- permiten un relanzamiento de la tasa de ganancia. Estos métodos de "gestión de la mano de
obra" no han cesado de endurecerse. Y esto en un período largo, desde que Reagan destruyó al
sindicato de los controladores aéreos (PATCO, 1981) hasta la reciente huelga de los 70 mil
empleados de tres grandes cadenas de supermercados (Safeway, Albertson y Ralphs) en California. La
huelga comenzó el 11 de octubre del 2003 y continuaba aún en enero del 2004.
La guerra social en curso en Estados Unidos está bien resumida del patrón del Safeway. Este afirma
que la respuesta patronal a esta huelga en las grandes tiendas es "una inversión para el futuro" de su
grupo.
2.3. Las ganancias que se desprenden por estos métodos de explotación dura de la mano de obra
estadounidense -una vez regularizado el servicio de la deuda, que nutre a los que poseen obligaciones
de empresas, y pagados los impuesto, así como efectuadas las amortizaciones, etc.- van a alimentar la
distribución de los dividendos. Las ganancias retenidas van a ser distribuidas muy ampliamente bajo
formas de dividendos vertidos a los accionistas. Se vive en Estados Unidos y para aquellos que se
encuentran a la sombra de Wall Street, en el paraíso artificial del accionista ganador. Es lo que, en
parte, se ha caracterizado como la "nueva economía".
2.4. La tasa de ahorro va a bajar de manera casi continua y esto particularmente para lo que es el
ahorro del 20% de los hogares más ricos. Estos últimos van a consumir masivamente, inclusive a
crédito. La tasa de ahorro de los hogares menos favorecidos (alrededor del 40% de los hogares)
permanece bastante estable, pero es una parte completamente restringida de sus salarios que no es
gastada, para tener un mínimo de recursos en caso de accidente. Sin embargo, ellos están fuertemente
endeudados, aunque en el curso de los últimos años pudieron utilizar como colateral de sus deudas sus
bienes inmobiliarios (una simple casa), renovando su hipoteca a tasas más favorables.
Si las tasas directrices de la FED bajaron para permitir liquidez a los grandes bancos privados, a las
grandes sociedad financieras de leasing de la industria automotriz (norteamericana y japonesa
implantada en Estados Unidos), las tasas reales (tasas nominales menos inflación) hechas por los
bancos hipotecarios, o las redes de crédito a los hogares o las empresas, permanecen elevadas y a
veces usurarias. Esto satisface a los accionistas de los institutos financieros.
El endeudamiento de los hogares y de las empresas, a pesar de un des-endeudamiento relativo de estos
últimos, no habrán podido operarse si el Banco Central norteamericano no hubiera permanentemente
recomprado de los bancos privados y otros institutos financieros, a fin de dar una seguridad estatal (de
prestamista en última instancia) a una pirámide de créditos inestables, de deudas malas.
Alan Greenspan, en la dirección de la FED (Reserva Federal, nacida en 1926), simboliza la
continuidad de la política neoliberal norteamericana de Reagan a Bush padre, pasando por Clinton,
hasta Bush hijo. Para recordar, el primer mandato de Greenspan comenzó en 1987, y su cuarto debe
terminar del 2004.
2.5. A lo largo de este período, desde 1994-1995, luego de una baja relativa del total de los gastos de
armamentos (en relación al PBI)- comparada a la explosión de los gastos de armamentos del período
de la "guerra de las estrellas" de Reagan -se opera un relanzamiento de los presupuestos militares y
una fantástica concentración y reorganización de la industria de armamento. Esta última es
acompañada de un proceso de reticulación que integra a todos los sectores de alta tecnología, lo que
constituye una forma adicional de intervención del Estado, más allá de la política monetaria de la
FED. Esto no está en contradicción con el hecho de haber dejado la concentración-centralización del
capital en la industria armamentista al "juego" de los grandes actores de la Bolsa. Las fusiones y
adquisiciones de las principales firmas de armamento fueron llevadas adelante bajo el consejo de los
grandes bancos de negocios especializados en M&A (fusión y adquisición)
Los gastos de armamentos cuyo aumento viene de ser anunciado por Bush hijo para el presupuesto del
año fiscal 2005, aún no han alcanzado las alturas pasadas con Reagan. Sin embargo, la calidad de este
armamento (como símbolo alcanza con citar la miniaturización del armamento nuclear para una
utilización efectiva sobre "el campo de operaciones") implica que de la altura actual de los gastos,
inferior a la época de Reagan, no se desprende que sea un armamento menos eficaz y menos peligros.
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Al contrario, los recursos militares estadounidenses son más "ejecutivos" para la proyección a escala
mundial de las tropas norteamericanas -ésta proyección fue reorganizada por razones políticas pero
bajo el efecto de los cortes presupuestarios de los gastos de armamentos de comienzo de los años ´90en sus diversas tareas de conquista, de intervención, de control, de contrainsurgencia.
Por otro lado, de la simple constatación de la altura de los gastos actuales se desprende otra enseñanza:
la clase dominante hiper-rica y las elites dirigentes estadounidenses pueden aún tomar de los recursos
legados por la riqueza global acumulada de Estados Unidos a fin de reforzar su brazo armado.
2.6. Se constata, a través de esta simple ennumeración analítica, tanto los elementos de fuerza como de
fragilidad interna de la economía imperialista norteamericana.
Pero el funcionamiento de esta economía no se puede comprender sin hacer referencia a un elemento
intrínseco del imperialismo: la punción que ejerce el capitalismo imperialista de Estados Unidos sobre
el resto del mundo. Esta punción está directamente ligada a la posición hegemónica del imperialismo
norteamericano en relación a otras potencias imperialistas; que, participan también, de una punción
sobre el conjunto de los países de la periferia, punción posible específicamente debido a su posición
dominante, violenta, en una palabra imperialista.
La agresividad de esta política imperialista se basa en los éxitos relativos, del relanzamiento de la tasa
de ganancia (hasta 1997) y sobre la redistribución masiva de la riqueza a favor de la burguesía rentista.
Esto crea un sentimiento de fuerza en el seno de una fracción de la burguesía norteamericana que
sobrepasa ciertamente la fuerza efectiva del imperialismo norteamericano. Ya que, este último no
solamente está minado por contradicciones internas, sino también por su dificultad de gerenciar las
desestabilizaciones provocadas por sus propias intervenciones económicas y político-militares.
Es lo que nutre los debates en seno mismo de las elites dirigentes norteamericanas, debates que tratan
sobre dos elementos centrales: 1º ¿cómo responder a las debilidades y contradicciones a la cuales
conduce la política socio-económica estadounidense lanzada en los años 1977-1980? 2º ¿cómo
gerenciar las crisis provocadas por su proyección político-militar y económico mundializada, ya sea en
Irak en el Medio Oriente o en América Latina?
El imperialismo norteamericano punciona a la "periferia"
3. Podemos, de forma estilizada ennumerar los siguientes elementos de esta captación de valor, de
riqueza producida por los asalariados a escala mundial, por el imperialismo norteamericano.
3.1 El imperialismo norteamericano desde 1983-1984, logró captar un flujo masivo de ingresos,
ligados a los servicios de la deuda de los países de la periferia, que forman un bloque bastante
diferenciado. El endeudamiento de los países periféricos estaba y está sometido a tasas de interés
reales usurarias, sin hablar de la ilegitimidad socio-política de tal endeudamiento.
3.2. A lo largo de los últimos 25 años, los precios reales de las materias primas y los bienes
intermedios bajaron considerablemente, lo que contribuyó, por una parte, al empobrecimiento de los
países de la periferia, entre los cuales los latinoamericanos sufrieron una “re-primarización” de sus
economías (dando peso creciente de las materias primas y los productos agrícolas en el valor de las
exportaciones) y por otra parte, a disminuir el valor de una parte del capital constante (precios de la
energía, del aluminio, del acero, etc.) en el marco de la composición orgánica del capital de los países
imperialistas.
Y puede sumarse otro tipo de materias primas: la importación de cerebros educados y formados
provenientes de América Latina, del Asia o del Europa Este hacia los laboratorios de firmas o
universidades norteamericanas en gran medida respaldadas por créditos del Estado federal.
Hay en esta re-primarización de las economías latinoamericanas un elemento que inserta en las
contradicciones interimperialistas. En efecto, si tomamos en cuenta el volúmen del comercio de bienes
primarios (commodities) y del petróleo, uno de da cuenta de que ello representa masas de dividas
extremadamente importantes.
Actualmente, la moneda de la referencia para esos intercambios es el dólar. Si una serie de países
toman al euro como moneda de referencia para la venta de su soja o su petróleo, habrá seguramente un
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grado creciente de contradicciones interimperialistas. Esas monedas están mundializadas y no deber
ser analizadas como siendo simplemente la moneda de la Unión Europea o de una parte de ella o de
Estados Unidos. Estas monedas funcionan a escala internacional.
No es imposible que ciertos gobiernos latinoamericanos propongan reconectar una parte de sus
exportaciones al euro. Esto pondría ciertamente a Estados Unidos patas arriba y podría suscitar
reacciones de una administración como la de Bush. Pero no se puede deducir de esto, que una política
tal pueda ser efectivamente antiimperialista. Simplemente, los gobiernos intentarían encontrar una
brecha entre las monedas de las dos potencias imperialistas, mismo que Estados Unidos sea
hegemónico.
El gobierno de Chávez ya dejó entrever algunas intenciones en ese sentido. China tiene, en sus
reservas "divisas fuertes" una parte en ascenso constante de euros en relación al dólar.
3.3. Las inversiones de las transnacionales norteamericanas y de las grandes firmas financieras del
resto del mundo en Europa, en Asia y en América Latina, tienen una tasa de rendimiento superior al de
las inversiones directas de las firmas europeas o japonesas en los Estados Unidos. Este diferencial
hace que, aún si el volumen de las inversiones extranjeras directas (IED) norteamericanas en el mundo
creció menos que el de las IED europeas o japonesas, al beneficiarse de más altas tasas de
rendimiento, las transferencias hacia los Estados Unidos son proporcionalmente más importantes.
Se trata de un tipo de punción relacionado con: la rudeza de la explotación del trabajo por las
transnacionales norteamericanas; a su masiva utilización de subcontrataciones en los países
periféricos; a la capacidad de negociación político-económica y comercial ligada a la hegemonía
militar-institucional de los Estados Unidos, al tamaño de los capitales administrados que permite
operar con colocaciones “de riesgo”, rentables para las firmas norteamericanas pero desestabilizadoras
cuando se retiran de un país (tanto sea de Asia como de América Latina), con el elemento de chantaje
político y económico que esto implica; a una sofisticación de la utilización de los precios de transfert
(sobre y sub-facturación para transferir las ganancias) por las transnacionales; al control cada vez más
extendido que ejercen sobre las patentes y derechos de patente, y al derecho de patentar todo nuevo
producto, derecho que se extiende al extremo, gracias a la propiedad intelectual; a la elección de una
política de transferencia hacia las sociedades madres del máximo de ganancias realizadas a escala
mundial, para sostener los resultados y el valor de las acciones de las firmas que cotizan en Wall
Street.
En este sentido, la comparación de las IED con las de la Unión Europea (UE) o del Japón, resulta
netamente favorable a las primeras. Sin embargo, se constata que incluso las razones que se dan para
explicar este diferencial pueden ser deficientes. En efecto, se comparan las ganancias aparentes
surgidas de inversiones europeas o japonesas en los Estados Unidos, un país imperialista, con las
ganancias aparentes de las inversiones norteamericanas efectuadas en otro campo socio-geográfico, y
utilizando filiales productivas y financieras que puncionan los ingresos de un campo económico donde
se articulan países imperialistas y zonas periféricas, como la Unión Europea (países del Este) o las de
Japón.
3.4. Las firmas estadounidenses juegan con la competencia entre los asalariadas y las asalariadas,
gracias a su vecindad con una gigantesca reserva de mano de obra en la frontera mexicana, que es
filtrada selectivamente (ver mas adelante) en función de los intereses particulares de importantes
sectores de la economía norteamericana, entre otros de la agricultura que, subvencionada, constituye
un segmento significativo de las exportaciones globales de Estados Unidos. La concurrencia salarial
es tanto más aguda en tanto que un segmento de la economía de las maquiladoras está bajo presión de
las exportaciones chinas -controladas en más de un 60% por las transnacionales- hacia los Estados
Unidos. Los imperialismos europeos hacen lo mismo. El capital alemán, por ejemplo, intenta
movilizar la fuerza de trabajo calificada y barata de el Hinterland de la Europa del Este (Eslovenia,
Croacia, Polonia, Hungría, República Checa), tanto sea utilizándola en Alemania como a través de
inversiones directas en esos países con mano de obra calificada y “barata”.
También Rusia es utilizada como un gigantesco oasis para la extracción de materias primas a bajo
precio. La ampliación de la UE a 25 miembros se corresponde con una nueva división internacional
del trabajo, que es parcialmente una respuesta al capital norteamericano, pese a que también éste,
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implantado en Europa (por ejemplo en el sector del automóvil), pueda sacar provecho. Por lo tanto, no
cabe hacerse ninguna ilusión en cuanto a la naturaleza de los capitalismos europeos, claramente
imperialistas, ni en sus representaciones políticas, simbolizadas casi caricaturescamente por el primer
ministro español José María Aznar, un portavoz político que a imagen y semejanza que el
socialdemócrata Felipe González, operan como puntas de lanza de las políticas “modernistas” al
servicio del capital español y en apoyo de la administración norteamericana (tanto sea la de Clinton
como la de Bush: recordemos, por ejemplo, que González corrió a Argentina en diciembre de 2001,
por mandato de Aznar para salvar los intereses españoles de Repsol y Telefónica).
3.5. En conclusión, tenemos que esta punción o extracción de riqueza es decisiva para la reproducción
del capitalismo imperialista norteamericano. Esto es lo que subyace al conjunto de la agresiva
proyección militar-política mundializada de los Estados Unidos.
Para las clases dominantes norteamericanas resulta necesario incrementar su presión sobre el resto del
mundo, a riesgo de desestabilizarlo en parte, lo que en revancha viene a cuestionar una de las
condiciones de valorización del capital en la periferia: una relativa estabilidad socio-política.
La posición hegemónica de los Estados Unidos tiene raíces políticas, institucionales (FMI, BM, BRI,
OMC, OEA, etc.), militares y económicas. A propósito, no está demás insistir, frente a los esquemas
simplistas, sobre el hecho que el FMI no crea las crisis de los capitalismo de la periferia sino que las
amplifica. En efecto, esas crisis son inherentes al desarrollo mismo del capitalismo mundializado y
jerarquizado.
Ciertamente, la hegemonía de Estados Unidos es engañosa (ver punto 4). La misma es parte de una
configuración nueva en la historia del capitalismo imperialista, perceptible a distintos niveles: en la
jerarquización de la economía mundial; en las relaciones de fuerza ínter imperialistas militares e
institucionales; en la actual hegemonía del capital financiero y el lugar de los Estados Unidos en el
seno de su despliegue a escala mundial.
Evidentemente, existen contradicciones interimperialistas. Pero en la mayor parte de la izquierda
institucional latinoamericana existe - y mucho más aún durante los años 1980-1990- la tendencia a
exagerarlas y buscar aprovecharlas con la ilusión de la posibilidad (Brasil. Argentina, etc) de abrir un
“camino principesco”- ya que no “real” - entre los Estados Unidos y la Unión Europea y adquirir así
un margen de maniobra mayor.
Los acontecimientos recientes deberían refrescar semejantes ardores. Sobre todo desde que, habiendo
“arreglado” las modalidades del servicio de la deuda de Irak (y con ello parte de la tensión en las
relaciones con Francia, Rusia y Alemania), James Baker III (secretario del Tesoro bajo Reagan,
miembro del Consejo de Seguridad Nacional, luego secretario de Estado de Bush en 1989, ideólogo de
la guerra contra Irak en 1991, consejero de Bush hijo para su campaña electoral, y abogado-consejero
del muy importante Grupo Carlyle donde se ubican los intereses de la familia Bush, inventor del Plan
Baker para la deuda mexicana) habría inaugurado una nueva fase de las relaciones internacionales
post-guerra de Irak. Con la venia de la ONU y la OTAN, y dando determinados rodeos, aún no
precisados públicamente, los Estados Unidos intentarán ampliar la actual coalición para ocupar Irak,
luego que una autoridad irakí artificial lo pida a la ONU y, más específicamente a Francia y Alemania.
En el trasfondo de esta hegemonía estadounidense y sus límites, se encuentra el proceso de
transnacionalización de los capitales, y el entrecruzamiento de capitales entre los Estados Unidos,
Europa y Japón. Es lo que autores norteamericanos denominan capital transatlántico, lo que remite a
la dinámica intrínseca del mercado mundial y de la mundialización del capital, de las filiales
productivas internacionalizadas, etc.
Tenemos pues una dominación estadounidense, con intereses conflictivos, pero enmarcada en el actual
período en una especie de asociación entre países imperialistas, No estamos en una situación análoga a
la de 1905 ni a la de 1936 que precedían a los conflictos interiimperialistas, contrariamente, conflictos
por países interpuestos son posibles. Lo vemos en Africa. Pero asistimos también de parte de Francia
para una intervención conjunta canadiense, norteamericana y francesa en Haití, a comienzos de
febrero 2004.
Desperfectos en el motor neoliberalizado
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4. A pesar que este texto no tiene el objetivo de hacer un análisis de la situación coyuntural en los
Estados Unidos, es importante hacer seis puntualizaciones.
4.1. El desequilibrio intrínseco del “modelo neoliberal” conduce, por un lado, a una masiva
acumulación de la deuda interna (de los hogares y firmas) y a un déficit presupuestario explicable por
la disminución de las cargas fiscales. Y por otro lado, a un endeudamiento externo (balanza de cuentas
corrientes) que hace necesario un flujo de capitales hacia los Estados Unidos de una magnitud que
ronda los dos mil millones de dólares por día laborable. Esta es una forma de dependencia externa de
los Estados Unidos, que no es posible combinar con su hegemonía engañosa debido a su posición
dominante en una economía mundial hiper-jerarquizada.
4.2. La política favorable a los accionistas, la reorientación de la producción y redistribución de la
riqueza hacia los rentistas, tiene sus propios límites: a pesar que la tasa de explotación y plus-valía
aumentara, la masa de las inversiones no la siguió y esto repercute sobre la masa de las ganancias. Este
es un punto generalmente subestimado por los analistas (es conveniente ver la contribución de
Francois Chesnais sobre este aspecto particular).
4.3. La fuerza del sistema bancario, de la red crediticia (hipotecas, documentos de crédito, etcétera)
sostiene un consumo interno que es un factor del desequilibrio de las cuentas corrientes. La resistencia
de este sector de acreedores a un cambio de orientación económica representa un obstáculo a la leve
reorientación de la política de Greenspan. Para hacer frente a los déficits mellizos -interno y externo-,
la administración Bush al igual que las antecesoras, recorta por un lado los servicios sociales y, por el
otro, deja deslizar el dólar. En este sentido, la caída del dólar no importa tanto por el estímulo que
daría a las exportaciones, que representan una parte menor del PBI norteamericano, sino por constituir
un freno al consumo interno, porque los precios de los productos importados de la UE y Japón, de
Taiwan o de Corea del Sur, necesariamente aumenta relativamente en comparación a los precios
internos. Esta es una manera de proteccionismo, que acompaña a las formas directas y brutales de
proteccionismo (bajo los productos agrícolas de América Latina o de Africa, o incluso a partir de
nuevas normas llamadas de seguridad "contra el terrorismo" o de higiene).
4.4. Los ataques contra el salario directo e indirecto, el estancamiento de los ingresos, en el mejor de
los casos, de las capas de asalariados relativamente “bien pagados”, la precarización en sucesivas
oleadas de una gran mayoría de los empleos, los sacudones de los fondos de pensión y la caída de los
mismos ingresos bursátiles auque sean relativamente limitados, el endeudamiento provocado por el
costo de los estudios (secundarios y universitarios), el encarecimiento y la incertidumbre de los
sistemas de salud, todo esto va derritiendo lentamente la base social - incluso la base electoral - de los
dos grandes partidos burgueses. Las capas más desprotegidas de la sociedad son, desde hace mucho
tiempo, muy poco activos en el plano político-institucional, aunque sean activos en el plano sindical o
para-sindical. Una acentuación de los enfrentamientos de clase. Se perfilan cambios a nivel de la
violencia de las confrontaciones de clase en los Estados Unidos, pese a que la política de las elites
dirigentes es actualmente no hacer ninguna concesión y tratar de aplastar todos los movimientos
reivindicativos.
Estas modificaciones, parcialmente y de manera distorsionada, se expresaron en el estado de
California en las últimas elecciones para Gobernador. La victoria, fraudulenta -como los actuales
debates judiciales lo muestran- de Arnold Schwarzenegger estaba descontada y muestra al personal
político y su entorno (por ejemplo, Warren E. Buffet de gran fondo de inversiones Berkshire
Hathaway Inc.) que se apodera de las “palancas de conducción política”. La abstención sigue siendo
un factor importante del funcionamiento de este régimen que se llama democrático, en manos de una
autocracia rica y enriquecida, puede servir como globo de ensayo en los subsuelos del tejido social y
político norteamericano. Paralelamente, hay que tomar en cuenta, por ejemplo, el importante resultado
obtenido en California (octubre de 2004) por el candidato rosa-verde Peter Camejo, apoyado por una
corriente militante (independientemente de las reservas que puedan existir en cuanto a este tipo de
intentos de impulsar el surgimiento de un “tercer partido”). Pero las “previsiones” -para no hablar de
“predicciones”- referidas a las evoluciones socio-políticas en los Estados Unidos son más que difíciles.
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De todas maneras, los impasses del curso neoliberal (de hecho, una restauración neoconservadora) son
evidentes y algo deberá cambiar. Por el momento, esto se hace bajo la forma de “continuismo”, es
decir de una acentuación por parte de la administración Bush de sus muy marcados rasgos autoritarios
y antidemocráticos (que constituyen uno de los elementos de la lógica interna de la maquinaria
imperialista en marcha). Detrás de esta ostensible potencia de la “máquina política republicana” (o
demócrata) surgen grietas, como los debates que atraviesan al establishement a pesar de que siga
estando muy seguro de si mismo lo evidencian.
4.5. La baja del dólar y el naciente enfrentamiento entre zonas monetarias que van mas allá de las
zonas geográficas (euro frente al dólar, dólar frente al yen, etcétera), podrían eventualmente hacer
peligrar el flujo de capitales que se dirige a comprar las títulos del Tesoro norteamericano, títulos
privados, etcétera. Sin embargo, la masa de los capitales en busca de ingresos relativamente
garantizados implica que este peligro posiblemente no sea inmediato, salvo en caso de una gran crisis
financiera, cuyos efectos globales no son seriamente previsibles. Los volúmenes de capitales en la
búsqueda en colocaciones rentables pueden ser percibidos a través de la facilidad con la que durante
el 2003 y comienzos del 2004 grandes emisiones de empréstitos obligatorios de los gobiernos y de las
empresas de los llamados “países emergentes” fueron lanzadas y positivamente recibidas por los
“mercados financieros”. Es un total para enero de 2004 de 13,7 mil millones de dólares que fueron
colocados en los mercados de obligaciones, es la cifra más alta desde la memorable fecha de julio de
1997: 15,5 mil millones dólares. Esto revela en principio los "riesgos" que son tomando por los
inversores. También esto revela la extensión de la masa de liquidez en busca de colocaciones (y de
transferencias de uno a otro mercado, con las crisis brutales que de allí se derivan); y finalmente, del
alza permanente del endeudamiento de los países de la periferia, en especial los llamados emergentes,
vale decir interesantes para el capital financiero.
4.6. En el curso de los últimos 20 años se produjeron un flujo de inversiones directas (IDE) de Europa
y de Japón hacia los Estados Unidos, así como una tenencia de dólares por Japón, China, Taiwán, etc.
que modifican la realidad de las relaciones de fuerza a escala mundial. Una baja del dólar puede
reforzar las IED europeas y japonesas en los Estados Unidos y por tanto modificar dentro mismo de la
economía norteamericana el peso del capital europeo y japonés. Sin embargo, en el marco de la
transnacionalización efectiva del capital, este elemento no parece que por el momento pudiera
predominar por sobre los otros elementos económicos, políticos y militares que aseguran la hegemonía
norteamericana, el liderazgo de la coalición imperialista.
4.7.. Este es el contexto de conjunto en que se desarrolla un enfrentamiento clásico en el seno de los
Estados Unidos, con motivo de la elección presidencial, donde se chocan diferentes fracciones del
capital y facciones de las elites dirigentes. Es una pelea mediática dura, pero una pelea entre facciones
de un partido político único que tiene diversas corrientes, las dos más importantes de las cuales se
llaman Republicano y Demócrata.
Estas dos corrientes, y las sub-corrientes en que se dividen, representan sustancialmente, por su
política concreta -generalmente alejada de parte de los discursos, basta recordar el corte entre el
discurso clintoniano retomado por la socialdemocracia europea y la practica de la administración
Clinton - los intereses del capital en su conjunto. Cualquier apoyo a una de estas fracciones, entre
otros de parte de las fuerzas políticas latinoamericanas, sólo puede conducir a legitimar la brutal
punción, sostenida por el brazo militar del pentágono, que realiza el capital imperialista sobre las
masas trabajadoras de América Latina.
4.8. Puesta en perspectiva a partir de la orientación de las contradicciones en marcha del capitalismo
imperialista norteamericano, la comprensión la actual situación social, económica y política del
continente latinoamericano, exige desprenderse de la idea de una “década perdida” durante los años
1980-1992 que habría sido seguida por una recuperación, que a pesar de caótica, habría creado las
condiciones de un “nuevo crecimiento”. El proceso neoliberal no suscitó en ningún país de la periferia,
un verdadero nuevo desarrollo.
11
En realidad, desde 1982, de manera permanente aunque bajo una forma sinuosa, la crisis del “modelo”
de los años de posguerra fue permanente. Y las esperanzas, presentes en algunas capas de asalariados
más o menos estables, de una salida de la crisis fueron en cada oportunidad rápidamente disipadas. Y
la crisis comenzó a roer las posiciones socio-económicas de esas capas llamadas medias (según el
vocabulario de los sociólogos latinoamericanos de moda). Y la decepción así como la rabia se
manifestaron casi por todas partes entre estas capas, que debieran ser la palanca de la supuesta
modernización de la sociedad según la receta neoliberal. Las protestas de los ahorristas argentinos
contra el “corralito” (también por los ahorristas uruguayos, afectados por la crisis financiera de julioagosto del 2002) son desde este punto de vista emblemáticas.
Una división internacional del trabajo desastrosa para América Latina
5. La acentuada inserción de la economía latinoamericana en la economía capitalista mundial se
produce en el momento mismo en que se reorganiza la división internacional del trabajo (DIT).
5.1. En esta nueva DIT, es preponderante el peso adquirido por China (con tasas del crecimiento del
8% en el 2002 y del 9,1% en 2003), algunos países del Noreste y Norte de Asia (Corea del Sur,
Taiwán) o del Sudeste de Asia (Malasia, Singapur y próximamente nuevamente Indonesia), India (con
tasa del crecimiento del 5% en 2002 y 7% en 2003) y cierto número de países de Europa del Este (con
una tasa de crecimiento media de 3.3% en 2002 y 2,5% en 2003, República Checa, Hungría, Polonia,
Eslovenia, Croacia).
5.2. Es cierto que la situación en China es de una extrema volatilidad socio-institucional y también
económica. El poder no puede arrancar centenares de millones de trabajadoras y trabajadores del
campo, crear una mano de obra semi-inmigrante súper-explotada compuesta por decenas de millones
de personas sin recursos que son devueltos al campo ante el menor accidente o incidente,
desorganizar-destruir los sectores estatales dejando en la calle a centenares de miles de personas,
poner en contacto polos de desarrollo con zonas de extrema pobreza, aplastar durante años a un pueblo
que tiene una tradición y memoria de rebelión, sin que surja una crisis social y política. Sin mencionar
una constatación ya hecha a escala mundial: estas experiencias neoliberales (aunque piloteadas con
mano firma por el Estado y Partido Comunista) no pueden engendrar un crecimiento con altas tasas
por un período prolongado. El test del “modelo chino” todavía está por venir.
5.3. Por ahora, los países de Asia y China en particular son terreno de una vasta redistribución de
empleos industriales y de diversos servicios (como algunas partes de la India o China, por ejemplo), a
escala mundial. En esta nueva DIT, en términos relativos América latina no será particularmente
privilegiada, ni siquiera Brasil. Esto se mide ya en el flujo de inversiones directas (ID) es decir en gran
parte por la creación, adquisición o participación de firmas industriales o de servicios incluyendo
firmas del sector agro-alimentario. Sólo a nivel financiero, es muy significativo -si hacemos una
comparación con Brasil, tomando en consideración el diferencial de dimensiones. ver que China -y no
debemos olvidar que incorporó a Hong Kong económicamente desde hace mucho e institucionalmente
desde 1997 - disponía oficialmente en octubre de 2003 de 406 mil millones de dólares de divisas
extrajeras, en reservas del Banco Central, sin contar el oro. Un año antes, estas reservas ascendían a
266 mil millones.
Sin embargo China, a pesar (o a causa de) sus reservas de bonos del Tesoro norteamericano y su
moneda pegada al dólar puede sufrir importantes crisis financieras, análogas a las de la crisis asiática
de 1997 o a la crisis de Argentina en los años 2000. Y el mercado chino puede absorber importaciones
sólo en la medida en que hay una cierta simetría en valor con sus exportaciones, de las que una parte
cercana al 65% están constituidas por exportaciones de las transnacionales imperialistas asentadas en
China o en asociación con capital estatal o privado chino (Morgan Stanley, S. Roach). A esto se suman
los problemas propios de la transición de las instituciones políticas. Pero incluso si China e India
sufrieran crisis, el patrón neoconservador al que se ajustan las economías latinoamericanas no es
sustancialmente diferente al de China y por tanto crisis análogas -no similares- podrían golpear
también a las economías latinoamericanas. Así, la ventaja dinámica relativa en términos de inversiones
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y de empleos beneficiará a China y la India. En esta nueva DIT, América Latina no será
particularmente privilegiada, ni siquiera Brasil, en términos relativos. Aún si hay un flujo de
inversiones extranjeras directas (IED). Estas IED, representan el control de las firmas, la compra, y la
participación de las firmas industriales o de servicios (con el Estado como socio, es el caso de China).
Es el movimiento que se hace en el sector agro-alimentario (Nestlé, Unilever o firmas como Monsanto
y Sygenta, o incluso de traders como Cargill)
En el plano de los recursos y divisas, no está demás hacer una comparación entre Brasil y China, sin
olvidar que China ha incorporado a su espacio continental a Hong Kong, no solamente
económicamente, sino institucionalmente luego de 1997. En octubre 2003, China disponía de 406
millardos de dólares de divisas extranjeras (una mezcla de dólares y euros) bajo la forma de reservas
del Banco Central, y sin contar el oro. Un año después, esas reservas aumentaron 266 millardos. Si se
compara el balance de las cuentas corrientes (que indican el movimiento de flujos de capitales, las
inversiones, portafolios, etc.) de todo el bloque latinoamericano y del conglomerado China-India, en el
2000, 2001 y 2002, se obtienen respectivamente, los siguientes resultados: -47,7 millardos de dólares,
-53,3 y -16,8 para América Latina, y +16,1, +17,3 y +27,7 para el conglomerado India-China (una
cuenta que es relativamente desfavorable a China).
De todas maneras, por una parte el mercado de China no puede absorber las importaciones
provenientes de los países imperialistas, que en cierta medida asignan una cierta simetría, en valor, con
las exportaciones de China, y por otra, que el 65% de sus exportaciones son realizadas por las
trasnacionales imperialistas establecidas en China o en asociación del capital estatal o privado chino
(Morgan Stanley: Stephen Roach).
Sin embargo, debido (o por causa) a que China tiene sus reservas de bonos del Tesoro norteamericano
y su moneda atada al dólar, puede conocer importantes crisis financieras, análogas a la crisis asiática
de 1997 o a la crisis de Argentina de los años 2000.
A esto hay que agregar los problemas propios de la transición de las instituciones políticas. Pero tanto
India como China se inscriben en el patrón económico neoconservador, por lo que crisis como las
producidas en América Latina, seguramente van a presentarse. A menos que se piense, que la
proyección del desarrollo en China pueda producirse sin que intervengan los elementos contrarios al
desarrollo -sobre todo un desarrollo social y demográficamente homogéneo- intrínsicamente ligados a
la apertura, de manera progresiva, de la economía china.
5.4. No existe ninguna razón para esperar que se opere una modificación importante favorable a
América Latina en el marco de la nueva DIT; y menos aún si el ALCA se aplica a partir del 2005 o en
los años siguientes -sea “lights” o pesado- y si la independencia de los Bancos Centrales sigue siendo
la actual (vale decir, si la política monetaria se ajusta a los intereses del capital financiero y de algunos
sectores exportadores).
En este sentido es ilustrativo ver como, en algunos años, firmas como Sadia -perteneciente al ministro
del comercio exterior de Brasil, Luiz Fernando Furlan- Perdigao o Frangosul (esta última en manos del
grupo francés Charles Doux) se convirtieron en firmas de punta en el mercado mundial del pollo. Su
posición será reforzada con la crisis del pollo asiático (gripe avícola). Pero esto es para el pollo. Y no
es más que una traducción de la dinámica de primarización de la economía y de una diversificación
limitada al marco de esta primarización: carne de cerdo, carne vacuna, aves enteras o platos
preparados.
Y, en este terreno, las firmas imperialistas también se harán presentes rápidamente en Brasil, porque
no dejarán que algún sector se convierta en líder a escala mundial sin querer captar un segmento
decisivo. Por tanto, los grandes del sector agroalimentario de Nestlé a Unilever, aprovecharan de esta
primarización dinámica, que terminará por expulsar más y más campesinos del sector agrícola,
expulsiones que no compensarán las limitadas medidas de una Reforma Agraria, puesta bajo
responsabilidad del ministro Miguel Rossetto (representante de la tendencia Democracia Socialista en
el gobierno burgués de coalición presidido por Lula).
Finalmente, los economistas neoliberales “olvidan” que, de hecho, en el terreno de las materias primas
y los bienes primarios (commodities) las medidas proteccionistas de los países imperialistas mantienen
su vigor, para evitar sacudones sociales rápidos en los paíse del centro; e incluso los países emergentes
de Asia tomarán medidas proteccionistas frente a la competencia brasileña. Esto es una muestra
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gráfica del impasse del “modelo de crecimiento” apoyado en las exportaciones y aún más de este tipo
de exportaciones.
5.5. En este cuadro, los procesos regionales de “integración económica y comercial” en curso, no
pueden verse como una chance de desarrollo y de inserción simétrica en la llamada “globalización”
del capital.
El balance del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) entre Estados Unidos,
Canadá y México, es lapidario (especialmente para los trabajadores y campesinos mexicanos y,
también, para cientos de miles de trabajadores de Estados Unidos y Canadá). En tal sentido, ver el
texto “Poco para festejar en 10 años de TLCAN”, IPS, 4-1-04 (www.ipsnoticias.net/)
Es entonces que proyectos como el MERCOSUR, o el de la Comunidad Andina, se vuelven
funcionales a la estrategia de dominación imperialista. Sin desconocer, obviamente, las
contradicciones entre el capital imperialista y sectores capitalistas latinoamericanos que re-negocian
los términos de su subordinación.
Estados Unidos, mientras tanto, avanza en los acuerdos bilaterales y regionales que aseguran su plena
hegemonía. Tal es el caso del reciente Tratado de Libre Comercio (conocido como CAFTA) entre la
potencia imperial, Guatemala, Nicaragua, El Salvador y Honduras. Hay que recordar esto: una parte
significativa de las exportaciones agrícolas norteamericanas -que son importantes junto a las textiles
para el balance comercial- van a Centroamérica y a partir del nuevo tratado comercial CAFTA, estas
exportaciones se volverán libres de aranceles de inmediato. Mientras que las exportaciones
centroamericanas tendrán eliminaciones tarifarias -en el mercado estadounidense- en un plazo de ¡15
años! Sobre el CAFTA, ver “Washington extiende su control sobre Centroamérica con un TLC
ventajoso para Estados Unidos”, Ciberoamérica (www.ciberoamerica.com/) y “EEUU y
Centroamérica firman un polémico acuerdo comercial”, diario Clarín, Buenos Aires, 19-12-03
(www.clarin.com.ar)
Todos estos acuerdos comerciales bilaterales y tratados regionales, se basan en las premisas que
contornan el ALCA, un proyecto de recolonización definido por el sociólogo brasilero Francisco
“Chico” de Oliveira como “un disfraz de no-protección para quien no precisa de protección”. Ver “Un
par inaplaudible: ALCA y democracia”, Francisco “Chico” de Oliveira en Correio da Cidadanía
(www.correiocidadania.com.br/ed370/internacional13.htm) y el ensayo de Claudio Katz, “ALCA y
deuda: las dos caras de la dominación” (www.eltabloid.com/claudiokatz/)
Una restauración colonial destructiva
6. Desde el comienzo de los años 1990, se acentuó y aceleró la dominación imperialista en lo referido
al apoderamiento de la riqueza de América Latina y a la transferencia neta de recursos (por vía de
múltiples mecanismos, en particular la deuda externa y el deterioro de los términos de intercambio)
hacia los países centrales.
A este respecto, ver el estudio de Orlando Caputo, “La economía de EEUU y de América Latina en las
últimas décadas” (www.cetes.cl/mu5.htm) los trabajos de Eric Toussaint-Comité por la Anulación de
la Deuda del Tercer Mundo (www.cadtm.org) y el “Análisis Estadístico de la deuda externa. Años
1980-2002” realizado por la Universidad de los Trabajadores de América Latina-Emilio Máspero
(www.utal.org/analisisdeuda1.htm)
6.1. Esta operación de restauración colonial asumió distintas formas: recuperación del control del
sector de materias primas; imposición de la re-primarización de algunas economías (como puede verse
en la actual situación de Argentina); adquisición de las empresas y las infraestructuras públicas
latinoamericanas por medio de las privatizaciones; captación de una parte del sobre-producto social a
través de las tarifas de los servicios públicos privatizados; captación de una parte de la riqueza
producida a través del control de la deuda interna y externa por los bancos imperialistas acreedores;
captación de riquezas inflando el crédito al consumo con tasas usurarias, créditos que son concedidos
por bancos de los países centrales, por los bancos brasileños o argentinos, por las compañías
automotrices que montaron sociedades crediticias; captación de riqueza, vale decir sobre-producto
social, vía las patentes de la propiedad intelectual y los precios de transfert a las multinacionales. En
14
una palabra, recolonización de América Latina, lo que plantea las tareas políticas de soberanía
nacional y de transformación de la sociedad de manera íntimamente relacionadas. La naturaleza
rentista de esta explotación, centralizada por el capital financiero (una apretada red que liga a las
finanzas, a las aseguradoras y a las transnacionales), no sólo es altamente parasitaria, sino que no
requiere el ejercicio de un control geográfico político directo, como lo demandaban las anteriores fases
del imperialismo
6.2. Se trata pues de un poder imperialista, de trazos fuertemente parasitario que tiene como
mediadoras a las capas burguesas y las elites dominantes locales, que adoptan, bajo una forma
modernizada (los modernos sectores exportadores de madera en Chile, agroalimentarios en Brasil o en
Argentina, industriales de bienes primarios o manufacturados en Brasil, en México, etc.), una
orientación hacia la exportación, hacia la inserción en el llamado mercado mundial, muy jerarquizado,
al mismo tiempo, estas fracciones de las clases dominantes, transfieren sus capitales, al menos
parcialmente, hacia centros estables a sus ojos, como Miami, Londres, New York o Zurich, como
forma de asegurar su perennidad ante un futuro incierto, incluso para las burguesías latinoamericanas
que disfrutan de una cierta consistencia.
Interacción planificada de la superexplotación de las trabajadoras y los trabajadores
7. Las capas de los asalariados estables fueron desestabilizadas. Esto se hizo recurriendo tanto a
brutales planes de austeridad ligados a los programas de ajuste estructural –rebajas y congelamientos
salariales, tercerizaciones, flexibilización laboral, despidos, eliminación de derechos sindicalesaplicados en todos los sectores, ya sea la salud, la enseñanza o la función publica en general, como a
través de las privatizaciones.
7.1. “Desestabilizar a los estables” es parte de un programa orientado a permitir a los sectores
imperialistas y sus aliados, las elites autocráticas y plutocráticas locales, desestabilizar todavía más al
conjunto de los asalariados, precarizarlos, reorganizar el mercado del trabajo como un continuum
degradado.
Este va desde el sector informal -en el que la superexplotación permite la reproducción al más bajo
precio de la fuerza de trabajo de un sector de los asalariados: con mujeres súper-explotadas que
venden alimento barato, con micro servicios a precios que apenas permiten la supervivencia del
asalariado del sector informal- hasta los asalariados del sector automotriz y la banca que son
explotados con los más modernos métodos de los países centrales. Y que son puestos a competir con
los asalariados de China, del Sudeste de Asia o de otros países de América del Sur. En una palabra, la
explotación y la superexplotación se entrelazan.
7.2. Existe un verdadero matrimonio entre las formas de acumulación primitiva y las más modernas
formas de acumulación y de reproducción del capital. Los enfoques dualistas, en términos de sectores
formal e informal, por una parte no logran advertir la coherencia de la relación entre esos supuestos
dos sectores y, por otra parte, abren la puerta a la adaptación de la izquierda a las políticas de “lucha
contra la pobreza”, puestas de moda por el “decenio contra la pobreza” (1997-2007) que promueve el
Banco Mundial.
No es por una casualidad filantrópica, que el plan “Hambre Cero” del gobierno Lula sea la nueva
vedette del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo; que el nuevo alcalde de Bogotá,
“Lucho” Garzón”, del Polo Democrático Independiente, ponga en marcha su programa del “Día sin
Hambre”; o que en Uruguay, el Frente Amplio proponga un “Plan de Emergencia Alimentaria” para
atacar los “focos” de extrema pobreza.
Aunque al pasar, habría que insistir sobre una cuestión que los funcionarios internacionales y los
poderes mediáticos tergiversan: en América Latina y el Caribe, la pobreza no es apenas un “foco”
aislado sino un fenómeno generalizado y escandaloso que alcanza a casi el 50% del total de su
población (según el último estudio de la CEPAL) y en donde el 10% más rico se queda con el 48% del
ingreso, mientras que el 10% más pobre intenta sobrevivir con el 1,6%. Es sobre todo tener presente
que el enfoque político-teórico del Banco Mundial, al centrarse en la pobreza, elimina las nociones y
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realidades de explotación y de sobre-explotación que está debajo de la pobreza. La remplaza de este
modo una perspectiva de desarrollo, controlada democráticamente y estructurada sobre la base de
encuestas que traducen las necesidades prioritarias tal como se expresan, por una política caritativa
que complementaría los "pactos productivos nacionales", permitiendo que un modelo sostenido por la
exportación no se cuestionado por las luchas sociales. Hay allí una técnica de desviar la atención que
se asemeja a la utilizada hoy en el terreno político: glorificar y contornear la memoria para mejor
ignorar la realidad presente.
7.3. Existe una estrecha relación entre el sector informal y el formal. Esto tiene que ver por un lado
con el proceso de producción y las estrategias de reducción de precios y del valor de la fuerza de
trabajo. En efecto, la población incluida en lo que se califica como sector informal es dirigida
(utilizada) como “ejército de reserva industrial” y como una superpoblación relativa segmentada que
permite presionar sobre los salarios de las personas utilizadas en el sector llamado formal. Así, la
industria textil o del montaje electrónico en la frontera mexicana (maquiladoras) selecciona, en el
seno de una superpoblación relativa en relación al volumen de empleados creados en la industria o los
servicios, los segmentos que necesita de mujeres jóvenes aptas para ser súper-explotadas en trabajos
de producción de bienes textiles de explotación o bienes electrónicos.
7.4. Esta superpoblación relativa segmentada es parte de un “reservatorio de mano de obra“ que
excede en mucho los límites de México y llega a Colombia. La misma relación existe entre las
poblaciones provenientes de Bolivia, del norte de Argentina, de Perú y de Chile con los sectores
productivos agro-industriales o de la construcción en Argentina. Se puede extender esta articulación
entre “ejercito de reserva industrial y agroindustrial” y “superpoblación relativa segmentada” por un
lado y caída del precio de la fuerza de trabajo, presiones disciplinarias sobre el trabajo, aceptación de
una situación de cuasi-privación de derechos, por otra parte, aplicando este enfoque a lo que tiene que
ver con la emigración latinoamericana y en particular mexicana hacia los Estados Unidos, símbolo de
la potencia imperialista del centro. En tal caso, nos encontramos ante una segmentación mas
específica: en la medida en que la misma va del trabajador agrícola estacional utilizado en California
hasta un puesto de jardinero o limpieza, pasando por los obreros, declarados o no, de diversas
industrias, hasta el médico calificado que encuentra colocación con un salario relativamente bajo en
una clínica privada norteamericana o un servicio público de urgencia carente de presupuesto.
7.5. Desde hace tres o cuatro años comenzaron a desarrollarse, en parte bajo los efectos de la
liberalización comercial impulsada por la OMC así como por los acuerdos bilaterales -muy utilizados
por los Estados Unidos y por China y generalmente subestimados por la izquierda - una competencia
brutal entre los trabajadores peor pagos del sector textil, electrónico y de juguetes de América Latina y
los de China. La mundialización del capital acentúa la interacción entre lo “formal” y lo “informal” en
el sector productivo.
Esto afecta también al proceso de circulación de mercancías. El llamado sector informal posee un rol
múltiple en la distribución, a costos casi nulos -sobre todo cuando se utilizan niños o jóvenes
adolescentes- de bienes de consumo producidos industrialmente generalmente por grandes
transnacionales y sus filiales, como ser cigarrillos, chicles, bebidas, productos electrónicos baratos,
máquinas de afeitar, encendedores, calzados, etc. Sin que deban ser soportados por una intermediario o
la propia firma, sin el costo que implicaría una red de distribución, los semi-esclavos del sector
informal llegan hasta el último rincón de demanda solvente, apta para comprar no mas que un
cigarrillo o un encendedor. Así, los "empleados" permiten realizar la plusvalía en provecho,
frecuentemente, de grandes grupos económicos transnacionales que “sufren” una importante
capacidad de producción excedente. Simétricamente a la relación en el proceso de producción entre lo
“formal” y lo “informal”, se registra a escala mundial una interacción en el proceso de circulación.
Concretamente, hoy se expanden redes de distribución de productos fabricados en China. Una
emigración latinoamericana está englobada en un proceso de este tipo. Esta sobre-explotación en la
distribución o el "servicio a los individuos" (empleadas domésticas, paseadores de perros, limpiadores
de zapatos, muchachos de los mandados) encuentra una expresión terrorífica en la esclavitud de una
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prostitución cada vez más mundializada estrechamente controlada por las mafias y las fuerzas
policiales cómplices.
7.6. Estas consideraciones exceden la simple dimensión analítica, pues tienen consecuencias sobre la
alianza social que es preciso construir entre los sectores de asalariados más estables y aquellos
relativamente precarizados, por un lado, con las masas pauperizadas del sector informal. No se trata de
subestimar el metabolismo social específico existente un una favela o una zona suburbana de Perú o de
Colombia. Pero muy frecuentemente, un enfoque dualista del tipo sector formal/sector informal,
encierra este metabolismo dentro de fronteras que impiden la elaboración política y práctica de una
alianza social y la articulación entre organizaciones que tienen influencia en esos medios
(organizaciones de sin-techo, asociaciones de vendedores callejeros, asociaciones de lustrabotas,
organizaciones comunitarias de base, etcétera) y las organizaciones sindicales y políticas que tienen un
centro de gravedad externo al sector informal, aún si el movimiento sindical puede tener cierta
influencia sobre un sector surgido de estos medios sociales. De esto se desprende la necesidad, para
los movimientos sociales, para los sindicatos, para las organizaciones campesinas y para las fuerzas
políticas de la izquierda radical de tener una intervención asociativa, sindical y política que tenga en
cuenta el abanico matizado de situaciones que va desde la empresa automotriz Volkswagen, para dar
un ejemplo, hasta la favela. Una escala de situaciones presentes en la trayectoria social e individual de
muchas trabajadoras y trabajadores.
El debilitamiento de las mediaciones nacionales y las posibles respuestas imperialistas
8. En esta situación, uno de los grandes problemas con que se enfrenta el imperialismo -que también
sufre una importante crisis económica, lo que entre otras cosas explica su agresividad, tanto más en
cuanto que refleja la hegemonía del capital financiero y rentista- reside en la inestabilidad de las
mediaciones de su dominación sobre los países de América del Sur.
8.1. Toda la política aplicada conduce, por un lado, a desgastar las bases de apoyo social de las elites
dirigentes y de las clases dominantes en las llamadas clases medias; y, por el otro, a minar la
legitimidad de las elites dominantes que se convierten de hecho en apéndices poco confiables de las
potencias imperialistas y sus direcciones. Tanto las elites dirigentes como las clases dominantes están
sometidas a todos los procesos de corrupción inherentes al montaje y la gestión de los sectores
privatizados y del pago a los acreedores, y lo que ocurre es que toman sus comisiones y, concientes de
la fragilidad financiera de sus países, colocan masivamente sus capitales en los centros imperialistas.
A esto se suman las “reformas” en el Estado y sus estructuras, que brindan también la ocasión para
una explosiva corrupción, que es la forma concreta que adoptan las privatizaciones y el acaparamiento
parasitario de riquezas por parte de las burocracias estatales, militares, la policía, etc. Ya sea en
Argentina, en Brasil, en Colombia, en Perú o en Bolivia, hay múltiples ejemplos que muestran estas
mutaciones.
8. 2. Los ataques que lanza el imperialismo contra la corrupción en nombre del “buen gobierno” son
completamente hipócritas. Efectivamente, es una banalidad recordar que no hay corrupción sin
corruptores y que los abundan los mecanismos de corrupción en que los dominantes corrompen a sus
subalternos (en este caso las elites y burguesías locales).
La campaña contra la corrupción cumple al menos dos funciones: una de ellas es hacer creer que la
corrupción de las elites locales en un factor de las “dificultades económicas” mucho mas importantes
que el pillaje de los países del continente latinoamericano a través de los servicios de la deuda (interna
y externa), o de los precios de las transferencias de las transnacionales, de la no re-inyección en el
seno del continente de una parte significativa de las ganancias de las filiales de las transnacionales que
van a acumularse en las plazas financieras de los países centrales, etcétera. La otra función de tal
campaña es justificar las medidas que debilitan las estructuras sociales para-estatales (servicios
sociales, servicios públicos, empresas públicas nacionales, etc.), que son presentados como
monumentos de la corrupción.
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Desde el punto de vista cuantitativo, los recientes ejemplos argentinos sobre los desvíos de fondos por
la policía federal y la policía de la Provincia de Buenos Aires, demuestran que un sector subalterno de
la columna vertebral del Estado burgués subalterno, puede desviar sumas seguramente similares sino
mayores a las del parasitismo y los negociados existentes en las “empresas nacionales” o los “servicios
sociales”. Además, la denuncia de este tipo de corrupción sirve para reforzar la posición del
imperialismo y sus nuevos aliados locales para privatizar y acaparar las empresas nacionales o los
servicios públicos.
8.3. Finalmente, la explosión de malversaciones y corrupciones en las grandes sociedades de los países
imperialistas (desde Enron a Parmalat pasando por el Crédit Lyonnais) demuestran que este tipo de
pillaje privado de la riqueza y de socialización de las pérdidas, es propio de la actual fase de
mundialización financiera del capital y sus derivados. El escándalo histórico en la gestión de los
Fondos mutuos en los Estados Unidos en 2003 y las sanciones impuestas por la comisión de
supervisión de la Bolsa de Wall Street a los principales bancos de negocios norteamericanos refuerzan
esta constatación. Cuando Dick Grasso, el ex jefe responsable de Wall Street -es decir, la plaza
financiera que concentra aproximadamente el 50% de la capitalización bursátil mundial- obtiene bajo
cuerda a los 57 años un arreglito de 187,5 millones de dólares (lo que se descubrió “casualmente” en
septiembre de 2003) además de su salario anual superior al millón de dólares sin contar primas- hace
campaña contra la corrupción de las elites dominantes “del Tercer Mundo” en nombre del “buen
gobierno”, estamos ante una forma de racismo imperialista. Ninguna lección pueden dar los dirigentes
imperialistas del FMI, del Banco Mundial, de la administración Bush o del gobierno socialdemócrata
de Schröder, pues ellos encubren y crean las condiciones que encuadran la conversión de las
malversaciones y la corrupción en una práctica habitual.
Por supuesto que la corrupción de las elites y de las “burguesías nacionales” latinoamericanas no
puede dejar de ser combatida por el movimiento popular y sus verdaderos representantes. Pero esto
pasa por el cuestionamiento radical de la dominación imperialista y, por otra parte, de la estructuración
y el funcionamiento de las empresas nacionales y los servicios públicos. Este funcionamiento requiere
del control directo de los asalariados y los usuarios, en la medida en que las empresas nacionales y los
servicios sociales son un elemento de redistribución de la riqueza producida.
Sin embargo, es preciso destacar uno de los elementos de la campaña imperialista en contra de la
corrupción. Se trata de una parte de un plan mayor que apunta a establecer una nueva jerarquía en el
acceso a la democracia a escala mundial. Así, la lucha contra la corrupción se correspondería con una
fase en que los “pueblos”, todavía “inmaduros” para la “democracia real” -vale decir, la que
supuestamente funcionaria en los países imperialistas- deberían aceptar una especie de democracia
restringida y supervisada por las instituciones multilaterales imperialistas (lo que generalmente
significa... directamente por Washington) que requiere de un gobierno fuerte, autoritario, e ir
concediendo de a poco derechos a pueblos que en un futuro venturoso lograrían la verdadera
democracia.
En la panoplia política del imperialismo y las elites gobernantes la carta de un nacionalismo dirigido
contra otros países siempre puede resurgir y ser utilizado. Es lo que se ve con Carlos Mesa frente a
Chile, con motivo de la justa reivindicación de acceso al mar, pero que carece de sentido en tanto el
gobierno se somete a los dictados del FMI, de los Estados Unidos y de su sector pequeño pero rudo y
autoritario de burgueses cobardes y aprovechadores, que desangran a un pueblo consumido desde hace
décadas.
8.4. Contra este operativo imperialista, y sus campañas ideológicas y políticas, es posible oponer la
revaporización combinada de una estrecha relación entre derechos cívicos, civiles , sociales y
económicos, (lo que en realidad responde a las profundas necesidades de la mayoría de la población
para controlar su futuro y por tanto las riquezas del país y el continente), y por otra parte, un combate
antiimperialista concreto y no demagógico (por ejemplo, una verdadera nacionalización bajo control
obrero y popular de una gran empresa nacional, con una red internacional, como la PVDSA en
Venezuela).
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Las operaciones realizadas por Néstor Kirchner en Argentina deben ser considerados por una parte
como una respuesta a las presiones desde bajo, buscando maniatarlas, y por otra parte a las exigencias
del llamado “buen gobierno”.
Al mismo tiempo, la reacción del Banco Central de Estados Unidos (FED) y la Asociación de fondos
mutuales, para proteger al gobierno de Kirchner de un proceso jurídico concerniente al no pago de una
parte de las obligaciones de Estado (parte de la deuda externa), dicen más de los lazos entre Kirchner y
el imperialismo que todos sus declaraciones. La fragilidad de la situación argentina es tenida en
cuenta, como lo confirma el último estudio de The Economist Intelligence Unit (EUI) que coloca a
Argentina después en términos de seguridad para las inversiones en el lugar 77, mientras que Brasil se
ubica en el 49, y Venezuela en el 68.
Una estrategia contrarrevolucionaria coordinada a diversos niveles
9. Ante esta crisis de las mediaciones necesarias para asegurar su dominio, el imperialismo y sobre
todo el capital norteamericano y sus representantes en términos de elite dirigente (administración de
Washington y grandes instituciones privadas) tienen varias opciones.
9.1. Canalizar y desorganizar al movimiento social con gobiernos de pactos de “concertación
nacional” y “capitalismo productivo”, como ocurre Brasil con el gobierno Lula y bajo una forma
inesperada en Argentina con Kirchner, como se prepara en Uruguay en un posible gobierno del Frente
Amplio, o como se intenta en Bolivia con la frágil coalición que, de hecho, existe entre Mesa-Evo
Morales;
9.2. Una política desestabilizadora y de golpes, como ocurre en Venezuela contra el gobierno de
Chávez o en Colombia con la tentativa de aplastar, simultáneamente, al movimiento popular, sindical,
y a las fuerzas de la insurgencia armada;
9.3. Una estrategia de militarización (guerra contrainsurgente) a escala del continente, tal cual fuera
discutida en el marco de la “Conferencia Especial de Seguridad Hemisférica” (México, octubre 2003)
organizada por la OEA. Que articula estrechamente al Plan Colombia, la Iniciativa Regional Andina,
el Plan Dignidad, y el Plan Puebla-Panamá (que incluye el hostigamiento al EZLN) con los ejercicios
militares “conjuntos” en diversos países (bajo el mando del Comando Sur norteamericano) y con la
instalación de nuevas plataformas de espionaje e intervención imperialista en Ecuador, Curazao,
Aruba, Honduras, El Salvador, y en la llamada “Triple Frontera (Argentina, Paraguay, Brasil).
El eje Alvaro Uribe-Lucio Gutiérrez favorece la maniobra imperialista de cerco a un Chávez
presentado como el foco más relevante de “inestabilidad continental”.
9.4. En la panoplia política del imperialismo y las elites gobernantes la carta de un nacionalismo
dirigido contra otros países siempre puede resurgir y ser utilizado. Es lo que se ve con Carlos Mesa
frente a Chile, con motivo de la justa reivindicación de acceso al mar, pero que carece de sentido en
tanto el gobierno se somete a los dictados del FMI, de los Estados Unidos y de su sector pequeño pero
violento y autoritario de burgueses cobardes y aprovechadores, que desangran a un pueblo consumido
desde hace décadas.
9.5. Las operaciones “nacionalistas”, en el marco de supuestos “pactos productivos nacionales” que
tienen como función canalizar el profundo sentimiento antiimperialista de las masas -desviándolo de la
cuestión de la propiedad de las clases dominantes locales y el imperialismo- hablando de “guerra
entre países” para que no se apunte a “la guerra de clases”, asumen una proyección a escala
continental. No es imposible, frente a la hipótesis de ciertas debacles económicas que algunas renacionalizaciones puedan ser efectuadas de uno u otro sector económico, con el objetivo de socializar
las pérdidas y de restablecer, en condiciones más favorables, la apertura renovada de esos sectores a
los inversores extranjeros.
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9.6. El imperialismo puede, en ciertos casos de crisis económicas inmediatas, contar con las elites
locales y sus partidos en la medida que cuentan con recursos suficientes y en tanto el movimiento de
masas no se radicalice demasiado y no tenga representantes creíbles a escala nacional.
9.7. Puede darse una combinación de estas estrategias contrarrevolucionarias, presentadas acá
esquemáticamente, sobre todo en el sentido de diversas etapas de un proceso apuntado a infligir una
derrota a las masas trabajadoras y sus aliados. En este sentido las “revelaciones” sobre la continuidad
de adiestramientos para la represión y la tortura en la Argentina aún muchos años después de
terminada la última dictadura militar, indica la coexistencia de varios “planes”, cuya concreción podría
superponerse parcialmente y sobre todo sucederse (canalización del movimiento, represión
“selectiva”, “golpe económico” para atenazar o paralizar al movimiento social). Bolivia ilustra la
superposición y el “etapismo” de las estrategias contrarrevolucionarias.
La “gobernabilidad democrática” del “progresismo” ¿tiene futuro? ¿a qué precio?
10. Es completamente ilusorio creer que un gobierno como el de Lula hoy, mañana el del Frente
Amplio o el del FMLN, puedan mantener durante un tiempo prolongado la “gobernabilidad
democrática”.
10.1. En realidad, estos gobiernos “progresistas” (que son gobiernos hijos de la crisis y de la pérdida
de legitimidad de los partidos burgueses tradicionales) serán obligados a mantener las contrarreformas
realizadas o en curso, a reforzar sus lazos de dependencia política, social y económica con el
imperialismo y las clases dominantes locales. Este cúmulo de contrarreformas llevará a un
desgarramiento del tejido social aún mayor y por tanto al debilitamiento de las posibilidades de
respuestas centrípetas por parte de los asalariados, los desocupados, los pauperizados y campesinos
empobrecidos.
10.2. Conformar una política alternativa a estos gobiernos constituye una urgencia social y política aún
mayor que una resistencia, acantonada en un sector social o una región (como algunas interpretaciones
de la política zapatista hacen creer). En realidad, las contrarreformas no tienen una función puramente
económica, sino también socio-política, dirigida a aumentar la división de los trabajadores y los
sectores pauperizados, aumentando las tensiones en su seno (con el juego de enfrentar a los
“privilegiados” contra los “excluidos”) y a hacer aún más difícil su reencuentro, y sus respuestas en
torno a reivindicaciones concretas, unificadoras de las diversas capas de las masas trabajadoras.
10.3. Efectivamente, si no se conforma lo más rápido posible una alternativa política (también social y
económica), las dinámicas políticas centrifugas aumentarán apoyándose en los desgarramientos del
tejido social. Y entonces, las esperanzas caídas podrían mañana dejar el terreno libre a las elites
dominantes, a sus sirvientes y al imperialismo. Este es el fondo del debate sobre un nuevo partido,
sobre otra izquierda en diversos países, aún con sus ritmos muy diferentes. Este debate ya comenzó en
Brasil.
Choques y levantamientos sacudirán los marcos políticos de una izquierda sometida
11. Sería inútil hacer predicciones sobre la situación en América Latina, pero algo es seguro: habrá
enfrentamientos, crisis gubernamentales, movilizaciones, diversos tipos de levantamientos.
11.1. Toda la historia de los últimos años está marcada por estos grandes rasgos que son la resultante
del conjunto de factores antes destacados y que alimentan las esperanzas de cambio más o menos
rápido de amplios sectores sociales. Estas esperanzas -en un contexto de lucha por la sobrevivenciafueron depositadas -en algunos casos- en gobiernos supuestamente milagrosos y casi taumatúrgicos.
11.2. Esto significa que existe una combinación entre crisis institucional de dominación imperialista y
burguesa, crisis social y actividad directa de las masas, aunque esta acción no será lineal y pueda
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incluir un proceso de delegación y expectativa; sin embargo, la tendencia a la acción directa y a la
sublevación es la característica de esta fase.
La resistencia de los trabajadores, de las masas populares y pauperizadas, la mayoría de las veces,
puede sorprender a la izquierda, incluso la radical, si ésta acepta, finalmente, la agenda de las clases
dominantes.
Esto se muestra claramente en Bolivia con las visibles oscilaciones del MAS y de Evo Morales. Este
último utiliza al clásico argumento del reformismo latinoamericano -que fue también el del
reformismo en Europa en el período de entreguerras y de la inmediata posguerra- resumido en la
fórmula que dice: “No hay que responder a los violentos ataques del imperialismo y de las elites
autocráticas locales, porque es inminente el peligro de un golpe de Estados realizado con el apoyo de
los Estados Unidos”.
No se trata de desdeñar a la ligera la posibilidad de que algún ultraizquierdismo sobrevuele la
resistencia rabiosa y la decidida respuesta de una población exhausta. Pero debemos abordar las
cuestiones de la estrategia y las tácticas precisas, en un momento de crisis nacional en el país. Y lo que
ocurre es que el “argumento” de Evo Morales, que utilizamos a título de ejemplo, constituye una
orientación general que acepta por adelantado al chantaje político ejercido por el imperialismo y sus
aliados.
11.3. Por su orientación guerrerista, la administración Bush -bajo la forma de la guerra en Irak, del
contrainsurgente Plan Colombia, o bajo la operaciones policiales-represivas “contra el terrorismo” y
las mafias de la coca ligadas al tráfico de drogas (en la que ahora incluyen a las FARC y el ELN, como
podrán hacerlo con otros “extremistas” mañana)- lanza una mensaje claro hacia las fuerzas de la
izquierda institucionalizada así como a las de la izquierda radical: hagan juego defensivo, no crucen la
mitad de la cancha de la lucha de clases, no tiren un penal ni preparen jugadas peligrosas. Si la
izquierda institucional y la izquierda radical adaptan su estrategia de juego a los límites impuestos por
el imperialismo, lograrán, en el mejor de los casos, un penoso empate en el partido de ida… y una
derrota por goleada en el partido de revancha.
11.4. Hay, también, otra manera de aceptar esos límites…aunque sin decirlo abiertamente. Consiste en
desarrollar un enfoque estratégico que descarta la cuestión del poder -cuando la misma está planteada
con agudeza, como lo reconocen las agencias imperialistas, las embajadas norteamericanas, y los
servicios de inteligencia de sus gobiernos amigos- en nombre de un “contra-poder permanente”, una
formulación pretenciosa que nos devuelve a la vieja noción de “desgaste del poder”. Dicho de otra
manera, la estrategia que se basa en la idea -más que ingenua- de que “podemos asar un cordero a
fuego lento sin que se de cuenta”.
Las concepciones vanguardistas planteadas por corrientes que se proclaman leninistas y a veces,
incluso, trosko-leninistas, facilitaron evidentemente el desarrollo de esta cháchara de no luchar por el
poder que sirve para no mirar la realidad de frente: una crisis del poder de los de arriba, no se
resolverá de manera favorable a los intereses de la gran mayoría, si no se afirma un poder surgido
desde abajo. Lo que significa -y aunque sea una banalidad hay que decirlo- que la cuestión del poder
no consiste en la toma del poder por “un partido revolucionario”, aunque uno o varios partidos
revolucionarios sean elementos necesarios para el establecimiento de un nuevo poder de clase.
La contrarreforma institucional
12. A nivel institucional y de seguridad, las contrarreformas neoconservadoras llevan a una
reconfiguración de los Estados que expresa la profundidad de la reconquista neo-imperial. O más
exactamente, las modalidades de control territorial, económico y político del "imperialismo sin
colonias", tal como son hoy los imperialismos norteamericano y europeos al igual que el japonés.
A propósito del imperialismo japonés, no hay que subestimar la ruptura histórica que implica, en
relación a la Constitución de 1946 -impuesta por el Supremo Comando Aliado de Poder dirigido por el
general MacArthur- al enviar tropas aún en un número reducido, a Irak.
21
12.1. En esta remodelación de las instituciones estatales, un rasgo importante se destaca: el lugar
ocupado en la jerarquía estatal por instituciones como el Banco Central y el Ministerio de Economía,
el ejército y la policía. Existe en esto una concretización de la alianza entre el capital financiero
internacional y el sector exportador y el financiero local más o menos desarrollado.
12.2. Junto con esta centralización y concentración de los poderes económicos y de seguridad, se
impulsa una descentralización muy avanzada de las estructuras regionales de los países, que va más
allá de las tradiciones federalistas. Esta descentralización implica:
1ª poner a competir a nivel fiscal a los diversos Estados o las regiones recientemente creadas, en
nombre de la atracción de capitales y la creación de empleos;
2º la reducción de la muy débil fiscalidad directa progresiva, favoreciendo un sistema fiscal cuyo peso
principal caiga sobre los sectores populares -Bolivia constituye el ejemplo mas avanzado, combinando
el impuesto indirecto sobre los bienes de consumo y el "impuesto indirecto" sobre el salario - y una
redistribución de ingresos fiscales para facilitar el pago de la deuda interna y externa, una parte de la
cual pertenece a las elites locales bajo la forma de obligaciones depositadas en el extranjero, y donde
también el ejército y la policía reciben una amplia porción de la torta presupuestaria;
3º la liquidación o masivo debilitamiento de las instituciones sociales a escala del país utilizando el
principio de la subsidiariedad, pero sin proporcionar los recursos: dicho de otra manera, cada región,
provincia o municipio debe hacerse cargo de los gastos sociales con sus propios recursos y es
"soberano" para hacerlo;
4º el incremento de las desigualdades regionales y por tanto la acentuación de la diferencia entre ricos
y pobres en el interior de las regiones y entre las regiones (la descentralización y la subsidiariedad
agudizan en el interior de los Estados nacionales el desarrollo regional desigual y el desarrollo de
relaciones que hacen pensar a veces en relaciones centro/periferia, como por ejemplo en Brasil (entre
San Pablo, sus suburbios y el Nordeste, donde las desigualdades sociales son también muy fuertes);
5º la puesta en marcha de "políticas contra la pobreza" sobre la base del mecenazgo de grandes
transnacionales y la intervención en la distribución de ONGs nacionales y provenientes de los países
imperialistas que actúan como nuevos misioneros que colaboran con los nacientes clérigos locales;
6º una substitución de los vectores del poder central y estatal, generalmente desvalorizadas a causa del
clientelismo, por relaciones neo-clientelistas entre instituciones locales empobrecidas y debilitadas,
empresas transnacionales o subcontratistas de transnacionales y, finalmente, ONGs; se presenta esta
mezcla como una forma de democracia local, una versión bastarda de “democracia participativa” que
no es nada más que la institucionalización sutil de una mini-redistribución de la pobreza entre los
mismos pobres (es la vuelta de la caridad);
7º una redefinición territorial en la que el ejército tiene un papel muy importante (Brasil, Perú,
Colombia, Chile, Ecuador) y una asignación de recursos primarios territoriales a los inversores
imperialistas o a alianzas entre el capital imperialista y el capital local; en este marco han surgido
numerosos conflictos en torno a la decisiva cuestión de la soberanía sobre los recursos populares
nacionales (Ecuador, Bolivia, Amazonía, etc.);
8º el intento de formalización de una relación extremadamente tensa entre lo polos económicogeográficos exportadores y lo esencial de un país que se hunde en la miseria: una formalización
institucional y de seguridad.
12.3. No se trata de que la izquierda radical deba defender las instituciones del viejo Estado burgués,
sino de responder por la positiva a este intento de descentralización mostrando que la cuestión clave
está en la distribución de los recursos para combatir la desigualdad social y las desigualdades
regionales, y que sólo habrá redistribución efectiva en la medida en que exista un control democrático
y popular sobre la producción de la riqueza y por tanto sobre la apropiación social de los principales
recursos del país, recursos "naturales", recursos agrícolas (acceso a la tierra y radical desconcentración
de la propiedad de la tierra con un lento movimiento de cooperación y de socialización), recursos
industriales, recursos en términos de formación y de educación, de investigación y desarrollo, de
salud, de telecomunicación, de transporte, etc.
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12.4. También en este marco se debe abordar la cuestión indigenista, y los derechos democráticos
pueden unirse a las reivindicaciones sociales manteniendo la idea de una soberanía nacional y mañana
continental, para evitar una balcanización mas o menos silenciosa del continente, que lo convertiría en
un territorio en que el capital imperialista elegiría sus cotos de caza y reservas (recursos petrolíferos,
biomasa, recursos genéticos), captando las rentas a escala continental.
La (siempre actual) cuestión del poder
13. La profundidad de la crisis y su carácter multifacético coloca, como ya indicamos en el punto 10.4,
la cuestión del poder.
13.1. Planteamos la cuestión bajo la forma del poder desde abajo, contra un poder de arriba que se
defiende con uñas y dientes -porque está social e ideológicamente debilitado y con un personal
político numeroso pero desacreditado- con todos los recursos represivos, financieros y mediáticos a su
alcance. Plantearse entonces la cuestión del poder, en esta fase, no quiere decir otra cosa que favorecer
todo movimiento de acumulación de experiencias de acciones directas y de refuerzo de la conciencia
para los enfrentamientos futuros.
Pero esto se debe hacer conjuntamente a la elaboración de un programa de reivindicaciones inmediatas
vinculadas a las luchas contra los planes de ajuste neoliberal del FMI. Simultáneamente, acompañarlas
con propuestas institucionales de democracia directa como los Referéndum y la “Ley de Iniciativa
Popular” (Uruguay); las iniciativas como la “Consulta Popular” o los “Plebiscitos” en Brasil,
Argentina y México contra el ALCA y por el no pago de la deuda externa; o la “Asamblea Popular” en
Bolivia -para contrarrestar la maniobra de Carlos Mesa y su seudo-Constituyente integrada al
parlamento- como elemento de auto-organización, de representación, de centralización de los
organismos populares, y para la creación de una “institucionalidad popular alternativa”.
13.2. De tales procesos, que se constituyen en el tiempo -con aceleraciones, pausas, repliegues,
relanzamientos- surgen las chances de llegar a una alternativa real -no a la certeza de una victoria para
las masas trabajadoras- que se forja por aproximaciones sucesivas, procesos de reagrupamientos, y un
liderazgo amplio, donde la organización socialista revolucionaria (en el interior de esos procesos)
pueda hacer coexistir diferentes corrientes como expresión de la heterogeneidad de la conciencia y de
las experiencias socio-económicas de las luchas.
13.3. Ese liderazgo no puede afirmarse solamente en el terreno de las reivindicaciones económicas y
sociales. Debe también atacar los mecanismos de dominación más sofisticados del imperialismo y de
sus aliados locales. En otros términos, ese liderazgo socialista y revolucionario, amplio, societario,
debe conquistar posiciones político-culturales, captar la imaginación creativa popular, a través de
referentes militantes que puedan identificarse con las luchas y los intereses de los trabajadores y no
como “jefes de masas” (Rosa Luxemburgo) que, luego, terminan negociando o entregando las
conquistas populares. Igualmente, ese liderazgo socialista revolucionario, debe entender la capacidad
que las fuerzas sociales tienen tanto para poner en práctica las reivindicaciones que reclama, como
para contrarrestar la represión y las maniobras de un poder político burgués socialmente deteriorado,
pero que dispone de una inteligencia político-represiva alimentada por el imperialismo.
13.4. Un elemento central de esta batalla por la “opinión pública” -mejor dicho, de cómo preparar la
ruptura con la sensación de que un cambio radical es imposible, dada la coerción-manipulación diaria
ejercida por los mecanismos de reproducción caóticos del capital, y las estrategias colectivas e
individuales de sobrevivencia desesperada de los oprimidos y explotados- consiste en establecer una
coordinación de contra-información popular conectada a las movilizaciones y las luchas (experiencia
de radios comunitarias, medios de prensa escrita y televisivos alternativos, redes electrónicas) para
responder al monopolio mediático de los capitalistas. Las experiencias desarrolladas en Argentina,
Bolivia, Colombia, Paraguay, Uruguay, México y, particularmente en Venezuela, entre muchas otras,
ilustran la importancia de esta batalla.
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Es el conjunto de estos elementos que provee el material que constituye la imprescindible auto-defensa
popular, cuyo pasaje a una fase de ofensiva, está directamente ligada a coyunturas excepcionales, pero
que deben ser pensadas con anticipación como instrumentos de auto-protección en las luchas parciales.
En fin, la dimensión continental no puede dejarse de lado. Y, en la elaboración de un programa
transicional, ocupa un lugar clave. En la medida que existe la necesidad de desarrollar un verdadero
programa de urgencia -como el que proponen los Economistas de Izquierda (EDI) en Argentina- para
salvar a la sociedad del desastre a escala de los países del continente.
Una “izquierda oficial” enfrentada a la radicalización política y social de los movimientos
populares
14. El tipo de crisis económica, socio-política e institucional en América Latina -más allá de la
heterogeneidad de las coyunturas nacionales- apunta en dirección de un elemento histórico nuevo: las
enormes dificultades de las corrientes políticas de la izquierda o centro-izquierda, herederas del
nacionalismo, el desarrollismo, el antiguo sindicalismo, y hasta del guerrillerismo clásico.
14.1. Durante los años ´80 y ¨90, el PT de Brasil, el Frente Amplio de Uruguay, el FSLN de
Nicaragua, el FMLN de El Salvador, el PRD de México, y otros componentes del Foro de Sao Paulo,
se reciclaban bajo un ángulo social y democrático, un nacionalismo popular y una tradición sindical,
dando la impresión -en el cuadro de la “década perdida” de 1982-1992- que podrían ofrecer una
alternativa real por la vía electoral e institucional. Incluso, llegaron a obtener numerosos cargos
parlamentarios y decenas de gobiernos municipales y estaduales que fueron proyectados como
“vitrinas”, o como lo que Raúl Pont, fundador del PT y ex-prefeito de Porto Alegre, llama “efecto
demostración”.
Era el momento de responder a la “crisis de representatividad” de los partidos burgueses neoliberales
con una izquierda con “razón de gobierno” y una propuesta nueva de alianza social, de “crecimiento”
e incersión más protegida en el mercado mundial.
La duración, la violencia de la crisis socio-económica, y la inestabilidad política permanente,
asumieron un ritmo “imprevisto” por los ideólogos de la “renovación de la izquierda”, socavando de
más en más la credibilidad de sus discursos.
Desde finales de los ´90 e inicios del 2000, bajo diferentes formas, el cambio de estas fuerzas políticas
se volvió más claro. Se torna patente entonces, el impasse político de una vía “socialdemócrata”,
inclusive en una versión más edulcarada que la expuesta por Kautsky en “Los caminos del Poder”
(1909) y de algunas ideas de los años 1920 del mismo autor. Ante el vacío dejado por la crisis política
de las políticas burguesas -porque existía y existe una crisis de dirección burguesa- no existen los
recursos sociales, ni la base socio-económica, ni la semi-estabilidad, que puedan permitir una gestión
socialdemócrata en los países latinoamericanos. De la misma forma, es completamente ilusorio pensar
en un desarrollo efectivo bajo una especie de colbertismo (en referencia a Colbert, 1619-1683, el
hombre de las manufacturas de Estado bajo Luis XIV) para retomar la fórmula del marxista francés
Pierre Salama, hoy consejero de la CTA de Argentina.
La orientación neoliberal de un Kirchner, un Lagos, un Lula, aún cuando en algunos de estos casos se
presente con un disfraz “social” -que puede caerse según la velocidad de las luchas y la presencia
política de las fuerzas socialistas-revolucionarias- demuestran el impasse de la vía socialdemócrata.
Las orientaciones programáticas de estos gobiernos están muy lejos, inclusive, de un “reformismo”
clásico o a un “neo-reformismo”. No hay ninguna “reforma” significativa en tales orientaciones, por el
contrario, ponen en práctica contrarreformas.
14.2. En cuanto al movimiento sindical, desde los años ´90, está debilitado por las contrarreformas
neoliberales, la flexibilización laboral, el desempleo masivo, y la inmigración, de modo que la
desestabilización de los estables (funcionarios públicos, asalariados de la gran industria o de los
servicios) modificó sustancialmente al movimiento sindical.
Al mismo tiempo, desde finales de los años ´80, las operaciones de cooptación política, ideológica, y
material de las direcciones sindicales latinoamericanas, por parte del DGB alemán, la UGT española,
la CFDT francesa, por el Partido Demócrata norteamericano y la AFL-CIO, jugaron un papel tan o
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más destructivo que la caída de los regímenes estalinistas y el naufragio de la Federación Sindical
Mundial con sede en Praga.
Está claro, que esta cooptación, en todas sus dimensiones, tuvo un eco en la práctica sindical, que pasó
a la defensiva, a la colaboración de clases, a la reivindicación de los “pactos sociales”, a las
“concertaciones productivas”. Esta política, sin embargo ha encontrado una fuerte resistencia de
corrientes y tendencias clasistas del movimiento obrero.
En este contexto, es necesario percibir los elementos de continuidad y renacimiento que se expresan
mas claramente por un múltiple movimiento social en marcha en los últimos años en América Latina.
14.3. Desde luego, un movimiento campesino tendencialmente proletarizado (o sea, sin tierra o casi
sin tierra) en muchos de los países de América Latina. Por su práctica, este movimiento coloca el
problema de la propiedad latifundista, y por tanto, la perspectiva de micro-emprendimientos y
cooperativas. He aquí un trazo clásico de los movimientos que luchan por la Reforma Agraria. El caso
de Bolivia no escapa a este proceso, porque la CSUTCB, desde mediados de los años ´80, integró a un
campesinado hiper-pauperizado y, en parte, expulsado de las ciudades, colocando la temática
indigenista y cocalera (sea en la región de El Alto o del Chapare). A su lado, nació el MST boliviano.
En esta corriente campesina, internacionalizada, sectores de la Iglesia, del cristianismo de la
liberación, juegan un papel importante y acompañan la internacionalización del movimiento (Vía
Campesina). Mientras tanto, ciertos sectores de la Iglesia, del alto aparato eclesiástico, incluso,
participan como representantes del movimiento, como el obispo Balduíno de la combativa Comisión
Pastoral de la Tierra en Brasil, que ha denunciado, sitemáticamente, los crímenes de las bandas
armadas del latifundio, que contnúan bajo el gobierno Lula.
La emergencia de movimientos campesinos de este tipo (sin tierra) en algunos países tienen un
poderoso compenente indígena: Ecuador, México, Guatemala, Paraguay, Perú. Pero aún considerando
que la disminución de la parte relativa de los campesinos en la población economicamente activa es
una realidad, por razones demográficas y económicas el número absoluto de campesinos pobres y sin
tierra aumentó en América Latina. Esta población se desplaza hacia las periferias de las grandes
ciudades, donde se acumulan, por etapas, los migrantes de las zonas rurales pauperizadas. Esto
significa una mutación rural-para-urbana. Esto que modifica las relaciones efectivas o potenciales con
el movimiento asalariado y de los desempleados (trabajadores desempleados como justamente dicen
sectores de los piqueteros argentinos) es el germen de una alianza social clasista que no existió en el
pasado.
14.4. En segundo lugar, apareció un tipo de movimiento reinvindicativo de asalariados y de
trabajadores desempleados que asumió formas de lucha mucho más radicales; no en las empresas aunque también allí existan- sino en las protestas callejeras, tanto en grandes ciudades como en las
pequeñas de la periferia. Protestas contra los patrones, gobernantes, multinacionales, contra los
partidos en el poder y el Parlamento.
Cuando esto se combina con las reivindicaciones democráticas del proletariado -en el verdadero
sentido del término- autóctono, la radicalización se ve reforzada. Esto se ha confirmado en Venezuela,
Ecuador, Argentina, Perú, Paraguay, Los efectos del desempleo y de la crisis no paralizan las luchas
político-sindicales que por el contrario, han conquistado el centro de la escena, colocando en
dificultades a los partidos de la izquierda institucionalizada que hoy cuenta con importantes espacios
de gobierno.
Una atración mutua entre el movimiento campesino y el movimiento de los trabajadores desempleados
se concreta en cada país, cuando se afirman en la escena social y política las luchas de los
trabajadores, en un sentido amplio. Esto permite a otros sectores sociales, identificarse en sus
reivindicaciones, sus modalidades de actuar, sus formas de comunicación con el resto de la población.
Fue así que se produjo, hace 20 años, en el imaginario político brasilero, la confluencia entre el PT, la
CUT y el MST.
De la misma manera, un sector social indígena, relativamente al márgen de la “sociedad mexicana”, y
ocupando un territorio lejano a los centros de decisión (aunque rico en recursos estratégicos) consiguió
dirigirse a millones de personas y ganar la simpatía y el apoyo solidario para sus demandas. Evidente,
de allí a construir una verdadera alternativa hay una distancia muy grande. En todo caso, las
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dificultades (o el rechazo) a abordar la cuestión de las alianzas sociales y políticas a escala de todo el
Estado mexicano, y una orientación de “no tomar” el poder, explican entre otras cosas, lo duraderos
impasses de una corriente revolucionaria como el EZLN.
14.5. Desde finales de los años ´90 y sobre todo de los años 2000, de manera intrincada, el debate
político retomó con vigor la temática sobre el imperialismo (tema ausente en las resoluciones últimas
de los Encuentros del Foro de Sao Paulo, y en la mayoría de los documentos y programas
“progresistas”).
La audiencia de Negri-Hardt (Imperio) y Holloway (Cambiar el mundo sin tomar el poder) en
Argentina y otros países latinoamericanos, así como las polémicas y las respuestas recibidas por estos
dos autores, son un indicador claro del regreso a un momento de investigación y elaboración políticoteórica en torno a las estrategias de lucha anticapitalista y antiimperialista, y sobre la fase presente del
imperialismo. Y es el campo de batalla de las luchas sociales, el pasaje obligado para una reflexión
renovada sobre las alianzas sociales y políticas.
El movimiento “alter-mundialista” (cuyo emblema en América Latina fue el Foro Social Mundial de
Porto Alegre, una ciudad conocida por la experiencia municipal del “presupuesto participativo”, falsa
ventana de renacimiento de una izquierda mas o menos radical en los años ´90) fue el punto de
convergencia de esta re-politización y radicalización política desde el inicio de los años 2000.
En una palabra: los procesos descriptos anteriormente son el centro de un debate que dejó de ser
académico, que desembarca sobre las opciones políticas y, al mismo tiempo, sobre las organizaciones
clásicas y nuevas, sobre todo, en relación a las concepciones rígidas vehículizadas por ciertas
corrientes de origen maoísta, estalinista, así como originarias del trotskismo (sin tratar, obviamente, de
colocar en un mismo nivel a estas corrientes históricas).
14.6. En medio de los aportes a las luchas de los movimientos sociales a lo largo de la última década
en América Latina, es necesario destacar algunos de importancia decisiva. Es necesario aprender del
movimiento de mujeres y de sus experiencias concretas de lucha.
El movimiento feminista, de emancipación cívica, social, cultural y política de las mujeres ha
adquirido una dimensión sin precedentes, en la medida que ha roto las amarras con una ideología
feminista “importada” parcialmente de los países del centro (Estados Unidos, España, etc.) y que tuvo
una dimensión “progresista” en el contexto de los años 1970 e inicios de 1980.
Así, la participación activa, auto-organizada, en la preparación de la isurrección de octubre 2003 en
Bolivia o de la huelga general, se pudo constituir en un soporte a las reivindicaciones expresadas por
las mujeres, poniendo en tela de juicio modalidades paternalistas de gestión del movimiento que se
remiten a un historia indígena y colonial de opresión de las mujeres. Al lado de las luchas concretas de
las mujeres aymaras y quechuas, lo dirigentes del movimiento insurreccional boliviano pueden
entender las reivindicaciones feministas mucho mejor que antes.
Por otro lado, encontramos el ejemplo de las Madres de Plaza de Mayo, que demuestran el coraje de
las mujeres. Porque están frente a la obligación de ocuparse, de asumir la lucha por el futuro de sus
hijos -como en el pasado la asumieron sus hijos desaparecidos- así como el futuro de la sociedad.
Fenómenos idénticos se producen en Argentina con los esfuerzos de sobrevivencia y afirmación de la
dignidad propia sin caer en el caritativismo (trueque, movimiento “cartonero”, huertas de autosubsistencia, escuelas, cantinas populares); en las fábricas “recuperadas” (Zanon en Neuquén,
Brukmann en Buenos Aires, entre otras), y en la participación militante en el movimiento piquetero.
En Brasil, en el seno mismo del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra, la responsabilidad de
las mujeres es cada vez mayor, tanto en la preparación de las ocupaciones de tierras como en la
gestión de las tierras re-apropiadas.
Los ejemplos de la participación activa de las mujeres se suceden: en el movimiento indígena zapatista
y en las en las movilizaciones de denuncia por los asesinatos de mujeres jóvenes en ciudad Juarez, de
las mujeres ecuatorianas contra las empresas petroleras, en la lucha de las mujeres colombianas en
defensa de los derechos humanos, en la marcha de las mujeres cooperativistas de viviendas en
Uruguay, en el peso de las mujeres en las protestas de los ahorristas estafados y en las asambleas
populares en Argentina. La misma tendencia, la encontramos cuando las mujeres -a pesar de la
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debilidad del componente feminista de las movilizaciones y reivindicaciones- asumen un lugar de
liderazgo sindical en las luchas del movimiento obrero, como en Venezuela, Brasil, Perú, Uruguay.
Finalmente, están las organizaciones feministas que, en distintos países, participan de la Marcha
Mundial de Mujeres, en las campañas por derecho al aborto, a la contracepción y a la protección del
Sida, contra el ALCA, el Plan Colombia, y la deuda externa.
Hay aquí, un enriquecimiento de la práctica social, aunque todavía se esté lejos de traducir está
experiencia práctica a un plano de reflexión y de acción en las organizaciones de izquierda y en
muchos movimientos sociales.
14.7. El “modelo de crecimiento” implantado por la “lógica” de la mundialización del capital, supone
la destrucción de vidas humanas y de naturaleza. Es por ello que en los países de América Latina la
cuestión ecológica adquiere una dimensión clave, aunque todavía no consiga estar a la altura de las
destrucciones ambientales propias de la sumisión de la geología, de los océanos, de las selvas, de las
ciudades, de las metrópolis...a los imperativos de una acumulación de capital cuya brutalidad hace
recordar a la violencia desvastadora de la acumulación primitiva. Una destrucción conducida por el
imperialismo históricamente “decadente” del centro.
El movimiento ecologísta no puede ser reducido apenas a las fuerzas ecológicas, diversificadas, que
jugaron y juegan un papel importante y muy progresivo, sean cuales fueren sus relaciones con las
fuerzas políticas radicales, frecuentemente poco inclinadas a un diálogo que sería mutuamente
enriquecedor.
Las luchas de los habitantes de Cochabamba por el control del agua en el 2002 (conocida como la
“guerra del agua”), las reivindicaciones de los indígenas ecuatorianos contra el pillaje de los trusts
petroleros en las zonas de su pertenencia histórica (comprendiendo la memoria, y el simbolismo
“religioso”), la movilización continental en defensa de la Amazonia, y en la lucha de las poblaciones
autóctonas de las regiones afectadas por el Plan Puebla-Panamá, representan tanto una resistencia
histórica contra la colonización (la “defensa del espíritu del pueblo”) como una faceta radical de la
lucha ecológica.
La batalla -que todavía falta por hacer- contra la apropiación privada de la Patagonia por parte de las
grandes sociedades imperialistas, es otra dimensión de una movilización ecologísta. Un impulso de
corrientes sociales y políticas antiimperialistas y anticapitalistas no es posible si la dimensión de la reapropiación social no es integrada -en la lucha contra la propiedad privada estratégica imperialista y
las elites locales- en una dimensión ambiental.
Se trata de la sobrevivencia, en el sentido más estricto del término, de millones de habitantes de zonas
rurales y zonas selváticas, oceánicas y costeras, sin hablar de los habitantes triturados por la barbarie
capitalista-urbana, socialmente jerarquizada de las megalópolis.
14.8. El movimiento de los “sin techo representa otro contorno de la riqueza potencial y la radicalidad
de los movimientos urbanos. La experiencia peruana de los “pueblos jóvenes” en Lima permite
algunas pistas sobre la energía social que se puede encontrar en estas luchas urbanas. Vemos
aspiraciones y prácticas similares en el movimiento de piqueteros, en los barrios periféricos de las
ciudades argentinas, mexicanas, colombianas, o en El Alto de Bolivia. Aquí, las organizaciones
populares están directamente ligadas al hecho de haber “construido juntos el barrio” para poder viver
lo menos mal posible. En las favelas de Brasil, cuyas situaciones son muy heterógeneas, un potencial
similar se expresa.
Es claro que existe el peligro permanente que estas iniciativas urbanas-populares, sea “ayudada” por
los autoridades locales o por ONGs que disponen de grandes medios financieros, llegando a una forma
de auto-gestión de la precariedad (simple asistencialismo): la población marginalizada construyendo
sus casas y una especie de muro en torno a un gheto, una exclusión “auto-gestionada” como, por
ejemplo, ocurre en ciudades como Sao Paulo y México DF.
14.9. El trabajo infantil y la “esclavitud por deuda” (de niños e incluso de adultos) fueron el caballo de
batalla de Oficina Internacional del Trabajo (OIT) y su Programa Internacional por la Abolición del
Trabajo de los Niños (IPEC, en inglés). Los millones de “niños de la calle”, fueron otra de las
precupaciones de la OIT. Las diversas acciones de algunas ONGs y del movimiento asociativo
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llevadas a cabo en este terreno, deben ser valoradas y respetadas por la izquierda socialista y
democrática. Por otro lado, esta izquierda debe ser -como lo indicó el antiguo responsable del IPEC,
Michel Bonnet, en su obra “Miradas sobre los niños trabajadores” (Ediciones Page Deux 2, Lausanne,
Suiza, 1998) particularmente atenta a todos los procesos que faciliten la organización de los niños
trabajadores. Mas si tenemos en cuenta que, en América Latina, los niños trabajadores alcanzan la
cifra de 17,5 millones (una cifra ciertamente subevaluada), es decir, el 7% de los niños que trabajan en
el mundo (según los datos oficiales de la ONU).
La organización de los niños trabajadores, entonces, en tonalidad sindical y con un primer objetivo:
protección colectiva de la venta (coercitiva) de su fuerza de trabajo y acceso a la escolarización
gratuita y derecho al juego como parte constitutiva esencial del niño como persona). Simultáneamente,
en lo que se refiere a la “exclavitud por deuda”, un abordaje abolicionista radical debe estar en el
centro de las reivindicaciones. En otros términos, las experiencias de las organizaciones de los niños
en el Perú y Colombia, son la pista de una vía posible a seguir, desde que sus decisiones como niñostrabajadores sean respetadas y no manipuladas, tanto por los aparatos sindicales como por las
organizaciones políticas.
14.10. Los aparatos sindicales se situan al lado de los aparatos políticos. En muchos países, la tarea de
contener el movimiento de radicalización de los trabajadores, de impedir la centralización de las
luchas y boicotear las formas de auto-representación y auto-organización, reposa en las burocracias de
los aparatos sindicales.
Es el caso de la CTA después del “argentinazo” (trabajo de división del movimiento piquetero,
bloqueo del proceso de unidad entre los asalariados ocupados y desocupados). Similar tarea cumple el
aparato de la CUT en Brasil, jugando el rol de “brazo sindical” del gobierno Lula, y aprontándose a
administar -junto a los bancos- millonarios fondos de pensión luego de la “reforma” del sistema de
Previsión social. Para el caso de Uruguay, el último Congreso del PIT-CNT (central sindical única)
ratificó una rebaja programática y una línea que fortalece la estrategia de “concertación social” del
Frente Amplio.
En un sentido inverso, la preservación de una cierta independencia política respecto a los sucesivos
gobiernos, le ha permitido a la COB (Central Obrera Boliviana) mantener su legitimidad y jugar un
papel decisivo en el movimiento masivo de rebelión prolongada del pueblo trabajador.
De una manera específica -propia a la relación que en los países imperialistas se ha dado entre
burguesía y sindicatos burocratizados- los aparatos sindicales se subordinan, en términos generales, a
la agenda neoliberal de las “reformas” y los planes de destrucción de los derechos adquiridos por los
trabajadores. La propagación de la ideología de un “sindicalismo de acompañamiento y propositivo”
como se concreta en la Unión Europea, por ejemplo, influye en gran parte del sindicalismo
latinoamericano. Más todavía, si esa ideología viene armada de financiamientos y diversos proyectos
de “ayuda” y “formación”.
Las notas inconclusas escritas por Trotsky en Coyoacan, sobre la integración de los sindicatos al
sistema, tienen hoy una completa vigencia.
La necesidad de un sindicalismo de independencia de clase se hace imprescindible, en la medida que
la estructuras sindicales tradicionales se degradan mas y mas en el marco de la política de
colaboración de clases y de un neo-corporativismo que implica la puesta en práctica, formalizada o no,
de integración a las estructuras estatales, dirección de empresas, asesorías, etc, con el objetivo de una
política de “concertación” estructurada sobre el terreno que más le conviene a las elites dirigentes y las
patronales. De allí, la importancia de las expresiones clasistas que -aún minoritarias- se desarollan en
Argentina Brasil, Colombia, Perú, México (en particular con la experiencia del sindicato de los
electricistas) Uruguay, y Venezuela.
Estas tendencias clasistas, que rompen con las burocracias sindicales, juegan un rol central en las
luchas de los trabajadores organizados y en la vinculación con otros sectores populares, en especial
con el movimiento de los desempleados. Estas tendencias (si no se transforman en corrientes políticosindicales con el fin de apropiarse de micro-estructuras sindicales) pueden desarrollar una batalla por
recuperar los elementos todavía útiles para una actividad sindical clasista amplia.
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14.11. En resumen: es haciendo confluir en la práctica y en la elaboración programática que
acompaña la riqueza nueva de los movimientos sociales, y de los enfrentamientos de clase, que las
nuevas fuerzas socialistas revolucionarias, en esta etapa, trazarán las líneas de la conquista de una
independencia de clase, de una organización ágil y fuerte de las masas trabajadoras, explotadas y
oprimidas, en todos sus componentes, para superar la frustrante realidad de una “izquierda oficial”
cada vez más parasitaria, y para enfrentar a un enemigo de clase dispuesto a todo para mantener sus
privilegios.
Organizaciones radicales que entren en sintonía con las necesidades y aspiraciones de las masas
populares
15. Las conclusiones de estas consideraciones ya está casi explícita. A cada fase histórica, procesos
profundos de enfrentamientos capital-trabajo (que no se reducen a un enfrentamiento entre asalariados
y patrones, como se imaginaban corrientes políticas bastante sindicalistas de la izquierda argentina,
brasilera, chilena, mexicana y uruguaya) asumen una concretización particular.
15.1. Si el juicio realizado sobre esos procesos por los socialistas revolucionarios es sobre todo de
orden ideológico, se cometerán graves errores, como por ejemplo, fue el caso de Argentina.
El inicio de quiebra (inicio en el sentido de la comprensión que tuvieran sectores relativamente
amplios del activismo) de las fuerzas políticas que parecían tener las llaves del futuro de una fase de
constitución neo-desarrollista de América Latina, no puede conducir, de inmediato, en la constitución
de fuerzas políticas que tengan una forma y una estructura partidaria como a veces se imaginan –
fantasmeando el bolchevismo realmente existente y a su popia historia, efectiva y a menudo ignoradalas corrientes de la izquierda socialista revolucionaria latinoamericana.
Las nuevas organizaciones, partidos o frentes de dinámica socialista revolucionaria deberán asumir la
responsabilidad por los tres elementos mencionados en el punto 14 (movimiento campesino,
movimiento de trabajadores urbanos desempleados, movimiento feminista) y por la necesidad de un
amplio debate político-estratégico que permita un diálogo y convergencia de ida y vuelta con los
movimientos sociales. De esto, se desprenden cuatro implicaciones.
15.2. El respeto por las fuerzas socialistas-revolucionarias, de la autonomía de los movimientos
sociales en lo que se refiere a su capacidad de definir, paso a paso, a partir de los enfrentamientos y de
la próxima etapa que deben encarar. El respeto de esa autonomía va acompañado de la exposición
pedagógica y respetuosa de los puntos de vista existentes en su interior.
Estas opciones sobre la orientación de los movimientos sociales deben ser expuestas, entre otros, por
los miembros que participan activamente de estos movimientos y, si estos miembros están organizados
políticamente, deben hacerlo sin esconder esa adhesión política.
Es esta claridad que crea la confianza mutua entre los militantes del movimiento social no
organizados, los militantes organizados políticamente, y las fuerzas sociales que, puntualmente,
participan de las movilizaciones de importancia. De esta combinación surge el liderazgo social antes
mencionado. La autonomía del movimiento social no implica para nosotros -en nombre de un acuerdo
sobre un programa de acción correspondiente a las tareas del momento- la renuncia al debate político
abierto, a la propaganda política, en vista de intentar anticipar el futuro, para poder definir mejor lo
que hacer mañana. Lo que en todo caso se demuestra, es que el movimiento social no puede escapar a
la política, cuya susbstancia, delante de un enfrentamiento de clase, es precisamente tener que definir
lo que hacer hoy y mañana.
15.3. Las nuevas fuerzas políticas radicales que surgen en este período, no deben apenas procurar un
punto de referencia en el pasado. Así que no se trata de resuscitar al original Movimiento de
Participación Popular en Uruguay (alianza de la izquierda radical de finales de los ´80 y mediados de
los ´90) en Uruguay. No se trata de retornar al “buen partido de clase” que todavía era el PT de inicio
de los años ´90. No se trata de volver al antiguo MIR chileno de los años ´70. Estas experiencias
pasadas deben ser integradas, radiografiadas, reflexionadas. Pero esto debe ser hecho para enfrentar
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políticamente las tareas del período presente que son marcadas por esta interconección estrecha entre
anticapitalismo, antiimperialismo y perspectiva de un socialismo a construir.
15.4. Para construir un nuevo partido socialista, democrático y revolucionario, se debe desarrollar una
“estructura” que permita, al mismo tiempo, centralizar las tareas políticas inmediatas y garantizar el
más abierto debate sobre las perspectivas de mediano plazo. Precisemos: cuando decimos centralizar
las tareas políticas inmediatas esto significa, por ejemplo, que debería haber un acuerdo
inquebrantable, inclusive en un frente, sobre la necesidad imperativa de la reivindicación de una
Asamblea Popular en oposición a la Constitución tramposa de Mesa si la huelga general y la
sublevación se desarrollan.
Otro ejemplo: la centralización política -en un sentido de unidad práctica- debe existir en el nuevo
partido de la izquierda en formación en Brasil, sobre la oposición al ALCA, y en torno los temas que
están en la agenda inmediata del gobierno burgués de coalición de Lula, como las contrarreformas
laboral y universitaria, y la “autonomía” del Banco Central (a este respecto ver la excelente
contribución de César Benjamin en Outro Brasil de enero 2004: www.lpp-uerj.net/outrobrasil/) De la
misma manera, debe existir un acuerdo para la acción en el terreno de exigir la aceleración de la
Reforma Agraria (en realidad, para que de una buena vez de comienzo) la generación de empleos, y el
combate (efectivo) al hambre que afecta a decenas de millones de brasileros.
Otra dimensión de la centralización política para la actividad a corto plazo, reside en el control de las
bancadas parlamentarias, cuya dinámica ha sido el de sustituir el poder de decisión de los miembros
del PT, porque esta es la experiencia tanto brasilera tanto como la argentina (como se nota en el caso
del grupo Autodeterminación y Libertad -AyL- de Luis Zamora).
Este control de un partido socialista, democrático y revolucionario sobre los electos, debería ser una
forma de presentación de cuentas ante todos los que eligieron a los parlamentarios. Justamente, la
audiencia y legitimidad de los “cuatro radicales” expulsados del PT, Heloísa Helena, Luciana Genro,
Babá, y Joao Fontes, se debe a que no traicionaron la confianza despositada en ellos por sus electores
y haber estado siempre en sintonía con las necesidades del movimiento popular. No votaron la
contrarreforma de la Previsión social que permite la entrada de los fondos de pensión privados, y
tomaron distancia -sin ambiguedades ni maniobras tacticistas- del colaboracionismo de una “izquierda
petista” que se ha sometido a la “razón de gobierno” y al “modo petista de gobernar”.
Esta conducta política y ética de los “cuatro radicales” y de las fuerzas militantes que han convocado a
la formación de un partido de la izquierda democrática y socialista (sindicalistas, intelectuales, y
sectores políticos como el Movimento Esquerda Socialista, Corrente Socialista dos Trabalhadores,
Socialismo e Liberdade, Polo Resistencia Socialista, Movimento Terra e Liberdade, Uniao Comunista,
Nosso Tempo e Hoje, Tendencia Proletaria, Socialismo Revolucionario) expresa de manera
contundente el desfasaje existente entre las cúpulas burocráticas que participan en el gobierno, y un
sector del movimiento de masas que resiste y pelea contra el programa neoliberal del PT-gobierno.
15.5. Las relaciones entre fuerzas políticas y fuerzas noorganizadas son decisivas en la construcción de
un nuevo partido socialista y revolucionario, en las relaciones de respeto entre un nuevo partido y los
movimientos sociales, y en el control radicalmente renovado de los elegidos en relación a los
electores. Esto se torna una necesidad obligatoria ante la posibilidad de debatir respetuosa y
sistemáticamente.
Un debate que exige muchas y diversas voces. No se trata apenas de un derecho de democracia
interna. Vamos a intentar clarificar el asunto.
Era natural en los años 1920 en el movimiento socialista revolucionario europeo, y de manera más
limitada en América Latina, el debate abierto sobre las cuestiones de la táctica y, sobre todo, de la
estrategia y las perspectivas de conjunto, en un movimiento que, por primera vez, presentaba a las
masas trabajadoras -y no solamente a la clase obrera- su voluntad política de enfrentar el poder de los
dominantes. Esta tradición fue destruida por el estalinismo y encontró vías de infiltrarse en las fuerzas
revolucionarias.
Estos debates eran naturales por dos razones. 1º De un lado, solamente una dirección autista y
megalómana podría imaginar comprender la realidad compleja de la emergencia de la sociedad
imperialista, y de las clases que se mueven en ella (“guerra y revolución”). 2º Todas las experiencias
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de luchas -después de las huelgas generales por el derecho al voto en Bélgica hasta los soviets de 1905
en Rusia, pasando por el avance electoral en Francia o Alemania, o los conflictos campesinos de 1912
en Italia- desembocaron en una reflexión sobre el grado de enfrentamiento entre las clases, las alianzas
a efectuar, el plan social y político, el tipo de organización a colocar en relación al sentimiento de las
masas y sus necesidades, el programa económico, social y político a desarrollar.
15.6. Que existan diferencias sobre tales temáticas y exigencias, no hace mas que reflejar la vivacidad
de la lucha y de los necesarios puntos de vista diversos y divergentes. Por analogía, en esta fase en la
cual se organizan lo viejo y lo nuevo de una manera todavía mal diseñada, es imperativo que se pueda
traducir bajo una forma racional y organizada el debate sobre un nuevo partido de la izquierda, como,
por ejemplo, hoy en Brasil.
Este debate puede asumir distintas formas. Desde luego, como expresión pública en publicaciones de
carácter plural (revistas, semanarios, folletos, etc). Estos puntos de vista podrían ser la dinámica del
movimiento por un nuevo partido que responde a las reivindicaciones de las masas trabajadoras, y se
concentra en las tareas de mañana y pasado mañana.
Sin embargo, ya existen acuerdos, puntos de partida comunes y fundamentales. Por ejemplo, el
rechazo a la contrarreforma de la Previsión social, no encontró diferencias entre los radicales ni de
estos con sectores significativos de los movimiento sociales resistentes al neolibrealismo. Por el
contrario, existió una sintonía completa.
Esto quiere decir que, para la elaboración de un proyecto alternativo de seguridad social, discutido y
reflexionado con los movimientos sociales y el conjunto de la izquierda radical, están presentes las
condiciones favorables. Incluso si se consideran las diferentes tendencias y visiones que integran en el
movimiento por un partido socialista, democrático y revolucionario.
Lo decisivo, es que la iniciativas deben priorizar lo propositivo en el sentido de las necesidades de las
masas trabajadoras y no de las relaciones de fuerzas internas en el nuevo partido o de la izquierda en
un sentido más amplio.
En tal sentido, es un buen ejemplo el de la Corriente de Izquierda de Uruguay, que se construye
levantando un programa anticapitalista articulado a las luchas sociales en el cuadro de una disputa con
el programa “progresista” y la estrategia electoralista del Frente Amplio.
El mismo razonamiento puede hacerse a propósito de la Asamblea Popular Constituyente en Bolivia,
donde la unidad sobre esta consigna no impediría a un nuevo partido -que por ahora no existe, lo que
representa una debilidad en la medida que la unidad se hace en torno a las direcciones
cuantitativamente estrechas de la COB, la COD de El Alto, y del sindicalismo campesino- expresarse
de manera diferenciada en la Asamblea Popular, entre otras cosas, sobre la cuestión del poder.
15.7. Sería casi inútil -después de ver las experiencias frustrantes de la izquierda institucionalizada y
de tragos tan amargos como el de los gobiernos de Lula y Lucio Gutiérrez, que pueden repetirse con el
Frente Amplio y el MAS boliviano- insistir sobre un punto: los trabajadores industriales, rurales,
desempleados, campesinos, indígenas, y sus aliados, pueden involucrarse en movimientos politicos
más amplios.
Pero ellos, quieren saber el objetivo y controlar a sus elegidos. La experiencia de una delegación que
se les escapa ha sido dolorosa, varias veces. En el Brasil de hoy, por ejemplo, lleva tiempo incluso el
poder percibirla, en la medida que tanta pobreza y desesperanza puede combinarse con las ilusiones
que todavía ofrece la acción del líder “obrero pobre nordestino” que comanda el gobierno de alianza
con el capital. Esta dimensión tambien existe en Venezuela frente a la figura carismática de Chávez.
Sin embargo, las masas pobres avanzan en el aprendizaje político al tiempo que se movilizan y
organizan aceleradamente, como en el momento del golpe reaccionario contra Chávez.
La conclusión salta a los ojos: el mejor remedio contra este delegacionismo y la formación de una
casta de administradores-fincionarios que monopolizan las funciones privilegiadas y se refugian en las
“razones de gobierno” (como es el caso del PT, incluida su “ala izquierda”) reside en la educación, en
el debate, en la insistencia sobre el control de las opciones que se toman. Todo esto debe ser
estimulado por un partido socialista y democrático, y debe ser un elemento clave de su programa y su
modo de funcionamiento.
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15.8. Finalmente: la constitución de un nuevo partido -o hablando de manera más genérica, de fuerzas
políticas socialistas, democráticas y revolucionarias, en América Latina en la fase actual de la lucha de
clases- debe contar con la combinación de adhesiones de dirigentes y militantes sindicales, obreros,
campesinos, indígenas, intelectuales, pobladores de los barios pobres, parlamentarios, activistas
independientes de los movimientos sociales, y miembros de las organizaciones de la izquierda radical.
Esta delicada conjunción, no es posible sin que se forje un acuerdo que se apoye, simultáneamente, en
campañas comunes, actividades políticas unitarias, foros de debate, y diálogos con representantes de
los movimiento sociales y socio-politicos ya constituidos, como por ejemplo el MST de Brasil, la
CONAIE de Ecuador, el movimiento zapatista, los piqueteros argentinos, etc. Incluso, en diálogo
franco y respetuoso con fuerzas de la izquierda revolucionaria que, como en el caso del PSTU de
Brasil, no adhieren al movimiento por un nuevo partido de la izquierda socialista y democrática.
Este debate, será rico si el nuevo partido da muestras de su capacidad de acción eficaz en las luchas de
los movimientos populares, en la solidaridad internacionalista -al menos en una escala continental- y
en las relaciones democráticas al interior mismo del nuevo partido, garantizando el derecho a
tendencias. Y, sobre todo, será un proceso rico, si el nuevo partido privilegia los intereses y
necesidades de las masas trabajadoras, por encima de cualquier privilegio o interés de aparato, grande
o pequeño.
10 de febrero del 2004
* Ernesto Herrera, miembro de la dirección nacional de la Corriente de Izquierda (Uruguay), editor de
Correspondencia de Prensa (boletín informativo de las revistas, Desde Los 4 Puntos, Movimiento,
Marxismo Revolucionario Atual, y A l´encontre).
Charles-André Udry, militante del Movimiento Por el Socialismo (Suiza), economista, miembro de
ATTAC, director de la revista A l´encontre: www.alencontre.org
Nota
Ver entre otros trabajos y estudios: La mondialisation du capital (Francois Chesnais, 1997); La
Mondialisation financière (F. Chesnais -1996, también en castellano y portugués); La finance
mondialisée, (Crd. F. Chesnais, 2004); Gérard Dumézil et Dominique Lévy, Crise et sortie de crise et
Economie marxiste du capitalisme (2003); Claude Serfati, La mondialisation armée (2001);
Militarisme et Impérialisme au XXIe siècle (2004 – a publicarse); F. Chesnais, G. Duménil, D. Lévy,
Immanuel Wallerstein, Une nouvelle phase du capitalisme (2001, también en castellano); C. Serfati,
D. Duménil, F. Chesnais, M. Husson, Impérialisme et mondialisation (2003); F. Chesnais, C. Serfati,
C.-A. Udry, L'avenir du mouvement altermondialiste (2001, también en castellano); Pierre Salama, F.
Chesnais, Suzanne de Brunhoff et alii; Les Pièges de la Finance mondiale; Michel Husson, Misère du
capital. Une critique du Néolibéralisme (1996); Michael Perelman, The Pathology of the U.S.
Economy Revisited: The Intractable Contradictions of Economic Policy (2002); M. Perelman, Steal
This Idea: Intellectual Property Rights and the Corporate Confiscation of Creativity (2002); Alex
Callinicos, An anti-capitalist Manifesto (2003, también en castellano); Daniel Bensaïd, Un monde à
changer (2003, también en castellano); Pietro Basso, Modern Times, Ancient Hours (2003); Detlef
Hartmann, «Empire»Linkes Ticket für die Reise nach Recht (2002); Mohssen Massarrat, Amerikas
Weltordnung (2002); Elmar Altvater-Birgit Mahnkopf, Globalisierund der Unsiicherheit (2002);
Tomas Frank, One Market under God (2000); World Investment Report, 2000,2001,2003; Rapport de
UNCTAD-CNUCED, Trade and Development Report, 2000,2001,2002,2003; Rapports annuels de la
Banque des règlements internationaux, 2000,2001,2002,2003.
Pueden verse diversos artículos y estudios en las revistas: A l'encontre (www.alencontre.org); Carré
rouge
(www.carre-rouge.org);
Herramienta
(www.herramienta.com.ar);
Outro
Brasil
(www.outrobrasil.net); Marxismo Revolucionario Atual (www.marxismorevolucionarioatual.org);
Correspondencia de Prensa (boletín informativo: [email protected]); Movimiento
(www.revistamovimiento.com.br); Desde los 4 Puntos (www.convergenciasocialista.org.mx).
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