Documento - corte suprema.gov.co

Anuncio
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN CIVIL
Magistrada Ponente
RUTH MARINA DÍAZ RUEDA
Bogotá, D.C., treinta (30) de agosto de dos mil trece (2013).
(Aprobado y discutido en Sala de 18 de julio de 2013)
Ref.: Exp. Nº 11001-31-03-018-2005-00488-01
Decide la Corte el recurso de casación interpuesto por
la parte demandante frente a la sentencia proferida el 13 de
marzo de 2012 por la Sala Civil de Descongestión del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, D.C.,
dentro del proceso ordinario promovido por Melba Inés
Rodríguez Gómez en nombre propio y en representación del
menor César Augusto Cantillo Rodríguez, Julián Enrique y
Aiza Fernanda Cantillo Rodríguez contra la EPS Famisanar
Ltda. Cafam - Colsubsidio y la Caja Colombiana de Subsidio
Familiar – Colsubsidio, entidad ésta quien llamó en garantía
a
Royal
&
Sun
Alliance
Seguros
(Colombia)
S.A.,
Aseguradora Colseguros S.A. y Compañía Suramericana de
Seguros S.A.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
1
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
I.- EL LITIGIO
1.- Los actores pidieron declarar que las demandadas
son responsables civilmente de todos los daños y perjuicios
a ellos ocasionados por el deceso de su esposo y padre Julio
Enrique Cantillo Rueda, provocado por un diagnóstico
equivocado, negligencia médica y defectuosa prestación de
los servicios de salud y, en consecuencia, se condenen
solidariamente
al
pago
de
dicho
detrimento,
así:
$5.000.000,oo por daño emergente; $1.307.475.000,oo
como lucro cesante y “1000 salarios mínimos” para cada uno
de ellos a título de menoscabo moral, sumas que deberán
indexarse hasta el momento de su solución, junto con los
intereses a que hubiere lugar.
2.- La causa petendi admite el siguiente compendio:
a.- El señor Julio Enrique Cantillo estaba afiliado al POS
como beneficiario de la señora Melba Inés Rodríguez Gómez
quien se hallaba vinculada a la EPS Famisanar y a la IPS
Colsubsidio.
b.- El 26 de junio de 2003 los cónyuges Cantillo
Rodríguez
acudieron
por
urgencias,
al
“Centro
Médico
Colsubsidio de Ciudad Roma”, debido a que Julio Enrique
presentaba un fuerte dolor en la parte baja del tórax que se
extendía a sus brazos, se encontraba pálido, nauseabundo,
sudoroso y “sin poderse hallar a sí mismo”.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
2
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
c.- En dicho centro de salud se le tomó la tensión y a
las 10:00 a.m. de ese mismo día fue atendido por el Dr.
Javier Murillo Segovia, quien por simple apreciación, sin
practicar ningún examen, le diagnosticó gastritis, le prohibió
tinto, cigarrillo, le formuló Omeprazol y lo remitió para
valoración por Gastroenterología, consulta que le fue
programada para las 2:15 de la tarde en el Centro Médico
de Colsubsidio de la Calle 63.
d.- Allí, la Dra. Ebhrahim Aponte Jessenmyn, por
estimar que los síntomas apuntaban más hacia una afección
cardiaca que digestiva ordenó, con carácter urgente, un
electrocardiograma, una endoscopia y ”SS-CK—CKMB”.
e.-
El
electrocardiograma
le
fue
realizado
inmediatamente, pero se fijó el 2 de julio siguiente para
retirar el resultado. Respecto de los demás exámenes se le
sugirió que volviera el día siguiente o cuando se le realizara
la endoscopia, puesto que la toma de sangre debía ser en
ayunas.
f.- Confiados en que la referida ayuda diagnóstica
había salido bien, pese a que el paciente continuaba
quejándose del mismo dolor, los nombrados cónyuges
regresaron a su casa y no acudieron nuevamente al servicio
médico por estimar que previamente debían hacerse los
análisis dispuestos.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
3
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
g. El día siguiente, esto es, el 27 de junio hacia las
4:50 de la tarde, cuando la señora Melba Inés llegó a su
hogar, encontró a su consorte con una apariencia extraña
por
lo
que
llamó
a
Famisanar,
Colsubsidio
y
otras
instituciones para conseguir el servicio de ambulancia, sin
lograrlo, y a las 5:00 de la tarde aquel falleció. Como
desconocía la causa de su deceso, acudió ante la Fiscalía
General de la Nación para que levantaran el cadáver y se
estableciera la razón del óbito, dictaminándose “infarto
cardiaco”.
h.- El sábado 28 de junio hacia las 10:00 a.m., se
comunicaron
de
Colsubsidio
con
Lucila
de
Rodríguez
manifestándosele que requerían urgentemente al señor Julio
Enrique Cantillo “porque el Electrocardiograma había salido malo,
ella les contestó que ya para que (sic) si había muerto”.
i.- El 2 de julio de la misma anualidad, Melba Inés y su
hermana Luz Haydeé Rodríguez Gómez se acercaron a
“Colsubsidio de la Calle 63” con el fin de reclamar los resultados
del electrocardiograma, pero se les informó que no se les
podía entregar porque carecía de la correspondiente lectura
y el encargado volvía “el lunes 7 de julio”. No obstante lo
anterior, lograron hablar con un cardiólogo de apellido
Bueno quien les dijo que: “en realidad hubo culpa de acá por
cuanto no se leyó el examen a tiempo, su esposo al momento de
tomársele el examen venía con un infarto intenso y debían haberlo
hospitalizado”.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
4
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
j.- El médico que atendió al paciente por urgencias no
se
basó
en
ningún
examen
para
diagnosticar
la
sintomatología que presentaba y a pesar de que luego se
practicaron algunos que servían para establecer el infarto,
la negligencia de quienes intervinieron, no obstante ser
prioritario, impidió que se leyera a tiempo y se determinara
la gravedad de la afección, por lo cual murió.
k.- Julio Enrique Cantillo era egresado de la Facultad
de Derecho de la Universidad La Gran Colombia en 1985 y
aunque no se había graduado era una persona brillante, que
trabajaba en forma independiente como asesor y consultor
de
diferentes
abogados
que
acudían
a
él
por
sus
conocimientos, recibiendo como remuneración un promedio
mensual de $7.000.000,oo.
l.- El fallecido contrajo matrimonio con Melba Inés
Rodríguez,
de
cuya
unión
nacieron
3
hijos,
todos
estudiantes, Julián Enrique de 22 años, en la Escuela
Colombiana de Ingeniería; Aiza Fernanda de 19 años, de la
Pontificia Universidad Javeriana y César Augusto de 16
años, de bachillerato, quien sufre de microcefalia, lo que le
exige terapias y educación especializada con un costo
mensual de $480.000,oo.
ll.- El difunto contribuía con los gastos del hogar en un
75%.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
5
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
m.- La cónyuge y descendientes de Julio Enrique se
afectaron moralmente, por lo que debieron
acudir a
tratamiento psicológico para poder soportar la tragedia de
la intempestiva muerte de su esposo y padre.
3.-
La
Caja
Colombiana
de
Subsidio
Familiar
Colsubsidio, luego de ser notificada de esta acción, se
pronunció respecto de cada uno de los hechos base del
petitum, aceptando como ciertos algunos, negando otros y
señalando que no le constan unos más; así mismo propuso
las defensas de “ausencia de responsabilidad, inexistencia de nexo
causal; inexistencia de daño, culpa exclusiva de la víctima; ausencia
de perjuicios y prescripción y/o caducidad”, basadas en que la
responsabilidad no es suya, sino del paciente, pues el
manejo médico de aquella se basó en las evidencias
clínicas, las conductas fueron las aconsejadas por las
buenas prácticas en salud de acuerdo con los motivos de
consulta, enfermedad actual, examen físico y antecedentes,
en tanto que éste abandonó las instalaciones en donde
estaba siendo atendido, sin justa causa, ni orden médica
expresa, al confiar que el electro había salido bien y que las
cosas no estaban graves, lo que se erige en culpa exclusiva
de la víctima, mayor aún, cuando en lugar de acudir a un
centro de urgencias, lo hizo a uno de asistencia médica
prioritaria.
Así mismo, llamó en garantía a Royal & Sun Alliance
Seguros (Colombia) S.A., Aseguradora Colseguros S.A. y
Compañía Suramericana de Seguros S.A., a las dos últimas
en razón del convenio celebrado con ellas amparando la
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
6
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
“responsabilidad civil profesional médica” en un 30% y 20%,
respectivamente y en cuanto a la primera de las citadas por
virtud del reaseguro, con una cobertura del 50%.
Royal and Sun Alliance y Suramericana de Seguros
S.A., dijeron que en cuanto a los hechos, se allanaban a la
contestación de la demanda efectuada por Colsubsidio, se
opusieron al petitum y propusieron las defensas de “límite
asegurado y deducible; cláusula de coaseguro; inexistencia de culpa
de la Caja Colombiana de Subsidio Familiar ‘Colsubsidio’ y la
“innominada”.
Por su parte, Aseguradora Colseguros S.A., luego de
pronunciarse sobre cada uno de los supuestos fácticos del
libelo genitor y de indicar que es equivocado el proceso al
haberse
presentado
como
responsabilidad
civil
extracontractual cuando es contractual, formuló frente al
mismo los medios exceptivos que denominó “perjuicios
morales mal tasados; los perjuicios reclamados por lucro cesante no
reúnen los requisitos exigidos; los daños deben ser ciertos no
eventuales; la presunción de daños no opera en tratándose de daños
materiales” y, respecto del llamamiento en garantía, planteó
las de “límites derivados de las condiciones generales y particulares
de la póliza y de la ley; ausencia de responsabilidad del asegurador” y
la “excepción común”.
Igualmente, la demandada EPS Famisanar Ltda., se
opuso
a
lo
pedido,
se
pronunció
sobre
los
sucesos
planteados, frente a los cuales admitió unos, desconoció
otros y de algunos pidió su acreditación; además propuso
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
7
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
las excepciones de “Inexistencia de responsabilidad contractual;
inexistencia de responsabilidad extracontractual de la EPS debido a
que no existe conducta culposa, ni nexo causal entre el hecho y el
daño debido a culpa exclusiva de los familiares de la víctima; ausencia
de perjuicios” y “la genérica”, fundadas en que la EPS cumplió
con
todas
las
obligaciones
derivadas
de
la
relación
contractual mientras el usuario estuvo afiliado, las cuales
eran de medio, no de resultado,
fue diligente dado que
emitió las autorizaciones médicas correspondientes y prestó
el servicio oportunamente, lo que aunado a la culpa de la
víctima derivada del abandono que hizo de la institución
antes de la lectura del electrocardiograma y no solicitar en
las ventanillas los test complementarios para su realización
(enzimas cardiacas), desvirtúa el nexo causal entre la
conducta de esa entidad y el presunto daño sufrido por los
accionantes.
4.-
El
Juzgado
Primero
Civil
del
Circuito
de
Descongestión de esta ciudad, al que le correspondió definir
este
asunto
en
primera
instancia,
finiquitó
la
causa
mediante providencia denegatoria de las pretensiones, pues
a su juicio, el extremo actor no satisfizo la carga probatoria
que le era propia, toda vez que no acreditó la negligencia o
descuido en la atención suministrada por los distintos
médicos, ni que el tratamiento ofrecido hubiera sido el
desencadenante del fallecimiento del señor Julio Enrique
Cantillo Rueda
(fls. 442, 444 y 450).
La precitada determinación fue apelada y surtido el
procedimiento de rigor, el Superior la confirmó sin condenar
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
8
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
en costas, debido al amparo de pobreza brindado a los
demandantes.
II.- FUNDAMENTOS DEL FALLO IMPUGNADO
1.- El Tribunal, después de resumir lo que fue el
trámite del litigio, sintetizar la sentencia apelada y precisar
los motivos de la alzada, concluyó en la ausencia de “nexo
causal entre el deceso del señor Julio Enrique Cantillo Rueda y los
consecuentes daños materiales y morales reclamados por los actores
y la actuación de los galenos que obraron a nombre de las entidades
demandadas”.
2.- Para arribar al anterior aserto, empezó por señalar
como presupuestos de la responsabilidad contractual, la
demostración
del
convenio
celebrado
inter
partes,
el
incumplimiento del mismo por parte del demandado cuando
le sea imputable, el daño causado al acreedor y la relación
de causalidad entre aquel y la culpa del deudor.
Puntualizó así mismo, que la responsabilidad en esta
clase de obligaciones encuentra su fundamento en el
concepto de “culpa probada”, por lo que “el médico responderá
cuando cometa un error científico objetivamente injustificable para un
profesional
de
su
categoría
o
clase”;
esto es, cuando el
comportamiento a él exigido ha sido determinante del
perjuicio causado, de manera que “el reproche a la actividad
médica sólo tendría prosperidad cuando en el cumplimiento de la
prestación el galeno se sustrae de la observancia debida a la
diligencia y reglas de conducta impuestas por su arte o profesión”.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
9
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
Citó
jurisprudencia
de
esta
Sala
relativa
a
la
responsabilidad derivada del acto médico, los deberes
surgidos
de
la
prestación
del
servicio
de
salud,
la
distribución de la carga probatoria y la demostración de la
relación causal entre el comportamiento endilgado y el daño
padecido por la víctima.
Se ocupó luego de analizar los medios de persuasión,
señalando
que
los
testimonios
no
acreditaban
la
negligencia, impericia o imprudencia de los galenos que
atendieron al esposo y padre de los accionantes, dado que
los relatos de Ligia Villamizar Berbesi, Paulina Espinosa
Machado, Imelda Garzón Sandoval, Ana Elena García
Gutiérrez, Alfredo Onzaga Cavanzo y Colombia Nicholls
Arias, solo revelaban la condición económica, laboral,
académica y familiar del mismo, “pero en ningún momento
ofrecen convicción en torno a la mala praxis médica que se le enrostra
a las demandadas…”.
Que en cambio, “el dictamen pericial rendido ante la
jurisdicción penal” por una profesional especializada forense,
delegada del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses, de cuya competencia y conocimientos en esa área
no es dable dudar, “así como las específicas consideraciones que
de la historia clínica y con estudios de apoyo realizó en el presente
asunto, aunados al esquema utilizado, valiéndose de bibliografía e
información disponible para emitir sus juicios, hacen del dictamen una
prueba idónea para aportar al convencimiento del fallador”, máxime
cuando
fue
debidamente
incorporado
como
prueba
trasladada.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
10
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
Destaca que en él se examinaron las particularidades
del caso y por tanto estimó que la afección del señor Julio
Enrique Cantillo Rueda, por la cual consultó, “no permitía
sospechar un evento coronario, por su edad y por no encontrarse
dentro del primer grupo de riesgo, así como que tampoco presentó
antecedentes médicos de importancia en su historia clínica (…) [y]
que el diagnóstico de patología de tipo gástrico que emitió el médico
que [lo] atendió inicialmente (…), a la par de las órdenes impartidas
con relación al antiácido, la endoscopia y las recomendaciones dadas,
tenían una fuente lógica, en tanto por las condiciones del paciente, se
podía sospechar la presencia de una enfermedad ácido péptica”.
Agrega que como según la experta, el deceso de aquel
fue consecuencia de una miocarditis aguda infecciosa
inespecífica, patología de difícil diagnóstico, puesto que en
un 50% de los casos se camufla entre la sintomatología de
otras múltiples enfermedades, podía concluirse que si bien
el real estado de salud de aquel, para cuando llegó al
Centro Médico Colsubsidio Ciudad Roma, no era imposible
auscultar, “sí era demasiado difícil de determinar, por llevar consigo
una sintomatología que lleva al galeno a incurrir en un diagnóstico,
que no puede calificarse como errado, en tanto se ajustaba a la
apariencia de la patología que podía presentar el paciente (…)” y
aunque no era la real que lo llevó a la muerte, esa
eventualidad “se escapa de la competencia del médico tratante lo
que denota, que no hubo un error científico objetivo del profesional de
la
salud”,
pues
no
obstante
que
dirigió
todos
sus
conocimientos a salvaguardar la vida del paciente, no fue
posible, por lo que no podía endilgársele culpa alguna.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
11
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
Concluyó entonces, que en el tratamiento del fallecido,
no existió un obrar negligente o imprudente del médico,
más bien se procedió con observancia y acatamiento de la
lex artis, destacando que la entidad demandada adquirió
como obligación, mejorar sus condiciones físicas, “pero no de
garantizarle un resultado de restablecimiento óptimo de su estado de
salud”.
III. - DEMANDA DE CASACIÓN
Los actores propusieron dos ataques frente al fallo del
Tribunal, cimentados en el primer motivo de casación, vía
indirecta, cuyo estudio se evacuará de manera conjunta,
dado que se soportan en similares razones y se sirven de
consideraciones comunes.
CARGO PRIMERO
1.- Con apoyo en la causal primera del artículo 368 del
Código de Procedimiento Civil, la demandante ataca la
sentencia del Tribunal por violar indirectamente los artículos
63, 1494, 1495 1497, 1498, 1499, 1500, 1502, 1505,
1546, 1568, 1571, 1602, 1603, 1604, 1610, 1614, 1615,
1616, 1619, 1621, 1738, 1757, 2063, 2069, 2142, 2144,
2155, 2186, 2341, 2343, 2344, 2347, 2356 del Código Civil
y 16 de la Ley 446 de 1998, por falta de aplicación, como
consecuencia de los errores de hecho en que incurrió en la
apreciación de unas pruebas y omisión de otras.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
12
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
2.- En procura de acreditar el ataque, la impugnante
expone, lo que a continuación se compendia:
El ad quem se limitó a estudiar únicamente el
dictamen pericial rendido ante la justicia penal, pretiriendo
los demás medios de persuasión recaudados demostrativos
de los elementos de la responsabilidad endilgada, como el
electrocardiograma que a pesar de haberse practicado, no
fue leído oportunamente.
Critica que con vista en la experticia realizada por el
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses,
haya concluido que no hubo negligencia, ni imprudencia,
con el argumento de que el diagnóstico y el tratamiento
dispensados correspondieron a la situación presentada por
el paciente y que por tanto, los galenos vinculados a las
demandadas obraron de acuerdo con la lex artis, pues
según la censora, a pesar de la importancia de tal medio de
convicción, no debe tomarse como una única prueba, ni de
forzosa acogida, pues su poder de convicción no emerge de
sí mismo, sino en tanto sus fundamentos y conclusiones
reúnan a cabalidad los presupuestos contemplados por el
precepto 241 del Estatuto Procesal Civil. Agrega que es
deber del juez analizar dicho medio persuasivo y no
acogerlo mecánicamente, por lo que incurre en yerro al
creer que es fundado cuando no lo es, o viceversa, esto es,
se equivoca al calificar la precisión, fundamentación o
concordancia del mismo.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
13
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
En concepto de la casacionista, el sentenciador se
equivocó al soportar su decisión en dicha prueba que no
reúne los presupuestos de la citada norma, puesto que sus
conclusiones carecen de soporte y debida motivación, lo que
impedía su acogida en la forma como lo hizo, dado que se
ocupó de estudiar sus propios conceptos de orden teórico,
apreciando parcialmente la historia clínica, empero “…las
explicaciones no son lo suficientemente claras ni concordantes con la
realidad, ni con los principios de la ciencia o de la técnica que
profesan, como quiera que sin desconocer que en un principio la
apariencia permitía mostrar gastritis, también era cierto que los
síntomas podían indicar la presencia de un infarto cardiaco tanto por
lo que indicaban los antecedentes –‘enfermedad actual’-, como sus
signos vitales-‘constantes vitales’- en aspectos tales como el dolor
opresivo que se extendía ‘a todo el pecho y a ambos brazos’, el ser
‘fumador crónico’, etc., como por cuanto la frecuencia cardiaca y
respiratoria al igual que la presión sistólica y la presión diastólica no
eran las más normales”.
Señala que tal experticia se aleja de lo que le
indicaban los demás medios probatorios obrantes en este
proceso, algunos de los cuales fueron ignorados por el ad
quem, como el electrocardiograma que se leyó tardíamente
y daba cuenta de la presencia de un “infarto anterior extenso en
evolución y/o aneurisma ventricular”, el cual de haberse valorado
habría influido en la determinación adoptada, porque
evidencia
“la
negligencia
y
el
comportamiento
abiertamente
descuidado de los galenos y de las instituciones demandadas”, pues
a pesar de que al momento de su práctica mostraba un
infarto
en
curso,
es
decir,
una
situación
alarmante,
circunstancia que no le fue comunicada al paciente, no se
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
14
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
analizó ese mismo día, por lo que no era suficiente la orden
de realizarse, sino su lectura inmediata, que de haberse
materializado hubiera permitido que en la misma fecha de
su realización se obrara “de conformidad con el protocolo propio
de un infarto del miocardio”.
Insiste el censor en que esa pretermisión probatoria
denota el yerro manifiesto y trascendente en que incurrió el
Tribunal, puesto que contra toda evidencia estimó que no
estaba demostrada la omisión o desatención por parte de
los médicos que obraron a nombre de las entidades
accionadas y que habían procedido acorde con la lex artis;
señalando que igualmente omitió tener en cuenta la
demanda y el testimonio de Luz Haydeé Rodríguez Gómez
indicativas de que solo después de ocurrida la muerte de
Julio Enrique Cantillo, fueron llamados sus familiares, para
pedirles el pronto traslado de aquel al centro médico más
cercano, con el argumento de que el electrocardiograma
había salido mal. También destaca que hasta el 2 de julio y
a petición de los parientes del fallecido, fue descifrado el
citado examen por el cardiólogo Jaime Bueno Alba en el que
se indica que presentaba “necrosis antero – lateral evolutiva”.
Explica
que
la
dilación
en
la
lectura
del
electrocardiograma llevó al paciente y a su acompañante,
personas desconocedoras de la medicina y sin capacidad
para medir los alcances de la enfermedad a pensar que
podían retirarse del centro asistencial, más aún cuando uno
de los médicos le había diagnosticado gastritis para lo que
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
15
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
le formuló omeprazol, sin que la historia clínica registre que
la salida le hubiese sido restringida.
Agrega que este elemento de juicio en el que consta
que ingresó a las 09:35 horas del 26 de junio de 2003 para
atención por urgencias, igualmente fue preterido por el
juzgador, pues la “enfermedad actual y constantes vitales”, sus
antecedentes y signos allí consignados mostraban serios
factores de riesgo o de evento coronario.
Manifiesta que en tales condiciones, en lugar de
suministrársele tratamiento acorde con el cuadro clínico que
presentaba, se le determinó gastritis, siendo remitido a
consulta de gatroenterología, de manera ambulatoria, y
aunque
la
especialista
Ebrahim
Aponte
Jessemyn
al
valorarlo a las 14:17, repitió ese diagnóstico, “alcanzó a
avizorar un problema serio en la salud del mismo al punto de escribir
como enfermedad actual urgente … EKG”, lo que demuestra que
entre
las
primeras
actuaciones
y
las
posteriores,
transcurrieron más de cinco horas, y de todas formas, nadie
estuvo atento al resultado de tal prueba.
De lo anterior extrae que en el “diagnóstico, tratamiento y
cuidado posterior” del paciente no se obró acorde con el rigor
que ameritaba, pues los antecedentes y signos vitales
“permitían sospechar desde su ingreso un problema coronario, el que
no fue atendido con la prontitud que correspondía”, pues fue
enviado de un lugar a otro “bajo el tipo de atención ‘ambulatorio’,
y sin que por parte de los galenos se le hiciera el debido seguimiento
al crítico estado de salud que presentaba”, por lo que “entre esos
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
16
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
ires y venires, ocurrió lo que fatalmente sobrevino”, dado que el
infarto se hallaba en curso.
Reitera que al soportar la decisión en el dictamen
pericial, omitiendo los restantes elementos probatorios
como
el
electrocardiograma,
su
tardía
lectura
y
comunicación a la parte actora, condujo al Tribunal a
incurrir en flagrante y decisivo error fáctico, pues éstos
elementos de juicio ponen de presente la negligencia y
comportamiento abiertamente descuidado de los médicos y
de las instituciones demandadas.
Agrega que la pretermisión de las aludidas probanzas
llevó al ad quem a estimar que las convocadas debían salir
indemnes de la acción, bajo el supuesto de que las
obligaciones en el ámbito de la medicina son de medio y no
de resultado, pues si bien esto último no es dable exigirse,
sí el compromiso médico de ofrecerle al paciente los
cuidados y destrezas en pro de mejorar, aliviar o recuperar
su salud, para lo que debe utilizar todos los conocimientos y
medios proporcionados por la ciencia y que cuando no se
procede así, se incurre en responsabilidad.
Sostiene que en este caso se estableció, “por las diversas
conductas y actividades que las demandadas cometieron actos que las
comprometen seriamente en la atención y cuidado de julio Enrique
Cantillo, en cuanto no pusieron, como era de su cargo, al alcance del
mismo la valoración completa y adecuada, ni en forma diligente los
conocimientos, ni el tratamiento aconsejado e idóneo, ni la atención
debida y oportuna, ni el procedimiento empleado, ni la información
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
17
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
respectiva, entre otros comportamientos indebidos que involucran la
responsabilidad profesional de quienes dieron lugar a ellas”.
Agrega que las múltiples equivocaciones “tienen relación
directa de causa efecto con el daño que representó la muerte del
esposo y padre de los actores; y probado el vínculo jurídico
respectivo, sin reparo de las demandadas, entonces tales ligerezas y
desatenciones, el daño y la relación de causalidad comprometen en
forma solidaria a las mismas”.
Adicionalmente expone que con los testimonios de
Colombia Nichols Árias, Ligia Villamizar Berbesi, Gustavo
Coronado Pinto, Pablo Edgar Galeano Calderón, Paulina
Espinosa Machado, Himelda Garzón Sandoval, Ana Elena
García, Alfredo Onzaga Cavanzo, María Fernanda Jiménez,
Héctor
Hernando
Gutiérrez
Matamoros
y
Luz
Haydeé
Rodríguez Gómez, se acredita el daño y su monto, pues se
estableció que en razón de los amplios conocimientos
jurídicos que ostentaba el fallecido, asesoraba a varios
profesionales del derecho por lo que obtenía unos ingresos
mensuales aproximados de $7.000.000 y contribuía en un
75% con los gastos familiares, e igualmente que el deceso
de aquel, les generó a los actores sufrimiento y congoja, lo
que constituye el perjuicio moral deprecado por ellos,
acreditándose así mismo, la relación causal entre aquel y la
conducta de la parte accionada.
Finaliza señalando que los yerros puestos de presente
ostentan las características de notorios, pues contrarían
abiertamente la lógica, “de suerte que también en este asunto
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
18
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
vinieron finalmente a ser determinantes o trascendentes, debido a
que, por causa de tales errores, se tomó una decisión equivocada (…)
[y] de no haberse cometido, sin hesitación alguna se hubiera
modificado el sentido de la providencia materia de este recurso”.
Con base en lo anterior solicita casar la sentencia y en
sede de instancia acoger las pretensiones invocadas en el
libelo demandatorio.
CARGO SEGUNDO
1.- Con sustento en la causal primera del artículo 368
del Código de Procedimiento Civil, la demandante atacó el
fallo del ad quem de quebrantar indirectamente los artículos
63, 1494, 1495 1497, 1498, 1499, 1500, 1502, 1505,
1546, 1568, 1571, 1602, 1603, 1604, 1610, 1614, 1615,
1616, 1619, 1621, 1738, 1757, 2063, 2069, 2142, 2144,
2155, 2186, 2341, 2343, 2344, 2347, 2356 del Código Civil
y 16 de la Ley 446 de 1998, por falta de aplicación, como
consecuencia de los errores de hecho en los que incurrió al
apreciar las pruebas.
2.- En procura de acreditar este ataque, la impugnante
señala que el mismo lo “fórmula para el supuesto en que la H.
Corte, dentro de su discrecionalidad, llegue a entender que por la sola
circunstancia de que el tribunal, al referirse al dictamen pericial
también alcanzó a mencionar que ésta experticia también venía
acompañada en la historia clínica, entonces fueron éstas las dos
probanzas tenidas en cuenta en su fallo”, por lo que combate la
sentencia por errores de hecho en la ponderación de tales
medios de convicción y la preterición de los demás.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
19
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
En la sustentación, reproduce el contenido del inicial
ataque, al que la Corte se remite, por economía procesal.
IV.- CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1.- En este asunto, se recuerda, los accionantes
solicitan declarar a las entidades convocadas, solidaria y
civilmente responsables de los daños a ellos ocasionados
“con motivo de la muerte por diagnóstico equivocado, negligencia
médica y defectuosa prestación del servicio médico sufrida por su
esposo y padre Julio Enrique Cantillo Rueda”, dado que habiendo
ingresado por urgencias en razón del “fuerte dolor en la parte
baja del tórax” que se “extendía a los brazos, se encontraba pálido,
con ganas de vomitar (…), sudoroso, sin poderse hallar así mismo”,
dicha atención se cambió a ambulatoria, se le diagnosticó
gastritis por simple apreciación, pues no se le hizo ningún
estudio que permitiera tal conclusión, prohibiéndosele el
cigarrillo y el tinto, y a pesar de habérsele practicado un
electrocardiograma que se ordenó de manera urgente, el
mismo se leyó tardíamente, lo que impidió que fuera
tratado del infarto en evolución que reflejó dicho examen.
2.- El fundamento toral del Tribunal para confirmar la
sentencia del a quo que negó las pretensiones, fue la
ausencia de error médico, así mismo de culpa de las
convocadas, como también de nexo causal, para lo cual se
soportó en el dictamen pericial trasladado de la Fiscalía 52
Seccional, del cual extrajo que el tratamiento dado a la
sintomatología del paciente había sido correcto, dado que
según tal experticia, la enfermedad que para el 26 de junio
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
20
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
de 2003 presentaba Julio Enrique Cantillo Rueda “no
permitían sospechar un evento coronario, por su edad y por no
encontrarse dentro del primer grupo de riesgo”,
ni ostentar
antecedentes médicos de importancia en su historia clínica,
por lo que el antiácido, la endoscopia y las recomendaciones
dadas tenían una fuente lógica, debido a que “por las
condiciones del paciente, se podía sospechar la presencia de una
enfermedad ácido péptica”, como se diagnosticó inicialmente,
todo lo cual era demostrativo de “que se obró por parte de los
galenos vinculados a la entidad demandada, bajo la observancia y el
estricto acatamiento a la lex artis”.
3.- En sede de este recurso, la censora rebate esos
planteamientos, debido a que el sentenciador soportó su
decisión únicamente en la experticia, omitiendo las demás
pruebas recaudadas, como el electrocardiograma, la historia
clínica y el testimonio de Luz Haydeé Rodríguez Gómez,
prescindencia que lo llevó a concluir erróneamente que los
galenos actuaron de acuerdo con la “lex artis”.
En cuanto al referido examen destaca la casacionista
que habiéndose realizado el 26 de junio de 2003 a las 2:46
p.m, no se leyó ese mismo día, y al reportar “infarto anterior
extenso en evolución y/o aneurisma ventricular”, mostraba una
situación alarmante, pues reflejaba que desde el mismo
instante de su práctica, el paciente se estaba “infartando”, sin
que
esa
situación le
fuera informada
a
él
o
a
su
acompañante; por el contrario, se les indicó que los
resultados se los entregarían el 2 de julio, data en que
igualmente, “se leyó ‘a solicitud de sus familiares’ el citado
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
21
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
electrocardiograma por parte del médico cardiólogo Jaime Bueno
Alba”, arrojando como resultado “necrosis antero – lateral
evolutiva”.-
Que
así
mismo
se
ignoró
la
historia
clínica
demostrativa de varios factores de riesgo o de evento
coronario, reiterando que a pesar de ingresar por urgencias
a las 9:35 a.m., se le cambió su atención a ambulatoria, por
lo que a las 14:17, es decir, varias horas después, la
gastroenteróloga que lo atendió, al avizorar un problema
serio, dispuso la realización urgente de un EKG, cuya
lectura se pospuso, cuando “de haberse procedido con la debida
atención, el procedimiento a seguir era actuar con prontitud ese
mismo día, de conformidad con el protocolo propio de un infarto del
miocardio”, elemento de convicción este que aunado a la
declaración de Luz Haydeé Rodríguez Gómez quien informó
que el día de las exequias recibió una llamada de Famisanar
para pedir el traslado del paciente al centro médico más
cercano debido a que el electrocardiograma había salido
mal, evidencia el error judicial trascendente, puesto que al
pretermitir dichas pruebas, el Tribunal no vio la conducta
negligente de la parte demandada.
4.- Delanteramente debe señalarse que si bien la
impúgnate extraordinaria alude a que la decisión del ad
quem se soportó únicamente en el dictamen pericial carente
de fundamento, lo que en principio daría la sensación de la
presencia de un yerro iure, lo cierto es que el desarrollo del
cargo fue orientado como fáctico, dado que atacó la
contemplación objetiva del mismo y la preterición de los
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
22
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
elementos probatorios igualmente reseñados, lo que por
tanto descarta una eventual mixtura y falta de idoneidad de
la demanda, habilitando su estudio de fondo.
5.-
Acerca
del
error
de
hecho,
ha
precisado
reiteradamente la Corte, que “(…) ‘atañe a la prueba como
elemento material del proceso, por creer el sentenciador que existe
cuando falta, o que falta cuando existe, y debido a ella da por
probado o no probado el hecho’ (LXXVIII, p. 313), es decir, acontece
‘a) cuando se da por existente en el proceso una prueba que en él no
existe realmente; b) cuando se omite analizar o apreciar la que en
verdad sí existe en los autos; y, c) cuando se valora la prueba que sí
existe, pero se altera sin embargo su contenido atribuyéndole una
inteligencia contraria por entero a la real, bien sea por adición o por
cercenamiento’ (cas. civ. sentencia 034 de 10 de agosto de 1999,
exp. No. 4979); siendo tal su notoriedad y gravedad, ‘cuando su sólo
planteamiento haga brotar que el criterio del sentenciador fue
totalmente desenfocado, que está por completo divorciado de la más
elemental sindéresis; si se quiere, que repugna al buen juicio’, lo cual
ocurre en aquellos casos en que ‘el fallador está convicto de
contraevidencia’ (cas. civ. sentencias de 11 de julio de 1990 y 24 de
enero de 1992), ‘cuando el sentenciador se estrelló violentamente
contra la lógica o el buen sentido común, evento en el cual no es nada
razonable ni conveniente persistir tozudamente en el mantenimiento
de la decisión so pretexto de aquella autonomía’ (CCXXXI, pág.644),
o en otros términos, ‘que a simple vista se imponga a la mente, sin
mayor esfuerzo ni raciocinio, o en otros términos, de tal magnitud,
que resulte contrario a la evidencia del proceso (…)’ (G.J. Tomo
LXXVII, pág. 972)’ (cas. civ. sentencias 006 de 12 de febrero de
1998, expediente 4730; 080 de 18 de septiembre de 1998, exp.
5058) (…)” (sentencia de 16 de diciembre de 2011 exp.
2000-00018-01).
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
23
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
6.- Con miras a verificar la existencia de los errores
endilgados por la recurrente, seguidamente se registran los
elementos de persuasión con trascendencia para la decisión
que se está adoptando.
a.- Demanda en la que se afirma que “la señora Melba
Inés Rodríguez Gómez (…) se encuentra vinculada a la EPS Famisanar
y a la IPS Colsubsidio, (…) en calidad de cotizante” y que su esposo
“Julio Enrique Cantillo Rueda (…) estaba afiliado a Famisanar como
beneficiario
del
POS”1,
nexo
éste
aceptado
por
las
demandadas, en sus respectivas contestaciones (fls. 106 y
163 c.1).
b.- Copia del formulario único de afiliación e inscripción
a la EPS Famisanar, régimen contributivo para trabajadores
dependientes y servidores públicos, en donde “Julio Enrique
Cantillo
Rueda”
figura como beneficiario de
“Melba
Inés
Rodríguez Gómez”, documento aportado por la mencionada
Empresa Promotora de Salud (fl. 156 c.1).
c.- Historia clínica correspondiente a Julio Enrique
Cantillo Rueda, en la que se consignó la sintomatología
padecida, el diagnóstico y el tratamiento a seguir, cuyo
contenido se plasmará con posterioridad.
d.- Electrocardiograma practicado al citado afectado, a
las 2:46 p.m. del 26 de junio de 2003, en el que uno de los
cardiólogos que lo analizó interpretó “Infarto anterior extenso
1
fl. 52, hechos 1°, 2° y 3°.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
24
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
en evolución y/o aneurisma ventricular” y el otro, “Necrosis anterolateral evolutiva” (fls. 13, 14 y 15 c.1).
e.- Registro civil de defunción de Julio Enrique Cantillo
Rueda en donde costa que su muerte se produjo a las
05:00 p.m. del 27 de junio de 2003 (fl. 9 c.1).
f.- “Registros civiles” de nacimiento de Julián Enrique,
Aiza Fernanda y César Augusto Cantillo Rodríguez, y de
matrimonio
del
mencionado
fallecido
con
Melba
Inés
Rodríguez Gómez (fls. 5 a 8 c.1).
g.- Facturas de servicios por “Consulta Medicina General” y
“Gastroenterología”, lo mismo que ordenes para “CK, CK MB
Urgente” y “Esofagogastroduodenoscopia [EGD] con biopsia cerrada
SOD (…) motivo: SX Dispeptico Prioritaria”, todas de fecha 26 de
junio de 2003, siendo programada esta última para las 8:15
a.m. del siguiente 3 de julio. En aquella data se dispuso
“control (extra) por gastro con EGD K 207 (dolor torácico)”, se
ordenó el “medicamento omeprazol capsula 20 mg”, con la
observación de que “debe dejar el cigarrillo y el tinto” y se
autorizó taller de obesidad para las 6:00 p.m. del 8 del
último mes citado (fls. 16 a 21 c.1).
h.- Copia del informe realizado por una profesional
especializada del Instituto Nacional de Medicina Legal y
Ciencias Forenses, en el que
luego
del
“estudio
macro
y
microscópico del cuerpo del señor Julio Enrique Cantillo Rueda”, de
referir los antecedentes registrados que lo llevaron a
consultar horas antes de su deceso, lo mismo que la
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
25
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
atención médica brindada y los hallazgos de la necropsia,
concluyó que éste “fallece en choque cardiogénico, secundario a
miocarditis aguda infecciosa”. Explica que “la miocarditis es una
patología de muy difícil diagnóstico, que en el 50% de los casos, se
camufla entre la sintomatología de múltiples otras patologías, que si
bien es cierto frecuentemente cursa de forma autolimitada, esto
quiere decir se alivia sola (como una gripe), también puede ser
crónica o fulminante (causar la muerte de forma rápida) como en este
caso”. Indica igualmente que “[e]n el evento que [aquel] o su
familia,
a
causa
de
la
persistencia
y
empeoramiento
de
la
sintomatología, hubieren decidido reconsultar por el servicio de
urgencias y posterior a ello se hubiere logrado el diagnóstico certero
de miocarditis, no hay manera de garantizar la sobre vida de este
paciente” (fl 131-137 c. 4).
i.- Testimonio de Luz Haydeé Rodríguez Gómez quien
da cuenta de que el día de las exequias de Julio Enrique
Cantillo Rueda recibió una llamada de Famisanar en donde
se le solicitaba el traslado de aquel al centro médico más
cercano porque el “electro” a él realizado “había salido un
poquito mal” (fls. 91-94 c. 4).
7.- Como quiera que la responsabilidad que se pide
declarar deviene de la atención brindada por la accionada a
la salud del señor Julio Enrique Cantillo Rueda, conviene
comenzar precisando que los deberes jurídicos de los
médicos se hallan contemplados en la Ley 23 de 1981 y en
su Decreto reglamentario 3380 de la misma anualidad,
normatividades
que
integradas
a
las
pertinentes
disposiciones del Código Civil, permiten establecer los
parámetros orientadores de la “responsabilidad civil contractual o
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
26
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
extracontractual”, en desarrollo de su relación con el paciente,
que al tenor del artículo 5º del citado Estatuto de Ética
Médica, se cumple “por decisión voluntaria y espontánea de ambas
partes”; en virtud de “acción unilateral del médico, en caso de
emergencia”; a “solicitud de terceras personas”, y al “haber
adquirido el compromiso de atender a personas que están a cargo de
una entidad privada o pública”.
8.- Bajo ese contexto, en relación con la naturaleza de
las “obligaciones o deberes” que los galenos asumen, al igual
que lo concerniente a la carga de la prueba sobre la culpa,
aspectos sobre los que básicamente la casasionista centra
sus reproches, resulta pertinente, en aras de alcanzar una
adecuada ilustración al respecto, reseñar el criterio aplicado
por esta Corporación en algunos de sus pronunciamientos, a
saber:
8.1.- La sentencia de 05 de marzo de 1940, constituye
uno de los precedentes de frecuente recordación, pues
precisó que la “obligación del médico” es por regla general de
“medio”, y en esa medida “(…) el facultativo está obligado a
desplegar en pro de su cliente los conocimientos de su ciencia y
pericia y los cuidados de prudencia sin que pueda ser responsable del
funesto desenlace de la enfermedad que padece su cliente o de la no
curación de éste”, y en punto de la “culpa” se comentó: “(…) la
responsabilidad del médico no es ilimitada ni motivada por cualquier
causa sino que exige no sólo la certidumbre de la culpa del médico
sino también la gravedad. (…) no la admiten cuando el acto que se le
imputa al médico es científicamente discutible y en materia de
gravedad de aquélla es preciso que la culpa sea grave, (…)” (G.J. N°
1953, pág. 119).
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
27
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
8.2.- En fallo de 12 de septiembre de 1985, se expuso:
“(…) con relación a las obligaciones que el médico asume frente a su
cliente, hoy no se discute que el contrato de servicios profesionales
implica para el galeno el compromiso si no exactamente de curar al
enfermo, sí al menos de suministrarle los cuidados concienzudos,
solícitos y conformes con los datos adquiridos por la ciencia, (…). Por
tanto, el médico tan sólo se obliga a poner en actividad todos los
medios que tenga a su alcance para curar al enfermo; de suerte que
en caso de reclamación, éste deberá probar la culpa del médico, sin
que sea suficiente demostrar ausencia de curación” (G.J. CLXXX N°
2419, pág. 420).
8.3.-
Posteriormente
al
estudiar
un
caso
por
responsabilidad derivada de un procedimiento de “cirugía
plástica”, en las consideraciones generales iteró los deberes
antes referidos, enfatizando que “(…) cuando por su negligencia,
descuido u omisión causa perjuicios en la salud de aquéllos, incurre
en una conducta ilícita, que será calificada por el juez según su
magnitud, desde la simple culpa hasta la más grave, para así mismo
imponer al demandado la respectiva condena a indemnizar la víctima
el daño causado, (…)”. Adicionalmente se dijo que mediante el
contrato de prestación de servicios, el facultativo se
compromete a tratar al paciente, para lo cual “(…) debe
emplear sus conocimientos profesionales en forma ética, con el
cuidado y diligencia que se requieran, sin que, como es lógico, pueda
garantizar al enfermo su curación ya que ésta no siempre depende de
la
acción
que
desarrolla
el
galeno
pues
pueden
sobrevenir
circunstancias negativas imposibles de prever. (…). El demandado
podrá exonerarse de responsabilidad demostrando ausencia de culpa,
por haber puesto todo el cuidado que el caso requería, caso fortuito,
fuerza mayor o culpa del paciente por no haber cumplido las
prescripciones respectivas. -- (…). Síguese de lo dicho que para que
pueda darse la responsabilidad de que se trata, será necesario
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
28
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
establecer primero la existencia de la relación contractual entre el
demandante y el demandado, (…). En segundo lugar, habrá de
probarse el daño causado a la víctima, luego la conducta descuidada
del demandado y por último que ésta fue la causante de tal daño” ;
acotando con relación a la “cirugía estética”, que “(…) cuando el
fin buscado con la intervención es la corrección de un defecto físico,
pueden
darse
situaciones
diversas
que
así
mismo
tendrán
consecuencias distintas respecto de la responsabilidad del cirujano.Así las cosas, deberá establecerse cuál fue la obligación del cirujano
con el paciente, para deducir si el fracaso de su operación le hace o
no responsable.
Cuando en el contrato hubiere asegurado un
determinado resultado, si no lo obtiene será culpable y tendrá que
indemnizar a la víctima, salvo que se den los casos de exoneración
(…)” (sentencia de 26 de noviembre de 1986, G.J. CLXXXIV
N° 2423, págs. 743-745).
8.4.- En sentencia sustitutiva de 12 de julio de 1994,
en la que se examinó la responsabilidad de una institución
de salud, por razón de las secuelas de un paciente a quien
le prestó algunos servicios médicos, se indicó que aquella se
origina “(…) cuando en desarrollo del correspondiente contrato se
incurre en culpa profesional o institucional del caso (…). Luego, para
que esta culpa sea idónea en su responsabilidad es necesario que sea
imputable al profesional o institución médica correspondiente y que
además sea la causa eficiente de los perjuicios que se ocasionen al
paciente, esto es, igualmente indispensable que exista relación de
causalidad entre la primera y los últimos” (G.J. CCXXXI N° 2470,
pág. 306).
8.5.- Por su parte, la decisión de 30 de enero de 2001
precisa los criterios aplicados con antelación, frente a
controversias relacionadas con este asunto en la que sobre
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
29
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
el particular expresó: “(…) para ser coherentes en el estudio del
tema, se pudiera afirmar que en este tipo de responsabilidad como en
cualquiera otra, deben concurrir todos los elementos o presupuestos
materiales para el éxito de la pretensión, empezando por supuesto
con la prueba del contrato, que es carga del paciente, puesto que es
esta relación jurídica la que lo hace acreedor de la prestación del
servicio médico, de la atención y el cuidado. Igualmente, corresponde
al paciente, probar el daño padecido (lesión física o psíquica) y
consecuentemente el perjuicio patrimonial o moral cuyo resarcimiento
pretende. Ahora, probado este último elemento, sin duda alguna,
como antes se explicó, que lo nuclear del problema está en la relación
de causalidad adecuada entre el comportamiento activo o pasivo del
deudor y el daño padecido por el acreedor, pues es aquí donde entran
en juego los deberes jurídicos de atención y cuidado que en el caso
concreto hubo de asumir el médico y el fenómeno de la imputabilidad,
es decir, la atribución subjetiva, a título de dolo o culpa. Pero es
precisamente en este sector del comportamiento en relación con las
prestaciones debidas, donde no es posible sentar reglas probatorias
absolutas con independencia del caso concreto, pues los habrá donde
el onus probandi permanezca inmodificable, o donde sea dable hacer
actuar presunciones judiciales, como aquellas que en ocasiones
referenciadas ha tenido en cuenta la Corte, pero también aquellos
donde cobre vigencia ese carácter dinámico de la carga de la prueba,
para exigir de cada una de las partes dentro de un marco de lealtad y
colaboración, y dadas las circunstancias de hecho, la prueba de los
supuestos configurantes del tema de decisión. Todo, se reitera,
teniendo en cuenta las características particulares del caso: autor,
profesionalidad, estado de la técnica, complejidad de la intervención,
medios disponibles, estado del paciente y otras circunstancias
exógenas, como el tiempo y el lugar del ejercicio, pues no de otra
manera, con justicia y equidad, se pudiera determinar la corrección
del acto médico (lex artix)”.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
30
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
8.6.- En lo que atañe a las entidades prestadoras de
servicios de salud, en casación de 22 de julio de 2010, exp.
2000-00042-01, precisó que “los establecimientos clínicos,
hospitalarios y similares son aquellas instituciones prestadoras de los
servicios de salud, ya sean públicas, privadas o mixtas, en las fases
de promoción, prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación
física o mental, y que éstas pueden clasificarse, según el tipo de
servicios que ofrezcan, como instituciones hospitalarias e instituciones
ambulatorias de baja, media y alta complejidad (Artículos 1º y 2º de
la Resolución No. 4445 de 1996, Ministerio de Salud).
“(…) En tratándose de la responsabilidad directa de las referidas
instituciones, con ocasión del cumplimiento del acto médico en
sentido
estricto,
comprometidas
es
necesario
cuando
lo
puntualizar
ejecutan
que
ellas
mediante
sus
se
verán
órganos,
dependientes, subordinados o, en general, mediando la intervención
de médicos que, dada la naturaleza jurídica de la relación que los
vincule, las comprometa. En ese orden de ideas, los centros clínicos u
hospitalarios incurrirán en responsabilidad en tanto y cuanto se
demuestre que los profesionales a ellos vinculados incurrieron en
culpa en el diagnóstico, en el tratamiento o en la intervención
quirúrgica del paciente. Por supuesto que, si bien el pacto de
prestación del servicio médico puede generar diversas obligaciones a
cargo del profesional que lo asume, y que atendiendo a la naturaleza
de éstas dependerá, igualmente, su responsabilidad, no es menos
cierto que, en tratándose de la ejecución del acto médico propiamente
dicho, deberá indemnizar, en línea de principio y dejando a salvo
algunas excepciones, los perjuicios que ocasione mediando culpa, en
particular la llamada culpa profesional, o dolo, cuya carga probatoria
asume el demandante, sin que sea admisible un principio general
encaminado a establecer de manera absoluta una presunción de culpa
de los facultativos (sentencias de 5 de marzo de 1940, 12 de
septiembre de 1985, 30 de enero de 2001, entre otras).
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
31
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
“Empero, a esa conclusión no se opone que el juez, atendiendo
los mandatos de la sana crítica y mediante diversos procedimientos
racionales que flexibilizan el rigor de las reglas de la carga de la
prueba, asiente determinadas inferencias lógicas enderezadas a
deducir la culpabilidad médica en el caso concreto. En efecto, como
quiera que es posible que una rigurosa aplicación de la disposición
contenida en el artículo 177 del Código de Procedimiento Civil puede
aparejar en este ámbito el fracaso de la finalidad reparadora del
régimen
de
la
responsabilidad
civil,
particularmente,
por
las
dificultades probatorias en las que se puede encontrar la víctima, no
es insensible la Corte ante esa situación, motivo por el cual asienta
que, teniendo en consideración las particularidades de cada caso en
concreto, lo que repele indebidos intentos de generalización o de
alteración de los principios y mandatos legales, y en la medida que
sea posible, puede el juez acudir a diversos instrumentos que atenúan
o “dulcifican”
(como lo denominan la doctrina y la jurisprudencia
españolas) el rigor del reseñado precepto.
“Así, dependiendo de las circunstancias del asunto, se insiste
una vez más, es posible que el juez, con sujeción a las normas
jurídicas y de la mano de las reglas de la experiencia, el sentido
común, la ciencia o la lógica, deduzca ciertas presunciones (simples o
de hombre) relativas a la culpa galénica; o que lo haga a partir de
indicios endoprocesales derivados de la conducta de las partes
(artículo 249 Ibídem); o que acuda a razonamientos lógicos como el
principio res ipsa loquitur (como cuando se olvida una gasa o material
quirúrgico
equivocado,
en
la
zona
etc.);
o
intervenida,
teniendo
en
o
se
amputa
consideración
el
la
miembro
manifiesta
anormalidad de las consecuencias del acto médico deduzca una ‘culpa
virtual’ o un ‘resultado desproporcionado’, todo lo anterior, se reitera
aún a riesgo de fastidiar, sin que sea admisible la aplicación de
criterios generales que sistemática e invariablemente quebranten las
reglas de distribución de la carga de la prueba previstos en el
ordenamiento”.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
32
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
8.7.- Respecto del “acto médico”, en fallo de 26 de
noviembre de 2010 exp. 08667-01, expuso “(…) que se trata
de toda aquella actividad mediante la cual el galeno se compromete a
emplear su habilidad y sapiencia con miras a curar al enfermo; para
tal efecto, debe desarrollar un conjunto de labores encaminadas al
diagnóstico, pronóstico y tratamiento de aquel y, de ser el caso, a
intervenirlo quirúrgicamente”.
8.8.- Y en casación de 30 de noviembre de 2011, exp.
1999-01502-01 anotó que “(…) en línea de principio, las acciones
dirigidas a que se declare la responsabilidad civil derivada de la
actividad profesional médica, siguen la regla general que en cuanto
hace a la carga probatoria contempla el artículo 177 del Código de
Procedimiento Civil, por lo que compete al demandante acreditar sus
elementos estructurales, entre ellos, la culpa de la parte demandada,
sin que tal deber resulte desvirtuado por la circunstancia de que,
según las particularidades de determinados casos, pueda flexibilizarse
dicho principio procesal y, en tal virtud, recurrirse a instrumentos
lógicos como lo señalados por la Corte, en procura de tener por
acreditados los requisitos axiológicos propios de la indicada clase de
responsabilidad civil, en particular el atinente a la imputación
subjetiva del galeno demandado”.
9.-
Dado que el Tribunal sustentó su fallo denegatorio
de las pretensiones, en el dictamen pericial rendido por la
médica forense “Adriana J. Mendoza Jiménez, ante la Fiscal 52
Seccional”,
indicativo
de
que
el
“choque
cardiogenico,
secundario a miocarditis aguda infecciosa” que generó la
muerte del señor Cantillo Rueda es difícil de establecer,
pues
en
el
50%
de
los
casos,
se
camufla
con
la
sintomatología de otras patologías y que de todas formas,
de haberse logrado un diagnóstico certero de miocarditis,
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
33
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
no se podría garantizar la “sobre vida” del paciente, a partir
de lo cual el sentenciador consideró que el tratamiento de la
sintomatología de aquel fue correcto y que la parte
demandada procedió conforme a la “lex artis”, se impone
señalar que al no haberse ocupado de la integridad de los
medios de persuasión, tal juzgador incurrió en el yerro
fáctico que por pretermisión le endilgan los censores.
En efecto,
el ad quem no vio la documentación que
informa sobre las condiciones en que se encontraba Julio
Enrique Cantillo Rueda al momento en que concurrió al
Centro médico de Colsubsidio ciudad Roma a consultar el
malestar que lo aquejaba, como tampoco la correspondiente
al resultado del examen que le fue realizado varias horas
después de tal ingreso.
Así, ignoró la historia clínica demostrativa de que a las
“09:35” del 26 de junio de 2003, el nombrado paciente
acudió por urgencias al indicado lugar y que el galeno Javier
Murillo Segovia que lo atendió, registró como motivo de
consulta “dolor en la boca del estómago” y “enfermedad actual:
Cuadro de dolor epigástrico de 6 días de evolución asociado a
nauseas, es un dolor opresivo. El dolor se extendió a todo el pecho y
a ambos brazos. Hoy en la mañana tomó un tinto y tuvo una arcada
con aparente vómito de sangre. Fumador crónico y toma mucho
tinto”. Se indicó igualmente que la evaluación física fue
normal y que el abdomen se encontró “balndo (sic) deprsible
(sic) sin dolor”, se le diagnosticó “gastritis, no especificada”, se
ordenó “consulta gastroenterología” y se le formuló “omeprazol
cápsula 20 mg”, cantidad “20”, para “tomar una al día”.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
34
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
Tampoco advirtió los registros allí insertos en cuanto a
que su remisión a “consulta gastroenterología”, se hizo en esa
data de manera ambulatoria, siendo valorado por la
profesional Ebhrahim Aponte Jessenmyn a las 14:17 en el
“centro médico calle 63”,
quien registró como “motivo de
consulta: Refiere dolor tipo ‘opresivo’ en epigastrio irradiado a los MS.
asociado a nauseas, malestar Gral que se exacerba con los alimentos.
Niega sangrado. Apers Neg. Afam Neg EF ansioso, llanto fácil. Resto
EF normal.- IDX T. Ansiedad, + SX dispeptico”, consignó en
“enfermedad actual: Plan SS EGD urgente, OMP 20 día, ss EKG”,
calificó su malestar como “gastritis, no especificada” y dispuso
“Esofagogastroduodenoscopia [EGD] con biopsia cerrada SOD”. Así
mismo
anotó
como
antecedentes
médicos
patológicos
“Corea, AR Juvenil, quirúrgicos Amígdalas [y] adicciones fumador 10 c
día. Tinto 8 al día” (fls. 10 y 11).
El Tribunal, igualmente inobservó los elementos de
juicio
que
dan
cuenta
de
que
el
electrocardiograma
ordenado por la aludida especialista, si bien se realizó a las
2:46 p.m. del 26 de junio de 2003, no fue analizado
prontamente, pues el “Informe de electrocardiograma” registra
como “fecha junio 27/03”, nombre: “Julio E. Cantillo” de 52 años
y el siguiente texto: “Ritmo: Sinusal”, “frecuenia 114 x min”,
“interpretación: Infarto anterior extenso en evolución y/o aneurisma
ventricular”, “(copia reporte inicial)”, “Dr. Whimen Rodríguez médico
cardiólogo” (fl. 15) y en el folio 13, respecto del mencionado
paciente, otro especialista registró: “Ritmo: Sinusal. Frecuencia:
104/mto. AQRS: Normal. R amputada de V1 a V5. Supradesnivel de
ST. Necrosis antero-lateral evolutiva. Lectura hecha VII-2/03 a
solicitud de familiares. Dr. Jaime Bueno Alba médico cardiólogo”.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
35
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
De igual forma omitió el testimonio de Luz Haydeé
Rodríguez Gómez quien con relación a “los hechos que
rodearon el fallecimiento del señor Julio Enrique Cantillo Rueda”, en
lo pertinente informó: “El se sintió enfermo y lo llevaron al centro
médico de Ciudad Roma, lo llevó la esposa, lo vio el médico y lo envió
a
otros
especialistas
y
le
realizaron
algunos
exámenes,
posteriormente ellos fueron al centro médico de la calle 63 con
carrera 24 donde lo vio la gastroenterología (sic), y ella le ordenó un
electro y otros exámenes, creo que eran de sangre, le hicieron el
electro, no tengo certeza si fue el mismo día o después, pero se que
le hicieron el electro, él se fue para la casa, posteriormente siguió mal
y fue cuando falleció. El día que estábamos en las exequias, contesté
una llamada de famisanar, la persona que llamó preguntó por el señor
Julio Cantillo y me dijo que era él (sic) se había tomado un electro y le
había salido un poquito mal, que por favor se dirigiera al centro
médico más cercano. Yo le contesté que ya era tarde porque él ya
había fallecido, no me dijo nada. Una vez pasó todo lo de las exequias
fuimos con Melba mi hermana a Famisanar de la calle 63 donde le
habían tomado el electro, y preguntamos por el resultado del examen,
la persona que nos atendió lo buscó y lo encontró sin ninguna lectura,
nos dijo que esperáramos un momentico y habló con un médico que
estaba ahí, el médico nos dijo que eso no tenía lectura y ya nosotros
le comentamos que el paciente había fallecido, él se demoró en
hacernos la lectura, porque inicialmente no la iba a hacer porque dijo
que no estaba de turno ese día, nosotros le pedimos el favor que nos
la hiciera y que aclarara que él no estaba de turno, se demoró en
hacernos la lectura, pero la hizo y nos la entregaron (…) El médico
mismo nos dijo que no lo había atendido y por eso no iba a hacer la
lectura del electro y nos dijo que no porque él se metía en un
problema y al final nos la entregaron” (fls. 91-94 c. 4).
10.- Retomando los cuestionamientos de la recurrente,
para quien la pretermisión de las anteriores pruebas,
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
36
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
particularmente las atinentes al electrocardiograma, su
tardía lectura y comunicación a la parte actora, lo mismo
que la falta del “debido seguimiento al crítico estado de salud que
presentaba” el enfermo, la valoración única y aislada del
dictamen rendido ante la Fiscalía, le impidió al ad quem ver
la responsabilidad de las accionadas, cabe decir que el
estudio de los medios de persuasión evidencia el desatino
judicial denunciado, con trascendencia en la determinación
adoptada.
Según ha quedado visto, el señor “Julio Enrique Cantillo
Rueda”, en calidad de beneficiario de su cónyuge “Melba Inés
Rodríguez Gómez” afiliado en el sistema general de seguridad
social en salud a la EPS Famisanar, el 26 de junio de 2003
concurrió por “urgencias” al Centro médico de Ciudad Roma a
consultar por el “dolor en la boca del estómago” y según el
galeno que lo atendió a las “09:35”, presentaba “[c]uadro de
dolor epigástrico de 6 días de evolución asociado a nauseas, (…)
opresivo (…) [que] se extend[ía] a todo el pecho y a ambos brazos”
agregando que “en la mañana tomó un tinto y tuvo una arcada con
aparente vómito de sangre. Fumador crónico y toma mucho tinto” y
aunque para la “gastritis, no especificada” que se le indicó, le
formuló “omeprazol cápsula 20 mg”, cantidad “20”, no acudió a
ningún examen de apoyo para confirmar o descartar dicha
afección.
Ahora bien, a pesar de que este profesional expidió
orden para consultar por gastroenterología, lo hizo de
manera ambulatoria, por lo que después de cuatro horas,
esto es, a las “14:17” fue valorado por la especialista quien
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
37
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
no obstante coincidir en el diagnóstico y disponer la
realización,
entre
otros
exámenes,
de
un
electrocardiograma, lo que indica que concibió una posible
afección cardiaca, lo cierto fue que habiéndose practicado a
las 2:46 p.m. de ese 26 de junio de 2003, el resultado del
mismo no se dio a conocer al
paciente, ni a su
acompañante, tampoco fue analizado prontamente, como
correspondía por la médica que lo prescribió y menos por el
profesional experto en cardiología, lo que denota una
inadecuada prestación del servicio requerido por el enfermo.
La jurisprudencia de esta Sala ha señalado que “(…) el
galeno debe asumir, con un elevado e impoluto sentido de la
responsabilidad,
una
serie
de
conductas
encaminadas
a
la
humanización (humanitas) y a la profesionalización de su elevado
ministerio, vale decir un plexo de deberes que, articulados, integran la
–llamada- deontología médica (tejido comportamental), enderezada,
entre varios cometidos, a la búsqueda de una cabal prestación del
servicio a su cargo y, ante todo, al respeto irrestricto de la vida
humana, y a la preservación o mejoramiento de la salud –física y
mental- e integridad de las personas, rectamente entendida, todo de
cara a la sociedad y a los demás profesionales inmersos en la misma
ciencia, sus pares. (…) el médico, en el ejercicio de su profesión, está
sometido al cumplimiento de una serie de deberes de diversa
naturaleza, muy particularmente de raigambre ética –no por ello
desprovistos de eficacia jurídica-, los cuales podrán servir de
parámetro para evaluar, en un momento determinado, el grado de
diligencia
y
responsabilidad
empleados
por
el
galeno
en
el
cumplimiento de su oficio. Es por ello por lo que, se ha entendido que
las
normas
componente
que
de
disciplinan
su
lex
la
artis,
ética
con
médica,
todo
lo
se
que
especialmente en la esfera de su responsabilidad,
traducen
ello
en
supone,
como tal,
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
38
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
susceptible de ser valorada o, si se prefiere, juzgada, por los órganos
y autoridades competentes para ello. (…)” (sentencia de 18 de
diciembre de 2009, exp. 1999-00533-01).
11.- De lo anterior se desprende entonces, que cuando
la entidad o galeno a cuyo cargo se halla la atención de la
salud de un paciente, no observa los deberes que le
competen dirigidos a salvaguardar o mejorar el estado físico
o mental de aquel, por ejemplo, porque deja de utilizar los
medios diagnósticos aconsejados, se despreocupa de los
resultados de los exámenes que ha dispuesto, lo formula
tardíamente o deja de hacerlo cuando era necesario, omite
sin excusa las respectivas remisiones o interconsultas si a
ellas hay lugar con la prontitud necesaria, compromete su
responsabilidad, lo que por tanto, puede generar obligación
de resarcir los daños que esa negligencia le irrogue al
afectado.
Según consta a folio 20 c.1, la especialista en medicina
interna y gastroenterología, el mismo “26/06/03” identificó el
malestar padecido por el señor “julio Cantillo” como
“(dolor
torácico)”, afección respecto de la cual, en el libro “Guías de
valoración del daño corporal de la Universidad CES y Señal Editora”,
en el artículo “[e]l dolor torácico y el síndrome coronario agudo”
(páginas 394-412), se informa que aquella dolencia “[e]s un
síntoma que puede ser la expresión de múltiples enfermedades, y al
cual hay que prestarle atención cuando el paciente consulta, debido a
que en un porcentaje significativo este dolor es causado por una
enfermedad que amenaza la vida de la persona. Entre las causas más
importantes de dolor torácico tenemos: la obstrucción o la estenosis
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
39
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
de las arterias coronarias (angina de pecho e infarto del miocardio); la
apericarditis; el trombo embolismo pulmonar; la disección aórtica; la
pleuritis, el neumotórax, una neumonía, una neoplasia, el espasmo
del esófago; la esofagitis; la hernia hiatal; la pancreatitis; los cálculos
en la vesícula, las enfermedades del estómago y el duodeno, como la
úlcera gástrica, la gastritis, la úlcera duodenal y la duodenitis; y las
de
origen
osteomuscular,
como
las
cervicodorsalgias,
la
costocondritis; la inflamación de los nervios periféricos (neuritis),
como el herpes zoster (culebrilla)”. Agrega que “[e]l objetivo básico
de
la
evaluación
es
detectar
las
enfermedades
que
puedan
comprometer la vida del paciente. La valoración del paciente con dolor
torácico en un servicio de urgencia debe ser rápida, pero completa”.
También anota que el “electrocardiograma [e]s la prueba de oro
en un servicio de urgencias. Su análisis, en una sospecha clínica de un
síndrome coronario agudo, es determinante en la estratificación del
paciente y en el tipo de tratamiento que se le va a suministrar
(terapia de reperfusión)”.
12.- De la precedente literatura se infiere que, dada la
formación profesional del médico que inicialmente y por
urgencias atendió al mencionado paciente, en consideración
a la edad de éste (52 años), hábitos (fumador crónico y tomador
de tinto) y los mismos signos y síntomas que presentaba
(dolor epigástrico, opresivo, extendido a todo el pecho y a ambos
brazos, nauseabundo), aquél se encontraba en capacidad de
analizar que para una acertada diagnosis, debía valerse de
recursos como el electrocardiograma o en caso de que en
ese sitio careciera del instrumental para obtenerlo, la
remisión igualmente de forma urgente, a donde fuera viable
su realización. Como procedió desconociendo tales factores
de riesgo y las posibilidades de establecer la verdadera
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
40
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
causa del padecimiento, realizó un diagnóstico preliminar
inconsulto y dio una fórmula inicial de medicamentos que se
acreditó, no guardaba relación con las manifestaciones o
patología del paciente, ese descuido se muestra con entidad
para comprometer la responsabilidad institucional que se
pide declarar.
En relación con las diversas situaciones a que se ve
sometido el médico cuando realiza el diagnóstico, la Corte
ha reiterado que ese proceder "(…) está constituido por el
conjunto
de
actos
enderezados
a
determinar
la
naturaleza
y
trascendencia de la enfermedad padecida por el paciente, con el fin de
diseñar el plan de tratamiento correspondiente, de cuya ejecución
dependerá la recuperación de la salud, según las particulares
condiciones de aquel.
Esta fase de la intervención del profesional
suele comprender la exploración y la auscultación del enfermo y, en
general la labor de elaborar cuidadosamente la ‘anamnesia’, vale
decir, la recopilación de datos clínicos del paciente que sean
relevantes.
“Trátase, ciertamente, de una tarea compleja, en la que el
médico debe afrontar distintas dificultades, como las derivadas de la
diversidad o similitud de síntomas y patologías, la atipicidad e
inespecificidad de las manifestaciones sintomáticas, la prohibición de
someter al paciente a riesgos innecesarios, sin olvidar las políticas de
gasto adoptadas por los órganos administradores del servicio. Así por
ejemplo,
la
variedad
de
procesos
patológicos
y
de
síntomas
(análogos, comunes o insólitos), difíciles de interpretar, pueden
comportar varias impresiones diagnosticas que se presentan como
posibles, circunstancias que, sin duda, complican la labor del médico,
motivo por el cual para efectos de establecer su culpabilidad se
impone
evaluar,
en
cada
caso
concreto,
si
aquel
agotó
los
procedimientos que la lex artis ad hoc recomienda para acertar en él.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
41
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
“En todo caso, sobre el punto, la Corte debe asentar una
reflexión cardinal consistente en que será el error culposo en el que
aquel
incurra
en
el
diagnóstico
el
que
comprometerá
su
responsabilidad; vale decir, que como la ciencia médica ni quienes la
ejercen son infalibles, ni cosa tal puede exigírseles, sólo los yerros
derivados de la imprudencia, impericia, ligereza o del descuido de los
galenos darán lugar a imponerles la obligación de reparar los daños
que con un equivocada diagnosis ocasionen. Así ocurrirá, y esto se
dice a manera simplemente ejemplificativa, cuando su parecer u
opinión errada obedeció a defectos de actualización respecto del
estado del arte de la profesión o la especialización, o porque no
auscultaron correctamente al paciente, o porque se abstuvieron de
ordenar los exámenes o monitoreos recomendables, teniendo en
consideración las circunstancias del caso, entre
otras hipótesis. En
fin, comprometen su responsabilidad cuando, por ejemplo, emitan
una impresión diagnóstica
que otro profesional de su misma
especialidad no habría acogido, o cuando no se apoyaron, estando en
la posibilidad de hacerlo, en los exámenes que ordinariamente deben
practicarse para auscultar la causa del cuadro clínico, o si tratándose
de un caso que demanda el conocimiento de otros especialistas
omiten interconsultarlo, o cuando, sin justificación valedera, dejan de
acudir al uso de todos los recursos brindados por la ciencia.
“Por el contrario, aquellos errores inculpables que se originan en
la equivocidad o ambigüedad de la situación del paciente, o las
derivadas de las reacciones imprevisibles de su organismo, o en la
manifestación tardía o incierta de los síntomas, entre muchas otras,
que pueden calificarse como aleas de la medicina no comprometen su
responsabilidad.
“Por supuesto que esto coloca al juez ante un singular apremio,
consistente en diferenciar el error culposo del que no lo es, pero tal
problema es superable acudiendo a la apreciación de los medios
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
42
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
utilizados para obtener el diagnóstico, a la determinación de la
negligencia en la que hubiese incurrido en la valoración de los
síntomas; en la equivocación que cometa en aquellos casos, no pocos,
ciertamente,
en
los
que,
dadas
las
características
de
la
sintomatología, era exigible exactitud en el diagnóstico, o cuando la
ayuda diagnóstica arrojaba la suficiente certeza. De manera, pues,
que el meollo del asunto es determinar cuáles recursos habría
empleado un médico prudente y diligente para dar una certera
diagnosis, y si ellos fueron o no aprovechados, y en este último caso
porque no lo fueron” (sentencia de 28 de junio de 2011, exp.
1998-00869-00).
13.- En este caso
ha de notarse que a pesar de
haberse realizado el “electrocardiograma” ordenado por la
gastroenteróloga que atendió al señor Cantillo Rueda en
“Colsubsidio de la Calle 63”, actuación que se desplegó 4 horas
después de su inicial valoración, dicho examen que era
prioritario,
dadas
las
características
de
salud
que
presentaba el paciente, no fue interpretado inmediatamente
como debía procederse, omisión que impidió conocer y
tratar adecuada y
oportunamente, la afección coronaria
que en esos momentos presentaba el hoy fallecido, es decir,
el “[i]nfarto anterior extenso en evolución y/o aneurisma ventricular”,
como lo interpretó el cardiólogo Whimen Rodríguez, o
“Necrosis antero-lateral evolutiva” según la lectura del Dr. Jaime
Bueno, de la misma especialidad del anterior, incuria que
culminó con el fallecimiento “en choque cardiogenico, secundario
a miocarditis aguda infecciosa” del multicitado enfermo.
La ausencia de análisis pronto queda demostrada, no
solo con la afirmación efectuada en el hecho décimo de la
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
43
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
demanda en cuanto a la data en que podía ser retirado,
esto es, el miércoles 2 de julio, respecto de lo cual nada
replicaron las accionadas, sino con la declaración de Luz
Haydeé Rodríguez Gómez, quien asegura que después del
sepelio
de
Julio
Enrique
Cantillo
acompañó
a
Melba
Rodríguez a Famisanar de la calle 63, lugar en donde le
habían tomado el “electro” y al preguntar por el resultado del
mismo, fue hallado sin ninguna lectura, por lo que después
de insistir, uno de los médicos que allí se encontraba
accedió a explicarlo.
Es más, el análisis tardío del aludido examen se
confirma con lo plasmado por el cardiólogo Jaime Bueno
Alba quien da cuenta de haber realizado la “lectura” el 2 de
julio de 2003 “a solicitud de familiares”, elemento de juicio este
demostrativo de que a esa data aún no se había realizado
su
estudio,
no
electrocardiograma”
obstante
suscrito
que
por
el
en
el
“informe
especialista
de
Whimen
Rodríguez se haya consignado que lo fue el 27 de junio de
tal anualidad, esto es, al día siguiente de efectuado,
momento que de todas formas acredita su nefasto retardo.
14.- De todo lo expuesto emerge que la incompleta
valoración de los elementos de juicio incorporados al
proceso condujeron al sentenciador de segundo grado a
cometer los yerros manifiestos y trascendentes endilgados
por el recurrente extraordinario, pretermisión que contrario
a lo que aquellos evidencian, llevó al Tribunal a sostener la
falta de acreditación de “la negligencia, impericia o imprudencia
del galeno o galenos que atendieron al señor Julio Enrique el 26 de
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
44
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
junio de 2003” y que los mismos procedieron con observancia
de la lex artis.
El yerro judicial deviene entonces, de haber dejado de
evaluar tanto la historia clínica que da cuenta del estado de
salud en que por “urgencias” llegó el enfermo al Centro
Médico Colsubsidio de Ciudad Roma,
indicativas
de
que
habiéndose
como las pruebas
realizado
de
manera
prioritaria el electrocardiograma ordenado, demostrativo de
que en esos momentos Julio Enrique Cantillo Rueda
presentaba
un
“infarto
anterior
extenso
en
evolución”,
injustificadamente se pospuso su lectura para otro día, lo
que impidió conocer y tratar oportuna y adecuadamente su
verdadero padecimiento.
Lo anterior pone de presente así mismo que el ad
quem se equivocó al soportar su determinación únicamente
en “el dictamen pericial rendido ante la jurisdicción penal”, puesto
que éste tampoco tuvo en cuenta los precitados medios
persuasivos, imposibilitando por tanto, que la profesional
del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses
que lo llevó a cabo, conceptuara respecto de los efectos que
para la salud y la vida acarrea la falta de atención pronta y
apropiada de una dolencia como la que en esos momentos
presentaba el ahora fallecido.
En tales condiciones, el error del Tribunal se consolidó
al acoger la aludida experticia de forma aislada y autónoma,
desconociendo
la
realidad
reflejada
por
los
restantes
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
45
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
elementos de juicio que dan cuenta de las circunstancias
que precedieron el “choque cardiogenico, secundario a miocarditis
aguda infecciosa” motivo de la muerte del esposo y padre de
los demandantes.
Es cierto que el sentenciador de instancia goza de
autonomía para calificar y apreciar la firmeza, precisión y
calidad de los fundamentos del peritaje; empero, las
apreciaciones que en él se consignen serán acogidas en su
integridad, cuando las mismas no sean contraevidentes,
como aquí acontece.
En efecto, el juzgador de segundo grado, dejando de
lado las pruebas destacadas por la censura y a partir de lo
expuesto en el dictamen, en cuanto a que “la miocarditis es
una patología de muy difícil diagnóstico, que en el 50% de los casos,
se camufla entre la sintomatología de múltiples otras patologías (…),
y que “[e]n el evento que el señor Julio enrique Cantillo Rueda o su
familia,
a
causa
de
la
persistencia
y
empeoramiento
de
la
sintomatología, hubieren decidido reconsultar por el servicio de
urgencias y posterior a ello se hubiere logrado el diagnóstico certero
de miocarditis, no hay manera de garantizar la sobre vida de este
paciente”,
concluyó
en
la
ausencia
de
culpa
de
las
accionadas, cuando tal elemento de la responsabilidad
aflora de los autos.
Respecto de lo anterior cabe señalar que el reproche
de la actuación médica deviene de la negligencia y omisión
de cuidado por parte de los encargados de atender la salud
del enfermo, pues aquellos desperdiciaron las posibilidades
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
46
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
con que se contaba para conocer el verdadero diagnóstico
de su padecimiento, privándolo del tratamiento oportuno,
humana y razonablemente buscado, lo que en consecuencia
disminuyó y más bien, eliminó la viabilidad de sanación y
preservación de su vida.
Ahora, cuando se presentan acontecimientos en los
que a pesar de una actuación diligente, del uso oportuno y
adecuado
de
los
recursos
técnicos,
profesionales
y
administrativos con los que contaba el profesional de la
salud se produce el daño, éste no será materia de
resarcimiento, por haber desbordado las posibilidades o
intervención al alcance del galeno.
Al respecto ha dicho la Corte que “(…) no puede
desconocerse que no son pocas las circunstancias en que ciertos
eventos escapan al control del médico (…) pues a pesar de la
prudencia y diligencia con las que actúe en su ejercicio profesional, no
puede prevenir o evitar algunas consecuencias dañosas. Así acontece,
verbi gratia, en aquellas situaciones en las que obran limitaciones o
aleas propias de la ciencia médica, o aquellas que se derivan del
estado del paciente o que provengan de sus reacciones orgánicas
imprevisibles o de patologías iatrogénicas o las causadas por el riesgo
anestésico, entre otras, las cuales podrían calificarse en algunas
hipótesis como verdaderos casos fortuitos con la entidad suficiente
para exonerarlo del deber resarcitorio.
“Por supuesto que una ciencia tan compleja como la médica
tiene limitaciones, pues aún existen por doquier interrogantes sin
resolver, a la vez que desconoce todavía la explicación de múltiples
fenómenos fisiológicos, químicos o farmacológicos, amén que en
muchas circunstancias parte de premisas hipotéticas que no han
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
47
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
podido ser comprobadas con el rigor científico requerido, a la vez que
tratamientos
aceptados
e
instituidos
habitualmente,
están
condicionados, en no pocos casos, por factores imprevisibles o
inevitables. Dicha realidad se ve traducida en situaciones que escapan
a la previsión y prudencia más rigorosas, motivo por el cual si el daño
tiene génesis en ellas será menester calificar esas contingencias como
eximentes de responsabilidad.
(…)
“Incluso, no puede soslayarse que el quehacer médico,
pese a estar ajustado a los métodos científicos, ocasione un daño en
el cuerpo o en la salud del enfermo, el cual no podría atribuirse al
profesional de la medicina, en la medida en que no hubiere concurrido
culposamente en su producción o agravamiento.
De ahí que la
doctrina suela concluir que la llamada ‘iatrogenia inculpable’, noción
que también involucra los métodos terapéuticos y los diagnósticos
ceñidos a la ciencia médica, no comprometa su responsabilidad”
(sentencia de 1° de diciembre de 2011, exp. 1999-0079701).
Por ello es por lo que como se planteó en el mismo
pronunciamiento, “para el juzgamiento de los profesionales de la
ciencia médica en el ámbito de la ‘responsabilidad civil’, por regla
general, ha de tomarse en cuenta la ‘responsabilidad subjetiva’
basada en la culpa o negligencia, constituyendo la ‘lex artis’
parámetro preponderante para su determinación, en armonía con los
‘deberes médicos’ (…) Son partes de un sistema de responsabilidad
civil asentado sobre la culpa (…) Y como doctrina reiterada (…) que
‘para que pueda surgir responsabilidad del personal sanitario o del
centro de que aquél depende, como consecuencia del tratamiento
aplicable a un enfermo se requiere ineludiblemente que haya
intervenido culpa o negligencia (…) ya que en la valoración de la
conducta profesional de médicos y sanitarios en general queda
descartada toda responsabilidad más o menos objetiva (…)”.
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
48
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
15.- Como en el presente asunto, los elementos de
juicio permiten establecer que se desaprovecharon los
medios diagnósticos aconsejados por la lex artis para
proteger la vida de Julio Enrique Cantillo Rueda, la omisión
del
sentenciador
se
erige
en
yerro
protuberante
y
trascendente, porque de haberlos apreciado, su decisión
hubiera sido distinta a la de considerar ausente el obrar
negligente de los dependientes de la parte demandada y el
nexo causal entre el luctuoso suceso y la conducta
endilgada a las accionadas. De evaluarlos, habría advertido
que no se indagó, ni se estableció cuál había sido el
resultado
del
electrocardiograma
dispuesto
por
la
profesional que finalmente atendió al paciente en el Centro
Médico Colsubsidio de la Calle 63; igualmente que se difirió
su lectura para días después; que aquella no lo requirió
inmediatamente fue realizado, ni la persona que lo llevó a
cabo
atinó
en
instrucciones
acercárselo
pertinentes;
para
tampoco
que
se
impartiera
le
hizo
las
ningún
seguimiento al enfermo, ni se sugirió la eventualidad de
mantenerlo en observación, no se le informó a él o a su
acompañante que presentaba “infarto anterior extenso en
evolución y/o aneurisma ventricular” y que solo después de
muerto, Famisanar solicitó su traslado al centro médico más
cercano, esgrimiendo que el citado examen había salido
mal.
16.- Lo reseñado permite reiterar que el ad quem
incurrió en los yerros fácticos denunciados, al no percibir la
realidad que denotaban las pruebas dejadas de valorar y en
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
49
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
virtud de su trascendencia, la prosperidad de los cargos y el
quiebre del fallo atacado debe ser la consecuencia.
17.- En lo atinente a la sentencia sustitutiva, se
pospondrá de conformidad con el inciso 2° del precepto 375
del C. de P.C., en virtud de ser necesario decretar pruebas
de oficio tendientes a determinar el perjuicio cierto y real,
puesto que las incorporadas, no dan certeza del mismo,
condena que al tenor de lo exigido por el canon 307 ibídem,
debe hacerse de manera concreta, en el evento de alcanzar
éxito la pretensión resarcitoria.
18.- Finalmente, al tenor de lo previsto en el inciso
final de la citada norma, en armonía con el numeral 1° del
392, no se condenará en costas.
V. DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Sala de Casación Civil de
la Corte Suprema de Justicia, administrando justicia en
nombre de la República y por autoridad de la ley,
RESUELVE
Primero: Casar la sentencia proferida el 13 de marzo
de 2012 por la “Sala Civil de Descongestión del Tribunal Superior
del
Distrito
Judicial
de
Bogotá,
D.C.”,
dentro del proceso
ordinario promovido por Melba Inés Rodríguez Gómez en
nombre propio y en representación del menor César
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
50
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
Augusto Cantillo Rodríguez, Julián Enrique y Aiza Fernanda
Cantillo Rodríguez contra la Entidad Promotora de Salud
Famisanar Ltda. Cafam - Colsubsidio y la Caja Colombiana
de Subsidio Familiar – Colsubsidio, juicio dentro del cual
esta última llamó en garantía a Royal & Sun Alliance
Seguros (Colombia) S.A., Aseguradora Colseguros S.A. y
Compañía Suramericana de Seguros S.A.
Segundo:
Decretar
la
práctica
de
las
siguientes
pruebas:
a.- Requerir a la parte actora para que allegue el
respectivo registro civil de nacimiento del señor Julio
Enrique Cantillo Rueda. Así mismo, los extractos de las
cuentas que el mismo tuviera en entidades bancarias, o
informar el número de éstas y la respectiva entidad, para
que la Corte pueda solicitarlos, a fin de establecer los
ingresos por él percibidos.
b.- Ampliar los testimonios de los Abogados María
Fernanda Castro Castro, Colombia Nicholls Arias, Gustavo
Coronado Pinto y Pablo Edgar Galeano Calderón, rendidos
ante el juez de primera instancia, quienes en la misma
audiencia, cuya fecha y hora se señalará ulteriormente,
exhibirán los comprobantes de los pagos efectuados al
mencionado occiso por concepto de la remuneración de los
servicios que a ellos les prestaba, si la tienen, en donde
conste que fueron recibidos por él o consignados a sus
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
51
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
cuentas bancarias, e igualmente, los registros y soportes de
tales erogaciones.
c.- Practicar dictamen pericial, una vez obtenida la
anterior información, para determinar de manera razonada
y concreta el monto de los perjuicios materiales sufridos por
los accionantes, indicando el nivel de gastos de la familia
del occiso. La designación del auxiliar de la justicia, se
efectuará con posterioridad.
Tercero: No imponer “condena en costas”, debido a la
prosperidad de la impugnación extraordinaria.
Cópiese y notifíquese
MARGARITA CABELLO BLANCO
RUTH MARINA DÍAZ RUEDA
FERNANDO GIRALDO GUTIÉRREZ
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
52
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
ARIEL SALAZAR RAMÍREZ
ARTURO SOLARTE RODRÍGUEZ
JESÚS VALL DE RUTÉN RUIZ
R.M.D.R. Exp. 11001-31-03-018-2005-00488-01
53
Descargar