Almirante Benbow

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Almirante Benbow S.A.
El caso
Almirante Benbow S.A. es titular de un establecimiento comercial, dedicado a la
prestación de servicios de asistencia técnica a industrias metalúrgicas. Tiene su sede en
Venado Tuerto, pero sus clientes están distribuidos a lo largo y a lo ancho del país.
Solicitó el registro de su marca, “Almirante Benbow”, en octubre de 2003, la cual
le fue concedida en mayo de 2005. Hacia esta misma fecha, su director, Julio Stevenson,
tras consultar a un asesor de marketing, decidió que había llegado la hora de que la
empresa promocionase sus servicios a través de internet.
A tal efecto, y por recomendación del mismo asesor, se contactó con Abelardo
Silver, ingeniero en sistemas cuya empresa se dedicaba al diseño y desarrollo de páginas
web. Tras una segunda reunión, convinieron que Silver diseñaría y desarrollaría el sitio
web de Almirante Benbow S.A. Asimismo, le prestaría el servicio de web hosting. A
cambio, Almirante Benbow S.A. le pagaría la mitad del precio pactado en forma
inmediata, y el saldo cuando Silver finalizase el diseño y desarrollo del sitio web, y éste
estuviese operando.
Inmediatamente,
Silver
solicitó
el
registro
del
nombre
de
dominio
“www.almirantebenbow.com.ar”. Poco tiempo después finalizó el diseño y desarrollo del
sitio, tal como se le había encargado. Cumpliendo con lo pactado, Almirante Benbow
S.A. pagó el saldo del precio.
Al mes siguiente, el gerente de una empresa siderúrgica se contactó con Almirante
Benbow S.A., interesado en contratar sus servicios. Manifestó haber tomado
conocimiento de la empresa a través de su sitio web. Julio Stevenson se felicitó por la
decisión de marketing que había adoptado.
Sin embargo, no todas fueron buenas noticias. En primer lugar, y a pesar de los
reiterados reclamos en ese sentido, Silver no accedía a transferir el nombre de dominio a
su cliente. Tampoco le entregó los programas respectivos del sitio web, ni los códigos de
acceso a los paneles de control, sin los cuales Almirante Benbow S.A. no podía acceder
ni modificar o actualizar la página de internet. Estrictamente, Silver no se negó en
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momento alguno a satisfacer los reclamos, sino que, sencillamente, no los cumplía. Pero
la historia no terminó aquí.
Un lunes por la mañana, una persona, quien se identificó como Pablo Pew, llamó
por teléfono a Almirante Benbow S.A. y solicitó una entrevista “con el dueño de la
empresa”. La reunión tuvo lugar al día siguiente. Pew reclamó a Stevenson por el uso
ilegítimo, en el sitio web de la empresa, de varias imágenes de las que era titular. Lo
amenazó con iniciar acciones civiles y penales en caso de que no cesase el uso ilegítimo
de sus obras. Reclamó, además, un resarcimiento de cinco mil pesos.
El reclamo tomó por sorpresa a Stevenson, quien se comprometió a dar una
respuesta a Pew en el curso de la semana. Tras la reunión, se contactó telefónicamente
con Silver. “¿Qué me hiciste, Colorado? ¡Además de que no me transferís el nombre de
dominio, y del tema de los programas y las claves, me metiste en problemas con la ley!”
Silver reconoció que varias de las imágenes del sitio web que había diseñado no le
pertenecían, y que no había solicitado la autorización a sus autores. “Estaban en la web”
—se excusó— “cualquiera puede usarlas libremente”. Stevenson le transmitió el reclamo
de Pew, ante lo cual Silver, tras una sonora y aguardentosa carcajada, manifestó
enfáticamente que “no pensaba poner ni una rupia”.
Aprovechando la ocasión, Stevenson volvió a requerirle a Silver que le
transmitiese el nombre de dominio, como así también que le facilitase los códigos de
acceso a los paneles de control, concluyendo: “Silver, ¡hace cinco meses que te lo
venimos pidiendo! ¿Hasta cuándo te voy a tener que esperar?”.
Esa misma semana, Silver cumplió con el requerimiento. Seguidamente,
Almirante Benbow S.A. canceló el servicio de web hosting, y contrató a un nuevo
proveedor del servicio, sensiblemente más barato. Asimismo, contrató a otro profesional
para que rediseñase el sitio web, advirtiéndole que no utilizase material sin las
autorizaciones correspondientes de sus autores. Finalmente, se reunión com Pew y le
pagó la cifra que éste reclamaba como resarcimiento.
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Interrogantes directrices
1. ¿Cuáles son los hechos relevantes? ¿Quiénes intervienen?
2. ¿Cuál es el contexto en que se sitúa el caso? ¿De qué se trata?
3. ¿Qué informaciones relevantes podrían estar ausentes del texto?
4. ¿Cuál es el problema principal? ¿Existen problemas secundarios?
5. ¿Qué alternativas de solución se presentan? ¿Cuáles de ellas son jurídicamente
posibles? ¿Cuáles son factibles de acuerdo a las concretas circunstancias que se
presentan?
6. ¿Qué conceptos, teorías, instituciones jurídicas o modelos de análisis pueden ser
aplicables al caso? ¿Qué principios y normas jurídicas, legales o jurisprudenciales,
son aplicables al caso?
7. ¿Qué valores entran en juego en el caso?
8. ¿Qué solución concreta adoptaría? ¿Por qué? Analice la cuestión desde dos
perspectivas: a) como árbitro de equidad; y b) como juez que debe aplicar el derecho
positivo.
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