Condenan a los golpistas del 5 de abril: está bien, pero no es suficiente Después de varios meses de alegatos de la defensa, la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de Justicia finalmente dictó sentencia en el caso seguido contra Alberto Fujimori y diez ex ministros por el golpe de Estado del 5 de abril de 1992, por la comisión del delito de rebelión. El fallo del tribunal supremo condenó al ex ministro Juan Briones Dávila a 10 años de pena privativa de libertad y sentenció a Jaime Yoshiyama Tanaka, Carlos Boloña Behr, Víctor Paredes Guerra, Víctor Joy Way, Alfredo Roos Antezana, Jaime Sobero Taira, Absalón Vásquez Villanueva, Oscar de la Puentre y Augusto Antoniolli a la pena de 4 años de pena privativa de libertad suspendida. En el caso de los ex ministros Augusto Blacker Miller, Víctor Malca Villnanueva y Fernando Vega Santa Gadea el tribunal decidió reservar el juzgamiento como consecuencia que tienen la condición de no habidos. En el caso de Alberto Fujimori, también procesado por este delito, el tribunal también reservó el juzgamiento toda vez que este caso no fue presentado en el grupo de solicitudes de extradición ante la Corte Suprema de Chile y por tal razón la justicia peruana no está habilitada para emitir un pronunciamiento definitivo sobre la responsabilidad penal. Debemos señalar que para la Fiscalía Suprema en lo Penal todos los ex ministros tienen la condición de co autores del delito de rebelión, ya que no es cierto que tuvieran conocimiento del golpe de Estado después que este se materializó, es decir, el domingo 5 de abril de 1992 por la noche, sino que fueron parte del proceso de planificación y preparación del mismo desde varias semanas antes de los sucesos. Para la Fiscalía, el nivel de participación de los ex ministros fue intenso y decisivo y no fueron meros cómplices. Por estos fundamentos había solicitado entre 12 y 20 años de pena privativa de libertad. En cambio, la Sala Penal Especial no ha compartido la tesis de la Fiscalía ya que, a excepción del ex ministro Juan Briones Dávila, la participación de los otros ex ministros ha sido considerada como la de simples cómplices secundarios, es decir, que su intervención no fue decisiva y fundamental, razón por la cual solo se les impuso 4 años de pena privativa de libertad, suspendida en su ejecución. En cuanto a la reparación civil, la sentencia del tribunal ha establecido que los condenados tienen la obligación de pagar 3 millones de soles de manera solidaria al Estado peruano por los daños cometidos. La fiscalía había solicitado como reparación civil la suma de 84 millones de soles a favor del Estado. Si bien al inicio de la sentencia se señala textualmente que “…el golpe del 5 de abril fue, por así decirlo, la partida de nacimiento de un inconstitucional Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional que se creó bajo el decreto ley 25418, que desconoció la vigencia y facultades del régimen constitucional del país…”, las penas impuestas no son proporcionales a la envergadura del daño perpetrado contra el orden constitucional, el régimen democrático y los derechos fundamentales de las personas, por lo que las consideramos benignas. Si bien es cierto que la condena de quienes perpetraron el golpe de Estado de abril de 1992 constituye una decisión judicial sin precedentes en nuestra historia plagada de golpes de Estado, también es cierto que resultaba imperioso que el tribunal sancione este ilícito teniendo en consideración la intensidad del daño cometido. Esta condena impuesta por la sala penal especial de la Corte suprema debe ser necesariamente contrastada con la resolución judicial emitida por el juez anti corrupción Jorge Barreto, en mayo de este año, en la cual declaró no haber mérito para abrir instrucción contra los efectivos militares que detuvieron ilegalmente y secuestraron a diversos dirigentes políticos, congresistas y periodistas la noche del 5 de abril de 1992, bajo el increíble argumento de que en ese momento la ciudad de Lima estaba en Estado de emergencia y, por lo tanto, los efectivos militares tenían “la atribución legal” de practicar la detención de esas personas. De otro lado, si bien por razones estrictamente formales Alberto Fujimori no ha sido juzgado por esta causa, la declaración de responsabilidad penal en los que fueron integrantes del primer gabinete de ministros del llamado gobierno de emergencia y reconstrucción, determina también la existencia de responsabilidad penal del mismo Fujimori, más aun si el golpe de Estado – como está plenamente demostrado–, fue pieza fundamental de un proyecto impulsado y liderado por él para someter la democracia y el Estado de derecho en el Perú. Este asunto será de particular importancia en el proceso judicial que por violaciones a los derechos humanos se inicie el próximo 10 de diciembre. A pesar de las críticas contra la sentencia por parte del vicepresidente Giampietri y de la clara apología que los congresistas fujimoristas realizan a favor del golpe de Estado, nuestro país debe demostrar que el sistema de justicia somete a los tribunales a quienes no solo mostraron un profundo desprecio por la democracia y los derechos de las personas, sino que permitieron que el país sea sometido a intereses subalternos de una organización mafiosa como la que gobernó el Perú durante la década pasada. (Carlos Rivera Paz)