DELEGACION DE PROFESIONALIDAD. MONEDA METALICA Concepto Nº 96027904-3. Septiembre 20 de 1996. SÍNTESIS: Su recepción es facultad indelegable de las instituciones financieras. No es dable el cobro de comisión por esta gestión. [§ 0111] EXTRACTOS.-«(…)Ante todo, fuerza destacar la indudable connotación que de rama de la ciencia jurídica ostenta el derecho financiero, entendiendo por tal “el conjunto de principios y normas que gobiernan la formación, el funcionamiento, la actividad y la liquidación ordenada de las instituciones que tienen por objeto la captación, el manejo, el aprovechamiento y la inversión de fondos provenientes del ahorro del público, así como el ofrecimiento de servicios auxiliares del crédito” (Néstor Humberto Martínez Neira, “Sistemas Financieros”, Biblioteca Felabán. Bogotá. 1994, pág. 3). “Dentro de este contexto, es claro que dicha disciplina ostenta unas características que comparte con otras ramas del derecho y algunas que resultan anejas a su naturaleza, entre ellas y al decir del citado tratadista, "su mutabilidad y relatividad, su carácter profesional, su naturaleza retributiva, su marcada internacionalización y su autonomía” (op. cit., pág. 25). I. “Importa para el caso que nos ocupa examinar, aunque sólo sea brevemente, el aspecto relacionado con la profesionalidad del derecho financiero, característica que por lo demás se identifica con el derecho comercial, delimitada en tratándose de aquél por condiciones tales corno la de que “(…) las instituciones financieras gozan de unos privilegios o prerrogativas respecto de los demás particulares, dada su particular naturaleza y la actividad en la que se ocupan. “Colateralmente a todas sus prerrogativas la ley les establece unas obligaciones o cargas profesionales que no se predican de los demás sujetos de derecho (…). Se refieren ellas a las más variadas materias: la reserva bancaria; deberes especiales de información o revelación; reglas de carácter prudencial sobre capital, liquidez y dispersión de riesgos encajes y prevención del lavado de dinero” (ejusdem. pág. 27). “Bajo el supuesto de esa condición de profesionalidad que -como acaba de verse- es inherente a la actividad financiera, se tiene adicionalmente que el desarrollo de la misma debe discurrir por razones de orden público económico dentro de los particulares cauces señalados al efecto por la ley, en el entendido de que en la génesis del proceso”. El permiso de funcionamiento que se otorga a las instituciones financieras tiene en la actualidad tres características básicas: se concede con un carácter personalísimo, es atemporal y revocable (op. cit., pág. 232). Refiriéndose a la primera de las distinciones distintivas en cita precisa el mismo autorizado criterio. “(…) el permiso de funcionamiento es intuitu personae porque se confiere en consideración a la persona de los solicitantes, una vez el Estado se cerciora que acreditan suficientes condiciones personales, profesionales y patrimoniales para permitirles la administración del ahorro de la sociedad. De allí que el permiso no sea negociable o transferible y que resulte de la esencia de la actividad de supervigilancia bancaria la autorización de cualquier negociación que verse sobre la propiedad de una institución financiera por cuyas proporciones se otorgue participación en el control del establecimiento crediticio o capacidad de dirección y administración" (ib., pág. 232). “Es precisamente dentro de ese esquema en donde encuentra su razón de ser la figura o, por mejor decir, la práctica no autorizada e insegura denominada delegación de la profesionalidad, utilizada para referirse a todas aquéllas situaciones en que esta agencia estatal ha constatado que ciertas entidades vigiladas encargan a otros profesionales de la actividad financiera, -pudiéndolo hacer ellas mismas-la ejecución de ciertas operaciones, con la consiguiente entrega, a estas últimas, de la autonomía y discrecionalidad que deben caracterizar la toma de decisiones de todo ente autorizado por esta superintendencia para desarrollar las operaciones inherentes a su objeto social. (…) la delegación de profesionalidad supone deferir a un tercero facultades que, por ser connaturales al objeto social especial, son exclusivas y excluyentes y, por lo mismo, indelegables, dada la profesionalidad que las mismas ostentan en el concierto del sistema financiero colombiano, al tenor de las consideraciones precedentes. (…). Adicionalmente, es procedente señalar que existen instrucciones impartidas por esta superintendencia, en lo que toca con el recibo de moneda metálica, que, en nuestro parecer, son aplicables a lo dicho hasta ahora respecto a que el procedimiento que se acometería por parte de la sociedad que se pretende constituir, evidentemente tipifica la figura de la “delegación de profesionalidad” y puede implicar un traslado indebido de los costos suscitados en dicha gestión a los usuarios de las cuentas corrientes y de ahorros, los cuales son inherentes a la labor de intermediación financiera propia de los establecimientos de crédito, en razón a que es obvio que la sociedad que se encargaría del procedimiento de recepción, verificación y traslado de la moneda metálica exigirá unos emolumentos como contraprestación por su labor. En efecto, el numeral 1.5 del capítulo cuarto del título segundo de la Circular Básica Jurídica 07 de 1996, expedida por esta superintendencia, trae previsiones del siguiente tenor: “1.5. Recepción de moneda metálica e improcedencia del cobro por la recepción de este tipo de depósito: “(…) los establecimientos de crédito, especialmente aquéllos que se encuentran autorizados para la intermediación de recursos, específicamente para la captación de depósitos a la vista o a término mediante cuentas corrientes o de ahorro, han venido restringiendo la recepción de moneda metálica. Así mismo, están trasladando a los usuarios el costo que la consignación de tales especies genera en el Banco de la República. Sobre el particular, debe recordarse que la intermediación financiera adelantada por los establecimientos de _crédito' particularmente aquélla que se adelanta en desarrollo de contratos de cuenta corriente y de ahorros, es una función de interés público que conlleva la prevalencia del interés general sobre el particular. En tal virtud, los costos que involucra el manejo de la moneda fraccionada, son propios de la gestión que le corresponde adelantar a los establecimientos de crédito, de ahí que deben contar con los mecanismos idóneos para cumplir en debida forma la función que les ha sido autorizada por el Estado”. (…). “Por las anteriores razones, en desarrollo de la facultad conferida a la superintendencia por el numeral 5°, letra a) del artículo 326 del Estatuto Orgánico del Sistema Financiero, declara como una práctica no autorizada cualquier medida que conduzca a la restricción de la consignación de moneda metálica en los establecimientos de crédito, como también la práctica de trasladar al usuario el costo que la labor de intermediación pueda generarle frente al Banco de la República. (…)».