Salta: el infierno de los jóvenes

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Salta: el infierno de los jóvenes
Sebastián Hacher - La Haine :: 23/07/2012
En una de las provincias de moral más conservadora de la Argentina, famosa ahora por el vídeo
de tortura policial, los adolescentes están en la mira
El doble crimen narco de un carnicero y su ayudante ejecutados de un tiro en la en la frontera hace
una semana; las dos chicas colgadas de un árbol el domingo; el hallazgo del cadáver de una mujer el
martes en Pichanal, que se suma a otro encontrado en abril en Cafayate; y las torturas policiales que
se conocieron el jueves, son una muestra de la violencia que sufren los jóvenes en la Salta, muchas
veces en manos de sus propios familiares, parejas o de la policía. En una de las provincias de moral
más conservadora de la Argentina, los adolescentes están en la mira: la región ostenta el segundo
índice de violaciones del país, y una de las tasas más altas de suicidios y homicidios de chicos de
entre 15 y 19 años. Hace justo un año, las turistas
francesas Cassandre Bouvier y Houria Moumni, de
29 y 20 años, aparecieron semidesnudas y
desfiguradas en la Quebrada de San Lorenzo. Las
dos habían sido violadas. Si bien el intendente local
habló de un pueblo sereno, no eran casos aislados.
“La provincia tiene el mayor índice de femicidio por
cantidad de población en la Argentina”, dice Mónica
Menini, abogada del Foro de Mujeres por la
Igualdad de Oportunidades de Salta. En 2011 fueron
un total de 12 crímenes y en lo que va del año,
según los números que maneja la referente, ya hubo
otros 12. Una proyección sencilla marca que para
diciembre, el número de asesinatos a mujeres se podría duplicar. El martes pasado una chica que
hacía ejercicios aeróbicos por la ruta provincial 5, a tres kilómetros al este de la ciudad de Pichanal,
se topó con el cuerpo de una mujer cuando se apartó del camino para ir al baño en un pastizal. Sería
una adolescente de entre 15 y 20 años. La mataron a puñaladas. Nadie reclamó su cuerpo. Su
cadáver se suma al de otra mujer encontrada en abril en Cafayate, de alrededor de 30 años. Ninguno
de los cuerpos fue identificado. El suicidio de las dos chicas que aparecieron ahorcadas esta semana
tampoco parece ser un rayo en un cielo sereno. El caso más recordado es el suicidio de ocho
adolescentes que murieron ahorcados en la primera mitad de 2010 en la localidad salteña Rosario de
la Frontera. En aquel momento se habló mucho de un “ritual macabro” que se hacía con “corbatas y
bufandas azules”. Quizás como desmentida de hecho de esa teoría conspirativa, la Asociación Para
Políticas Públicas publicó un documento que analizaba la evolución del suicidio en los jóvenes desde
1997 hasta 2008. Salta, que no escapa a la tendencia regional y tiene a otras provincias como las
patagónicas pisándole los talones, es la segunda jurisdicción –apenas detrás de Jujuy- con mayor
cantidad de suicidio adolescente por cantidad de habitantes: 23,1 por año cada 100.000 personas.
“Aunque son varias, nuestra principal fuente estadística es la base de datos de mortalidad del
Ministerio de Salud de la Nación, a la que ajustamos porque tiene algunos problemas”, dice Diego
Fleitas, el sociólogo que dirige la entidad. Según ese estudio, la tasa de suicidio de adolescentes de
15 a 19 años había aumentado en un 328%. Como factores que explican este aumento, los
investigadores encontraron en las provincias del norte “altos niveles de abuso sexual, violencia de
género aceptados socialmente, muchos embarazos juveniles, el no uso de anticonceptivos”. De los
1107 suicidios de mujeres entre 15 y 19 años registrados en el país entre 1997 y 2009, Salta tuvo 83,
sólo superado por la provincia de Buenos Aires que, por ser la jurisdicción más populosa de la
Argentina, registró 294 casos. Una de las conclusiones a las que llega el trabajo es que “las altas
tasas de suicidios de jóvenes en zonas alejadas puede estar asociada al desfasaje generado por la
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inclusión en la cultura global y las privaciones materiales en una cultura local más tradicional.
Además, se vinculan con las altas tasas de violaciones, lo cual corrobora que una de sus
consecuencias son los suicidios”. Durante 2008, en Salta se denunció que fueron violadas 221
adolescentes. La cifra fue superada nada más por las cuatro jurisdicciones con más habitantes del
país: la ciudad de Buenos Aires (224), la provincia de Buenos (713), Córdoba (467) y Santa Fé (361).
Aunque el informe está basado en datos oficiales, desde el área de Salud Integral del gobierno
salteño lo negaron. “En las tasas de suicidios que presenta el Ministerio de Salud de la Nación no
estamos ni en el primero ni en el segundo lugar, y habla por ejemplo de la Patagonia y del NOA”,
dice Claudia Román Ru, secretaria de Salud Mental y Abordaje Integral de las Adicciones de Salta,
aunque admite que no tiene “a mano” el número exacto. Irma Silva, la titular del Colegio Profesional
de Psicólogos de Salta, es otra de las voces que se contrapone a la versión oficial. La especialista
detalla que la cantidad de suicidios “se incrementó notablemente de 1997 a la fecha en el grupo de
adolescentes que va de 15 a 19 años”. “Los jóvenes constituyen una población altamente vulnerable.
Son el grupo etario con mayor cantidad de suicidios. A razón de su personalidad inestable,
impulsiva. Generan sus mismos riesgos. Pero también viven una situación de asimetría de poder en
cuanto a la cuestión de género. Vivimos en una cultura predominantemente de altiplano, patriarcal,
en donde todavía hay rasgos casi feudales”. “Casi todos los legisladores de la provincia”, agrega
Mónica Menini, del Foro de Mujeres, “se han opuesto en el Congreso Nacional a las leyes de
igualdad de género, no han logrado reglamentar la ley de salud reproductiva, el gobierno provincial
devolvió los manuales de educación sexual integral que enviaron desde el Ministerio de Educación.
Por ley, a partir de 2008, hay educación religiosa obligatoria en los colegios públicos y se reza el
Padre Nuestro. Casi no hay centros de estudiantes en los colegios secundarios. “En una escuela así
es muy difícil concientizar sobre la violencia de género” enfatiza Menini. “El machismo –agrega- y el
conservadurismo religioso tiene un contexto político que lo alimenta en vez de ampliar las fronteras
de los derechos”. “Nuestra provincia”, dice, “es una provincia de tradiciones, alimentadas por el
conservadurismo religioso en el poder que nos convierte en un país dentro de otro país. Argentina
ha logrado avanzar mucho en los derechos de las personas pero aquí seguimos como antes”.
Tradición: esa es la respuesta que eligió más de la cuarta parte de los lectores del Diario el Tribuno,
en una encuesta sobre el video de las torturas en una comisaría de General Güemes. Frente a las
imágenes de dos jóvenes vejados por policías de civil, el diario preguntó que opinaban. “Es una
tradición en las comisarías”, dijo el 28% de los visitantes del sitio. “Es una forma para que los
detenidos declaren”, eligió el otro 28%. Solo el 47% expresó que se trataba de una “actitud
repudiable”. La tradición en verdad existe. La madrugada del 2 de mayo de 2010, Evangelina Pisco
salió de un boliche bailable en Tartagal y desapareció. La Brigada de Investigaciones dijo que era un
crimen de “pacto satánico” y que la habían descuartizado sus amigos y primos. Antes de buscar el
cuerpo, la policía consiguió la confesión de tres supuestos asesinos: tres jóvenes wichis que fueron
torturadas y obligadas a declararse culpables. Días después, se supo la verdad: Evangelina había
caído por accidente en un acueducto de Aguas del Norte que la empresa no había tapado.
http://cosecharoja.fnpi.org/salta-el-infierno-de-ser-joven/
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