Un fuego que enciende otros fuegos

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Colegio San Ignacio
Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
"UN FUEGO QUE ENCIENDE OTROS
FUEGOS"
TIEMPO IGNACIANO
2015
Enséñanos, Señor, a servirte como mereces:
A dar sin contar el costo,
A luchar sin contar las heridas,
A trabajar y a no buscar descanso,
A laborar sin pedir recompensa
Excepto que saber que hacemos tu voluntad.
San Ignacio de Loyola
PRESENTACION
Como ya es una tradición en nuestro
Colegio, dedicamos un tiempo privilegiado
entre la fiesta de San Ignacio de Loyola y de
San Alberto Hurtado para orar, celebrar,
reflexionar, conocer y dejarnos impactar en
nuestro actuar por lo que nos distingue: la espiritualidad ignaciana.
Al amparo del lema "Un fuego que enciende otros fuegos" deseamos que sea
Jesucristo, el mejor regalo de Dios para la humanidad, quien encienda nuestras
vidas, nos llene con su Espíritu y nos envíe a que ese ardor, que enriquece
nuestras almas, sea un fuego que ilumine y alegre la vida de los demás.
Nuestra espiritualidad Ignaciana se caracteriza especialmente por ese entrañable
amor personal por Jesucristo. San Ignacio, en sus Ejercicios Espirituales, tiene a
Cristo como Aquel capaz de transformarnos la vida, llenarla de sentido, hacernos
experimentar de qué maneras nos ha amado y enriquece y cómo, desde este
reconocimiento amoroso, nos llama al amor y al servicio. Así, resuenan con
hondura las palabras de Ignacio para que conozcamos a Jesucristo cada vez más,
pues conociéndolo más, más lo amaremos y seguiremos.
De esta manera, la espiritualidad ignaciana, esta particular manera de entender y
vivir el Evangelio, desarrolla una pasión por la Misión a la cual nos llama Jesús.
Ante Cristo crucificado, considerando el mundo que nos toca vivir, nos hacemos
Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
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preguntas radicales: qué hacemos, qué hemos hecho y qué debemos hacer por
Cristo.
Los invitamos a todos a dejarse seducir por Jesucristo: un fuego capaz de
encender otros fuegos. Deseamos que este Tiempo Ignaciano sea ocasión para
una mayor intimidad con Dios a través de la oración; un espacio para encontrarnos
como comunidad y celebrar nuestra identidad; un tiempo para cuidar y nutrir el
espíritu, para reflexionar y comprender; para escuchar a los demás, al mundo y
sus voces. Los invitamos a que el Tiempo Ignaciano los movilice a desear y
generar las condiciones para que otros experimenten el amor de Dios.
El Tiempo Ignaciano está organizado en tres semanas y cada una tiene un acento
especial, así como una "gracia" a pedir para toda la comunidad del Colegio.
Primera Semana: “Yo soy la luz del mundo” Juan 8,12
Del 31 de Julio al 09 de Agosto
Gracia a pedir: Conocer a Jesucristo para que conociéndolo más,
más lo amemos y sigamos.
Segundo Semana: “Y todos se llenaron del fuego del Espíritu Santo”
Hechos 2,4
Del 10 al 16 de Agosto
Gracia a pedir: Dejarnos amar por Dios, abiertos y con disposición
interna a recibir de Él lo que nos quiere dar y comunicar.
Tercer Semana: "Un fuego que enciende otros fuegos"
Yo los elegí y los envío a dar mucho fruto y que ese fruto sea abundante y
duradero (Juan 15, 16)
Del 17 al 22 de Agosto
Gracia a pedir: Estar dispuesto a poner el amor más en obras que
en palabras.
Animamos a los profesores jefes, en especial, a que incentiven la oración diaria
en sus cursos según el sentido de cada semana. Para dar contenido y sentido a
cada semana, se ofrecen "palabras inspiradoras" que ayudarán a profundizar el
tema semanal. Además, la gracia que se pide cada semana concentra aquello
que deseamos que el Señor nos regale durante este tiempo ignaciano.
Finalmente, para cada día, hay una propuesta de oración que profundiza el rasgo
ignaciano de cada nivel. Al resto de la comunidad, a través de nuestra página
web, los invitaremos a la oración, a formarse y sintonizar con el espíritu que
mueve este tiempo tan especial.
Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
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PRIMERA SEMANA
“Yo Soy La Luz Del Mundo”
Juan 8,12
Período: del 31 de Julio al 09 de Agosto
Gracia a pedir: Conocer a Jesucristo para que conociéndolo más, más lo amemos
y sigamos.
PALABRAS INSPIRADORAS
Texto extraído de "Ignacio, Fabro y Javier: Acoger el don, impulsar la misión".
Compañía de Jesús, provincia de España.
"PARA QUE MÁS LE AME Y LE SIGA"
Ignacio nos ha dejado un legado que en muchas ocasiones suena a
paradójico. Funda una orden apostólica y nos dice que la primera
preocupación del jesuita ha de ser Dios. Reconoce la importancia de
los medios humanos para ayudar a los prójimos, y asegura que los
que unen al instrumento con Dios son más importantes que aquellos.
Confía en Dios como si todo dependiera de sí, y lo pone todo en juego
como si todo dependiera de Dios. Experimenta en todo tiempo la
familiaridad con Dios y practica una atenta mirada a cada cosa…
¿Cómo vivir semejantes paradojas hoy?
El secreto es Jesús: conocerlo internamente para más amarlo y
seguirlo, para ser puestos con Él. La petición de la segunda Semana
de Ejercicios no debería caérsenos de los labios ni del corazón.
Tampoco la petición de Ignacio a la Virgen, “que lo quisiese poner con su Hijo”. La experiencia de
La Storta fue central en la vida de Ignacio y está llamada a serlo igualmente en nosotros. Más
importante que decir la primera misa antes o después, una vez ordenado presbítero; más que si el
futuro de aquella naciente Compañía será Jerusalén o Roma; más importante y primordial que todo
lo que pueda acontecer a la Orden es para Ignacio que el Padre le ponga con su Hijo. Ése es su
deseo primordial, condición evangélica de todo lo demás. Después de La Storta puede pasar lo
que sea: Ignacio lo vivirá ya todo desde su nueva condición de admitido en el ámbito trinitario del
amor y la misión de Jesucristo “que lleva la Cruz”.
Porque el Cristo de Ignacio, y posteriormente el de Javier y Fabro, no es un Cristo culturalmente
dado, producto del ambiente o de intereses previos. Es el Jesús de los Evangelios, pobre, humilde
y humillado, en quien Ignacio reconoce a uno de la Trinidad con nosotros para “hacer redención del
género humano”. Es el Rey universal que nos llama a unirnos con él y conquistar el mundo para su
Padre. Es el sumo y eterno Capitán que nos convoca contra las fuerzas del Maligno. Es el que
padece la muerte en cruz por mí y una vez resucitado ejerce con todos nosotros el “oficio de
consolar”… Ése es el Cristo que fascina a Ignacio, Javier y Fabro. Al que aman y a quien se
entregan con todo su corazón. Ante quien se preguntan, llevados de una admiración y
agradecimiento sin límites: ¿qué debo hacer por Cristo?, ¿qué quieres que yo haga?
Para Ignacio es una convicción muy querida: antes de decidirnos a hacer algo por Cristo, y en el
interior de la propia acción, hemos de preguntarnos quién es Él para nosotros. Si nuestra fe y
Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
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nuestro amor se dirigen a Él y con Él se abren al mundo, o si, por el contrario, terminan en otros
objetos distintos. También aquí, ¡y hasta qué punto!, necesitamos soplar ese don: hacer nuestro el
Cristo de los Ejercicios que, en nuestro caso, se hace real y se concreta en las Constituciones.
Sin ese amor y pasión por el Cristo que nos abre al mundo, no hay jesuita posible. En Él comienza
y termina nuestra vocación. No seguimos a una idea, un programa o una causa humanista sin más.
Le seguimos a Él, que ciertamente tiene un programa y está empeñado en una causa de salvación
universal. Amarle a Él lleva consigo inseparablemente amar a aquellos por quienes Él dio su vida:
a toda la humanidad, pero de un modo preferencial a las víctimas del des-amor. Lleva consigo
también amar y cuidar de nuestros compañeros, convocados por la misma llamada que nosotros.
De Jesús aprendemos a recibirnos sólo de Dios y a entregarnos sólo a su Reino. Él nos revela ese
horizonte y lo propone a nuestra libertad, haciendo posible en nuestra vida aquella “familiaridad
con Dios” en la que nuestro padre Ignacio fue creciendo toda su vida y que Nadal consideraba
como una gracia ofrendada por el Señor a toda Compañía. ¿Por qué no atrevernos a aceptar a
Jesucristo como nuestro “maestro interior”; a darle la razón en las grandes encrucijadas de nuestra
vida; a transitar nuevas sendas guiados por su Espíritu? ¿No estamos llamados acaso a inspirar
nuestro modo de ser y de proceder en el suyo, tal como quería San Ignacio y pedía el P. Arrupe?"
PALABRAS INSPIRADORAS
Texto extraído de "Ignacio, Fabro y Javier: Acoger el don, impulsar la misión".
Compañía de Jesús, provincia de España.
Primo Deum (Dios antes que nada...)
" Un primer don del que procede la Compañía, y nosotros en ella, es el de la fe en Dios de nuestros primeros
compañeros. Un Dios al que se dirigen como “nuestro Creador y Señor”: alguien real, presente, activo en el
mundo; Dios que desea comunicarse libremente con las criaturas e innovar el mundo a través de ellas;
Creador y Señor también de la Compañía de Jesús.
Se trata de una invocación que nos invita a colocar la realidad, toda ella, bajo la mirada y el hacer de Dios, y
no bajo nuestros propios y muchas veces recortados cálculos. Fue así, apoyados en esa fe llena de confianza,
y en unas circunstancias tan complejas o más que las nuestras, como Ignacio, Javier y Fabro primero, y más
tarde el resto de los compañeros, crearon el tejido humano, religioso y apostólico de la Compañía de Jesús
que a nosotros se nos encarga encarnar y re-crear hoy.
Sólo una fe así nos libera de los miedos del presente y de la incertidumbre que genera en nosotros el futuro,
miedos e incertidumbre que bloquean cualquier iniciativa de cambio. ¿No es cierto que cuando nos
planteamos con cierta inquietud el futuro de la Compañía, pensamos más en nosotros que en Dios? Y sin
embargo, el futuro de la Compañía, como el de la Iglesia y el del mundo, no nos pertenece en absoluto, está
en sus manos. Lo nuestro es la confianza y la colaboración con Él, eso es todo.
La Compañía surgió de la nada y la gratuidad de ese origen hay que mantenerla. Todo es gracia. Ignacio sabe
muy bien, con una sabiduría que no es sólo conceptual sino también cordial, que él no es el verdadero
fundador de la Compañía de Jesús, sino que ésta surge de la libre voluntad y del amor de Dios al mundo y a
la Iglesia. Por eso, desde el Proemio de las Constituciones hasta su parte final, no cesará de repetirnos que el
futuro de la Compañía depende de Dios al igual que dependió su nacimiento, y que, por tanto, “es preciso en
él solo poner la esperanza”.
¿A qué situaciones nuestras podríamos acercar este don primero con el fin de que fueran alentadas por él?
Ignacio, Fabro, Javier. Acoger el don, impulsar la misión 9 “ ” Colocar la realidad bajo la mirada y el hacer de
Dios, no bajo nuestros cálculos.
Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
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Para empezar, podríamos acercarlo al lugar que ocupa Dios en nuestras vidas. Sorprende que
tratándose de una orden apostólica cuya finalidad es ayudar a los prójimos, asegure la Fórmula de
nuestro Instituto que la primera preocupación de todo jesuita ha de ser “tener siempre presente ante
los ojos hasta que muera, a Dios”. ¿No deberían ocupar ese lugar primero los prójimos? Pues bien,
San Ignacio no es partidario de ese atajo. Los prójimos son de Dios, no nuestros. Los pobres son
“pobres de Cristo” antes que nuestros. Para que nuestro amor a ellos sea puro, trasformador y
duradero, ha de insertarse en el amor que Dios les tiene. La experiencia demuestra una y otra vez
que ese pretendido atajo no es a favor de un mayor amor, sino frecuentemente menor y más
ambiguo.
Y para continuar, podríamos acercar la oración ignaciana a nuestro orar habitual. En muchos
aspectos el carisma de Ignacio pertenece todavía al futuro, y éste de la experiencia de Dios y de la
oración ignaciana es uno de ellos. Todavía no hemos comprendido a fondo su novedad. Asegurar,
por ejemplo, que para San Ignacio la oración no es importante, que lo verdaderamente importante es
la acción y el servicio, es una trivialidad. Justificarlo aludiendo al conocido pero inexacto lema de
“contemplativos en la acción” constituye un reduccionismo de lo que en verdad pensaba y sentía
Ignacio.
El problema para Ignacio no está, como ha señalado el P. General, ni en la oración ni en la acción, sino en el
corazón del hombre que ha de encontrar a Dios en todas las cosas, cuando ora y cuando trabaja, para en
todas ellas unirse a su actividad salvadora. Ignacio suponía al jesuita de su tiempo tan atraído y deseoso de
encontrar a Dios en la oración que se ve obligado a recordarle continuamente la novedad de la espiritualidad y
de la Orden por él inauguradas: a Dios hay que encontrarlo, no sólo en el tiempo de oración, sino también en
el servicio largo y, a veces, agotador de la ayuda a los prójimos. En todas las cosas, porque todas ellas son
texto de Dios, lugar donde él mora y donde nos espera."
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Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
SEGUNDA SEMANA
“Y todos se llenaron del fuego del Espíritu Santo”
Hechos 2, 4
Período: del 10 al 16 de Agosto
Gracia a pedir: Dejarnos amar por Dios, abiertos y con disposición interna
a recibir de Él lo que nos quiere dar y comunicar.
PALABRAS INSPIRADORAS
Espiritualidad Ignaciana: notas éticas.
P. Tony Mifsud sj.
"Espiritualidad"
En nuestros tiempos, el consumismo como medida de valor
antropológico y un estilo de vida siempre más acelerado
han significado un creciente anhelo de búsqueda de
sentido, dando origen a un interés universal por la
espiritualidad. Este fenómeno ha traído una multiplicación de
publicaciones, talleres, seminarios, movimientos que
pretenden ofrecer una respuesta. Sin embargo, en este
supermercado de ofertas también existen distorsiones,
caricaturas y mucha confusión.
En sentido genérico, la palabra espiritualidad designa una referencia que va más allá de lo visible,
de lo tangible y de lo material. El concepto cristiano de espiritualidad no tiene como referente una
negación de -o una oposición a -la materia (lo espiritual versus lo material), sino dice relación
directa al Espíritu, a la Persona del Espíritu Santo, el Espíritu del Hijo y del Padre. La espiritualidad
es la vida según el Espíritu.
Jesús, al volver al Padre, permanece presente en la historia humana mediante el envío del
Espíritu. En la narración evangélica de Lucas, Jesús imparte las últimas instrucciones a sus apóstoles,
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asegurando: “Yo voy a enviar sobre ustedes la Promesa de mi Padre” (Lc 24, 49) . También en la
narración evangélica de Juan, Jesús reitera a sus discípulos el arribo del Espíritu, del Paráclito, “que el
Padre enviará en Mi nombre” para enseñárselo todo y recordar todo lo que Él les había dicho (Jn 14, 26).
Es el Espíritu que hace reconocer a Jesús de Nazaret como el Cristo, porque “nadie puede decir: ¡Jesús
es Señor! sino con el Espíritu Santo” (1 Cor 12, 3).
Por consiguiente, la existencia del discípulo de Jesús el Cristo es una nueva vida nacida, orientada y
alimentada por el Espíritu. Esta experiencia original consiste en el estar habitado por el mismo Espíritu
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Ver también Hechos 1, 4; 2, 33 y 39.
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que habitó en Jesús de Nazaret, ya que “Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que
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clama: ¡Abbá, Padre!” (Gál 4, 6) .
En palabras paulinas: “Mas ustedes no están en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios
habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece. (...) En efecto, todos los que son
guiados por el espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibieron un espíritu de esclavos para
recaer en el temor; antes bien, recibieron un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá,
Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si
hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser
también con Él glorificados” (Rom 8, 9 – 17).
La espiritualidad cristiana es la experiencia de Dios en la vida del creyente. Dios Padre ha
enviado a su Hijo al mundo, y Su Espíritu sigue comunicándose a los creyentes. Dios se ha autorevelado totalmente en el Hijo y el Espíritu sigue comunicando esta Buena Noticia. Por ello, lo que
define la espiritualidad no son las prácticas sino la irrupción de una Presencia insospechada y
transformadora, ya que Dios se hace presente en la vida de las personas.
Una vida en la fe pasa por la conversión para acoger y comprometerse con el Proyecto de Jesús
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mediante el don del Espíritu . Esta vida según el Espíritu se opone a un estilo de vida encerrado
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en sí mismo , guiado por los esquemas que desconocen la presencia divina . Una vida en el
Espíritu no es auto-referente sino acepta su condición de creatura y busca el significado sobre la
propia existencia en el horizonte de un Creador que ama infinitamente a su creatura. La historia se
torna camino de la creatura hacia el Creador.
Por ello, una espiritualidad abierta a la acción del Espíritu implica una centralidad en la Persona
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de Jesús el Cristo , la construcción de la Iglesia como comunidad fraterna en misión , en una
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actitud de acción de gracias y en el gozo del anuncio del Evangelio , privilegiando una
preocupación hacia los más débiles y marginados de la sociedad por su condición de predilectos
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sacramentales de lo divino . Esta espiritualidad se vive en un proceso continuo de conversión
10
como respuesta (vocación) a la misión (el Proyecto de Jesús) .
El cristiano que asume una determinada espiritualidad expresa concretamente una opción
fundamental en su existencia, que cambia su horizonte de significados y sentidos, porque la
experiencia de Dios implica un compromiso con el proyecto divino sobre la historia humana
(conversión–compromiso), porque la conversión a Dios se traduce en una conversión hacia el otro
como imagen y semejanza divina.
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2 Tim 1, 13–14: “Ten por norma las palabras sanas que oíste de mí en la fe y en la caridad de Cristo Jesús.
Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros”.
3
Ver 1 Cor 2, 10 – 16.
4
Ver Gál 5, 16– 25.
5
Ver Rom 12, 2.
6
Ver Fil 3, 7–11.
7
Ver 1 Cor 12–14.
8
Ver Rom 1, 14 – 17.
9
Ver Mt 25, 31– 46.
10
Ver Marcos Buvinic, “Espiritualidad: la pregunta por el Espíritu que nos habita”, en Cuadernos de
Espiritualidad, Espiritualidad: ¿de qué se trata?, (Santiago: CEI, 1993), pp. 7 – 8.
Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
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La esencia de la espiritualidad cristiana es el seguimiento histórico de Cristo bajo la guía de la
acción del Espíritu. La espiritualidad cristiana es una existencia que se deja interpelar por la
presencia divina y se transforma en un estilo de vida (opciones, actitudes, comportamientos). Por
ello, existen distintas expresiones de esta misma espiritualidad ya que este camino histórico tiene
distintos contextos definidos por el tiempo y el espacio, como también por el acento y la prioridad
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que se da a uno u otro aspecto en la respuesta a la llamada de Dios. "
PALABRAS INSPIRADORAS
Texto extraído de la página WEB:
www.humanitas.com
"«He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!»
(Lc 12,49). Son éstas las palabras que pronunció el Señor en la perspectiva de su próxima Pasión,
Muerte y Resurrección. ¿Y cuál sería ese fuego que quería arrojar sobre la tierra, sino el de su
Espíritu, el Fuego del Divino Amor? ¡Sí! ¡Con ese Fuego es que se encienden y arden los
corazones en el amor a Dios y a los hermanos humanos con el mismo amor de Cristo!
¿Y cómo este Don llega a encender nuestros corazones? ¿No es acaso por la predicación? En
efecto, es por eso que San Francisco de Sales escribía en su prólogo al Tratado de Amor a Dios
que cuando el Señor Jesús «quiso dar comienzo a la predicación de su Ley, envió sobre los
discípulos reunidos, que Él había escogido para este ministerio, lenguas de fuego, mostrando de
este modo que la predicación evangélica estaba enteramente destinada a poner fuego en los
corazones». Ésa es la experiencia de los discípulos de Emaús, que luego de reconocer al Señor en
la fracción del Pan, se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de
nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24,32).
Así, pues, es por la predicación evangélica por la que se enciende este fuego en los corazones. Y
del mismo modo, los discípulos reciben estas como lenguas de fuego, para que ellos mismos con
la santa predicación pudiesen seguir el insigne ejemplo del Maestro, que explicando las Escrituras
y lo que ellas referían sobre su Persona, dejó ardiendo con este fuego santo los corazones de sus
discípulos.
En Pentecostés los discípulos recibieron en forma de lenguas de fuego este Don e
inmediatamente, inflamados por el ardor apostólico, se pusieron a predicar con parresía, con ardor
y coraje, la Buena Nueva que había de encender el mundo entero. ¡A nosotros nos toca hoy
implorar y acoger ese Don divino! ¡A nosotros nos toca hoy dejarnos inflamar con ese Amor que es
derramado cada día en nuestros corazones por el Espíritu Santo (ver Rom 5,5), para que ardiendo
de celo por el Evangelio nos dispongamos a transformar los corazones humanos con sólo tocarlos
con esas como llamas en forma de lenguas de fuego!
¡Es hora de evangelizar con nuevo entusiasmo y ardor, con nuevos métodos y medios, con
empeño y constancia, sin miedo ni temor!
En este empeño por evangelizar el mundo entero no olvidemos que no podemos dejar de lado una
verdad esencial: Nadie da lo que no tiene. Si el fuego del Espíritu no arde en mi corazón primero,
cada día y con ardor incontenible, ¿cómo voy a comunicar ese fuego y encender otros
corazones? El primer campo de apostolado soy yo mismo, por tanto, ocupémonos seriamente por
tener una vida espiritual intensa, una vida de intensa relación con el Espíritu, condición sin la cual
no podrá arder en nuestros corazones ese fuego que impulsa al apostolado valiente y audaz. ¡No
descuidemos nuestra oración diaria y perseverante! ¡No dejemos de lado la perseverante lectura y
meditación de la Sagrada Escritura, especialmente de las palabras y vida del Señor Jesús! ¡No
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Ver S. Spinsanti, “Ecología”, en AA.VV., Nuevo Diccionario de Espiritualidad, (Madrid: Paulinas, 19914),
p. 510.
Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
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dejemos de visitar al Señor en el Santísimo e implorarle allí que nos renueve y fortalezca
interiormente con la fuerza divina de su Espíritu! ¡No dejemos de encontrarnos con Él cada
Domingo en la Santa Misa! ¡No dejemos de crecer en nuestro amor filial a Santa María, para que
en unión de oración con Ella y dejándonos educar por su ejemplo tengamos siempre las
disposiciones interiores necesarias para poder acoger al Espíritu en nosotros!"
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Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
TERCERA SEMANA
“Un Fuego que Enciende otros Fuegos”
Yo los elegí y los envío a dar mucho fruto y que ese fruto sea
abundante y duradero
(Juan 15, 16)
Período: del 17 al 22 de Agosto
Gracia a pedir: Estar dispuestos a poner el amor más en obras que en
palabras.
PALABRAS INSPIRADORAS
Extracto de "Carta de San Ignacio al joven de hoy: Enviados al mundo" .
J. B. Libanio S.J. Febrero de 2006
"... Aprendí una vez más que el seguimiento de Jesús necesita ir mucho
más allá de una mera imitación material, física, visual. Escuché adentro
de mí un llamado mayor, íntimo. Y se me abrió una comprensión
diferente del mundo. Sobre ella deseo conversar contigo.
Hasta aquel momento de mi vida, conocía el mundo de las frivolidades,
de la conversión penitente de mí mismo, de la peregrinación. Fue
entonces que hice el hallazgo más importante de mi vida. Sentí una
fuerte llamada para adentrarme en el mundo de los hombres, de las
personas,. No yo solo, sino con compañeros que compartieran conmigo
el mismo ideal de ayudar a quien estuviera a la espera de una palabra
para apuntarle el camino de la salvación. Entonces sí, entendí que mi
vida solo tendría sentido si yo me dedicaba a la salvación de las almas.
Era este el modo como se hablaba en mi tiempo.
Hoy, en tu lenguaje, sonarían las palabras: solidaridad, servicio, liberación de los pobres y
excluidos, el cuidado con personas hambrientas de sentido para vivir y hasta de pan. Yo me sentí
realmente enviado, con toda conciencia, al servicio de toda persona que necesitara de alguna
ayuda espiritual, material, humana, especialmente con relación a su realidad última de criatura
llamada por Dios para una eternidad de amor y dicha. Dedicar todo mi vida a ayudar a los otros se
convirtió en la tarea más importante de la vida. Formulé ese deseo en el lenguaje de mi tiempo:
“servir y amar a su Divina Majestad”. Después lo condensé en una frase chiquitiña: ”en todo amar y
servir”.
Te hago saber, joven, que esa frase ha tenido mucho éxito. Cuántos jóvenes como tú se
entusiasmaron por ese ideal de vida. “En todo amar y servir”. Ella relaciona el amor a su servicio y
así define hondamente qué cosa sea amar. En otro lugar, escribí que el amor debe ponerse más
en obras que en palabras. Es fácil decir que amamos a Dios, a Cristo, a una persona y que
queremos modificar esa realidad de tanta injusticia. Si nos detenemos a pensar, ¿será qué las
obras qué practicamos manifiestan y encarnan esas palabras?
Amar consiste, así percibí en mi vida, en la comunicación mutua de lo que tenemos a quien
amamos: ciencia, honores, riquezas. Si tú miras para tus amigos y amigas, ¿qué es lo que tienes y
qué puedes comunicarles? Ser enviado es tomar conciencia de esa doble realidad: servir amando
y amar sirviendo. Muchas veces no pensamos que los dones, cualidades, gracias que recibimos
Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
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tan generosamente de Dios, pueden ser comunicadas a otros. Qué tal si tú, al leer esta carta, te
hicieras esta pregunta: ¿qué puedo compartir de mí a otros, sobretodo a los jóvenes de mi edad?
Era esa pregunta la que me hacía cuando estudiaba en la universidad de la Sorbonne. Y conseguí
hacerme amigo de Francisco Xavier, de Pedro Fabro que llegarían a ser después grandes Santos.
¡Ve tú a saber si tu amistad y compartir con tus colegas no te enriquezca mucho más de lo que tú
puedas imaginar!
Percibí, en mi tiempo, que la Iglesia católica pasaba por una grande crisis interna. Recién
convertido y ardiendo de fervor, me dolía oír que el Papa había celebrado el casamiento de su hija
en el propio Vaticano, que la Curia romana, cardenales y obispos, se entregaban a una vida
mundana, sin celo apostólico. Y sin embargo, pensé en una Orden religiosa que se colocara a la
disposición del Papa, por juzgar que él, por el cargo que ejercía, tenía mayor visión de los
problemas de la Iglesia y era para tal cargo era ayudado por el Espíritu de Dios. Me movía la fe.
Imagino que para ti también la situación de la Iglesia y la de tu país, en muchos aspectos, generen
desánimo, descrédito y hasta mismo indignación. Tanta injusticia social, tanta riqueza al lado de
multitudes inmensas de pobres, hambrientos. En tu país hay segmentos sociales que son
discriminados a causa de su raza, de su pobreza, de su falta de educación escolar y preparación
para el trabajo hoy cada vez más exigente. ¿Y qué hacer?
La Orden Religiosa que fundé recibió de mí una inspiración en la línea del “servicio de la fe y de la
promoción de la justicia”, como escribieron mis hijos en una de sus recientes Congregaciones
Generales. Fe y justicia son causas que merecen la vida de quienquiera con un mínimo de
idealismo. Cuando pienso en la fe, sueño contigo profundizando la espiritualidad, participando de
encuentros y retiros, comprometiéndote en la pastoral catequética de la parroquia. La espiritualidad
de los Ejercicios Espirituales que escribí y que traducen mi itinerario espiritual, pone en el centro de
la fe el seguimiento de Jesús. Como Él fue enviado al mundo, así el cristiano lo es al seguir sus
huellas y camino. Tú conseguirás eso en la medida que frecuentes, en la oración, en la
contemplación, en la lectura meditada del Evangelio, la persona de Jesús. La relación con la
persona de Jesús nos robustece la fe.
¿Y la promoción de la justicia? ¿Cómo tú la consideras en tu país? No sabría contestarte de
manera concreta. Eso te compete a ti que conoces tu realidad. Pero puedo pasarte mi experiencia.
Viví en un momento que tiene semejanza con el tuyo. Recuerda que en el siglo XVI la Iglesia sufrió
el cisma de la Reforma de Lutero. ¿Cómo responder a ese desafío de la evangelización en Europa
y fuera de ella? Se había descubierto hacía poco América. Quizá fuera más exacto decir que se
colonizaban tierras ya habitadas por tribus indígenas de millares de años de existencia. Mis
compañeros no tenían la conciencia que tú tienes hoy de la originalidad, de la importancia de las
culturas autóctonas y menos aún de una presencia salvífica de Dios en ellas. Imaginaban que la
traían de fuera. Y lo hicieron con mucho celo. Así entendieron el envío al mundo. Tú hoy sabes
cómo Dios actúa en todas las culturas e incluso en el humanismo ateo. Tu misión presente perdió
aquel frescor y heroísmo de grande conquistador y evangelizador para ser un trabajo, no menos
bonito, de hormiguita que, con pequeñas picadas, despierta los colegas para una Transcendencia
presente, pero no percibida.
Vea, joven, cultivé con mucho empeño la práctica espiritual del discernimiento en la misión
apostólica. En el caso concreto de tu vida, implica de tu parte especial cuidado en descubrir los
puntos luminosos presentes en la noche más oscura de la vida. Es cuestión de atención a las
pequeñas iluminaciones que Dios, por medio de acontecimientos, personas, lecturas, y quién sabe,
hasta de esta simple carta, te concede ver y percibir la acción de su gracia. Saboreando esa gota
de claridad, tú percibes mejor como ayudar a tu colega a descubrirla. Si tú la viste, quizá también él
consiga hacerlo con un toque discreto de tu parte.
El ver es un primer paso. Fundamental, inicial. Los ojos se ligan a la razón y ésta al núcleo de
nuestro ser. Entendemos que Dios está ahí presente, interpelando, despertándonos para el
Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
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servicio. Dios es solo amor. Y quiere únicamente el bien para cada uno de nosotros. Esa
comprensión nos aligera de complejos de culpa, de sentimientos de inferioridad, de remordimientos
agrios. Ella nos impulsa para otro momento, hacia adentro del corazón, de la afectividad, para un
sentimiento interior profundo. Otra expresión que usé (“sentire res interne”), sentir la realidad
internamente – hizo escuela. De esa fuente del afecto brota un actuar dirigida a transformar la
realidad, la cual puede ser su minúsculo mundo interior o estructuras mayores en la escuela, en el
trabajo, en la universidad, en el ocio, en las amistades.
Ese ejercicio espiritual supone de ti un doble movimiento. Siempre gusté de pequeñas expresiones
didácticas para catalizar experiencias profundas. Aquí va otra. Contemplativo en la acción. En el
actual mundo secular en descomposición, mezclado e imbuido, al mismo tiempo, de una lluvia
religiosa de ritos, canciones, meditaciones trascendentales, gesticulación carismática, no es fácil,
en primer lugar, la acción comprometida. Fácilmente las personas se pierden o en el descrédito
total o en la marea religiosa sin más exigencia que la satisfacción emocional. Hay ejecutivos de
grandes empresas, que en el cotidiano viven el esquema neoliberal de acumulación de riquezas,
pero que a la vez se entregan a contemplaciones de corte oriental o carismático, yuxtapuestas a la
acción, las cuales raramente repercuten en su práctica social. Más bien cumplen el papel de
somnífero espiritual, exponiéndose a la cruda crítica de Marx respecto a la Religión como opio del
pueblo.
Soñé con una relación bien diferente entre contemplación y acción, manteniendo, tanto la
contemplación, como la práxis libertadora, como ustedes la llaman hoy en América Latina. En la
clásica meditación del Reino, introduzco al ejercitante por medio de la parábola del llamado de un
rey terrestre. Desde luego, debes entender que yo vivía en un mundo en el que la figura del Rey
nos llenaba la fantasía, el imaginario. Frente al llamado del Rey temporal se describe el verdadero
llamado de Cristo que yo sentí y que la meditación propone como llamada al ejercitante, a ti a
quien escribo. Dos cosas pensé mucho, viví intensamente y propongo con entusiasmo. Imagínate
tú que se te presentara un líder político con la propuesta de una lucha seria y comprometida para
la liberación de los pobres, el cual, al mirarte en los ojos, te dijera: ¿te atreves a asumir conmigo
ese programa de vida? Además, él prometía que participaría de las dificultades y peligros de todos
ustedes: prisión, torturas y hasta la muerte violenta. Ciertamente tú recuerdas los años terribles de
los regímenes militares en que muchos jóvenes de tu edad fueron tragados mortalmente por la
represión. Ellos no tuvieron ningún jefe dispuesto a morir con ellos. Y aun así, sin tal conciencia,
muchos fueron hasta el extremo del don de su vida, soñando con la liberación del pueblo. Con
mucho más razón tú eres provocado a dedicarte hoy a una causa semejante, si algún líder se
coloca a tu lado para lo que dé y venga. Y ahora, viene el giro. ¡Y si ese líder es el propio Cristo, el
cual te convida para la entrega de tu vida a la misión de la evangelización! Él que ya te mostró
hasta donde su amor llegó. Te dejo esta última pregunta.
Sé que la cultura que te envuelve erigió el placer como valor máximo. Y el placer no puede estar
contra el proyecto de Dios. Fue Él que nos creó con las cinco ventanas de los sentidos, abiertas
para el placer. ¿Cómo podrá querer qué las cerremos? San Agustín, del cual leíamos mucho en la
Sorbonne, escribió un pequeño libro, lindo, una perla, sobre “La vida feliz”. Pero la cuestión
consiste en saber cuál es la dicha que nos plenifica más allá del goce y placer inmediato. Conocí
bien los dos lados de la “dicha”; aquella de la inmersión en un mundo de placeres sensibles; y la
otra de la entrega de la vida para ayudar a los otros a encontrar el camino de la salvación. Ésa
segunda experiencia me llenó el alma. Si tú quieres, experimenta dedicarte a vivir haciendo el bien
para los otros y entonces tú también vas a vivir el propio bien y dicha.
Con mucha esperanza en ti, joven, que despiertas para ideales mayores en América Latina, recibe
mi abrazo de viejo marinero de guerra,
Ignacio de Loyola"
Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
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PALABRAS INSPIRADORAS
Congregación General 35, Decreto 2, Compañía de Jesús
Un fuego que enciende otros fuegos Redescubrir nuestro carisma
20.- Servir a la misión de Cristo hoy implica prestar especial atención a su contexto global. Este
contexto requiere de nosotros actuar como un cuerpo universal con una misión universal,
constatando, al mismo tiempo, la radical diversidad de nuestras situaciones. Buscamos servir a los
demás en todo el mundo, como una comunidad de dimensiones mundiales y, simultáneamente,
como una red de comunidades locales. Nuestra misión de fe y justicia, de diálogo de religiones y
culturas, ha alcanzado dimensiones que no permiten ya concebir al mundo como un conjunto de
entidades separadas: debemos verlo como un todo unificado donde todos dependemos unos de
otros. Globalización, tecnología y problemas medioambientales han desafiado nuestras fronteras
tradicionales y han reforzado nuestra conciencia de que tenemos una responsabilidad común del
bienestar del mundo entero y su desarrollo de una manera sostenible y generadora de vida.
21.- Las culturas consumistas actuales no fomentan la pasión y el celo, sino más bien la adicción y
la compulsión. Están pidiendo resistencia. Será necesaria e inevitable una respuesta compasiva a
estas formas de malestar cultural, si hemos de compartir la vida de nuestros contemporáneos. En
circunstancias tan cambiantes se ha hecho imperativa nuestra responsabilidad como jesuitas de
colaborar a múltiples niveles. Así, nuestras provincias deben trabajar cada vez más juntas.
Igualmente debemos trabajar con los demás: religiosos y religiosas de otras comunidades; laicos;
miembros de movimientos eclesiales; personas que comparten nuestros valores pero no nuestras
creencias; en una palabra: todas las personas de buena voluntad.
22.- Dios ha creado un mundo con diversidad de habitantes, y eso es bueno. La creación expresa
la rica belleza de este mundo amable: personas que trabajan, ríen, prosperan juntas48, son signos
de que Dios está vivo entre nosotros. Sin embargo, la diversidad se convierte en problemática
cuando las diferencias entre las personas se viven de tal manera que unos pocos prosperan a
expensas de otros que son excluidos, de modo que hay gentes que luchan, se matan unos a otros
resueltos a destruirse49. Entonces Dios sufre en Cristo en y con el mundo, y quiere renovarlo. Aquí
es precisamente donde se sitúa nuestra misión. Y es aquí donde tenemos que discernirla
siguiendo los criterios del magis50 y del bien más universal51. Dios está presente en las tinieblas
de la vida decidido a hacer nuevas todas las cosas. Y necesita colaboradores en esta empresa:
gente cuya gracia consiste en ser recibidos debajo de la bandera de su Hijo5252. Nos esperan las
”naciones”, más allá de definiciones geográficas, “naciones” que hoy incluyen a los pobres y
desplazados, a los que están aislados y profundamente solos, a los que ignoran la existencia de
Dios y a los que usan a Dios como un instrumento para fines políticos. Hay nuevas “naciones” y
hemos sido enviados a ellas53.
23.- Recordando al Padre Jerónimo Nadal, podemos afirmar con él: “El mundo es nuestra casa”54.
Como decía recientemente el Padre Kolvenbach: “un monasterio estable no nos sirve, porque
nosotros hemos recibido el mundo entero para hablarles de la buena noticia... no nos encerramos
en un claustro, sino que permanecemos en el mundo entre la multitud de hombres y mujeres que el
Señor ama, puesto que están en el mundo”55. Todos los hombres y mujeres nos preocupan de
cara al diálogo y a la proclamación, porque nuestra misión es la misma que la de la Iglesia:
descubrir a Jesucristo en los lugares donde hasta ahora no lo hemos descubierto y revelarlo donde
nunca antes se le vio. En otras palabras, buscamos “encontrar a Dios en todas las cosas”,
siguiendo lo que San Ignacio nos propone en la “Contemplación para alcanzar amor”56. El mundo
entero se transforma en objeto de nuestro interés y de nuestros desvelos.
Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
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24.- Así pues, a medida que cambia el mundo, cambia también el contexto de nuestra misión; y las
nuevas fronteras nos envían señales que requieren nuestra respuesta. Por ello nos sumergimos
más profundamente en ese diálogo con religiones que nos podrían enseñar que el Espíritu Santo
está actuando en todo este mundo que Dios ama. Nos volvemos también a la “frontera” de la tierra,
cada vez más degradada y saqueada. También aquí, con pasión por la justicia medioambiental,
hallaremos al Espíritu de Dios que busca liberar a esta creación dolorida que nos pide espacio para
vivir y respirar.
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Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
PROPUESTA METODOLÓGICA
1. Un Marco simbólico celebrativo:

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Las celebraciones litúrgicas de inicio y cierre (31 de Julio y 18 de
Agosto)
Clave de sentido: "Un fuego que enciende otros fuegos".
Rasgos de la espiritualidad ignaciana para cada nivel que animarán la
oración diaria.
2. El Corazón del Tiempo Ignaciano: Día de la Solidaridad, 18 de Agosto


Deseamos experimentar, por la gracia de Dios, que es Dios quien nos
mueve al amor y al servicio, expresión concreta de que existe un fuego
capaz de encender otros fuegos. Por ello que el apostolado es el fruto
de este tiempo: Dios que se nos regala para darnos vida, que nos
enriquece para que nuestra vida sea abundante y luminosa, y que nos
envía para que otros tengan igualmente vida en abundancia.
La preparación de los apostolados por curso tienen como protagonistas
a los mismos estudiantes, más aún cuando son mayores, a los
profesores jefes apoyados de cerca por los pastoralistas y los equipos
interdisciplinarios de los ciclos. Igualmente, de acuerdo a las
características de cada nivel, se incorporarán padres y apoderados y
otros formadores.
3. Material de animación con actividades adecuadas para cada ciclo
Cada ciclo proporcionará un material de animación para los profesores jefes
que:
 Ayude a ver y reflexionar un rasgo de la espiritualidad ignaciana, de
acuerdo al ciclo al que pertenece.
 Incorpore textos significativos para cada ciclo Vital.
 Lenguaje metafórico y simbólico en los más pequeños, más reflexivo en
los mayores.
Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
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RASGOS DE LA ESPIRITUALIDAD IGNACIANA
PRE ESCOLAR: VIDA DEL PADRE HURTADO Y DE SAN IGNACIO
Conociendo a nuestros amigos Ignacio y Alberto aprendemos a seguir a nuestro amigo Jesús.
1 BÁSICO: MARÍA NUESTRA MADRE NOS PONE JUNTO A SU HIJO JESÚS
María es nuestra Madre y es también la mamá de Jesús. Ella quiere que, al igual que nuestro
amigo San Ignacio, nosotros seamos muy amigos de su Hijo Jesús y vivamos nuestra vida junto a
Él.
2 BÁSICO: VER A DIOS EN TODAS LAS COSAS
Todas las cosas y personas que existen han sido creadas por Dios siendo un gran regalo para
nosotros. Y en todas las cosas y personas podemos descubrir a ese Dios que también se nos
regala.
3 BÁSICO: CENTRADOS EN LA PERSONA DE JESÚS
Al igual que nuestro amigo San Ignacio, queremos que Jesús sea el centro de nuestra vida…
Queremos vivir como Jesús.
4 BÁSICO: PAUSA IGNACIANA
Todos los días debemos darnos un tiempo para conversar con nuestro Buen Padre Dios, para eso
Ignacio nos propone una pausa en que podamos agradecer, pedir perdón y pedir ayuda a Él.
5 BÁSICO: EN TODO AMAR Y SERVIR
Como respuesta al Amor de Dios. Queremos amar y servir con lo mejor de nosotros a Dios y a los
demás.
6 BÁSICO: CONTEMPLATIVOS EN LA ACCIÓN:
En todas las cosas de la vida podemos descubrir a Dios. Para eso debemos tener el corazón
atento no sólo cuando rezamos, sino que en cada cosa que hagamos.
7 BÁSICO: ESPIRITUALIDAD TRINITARIA
Dios es una comunidad… Son tres personas que forman un solo Dios. El Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo nos enseñan que siendo personas distintas podemos querernos y formar una sola
comunidad: Curso, Iglesia, Nación, Familia, etc.
8 BÁSICO: MAGIS
Magis significa “más”. Es dar lo mejor de mí con un fin determinado que es servir y dar gloria a
Dios y a los demás. Prestando un servicio de excelencia sobre todo a quienes más lo necesitan.
Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
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1 MEDIO: EL TANTO CUANTO
Todas las cosas las usaré tanto cuanto (en la medida en que) me ayuden a servir y amar a Dios,
a los demás y a mí mismo, rechazando todo lo que no ayude a esta finalidad.
2 MEDIO: DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL
Buscar la voluntad de Dios con el fin de hallarla y luego tratar de cumplirla.
3 MEDIO: SENTIR CON LA IGLESIA
La Iglesia es una comunidad formada por hombres y mujeres, con distintos roles (Curas, Monjas,
Laicos y Laicas, Obispos, Papa, etc.) pero todos con una misma dignidad de hermanos
compañeros de camino, que juntos buscamos seguir al Señor haciendo el bien al modo que Él
enseña, cada cual aportando desde su rol.
4 MEDIO: BUSCAR EL BIEN MÁS UNIVERSAL
Ignacio nos invita a hacer el mayor bien posible para servir a Dios y a los demás. Toda opción
importante de nuestra vida debe estar acompañada de la pregunta: ¿dónde y cómo puede hacer
el mayor bien?
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Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
CALENDARIO TIEMPO IGNACIANO
PRIMER SEMANA
"Yo soy la luz del mundo" (Juan 8, 12)
Fecha
31 Julio
Actividad
08:00 Oración de la Mañana
10:50 Misa San Ignacio (Gimnasio)
11:45 Celebración comunitaria en cada curso
1 Agosto
2 Agosto
3 Agosto
4 Agosto
5 Agosto
6 Agosto
7 Agosto
8 Agosto
12:00 Misa de San Ignacio para amigos, familiares y colaboradores de la
Compañía de Jesús en Chile - Templo San Ignacio
"Amar es Servir": programa de formación ignaciana para formadores (Valparaíso)
08:00 Oración de la Mañana
Confirmación 3 Medios: Inicio Acompañamiento Personal
Hospedería 4 Medios
"Amar es Servir": programa de formación ignaciana para formadores (Valparaíso)
08:00 Oración de la Mañana
08:15 Encuentro con Cristo - 4 Básico A
Hospedería 4 Medios
"Amar es Servir": programa de formación ignaciana para formadores (Valparaíso)
08:00 Oración de la Mañana
Hospedería 4 Medios
"Amar es Servir": programa de formación ignaciana para formadores (Valparaíso)
08:00 Oración de la Mañana
Hospedería 4 Medios
"Amar es Servir": programa de formación ignaciana para formadores (Valparaíso)
08:00 Oración de la Mañana
08:15 Retiro "Dios de la Creación" - 1 Medios
08:15 Encuentro con Cristo - 4 Básico B
Hospedería 4 Medios
09:00 III Jornada Padres y Apoderados Nuevos: "Cura Personalis", nuestro modo
de acompañar y favorecer el crecimiento integral (Auditorio)
Hospedería 4 Medios
9 Agosto
SEGUNDA SEMANA
“Y todos se llenaron del fuego del Espíritu Santo” (Hechos 2,4)
Fecha
10 Agosto
11 Agosto
12 Agosto
13 Agosto
14 Agosto
15 Agosto
16 Agosto
Actividad
08:00 Oración de la mañana
08:00 Oración de la mañana
08:15 Encuentro con Cristo - 4 Básico C
08:00 Oración de la mañana
19:00 Catequesis 3° Básicos: Encuentro Padres e Hijos
19:00 Catequesis 4° Básicos: Charla N°4 - Profundizamos en la Gracia de la Fe
08:00 Oración de la mañana
15:25 Tiempo Institucional: Saludo del P. Provincial a los trabajadores el Colegio
08:00 Oración de la mañana
Feriado: Asunción de la Virgen
Inicio Trabajo de Fábrica
Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
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TERCERA SEMANA
"Un Fuego que enciende otros fuegos"
Yo los elegí y los envío a dar mucho fruto
y que ese fruto sea abundante y duradero (Juan 15, 16)
Fecha
17 Agosto
18 Agosto
19 Agosto
20 Agosto
21 Agosto
22 Agosto
Actividad
08:00 Oración de la mañana
Trabajos de Fábrica - 3 Medios
Día de la Solidaridad
08:00 Liturgia de Envío a los Apostolados por Curso (Gimnasio)
08:30 Salida por curso a los Apostolados
Trabajos de Fábrica - 3 Medios
08:00 Oración de la mañana
08:15 Encuentro con Cristo - 3 Básico A
Trabajos de Fábrica - 3 Medios
08:00 Oración de la mañana
08:15 Retiro "Dios de la Vida" - 2 Medios
08:30 Entrega Solemne de Insignias a los estudiantes de Kínder
Trabajos de Fábrica - 3 Medios
15:25 Tiempo Institucional "Cómo leer desde la fe el Chile de hoy y el llamado al
compromiso que Dios nos hace".
P. Pablo Walker sj., capellán del Hogar de Cristo.
19:00 Jornada de Formación Apoderados: Trabajos de Fábrica "Al servicio de la
Fe y la Promoción de la Justicia" (Auditorio)
08:00 Oración de la mañana
Trabajos de Fábrica - 3 Medios
Finalización del los Trabajo de Fábrica - 3 Medios
14:00 Caminata de la Solidaridad - CVX y Grupo Scout
Finalización del Tiempo Ignaciano
AMDG
Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
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Tiempo Ignaciano: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos"
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